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Krayxer
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Estos años sin nadie quien le persiguiera me permitieron centrarme en la construcción de las casas del pueblo. La mayoría de sus dueños no querían una casa nueva, tan solo reparaciones en cuanto al saneamiento y ventilación de la vivienda. Solo he construido una edificación por ahora y fue el pozo de la ciudad que, lo derribaron y me permitieron construirlo de nuevo. No hice el típico pozo con un techo de dos aguas y cilíndrico. Sino que hice una especia de acera alrededor del pozo prismático con un techo a cuatro aguas curvos apoyados no en el pozo, sino en la acera que lo rodeaba. Quedó todo muy bien para ser mi primera edificación. Todo lo demás, incluso la casa donde vivo, solo eran reparaciones de otras edificaciones.
Estaba por el mercado dando un paseo para ver si encontraba la fruta que llevaba tanto tiempo buscando y comparando las distintas manzanas y plátanos de los vendedores. Todo parecía un día tranquilo como cualquier otro. Lo que no sabía es que dentro de muy poco, iba a suceder algo inhabitual en el pueblo.
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Villa orange. Un lugar precioso para Drake. Estaba observándola en la entrada y ya le parecía un buen sitio. Su sonrisa era visible en su rostro. Antes de continuar su camino con Derian y los otros decidió pararse a investigar aquel sitio del cual había oído buenas referencias. Tras unos segundos pensando en que podía hacer decidió adentrarse en la ciudad muy tranquilo. Paseaba por las calles por donde observaba como los niños jugaban alegres. Una pelota se le escapo a un chico de los que más pequeños parecían. Tendría unos seis o siete años solamente. La pelota fue a parar a las manos de Drake que la agarro cuando iba hacia él. Durante unos segundos observo aquella pelota un tanto curiosa. Era del tamaño de una sandia y de un tono azulado con espirales rojas. Sonrió un poco dejando escapar una carcajada pues le recordó a una Akuma, aunque solo era una simple pelota. El crio se le acerco algo tímido y simplemente estiro su mano hacia Drake en señal de que le diera la pelota. Este la observó unos segundos más y tras eso le sonrío al chico amablemente dándole la pelota y acto seguido pasando la mano por el cabello del chico removiéndoselo. Este se fue riendo y continúo jugando con los demás críos que había allí.
- ¿Te gustan los críos eh?
Dijo una voz femenina tras él. Drake se giro y observó a una chica alta y de unos diecisiete años de edad. Este la miró sin expresión alguna. Al parecer en ese pueblo saludaban a los forasteros tan tranquilamente. Eran bastante ingenuos pues era muy poca entonces aquella protección. Quién sabe, esta vez habían tenido suerte, pero si era la seguridad cualquier pirata podría colarse en la villa y causar estragos. Tras unos segundos Drake le contesto con un tono algo sádico y serio mirándola fijamente a los ojos.
- No tienen muy buen sabor. Pero cuando hay hambre todo esta bueno ¿verdad señorita?
Dijo girándose de nuevo con una sonrisa arrogante en su rostro y relamiéndose los dientes. La chica al oírle y ver ese gesto se giró sin decir nada algo confusa y entrando en una de las casas. Drake estaba hablando en serio. No mataba críos, pero si tenía un hambre extremo y estuviera al borde de la muerte claro que se comería alguno. Era mera supervivencia y él no podía permitirse el lujo de morirse de hambre. Camino durante un par de minutos más algo aburrido con las manos en los bolsillos. La ciudad estaba genial y todo eso pero más aburrida no podía ser. No había nada interesante por lo que su mirada ahora estaba fija en lo que parecía un puesto de la zona. En este parecían vender costillas de cordero. Este sonrío ampliamente y se dirigió caminando al pequeño puesto en mitad de una de las calles. El humo salía de aquel pequeño establecimiento y el olor a carne frita se podía percibir en la calle. Y más lo percibió el gracias a la habilidad de su Akuma y su fino sentido del olfato. Al entrar un anciano le atendió. Este tendría unos sesenta años o cosa asa. Su pelo era grisáceo y cogido con una coleta y sus ropas eran viejas y típicas de aquel lugar. Este le pregunto lo que deseaba tomar. Drake observo una vez dentro los carteles mientras tomaba asiento en una especia de pequeña barra donde apenas cogerían siete u ocho personas. Su mirada fue al plato de seis costillas fritas y señalo simplemente el cartel sin mediar palabra alguna. El hombre lo entendió y se puso a hacerlas rápidamente atendiendo claro está al cliente que entrara. Aunque por ahora allí solo estaba Drake.
- ¿Te gustan los críos eh?
Dijo una voz femenina tras él. Drake se giro y observó a una chica alta y de unos diecisiete años de edad. Este la miró sin expresión alguna. Al parecer en ese pueblo saludaban a los forasteros tan tranquilamente. Eran bastante ingenuos pues era muy poca entonces aquella protección. Quién sabe, esta vez habían tenido suerte, pero si era la seguridad cualquier pirata podría colarse en la villa y causar estragos. Tras unos segundos Drake le contesto con un tono algo sádico y serio mirándola fijamente a los ojos.
- No tienen muy buen sabor. Pero cuando hay hambre todo esta bueno ¿verdad señorita?
Dijo girándose de nuevo con una sonrisa arrogante en su rostro y relamiéndose los dientes. La chica al oírle y ver ese gesto se giró sin decir nada algo confusa y entrando en una de las casas. Drake estaba hablando en serio. No mataba críos, pero si tenía un hambre extremo y estuviera al borde de la muerte claro que se comería alguno. Era mera supervivencia y él no podía permitirse el lujo de morirse de hambre. Camino durante un par de minutos más algo aburrido con las manos en los bolsillos. La ciudad estaba genial y todo eso pero más aburrida no podía ser. No había nada interesante por lo que su mirada ahora estaba fija en lo que parecía un puesto de la zona. En este parecían vender costillas de cordero. Este sonrío ampliamente y se dirigió caminando al pequeño puesto en mitad de una de las calles. El humo salía de aquel pequeño establecimiento y el olor a carne frita se podía percibir en la calle. Y más lo percibió el gracias a la habilidad de su Akuma y su fino sentido del olfato. Al entrar un anciano le atendió. Este tendría unos sesenta años o cosa asa. Su pelo era grisáceo y cogido con una coleta y sus ropas eran viejas y típicas de aquel lugar. Este le pregunto lo que deseaba tomar. Drake observo una vez dentro los carteles mientras tomaba asiento en una especia de pequeña barra donde apenas cogerían siete u ocho personas. Su mirada fue al plato de seis costillas fritas y señalo simplemente el cartel sin mediar palabra alguna. El hombre lo entendió y se puso a hacerlas rápidamente atendiendo claro está al cliente que entrara. Aunque por ahora allí solo estaba Drake.
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Me desperté de golpe y empapado en sudor. Miré hacia todos lados sin ver nada e intenté echar mano de mi espada, pero no estaba. Intenté calmarme, pero no sabía lo que había pasado. Finalmente me obligué a calmarme y observé el lugar. Unas paredes grisáceas decoradas pobremente se elevaban. Había ventanas que permitían una gran cantidad de luz y algunos muebles de madera. Yo estaba sobre una cama muy mullida pero pequeña para mi tamaño.
-Cálmate, estás a salvo. No sé qué has hecho, pero hay cazadores de recompensas buscándote. Cuando te encontré había cuatro hombres muertos a tu alrededor- Dijo una voz.
Miré hacia el origen y pude ver a un hombre bastante viejo y enjuto. No sabía cómo me podía haber traído él solo. Intenté imaginármelo, pero no podía. Era demasiado pequeño como para tener la fuerza necesaria y arrastrarme. Después pensé en lo que había dicho. Al final les gané, pero por poco. Podría estar muerto de no ser por ese hombre. No me gustaba deberle la vida a nadie, pero a él se la debía. Tenía que mostrar agradecimiento y contarle la verdad.
-Yo… soy un prófugo. Era un esclavo, pero maté a mis amos y escapé. Por eso me buscan. Mi cabeza tiene un precio por rebelarme y matar a mis esclavistas- Le expliqué.
Su reacción me sorprendió. No parecía importarle ni se asustaba por lo que había hecho. La reacción más normal era gritar y echarme o llamar a la marina o cazadores para que vinieran a por mí. Sin embargo… a él parecía que le daba igual. Incluso creí verlo sonreír. No sabía cómo actuar ni qué decir. Nunca me había pasado algo así. Ni si quiera habría esperado sobrevivir al combate. Miré mis heridas. Estaban todas vendadas y no dolían tanto.
-Los jóvenes de hoy en día sois muy problemáticos. Peor no te preocupes, a mí tampoco me gustan los esclavistas- Me dijo con una sonrisa.
-Cálmate, estás a salvo. No sé qué has hecho, pero hay cazadores de recompensas buscándote. Cuando te encontré había cuatro hombres muertos a tu alrededor- Dijo una voz.
Miré hacia el origen y pude ver a un hombre bastante viejo y enjuto. No sabía cómo me podía haber traído él solo. Intenté imaginármelo, pero no podía. Era demasiado pequeño como para tener la fuerza necesaria y arrastrarme. Después pensé en lo que había dicho. Al final les gané, pero por poco. Podría estar muerto de no ser por ese hombre. No me gustaba deberle la vida a nadie, pero a él se la debía. Tenía que mostrar agradecimiento y contarle la verdad.
-Yo… soy un prófugo. Era un esclavo, pero maté a mis amos y escapé. Por eso me buscan. Mi cabeza tiene un precio por rebelarme y matar a mis esclavistas- Le expliqué.
Su reacción me sorprendió. No parecía importarle ni se asustaba por lo que había hecho. La reacción más normal era gritar y echarme o llamar a la marina o cazadores para que vinieran a por mí. Sin embargo… a él parecía que le daba igual. Incluso creí verlo sonreír. No sabía cómo actuar ni qué decir. Nunca me había pasado algo así. Ni si quiera habría esperado sobrevivir al combate. Miré mis heridas. Estaban todas vendadas y no dolían tanto.
-Los jóvenes de hoy en día sois muy problemáticos. Peor no te preocupes, a mí tampoco me gustan los esclavistas- Me dijo con una sonrisa.
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Junto a un pequeño barco de la marina, y a varios hombres de mi rango, reclutas, desembarcamos en Villa Orange. Nuestra misión era muy simple. Vigilar y rondar la ciudad, otorgando seguridad y evitando cualquier problema que pudiera surgir. Debido a lo leve que era la delincuencia, no necesitaríamos soldados más fuertes ni experimentados, además, aunque ya les avisé, me tenían sobre valorado. Esperaban que fuera tan fuerte como era antaño, mas eso no era posible por el momento. Mi fuerza era superior a la de cualquier cadete, por la lógica aplastante de que mi cuerpo era más corpulento y fuerte que los suyos, además, poseía los poderes de una fruta del diablo, que apenas podía usar. Había perdido casi toda capacidad con ella. Tan solo era capaz de producir débiles explosiones que dañarían a una persona como mucho, era como si el tiempo hubiese vuelto atrás, pero solo para mal. La juventud no volvería para mí, yo ya era prácticamente un anciano y los años no pasaban en balde.
Empezamos a patrullar por aquellas anchas calles de suelo pedregoso pero plano, con sus casas echas de madera y el techo de tejas, muchas de ellas de colores semejantes y alegres, haciendo juego y siendo bastante agradable a la vista. Íbamos a paso lento pero firme, debíamos mantenernos alerta para saltar en cualquier momento de ser necesario, ya que esa era nuestra misión. Había personas que nos miraban extrañadas, pues después de todo, no era usual que los marines patrullaran sin ninguna razón en especial, y probablemente eso podría llevarles a pensar que había ocurrido algo malo.
Yo encabezaba el grupo a petición de mis compañeros, al fin y al cabo, aun careciendo de mi antiguo poder, aún podría ser conocido y respetado por muchos, y de esta manera, podría evitar problemas sin tan si quiera provocar una lucha, que eso siempre era de agradecer. Una batalla en plena ciudad podía provocar muchos destrozos innecesarios y echar abajo el hogar de un inocente para capturar a un delincuente, no era un trato justo.
-Estad atentos a todo lo que ocurra. Divisad hasta los rincones más pequeños y angostos. Nuestra misión es muy clara, y no podemos permitirnos ningún fallo. La seguridad de los civiles depende de nosotros.- Decía yo, dando órdenes al grupo. Aunque fuera como ellos, me veían como un líder y mis dotes como tal, no se habían desvanecido.
