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¿Cómo podía haber caído en semejante trampa? Eso me pasaba por fiarme de esos estúpidos pescadores. Corría como si me fuera la vida en ello por las calles esquivando todo lo que podía pues detrás mía venían marines. ¿Por qué a mí? Solo tengo un millón por mi cabeza. Paré de golpe, me habían encerrado. Delante se encontraban 5 soldados rasos, por lo que pude ver en sus uniformes, mientras los otros 6 de detrás seguían acercándose. Debía librarme de de los de delante antes de que me alcanzaran. La calle era estrecha y no podría esquivarlos por un lado, no me quedaba otra.
-"NEGATIVE HOLLOW"-Fantasmas sonrientes como si estuvieran ansiando salir aparecieron de todas las partes de mi cuerpo y se lanzaron hacia los marines mientras yo corría hacia ellos, en seguida los marines estaban en el suelo lamentándose de ellos mismo. Salté por encima mientras sonreía y los fantasmas me seguían. Me había librado pero no se que podría hacer si aparecían más.
-"NEGATIVE HOLLOW"-Fantasmas sonrientes como si estuvieran ansiando salir aparecieron de todas las partes de mi cuerpo y se lanzaron hacia los marines mientras yo corría hacia ellos, en seguida los marines estaban en el suelo lamentándose de ellos mismo. Salté por encima mientras sonreía y los fantasmas me seguían. Me había librado pero no se que podría hacer si aparecían más.
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Había pasado mucho tiempo desde que hubo visitado por última vez su mar de origen. El South Blue era tan caluroso como lo recordaba y en cierto modo el clima de allí le hacía sentir extrañamente nostálgico, algo poco común en alguien como él. No pudo evitar recordar el día en que se echó al mar hacía tanto tiempo; habían pasado mil cosas desde entonces, a cada cual más extraña que la anterior. No tenía más que mirar a su extraño acompañante o intentar escuchar el latido de su corazón para darse cuenta de cómo había cambiado desde entonces. Aunque en una cosa seguía siendo igual, tal vez incluso hubiese ido a peor, y es que ni antes ni después de hacerse pirata se habría percatado de que se dirigía hacia el cuartel de la Marina en el mar del sur. No es que la gran base azulada y los enormes símbolos de la gaviota hubiesen pasado desapercibidos para él, es que simplemente los había confundido con una decoración hortera.
El pirata ignoró también el barco de la Marina que atracaba en el puerto de la isla y siguió tumbado como si nada mientras sus amables anfitriones llevaban el barco hasta la costa. Le habían prometido llevarle a un lugar donde pudiera pasar tranquilamente un par de días pero al reconocerle como pirata decidieron llevarle hasta el cuartel. Incluso tenían pensado atarlo para que no se resistiera pero jamás imaginaron que no se daría cuenta. Por suerte o por desgracia, en cuanto el barco llegó a puerto, Arribor bajó y se encaminó confiado hacia la ciudad.
Junto a él caminaba como de costumbre su extraña mascota, intentando robarle constantemente la manzana que Arribor iba comiéndose. Franklin saltaba de vez en cuando para arrebatarle la fruta y el pirata le respondía siempre con un puñetazo y una mirada de reprobación. Aquella cosa era de lo más irritante pero le gustaba tener compañía durante sus viajes y nunca venía mal tener algo a lo que pegarle. Al fin y al cabo esa maldita morsa resistía sus "suaves" golpes como si nada, a pesar de que su concepción de suave estaba un tanto distorsionada.
Tras un rato deambulando por allí, no pudo evitar fijarse en el corro que se había formado en una calle cercana; toda esa gente observaba algo con asombro y cuando la morsa se acercó también con curiosidad decidió echar un vistazo. Igual era un espectáculo de circo. Curiosamente se trataba de varios marines, todos ellos tirados en el suelo lloriqueando y lamentándose de sus vidas con la tristeza más absoluta. -"Cada vez los eligen más blandengues." -pensó. En ese momento recordó que los dos únicos marines que conocía eran bastante diferentes de aquellos idiotas que se lamentaban en mitad de la calle y se preguntó si ellos también habrían empezado así, aunque en cuanto recordó el molesto idealismo de Minato y el miedo que le inspiraba Krauser lo descartó del todo y se alejo de allí. No le apetecía ver a gente llorar en el suelo, al menos no sin haber bebido antes.
El pirata ignoró también el barco de la Marina que atracaba en el puerto de la isla y siguió tumbado como si nada mientras sus amables anfitriones llevaban el barco hasta la costa. Le habían prometido llevarle a un lugar donde pudiera pasar tranquilamente un par de días pero al reconocerle como pirata decidieron llevarle hasta el cuartel. Incluso tenían pensado atarlo para que no se resistiera pero jamás imaginaron que no se daría cuenta. Por suerte o por desgracia, en cuanto el barco llegó a puerto, Arribor bajó y se encaminó confiado hacia la ciudad.
