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AlexEmpanadilla
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Alex observó el cuerpo que yacía en el suelo, y entró con cuidado en el baño. Maldita sea, ¿ese hombre no era el que había ido a buscar al castillo a varios kilómetros de distancia? Joder, que asco. Se había escaqueado a dormir, y el mientras tanto tenía que permanecer despierto y hacer trabajos sucios. Pero algo no cuadraba en todo aquello. Claro, él había visto en persona a aquel hombre, y era imposible que hubiera llegado tan rápido hasta aquel lugar.
Por lo tanto, había un impostor, y el hecho de que ese hombre estuviera desmayado en un baño de un castillo situado a varios kilómetros de donde se suponía que debía estar apuntaba al otro como impostor. El médico pensó en si llamar a Derian y advertirle o no, pero decidió no hacerlo. Estando Drake y el vampiro allí, ninguno de los que estuvieran en el barco debían preocuparse. Además, se merecía aquella desagradable sorpresa, por no dejarlo dormir sus catorce horas de rigor.
- Bien... vamos a ver qué sabe este hombre... -murmuró el chico, colocando la mano bajo la nariz del hombre, y lanzando un poco de cloro a sus fosas nasales. Con un poco de suerte, el irritable olor haría que comenzase a toser y lo despertaría. Y si no, siempre podría inyectarle una dosis de adrenalina en el corazón.
Si lograba despertarlo, le taparía la boca de inmediato, para evitar ruidos innecesarios. Si aquel hombre estaba allí, es porque el rey no quería que ayudase a Derian, lo que implicaba que debía saber algo, y que el rey era un cabrón por tener aquel complot. Se suponía que el maquiavélico era el conde vampiro, no aquel maldito niño con aires de grandeza que acababa de heredar el trono real con la "trágica muerte" de su padre. El médico reprimió un suspiro de exasperación. En cuanto el hombre estuviera mínimamente consciente, el médico le preguntaría un par de cosas:
- Lord Veris, soy uno de los hombres de confianza de Derian Markov. Hemos venido a sacarlo de aquí. Pero antes necesito que me responda a un par de preguntas. Estamos en el castillo real ¿en qué lugar puedo encontrar al rey? ¿Qué hace usted tirado en este lugar tan antihigiénico? -soltaría la boca del hombre para que pudiera hablar, pero si en algún momento, por cualquier motivo intentaba algo raro, como dar la voz de alarma o besarle en los labios, el médico le atravesaría el cuello con la hoja oculta de su mano derecha. Bastante tenía que aguantar ya como para que aquel hombre resultase ser un traidor o un okama.
Por lo tanto, había un impostor, y el hecho de que ese hombre estuviera desmayado en un baño de un castillo situado a varios kilómetros de donde se suponía que debía estar apuntaba al otro como impostor. El médico pensó en si llamar a Derian y advertirle o no, pero decidió no hacerlo. Estando Drake y el vampiro allí, ninguno de los que estuvieran en el barco debían preocuparse. Además, se merecía aquella desagradable sorpresa, por no dejarlo dormir sus catorce horas de rigor.
- Bien... vamos a ver qué sabe este hombre... -murmuró el chico, colocando la mano bajo la nariz del hombre, y lanzando un poco de cloro a sus fosas nasales. Con un poco de suerte, el irritable olor haría que comenzase a toser y lo despertaría. Y si no, siempre podría inyectarle una dosis de adrenalina en el corazón.
Si lograba despertarlo, le taparía la boca de inmediato, para evitar ruidos innecesarios. Si aquel hombre estaba allí, es porque el rey no quería que ayudase a Derian, lo que implicaba que debía saber algo, y que el rey era un cabrón por tener aquel complot. Se suponía que el maquiavélico era el conde vampiro, no aquel maldito niño con aires de grandeza que acababa de heredar el trono real con la "trágica muerte" de su padre. El médico reprimió un suspiro de exasperación. En cuanto el hombre estuviera mínimamente consciente, el médico le preguntaría un par de cosas:
- Lord Veris, soy uno de los hombres de confianza de Derian Markov. Hemos venido a sacarlo de aquí. Pero antes necesito que me responda a un par de preguntas. Estamos en el castillo real ¿en qué lugar puedo encontrar al rey? ¿Qué hace usted tirado en este lugar tan antihigiénico? -soltaría la boca del hombre para que pudiera hablar, pero si en algún momento, por cualquier motivo intentaba algo raro, como dar la voz de alarma o besarle en los labios, el médico le atravesaría el cuello con la hoja oculta de su mano derecha. Bastante tenía que aguantar ya como para que aquel hombre resultase ser un traidor o un okama.
- Nota para el moderador:
- Esta última parte solo ocurrirá si el hombre se despierta con alguno de los métodos propuestos. En caso contrario, ignorar.
Derian Markov
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Derian frunció el ceño. Parecía que los piratas de Meneror no iban a llevar la comida a la plaza, si no sólo a a acumularla en un sitio para que la llevaran. Como futuro rey y noble no iba a llevar comida. A menos que... podría ser un gesto magnánimo hacia su pueblo. Sí... todo fuese por su corona. Nadie le reprocharía un acto como aquel, de prescindir de intermediarios y llevar él mismo la comida. Los nobles lo interpretarían como un gesto juicioso de alguien dispuesto a dejar de lado el orgullo por una causa mayor, y su pueblo como un acto bondadoso de un rey preocupado por ellos. Ni una ni otra. A Derian le costaba horrores dejar de lado su orgullo, y lo único que le permitía "arrastrarse" de esa manera por unos cuantos apoyos era su empeño por obtener la corona. Además... de vez en cuando hay que alimentar a las presas para que estén gorditas y lustrosas. Se rió entre dientes de su propia ocurrencia y le hizo un gesto a Drake para que se acercara. El chico lobo iba ya a alejarse volando hacia la plaza en aquel momento.
- ¡Drake! Ven aquí. Necesito tu ayuda - señaló la pila de comida - Ayúdame a llevarlo a la plaza. Coge una chuleta o dos si quieres, pero no te lo comas todo.
Entonces se fijó en que el barón estaba hablando por den den mushi. El vampiro entrecerró los ojos, con un brillo peligroso. "Veris... ¿con quién hablas?" Se giró bruscamente hacia la pasarela y bajó del barco con prisa. Se pudo ver la figura del conde dirigiéndose a la plaza principal, mientras una figura voladora sobrevolaba la zona cercana al barón. Era un animal pequeño, de color negro y que volaba muy rápido, que desapareció entre los tejados. ¿Qué acababa de ocurrir? Derian, decidido a enterarse de la conversación del barón, se había convertido en murciélago en cuanto lo vio hablando por el den den mushi. Sin embargo, para evitar que se fijasen en la transformación, había dejado tras de sí con su Tsuki no Kage una imagen de sí mismo a la que hizo bajar del barco y dirigirse hacia la plaza, desapareciendo una vez hubo salido de la vista. Mientras tanto, el vampiro se situó en un tejado sobre el barón y volvió a su forma humana, camuflándose con otro espejismo y manteniéndose agachado. Su oído era tan bueno que había podido escuchar la conversación casi desde el propio barco, pero se había acercado para no perderse ni una sola palabra.
- ¡Drake! Ven aquí. Necesito tu ayuda - señaló la pila de comida - Ayúdame a llevarlo a la plaza. Coge una chuleta o dos si quieres, pero no te lo comas todo.
Entonces se fijó en que el barón estaba hablando por den den mushi. El vampiro entrecerró los ojos, con un brillo peligroso. "Veris... ¿con quién hablas?" Se giró bruscamente hacia la pasarela y bajó del barco con prisa. Se pudo ver la figura del conde dirigiéndose a la plaza principal, mientras una figura voladora sobrevolaba la zona cercana al barón. Era un animal pequeño, de color negro y que volaba muy rápido, que desapareció entre los tejados. ¿Qué acababa de ocurrir? Derian, decidido a enterarse de la conversación del barón, se había convertido en murciélago en cuanto lo vio hablando por el den den mushi. Sin embargo, para evitar que se fijasen en la transformación, había dejado tras de sí con su Tsuki no Kage una imagen de sí mismo a la que hizo bajar del barco y dirigirse hacia la plaza, desapareciendo una vez hubo salido de la vista. Mientras tanto, el vampiro se situó en un tejado sobre el barón y volvió a su forma humana, camuflándose con otro espejismo y manteniéndose agachado. Su oído era tan bueno que había podido escuchar la conversación casi desde el propio barco, pero se había acercado para no perderse ni una sola palabra.
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El viaje estaba siendo sin ningún tipo de problema. Era tranquilo, y ni siquiera él podía escuchar sus pasos con claridad. Todo estaba en perfecto orden… Demasiado. Su Haki le advirtió de dos presencias extrañas ¿Lo habían seguido? Imposible, había tomado todas las medidas que Derian le había dicho. Maldijo por lo bajo mientras se frenaba en bajo. Vio venir el cuchillo, con la punta de sus dedos fue que lo frenó en medio del aire, y se movió a los lados para esquivar ambos disparos. ¿Quiénes serían? ¿Hombres del Conde? Era una opción… Jugó con el cuchillo un rato antes de lanzarlo nuevamente al dueño original, no sabía dónde estaban, pero sentía sus presencias. No podía perder mucho tiempo en ese lugar.
– Salgan, malditos. – dijo mientras trataba de ver algo… – No sean cobardes y peleen. – si los dos salían de sus escondites. Se quedaría a luchar, si eso tipos no salían, activaría el nivel 3 de golpe para aumentar la distancia, aparte correría en zigzag entremedio del bosque para lograr perderlos. No era el mejor plan, pero peor era nada. Aparte debía cumplir su parte de la misión, no podía perder el tiempo con dos idiotas.
– Salgan, malditos. – dijo mientras trataba de ver algo… – No sean cobardes y peleen. – si los dos salían de sus escondites. Se quedaría a luchar, si eso tipos no salían, activaría el nivel 3 de golpe para aumentar la distancia, aparte correría en zigzag entremedio del bosque para lograr perderlos. No era el mejor plan, pero peor era nada. Aparte debía cumplir su parte de la misión, no podía perder el tiempo con dos idiotas.
- Nota para el moderador:
- Si los dos sujetos salen. Midorima se queda a luchar, si por abc motivo no salen, activará el nivel 3 y correrá en zigzag por el bosque para perder a ambos sujetos.
