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EN LA BOCA DEL LOBO
Un pequeño barco se acercaba a la isla de Jaya, no era un barco admirable ya que su estado era pésimo, la cubierta estaba llena de trastos innecesarios como cubos de agua y algunas sillas medio destrozadas. No podía resumirse mas perfectamente con la palabra ``basura´´, todo era una tapadera para no llamar la atención allí. Se sabía que era un lugar donde la marina no tenía nada de poder y por ello no eran bien recibidos. Nadie en todo el cuartel del norte se había atrevido a aceptar el encargo que se había dado, se debía viajar aquella isla y encargarse de un pirata conocido como ``el hercules´´. La descripción de ese tipo era algo que prácticamente desconocía la marina, solo sabían que un tipo que se apodaba así se había cargado dos barcos de la marina y había huido a Jaya.
Era cierto que era un lugar donde los piratas estaban a salvo, pero no iba a estar a salvo del demonio que había aceptado el encargo. El comodoro de la marina, el hombre conocido como el Gran Espada y el marine que no había sido derrotado nunca. El miedo no era algo que esta persona conociera, era el mismísimo diablo en sus ejecuciones y no conocía la piedad para los delincuentes. Desde que estaba en la brigada disciplinaria ya era conocido por su maldad al ejecutar sus ataques y de su sangre fría. El hombre conocido como Krauser, el capitán de la división especial de la marina conocida como ``La Élite´´. Este se encontraba sentado en el filo de la borda mientras el barco se acercaba al puerto. Sus pintas eran otras a las que solía llevar. Llevaba una sudadera de color rojo que camuflaba su musculoso cuerpo. Unos simples pantalones largos de un tono negro y unos guantes negros. En sus pies llevaba unas sandalias y en su rostro aquellas vendas que le tapaban la boca y la nariz. Sus ojos observaban el puerto con una mirada seria y tranquila, el barco llevaba unos diez marines, los cuales estaban camuflados con ropa indigente. De repente uno de ellos soltó el ancla al llegar al puerto, todo estaba listo para que el asesino de la niebla comenzara su operación. Un sargento de pelo rojo y corto, de ojos verdes, se acercó a Krauser. Vestía una camiseta corta morada y un pantalón corto morado, además de sus sandalias, con una leve sonrisa se dirigió al marine.
- Tu turno, Demonio. Vuelve con ese tipo, si en doce horas no has vuelto iremos a por ti.
El comodoro observó al sargento y asintió de forma calmada mientras saltaba por la borda aterrizando en la madera del puerto. En su espalda llevaba aquel enorme espadón con el filo de Kairouseki, dentro de la sudadera llevaba su recortada camuflada y en un lado del pantalón su beretta. Además en uno de sus bolsillos portaba la pistola de bengalas, estaba perfectamente preparado para aquella misión. Lo primero que haría sería preguntar en alguna tienda de la zona. Pudo ver una pequeña zona comercial llamada ``El refugio´´, parecían vender piezas para barcos, sería un buen sitio para empezar, lentamente empezó a caminar hacia su objetivo con la mirada seria.
Un pequeño barco se acercaba a la isla de Jaya, no era un barco admirable ya que su estado era pésimo, la cubierta estaba llena de trastos innecesarios como cubos de agua y algunas sillas medio destrozadas. No podía resumirse mas perfectamente con la palabra ``basura´´, todo era una tapadera para no llamar la atención allí. Se sabía que era un lugar donde la marina no tenía nada de poder y por ello no eran bien recibidos. Nadie en todo el cuartel del norte se había atrevido a aceptar el encargo que se había dado, se debía viajar aquella isla y encargarse de un pirata conocido como ``el hercules´´. La descripción de ese tipo era algo que prácticamente desconocía la marina, solo sabían que un tipo que se apodaba así se había cargado dos barcos de la marina y había huido a Jaya.
Era cierto que era un lugar donde los piratas estaban a salvo, pero no iba a estar a salvo del demonio que había aceptado el encargo. El comodoro de la marina, el hombre conocido como el Gran Espada y el marine que no había sido derrotado nunca. El miedo no era algo que esta persona conociera, era el mismísimo diablo en sus ejecuciones y no conocía la piedad para los delincuentes. Desde que estaba en la brigada disciplinaria ya era conocido por su maldad al ejecutar sus ataques y de su sangre fría. El hombre conocido como Krauser, el capitán de la división especial de la marina conocida como ``La Élite´´. Este se encontraba sentado en el filo de la borda mientras el barco se acercaba al puerto. Sus pintas eran otras a las que solía llevar. Llevaba una sudadera de color rojo que camuflaba su musculoso cuerpo. Unos simples pantalones largos de un tono negro y unos guantes negros. En sus pies llevaba unas sandalias y en su rostro aquellas vendas que le tapaban la boca y la nariz. Sus ojos observaban el puerto con una mirada seria y tranquila, el barco llevaba unos diez marines, los cuales estaban camuflados con ropa indigente. De repente uno de ellos soltó el ancla al llegar al puerto, todo estaba listo para que el asesino de la niebla comenzara su operación. Un sargento de pelo rojo y corto, de ojos verdes, se acercó a Krauser. Vestía una camiseta corta morada y un pantalón corto morado, además de sus sandalias, con una leve sonrisa se dirigió al marine.
- Tu turno, Demonio. Vuelve con ese tipo, si en doce horas no has vuelto iremos a por ti.
El comodoro observó al sargento y asintió de forma calmada mientras saltaba por la borda aterrizando en la madera del puerto. En su espalda llevaba aquel enorme espadón con el filo de Kairouseki, dentro de la sudadera llevaba su recortada camuflada y en un lado del pantalón su beretta. Además en uno de sus bolsillos portaba la pistola de bengalas, estaba perfectamente preparado para aquella misión. Lo primero que haría sería preguntar en alguna tienda de la zona. Pudo ver una pequeña zona comercial llamada ``El refugio´´, parecían vender piezas para barcos, sería un buen sitio para empezar, lentamente empezó a caminar hacia su objetivo con la mirada seria.
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"Jaya... Bonito sitio para encontrar música", piensa irónicamente para sí mientras la Joya se acerca a un puerto resquebrajado, anciano y medio muerto. Puede ver el carácter piratesco de la isla, en su arquitectura y el carácter de la gente que ve a lo lejos. Gritos de bulla y peleas, música definitivamente mala, edificios achaparrados y mal construidos, todo esto en medio de una vegetación extremadamente crecida entre cada construcción. Atraca junto a un barco destrozado, lleno de mendigos, y le dan muy mala espina. "Si visto así podrían atacarme", pinsa, pero otra voz responde "Que lo intenten". Es la voz de su animal interno, deseoso por hacerse con el control, o, al menos, con ganas de ser liberado momentáneamente. Camina por la madera erosionada y podrida, que cruje bajo sus pies, armado con su katana semioculta en el pomposo abrigo. El olor a orines y mierda es latente en el ecosistema de aquella isla, parece ser. La higiene no es una virtud propia de esa zona, y el olfato superdesarrollado le está jugando malas pasadas. Allá donde gire la cabeza huele a mierda, y la gente de su alrededor parece interesada en el maravilloso abrigo que luce. "Cuatreros de tres al cuarto", piensa cuando un par de personas comienzan a seguirlo.
