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AlexEmpanadilla
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ESCENARIO
Gelum
Isla cubierta de nieve con forma circular de gran extensión y ubicada muy al norte del North blue. Tiene un clima exageradamente frío y no permite la vida de cualquiera. Tiene una vasta vegetación de arboles de hoja perenne y bastantes ejemplares de animales. En el centro de la isla hay una especie de volcán que ahora mismo solo es un gran lago, y muy pocos barcos transitan esta isla por su alejamiento del Grand Line.
CONDICIONES
- Reto a KO
- Probabilidad de muerte (como tiene que ser xD aunque intentaré no pasarme)
- Salto de turno cada 48 horas
- Escenario neutral para ambos
- Experiencia de retos
- Si Byakuro gana, tiene derecho a llevar a Aki a ID, o ella tendrá que sobornarlo de algún modo
- Si Aki gana, podrá pedirle lo que quiera a Byakuro
TURNOS
Por acuerdo entre ambos jugadores, comienza Byakuro
Byakuro Kyoya
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Byakuro caminaba por la nieve de la isla. Se encontraba en un bosque en la zona suroeste de la isla. Los enormes abetos eran el único abrigo contra un viento cortante que viajaba desde el norte. El cazador iba envuelto en una serie de capas de abrigo blancas, una bufanda hasta justo debajo de los ojos, y una gigantesca capucha con pelaje que servía para cubrirse del aguanieve que caía. Klaus era una bolita de abrigos, arrebujada en su hombro. El camaleón se encontraba bastante dormido. Normal, al ser un animal de sangre fría. El cazador iba a paso lento, la nieve le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas, y sus pies se hundían a cada paso en la gruesa capa blanca que cubría el suelo. Además, la ventisca que había sobre el bosque en aquel momento hacía difícil el ver más allá de algunos metros.
- Vamos, Klaus, ya queda poco. -el cazador empezó a subir una pequeña colina.
Cada paso era un suplicio, debido al viento y a la nieve. Pero Klaus estaría mucho mejor en un lugar calentito. Cuando el joven alcanzó la zona alta de la colina, vio algo al otro lado que le alegró la vista. Una pequeña cueva, protegida del viento y del frío. Empezó a caminar, dando un par de traspiés, y acabó entrando en la gruta. Según entraba e iba dejando el frío atrás, sintió cómo volvía a la vida. Sin embargo, hubo algo que lo escamaba. Un borboteante sonido provenía del interior de la caverna. Empezó a caminar, adentrándose en el interior de la roca, y el pequeño pasillo por el que avanzaba dio paso a una caverna de grandes dimensiones. Un constante goteo llenaba el lugar, y una nube de vapor condensado nublaba levemente la visión. El borboteo era más intenso aquí, y Byakuro descubrió por qué. Aguas termales. Frente a él, una serie de estanques de agua caliente se alineaban, uno tras otro, en pequeñas cornisas salinas. Aquel agua caliente era lo que necesitaba para relajarse un poco y recuperarse del frío de fuera. El chico se quitó el abrigo, quedando solo con unos pantalones negros de lino y unos calcetines del mismo color, y cogió un poco de agua haciendo un cuenco con las manos. Aquello era de agradecer, el cambio de temperatura lo despejó y le hizo espabilarse. Mientras la ventisca no cesase, aquel era un sitio tan bueno como cualquier otro para descansar. Se acercó a uno de los estanques y se sentó en el suelo, dándole la espalda a la bañera natural. La roca caliente era como un regalo divino, que le templaba el cuerpo aterecido por la nieve y el hielo.
- Vamos, Klaus, ya queda poco. -el cazador empezó a subir una pequeña colina.
Cada paso era un suplicio, debido al viento y a la nieve. Pero Klaus estaría mucho mejor en un lugar calentito. Cuando el joven alcanzó la zona alta de la colina, vio algo al otro lado que le alegró la vista. Una pequeña cueva, protegida del viento y del frío. Empezó a caminar, dando un par de traspiés, y acabó entrando en la gruta. Según entraba e iba dejando el frío atrás, sintió cómo volvía a la vida. Sin embargo, hubo algo que lo escamaba. Un borboteante sonido provenía del interior de la caverna. Empezó a caminar, adentrándose en el interior de la roca, y el pequeño pasillo por el que avanzaba dio paso a una caverna de grandes dimensiones. Un constante goteo llenaba el lugar, y una nube de vapor condensado nublaba levemente la visión. El borboteo era más intenso aquí, y Byakuro descubrió por qué. Aguas termales. Frente a él, una serie de estanques de agua caliente se alineaban, uno tras otro, en pequeñas cornisas salinas. Aquel agua caliente era lo que necesitaba para relajarse un poco y recuperarse del frío de fuera. El chico se quitó el abrigo, quedando solo con unos pantalones negros de lino y unos calcetines del mismo color, y cogió un poco de agua haciendo un cuenco con las manos. Aquello era de agradecer, el cambio de temperatura lo despejó y le hizo espabilarse. Mientras la ventisca no cesase, aquel era un sitio tan bueno como cualquier otro para descansar. Se acercó a uno de los estanques y se sentó en el suelo, dándole la espalda a la bañera natural. La roca caliente era como un regalo divino, que le templaba el cuerpo aterecido por la nieve y el hielo.
Aki D. Arlia
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Había oído el rumor de que en la Isla de Gelum, en el interior de sus montañas, crecía una pequeña flor violeta, muy rara. Decían que contenía misteriosas propiedades y curiosos efectos.
Pensé que sería la ocasión ideal para probar la nueva alfombra que había comprado en el mercadillo. Pero antes tomé un par de protecciones. Robé un par de prendas de invierno para mi y le compré un abrigo calentito a Cetus. Y nos pusimos en marcha. La colorida alfombra parecía saber el camino y surcaba rauda por el cielo. Al principio todo iba genial, pero al acercarnos el viento comenzó a soplar. Cogí a Cetus, que dormitaba envuelto en sus alas, y traté de protegerlo sujetándolo contra mi pecho. Al poco, avanzábamos a ras de suelo, pegados a una cordillera buscando un resquicio, una apertura en la piedra.
Cuando la encontramos, di un suspiro de alivio. Entramos a la cueva, y la temperatura fue aumentando rápidamente. Me quité la capucha. Llevaba un pequeño abrigo de color blanco, a juego con unas manoplas y una bufanda. Me lo quité todo y lo posé en la alfombra, dejando ver un ajustado vestido de lana negra, y bajo el unas medias forradas por dentro. Estaba calentita y cómoda. Bajé de la alfombra con cuidado y eché a andar para desentumecer los músculos. Ella me siguió. Según caminaba hacia el interior, el ambiente se volvía húmedo y pesado. La idea de que hubiera aguas termales cerca era sumamente agradable, aunque cuando di la última curva no esperaba lo que vi.
Byakuro estaba sentado contra una piedra, sin camiseta. Tras él había, en efecto, aguas termales. Parpadeé por la sorpresa. Aún recordaba nuestro último encuentro. Algo en la alfombra se puso a sacudirse. Me llevé la mano a la boca, seguramente era la vibrecard que estaba en el abrigo. Le sonreí:
-No esperaba verte aquí...que agradable sorpresa. Si puedo preguntarlo...¿Cómo es que no llevas camiseta? Fuera debe hacer al menos 5 grados...bajo cero. ¿Estás bien?
Pensé que sería la ocasión ideal para probar la nueva alfombra que había comprado en el mercadillo. Pero antes tomé un par de protecciones. Robé un par de prendas de invierno para mi y le compré un abrigo calentito a Cetus. Y nos pusimos en marcha. La colorida alfombra parecía saber el camino y surcaba rauda por el cielo. Al principio todo iba genial, pero al acercarnos el viento comenzó a soplar. Cogí a Cetus, que dormitaba envuelto en sus alas, y traté de protegerlo sujetándolo contra mi pecho. Al poco, avanzábamos a ras de suelo, pegados a una cordillera buscando un resquicio, una apertura en la piedra.
Cuando la encontramos, di un suspiro de alivio. Entramos a la cueva, y la temperatura fue aumentando rápidamente. Me quité la capucha. Llevaba un pequeño abrigo de color blanco, a juego con unas manoplas y una bufanda. Me lo quité todo y lo posé en la alfombra, dejando ver un ajustado vestido de lana negra, y bajo el unas medias forradas por dentro. Estaba calentita y cómoda. Bajé de la alfombra con cuidado y eché a andar para desentumecer los músculos. Ella me siguió. Según caminaba hacia el interior, el ambiente se volvía húmedo y pesado. La idea de que hubiera aguas termales cerca era sumamente agradable, aunque cuando di la última curva no esperaba lo que vi.
Byakuro estaba sentado contra una piedra, sin camiseta. Tras él había, en efecto, aguas termales. Parpadeé por la sorpresa. Aún recordaba nuestro último encuentro. Algo en la alfombra se puso a sacudirse. Me llevé la mano a la boca, seguramente era la vibrecard que estaba en el abrigo. Le sonreí:
-No esperaba verte aquí...que agradable sorpresa. Si puedo preguntarlo...¿Cómo es que no llevas camiseta? Fuera debe hacer al menos 5 grados...bajo cero. ¿Estás bien?
Byakuro Kyoya
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Byakuro abrió los ojos. Se había quedado medio dormido cuando una voz lo había despertado. Vio una figura frente a él, con la mirada borrosa. Se pasó las manos por delante de los ojos, frotándoselos para poder ver con mayor claridad. Lo que en un principio era un borrón negro y rojo se transformó en la figura de una persona que el cazador reconocía.
- ¿Imoto-chan? -el cazador se levantó, apoyándose en su bastón tridente-. ¿Qué haces tú aquí? -la miró, escrutándola. Era raro verla allí. Una casualidad del destino.
Sonrió para sí al recordar la última vez que se habían encontrado. Todo había acabado en un combate, una heladería y un delicioso postre. Pero en aquel momento, recién despertado, no entendía qué hacía allí Aki. Se llevó la mano al pecho desnudo, estaba empapado con el vapor que salía de las pozas de agua caliente.