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Drake escuchó en ese momento las palabras de su líder y enseguida giró a toda velocidad en mitad del vuelo, aterrizando ahora a su lado mientras con un mínimo esfuerzo agarraba toda aquella pila con un solo brazo y la alzaba, colocándosela en el hombro con algo de dificultad. Tener una sola mano era complicado para hacer aquel tipo de cosas. Después el lobo se fijó en que su líder salió volando, una figura idéntica a él apareció bajando del barco, no necesitó activar su mantra, con el simple olfato pudo darse cuenta de que no era él. De modo que el vampiro podía hacer hologramas, aquello molaba mucho, se acercó a la ilusión y se puso a caminar a su lado, fingiendo que iba con él en todo momento. Una vez pasaron unos instantes la silueta desapareció por completo, lo que hizo al chico comprender las cosas fácilmente sin mucha dificultad. “Ya veo como funciona esto” Pensó tranquilamente mientras llevaba la pila con una expresión seria, no tenía nada de hambre por lo pasado en la cubierta con el mercenario de bajo poder.
El luchador tan solo esperaba que de todos esos hombres que iban a estar allí, hubiese una solo que mereciera la pena para combatir con él, aunque viendo el humor del lobo, un golpe suyo en ese momento podría dejar a una persona en un estado cercano a la muerte. Continuó caminando hacia la plaza de forma calmada, manteniendo su ojo derecho abierto y el izquierdo cerrado, dónde tenía aquella cicatriz superficial en el rostro, un regalito de una pelea que pasó hacia ya unos tres años o más.
El luchador tan solo esperaba que de todos esos hombres que iban a estar allí, hubiese una solo que mereciera la pena para combatir con él, aunque viendo el humor del lobo, un golpe suyo en ese momento podría dejar a una persona en un estado cercano a la muerte. Continuó caminando hacia la plaza de forma calmada, manteniendo su ojo derecho abierto y el izquierdo cerrado, dónde tenía aquella cicatriz superficial en el rostro, un regalito de una pelea que pasó hacia ya unos tres años o más.
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- Alex:
- - Veamos muchachito - te responde Lord Veris, soñoliento -. Aquí el de las preguntas soy yo. Primero y principal: ¿Quién es Lord Veris?¿Y Derian Markov? ¿Estamos en un castillo? ¿Por qué estoy en un lugar tan anti-higiénico contigo? -. ¿Será Lord Veris en realidad? ¿O simplemente tiene un ataque de amnesia? Puedes ver un gran moretón en su coronilla.
- Bleyd:
- Caminando por el bosque, no te das cuenta de que hay gente en la copa de los árboles. Uno te coge del cuello e intenta colocarte un pañuelo con una sustancia (posiblemente cloroformo) para poder desmayarte. ¿Cómo te defenderás? ¡Date prisa!
- Derian y Drake:
- Al bajar la sombra de Derian, acompañado por Drake, todos los hombres de Lord Veris le apuntan con sus respectivas armas.
- Queda detenido en nombre de la ley, Lord Derian... O debería quitar la palabra "Lord" - dice el supuesto barón, sonriendo. La sombra desaparece, por lo que comienzan a atacar a Drake. Lobo, ¿Querías rivales fuertes? Lamento decirte que usan armas, pero te entretendrán un rato. Recuerda no dejar la comida en la arena porque si no se ensuciará y ni a Lord Derian ni a los pueblerinos les gustará. Pueden ver como los tres barcos de Meneror pegan la vuelta. Drake, deberías saludarlos con tu otra mano... Ah, no, cierto.- Derian:
- Escuchas al barón decir lo siguiente: "todo va bien, mi Lord. No hemos tenido en cuenta a dos acompañantes, pero mis hombres ya están ocupando de los mismos. Estamos buscando al hombre de cloro, que no sabemos adónde se ha metido".
- Mido:
- Los tipos no salen, pero a medida que corres en zigzag, más disparos se escuchan. ¿Cuántos serán en total los enemigos de Lord Derian?Uno de ellos, de aspecto poderoso (Luchador del Buey) pero de rasgos faciales torpes se coloca en frente tuyo, en posición de combate.
- A ver si sigues corriendo como una perra luego de recibir mis puños - dice, moviendo exageradamente sus gruesos labios, dejando ver unos agujeros negros en donde deberían haber dientes, y bufando con su aplastada nariz.
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Los pasos del lobo continuaban llevándole hasta la plaza, sin embargo su camino se vio interrumpido por lo que parecían ser soldados, decidió ignorarlos y continuó a lo suyo de forma tranquila, sin embargo al escuchar las palabras de estos se frenó. De modo que una traición, ya estaba acostumbrado a ellas por lo que no le impresionó mucho, el castaño simplemente pasó de ellos y se quedó mirando la caja que portaba. Dio unos pasos a un lado y la puso con cuidado en el suelo, observando que la comida estaba bien, además se fijó en la pequeña bolsa que olía a su líder, de modo que ahí guardaba su ropa. Pegó un suspiro y observó como aquellos tipos poseían armas. Su ojo derecho se tornó en un color rojizo mientras ahora su expresión se ponía algo seria, sin pensárselo empezó a caminar hacia ellos de forma calmada, la comida estaba sobre unas hierbas y seguramente no se mancharía, llegaba la hora de la matanza. Iba a desahogarse con ellos, habían tenido muy mala suerte, cuando vio que ellos se lanzaban a atacarle, frunció el ceño.
- Armas, ya sabía yo que entre tanta cucaracha no habría nadie que pudiera darme una diversión digna. No estoy de humor para dejaros con vida, pero no me mancharé mucho. Adelante Slayer…
De repente el ojo izquierdo del chico lobo también se puso en un tono rojizo intenso, Slayer tenía ahora el control, de esa forma se aseguraba de matar a sangre fría sin que le dieran lástima los objetivos. Una tétrica sonrisa invadió ahora el rostro del castaño, el cual mostró sus dientes afilados y se lanzó a por sus enemigos, cuando estaba llegando hacia ellos, lanzó un puñetazo al aire con toda su potencia. Formó una potente onda de choque que se dirigió a sus oponentes con la intención de lanzarlos por los aires, lo consiguiera o no, se lanzaría a por uno al azar y le lanzaría un golpe imbuyendo su mano en haki y tratando de atravesarle la mano por el pecho. Si lograba hacer aquello intentaría sacarle el corazón de un tirón. [AI]
- Grrrrr…
- Armas, ya sabía yo que entre tanta cucaracha no habría nadie que pudiera darme una diversión digna. No estoy de humor para dejaros con vida, pero no me mancharé mucho. Adelante Slayer…
De repente el ojo izquierdo del chico lobo también se puso en un tono rojizo intenso, Slayer tenía ahora el control, de esa forma se aseguraba de matar a sangre fría sin que le dieran lástima los objetivos. Una tétrica sonrisa invadió ahora el rostro del castaño, el cual mostró sus dientes afilados y se lanzó a por sus enemigos, cuando estaba llegando hacia ellos, lanzó un puñetazo al aire con toda su potencia. Formó una potente onda de choque que se dirigió a sus oponentes con la intención de lanzarlos por los aires, lo consiguiera o no, se lanzaría a por uno al azar y le lanzaría un golpe imbuyendo su mano en haki y tratando de atravesarle la mano por el pecho. Si lograba hacer aquello intentaría sacarle el corazón de un tirón. [AI]
- Grrrrr…
Derian Markov
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Derian frunció el ceño, conteniendo su ira. "Traidor... pagarás por esto, Veris." Pensó el noble, desenfundando a Vanator en completo silencio. De repente empezaron a llegar guardias del barón, que detuvieron a Drake y al espejismo. Veris se dirigió hacia ellos y comenzó a declarar su arresto. El vampiro deshizo su espejismo y descendió de un salto al suelo. Su rostro volvía a ser inexpresivo, de hecho, su mirada era fría como el hielo. De repente su piel comenzó a palidecer rápidamente, hasta adoptar un color blanco cadavérico. Su pelo, normalmente negro como la noche, se volvió de un tono blanco plateado. Y sus ojos azules pasaron a ser dorados. Acababa de entrar en su forma completa. Alzó su espada, activando su mantra. Entonces se dio cuenta de que no reconocía la presencia de Veris.
- Ah, conque un impostor. El rey ha sido astuto... pero esto no os servirá de nada -su rostro mostró una expresión furibunda y entonces dijo, en un tono de voz siniestro - Drake... mátalos a todos.
Observó la onda de choque generada por Drake, y se puso alerta. Recubrió el filo con su haki armadura (lo cual no se notaría demasiado debido a que la hoja de la espada era negra, excepto por un par de detalles pequeños en dorado) y se preparó. Primero lanzaría una lluvia de ondas cortantes sobre los que esquivasen el ataque de Drake, y otra hacia los que saliesen disparados por este para rematarlos. Acto seguido, apuntó al barón con la espada, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa macabra. Era hora de la limpieza.
- No sé qué esperabais lograr con esto, pero ha sido inútil. Conquistaré este país y una vez más, los Markov volveremos a reinar. Adiós, falso Veris.
Se propulsó hacia delante, a ochocientos kilómetros por hora, y lanzó una serie de veloces tajos al hombre, intentando cortar su cuerpo en cachos. Mientras lo hacía, activó su Estilo de las Doce Lunas para aumentar la temperatura de su espada sesenta grados. Primero un ataque intentando cortarlo a la mitad a la altura de la cintura. Luego, apareciendo a su espalda tras la veloz carga, un corte al cuello, dos a cada hombro y otros dos a las rodillas. Una vez el hombre cayese muerto ante él (si lo hacía) se giraría hacia los supervivientes (si los había). Apoyaría la espada ensangrentada en el suelo, y diría:
- Hoy comienza una nueva era... este país está atrasado y dirigido por una nobleza chapada a la antigua que sólo quiere llenarse los bolsillos de oro. Yo os ofrezco un futuro brillante y el fin de esta hambruna, de esta crisis. Uniros a mi y luchad por vuestro país, o morid como traidores a la patria.
Lluvia de ondas+Barón troceado al horno [Haki armadura+observación nvl. 3]
- Ah, conque un impostor. El rey ha sido astuto... pero esto no os servirá de nada -su rostro mostró una expresión furibunda y entonces dijo, en un tono de voz siniestro - Drake... mátalos a todos.
Observó la onda de choque generada por Drake, y se puso alerta. Recubrió el filo con su haki armadura (lo cual no se notaría demasiado debido a que la hoja de la espada era negra, excepto por un par de detalles pequeños en dorado) y se preparó. Primero lanzaría una lluvia de ondas cortantes sobre los que esquivasen el ataque de Drake, y otra hacia los que saliesen disparados por este para rematarlos. Acto seguido, apuntó al barón con la espada, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa macabra. Era hora de la limpieza.
- No sé qué esperabais lograr con esto, pero ha sido inútil. Conquistaré este país y una vez más, los Markov volveremos a reinar. Adiós, falso Veris.