Junto a él caminaba como de costumbre su extraña mascota, intentando robarle constantemente la manzana que Arribor iba comiéndose. Franklin saltaba de vez en cuando para arrebatarle la fruta y el pirata le respondía siempre con un puñetazo y una mirada de reprobación. Aquella cosa era de lo más irritante pero le gustaba tener compañía durante sus viajes y nunca venía mal tener algo a lo que pegarle. Al fin y al cabo esa maldita morsa resistía sus "suaves" golpes como si nada, a pesar de que su concepción de suave estaba un tanto distorsionada.
Tras un rato deambulando por allí, no pudo evitar fijarse en el corro que se había formado en una calle cercana; toda esa gente observaba algo con asombro y cuando la morsa se acercó también con curiosidad decidió echar un vistazo. Igual era un espectáculo de circo. Curiosamente se trataba de varios marines, todos ellos tirados en el suelo lloriqueando y lamentándose de sus vidas con la tristeza más absoluta. -"Cada vez los eligen más blandengues." -pensó. En ese momento recordó que los dos únicos marines que conocía eran bastante diferentes de aquellos idiotas que se lamentaban en mitad de la calle y se preguntó si ellos también habrían empezado así, aunque en cuanto recordó el molesto idealismo de Minato y el miedo que le inspiraba Krauser lo descartó del todo y se alejo de allí. No le apetecía ver a gente llorar en el suelo, al menos no sin haber bebido antes.
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Continuaba corriendo huyendo de los marines que reanudaban la persecución esquivando a los marines que había dejado en el suelo. La gente empezaba a salir de sus casas alterada por el alboroto que se producía en las calles. Eso solo entorpecía mis intentos por escapar de allí. Pero...¿a dónde me dirigía exactamente? No tenía forma de escapar de allí así que... ¿solo iba a dar vueltas hasta que me pillaran? Tenía que idear algo y rápido pues cada vez se unían más.
Corrí por un callejón y a la salida la mala suerte me topo que me chocara con un hombre y cayera al suelo. El hombre era alto e imponía muchísimo por su aspecto. Me quedé mirándole sorprendido, llevaba un parche y el pelo un tanto raro pero mostraba confianza. A su lado esa morsa... ¿rara? ¿Una morsa aquí?
Corrí por un callejón y a la salida la mala suerte me topo que me chocara con un hombre y cayera al suelo. El hombre era alto e imponía muchísimo por su aspecto. Me quedé mirándole sorprendido, llevaba un parche y el pelo un tanto raro pero mostraba confianza. A su lado esa morsa... ¿rara? ¿Una morsa aquí?
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¿Qué diablos le pasaba a la gente de esa ciudad? Primero, un pequeño grupo de marines se ponían a quejarse de lo triste que resultaba su vida, diciendo que querían convertirse en erizos de mar y después un tío raro se choca contra él y cae al suelo. El extraño tenía el pelo blanco y un curioso y prominente flequillo y parecía un tanto sorprendido, probablemente por Franklin. El animal solía causar esa sensación en la gente, aunque a veces él mismo resultaba ser el que provocaba malas impresiones en los demás. Sin embargo había algo interesante en él, y es que después de tanto tiempo como criminal era capaz de reconocer cuando alguien huía. Quizás aquel tipo fuese un delincuente y, aunque no tenía aspecto de pirata, ladrón o algo por el estilo, había aprendido también a no juzgar a nadie por su apariencia. Claro que tampoco le importaba en absoluto.
-Y tú quién puñetas eres? -preguntó Arribor. Mientras tanto, la morsa se acercaba al desconocido y le observaba con interés, casi como si fuese un pescado que desease comerse. Más le valía apartarse o de lo contrario el animal le lanzaría un lametón o dos. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que habían más marines acercándose desde la misma dirección en que el hombre de pelo plateado había llegado corriendo. -Oh, ya entiendo. ¿Qué has hecho para cabrear a los tipos de blanco? -inquirió Arribor despreocupado. Sabía que sería aunque estuviera en uno de los Blues no sería extraño que los soldados reconocieran su rostro de los carteles de recompensa, pero no le importaba demasiado. Sabía que los marines de aquellos mares tenían un poder bastante limitado en comparación con la Grand Line y dudaba que entre ellos hubiera alguien lo bastante fuerte como para resultar entretenido.