- He venido de paseo con Klaus -le dijo a ella-. ¿Y tú? -sonrió- ¿Vienes a por una revancha por lo de la última vez? ¿Para vengarte de lo que te hice? -la sonrisa se ensanchó, y el tono se volvió pícaro, aunque sin llegar a pedante-. ¿Crees que podrías derrotarme esta vez? -agarró su bastón y se puso en guardia. No estaba mal moverse un poco para despejarse. Tampoco la estaba obligando a luchar, tan solo la estaba... picando un poco, para ver su reacción. Su sonrisa era muestra de su actitud no hostil. Un entrenamiento le vendría bien, y las peleas con Aki siempre acababan por ser extremadamente estimulantes para él, en muchos sentidos. Además, quería comprobar si había aprendido algún truco nuevo. Eso siempre era divertido-. ¿Y bien?
- ¿Imoto-chan? -el cazador se levantó, apoyándose en su bastón tridente-. ¿Qué haces tú aquí? -la miró, escrutándola. Era raro verla allí. Una casualidad del destino.
Sonrió para sí al recordar la última vez que se habían encontrado. Todo había acabado en un combate, una heladería y un delicioso postre. Pero en aquel momento, recién despertado, no entendía qué hacía allí Aki. Se llevó la mano al pecho desnudo, estaba empapado con el vapor que salía de las pozas de agua caliente.
- He venido de paseo con Klaus -le dijo a ella-. ¿Y tú? -sonrió- ¿Vienes a por una revancha por lo de la última vez? ¿Para vengarte de lo que te hice? -la sonrisa se ensanchó, y el tono se volvió pícaro, aunque sin llegar a pedante-. ¿Crees que podrías derrotarme esta vez? -agarró su bastón y se puso en guardia. No estaba mal moverse un poco para despejarse. Tampoco la estaba obligando a luchar, tan solo la estaba... picando un poco, para ver su reacción. Su sonrisa era muestra de su actitud no hostil. Un entrenamiento le vendría bien, y las peleas con Aki siempre acababan por ser extremadamente estimulantes para él, en muchos sentidos. Además, quería comprobar si había aprendido algún truco nuevo. Eso siempre era divertido-. ¿Y bien?
Aki D. Arlia
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-He venido buscando una flor, he oído rumores de sus propiedades. Curiosidad...Aunque todavía tendría que descender más para encontrarla.
Le miré, el cazador se había puesto en guardia. Agarré los sai que descansaban a ambos lados de mi cintura. Les di un par de vueltas en mis manos. Le miré a los ojos, escrutándole. Estaba igual de feliz que siempre. Me pregunté si querría intentar llevarme a ID de nuevo, pero esas no parecían sus intenciones. Me fijé en su torso desnudo y una sonrisa se extendió por mi cara. ¡Qué tentador! Tanta piel desnuda era un blanco perfecto. O lo sería de no ser porque la persona con la que hablaba era un experto combatiente. Relajé la postura, no iba a caer en su juego. Al contrario, me alejé dos pasos e imitándole, me senté contra la piedra. Coloqué los brazos tras la cabeza y cerré los ojos mientras sonreía.
-¿Vengarme? Para nada...además, si nos pusiéramos a pelear aquí esto se vendría abajo. Seguro que hay salas más espaciosas, pero no conozco el lugar.
Me incliné hacia delante y mientras acariciaba a Cetus para despertarlo, señalé con la cabeza a la alfombra que me había llevado hasta aquí.
-Por supuesto que podría ganarte, pero mira, mira...he venido montada en eso. ¿No es increíble? Ni que viniera con GPS...
Mi sonrisa se ensanchó. Por supuesto, yo no podía derrotarle, pero un combate siempre era interesante. Y así podría probar un par de trucos nuevos. Y si todo fallaba...ya vería con qué me libraba. No había problema, todo estaba..bajo control.
Le miré, el cazador se había puesto en guardia. Agarré los sai que descansaban a ambos lados de mi cintura. Les di un par de vueltas en mis manos. Le miré a los ojos, escrutándole. Estaba igual de feliz que siempre. Me pregunté si querría intentar llevarme a ID de nuevo, pero esas no parecían sus intenciones. Me fijé en su torso desnudo y una sonrisa se extendió por mi cara. ¡Qué tentador! Tanta piel desnuda era un blanco perfecto. O lo sería de no ser porque la persona con la que hablaba era un experto combatiente. Relajé la postura, no iba a caer en su juego. Al contrario, me alejé dos pasos e imitándole, me senté contra la piedra. Coloqué los brazos tras la cabeza y cerré los ojos mientras sonreía.
-¿Vengarme? Para nada...además, si nos pusiéramos a pelear aquí esto se vendría abajo. Seguro que hay salas más espaciosas, pero no conozco el lugar.
Me incliné hacia delante y mientras acariciaba a Cetus para despertarlo, señalé con la cabeza a la alfombra que me había llevado hasta aquí.
-Por supuesto que podría ganarte, pero mira, mira...he venido montada en eso. ¿No es increíble? Ni que viniera con GPS...
Mi sonrisa se ensanchó. Por supuesto, yo no podía derrotarle, pero un combate siempre era interesante. Y así podría probar un par de trucos nuevos. Y si todo fallaba...ya vería con qué me libraba. No había problema, todo estaba..bajo control.
Byakuro Kyoya
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Byakuro puso cara de desilusión. Le apetecía probar a pelear con Aki de nuevo. Sonrió para sí y dijo:
- No somos tan destructivos como para derribar esta sala, imoto. Yo sé contenerme. -suspiró y guardó el mono de invierno en su bolsa mientras se la echaba al hombro y recogía su bastón y a Klaus-. En fin... quiero mi combate, ahora tengo ganas... -empezó a caminar hacia un pequeño túnel lateral que se internaba más en las entrañas de la tierra-. ¿Vienes? Voy a encontrar tu flor para que así podamos tener esa pelea.
Mientras se metía en el túnel, creó una pequeña esfera de luz que se movía frente a él, iluminando la ruta. Allí abajo hacía algo más de frío, pero no era nada que no pudiera soportar. Tal vez si seguía avanzando hiciera frío, pero no importaba, siempre podía recubrir su cuerpo con una capa de aire caliente. O ponerse el abrigo. Pensó en Aki, y decidió que no se iba a poner el abrigo. Este pensamiento le hizo sonreír para sí mismo.
El túnel descendía cada vez más, serpenteando hasta concluir en una enorme caverna, iluminada en el centro por una columna de luz proveniente de una grieta en el techo, que daba al exterior. El resto de la caverna estaba en completa oscuridad. Un lugar interesante. Byakuro dirigió la esfera hacia el centro de la sala, justo debajo del rayo de luz. En cuanto lo hizo, la esfera pareció absorber la luz y desperdigarla a su alrededor, iluminando la estancia y descubriendo todos los rincones que antes estaban en tinieblas.
- No somos tan destructivos como para derribar esta sala, imoto. Yo sé contenerme. -suspiró y guardó el mono de invierno en su bolsa mientras se la echaba al hombro y recogía su bastón y a Klaus-. En fin... quiero mi combate, ahora tengo ganas... -empezó a caminar hacia un pequeño túnel lateral que se internaba más en las entrañas de la tierra-. ¿Vienes? Voy a encontrar tu flor para que así podamos tener esa pelea.
Mientras se metía en el túnel, creó una pequeña esfera de luz que se movía frente a él, iluminando la ruta. Allí abajo hacía algo más de frío, pero no era nada que no pudiera soportar. Tal vez si seguía avanzando hiciera frío, pero no importaba, siempre podía recubrir su cuerpo con una capa de aire caliente. O ponerse el abrigo. Pensó en Aki, y decidió que no se iba a poner el abrigo. Este pensamiento le hizo sonreír para sí mismo.
El túnel descendía cada vez más, serpenteando hasta concluir en una enorme caverna, iluminada en el centro por una columna de luz proveniente de una grieta en el techo, que daba al exterior. El resto de la caverna estaba en completa oscuridad. Un lugar interesante. Byakuro dirigió la esfera hacia el centro de la sala, justo debajo del rayo de luz. En cuanto lo hizo, la esfera pareció absorber la luz y desperdigarla a su alrededor, iluminando la estancia y descubriendo todos los rincones que antes estaban en tinieblas.
Aki D. Arlia
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Byakuro echó a caminar. Suspirando, le seguí, asumiendo que en pocos minutos estaría peleando. Era curioso que no hiciera más que combatir con alguien que me caía tan bien. Pero tampoco me molestaba, era un gran contrincante. Orgulloso y amable. Toda una proeza. Aunque igual algo infantil a veces. Todavía recordaba el día en que la había dejado llena de líquido malvavisco. Puagh.
Una bola de luz conjurada por Byakuro nos guiaba, iluminando el camino a seguir. Supuse que él buscaba una sala más amplia, donde poder combatir. Asi que seguimos descendiendo...igual que la temperatura. Volví a ponerme mi abrigo y enterré las manos en los bolsillos.
Entonces llegamos a una gran, gran caverna. Un hueco en su techo daba al exterior y cuando la bola de luz se posó ahí, todo se iluminó. Y en un extremo, encontré la flor que había ido a buscar. Era blanca y con pequeños puntos negros en los pétalos. Preciosa. Con una sonrisa eché a correr para cogerla. Con cuidado, removí la tierra a su alrededor para sacarla con las raíces. La coloqué en una cajita de cristal que llevaba preparada. Su tacto era como la seda.
La guardé en un bolsillo y agarré otra cosa. Me quité el abrigo, pensando entrar en calor con el combate. Posé a Cetus en la alfombra y me volví a Byakuro. Nos separaban unos doce metros, y caminé hacia el, mas o menos la mitad. Sonriendo, toqueteé la empuñadura de uno de los sai. El otro puño estaba cerrado.
-¿Todavía quieres llevarme a la cárcel? Si es lo que te apetece pelearé, pero aunque me venzas eso no entra en mis planes. Esto que tengo aquí será tuyo si me ganas, a cambio. Peeero...para ganar, hay que jugar.
Entre mis dedos sostenía una pequeña pelota dorada que emitía un curioso fulgor. Le guiñé un ojo con picardía al cazador y me la volví a guardar. Agarré los sai y esperé el golpe.
Una bola de luz conjurada por Byakuro nos guiaba, iluminando el camino a seguir. Supuse que él buscaba una sala más amplia, donde poder combatir. Asi que seguimos descendiendo...igual que la temperatura. Volví a ponerme mi abrigo y enterré las manos en los bolsillos.
