¡Bum, bum! ¿Son explosiones o seísmos? (Privado Garland y Alex)

El barco tardó unos días en llegar a su destino, pero lo que más disgustó al cazador fueron las comprobaciones antes de que les dejaran pasar. Aunque era lógico, la seguridad de este lugar era lo primero y él lo comprendía. No iba a cuestionar a la Marina en ese aspecto, aunque seguía resultando tedioso. Todavía no entendía del todo por qué su padre se había empeñado en traerlo, ya le había repetido más de un millón de veces que no se iba a convertir en marine, que la disciplina de la organización no encajaba con él. Pero su progenitor parecía pensar lo contrario. Daba igual cuantas veces lo intentara, la libertad de su trabajo no se podía cambiar por nada, ni si quiera por un sueldo fijo con oportunidades de ascenso. No creía en la "justicia" que aplicaba la Marina y una visita a la isla judicial no iba a mejorar su imagen sobre ella, tenía muy claros y bien definidos sus ideales.

-Papá, ¿podrías explicarme qué hacemos exactamente aquí?- Preguntó.

-He decidido aceptar una misión, estoy harto de quedarme en casa esperando a que los piratas lleguen a la zona. Y quiero que me acompañes y conozcas a un viejo amigo mío- Respondió su padre.

¿Un viejo amigo? No era la primera vez que su padre le presentaba a sus compañeros, pero sí sería la primera que le presentara a un "amigo". Aunque le costaba imaginar a ese hombre con una relación como esa. No tenía un carácter... soportable. Pero el amigo tampoco debía ser mucho mejor. Un escalofrío recorrió la espalda del cazador, ¿dónde se había metido? Las inmensas puertas de Enies Lobby se cerraron dejando a Alex sin salida aparente. Ya no había marcha atrás, iba a trabajar junto a su padre para el Gobierno Mundial y sin cobrar. Gran idea. El barco echó el ancla y la mayoría de marines desembarcaron, su padre y él incluidos. El edificio que se postraba frente a él era también gigantesco. Un lugar impresionante, sin ninguna duda.

-Conociéndolo ya debe estar dentro. No lo hagamos esperar más, sígueme- Comentó el vicealmirante.

Alex aceptó y siguió a su padre. No conocía el lugar y no tenía intención de perderse. El hombre andaba rápido y sus zancadas eran amplias. Al cazador le costaba seguirle el ritmo, pero estaba acostumbrado a ello. En cuanto los vieron abrieron las puertas de la torre y les dejaron pasar. El lugar era ostentoso para ser un edificio "militar", aunque lo cierto era que no había estado en muchos cuarteles y, los que había visitado, los había visitado de forma fugaz. Se notaba que este era un lugar importante y que debía mostrarlo.

-¡Garland Blain! ¡Cuanto tiempo, viejo amigo! Fui a visitarte algunas veces, pero fue inútil. Aunque me alegro de verte, cualquiera diría que le tiempo no ha pasado por ti- Saludó Máximus con alegría.

El hombre que se presentó era un mastodonte. Parecía rudo y poderoso, tal y como su padre. Ahora entendía pro qué eran amigos. Se presentó como Garland Blain. No le sonaba de nada aunque había escuchado antes aquel nombre. Seguramente en alguna de las historietas de su padre. Por lo visto su poder era equiparable al de Maximus, lo cual significaba que era más fuerte que el cazador. Y eso, a su vez, solo quería decir que la misión sería realmente peligrosa. Genial... Algunos de los reclutas comenzaron a cuchichear sobre los dos hombres que conversaban tranquilamente como dos vejestorios jubilados. Aunque, claro, eran vejestorios al fin y al cabo. Alex dio un paso al frente y se acercó a lso dos hombres. Miró a Garland y le ofreció su mano a modo de saludo.

-Soy Alex Drachen, el hijo del Vice-almirante Maximus Drachen. Encantado de conocerle, señor- Se presentó Alex.