Ve sobre su cabeza un cartel que indica la llegada al "Refugio", una especie de zona comercial. Sin duda ahí estará más tranquilo. Nadie quiere llamar mucho la atención, aunque se esté lejos de la marina. Mira hacia atrás y parece que los hombres ya no lo persiguen, y aunque la inseguridad por un momento se apodera de él sigue adelante. Hay muchos comercios, regentados por gente sin mano, sin ojo, seguramente, aunque no se ve debajo de los mostradores, sin alguna extremidad inferior. En algunos lugares hay personas despellejadas, y en puestos cercanos se venden ropajes ensangrentados de marine. "No hace falta ser muy listo para ver la relación". Tal vez pueda encontrar algo interesante que comprar en los puestos, o algo que pueda llegarle a ser útil en un futuro. Sin embargo, no parece haber nada que le alegre la vista. Al contrario, casi todo son baratijas sucias y cosas inidentificables, algún que otro órgano en podredumbre cubierto de larvas blancas. Asqueroso... De repente, un grito suena, aunque tanta gente en la zona lo ahoga un poco.
-¡Paso a Hércules, el Terror de la Marina!- Ve un hombre de tamaño tremendo, seguido de tres compinches, dos de los cuales reconoce, y se acercan a él.
Finge no prestar atención, y una mano enorme se posa en su hombro. Se imagina quién es, y sin darse la vuelta pregunta quién es. Como respuesta recibe nada más que un "Tu pesadilla de hoy, de mañana y de los próximos veinte años". "Permíteme dudarlo", piensa mientras el hombre comienza a apretarle el abrigo. No se debe tocar el abrigo de Zafiro Negro, todos lo saben, o deberían saberlo. "Ains". Mira al cielo, y ve que es azul, sin ninguna nube. Se lleva las manos al cinturón, y hace un movimiento rápido para despistar al hombre. Saca las dagas durante el viraje y con el golpe más fuerte que puede atinar le corta la mano a la altura de la muñeca.
-Mierda hombre, me has manchado el abrigo- Dice, al tiempo que saca un trapo del bolsillo y trata de limpiar la sangre de su gabardina.
Lejos de echarse atrás, o irse, el hombre sin mano lo agarra por el pecho y levanta en peso su cuerpo, sin excesivo esfuerzo. Parece muy enfadado, y sus camaradas le echan una sonrisa malvada encima. "Vaya, parece que he meado fuera de tiesto". Los hombres le arrancan las dagas de las manos, y le retiran la katana del cinturón. Mantiene una postura desafiante ante el Hércules, que parece ir a atizarle con el muñón aún sangrante. Se lleva las manos sobre la muñeca de esa bestia, y lanza la descarga más fuerte que es capaz de concentrar. El hombre ahora se aparta, y los secuaces tiran las armas al suelo. Las recoge rápido y sale corriendo, mientras lo persigue el gigante sin mano.
Ve sobre su cabeza un cartel que indica la llegada al "Refugio", una especie de zona comercial. Sin duda ahí estará más tranquilo. Nadie quiere llamar mucho la atención, aunque se esté lejos de la marina. Mira hacia atrás y parece que los hombres ya no lo persiguen, y aunque la inseguridad por un momento se apodera de él sigue adelante. Hay muchos comercios, regentados por gente sin mano, sin ojo, seguramente, aunque no se ve debajo de los mostradores, sin alguna extremidad inferior. En algunos lugares hay personas despellejadas, y en puestos cercanos se venden ropajes ensangrentados de marine. "No hace falta ser muy listo para ver la relación". Tal vez pueda encontrar algo interesante que comprar en los puestos, o algo que pueda llegarle a ser útil en un futuro. Sin embargo, no parece haber nada que le alegre la vista. Al contrario, casi todo son baratijas sucias y cosas inidentificables, algún que otro órgano en podredumbre cubierto de larvas blancas. Asqueroso... De repente, un grito suena, aunque tanta gente en la zona lo ahoga un poco.
-¡Paso a Hércules, el Terror de la Marina!- Ve un hombre de tamaño tremendo, seguido de tres compinches, dos de los cuales reconoce, y se acercan a él.
Finge no prestar atención, y una mano enorme se posa en su hombro. Se imagina quién es, y sin darse la vuelta pregunta quién es. Como respuesta recibe nada más que un "Tu pesadilla de hoy, de mañana y de los próximos veinte años". "Permíteme dudarlo", piensa mientras el hombre comienza a apretarle el abrigo. No se debe tocar el abrigo de Zafiro Negro, todos lo saben, o deberían saberlo. "Ains". Mira al cielo, y ve que es azul, sin ninguna nube. Se lleva las manos al cinturón, y hace un movimiento rápido para despistar al hombre. Saca las dagas durante el viraje y con el golpe más fuerte que puede atinar le corta la mano a la altura de la muñeca.
-Mierda hombre, me has manchado el abrigo- Dice, al tiempo que saca un trapo del bolsillo y trata de limpiar la sangre de su gabardina.
Lejos de echarse atrás, o irse, el hombre sin mano lo agarra por el pecho y levanta en peso su cuerpo, sin excesivo esfuerzo. Parece muy enfadado, y sus camaradas le echan una sonrisa malvada encima. "Vaya, parece que he meado fuera de tiesto". Los hombres le arrancan las dagas de las manos, y le retiran la katana del cinturón. Mantiene una postura desafiante ante el Hércules, que parece ir a atizarle con el muñón aún sangrante. Se lleva las manos sobre la muñeca de esa bestia, y lanza la descarga más fuerte que es capaz de concentrar. El hombre ahora se aparta, y los secuaces tiran las armas al suelo. Las recoge rápido y sale corriendo, mientras lo persigue el gigante sin mano.
Adam Windwalker
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Akuma no mi
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La isla de Jaya, clima primaveral agradable, cielos despejados, una suave brisa y una pintoresca población al lado de una selva tropical, si, el lugar ideal... Excepto por la peste que desprendían las calles y la presencia de piratas por todas partes. Aquel era, literalmente una isla sin ley, completamente tomada por criminales de todo tipo en donde los marines no parecían tener poder. Había venido acompañando a mi maestro hasta Grand Line por un negocio que tenía con un amigo que vivía en una casa a las afueras de la isla, me aburría viendo a los dos viejos hablar sobre el pasado así que me cogí un par de manzanas para el camino y vine aquí a ver si me divertía un poco, pero ahora me daba cuenta de que estaba mejor en aquella casa a las afueras. Nada mas entrar en las calles de aquel lugar dejado de la mano de Dios pude notar que no eran un lugar demasiado agradable para mis sentidos, así que trepé a lo alto de un campanario cerca de una calle comercial llamada "El Refugio".
