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Otro jodido cuartel, salía del Norte para meterse en otro, pero esta vez había un buen motivo, había visto un motivo jugoso para dirigirse allí. Había un pequeño torneo, iba a apuntarse, tendría que robar un uniforme marine para ello. Ya había leído las normas pues a sus manos había llegado un pequeño panfleto de cómo hacerlo, iba a ser difícil pero debía intentarlo al menos, no estaba en su naturaliza rendirse a la primera de cambio y eso iba a estar muy complicado. Iba en un pequeño bote, ya muy cerca de la orilla de aquel sitio, mientras iba repasando las normas despacio.
Había que ser reclutas, solo ese rango, ya robaría algún uniforme. Era por parejas, de modo que debía encontrar a alguien que luchará junto a él, la última parecía algo difícil de cumplir y le iba a costar mucho. Uno de los concursantes debía pelear cuerpo a cuerpo mientras que el otro solo podría usar armas de filo como una espada, tanta condición le reyaba bastante la cabeza pero no le quedaba otra si quería participar en aquel evento de marines. Un revolucionario algo suicida podían llamarle algunos debido a esa clase de cosas que hacía el muy loco.
- Joder me va a costar mucho encontrar a alguien que cumpla la característica esta. Malditos torneos trucados, esto seguro que lo gana algún capullo integral y su amiguito lameculos.
Dijo algo enojado mientras el bote llegaba por fin, bajó de este y comenzó a mirar a su alrededor sin saber bien que podía hacer pues la situación era complicada. Se escuchaban los gritos de la gente pidiendo a voces que empezara, de modo que encima quedaba poco tiempo para apuntarse a aquel evento, de repente vio dos marines caminando por la playa y sonrió de lado llevando la mano a su espada.
Había que ser reclutas, solo ese rango, ya robaría algún uniforme. Era por parejas, de modo que debía encontrar a alguien que luchará junto a él, la última parecía algo difícil de cumplir y le iba a costar mucho. Uno de los concursantes debía pelear cuerpo a cuerpo mientras que el otro solo podría usar armas de filo como una espada, tanta condición le reyaba bastante la cabeza pero no le quedaba otra si quería participar en aquel evento de marines. Un revolucionario algo suicida podían llamarle algunos debido a esa clase de cosas que hacía el muy loco.
- Joder me va a costar mucho encontrar a alguien que cumpla la característica esta. Malditos torneos trucados, esto seguro que lo gana algún capullo integral y su amiguito lameculos.
Dijo algo enojado mientras el bote llegaba por fin, bajó de este y comenzó a mirar a su alrededor sin saber bien que podía hacer pues la situación era complicada. Se escuchaban los gritos de la gente pidiendo a voces que empezara, de modo que encima quedaba poco tiempo para apuntarse a aquel evento, de repente vio dos marines caminando por la playa y sonrió de lado llevando la mano a su espada.
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Un torneo, un rumor corre que el cuartel del West Blue organiza un torneo para los reclutas, al parecer era un torneo por parejas en el cual lucharían emparejados un luchador cuerpo a cuerpo y un espadachín. La cosa más complicada sería encontrar al espadachín y lograr un uniforme de su talla, la verdad es que hay muchos marines deciden no llevar uniforme, pero sería mejor que el luchador usase uno para no llamar demasiado la atención. El joven se encuentra en un pequeño camarote de un barco marine, por suerte había encontrado un jefe de barco amable que le había trasportado a él y a sus hermanas en el barco. Los tres tenían que dormir en una mísera cama de aquél pequeño camarote, algo que no les molesta pues siempre han tenido una relación muy cercana, pues su madre los unió nada más nacer la pequeña Anny. En la noche duermen las dos chicas y el joven sin ropa alguna, algo que muchos dirían que es inmoral, y falto de buena educación. Pero a los hermanos no les importa lo que digan los demás, ni lo que piensen, simplemente se dejan llevar por el río de la vida. El joven no se molesta duerme entre sus dos hermanas con sus cabezas apoyadas en sus brazos mientras las abraza y ellas le abrazan.
El sol llega y despierta a los jóvenes, por suerte, Lugh se levanta antes de que un marine atrevido tratara de entrar sin llamar a la puerta, y para desgracia del marine, Lugh estaba ya vestido con su chaqueta lila con la palabra hombre en la espalda puesta, sus pantalones negros y sus sandalias de madera. Pero sus hermanas recién empezaban a despertarse, por lo que aún no estaban vestidas. El marine nada más abrir la puerta lo más mínimo se encuentra con Lugh de frente. |~¿No te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar?~| Dice el joven albino mientras cierra la puerta de golpe. Las chicas se levantan y se visten. Pronto llegan al cuartel, por suerte en el camarote Lugh encontró un uniforme de su talla y se lo puso antes de salir, acompañado por sus hermanas. El joven las coge en los brazos y salta del barco estando ya cerca del puerto y comienza a acercarse a la arena.
