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Byakuro entró en la sala. Olía a cerveza, a aire cargado y a condensación. Había sido invitado a probar suerte en una partida de póker contra un par de personas más en aquel pequeño casino. Se sentía afortunado, no en vano había ganado las últimas cuarenta y siete manos. A partir de la sexta mano, la gente se había arremolinado a su alrededor, para comprobar que no hacía trampas, e incluso le habían pedido que se quitase la ropa para asegurarse de que no llevaba cartas de más en la mano. Había sido gracioso guiñarle el ojo a aquella jovencita que se había ido ruborizada.
Y ahí estaba. La mesa estaba vacía, con varios asientos alrededor. El chico suspiró y se sentó en uno de ellos, con las piernas estiradas y apoyadas en la mesa. Klaus estaba en su hombro, gruñendo. Observó la decoración del lugar, sobria y oscura. Hacía calor, como normalmente en todos los casinos, pero el aire acondicionado estaba encendido. El chico ni tan siquiera se había molestado en ponerse la camiseta. Estaba seguro de que a la persona que entrase no le importaría verlo así. Si era una mujer, hasta seguramente le gustase.
- Bueno... veamos quien es mi misterioso oponente esta noche... -murmuró, dándole un malvavisco a Klaus sin dejar de mirar la puerta.
Y ahí estaba. La mesa estaba vacía, con varios asientos alrededor. El chico suspiró y se sentó en uno de ellos, con las piernas estiradas y apoyadas en la mesa. Klaus estaba en su hombro, gruñendo. Observó la decoración del lugar, sobria y oscura. Hacía calor, como normalmente en todos los casinos, pero el aire acondicionado estaba encendido. El chico ni tan siquiera se había molestado en ponerse la camiseta. Estaba seguro de que a la persona que entrase no le importaría verlo así. Si era una mujer, hasta seguramente le gustase.
- Bueno... veamos quien es mi misterioso oponente esta noche... -murmuró, dándole un malvavisco a Klaus sin dejar de mirar la puerta.
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Dexter abrió la puerta de caoba y entró en la habitación, observando toda la estancia desde el umbral, dejándose maravillar por aquello. Luz indirecta venida de tenues lámparas laterales, que dejaban la estancia lo suficientemente oscura como para evitar la observación perfecta de expresiones faciales, aunque a la proximidad suficiente era apreciable hasta la más mínima reacción para una caricia velada. Miró las maravillosas paredes, tapizadas con terciopelo de mil colores, con escenas varias, en su mayor parte de carácter mitológico. "Ay la mitología, cuántas buenas obras nos ha dejado", pensaba el joven dragón mientras miraba diversas imágenes de afrodita, desnuda en una gran ostra; Calíope y las musas, dando sus dones a la humanidad; Hefesto violando a Atenea... Incluso una extraña escena de Zeus engendrando a Perseo con aquella bellísima princesa cuyo nombre jamás recordaba. Casi se sentía excitado por aquellas escenas, aunque no tanto como con lo que estaba por venir.
Aquel olor, a incienso y frutas del bosque, era casi afrodisíaco, aunque por algún motivo las cervezas abiertas enturbiaban el aroma, que no perdía su sensualidad ni siquiera con aquello, y ante él, frente a la mesa, dando su desnuda espalda a la puerta, un joven de aspecto fuerte, pero delicado. No como él, que su constitución esbelta lo hacía de hombros anchos, pero sin duda muy atractivo y de físico cuidado. Era Byakuro, el chico que se había cruzado en Little Garden con el que había compartido sus muslos. No necesitaba verle la cara para saber que se trataba de él, y más habiendo conocido a Klaus, el camaleón que siempre miraba a los demás con cara de superioridad, aunque eso no hacía sino que se viera más atractivo. "Dexter, es un camaleón, céntrate en Byakuro. Ya sabes a qué has venido". Y era cierto. Había venido a jugar con aquel chico, a jugar una buena partida y a quedárselo todo. No veía momento de empezar el juego sobre la mesa.
Se acercó, y tapó los ojos del muchacho con las manos, de forma suave, sintiendo la suavidad de su cara, dejando que sus manos se amoldaran a las curvas de su pómulo, y le susurró al oído.
-¿Quién soy?
Tras aquello las retiró, dejando que se deslizaran por su cara, llegando a los hombros tras caminar por todo su cuello, suave como fieltro. Casi tocó a Klaus en el proceso, pero no llegó a hacerlo, y buscó su sitio en la mesa, justo frente a Byakuro, su pareja aquel día. En el poker hay que jugar contra la persona que llevas en frente, y Dexter sabía que Byakuro tenía un buen par de ases siempre, aunque él era capaz de marcarse mejores faroles. Lo miró a los ojos con calma y cierto cariño, casi fraternal, y le dedicó una media sonrisa.
-No esperaba encontrarte aquí- dijo-. Aunque es una agradable sorpresa- hizo una pausa mientras se relamía los labios con la punta de la lengua. Odiaba que estuvieran secos-. Muy agradable. ¿Jugamos?
Aquel olor, a incienso y frutas del bosque, era casi afrodisíaco, aunque por algún motivo las cervezas abiertas enturbiaban el aroma, que no perdía su sensualidad ni siquiera con aquello, y ante él, frente a la mesa, dando su desnuda espalda a la puerta, un joven de aspecto fuerte, pero delicado. No como él, que su constitución esbelta lo hacía de hombros anchos, pero sin duda muy atractivo y de físico cuidado. Era Byakuro, el chico que se había cruzado en Little Garden con el que había compartido sus muslos. No necesitaba verle la cara para saber que se trataba de él, y más habiendo conocido a Klaus, el camaleón que siempre miraba a los demás con cara de superioridad, aunque eso no hacía sino que se viera más atractivo. "Dexter, es un camaleón, céntrate en Byakuro. Ya sabes a qué has venido". Y era cierto. Había venido a jugar con aquel chico, a jugar una buena partida y a quedárselo todo. No veía momento de empezar el juego sobre la mesa.
