Dragon y Depredador ¿Amigos o enemigos? [Ushi-Dranser]

Bueno, llegaba el momento de buscar información en aquella isla, el revolucionario estaba de paso simplemente para poder coger algún libro robado que le diera buenas ideas para entrenar o algo por el estilo. Esperaba que hubiese alguno sobre espadachines del planeta, estaba un poco desinformado en ese campo y era algo que no le convenía para nada, se desplazaba en un pequeño barco pesquero que le llevaba a cambio de humildad. Al ver que estaba llegando a la isla, sonrió felizmente mientras ahora caminaba hacia la borda, después se giró despacio mirando a uno de aquellos hombres, el cual parecía ser el capitán del barco, un tipo de melena azulada y ojos violetas.

- Bueno pues en un par de horas volveré como de costumbre, vaya preparando los dados porque esta vez seré yo el que le gane.

Dijo de forma amistosa mostrando una sonrisa, después corrió hacia la borda y saltó al mar, un suicidio, o eso parecía al menos. Justo cuando su cuerpo estaba a punto de entrar en contacto con el agua, el chico soltó una alegre carcajada y comenzó a gritar a pleno pulmón. Su tono era amable y sin duda no había nada de maldad en él.

- Fauna Fauna No… ¡Águila!

Mencionó ahora como de costumbre mientras sonreía ampliamente y se dirigía a la costa de aquel lugar a toda velocidad. Rezaba porque no hubiese autoridades en un sitio como ese, solo era cuestión de tiempo que su cabeza valiera algo de precio y en ese momento muchas de sus visitas deberían ser algo más sigilosas.

Mientras el castaño volaba con una sonrisa tranquila, pudo ver que el árbol ya estaba cerca, iba a pasar de la orilla y se dirigiría directamente a él. Ese era el plan original, pero de repente unos sonidos extraños llegaron a los oídos de aquel hombre, parecían la voz de un crío cantando o algo por el estilo, aquello al parecer le iba a desviar pues le entró una inmensa curiosidad por saber que estaba pasando. Desvió su rumbo comenzando a volar hacia otra dirección tratando de acercarse a los sonidos del chico que cantaba o gritaba con furia rabiosa. Después de unos momentos pudo ver a un crío de unos seis años aproximadamente, un agotita anime le cayó por la cabeza y ahora tras un pequeño, por no decir, gran suspiro, bajó hasta su posición. Se puso justo en frente mientras le miraba con las manos en los bolsillos, no había nadie cercano en las inmediaciones de aquel lugar.

- Buenos días conquistador del mundo. ¿Qué haces por aquí solo? ¿No tienes familia? Deberías tener cuidado, hay mucho capullo suelto y un chico como tú sería presa fácil.

Mientras le hablaba se mantenía serio, no le parecía de buenos padres, el dejar un chico de aquella edad solo por el lugar, podía pasarle algo. De repente metió las manos en los bolsillos despacio y logró contar unas cuantas monedas que fue sacando de forma tranquila y simple. Una vez supo cuantas tenía, alzó la mirada observando el cielo, se estaba nublando, eso era un mal presagio. Después observó al crío, no le quedaba otra y ahora se agachó colocándose a su altura mientras le sonreía tranquilamente y le hablaba en un tono amable y calmado. Se veía que tenía buenas intenciones ante todo.

- ¿Te invito a un helado?

El crío no tardó en ponerse contento con la proposición del revolucionario, sin embargo no le respondió a su pregunta, no sabía si tenía familia por allí, por el momento suspiró mientras entrecerraba los ojos. Después de unos momentos se dio la vuelta empezando a caminar hacia el interior, ayudaría al chico, no tardaron en llegar a un puesto de helados de cucurucho. Había una vitrina con varios sabores surtidos, menos mal que estaban cerrados, era probable que el chico emocionado cometiera una locura y aquello le costara al castaño no solo el dinero, sino su ropa y espada.

El tipo del puesto era un hombre de unos dos metros, bastante gordo con un cabello color canela bastante largo y unos ojos intensos verdes. En su cabeza poseía un sombrero de paja y vestía con una camiseta amarilla, además de unos pantalones negros y unas sandalias. Parecía ser una persona bastante seria, el depredador ahora miró hacia la lista de precios y se fijó en que tenía justo para tres helados, de repente miró al chico y pegó un nuevo suspiro mientras metía las manos en sus bolsillos. La verdad es que eran algo caros, pero ya no podía echarse atrás, de modo que miró al chico y le habló en un tono calmado.

