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Ya era cinco días los que llevaba esperando en Villa Syrup. Las palabras de un pirata de tres al cuarto, aunque peligroso para muchos civiles, habían llegado a los oídos de aquella gente, que aterrorizados por las posibles consecuencias, contactaron con la marina para que mandara soldados que defendieran su hogar. Yo fui uno de los enviados y tras aquel tiempo ya citado, aún no había ni rastro de aquel pirata. La espera empezaba a cansarme, aunque no me iría sin terminar mi trabajo. Debía capturar a ese hombre, y si debía permanecer allí una semana más, un mes o incluso un año, me quedaría a velar por la seguridad de aquella gente y les ofrecería amparo sin descanso.
Teníamos tres barcos de la marina rodeando la isla, dos de ellos en las costas más cercanas a los únicos accesos de la villa y otro que no dejaba de moverse, rodeando la zona, en el que yo me encontraba. Estaba en la cubierta, de pie con los brazos cruzados mientras observaba al frente, en busca de cualquier anomalía que pudiera aparecer. -Maldito pirata bocazas. Pero ya lo dice el dicho, perro ladrador poco mordedor. Dudo mucho que aparezca por aquí.- Murmuraba yo.
Poco después anunciaron el segundo turno de comida. Los que ya habían saciado su apetito salieron a vigilar mientras que los que no, entramos en el barco para alimentarnos. La comida de la marina no estaba tan buen como la que preparaba mi mujer, pero no me podía quejar. La hacían para miles de personas y no podían permitirse el lujo de usar ingredientes caros o cualquier cosa por el estilo. Era comida básica y con las suficientes calorías para alimentar todo un barco. Sin embargo, nunca quedaba descontento. Comí gustosamente la comida que me ofrecieron y tras agradecer su trabajo, volví a mi puesto.
Teníamos tres barcos de la marina rodeando la isla, dos de ellos en las costas más cercanas a los únicos accesos de la villa y otro que no dejaba de moverse, rodeando la zona, en el que yo me encontraba. Estaba en la cubierta, de pie con los brazos cruzados mientras observaba al frente, en busca de cualquier anomalía que pudiera aparecer. -Maldito pirata bocazas. Pero ya lo dice el dicho, perro ladrador poco mordedor. Dudo mucho que aparezca por aquí.- Murmuraba yo.
Poco después anunciaron el segundo turno de comida. Los que ya habían saciado su apetito salieron a vigilar mientras que los que no, entramos en el barco para alimentarnos. La comida de la marina no estaba tan buen como la que preparaba mi mujer, pero no me podía quejar. La hacían para miles de personas y no podían permitirse el lujo de usar ingredientes caros o cualquier cosa por el estilo. Era comida básica y con las suficientes calorías para alimentar todo un barco. Sin embargo, nunca quedaba descontento. Comí gustosamente la comida que me ofrecieron y tras agradecer su trabajo, volví a mi puesto.
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El mar estaba calmado por los alrededores de aquella isla, las gaviotas pasaban por la zona tranquila. Una persona se pudo ver sobre un simple bote. Drake, el hombre a las órdenes de Derian pasaba por aquellas aguas. Su misión no era ninguna, simplemente pasaba a por provisiones pues le había entrado un hambre descomunal. Observaba tierra firme con una sonrisa tranquila. Su mirada cambio cuando vio a varios barcos de la marina. Drake se dirigía por la costa donde parecía ser la entrada. No sabía que podían hacer allí dos barcos de la marina. Otro daba vueltas también por la zona. Este silbaba con tranquilidad calmándose pues seguramente había peligro en la zona. Aprovechó la fuerza de las olas para llegar a tierra firme rápidamente. Una vez allí saco la típica cuerda que siempre había en su bote y camino hasta amarrarla a un árbol de una forma ridícula. Era torpe en ese aspecto y ese nudo se deshacía muy fácil. No le dio importancia y aferró allí la embarcación. Tras aquello suspiro observando la isla que había frente a él. No sabía dónde estaría la taberna más cercana y tampoco sabía si habría alguna taberna. Su mirada se fijo en una persona que caminaba hacia él tan tranquilamente. Pero esta se iba tambaleando y su rostro estaba algo colorado. Un borracho a simple vista es lo que parecía. Su pelo era moreno y sus ropas típicas de los granjeros. Parecía ser un habitante de la isla y tendría unos treinta y pico años. Drake intento pasar por su lado tranquilamente sin armar jaleo cuando el hombre le agarró con fuerza del brazo. No hizo nada para evitarlo, allí había varios barcos de la marina y no quería que lo arrestaran por armarla. Se quedó observando al hombre que tenia frente a él para ver lo que quería y que así le dejara en paz y seguir su camino.
- Dame dinero!
Drake lo escuchó perfectamente. Al parecer quería dinero, y seguramente para alcohol. Este llevaba lo justo para poder comprar algo de comida para su viaje ya que llevaba dos días sin comer y no iba a dárselo a aquel hombre. Negó con la cabeza en señal de negación para que le dejara en paz y decirle que no le iba a dar. El hombre pareció mosquearse más. Normal en un borracho, si quería alcohol no iba a parar hasta conseguirlo. Este sacó de su chaqueta una navaja y señalo con ella a Drake amenazándole y pidiéndole que le diera dinero. Este volvió a negar de la misma forma observándole y intento apartarlo de él. El borracho cabreado se lanzo a por él dándole con la navaja en el hombro y atravesándole un poco de esta. Y le hubiera dado en el cuello de no ser porque Drake se echó a un lado. La sangre salía de su hombro, este le dio ya igual la marina. Agarro a aquel hombre del cuello y le dio un puñetazo con una fuerza increíble partiéndole la nariz y dejándolo sangrando en el suelo y sin conocimiento. Para desgracia suya en ese momento pasó un grupo de unas siete personas y lo vieron sobre el hombre sin conocimiento. Rápidamente corrieron al pueblo gritando y pidiendo ayuda gritando las palabras
- Un asesino! Un asesino!
El pueblo empezó a ponerse nervioso pues sus habitantes corrían a sus casas y otros acudían a la playa a ver lo que pasaba. Drake se llevó la mano al hombro rápidamente dolorido por aquel tajo y apretando los dientes mientras se sentó en la arena pasando totalmente de aquellas personas que gritaban aquellas acusaciones. Ahora le preocupaba mas cerrar esa herida que le estaba ardiendo en el hombro. Sentía su mano llena de sangre, aquel idiota le había hecho un buen corte y bien profundo. Respiraba algo agitado por ello y tras unos segundos se levantó con la mente en blanco. Pues no sabía que podía hacer ahora. Si huir rápidamente de ese pueblo o intentar explicarlo. Ellos creerían antes a uno de sus habitantes que a un desconocido. En la playa se estaba formando una pequeña muchedumbre de gente mirándole. Cosa que le ponía algo nervioso.
- Dame dinero!
Drake lo escuchó perfectamente. Al parecer quería dinero, y seguramente para alcohol. Este llevaba lo justo para poder comprar algo de comida para su viaje ya que llevaba dos días sin comer y no iba a dárselo a aquel hombre. Negó con la cabeza en señal de negación para que le dejara en paz y decirle que no le iba a dar. El hombre pareció mosquearse más. Normal en un borracho, si quería alcohol no iba a parar hasta conseguirlo. Este sacó de su chaqueta una navaja y señalo con ella a Drake amenazándole y pidiéndole que le diera dinero. Este volvió a negar de la misma forma observándole y intento apartarlo de él. El borracho cabreado se lanzo a por él dándole con la navaja en el hombro y atravesándole un poco de esta. Y le hubiera dado en el cuello de no ser porque Drake se echó a un lado. La sangre salía de su hombro, este le dio ya igual la marina. Agarro a aquel hombre del cuello y le dio un puñetazo con una fuerza increíble partiéndole la nariz y dejándolo sangrando en el suelo y sin conocimiento. Para desgracia suya en ese momento pasó un grupo de unas siete personas y lo vieron sobre el hombre sin conocimiento. Rápidamente corrieron al pueblo gritando y pidiendo ayuda gritando las palabras
- Un asesino! Un asesino!
El pueblo empezó a ponerse nervioso pues sus habitantes corrían a sus casas y otros acudían a la playa a ver lo que pasaba. Drake se llevó la mano al hombro rápidamente dolorido por aquel tajo y apretando los dientes mientras se sentó en la arena pasando totalmente de aquellas personas que gritaban aquellas acusaciones. Ahora le preocupaba mas cerrar esa herida que le estaba ardiendo en el hombro. Sentía su mano llena de sangre, aquel idiota le había hecho un buen corte y bien profundo. Respiraba algo agitado por ello y tras unos segundos se levantó con la mente en blanco. Pues no sabía que podía hacer ahora. Si huir rápidamente de ese pueblo o intentar explicarlo. Ellos creerían antes a uno de sus habitantes que a un desconocido. En la playa se estaba formando una pequeña muchedumbre de gente mirándole. Cosa que le ponía algo nervioso.