El sol llega y despierta a los jóvenes, por suerte, Lugh se levanta antes de que un marine atrevido tratara de entrar sin llamar a la puerta, y para desgracia del marine, Lugh estaba ya vestido con su chaqueta lila con la palabra hombre en la espalda puesta, sus pantalones negros y sus sandalias de madera. Pero sus hermanas recién empezaban a despertarse, por lo que aún no estaban vestidas. El marine nada más abrir la puerta lo más mínimo se encuentra con Lugh de frente. |~¿No te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar?~| Dice el joven albino mientras cierra la puerta de golpe. Las chicas se levantan y se visten. Pronto llegan al cuartel, por suerte en el camarote Lugh encontró un uniforme de su talla y se lo puso antes de salir, acompañado por sus hermanas. El joven las coge en los brazos y salta del barco estando ya cerca del puerto y comienza a acercarse a la arena.
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Había tenido mala suerte con aquellos dos marines, los muy capullos iban a apuntarse y ninguno quería ir con él, sin embargo se fijó que no había nadie en las inmediaciones. Aquello le hizo sonreír de lado y llevó la mano a su preciosa arma, la sacó de forma lenta, de forma que el metal se escuchara de forma perfecta. Eso llegó a los oídos de los marines, los cuales se giraron lo más rápido posible, sin embargo cada uno recibió un golpe violento en la nuca con la parte ancha de la hoja. Las caras de tontos eran increíbles y sus babas cayendo de forma exagerada sobre la arena también.
Habían quedado inconscientes ante los golpes del espadachín, este ahora sonrió de lado y los ocultó en unos matorrales, pero no sin quitarse antes su ropa y cambiarla por la de uno de ellos. Ahora poseía una gorra que le aplastaba el pelo y un pequeño uniforme de recluta, soltó una pequeña carcajada y se relamió, debía encontrar un compañero, así que se dirigió a la arena. Faltaba muy poco para empezar, en una enorme pantalla ponía que quedaban tan solo unos nueve segundos para la inscripción, los ojos del chico querían salirse de sus cuencas, no podía creerlo.
En ese momento empezó a mirar a todos lados como si de un loco fuera, de repente observó una posible solución. Pudo ver a un hombre enorme, de musculatura exagerada y vestido de marine, ese mastodonte parecía ser un luchador de sumo profesional, debía ir con ese, solo esperaba que no estuviese pegado. Pegó un enorme suspiro cuando miró al contador y vio que faltaban tres segundos, de modo que pegó las cinco zancadas más largas de toda su vida y se colocó al lado de aquel enorme hombre. Levantó la mano de forma exagerada mientras pegaba un grito que dejó sordo a más de uno de los marines que estaban allí escuchando de forma tranquila y feliz. La verdad es que incluso el mismo locutor se quedó impresionado, las palabras escuchadas habían sido muy claras y por ello entendidas a la perfección por aquel hombre.
- ¡Me apunto con mi primo Maikel! ¡Yo el recluta Frodo! ¡Espadachín y mí querido primo luchador profesional!
Habían quedado inconscientes ante los golpes del espadachín, este ahora sonrió de lado y los ocultó en unos matorrales, pero no sin quitarse antes su ropa y cambiarla por la de uno de ellos. Ahora poseía una gorra que le aplastaba el pelo y un pequeño uniforme de recluta, soltó una pequeña carcajada y se relamió, debía encontrar un compañero, así que se dirigió a la arena. Faltaba muy poco para empezar, en una enorme pantalla ponía que quedaban tan solo unos nueve segundos para la inscripción, los ojos del chico querían salirse de sus cuencas, no podía creerlo.
En ese momento empezó a mirar a todos lados como si de un loco fuera, de repente observó una posible solución. Pudo ver a un hombre enorme, de musculatura exagerada y vestido de marine, ese mastodonte parecía ser un luchador de sumo profesional, debía ir con ese, solo esperaba que no estuviese pegado. Pegó un enorme suspiro cuando miró al contador y vio que faltaban tres segundos, de modo que pegó las cinco zancadas más largas de toda su vida y se colocó al lado de aquel enorme hombre. Levantó la mano de forma exagerada mientras pegaba un grito que dejó sordo a más de uno de los marines que estaban allí escuchando de forma tranquila y feliz. La verdad es que incluso el mismo locutor se quedó impresionado, las palabras escuchadas habían sido muy claras y por ello entendidas a la perfección por aquel hombre.
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