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Villa de Syrup, una isla localizada en el East blue, la cual, tiene dos entradas a ella en cada costa, una al norte y otra al sur. Por la zona norte, se acercaba un bote que navegaba a la deriva, en el cual un extraño niño pequeño con disfraz de vaca, cuernos dorados y un gran pelo afro, yacía estirado mientras rezaba por encontrar algo de comer. El niño empezó a percatarse de una pequeña playa, así que se levantó y empezó a remar con sus diminutas manos hacia ella, para una vez allí, bajar de un salto. Estaba caminando por la playa, mirando unas grandes zonas rocosas que no dejaban pasar, hasta que vio que había una cuesta que daba a un camino.
- Camino igual a poblado. Poblado igual a comida... ¡¡Hamburguesa!! - Afirmaba el niño, feliz.
Sus ojos se volvieron brillantes y estrellados, mientras subía la cuesta. Una vez en el camino, no dudo en empezar a correr siguiendo aquel lugar, ya que el hambre se apoderaba de él y en el cabello no le quedaba ni un solo dulce que podría llevarse a la boca.
Después de un rato corriendo, llegó a un pequeño poblado y su olfato, empezó a descubrir que cerca había algún local donde estaban haciendo pasteles. Siguió su instinto y acabó descubriendo la cumbre del chocolate, la cúspide de la nata, el rey de la vainilla. Era una especie de heladería con una gran multitud de sabores para helados, conos de galleta en el cual colocar la bola de helado y tarrinas para comprar helado para llevar. No solo eso, también se podía ver como varias máquinas, giraban y giraban lo que parecían ser batidos de distintos sabores, incluso horchata. Pero, por si fuera poco, había un escaparate que mostraba pequeños pasteles suculentos que hacían la boca agua del chiquillo.
- ¡Ushi tiene hambre! ¡Así que Ushi va a comer! - Decía el niño entusiasmado.
Pronto, empezó a pensar en por cual sabor empezar, pidió un batido, pero como no se decidía de que sabor escoger, pidió que mezclara todos los sabores en un solo batido, a lo que la repostera se lo hizo extrañada. También pidió un gran cono de galletas, cubierto por más de diez bolas grandes de distintos sabores y a cada cual, más extraño. El helado debería medir por lo menos cincuenta centímetros de puras bolas de sabores.
Ushi, el niño, empezó a comer entusiasmado su helado mientras bebía de aquel gran batido. Muchos de los ciudadanos que pasaban por aquel lugar, se preguntaban como un niño tan pequeño, era capaz de comer tanto en tan poco tiempo, era algo increíble, sin duda.
- Camino igual a poblado. Poblado igual a comida... ¡¡Hamburguesa!! - Afirmaba el niño, feliz.
Sus ojos se volvieron brillantes y estrellados, mientras subía la cuesta. Una vez en el camino, no dudo en empezar a correr siguiendo aquel lugar, ya que el hambre se apoderaba de él y en el cabello no le quedaba ni un solo dulce que podría llevarse a la boca.
Después de un rato corriendo, llegó a un pequeño poblado y su olfato, empezó a descubrir que cerca había algún local donde estaban haciendo pasteles. Siguió su instinto y acabó descubriendo la cumbre del chocolate, la cúspide de la nata, el rey de la vainilla. Era una especie de heladería con una gran multitud de sabores para helados, conos de galleta en el cual colocar la bola de helado y tarrinas para comprar helado para llevar. No solo eso, también se podía ver como varias máquinas, giraban y giraban lo que parecían ser batidos de distintos sabores, incluso horchata. Pero, por si fuera poco, había un escaparate que mostraba pequeños pasteles suculentos que hacían la boca agua del chiquillo.
- ¡Ushi tiene hambre! ¡Así que Ushi va a comer! - Decía el niño entusiasmado.
Pronto, empezó a pensar en por cual sabor empezar, pidió un batido, pero como no se decidía de que sabor escoger, pidió que mezclara todos los sabores en un solo batido, a lo que la repostera se lo hizo extrañada. También pidió un gran cono de galletas, cubierto por más de diez bolas grandes de distintos sabores y a cada cual, más extraño. El helado debería medir por lo menos cincuenta centímetros de puras bolas de sabores.
Ushi, el niño, empezó a comer entusiasmado su helado mientras bebía de aquel gran batido. Muchos de los ciudadanos que pasaban por aquel lugar, se preguntaban como un niño tan pequeño, era capaz de comer tanto en tan poco tiempo, era algo increíble, sin duda.