Me senté en lo alto del tejado del campanario y cerré los ojos para sentir la caricia de la brisa marina en mi cara, en aquel lugar el aire estaba mucho más limpio y las tejas calentadas al sol creaban un asiento con calefacción natural. Había encontrado un oasis de calma en medio de aquel desagradable lugar. Mientras me comía la segunda manzana observaba el panorama de la calle, nada en especial, piratas borrachos de un lado para otro, comercios que vendían mercancía de dudosa calidad y procedencia, alguna que otra pelea a la puerta de un bar, todo aburrido. Pero hubo un par de cosas que me llamaron la atención, la primera fue un hombre que llevaba una sudadera roja, la cual a penas disimulaba su musculatura, y un espadón a la espalda, caminaba de manera decidida, recta y tranquila, eso era lo que le llamaba la atención. La segunda cosa que me llamó la atención fue una pelea que empezó en medio de aquella calle, tres hombres, uno de ellos bastante grande, estaban "hablando" con otro con unas pintas totalmente diferentes a lo que cabría esperar en la gente de aquella isla, de pronto vi cómo aquel extraño sujeto de cortaba la mano de un tajo al hombre grande, la pelea parecía ponerse fea cuando pude ver que algo hizo que aquellos tres hombres se apartaran de golpe sorprendidos, acto seguido el tipo del abrigo salió corriendo.
Joder. Por fin algo de diversión - Pensé al ver que las cosas se animaban un poco.
Salté unos 4 metros hasta un tejado cercano, cayendo rodando para reducir la fuerza del impacto, y seguí la persecución por encima de los tejados. No era difícil perderles de vista por el escándalo que montaban y aquel olor a sangre procedente del muñón del aquel enorme sujeto. Cuando estuve lo suficientemente cerca pegué un enorme salto sirviéndome de mi fuerza sobrehumana para intervenir en aquella persecución.
- !SUPER PATADA VOLADORA DE LA ENTRADA ESPECTACULAR¡ - Grité en medio del salto anunciando mi entrada mientras pateaba en el costado con ambas piernas a uno de los acompañantes de aquel gran hombre.
Aquel tipo cayó sin sentido al suelo por el golpe y yo me quedé de pie encima de él con los brazos extendidos hacia delante para mantener el equilibrio después de la caída. Acto seguido me bajé del costado de aquel desgraciado, llevé mis manos por debajo de la gabardina a las fundas metálicas de mi cintura, apreté un botón y la mitad de mis espadas-pistola salieron para que pudiera empuñarlas. Apunté a los dos sujetos restantes, bastante sorprendidos por lo extraño de la situación.
- Tienes pinta de necesitar ayuda - Dije al hombre del extraño abrigo - Por si te preguntas quién soy... digamos que soy un loco con ganas de hacer locuras - Dije con una sonrisa en el rostro, los colmillos se empezaban a hacer visibles en mi boca y los ojos me empezaba a brillar con un tono azulado por debajo de la sombra de mi flequillo.
- Parece ser que otra rata ha decidido unirse a la fiesta. JAJAJA no tiene ni idea de donde se ha metido - Dijo riendo aquel enorme hombre.
No me había percatado, pero alrededor de una docena de hombres más nos había rodeado, tenían pinta de piratas, armados con espadas, rifles y pistolas, parecía que nos habían conducido a una trampa.
Me senté en lo alto del tejado del campanario y cerré los ojos para sentir la caricia de la brisa marina en mi cara, en aquel lugar el aire estaba mucho más limpio y las tejas calentadas al sol creaban un asiento con calefacción natural. Había encontrado un oasis de calma en medio de aquel desagradable lugar. Mientras me comía la segunda manzana observaba el panorama de la calle, nada en especial, piratas borrachos de un lado para otro, comercios que vendían mercancía de dudosa calidad y procedencia, alguna que otra pelea a la puerta de un bar, todo aburrido. Pero hubo un par de cosas que me llamaron la atención, la primera fue un hombre que llevaba una sudadera roja, la cual a penas disimulaba su musculatura, y un espadón a la espalda, caminaba de manera decidida, recta y tranquila, eso era lo que le llamaba la atención. La segunda cosa que me llamó la atención fue una pelea que empezó en medio de aquella calle, tres hombres, uno de ellos bastante grande, estaban "hablando" con otro con unas pintas totalmente diferentes a lo que cabría esperar en la gente de aquella isla, de pronto vi cómo aquel extraño sujeto de cortaba la mano de un tajo al hombre grande, la pelea parecía ponerse fea cuando pude ver que algo hizo que aquellos tres hombres se apartaran de golpe sorprendidos, acto seguido el tipo del abrigo salió corriendo.
Joder. Por fin algo de diversión - Pensé al ver que las cosas se animaban un poco.
Salté unos 4 metros hasta un tejado cercano, cayendo rodando para reducir la fuerza del impacto, y seguí la persecución por encima de los tejados. No era difícil perderles de vista por el escándalo que montaban y aquel olor a sangre procedente del muñón del aquel enorme sujeto. Cuando estuve lo suficientemente cerca pegué un enorme salto sirviéndome de mi fuerza sobrehumana para intervenir en aquella persecución.
- !SUPER PATADA VOLADORA DE LA ENTRADA ESPECTACULAR¡ - Grité en medio del salto anunciando mi entrada mientras pateaba en el costado con ambas piernas a uno de los acompañantes de aquel gran hombre.
Aquel tipo cayó sin sentido al suelo por el golpe y yo me quedé de pie encima de él con los brazos extendidos hacia delante para mantener el equilibrio después de la caída. Acto seguido me bajé del costado de aquel desgraciado, llevé mis manos por debajo de la gabardina a las fundas metálicas de mi cintura, apreté un botón y la mitad de mis espadas-pistola salieron para que pudiera empuñarlas. Apunté a los dos sujetos restantes, bastante sorprendidos por lo extraño de la situación.
- Tienes pinta de necesitar ayuda - Dije al hombre del extraño abrigo - Por si te preguntas quién soy... digamos que soy un loco con ganas de hacer locuras - Dije con una sonrisa en el rostro, los colmillos se empezaban a hacer visibles en mi boca y los ojos me empezaba a brillar con un tono azulado por debajo de la sombra de mi flequillo.