Empezamos a patrullar por aquellas anchas calles de suelo pedregoso pero plano, con sus casas echas de madera y el techo de tejas, muchas de ellas de colores semejantes y alegres, haciendo juego y siendo bastante agradable a la vista. Íbamos a paso lento pero firme, debíamos mantenernos alerta para saltar en cualquier momento de ser necesario, ya que esa era nuestra misión. Había personas que nos miraban extrañadas, pues después de todo, no era usual que los marines patrullaran sin ninguna razón en especial, y probablemente eso podría llevarles a pensar que había ocurrido algo malo.
Yo encabezaba el grupo a petición de mis compañeros, al fin y al cabo, aun careciendo de mi antiguo poder, aún podría ser conocido y respetado por muchos, y de esta manera, podría evitar problemas sin tan si quiera provocar una lucha, que eso siempre era de agradecer. Una batalla en plena ciudad podía provocar muchos destrozos innecesarios y echar abajo el hogar de un inocente para capturar a un delincuente, no era un trato justo.
-Estad atentos a todo lo que ocurra. Divisad hasta los rincones más pequeños y angostos. Nuestra misión es muy clara, y no podemos permitirnos ningún fallo. La seguridad de los civiles depende de nosotros.- Decía yo, dando órdenes al grupo. Aunque fuera como ellos, me veían como un líder y mis dotes como tal, no se habían desvanecido.
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Como era habitual en mi rutina, fuí a "Asaderos del Mar" un bar/restaurante especialista en carne a la parrilla, a la plancha, frita, empanada, de todo ya que, al fin y al cabo, era el único asadero cercano que conocía. Mi costumbre es muy simple, voy por todas las casas y restaurantes que en mi niñez me dejaron comida y yo les doy un poco de comida cada mes para ser exactos, les daba manzanas verdes y rojas.
Entré con un saco de manzanas que acababa de comprar en el mercado y me dirigí a la barra. Al parecer había un hombre sentado esperando por su comida. En seguido vino el encargado y le dio unas costillas al muchacho que estaba esperando por su comida. Yo mientras levanté la bolsa y la coloqué encima de la barra.
- ¿Cuantas quiere hoy Don Fresno? - le dije mientras sacaba algunas manzanas de la bolsa y las arrastraba por la barra
- ¡Oh! - me dijo como si se le hubiera venido una idea a la cabeza - ¡Es verdad! Hoy teníamos una cena especial para los marines. Necesitamos más manzanas de lo habitual Kray -
- Pues entonces unas 8 le parece bien ¿no? - le dije mientras terminaba de sacar las manzanas que faltaban - Yo me voy que estas manzanas no se reparten solas - le dijo mientras me iba con el saco al hombro sonriendo al hombre - ¡Qué le vaya bien en la cena!
Tras salir de "Asaderos del Mar" me dirigí a Casa de "El Viejo Joe". El Viejo Joe que así le llamamos los del pueblo era un hombre que había pertenecido a la marina. No había llegado a un cargo muy alto debido a su fuerza pero era de admirar en el pueblo. Él siempre estaba de aquí para allá cuando no habían marines por la ciudad vigilando que todo estuviera en orden. Con la llegada de los Marines solo esperaba que estuviera en casa y no le tuviera que ir a buscar por el muelle o por algún otro sitio.
OFF: Y así uno vuestras partes xD
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Drake acabó de comerse aquellas costillas tranquilamente. Justo después de eso las pagó tranquilamente. Se había fijado en el chico de las manzanas y en la conversación, así que esta noche ese hombre tenía cena importante. Tampoco le dio mucha importancia. Se levantó de su sitio con tranquilidad y empezó a caminar hacia fuera con calma. Una vez allí fuera se metió en un callejón. Allí nadie le vería, una vez allí sonrió un poco y cerró sus ojos. Su piel empezó como a despellejarse y crecerle pelo por todo su cuerpo de un tono blanco. Una cola salió de la parte baja de su espalda y sus ojos se pusieron dorados. Sus uñas ahora eran garrar y su posición era a cuatro patas. Lo que salió del callejón era un lobo blanco algo más grande de lo normal. Sus dientes afilados eran la atención de muchos que miraban asustados a aquel animal. Otros lo admiraban, los críos pequeños lloraban al verlo y otros reían señalándolo deseando acariciarlo. El lobo empezó a caminar por la calle tranquilamente.
Al rato sintió como si le faltase algo, y cierto era. Le faltaba disfrutar de aquella sensación que echaba de menos. En un momento el lobo salió corriendo a toda velocidad. Este se freno frente a unos marines que paseaban por la calle, parecían seguir a un hombre alto de piel marrón oscura. Ese hombre tenía también barba a los lados y en el mentón. La mirada del lobo se fijó en el unos segundos. Tras eso el bello animal salió disparado dirección a la playa corriendo como podía. Le agradaba correr a gran velocidad para sentir la sensación del viento en su cara. Sus patas eran fuertes y se movían agiles.
El lobo no tardo mucho en llegar a la playa. Las olas llegaban y acababan en las patas del lobo mojándole estas. El animal cerró sus ojos para después abrirlos y salir corriendo hacia una zona elevada y rocosa. Saltó por varias rocas hasta llegar a una bastante alta observando desde esta el mar. Tenía muchísimo cuidado para no caerse. Cerró sus ojos notando la brisa en la cara y aquella sensación. Le estaba gustando ser más lobo que humano. Se sentía totalmente libre y feliz de aquella forma. Pensaba en la libertad tan agradable y en lo que le estaba gustando la soledad. La vida solitaria le parecía algo bello e increíble. Cuando cumpliera su cometido de servir a su señor estaba claro que su vida la viviría solo. Siempre como una persona solitaria, viviendo como el eligiera hasta su muerte. No tenía algún lugar a donde volver ni ningún sitio donde establecerse. La brisa del mar acariciaba su pelaje y su cara despacio haciéndole sentir mejor incluso que antes. El no hablar con nadie era algo que evitaba pues era bromista y amable. Pero eso estaba cambiando en él. No parecía ahora muy sociable sino todo lo contrario. Esa Akuma le había cambiado la vida por completo y según su pensamiento a mucho mejor. Se sentía muy bien consigo mismo. Algo en el cuerpo le pedía que hiciera algo. No lo había hecho aún, pero no tardaría. Algo se lo decía, necesitaba hacerlo aunque no sabía qué. Se mantuvo allí arriba quieto hasta que decidió que era el momento. Su mirada se dirigió al cielo y subió la cabeza cerrando los ojos y abriendo su boca llena de dientes afilados. Solo para dejar sonar un poderoso aullido que se escucho por toda la zona debido al volumen del lobo y la zona elevada en la que estaba. El aullido duraba y duraba y no paraba.
Al rato sintió como si le faltase algo, y cierto era. Le faltaba disfrutar de aquella sensación que echaba de menos. En un momento el lobo salió corriendo a toda velocidad. Este se freno frente a unos marines que paseaban por la calle, parecían seguir a un hombre alto de piel marrón oscura. Ese hombre tenía también barba a los lados y en el mentón. La mirada del lobo se fijó en el unos segundos. Tras eso el bello animal salió disparado dirección a la playa corriendo como podía. Le agradaba correr a gran velocidad para sentir la sensación del viento en su cara. Sus patas eran fuertes y se movían agiles.
El lobo no tardo mucho en llegar a la playa. Las olas llegaban y acababan en las patas del lobo mojándole estas. El animal cerró sus ojos para después abrirlos y salir corriendo hacia una zona elevada y rocosa. Saltó por varias rocas hasta llegar a una bastante alta observando desde esta el mar. Tenía muchísimo cuidado para no caerse. Cerró sus ojos notando la brisa en la cara y aquella sensación. Le estaba gustando ser más lobo que humano. Se sentía totalmente libre y feliz de aquella forma. Pensaba en la libertad tan agradable y en lo que le estaba gustando la soledad. La vida solitaria le parecía algo bello e increíble. Cuando cumpliera su cometido de servir a su señor estaba claro que su vida la viviría solo. Siempre como una persona solitaria, viviendo como el eligiera hasta su muerte. No tenía algún lugar a donde volver ni ningún sitio donde establecerse. La brisa del mar acariciaba su pelaje y su cara despacio haciéndole sentir mejor incluso que antes. El no hablar con nadie era algo que evitaba pues era bromista y amable. Pero eso estaba cambiando en él. No parecía ahora muy sociable sino todo lo contrario. Esa Akuma le había cambiado la vida por completo y según su pensamiento a mucho mejor. Se sentía muy bien consigo mismo. Algo en el cuerpo le pedía que hiciera algo. No lo había hecho aún, pero no tardaría. Algo se lo decía, necesitaba hacerlo aunque no sabía qué. Se mantuvo allí arriba quieto hasta que decidió que era el momento. Su mirada se dirigió al cielo y subió la cabeza cerrando los ojos y abriendo su boca llena de dientes afilados. Solo para dejar sonar un poderoso aullido que se escucho por toda la zona debido al volumen del lobo y la zona elevada en la que estaba. El aullido duraba y duraba y no paraba.
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Intenté levantarme. A pesar del tratamiento al que el hombre me había sometido las heridas seguían doliendo y me costaba mucho cada movimiento. Era una agonía el simple hecho de doblarse. Pero yo nunca me rendía y lo seguí intentando. Tras unos pocos intentos poco exitosos estuve a punto de rendirme. Pero un intento más me alejó de tal pensamiento. Conseguí levantarme y el hombre se acercó a mí dejando una silla a mi lado. Después vació el contenido de la pipa que estaba fumando, la volvió a llenar y la encendió para seguir fumando.
-Tranquilízate, nadie te buscará aquí. Los cazadores se marcharon hace tiempo gracias a unas pistas falsas que le dio algún anciano- Dijo guiñándome un ojo.
No entendía por qué me protegía. No había hecho nada para ganarme su confianza ni su respeto y aun así me estaba protegiendo. No me gustaba la idea de estar bajo el amparo de nadie, no pedía ayuda y no tenían por qué prestármela. Pero sin él estaría muerto. Ahora tenía una deuda que sería difícil de saldar. Me asomé a la ventana y oteé el panorama. Había gente moviéndose por la calle constantemente, pero nada importante. Aunque de vez en cuando se veían algunos marines. Me senté en la silla que me había ofrecido. No me apetecía estar sentado, pero lo necesitaba.
-Si alguien pregunta diremos que eres mi ayudante. Siento que tengas que interpretar ese papel, pero será lo más seguro. Mientras tanto será mejor que escondamos tu espada. Está en ese trastero- Me explicó.
¡Mi espada! Casi me había olvidado de ella... No quería estar sin ella, era mi arma, mi protección. Pero era cierto que, aunque sonara contradictorio, estaría más seguro sin un arma. Si me veían no podría explicarles por qué estaba herido y armado. En cambio si solo era un “ayudante” podría achacar las heridas a cualquier cosa y no tendría que dar muchas explicaciones. Este hombre me sorprendía, no sabía quién era, pero parecía importante. A pesar de su pequeño tamaño debía tener una fuerza impresionante si pudo cargar con mi espada y conmigo.
-Tranquilízate, nadie te buscará aquí. Los cazadores se marcharon hace tiempo gracias a unas pistas falsas que le dio algún anciano- Dijo guiñándome un ojo.
No entendía por qué me protegía. No había hecho nada para ganarme su confianza ni su respeto y aun así me estaba protegiendo. No me gustaba la idea de estar bajo el amparo de nadie, no pedía ayuda y no tenían por qué prestármela. Pero sin él estaría muerto. Ahora tenía una deuda que sería difícil de saldar. Me asomé a la ventana y oteé el panorama. Había gente moviéndose por la calle constantemente, pero nada importante. Aunque de vez en cuando se veían algunos marines. Me senté en la silla que me había ofrecido. No me apetecía estar sentado, pero lo necesitaba.
-Si alguien pregunta diremos que eres mi ayudante. Siento que tengas que interpretar ese papel, pero será lo más seguro. Mientras tanto será mejor que escondamos tu espada. Está en ese trastero- Me explicó.