Entonces llegamos a una gran, gran caverna. Un hueco en su techo daba al exterior y cuando la bola de luz se posó ahí, todo se iluminó. Y en un extremo, encontré la flor que había ido a buscar. Era blanca y con pequeños puntos negros en los pétalos. Preciosa. Con una sonrisa eché a correr para cogerla. Con cuidado, removí la tierra a su alrededor para sacarla con las raíces. La coloqué en una cajita de cristal que llevaba preparada. Su tacto era como la seda.
La guardé en un bolsillo y agarré otra cosa. Me quité el abrigo, pensando entrar en calor con el combate. Posé a Cetus en la alfombra y me volví a Byakuro. Nos separaban unos doce metros, y caminé hacia el, mas o menos la mitad. Sonriendo, toqueteé la empuñadura de uno de los sai. El otro puño estaba cerrado.
-¿Todavía quieres llevarme a la cárcel? Si es lo que te apetece pelearé, pero aunque me venzas eso no entra en mis planes. Esto que tengo aquí será tuyo si me ganas, a cambio. Peeero...para ganar, hay que jugar.
Entre mis dedos sostenía una pequeña pelota dorada que emitía un curioso fulgor. Le guiñé un ojo con picardía al cazador y me la volví a guardar. Agarré los sai y esperé el golpe.
Byakuro Kyoya
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- Bueno, imoto. No tenía pensado llevarte a Impel Down -el cazador se encogió de hombros al tiempo que esbozaba una sonrisa-. Pero el hecho de que me ofrezcas esa bolita ha despertado aún más mis ganas de pelear contigo. -sonrió e hizo una floritura con el bastón.
Aquello de pelear con Aki se había transformado en una especie de ritual para él. Cada vez que la viera, combatiría contra ella si tenía la oportunidad. Al fin y al cabo, ahora que tenía precio sobre su cabeza, debía estar siempre alerta. El cazador, que la veía como a su hermanita pequeña a la que debía proteger, se aseguraría así de que ella se mantenía fuerte y a salvo. Con saber eso, le valía, y aquellos combates eran una forma de medirlo.
Klaus gruñó en el hombro del chico, por lo que el cazador lo posó en el suelo antes de apuntar a Aki con su arma. Esta vez no iba a ser como en Jaya. Pensaba tomarse el combate en serio para medir las capacidades de su imoto. Si luego la cosa acababa como la última vez, ya se encargaría de todo él. Apartó aquel pensamiento de su cabeza, y movió el bastón en círculos frente a él, tratando de captar la atención de ella con aquellos sinuosos movimientos del arma.
- Atenta, imoto... -dijo mientras tras ella se creaba un bastón igual. Si lograba distraerla, ella no lo vería, y podría atacar desde allí.
En ese momento, empezó a girar el bastón a toda velocidad, lanzando una serie de ondas cortantes de baja potencia. Mientras tanto, el otro bastón hacía lo mismo, realizando un movimiento especular. Las ondas golpearían desde delante y detrás, rasgando la ropa que llevara ella. Era un ataque con el que Byakuro solía empezar los combates contra chicas, por el hecho de que se aprovechaba del pudo femenino. Y de paso, disfrutaba de las vistas. Además, en aquella cueva congelada, podía suponer un problema para Aki el encontrarse sin ropa. En el mismo momento en el que las ondas impactaban, ambas se contrarrestaban, por lo que si Aki esquivaba el ataque, Byakuro no se vería afectado por las ondas cortantes.
- Vigila tu espalda, imoto-chan. -sonrió mientras le guiñaba el ojo y le mandaba un beso suave por el aire.
Double dress cutter [AD]
Aquello de pelear con Aki se había transformado en una especie de ritual para él. Cada vez que la viera, combatiría contra ella si tenía la oportunidad. Al fin y al cabo, ahora que tenía precio sobre su cabeza, debía estar siempre alerta. El cazador, que la veía como a su hermanita pequeña a la que debía proteger, se aseguraría así de que ella se mantenía fuerte y a salvo. Con saber eso, le valía, y aquellos combates eran una forma de medirlo.
Klaus gruñó en el hombro del chico, por lo que el cazador lo posó en el suelo antes de apuntar a Aki con su arma. Esta vez no iba a ser como en Jaya. Pensaba tomarse el combate en serio para medir las capacidades de su imoto. Si luego la cosa acababa como la última vez, ya se encargaría de todo él. Apartó aquel pensamiento de su cabeza, y movió el bastón en círculos frente a él, tratando de captar la atención de ella con aquellos sinuosos movimientos del arma.
- Atenta, imoto... -dijo mientras tras ella se creaba un bastón igual. Si lograba distraerla, ella no lo vería, y podría atacar desde allí.
En ese momento, empezó a girar el bastón a toda velocidad, lanzando una serie de ondas cortantes de baja potencia. Mientras tanto, el otro bastón hacía lo mismo, realizando un movimiento especular. Las ondas golpearían desde delante y detrás, rasgando la ropa que llevara ella. Era un ataque con el que Byakuro solía empezar los combates contra chicas, por el hecho de que se aprovechaba del pudo femenino. Y de paso, disfrutaba de las vistas. Además, en aquella cueva congelada, podía suponer un problema para Aki el encontrarse sin ropa. En el mismo momento en el que las ondas impactaban, ambas se contrarrestaban, por lo que si Aki esquivaba el ataque, Byakuro no se vería afectado por las ondas cortantes.
- Vigila tu espalda, imoto-chan. -sonrió mientras le guiñaba el ojo y le mandaba un beso suave por el aire.
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Aki D. Arlia
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-Esa es la única razón por la cuál te la ofrezco, aniki.- Acto seguido lancé la bolita. La alfombra la atrapó y yo me volví hacia él.
Byakuro me apuntó con el bastón que siempre llevaba y comenzó a moverlo. Mis pensamientos volvieron a la otra vez que nos habíamos enfrentado. También había hecho algo parecido. Noté un desgarrón a la altura de la cintura y reprimí el impulso de rodar los ojos. Esta vez no pensaba acabar desnuda. Agarré un sai y comencé a imitar sus movimientos. Me concentré y al poco también yo lanzaba las mismas ondas cortantes. Me asombré, era algo tan fácil y a la vez tan útil. En otro lugar igual no, pero en aquella helada caverna, quedarse desnuda sería un problema. Entonces noté otro desgarrón en la espalda. No tuve que girarme para saber lo que ocurría, pero igual lo hice. En efecto, otro bastón. Eso de duplicar cosas atrajo otros recuerdos, pero en mi cara solo se reflejó una pequeña sonrisita irónica. Agarré el otro sai y lo coloqué a mi espalda. Esta vez me costó algo más. Podría haber cambiado de posición, pero lo prefería de esta manera. No quería perder a mi contrincante de vista.
Pasaron unos segundos, yo ya había contrarrestado su ataque pero él no lo detenía. No tenía intención de quedarme así por siempre. Agarré los sai y con cuidado y agilidad, di una voltereta lateral. Ya estaba fuera de la trayectoria de las ondas. Guardé un sai y comencé a crear pequeñas pelotas de energía que se quedaban flotando en el aire. Cree unas diez mientras hablaba.
-¿Sabes, Byakuro? Te confesaré algo...no peleo contigo por ganar, si no por tener un hermoso combate. Y siempre cumples mis expectativas.
Le sonreí con dulzura y lancé las bolas. Estaban hechas de energía destructiva, que explotaría al tocar a Byakuro. [AMB]
Byakuro me apuntó con el bastón que siempre llevaba y comenzó a moverlo. Mis pensamientos volvieron a la otra vez que nos habíamos enfrentado. También había hecho algo parecido. Noté un desgarrón a la altura de la cintura y reprimí el impulso de rodar los ojos. Esta vez no pensaba acabar desnuda. Agarré un sai y comencé a imitar sus movimientos. Me concentré y al poco también yo lanzaba las mismas ondas cortantes. Me asombré, era algo tan fácil y a la vez tan útil. En otro lugar igual no, pero en aquella helada caverna, quedarse desnuda sería un problema. Entonces noté otro desgarrón en la espalda. No tuve que girarme para saber lo que ocurría, pero igual lo hice. En efecto, otro bastón. Eso de duplicar cosas atrajo otros recuerdos, pero en mi cara solo se reflejó una pequeña sonrisita irónica. Agarré el otro sai y lo coloqué a mi espalda. Esta vez me costó algo más. Podría haber cambiado de posición, pero lo prefería de esta manera. No quería perder a mi contrincante de vista.
Pasaron unos segundos, yo ya había contrarrestado su ataque pero él no lo detenía. No tenía intención de quedarme así por siempre. Agarré los sai y con cuidado y agilidad, di una voltereta lateral. Ya estaba fuera de la trayectoria de las ondas. Guardé un sai y comencé a crear pequeñas pelotas de energía que se quedaban flotando en el aire. Cree unas diez mientras hablaba.
-¿Sabes, Byakuro? Te confesaré algo...no peleo contigo por ganar, si no por tener un hermoso combate. Y siempre cumples mis expectativas.
Le sonreí con dulzura y lancé las bolas. Estaban hechas de energía destructiva, que explotaría al tocar a Byakuro. [AMB]
Byakuro Kyoya
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Byakuro vio como Aki generaba un grupo de diez esferas en las manos. Aquella técnica lo había pillado por sorpresa la vez anterior que se habían enfrentado, pero esta vez sería diferente. Ella le sonrió al tiempo que le lanzaba las esferas. Aquella sonrisa encantadora, que podría derretir a cualquier hombre si quisiera. Byakuro sonrió a su vez, al tiempo que colocaba su bastón en posición de guardia. Las esferas se acercaban a toda velocidad. El cazador sonrió, viéndolas venir. Sabía donde iba a impactar cada una de ellas, por lo que no le sería difícil eliminarlas sin que le tocaran. Lanzó dos ondas de cortante en equis, que reventaron ocho de las esferas. Las dos últimas esferas lograron pasar el bloqueo, y el chico realizó un arco con su arma para evitar el contacto directo. Cuando las golpeó, explotaron, lanzándolo hacia atrás con fuerza. El chico retrocedió unos metros debido a la explosión, pero sin daños excesivamente graves, salvo tal vez un par de heridas leves en los brazos, que enseguida empezaron a sanarse a gran velocidad.