- Parece ser que otra rata ha decidido unirse a la fiesta. JAJAJA no tiene ni idea de donde se ha metido - Dijo riendo aquel enorme hombre.
No me había percatado, pero alrededor de una docena de hombres más nos había rodeado, tenían pinta de piratas, armados con espadas, rifles y pistolas, parecía que nos habían conducido a una trampa.
Roland von Klauswitz
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Jaya, para la mayoría de gente era el rincón más oscuro de aquella zona del mar, un lugar fuera de la ley donde la escoria del mundo campaba a sus anchas sin nadie que los detuviera. Sin embargo para el marine no era solo eso: dado que la mayoría de la isla estaba plagada de densa vegetación, Kodama veía el lugar con ojos muy distintos. Estaba harto de las islas en las que se alzaban grandes ciudades y no había espacio para la naturaleza.
Pero no podía dejar que su mente bailara y se perdiera en pensamientos innecesarios, tenía una importante misión que cumplir y no podía distraerse, algo que siempre le había resultado difícil evitar. Su tarea era relativamente simple, debía prestar apoyo a uno de los marines más temidos que conocía, un hombre conocido como el "Demonio de la Niebla". Sabía que Krauser no necesitaría su ayuda contra aquel tipo, sin embargo estaba allí para evitar que la gran cantidad de piratas que plagaban la isla se interpusieran en la captura. A muchos marines no les hacía especial ilusión aquel tipo de trabajos pero a él no le importaba, no tenía ningún problema con dar apoyo a otro marine.
El hombre-árbol desembarcó de una pequeña barcaza y al instante notó como el salino olor a mar daba paso a un fuerte olor a alcohol, tabaco y varias cosas más que no le interesaba averiguar. Sus ropas de marine iban cubiertas por una fina capa de la corteza de su tronco de manera que nadie supiese que era un marine. Aunque eso no evitaba que llamase la atención. Allá por donde pasaba atraía las miradas curiosas de la chusma del lugar. La mayoría eran sucios piratas y criminales de todo tipo, a algunos de ellos incluso los reconoció de algún cartel de recompensa. Además también pudo reconocer a algún que otro cazador de recompensas, probablemente esperando a que algún pirata con una suculenta recompensa bebiera lo bastante como para resultar fácil de capturar.
Se preguntaba donde podría estar el comodoro, por lo que sabía cuando aquel hombre aparecía nadie quedaba indiferente pero en un lugar como ese lo más probable era que se hubiese vestido de paisano al igual que él. Si era así, tendría varios problemas para dar con él y cumplir su misión.
Estuvo caminando por una amplia avenida durante un tiempo hasta que decidió cambiar de estrategia. A unos 50 metros de donde se encontraba había una pequeña elevación, lo bastante alta como para poder ver claramente toda la ciudad. Decidió que lo mejor sería subir y observar desde allí. Nada más llegar a la parte más alta, el sargento comenzó a cambiar. Supuso que lo mejor sería cambiar a su forma arbórea y así tener un campo de visión más amplio. Además nadie se fijaría en él, ya que al fin y al cabo, nadie sospecharía de un roble.
En pocos segundos, su cuerpo se transformó en un enorme roble de unos 12 metros de altura, una estatura bastante baja en comparación con la que podría llegar a alcanzar con le tiempo, y cubrió su ropa con una nueva capa de corteza, así como sus espadas. Sus brazos se convirtieron en gruesas ramas y sus piernas en raíces que se clavaron profundamente en le suelo. Además la mata de hojas que formaba su cabello se extendió hasta cubrir por completo la parte superior del árbol. Aparentemente solo era un roble normal plantado en lo alto de una colina, nada de lo que preocuparse. Lo único de humano que permanecía en él eran los ojos, con los que contemplaba sin problemas la gran extensión de la ciudad. Ahora solo era cuestión de tiempo.
Pero no podía dejar que su mente bailara y se perdiera en pensamientos innecesarios, tenía una importante misión que cumplir y no podía distraerse, algo que siempre le había resultado difícil evitar. Su tarea era relativamente simple, debía prestar apoyo a uno de los marines más temidos que conocía, un hombre conocido como el "Demonio de la Niebla". Sabía que Krauser no necesitaría su ayuda contra aquel tipo, sin embargo estaba allí para evitar que la gran cantidad de piratas que plagaban la isla se interpusieran en la captura. A muchos marines no les hacía especial ilusión aquel tipo de trabajos pero a él no le importaba, no tenía ningún problema con dar apoyo a otro marine.
El hombre-árbol desembarcó de una pequeña barcaza y al instante notó como el salino olor a mar daba paso a un fuerte olor a alcohol, tabaco y varias cosas más que no le interesaba averiguar. Sus ropas de marine iban cubiertas por una fina capa de la corteza de su tronco de manera que nadie supiese que era un marine. Aunque eso no evitaba que llamase la atención. Allá por donde pasaba atraía las miradas curiosas de la chusma del lugar. La mayoría eran sucios piratas y criminales de todo tipo, a algunos de ellos incluso los reconoció de algún cartel de recompensa. Además también pudo reconocer a algún que otro cazador de recompensas, probablemente esperando a que algún pirata con una suculenta recompensa bebiera lo bastante como para resultar fácil de capturar.
Se preguntaba donde podría estar el comodoro, por lo que sabía cuando aquel hombre aparecía nadie quedaba indiferente pero en un lugar como ese lo más probable era que se hubiese vestido de paisano al igual que él. Si era así, tendría varios problemas para dar con él y cumplir su misión.
Estuvo caminando por una amplia avenida durante un tiempo hasta que decidió cambiar de estrategia. A unos 50 metros de donde se encontraba había una pequeña elevación, lo bastante alta como para poder ver claramente toda la ciudad. Decidió que lo mejor sería subir y observar desde allí. Nada más llegar a la parte más alta, el sargento comenzó a cambiar. Supuso que lo mejor sería cambiar a su forma arbórea y así tener un campo de visión más amplio. Además nadie se fijaría en él, ya que al fin y al cabo, nadie sospecharía de un roble.
En pocos segundos, su cuerpo se transformó en un enorme roble de unos 12 metros de altura, una estatura bastante baja en comparación con la que podría llegar a alcanzar con le tiempo, y cubrió su ropa con una nueva capa de corteza, así como sus espadas. Sus brazos se convirtieron en gruesas ramas y sus piernas en raíces que se clavaron profundamente en le suelo. Además la mata de hojas que formaba su cabello se extendió hasta cubrir por completo la parte superior del árbol. Aparentemente solo era un roble normal plantado en lo alto de una colina, nada de lo que preocuparse. Lo único de humano que permanecía en él eran los ojos, con los que contemplaba sin problemas la gran extensión de la ciudad. Ahora solo era cuestión de tiempo.