Se propulsó hacia delante, a ochocientos kilómetros por hora, y lanzó una serie de veloces tajos al hombre, intentando cortar su cuerpo en cachos. Mientras lo hacía, activó su Estilo de las Doce Lunas para aumentar la temperatura de su espada sesenta grados. Primero un ataque intentando cortarlo a la mitad a la altura de la cintura. Luego, apareciendo a su espalda tras la veloz carga, un corte al cuello, dos a cada hombro y otros dos a las rodillas. Una vez el hombre cayese muerto ante él (si lo hacía) se giraría hacia los supervivientes (si los había). Apoyaría la espada ensangrentada en el suelo, y diría:
- Hoy comienza una nueva era... este país está atrasado y dirigido por una nobleza chapada a la antigua que sólo quiere llenarse los bolsillos de oro. Yo os ofrezco un futuro brillante y el fin de esta hambruna, de esta crisis. Uniros a mi y luchad por vuestro país, o morid como traidores a la patria.
Lluvia de ondas+Barón troceado al horno [Haki armadura+observación nvl. 3]
AlexEmpanadilla
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Alex abrió los ojos de forma exagerada, sorprendido por aquella situación. Demasiadas preguntas para responder. Sin más, trató de noquear al hombre, imbuyendo su mano en haki armadura y golpeándole en la sien de un golpe seco. Esperaba que aquello fuera suficiente para mantener callado al tipo aquel, sin que le molestase.
- Bueno... parece que esto se complica un poco... -murmuró el chico, mientras entreabría la puerta que daba al interior del pasillo, asegurándose previamente mediante el mantra que no hubiese nadie cerca. Iría buscando por todas las salas, guiándose con su agudo haki de visión, buscando al rey.
Volando por aquí y por allá, se dio cuenta de que tenía un hambre atroz. Cuando volviera al barco, se comería un par de empanadillas bien grandes. No pudo evitar detenerse durante un par de segundos, pensando en aquel delicioso manjar digno de los dioses. Tras relamerse un par de veces, se crujió los nudillos y prosiguió su búsqueda. Seguía tratando de rastrear las auras de los guardias del palacio, o alguna rodeada por varias presencias fuertes. Esperaba encontrar a aquel rey de pacotilla pronto, antes de que se le pasara la hora de comer.
- Maldita sea, ¿dónde se ha metido este niñato? -masculló para sí mismo.
- Bueno... parece que esto se complica un poco... -murmuró el chico, mientras entreabría la puerta que daba al interior del pasillo, asegurándose previamente mediante el mantra que no hubiese nadie cerca. Iría buscando por todas las salas, guiándose con su agudo haki de visión, buscando al rey.
Volando por aquí y por allá, se dio cuenta de que tenía un hambre atroz. Cuando volviera al barco, se comería un par de empanadillas bien grandes. No pudo evitar detenerse durante un par de segundos, pensando en aquel delicioso manjar digno de los dioses. Tras relamerse un par de veces, se crujió los nudillos y prosiguió su búsqueda. Seguía tratando de rastrear las auras de los guardias del palacio, o alguna rodeada por varias presencias fuertes. Esperaba encontrar a aquel rey de pacotilla pronto, antes de que se le pasara la hora de comer.
- Maldita sea, ¿dónde se ha metido este niñato? -masculló para sí mismo.
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Los tipos no salieron – Cobardes – susurró antes de empezar a correr. Aunque, a medida que iba avanzando, eludiendo cuanto árbol se cruzara en su camino, escuchaba más y más disparos ¿Cuántos de esos malditos lo estaban siguiendo? Se seguía preguntando cómo era posible que lo hubiera encontrado tan pronto. La idea de que todo lo que había pasado en el muelle era una trampa, no era descartable al cien por ciento. De hecho, era una idea que se le vino cruzando desde que lo estaba siguiendo. De ser así, Derian y Drake se iban a encontrar con sorpresas desagradable, aunque, tratándose de dos bestias como ellos no había problema. Estarían bien, él tenía que asegurar su misión, cumplir su parte. ”Aunque, correr y armar al pueblo es aburrido. Me gustaría enfrentarme a alguien fuerte. pensaba mientras que avanzaba por el bosque. Y entonces, un tipo feo se le cruzó en su camino… Se detuvo en seco y escuchó sus palabras. ¿Planeaba detenerlo? Ni en su mejor sueño.
– ¿Acaso un tipo tan feo como tu puede detenerme? Mejor vete a casa, monstruo. – dijo mientras cubría su brazo derecho en su poderoso Haki Armadura. Bajó al nivel 2 de su técnica, no quería agotarse mucho y aparte, dudaba que le diera mucho problema. – Si me disculpas, voy con prisa. Te dejaré durmiendo un rato, lo siento. – dijo antes de desaparecer para aparecer a un costado de ese tipo. Desde su lado izquierdo, fue que lanzó un poderoso gancho al hígado, diera o no, imbuiría su pierna derecha para de ese modo seguir con una patada a las costillas, para finalizar con un puñetazo directo al rostro, que al igual que antes, estaba imbuido en Haki.
– Bueno… Duerme bien. Hasta nunca, feo. – dijo aun sin saber si su ataque iba a ser eficaz, pero el ruido de todo siendo destruido iba a alertar a los otros, y debía perderlos. Maldijo por lo bajo, necesitaba ir mucho más rápido o bien “desaparecer”. No quería sobre esforzarse, por si aparecía algún reto digno para él, pero la situación lo apremiaba. Los habían descubierto, ya nada más importaba. Era hora de acabar con esto. – Malditos estúpidos. – susurró mientras ahora crecía un poco más. Su pelo ahora estaba negro. Había activado de golpe, el nivel 4, para ir mucho más rápido. Iba a doscientos ochenta kilómetros por hora, corriendo en línea recta por el bosque. Directo a la ciudad, nada lo iba a detener… Era hora de entrar en acción.
– ¿Acaso un tipo tan feo como tu puede detenerme? Mejor vete a casa, monstruo. – dijo mientras cubría su brazo derecho en su poderoso Haki Armadura. Bajó al nivel 2 de su técnica, no quería agotarse mucho y aparte, dudaba que le diera mucho problema. – Si me disculpas, voy con prisa. Te dejaré durmiendo un rato, lo siento. – dijo antes de desaparecer para aparecer a un costado de ese tipo. Desde su lado izquierdo, fue que lanzó un poderoso gancho al hígado, diera o no, imbuiría su pierna derecha para de ese modo seguir con una patada a las costillas, para finalizar con un puñetazo directo al rostro, que al igual que antes, estaba imbuido en Haki.
– Bueno… Duerme bien. Hasta nunca, feo. – dijo aun sin saber si su ataque iba a ser eficaz, pero el ruido de todo siendo destruido iba a alertar a los otros, y debía perderlos. Maldijo por lo bajo, necesitaba ir mucho más rápido o bien “desaparecer”. No quería sobre esforzarse, por si aparecía algún reto digno para él, pero la situación lo apremiaba. Los habían descubierto, ya nada más importaba. Era hora de acabar con esto. – Malditos estúpidos. – susurró mientras ahora crecía un poco más. Su pelo ahora estaba negro. Había activado de golpe, el nivel 4, para ir mucho más rápido. Iba a doscientos ochenta kilómetros por hora, corriendo en línea recta por el bosque. Directo a la ciudad, nada lo iba a detener… Era hora de entrar en acción.
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- Drake y Derian:
- Guarda ese corazón para Derian, Lobo, que seguro le agradará, bien jugoso y lleno de sangre. No habéis dejado sobrevivientes. Las últimas palabras del falso Veris antes de morir fueron: "No sabes lo que el rey tiene preparado para ti y tus subordinados. El pueblo está en una pésima situación, ¿crees que podrás arreglar las cosas y hacer que Hallstat se actualice?". ¿Qué querrá decir con esto? ¿Cuál será vuestro siguiente paso?
- Alex:
- Todavía no encuentras al rey, pero divisas la cocina. ¿No era que tenías hambre? Trata de no dejar migas.
- Midorima:
- Te deshaces fácilmente de aquella muralla humana, y avanzas hasta llegar al pueblo. ¿Recuerdas lo visto en el mapa, o prefieres echarle un vistazo de nuevo? Sientes en la gente un malestar. Sus caras, molestas o tristes, hacían ver un condado deprimido. Podrías hacer una fiesta para alegrarlos... Ah, recuerda que Derian te había encargado una misión.
- Bleyd:
- Cuando te cogieron por las espaldas, destruyeron los tubos de oxígeno de tu armadura, lo que te provoca un desmayo por respirar cloroformo. ¿Qué sueñas?
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La orden del vampiro hizo que Drake diera rienda suelta a toda la maldad que tenía dentro y deseaba sacar, su líder aprovechó su onda para hacer pedazos al resto, al igual que al tipo ese raro que parecía mandar. El lobo atravesó el pecho de su presa con toda la sangre fría que tenía, sacándolo después y notando el palpitar en su mano, aunque ese palpito desapareció momentos después. Acto seguido cerró el puño con fuerza haciendo estallar aquel órgano en trozos pequeños como el que explota un globo de agua, el líquido rojo carmesí invadía su mano de forma exagerada. El color de sus ojos ahora había cambiado a un tono dorado y en sus pupilas podía verse algo de sangre, las ganas de acabar con todo lo que se moviera le invadían y apenas podía controlarlas, de no ser por Derian toda la isla ya estaría muerta. No tardó mucho en observar que todos estaban muertos a su alrededor.
La voz de aquel payaso sonó antes de morir, el vampiro había hecho un verdadero puzle y era algo que el propio monstruo iba a rematar para finalizar. La gracia era que había parecido una amenaza, fuese quién fuese el rey y cualquiera de sus hombres, lo tendrían muy difícil con el lobo blanco, el cual ahora se giró hacia el despedazado cuerpo. Empezó a caminar hacia los restos con una sonrisa macabra y bastante lento, haciendo incluso ruido con sus pisadas. La bestia agarró la cabeza y la lanzó a unos cuantos metros para arriba, después se apartó alejándose un poco, era como si quisiera jugar al beisbol con su jefe y que este pateara aquella basura. Miró al cielo con aquella mirada de loco, momentos después tomó todo al aire que pudo y rugió con toda su fuerza mientras abría la boca todo lo posible y sus ojos brillaban. Era un espectáculo de terror.
El temible lobo iba aumentando el volumen hasta el momento de parecer un jodido altavoz anunciando una muerte, su habilidad como cantante le ayudaba a aguantar mucho más aquel grito de ferocidad que poco a poco fue transformándose en un aullido. Los ojos del musculoso luchador se volvieron incluso blancos por unos momentos, los dientes estaban afilados como cuchillas y las venas de sus brazos palpitaban al estar apretándolos, después de unos momentos finalizó el rugido. Se acercó a la enorme caja que había dejado anteriormente a un lado y la tomó con su mano, alzándola y colocándosela en el hombro, sosteniéndola tan solo con los dedos índice y corazón. Después caminó hasta colocarse junto a su líder, la bestia estaba lista para las órdenes y simplemente permaneció callada con la emoción de la sangre recorriendo todo su ser a cada segundo. Iba a ser una lástima para su próximo oponente, seguramente le partiría los más de doscientos huesos del cuerpo humano.