- Lo siento, imoto... pero no volverás a golpearme con una técnica como esa -sonrió ampliamente mientras llevaba la mano a su bolsa y sacaba un esponjoso y delicioso malvavisco-. ¿Te suena? -tras llevárselo a la boca, saboreándolo, sacó otra cosa de su bolsa: una diminuta concha de color grisáceo con manchas negras. Escondiéndolo en la mano, levantó el brazo y apuntó a Aki.
Activó el dial, que lanzó un chorro pegajoso de seda de araña muy resistente. En mitad del recorrido, el chorro se dispersó en múltiples direcciones, como si de una red se tratase. Esto se debía a una de las ilusiones de Byakuro, pero era terriblemente real. Si lograba atrapar a Aki con aquello, sería mucho más fácil vencerla. No esperaba lograr mucho con aquello, pero ver cubierta a su imoto por aquella pegajosa sustancia le hacía gracia, hasta un punto malicioso. Claro que al acabar se aseguraría de hacerlo desaparecer. Tras aquel ataque, el cazador guardó su dial de nuevo en la bolsa y creó un par de clones de él mismo, indistinguibles de él mismo.
Spider web [AMB]
- Bien, imoto... después de esto te invitaré a un chocolate calentito... -los tres cazadores miraban expectantes a Aki, en postura de guardia.
- Lo siento, imoto... pero no volverás a golpearme con una técnica como esa -sonrió ampliamente mientras llevaba la mano a su bolsa y sacaba un esponjoso y delicioso malvavisco-. ¿Te suena? -tras llevárselo a la boca, saboreándolo, sacó otra cosa de su bolsa: una diminuta concha de color grisáceo con manchas negras. Escondiéndolo en la mano, levantó el brazo y apuntó a Aki.
Activó el dial, que lanzó un chorro pegajoso de seda de araña muy resistente. En mitad del recorrido, el chorro se dispersó en múltiples direcciones, como si de una red se tratase. Esto se debía a una de las ilusiones de Byakuro, pero era terriblemente real. Si lograba atrapar a Aki con aquello, sería mucho más fácil vencerla. No esperaba lograr mucho con aquello, pero ver cubierta a su imoto por aquella pegajosa sustancia le hacía gracia, hasta un punto malicioso. Claro que al acabar se aseguraría de hacerlo desaparecer. Tras aquel ataque, el cazador guardó su dial de nuevo en la bolsa y creó un par de clones de él mismo, indistinguibles de él mismo.
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- Bien, imoto... después de esto te invitaré a un chocolate calentito... -los tres cazadores miraban expectantes a Aki, en postura de guardia.
Aki D. Arlia
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Esquivó con facilidad mi ataque, pero no me sorprendió. Era demasiado simple para alguien como él. Iba a tener que esforzarme más, sin duda. Lanzarle unos metros hacia atrás no iba a darme la victoria, debería subir el nivel. Pero antes, era mi turno para asombrarme del amor de Byakuro por los puñeteros malvaviscos. Compuse una sonrisa de medio lado, en verdad era fastidioso. Y a la vez, incomprensiblemente gracioso.
-En serio, Byakuro, el día en que consiga vencerte te llevaré a desintoxicación para quitarte ese vicio con los malvaviscos...
A continuación sacó un dial con manchitas. Ese no lo había visto nunca. Me puse en guardia, curiosa. Un chorro blanco que comenzó a multiplicarse vino a por mí. Guarde los sai y me lancé al suelo a la vez que rodaba los ojos. Mientras derrapaba, agarré un cuchillo y lo lancé al aire. Cortó limpiamente parte de la red y volvió a mi mano obedientemente. Benditos malabares.
-Pues me temo que el chocolate vas a tener que ganártelo, Byakuro.
Cuando me levanté estaba ilesa, salvo algo de polvo y un par de salpicones de esa sustancia en las piernas. Me dieron ganas de quitarme las botas, pero no venía a cuento. Suspiré y volví a guardar el cuchillo. Decidí probar otra cosa. Volví a crear 10 bolitas de energía explosiva, más pequeñas esta vez. Tenía que hacerlo rápido. Comencé a crear ondas cortantes que se entretejieron apretadamente entre si, rodeando por separado a cada dos de las bolitas. Aunque no aguantaría mucho tiempo. Los lancé contra él y aguardé, curiosa. No sabía si tendría el efecto que esperaba.
La idea era que en pleno trayecto las bolitas explosivas en su interior explotarían y cambiarían la trayectoria de las ondas cortantes, que se destejerían e irían a por Byakuro desde todas las direcciones. [AI]
-En serio, Byakuro, el día en que consiga vencerte te llevaré a desintoxicación para quitarte ese vicio con los malvaviscos...
A continuación sacó un dial con manchitas. Ese no lo había visto nunca. Me puse en guardia, curiosa. Un chorro blanco que comenzó a multiplicarse vino a por mí. Guarde los sai y me lancé al suelo a la vez que rodaba los ojos. Mientras derrapaba, agarré un cuchillo y lo lancé al aire. Cortó limpiamente parte de la red y volvió a mi mano obedientemente. Benditos malabares.
-Pues me temo que el chocolate vas a tener que ganártelo, Byakuro.
Cuando me levanté estaba ilesa, salvo algo de polvo y un par de salpicones de esa sustancia en las piernas. Me dieron ganas de quitarme las botas, pero no venía a cuento. Suspiré y volví a guardar el cuchillo. Decidí probar otra cosa. Volví a crear 10 bolitas de energía explosiva, más pequeñas esta vez. Tenía que hacerlo rápido. Comencé a crear ondas cortantes que se entretejieron apretadamente entre si, rodeando por separado a cada dos de las bolitas. Aunque no aguantaría mucho tiempo. Los lancé contra él y aguardé, curiosa. No sabía si tendría el efecto que esperaba.
La idea era que en pleno trayecto las bolitas explosivas en su interior explotarían y cambiarían la trayectoria de las ondas cortantes, que se destejerían e irían a por Byakuro desde todas las direcciones. [AI]
Byakuro Kyoya
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Byakuro suspiró. Su ataque no había tenido efecto. Lo cierto es que habría sido muy triste si la hubiera atrapado con aquel truco tan cutre.
- Me he ganado cosas más difíciles que un chocolate... -sonrió, recordando cómo había acabado su último encuentro-. Un chocolate no es tan difícil.
Ella le disparó una serie de bolitas de nuevo, aunque estas brillaban de un modo extraño, como si estuvieran encapsuladas. Byakuro vio cómo las esferas explotaban frente a él, disparándole una oleada de ondas cortantes. Maldita sea, aquello no se lo esperaba. El radio de acción de aquel ataque lo hacía inesquivable, aún teniendo en cuenta los clones. Con un grito de rabia, se tiró hacia el suelo para proteger a Klaus del ataque, mientras los clones eran impactados de lleno por las ondas y se derrumbaban. Al menos el camaleón seguía bien. Byakuro sintió que su espalda estaba completamente dolorida. Había recibido buena parte del ataque defendiendo a su amigo. Se incorporó apoyándose en las manos y escupió al suelo.
- Buen ataque, imoto -sonrió a Aki-. Pero no voy a dejar que algo así me venza. -el suelo bajo él estaba manchado de color rojo, y sentía un dolor intenso en la espalda. Tenía varios cortes, y posiblemente le quedara alguna cicatriz por ellos. Cosa que no le agradaba lo más mínimo.
Sentía frío en su espalda, un frío intenso, debido a las heridas abiertas y al propio frescor de la caverna. No quería llegar tan lejos, pero iba a sacar otro de sus diales. Este era claro, de un color amarillo intenso. Apuntó a Aki con él.
- Lo siento, imoto, pero yo también voy a empezar a jugar algo en serio. -su ojo se había vuelto rojo como un rubí, y su mano apretaba con fuerza el dial entre sus dedos. Soltó un disparo, brillante. Era un dial láser. Y después de ese rayo, soltó otros tres. El primero iba directamente al pecho, el segundo a la pierna izquierda, brazo derecho y cadera. Si lograban impactar, el daño sería interesante. El chico guardó el dial en su bolsa, y se crujió el cuello. Tras eso, aferró el bastón con ambas manos, preparado para el contraataque.
Laser Tag [AID]
- Me he ganado cosas más difíciles que un chocolate... -sonrió, recordando cómo había acabado su último encuentro-. Un chocolate no es tan difícil.
Ella le disparó una serie de bolitas de nuevo, aunque estas brillaban de un modo extraño, como si estuvieran encapsuladas. Byakuro vio cómo las esferas explotaban frente a él, disparándole una oleada de ondas cortantes. Maldita sea, aquello no se lo esperaba. El radio de acción de aquel ataque lo hacía inesquivable, aún teniendo en cuenta los clones. Con un grito de rabia, se tiró hacia el suelo para proteger a Klaus del ataque, mientras los clones eran impactados de lleno por las ondas y se derrumbaban. Al menos el camaleón seguía bien. Byakuro sintió que su espalda estaba completamente dolorida. Había recibido buena parte del ataque defendiendo a su amigo. Se incorporó apoyándose en las manos y escupió al suelo.
- Buen ataque, imoto -sonrió a Aki-. Pero no voy a dejar que algo así me venza. -el suelo bajo él estaba manchado de color rojo, y sentía un dolor intenso en la espalda. Tenía varios cortes, y posiblemente le quedara alguna cicatriz por ellos. Cosa que no le agradaba lo más mínimo.
Sentía frío en su espalda, un frío intenso, debido a las heridas abiertas y al propio frescor de la caverna. No quería llegar tan lejos, pero iba a sacar otro de sus diales. Este era claro, de un color amarillo intenso. Apuntó a Aki con él.
- Lo siento, imoto, pero yo también voy a empezar a jugar algo en serio. -su ojo se había vuelto rojo como un rubí, y su mano apretaba con fuerza el dial entre sus dedos. Soltó un disparo, brillante. Era un dial láser. Y después de ese rayo, soltó otros tres. El primero iba directamente al pecho, el segundo a la pierna izquierda, brazo derecho y cadera. Si lograban impactar, el daño sería interesante. El chico guardó el dial en su bolsa, y se crujió el cuello. Tras eso, aferró el bastón con ambas manos, preparado para el contraataque.