Conociendo a su propio padre, quizás Garland era tan adicto al protocolo y las normas como él y le sentaría bien que lo trataran con respeto. Aunque parecía que a su progenitor no le importaban las normas cuando hablaba con su amigo pues le había oído decir incluso algún insulto. Se sentó en uno de los asientos de cuero que adornaban la estancia. Era cómodo y lujoso. No sabía cuanto duraría la charla, pero podía alargarse eternamente. Ahora tenía ganas de iniciar la misión, odiaba quedarse quieto esperando y la zona no ofrecía mucho entretenimiento. Ni si quiera se había llevado a Farkas porque no había naturaleza allí y no sabía cuan peligroso sería el viaje. Ahora se alegraba de haber decidido eso. Observó a todos los que estaban en la sala. A excepción de algunos reclutas, había pocos marines. La mayoría eran personas trajeadas. ¿No era una base de la Marina? había algo que no cuadraba, quizás era una trampa... no había dormido mal la noche anterior y estaba imaginándose cosas. Podían ser marines bien vestidos o burócratas. Sí, seguro que eran burócratas pues, al fin y al cabo, la Marina pertenecía al Gobierno Mundial.

No tardaron en explicarles la misión. Debían llegar a una isla ocupada por un ejército revolucionario y "liberarla". Dicho concepto de liberación siempre había mosqueado a Alex. No creía del todo en la ideología revolucionaria, pero tampoco simpatizaba con la causa del Gobierno Mundial. No iba a participar en algo así, estaba a punto de retirarse y disculparse con Garland. Pero algo llamó su atención. De entre todos los nombres escuchó uno bastante peculiar. Le sonaba de algo por lo que pidió el dossier con los datos. Costó que se lo entregaran pelo la influencia de su padre ayudaba a que lo hicieran. Repasó todos los objetivos, todos los datos, todos los nombres... y lo encontró. Baxtur Bane. Era un hombre cruel, un saqueador. Era incomprensible que estuviera con la armada revolucionaria.

La única idea que se le ocurría a Alex era que hubiera hecho aquello para esconderse y tener una "protección" contra la Marina. El cazador buscó información sobre los movimientos del ejército destacado en la isla. Era poca pues la mayoría de espías habían muerto según el dossier. Aunque la poca que había encajaba con Baxtur. Saqueos, violaciones, asesinatos y demás crímenes contra islas cercanas. todas pertenecían al Gobierno Mundial, pero los civiles eran ajenos a la guerra entre ambas facciones y aquello destruía los ideales de la Revolución. Sí, participaría en la misión de buen grado. Se habría retirado por no luchar con gente a la que consideraba inocente. Pero todos los seguidores de aquel hombre debían pagar por tan atroces crímenes.

-Podemos partir cuando lo creáis oportuno, yo ya estoy preparado- Alertó Alex.

Y así fue, un barco de la marina los esperaba en el puerto para acercarlos a la isla. Sin embargo, una vez llegaran, debían acercarse en bote para evitar ataques sobre la nave. Le parecía correcto, sería silencioso y eficaz. Ahora entendía pro qué habían ido a esa isla a recibir la misión, debían evitar que se extendiera el "fracaso" de la Marina al permitir que la Revolución tomara una isla de forma tan sencilla. En un cuartel no habrían podido evitarlo pero la isla judicial era un lugar misterioso donde casi todos los secretos permanecían en el desconocimiento general. Casi todos. pero seguía sin gustarle participar en una misión para la organización pro mucho que fuera una petición de su padre. Si lo hacía era solo por ayudar a gente inocente.

Llegaron al barco. No era muy grande ni muy vistoso, estaba seguro de que podrían acercarse hasta alguna costa alejada de la base principal con él. pero el Gobierno Mundial no era muy conocido por sacrificar sus pertenencias por el bien común. Era preferible arriesgar a sus soldados en botecitos y que, si algo pasaba, no hubieran pruebas para incriminarlos. Pero un barco destruido llamaba demasiado la atención. Cada día detestaba más a la Marina. Se sentó en cubierta apoyado en el mástil para esperar. No se había informado de la distancia que había entre esta isla y la de la misión, pero conocer ese dato no haría que el trayecto fuera más ameno, por lo que no se preocupó y dejó que le viento decidiera cuando era el momento de llegar a su nuevo destino.