- Anda amigo, puedes pedir tres helados solamente, elije bien que no tengo más dinero y no quiero tener que ponerme a fregar platos.

Dijo son una sonrisa calmada mientras observaba al tipo que le miraba de mala forma, vaya antipático, el joven no había hecho nada para recibir esa mirada. Esperaba que no le confundieran con alguien que no era, trató de evadir la mirada del vendedor, el cual miró al chico con aquel rostro de pocos amigos esperando el pedido, cogió las monedas con avaricia y guardándolas rápidamente. Cosa que hizo que Dranser frunciera el ceño.

El chico parecía estar indeciso sobre que helados pedir, se le notaba que estaba deseando hincarle el diente a cada uno de ellos. Las miradas del dueño empezaban a poner nervioso al revolucionario, el cual trataba de mirar al chico. Su pequeño viaje al templo de la sabiduría de los espadachines tendría que esperar un poco, por el momento se había centrado en el crío. Se llevó la mano a la cabeza rascándosela un poco mientras esperaba a que el chaval eligiera pues al parecer quería todos. Algo normal para su edad a decir verdad, el revolucionario no recordaba mucho de su infancia, pero nunca había tenido algo a lo que llamar ilusión, salvo los animales.

Después de unos momentos el niño eligió los tres que le habían interesado, tenía buen gusto, las bolas no eran muy generosas, ya era mala suerte que hubiera tocado un amargado de mercader. El chico cambió su rostro y comenzó a comer de forma feliz, algo que agradó al espadachín, que sonrió de forma tranquila. Sin embargo unas carcajadas llegaron momentos después, se trataba de aquel idiota, el cual estaba riéndose de la forma en la que comía el chico. Ya se estaba pasando, pero las palabras que dijo fueron algo que dolió al propio depredador Dranser.

- Joder como come el enano, aquí muertos de hambre no queremos. Qué vergüenza, ¿Es que no le das de comer en casa al niño? Come como un jodido animal.

- Eh, no te pases que solo es un crío idiota. Si estás amargado pégate un tiro y no molestes a los demás. Debería darte vergüenza tratar así a los clientes que van a comprar a tu tienda.


Aquel tipo frunció el ceño, se notaba que esas palabras le habían mosqueado, enseguida salió del puesto y tomó al revolucionario del cuello con una mano mientras alzaba el puño de la otra. Gruñó un poco y en ese momento le amenazó para que retirará sus palabras, el astuto espadachín ya tenía una mano en su arma, pero enseguida miró al crío. No iba a montar una pelea con él de por medio, por ello se tragó su orgullo.

- Disculpe señor, nos iremos sin armar escándalo.

Mientras Dranser trataba de evadir el posible problema, el chico no se quedó quieto y lanzó un golpe directo a las partes nobles de aquel tipo. El revolucionario se echó hacia atrás al sentirse libre de aquella mano y trató de respirar mejor, lo del chico le había dejado impresionado y ahora lo observó atento y sin creer lo que había visto. “Increíble… este chico tiene un gran poder… me pregunto cómo diablos lo ha hecho…”. Cuando todo parecía haberse solucionado, ese cabrón golpeó al niño con una patada y lo tiró unos cuantos metros al suelo, eso provocó que la ira del castaño saliera a flote. El maldito idiota se volvió a lanzar contra el crío tratando de golpearle con el puño, dicho ataque impactó sobre la carne, pero no del joven precisamente.

La sangre empezó a surgir de la frente del espadachín, el cual se había metido en medio, la mirada del vendedor se puso algo temerosa cuando miró a los ojos del castaño. Mostraban una seriedad increíble, además de muchísima ira acumulada y la cual iba a descargar en ese momento. Los nudillos ensangrentados del payaso empezaron a temblar debido al miedo que ahora notaba, sus piernas no le respondían y apenas podía hablar. Él mismo parecía haber entendido que se había pasado con el crío, pero ya era demasiado tarde. El juicio había empezado y no se podía evitar, mientras tragaba saliva nervioso, escuchó un susurro que dijo ahora Dranser.