Se acercó, y tapó los ojos del muchacho con las manos, de forma suave, sintiendo la suavidad de su cara, dejando que sus manos se amoldaran a las curvas de su pómulo, y le susurró al oído.
-¿Quién soy?
Tras aquello las retiró, dejando que se deslizaran por su cara, llegando a los hombros tras caminar por todo su cuello, suave como fieltro. Casi tocó a Klaus en el proceso, pero no llegó a hacerlo, y buscó su sitio en la mesa, justo frente a Byakuro, su pareja aquel día. En el poker hay que jugar contra la persona que llevas en frente, y Dexter sabía que Byakuro tenía un buen par de ases siempre, aunque él era capaz de marcarse mejores faroles. Lo miró a los ojos con calma y cierto cariño, casi fraternal, y le dedicó una media sonrisa.
-No esperaba encontrarte aquí- dijo-. Aunque es una agradable sorpresa- hizo una pausa mientras se relamía los labios con la punta de la lengua. Odiaba que estuvieran secos-. Muy agradable. ¿Jugamos?
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Byakuro sintió cómo alguien le tapaba los ojos, y una voz suave y con un toque seductor le preguntó:
- ¿Quién soy? -aquella voz de timbre vibrante hizo que Byakuro recordase una tarde tiempo atrás, en el que había compartido con otro hombre algo que no se solía compartir.
- Dexter-chan... -logró murmurar mientras sentía las manos del hombre pasearse por su cuello y sus hombros. El tacto de aquella piel, que en realidad ocultaba un poder tan temible, era como el terciopelo pasando suavemente sobre una estatua de mármol. Byakuro sonrió-. No esperaba que fueras mi pareja de juegos esta noche. La verdad es que sí que es una sorpresa. -ante la invitación a jugar, Byakuro sonrió con picardía y asintió, cogiendo la baraja y repartiendo las cartas con lentitud-. ¿Qué novedades traes, amigo? El otro día me encontré con una persona que decía ser tu subordinado. Un tal Midorima. Insultó a Klaus, así que lo apalicé. Espero que no te enfades -las cartas estaban sobre la mesa-. Pero no hemos venido aquí a charlar... sino a jugar. -su sonrisa se ensanchó.
Las cartas de su mano eran dos reyes, uno de diamantes y otro de corazones. Interesante. Alzó la mirada por encima de las cartas y arqueó una ceja, incitando a Dexter a hacer algún gesto que delatara la mano que tenía, si era buena o mala.
- Bueno, Dexter-chan... ¿hace calor, verdad? -sonrió. La verdad es que el ambiente estaba caldeado.
- ¿Quién soy? -aquella voz de timbre vibrante hizo que Byakuro recordase una tarde tiempo atrás, en el que había compartido con otro hombre algo que no se solía compartir.
- Dexter-chan... -logró murmurar mientras sentía las manos del hombre pasearse por su cuello y sus hombros. El tacto de aquella piel, que en realidad ocultaba un poder tan temible, era como el terciopelo pasando suavemente sobre una estatua de mármol. Byakuro sonrió-. No esperaba que fueras mi pareja de juegos esta noche. La verdad es que sí que es una sorpresa. -ante la invitación a jugar, Byakuro sonrió con picardía y asintió, cogiendo la baraja y repartiendo las cartas con lentitud-. ¿Qué novedades traes, amigo? El otro día me encontré con una persona que decía ser tu subordinado. Un tal Midorima. Insultó a Klaus, así que lo apalicé. Espero que no te enfades -las cartas estaban sobre la mesa-. Pero no hemos venido aquí a charlar... sino a jugar. -su sonrisa se ensanchó.
Las cartas de su mano eran dos reyes, uno de diamantes y otro de corazones. Interesante. Alzó la mirada por encima de las cartas y arqueó una ceja, incitando a Dexter a hacer algún gesto que delatara la mano que tenía, si era buena o mala.
- Bueno, Dexter-chan... ¿hace calor, verdad? -sonrió. La verdad es que el ambiente estaba caldeado.
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-Así que fuiste tú...- rió el muchacho, pensando en el pobre chico que había perdido un dedo, aunque conociendo al cazador era comprensible, le tenía mucho cariño al animal. Él había arrancado el corazón a quien mató a Robin, por lo que no tenía derecho a decir nada. Sin duda, Byakuro se había pasado, pero no podía regañar a alguien que tenía unos labios tan carnosos y una mirada tan pícara. Sentía cierto fuego en su interior, en parte excitante, pero por otro lado era asfixiante. Necesitaba quitarse el abrigo.
Primero una manga y luego la otra, dejó el abrigo sobre el respaldo de la silla y respiró hondo. El calor seguía siendo agobiante, y se quitó el chaleco, seguido por la camisa. Comprendía cómo su acompañante se había desnudado (o al menos aquello esperaba, aunque que se hubiera desnudado por él sonaba hasta excitante). Se bajó los pantalones y dejó tan sólo un boxer negro, ajustado, que más que ocultar sus partes las contorneaba con precisa suculencia, aunque en muy pocas ocasiones se avergonzaba de su anatomía, absolutamente proporcionada según la proporción áurea, excepto el dedo meñique de la mano izquierda, que era algo más euleriano. Sin embargo, tener que desnudarse en una sala desconocida ante un seductor hombre de caza podía provocar resultados... Extraños. Ni buenos ni malos, bueno... Sin duda podrían ser buenos, aunque tendría que abrirse a nuevas experiencias... Y posturas.