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Observaba atentamente, buscando cualquier indicio que pudiera llevarme a aquel pirata. El mar estaba en calma, el viento resoplaba débil, creando pequeñas olas que movían los barcos muy levemente, y en un atisbo de localizar al pirata, observé como un pequeño bote se acercaba. Observé el cartel donde se exponía el rostro del buscado y su recompensa. Conforme el extranjero se acercaba, pude observar que no era él, aunque un hombre que llegaba solo, en un bote, nunca era buena señal. Informé de esto a los cargos más altos que había en el navío y mandaron un pequeño equipo de reconocimiento para ver cual eran sus intenciones, entre ellos, iba yo.
Bajamos de la embarcación poco después de que este se internara en la isla y empezamos a seguirlo con cautela. No queríamos que nos descubriese, pues si no hacía nada fuera de la ley, no teníamos derechos sobre él. Sin embargo, la cosa no tardó en ponerse interesante. Se le acercó un hombre, ebrio al parecer por sus movimientos imprecisos y su lenguaje vulgar y difícil de entender. Ordené a mi grupo que se mantuviera escondido y alerta. Aquel tipo agarró del brazo al forastero y le exigió una suma de berries, a lo cual se negó rotundamente y así fue en varias ocasiones más. Lo siguiente fue todo muy rápido. El señor borracho sacó un arma blanca y apuñaló en el hombro al chico, que ante la acción llevada a cabo, le ofreció a cambio un puñetazo que lo tumbó, riompiéndole probablemente la nariz y dejándolo allí tirado, gritando de dolor. Fuimos rápidamente a tender al herido y a apaciguar la exaltación de la gente que se formó en un instante. Seguidamente, observé como uno de los causantes se dirigía a la playa. Fue en defensa propia, sin embargo, no podía irse sin más.
-Llevaos a este hombre al barco más cercano. Que le atiendan esa herida y lo dejen retenido. Va a tener que ser sometido a un interrogatorio y probablemente le impongamos algún castigo. La gente no puede ir así por la vida. Esta clase de personas son un peligro para los demás civiles.- Dije yo, viendo como cuatro de los seis que eramos agarraban a aquel hombre y se iban en dirección a uno de los navíos amarrados.
Los demás, seguimos a aquel hombre. Al llegar a la playa le mandamos un aviso para que se detuviera. -Has atentado contra un civil, y aunque ha sido en defensa propia, has formado un escándalo ante la gente, aparte de haber dejado a una de las personas afectadas sin ninguna clase de trato.- Explicaba yo. -Tu sentencia no será nada grave, pero deberás acompañarnos si deseas seguir tus viajes sin problemas.- Añadí, advirtiéndole de las posibles consecuencias.
Pese a todo aquello, una explosión en el agua, muy cercana a nosotros, se interpuse en aquella conversación, junto a varios gritos de alarma. El enemigo había llegado. Finalmente aquel pirata había dado la cara y venía a cumplir lo prometido. No había tiempo de juzgar a aquel hombre, teníamos que salvar a toda la gente y sus hogares. -Está bien, no hay tiempo para minucias. Visto que no eres alguien ordinario, te ofrezco ayudarnos y librarte de cualquier culpa. Dirígete al interior del barco para que traten tu herida y luego, quédate allí en caso de que decidas permanecer ajeno al combate.- Decía yo, mirando al castaño.
Bajamos de la embarcación poco después de que este se internara en la isla y empezamos a seguirlo con cautela. No queríamos que nos descubriese, pues si no hacía nada fuera de la ley, no teníamos derechos sobre él. Sin embargo, la cosa no tardó en ponerse interesante. Se le acercó un hombre, ebrio al parecer por sus movimientos imprecisos y su lenguaje vulgar y difícil de entender. Ordené a mi grupo que se mantuviera escondido y alerta. Aquel tipo agarró del brazo al forastero y le exigió una suma de berries, a lo cual se negó rotundamente y así fue en varias ocasiones más. Lo siguiente fue todo muy rápido. El señor borracho sacó un arma blanca y apuñaló en el hombro al chico, que ante la acción llevada a cabo, le ofreció a cambio un puñetazo que lo tumbó, riompiéndole probablemente la nariz y dejándolo allí tirado, gritando de dolor. Fuimos rápidamente a tender al herido y a apaciguar la exaltación de la gente que se formó en un instante. Seguidamente, observé como uno de los causantes se dirigía a la playa. Fue en defensa propia, sin embargo, no podía irse sin más.
-Llevaos a este hombre al barco más cercano. Que le atiendan esa herida y lo dejen retenido. Va a tener que ser sometido a un interrogatorio y probablemente le impongamos algún castigo. La gente no puede ir así por la vida. Esta clase de personas son un peligro para los demás civiles.- Dije yo, viendo como cuatro de los seis que eramos agarraban a aquel hombre y se iban en dirección a uno de los navíos amarrados.
Los demás, seguimos a aquel hombre. Al llegar a la playa le mandamos un aviso para que se detuviera. -Has atentado contra un civil, y aunque ha sido en defensa propia, has formado un escándalo ante la gente, aparte de haber dejado a una de las personas afectadas sin ninguna clase de trato.- Explicaba yo. -Tu sentencia no será nada grave, pero deberás acompañarnos si deseas seguir tus viajes sin problemas.- Añadí, advirtiéndole de las posibles consecuencias.
Pese a todo aquello, una explosión en el agua, muy cercana a nosotros, se interpuse en aquella conversación, junto a varios gritos de alarma. El enemigo había llegado. Finalmente aquel pirata había dado la cara y venía a cumplir lo prometido. No había tiempo de juzgar a aquel hombre, teníamos que salvar a toda la gente y sus hogares. -Está bien, no hay tiempo para minucias. Visto que no eres alguien ordinario, te ofrezco ayudarnos y librarte de cualquier culpa. Dirígete al interior del barco para que traten tu herida y luego, quédate allí en caso de que decidas permanecer ajeno al combate.- Decía yo, mirando al castaño.
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Al parecer la situación pintaba algo mala. Los marines habían llegado hasta su posición y no le convenía en nada aquello. Observó cómo se llevaban a aquel borracho entre cuatro hombres y después le dijeron que se frenara. Se quedó quieto observándoles frunciendo algo el ceño pero sin mala intención, solo era enfado. No sabía lo que le dirían ni que castigo se llevaría de aquello. Solo esperaba que no le encerrasen ni ninguna cosa parecida. Cuando el hombre se puso a hablar lo escucho atentamente fijo en sus ojos mirándole de forma inexpresiva y algo preocupada. No interrumpió en ningún momento y espero a que el hombre acabara aquellas palabras que le estaba diciendo. Pero de forma amable, lo que le sorprendió un poco ya que según oía los marines eran muy crueles y eran muy injustos con los demás abusando de sus cargos. Aunque ahora no le parecía que fuesen así por la forma que tenia aquel hombre de comportarse. Por ser el primero en hablar e ir delante pudo adivinar que se trataba de un superior a los demás. Una vez este acabo de hablar se quedó pensativo observándole con cautela pero sin ninguna planeación de hacer nada al respecto en el tema de huir.
Según sus palabras no sería nada grave, pero si quería seguir debía acompañar a aquellos hombres. No sabía ahora lo que debía hacer. Si iba con ellos tal vez la situación acabara antes y podría irse de allí rápidamente y seguir su camino. Pero si se negaba podía ser mucho peor, solo tenía un bote como método de huida y ellos grandes barcos. Finalmente accedió a ir con ellos aceptando su destino con algo de pesar. Pues debía regresar al barco de Derian cuanto antes y no quería fallarle. Cuando asintió escucho una explosión en el agua la cual hizo que este se agachase rápidamente. Al parecer era un ataque a aquella ciudad y a sus habitantes. Escuchó de nuevo las palabras de aquel hombre de ayudarles y asi su culpa desaparecería. Parecía un buen trato en principio, pero era arriesgado. No quería meterse en líos entre piratas y marines ya que podía salir más tarde perjudicado. Si ayudaba a los piratas por la marina y si ayudaba a la marina por los piratas. Ahora no tenía otra opción debía hacer algo si o si. Asintió a sus palabras y se dirigió como el dijo al barco de la marina rápidamente. Un marine fue con él para que le creyeran los de dentro. Lo hicieron sentarse en una especie de silla de madera algo más baja que una simple silla normal. Comenzaron a desinfectarle el corte. Dolía bastante pero permaneció callado sin hacer ruido. Tras eso se lo vendaron y apretaron bien para cerrárselo. Cuando acabaron este decidió ayudarles. Le había curado y eso fue algo que agradeció mucho. Además le habían parecido buena gente. Con una media sonrisa se levanto de la silla y salió corriendo a la playa de nuevo. Dio un salto desde aquel barco a la arena. Al caer colocó su mano en la arena para amortiguar la caída. Para sorpresa de todos, aquella mano ya no era una mano sino una pata blanca y su dueño un lobo blanco de ojos dorados bastante grande. Su mirada se fijaba en todos y dio un enorme rugido de advertencia a los que atacaban mientras buscaba con la mirada al hombre que le había dicho de unirse a ellos.