La voz de aquel payaso sonó antes de morir, el vampiro había hecho un verdadero puzle y era algo que el propio monstruo iba a rematar para finalizar. La gracia era que había parecido una amenaza, fuese quién fuese el rey y cualquiera de sus hombres, lo tendrían muy difícil con el lobo blanco, el cual ahora se giró hacia el despedazado cuerpo. Empezó a caminar hacia los restos con una sonrisa macabra y bastante lento, haciendo incluso ruido con sus pisadas. La bestia agarró la cabeza y la lanzó a unos cuantos metros para arriba, después se apartó alejándose un poco, era como si quisiera jugar al beisbol con su jefe y que este pateara aquella basura. Miró al cielo con aquella mirada de loco, momentos después tomó todo al aire que pudo y rugió con toda su fuerza mientras abría la boca todo lo posible y sus ojos brillaban. Era un espectáculo de terror.
El temible lobo iba aumentando el volumen hasta el momento de parecer un jodido altavoz anunciando una muerte, su habilidad como cantante le ayudaba a aguantar mucho más aquel grito de ferocidad que poco a poco fue transformándose en un aullido. Los ojos del musculoso luchador se volvieron incluso blancos por unos momentos, los dientes estaban afilados como cuchillas y las venas de sus brazos palpitaban al estar apretándolos, después de unos momentos finalizó el rugido. Se acercó a la enorme caja que había dejado anteriormente a un lado y la tomó con su mano, alzándola y colocándosela en el hombro, sosteniéndola tan solo con los dedos índice y corazón. Después caminó hasta colocarse junto a su líder, la bestia estaba lista para las órdenes y simplemente permaneció callada con la emoción de la sangre recorriendo todo su ser a cada segundo. Iba a ser una lástima para su próximo oponente, seguramente le partiría los más de doscientos huesos del cuerpo humano.
AlexEmpanadilla
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La cocina, un buen lugar para empezar a investigar. El doctor entró en la sala, asegurándose antes de que no hubiera nadie en los alrededores. Suspirando con alivio al no notar la presencia de nadie cerca, decidió acercarse a una olla que habían dejado al fuego, ahora ya apagado... ¿tal vez la próxima comida para el rey? Era una posibilidad. Se acercó con cautela al lugar y dejó caer una mezcla de sulfato de cobre y un poquito de polvo de arsénico, por asegurarse. No contento con eso, cogió un bote con cianuro de potasio y lo añadió al mejunje. El resultado fue un delicioso estofado letal.
- Bien, bien... -sus ojos se pasearon por la habitación, buscando empanadillas o algún sucedáneo para calmar a su estómago, que parecía un gato en celo.
Rebuscando por aquí y por allá encontró una bolsa de pipas. ¿Qué pintaba una bolsa de pipas en aquel lugar? A saber, tal vez aquel rey tuviera unos gustos extraños. No era algo de su incumbencia. El médico se guardó la bolsa y salió de la cocina, pasando por la zona de los fogones, aún apagados. Una vez fuera de la cocina, el chico siguió caminando por los pasillos, mientras chupaba las pipas e iba tirando las cáscaras por los amplios ventanales. Ante cualquier presencia cercana, se volvería gas y se elevaría hasta el techo, para pasar lo más desapercibido posible.
Malditas pipas, que ricas estaban. El chico llegó a un lugar donde el pasillo torcía a la derecha. Fijándose con haki en la posible presencia de enemigos más adelante, suspiró al no notar a nadie. Torció la esquina para ver ante él un largo pasillo como el que había recorrido.
- Estúpido rey... ¿dónde te has metido? Solo quiero hablar contigo del divertido término "república"... -masculló el doctor de pelo blanco para sí.
- Bien, bien... -sus ojos se pasearon por la habitación, buscando empanadillas o algún sucedáneo para calmar a su estómago, que parecía un gato en celo.
Rebuscando por aquí y por allá encontró una bolsa de pipas. ¿Qué pintaba una bolsa de pipas en aquel lugar? A saber, tal vez aquel rey tuviera unos gustos extraños. No era algo de su incumbencia. El médico se guardó la bolsa y salió de la cocina, pasando por la zona de los fogones, aún apagados. Una vez fuera de la cocina, el chico siguió caminando por los pasillos, mientras chupaba las pipas e iba tirando las cáscaras por los amplios ventanales. Ante cualquier presencia cercana, se volvería gas y se elevaría hasta el techo, para pasar lo más desapercibido posible.
Malditas pipas, que ricas estaban. El chico llegó a un lugar donde el pasillo torcía a la derecha. Fijándose con haki en la posible presencia de enemigos más adelante, suspiró al no notar a nadie. Torció la esquina para ver ante él un largo pasillo como el que había recorrido.
- Estúpido rey... ¿dónde te has metido? Solo quiero hablar contigo del divertido término "república"... -masculló el doctor de pelo blanco para sí.
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Había dejado a todos atrás. Bueno, era normal, nadie podía seguir su velocidad o no por lo menos alguien ordinario. Frenó en seco para darle una última mirada al mapa, recordando la posición del pueblo y también de la armería, según el mapa debía estar cerca del primero. En pocas palabras, su misión estaba cada vez más cercana, pero si la lograba iba a ser muy fácil, de hecho, todo había sido fácil. Sin resistencia, sin oposición alguna ¿Qué estaba pasando aquí? Había un gato encerrado, muy difícil de creer era el hecho de que nadie se les opusiera. Sentía que estaba cayendo en una trampa, a pesar, de que no sabía que mierda era. ”Bueno, no importa. Improvisaré como algo malo pase” pensaba mientras notaba que ya había llegado a su destino.
Desactivó su técnica mientras iba pensando en algún discurso (no tan patético como para que el pueblo se viniera encima y no tan forzado como para quedar como mentiroso) Aunque al llegar notó que el ambiente era de angustia, estaban desolados ¿Qué tan mierda era el rey con ellos? Apretó el puño mientras buscaba algo con que hacerse notar. Al no tener nada cerca, de un salto llegó a una casa elevada, suerte era que había quizás un par de personas afuera de sus casas. Eso iba a bastar, tendría que elevar un poco su voz pero eso no era inconveniente, era hora de improvisar. Y eso se le daba, más o menos… Mal. No era que no tuviera una buena labia para convencer a la gente, solo que cada plan que tenía terminaba fallando de alguna u otra forma. Pegó un suspiro mientras se relajaba.
– ¡Pueblo, escúchenme! – gritó para empezar su discurso, fue entonces que escuchó el potente rugido de una bestia ¿En serio? ¿Justo ahora? Esto se iba a poner complicado. – Soy Midorima Shintaro, un enviado de Derian Markov. Sí, del verdadero rey de este lugar. – una última pausa para finalizar su gran discurso. O el intento de serlo. - ¿Quieren libertad? ¿Qué caiga el tirano? ¿Qué se acabe la opresión? ¿Qué vuelva la felicidad? – sus preguntas eran retóricas y no buscaban una respuesta audible, solo que el pueblo o sus oyentes se respondieran a sí mismos y se dieran ánimos para seguir. – ¡Entonces síganme! ¡Es hora de la revolución! – finalizó levantando su brazo derecho en pos de victoria. Si su discurso funcionaba se dirigiría a paso raudo a la armería y le daría las armas a los que se animarán a unirse a su causa, de no funcionar su discurso (que fue bastante lamentable pero que en su cabeza había sido épico) tendría que volver a animarlos. Y animarlos a luchar.
Desactivó su técnica mientras iba pensando en algún discurso (no tan patético como para que el pueblo se viniera encima y no tan forzado como para quedar como mentiroso) Aunque al llegar notó que el ambiente era de angustia, estaban desolados ¿Qué tan mierda era el rey con ellos? Apretó el puño mientras buscaba algo con que hacerse notar. Al no tener nada cerca, de un salto llegó a una casa elevada, suerte era que había quizás un par de personas afuera de sus casas. Eso iba a bastar, tendría que elevar un poco su voz pero eso no era inconveniente, era hora de improvisar. Y eso se le daba, más o menos… Mal. No era que no tuviera una buena labia para convencer a la gente, solo que cada plan que tenía terminaba fallando de alguna u otra forma. Pegó un suspiro mientras se relajaba.
– ¡Pueblo, escúchenme! – gritó para empezar su discurso, fue entonces que escuchó el potente rugido de una bestia ¿En serio? ¿Justo ahora? Esto se iba a poner complicado. – Soy Midorima Shintaro, un enviado de Derian Markov. Sí, del verdadero rey de este lugar. – una última pausa para finalizar su gran discurso. O el intento de serlo. - ¿Quieren libertad? ¿Qué caiga el tirano? ¿Qué se acabe la opresión? ¿Qué vuelva la felicidad? – sus preguntas eran retóricas y no buscaban una respuesta audible, solo que el pueblo o sus oyentes se respondieran a sí mismos y se dieran ánimos para seguir. – ¡Entonces síganme! ¡Es hora de la revolución! – finalizó levantando su brazo derecho en pos de victoria. Si su discurso funcionaba se dirigiría a paso raudo a la armería y le daría las armas a los que se animarán a unirse a su causa, de no funcionar su discurso (que fue bastante lamentable pero que en su cabeza había sido épico) tendría que volver a animarlos. Y animarlos a luchar.
Derian Markov
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Derian miró con desprecio al falso conde, mientras una leve niebla surgía de él. Casi a desgana, apoyó su pie sobre la cabeza del moribundo y apretó para reventársela. La sangre y los sesos salpicaron sus botas y toda la zona cercana. Caminó hacia un banco de piedra, donde apoyó el pie manchado y lo limpió con un pañuelo hasta dejarlo limpio y reluciente. Tras eso, hizo lo mismo con la espada y la envainó. Sacudió la cabeza, y volvió a su forma humana gradualmente. Su larga melena se volvió negra, su piel menos pálida (aunque en la práctica no se notaba demasiado la diferencia) y los ojos pasaron del dorado al azul. Inspiró hondo, y mostró una leve sonrisa, apenas una torcedura en los labios. Era hora de retomar su reino, y ahora sí que era el momento. Se giró a Drake y le rascó la oreja al lobo mientras este aullaba. Le gustaba el sonido de aquellos animales; eran los depredadores por excelencia en Hallstat, a parte de los osos, y a diferencia de los últimos tenían una gracia y elegancia especial. Se apartó para que recogiera las cajas y se dirigió hacia la plaza principal con su capa ondeando a su espalda. Con un gesto de desdén recogió la cabeza que le lanzó el chico lobo, y la destrozó lanzándola contra una pared.
- Vamos, Drake... es hora de recuperar lo que es mío
En las calles no había mucha gente, no más de la habitual. Muchos lo miraban con curiosidad. Derian olfateó el ambiente. No percibía una gran concentración de gente cerca. "Era de esperar. ¿Por qué habrían de avisar al pueblo cuando su intención desde un principio era matarme?" Se puso firme, y miró a los habitantes cercanos. Era hora de hacer el trabajo por sí mismo... por mucho que le desagradara la idea. Él era un noble, un depredador, no un vulgar pregonero.