Uno de los soldados, el que parecía el líder, se percató de la presencia de Arribor junto al tipo al que perseguían. Se le quedó mirando unos segundos como si su cara le sonase, aunque no parecía que le hubiera reconocido por el momento. -Bueno, parece que tienes algunos problemas. No sería bueno para ti que me metiera en medio... bueno igual si pero tengo hambre. -El pirata echó a andar tranquilamente, preguntándose si aquel tipo era un pirata como él y, lo más importante, si había algún sitio donde poder comer. Mientras caminaba la morsa le miraba con extrañeza, seguramente asombrada porque su dueño hubiera rehusado meterse en líos. -¿Qué pasa, es que debería echarle una mano? No es mi problema. -Su mascota continuó mirándole y el luchador tuvo que contenerse para no darle una patadita. -En fin, que remedio. Necesito que alguien me invite a comer. -Arribor se dio la vuelta y se acercó de nuevo a donde estaba el otro tipo, se tronó los nudillos y se encaró con el grupo de marines. -Bien, acabemos con esto.
-Y tú quién puñetas eres? -preguntó Arribor. Mientras tanto, la morsa se acercaba al desconocido y le observaba con interés, casi como si fuese un pescado que desease comerse. Más le valía apartarse o de lo contrario el animal le lanzaría un lametón o dos. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que habían más marines acercándose desde la misma dirección en que el hombre de pelo plateado había llegado corriendo. -Oh, ya entiendo. ¿Qué has hecho para cabrear a los tipos de blanco? -inquirió Arribor despreocupado. Sabía que sería aunque estuviera en uno de los Blues no sería extraño que los soldados reconocieran su rostro de los carteles de recompensa, pero no le importaba demasiado. Sabía que los marines de aquellos mares tenían un poder bastante limitado en comparación con la Grand Line y dudaba que entre ellos hubiera alguien lo bastante fuerte como para resultar entretenido.
Uno de los soldados, el que parecía el líder, se percató de la presencia de Arribor junto al tipo al que perseguían. Se le quedó mirando unos segundos como si su cara le sonase, aunque no parecía que le hubiera reconocido por el momento. -Bueno, parece que tienes algunos problemas. No sería bueno para ti que me metiera en medio... bueno igual si pero tengo hambre. -El pirata echó a andar tranquilamente, preguntándose si aquel tipo era un pirata como él y, lo más importante, si había algún sitio donde poder comer. Mientras caminaba la morsa le miraba con extrañeza, seguramente asombrada porque su dueño hubiera rehusado meterse en líos. -¿Qué pasa, es que debería echarle una mano? No es mi problema. -Su mascota continuó mirándole y el luchador tuvo que contenerse para no darle una patadita. -En fin, que remedio. Necesito que alguien me invite a comer. -Arribor se dio la vuelta y se acercó de nuevo a donde estaba el otro tipo, se tronó los nudillos y se encaró con el grupo de marines. -Bien, acabemos con esto.
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El tipo me dejó completamente sin habla y si añadimos que su acompañante me miraba como si estuviera delicioso pues no lo arreglaba mucho la verdad... Vaya mala suerte había tenido, perseguido por marines, me había chocado con un tipo raro y además su mascota parecía querer comerme. ¿Qué más me podía pasar? El tipo parecía interesado en mi historia pues a pesar de cualquier cosa que me hubiera esperado de la gente de allí él parecía dispuesto a juzgarme y no solo apresarme como todos los de allí. -mmmmm Nada- Era cierto, no había hecho nada de lo que pudieran apresarme pero supongo que ellos no me creerían y no estaba yo tan seguro de que este tipo lo hiciera.
parecía haber perdido el interés en mí y fijarse en mis perseguidores. No parecía muy normal, posiblemente fuera un pirata o tal vez un cazarrecompensas y me vendía. pasaron unos segundos de incertidumbre que se me hicieron larguísimos hasta que este sentenció. -Bueno, parece que tienes algunos problemas. No sería bueno para ti que me metiera en medio... bueno igual si pero tengo hambre.- Miré perplejo como comenzaba a alejarse, se iba a comer después de la escena que acababa de presenciar. Nada tenía lógica en este momento. Miré hacia atrás para ver como mis perseguidores estaban a punto de darme de caza. Bueno, lo había intentado.
El tipo volvió y se encaró con el grupo de marines. Había vuelto para ayudarme, lo cual era extraño pero parecía obra de su acompañante que ahora parecía contenta por ese acto. Me levanté rápidamente dispuesto a ayudarlo, eso si, si dejaba algo para mí pues parecía bastante fuerte.
parecía haber perdido el interés en mí y fijarse en mis perseguidores. No parecía muy normal, posiblemente fuera un pirata o tal vez un cazarrecompensas y me vendía. pasaron unos segundos de incertidumbre que se me hicieron larguísimos hasta que este sentenció. -Bueno, parece que tienes algunos problemas. No sería bueno para ti que me metiera en medio... bueno igual si pero tengo hambre.- Miré perplejo como comenzaba a alejarse, se iba a comer después de la escena que acababa de presenciar. Nada tenía lógica en este momento. Miré hacia atrás para ver como mis perseguidores estaban a punto de darme de caza. Bueno, lo había intentado.