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Aki D. Arlia
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-¿Seguro? Piensa que el chocolate lo ganas con la victoria.
Vi las consecuencias de mi ataque con sorpresa, aunque me guardé muy bien de mostrarla. Me quedé algo consternada al ver a Byakuro saltar para proteger a Klaus y mi primer impulso fue correr hacia allí. Pero Byakuro se levantó antes de que yo llegase. Escupió, sangre, y me puse algo nerviosa. Su ojo brilló y sacó otro dial. Yo me enderecé y me puse en guardia. Esto no dejaba de ser un combate. Ya luego me preocuparía, ahora no debía desconcentrarme. Vi brillar algo en la punta del dial, y activé haki armadura por si acaso.
Justo a tiempo, porque un micro segundo después un laser cruzó el espacio que nos separaba, directo hacia mi pecho. Por acto reflejo lo desvié con el sai, pero vinieron más. Logré interceptar otro de casualidad, pero iban demasiado rápido. Uno me rozó el brazo y siguió su camino. El otro me abrasó la cadera. Cuando miré vi la zona de color rojo sangre. Apreté los dientes, dolía. No quería tocarlo, tenía las manos llenas de polvo. Tendría que combatir con cuidado. Oí un ruido y me aparté antes de que una roca me cayera encima. El laser que había desviado había roto una estalactita. Asombrada, la rodeé hasta quedar de nuevo frente a Byakuro.
-No pretendía ir a por Klaus, Byakuro. Mejor apártalo de la pelea, por favor. Y continuemos, todavía no estoy para nada dispuesta a rendirme.
El truco de antes parecía funcionar bien, así que volví a crear las esferas con ondas cortantes entretejidas y energía explosiva para cambiar la dirección. Pero cambiando mi mano por una pata de tigre, fui dejando algo en cada una de ellas, antes de mandarlas. Esperé a oírlas explotar para salir corriendo hacia ahí, con los sai en las manos y pretendiendo cargar contra Byakuro. Sonreí, esperaba haberle sorprendido. No solo tenía el efecto anterior, sino que en su interior había afiladas garras de tigre, que se le podrían clavársele en la piel con el impulso de la explosión. Alcé uno de los sai y busqué el hombro de mi adversario, tratando de clavarlo ahí.
10 Woven Balls + Tora no Kuro: Point 2. [AIF]
Vi las consecuencias de mi ataque con sorpresa, aunque me guardé muy bien de mostrarla. Me quedé algo consternada al ver a Byakuro saltar para proteger a Klaus y mi primer impulso fue correr hacia allí. Pero Byakuro se levantó antes de que yo llegase. Escupió, sangre, y me puse algo nerviosa. Su ojo brilló y sacó otro dial. Yo me enderecé y me puse en guardia. Esto no dejaba de ser un combate. Ya luego me preocuparía, ahora no debía desconcentrarme. Vi brillar algo en la punta del dial, y activé haki armadura por si acaso.
Justo a tiempo, porque un micro segundo después un laser cruzó el espacio que nos separaba, directo hacia mi pecho. Por acto reflejo lo desvié con el sai, pero vinieron más. Logré interceptar otro de casualidad, pero iban demasiado rápido. Uno me rozó el brazo y siguió su camino. El otro me abrasó la cadera. Cuando miré vi la zona de color rojo sangre. Apreté los dientes, dolía. No quería tocarlo, tenía las manos llenas de polvo. Tendría que combatir con cuidado. Oí un ruido y me aparté antes de que una roca me cayera encima. El laser que había desviado había roto una estalactita. Asombrada, la rodeé hasta quedar de nuevo frente a Byakuro.
-No pretendía ir a por Klaus, Byakuro. Mejor apártalo de la pelea, por favor. Y continuemos, todavía no estoy para nada dispuesta a rendirme.
El truco de antes parecía funcionar bien, así que volví a crear las esferas con ondas cortantes entretejidas y energía explosiva para cambiar la dirección. Pero cambiando mi mano por una pata de tigre, fui dejando algo en cada una de ellas, antes de mandarlas. Esperé a oírlas explotar para salir corriendo hacia ahí, con los sai en las manos y pretendiendo cargar contra Byakuro. Sonreí, esperaba haberle sorprendido. No solo tenía el efecto anterior, sino que en su interior había afiladas garras de tigre, que se le podrían clavársele en la piel con el impulso de la explosión. Alcé uno de los sai y busqué el hombro de mi adversario, tratando de clavarlo ahí.
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Byakuro Kyoya
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Byakuro alzó una mano, indicándole a Aki que no hacía falta que se preocupara por Klaus. El camaleón estaba bien, y aquello era lo que importaba. Miró a su imoto y se preparó para el siguiente ataque. Cuando ella empezó a generar esferas del mismo modo, Byakuro torció su sonrisa de un modo que podía parecer hasta macabro. Las esferas fueron enviadas, y en cuanto explotaron, el chico alzó el suelo de roca frente a él, creando una barrera que podría cubrir a dos personas. Escuchó la barrera resistir las ondas cortantes y derrumbarse tras los impactos. Sin duda, aquel ataque era fuerte. Un par de dardos pasaron a su lado. Que extraño. Sin embargo no tenía tiempo para pararse a mirarlos, Aki estaba saltando sobre él con sus sai en las manos. Intentó clavarle uno en el hombro, a lo que el chico alzó el bastón en horizontal para detener el salto.
- Vaya, imoto... así que quieres jugar a corta distancia. -sonrió.
Aprovechando la inercia de Aki, se dejó caer hacia atrás, haciendo una voltereta inversa. El filo del arma se le hundió ligeramente en la carne en aquel momento, y sintió un dolor agudo. Al menos no parecía haber llegado al hueso. Pero ahora que ella estaba sobre él, debía continuar el movimiento. Encogió las piernas y las apoyó en el vientre de ella. Cuando estaba terminando el movimiento, extendió las piernas de golpe, impulsando a la pirata hacia atrás. La fuerza de Byakuro se desvaneció de pronto, y su ojo volvió a la normalidad. ¿Qué ocurría? La luz en la caverna también se apagó de inmediato. El chico creyó entender: el sai tenía kairoseki; no el suficiente como para dejarlo indefenso, pero sí como para quitarle los poderes de Akuma. Tenía que librarse de aquel arma, por lo que terminó su ataque. El objetivo del cazador era estrellarla con fuerza contra la pared, aprovechándose del impulso añadido de la voltereta y la inercia del ataque de ella. En el giro, el sai salió despedido, y Byakuro no sabía si se lo había llevado agarrado Aki o se le había caído.
- Pues lo siento... pero la corta distancia la reservo para otras cosas, imoto... -dijo mientras se levantaba de nuevo-. Y eso de usar kairo me ha gustado.
Sentía la espalda escocer debido a las heridas, por lo que decidió que era hora de evitar que se infectasen. Creó un palo y una botella de alcohol puro. Se llevó el palo a la boca y se echó la botella de alcohol por la espalda. En la tensión del combate, el dolor de la cauterización sería más soportable debido a la adrenalina, e incluso era posible que lo estimulase más aún.
- ¡YAAAAAARGH! -gritó mientras reventaba la estaca por la fuerza ejercida con la mandíbula. El grito se escuchó en toda la, ahora en tinieblas, caverna.
Voltereta impulsora: Directa a la pared[AI]
- Vaya, imoto... así que quieres jugar a corta distancia. -sonrió.
Aprovechando la inercia de Aki, se dejó caer hacia atrás, haciendo una voltereta inversa. El filo del arma se le hundió ligeramente en la carne en aquel momento, y sintió un dolor agudo. Al menos no parecía haber llegado al hueso. Pero ahora que ella estaba sobre él, debía continuar el movimiento. Encogió las piernas y las apoyó en el vientre de ella. Cuando estaba terminando el movimiento, extendió las piernas de golpe, impulsando a la pirata hacia atrás. La fuerza de Byakuro se desvaneció de pronto, y su ojo volvió a la normalidad. ¿Qué ocurría? La luz en la caverna también se apagó de inmediato. El chico creyó entender: el sai tenía kairoseki; no el suficiente como para dejarlo indefenso, pero sí como para quitarle los poderes de Akuma. Tenía que librarse de aquel arma, por lo que terminó su ataque. El objetivo del cazador era estrellarla con fuerza contra la pared, aprovechándose del impulso añadido de la voltereta y la inercia del ataque de ella. En el giro, el sai salió despedido, y Byakuro no sabía si se lo había llevado agarrado Aki o se le había caído.
- Pues lo siento... pero la corta distancia la reservo para otras cosas, imoto... -dijo mientras se levantaba de nuevo-. Y eso de usar kairo me ha gustado.
Sentía la espalda escocer debido a las heridas, por lo que decidió que era hora de evitar que se infectasen. Creó un palo y una botella de alcohol puro. Se llevó el palo a la boca y se echó la botella de alcohol por la espalda. En la tensión del combate, el dolor de la cauterización sería más soportable debido a la adrenalina, e incluso era posible que lo estimulase más aún.
- ¡YAAAAAARGH! -gritó mientras reventaba la estaca por la fuerza ejercida con la mandíbula. El grito se escuchó en toda la, ahora en tinieblas, caverna.
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Aki D. Arlia
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Byakuro creó una barrera de piedra, inutilizando mi ataque. Aunque observé orgullosa que casi logra rompr la barrera, tomé buena nota de no utilizarlo a menudo, pues se volvía previsible. Salté sobre Byakuro y para mi alegría conseguí darle. Lo suficiente para que el Kairo de la punta le arrebatase los poderes. Sin embargo, noté una presión en el vientre y salí despedida. Menuda patada, me había quedado sin aire...y uno de mis sai había caído al suelo. La caverna estaba ahora a oscuras, pero sabía que estaba a punto de darme contra la pared. Enarbolé el otro sai en el aire y me recubrí de haki. El arma se clavó en la roca y yo reboté un par de veces antes de quedarme colgando. Eso iba a dejarme moratones, y seguro que a la herida en mi costado no le habia hecho bien.