- ¡Buenas gentes de Veris! Tengo importantes noticias que dar a la ciudad. ¡Avisad a toda persona que veáis y convocadlos a la plaza principal!
Pronunció las palabras con elegancia y altanería, en un tono imperativo que no dejaba lugar a un "no". No le cabía duda de que le harían caso. Iba vestido como un noble y hablaba como tal; por mucho que en ese momento pudieran estar enfadados con la nobleza, seguramente les llamaría la atención aquello que había dicho sobre noticias. Y despertar curiosidad sería una ventaja para él. La ciudad a su alrededor era la típica costera de Hallstat, edificios bajos de piedra, algunos de dos o tres pisos como mucho. Por eso la plaza principal sería el punto perfecto; no sólo porque había sitio para que el pueblo se reuniera allí, si no que en esta estaba el Palacio de Justicia de la Baronía. No se trataba de la residencia del gobernante, si no el lugar desde el que gobernaba y recibía a la plebe y sus peticiones y quejas. Era una práctica habitual de las ciudades mercantes de Hallstat como aquella, donde mantener contacto con las clases populares (influenciadas por el exterior) era más importante. En todo caso, no era eso lo que le interesaba. Lo único que hacía ese punto en particular más útil era que el palacio era un edificio alto comparado con los cercanos, pero no en exceso. Si subía y se ponía hablar desde la fachada, el pueblo podría verle y escucharle, y estar en una posición elevada era como mandar un mensaje. Era de lo más apropiado. En el lugar había ya gente, pero principalmente atendiendo a sus quehaceres, comprando en el mercado callejero (o vendiendo) o paseando en general. Derian se acercó a la estatua del centro. Era un hombre alto e imponente, ataviado con una armadura y sosteniendo una espada con la que apuntaba al horizonte. Su rostro era terriblemente similar al del conde, como si fuesen familia cercana. Y de hecho, era la estatua de su antepasado Sorin I, el unificador del reino. El vampiro sonrió levemente, y le hizo una levísima inclinación de cabeza a la estatua, en señal de respeto.
- Drake, espérame aquí abajo junto a la estatua. Y por el amor de Sorin, no te comas a ningún aldeano ni mees en ella. - indicó.
Se acercó al palacio de justicia, y lo rodeó. Una vez estuvo en una callejuela solitaria, comenzó a levitar y subió hasta el tejado procurando no ser visto, vigilando los alrededores con sus sentidos y su mantra. Una vez ahí, comenzó a caminar tras estar sobre la fachada delantera, justo frente a la plaza. No estaba demasiado alto (no era un edificio tan grande), pero lo suficiente para destacar. Tomó aire, y comenzó a hablar con voz potente y sonora, en un tono solemne.
- ¡Hombres! ¡Mujeres! ¡Pueblo de Hallstat! ¡Escuchad mi llamada, pues yo soy Derian Markov, conde de Markovia y legítimo rey de estas nobles tierras de gente honrada y fuerte! ¡Oíd mis palabras, porque vuestro país y vuestras familias os necesitan! ¡Convocad a toda persona que pueda caminar a esta plaza, pues es mi deber y mi deseo transmitiros un importante mensaje!
Tras decir esto, tan sólo aguardó a que se reuniesen los ciudadanos. Por adoptar una pose heroica, se puso en una postura similar a la de la estatua, pero sin desenvainar la espada. "La postura y las maneras son importantes. Impresionar al público es un punto a favor de los oyentes." Al final su padre había cumplido su objetivo. Había tratado de impedirle salir a navegar para que se convirtiese en un gran conde que restaurase el poder y el honor de la familia Markov. Él había huido de todo aquello para ser arqueólogo y navegar por todo el mundo, e irónicamente, ahora volvía para cumplir con la voluntad de su fallecido progenitor. "Viejo zorro... al final lo has logrado. Todo lo que me enseñaste sobre el arte de la guerra, política, etiqueta, heráldica... nada fue en vano. Conquistaré este país y los Markov volveremos a reinar." Finalmente, la plaza comenzó a llenarse. Esbozó una sonrisa, pero decidió esperar un poco más. Una vez viese que estuviese realmente llena, comenzaría. Localizó a Drake con la mirada, y se quedó observándolo. Sabía que acabaría captando su mirada, estaba seguro de que lo miraría tarde o temprano. "¿Por qué no iba a hacerlo? Soy grandioso, y soy su señor." Pensó, en un ataque de egocentrismo. En cuanto lo mirase, haría una señal hacia las cajas de comida, señalándolas con el dedo índice. Su joven discípulo podía ser impulsivo, pero no era tonto. Entendería la señal. Comenzó finalmente su discurso, primero en un tono de voz calmado pero audible. Activó su Aura Negra de Grandeza para llamar la atención de los presentes.
- ¡Gente de Veris! Mi nombre es Derian Markov, vuestro legítimo conde. Como ya sabréis, hace casi cuatro años el difunto rey me retiró mi título, acusándome de traición. ¡Mis muy buenos señores, nada más lejos de la realidad! Porque si amar a mi país y querer defenderlo de aquellos que amenazan con destruirlo es traición, ¡me confieso traidor! ¡Sí, oídme todos! ¡Yo me confieso amante de este glorioso reino, amigo de sus gente y enemigo de aquellos que lo han traído a esta situación!
Poco a poco subía el tono de voz y el énfasis, mientras acompañaba el discurso con gestos de sus manos
- Os preguntaréis que hago aquí. Posiblemente pensaréis que soy otro noble más que viene a apoltronarse en un trono mientras sus gentes mueren de hambre. Pero, oh pueblo mío, ¿no fui acaso expulsado justo cuando esta crisis comenzó? ¿No fui yo el único noble hallstatiano que prestó ayuda al Gobierno Mundial en la guerra de Loguetown, la misma que estaba causando que los piratas asolasen nuestra tierra? Pues todos recordaréis que fueron los saqueos de esos malditos corsarios los que nos llevaron a la hambruna. ¿Y qué hicieron los duques? ¿Qué hizo el rey? ¿Qué hizo la familia Krastov? ¡NADA! ¡Absolutamente nada! Os dejaron a vuestra suerte, atrincherándose en sus fortalezas a esperar a que la tormenta amainase. Y ya veis el resultado. Llena de tristeza y pesar mi corazón ver a mi pueblo en este estado. ¡Pobres como ratas, sin un triste pedazo de pan que llevarse a la boca, mientras los mismos que os han hecho eso llenan sus arcas con oro! Más aun, estas gentes no han salido nunca de Hallstat. Prefieren vivir anclados en el viejo sistema que ha funcionado durante siglos, negándose a aceptar que el mundo ha cambiado. Yo, señores míos, he viajado a lo largo y ancho del mundo. He visto Mariejoa en toda su gloria antes de ser destruida. He contemplado las grandes ciudades de los otros mares cardinales, y he surcado los tempestuosos mares del Grand Line. Yo mejor que nadie entiendo que nuestra amada patria se ha quedado atrasada. Que somos pobres por culpa de esta misma gente que se niega a remodelar el país.
Sonrió. Era el momento. El punto culmen del discurso se acercaba.
- Ah, pero ha llegado el momento. Pues me niego a ver mi tierra fenecer por culpa de esta gente. ¡Lucharé hasta mi último aliento si hace falta! No pararé hasta derramar la última gota de sangre de los traidores a la la nación, y luego ocuparé mi legítimo puesto en el trono, ¡como descendiente directo de Sorin I el Grande! - proclamó, señalando a la estatua - ¡Pueblo mío! ¡No vengo a ofreceros simplemente una promesa de recuperación! ¡No vengo a devolver Hallstat al estado anterior a la hambruna! ¡VENGO A DEVOLVER NUESTRA ANTIGUA GLORIA! ¡NOSOTROS SOMOS LOS ORGULLOSOS HEREDEROS DEL NORTE, LOS HIJOS DEL IMPERIO DE DARON I! ¡LOS PROPIOS DIOSES NOS ESTAN ENVIANDO UNA CLARA SEÑAL! ¡ES LA HORA DE QUE HALLSTAT SE LEVANTE, Y DEMUESTRE AL MUNDO SU FIEREZA! ¡Nobles gentes, hermanos, OS LLAMO A LA GUERRA!
Desenvainó a Vanator y alzó la espada hacia lo alto, dejando que su filo negro reluciese con la escasa luz solar que se colaba entre las nubes. En ese momento se dio cuenta de que aun llovía un poco. "Somos hallstatianos, estamos acostumbrados" pensó instintivamente. Sonrió para sí al darse cuenta, con morriña, de que aun conservaba ese rasgo a pesar de llevar años fuera. Tras dejar unos instantes a la gente para que asumiera sus palabras, continuó hablando en un todo más calmado.
- Vuestro ilegítimo y malévolo rey ha suplantado a vuestro señor por un falso barón, un embustero del que ya he dado cuenta. ¡Quieran los dioses que el castigo caiga también sobre el resto de los traidores al pueblo! Como habréis visto ya, mi compañero y siervo Drake está repartiendo comida. Lamento no haber podido traer más, pero es un pequeño obsequio por mi parte, para pedir disculpas por haber retrasado tanto mi retorno a la isla. Que sea este el tributo que selle la amistad entre la casa Markov y el pueblo de Veris.
- Vamos, Drake... es hora de recuperar lo que es mío
En las calles no había mucha gente, no más de la habitual. Muchos lo miraban con curiosidad. Derian olfateó el ambiente. No percibía una gran concentración de gente cerca. "Era de esperar. ¿Por qué habrían de avisar al pueblo cuando su intención desde un principio era matarme?" Se puso firme, y miró a los habitantes cercanos. Era hora de hacer el trabajo por sí mismo... por mucho que le desagradara la idea. Él era un noble, un depredador, no un vulgar pregonero.
- ¡Buenas gentes de Veris! Tengo importantes noticias que dar a la ciudad. ¡Avisad a toda persona que veáis y convocadlos a la plaza principal!