- Daburu Shi…

Aquel hombre trató de apartarse mientras pedía perdón, pero ya no se podía hacer nada. Algo torpe trató de volver a su puesto, pero cayó al suelo. Se levantó entre una mezcla de nervios y miedo y trató de mirar a otro lado para olvidar aquel tema, era muy ingenuo, de repente el revolucionario desenvainó su Gin Kiba y lanzó un perfecto tajo hacia él. Una herida bastante fea surgió de su costado y cayó al suelo entre quejas y gritos de dolor. No había sido mortal, tan solo doloroso y le serviría de escarmiento.

- ¡Kenshin Mayin!

Las risas del crio llegaron a los oídos del revolucionario, el cual estaba observando con una pequeña gotita de sudor cayéndole por la cabeza. El crio parecía un maldito dictador pero solo era un niño, no podía ser nada malo a esa edad, de modo que soltó un suspiro mientras el chico se le montaba en la espalda. El tío del negocio se fue corriendo por lo que el espadachín abrió el armario de los helados y se pudieron ver enormes tarros llenos de todos los sabores. Con eso seguramente el pequeño estaría feliz o quizás no, todo podía pasar, lo siguiente que hizo el castaño fue llevarse ambas manos a los bolsillos.

- Claro jefe, ahí tiene todo el helado del mundo, disfrute e inunde este planeta con su sabia sabiduría y todo su enorme poder.

Dicho eso se puso a mirar a su alrededor de forma tranquila llevándose las manos a la nuca y suspirando, ya se había olvidado del motivo por el que estaba allí y le daba pereza intentar recordarlo. Unos pasos comenzaron a escucharse, en pocos segundos aparecieron un grupo de diez marines, los cuales iban con rifles y sables, estos al parecer fueron avisados por el capullo del heladero, la mirada del castaño se clavó en ellos de forma inexpresiva. Esperaba que no le reconocieran bajo ningún concepto o podía haber peligro de por medio, de repente uno de ellos le señaló de forma seria.

- ¡Manos arriba depredador!

La cosa sí que se había salido de juego, el revolucionario frunció el ceño llevando su mano derecha a la funda de su arma, no esperaba que le reconocieran en un lugar así y mucho menos los jodidos marines. Aquello podía ser peligroso para el crio, de modo que ahora sacó su arma lanzando un poderoso tajo que se estampó con el aire, muchos empezaron a reír creyendo que era un principiante, pero en ese momento una onda cortante fina y azulada se formó, saliendo despedida a pos dos de ellos. El resultado fue dos heridos en el campo de batalla y el enfado del resto de hombres. Cualquiera podría enfadarse si atacaban a sus compañeros, sin embargo el líder del escuadrón siete no iba con la intención de matar y por ello esos dos reclutas continuaban con vida en el suelo, las heridas eran dolorosas pero no tan mortales como parecían ser.

- Jefe será mejor que se aparté, no debe molestarse en luchar y mancharse las manos, usted coma helado.

Dijo ahora amablemente al chico para que tuviera cuidado y no le hicieran nada, ya sabía de marines idiotas que abusaban de su poder y no iba a permitir que tocaran a su querido “jefe” en aquel lugar, se relamió despacio y de su mano derecha empezó a salir un pequeño brillo, especialmente de la punta de los dedos índice y corazón. Eran dos finos hilos de telaraña que usaría contra sus oponentes de ser necesario, además su haki armadura le podía servir para hacerlos más duros y afilados debido a su tamaño.

La hoja de Dranser chocó contra el sable de uno de aquellos marines, la mirada del depredador era algo irónica y a la vez bastante seria, sus ojos se clavaron en aquel capullo de pelo azulado y de un movimiento de manos, cortó su pecho superficialmente gracias a sus hilos. La sangre manchó un poco el rostro del castaño y el cuerpo herido del capullo cayó al suelo quejándose de dolor. Al ver varios contra uno, el chico no se podía fiar mucho y su mantra estaba activado en todo momento para de esa forma poder evadir los ataques que no pudiera ver mediante sus ojos, ya fuese por que viniera de su retaguardia o de algún otro punto ciego. Detectó varios golpes y los pudo parar fácilmente gracias a su Gin Kiba. Los marines se impacientaban, deseaban encerrar a alguien como él y poder triunfar en la vida como aquellos que cogieron al depredador de la revolución.