Según sus palabras no sería nada grave, pero si quería seguir debía acompañar a aquellos hombres. No sabía ahora lo que debía hacer. Si iba con ellos tal vez la situación acabara antes y podría irse de allí rápidamente y seguir su camino. Pero si se negaba podía ser mucho peor, solo tenía un bote como método de huida y ellos grandes barcos. Finalmente accedió a ir con ellos aceptando su destino con algo de pesar. Pues debía regresar al barco de Derian cuanto antes y no quería fallarle. Cuando asintió escucho una explosión en el agua la cual hizo que este se agachase rápidamente. Al parecer era un ataque a aquella ciudad y a sus habitantes. Escuchó de nuevo las palabras de aquel hombre de ayudarles y asi su culpa desaparecería. Parecía un buen trato en principio, pero era arriesgado. No quería meterse en líos entre piratas y marines ya que podía salir más tarde perjudicado. Si ayudaba a los piratas por la marina y si ayudaba a la marina por los piratas. Ahora no tenía otra opción debía hacer algo si o si. Asintió a sus palabras y se dirigió como el dijo al barco de la marina rápidamente. Un marine fue con él para que le creyeran los de dentro. Lo hicieron sentarse en una especie de silla de madera algo más baja que una simple silla normal. Comenzaron a desinfectarle el corte. Dolía bastante pero permaneció callado sin hacer ruido. Tras eso se lo vendaron y apretaron bien para cerrárselo. Cuando acabaron este decidió ayudarles. Le había curado y eso fue algo que agradeció mucho. Además le habían parecido buena gente. Con una media sonrisa se levanto de la silla y salió corriendo a la playa de nuevo. Dio un salto desde aquel barco a la arena. Al caer colocó su mano en la arena para amortiguar la caída. Para sorpresa de todos, aquella mano ya no era una mano sino una pata blanca y su dueño un lobo blanco de ojos dorados bastante grande. Su mirada se fijaba en todos y dio un enorme rugido de advertencia a los que atacaban mientras buscaba con la mirada al hombre que le había dicho de unirse a ellos.
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Finalmente, y sin poner ninguna pega, el chico entró al barco, donde podrían tratarle aquella herida para que no fuese a peor. Después de todo, fuera cual fuera su destino, no podíamos dejarle así sin más. Tenía una buena herida en el hombro y había que desinfectarla así como vendarla.
No era propio de mí dejar libre a alguien a cambio de su ayuda, mas este era un momento crítico, y después de todo, mis propios ojos vieron como aquel joven actuó en defensa propia. No era su culpa que un borracho se le apareciese pidiendo dinero y apuñalándolo poco después, mas ya retuvimos al culpable, y el herido alteró el orden público.
Pasé a lo importante y observé como aquella carabela se acercaba rápidamente, disparando sus cañones contra el navío de la marina, que le devolvía el ataque con fiereza, mas pocos eran los proyectiles que conseguían impactar en un casco u otro y los daños eran mínimos. Fui corriendo a cubierta para defender el barco en caso de abordaje y pude ver como uno de los oficiales ordenaba a los otros dos barcos que fueran a aquella posición, aunque seguramente estos ya habían escuchado el sonido de las cañones y estaban por venir.
El agua del mar golpeaba con fuerza y hacía chirriar la madera de aquellos transportes. Las explosiones que se producían eran los causantes de que el océano se volviera violento y peligroso. No tardaron en frenar aquellos disparos y en salir rampas de abordaje por ambos lados, sin embargo, nosotros preferíamos defender. Varias filas de marines armados con rifles empezaron a disparar, haciendo mella en el ejército pirata, mas estos no se quedarían cruzados, muchos poseían trabucos con los que contraatacaban y lograban abatir a algún que otro recluta. El enemigo no demoró mucho más en llegar a nuestro barco y ahí es donde empezaba la acción.
Pude ver como el sujeto al que estaban curando, saltó del barco hacia la arena de la playa y mutó su apariencia. Su cuerpo humano cambió para volverse un lobo de albino pelaje y ojos ámbar. Un aullido llamó bastante la atención, tanto de los nuestros como de los suyos. -¡Hey! ¡Sube aquí arriba, la playa es peligrosa y el enemigo nos está abordando!- Exclamaba yo dirigiéndome al animal, probablemente usuario de una akuma no mi del tipo zoan. Les expliqué a mis compañeros que estaba de nuestro lado y me preparé para acabar con unos cuantos piratas de tres al cuarto.
Toda la infantería se acercó para empezar la lucha cuerpo a cuerpo mientras que los tiradores permanecían apartados, abatiendo cada pirata que podían. Dos hombres se acercaron a mi, alzando sus espadas para partirme en dos. Los evadí con facilidad, debido a su ataque tan previsible y cogí a uno de ellos por la cabeza, elevándolo varios centímetros y lanzándolo poco después al mar. Al otro le di un gancho de izquierda junto a una pequeña explosión producida por mi fruta del diablo que lo hizo salir despedido y estamparse contra la barandilla del barco.
No era propio de mí dejar libre a alguien a cambio de su ayuda, mas este era un momento crítico, y después de todo, mis propios ojos vieron como aquel joven actuó en defensa propia. No era su culpa que un borracho se le apareciese pidiendo dinero y apuñalándolo poco después, mas ya retuvimos al culpable, y el herido alteró el orden público.
Pasé a lo importante y observé como aquella carabela se acercaba rápidamente, disparando sus cañones contra el navío de la marina, que le devolvía el ataque con fiereza, mas pocos eran los proyectiles que conseguían impactar en un casco u otro y los daños eran mínimos. Fui corriendo a cubierta para defender el barco en caso de abordaje y pude ver como uno de los oficiales ordenaba a los otros dos barcos que fueran a aquella posición, aunque seguramente estos ya habían escuchado el sonido de las cañones y estaban por venir.
El agua del mar golpeaba con fuerza y hacía chirriar la madera de aquellos transportes. Las explosiones que se producían eran los causantes de que el océano se volviera violento y peligroso. No tardaron en frenar aquellos disparos y en salir rampas de abordaje por ambos lados, sin embargo, nosotros preferíamos defender. Varias filas de marines armados con rifles empezaron a disparar, haciendo mella en el ejército pirata, mas estos no se quedarían cruzados, muchos poseían trabucos con los que contraatacaban y lograban abatir a algún que otro recluta. El enemigo no demoró mucho más en llegar a nuestro barco y ahí es donde empezaba la acción.
Pude ver como el sujeto al que estaban curando, saltó del barco hacia la arena de la playa y mutó su apariencia. Su cuerpo humano cambió para volverse un lobo de albino pelaje y ojos ámbar. Un aullido llamó bastante la atención, tanto de los nuestros como de los suyos. -¡Hey! ¡Sube aquí arriba, la playa es peligrosa y el enemigo nos está abordando!- Exclamaba yo dirigiéndome al animal, probablemente usuario de una akuma no mi del tipo zoan. Les expliqué a mis compañeros que estaba de nuestro lado y me preparé para acabar con unos cuantos piratas de tres al cuarto.
Toda la infantería se acercó para empezar la lucha cuerpo a cuerpo mientras que los tiradores permanecían apartados, abatiendo cada pirata que podían. Dos hombres se acercaron a mi, alzando sus espadas para partirme en dos. Los evadí con facilidad, debido a su ataque tan previsible y cogí a uno de ellos por la cabeza, elevándolo varios centímetros y lanzándolo poco después al mar. Al otro le di un gancho de izquierda junto a una pequeña explosión producida por mi fruta del diablo que lo hizo salir despedido y estamparse contra la barandilla del barco.