Cogió su par de cartas y arqueó una ceja, sorprendido por lo que tenía en mano. Era imposible que fuera una mano tan mala. Una pareja de treses... Mano horrible, aunque todo dependía ahora del Crupier. Dos treses más eran un Poker, pero era improbable que el pelipúrpura tuviera una mano tan mala como la suya. Byakuro era poseedor de una buena mano, seguro, y sabía que él tan sólo tenía una pareja. ¡Por dios, si se notaba a la legua que necesitaba una buena mano para ayudarle! Se le veía en la cara.
-En fin, Byakuro- dijo, en tono pausado, ya más calmado, tratando de mantener la cara de basura en la mano mientras se sentaba, ya semidesnudo. Tal vez así pareciera un mal intento de cara de poker-. Ahora que tienes un dedo de más, ¿Tu mano mejora?- pausó el tono un momento, mientras se sacaba una moneda de plata completamente brillante de la ropa interior-. Subo uno- Sonrió de lado, y pese a su desnudez, seguía acalorado. Iba a tener que hacer algo para que aquel sofoco bajara.
Primero una manga y luego la otra, dejó el abrigo sobre el respaldo de la silla y respiró hondo. El calor seguía siendo agobiante, y se quitó el chaleco, seguido por la camisa. Comprendía cómo su acompañante se había desnudado (o al menos aquello esperaba, aunque que se hubiera desnudado por él sonaba hasta excitante). Se bajó los pantalones y dejó tan sólo un boxer negro, ajustado, que más que ocultar sus partes las contorneaba con precisa suculencia, aunque en muy pocas ocasiones se avergonzaba de su anatomía, absolutamente proporcionada según la proporción áurea, excepto el dedo meñique de la mano izquierda, que era algo más euleriano. Sin embargo, tener que desnudarse en una sala desconocida ante un seductor hombre de caza podía provocar resultados... Extraños. Ni buenos ni malos, bueno... Sin duda podrían ser buenos, aunque tendría que abrirse a nuevas experiencias... Y posturas.
Cogió su par de cartas y arqueó una ceja, sorprendido por lo que tenía en mano. Era imposible que fuera una mano tan mala. Una pareja de treses... Mano horrible, aunque todo dependía ahora del Crupier. Dos treses más eran un Poker, pero era improbable que el pelipúrpura tuviera una mano tan mala como la suya. Byakuro era poseedor de una buena mano, seguro, y sabía que él tan sólo tenía una pareja. ¡Por dios, si se notaba a la legua que necesitaba una buena mano para ayudarle! Se le veía en la cara.
-En fin, Byakuro- dijo, en tono pausado, ya más calmado, tratando de mantener la cara de basura en la mano mientras se sentaba, ya semidesnudo. Tal vez así pareciera un mal intento de cara de poker-. Ahora que tienes un dedo de más, ¿Tu mano mejora?- pausó el tono un momento, mientras se sacaba una moneda de plata completamente brillante de la ropa interior-. Subo uno- Sonrió de lado, y pese a su desnudez, seguía acalorado. Iba a tener que hacer algo para que aquel sofoco bajara.
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Byakuro sonrió ante la mirada de aquel hombre semidesnudo ante él. Su cuerpo era bastante bonito. Le apetecía probarlo, por qué no. Su sonrisa se ensanchó cuando el pirata sacó una moneda de plata y la depositó en la mesa.
- ¿Por qué no lo hacemos más divertido? -sonrió el cazador-. Apuesto toda mi ropa... y veo tu apuesta. -colocó una moneda idéntica a la de Dexter.
El crupier colocó unas cuantas cartas en la mesa, y la sonrisa de Byakuro se ensanchó poco a poco. Otro rey, de tréboles, un tres de corazones y un ocho de picas. Con aquello ya tenía un trío en la mano. Aunque ciertamente, Byakuro prefería la pareja. Era más divertido un uno a uno que tener que compartir la diversión. Y si fuera con el hombre que había frente a él... sintió como el calor aumentaba por momentos en la sala, y tal vez el único motivo no fuera aquel aire acondicionado estropeado. Apoyó las cartas boca abajo en la mesa y se dedicó a observar el cuerpo de Dexter. Sin duda era escultural.
- ¿Tienes calor, Dexter-chan? Bebe un poco de champán... lo he comprado con lo ganado en la última partida -el chico hizo aparecer dos copas en la mesa y las llenó con champán-. Por nuestra amistad. -dijo, alzando la suya sin dejar de quitarle los ojos de encima a Dexter.
- ¿Por qué no lo hacemos más divertido? -sonrió el cazador-. Apuesto toda mi ropa... y veo tu apuesta. -colocó una moneda idéntica a la de Dexter.
El crupier colocó unas cuantas cartas en la mesa, y la sonrisa de Byakuro se ensanchó poco a poco. Otro rey, de tréboles, un tres de corazones y un ocho de picas. Con aquello ya tenía un trío en la mano. Aunque ciertamente, Byakuro prefería la pareja. Era más divertido un uno a uno que tener que compartir la diversión. Y si fuera con el hombre que había frente a él... sintió como el calor aumentaba por momentos en la sala, y tal vez el único motivo no fuera aquel aire acondicionado estropeado. Apoyó las cartas boca abajo en la mesa y se dedicó a observar el cuerpo de Dexter. Sin duda era escultural.