Poco a poco comencé a acostumbrarme a la poca luz que entraba desde el agujero en el techo. Me dejé caer hasta el suelo y entonces oí un grito horrible. Byakuro estaba a unos pasos, con una botella en la mano. Casi por reflejo, le lancé dos cuchillos, uno al tendon de la pierna y el otro al costado. [AID] Acto seguido busqué con la mirada mi arma, que yacía en el suelo. Fui a buscarla y nuevamente cargué contra él. Esta vez di un rodeo y le ataqué por la espalda, pues sabía que ahí ya estaba herido.
-Conmigo solo usarás la corta distancia para pelear, Byakuro. Y el Kairo fue...un regalo.
Sacudí la cabeza, no quería ponerme a pensar en Ketrine ahora...no era el momento. Aunque eso no evitó que la pena cruzase por mi rostro.
Poco a poco comencé a acostumbrarme a la poca luz que entraba desde el agujero en el techo. Me dejé caer hasta el suelo y entonces oí un grito horrible. Byakuro estaba a unos pasos, con una botella en la mano. Casi por reflejo, le lancé dos cuchillos, uno al tendon de la pierna y el otro al costado. [AID] Acto seguido busqué con la mirada mi arma, que yacía en el suelo. Fui a buscarla y nuevamente cargué contra él. Esta vez di un rodeo y le ataqué por la espalda, pues sabía que ahí ya estaba herido.
-Conmigo solo usarás la corta distancia para pelear, Byakuro. Y el Kairo fue...un regalo.
Sacudí la cabeza, no quería ponerme a pensar en Ketrine ahora...no era el momento. Aunque eso no evitó que la pena cruzase por mi rostro.
Byakuro Kyoya
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Byakuro soltó la botella con rabia, reventándola contra el suelo, cuando algo se le clavó en la pierna y el costado. Sin embargo, el dolor en la espalda era tal que apenas sentía los cuchillos hundidos en la carne.
- ¡RAAAAARGH! -aquel grito era completamente inhumano. Sentía como si su espalda fuera a reventar, cada una de sus células gritaba de agonía. Dos enormes alas membranosas aparecieron en la espalda del chico, que alzó el vuelo hacia lo alto de la caverna. Vio como Aki llegaba donde un segundo antes estaba él. Y cerró los ojos. Otra esfera apareció en la caverna, iluminándola de golpe. Con suerte cegaría a Aki. Byakuro se arrancó las hojas ensangrentadas y las dejó caer al suelo. Desde la altura, controló su bastón con su técnica Puppetmaster. Trató de golpear a Aki en el costado del cuerpo con el arma, clavándosela en la herida del láser. El arma iba imbuida en haki armadura, además de arder con las llamas de Alba y Ocaso, que provocaban una parálisis en la zona del cuerpo que quedaba expuesta a ellas. Además, al igual que el fuego normal, consumía lo que tocaba, aunque sin quemarlo. Al mismo tiempo, generó cuatro murciélagos que se lanzaron a por la chica, para arañarle los brazos con furia.
Pupettmaster: Explotar punto débil [Haki armadura lvl 1][Flamas de Alba y Ocaso] + Pioggia di pipistrelli [AIF]
- No vas a llegar a mí, imoto. -dijo el cazador. Sus heridas abiertas empezaron a cerrarse entonces a una velocidad pasmosa, mientras que su ojo brillaba con una luz cárdena. De repente, su presencia se desvaneció en el aire, su cuerpo se hizo invisible.
Micaiah, In
- ¡RAAAAARGH! -aquel grito era completamente inhumano. Sentía como si su espalda fuera a reventar, cada una de sus células gritaba de agonía. Dos enormes alas membranosas aparecieron en la espalda del chico, que alzó el vuelo hacia lo alto de la caverna. Vio como Aki llegaba donde un segundo antes estaba él. Y cerró los ojos. Otra esfera apareció en la caverna, iluminándola de golpe. Con suerte cegaría a Aki. Byakuro se arrancó las hojas ensangrentadas y las dejó caer al suelo. Desde la altura, controló su bastón con su técnica Puppetmaster. Trató de golpear a Aki en el costado del cuerpo con el arma, clavándosela en la herida del láser. El arma iba imbuida en haki armadura, además de arder con las llamas de Alba y Ocaso, que provocaban una parálisis en la zona del cuerpo que quedaba expuesta a ellas. Además, al igual que el fuego normal, consumía lo que tocaba, aunque sin quemarlo. Al mismo tiempo, generó cuatro murciélagos que se lanzaron a por la chica, para arañarle los brazos con furia.
Pupettmaster: Explotar punto débil [Haki armadura lvl 1][Flamas de Alba y Ocaso] + Pioggia di pipistrelli [AIF]
- No vas a llegar a mí, imoto. -dijo el cazador. Sus heridas abiertas empezaron a cerrarse entonces a una velocidad pasmosa, mientras que su ojo brillaba con una luz cárdena. De repente, su presencia se desvaneció en el aire, su cuerpo se hizo invisible.
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Los cuchillos se clavaron en su carne, pero él no pareció notarlo. Seguía gritando y pese a que cargué con valentía, me hallaba sobrecogida. Cuando estaba llegando unas alas le nacieron de la nada y echó a volar. Me quedé en el sitio, demasiado perpleja para darme la vuelta. A mis espaldas algo estallo, bañando de luz la caverna. Parpadeé para acostumbrarme y vi una forma borrosa moverse delante de mi. Por acto reflejo me moví e interpuse mi sai entre mi persona y el objeto. Un segundo después, mi visión se aclaró y distinguí el bastón de Byakuro, ardiendo y flotando...tratando de apuñalarme. Nada bueno. Retrocedí haciendo tiempo y guardé los sai. Recogí los cuchillos del suelo a la vez que esquivaba por los pelos otra embestida. Los recubrí de haki armadura y los interpuse en cruz entre el bastón y yo. Antes de que se consumieran por el fuego, pateé el arma todo lo lejos que pude. En el forcejeo, me había rozado el hombro, y lo notaba adormecido. Preocupada, lo moví mientras chasqueaba los dedos con la otra mano.
La alfombra comenzó a surcar la caverna en mi dirección, pero entonces varios murciélagos se abalanzaron sobre mi. Molesta por los arañazos traté de herirlos con el cuchillo sin matarlos, aunque solo gané unos largos arañazos en la espalda. En ese momento, la alfombra llegó y me monté de un salto. Se elevó y yo busque a Byakuro con la mirada, pero no estaba. Molesta, le grité a la nada.
-¡Muéstrate! Alguien como tú no debería tener que recurrir a la invisibilidad para ganar.
La alfombra comenzó a surcar la caverna en mi dirección, pero entonces varios murciélagos se abalanzaron sobre mi. Molesta por los arañazos traté de herirlos con el cuchillo sin matarlos, aunque solo gané unos largos arañazos en la espalda. En ese momento, la alfombra llegó y me monté de un salto. Se elevó y yo busque a Byakuro con la mirada, pero no estaba. Molesta, le grité a la nada.
-¡Muéstrate! Alguien como tú no debería tener que recurrir a la invisibilidad para ganar.
Byakuro Kyoya
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Byakuro vio a su imoto aparecer a su lado, gritándole al aire. Parecía molesta por el truco de la invisibilidad. Sonrió levemente para sí y extendió los brazos para tratar de agarrarla aprovechando su invisibilidad. Su idea era colar sus brazos por debajo de las axilas de ella y agarrarle las muñecas, para evitar que usara las manos. También rodearía con sus piernas el torso de la chica, colocando sus pies entre sus muslos. Además, sus brazos estarían cubiertos de energía de llamas de Alba y Ocaso solidificadas, con forma de pequeños anzuelos, que se clavarían en la carne de la chica si se intentaba liberar. Del mismo modo, la paralizarían. Mientras trataba de realizar la llave, volvió a estar visible, e hizo aparecer ante ella una copia como él, armada con un bastón tridente, con el que apuntaría directamente al cuello de Aki.
- Bien jugado, imoto. -le intentó susurrar cerca del oído y trató de mordisqueárselo-. Pero ese chocolate es mío. -las llamas de los brazos ardieron con intensidad.
Mientras estuviera realizando la llave, endurecería su cuerpo con haki armadura, lo que junto a su fuerza mejorada evitaría que ella se liberase del letal abrazo.
Abrazo del oso (Flamas de Alba y Ocaso)(Haki armadura lvl 1) [AF] + Mordisquito "sersi" [ADD] (MANUAL PRISA)
- Bien jugado, imoto. -le intentó susurrar cerca del oído y trató de mordisqueárselo-. Pero ese chocolate es mío. -las llamas de los brazos ardieron con intensidad.
Mientras estuviera realizando la llave, endurecería su cuerpo con haki armadura, lo que junto a su fuerza mejorada evitaría que ella se liberase del letal abrazo.
Abrazo del oso (Flamas de Alba y Ocaso)(Haki armadura lvl 1) [AF] + Mordisquito "sersi" [ADD] (MANUAL PRISA)
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De repente, algo me agarró por detrás. Los brazos de Byakuro se hicieron visibles y yo me encontraba inmóvil, ya que también me sujetó con las piernas. Frente a mi, otro Byakuro apareció apuntándome con el tridente. Suspiré, pero sonreí. Vi a ambos lados llamas en los brazos de mi contrincante. Tendría que darme prisa.
-Lo siento, Byakuro, pero ese chocolate es mío. Igual que la alfombra. ¡Fuera!
Entonces cambié a mi forma completa. Por el cambió brutal de tamaño, Byakuro se vió obligado a soltarme. Las patas delanteras cayeron paralizadas hacia delante, y algo se había clavado en ellas. Pero no era tan grave, aunque tendría que hacer que dejaran de sangrar, o podría convertirse en algo serio. La verdad era que escocía, y las patas no me respondían. Giré la cabeza y traté de asir el bastón con mis colmillos morados. Asimismo, utilizando las patas paralizadas de apoyo, lancé una fenomenal coz hacia atrás, tratando de echar al hombre de mi alfombra y golpearlo en el estómago.
¡FUERA! [AF]
-Lo siento, Byakuro, pero ese chocolate es mío. Igual que la alfombra. ¡Fuera!