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El lobo blanco observó desde la arena que había tomado el camino equivocado. En cuestión de unos segundos tras escuchar la voz de aquel hombre corrió hacia la cubierta del barco. Sus ojos dorados observaban como empezaban a atacar a los marines. El hombre que le había ayudado peleaba con gran habilidad, le sorprendió el golpe que le dio al segundo hombre. Lo había estampado contra la barandilla con una extraña explosión. Tras eso el lobo vio como tres piratas saltaban al barco. Dos de ellos estaban bastante fornidos. El primero corrió a por el lobo, este corrió saltando a por el clavando en el acto sus poderosos dientes afilados en el cuello de aquel hombre destrozándole la garganta con bastante fuerza. El segundo hombre fornido al ver esto sacó su espada y corrió a por el lobo lanzando un tajo rápido a sus costillas. Drake cerró los ojos dolorido cuando recibió aquel tajo en el costillar. Con ira se lanzo mordiendo el hombro de aquel hombre con fuerza. Aquel tipo gritó de dolor por el mordisco y le dio un puñetazo en la cabeza tirándolo al suelo. Drake se levantó rugiendo su forma empezó a cambiar. Se colocó a dos patas, Sus músculos empezaron a salir de una forma bestial. Sus garrar ahora eran manos con uñas afiladas. Su cola se alargo un poco. Sus ropas habían vuelto pero le quedaban muy pequeñas. Tanto que se quito la camiseta tirándola a un lado. Frente a al pirata había un enorme lobo en posición de pie. El enorme ser agarró al pirata por la cabeza y lo tiro por la borda como si nada. Ya solo quedaba el tercer pirata que observaba al ``hombre-lobo``.
Drake rugió con muchísima fuerza a la vez que corría a por aquel tipo el cual sacó su arma de fuego y disparó contra el enorme lobo dándole en el hombro. Este cerró los ojos bastante dolorido por aquel disparo y los abrió con furia golpeando a aquel pirata y tirándolo al suelo, el arma de este acabó en los pies de Drake. Con otro rugido aún más notorio que el anterior agarró dicha arma con dos dedos y la arrojó al mar. Sus ojos ahora eran de bastante ira. Por suerte el tiro le había dado en el hombro contrario al del navajazo. El pirata sacó su espada, al parecer una katana blanca. De un tajo le provocó al lobo un corte en el abdomen. Este reacciono estirando dos dedos hacia él con rapidez y atravesando su cuello con sus afiladas uñas. En un ataque de salvajismo agarró al pirata medio muerto y de un bocado le arrancó la cabeza tirando el cuerpo después al agua y la cabeza destrozándola y tragándosela. Parecía haber perdido el control. Pero solo lo parecía, en realidad estaba mosqueado solo con los piratas y no suponía peligro para los marines.
Drake rugió con muchísima fuerza a la vez que corría a por aquel tipo el cual sacó su arma de fuego y disparó contra el enorme lobo dándole en el hombro. Este cerró los ojos bastante dolorido por aquel disparo y los abrió con furia golpeando a aquel pirata y tirándolo al suelo, el arma de este acabó en los pies de Drake. Con otro rugido aún más notorio que el anterior agarró dicha arma con dos dedos y la arrojó al mar. Sus ojos ahora eran de bastante ira. Por suerte el tiro le había dado en el hombro contrario al del navajazo. El pirata sacó su espada, al parecer una katana blanca. De un tajo le provocó al lobo un corte en el abdomen. Este reacciono estirando dos dedos hacia él con rapidez y atravesando su cuello con sus afiladas uñas. En un ataque de salvajismo agarró al pirata medio muerto y de un bocado le arrancó la cabeza tirando el cuerpo después al agua y la cabeza destrozándola y tragándosela. Parecía haber perdido el control. Pero solo lo parecía, en realidad estaba mosqueado solo con los piratas y no suponía peligro para los marines.
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Finalmente aquel tipo transformado en lobo llegó a escena. Mordiéndole a uno de los piratas que tenía más cerca en el cuello y desgarrándole la garganta con una fuerza increíble, sin embargo no fue capaz de evitar un corte producido en sus costillas, mas no le detuvo a la hora de saltar contra aquel pirata fornido y clavarse sus colmillos en el hombro, a lo que este respondió con un golpe en la cabeza. El extraño usuario de akuma no mi, cambió de forma, pasando a ser una especie de hombre lobo. Bastante grande y con un aspecto aterrador para muchos. Este agarró al pirata ejecutor del corte y lo lanzó por la borda como si se tratase de un muñeco. Probablemente tendría incluso más fuerza que yo. el siguiente, tercer y último de los que habían abordado el barco, le produjo un tajo en el abdomen. Nuestro nuevo aliado apuñaló el cuello de aquel hombre con sus afiladas uñas y acto seguido le arrancó su cabeza, destrozándola y devorándola poco después. Fue una imagen bastante inusual e incluso algo repugnante, mas no me quejaría de la ayuda que nos proporcionaba. Aquellos insolentes habían venido a matar inocentes, su muerte sería el castigo.
-Vaya, eres increíblemente fuerte. Es una suerte tenerte de nuestro lado, al menos por este momento.- Dije yo, mirando hacia el hombre lobo. De no ser así, todos correríamos peligro. Aquel ser era muy poderoso y la mayoría de los reclutas no podrían hacerle frente. Caería ante los disparos y los cortes que recibiría, pero seguramente podría llevarse a varios con él. Era mejor como aliado que como enemigo.
Todos continuamos peleando. Poco a poco la balanza se decantaba a nuestro favor, y más cuando llegaron los otros dos barcos, preparados para los refuerzos y bombardeando al barco enemigo. Todos los piratas que aún se encontraban en él, saltaron al agua o se introdujeron en nuestro barco para no acabar como fiambres, mas de una forma u otra, habían sentenciado sus vidas. Me acerqué a uno de ellos y pegué un pequeño salto para hincarle un rodillazo en el estómago que le hizo escupir sangre y quedarse doblado, agarrándose a la parte afectada por el dolor. Seguidamente una patada en la cara, de abajo hacia arriba, como si fuera un uppercut, lo noqueó.
-¡Vamos, compañeros! ¡La batalla aún no ha terminado, y los civiles no podrán defenderse solos!- Exclamaba yo, para que nadie dejase de luchar hasta diezmar al enemigo.
-Vaya, eres increíblemente fuerte. Es una suerte tenerte de nuestro lado, al menos por este momento.- Dije yo, mirando hacia el hombre lobo. De no ser así, todos correríamos peligro. Aquel ser era muy poderoso y la mayoría de los reclutas no podrían hacerle frente. Caería ante los disparos y los cortes que recibiría, pero seguramente podría llevarse a varios con él. Era mejor como aliado que como enemigo.
Todos continuamos peleando. Poco a poco la balanza se decantaba a nuestro favor, y más cuando llegaron los otros dos barcos, preparados para los refuerzos y bombardeando al barco enemigo. Todos los piratas que aún se encontraban en él, saltaron al agua o se introdujeron en nuestro barco para no acabar como fiambres, mas de una forma u otra, habían sentenciado sus vidas. Me acerqué a uno de ellos y pegué un pequeño salto para hincarle un rodillazo en el estómago que le hizo escupir sangre y quedarse doblado, agarrándose a la parte afectada por el dolor. Seguidamente una patada en la cara, de abajo hacia arriba, como si fuera un uppercut, lo noqueó.
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La batalla parecía estar poco a poco a nuestro favor por lo que el lobo contemplaba. Mas barcos de los marines se unieron a la batalla y ellos parecían ir perdiendo soldados que caían al agua y otros acaban su vida en cubierta. Aquel hombre no se quedaba atrás en su forma de pelear. Lo hacía fantástico pese a la edad que aparentaba. Drake le echó unos cincuenta años o cosa así. No sabía si estaba en lo cierto pero para él aquella era su opinión respecto al hombre que le había ayudado y con el que entablaba compañerismo pelando con aquellos piratas.
Los ojos del lobo ahora se fijaban en otros dos piratas que habían saltado a cubierta con sus armas corriendo a por este gritándole. No entendía sus voces entre toda aquella batalla por el ruido ocasionado y todo el fulgor del combate. El enorme lobo frunció el ceño y corrió a por ellos rugiendo. El primer pirata el cual parecía bastante delgado y alto intento golpear al lobo en el ojo con su puño. Cosa que no ocurrió pues el enorme animal agarró su brazo y le golpeo las costillas con el otro brazo escuchándose un ``crack`` y poco después gritos de dolor por parte de aquel hombre. Su destino fue la mar. Pues el lobo al acabar lo lanzo contra el agua de forma violenta para que se hiciese daño al caer. Tras recibió un golpe con un remo en la cabeza. El otro pirata le había golpeado con este. El enorme lobo rugió sangrando un poco por la frente cuando volvió a su forma humana. Drake respiraba agitado por las heridas mientras que metía las manos en los guanteletes que llevaba atados a su cintura. El hombre lanzó otro golpe contra el chico. Este metió el puño bloqueándolo con el guantelete de acero y golpeándole con el pincho del otro en la zona del corazón y apuñalándole este. Tras eso sacó el pincho del guante de su pecho y soltó el remo que había parado con el otro guante para lanzarle un cabezazo en la cara tirándolo al suelo y dejándole morir allí. Acto seguido cogió el cuerpo y lo tiro por la borda haciendo que este cayera al agua como los anteriores que se había cargado.