- ¿Tienes calor, Dexter-chan? Bebe un poco de champán... lo he comprado con lo ganado en la última partida -el chico hizo aparecer dos copas en la mesa y las llenó con champán-. Por nuestra amistad. -dijo, alzando la suya sin dejar de quitarle los ojos de encima a Dexter.
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Le tendieron una copa, y bebió un largo trago de aquella espumosa bebida. Estaba fría y perfecta, como un buen beso. ¿A Byakuro le gustarían los besos? Era una pregunta irrelevante, pero sin embargo, una vez probada la delicia en los labios deseaba saciar todas sus apetencias, y la curiosidad por el cazador era una de ellas. Tal vez debería comprobar si sus labios aún estaban espumosos por el champán, o por contra estarían secos y calientes. Pero seguro que su lengua estaba húmeda y revoltosa, juguetona... Sí, Byakuro era un chico malo, seguro que poseía una lengua traviesa, y muchas más cosas que tampoco podía ver a simple vista.
"Realmente sí hace calor aquí", pensó, notando el ambiente cada vez más denso, y entonces Byakuro le dio la respuesta. Había apostado su ropa (la poca que llevaba), aunque olía a estrategia para obligarlo a desnudarse. Sin embargo, sentía muchas ganas de ser víctima de aquel ilusionista. Era una tentación muy grande. Se quitó los boxers y dejó dos Ivankov Pills sobre la mesa, junto a un par de fichas de plata, pulidas y brillantes. Tal vez pudieran hacer cosas muy interesantes combinando sus apetitos con aquellas grajeas. Era simplemente fantástico.
-Voy con todo- hizo una pausa, bebiendo otro sorbo de champán-. Y apuesto el resto, además.
Los ojos de byakuro eran excitantes, y deseaba hacer muchas cosas con él. Cosas de adultos, que los niños no deberían ver y que muchos envidiarían más tarde. Pero sólo él iba a tener la suerte de conquistar las manos del ilusionista. iba a ganar aquella partida. Iba a ganar mucho más. Guiñó un ojo a Byakuro.
-¿Quieres que hagamos algo excitante, loco, y por lo que nos quedarán marcas por todo el cuerpo?
"Realmente sí hace calor aquí", pensó, notando el ambiente cada vez más denso, y entonces Byakuro le dio la respuesta. Había apostado su ropa (la poca que llevaba), aunque olía a estrategia para obligarlo a desnudarse. Sin embargo, sentía muchas ganas de ser víctima de aquel ilusionista. Era una tentación muy grande. Se quitó los boxers y dejó dos Ivankov Pills sobre la mesa, junto a un par de fichas de plata, pulidas y brillantes. Tal vez pudieran hacer cosas muy interesantes combinando sus apetitos con aquellas grajeas. Era simplemente fantástico.
-Voy con todo- hizo una pausa, bebiendo otro sorbo de champán-. Y apuesto el resto, además.
Los ojos de byakuro eran excitantes, y deseaba hacer muchas cosas con él. Cosas de adultos, que los niños no deberían ver y que muchos envidiarían más tarde. Pero sólo él iba a tener la suerte de conquistar las manos del ilusionista. iba a ganar aquella partida. Iba a ganar mucho más. Guiñó un ojo a Byakuro.
-¿Quieres que hagamos algo excitante, loco, y por lo que nos quedarán marcas por todo el cuerpo?
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La proposición indecente de Dexter hizo que los ojos del cazador chispearan. Tal vez fuera el champán, tal vez fuera el color de aquellos ojos claros de ciencia ficción. Sería su voz, sería el licor... o tal vez las luces de aquella habitación. Pero la verdad es que esa noche, Byakuro se moría por probar qué era lo que podía ofrecerle Dexter.
- Bueno... nunca he sido de echarme para atrás, ¿sabes? -se pasó la lengua por los labios-. Ahora mismo sería capaz de atreverme a cualquier cosa que me propusieras. -tal vez el alcohol se le había subido un poco a la cabeza, pero ahora la partida de cartas parecía algo secundario. Se acomodó en su silla y apoyó las cartas boca abajo en la mesa. Se sentía preparado para lo que fuera. No había podido evitar ver las píldoras que el chico había colocado sobre la mesa.
- Dime... tengo curiosidad por saber lo que planeas. Y por esas... pastillas. -su voz empezó a volverse más suave y melosa, y al mismo tiempo su pelo se alargó y sus rasgos se suavizaron. Las curvas de su cuerpo se acentuaron, dando paso a un aspecto femenino. Aquel ya no era Byakuro. Bya ocupaba su lugar.
- Bueno... nunca he sido de echarme para atrás, ¿sabes? -se pasó la lengua por los labios-. Ahora mismo sería capaz de atreverme a cualquier cosa que me propusieras. -tal vez el alcohol se le había subido un poco a la cabeza, pero ahora la partida de cartas parecía algo secundario. Se acomodó en su silla y apoyó las cartas boca abajo en la mesa. Se sentía preparado para lo que fuera. No había podido evitar ver las píldoras que el chico había colocado sobre la mesa.
- Dime... tengo curiosidad por saber lo que planeas. Y por esas... pastillas. -su voz empezó a volverse más suave y melosa, y al mismo tiempo su pelo se alargó y sus rasgos se suavizaron. Las curvas de su cuerpo se acentuaron, dando paso a un aspecto femenino. Aquel ya no era Byakuro. Bya ocupaba su lugar.
