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Akuma no mi
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Tras varios días subido en aquel barco que había robado días atrás a aquellas personas. En aquellos instantes el barco estaba anclado. Estaba mirando atentamente el mar en busca de comida, algún pez o algo de carne, ya que yo nunca comía nada de color verde. Vi un pequeño banco de peces de dos o tres de estos, por lo que salté del barco y me puse a seguirlos. Pillé varios y quedé bastante satisfecho, pero el problema era que me había alejado mucho de mi barco. Emergí a la superficie, y pude verme a unas pocas millas de una isla.
Tras unos largos minutos nadando sumergido, conseguí llegar a su playa. Me metí en un bosque muy poblado de árboles. Caminaba sin seguir ninguna ruta, cuando de repente escuché a mis espaldas una especie de rugido. Era algo extraño, pues no sonaba al típico león ni al típico tigre, si no que fue mucho más grave.
Al girarme, podía observar perfectamente un oso de tres metros de altura, a una distancia de dos metros delante mía. Le di un fuerte puñetazo en el estómago, pero aparte de que le hice daño (ambos lo notamos), no pareció hacerle ningún efecto más. Fui a darle otro con mi otra mano, cuando el oso lo evitó como si lo hubiera previsto con anterioridad. Tras esto, el oso intentó morderme la cabeza, pero dándole otro puñetazo, lo evité. Tras esto, me di media vuelta y salí corriendo, como si la vida me fuese en ello, literalmente. Pude ver de reojo, como el oso me seguía enfurecido.
Tras unos largos minutos nadando sumergido, conseguí llegar a su playa. Me metí en un bosque muy poblado de árboles. Caminaba sin seguir ninguna ruta, cuando de repente escuché a mis espaldas una especie de rugido. Era algo extraño, pues no sonaba al típico león ni al típico tigre, si no que fue mucho más grave.
Al girarme, podía observar perfectamente un oso de tres metros de altura, a una distancia de dos metros delante mía. Le di un fuerte puñetazo en el estómago, pero aparte de que le hice daño (ambos lo notamos), no pareció hacerle ningún efecto más. Fui a darle otro con mi otra mano, cuando el oso lo evitó como si lo hubiera previsto con anterioridad. Tras esto, el oso intentó morderme la cabeza, pero dándole otro puñetazo, lo evité. Tras esto, me di media vuelta y salí corriendo, como si la vida me fuese en ello, literalmente. Pude ver de reojo, como el oso me seguía enfurecido.
- OFF:
- Si continuamos corriendo, llegaremos a la ciudad.
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Un Sol brillante que iluminaba la isla de Domica, como en la noche anterior había llovido, pequeños charcos entorpecían el paso de los caminantes. La forma esférica y en llamas se reflejaba en el agua, mientras que un niño pequeño de apenas seis años caminaba por las calles de aquella ciudad, pisando los charcos para así molestar a las demás personas. Las mujeres gritaban y los hombres le perseguían, mientras las risas de aquel joven travieso se escuchaban por toda la ciudad. Era realmente bajito, con un cabello afro y negro que rodeaba toda su cabeza, dos pequeños cuernos a los lados de esta, dorados. Sus ojos eran grandes y verdes como la esmeralda, tenía una marca en cada mejilla, que sobresalía con gracia. La cabeza era mucho más grande que el cuerpo, tal vez por el peinado. Vestía un pijama blanco con manchas negras y una cola, tapando todo menos la cabeza, parecía una vaca. Era un muchachín solitario, sin padres ni amigos, pero poco le importaba, ya que se las pasaba escapando de personas a las que acababa de molestar.
- ¡¡Jajajaja!! ¡No me atraparéis, estúquidos! ¡Muajijajojijija! - Decía con un tono burlón para después sacar la lengua.
El chico estaba siendo perseguido por un hombre de unos 40 años, gordo y con traje negro, calvo y con un maletín. Al parecer le había empapado entero, justo cuando se iba a trabajar. El chiquitín le dio esquinazo en menos de un minuto y siguió corriendo. Sus pasos le llevaron a mitad del bosque, que para cuando se dio cuenta de que estaba solo en aquel lugar lleno de árboles y animales peligrosos, ya se había perdido lo suficiente. Empezó a temblar una vez dentro, el Sol ya no iluminaba tanto por culpa de los frondosos árboles, por lo que aquello estaba algo oscuro. Ushi, que así se llamaba, podía sentir los ojos de las bestias clavarse en su rostro, escondidos en la maleza de aquel lugar.