¡Mi espada! Casi me había olvidado de ella... No quería estar sin ella, era mi arma, mi protección. Pero era cierto que, aunque sonara contradictorio, estaría más seguro sin un arma. Si me veían no podría explicarles por qué estaba herido y armado. En cambio si solo era un “ayudante” podría achacar las heridas a cualquier cosa y no tendría que dar muchas explicaciones. Este hombre me sorprendía, no sabía quién era, pero parecía importante. A pesar de su pequeño tamaño debía tener una fuerza impresionante si pudo cargar con mi espada y conmigo.
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Seguíamos caminando, observando como la ciudad estaba tranquila, sin ninguna anomalía. Así daba gusto trabajar. Observar como los ciudadanos disfrutaban de sus vidas de forma apacible y tranquila sin ningún altercado por el que tuviéramos que intervenir, sin embargo... Como algunos dirían, hablé demasiado pronto, aunque solo eran simples pensamientos. Un lobo, de albino pelaje pasó por enfrente de nosotros. Me miró parado durante unos segundos. Pude dirigir mi vista hacia aquellos ojos dorados que llegaban a ser hipnotizantes. Era un animal precioso, pero peligroso. Los lobos solían ir en mandas y era raro ver a un solo, aunque bien podría haberse extraviado de su grupo y haber acabado en la ciudad. También era extraña la forma en que se quedó observándome antes de salir corriendo a gran velocidad hacia la costa.
-No sé como ha llegado un lobo aquí, pero no hay tiempo para buscarle la lógica a las cosas. Jake, Mike, vendréis conmigo, vamos a buscar a ese animal, no podemos permitir que haga daño a nadie. Los demás, seguid patrullando la ciudad, pero hacedlo de forma más acelerada. No quisiera que alguna persona hubiese sido atacada por el lobo y muriese por no atenderla a tiempo. ¡Vamos!- Decía yo, dando un grito al final que iniciaría el movimiento y la separación del batallón.
Sin duda, aquel cánido era demasiado rápido para nosotros. Sería imposible igualar su velocidad y también saber la zona exacta donde estaría poco después, pero no podíamos dejar así este asunto. Muchos civiles lo habían visto y no se quedarían contentos hasta que pudiéramos garantizar y prometer seguridad. Fuimos hacia la playa y empezamos a caminar rápidamente, en dirección a las zonas boscosas con la esperanza de encontrarlo, y no íbamos mal encaminados. Un aullido ensordecedor nos alertó de la ubicación de aquel ser, que se encontraba en una zona alta. Fuimos tan rápido como pudimos, hasta dar con él. Les di a mis hombres una señal con el brazo para que se detuvieran y yo me acerqué lentamente.
-Hey chico.- Dije yo, con una voz tenue y agradable. No quería asustarle y mucho menos parecer una amenaza o una presa. No buscaba hacerle daño, así como tampoco esperaba que él me lo hiciese. -¿Qué haces por aquí?- Preguntaba yo al animal, aunque no esperaba que me entendiese.
-No sé como ha llegado un lobo aquí, pero no hay tiempo para buscarle la lógica a las cosas. Jake, Mike, vendréis conmigo, vamos a buscar a ese animal, no podemos permitir que haga daño a nadie. Los demás, seguid patrullando la ciudad, pero hacedlo de forma más acelerada. No quisiera que alguna persona hubiese sido atacada por el lobo y muriese por no atenderla a tiempo. ¡Vamos!- Decía yo, dando un grito al final que iniciaría el movimiento y la separación del batallón.
Sin duda, aquel cánido era demasiado rápido para nosotros. Sería imposible igualar su velocidad y también saber la zona exacta donde estaría poco después, pero no podíamos dejar así este asunto. Muchos civiles lo habían visto y no se quedarían contentos hasta que pudiéramos garantizar y prometer seguridad. Fuimos hacia la playa y empezamos a caminar rápidamente, en dirección a las zonas boscosas con la esperanza de encontrarlo, y no íbamos mal encaminados. Un aullido ensordecedor nos alertó de la ubicación de aquel ser, que se encontraba en una zona alta. Fuimos tan rápido como pudimos, hasta dar con él. Les di a mis hombres una señal con el brazo para que se detuvieran y yo me acerqué lentamente.
-Hey chico.- Dije yo, con una voz tenue y agradable. No quería asustarle y mucho menos parecer una amenaza o una presa. No buscaba hacerle daño, así como tampoco esperaba que él me lo hiciese. -¿Qué haces por aquí?- Preguntaba yo al animal, aunque no esperaba que me entendiese.
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Llegué a la casa del viejo Joe y toqué en la puerta. No esperaba que estuviera pero es mejor comprobarlo por si las moscas. Para mi sorpresa Joe abrió la puerta.
- ¡Oh! Chavalín que bien que has llegado - me dijo mientras me invitaba a entrar con su mano mientras que con la otra sostenía la puerta - Pasa pasa -
Una vez dentro me fijé que había un Gyojin vendado sentado en una silla a lo que me dirigí rápidamente hacia Joe.
- Joe - le dije extrañado a Joe - ¿Qué hace un Gyojin en tu casa? - le dije mientras me giraba para mirarlo a la cara pues él se había quedado cerca de la puerta mientras me metía hacia dentro
- Es mi nuevo ayudante - me dijo - Todavía es muy patoso y salió malherido del altercado
El Viejo Joe tras retirarse de la marina se volvió el marine del pueblo y en sus ratos libres se ponía a pescar. Por eso dudaba si estaba en el muelle o en su casa o por algún sitio del lugar. Al parecer este gyojin le ayudaba a Joe a pescar, aunque no parecía muy fuerte tan vendado a pesar de poseer cierta musculatura. El Viejo Joe no va a pescar mucho, pero cuando vuelve, regresa con un Rey del Mar por lo que no es de extrañar que este gyojin esté tan malherido.
- Espero que no le hayas dado mucha caña - le dije a Joe mientras colocaba la bolsa de manzanas sobre una mesa pegada a la pared - Ya sabes que muchos de este pueblo no pueden seguir tu ritmo - le dije mientras sacaba unas 4 manzanas - Lo mismo de siempre ¿no?
- No - me dijo tras mirar al gyojin - dame hoy 6, 2 para mi ayudante que necesita recuperar fuerzas - me dijo mientras se sentaba en un sillón
- Pues te las dejo aquí - le dije a Joe mientras dejaba las 6 manzanas en la mesita y me ponía la bolsa al hombro - Encantado de conocerte gyojin, nos veremos otro día - le dije mientras salía por la puerta - Hasta luego Joe
Una vez salí fuera, no me dio tiempo a cerrar la puerta cuando de repente se oyó un gran aullido. Mi curiosidad fue al que le deje la puerta abierta a Joe y me dirigí hacía donde creía que provenía el sonido. Parecía que viniera de la Playa así que tomé el atajo por la arbolada.
- ¡Oh! Chavalín que bien que has llegado - me dijo mientras me invitaba a entrar con su mano mientras que con la otra sostenía la puerta - Pasa pasa -
Una vez dentro me fijé que había un Gyojin vendado sentado en una silla a lo que me dirigí rápidamente hacia Joe.
- Joe - le dije extrañado a Joe - ¿Qué hace un Gyojin en tu casa? - le dije mientras me giraba para mirarlo a la cara pues él se había quedado cerca de la puerta mientras me metía hacia dentro
- Es mi nuevo ayudante - me dijo - Todavía es muy patoso y salió malherido del altercado
El Viejo Joe tras retirarse de la marina se volvió el marine del pueblo y en sus ratos libres se ponía a pescar. Por eso dudaba si estaba en el muelle o en su casa o por algún sitio del lugar. Al parecer este gyojin le ayudaba a Joe a pescar, aunque no parecía muy fuerte tan vendado a pesar de poseer cierta musculatura. El Viejo Joe no va a pescar mucho, pero cuando vuelve, regresa con un Rey del Mar por lo que no es de extrañar que este gyojin esté tan malherido.
- Espero que no le hayas dado mucha caña - le dije a Joe mientras colocaba la bolsa de manzanas sobre una mesa pegada a la pared - Ya sabes que muchos de este pueblo no pueden seguir tu ritmo - le dije mientras sacaba unas 4 manzanas - Lo mismo de siempre ¿no?
- No - me dijo tras mirar al gyojin - dame hoy 6, 2 para mi ayudante que necesita recuperar fuerzas - me dijo mientras se sentaba en un sillón
- Pues te las dejo aquí - le dije a Joe mientras dejaba las 6 manzanas en la mesita y me ponía la bolsa al hombro - Encantado de conocerte gyojin, nos veremos otro día - le dije mientras salía por la puerta - Hasta luego Joe
Una vez salí fuera, no me dio tiempo a cerrar la puerta cuando de repente se oyó un gran aullido. Mi curiosidad fue al que le deje la puerta abierta a Joe y me dirigí hacía donde creía que provenía el sonido. Parecía que viniera de la Playa así que tomé el atajo por la arbolada.
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El lobo se quedo quieto sin moverse. Dejó de aullar en cuanto sintió aquella voz detrás de él. Era bastante increíble. Esa persona había llegado hasta donde él en poco tiempo. Estaba hablándole, hablarle a un lobo podía ser peligroso y muy poco sensato, pero esa persona lo había hecho. El lobo se giró despacio gruñendo con tono amenazante, cuando vio quien era su gruñido paró y se quedo observándole a los ojos. Había muchos lobos blancos al parecer en la vida de ese hombre. No se había dado cuenta. Drake si, era aquel tipo que hizo que le curaran en la isla donde el borracho le atacó. Antes en el pueblo le había reconocido y por eso le había mirado. No sabía si el sabía que era quien era el lobo al que miraba. El lobo no se des transformó ni nada parecido, permanecía quieto observando al marine con gesto inexpresivo. De buenas a primeras sin venir a cuento el lobo abrió la boca respondiéndole en un tono normal y tranquilo. Sabía que era buena gente y podía confiar en él.
- Saludos. Tranquilo, veo que no me recuerdas o quizás si. No he venido a causar ningún problema. Soy yo. Drake
El lobo lo observaba con tranquilidad cuando resbaló un poco por la pata trasera. Rápidamente convirtió su pata en mano y se agarro al saliente quedando colgado del acantilado, por debajo estaba el mar. Casi pierde la vida en ese descuido. Agarrado con fuerza suspiro agradeciendo al cielo ese acto reflejo. Estiró su otro brazo y se subió de nuevo en poco tiempo. El justo para que nadie le ayudara, aunque le daba igual que lo intentaran o no. Trago un poco de saliva y miró aquel marine ya más tranquilo con su forma humana. Llevaba el mismo atuendo de aquella vez, su pantalón negro y camiseta negra de tirantes ajustada. Sus guantes atados a la cintura y aquella expresión tan indescriptible suya. Tal vez así de esa forma se acordaría de él. Aunque tal vez el que se estaba equivocando era Drake y era otro marine parecido al que pensaba este. Con su mala memoria tal vez estaba haciendo el ridículo a los ojos de aquel hombre. Pero tal vez estaba en lo cierto, por lo que mantuvo su postura de tranquilidad echándose un poco para adelante. No quería volver a resbalarse y arriesgarse esta vez a caer al vacío.
Era curioso. Si resultaba ser aquel hombre se habían encontrado en ambas veces en una situación problemática para Drake. Lo que parecía algo gracioso o quizás no tanto. La cosa es que este no quería parecer una persona con muchos problemas, pero lo estaba pareciendo. Debia cuidar esas torpezas suyas si quería respetar su imagen. Aquel hombre resultaba tan protector como siempre. Por un simple lobo se habían arriesgado a seguirlo por el bien del pueblo. Algo que Drake admiraba pues su sentido de la justicia era fuerte y verdadero. No como mas casos que podía haber en la marina según decían.
- Saludos. Tranquilo, veo que no me recuerdas o quizás si. No he venido a causar ningún problema. Soy yo. Drake
El lobo lo observaba con tranquilidad cuando resbaló un poco por la pata trasera. Rápidamente convirtió su pata en mano y se agarro al saliente quedando colgado del acantilado, por debajo estaba el mar. Casi pierde la vida en ese descuido. Agarrado con fuerza suspiro agradeciendo al cielo ese acto reflejo. Estiró su otro brazo y se subió de nuevo en poco tiempo. El justo para que nadie le ayudara, aunque le daba igual que lo intentaran o no. Trago un poco de saliva y miró aquel marine ya más tranquilo con su forma humana. Llevaba el mismo atuendo de aquella vez, su pantalón negro y camiseta negra de tirantes ajustada. Sus guantes atados a la cintura y aquella expresión tan indescriptible suya. Tal vez así de esa forma se acordaría de él. Aunque tal vez el que se estaba equivocando era Drake y era otro marine parecido al que pensaba este. Con su mala memoria tal vez estaba haciendo el ridículo a los ojos de aquel hombre. Pero tal vez estaba en lo cierto, por lo que mantuvo su postura de tranquilidad echándose un poco para adelante. No quería volver a resbalarse y arriesgarse esta vez a caer al vacío.