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Dexter observó con los ojos como platos la metamorfosis de su amigo. Poco a poco el joven se iba transformando en una muchacha de aspecto delicado, frágil, pero excitante. Cada poro de Dexter se puso de punta, y cada apéndice se tensó hasta el punto de no poder moverse con normalidad. No era la mujer más guapa que había visto, pero en cierto modo, y en otro más incierto también, la más atractiva. Desprendía un erotismo carnal imposible de ignorar, y una figura envidiable. Su pecho no era enorme, pero tampoco se quedaba atrás en lo que a tamaño se refería. Las manos de Dexter tal vez tuvieran problemas para cubrirlas por completo, aunque no le desagradaba en absoluto. Sin embargo, las cosas con una sola chica a veces se hacían aburridas. Necesitaban una más. Los hombres se podían sustituir fácilmente de diversas maneras.
-Parece que tenemos que conocernos muy a fondo, Byakura- dijo, llevando una mano a la mesa, y tomando una Ivankov al tiempo que se levantaba-. A este juego podemos jugar las dos.
Aquella última frase fue acompañada por una voz más suave, femenina, mientras Sapphire tomaba el control y se acercaba a la chiquilla que sustituía a Byakuro. La examinó a fondo, y acarició su vientre, algo hinchado. Tendría que quitarle la presión de alguna forma, y se le ocurrían varios medios, a cada cual mejor. Llevó la mano desde ahí hasta su hombro, rodeando su ombligo, bordeando su pecho, y ascendiendo la mano hasta su mejilla por el cuello, dándole un beso pausado en la opuesta. Tal vez con aquello llegara para terminar de encender aquello que comenzaba. Volvió a su asiento, desnuda, excitada, esperando una reacción.
-Entonces... ¿Te apetece jugar a ese juego? Las dos lo pasaremos muy bien, y nos dará más beneficios que el Poker...
-Parece que tenemos que conocernos muy a fondo, Byakura- dijo, llevando una mano a la mesa, y tomando una Ivankov al tiempo que se levantaba-. A este juego podemos jugar las dos.
Aquella última frase fue acompañada por una voz más suave, femenina, mientras Sapphire tomaba el control y se acercaba a la chiquilla que sustituía a Byakuro. La examinó a fondo, y acarició su vientre, algo hinchado. Tendría que quitarle la presión de alguna forma, y se le ocurrían varios medios, a cada cual mejor. Llevó la mano desde ahí hasta su hombro, rodeando su ombligo, bordeando su pecho, y ascendiendo la mano hasta su mejilla por el cuello, dándole un beso pausado en la opuesta. Tal vez con aquello llegara para terminar de encender aquello que comenzaba. Volvió a su asiento, desnuda, excitada, esperando una reacción.
-Entonces... ¿Te apetece jugar a ese juego? Las dos lo pasaremos muy bien, y nos dará más beneficios que el Poker...
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- Dime qué es lo que deseas... y llámame Bya. -ella sonrió con una mezcla de timidez y curiosidad, mientras un rubor le recorría la cara.
Sentía un escalofrío subiéndole por la espalda. Aquella imagen la había descolocado. Aquellas pastillas parecían interesantes, sin duda. Y ahora quería que su acompañante le dijera qué era lo que quería proponerle. Sin duda, el poker podía aportar beneficios interesantes, pero lo que tenía frente a ella era mucho más... interesante. Apoyó las manos en la mesa y se levantó, dejando sus pechos a merced de la gravedad. Se inclinó sobre la mesa, apartando las cartas y besó a la mujer que había frente a ella en la mejilla, del mismo modo que ella había hecho.
- Crupier, creo que no necesitamos más tus servicios -sonrió al turbado hombre, que se llevó la mano a la ajustada pajarita del uniforme y salió de la sala, a medias agradecido, a medias maldiciendo, lo cual hizo que Bya esbozara una divertida sonrisa-. Bien... sorpréndeme con lo que me quieres ofrecer.
Sentía un escalofrío subiéndole por la espalda. Aquella imagen la había descolocado. Aquellas pastillas parecían interesantes, sin duda. Y ahora quería que su acompañante le dijera qué era lo que quería proponerle. Sin duda, el poker podía aportar beneficios interesantes, pero lo que tenía frente a ella era mucho más... interesante. Apoyó las manos en la mesa y se levantó, dejando sus pechos a merced de la gravedad. Se inclinó sobre la mesa, apartando las cartas y besó a la mujer que había frente a ella en la mejilla, del mismo modo que ella había hecho.
- Crupier, creo que no necesitamos más tus servicios -sonrió al turbado hombre, que se llevó la mano a la ajustada pajarita del uniforme y salió de la sala, a medias agradecido, a medias maldiciendo, lo cual hizo que Bya esbozara una divertida sonrisa-. Bien... sorpréndeme con lo que me quieres ofrecer.
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"¿Lo que deseo? ¿Me lo preguntas ahora?", pensó Sapphire viendo cómo la chiquilla se levantaba, contoneando su cuerpo y moviéndose con calma hacia ella, mostrando todas las bondades que la dragona tenía ahora mismo al alcance de la mano, y cada vez más cerca. No necesitaba ni siquiera estirar por completo su brazo para alcanzar lo que la muchacha le ofrecía, y cuando menos se lo esperaba (o cuando más), una sensación esponjosa llegó a su rostro de porcelana. Los labios cálidos de Bya la rozaban y acariciaban, y durante un instante fueron eternas amantes, unidas por un beso. Pronto las uniría mucho más.