Invitado
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Krauser continuaba caminando por aquella zona de mercado, no sabía por dónde comenzar a buscar, cierto era que el lugar era horrible. Los olores que ahora percibía le daban nauseas, no le gustaba tener que andar por aquel lugar. Su mirada permanecía seria mientras observaba a su alrededor. Si alguien sabía que allí había un Comodoro de la marina habría problemas, el demonio debería soltar su carta especial y convertir aquello en su campo de masacre. No tenía ganas de aquello, se conformaba con detener aquel estúpido delincuente que se hacía llamar ``Hercules´´. Pudo ver un puesto donde vendían botellas de agua, este se acercó despacio. El dueño parecía ser un hombre ya mayor de unos sesenta años o cosa así. Su pelo era blanco y largo, sus canas eran a causa de la edad, en su ojo derecho llevaba un parche. Su color de ojos era un dorado intenso ya que podía verle todavía el ojo izquierdo. Sus ropas eran simples trapos de color gris, el marine pudo ver en el cartel que cada botella de un litro costaba diez berries. De forma calmada metió la mano en su bolsillo y sacó veinte dejándolos allí y cogiendo una sola botella de agua.
- ¡Gracias buen hombre!
Dijo aquel hombre de un grito, el demonio no se había inmutado y continuaba caminando de forma calmada sin hacer ruido en sus pasos. Metió la botella en un bolsillo y continuó a los suyo de forma calmada y tranquila. En uno de los lugares pudo ver unos cuantos carteles de Se Busca. Por más que buscaba el de Drake, no lo encontraba. Desde que aquel poderoso luchador formaba parte de la tripulación de un Yonkaykio, sus carteles habían sido retirados. Era algo que molestaba al demonio de la niebla pues pretendía capturarle para medir sus fuerzas con el lobo. Mientras observaba los carteles pudo ver uno que le llamó la atención. Su nombre era Same D. Shark. Se trataba de un Gyojin tiburón con treintaicinco millones por su cabeza. Al parecer era un sádico asesino que mataba por placer. Ya sabía quién sería su próximo objetivo. Al lado de este cartel pudo ver el del Gyojin que venció tiempo atrás. Sawaki se había vuelto un peligro y debía apresarlo también.
- Esto se va de las manos, los Gyojines están adelantando terreno últimamente, no debo permitir que continúen así.
Tras girarse pudo ver a un chico corriendo a toda velocidad frente a él. Segundos después unos hombres armados y uno enorme con una mano cortada pasaron detrás. Finalmente pudo ver a otro chico lanzando un golpe a varios de aquellos hombres. Al final los tipos armados consiguieron rodearles con sus armas. El marine no iba a permitir aquello, frunció el ceño y salió corriendo hasta ellos, a una distancia prudente se quedó observando. No iba a permitir que los fusilaran. De repente colocó la mano en el suelo y el lugar empezó a llenarse de una densa niebla. Al menos veinticinco metros ahora eran solo de niebla, además esta subía también a unos veinte metros al cielo. De repente el comodoro parpadeó dos veces con el ojo izquierdo y este tomó un brillo extraño. Cerró el otro ojo y ahora su visión era térmica, gracias a su lentilla especial podía ver aquellos patanes. Esperaba cegar a los tiradores y de ese modo permitir a los dos chicos librarse. De repente frunció el ceño y sacó su enorme espadón, el espectáculo había comenzado. El demonio de la niebla comenzó a moverse sigilosamente lanzando tajos y partiendo en dos a sus enemigos. Las cabezas caía y los sonidos de los cortes se escuchaban perfectamente. Aquel enorme tipo gruñía sin entender lo que pasaba, el juego había comenzado. Además el marine activó su haki de observación (Nivel 2) y empezó a notar donde estaban los demás. Tenía aquel juego dominado totalmente, de un salto se montó en un pequeño carruaje aparcado y empezó a observar con una tétrica sonrisa.
- Pulmones, hígado, cabeza, yugular, corazón, estomago, riñones, cerebro y laringe. A ver… ¿A qué punto atacare primero?
Dijo en una voz temible que hizo que los piratas se acojonasen totalmente, el poderoso ``Hercules´´ tragó saliva sin moverse del lugar, de repente los goteos de la sangre de su muñón en el suelo alertaron al marine, este lo observaba con su visión térmica mientras fruncía el ceño. No sabía si aquel hombre era su objetivo, de repente el enorme tipo echó a correr.
- No puedes escapar.
Dijo el comodoro saltando al suelo y cayendo rodando para levantarse y correr tras él sin fijarse en nadie más. Esperaba al menos que los dos chicos estuvieran bien y no hubiesen sido dañados de ninguna forma.
- ¡Gracias buen hombre!
Dijo aquel hombre de un grito, el demonio no se había inmutado y continuaba caminando de forma calmada sin hacer ruido en sus pasos. Metió la botella en un bolsillo y continuó a los suyo de forma calmada y tranquila. En uno de los lugares pudo ver unos cuantos carteles de Se Busca. Por más que buscaba el de Drake, no lo encontraba. Desde que aquel poderoso luchador formaba parte de la tripulación de un Yonkaykio, sus carteles habían sido retirados. Era algo que molestaba al demonio de la niebla pues pretendía capturarle para medir sus fuerzas con el lobo. Mientras observaba los carteles pudo ver uno que le llamó la atención. Su nombre era Same D. Shark. Se trataba de un Gyojin tiburón con treintaicinco millones por su cabeza. Al parecer era un sádico asesino que mataba por placer. Ya sabía quién sería su próximo objetivo. Al lado de este cartel pudo ver el del Gyojin que venció tiempo atrás. Sawaki se había vuelto un peligro y debía apresarlo también.
- Esto se va de las manos, los Gyojines están adelantando terreno últimamente, no debo permitir que continúen así.
Tras girarse pudo ver a un chico corriendo a toda velocidad frente a él. Segundos después unos hombres armados y uno enorme con una mano cortada pasaron detrás. Finalmente pudo ver a otro chico lanzando un golpe a varios de aquellos hombres. Al final los tipos armados consiguieron rodearles con sus armas. El marine no iba a permitir aquello, frunció el ceño y salió corriendo hasta ellos, a una distancia prudente se quedó observando. No iba a permitir que los fusilaran. De repente colocó la mano en el suelo y el lugar empezó a llenarse de una densa niebla. Al menos veinticinco metros ahora eran solo de niebla, además esta subía también a unos veinte metros al cielo. De repente el comodoro parpadeó dos veces con el ojo izquierdo y este tomó un brillo extraño. Cerró el otro ojo y ahora su visión era térmica, gracias a su lentilla especial podía ver aquellos patanes. Esperaba cegar a los tiradores y de ese modo permitir a los dos chicos librarse. De repente frunció el ceño y sacó su enorme espadón, el espectáculo había comenzado. El demonio de la niebla comenzó a moverse sigilosamente lanzando tajos y partiendo en dos a sus enemigos. Las cabezas caía y los sonidos de los cortes se escuchaban perfectamente. Aquel enorme tipo gruñía sin entender lo que pasaba, el juego había comenzado. Además el marine activó su haki de observación (Nivel 2) y empezó a notar donde estaban los demás. Tenía aquel juego dominado totalmente, de un salto se montó en un pequeño carruaje aparcado y empezó a observar con una tétrica sonrisa.