Vongola Ryohei
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Akuma no mi
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Me encontraba volando por el cielo tranquilamente buscando algo que hacer ya que tenía algunas semanas libres antes de mi siguiente gran misión. Mis ojos mantienen una mirada enérgica y dispuesta a descubrir nuevas formas de hacer dinero, algo que siempre viene bien para los planes que tengo en mente y para mantener mi hogar en pie y bien equipado. Junto a mí se encontraba un ave de plumaje negro como la noche al igual que su pico, mi cuervo Itachi con su ojo que parece leerte el alma. Mi vuelo era tranquilo y monótono y empezaba a aburrirme de tanto volar hasta el punto de esperar encontrar un barco aunque fuese pirata para tener algo de diversión. Cuando empezaba a pensar en dejarme caer por conseguir algo de adrenalina ocurrió algo que parecía ser cosa del destino, mi estómago empezó a pedir comida mientras que en el horizonte se vislumbraba una isla.
Me dirigí directamente a la isla ya que o había una aldea donde podría comer algo o sería una isla salvaje donde podría prepararme alguno de los animales que habían allí para comérmelo. Aterricé en la costa para no asustar a los posibles habitantes de la isla, el cuervo a su vez posó en mi hombro quedando tranquilo mientras yo empezaba a caminar por la playa buscando algún camino que me permitiera pasar por esas grandes paredes de roca sin necesidad de volar ya que no quería tener que hacerlo por el hambre que empezaba a sentir. Caminaba tranquilo hasta que vi un camino entre las paredes rocosas que parecía llevar a alguna parte, como no tenía mejor oportunidad para salir de la playa me adentré por el camino en busca de alguna ciudad o algún lugar donde poder cazar algo y comérmelo.
Mientras más caminaba más hambre me entraba y menos fuerza me quedaba pero en ese momento percibí un olor dulce y agradable como los pasteles que había probado al final de mis tres años de entrenamiento en mi hogar. Sin dudarlo empecé a correr e Itachi a volar a mi lado por la inestabilidad de mi hombro hasta que llegamos a una especie de aldea donde, sin fijarme en que la gente me miraba extrañada seguí persiguiendo el olor a comida hasta detenerme frente a la puerta de lo que parecía ser una heladería donde nada más entrar vi a un niño un tanto peculiar comiendo un helado gigantesco. Sin perder el tiempo me acerqué a la barra y pedí 10 pasteles, un helado y algo de beber, lo cual me llevé a una mesa cercana a la del niño y empecé a devorarlo como si no hubiese mañana.
Me dirigí directamente a la isla ya que o había una aldea donde podría comer algo o sería una isla salvaje donde podría prepararme alguno de los animales que habían allí para comérmelo. Aterricé en la costa para no asustar a los posibles habitantes de la isla, el cuervo a su vez posó en mi hombro quedando tranquilo mientras yo empezaba a caminar por la playa buscando algún camino que me permitiera pasar por esas grandes paredes de roca sin necesidad de volar ya que no quería tener que hacerlo por el hambre que empezaba a sentir. Caminaba tranquilo hasta que vi un camino entre las paredes rocosas que parecía llevar a alguna parte, como no tenía mejor oportunidad para salir de la playa me adentré por el camino en busca de alguna ciudad o algún lugar donde poder cazar algo y comérmelo.
Mientras más caminaba más hambre me entraba y menos fuerza me quedaba pero en ese momento percibí un olor dulce y agradable como los pasteles que había probado al final de mis tres años de entrenamiento en mi hogar. Sin dudarlo empecé a correr e Itachi a volar a mi lado por la inestabilidad de mi hombro hasta que llegamos a una especie de aldea donde, sin fijarme en que la gente me miraba extrañada seguí persiguiendo el olor a comida hasta detenerme frente a la puerta de lo que parecía ser una heladería donde nada más entrar vi a un niño un tanto peculiar comiendo un helado gigantesco. Sin perder el tiempo me acerqué a la barra y pedí 10 pasteles, un helado y algo de beber, lo cual me llevé a una mesa cercana a la del niño y empecé a devorarlo como si no hubiese mañana.
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Mientras el niño comía felizmente su enorme y gigante helado, un hombre extrañó entró a aquel lugar, pidiendo una gran cantidad de pasteles. Pero eso a Ushi parecía carecerle de importancia, ya que seguía con su helado comiendo felizmente, lamiendo cada una de las bolas de sabores que tenía en aquel cucurucho.
Una vez acabó de comer, estaba atiborrado, había comido demasiado aunque eso, no parecía pararle. Se acercó a la barra y esta vez, pidió un pastel de nata con virutas de chocolate, pasa así satisfacer su gran estómago o, al menos, intentarlo. Se sentó en la mesa esperando que la dulce camarera le trajera su gran pastel y, una vez se lo trajo, se lo comió de una sola bocanada.