Era curioso. Si resultaba ser aquel hombre se habían encontrado en ambas veces en una situación problemática para Drake. Lo que parecía algo gracioso o quizás no tanto. La cosa es que este no quería parecer una persona con muchos problemas, pero lo estaba pareciendo. Debia cuidar esas torpezas suyas si quería respetar su imagen. Aquel hombre resultaba tan protector como siempre. Por un simple lobo se habían arriesgado a seguirlo por el bien del pueblo. Algo que Drake admiraba pues su sentido de la justicia era fuerte y verdadero. No como mas casos que podía haber en la marina según decían.
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El hombre se levantó y fue hacia la cocina. La casa era bastante pequeña, y no había a penas puertas. Desde donde yo estaba podía ver lo que hacía. Llenó una tetera de agua y la puso en un fuego. Empezó a buscar en las estanterías superiores y algo me hizo levantarme para ir a ayudarle, pero el dolor me hizo sentarme de nuevo. No sabía lo que estaba haciendo, pero esperaba que el agua no fuera para mis heridas. No me gustaba el agua caliente y mucho menos hirviendo. Aunque no sabía que las heridas se lavaran con agua caliente. Pero tampoco era un médico experto, lo poco que sabía lo había aprendido a base de curar mis propias heridas.
-¿Te gusta el té? Tengo un delicioso que viene de una isla cercana. Aunque también tengo cerveza, pero en tu condición no es bueno que tomes alcohol- Me dijo.
-Nunca he probado el té. Siendo esclavo no tienes muchas posibilidades de tomar cosas así. Pero estaría bien…- Le respondí.
Me sonrió y volvió a girarse. Al final encontró lo que buscaba, una pequeña cajita de madera que contenía unos sobrecitos. Agarró dos y los puso en dos tazas. Cuando la tetera empezó a chirriar vertió el agua hirviendo en las tazas haciendo que el vapor subiera raudo. Puso dos cucharas en la tazas y las trajo hacia mí. Agarré la mía. Estaba muy caliente y olía bastante bien. Le di un sorbito y me calentó toda la garganta, pero tenía un sabor amargo que me resultó bastante desagradable. Fue entonces cuando me acercó el azúcar. Eché un par de cucharadas y le di vueltas. Ahora estaba mucho mejor.
Mientras nos tomábamos el té el hombre comenzó a explicarme sus andadas. No debería escucharlo, pues no me interesaba ni lo más mínimo. Pero después de todo lo que había hecho por mí no podía negarme a escucharlo. Según lo que decía había sido un marine bastante importante y poderoso pero con un rango bajo. Cuando le pregunté el motivo me respondió que no quería un título que no necesitaba. Después decidió dejar la Marina por la corrupción que la dirigía y ahora vivía aquí ayudando a la gente del pueblo en lo que podía. Por lo visto hacía patrullas cuando los marines no estaban en la ciudad.
-¿Te gusta el té? Tengo un delicioso que viene de una isla cercana. Aunque también tengo cerveza, pero en tu condición no es bueno que tomes alcohol- Me dijo.
-Nunca he probado el té. Siendo esclavo no tienes muchas posibilidades de tomar cosas así. Pero estaría bien…- Le respondí.
Me sonrió y volvió a girarse. Al final encontró lo que buscaba, una pequeña cajita de madera que contenía unos sobrecitos. Agarró dos y los puso en dos tazas. Cuando la tetera empezó a chirriar vertió el agua hirviendo en las tazas haciendo que el vapor subiera raudo. Puso dos cucharas en la tazas y las trajo hacia mí. Agarré la mía. Estaba muy caliente y olía bastante bien. Le di un sorbito y me calentó toda la garganta, pero tenía un sabor amargo que me resultó bastante desagradable. Fue entonces cuando me acercó el azúcar. Eché un par de cucharadas y le di vueltas. Ahora estaba mucho mejor.
Mientras nos tomábamos el té el hombre comenzó a explicarme sus andadas. No debería escucharlo, pues no me interesaba ni lo más mínimo. Pero después de todo lo que había hecho por mí no podía negarme a escucharlo. Según lo que decía había sido un marine bastante importante y poderoso pero con un rango bajo. Cuando le pregunté el motivo me respondió que no quería un título que no necesitaba. Después decidió dejar la Marina por la corrupción que la dirigía y ahora vivía aquí ayudando a la gente del pueblo en lo que podía. Por lo visto hacía patrullas cuando los marines no estaban en la ciudad.
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Aquel animal resultó ser Drake. El hombre que me encontré en Villa Syrup y nos ayudó a vencer y capturar a los piratas que atacaron la isla. Era bastante curioso y a la vez agradable encontrarse a alguien como él. Debí haberlo sabido, es más, sospeché, al ver un lobo albino en la ciudad, que se quedó parado observándome, mas no creía que pudiera darse la casualidad, aunque al parecer, estaba equivocado. Sin embargo, poco después de presentarse, se calló por el precipicio, pero antes de que pudiera ayudarle, ya estaba subiendo con su forma humana. Me alivié al ver que estaba bien y esbocé una pequeña sonrisa.
-Vaya, es un gusto verte de nuevo, Drake.- Dije yo. -Y cómo no, otra vez alterando el orden público, aunque por lo menos esta vez no has golpeado a ningún civil.- Dije con algunas risas.
No le arrestaría por lo que había hecho, además, lo consideraba un buen compañero, pero le advertí que no volviese a hacerlo, pues los civiles no se quedarían a gusto hasta saber que estuvieran seguros, y probablemente buscarían la muerte de aquel lobo. Por ello, le dije que podría ir con esa forma cuanto quisiera, siempre y cuando no se acercase a los ciudadanos ni causara un escándalo entre ellos.
-Bueno, un problema menos. Ya no tenemos nada que hacer aquí, así que volveremos a la ciudad para patrullar. Espero que volvamos a vernos en otro momento y podamos mantener una charla más tranquila, Drake.- Comenté yo, a la vez que volvía sobre mis pasos para ir de nuevo a Villa Orange.
Y así, Mike, Jake y yo, nos dirigimos de nuevo a la zona que debíamos vigilar. Tardamos un rato más, ya que, no teníamos la misma prisa con la que fuimos a buscar al posible peligro, que por fortuna resultó ser un antiguo conocido. Llegamos a las calles de aquella villa y buscamos al grupo, para explicarles lo sucedido y seguir patrullando hasta la hora del descanso, que no tardaría en llegar.
-Vaya, es un gusto verte de nuevo, Drake.- Dije yo. -Y cómo no, otra vez alterando el orden público, aunque por lo menos esta vez no has golpeado a ningún civil.- Dije con algunas risas.
No le arrestaría por lo que había hecho, además, lo consideraba un buen compañero, pero le advertí que no volviese a hacerlo, pues los civiles no se quedarían a gusto hasta saber que estuvieran seguros, y probablemente buscarían la muerte de aquel lobo. Por ello, le dije que podría ir con esa forma cuanto quisiera, siempre y cuando no se acercase a los ciudadanos ni causara un escándalo entre ellos.
-Bueno, un problema menos. Ya no tenemos nada que hacer aquí, así que volveremos a la ciudad para patrullar. Espero que volvamos a vernos en otro momento y podamos mantener una charla más tranquila, Drake.- Comenté yo, a la vez que volvía sobre mis pasos para ir de nuevo a Villa Orange.
Y así, Mike, Jake y yo, nos dirigimos de nuevo a la zona que debíamos vigilar. Tardamos un rato más, ya que, no teníamos la misma prisa con la que fuimos a buscar al posible peligro, que por fortuna resultó ser un antiguo conocido. Llegamos a las calles de aquella villa y buscamos al grupo, para explicarles lo sucedido y seguir patrullando hasta la hora del descanso, que no tardaría en llegar.
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Conseguir llegar a la playa y estuve observando a los alrededores para buscar el causante del ruido que parecía de un animal. Lo único que vi fue un grupo de marines en lo alto de un acantilado y un lobo a punto de caerse. Pero, era extraño, parecía semi-humano. Me dirigí por una ladera de rocas subiendo hacia los marines. Cuando iba subiendo me resbalé y empecé a caer por la ladera de rocas y me golpeé varias veces contra ellas. Cuando llegué abajo tenía una pequeña herida en la pierna y me extrañó que solo me hiciera un rasguño. Podía levantarme y caminar hasta el pueblo. Cuando llegué al pueblo me volví a mirar la herida y ya estaba curada. Así que seguí en mi rutina de repartir manzanas así que volví al mercado a por más manzanas.
OFF: lo siento por ser tan corto es que no tengo tiempo xD
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No se había equivocado, se trataba de aquel marine de aquella vez. Le resultaba bastante amable. En su rostro se dibujo una sonrisa cuando escuchó lo de golpear a ningún civil. Seguía tan responsable como siempre. Nada mas comprobar que no era un peligro decidió volver a la ciudad para velar por los ciudadanos. Un hombre realmente admirable. Según su opinión claro esta.
- Claro. Cuídate amigo, ya nos veremos.
Dijo de forma amable para después volver a mirar al mar desde el acantilado con una sonrisa. Cerró los ojos notando una brisa de viento que le dio en la cara. Se sentía libre allí arriba. Tras unos minutos más sonrió de lado transformándose de nuevo en su forma de lobo. Flexionó sus patas traseras para dar un enorme salto y aterrizar sobre las rocas de más abajo. Repitió la misma maniobra varias veces y de forma perfecta hasta llegar a la arena de la playa donde estuvo anteriormente. Su mirada se fijó en las olas que había en la densa playa de aquel lugar. Tras unos segundos aquel lobo salió corriendo de allí dirigiéndose de nuevo a la zona del pueblo. Para no causar problemas volvió a su forma humana con tranquilidad. Debía seguir investigando por allí antes de irse. Quería conocer todos los lugares del mundo y no haría excepciones. Todos los callejones, calles, lugares públicos. Todo, quería ver todo de cada sitio sin importarle nada más. Iba a un paso lento y tranquilo. Pronto en aquella villa empezó a hacer acto de presencia una lluvia que daba señales de aumentar. El chico se quedo mirando al cielo por donde se acercaban unas nubes negras que estaban por encima ya de aquella villa. Este simplemente salió corriendo por la calle. No le importaba nada ni nadie ahora. Simplemente corría por gusto. Sintiendo el agua por su cara resbalar hacia abajo cayendo por su cuello. Su pelo ya estaba mojado, Iba pisando los charcos sin importarle mancharse. Llegó a un pequeño parque público donde saltó colocándose sobre un banco sentándose en la parte donde se apoya la espalda y mirando al cielo. Un anciano pasó caminando por en frente y al verle así se extraño y le habló con tono tranquilo y algo confuso por la situación.
- Chico vas a coger un catarro ¿ Qué haces ahí? Vuelve a casa anda
Drake no le respondió. Se quedo callado con los ojos cerrados mirando al cielo con una sonrisa. Las gotas de lluvia seguían cayendo por su cara y mojándole entero. Pero le daba absolutamente igual. No iba a resguardarse. Le encantaba la lluvia y era algo que no iba a cambiar en absoluto. La gente se resguardaba en sus casas, la lluvia parecía aumentar su ritmo. Ya algunas calles estaban encharcadas. Un trueno se escucho con fuerza sobre ya el nublado cielo negro. Drake empezó a preocuparse un poco, esa tormenta parecía que iba a ser algo serio y no moco de pavo. Sin más demora se levanto de aquel banco y salió a la calle donde sus pies pisaron el encharcado suelo. Las alcantarillas empezaban a desbordarse y el mar el cual veía a lo lejos a agitarse bastante. Se notaba en el nivel de las olas que aumento bastante. Menos mal que se había marchado de aquel acantilado pensó Drake con el gesto algo serio ya. De no ser así aquella tormenta le habría pillado de improviso y seguramente le habría podido costar bastante caro. Pero por suerte o por cosa del destino. Le dio por volver al pueblo rápidamente. Escogió bien por lo que se veía.