L a cubierta del barco estaba llena absolutamente de la sangre de los que él había abatido. Su mirada se fijaba en el tipo que peleaba con fiereza también e hizo aquel golpe explosivo tan raro. Con una mirada inexpresiva al acabar su pelea se colocó junto a él pasándose la mano por la frente y limpiándose la sangre del golpe. Respiraba con algo de dificultad y su rostro mostraba cansancio. Las heridas estaban por su cuerpo las cuales se notaban por los cortes y algunos cardenales. Realmente sus heridas no le importaban mucho. Le importaba más el hecho de acabar aquella batalla que estaba teniendo ayudando a aquellos marines. Finalmente suspiró y parpadeo varias veces esperando a ver que más pasaba.
Los ojos del lobo ahora se fijaban en otros dos piratas que habían saltado a cubierta con sus armas corriendo a por este gritándole. No entendía sus voces entre toda aquella batalla por el ruido ocasionado y todo el fulgor del combate. El enorme lobo frunció el ceño y corrió a por ellos rugiendo. El primer pirata el cual parecía bastante delgado y alto intento golpear al lobo en el ojo con su puño. Cosa que no ocurrió pues el enorme animal agarró su brazo y le golpeo las costillas con el otro brazo escuchándose un ``crack`` y poco después gritos de dolor por parte de aquel hombre. Su destino fue la mar. Pues el lobo al acabar lo lanzo contra el agua de forma violenta para que se hiciese daño al caer. Tras recibió un golpe con un remo en la cabeza. El otro pirata le había golpeado con este. El enorme lobo rugió sangrando un poco por la frente cuando volvió a su forma humana. Drake respiraba agitado por las heridas mientras que metía las manos en los guanteletes que llevaba atados a su cintura. El hombre lanzó otro golpe contra el chico. Este metió el puño bloqueándolo con el guantelete de acero y golpeándole con el pincho del otro en la zona del corazón y apuñalándole este. Tras eso sacó el pincho del guante de su pecho y soltó el remo que había parado con el otro guante para lanzarle un cabezazo en la cara tirándolo al suelo y dejándole morir allí. Acto seguido cogió el cuerpo y lo tiro por la borda haciendo que este cayera al agua como los anteriores que se había cargado.
L a cubierta del barco estaba llena absolutamente de la sangre de los que él había abatido. Su mirada se fijaba en el tipo que peleaba con fiereza también e hizo aquel golpe explosivo tan raro. Con una mirada inexpresiva al acabar su pelea se colocó junto a él pasándose la mano por la frente y limpiándose la sangre del golpe. Respiraba con algo de dificultad y su rostro mostraba cansancio. Las heridas estaban por su cuerpo las cuales se notaban por los cortes y algunos cardenales. Realmente sus heridas no le importaban mucho. Le importaba más el hecho de acabar aquella batalla que estaba teniendo ayudando a aquellos marines. Finalmente suspiró y parpadeo varias veces esperando a ver que más pasaba.
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Uno de los barcos ancló en la orilla y puso la trampilla para que varios pelotones de marines se dirigieran a la playa a esperar a los rezagados que intentaban huir por mar. La mayoría volvían a la arena, pues irse nadando era una opción demasiado arriesgada y estúpida. El mar estaba plagado de peligros y más cuando intentabas ir nadando, cuando podrías pasarte días hasta llegar a la próxima isla, cosa bastante improbable. Un hombre ordinario no aguantaría tanto tiempo a nado y mucho menos cuando los fusiles de cientos de marines le apuntaban.
Observé a nuestro nuevo compañero, era increíble su potencia, mas estaba recibiendo bastantes heridas que deberían ser tratadas al finalizar la batalla. Muchos marines habían caído en la refriega y otros se encontraban gravemente heridos. Sin duda lamentaba tantas pérdidas, pero cuando alguien se alistaba a la marina, lo hacía sabiendo el peligro que corría. Nuestro deber era dar la vida por aquellos a los que debíamos defender. Si nuestra vida conseguía dicha protección daba igual la muerte, pues con ella habríamos evitado muchas otras que no deberían producirse. Eso era ser marine.
Mientras aún observaba a los míos, una puñalada con un cuchillo en el abdomen me hizo abrir los ojos como platos.El causante se encontraba temeroso e incapacitado ante la fría mirada que se clavaba sobre él poco después. Inspiré y expiré con fuerza para poco después darle un gancho con la izquierda en la cara, sumado a una pequeña explosión que le hizo acabar contra la borda. Con gran carencia de dientes y la cara chamuscada. Seguidamente extraje el arma de mi cuerpo y la lancé al suelo.
-Mierda, eso me pasa por descuidarme...- Murmuré yo mientras observaba a un hombre que vestía de negro, con una gran capa de dicho color y hombreras doradas. Este tenía el pelo rojo y peinado hacia atrás, así como sus ojos, que también eran de color carmín. Tenía varias cicatrices en el rostro y demostró gran velocidad y fuerza al ir contra un grupo de marines sin que estos pudieran intervenir y noquearlos a todos. Eran cinco, ni más ni menos. Tras esto esbozó una gran sonrisa.
-Esta será mi tumba, pero mi muerte cargará con todas las vuestras.- Dijo confiado, antes de desenvainar un par de cimitarras y cortar mortalmente a un par de marines que intentaron frenarle. Lo miré con furia y me preparé para combatir contra aquel hombre que sería un gran desafío.
Observé a nuestro nuevo compañero, era increíble su potencia, mas estaba recibiendo bastantes heridas que deberían ser tratadas al finalizar la batalla. Muchos marines habían caído en la refriega y otros se encontraban gravemente heridos. Sin duda lamentaba tantas pérdidas, pero cuando alguien se alistaba a la marina, lo hacía sabiendo el peligro que corría. Nuestro deber era dar la vida por aquellos a los que debíamos defender. Si nuestra vida conseguía dicha protección daba igual la muerte, pues con ella habríamos evitado muchas otras que no deberían producirse. Eso era ser marine.
Mientras aún observaba a los míos, una puñalada con un cuchillo en el abdomen me hizo abrir los ojos como platos.El causante se encontraba temeroso e incapacitado ante la fría mirada que se clavaba sobre él poco después. Inspiré y expiré con fuerza para poco después darle un gancho con la izquierda en la cara, sumado a una pequeña explosión que le hizo acabar contra la borda. Con gran carencia de dientes y la cara chamuscada. Seguidamente extraje el arma de mi cuerpo y la lancé al suelo.
-Mierda, eso me pasa por descuidarme...- Murmuré yo mientras observaba a un hombre que vestía de negro, con una gran capa de dicho color y hombreras doradas. Este tenía el pelo rojo y peinado hacia atrás, así como sus ojos, que también eran de color carmín. Tenía varias cicatrices en el rostro y demostró gran velocidad y fuerza al ir contra un grupo de marines sin que estos pudieran intervenir y noquearlos a todos. Eran cinco, ni más ni menos. Tras esto esbozó una gran sonrisa.
-Esta será mi tumba, pero mi muerte cargará con todas las vuestras.- Dijo confiado, antes de desenvainar un par de cimitarras y cortar mortalmente a un par de marines que intentaron frenarle. Lo miré con furia y me preparé para combatir contra aquel hombre que sería un gran desafío.
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Drake observaba como el combate proseguía tomando un respiro. A continuación aquel hombre recibió una buena puñalada pero acto seguido aquel hombre que se la había provocado había acabado bastante mal. No fue lo único que le impresiono. Se arranco dicho utensilio del cuerpo y lo tiro al suelo. No fue lo único que pasó en el barco. Ahora un hombre de pelo rojo y vestimentas negras salvo por aquellas hombreras doradas abatía a marines como si fueran insectos. Este gruñía caminando a donde estaba dicha persona lentamente pero dos piratas más se pusieron frente a él impidiéndoselo.