Pronunció las palabras con elegancia y altanería, en un tono imperativo que no dejaba lugar a un "no". No le cabía duda de que le harían caso. Iba vestido como un noble y hablaba como tal; por mucho que en ese momento pudieran estar enfadados con la nobleza, seguramente les llamaría la atención aquello que había dicho sobre noticias. Y despertar curiosidad sería una ventaja para él. La ciudad a su alrededor era la típica costera de Hallstat, edificios bajos de piedra, algunos de dos o tres pisos como mucho. Por eso la plaza principal sería el punto perfecto; no sólo porque había sitio para que el pueblo se reuniera allí, si no que en esta estaba el Palacio de Justicia de la Baronía. No se trataba de la residencia del gobernante, si no el lugar desde el que gobernaba y recibía a la plebe y sus peticiones y quejas. Era una práctica habitual de las ciudades mercantes de Hallstat como aquella, donde mantener contacto con las clases populares (influenciadas por el exterior) era más importante. En todo caso, no era eso lo que le interesaba. Lo único que hacía ese punto en particular más útil era que el palacio era un edificio alto comparado con los cercanos, pero no en exceso. Si subía y se ponía hablar desde la fachada, el pueblo podría verle y escucharle, y estar en una posición elevada era como mandar un mensaje. Era de lo más apropiado. En el lugar había ya gente, pero principalmente atendiendo a sus quehaceres, comprando en el mercado callejero (o vendiendo) o paseando en general. Derian se acercó a la estatua del centro. Era un hombre alto e imponente, ataviado con una armadura y sosteniendo una espada con la que apuntaba al horizonte. Su rostro era terriblemente similar al del conde, como si fuesen familia cercana. Y de hecho, era la estatua de su antepasado Sorin I, el unificador del reino. El vampiro sonrió levemente, y le hizo una levísima inclinación de cabeza a la estatua, en señal de respeto.
- Drake, espérame aquí abajo junto a la estatua. Y por el amor de Sorin, no te comas a ningún aldeano ni mees en ella. - indicó.
Se acercó al palacio de justicia, y lo rodeó. Una vez estuvo en una callejuela solitaria, comenzó a levitar y subió hasta el tejado procurando no ser visto, vigilando los alrededores con sus sentidos y su mantra. Una vez ahí, comenzó a caminar tras estar sobre la fachada delantera, justo frente a la plaza. No estaba demasiado alto (no era un edificio tan grande), pero lo suficiente para destacar. Tomó aire, y comenzó a hablar con voz potente y sonora, en un tono solemne.
- ¡Hombres! ¡Mujeres! ¡Pueblo de Hallstat! ¡Escuchad mi llamada, pues yo soy Derian Markov, conde de Markovia y legítimo rey de estas nobles tierras de gente honrada y fuerte! ¡Oíd mis palabras, porque vuestro país y vuestras familias os necesitan! ¡Convocad a toda persona que pueda caminar a esta plaza, pues es mi deber y mi deseo transmitiros un importante mensaje!
Tras decir esto, tan sólo aguardó a que se reuniesen los ciudadanos. Por adoptar una pose heroica, se puso en una postura similar a la de la estatua, pero sin desenvainar la espada. "La postura y las maneras son importantes. Impresionar al público es un punto a favor de los oyentes." Al final su padre había cumplido su objetivo. Había tratado de impedirle salir a navegar para que se convirtiese en un gran conde que restaurase el poder y el honor de la familia Markov. Él había huido de todo aquello para ser arqueólogo y navegar por todo el mundo, e irónicamente, ahora volvía para cumplir con la voluntad de su fallecido progenitor. "Viejo zorro... al final lo has logrado. Todo lo que me enseñaste sobre el arte de la guerra, política, etiqueta, heráldica... nada fue en vano. Conquistaré este país y los Markov volveremos a reinar." Finalmente, la plaza comenzó a llenarse. Esbozó una sonrisa, pero decidió esperar un poco más. Una vez viese que estuviese realmente llena, comenzaría. Localizó a Drake con la mirada, y se quedó observándolo. Sabía que acabaría captando su mirada, estaba seguro de que lo miraría tarde o temprano. "¿Por qué no iba a hacerlo? Soy grandioso, y soy su señor." Pensó, en un ataque de egocentrismo. En cuanto lo mirase, haría una señal hacia las cajas de comida, señalándolas con el dedo índice. Su joven discípulo podía ser impulsivo, pero no era tonto. Entendería la señal. Comenzó finalmente su discurso, primero en un tono de voz calmado pero audible. Activó su Aura Negra de Grandeza para llamar la atención de los presentes.
- ¡Gente de Veris! Mi nombre es Derian Markov, vuestro legítimo conde. Como ya sabréis, hace casi cuatro años el difunto rey me retiró mi título, acusándome de traición. ¡Mis muy buenos señores, nada más lejos de la realidad! Porque si amar a mi país y querer defenderlo de aquellos que amenazan con destruirlo es traición, ¡me confieso traidor! ¡Sí, oídme todos! ¡Yo me confieso amante de este glorioso reino, amigo de sus gente y enemigo de aquellos que lo han traído a esta situación!
Poco a poco subía el tono de voz y el énfasis, mientras acompañaba el discurso con gestos de sus manos
- Os preguntaréis que hago aquí. Posiblemente pensaréis que soy otro noble más que viene a apoltronarse en un trono mientras sus gentes mueren de hambre. Pero, oh pueblo mío, ¿no fui acaso expulsado justo cuando esta crisis comenzó? ¿No fui yo el único noble hallstatiano que prestó ayuda al Gobierno Mundial en la guerra de Loguetown, la misma que estaba causando que los piratas asolasen nuestra tierra? Pues todos recordaréis que fueron los saqueos de esos malditos corsarios los que nos llevaron a la hambruna. ¿Y qué hicieron los duques? ¿Qué hizo el rey? ¿Qué hizo la familia Krastov? ¡NADA! ¡Absolutamente nada! Os dejaron a vuestra suerte, atrincherándose en sus fortalezas a esperar a que la tormenta amainase. Y ya veis el resultado. Llena de tristeza y pesar mi corazón ver a mi pueblo en este estado. ¡Pobres como ratas, sin un triste pedazo de pan que llevarse a la boca, mientras los mismos que os han hecho eso llenan sus arcas con oro! Más aun, estas gentes no han salido nunca de Hallstat. Prefieren vivir anclados en el viejo sistema que ha funcionado durante siglos, negándose a aceptar que el mundo ha cambiado. Yo, señores míos, he viajado a lo largo y ancho del mundo. He visto Mariejoa en toda su gloria antes de ser destruida. He contemplado las grandes ciudades de los otros mares cardinales, y he surcado los tempestuosos mares del Grand Line. Yo mejor que nadie entiendo que nuestra amada patria se ha quedado atrasada. Que somos pobres por culpa de esta misma gente que se niega a remodelar el país.
Sonrió. Era el momento. El punto culmen del discurso se acercaba.
- Ah, pero ha llegado el momento. Pues me niego a ver mi tierra fenecer por culpa de esta gente. ¡Lucharé hasta mi último aliento si hace falta! No pararé hasta derramar la última gota de sangre de los traidores a la la nación, y luego ocuparé mi legítimo puesto en el trono, ¡como descendiente directo de Sorin I el Grande! - proclamó, señalando a la estatua - ¡Pueblo mío! ¡No vengo a ofreceros simplemente una promesa de recuperación! ¡No vengo a devolver Hallstat al estado anterior a la hambruna! ¡VENGO A DEVOLVER NUESTRA ANTIGUA GLORIA! ¡NOSOTROS SOMOS LOS ORGULLOSOS HEREDEROS DEL NORTE, LOS HIJOS DEL IMPERIO DE DARON I! ¡LOS PROPIOS DIOSES NOS ESTAN ENVIANDO UNA CLARA SEÑAL! ¡ES LA HORA DE QUE HALLSTAT SE LEVANTE, Y DEMUESTRE AL MUNDO SU FIEREZA! ¡Nobles gentes, hermanos, OS LLAMO A LA GUERRA!
Desenvainó a Vanator y alzó la espada hacia lo alto, dejando que su filo negro reluciese con la escasa luz solar que se colaba entre las nubes. En ese momento se dio cuenta de que aun llovía un poco. "Somos hallstatianos, estamos acostumbrados" pensó instintivamente. Sonrió para sí al darse cuenta, con morriña, de que aun conservaba ese rasgo a pesar de llevar años fuera. Tras dejar unos instantes a la gente para que asumiera sus palabras, continuó hablando en un todo más calmado.
- Vuestro ilegítimo y malévolo rey ha suplantado a vuestro señor por un falso barón, un embustero del que ya he dado cuenta. ¡Quieran los dioses que el castigo caiga también sobre el resto de los traidores al pueblo! Como habréis visto ya, mi compañero y siervo Drake está repartiendo comida. Lamento no haber podido traer más, pero es un pequeño obsequio por mi parte, para pedir disculpas por haber retrasado tanto mi retorno a la isla. Que sea este el tributo que selle la amistad entre la casa Markov y el pueblo de Veris.
- Aura Negra de Grandeza:
- Aura Negra de Grandeza - La presencia de Derian destaca entre las demás incluso para gente sin mantra. Puede activar de manera parcial el Aura Negra de Majestuosidad sin emplear todo su potencial para mostrarse como un ser poderoso o para aumentar su carisma. Mientras el Aura Negra de Grandeza está activada, la gente que no tenga una predisposición hostil hacia él lo perciben inconscientemente como un líder. Puede activar y desactivar este poder cuando quiera. También puede hacer que una niebla tétrica y siniestra aparezca a su alrededor.
Steve
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fuerza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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- Midorima:
- ¿Consideras eso un discurso? Al menos al pueblo le ha gustado al contenido o eso parece, pero su forma de celebrarlo es… curiosa. Todos cogen piedras y las tiran hacía la zona donde tu estas, proclamando esa revolución que les has prometido. Las piedras van con bastante fuerza y una de estas te impacta en la pierna de carne y hueso. Parece no ser muy grave, aunque quien sabe. Pero no deberías preocuparte por eso ahora, el pueblo parece querer seguirte, pero no tiene muy claro como, aliéntalos hacía una victoria contra la tiranía del rey.
- Derian y Drake:
- El discurso y la comida parecen hacer efecto en las gentes del pueblo de Veris. Tanto que hasta te llueve un sujetador, de color rosa pastel. Parecen ser de una copa grande, lo suficiente como taparte toda la cara. Pero un grito parece romper toda la felicidad inicial, y tras unos segundos, la gente empieza a dispersarse. Una pequeña legión, encabezada por un hombre de larga cabellera rubia, ojos verdes y sonrisa impecable. La corona, hecha de oro y adornada con rubíes cae por uno de los bordes de su cabeza. Porta en su mano una espada, que brilla como si fuera un pequeño sol.
Mientras el ejército dispersa a las gentes, quedando solo vosotros y el esplendido individuo en la plaza, impidiéndoos salir de la plaza. El individuo se acerca a vosotros, apuntando a Derian con la espada en alto. El rey te mira a los ojos, antes de empezar a hablar.
-¿Causar guerra, vos, un traidor? Vos que habéis atentado con nuestra tierra, no merecéis ni el simple hecho de poner los pies sobre esta tierra. Vos que habéis peligrado contra la vida de nuestra tierra, debéis perecer por el bien de este reino. Rendíos ahora y no causéis más vergüenza a lo que dices que te pertenece. Antiguo conde de Markovia, y actual criminal que actúa contra la libertad y el gobierno de Hallstat, desistid en vuestro intento vacio y se os condenará de manera justa.- Drake:
- Podrías intervenir o podrías no hacerlo.