La chica expulsó amablemente al crupier, que se ajustaba la pajarita al tiempo que ocultaba su erección, y marchaba entre ruborizado y excitado, seguramente derecho al lavabo de caballeros a despejar la cabeza. Y de paso a relajar la mente, que parecía algo turbado. Ahora estaba de pie, donde antes el hombre se situaba, aparentemente excitada, tal vez esperándola. ¿Debía levantarse? Sí, definitivamente debía levantarse. "Te voy a dar una sorpresa, pequeña", pensó mientras avanzaba hacia ella sin dejar de mirar su espalda, y finalmente repitió lo mismo que antes.
-¿Quién soy?- dijo, con las manos, delicadas, rozando sus párpados, tapándole los ojos y dejándola a merced de sus otros sentidos. Aquella vez sus pechos chocaban contra la espalda de la muchacha, y cuando sus manos comenzaron a descender la lengua juguetona de de Sapphire descendió lamiendo su cuello, besando varias veces, y sus manos acabaron por descender lentamente por el cuerpo de Bya, terminando en un abrazo a su cintura. Se sentía muy excitada, y casi podía oler el calor que ella desprendía. El vello de punta, y su cabellera a dos colores palpitaba al ritmo de su corazón pidiendo hacer cosas serias a aquella chiquilla-. Te daré una pista- dijo, sellando su palabra con un beso tras la oreja-. Soy Sapphire...
Lentamente separó una mano de su pareja, y la usó para levantar el cabello de su nuca. Desde ahí, vértebra con vértebra, siguió besando hasta terminar la espalda... Y entonces volvió a subir, repitiendo el mismo rito, sin detener sus manos, que masajeaban el torso y piernas de la ilusionista, para finalmente, simple y llanamente, devolver las manos a sus ojos.
-¿Quién soy?
La chica expulsó amablemente al crupier, que se ajustaba la pajarita al tiempo que ocultaba su erección, y marchaba entre ruborizado y excitado, seguramente derecho al lavabo de caballeros a despejar la cabeza. Y de paso a relajar la mente, que parecía algo turbado. Ahora estaba de pie, donde antes el hombre se situaba, aparentemente excitada, tal vez esperándola. ¿Debía levantarse? Sí, definitivamente debía levantarse. "Te voy a dar una sorpresa, pequeña", pensó mientras avanzaba hacia ella sin dejar de mirar su espalda, y finalmente repitió lo mismo que antes.
-¿Quién soy?- dijo, con las manos, delicadas, rozando sus párpados, tapándole los ojos y dejándola a merced de sus otros sentidos. Aquella vez sus pechos chocaban contra la espalda de la muchacha, y cuando sus manos comenzaron a descender la lengua juguetona de de Sapphire descendió lamiendo su cuello, besando varias veces, y sus manos acabaron por descender lentamente por el cuerpo de Bya, terminando en un abrazo a su cintura. Se sentía muy excitada, y casi podía oler el calor que ella desprendía. El vello de punta, y su cabellera a dos colores palpitaba al ritmo de su corazón pidiendo hacer cosas serias a aquella chiquilla-. Te daré una pista- dijo, sellando su palabra con un beso tras la oreja-. Soy Sapphire...
Lentamente separó una mano de su pareja, y la usó para levantar el cabello de su nuca. Desde ahí, vértebra con vértebra, siguió besando hasta terminar la espalda... Y entonces volvió a subir, repitiendo el mismo rito, sin detener sus manos, que masajeaban el torso y piernas de la ilusionista, para finalmente, simple y llanamente, devolver las manos a sus ojos.
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- Etto... ¿Sapphire? -preguntó Bya mientras sucesivos escalofríos le recorrían la espalda. La joven dejó salir un pequeño suspiro de entre sus labios. La verdad es que ahora mismo estaba completamente suprimida. Se sentía pequeña e indefensa.
Llevó las manos a la cara, para separar con suavidad las manos de la chica de sus ojos. Se giró despacio y la miró a los ojos. Sonrió con timidez y susurró:
- Sigues sin decirme cuál es tu proposición, Sapphire. ¿Cuánto más me vas a hacer esperar? -sus ojos chispeaban, tal vez debido a la emoción.
Se apoyó en la mesa, sentándose con las piernas colgando, y la miró con suspicacia. ¿Qué haría ahora la mujer dragón? Estaba deseando verlo. Sentía curiosidad por ver qué iba a ocurrir a continuación. Estaba deseando saber de que clase de "marcas" hablaba la chica, sentía un cosquilleo bajando por la espalda, vértebra a vértebra.
Llevó las manos a la cara, para separar con suavidad las manos de la chica de sus ojos. Se giró despacio y la miró a los ojos. Sonrió con timidez y susurró:
- Sigues sin decirme cuál es tu proposición, Sapphire. ¿Cuánto más me vas a hacer esperar? -sus ojos chispeaban, tal vez debido a la emoción.
Se apoyó en la mesa, sentándose con las piernas colgando, y la miró con suspicacia. ¿Qué haría ahora la mujer dragón? Estaba deseando verlo. Sentía curiosidad por ver qué iba a ocurrir a continuación. Estaba deseando saber de que clase de "marcas" hablaba la chica, sentía un cosquilleo bajando por la espalda, vértebra a vértebra.
Dexter Black
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La chica le agarró las manos y las separó de su cara poco a poco, al tiempo que ella misma las dejaba ir, y bajar en la placidez de su cuerpo, poco a poco, mientras Bya se daba la vuelta y la miraba a los ojos, haciendo lo que parecía una filigrana a cámara lenta digna de una gran bailarina. Si era tan flexible debía gozar de una buena agilidad, y lo que tenía en mente requería que fuera ágil y flexible, no sólo que tuviera una cara bonita y... "Más cosas", pensó cuando bajó la vista, pero aquello no iba a servir para lo que pretendía. Bueno, a quién iba a engañar, sí que servirían, pero no como ella esperaba.