Ambos parecían portar espadas largas y afiladas. El primero era un hombre de pelo corto azulado y de ojos negros con una chaqueta verde oscura y pantalones grisáceos. Sus botas negras y tenía un cinturón dorado del que colgaba una pequeña hacha. Su expresión era algo asustada ya que había visto como el lobo eliminaba antes a sus compañeros y estaba algo nervioso por ello. El segundo tenía un pañuelo rojo en la cabeza y se veían por su frente varios mechones rubios. Sus ojos eran verdes. Al menos el visible ya que el otro estaba tapado por un parche. Sus ropas eran una camiseta corta blanca y un pantalón negro. Un cinturón rojo a juego con el pañuelo y unas sandalias rojas al igual que el cinturón. Uno de sus dientes parecía estar hecho de oro. Su expresión era algo sádica, como si no temiera en nada al chico y solo deseara matarlo sin más. Algo que no estaba en los planes de Drake. No pensaba morir allí. El chico frunció el ceño y se preparo para el combate en el cual usaría su forma humana para combatir con sus guanteletes de acero.
- Venid a por mi
Sin dudarlo el primero en atacar fue el del pelo azul el cual lanzo un tajo con su espada que impacto en el guante derecho de Drake y así paró el golpe. Acto seguido el chico estiro la pierna hacia atrás para después dar una fuerte patada a su pecho y tratar de lanzarlo con fuerza contra la borda. Y así fue, tras un segundo el lobo corrió dándole una patada en la cara y tirándolo al agua. Cuando Drake se giró su hombro derecho fue atravesado por la espada de el otro pirata el cual después le dio un puñetazo y lo empujo al vacio. Drake cayendo estiró su mano a tiempo y se engancho a la cubierta del barco. Había estado a punto de caer al agua. Frunciendo el ceño se transformo en su forma hibrida estirando la otra mano y cogiendo a aquel pirata de la cabeza para tirarlo al mar. Tras eso subió al barco sangrando por su hombro y volviendo a la forma humana.
Se dirigió corriendo a donde el pelirrojo pero al parecer el marine se dirigía ya a combatir con dicha persona. No le gustaban los combates en desventaja numérica por lo que dejaría combatir al marine contra él. Drake se aseguraría de que ningún pirata intervendría y se coloco dándoles la espalda y observando a las direcciones para que ni uno se le colara mientras apretaba los dientes ya que le habían atravesado el hombro donde tenía el navajazo.
Ambos parecían portar espadas largas y afiladas. El primero era un hombre de pelo corto azulado y de ojos negros con una chaqueta verde oscura y pantalones grisáceos. Sus botas negras y tenía un cinturón dorado del que colgaba una pequeña hacha. Su expresión era algo asustada ya que había visto como el lobo eliminaba antes a sus compañeros y estaba algo nervioso por ello. El segundo tenía un pañuelo rojo en la cabeza y se veían por su frente varios mechones rubios. Sus ojos eran verdes. Al menos el visible ya que el otro estaba tapado por un parche. Sus ropas eran una camiseta corta blanca y un pantalón negro. Un cinturón rojo a juego con el pañuelo y unas sandalias rojas al igual que el cinturón. Uno de sus dientes parecía estar hecho de oro. Su expresión era algo sádica, como si no temiera en nada al chico y solo deseara matarlo sin más. Algo que no estaba en los planes de Drake. No pensaba morir allí. El chico frunció el ceño y se preparo para el combate en el cual usaría su forma humana para combatir con sus guanteletes de acero.
- Venid a por mi
Sin dudarlo el primero en atacar fue el del pelo azul el cual lanzo un tajo con su espada que impacto en el guante derecho de Drake y así paró el golpe. Acto seguido el chico estiro la pierna hacia atrás para después dar una fuerte patada a su pecho y tratar de lanzarlo con fuerza contra la borda. Y así fue, tras un segundo el lobo corrió dándole una patada en la cara y tirándolo al agua. Cuando Drake se giró su hombro derecho fue atravesado por la espada de el otro pirata el cual después le dio un puñetazo y lo empujo al vacio. Drake cayendo estiró su mano a tiempo y se engancho a la cubierta del barco. Había estado a punto de caer al agua. Frunciendo el ceño se transformo en su forma hibrida estirando la otra mano y cogiendo a aquel pirata de la cabeza para tirarlo al mar. Tras eso subió al barco sangrando por su hombro y volviendo a la forma humana.
Se dirigió corriendo a donde el pelirrojo pero al parecer el marine se dirigía ya a combatir con dicha persona. No le gustaban los combates en desventaja numérica por lo que dejaría combatir al marine contra él. Drake se aseguraría de que ningún pirata intervendría y se coloco dándoles la espalda y observando a las direcciones para que ni uno se le colara mientras apretaba los dientes ya que le habían atravesado el hombro donde tenía el navajazo.
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Off: Disculpa la demora Drake, en cuanto vuelva del viaje contestaré con mucha más frecuencia.
On:
Gracias a nuestro aliado lobo, mi camino hacia aquel hombre estaba libre. Él se encargaba de todos aquellos que intentaban detenerme o proteger a su capitán. Aquel hombre era muy fuerte y yo ya no era el de antes, pero tendría que esforzarme en nombre de la marina. Tenía que demostrarle que un error de tal calibre se pagaba caro, tan caro como la muerte misma. Me acerqué a él, a paso lento y con una mirada fría y cargada de ira. Mi nariz expiraba con fuerza y mi labio parecía tener un pequeño tic que le hacía alzarse hacia arriba por uno de los extremos, en señal de enojo. Aquel hombre dirigió su mirada hacia mí, y tras esbozar una sonrisa no tardó en lanzarse contra mí a gran velocidad. Detuve su movimiento, que fue una patada contra mi cara, con el brazo derecho, pero no pude detener la siguiente que ni si quiera pude esperar. Posó sus manos sobre el suelo y me hincó el talón en las costillas para después darme una segunda patada en el pecho que me lanzó al suelo.
Seguidamente volvió a lanzarse contra mí, pero esta vez, al bloquear su puño, lo lancé con fuerza contra el suelo, golpeando poco después al suelo, debido a que rodó para evitar mi golpe. Se rompieron algunas tablas de madera y algunas astillas se clavaron en mis nudillos. Era algo doloroso, pero después de tantos años de servicio, eso no eran más que rasguños. Me lancé esta vez yo al ataque, ya era mi turno de contraatacar, pero evadió fácilmente mis dos ataques, un gancho de izquierda y un puñetazo directo a su rostro con la derecha. Simplemente ladeó su cuerpo y me dio una fuerte palmada en el abdomen, justo donde tenía la herida, por lo que con un grito de dolor, caí apoyándome con una de mis rodillas y con un amano posada en dicho lugar.
-Vaya, pero si parece que te has hecho pupa jugando con cuchillos.- Dijo este con un tono burlón, dándome poco después una violenta patada en el mismo lugar que me hizo caer al suelo. Estaba claro que era muy poderoso y me sería imposible vencerle si además se aprovechaba de algo tan ruin.
-Ya basta.- Se escuchó, antes de que aquel hombre saliese disparado, chocando contra el suelo varias veces hasta estamparse con una de las paredes del barco. Miré hacia el causante y allí estaba uno de los cargos altos de la marina, un hombre de pelo rubio, largo y recogido en una gran coleta que caía por su espalda. Vestido con un traje de la marina pero con algunas medallas y una chaqueta a modo de capa. Yo no era ni por asomo el más fuerte de aquel barco y aunque odiaba que se hubiese interferido, no me venía para nada mal. -Lo siento, comodoro Larson.- Dije yo, intentando levantarme. A lo que este me ayudó y se dirigió hacia el capitán pirata. -No te preocupes, estoy al tanto de tu problema. Céntrate en recuperarte y no te sobre esfuerces, este pirata no volverá a surcar los mares.- Añadió este, bloqueando con suma facilidad, ataques de aquel hombre que se había levantado furioso, con la cara ensangrentada y la marca de un puño en su rostro. Aquel hombre le asestó seguidamente un increíble puñetazo en el estómago y un segundo golpe en la nuca lo hizo caer inconsciente al suelo. No pude evitar esbozar una sonrisa, al ver a un hombre que había mejorando tanto en aquellos diez años. Lo conocí como un débil mocoso y ahora era un impresionante comodoro.
On:
Gracias a nuestro aliado lobo, mi camino hacia aquel hombre estaba libre. Él se encargaba de todos aquellos que intentaban detenerme o proteger a su capitán. Aquel hombre era muy fuerte y yo ya no era el de antes, pero tendría que esforzarme en nombre de la marina. Tenía que demostrarle que un error de tal calibre se pagaba caro, tan caro como la muerte misma. Me acerqué a él, a paso lento y con una mirada fría y cargada de ira. Mi nariz expiraba con fuerza y mi labio parecía tener un pequeño tic que le hacía alzarse hacia arriba por uno de los extremos, en señal de enojo. Aquel hombre dirigió su mirada hacia mí, y tras esbozar una sonrisa no tardó en lanzarse contra mí a gran velocidad. Detuve su movimiento, que fue una patada contra mi cara, con el brazo derecho, pero no pude detener la siguiente que ni si quiera pude esperar. Posó sus manos sobre el suelo y me hincó el talón en las costillas para después darme una segunda patada en el pecho que me lanzó al suelo.