- Pulmones, hígado, cabeza, yugular, corazón, estomago, riñones, cerebro y laringe. A ver… ¿A qué punto atacare primero?
Dijo en una voz temible que hizo que los piratas se acojonasen totalmente, el poderoso ``Hercules´´ tragó saliva sin moverse del lugar, de repente los goteos de la sangre de su muñón en el suelo alertaron al marine, este lo observaba con su visión térmica mientras fruncía el ceño. No sabía si aquel hombre era su objetivo, de repente el enorme tipo echó a correr.
- No puedes escapar.
Dijo el comodoro saltando al suelo y cayendo rodando para levantarse y correr tras él sin fijarse en nadie más. Esperaba al menos que los dos chicos estuvieran bien y no hubiesen sido dañados de ninguna forma.
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Corre por el intrincado laberinto de callejuelas del refugio. Esos hombres lo seguían de antes y ahora van a por él como depredadores furiosos. Tiene que ir esquivando transeúntes a la vez que intenta cada vez correr más. Avanza entre la marea humana y por el rabillo del ojo ve un hombre vendado, que porta una gran espada. Durante un simple instante, los ojos del hombre lo atraviesan y sabe quien es. "Krauser, el demonio". Ha visto fotografías suyas en todas partes del North Blue. Para los marines del lugar la crueldad de ese hombre es un motivo de alegría, pues simboliza la justicia más pura. A él siempre le pareció un hombre despreciable que disfrutaba con el dolor, pero saber que un alto rango de la Marina ronda la ciudad sin ley lo reconforta. Están a punto de alcanzarlo, pero un grito desgarra el cielo:
- !SUPER PATADA VOLADORA DE LA ENTRADA ESPECTACULAR¡
Tras ese grito no puede evitar girar la cabeza, y ve a un muchacho moreno con las manos extendidas, sobre el hombre que le retiró la espada hace apenas un par de minutos. El muchacho desenfunda unas extrañas pistolas con filo y apunta a sus perseguidores. Por fin puede para de correr. Nota un nuevo aroma en el ambiente, un aroma que no recuerda haber olido pero es extrañamente familiar. Los ojos de su salvador brillan con un tono azul, y nota que en su sonrisa los dientes se van volviendo afilados, como un lagarto... "O un dragón". Ése es el olor. El chico también es usuario, y seguramente posea un poder similar al suyo, una transformación a un gigantesco reptil. Intenta olfatear el calor del chaval, pero apenas tiene. Su mente de científico opina que hay demasiadas coincidencias. Tiene que ser como él.
- Tienes pinta de necesitar ayuda. Por si te preguntas quién soy... digamos que soy un loco con ganas de hacer locuras.
Camina despacio hacia él, dispuesto a tenderle la mano y a darle las gracias, pero no llega a hacerlo. Un hombre grita, y se da cuenta de que más de diez hombres los rodean, apuntándolos con pistolas y riéndose a carcajadas. "Una trampa". De repente una niebla comienza a envolverlo todo, y se oye una retahíla de puntos vitales donde una voz pretende atacar. Cree que va a morir, y entonces su cuerpo se recubre de unas magníficas escamas azules. Sus ojos se atigran y su altura alcanza casi cuatro metros. Sus sentidos se agudizan y es capaz de sentir de dónde ha venido esa voz. Reconoce el olor, es el hombre vendado. De repente, el Hércules comienza a huir, y el Marine se lanza a por él. Es probable que nadie más sepa qué sucede ahí, pero los piratas comienzan a disparar andanada tras andanada. Las balas rebotan en sus escamas y su mente científica despierta. "La niebla es humedad... Y yo soy el rayo".
-¡Sucumbid a la tormenta!- grita, lanzando por sus garras descargas lo más fuerte que puede a cada objetivo hostil, mandando relámpagos con su aliento y rugiendo el trueno por todo su cuerpo. La niebla amplifica su poder, y cae de rodillas, casi rendido, en el centro d un círculo formado por piratas chamuscados-. Ahora...-dice, mientras recupera el aliento-. Estamos en paz, señor loco que busca locuras- Sus escamas toman un color carne, y se desvanecen devolviéndole su rostro pálido al joven dragón.
- !SUPER PATADA VOLADORA DE LA ENTRADA ESPECTACULAR¡
Tras ese grito no puede evitar girar la cabeza, y ve a un muchacho moreno con las manos extendidas, sobre el hombre que le retiró la espada hace apenas un par de minutos. El muchacho desenfunda unas extrañas pistolas con filo y apunta a sus perseguidores. Por fin puede para de correr. Nota un nuevo aroma en el ambiente, un aroma que no recuerda haber olido pero es extrañamente familiar. Los ojos de su salvador brillan con un tono azul, y nota que en su sonrisa los dientes se van volviendo afilados, como un lagarto... "O un dragón". Ése es el olor. El chico también es usuario, y seguramente posea un poder similar al suyo, una transformación a un gigantesco reptil. Intenta olfatear el calor del chaval, pero apenas tiene. Su mente de científico opina que hay demasiadas coincidencias. Tiene que ser como él.
- Tienes pinta de necesitar ayuda. Por si te preguntas quién soy... digamos que soy un loco con ganas de hacer locuras.
Camina despacio hacia él, dispuesto a tenderle la mano y a darle las gracias, pero no llega a hacerlo. Un hombre grita, y se da cuenta de que más de diez hombres los rodean, apuntándolos con pistolas y riéndose a carcajadas. "Una trampa". De repente una niebla comienza a envolverlo todo, y se oye una retahíla de puntos vitales donde una voz pretende atacar. Cree que va a morir, y entonces su cuerpo se recubre de unas magníficas escamas azules. Sus ojos se atigran y su altura alcanza casi cuatro metros. Sus sentidos se agudizan y es capaz de sentir de dónde ha venido esa voz. Reconoce el olor, es el hombre vendado. De repente, el Hércules comienza a huir, y el Marine se lanza a por él. Es probable que nadie más sepa qué sucede ahí, pero los piratas comienzan a disparar andanada tras andanada. Las balas rebotan en sus escamas y su mente científica despierta. "La niebla es humedad... Y yo soy el rayo".
