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Annya había vuelto a visitar Casino Island. Las luces le traían buenos recuerdos, y otros no tan buenos. Se adentró con paso firme al interior y se puso a trabajar como si nada hubiese pasado nunca. Su mirada seria y fría repartía aquellas cartas con cierta frivolidad. No estaba demasiado atenta a lo que hacía, pues aquella pesadilla de la otra noche perturbaba su mente. Aún que.... era demasiado real como para ser un simple sueño. A pesar de la poca atención que le prestaba a su trabajo, no tuvo ningún error a la hora de barajar, lo cual era bastante extraordinario. Mucha gente pasaba por aquella mesa, así como otros tantos entraban y salían por la puerta principal. Las luces nunca dejaban de brillar, lo cual provocaba un efecto agotador en Annya. Aprovechó para hacer un descanso y se sentó en un banco cercano a una pared, dejando salir un descuidado bostezo. Se estaba bastante bien allí, pero las luces molestaban para descansar. Era todo muy ruidosos y animado...
Annya se levantó tras el breve descanso y se dirigió de vuelta a la mesa donde trabajaba cuando por la puerta vió algo que le llamó la atención. Era un humano, en parte, pero parecía más la mezcla de varios animales. También.... le recordaba al hombre de su sueño. Annya sacudió la cabeza varias veces, negando el hecho de que pudiese ser él, pero tampoco le quitó el ojo de encima. Desde la mesa le vigilaba, tratando de no perderle de vista entre la multitud.... ¿Será o no la persona que cree?
Annya se levantó tras el breve descanso y se dirigió de vuelta a la mesa donde trabajaba cuando por la puerta vió algo que le llamó la atención. Era un humano, en parte, pero parecía más la mezcla de varios animales. También.... le recordaba al hombre de su sueño. Annya sacudió la cabeza varias veces, negando el hecho de que pudiese ser él, pero tampoco le quitó el ojo de encima. Desde la mesa le vigilaba, tratando de no perderle de vista entre la multitud.... ¿Será o no la persona que cree?
Zombienrelleno
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En un casino enorme de una isla donde el "Sol" eran las luces y letreros de los edificios, una persona resaltaba entre todas. La mayoría de aquel lugar, vestían trajes sofisticados, eran gente con clase, pero aquella persona a la que todos miraban sin sacarle un ojo de encima, no solo era ruidosa y con un olor a mar, sino que para colmo, no llevaba casi ropa. Su cabello era una larga cabellera oscura y descuidada, al igual que una peluda barba que junto a su nariz y su boca, parecía un león. Sus ojos eran rojos y alegres, aunque eso, junto a su aspecto, aterraba a los lugareños. Su cuerpo era realmente fuerte y musculado, de piel rosada, con hombros extraños de color negros que parecían implantes raros. Su torso estaba al descubierto, con un tatuaje de un león en el pecho izquierdo y tan solo vestía unos pantalones azules, ni siquiera llevaba algún tipo de calzado.
Sus risas alertaban a todos que se veían molestos. No parecía importarle el dinero, ya que lo derrochaba como si nada, tan solo jugaba a todos los juegos que veía. El dinero para él, no era nada más que un papel sin valor. De repente vio un juego que le llamaba la atención, de cartas, donde una pequeña jovencita parecía ser la mesera. Barajaba las cartas con habilidad y repartía con destreza, aunque su cara no parecía ser la de alguien feliz. Se sentó frente a ella y le dedicó una sonrisa.
- ¡Oye, oye! ¿Podrías explicarme como se juega a esto? Vamos a divertirnos y a alegrar esa cara, jovencita. Jejeje. - Decía mientras sacaba una bolsa repleta de 500.000 Berries.
Era una gran suma de dinero y la gente se acercó a ver. Una persona le reconoció. Se trataba del Shichibukai Asderdeker, un pirata temible. La gente empezó a temblar de miedo, sin acercarse, pensando que podría llegar a enfadarse y asesinar a la gente, pero él en realidad no era así, tan solo buscaba divertirse y pasar un buen rato sin hacer daño a nadie.
Sus risas alertaban a todos que se veían molestos. No parecía importarle el dinero, ya que lo derrochaba como si nada, tan solo jugaba a todos los juegos que veía. El dinero para él, no era nada más que un papel sin valor. De repente vio un juego que le llamaba la atención, de cartas, donde una pequeña jovencita parecía ser la mesera. Barajaba las cartas con habilidad y repartía con destreza, aunque su cara no parecía ser la de alguien feliz. Se sentó frente a ella y le dedicó una sonrisa.
- ¡Oye, oye! ¿Podrías explicarme como se juega a esto? Vamos a divertirnos y a alegrar esa cara, jovencita. Jejeje. - Decía mientras sacaba una bolsa repleta de 500.000 Berries.
Era una gran suma de dinero y la gente se acercó a ver. Una persona le reconoció. Se trataba del Shichibukai Asderdeker, un pirata temible. La gente empezó a temblar de miedo, sin acercarse, pensando que podría llegar a enfadarse y asesinar a la gente, pero él en realidad no era así, tan solo buscaba divertirse y pasar un buen rato sin hacer daño a nadie.
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¿Acaso no te han enseñado a cómo ir a los casinos?- Dijo mientras recogía todas las cartas que había en la mesa con suma velocidad y los ojos entreabiertos, mirando al sujeto que se había plantado delante sin camiseta ni calzado. Cogió una de las cartas con dos dedos y de golpe abrió mucho sus ojos, mirando amenazante a Asder.- Así qué... eres tú.- Dijo para si misma pero en voz alta al escuchar su nombre de uno de los clientes, aterrorizados por su presencia.- Y eres un sichibukai... interesante.- No perdió ni un momento la seriedad ni tampoco apartó la vista del rostro de Asder.- Si no te vistes de manera adecuada, me niego a atenderte.- Y tan veloz como el rayo, lanzó una carta que pasó cerca de la cara de Asder y al llegar a la pared quedó incrustada en esta. Annya se cruzó de brazos, ligeramente indignada y algo molesta por la actitud cariñosa y extrovertida de aquel hombre.
Annya señaló un mostrador donde alquilaban trajes de etiqueta para quienes no tenían o por si se manchaban en el casino poder cambiarse. También había una amplia gama de vestidos para las mujeres, por si acaso. Al parecer todo allí estaba bastante planeado, y aquel mostrador era bastante nuevo. Había un chico bastante joven, con barba de dos días, atendiendo, con traje, obviamente.- Ve allí si quieres que hable contigo... Aún que quizá sería mejor idea que te duchases primero.- Arqueó una ceja, pues el olor se notaba a quilómetros de allí.
Annya señaló un mostrador donde alquilaban trajes de etiqueta para quienes no tenían o por si se manchaban en el casino poder cambiarse. También había una amplia gama de vestidos para las mujeres, por si acaso. Al parecer todo allí estaba bastante planeado, y aquel mostrador era bastante nuevo. Había un chico bastante joven, con barba de dos días, atendiendo, con traje, obviamente.- Ve allí si quieres que hable contigo... Aún que quizá sería mejor idea que te duchases primero.- Arqueó una ceja, pues el olor se notaba a quilómetros de allí.
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