- Claro. Cuídate amigo, ya nos veremos.
Dijo de forma amable para después volver a mirar al mar desde el acantilado con una sonrisa. Cerró los ojos notando una brisa de viento que le dio en la cara. Se sentía libre allí arriba. Tras unos minutos más sonrió de lado transformándose de nuevo en su forma de lobo. Flexionó sus patas traseras para dar un enorme salto y aterrizar sobre las rocas de más abajo. Repitió la misma maniobra varias veces y de forma perfecta hasta llegar a la arena de la playa donde estuvo anteriormente. Su mirada se fijó en las olas que había en la densa playa de aquel lugar. Tras unos segundos aquel lobo salió corriendo de allí dirigiéndose de nuevo a la zona del pueblo. Para no causar problemas volvió a su forma humana con tranquilidad. Debía seguir investigando por allí antes de irse. Quería conocer todos los lugares del mundo y no haría excepciones. Todos los callejones, calles, lugares públicos. Todo, quería ver todo de cada sitio sin importarle nada más. Iba a un paso lento y tranquilo. Pronto en aquella villa empezó a hacer acto de presencia una lluvia que daba señales de aumentar. El chico se quedo mirando al cielo por donde se acercaban unas nubes negras que estaban por encima ya de aquella villa. Este simplemente salió corriendo por la calle. No le importaba nada ni nadie ahora. Simplemente corría por gusto. Sintiendo el agua por su cara resbalar hacia abajo cayendo por su cuello. Su pelo ya estaba mojado, Iba pisando los charcos sin importarle mancharse. Llegó a un pequeño parque público donde saltó colocándose sobre un banco sentándose en la parte donde se apoya la espalda y mirando al cielo. Un anciano pasó caminando por en frente y al verle así se extraño y le habló con tono tranquilo y algo confuso por la situación.
- Chico vas a coger un catarro ¿ Qué haces ahí? Vuelve a casa anda
Drake no le respondió. Se quedo callado con los ojos cerrados mirando al cielo con una sonrisa. Las gotas de lluvia seguían cayendo por su cara y mojándole entero. Pero le daba absolutamente igual. No iba a resguardarse. Le encantaba la lluvia y era algo que no iba a cambiar en absoluto. La gente se resguardaba en sus casas, la lluvia parecía aumentar su ritmo. Ya algunas calles estaban encharcadas. Un trueno se escucho con fuerza sobre ya el nublado cielo negro. Drake empezó a preocuparse un poco, esa tormenta parecía que iba a ser algo serio y no moco de pavo. Sin más demora se levanto de aquel banco y salió a la calle donde sus pies pisaron el encharcado suelo. Las alcantarillas empezaban a desbordarse y el mar el cual veía a lo lejos a agitarse bastante. Se notaba en el nivel de las olas que aumento bastante. Menos mal que se había marchado de aquel acantilado pensó Drake con el gesto algo serio ya. De no ser así aquella tormenta le habría pillado de improviso y seguramente le habría podido costar bastante caro. Pero por suerte o por cosa del destino. Le dio por volver al pueblo rápidamente. Escogió bien por lo que se veía.
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Un trueno surcó el cielo estallando y rugiendo como una bala de cañón. Se avecinaba tormenta. Era el momento perfecto para salir a dar una vuelta. El agua humedecería mi piel e impediría que la gente saliera a la calle. Me levanté y me dispuse a salir. Me costó un poco, pero me quedé quieto un rato. Cuando comprobé que podía andar me dirigí hacia la puerta. Entonces el hombre se levantó, agarró un bastón y vino a mi lado. Me sorprendió bastante, a los humanos no solía gustarles mojarse con la lluvia, aunque disfrutaban bañándose en lagos, ríos y en el mar.
-Se avecina tormenta, pero a mí también me apetece dar un paseo- Me dijo.
-Pero se va a mojar, ¿no le importa?- Le pregunté.
-Hace mucho tiempo que dejó de importarme. La lluvia me hace sentir vivo y, en la vejez, es algo que no se siente a menudo- Respondió.
Afirmé con la cabeza y abrí la puerta. Con un rápido vistazo comprobé que la gente ya empezaba a meterse en sus casa o en tabernas. Estaba claro que no a todos les gustaba la lluvia. Eso me favorecía. Salí y respiré el olor de la humedad que se avecinaba. Apoyado en su bastón el hombre salió tras de mí. Comenzamos a andar por las anchas y rurales calles y vimos un grupo de gente bastante grande a lo lejos. Parecían marines, así que decidí cambiar de rumbo. No quería cruzarme con ellos. No sabía si había un precio pro mi cabeza o si me harían algo por ser gyojin.
El hombre pareció darse cuenta, porque se quedó mirándolos un rato y se giró de nuevo hacia mí sonriendo. Seguramente sabría más de lo que aparentaba, pero no iba a preguntarle. Anduvimos unos cinco minutos y llegamos a una plaza de mediano tamaño. Las nubes negras habían avanzado bastante y ya empezaban a situarse sobre el pueblo. La tormenta no tardaría mucho en llegar. Me senté en un banco a descansar. Todavía no me había repuesto de mis heridas y tardaría días en recuperarme del todo. Mientras tanto tendría que descansar de vez en cuando para que no volvieran a abrirse.
-Se avecina tormenta, pero a mí también me apetece dar un paseo- Me dijo.
-Pero se va a mojar, ¿no le importa?- Le pregunté.
-Hace mucho tiempo que dejó de importarme. La lluvia me hace sentir vivo y, en la vejez, es algo que no se siente a menudo- Respondió.
Afirmé con la cabeza y abrí la puerta. Con un rápido vistazo comprobé que la gente ya empezaba a meterse en sus casa o en tabernas. Estaba claro que no a todos les gustaba la lluvia. Eso me favorecía. Salí y respiré el olor de la humedad que se avecinaba. Apoyado en su bastón el hombre salió tras de mí. Comenzamos a andar por las anchas y rurales calles y vimos un grupo de gente bastante grande a lo lejos. Parecían marines, así que decidí cambiar de rumbo. No quería cruzarme con ellos. No sabía si había un precio pro mi cabeza o si me harían algo por ser gyojin.
El hombre pareció darse cuenta, porque se quedó mirándolos un rato y se giró de nuevo hacia mí sonriendo. Seguramente sabría más de lo que aparentaba, pero no iba a preguntarle. Anduvimos unos cinco minutos y llegamos a una plaza de mediano tamaño. Las nubes negras habían avanzado bastante y ya empezaban a situarse sobre el pueblo. La tormenta no tardaría mucho en llegar. Me senté en un banco a descansar. Todavía no me había repuesto de mis heridas y tardaría días en recuperarme del todo. Mientras tanto tendría que descansar de vez en cuando para que no volvieran a abrirse.
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Buscamos a nuestros compañeros, que una vez encontrados, les explicamos todo lo sucedidos, así como ellos dijeron que no habían encontrado nada fuera de lo normal. Continuamos caminando, saludando con una sonrisa a cada persona que cruzaba contenta por en frente de nosotros. Me alegraba ver que podían ser felices, ese era gran parte de mi trabajo, y cumplirlo era muy satisfactorio. Mientras andábamos, observé el cielo. Algunas nubes oscuras empezaban a acercarse desde la lejanía. Probablemente se pondría a llover antes de que llegásemos a la hora del descanso, cosa que era un fastidio, pero bueno, ya íbamos preparados para estas ocasiones.
-Chicos, sacad las capas para resguardaros de la lluvia. Pronto caerá la tormenta y aún no es hora de hacer el vago.- Decía yo, girándome hacia el pelotón, que no tardó en empezar a sacar aquellos chubasqueros que no eran más que capas de tela marrón con una capucha incorporada. Eran suficientes como para evitar que acabásemos empapados.
Todos nos cubrimos con aquella prenda y seguimos patrullando. La gente que se daba cuenta de lo que se avecinaba, empezó a meterse en casa y avisar a sus hijos para que hicieran lo mismo. Algunas señoras sacaban la ropa que tenían tendida y la metían en casa. Los puestos ambulantes cerraban y guardaban sus cosas para resguardarse de la lluvia. Las calles se tornaban silenciosas y solitarias. La tormenta siempre daba un aspecto grisáceo y lúgubre a las ciudades.
A lo lejos pude ver a una silueta bastante grande, al lado de una mucho más pequeña. Con la niebla que había surgido y la lejanía, no pude distinguirlos, mas era raro que salieran a la calle con este tiempo. Se lo comenté a mis hombres y nos dirigimos hacia ellos. A paso raudo, pero sin levantar sospechas. Si eran peligrosos, no queríamos que huyesen antes de poder averiguarlo y detenerlos.
Se pararon en un banco. El grande se sentó en un banco y cuando nos acercamos pudimos ver que no era un hombre, si no un gyojin. Su aleta dorsal, su color gris y blanco de la piel y sobre todo sus branquias, lo delataban, sin embargo, no sería un problema si no intentaba nada en contra de los civiles.. y menos cuando pude ver quien era el otro. El anciano más respetado de aquella ciudad. Un ex-marine muy conocido. Si estaba con él, no podía ser alguien peligroso.
-Buenas tardes, Joe.- Dije yo amablemente. -¿Cómo tu por aquí?- Continué, extrañado porque estuviese allí con aquel mal tiempo azotando. Bien cierto era que aquel hombre había pasado incontables peligros y que no era alguien ordinario, sin embargo, no dejaba de ser curioso.
-Chicos, sacad las capas para resguardaros de la lluvia. Pronto caerá la tormenta y aún no es hora de hacer el vago.- Decía yo, girándome hacia el pelotón, que no tardó en empezar a sacar aquellos chubasqueros que no eran más que capas de tela marrón con una capucha incorporada. Eran suficientes como para evitar que acabásemos empapados.
Todos nos cubrimos con aquella prenda y seguimos patrullando. La gente que se daba cuenta de lo que se avecinaba, empezó a meterse en casa y avisar a sus hijos para que hicieran lo mismo. Algunas señoras sacaban la ropa que tenían tendida y la metían en casa. Los puestos ambulantes cerraban y guardaban sus cosas para resguardarse de la lluvia. Las calles se tornaban silenciosas y solitarias. La tormenta siempre daba un aspecto grisáceo y lúgubre a las ciudades.
A lo lejos pude ver a una silueta bastante grande, al lado de una mucho más pequeña. Con la niebla que había surgido y la lejanía, no pude distinguirlos, mas era raro que salieran a la calle con este tiempo. Se lo comenté a mis hombres y nos dirigimos hacia ellos. A paso raudo, pero sin levantar sospechas. Si eran peligrosos, no queríamos que huyesen antes de poder averiguarlo y detenerlos.
Se pararon en un banco. El grande se sentó en un banco y cuando nos acercamos pudimos ver que no era un hombre, si no un gyojin. Su aleta dorsal, su color gris y blanco de la piel y sobre todo sus branquias, lo delataban, sin embargo, no sería un problema si no intentaba nada en contra de los civiles.. y menos cuando pude ver quien era el otro. El anciano más respetado de aquella ciudad. Un ex-marine muy conocido. Si estaba con él, no podía ser alguien peligroso.
-Buenas tardes, Joe.- Dije yo amablemente. -¿Cómo tu por aquí?- Continué, extrañado porque estuviese allí con aquel mal tiempo azotando. Bien cierto era que aquel hombre había pasado incontables peligros y que no era alguien ordinario, sin embargo, no dejaba de ser curioso.
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Toqué el lugar donde tenía la herida más grave, en el vientre. El tacto me dolió demasiado. Todavía era una herida horrible. El viejo se percató de lo que hice y me golpeó con el bastón en la cabeza mientras decía que no con la cabeza. A pesar de ser tan menudo me propinó un golpe bastante duro. Para colmo había sido tan rápido que ni lo había visto venir. Este hombre era bastante peligroso. Tenía suerte de que estuviera a mi favor y no en mi contra. De ser al contrario... ni si quiera me habría salvado y ahora estaría muerto pudriéndome en aquel suelo rodeado de cadáveres y sangre.
-No te toques la herida o no sanará. Voy a tener que enseñarte un par de cosas- Me dijo.