-¡Sucumbid a la tormenta!- grita, lanzando por sus garras descargas lo más fuerte que puede a cada objetivo hostil, mandando relámpagos con su aliento y rugiendo el trueno por todo su cuerpo. La niebla amplifica su poder, y cae de rodillas, casi rendido, en el centro d un círculo formado por piratas chamuscados-. Ahora...-dice, mientras recupera el aliento-. Estamos en paz, señor loco que busca locuras- Sus escamas toman un color carne, y se desvanecen devolviéndole su rostro pálido al joven dragón.
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Desde el mismo momento en el que me di cuenta de que estábamos rodeados las cosas empezaron a desmadrarse de una manera muy rápida. Para empezar el lugar se llenó de repente de una densa niebla, no tenía ni idea de dónde venía, pero algo estaba claro, no era un fenómeno natural. Parecía que estaba en una situación de ventaja, las personas normales lo tenían difícil para ver en aquel ambiente, pero gracias a mis sentidos superiores podía, por lo menos, situar a cada uno de ellos, incluido el joven al que trataba de ayudar. Poco después la situación se puso mas rara todavía, pude ver cómo una silueta se movía rápida y sigilosamente entre nuestros atacantes, el olor a sangre que empezaba a saturar el aire, junto con los sonidos de cortes me indicaban que esa persona nos estaba ayudando. Procuré juntarme a aquel chico al cual había ayudado para asegurarme de que se encontraba bien, pero algo me hizo detenerme, todavía quedaban unos cuantos piratas vivos y el chasquido de los percutores de las armas antes de que dispararan me alertó de que se avecinaba una andanada.
Que pasa ¿es que no les importa darles a sus compañeros? - Pensé al ver que se disponían a disparar a ciegas.
Casi por acto reflejo me transformé en mi forma híbrida, las escamas de color gris oscuro empezaban a cubrir mi piel, unas placas de escamas más gruesas y oscuras comenzaron a crecerme por la cabeza, antebrazos, pecho y espalda, mis dientes pasaron a ser una hilera de afilados colmillos que quedaban ocultos tras un par de placas óseas que surgían de mis mandíbulas, de la parte baja de mi espalda salió una cola de mas de un metro llena de finas escamas. Me tiré al suelo para dejar que las escamas mas gruesas de la espalda recibieran los balazos, alguna bala me rozó pero, por lo general estaba bien. Me disponía a incorporarme cuando una especie de calambre recorrió mi cuerpo, en frente pude ver que la silueta del joven del abrigo ahora era mucho mas grande, de color azulado y con forma poco humana, un usuario, por lo que pude deducir. De pronto empezó a brillar de manera extraña y pude notar cómo unas chispas de electricidad estática saltaban de le empuñadura de mis armas a mis manos.
No me jodas que puede... - Pensé antes de notar como una sacudida me recorría el cuerpo desde los brazos hasta las piernas y ponía todos mis músculos en tensión.
- Vale. Ahora estamos en paz. Pero la próxima vez piensa que llevo un par de pararrayos por armas - Dije mientras me levantaba y enfundaba mis armas como podía, todavía con los músculos convulsionándose levemente por la descarga.
Justo tras levantarme me di cuenta de que me encontraba en uno de los sitios en los que menos me gustaría estar. El olor a sangre y carne chamuscada, sin contar con que ahora me encontraba transformado despertaban en mi los instintos primarios de depredador que me hacían difícil mantener el control sobre mis poderes. Por último vi, o mejor dicho percibí, cómo una persona, con una herida sangrante se alejaba corriendo. Eso era la gota que colmaba el baso para que me descontrolara, la emoción de capturar una presa herida. Un par de bultos comenzaron a crecerme en la espalda por debajo de la ropa hasta rasgar el tejido, de el salieron un par de alas, con escama negras y la membrana de color azul grisáceo. Me agaché para luego dar un gran salto, propulsado por el batir de unas enormes alas, las cuales levantaron tanto aire que generaron un agujero en el banco de niebla tras mi despegue. Me elevé mas de veinte metros hasta que vi a mi presa, bastó con batir las alas una vez mas para lanzarme a por ese infeliz a una velocidad vertiginosa, con las garras por delante y llenando el aire con un ensordecedor rugido bestial.
Que pasa ¿es que no les importa darles a sus compañeros? - Pensé al ver que se disponían a disparar a ciegas.
Casi por acto reflejo me transformé en mi forma híbrida, las escamas de color gris oscuro empezaban a cubrir mi piel, unas placas de escamas más gruesas y oscuras comenzaron a crecerme por la cabeza, antebrazos, pecho y espalda, mis dientes pasaron a ser una hilera de afilados colmillos que quedaban ocultos tras un par de placas óseas que surgían de mis mandíbulas, de la parte baja de mi espalda salió una cola de mas de un metro llena de finas escamas. Me tiré al suelo para dejar que las escamas mas gruesas de la espalda recibieran los balazos, alguna bala me rozó pero, por lo general estaba bien. Me disponía a incorporarme cuando una especie de calambre recorrió mi cuerpo, en frente pude ver que la silueta del joven del abrigo ahora era mucho mas grande, de color azulado y con forma poco humana, un usuario, por lo que pude deducir. De pronto empezó a brillar de manera extraña y pude notar cómo unas chispas de electricidad estática saltaban de le empuñadura de mis armas a mis manos.
No me jodas que puede... - Pensé antes de notar como una sacudida me recorría el cuerpo desde los brazos hasta las piernas y ponía todos mis músculos en tensión.
- Vale. Ahora estamos en paz. Pero la próxima vez piensa que llevo un par de pararrayos por armas - Dije mientras me levantaba y enfundaba mis armas como podía, todavía con los músculos convulsionándose levemente por la descarga.
Justo tras levantarme me di cuenta de que me encontraba en uno de los sitios en los que menos me gustaría estar. El olor a sangre y carne chamuscada, sin contar con que ahora me encontraba transformado despertaban en mi los instintos primarios de depredador que me hacían difícil mantener el control sobre mis poderes. Por último vi, o mejor dicho percibí, cómo una persona, con una herida sangrante se alejaba corriendo. Eso era la gota que colmaba el baso para que me descontrolara, la emoción de capturar una presa herida. Un par de bultos comenzaron a crecerme en la espalda por debajo de la ropa hasta rasgar el tejido, de el salieron un par de alas, con escama negras y la membrana de color azul grisáceo. Me agaché para luego dar un gran salto, propulsado por el batir de unas enormes alas, las cuales levantaron tanto aire que generaron un agujero en el banco de niebla tras mi despegue. Me elevé mas de veinte metros hasta que vi a mi presa, bastó con batir las alas una vez mas para lanzarme a por ese infeliz a una velocidad vertiginosa, con las garras por delante y llenando el aire con un ensordecedor rugido bestial.