La tímida sonrisa que embargaba su cara cuando le preguntó por la propuesta la excitó más que todas las posibilidades que existían en aquella habitación, sobre aquella mesas, acompañadas de esculturas y protegidas por los cuadros y tapices que despertaban la lujuria en los ojos de quien mirara, y que el propio cuerpo exuberantemente lujurioso de Bya. No pudo hacer nada cuando la muchacha se movió, hipnotizada por aquella cara digna de mil poemas para recordar, prendada momentáneamente de aquel cuerpo para amar, y aún sintiendo el tacto en las yemas de sus dedos de aquella delicada piel hecha para acariciar. Tardó un rato en percatarse de que la muchacha se encontraba ahora sobre la mesa, esperándola, con su cuerpo pálido apuntando hacia ella y su sonrisa aún en el rostro. Traviesa y juguetona, seguro que estaría encantada de hacer lo que quería proponerle.
-Pero, antes de que te lo diga, Bya...- dijo, con un tono bastante sugerente, susurrante, mientras se acercaba tanto que sus narices se rozaban, pudiendo mirarse a los ojos sin ver nada más, pudiendo perderse entre miradas-. Tengo que saber una cosa- inclinó un poco el mentón para rozar los labios de Bya con los suyos, y tal vez los mordió ligeramente-. ¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar?
La Ivankov estaba muy cerca, y tal vez en un rato la tomara. Todo podía ponerse muy divertido si la muchacha aceptaba. Ya se la imaginaba montada sobre ella. Se lo iban a pasar tan bien...
La tímida sonrisa que embargaba su cara cuando le preguntó por la propuesta la excitó más que todas las posibilidades que existían en aquella habitación, sobre aquella mesas, acompañadas de esculturas y protegidas por los cuadros y tapices que despertaban la lujuria en los ojos de quien mirara, y que el propio cuerpo exuberantemente lujurioso de Bya. No pudo hacer nada cuando la muchacha se movió, hipnotizada por aquella cara digna de mil poemas para recordar, prendada momentáneamente de aquel cuerpo para amar, y aún sintiendo el tacto en las yemas de sus dedos de aquella delicada piel hecha para acariciar. Tardó un rato en percatarse de que la muchacha se encontraba ahora sobre la mesa, esperándola, con su cuerpo pálido apuntando hacia ella y su sonrisa aún en el rostro. Traviesa y juguetona, seguro que estaría encantada de hacer lo que quería proponerle.
-Pero, antes de que te lo diga, Bya...- dijo, con un tono bastante sugerente, susurrante, mientras se acercaba tanto que sus narices se rozaban, pudiendo mirarse a los ojos sin ver nada más, pudiendo perderse entre miradas-. Tengo que saber una cosa- inclinó un poco el mentón para rozar los labios de Bya con los suyos, y tal vez los mordió ligeramente-. ¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar?
La Ivankov estaba muy cerca, y tal vez en un rato la tomara. Todo podía ponerse muy divertido si la muchacha aceptaba. Ya se la imaginaba montada sobre ella. Se lo iban a pasar tan bien...
Byakuro Kyoya
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Bya soltó un suspiro cuando sus labios se rozaron. Aquella curiosidad la estaba matando. Mirando con intensidad a Sapphire, dijo:
- Hasta el Nuevo Mundo y más allá, si hiciera falta... -su ojo derecho adquirió un tono escarlata, al tiempo que su sonrisa se ensanchaba con la emoción. Creía entender aquel juego, y supo que aquella partida no había sido una casualidad. El destino había querido que ellas dos se encontraran en aquel lugar.
Bajó sus manos por los costados de la mujer de pelo bicolor, arañándole la piel lentamente. Mientras tanto, agarró la píldora que había en la mesa y se la tendió a ella. Su sonrisa se había vuelto traviesa, y cerró la mano de la píldora mientras volvía a convertirse en hombre lentamente. Sus pechos disminuyeron de tamaño, y su pelo se acortó. Pero su expresión seguía siendo la misma: una expresión poco inocente y llena de picaresca.
- ¿Qué me ofreces, Sapphire? -repitió, mostrando todos sus dientes en una sonrisa ancha.
- Hasta el Nuevo Mundo y más allá, si hiciera falta... -su ojo derecho adquirió un tono escarlata, al tiempo que su sonrisa se ensanchaba con la emoción. Creía entender aquel juego, y supo que aquella partida no había sido una casualidad. El destino había querido que ellas dos se encontraran en aquel lugar.
Bajó sus manos por los costados de la mujer de pelo bicolor, arañándole la piel lentamente. Mientras tanto, agarró la píldora que había en la mesa y se la tendió a ella. Su sonrisa se había vuelto traviesa, y cerró la mano de la píldora mientras volvía a convertirse en hombre lentamente. Sus pechos disminuyeron de tamaño, y su pelo se acortó. Pero su expresión seguía siendo la misma: una expresión poco inocente y llena de picaresca.
- ¿Qué me ofreces, Sapphire? -repitió, mostrando todos sus dientes en una sonrisa ancha.
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"¿Hasta el Nuevo Mundo? Me gusta la idea, chica mala", pensó al escuchar las palabras de Bya. La seguiría adonde fuera... Qué bien sonaba, y qué bien se veía la muchacha con aquella sonrisa felina. Deseaba verla todos los días, a todas horas, y la idea que iba a proponer a su compañera de mesa era suficiente como para tenerla contenta un buen rato. Tal vez unos cuantos días, quizá incluso aquellos encuentros que le iba a proponer le parecieran lo suficientemente excitantes, lo suficientemente únicos, tan eternamente gloriosos como en su cabeza sonaban.