- Alex:
- Sigues caminando por los pasillos, al parecer el castillo esta desértico con la excepción de Lord Veris y tú ¿extraño verdad? Llegas a una encrucijada de pasillos, a tu espalda el que te lleva a la cocina, a tu derecha un pasillo angosto y oscuro, a tu izquierda un pasillo que parece acabar con unas escaleras de piedra que ascienden y el que tienes en frente que da a una puerta desde la que proviene una luz. ¿Qué harás? También podrías quemarlo todo.
- Bleyd:
- Sigues inconsciente, pero el efecto cada vez se atenúa más y empiezas a notar olores. Un ligero olor a almizcle y a lejía, llega a tus fosas nasales, mientras notas como vas recibiendo un golpe rítmicamente a cada rato.
AlexEmpanadilla
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Alex soltó un grito de exasperación. El maldito castillo estaba vacío, y el estaba haciendo el panoli como un subnormal. Al menos había llenado de gas todo el recinto según iba pasando por él, por lo que cuando volvieran se encontrarían con una sorpresa desagradable y un fuerte olor en las cortinas. El médico acababa de llegar a una encrucijada. Parecía que aquel lugar estaba lleno de pasillos que daban a más pasillos.
- Joder... puto arquitecto de los cojones... ¡Espero que a tus descendientes les de cáncer! -murmuró el médico.
Con una cara de pocos amigos, el doctor metió la mano en el maletín y sacó una pastilla roja: potenciadores musculares para aumentar su fuerza. La tragó y sintió como sus músculos se hinchaban. A continuación, generó una bola de cloro concentrado en su mano, hasta el punto de ser sólido, y la lanzó con toda la fuerza que pudo a la puerta de enfrente, intentando romperla o, al menos, abrirla hacia el interior. Tras ver lo que había en el interior, se encaró hacia el pasillo angosto. "Odio mi vida..." pensó mientras empezaba a caminar por aquella galería claustrofóbica.
- Más vale que Derian sepa lo que estoy haciendo por él... porque como no me lo tenga en cuenta, hoy no va a haber solo un regicidio... -gruñó para sí.
- Joder... puto arquitecto de los cojones... ¡Espero que a tus descendientes les de cáncer! -murmuró el médico.
Con una cara de pocos amigos, el doctor metió la mano en el maletín y sacó una pastilla roja: potenciadores musculares para aumentar su fuerza. La tragó y sintió como sus músculos se hinchaban. A continuación, generó una bola de cloro concentrado en su mano, hasta el punto de ser sólido, y la lanzó con toda la fuerza que pudo a la puerta de enfrente, intentando romperla o, al menos, abrirla hacia el interior. Tras ver lo que había en el interior, se encaró hacia el pasillo angosto. "Odio mi vida..." pensó mientras empezaba a caminar por aquella galería claustrofóbica.
- Más vale que Derian sepa lo que estoy haciendo por él... porque como no me lo tenga en cuenta, hoy no va a haber solo un regicidio... -gruñó para sí.
Derian Markov
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Derian mantuvo la espada en lo alto, con una sonrisa de triunfo. Lo había logrado; el pueblo estaba de su lado. Con el apoyo popular, podría formar un ejército con el que reconquistar Markovia, y preparar una guerra seria contra los Krastov y sus aliados. En cuanto los otros nobles supieran de sus victorias, otras familias se unirían a él. Eso sería en parte un problema, ya que los campesinos reclamarían las cabezas de sus señores, pero sería una alianza temporal. En cuanto tomase el poder, asesinaría a todos los lores que no le convinieran o no apoyasen su proyecto de modernización de Hallstat y los sustituiría dando títulos a sus aliados y a gente de su familia. Y destruiría algunos títulos convirtiendo las tierras vinculadas a estos en terreno comprable para incentivar la economía. Todo saldría perfecto. El pueblo le daría su apoyo a lo largo y ancho de Hallstat a medida fuese avanzando por el país, y él les daría a cambio una patria grande, poderosa y totalmente renovada: un reino con potencial de convertirse en un Imperio.
Pero había vendido la piel del jabalí antes de haberlo matado. En medio de su momento de éxtasis y ensimismamiento, un montón de tropas empezaron a entrar en la plaza. Iban bien armados, y llevaban las enseñas del reino y de la casa Krastov. Y quien los encabezaba no era otro que su majestad el rey. Lo reconoció tanto por la corona como por su dorada melena. Su sonrisa se tornó en una mueca de odio, que pronto ocultó bajo una máscara de indiferencia y frialdad. ¡Lo reconocía! Era el hijo pequeño del antiguo rey. Efectivamente había heredado él. Su nombre era Ulfur, y lo había conocido en algunas fiestas y reuniones en la corte hacía ya unos años, cuando Derian aun era heredero al condado de Markovia. En aquel momento Ulfur aun era un adolescente nervioso y entusiasta, y ahora se había convertido en un hombre robusto y saludable. Y no parecía alegrarse demasiado de ver al antiguo conde... no en un buen sentido, al menos, porque tampoco se le veía de muy mal humor. Sus altaneras palabras hicieron a Derian arquear una ceja. El vampiro posó la mano sobre el pomo de Vanator, y de un salto inhumano bajó de lo alto del edificio al suelo, quedando a la altura del rey. Lo examinó de pies a cabeza, con frialdad, antes de comenzar a hablar:
- Su majestad, ¿yo un criminal? ¿Es que en este reino se ha caído tan bajo que se acusa a un noble de alta alcurnia, de una de las familias más antiguas e importantes del país, de ser un traidor y un criminal sin concederle un juicio?
Su voz era suave, melosa y calmada, en un tono casi hipnótico. Derian estaba empleando todas sus dotes de orador para mostrarse ofendido y traicionado, como si realmente considerase todo aquello una conjura.
- Hace ya más de tres años fui acusado de alta traición por vuestro difunto padre. ¡Yo, que ni siquiera estaba en el país, si no cumpliendo mis funciones de Shichibukai del Gobierno Mundial! Nunca se me aportó ninguna prueba tangible, tan sólo recibí una acusación y se me intentó capturar a la fuerza como si fuese un cualquiera, y no un respetado noble.
Tras eso, con una mirada cargada de reproche, se encaró al rey.
- ¡Yo nunca llevé a cabo ninguna acción en contra del reinado de su difunta majestad vuestro padre, ni contra el vuestro hasta el día de hoy! A pesar de haber sido acusado injustamente, partí al exilio por no causar problemas a nuestra amada nación. Sabía que de permanecer en ella no sólo tendría que defenderme por la fuerza de la negra conspiración en la que sin duda vuestra familia no participó como artífice, si no que fue desgraciadamente engañada. Y mi familia hubiese acudido en mi auxilio, desgarrando el país en una sangrienta guerra civil.
Sus palabras eran a la vez reprobatorias y amables, como un padre paciente que regaña a su hijo. Su auténtico público no era el rey, si no sus tropas. Cuando lo matara, quería que lo siguieran a él. Y para eso tenía que actuar y mostrarse como un hombre justo agraviado que tan sólo buscó siempre lo mejor para su patria.
- Confié en que vos haríais lo mejor para Hallstat, y me aparté. ¿Cuál ha sido el resultado? Decidme, oh majestad, ¿es este el destino que Hallstat merece? ¿Ha sido vuestro gobierno el adecuado? ¡Disturbios, hambrunas, epidemias! Esto no es lo que nuestros compatriotas merecen. ¡Su majestad Ulfur I, si hoy me he presentado en este lugar es para enmendar vuestros errores! ¡Para salvar al pueblo de vuestros excesos y errores!
Ahora su tono era altivo y grandilocuente. Era hora del gran final:
- ¡La familia Krastov ocupó el trono de Hallstat de manera ilegítima! Los Markov hemos tolerado esto durante siglos para evitar que nuestro país volviese a dividirse, como en la época anterior a Sorin I Markov... incluso hemos colaborado con vosotros, a pesar de habernos quitado muchos de nuestros legítimos condados. Pero este ha sido el último insulto. Majestad, si sois un hombre de honor, ¡defendeos! Os reto a un duelo de honor. Los motivos serán la afrenta a mi familia hecha por la vuestra cuando asesinasteis al último monarca Markov, la afrenta personal a mi mismo con vuestras acusaciones y al haberme destronado y finalmente... la afrenta que habéis cometido contra el pueblo de Hallstat, permitiendo que se empobreciera y languideciese. El premio para el vencedor será la Corona y su honor. El perdedor... pagará con su vida. Serán los propios dioses quiénes nos juzguen y decidan quién vive.
En una pose altiva, Derian se puso en guardia y esperó a la respuesta del rey. Era la hora de la verdad. Si se negaba a aceptar el duelo, se estaría poniendo en evidencia ante sus tropas. Y si aceptaba... bueno, sería el momento de cruzar la espada familiar de los Markov con la de los Krastov una vez más. Esta vez la definitiva. Al vampiro no le cabía duda de su victoria.
- Esta - dijo desenvainando a Vanator - Es la espada de los monarcas Markov, la misma que Sorin I empuñó en las guerras en que unificó nuestro país y derrotó a los crueles señores del pasado. Y me reconoce como el legítimo heredero de mi familia y del reino. Es hora de que los usurpadores caigan.
Pero había vendido la piel del jabalí antes de haberlo matado. En medio de su momento de éxtasis y ensimismamiento, un montón de tropas empezaron a entrar en la plaza. Iban bien armados, y llevaban las enseñas del reino y de la casa Krastov. Y quien los encabezaba no era otro que su majestad el rey. Lo reconoció tanto por la corona como por su dorada melena. Su sonrisa se tornó en una mueca de odio, que pronto ocultó bajo una máscara de indiferencia y frialdad. ¡Lo reconocía! Era el hijo pequeño del antiguo rey. Efectivamente había heredado él. Su nombre era Ulfur, y lo había conocido en algunas fiestas y reuniones en la corte hacía ya unos años, cuando Derian aun era heredero al condado de Markovia. En aquel momento Ulfur aun era un adolescente nervioso y entusiasta, y ahora se había convertido en un hombre robusto y saludable. Y no parecía alegrarse demasiado de ver al antiguo conde... no en un buen sentido, al menos, porque tampoco se le veía de muy mal humor. Sus altaneras palabras hicieron a Derian arquear una ceja. El vampiro posó la mano sobre el pomo de Vanator, y de un salto inhumano bajó de lo alto del edificio al suelo, quedando a la altura del rey. Lo examinó de pies a cabeza, con frialdad, antes de comenzar a hablar:
- Su majestad, ¿yo un criminal? ¿Es que en este reino se ha caído tan bajo que se acusa a un noble de alta alcurnia, de una de las familias más antiguas e importantes del país, de ser un traidor y un criminal sin concederle un juicio?