Mientras tanto escuchaba al pequeño comer helados, ese enano se lo pasaba en grande, sin embargo momentos después sintió un leve escalofrío recorrerle el cuerpo ¿Qué era aquella sensación tan extraña que ahora notaba? Era como si su pequeño jefe hubiese aumentado su poder de repente, se giró despacio tras impactar con la parte roma de su arma, en la cara de dos marines, usando para ello el haki armadura. Lo que vio ahora le dejó sin palabras, el chico había crecido de repente y encima se estaba transformando en un ser alado y con la forma de un lagarto, en ese momento entendió que se trataba de un usuario de las frutas del diablo como él. No entendía como le había engañado tan bien, cuando el ser mitológico le nombró por su hombre, este no pudo evitar esbozar una media sonrisa. Ese tipo de zoan eran muy extrañas y no había visto muchas. Su amigo Flea también era del mismo grupo.

- Me has dejado sin palabras, debes explicarme como hacer eso amigo. Encima me tratas como un camarero ¡Jajajajaja! ¡Qué capullo!

Dijo exclamando el revolucionario con una sonrisa amable para después bloquear otro tajo que iba hacia él. Acto seguido imbuyó su arma en su ámbito de viento, haciéndola mucho más ligera y cortante, debía acabar rapidito. Lanzó algunos tajos y con una increíble capacidad dejó heridos a unos cuantos más, su buen manejo a veces resultaba admirable, de todas formas no le quitaba ojo de encima al otro hombre que anteriormente había sido un crio. Esperaba que estuviese bien, pero viendo el poder de su Akuma, dudaba que le pasara algo malo con unos simples marines, los dragones eran seres asombrosos y admirables. Después de unos cuantos instantes más de combate, se giró despacio observando al ser híbrido que tenía ante sus ojos, hablándole ahora en un tono amigable y calmado, tan solo para que le escuchara y no hiciese alguna locura.

- ¡Colega si no quieres que le pongan precio a tu cabeza será mejor que no dañes a estos capullos!

Dranser no entendió a que se refería su compañero con lo de que su cabeza valía billones en el otro mundo, sin embargo dejó de darle importancia a eso y se centró en los marines que tenían frente a sus ojos. Uno de ellos se lanzó a por él con un tajo rápido que este enseguida bloqueó con su arma para después contraatacar con su propio corte, el cual le dio en el pecho y le tiró al suelo. El tipo se quejó por el intenso dolor que soportó para después rodar un poco por el suelo alejándose del depredador de la revolución, el cual ahora se mantenía firme observando a aquellos representantes de la supuesta ley, los cuales les faltaba llorar y chillar como nenas ante la humillación.

De repente uno de ellos se transformó en un ser parecido a una ardilla, era un lémur. El ceño del chico se frunció pues por su parte odiaba pelear con animales, los consideraba amigos más que nada y por eso le desagradaban las frutas del tipo zoan. Por suerte el dragón fue rápido y tan solo lo dejó inconsciente, cosa que el revolucionario agradeció bastante, ahora escuchó las palabras de su compañero y al parecer hicieron mella en los marines. Empezaron a retroceder ante los dos y eso hizo a Dranser sonreír de lado, ahora lanzó un tajo al suelo provocando una onda cortante que hizo una pequeña grieta y algo de sonido, segundos después salió humo del suelo mientras el revolucionario les gritaba.

- ¡Buuuu!

Aquel grito terminó de hacer que aquellos capullos huyeran con el rabo entre las piernas, el dragón imponía y los heridos que había dejado el castaño también. No recordaba habérselo pasado así de bien antes, observando cómo los grandes y poderosos marines huían como ratas ante el humo, que penosos. El depredador ahora guardó su arma en su funda y soltó un enorme bostezo al mismo tiempo que ahora miraba a su colega. Había ido a la isla para buscar un libro sobre espadachines pero ya pasaba de todo, estaba feliz y de todas formas no se acordaba de nada, miró a su compañero con calma y ahora le sonrió de forma amable, además le habló con un tono tranquilo.

- Bueno aquí ya he acabado, yo creo que debo ir largándome. Si alguna vez necesitas algo o tienes problemas con la revolución, di que eres amigo de Silver D. Dranser, te dejaran tranquilo y te invitaran a algo.