El tipo volvió y se encaró con el grupo de marines. Había vuelto para ayudarme, lo cual era extraño pero parecía obra de su acompañante que ahora parecía contenta por ese acto. Me levanté rápidamente dispuesto a ayudarlo, eso si, si dejaba algo para mí pues parecía bastante fuerte.
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El tipo de pelo plateado se levantó, plantándose frente a sus perseguidores aprovechando que ahora contaba con ayuda. Aunque la ayuda que esperaba obtener no era gratis. Si todo iba bien, Arribor conseguiría que ese tipo le pagase la comida y tal vez alguna propinilla y si todo iba mal simplemente le robaría y se largaría. En cualquier caso, el pirata no era de los que echaba una mano a todo el mundo, especialmente a la gente que huye, así que que decidió darle a su compañero de pelea un empujoncito... literalmente. En cuanto los marines se lanzaron a por ellos, el luchador lo agarró y lo empujó contra ellos esperando para ver que hacía. La debilidad era algo que no le gustaba y lo que le consideraba debilidad era la ausencia de voluntad para pelear. Eso quería decir que si el otro tipo no se esforzaba no recibiría su ayuda.
Iba a esperar a ver que sabía hacer antes de actuar él mismo, pero no parecía que a sus atacantes les importara eso. Varios marines se lanzaron a por él con sus espadas y el pirata desenvainó el pequeño puñal que siempre llevaba consigo. No solía utilizarlo pero gracias a sus habilidades como cocinero era capaz de defenderse con él perfectamente. Con una serie de hábiles movimientos logró desarmar a los soldados para luego agarrar la cabeza de uno de ellos y empujarlo contra los otros, apartándolos violentamente sin dejar de mirar al otro criminal.
-¿Cómo vas? -le preguntó. -Date prisa o la morsa vencerá a más enemigos que tú. -Curiosamente, mientras hablaba Franklin abrió la boca y se colocó frente a varios soldados. Estos se quedaron mirando fijamente al animal, sopesando la idea de que lo que veían era una alucinación o un truco. Las morsas no abundaban en el South Blue y nadie se esperaba nunca ver a una frente a él. Ese extraño bicho tenía la capacidad de sorprender a la gente, aunque a Arribor simplemente lo sacaba de quicio. El pirata se acercó a Franklin y pulsó un pequeño botón que había en la nuca del animal, un vestigio de su verdadero ser. Al fin y al cabo, la morsa era un dial convertido en animal por el poder de una Akuma no mi y contaba con un pequeño truco bajo la manga. Nada más pulsar el botón, un rayo de luz surgió de sus fauces y salió disparado contra los marines, provocando una violenta explosión. El pirata sonrió mientras miraba al otro tipo.-¿Ves? Te lo dije.
Iba a esperar a ver que sabía hacer antes de actuar él mismo, pero no parecía que a sus atacantes les importara eso. Varios marines se lanzaron a por él con sus espadas y el pirata desenvainó el pequeño puñal que siempre llevaba consigo. No solía utilizarlo pero gracias a sus habilidades como cocinero era capaz de defenderse con él perfectamente. Con una serie de hábiles movimientos logró desarmar a los soldados para luego agarrar la cabeza de uno de ellos y empujarlo contra los otros, apartándolos violentamente sin dejar de mirar al otro criminal.
-¿Cómo vas? -le preguntó. -Date prisa o la morsa vencerá a más enemigos que tú. -Curiosamente, mientras hablaba Franklin abrió la boca y se colocó frente a varios soldados. Estos se quedaron mirando fijamente al animal, sopesando la idea de que lo que veían era una alucinación o un truco. Las morsas no abundaban en el South Blue y nadie se esperaba nunca ver a una frente a él. Ese extraño bicho tenía la capacidad de sorprender a la gente, aunque a Arribor simplemente lo sacaba de quicio. El pirata se acercó a Franklin y pulsó un pequeño botón que había en la nuca del animal, un vestigio de su verdadero ser. Al fin y al cabo, la morsa era un dial convertido en animal por el poder de una Akuma no mi y contaba con un pequeño truco bajo la manga. Nada más pulsar el botón, un rayo de luz surgió de sus fauces y salió disparado contra los marines, provocando una violenta explosión. El pirata sonrió mientras miraba al otro tipo.-¿Ves? Te lo dije.
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Bien, una alianza para acabar con los marines sería lo mejor en estas condiciones. Él parecía bastante fuerte con lo que posiblemente solo tuviera que sentarme y dejar que él se encargara. Muy fácil todo. JÁ, estúpidos marines , de verdad creyeron que podrían atraparme. Miré a mi compañero el cual me miraba con una sonrisa no muy de fiar, antes de ni si quiera poder hacer anda me había agarrado y lanzado contra los marines. ¡¿Pero qué mierda de alianza era esta?! Me acababa de vender, será cabrón. Tenía que pensar rápido esos marines no parecían muy amistosos la verdad.