Seguidamente volvió a lanzarse contra mí, pero esta vez, al bloquear su puño, lo lancé con fuerza contra el suelo, golpeando poco después al suelo, debido a que rodó para evitar mi golpe. Se rompieron algunas tablas de madera y algunas astillas se clavaron en mis nudillos. Era algo doloroso, pero después de tantos años de servicio, eso no eran más que rasguños. Me lancé esta vez yo al ataque, ya era mi turno de contraatacar, pero evadió fácilmente mis dos ataques, un gancho de izquierda y un puñetazo directo a su rostro con la derecha. Simplemente ladeó su cuerpo y me dio una fuerte palmada en el abdomen, justo donde tenía la herida, por lo que con un grito de dolor, caí apoyándome con una de mis rodillas y con un amano posada en dicho lugar.
-Vaya, pero si parece que te has hecho pupa jugando con cuchillos.- Dijo este con un tono burlón, dándome poco después una violenta patada en el mismo lugar que me hizo caer al suelo. Estaba claro que era muy poderoso y me sería imposible vencerle si además se aprovechaba de algo tan ruin.
-Ya basta.- Se escuchó, antes de que aquel hombre saliese disparado, chocando contra el suelo varias veces hasta estamparse con una de las paredes del barco. Miré hacia el causante y allí estaba uno de los cargos altos de la marina, un hombre de pelo rubio, largo y recogido en una gran coleta que caía por su espalda. Vestido con un traje de la marina pero con algunas medallas y una chaqueta a modo de capa. Yo no era ni por asomo el más fuerte de aquel barco y aunque odiaba que se hubiese interferido, no me venía para nada mal. -Lo siento, comodoro Larson.- Dije yo, intentando levantarme. A lo que este me ayudó y se dirigió hacia el capitán pirata. -No te preocupes, estoy al tanto de tu problema. Céntrate en recuperarte y no te sobre esfuerces, este pirata no volverá a surcar los mares.- Añadió este, bloqueando con suma facilidad, ataques de aquel hombre que se había levantado furioso, con la cara ensangrentada y la marca de un puño en su rostro. Aquel hombre le asestó seguidamente un increíble puñetazo en el estómago y un segundo golpe en la nuca lo hizo caer inconsciente al suelo. No pude evitar esbozar una sonrisa, al ver a un hombre que había mejorando tanto en aquellos diez años. Lo conocí como un débil mocoso y ahora era un impresionante comodoro.
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La pelea era admirable. Los dos parecían grandes luchadores pero aquel pirata parecía llevar la ventaja. Drake quería intervenir para ayudar al marine pero si llegaba a hacer eso se cargaría dos honores por el camino. El suyo propio que le impedía pelear con ventaja numérica sobre el oponente fuera quien fuera. Y el honor de aquel marine que peleaba esforzándose como podía. Por eso solo se limitó a observar la pelea tras haber barrido a los piratas molestos que se metían de por medio. Pero como siempre tenía que haber algún pesado. Drake giró su rostro y vio a otro corsario acercándose con un hacha hacia el lugar de la pelea. Todo estaba lleno de entrometidos piratas que acudían como moscas. Drake caminó hacia él. Este observo al chico tratando de darle un tajo con aquella hacha en el cuello. Por suerte se agachó esquivando el tajo y dando un fuerte puñetazo en el estomago del corsario que lo dejo tosiendo en el suelo. Estaba a punto de dejarlo inconsciente cuando tuvo que llevarse las manos al hombro donde le había atravesado sintiendo un intenso y agudo dolor en este que le hacía tener ganas de gritar
El pirata se aprovechó de esto y le dio una patada en la cara haciéndole sangrar por la boca al chico lobo. Tras eso se dirigía a la pelea entre el marine y el otro pirata cuando Drake se levanto y se tiro a por él golpeándole con el puño en la cara y partiéndole la nariz en el acto. A continuación usando los guanteletes de hierro le golpeo con uno puesto en la garganta atravesándosela y con el otro en el pecho atravesándolo. El bucanero se tambaleó como podía hasta llegar a la borda y sin darse cuenta caer de espaldas rumbo al agua muriendo. El chico lobo se quitó los guanteletes y se los colocó en la cintura como siempre para después correr de nuevo junto al marine. Garland parecía estar en apuros pero de repente un hombre de pelo largo rubio recogido con una cola hizo acto de presencia ayudándole y noqueando a aquel poderoso pirata muy fácilmente. Drake estaba algo impresionado por aquella exhibición que había hecho aquel tipo tan fácilmente. Sosteniendo una mano sobre la profunda herida de su hombro se acercó a ellos cuando escuchó que aquel hombre se trataba de un comodoro. Comodoro Larson al parecer.
El pirata se aprovechó de esto y le dio una patada en la cara haciéndole sangrar por la boca al chico lobo. Tras eso se dirigía a la pelea entre el marine y el otro pirata cuando Drake se levanto y se tiro a por él golpeándole con el puño en la cara y partiéndole la nariz en el acto. A continuación usando los guanteletes de hierro le golpeo con uno puesto en la garganta atravesándosela y con el otro en el pecho atravesándolo. El bucanero se tambaleó como podía hasta llegar a la borda y sin darse cuenta caer de espaldas rumbo al agua muriendo. El chico lobo se quitó los guanteletes y se los colocó en la cintura como siempre para después correr de nuevo junto al marine. Garland parecía estar en apuros pero de repente un hombre de pelo largo rubio recogido con una cola hizo acto de presencia ayudándole y noqueando a aquel poderoso pirata muy fácilmente. Drake estaba algo impresionado por aquella exhibición que había hecho aquel tipo tan fácilmente. Sosteniendo una mano sobre la profunda herida de su hombro se acercó a ellos cuando escuchó que aquel hombre se trataba de un comodoro. Comodoro Larson al parecer.
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Junto con la caída de aquel pirata, la batalla terminó. Apenas quedaban hombres de su bando en pie, y muchos de los nuestros habían caído, pero no sería olvidados, se honraría como valientes soldados que dieron la vida por defender a los inocentes. Todos los piratas vivos fueron arrestados. Los cadáveres se recogieron para no dejar la isla adornada con sus cuerpos inertes. Yo por mi parte le hubiera dado el mismo destino a su capitán, pero no tenía la última palabra en aquel barco y Larson decidió que iría a prisión.
Uno de los barcos partió con los detenidos, este se dirigiría a una prisión cercana con suficiente seguridad como para retener a aquellos piratas que no suponían un peligro desmesurado. El otro partiría con los piratas fallecidos para llevarlos a un lugar donde podrían ser enterrados. No merecían tal privilegio, pero eran humanos al fin y al cabo y no debíamos contaminar el mar con su putrefacción.
-Ves a informar a los ciudadanos que ya ha pasado el peligro. Seguro que les gustará saber que ese pirata no volverá nunca más por estos lares.- Le dije yo a uno de los reclutas que tenía cerca.
Seguidamente me dirigí hacia el hombre lobo. Había peleado con coraje junto a nosotros y había sido de mucha ayuda, sin embargo, había recibido bastantes heridas que debería tratarse, cosa que me sabía un poco mal, pues fue en parte por mi culpa, además hace nada ya le habían tratado la puñalada de aquel civil.
-Muchas gracias, chico. Tu apoyo ha sido muy importante en esta batalla. Veo que eres muy fuerte y aprecio tus actos. Como habíamos quedado quedarás libre de tus cargos, y además, te brindaré la posibilidad de viajar con nosotros para que te llevemos a tu próximo destino, o si lo prefieres puedes quedarte en Villa Syrup, tu verás.- Decía yo, haciendo una breve pausa. -Por cierto, yo soy Garland Blain. ¿Cual es tu nombre?- Finalicé para poder conocernos mejor.
Uno de los barcos partió con los detenidos, este se dirigiría a una prisión cercana con suficiente seguridad como para retener a aquellos piratas que no suponían un peligro desmesurado. El otro partiría con los piratas fallecidos para llevarlos a un lugar donde podrían ser enterrados. No merecían tal privilegio, pero eran humanos al fin y al cabo y no debíamos contaminar el mar con su putrefacción.