-Te ofrezco- dijo, llevando una mano a la Ivankov, tragándola al momento- viajar conmigo al Nuevo Mundo- hizo una pausa, mientras empujaba a la muchacha contra la tabla de la mesa, verde, y subiéndose encima. El efecto de las Ivankov aún tardaría un minuto, acababa de tomar una y el cuerpo era reacio a cambiar de forma tan brusca. Iba a aprovechar aquello-. Y, una vez allí- pausó su voz de nuevo, acabando aquella frase que cada vez más se volvía un susurro. No podía evitarlo, tenía que aprovechar aquel momento. El pecho de Bya contra el suyo, y sus caras rozándose, su cabello creando una cortina que las separaba del mundo. La besó hasta que su hombría regresó, y ya Dexter de vuelta, la miró a los ojos, y habló con su voz habitual-. Una vez allí, enfrentarnos juntos a toda Black Dance. ¿Qué dices?
No esperó respuesta. Tan sólo besó su cuello una vez más, con ternura y cariño, para separarse de ella. Si las cosas seguían caldeándose acabaría haciendo el amor con ella, y aunque no le molestaba la idea (le agradaba, de hecho), no podía imaginarse una cosa peor que tener que ver luego la cara masculina de su ahora amiga y saber que se acostaron... "En verdad eso nunca te dio reparo. ¿No recuerdas al músico, ni a la cocinera de aquella taberna con la que quisiste "experimentar"?", dijo su mente. En realidad llevaba razón, pero por algún motivo se sentía incapaz de hacerlo.
-Prepárate Bya- dijo, al tiempo que comenzaba a vestirse-. Cuando hayamos terminado con Zero terminaremos lo que ha empezado hoy aquí.
-Te ofrezco- dijo, llevando una mano a la Ivankov, tragándola al momento- viajar conmigo al Nuevo Mundo- hizo una pausa, mientras empujaba a la muchacha contra la tabla de la mesa, verde, y subiéndose encima. El efecto de las Ivankov aún tardaría un minuto, acababa de tomar una y el cuerpo era reacio a cambiar de forma tan brusca. Iba a aprovechar aquello-. Y, una vez allí- pausó su voz de nuevo, acabando aquella frase que cada vez más se volvía un susurro. No podía evitarlo, tenía que aprovechar aquel momento. El pecho de Bya contra el suyo, y sus caras rozándose, su cabello creando una cortina que las separaba del mundo. La besó hasta que su hombría regresó, y ya Dexter de vuelta, la miró a los ojos, y habló con su voz habitual-. Una vez allí, enfrentarnos juntos a toda Black Dance. ¿Qué dices?
No esperó respuesta. Tan sólo besó su cuello una vez más, con ternura y cariño, para separarse de ella. Si las cosas seguían caldeándose acabaría haciendo el amor con ella, y aunque no le molestaba la idea (le agradaba, de hecho), no podía imaginarse una cosa peor que tener que ver luego la cara masculina de su ahora amiga y saber que se acostaron... "En verdad eso nunca te dio reparo. ¿No recuerdas al músico, ni a la cocinera de aquella taberna con la que quisiste "experimentar"?", dijo su mente. En realidad llevaba razón, pero por algún motivo se sentía incapaz de hacerlo.
-Prepárate Bya- dijo, al tiempo que comenzaba a vestirse-. Cuando hayamos terminado con Zero terminaremos lo que ha empezado hoy aquí.
Byakuro Kyoya
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Byakuro se incorporó de la mesa. Su aspecto ahora era completamente el de un hombre. Observó a Dexter en silencio. No era lo que esperaba, pero no había sido del todo desagradable.
- Bueno... acepto tu proposición... es más, es posible que podamos tener otro encuentro a solas tras eso. -sonrió lentamente y observó al pirata.
Con un solo gesto hizo aparecer una amplia chaqueta de cuero negro, sobre él mismo. También aparecieron unos pantalones negros deshilachados en las rodillas. Recogió a Klaus y se lo puso en el hombro.
- Black Dance... ¿eh? Parece divertido. -sonrió y extendió la mano para chocársela al dragón. Tras eso, salió de la sala. La experiencia allí vivida no había sido la que en un principio podía parecer, pero habían llegado a un trato interesante para ambos. Cazar a uno de los Yonkou era una aventura interesante, y las recompensas sin duda eran más sustanciosas que las obtenidas en una simple partida de poker. Salió del casino de Rainbase, y el aire del desierto lo recibió de lleno en la cara. Arabasta, aquel lugar desértico pero donde los tratos eran de lo más fructífero.
- Bueno... acepto tu proposición... es más, es posible que podamos tener otro encuentro a solas tras eso. -sonrió lentamente y observó al pirata.
Con un solo gesto hizo aparecer una amplia chaqueta de cuero negro, sobre él mismo. También aparecieron unos pantalones negros deshilachados en las rodillas. Recogió a Klaus y se lo puso en el hombro.
- Black Dance... ¿eh? Parece divertido. -sonrió y extendió la mano para chocársela al dragón. Tras eso, salió de la sala. La experiencia allí vivida no había sido la que en un principio podía parecer, pero habían llegado a un trato interesante para ambos. Cazar a uno de los Yonkou era una aventura interesante, y las recompensas sin duda eran más sustanciosas que las obtenidas en una simple partida de poker. Salió del casino de Rainbase, y el aire del desierto lo recibió de lleno en la cara. Arabasta, aquel lugar desértico pero donde los tratos eran de lo más fructífero.
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