Su voz era suave, melosa y calmada, en un tono casi hipnótico. Derian estaba empleando todas sus dotes de orador para mostrarse ofendido y traicionado, como si realmente considerase todo aquello una conjura.
- Hace ya más de tres años fui acusado de alta traición por vuestro difunto padre. ¡Yo, que ni siquiera estaba en el país, si no cumpliendo mis funciones de Shichibukai del Gobierno Mundial! Nunca se me aportó ninguna prueba tangible, tan sólo recibí una acusación y se me intentó capturar a la fuerza como si fuese un cualquiera, y no un respetado noble.
Tras eso, con una mirada cargada de reproche, se encaró al rey.
- ¡Yo nunca llevé a cabo ninguna acción en contra del reinado de su difunta majestad vuestro padre, ni contra el vuestro hasta el día de hoy! A pesar de haber sido acusado injustamente, partí al exilio por no causar problemas a nuestra amada nación. Sabía que de permanecer en ella no sólo tendría que defenderme por la fuerza de la negra conspiración en la que sin duda vuestra familia no participó como artífice, si no que fue desgraciadamente engañada. Y mi familia hubiese acudido en mi auxilio, desgarrando el país en una sangrienta guerra civil.
Sus palabras eran a la vez reprobatorias y amables, como un padre paciente que regaña a su hijo. Su auténtico público no era el rey, si no sus tropas. Cuando lo matara, quería que lo siguieran a él. Y para eso tenía que actuar y mostrarse como un hombre justo agraviado que tan sólo buscó siempre lo mejor para su patria.
- Confié en que vos haríais lo mejor para Hallstat, y me aparté. ¿Cuál ha sido el resultado? Decidme, oh majestad, ¿es este el destino que Hallstat merece? ¿Ha sido vuestro gobierno el adecuado? ¡Disturbios, hambrunas, epidemias! Esto no es lo que nuestros compatriotas merecen. ¡Su majestad Ulfur I, si hoy me he presentado en este lugar es para enmendar vuestros errores! ¡Para salvar al pueblo de vuestros excesos y errores!
Ahora su tono era altivo y grandilocuente. Era hora del gran final:
- ¡La familia Krastov ocupó el trono de Hallstat de manera ilegítima! Los Markov hemos tolerado esto durante siglos para evitar que nuestro país volviese a dividirse, como en la época anterior a Sorin I Markov... incluso hemos colaborado con vosotros, a pesar de habernos quitado muchos de nuestros legítimos condados. Pero este ha sido el último insulto. Majestad, si sois un hombre de honor, ¡defendeos! Os reto a un duelo de honor. Los motivos serán la afrenta a mi familia hecha por la vuestra cuando asesinasteis al último monarca Markov, la afrenta personal a mi mismo con vuestras acusaciones y al haberme destronado y finalmente... la afrenta que habéis cometido contra el pueblo de Hallstat, permitiendo que se empobreciera y languideciese. El premio para el vencedor será la Corona y su honor. El perdedor... pagará con su vida. Serán los propios dioses quiénes nos juzguen y decidan quién vive.
En una pose altiva, Derian se puso en guardia y esperó a la respuesta del rey. Era la hora de la verdad. Si se negaba a aceptar el duelo, se estaría poniendo en evidencia ante sus tropas. Y si aceptaba... bueno, sería el momento de cruzar la espada familiar de los Markov con la de los Krastov una vez más. Esta vez la definitiva. Al vampiro no le cabía duda de su victoria.
- Esta - dijo desenvainando a Vanator - Es la espada de los monarcas Markov, la misma que Sorin I empuñó en las guerras en que unificó nuestro país y derrotó a los crueles señores del pasado. Y me reconoce como el legítimo heredero de mi familia y del reino. Es hora de que los usurpadores caigan.
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Había funcionado… A medias pero lo había conseguido de una u otra forma. Los había logrado animar, quizás no de la forma en la que quería, pero no todo era perfecto. Quizás él, pero eso ya quedaba a gusto de cada uno. Los pueblerinos de la nada, le empezaron a lanzar ¿Piedras? ¿Qué eran? ¿Idiotas? Una de ellas le pegó en su pierna… La de verdad y no esa fea que le había dado su adorable y querido capitán. “No sabes cuánto te odio, Dexter-chan” – pensó mientras miraba a su alrededor. Ahora que había incitado el deseo de una gran revolución, era hora de armarlos y para eso tenía la ubicación de la armería y también la forma de entrar. Solo era cosa de ir y dar las armas, luego de eso… ¿Qué venía? Recordó… Y solo quedaba una cosa obvia… Ir al castillo del rey. Tomó un poco de aire para luego volver a decirle a sus anfitriones.
– Ahora, solo síganme y a la batalla. Yo les daré las armas. – dijo mientras que de un salto llegaba a tierra firme. Levantó su brazo en señal de líder y jefe de jefazos. – ¡Es hora de acabar con esta estúpida tiranía! – finalizó.
Se dirigió a paso raudo a la armería. No estaba tan lejos del pueblo. Llegó a ella e imbuyó su puño derecho en Haki Armadura, y de un solo puñetazo trató de tirarla abajo.
– Bien, compañeros de batalla. Agarren todas las armas y vamos rumbo al castillo del rey. – les diría si lo lograba… De no lograrlo, que lo dudaba mucho, intentaría con otros golpes así hasta tumbarla. Era hora de ir a la guerra.
– Ahora, solo síganme y a la batalla. Yo les daré las armas. – dijo mientras que de un salto llegaba a tierra firme. Levantó su brazo en señal de líder y jefe de jefazos. – ¡Es hora de acabar con esta estúpida tiranía! – finalizó.
Se dirigió a paso raudo a la armería. No estaba tan lejos del pueblo. Llegó a ella e imbuyó su puño derecho en Haki Armadura, y de un solo puñetazo trató de tirarla abajo.
– Bien, compañeros de batalla. Agarren todas las armas y vamos rumbo al castillo del rey. – les diría si lo lograba… De no lograrlo, que lo dudaba mucho, intentaría con otros golpes así hasta tumbarla. Era hora de ir a la guerra.
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- Derian y Drake:
El rey sonrió altivo, una mueca de seguridad rencor se dibujaron en su rostro.
-¿Un duelo? Me parece perfecto, pues siempre me había querido batir en duelo con vos, criminal-hizo especial énfasis en la palabra criminal, como si quisiera picarte-
Mueve la espada haciendo un círculo, mientras la luz de esta se intensifica, haciendo que la luz brillé en las corazas y escudos de los soldados que están a vuestro alrededor formando un campo de batalla circular y perfecto para el duelo, de unos 20 metros de diámetro.
Pero el rey no se mueve, o parece no hacerlo, pues se ha quedado quieto a unos metros de ti, moviendo la espada continuamente, haciendo un círculo una y otra vez. Mas eso solo es una imagen residual, y el verdadero se ha movido a velocidades casi imperceptibles poniéndose detrás de ti, lanzando tres cortes con su espada, dos de ellos hacía tu espalda y uno al cuello.
NPC nivel 70, Duelista – Agente especial – Cirujano – Farmacéutico- Drake:
- Te pica una pulga. Oh y puedes ver el duelo de Derian.
- Alex:
- La habitación que abres es un cuartucho poco iluminado, pues solo tiene una pequeña lámpara. La vela esta sobre una mesa con una gran cantidad de papeles, la mayoría de ellos de aspecto inútil, pero debido a la celeridad de tus actos no puedes ver ninguno lo suficiente como para saber de que tratan.
En el pasillo te pasas cinco minutos andando, hasta que llegas a unas escaleras en las que te pasas un rato mucho más largo para bajarlas. Esta lo suficiente oscuro como para que no veas un palmo mas allá de tus narices, pero notas que el material del que está hecho la pared cambia en un punto, volviéndose frio ¿un metal quizás? Al intentar continuar notas como un muro infranqueable te impide el paso.
Si usas el mantra podrás notar que hay gente al otro lado del muro, así que quizás te vendría bien buscar una manera de abrirlo.
- Midorima:
- Bien, has llegado a la zona del arsenal y la gente empieza a sacar armas de fuego, pidiéndote ayuda para ver como se usan, mientras otros prefieren unas cuantas más anticuadas, tales como espadas y lanzas. Cuando están todos armados puedes partir, pero el camino hacía el castillo está bastante lejos ¿deberías buscar algo más por tu propia mano en el arsenal de Derian? ¿O prefieres conseguir unos caballos de las cuadras de aquella cuadra no muy lejos del arsenal? Tu decides.
- Bleyd:
- Despiertas en un cuarto apenas iluminado, así que no estás seguro si hay dos personas delante de ti o simplemente es una ensoñación.
-¿Quién eres? ¿Para quién trabajas?-dice una de las voces, sin dejarse ver por completo-
-Habla si no quieres que te metamos una granada por el culo-adjunta la otra voz al mensaje original-
-Serían más divertido ver como se desenvuelve con Mike-suelta mientras se ríe-
Bien, llegados a este punto no te queda más que hablar o callar, aunque podrías intentar liberarte de las ataduras que te tienen preso, pues notas que están mal hechas.
AlexEmpanadilla
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Alex soltó un improperio al toparse con el muro de metal. Tras comprobar la presencia de personas al otro lado de éste, sus ansias por ver lo que había al otro lado aumentaron de forma exponencial. Se dio media vuelta, enfurruñado, y pensó "Ojalá tuviera una maldita forma de romper esa barrera y pasar al otro lado... un ariete, o un orco como los de los libros de fantasía".
Volviendo por el estrecho pasillo como una voluta de gas, y regresando a la encrucijada, decidió que lo mejor sería entrar en la sala de la puerta rota a observar los papeles. Entró como un espectro flotante, y empezó a mirar todos aquellos documentos, rebuscando entre ellos y cogiendo los más interesantes, es decir, todos ellos. Tras cerciorarse de que no quedaba nada más de interés en aquella sala, decidió probar suerte con las escaleras.
- Maldito Derian... ¿Qué demonios estará haciendo en el puerto? Seguro que está haciendo cosas raras de noble, como hurgarse en la nariz o beber té con el meñique levantado. -con un movimiento se crujió los dedos, mientras aceleraba para llegar arriba cuanto antes.
Volviendo por el estrecho pasillo como una voluta de gas, y regresando a la encrucijada, decidió que lo mejor sería entrar en la sala de la puerta rota a observar los papeles. Entró como un espectro flotante, y empezó a mirar todos aquellos documentos, rebuscando entre ellos y cogiendo los más interesantes, es decir, todos ellos. Tras cerciorarse de que no quedaba nada más de interés en aquella sala, decidió probar suerte con las escaleras.
- Maldito Derian... ¿Qué demonios estará haciendo en el puerto? Seguro que está haciendo cosas raras de noble, como hurgarse en la nariz o beber té con el meñique levantado. -con un movimiento se crujió los dedos, mientras aceleraba para llegar arriba cuanto antes.
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