Tenía toda la razón. Si algo había aprendido en mis tiempos de gladiador era que las heridas debían dejarse sanar y tocarlas, solo, para aplicar ungüentos curativos. Tocarlas solo servía para que se infectaran, empeoraran y/o reabrieran. Había sido una total estupidez por mi parte, pero no lo había pensado. Mientras estábamos sentados me hizo un discurso sobre su juventud y cuando era marine. Algo sobre que quería cambiar el mundo y ayudar en todo lo posible a la gente hasta que encontró este lugar y se retiró para vivir lo que le quedaba aquí. Era un historia bonita, pero no me enterneció.
Tras un rato hablando los marines se acercaron a nosotros. Esto podría traer problemas. Éramos los únicos en la calle y eso nos pondría en la lista de "gente sospechosa". Aunque este lugar me sorprendía cada vez más y esta no era una excepción. Al parecer el marine más grande conocía al viejo que me acompañaba y habló con él. Parecían amigos y no me atacaron ni me hicieron nada, por lo que seguía bajo el ala protectora de este hombre. ¿Cuantas veces me habría salvado ya la vida? Si seguía así iba deberle demasiado a este hombre y eso no me gustaba nada.
-¿Cómo estás, Garland? Me alegro mucho de ver que patrulláis la ciudad, Hace tiempo que no veo problemas. Te presento a mi ayudante, Cánabar- Le dijo.
Le había dicho mi nombre mientras hablábamos, pero no le di permiso ni consentimiento para que se lo dijera a otros. Sin embargo lo izo. Quizás no era una buena idea que estos marines me conocieran. Podrían saber sobre lo ocurrido a mis "amos" y eso me traería problemas. Demasiados problemas. Ahora solo tenía que esperar a ver la reacción de los marines y reaccionar según lo que hicieran. Hacer un paso en falso podría ser fatal. Lo mejor era esperar sin hacer nada. El viejo no podía condenarme después de haberme salvado tantas veces, no dejaría que me pasara nada. O eso esperaba.
-No te toques la herida o no sanará. Voy a tener que enseñarte un par de cosas- Me dijo.
Tenía toda la razón. Si algo había aprendido en mis tiempos de gladiador era que las heridas debían dejarse sanar y tocarlas, solo, para aplicar ungüentos curativos. Tocarlas solo servía para que se infectaran, empeoraran y/o reabrieran. Había sido una total estupidez por mi parte, pero no lo había pensado. Mientras estábamos sentados me hizo un discurso sobre su juventud y cuando era marine. Algo sobre que quería cambiar el mundo y ayudar en todo lo posible a la gente hasta que encontró este lugar y se retiró para vivir lo que le quedaba aquí. Era un historia bonita, pero no me enterneció.
Tras un rato hablando los marines se acercaron a nosotros. Esto podría traer problemas. Éramos los únicos en la calle y eso nos pondría en la lista de "gente sospechosa". Aunque este lugar me sorprendía cada vez más y esta no era una excepción. Al parecer el marine más grande conocía al viejo que me acompañaba y habló con él. Parecían amigos y no me atacaron ni me hicieron nada, por lo que seguía bajo el ala protectora de este hombre. ¿Cuantas veces me habría salvado ya la vida? Si seguía así iba deberle demasiado a este hombre y eso no me gustaba nada.
-¿Cómo estás, Garland? Me alegro mucho de ver que patrulláis la ciudad, Hace tiempo que no veo problemas. Te presento a mi ayudante, Cánabar- Le dijo.
Le había dicho mi nombre mientras hablábamos, pero no le di permiso ni consentimiento para que se lo dijera a otros. Sin embargo lo izo. Quizás no era una buena idea que estos marines me conocieran. Podrían saber sobre lo ocurrido a mis "amos" y eso me traería problemas. Demasiados problemas. Ahora solo tenía que esperar a ver la reacción de los marines y reaccionar según lo que hicieran. Hacer un paso en falso podría ser fatal. Lo mejor era esperar sin hacer nada. El viejo no podía condenarme después de haberme salvado tantas veces, no dejaría que me pasara nada. O eso esperaba.
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OFF: Siento no haber posteado antes pero canabar ya sabia que no iba a estar disponible pero Drake no. Sorry de veras xD
Estaba por el mercado ya paseando con las nuevas manzanas compradas cuando empezó a llover. Todos los mercaderes empezaron a recoger mientras que la gente del lugar iba dirigiendose a sus casas. Alcé la mirada y observé que se acercaba una nube negra cargada de agua y que podría significar tormenta pero no me preocupaba. Hace tiempo, como un año cosa así me di cuenta que la lluvia no me mojaba, sino como que resbalaba sobre mi cuerpo sin dejar rastro. Como si fuera una hoja de nenúfar. Pero claro, las manzanas si que se podía mojar y ponerse malas. Así anduve hacia mi casa y me encontré a los marines hablando con el Tio Joe que había slaudado antes junto al gyojin malherido.
" ¿Qué hace el Gyojin malherido aquí fuera? ¿Qué hace que no está en reposo? ¿Acaso quiere morir? "
Me acerqué a ellos - ¡Eh Tio Joe! QUe hace que el gyojin no está en reposo - le dije en alto desde donde estaba mientras le saludaba con mi mano derecha elevandola por encima de mi cabeza.
Estaba por el mercado ya paseando con las nuevas manzanas compradas cuando empezó a llover. Todos los mercaderes empezaron a recoger mientras que la gente del lugar iba dirigiendose a sus casas. Alcé la mirada y observé que se acercaba una nube negra cargada de agua y que podría significar tormenta pero no me preocupaba. Hace tiempo, como un año cosa así me di cuenta que la lluvia no me mojaba, sino como que resbalaba sobre mi cuerpo sin dejar rastro. Como si fuera una hoja de nenúfar. Pero claro, las manzanas si que se podía mojar y ponerse malas. Así anduve hacia mi casa y me encontré a los marines hablando con el Tio Joe que había slaudado antes junto al gyojin malherido.
" ¿Qué hace el Gyojin malherido aquí fuera? ¿Qué hace que no está en reposo? ¿Acaso quiere morir? "
Me acerqué a ellos - ¡Eh Tio Joe! QUe hace que el gyojin no está en reposo - le dije en alto desde donde estaba mientras le saludaba con mi mano derecha elevandola por encima de mi cabeza.
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El chico caminaba por la calle inundada. Se había dado cuenta de la presencia de los demás ahora en la zona donde estaba él anteriormente. No le gustaba nada estar con muchas personas pues siempre había sido muy solitario y era lo que deseaba. Estar solo y tranquilo viviendo la vida como él quisiera. Hasta caer. No temerle a nada porque no tenía nada que perder. Ningún lugar al que regresar. Ninguna familia a la que vigilar o estar pendiente de ella. Su estomago le rugió un poco y miró a otro lado algo nervioso y avergonzado por aquello. Pero al parecer nadie se había dado cuenta. Todas las casas cerraban al igual que puestos y demás. Pero el cielo se le abrió al parecer porque un pequeño puesto de perritos calientes parecía estar abierto. Pero no duraría mucho pues el dueño estaba guardando la comida que nadie había comprado en papel para venderla más tarde o comérsela el mismo.
Al ver esto rápidamente saltó cayendo a cuatro patas usando su forma de lobo blanco para ir más deprisa. En apenas cinco segundos llegó. El hombre estaba con la cabeza agachada y por suerte no le vio des transformarse. Solo levantó su cabeza y observo a Drake en su forma humana que le observaba con una amable sonrisa en el rostro mientras metía las manos en los bolsillos buscando algo de dinero. Cuando pareció encontrarlo musito suavemente por su boca en tono tranquilo hablando con el hombre del puesto
- Hola buenas tarde, aunque no tan buenas. Veo que he tenido suerte buscaba un puesto para comer pero estaban todos cerrados. ¿Le queda algo a usted o le ha sobrado algo que no vaya a comer?. No hace falta que este en perfectas condiciones de lo comprare igualmente
Aquel hombre le miró con una sonrisa amable. Tendría unos treinta años y su pelo era de un tono moreno. Lo llevaba cogido con una cola y sus ojos eran al igual negros como su cabello. Vestía con un traje de granjero y un sombrero de paja con unos pantalones azules que se notaban tras el traje. Sus botas eran negras y tenía una cicatriz en la mejilla derecha ya cicatrizada. Le sonrió a Drake y saco tres perritos de la bolsa los cuales le pusieron sobre la mesa.
- Has tenido suerte chaval. Me iba ya con este tiempo pero me quedaron tres perritos sin vender. Cuestan cuatro berries cada uno pero dado que están ya un poco tiesos por así decirlo te los dejo por dos berries cada uno.
Drake sacó la poca cantidad que le pidió y se los puso sobre la mesa para después coger la comida y girarse caminando saludándole antes con la mano con educación. Cogió el primero el cual se comió de un simple bocado tardando unos segundos en masticarlo y tragarlo. Volvió sobre sus pasos ya en forma humana y calmada, no como había ido corriendo hacia el puesto el cual ya había recogido y se había ido. Volvió al parque donde parecía haber gente y se acerco a ellos comiéndose otro de los perritos y conservando el que le quedaba en la mano. Allí parecía estar un hombre con apariencia de pez. Algo que nunca había visto. Un chico, un anciano y para su sorpresa los marines junto con Garland con el que había tenido un encuentro antes en el acantilado.
- Hola a todo el mundo ¿ qué pasa aquí?.
Pregunto este sin saber que podía hacer tal combinación en aquel sitio y con la tormenta que estaba cayendo sobre aquel lugar.
Al ver esto rápidamente saltó cayendo a cuatro patas usando su forma de lobo blanco para ir más deprisa. En apenas cinco segundos llegó. El hombre estaba con la cabeza agachada y por suerte no le vio des transformarse. Solo levantó su cabeza y observo a Drake en su forma humana que le observaba con una amable sonrisa en el rostro mientras metía las manos en los bolsillos buscando algo de dinero. Cuando pareció encontrarlo musito suavemente por su boca en tono tranquilo hablando con el hombre del puesto
- Hola buenas tarde, aunque no tan buenas. Veo que he tenido suerte buscaba un puesto para comer pero estaban todos cerrados. ¿Le queda algo a usted o le ha sobrado algo que no vaya a comer?. No hace falta que este en perfectas condiciones de lo comprare igualmente
Aquel hombre le miró con una sonrisa amable. Tendría unos treinta años y su pelo era de un tono moreno. Lo llevaba cogido con una cola y sus ojos eran al igual negros como su cabello. Vestía con un traje de granjero y un sombrero de paja con unos pantalones azules que se notaban tras el traje. Sus botas eran negras y tenía una cicatriz en la mejilla derecha ya cicatrizada. Le sonrió a Drake y saco tres perritos de la bolsa los cuales le pusieron sobre la mesa.
- Has tenido suerte chaval. Me iba ya con este tiempo pero me quedaron tres perritos sin vender. Cuestan cuatro berries cada uno pero dado que están ya un poco tiesos por así decirlo te los dejo por dos berries cada uno.
Drake sacó la poca cantidad que le pidió y se los puso sobre la mesa para después coger la comida y girarse caminando saludándole antes con la mano con educación. Cogió el primero el cual se comió de un simple bocado tardando unos segundos en masticarlo y tragarlo. Volvió sobre sus pasos ya en forma humana y calmada, no como había ido corriendo hacia el puesto el cual ya había recogido y se había ido. Volvió al parque donde parecía haber gente y se acerco a ellos comiéndose otro de los perritos y conservando el que le quedaba en la mano. Allí parecía estar un hombre con apariencia de pez. Algo que nunca había visto. Un chico, un anciano y para su sorpresa los marines junto con Garland con el que había tenido un encuentro antes en el acantilado.
- Hola a todo el mundo ¿ qué pasa aquí?.
Pregunto este sin saber que podía hacer tal combinación en aquel sitio y con la tormenta que estaba cayendo sobre aquel lugar.
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Antes de que el marine hablara y de ver su reacción llegó un chico de pequeño tamaño. Parecía que el clima no importaba a nadie, porque esto empezaba a llenarse poco a poco y, si seguíamos así, pronto seríamos una multitud. Y no me gustaba nada estar rodeado de gente. Puede que esto llamara la atención de algún cazador de recompensas o que alguno de los presentes me reconociera. Cualquiera de las opciones era tan peligrosa y aterradora que no me iba a quedar para saberlo. Intenté levantarme, pero el viejo me puso una mano en el hombro y me sonrió. El chico le preguntó alfo sobre mí.