Entonces cambié a mi forma completa. Por el cambió brutal de tamaño, Byakuro se vió obligado a soltarme. Las patas delanteras cayeron paralizadas hacia delante, y algo se había clavado en ellas. Pero no era tan grave, aunque tendría que hacer que dejaran de sangrar, o podría convertirse en algo serio. La verdad era que escocía, y las patas no me respondían. Giré la cabeza y traté de asir el bastón con mis colmillos morados. Asimismo, utilizando las patas paralizadas de apoyo, lancé una fenomenal coz hacia atrás, tratando de echar al hombre de mi alfombra y golpearlo en el estómago.
¡FUERA! [AF]
Byakuro Kyoya
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Byakuro logró mordisquear la oreja. Le encantaba hacer aquello. De pronto sintió como ella se agachaba, mientras decía que el chocolate era para ella. Él sintió cierto rubor subirle a la cara al ver como ella se colocaba a cuatro patas. Le recordaba cosas que no tenía que recordar en aquellos momentos.
- Etto... ¿qué? -sintió como ella adquiría su forma completa bajo él, y como su presa se aflojaba debido al cambio de forma. El bastón de su copia fue agarrado por Aki, con las fauces, mientras que él mismo recibió una patada de lleno en la zona del estómago.
No era un golpe excesivamente preciso, debido a la posición, pero la fuerza de la tigresa era connsiderable, por lo que el chico salió despedido hacia atrás, y una enorme arcada le sobrevino. Sintió la bilis llegándole a la boca, pero reprimió las ganas de vomitar. Se dejó caer un instante antes de desplegar sus alas para tratar de reducir la velocidad. Logró caer de forma más o menos aceptable, a cuatro patas, lo que le valió varios arañazos dolorosos en las manos y en las piernas. Al menos parecía que no se había roto nada, las alas le habían evitado daños mayores. Aquel sí había sido un golpe inesperado, de todos modos, y aunque la falta de precisión había reducido su peligrosidad, no dejaba de ser un ataque cuando menos, interesante.
- Nada mal, Aki-chan... por eso no me gusta el close-combat contigo. Prefiero acariciarte a golpearte. -el cazador se enderezó, apoyándose en su bastón-. ¿Pero cuánto tiempo más aguantarás sin moverte? Mis llamas te han golpeado en los brazos, ahora no puedes luchar con facilidad.
Klaus gruñó en el suelo. Byakuro le sonrió, con un hilillo de sangre cayéndole desde las manos. Iba a intentar acabar con aquello. Miró al techo de la caverna. La alfombra estaba cerca de aquella pared de roca. En la roca apareció una cadena, con una esposa al final. Los eslabones tintinearon con un sonido siniestro cuando la cadena salió disparada hacia el cuello de Aki. Mientras tanto, Byakuro envió a sus murciélagos para que atacaran al tigre. Además, él mismo se elevó de nuevo, hasta llegar a la altura de la alfombra. Extendió una de sus manos, roja por la sangre expuesta, y la colocó en cuña. Lanzó tres ondas de choque, cada cual más fuerte que la anterior, hacia el cuerpo del animal. Las ondas iban imbuidas en haki de armadura, una dirigida a la cabeza y las otras dos al abdomen. Su potencia podía llegar a fracturar una costilla o algún otro hueso si daban de lleno.
- Game over. -musitó el cazador. Estaba cansado, y le apetecía tumbarse a descansar un rato. Y seguro que a Aki le pasaba lo mismo. Seguramente por eso no había podido esquivar aquel ataque de su imoto, ni pensar en algo más elaborado. La verdad es que le daba igual.
Black chain + Pipistrelli + Combo de 3 golpes (Haki armadura) [AMF]
- Etto... ¿qué? -sintió como ella adquiría su forma completa bajo él, y como su presa se aflojaba debido al cambio de forma. El bastón de su copia fue agarrado por Aki, con las fauces, mientras que él mismo recibió una patada de lleno en la zona del estómago.
No era un golpe excesivamente preciso, debido a la posición, pero la fuerza de la tigresa era connsiderable, por lo que el chico salió despedido hacia atrás, y una enorme arcada le sobrevino. Sintió la bilis llegándole a la boca, pero reprimió las ganas de vomitar. Se dejó caer un instante antes de desplegar sus alas para tratar de reducir la velocidad. Logró caer de forma más o menos aceptable, a cuatro patas, lo que le valió varios arañazos dolorosos en las manos y en las piernas. Al menos parecía que no se había roto nada, las alas le habían evitado daños mayores. Aquel sí había sido un golpe inesperado, de todos modos, y aunque la falta de precisión había reducido su peligrosidad, no dejaba de ser un ataque cuando menos, interesante.
- Nada mal, Aki-chan... por eso no me gusta el close-combat contigo. Prefiero acariciarte a golpearte. -el cazador se enderezó, apoyándose en su bastón-. ¿Pero cuánto tiempo más aguantarás sin moverte? Mis llamas te han golpeado en los brazos, ahora no puedes luchar con facilidad.
Klaus gruñó en el suelo. Byakuro le sonrió, con un hilillo de sangre cayéndole desde las manos. Iba a intentar acabar con aquello. Miró al techo de la caverna. La alfombra estaba cerca de aquella pared de roca. En la roca apareció una cadena, con una esposa al final. Los eslabones tintinearon con un sonido siniestro cuando la cadena salió disparada hacia el cuello de Aki. Mientras tanto, Byakuro envió a sus murciélagos para que atacaran al tigre. Además, él mismo se elevó de nuevo, hasta llegar a la altura de la alfombra. Extendió una de sus manos, roja por la sangre expuesta, y la colocó en cuña. Lanzó tres ondas de choque, cada cual más fuerte que la anterior, hacia el cuerpo del animal. Las ondas iban imbuidas en haki de armadura, una dirigida a la cabeza y las otras dos al abdomen. Su potencia podía llegar a fracturar una costilla o algún otro hueso si daban de lleno.
- Game over. -musitó el cazador. Estaba cansado, y le apetecía tumbarse a descansar un rato. Y seguro que a Aki le pasaba lo mismo. Seguramente por eso no había podido esquivar aquel ataque de su imoto, ni pensar en algo más elaborado. La verdad es que le daba igual.
Black chain + Pipistrelli + Combo de 3 golpes (Haki armadura) [AMF]
Aki D. Arlia
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Noté algo sólido detrás de mí y empuje. Al parecer logré darle. Giré la cabeza y vi como hacía aparecer unas alas. Estas frenaron su caída, pero aún así cayó a cuatro patas. Eso tenía que haberle dolido.
Se levantó y me miró. Una cadena apareció de la nada y se me ciñó al cuello. Le vi prepararse para lanzarme algo y antes de pensarlo siquiera, contrataqué.
El rugido retumbó en toda la caverna y largas ondas cortantes se dirigieron hacia él. El viento las hacía danzar y su dirección se volvía caótica. Esperé que contrarrestara su ataque, pero aún así una de las ondas me rozó la cabeza. Noté la sangre manar. Otra me dió en el abdomen. Rugí de nuevo, esta vez de dolor. Noté algo romperse en mi interior, no quería ni pensarlo. Volví a mi forma normal y encogiéndome me quité la cadena ahora demasiado grande para mí.
-Me temo que tengo una vida extra.
[AMF] Cutter Wind.
Se levantó y me miró. Una cadena apareció de la nada y se me ciñó al cuello. Le vi prepararse para lanzarme algo y antes de pensarlo siquiera, contrataqué.
El rugido retumbó en toda la caverna y largas ondas cortantes se dirigieron hacia él. El viento las hacía danzar y su dirección se volvía caótica. Esperé que contrarrestara su ataque, pero aún así una de las ondas me rozó la cabeza. Noté la sangre manar. Otra me dió en el abdomen. Rugí de nuevo, esta vez de dolor. Noté algo romperse en mi interior, no quería ni pensarlo. Volví a mi forma normal y encogiéndome me quité la cadena ahora demasiado grande para mí.
-Me temo que tengo una vida extra.
[AMF] Cutter Wind.
Byakuro Kyoya
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Akuma no mi
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Byakuro vio las ondas cortantes acercarse a toda velocidad. Una de sus ondas de choque había parado algunas, pero las que venían detrás llegaron sin problemas. Apenas tuvo tiempo de cubrir su rostro con haki armadura mientras se encogía en posición fetal para proteger su cuerpo con los brazos. El impacto fue atroz, y pese a que aguantó las primeras ondas gracias al haki, la oleada de cortes acabó abriéndole surcos en la piel de brazos y piernas, y un par de ellas llegaron a los hombros. El chico empezó a sangrar de nuevo, tiñendo sus pantalones rasgados con un color rojo intenso. Su ojo brillaba con el mismo tono. Gracias a la resistencia extrema que le proporcionaba su akuma no había caído aún.
- Bien... imoto -un aura negra empezó a aparecer alrededor de su cuerpo, lo que en conjunto con la sangre manando le daba un aspecto macabro-. Me has obligado a ser malo. -sonrió, mientras los murciélagos mordían a Aki en los brazos y los hombros, paralizados.
El cazador dio un aplauso. Más bien, una palmada. Enseguida la caverna se llenó con un molesto pitido. Y Byakuro creó la ilusión de rocas del tamaño de personas, tres para ser más exactos, alrededor de Aki. Estas rocas no eran reales, aunque para la chica lo fueran. La luz se fue, pero Byakuro tenía localizada a su imoto. Las rocas salieron disparadas contra ella. Mientras tanto, el cazador, envuelto en su aura de sombras, se movió a una velocidad endiablada, mucho mayor a la que había usado hasta el momento. En un parpadeo estaba al lado de Aki. Atacaría a la indefensa chica, atrapada entre las rocas ilusorias. Realizó un arco de izquierda a derecha con su bastón brillando con llamas naranjas y moradas, que le dejaron ver el rostro de Aki en el momento de atacarla. El bastón se movía tan rápido y con tal fuerza que en un instante podría atravesar literalmente a la chica, partiéndola en dos. Byakuro se detendría a centímetros de ella, pero su ataque continuaría en forma de ilusión. Al mismo tiempo, las rocas desaparecerían, pero sin dejar tiempo de reacción para la pirata. En realidad, en todo el ataque Byakuro no haría ningún daño físico real a Aki, aunque ella así lo sintiese.