Sus pasos eran cortos y lentos, su cuerpo temblaba como si de un flan se tratase, sus ojos se llenaban de lágrimas y para colmo... su estómago rugía. A penas podía gesticular, su voz no salía ni para pedir ayuda, tenía demasiado miedo. Notaba como los árboles le miraban, como las plantas le amenazaban con su fea estructura, como los insectos se posaban en su pelo y otros volaban a su alrededor. Necesitaba salir de allí, o le entraría un gran ataque de pánico...
- ¡¡Jajajaja!! ¡No me atraparéis, estúquidos! ¡Muajijajojijija! - Decía con un tono burlón para después sacar la lengua.
El chico estaba siendo perseguido por un hombre de unos 40 años, gordo y con traje negro, calvo y con un maletín. Al parecer le había empapado entero, justo cuando se iba a trabajar. El chiquitín le dio esquinazo en menos de un minuto y siguió corriendo. Sus pasos le llevaron a mitad del bosque, que para cuando se dio cuenta de que estaba solo en aquel lugar lleno de árboles y animales peligrosos, ya se había perdido lo suficiente. Empezó a temblar una vez dentro, el Sol ya no iluminaba tanto por culpa de los frondosos árboles, por lo que aquello estaba algo oscuro. Ushi, que así se llamaba, podía sentir los ojos de las bestias clavarse en su rostro, escondidos en la maleza de aquel lugar.
Sus pasos eran cortos y lentos, su cuerpo temblaba como si de un flan se tratase, sus ojos se llenaban de lágrimas y para colmo... su estómago rugía. A penas podía gesticular, su voz no salía ni para pedir ayuda, tenía demasiado miedo. Notaba como los árboles le miraban, como las plantas le amenazaban con su fea estructura, como los insectos se posaban en su pelo y otros volaban a su alrededor. Necesitaba salir de allí, o le entraría un gran ataque de pánico...
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Tras unos largos metros corridos, con aquella bestia detrás de mí, un extraño hombre apareció. No le presté demasiada atención, sino que me di cuenta de lo que había sucedido cuando un gran aullido de dolor de aquel animal se pudo escuchar en toda la isla. Con este sonido, me giré con rápidez, y para mi asombro, ese hombre o lo que fuese, había destrozado el cuerpo de aquella mala bestia, dejando sus restos esparcidos por el suelo. Aquel personaje, empezó a prender una hoguera, y con todo el morro del mundo, me preguntó si quería comer de aquel animal.
-¡Pero tu eres tonto! ¿Matas a mi presa, y encima me preguntas si quiero? Pues claro que sí maldito humano.- Le respondí malhumorado.- Siempre andan los humanos creyéndose mejores que los gyojins, pero no lo son, ¿cuándo admitiréis que somos una raza superior?- Continué con un tono despreciable.
Cogí una de las piernas del animal, y me la llevé a la boca, mordiéndola y tras esto, la volví a tirar al suelo. Me rocié la pierna derecha con agua que saqué de mi cantimplora, y con este acto, me eché unos metros hacia atras, cogí un poco de carrera y le solté una patada dirigida a la boca, intentando tirarle varios dientes.
En una situación normal, habría intentado convencer a aquel hombre de que fuera su seguidor, pero me había mosqueado demasiado que me quitase mi presa, por lo que tuve que reaccionar de aquel modo.
Me quedé parado frente a él, a la vez que me tronaba los dedos, y me posicionaba para un contraataque.
Patada dirigida a la boca [AID]
-¡Pero tu eres tonto! ¿Matas a mi presa, y encima me preguntas si quiero? Pues claro que sí maldito humano.- Le respondí malhumorado.- Siempre andan los humanos creyéndose mejores que los gyojins, pero no lo son, ¿cuándo admitiréis que somos una raza superior?- Continué con un tono despreciable.
Cogí una de las piernas del animal, y me la llevé a la boca, mordiéndola y tras esto, la volví a tirar al suelo. Me rocié la pierna derecha con agua que saqué de mi cantimplora, y con este acto, me eché unos metros hacia atras, cogí un poco de carrera y le solté una patada dirigida a la boca, intentando tirarle varios dientes.
En una situación normal, habría intentado convencer a aquel hombre de que fuera su seguidor, pero me había mosqueado demasiado que me quitase mi presa, por lo que tuve que reaccionar de aquel modo.
Me quedé parado frente a él, a la vez que me tronaba los dedos, y me posicionaba para un contraataque.
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