-No te preocupes, es mucho más fuerte de lo que aparenta y necesitaba que le diera el aire- Me dijo.
Miré al chico y me acordé. Era el que había venido antes a casa del viejo. Lo había ignorado pensando que por mi estado no le daría importancia y podría “pasar desapercibido”. Pero ahora no era el caso y tendría que actuar. Lo mejor sería comportarme tal y como ellos se comportaban. Y adaptarme al papel de ayudante era de vital importancia. Si no recordaba mal el chico había dicho que el viejo era pescador y que se dedicaba a cazar Reyes marinos. No era algo normal para un humano, pero este no era normal. Aunque era una proeza conseguir pescar uno de esos estaba seguro de que el viejo podía.
-Muy buenas a todos. Pido disculpas por no poder levantarme y saludarlos en condiciones, pero mi estado no me lo permite- Dije para disculparme.
Giré la mirada para no verme obligado a una conversación y fingí prestar mi atención a las heridas que cubrían mi cuerpo para “comprobar” como estaban. Seguramente funcionaría y no seguirían intentando hablar conmigo, pero no siempre funcionaba la indiferencia y era totalmente consciente de que un gyojin destacaba mucho en un pueblo como este. Posiblemente algunos ni si quiera habrían visto a uno de mi raza en toda su vida. Pero sabía que los marines sí. El Gobierno Mundial estaba en constante contacto con los míos, aunque los tuvieran como esclavos.
Por si fuera poco, vino otro muchacho preguntando qué pasaba. No sabía cómo ni cuándo, pero al parecer me había convertido en la feria del pueblo. Un guerrero como yo, el Segador, denigrado al nivel de atracción pueblerina… Si el resto de gladiadores me viera ahora mismo se reirían de mí y me despreciarían. Aunque eso sería lo último que hicieran, porque me encargaría de arrancarles el corazón a todos. Mientras pensaba y me regocijaba en como matar a aquellos desgraciados que se reían de mí en mi imaginación, el viejo se levantó y saludó al chico nuevo, el último que había aparecido.
-Hemos salido a dar un paseo y hemos atraído la atención de una buena compañía. ¿Cómo puede ser que estéis todos fuera con la tormenta que se avecina? Los marines están patrullando. Pero, vosotros, chicos ¿qué hacéis aquí?- Le respondió y preguntó.
-No te preocupes, es mucho más fuerte de lo que aparenta y necesitaba que le diera el aire- Me dijo.
Miré al chico y me acordé. Era el que había venido antes a casa del viejo. Lo había ignorado pensando que por mi estado no le daría importancia y podría “pasar desapercibido”. Pero ahora no era el caso y tendría que actuar. Lo mejor sería comportarme tal y como ellos se comportaban. Y adaptarme al papel de ayudante era de vital importancia. Si no recordaba mal el chico había dicho que el viejo era pescador y que se dedicaba a cazar Reyes marinos. No era algo normal para un humano, pero este no era normal. Aunque era una proeza conseguir pescar uno de esos estaba seguro de que el viejo podía.
-Muy buenas a todos. Pido disculpas por no poder levantarme y saludarlos en condiciones, pero mi estado no me lo permite- Dije para disculparme.
Giré la mirada para no verme obligado a una conversación y fingí prestar mi atención a las heridas que cubrían mi cuerpo para “comprobar” como estaban. Seguramente funcionaría y no seguirían intentando hablar conmigo, pero no siempre funcionaba la indiferencia y era totalmente consciente de que un gyojin destacaba mucho en un pueblo como este. Posiblemente algunos ni si quiera habrían visto a uno de mi raza en toda su vida. Pero sabía que los marines sí. El Gobierno Mundial estaba en constante contacto con los míos, aunque los tuvieran como esclavos.
Por si fuera poco, vino otro muchacho preguntando qué pasaba. No sabía cómo ni cuándo, pero al parecer me había convertido en la feria del pueblo. Un guerrero como yo, el Segador, denigrado al nivel de atracción pueblerina… Si el resto de gladiadores me viera ahora mismo se reirían de mí y me despreciarían. Aunque eso sería lo último que hicieran, porque me encargaría de arrancarles el corazón a todos. Mientras pensaba y me regocijaba en como matar a aquellos desgraciados que se reían de mí en mi imaginación, el viejo se levantó y saludó al chico nuevo, el último que había aparecido.
-Hemos salido a dar un paseo y hemos atraído la atención de una buena compañía. ¿Cómo puede ser que estéis todos fuera con la tormenta que se avecina? Los marines están patrullando. Pero, vosotros, chicos ¿qué hacéis aquí?- Le respondió y preguntó.
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Por lo visto aquel gyojin de gran tamaño era su ayudante. Era bastante raro tener como ayudante a alguien de aquella raza, puesto que no solían simpatizar con los humanos, y los que lo hacían, no era para servir como ayudantes, aunque quien sabe, quizás le gustaba ayudar o ganaba una buena recompensa. También pude observar que estaba bastante herido, probablemente tuvo algún accidente o algo por estilo, pero no le di mucha importancia, con el anciano Joe de su lado, no tardaría en estar como nuevo. Aquel loco sabía mil formas de tratar las heridas de forma natural. Este comentó que le alegraba vernos y que desde que patrullábamos apenas había problemas, y en parte, era cierto. Principalmente porque la gente que llegaba a Villa Orange, no quería problemas con el gobierno, así que lejos de nuestro bajo poder de reclutas, se escondía el nombre de una gran organización.
-Sí, la verdad es que ha disminuido mucho el vandalismo en la ciudad. Eso está muy bien, me alegra saber que los civiles pueden vivir sin miedo a que los asalten en cualquier callejón.- Decía yo, esbozando una pequeña sonrisa.
Seguidamente llegó aquel chico que iba repartiendo comida por algunos lugares, usualmente manzanas, o eso es lo que pude ver en los días que llevaba trabajando por aquí. No sabía muy bien que clase de empleo sería aquel, aunque el chico parecía agradable. Al llegar, preguntó por el hombre pez, que se encontraba sentado en aquel banco a pesar de la tormenta. El ex marine le respondió que necesitaba algo de aire fresco y por eso estaban a fuera, aunque más que aire era agua lo que obtenían, pero era un gyojin. Poco después fueron las palabras del gyojin las que saludaban y pedían disculpas por no poder hacerlo de una forma más educada debido a su estado. Y para mi sorpresa, Drake llegó a escena. En un momento la plaza se había llenado de gente a pesar del clima, cosa que no dudó en mencionar Joe, después de la pregunta del hombre lobo.
-Cierto, deberíais correr a resguardaros de la lluvia o poneros algún atuendo adecuado, de lo contrario, cogeréis un catarro de los buenos.- Dije yo mirando a aquel par.
-Sí, la verdad es que ha disminuido mucho el vandalismo en la ciudad. Eso está muy bien, me alegra saber que los civiles pueden vivir sin miedo a que los asalten en cualquier callejón.- Decía yo, esbozando una pequeña sonrisa.
Seguidamente llegó aquel chico que iba repartiendo comida por algunos lugares, usualmente manzanas, o eso es lo que pude ver en los días que llevaba trabajando por aquí. No sabía muy bien que clase de empleo sería aquel, aunque el chico parecía agradable. Al llegar, preguntó por el hombre pez, que se encontraba sentado en aquel banco a pesar de la tormenta. El ex marine le respondió que necesitaba algo de aire fresco y por eso estaban a fuera, aunque más que aire era agua lo que obtenían, pero era un gyojin. Poco después fueron las palabras del gyojin las que saludaban y pedían disculpas por no poder hacerlo de una forma más educada debido a su estado. Y para mi sorpresa, Drake llegó a escena. En un momento la plaza se había llenado de gente a pesar del clima, cosa que no dudó en mencionar Joe, después de la pregunta del hombre lobo.
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El hombre preguntaba que hacían allí aquellos chicos. Drake había acudido por lo que se estaba formando pero al parecer era todo por aquel hombre parecido a un tiburón. En ese momento el marine también habló diciéndoles que deberían resguardarse y abrigarse. Este negó un poco con la cabeza pues la lluvia no era algo que le preocupara mucho. Con una pequeña sonrisa observo a todos los presentes para responder a las dos preguntas que habían sido realizadas.
- Pues digamos que vine por lo que se estaba formando aquí de gente. Solo quería ver lo que pasaba, eso es todo. Y bueno la lluvia no es algo que me importe, al contrario, es algo que me gusta bastante. Menos mal que la tormenta no me ha pillado en mitad del mar con mi barca, sino seguramente habría acabado en el agua pasto de los peces.
Dijo mientras se llevaba a la boca el último perrito comiéndoselo de un bocado tranquilamente. Parecía que la tormenta no iba a parar ni siquiera un poco por lo que este suspiro unos segundos para después observar al resto. Parecía algo incomodo y poco tranquilo. Entonces fue cuando observó a Garland y sonrió de lado amistosamente hablándole en un tono tranquilo.
- Bueno Garland ya que apenas hay gente en la calle por no decir que no hay nadie creo que puedo usar mi forma. No me siento muy cómodo en este estado así que prefiero estar de la otra forma. Además estando con vosotros puedes inventarte que soy tu mascota o algo así. Con tu permiso viejo amigo
Los ojos del castaño se pusieron dorados totalmente y su pelo empezó a cambiar a un color blanco. Sus dientes a crecer al igual que sus uñas y quedando a cuatro patas tomando de repente la forma de un lobo ártico de ojos dorados y algo más grande de lo normal. Olisqueó un poco el ambiente quedándose bien con los olores que allí había de todos y cada uno, aunque seguramente no los recordaría después. Era bastante torpe para esas cosas, al menos ya se había llenado el estomago. Ahora pasó de mirar a su viejo amigo al Gyojin. Sus ojos dorados miraban a los de él tranquilamente sin prestar atención al chico de las manzanas. Pues era el que había intentado antes trepar al risco donde estaba anteriormente y no lo logró. Era algo raro. Un joven no había podido y Garland que era ya bastante mayor lo había podido hacer tranquilamente. Algo admirable por parte del marine. Su mirada ahora estaba fija en Cánabar. Era una mirada tranquila y confiable y sin ninguna mala intención.
- Pues digamos que vine por lo que se estaba formando aquí de gente. Solo quería ver lo que pasaba, eso es todo. Y bueno la lluvia no es algo que me importe, al contrario, es algo que me gusta bastante. Menos mal que la tormenta no me ha pillado en mitad del mar con mi barca, sino seguramente habría acabado en el agua pasto de los peces.
Dijo mientras se llevaba a la boca el último perrito comiéndoselo de un bocado tranquilamente. Parecía que la tormenta no iba a parar ni siquiera un poco por lo que este suspiro unos segundos para después observar al resto. Parecía algo incomodo y poco tranquilo. Entonces fue cuando observó a Garland y sonrió de lado amistosamente hablándole en un tono tranquilo.
- Bueno Garland ya que apenas hay gente en la calle por no decir que no hay nadie creo que puedo usar mi forma. No me siento muy cómodo en este estado así que prefiero estar de la otra forma. Además estando con vosotros puedes inventarte que soy tu mascota o algo así. Con tu permiso viejo amigo
Los ojos del castaño se pusieron dorados totalmente y su pelo empezó a cambiar a un color blanco. Sus dientes a crecer al igual que sus uñas y quedando a cuatro patas tomando de repente la forma de un lobo ártico de ojos dorados y algo más grande de lo normal. Olisqueó un poco el ambiente quedándose bien con los olores que allí había de todos y cada uno, aunque seguramente no los recordaría después. Era bastante torpe para esas cosas, al menos ya se había llenado el estomago. Ahora pasó de mirar a su viejo amigo al Gyojin. Sus ojos dorados miraban a los de él tranquilamente sin prestar atención al chico de las manzanas. Pues era el que había intentado antes trepar al risco donde estaba anteriormente y no lo logró. Era algo raro. Un joven no había podido y Garland que era ya bastante mayor lo había podido hacer tranquilamente. Algo admirable por parte del marine. Su mirada ahora estaba fija en Cánabar. Era una mirada tranquila y confiable y sin ninguna mala intención.
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Uno de los humano que había ahí empezó a mutar. Le creció pelo por todo el cuerpo y cambiaba de forma hasta convertirse en un lobo de pelaje blancuzco. Una cosa sorprendente. Pero lo más extraño de todo es que me sonaba de algo. Es como si lo hubiera visto alguna vez. Pero no recordaba haber visto nunca a un lobo como ese. O quizás sí... ¡Aquella vez en esa isla!