Shiro Hakushu (Manual Fusrodah) + Tres rocas voladoras (Ilusión) + Partir en dos (Ilusión) [AB]
Tras ese ataque, Byakuro usaría la mano derecha para en apenas medio segundo ponerle un dial de feromonas en la cara a ella, y soltar su carga sin compasión. Iba a acabar el combate sí o sí. No quería seguir dañando ni el cuerpo ni la mente de su imoto. Si le había obligado a llegar a aquel punto, él estaba conforme.
- Fin... del juego... -el aura negra se desvaneció de golpe, y el cazador sintió como una fuerte fatiga lo invadía al instante. Sus brazos le pesaban, y sus párpados exigían cerrarse. Pero no cedería, no aún.
- Bien... imoto -un aura negra empezó a aparecer alrededor de su cuerpo, lo que en conjunto con la sangre manando le daba un aspecto macabro-. Me has obligado a ser malo. -sonrió, mientras los murciélagos mordían a Aki en los brazos y los hombros, paralizados.
El cazador dio un aplauso. Más bien, una palmada. Enseguida la caverna se llenó con un molesto pitido. Y Byakuro creó la ilusión de rocas del tamaño de personas, tres para ser más exactos, alrededor de Aki. Estas rocas no eran reales, aunque para la chica lo fueran. La luz se fue, pero Byakuro tenía localizada a su imoto. Las rocas salieron disparadas contra ella. Mientras tanto, el cazador, envuelto en su aura de sombras, se movió a una velocidad endiablada, mucho mayor a la que había usado hasta el momento. En un parpadeo estaba al lado de Aki. Atacaría a la indefensa chica, atrapada entre las rocas ilusorias. Realizó un arco de izquierda a derecha con su bastón brillando con llamas naranjas y moradas, que le dejaron ver el rostro de Aki en el momento de atacarla. El bastón se movía tan rápido y con tal fuerza que en un instante podría atravesar literalmente a la chica, partiéndola en dos. Byakuro se detendría a centímetros de ella, pero su ataque continuaría en forma de ilusión. Al mismo tiempo, las rocas desaparecerían, pero sin dejar tiempo de reacción para la pirata. En realidad, en todo el ataque Byakuro no haría ningún daño físico real a Aki, aunque ella así lo sintiese.
Shiro Hakushu (Manual Fusrodah) + Tres rocas voladoras (Ilusión) + Partir en dos (Ilusión) [AB]
Tras ese ataque, Byakuro usaría la mano derecha para en apenas medio segundo ponerle un dial de feromonas en la cara a ella, y soltar su carga sin compasión. Iba a acabar el combate sí o sí. No quería seguir dañando ni el cuerpo ni la mente de su imoto. Si le había obligado a llegar a aquel punto, él estaba conforme.
- Fin... del juego... -el aura negra se desvaneció de golpe, y el cazador sintió como una fuerte fatiga lo invadía al instante. Sus brazos le pesaban, y sus párpados exigían cerrarse. Pero no cedería, no aún.
Aki D. Arlia
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Notaba mordisquitos en los brazos y los hombros, por culpa de los murciélagos. Me dolía el abdomen a horrores, y me costaba respirar por culpa de la costilla rota. Daba igual lo que hiciera Byakuro ahora, yo apenas podía aspirar a contrarrestarlo. Comencé a crear ondas de choque a mi alrededor, para trenzarlas y hacer un escudo improvisado, pero un molesto pitido llenó la caverna. Perdí mi concentración y cuando abrí los ojos, tres grandes rocas se dirigían hacia mí y Byakuro estaba rodeado de un aura negra, enfrente de mí. Estaba lleno de sangre y de repente solo me sentí muy cansada y muy culpable. Me había dejado llevar.
Parpadeé y cuando abrí los ojos todo estaba negro. No veía las rocas, pero las notaba presionando mi cuerpo. No podría moverme de haber querido. Noté algo frente a mi y vi el bastón de Byakuro balanceándose contra mí. ¿Iba a matarme? Por la expresión de su cara, bien podía. O tal vez solo era que la sangre le daba un aspecto macabro. Cerré los ojos y me encomendé al cielo. Vi la dulce cara de Ketrine frente a mí antes de sentir el dolor. Noté que algo me atravesaba en dos, ardía y yo me estaba deshaciendo. Un dolor tan difícil de soportar que si no me echaba a llorar era porque comprendía que era el final. Y tan pronto como empezó, terminó, y olí algo extraño.
Por supuesto, pronto lo reconocí. Feromonas. Empezaba a notar los efectos, pero una pequeña parte de mi mente me contó que si podía oler es, no estaba muerta. Intenté levantarme como pude, y busqué a Byakuro con la mirada. Inútil, todo seguía oscuro. Así que le hable al aire, con una sonrisa más dulce de lo normal, cosa del dial.
-Jaque Mate...ahora sí que te daría ese chocolate.
Parpadeé y cuando abrí los ojos todo estaba negro. No veía las rocas, pero las notaba presionando mi cuerpo. No podría moverme de haber querido. Noté algo frente a mi y vi el bastón de Byakuro balanceándose contra mí. ¿Iba a matarme? Por la expresión de su cara, bien podía. O tal vez solo era que la sangre le daba un aspecto macabro. Cerré los ojos y me encomendé al cielo. Vi la dulce cara de Ketrine frente a mí antes de sentir el dolor. Noté que algo me atravesaba en dos, ardía y yo me estaba deshaciendo. Un dolor tan difícil de soportar que si no me echaba a llorar era porque comprendía que era el final. Y tan pronto como empezó, terminó, y olí algo extraño.
Por supuesto, pronto lo reconocí. Feromonas. Empezaba a notar los efectos, pero una pequeña parte de mi mente me contó que si podía oler es, no estaba muerta. Intenté levantarme como pude, y busqué a Byakuro con la mirada. Inútil, todo seguía oscuro. Así que le hable al aire, con una sonrisa más dulce de lo normal, cosa del dial.
-Jaque Mate...ahora sí que te daría ese chocolate.
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Byakuro sonrió y se derrumbó sobre la alfombra, a su lado. Estaba cansado, y sentía como sus heridas lo mataban de dolor. Sonrió a Aki cuando ella abrió los ojos, y le dio un leve beso en la frente.
- Cuando quieras, imoto. -el cazador cerró los ojos y lentamente se sumió en un sueño profundo.
Soñó que estaba llevando a Aki a un bar, a tomarse juntos un chocolate calentito. Él abrazaba a Aki, y ella lo abrazaba a él. Luego, Klaus gruñía y saltaba al pecho de Aki, escondiéndose. Byakuro se puso rojo y murmuró unas palabras de disculpa. De pronto, una explosión. Sangre, muerte, fuego. El chico se levantó de su mesa, y de pronto estaba en un campo devastado lleno de cruces. Personas colgaban de aquellas cruces. Frente a él, en una colina había ocho cruces, tres a la izquierda, cuatro a la derecha y una en el centro, más grande que las demás. En todas habían siluetas difuminadas, salvo en la primera de ellas. En la primera estaba él mismo, crucificado, gritando que no había podido salvarla. A los pies de la cruz, Aki yacía muerta, herida por arañazos y mordiscos. Byakuro abrió los ojos de pronto, asustado e hiperventilando. Su ojo brillaba con intensidad, y su cuerpo ardía y le dolía.
- ¡Aki! -gritó, angustiado.
- Cuando quieras, imoto. -el cazador cerró los ojos y lentamente se sumió en un sueño profundo.
Soñó que estaba llevando a Aki a un bar, a tomarse juntos un chocolate calentito. Él abrazaba a Aki, y ella lo abrazaba a él. Luego, Klaus gruñía y saltaba al pecho de Aki, escondiéndose. Byakuro se puso rojo y murmuró unas palabras de disculpa. De pronto, una explosión. Sangre, muerte, fuego. El chico se levantó de su mesa, y de pronto estaba en un campo devastado lleno de cruces. Personas colgaban de aquellas cruces. Frente a él, en una colina había ocho cruces, tres a la izquierda, cuatro a la derecha y una en el centro, más grande que las demás. En todas habían siluetas difuminadas, salvo en la primera de ellas. En la primera estaba él mismo, crucificado, gritando que no había podido salvarla. A los pies de la cruz, Aki yacía muerta, herida por arañazos y mordiscos. Byakuro abrió los ojos de pronto, asustado e hiperventilando. Su ojo brillaba con intensidad, y su cuerpo ardía y le dolía.
- ¡Aki! -gritó, angustiado.
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Sentía agujetas por todo el cuerpo, además del dolor de las heridas. Aún así, cuando Byakuro se derrumbó en la alfombra a mi lado, rápidamente la dirigí hacia el suelo. Hice aparecer un par de grandes esferas de energía destructiva que mantuve en el aire. No estallarían si no topaban con nada, y arrojaban algo de luz. Recogí mis pertenencias en la alfombra, así como a Cetus y a Klaus, y acomodé mi abrigo como una almohada para el cazador, que dormía. Caminando, seguida por ellos, volví a la sala en la que me lo había encontrado. Las charcas termales estaban al fondo, había oído de sus aplicaciones curativas y bien podían valerme. Acerqué la alfombra a la orilla y con cuidado de no despertar al hombre, le di la vuelta. Tenia las piernas y los brazos teñidos de rojo. Rompí un poco de mi camisa y comencé a lavarle las heridas. Por lo menos, estaba segura de que no se le infectarían. A continuación hice lo mismo con las mías, tratando de contener las maldiciones a causa del escozor. Para cuando acabé, debería haberme vendado la costilla, pero no tenía nada para ello. Así que me apoyé en la cálida pared a la espera del despertar del cazador, pero también yo caí rendida.
Desperté al oír un grito. Rápidamente me acerqué a Byakuro, sin entender qué pasaba. Hiperventilaba y en su cara se reflejaba el terror. Su ojo brillaba como un mal presagio. Le puse las manos en los hombros y traté de que me mirase a los ojos, preocupada.
-¡Eh! Bya, ¡Byakuro! Hazme caso, ¿¿Qué te ocurre??
Desperté al oír un grito. Rápidamente me acerqué a Byakuro, sin entender qué pasaba. Hiperventilaba y en su cara se reflejaba el terror. Su ojo brillaba como un mal presagio. Le puse las manos en los hombros y traté de que me mirase a los ojos, preocupada.
-¡Eh! Bya, ¡Byakuro! Hazme caso, ¿¿Qué te ocurre??
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