- ¡Buah! Que rico estaba todo. *Suspiro* Sin duda, estoy lleno. - Decía Ushi mientras se hurgaba la nariz.
Al parecer, no estaba del todo contento, algo en su cabeza le hacía tener un poco más de hambre, así que se fijó en el tipo que comía pasteles. Se acercó por detrás y se escondió debajo de la mesa, esperando que aquel tipo no se diese cuenta. En el momento que aquel tipo estuviese más distraído con la comida, decidiría subir y quitarle alguno de los pasteles que habría sobre la mesa, para así comerlo y robarlo, sin que aquel tipo pudiese darse cuenta.
Una vez acabó de comer, estaba atiborrado, había comido demasiado aunque eso, no parecía pararle. Se acercó a la barra y esta vez, pidió un pastel de nata con virutas de chocolate, pasa así satisfacer su gran estómago o, al menos, intentarlo. Se sentó en la mesa esperando que la dulce camarera le trajera su gran pastel y, una vez se lo trajo, se lo comió de una sola bocanada.
- ¡Buah! Que rico estaba todo. *Suspiro* Sin duda, estoy lleno. - Decía Ushi mientras se hurgaba la nariz.
Al parecer, no estaba del todo contento, algo en su cabeza le hacía tener un poco más de hambre, así que se fijó en el tipo que comía pasteles. Se acercó por detrás y se escondió debajo de la mesa, esperando que aquel tipo no se diese cuenta. En el momento que aquel tipo estuviese más distraído con la comida, decidiría subir y quitarle alguno de los pasteles que habría sobre la mesa, para así comerlo y robarlo, sin que aquel tipo pudiese darse cuenta.
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Estaba sentado comiendo tranquilamente mis pasteles sin prestar atención al chiquillo que se estaba zampando un helado desproporcionado, a mí solo me importaba saciar mi hambre aunque no parecía ser nada comparada con la del chiquitín que habiendo acabado el desproporcionado helado y el batido fue de nuevo a la barra y volvió a la mesa donde la camarera le entregó un pastel mientras yo seguía comiendo los míos. Bajé un momento la vista y cuando la alcé el crío ya no estaba pero era imposible que hubiese salido sin que la puerta hubiese producido algún tipo de sonido. En fin, ignorando ese echo seguí comiendo tranquilamente hasta que mi mente se percató de la respuesta a la desaparición del chico, sin muchos movimientos cogí un trozo de pastel y lo puso en alto al lado de la mesa mientras decía Venga que sé que estás ahí abajo, si quieres pastel siéntate y come cuanto quieras. Mis ojos mostraban una mirada tranquila, serena y amigable mientras seguía comiendo pasteles con mi otra mano, poco a poco el hambre iba desapareciendo así que en breves saldría del local y seguiría mi búsqueda de algo interesante por hacer.
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Aquel niño avanzaba por debajo de la mesa lentamente, pero aquel tipo cogió un trozo de pastel y lo enseñó por debajo de la mesa, cosa que hizo que el niño se alegrara y lo agarrara con gran velocidad. El hombre le invitó a comer y el chiquitín no dudó ni un segundo, por lo que subió a la mesa una vez acabado aquello y se sentó al lado, para empezar a comer con gran felicidad.
- ¡Ah! ¡¡Que rico ta esto!! ¡Muchas gracias senior~!
Aquel chico, Ushi, zampaba como si no hubiese un mañana, devorando cada trocito con felicidad, mientras sus ojos brillaban. Estaba realmente feliz, le encantaban los dulces, le encantaba comer. Su cara estaba manchada pero poco le importaba, seguía comiendo sin parar y sin modales, con las manos, manchando todo lo que podía.
El pequeñín quedó realmente lleno, no podía más, ni un mísero trozo le cabía. Su barriga se había hinchado y parecía realmente satisfecho. Empezó a acariciarse la barriga mientras pensaba en como escaquearse para no tener que pagar nada, era un niño pequeño, por lo que no podía ganar dinero.
- ¡Ah! ¡¡Que rico ta esto!! ¡Muchas gracias senior~!
Aquel chico, Ushi, zampaba como si no hubiese un mañana, devorando cada trocito con felicidad, mientras sus ojos brillaban. Estaba realmente feliz, le encantaban los dulces, le encantaba comer. Su cara estaba manchada pero poco le importaba, seguía comiendo sin parar y sin modales, con las manos, manchando todo lo que podía.
El pequeñín quedó realmente lleno, no podía más, ni un mísero trozo le cabía. Su barriga se había hinchado y parecía realmente satisfecho. Empezó a acariciarse la barriga mientras pensaba en como escaquearse para no tener que pagar nada, era un niño pequeño, por lo que no podía ganar dinero.
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