-"Tokus Hollow"-Inmediatamente aparecieron dos fantasmas gigantes colocándose justo delante mía y de los marines. -"Negative hollow"- 5 fantasmas de tamaño medio aparecieron a mi alrededor, hice una señal y se lanzaron hacia los marines a la vez que yo invocaba mini hollows que pasaban justo a donde estaban los marines. -Pelopincho, ¿te gustan los fuegos artificiales?- Chasquee los dedos y todos los mini hollow que se encontraban en el otro lado explotaron con gran fuerza acabando con todo lo que hubiera en ese lado del callejón. Nosotros cubiertos por los dos toku hollows los cuales habían recibido la explosión por nosotros.
Me giré para mirar a mi "aliado" justo cuando la especie de morsa disparaba un gran rayo. Miré atónito al animal mientras todos los fantasmas que había creado desparecían. no podía creer lo que veían mis ojos. Esa morsa había lanzado un rayo que fácilmente podría matar a tanta gente. Me quedé unos segundos atónito sin saber que hacer ni decir y simplemente avancé hacia donde el estaba completamente callado.
-"Tokus Hollow"-Inmediatamente aparecieron dos fantasmas gigantes colocándose justo delante mía y de los marines. -"Negative hollow"- 5 fantasmas de tamaño medio aparecieron a mi alrededor, hice una señal y se lanzaron hacia los marines a la vez que yo invocaba mini hollows que pasaban justo a donde estaban los marines. -Pelopincho, ¿te gustan los fuegos artificiales?- Chasquee los dedos y todos los mini hollow que se encontraban en el otro lado explotaron con gran fuerza acabando con todo lo que hubiera en ese lado del callejón. Nosotros cubiertos por los dos toku hollows los cuales habían recibido la explosión por nosotros.
Me giré para mirar a mi "aliado" justo cuando la especie de morsa disparaba un gran rayo. Miré atónito al animal mientras todos los fantasmas que había creado desparecían. no podía creer lo que veían mis ojos. Esa morsa había lanzado un rayo que fácilmente podría matar a tanta gente. Me quedé unos segundos atónito sin saber que hacer ni decir y simplemente avancé hacia donde el estaba completamente callado.
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El pirata se quedó anonadado. ¿Eso eran fantasmas? ¿De dónde demonios habían salido esas cosas? Bien pensado, no era la primera vez que se encontraba con ese tipo de criaturas y si mal no recordaba tampoco había llegado a averiguar su procedencia. En aquel entonces estaba en la isla de Sunaba o algo así y había tenido que escapar de ellos más que nada para intentar apalizar a un tipo raro. ¿Él también había estado en esa isla? No, lo dudaba mucho. De haber sido así no habría tenido que huir de los marines, le habría bastado con usar sus fantasmas para dejarlos atrás. Quizás fuese una habilidad distinta o igual eran simples animales raros con aspecto de fantasmas. En cualquier caso habían captado su atención.
-¿Qué demonios ha sido eso? ¿Tienes fantasmas o algo así? -preguntó Arribor al ver acercarse al tipo de pelo plateado. Se preguntaba si podría darle un fantasma como mascota, sería un compañero cuanto menos curioso aunque no sabía si se llevaría bien con la morsa. ¿A quién le importaba de todas formas? -¿Oye quién diablos eres? -Mientras tanto, el resto de marines que continuaban en pie comenzaron a rodearlos y apuntarles con sus armas mientras un par de ellos pedían refuerzos. La cosa podía empezar a resultar molesta si se acumulaban demasiados soldados ya que, aunque podría encargarse de ellos fácilmente, tenía hambre y no le apetecía demasiado pelear con debiluchos así que se limitó a caminar hacia el interior de la ciudad, ignorando las advertencias de sus atacantes y pasando entre ellos con total naturalidad. Los marines no parecían entender cómo podía estar tan calmado así que se dispusieron a a disparar.
Justo un segundo antes de que apretaran el gatillo, Arribor les lanzó una mirada furtiva y extendió su presencia en todas direcciones. Su Haki provocó el desmayo de todos a su alrededor, aunque evitó usarlo sobre el joven de los fantasmas, al fin y al cabo si se desmayaba se quedaría sin comer. Claro que siempre podía registrarle los bolsillos pero le apetecía saber qué eran esos fantasmas y cómo podía hacerse con uno. Tardó un poco en darse cuenta de que Franklin también había caído desmayado, pero no le importó demasiado. Lo cogió de la cola y lo arrastró mientras caminaba. Luego se dirigió hacia el hombre fantasma. -En fin, esto ya está. ¿Y si hacemos una paradita? Tenemos algo de tiempo hasta que empiecen a llegar más de estos tipos. El tiempo justo para comer algo.