-¡Eres tú!- Grité al lobo.
Era el lobo que estaba con el chico de pelo blanco en aquella isla a la que llegué a nado. La del gigantesco árbol central y las aves titánicas. Ahora lo recordaba todo. Así que, después de todo, no era un animal. Era un humano con fruta. Debía habérmelo imaginado en aquel momento, pero no lo pensé. Nunca habría caído, sabía de la existencia de este tipo de frutas.
-Ya sabía que no eras un lobo normal y corriente. Pero no me imaginaba que fueras un humano con una fruta del diablo- Le dije.
Ahora sabía porqué era tan inteligente. Los lobos tienen una inteligencia y astucia superior a la de otros animales, pero la de éste era muy superior y esto lo explicaba. Todos me miraron con cara extraña. Podría haberla cagado enormemente, debía inventarme algo rápido o los marines se darían cuenta de que era alguien peligroso y me atacarían. Pero... ¿qué podía decir?
-Así que este es el lobo que me contaste... Por eso tardaste tanto en traerme los materiales que te pedí- Me dijo el viejo sonriendo.
Acababa de salvarme de nuevo. Si seguía así tendría que ayudarle toda la vida para pagar la deuda. Y todavía no entendía por qué me ayudaba siempre. No tenía nada que ver conmigo y ,realmente, no me conocía .Podría se un criminal muy peligroso, un asesino en serie. Y, en cierta forma, lo era. Pero me refería a alguien más peligroso, un asesino al azar que no diferenciara entre niños, mujeres y hombres. Pero parecía que me conociera y que supiera que no era así.
-¡Eres tú!- Grité al lobo.
Era el lobo que estaba con el chico de pelo blanco en aquella isla a la que llegué a nado. La del gigantesco árbol central y las aves titánicas. Ahora lo recordaba todo. Así que, después de todo, no era un animal. Era un humano con fruta. Debía habérmelo imaginado en aquel momento, pero no lo pensé. Nunca habría caído, sabía de la existencia de este tipo de frutas.
-Ya sabía que no eras un lobo normal y corriente. Pero no me imaginaba que fueras un humano con una fruta del diablo- Le dije.
Ahora sabía porqué era tan inteligente. Los lobos tienen una inteligencia y astucia superior a la de otros animales, pero la de éste era muy superior y esto lo explicaba. Todos me miraron con cara extraña. Podría haberla cagado enormemente, debía inventarme algo rápido o los marines se darían cuenta de que era alguien peligroso y me atacarían. Pero... ¿qué podía decir?
-Así que este es el lobo que me contaste... Por eso tardaste tanto en traerme los materiales que te pedí- Me dijo el viejo sonriendo.
Acababa de salvarme de nuevo. Si seguía así tendría que ayudarle toda la vida para pagar la deuda. Y todavía no entendía por qué me ayudaba siempre. No tenía nada que ver conmigo y ,realmente, no me conocía .Podría se un criminal muy peligroso, un asesino en serie. Y, en cierta forma, lo era. Pero me refería a alguien más peligroso, un asesino al azar que no diferenciara entre niños, mujeres y hombres. Pero parecía que me conociera y que supiera que no era así.
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Drake comentó, tras escuchar mis palabras, que había venido al ver tanta gente en la zona donde estábamos, es decir, por simple curiosidad y que la lluvia no era un inconveniente para él, pues estaba acostumbrado y no era algo que le molestase, si no todo lo contrario, le agradaba, cosa bastante extraña, pero tampoco podía juzgarle. Estábamos en un mundo de locos. Tras esto me observó con una sonrisa y me comentó que no pasaba nada si se transformaba, pues no había nadie por fuera y la gente no se asustaría al verle, y en caso de que pasara, podríamos decir que era una mascota nuestra. Aunque a regañadientes, acepté y dejé que se transformara. Por lo visto estaba más a gusto en su forma animal, y mientras no hiciese destrozos ni montase numeritos, no era quien para decirle como debía ir.
Tal y como lo hizo aquella vez, empezó a salirle un pelaje blanco por el cuerpo y a adoptar el cuerpo de un lobo, para finalmente acabar a cuatro patas y tener el aspecto de aquel animal albino. Poco tardo el gyojin en mencionarle, que al parecer lo conocía. Fue bastante raro, pues por lo que me había comentado Drake, era un viajero y no parecía estar mucho tiempo en las mismas islas y si él era un trabajador del viejo, me parecía extraño que hubieran coincido, pero sus palabras tras el desconcierto me tranquilizaron. No podía desconfiar de aquel hombre. Fue alguien muy importante y respetado en la marina. Un ejemplo a seguir, sin duda alguna.
-Bueno, nosotros tenemos que proseguir con la patrulla. Un placer veros y conoceros a los que no conocía. Espero que paséis buena noche. Si tenéis cualquier problema, no dudéis en acudir a nosotros, estaremos merodeando la ciudad.- Dije yo mientras daba una órden a mis chicos para seguir con nuestro trabajo.
Tras despedirnos, continuamos la patrulla que nos tocaba hacer. Pronto acabaría nuestro turno y podríamos ir a descansar al barco, que falta nos hacía. Estar paseando por toda la ciudad durante horas, ofreciendo amparo a los ciudadanos era una tarea sencilla mientras no hubiera percances, pero aun así, cansaba igual.
Tal y como lo hizo aquella vez, empezó a salirle un pelaje blanco por el cuerpo y a adoptar el cuerpo de un lobo, para finalmente acabar a cuatro patas y tener el aspecto de aquel animal albino. Poco tardo el gyojin en mencionarle, que al parecer lo conocía. Fue bastante raro, pues por lo que me había comentado Drake, era un viajero y no parecía estar mucho tiempo en las mismas islas y si él era un trabajador del viejo, me parecía extraño que hubieran coincido, pero sus palabras tras el desconcierto me tranquilizaron. No podía desconfiar de aquel hombre. Fue alguien muy importante y respetado en la marina. Un ejemplo a seguir, sin duda alguna.
-Bueno, nosotros tenemos que proseguir con la patrulla. Un placer veros y conoceros a los que no conocía. Espero que paséis buena noche. Si tenéis cualquier problema, no dudéis en acudir a nosotros, estaremos merodeando la ciudad.- Dije yo mientras daba una órden a mis chicos para seguir con nuestro trabajo.
Tras despedirnos, continuamos la patrulla que nos tocaba hacer. Pronto acabaría nuestro turno y podríamos ir a descansar al barco, que falta nos hacía. Estar paseando por toda la ciudad durante horas, ofreciendo amparo a los ciudadanos era una tarea sencilla mientras no hubiera percances, pero aun así, cansaba igual.
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El lobo blanco observaba al Gyojin muy tranquilo, se había dado cuenta ya de quien era. Eso convertía a Drake en alguien capaz de pasar desapercibido. Había sabido camuflar su identidad hasta que el quiso. Su mirada seguía fija todo el tiempo en él. Después obtuvo el permiso de Garland para usar la forma en la que mas cómodo estaba y este se fue a terminar su patrulla. El animal empezó a hablar muy tranquilo como si fuera lo más normal del mundo que un lobo hablase.
- Veo que te has dado cuenta, tengo la habilidad de volverme un lobo ártico cuando quiera. Y es algo que me gusta, paso casi todo el tiempo en esta forma, ya casi no me considero no humano. Veo que te fue bien ya que estas aquí con vida, me alegro de ello Cánabar. Ese día conseguiste mi amistad, aunque me hizo gracia que no supierais ninguno sobre mi identidad. Supongo que soy el perfecto depredador
Dijo muy tranquilo y orgulloso de sus palabras mientras la lluvia caía pero ya con menos intensidad que anteriormente. La gran bestia blanca observó al anciano que había junto al tiburón blanco y sin decir nada más se dio la vuelta dándoles la espalda. Sus ojos se cerraron unos instantes para después abrirlos muy tranquilo y dar un pequeño suspiro.
- Debo abandonar la isla, tengo muchos delitos que hacer a escondidas de Garland y no quiero que se entere, no quiero perder su amistad. Creo que ya nos veremos Cánabar, al menos cuando veas un lobo blanco solitario por ahí. Sabrás que soy yo, Drake es mi nombre, el nombre del ser que cambiara este mundo. Pronto tendrás noticias mías. Los Gyojin sois seres asombrosos y no tan traidores como esta maldita humanidad que existe sobre la tierra. Cuídate amigo, suerte en tu viaje y ten cuidado o debería decir que todo el que te ataque tenga cuidado jajaja.
Tras una pequeña risa el lobo blanco salió de allí caminando por la calle. Sus patas se mojaban por la lluvia y sus dorados ojos observaban al frente muy tranquilo. Era hora de salir de aquella isla donde había tenido dos reencuentros. Había visto de nuevo a Cánabar, el tiburón que había conocido en el reino de Torino junto al peli blanco Toshiro. Y por supuesto a Garland, uno de los pocos marines legales que quedaban por los mares y el cual le ayudo con un asunto de agresión a un civil, aunque este se lo merecía. La silueta del animal se acercaba despacio a la playa, pensaba en viajar a su próximo destino y seguir su entrenamiento. Pronto comenzaría la caza, la caza que él tenía prevista hacer. Lo lamentaba un poco por Garland ya que le caía muy bien y seguramente algún día se enfrentarían los dos. Drake no pelearía a maldad ya que no soportaría perder a un amigo. Pero el lobo blanco sabía cual era su objetivo, eliminaría a la marina. Sin pensar en mucho as se dirigió a su bote.
- Veo que te has dado cuenta, tengo la habilidad de volverme un lobo ártico cuando quiera. Y es algo que me gusta, paso casi todo el tiempo en esta forma, ya casi no me considero no humano. Veo que te fue bien ya que estas aquí con vida, me alegro de ello Cánabar. Ese día conseguiste mi amistad, aunque me hizo gracia que no supierais ninguno sobre mi identidad. Supongo que soy el perfecto depredador
Dijo muy tranquilo y orgulloso de sus palabras mientras la lluvia caía pero ya con menos intensidad que anteriormente. La gran bestia blanca observó al anciano que había junto al tiburón blanco y sin decir nada más se dio la vuelta dándoles la espalda. Sus ojos se cerraron unos instantes para después abrirlos muy tranquilo y dar un pequeño suspiro.
- Debo abandonar la isla, tengo muchos delitos que hacer a escondidas de Garland y no quiero que se entere, no quiero perder su amistad. Creo que ya nos veremos Cánabar, al menos cuando veas un lobo blanco solitario por ahí. Sabrás que soy yo, Drake es mi nombre, el nombre del ser que cambiara este mundo. Pronto tendrás noticias mías. Los Gyojin sois seres asombrosos y no tan traidores como esta maldita humanidad que existe sobre la tierra. Cuídate amigo, suerte en tu viaje y ten cuidado o debería decir que todo el que te ataque tenga cuidado jajaja.
Tras una pequeña risa el lobo blanco salió de allí caminando por la calle. Sus patas se mojaban por la lluvia y sus dorados ojos observaban al frente muy tranquilo. Era hora de salir de aquella isla donde había tenido dos reencuentros. Había visto de nuevo a Cánabar, el tiburón que había conocido en el reino de Torino junto al peli blanco Toshiro. Y por supuesto a Garland, uno de los pocos marines legales que quedaban por los mares y el cual le ayudo con un asunto de agresión a un civil, aunque este se lo merecía. La silueta del animal se acercaba despacio a la playa, pensaba en viajar a su próximo destino y seguir su entrenamiento. Pronto comenzaría la caza, la caza que él tenía prevista hacer. Lo lamentaba un poco por Garland ya que le caía muy bien y seguramente algún día se enfrentarían los dos. Drake no pelearía a maldad ya que no soportaría perder a un amigo. Pero el lobo blanco sabía cual era su objetivo, eliminaría a la marina. Sin pensar en mucho as se dirigió a su bote.
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- [Rol Privado] La amenaza de un prófugo (Garland y Drake)
- Rol privado ( Drake, Toshiro y Cánabar) En mitad de una guerra
- Amor interracial. ¿Cuán compatibles son las aletas y las patas? (Privado Drake, Cánabar y Kaiser)
- [Rol privado / pasado] Bad Story [Kaiser, Kiseki y Cánabar]
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