-Ves a informar a los ciudadanos que ya ha pasado el peligro. Seguro que les gustará saber que ese pirata no volverá nunca más por estos lares.- Le dije yo a uno de los reclutas que tenía cerca.
Seguidamente me dirigí hacia el hombre lobo. Había peleado con coraje junto a nosotros y había sido de mucha ayuda, sin embargo, había recibido bastantes heridas que debería tratarse, cosa que me sabía un poco mal, pues fue en parte por mi culpa, además hace nada ya le habían tratado la puñalada de aquel civil.
-Muchas gracias, chico. Tu apoyo ha sido muy importante en esta batalla. Veo que eres muy fuerte y aprecio tus actos. Como habíamos quedado quedarás libre de tus cargos, y además, te brindaré la posibilidad de viajar con nosotros para que te llevemos a tu próximo destino, o si lo prefieres puedes quedarte en Villa Syrup, tu verás.- Decía yo, haciendo una breve pausa. -Por cierto, yo soy Garland Blain. ¿Cual es tu nombre?- Finalicé para poder conocernos mejor.
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La batalla había concluido al fin. Los marines habían triunfado. Drake tenía bastantes heridas, pero nada que unos cuantos vendajes y descanso no pudieran solucionar. Según veía no había más peleas que efectuar en el barco. Sus ojos ahora se fijaban en aquel hombre que le había ayudado en la playa con el tema del borracho. Le había concedido la libertad de irse por su ayuda en la batalla. No solo eso, además le estaba ofreciendo que le llevarían a su próximo destino. Una buena oferta a decir verdad, pero el lobo no iba aceptar dicha oferta. El nunca se separaba de su bote y no lo haría ahora. Por ello sonrió de lado tranquilamente negando un poco con la cabeza. Tras aquello aquel hombre le había dicho su nombre. Se llamaba Garland Blain y le había pedido el suyo. No era algo que el castaño estuviera dispuesto a dar a cualquiera pero ahora consideraba aquel marine un compañero además de un buen amigo. Su mirada acabó en el suelo observando la cubierta del barco sin expresión. De repente tras unos segundos pensando levantó su mirada de nuevo clavándola ahora en los ojos de aquel hombre que había frente a él. Parecía que no iba a decir nada cuando de repente tras un pequeño silencio incomodo de unos diez segundo abrió su boca despacio para dejar musitar aquellas palabras en aquel tono tranquilo y firme.
- Me llamo Drake. Simplemente Drake. Así que Garland, es un placer en ese caso y agradezco tu oferta de llevarme a cualquier isla pero…
Mostró una pequeña sonrisa sádica y caminó dando pasos atrás hacia la borda despacio. Finalmente sus talones notaron el filo de la madera. De una ojeada rápida observó la arena de la playa detrás de él. Volvió a girar su rostro para mirar a Garland a los ojos con una sonrisa algo más apacible. Extendió su dedo pulgar de su mano derecha hacia arriba y le sonrío una vez más algo más ampliamente. Cerró sus ojos despacio durante unos segundos notando una pequeña brisa en la cara. Los volvió a abrir observando al marine para después acabar aquellas palabras que había dejado a medias con él.
- Pero yo viajo solo. No puedo estar mucho tiempo con la compañía de alguien. Todos tenemos nuestros propios demonios y los míos no son diferentes que el resto de las personas. Hoy no solo has ganado una batalla. Has ganado mi amistad, tú decides si quedártela o rechazarla. No mucho la tienen o no muchos que la tuvieran siguen vivos. Ahora es uno de esos momentos que no se me dan bien. El momento de la despedida, no te preocupes por mis heridas. Sabré tratarlas bien, suerte en tu viaje amigo.
El chico volvió a sonreír de nuevo de aquella forma un poco sádica pero segura y tras eso extendió los brazos en forma de cruz y se dejó caer hacia atrás. Mientras caía usó su forma de lobo completo para girarse y aterrizar sobre la arena elegantemente. Una vez en ella volvió a su forma humana rápidamente para el que se asomara no hubiera visto el cambio que había realizado al caer. Ahora su mirada estaba fija en su bote al cual se dirigía despacio pues se largaría en él. Solo le quedaban dos cosas, poner rumbo y curarse las heridas un vez dentro de su bote.
- Me llamo Drake. Simplemente Drake. Así que Garland, es un placer en ese caso y agradezco tu oferta de llevarme a cualquier isla pero…
Mostró una pequeña sonrisa sádica y caminó dando pasos atrás hacia la borda despacio. Finalmente sus talones notaron el filo de la madera. De una ojeada rápida observó la arena de la playa detrás de él. Volvió a girar su rostro para mirar a Garland a los ojos con una sonrisa algo más apacible. Extendió su dedo pulgar de su mano derecha hacia arriba y le sonrío una vez más algo más ampliamente. Cerró sus ojos despacio durante unos segundos notando una pequeña brisa en la cara. Los volvió a abrir observando al marine para después acabar aquellas palabras que había dejado a medias con él.
- Pero yo viajo solo. No puedo estar mucho tiempo con la compañía de alguien. Todos tenemos nuestros propios demonios y los míos no son diferentes que el resto de las personas. Hoy no solo has ganado una batalla. Has ganado mi amistad, tú decides si quedártela o rechazarla. No mucho la tienen o no muchos que la tuvieran siguen vivos. Ahora es uno de esos momentos que no se me dan bien. El momento de la despedida, no te preocupes por mis heridas. Sabré tratarlas bien, suerte en tu viaje amigo.
El chico volvió a sonreír de nuevo de aquella forma un poco sádica pero segura y tras eso extendió los brazos en forma de cruz y se dejó caer hacia atrás. Mientras caía usó su forma de lobo completo para girarse y aterrizar sobre la arena elegantemente. Una vez en ella volvió a su forma humana rápidamente para el que se asomara no hubiera visto el cambio que había realizado al caer. Ahora su mirada estaba fija en su bote al cual se dirigía despacio pues se largaría en él. Solo le quedaban dos cosas, poner rumbo y curarse las heridas un vez dentro de su bote.
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Parecía querer evitar aquella pregunta, pero finalmente respondió ante el nombre de Drake y denegó la oferta que le hice de llevarle a su propio destino y de curar sus heridas, sin embargo, no por quedarse en la isla, si no porque prefería ir solo. Por lo visto era un lobo solitario, y nunca mejor dicho, pues realmente podía convertirse en dicho animal. Se lanzó de espalda por la borda del barco y cuando alcancé a verle, ya estaba en dirección a su pequeño bote para zarpar y marcharse de allí. Suspiré y esbocé una sonrisa.
-No sé por qué, pero presiento que nos volveremos a encontrar, Drake, y creo que aceptaré tu amistad, al menos por el momento.- Dije yo, pensando en voz alta y mirando como aquel hombre en su pequeña embarcación se echaba al mar sin temor alguno.
Ya no había nada que hacer allí. Habíamos cumplido nuestro trabajo. Esperaríamos a que regresaran los marines que fueron a informar al pueblo y nos marcharíamos a los cuarteles para informar de nuestro éxito en detener aquel canalla. Aquel piratucho pasaría una buena temporada bajo la sombra.
Estuve charlando un rato con el comodoro Larson, rememorando aquellos tiempos en los que yo le instruí y en los que aún era un simple novato. Echamos unas buenas risas y en cuanto llegaron nuestros compañeros dieron las órdenes para desembarcar. Ayudé a arriar las velas y luego me fui a la enfermería del navío para que tratasen mis heridas. Tendrían que desinfectarmelas y vendarlas. Una vez hecho, me dirigí a mi camarote y esperé a que la embarcación llegara a los cuarteles de la marina.
-No sé por qué, pero presiento que nos volveremos a encontrar, Drake, y creo que aceptaré tu amistad, al menos por el momento.- Dije yo, pensando en voz alta y mirando como aquel hombre en su pequeña embarcación se echaba al mar sin temor alguno.
Ya no había nada que hacer allí. Habíamos cumplido nuestro trabajo. Esperaríamos a que regresaran los marines que fueron a informar al pueblo y nos marcharíamos a los cuarteles para informar de nuestro éxito en detener aquel canalla. Aquel piratucho pasaría una buena temporada bajo la sombra.
Estuve charlando un rato con el comodoro Larson, rememorando aquellos tiempos en los que yo le instruí y en los que aún era un simple novato. Echamos unas buenas risas y en cuanto llegaron nuestros compañeros dieron las órdenes para desembarcar. Ayudé a arriar las velas y luego me fui a la enfermería del navío para que tratasen mis heridas. Tendrían que desinfectarmelas y vendarlas. Una vez hecho, me dirigí a mi camarote y esperé a que la embarcación llegara a los cuarteles de la marina.
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