-¿Qué demonios ha sido eso? ¿Tienes fantasmas o algo así? -preguntó Arribor al ver acercarse al tipo de pelo plateado. Se preguntaba si podría darle un fantasma como mascota, sería un compañero cuanto menos curioso aunque no sabía si se llevaría bien con la morsa. ¿A quién le importaba de todas formas? -¿Oye quién diablos eres? -Mientras tanto, el resto de marines que continuaban en pie comenzaron a rodearlos y apuntarles con sus armas mientras un par de ellos pedían refuerzos. La cosa podía empezar a resultar molesta si se acumulaban demasiados soldados ya que, aunque podría encargarse de ellos fácilmente, tenía hambre y no le apetecía demasiado pelear con debiluchos así que se limitó a caminar hacia el interior de la ciudad, ignorando las advertencias de sus atacantes y pasando entre ellos con total naturalidad. Los marines no parecían entender cómo podía estar tan calmado así que se dispusieron a a disparar.
Justo un segundo antes de que apretaran el gatillo, Arribor les lanzó una mirada furtiva y extendió su presencia en todas direcciones. Su Haki provocó el desmayo de todos a su alrededor, aunque evitó usarlo sobre el joven de los fantasmas, al fin y al cabo si se desmayaba se quedaría sin comer. Claro que siempre podía registrarle los bolsillos pero le apetecía saber qué eran esos fantasmas y cómo podía hacerse con uno. Tardó un poco en darse cuenta de que Franklin también había caído desmayado, pero no le importó demasiado. Lo cogió de la cola y lo arrastró mientras caminaba. Luego se dirigió hacia el hombre fantasma. -En fin, esto ya está. ¿Y si hacemos una paradita? Tenemos algo de tiempo hasta que empiecen a llegar más de estos tipos. El tiempo justo para comer algo.
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Seguía impresionado por lo que había hecho la morsa. No podía dejar de mirarla. ¿Por que yo no tenía una así? En mi cabeza empezaron a crearse dibujos de la morsa y yo corriendo por un campo de flores. Sacudí la cabeza. ¿Que había sido eso? Debía dejar de flipar de esa manera. Miré al pirata. -Podría decirse que sí. Tu tienes una morsa lanza rayos...- Dije como dando a marcar que la morsa me llamaba mucho la atención.
-Me llamo Nagato. Y pues... aquí me ves, huyendo. ¿Y tu eres...?- Sin saber por que estaba muy tranquilo. nos estaban rodeando y apuntando pero era como que no importaba. Empezaba a entrarme hambre a decir verdad y solo podía pensar en lo que quería comer. Un buen filete con un olor delicioso... Se le hacía la boca agua de solo pensarlo. Cuando se quiso dar cuenta todos los marines estaban tumbados K.O. y también la morsa. ¿Que había hecho? Este tipo era impresionante, nunca había visto anda así.
Me quedé un par de segundos mirándole con la boca abierta y luego corrió hasta su lado. con la boca abierta todavía. -Esto... comamos si, tengo hambre- La voz sonaba temblorosa, no se si por el miedo de lo que acababa de hacer o por la admiración que surgía hacia esa persona. Era demasiado impresionante. Le invitaría a comer para agradecérselo, con un poco de suerte me enseñará a hacer eso. Ya podía imaginarme tumbando gente sin moverme. Empecé a sonreír como un idiota otra vez. Al fin y al cabo solo era un idiota al que le quedaba mucho por ver.
-Me llamo Nagato. Y pues... aquí me ves, huyendo. ¿Y tu eres...?- Sin saber por que estaba muy tranquilo. nos estaban rodeando y apuntando pero era como que no importaba. Empezaba a entrarme hambre a decir verdad y solo podía pensar en lo que quería comer. Un buen filete con un olor delicioso... Se le hacía la boca agua de solo pensarlo. Cuando se quiso dar cuenta todos los marines estaban tumbados K.O. y también la morsa. ¿Que había hecho? Este tipo era impresionante, nunca había visto anda así.
Me quedé un par de segundos mirándole con la boca abierta y luego corrió hasta su lado. con la boca abierta todavía. -Esto... comamos si, tengo hambre- La voz sonaba temblorosa, no se si por el miedo de lo que acababa de hacer o por la admiración que surgía hacia esa persona. Era demasiado impresionante. Le invitaría a comer para agradecérselo, con un poco de suerte me enseñará a hacer eso. Ya podía imaginarme tumbando gente sin moverme. Empecé a sonreír como un idiota otra vez. Al fin y al cabo solo era un idiota al que le quedaba mucho por ver.
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El joven de los fantasmas accedió a acompañarlo a comer algo. Mejor, porque sino no tendría forma de pagarlo y no le apetecía tener que largarse sin pagar... otra vez. Tras decenas de huidas apresuradas de todo tipo de locales ya empezaba a tener fama de mala gente, aunque tal vez el hecho de que fuera pirata ayudaba un poco a mantener su infame reputación. En cualquier caso, odiaba correr nada más comer ya que siempre le gustó hacer digestiones relajadas. Nada mejor para después de comer que echarse un sueñecito rápido de 6 o 7 horas, aunque según su experiencia no era buena idea hacerlo en el mismo restaurante. La gente solía enfadarse cuando se ponía a dormir en lugar de pagar la cuenta y se cabreaba aún más cuando se despertaba y echaba a correr. Sin emabrgo, desde que se despertó en un vertedero con la factura del bar grapada en la frente decidió evitar esas situaciones en la medida de lo posible.
-Yo soy Arribor. -se presentó el pirata. El otro tipo se identificó como Nagato y parecía sorprendido porque hubiera noqueado a los marines. Lo cierto era que él tampoco estaba acostumbrado a usar ese poder, aunque no podía negar que resultaba realmente útil para librarse de gente molesta como aquella, sobretodo si quería evitarse el esfuerzo de acabar con ellos uno por uno. La parte mala de aquello era que afectaba también afectaba a su extraña mascota y se veía obligado a arrastrar a la morsa hasta que despertaba. Por suerte era lo bastante fuerte como para hacerlo, pues aquel bicho pesaba ciento de kilos y no quería ni imaginarse que ocurriría si no pudiese llevarlo.
No tardó en dar con un sitio que parecía acogedor, un restaurante de dos pisos y con aspecto lujoso que además contaba con una pequeña terraza. Estaban a poco más de veinte metros del local cuando emepzó a picarle el brazo. -Oye, ¿te importa llevarlo un rato? -le dijo al tal Nagato mientras le tendía la cola de la morsa para que terminase de llevarla hasta una mesa. No sabía si era fuerte o no como para llevarla, pero tampoco se había parado a pensarlo. Simplemente se sentó en una mesa y pidió un par de cervezas, ambas para él por supuesto, mientras señalaba a Nagato y le decía al camarero que sería él quien pagase. Solo esperaba que pudieran comer sin que la Marina les molestara.
-Yo soy Arribor. -se presentó el pirata. El otro tipo se identificó como Nagato y parecía sorprendido porque hubiera noqueado a los marines. Lo cierto era que él tampoco estaba acostumbrado a usar ese poder, aunque no podía negar que resultaba realmente útil para librarse de gente molesta como aquella, sobretodo si quería evitarse el esfuerzo de acabar con ellos uno por uno. La parte mala de aquello era que afectaba también afectaba a su extraña mascota y se veía obligado a arrastrar a la morsa hasta que despertaba. Por suerte era lo bastante fuerte como para hacerlo, pues aquel bicho pesaba ciento de kilos y no quería ni imaginarse que ocurriría si no pudiese llevarlo.
No tardó en dar con un sitio que parecía acogedor, un restaurante de dos pisos y con aspecto lujoso que además contaba con una pequeña terraza. Estaban a poco más de veinte metros del local cuando emepzó a picarle el brazo. -Oye, ¿te importa llevarlo un rato? -le dijo al tal Nagato mientras le tendía la cola de la morsa para que terminase de llevarla hasta una mesa. No sabía si era fuerte o no como para llevarla, pero tampoco se había parado a pensarlo. Simplemente se sentó en una mesa y pidió un par de cervezas, ambas para él por supuesto, mientras señalaba a Nagato y le decía al camarero que sería él quien pagase. Solo esperaba que pudieran comer sin que la Marina les molestara.
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Se presentó, su nombre Arribor, raro como sus pintas tal vez pero menos raros que la morsa lanza rayos. Eso si era raro. Me sonaba tanto su cara como su nombre, estaba seguro de que le había visto en otro sitio... ¿Dónde? Eso era lo más curioso de todo. Algún cartel o tal vez algún periódico. ¿Sería famoso? Y más importante aún, si lo era, ¿podría sacarme en algún periódico? Por ahora me beneficiaba quedarme a su lado aunque tampoco me apetecía estar en el otro teniendo en cuenta lo que les hizo a esos marines...
Estábamos llegando frente a un local cuando me ofreció coger a la morsa. Eso debía pesar muchísimo, ¿estaba en serio? Agarré la cola como pude y casi me desploma del peso. Pesaba demasiado pero para una persona que se las arregla gracias a su ingenio no fue problema. invoqué 2 fantasmas de los grandes que podían agarrar cosas y entre los dos con algo de esfuerzo fueron llevando a la morsa hasta donde se había sentado Arribor. había pedido dos cervezas. Menos mal por que estaba muerto de sed. Me senté y le miré. No parecía que esa cerveza fuera para mí. Suspiré indignado y pedí otra al camarero cuando pasaba.
Tardaron poco en traer las cervezas para mi asombro me tocaba "invitar". No me importaba siempre y cuando no pensara arrasar con toda la comida del local. Dudaba que pudiera tener tanto dinero y no era bueno fregando platos. -Bueno Arribor, ¿de qué me suenas? ¿Eres famoso? Me parece que te conozco.- No dejaba de mirar hacia todos los lados pues estaba seguro que no tardarían en aparecer más soldados y mirándolo por el lado bueno, me libraría de pagar.
Estábamos llegando frente a un local cuando me ofreció coger a la morsa. Eso debía pesar muchísimo, ¿estaba en serio? Agarré la cola como pude y casi me desploma del peso. Pesaba demasiado pero para una persona que se las arregla gracias a su ingenio no fue problema. invoqué 2 fantasmas de los grandes que podían agarrar cosas y entre los dos con algo de esfuerzo fueron llevando a la morsa hasta donde se había sentado Arribor. había pedido dos cervezas. Menos mal por que estaba muerto de sed. Me senté y le miré. No parecía que esa cerveza fuera para mí. Suspiré indignado y pedí otra al camarero cuando pasaba.
Tardaron poco en traer las cervezas para mi asombro me tocaba "invitar". No me importaba siempre y cuando no pensara arrasar con toda la comida del local. Dudaba que pudiera tener tanto dinero y no era bueno fregando platos. -Bueno Arribor, ¿de qué me suenas? ¿Eres famoso? Me parece que te conozco.- No dejaba de mirar hacia todos los lados pues estaba seguro que no tardarían en aparecer más soldados y mirándolo por el lado bueno, me libraría de pagar.
Rainbow662
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Akuma no mi
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Famoso, que cosa tan absurda. ¿Cómo iba alguien como él a ser famoso? No era más que un simple pirata como otro cualquiera y dudaba que a alguien pudiese importarle lo más mínimo su vida. Aun así, sí que aparecía en carteles de recompensa que se repartían por el mundo, así que en cierto modo podía ser conocido realmente. En cualquier caso, odiaba cuando le reconocían por ahí por culpa de su recompensa, sobretodo porque le era imposible viajar moverse tranquilamente sin que algún idiota se asustase o intentase capturarle para hacerse rico. -Supongo que habrás visto algún cartel por ahí. ¿Tú tienes alguno? Si no tienes no te pierdes nada, yo por lo menos odio que la gente me reconozca.
Arribor se terminó rápidamente sus dos cervezas, casi sin darse cuenta, aunque por suerte el camarero no tardó en traer otra. El pirata la cogió antes de que la dejase en la mesa y se la bebió de un trago para luego pedirle algo de comer. Tenía bastante hambre así que esperaba que su compañero no fuese tacaño a la hora de pagar; aunque en cualquier caso siempre podían largarse sin pagar. Mientras tanto, algunas personas de la terraza parecían haberse dado cuenta de que ellos dos no eran clientes normales y parecían algo inquietos. No le extrañaba demasiado pues estaba acostumbrado a las miradas de la gente, así que ni siquiera se daba cuenta.
Aun así, cuando un par de soldados pasaron por allí y se detuvieron frente al local, empezó a sospechar que no iban a poder entretenerse mucho con su almuerzo. Por suerte eran marines de uno de los cuatro Blues, por lo que aunque le hubiesen reconocido no eran tan osados como para atacar ellos solos. Eso les dejaba algo de margen para pedir más cosas. -Ey camarero, vamos a tener que irnos con algo de prisa así que tráenos algo para llevar y cóbrale a mi amigo. Ah, y un par de botellitas de ron, vino o lo que tengas por ahí. -Luego se dirigió al tal Nagato. -¿Tú quieres algo?
Arribor se terminó rápidamente sus dos cervezas, casi sin darse cuenta, aunque por suerte el camarero no tardó en traer otra. El pirata la cogió antes de que la dejase en la mesa y se la bebió de un trago para luego pedirle algo de comer. Tenía bastante hambre así que esperaba que su compañero no fuese tacaño a la hora de pagar; aunque en cualquier caso siempre podían largarse sin pagar. Mientras tanto, algunas personas de la terraza parecían haberse dado cuenta de que ellos dos no eran clientes normales y parecían algo inquietos. No le extrañaba demasiado pues estaba acostumbrado a las miradas de la gente, así que ni siquiera se daba cuenta.
Aun así, cuando un par de soldados pasaron por allí y se detuvieron frente al local, empezó a sospechar que no iban a poder entretenerse mucho con su almuerzo. Por suerte eran marines de uno de los cuatro Blues, por lo que aunque le hubiesen reconocido no eran tan osados como para atacar ellos solos. Eso les dejaba algo de margen para pedir más cosas. -Ey camarero, vamos a tener que irnos con algo de prisa así que tráenos algo para llevar y cóbrale a mi amigo. Ah, y un par de botellitas de ron, vino o lo que tengas por ahí. -Luego se dirigió al tal Nagato. -¿Tú quieres algo?
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