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Una isla llena de piratas solo podía significar una cosa, sería un día muy movido. Era curioso la cantidad de veces que, a pesar de saber lo que le esperaba, se sorprendía al ver como aquella ruidosa gente comenzaba a armar jaleo en todos los lugares que pisaba. Realmente eran gente molesta.
Kodama continuaba con su vigilancia en lo alto de la colina, atento a cualquier cosa que llamara su atención. Y no tardo en encontrarlo. Desde su posición era capaz de ver claramente como la ciudad, ya caótica de por sí, se sumía en el desconcierto. Al principio lo tomó como una pelea de borrachos, pero pronto se dio cuenta de que no era algo tan sencillo. Observó como un nutrido grupo de piratas se reunía en una misma zona de la ciudad, supuso que probablemente serían miembros de una misma tripulación que buscaban un bar. Sin embargo no tardó en comenzar una violenta reyerta.
Debido a la distancia no fue capaz de identificar que fue lo que provocó que comenzara pero tenía claro que de seguir así los disturbios se extenderían por toda la ciudad. El hombre-árbol dudaba si acercarse, no le apetecía involucrarse en una pelea de maleantes, pero por otro lado tal vez allí encontrara al comodoro Krauser. Con un poco de suerte podría cumplir su misión más rápidamente de lo que esperaba.
El marine volvió a su forma humana y comenzó a descender corriendo por la colina al tiempo que veía como una espesa niebla cubría la zona de la pelea. No imaginaba de donde podía haber salido, ese no era un fenómeno que se produjera de un momento a otro así que alguien debía de haberla provocado. No tuvo mucho más tiempo para pensar en ello, pues al perderla de vista se centró en el camino que debía recorrer. Imaginó que llamaría bastante la atención. Un árbol con rasgos humanos atravesando la ciudad a la carrera sin duda atraería las miradas de más de un curioso.
No tardo demasiado en llegar. Para avanzar lo más posible en poco tiempo utilizó sus ramas para impulsarse por algunas zonas boscosas y así no tener que cruzar por la ciudad. De esa manera, tras dejar atrás bares, peleas, borrachos, vomitonas y demás pruebas de la decadencia de Jaya, llegó a donde se proponía llegar.
Lo primero que vio fue a un hombre corriendo. Se trataba de un musculoso tipo de más de dos metros ocn una mano cortada. No acertó a verle la cara, pero sí pudo ver el rastro de sangre que iba dejando a su paso. ¿Sería un pirata? Era lo más probable. Seguramente se hubiera visto involucrado en la pelea y no había salido muy bien parado. Al instante un nuevo invitado apareció en las alturas. Parecía una especie de lagarto alado. Una extraña criatura con afiladas garras que se lanzaba a por le hombre herido. No sabía quien demonios era pero no era un marine. Y si algo tenía claro era que no iba a permitir que alguien o algo asesinara a nadie si no era por la justicia.
Kodama no se lo pensó dos veces, se colocó delante de aquella bestia y desenvainó una de sus espadas. No tenía intención de matarlo, no era su estilo, solo pretendía mantenerlo quieto un rato. Sin embargo tampoco pensaba dejar que el tipo sin mano se largara. Hizo brotar tres ramas de su espalda y las usó para sujetar las piernas del hombre herido, quien cayó al suelo con un sonoro golpe. Después interpuso el brazo derecho para detener con su hoja una de las zarpas de aquella cosa, al mismo tiempo que hacía brotar otro par de ramas, esta vez de su costado izquierdo, para intentar inmovilizar su alas. Un segundo después desenfundó su otra espada y la situó a la altura de donde se suponía que se encontraría el cuello de aquel ser en caso de que lograra atraparlo.
Kodama continuaba con su vigilancia en lo alto de la colina, atento a cualquier cosa que llamara su atención. Y no tardo en encontrarlo. Desde su posición era capaz de ver claramente como la ciudad, ya caótica de por sí, se sumía en el desconcierto. Al principio lo tomó como una pelea de borrachos, pero pronto se dio cuenta de que no era algo tan sencillo. Observó como un nutrido grupo de piratas se reunía en una misma zona de la ciudad, supuso que probablemente serían miembros de una misma tripulación que buscaban un bar. Sin embargo no tardó en comenzar una violenta reyerta.
Debido a la distancia no fue capaz de identificar que fue lo que provocó que comenzara pero tenía claro que de seguir así los disturbios se extenderían por toda la ciudad. El hombre-árbol dudaba si acercarse, no le apetecía involucrarse en una pelea de maleantes, pero por otro lado tal vez allí encontrara al comodoro Krauser. Con un poco de suerte podría cumplir su misión más rápidamente de lo que esperaba.
El marine volvió a su forma humana y comenzó a descender corriendo por la colina al tiempo que veía como una espesa niebla cubría la zona de la pelea. No imaginaba de donde podía haber salido, ese no era un fenómeno que se produjera de un momento a otro así que alguien debía de haberla provocado. No tuvo mucho más tiempo para pensar en ello, pues al perderla de vista se centró en el camino que debía recorrer. Imaginó que llamaría bastante la atención. Un árbol con rasgos humanos atravesando la ciudad a la carrera sin duda atraería las miradas de más de un curioso.
No tardo demasiado en llegar. Para avanzar lo más posible en poco tiempo utilizó sus ramas para impulsarse por algunas zonas boscosas y así no tener que cruzar por la ciudad. De esa manera, tras dejar atrás bares, peleas, borrachos, vomitonas y demás pruebas de la decadencia de Jaya, llegó a donde se proponía llegar.
Lo primero que vio fue a un hombre corriendo. Se trataba de un musculoso tipo de más de dos metros ocn una mano cortada. No acertó a verle la cara, pero sí pudo ver el rastro de sangre que iba dejando a su paso. ¿Sería un pirata? Era lo más probable. Seguramente se hubiera visto involucrado en la pelea y no había salido muy bien parado. Al instante un nuevo invitado apareció en las alturas. Parecía una especie de lagarto alado. Una extraña criatura con afiladas garras que se lanzaba a por le hombre herido. No sabía quien demonios era pero no era un marine. Y si algo tenía claro era que no iba a permitir que alguien o algo asesinara a nadie si no era por la justicia.
Kodama no se lo pensó dos veces, se colocó delante de aquella bestia y desenvainó una de sus espadas. No tenía intención de matarlo, no era su estilo, solo pretendía mantenerlo quieto un rato. Sin embargo tampoco pensaba dejar que el tipo sin mano se largara. Hizo brotar tres ramas de su espalda y las usó para sujetar las piernas del hombre herido, quien cayó al suelo con un sonoro golpe. Después interpuso el brazo derecho para detener con su hoja una de las zarpas de aquella cosa, al mismo tiempo que hacía brotar otro par de ramas, esta vez de su costado izquierdo, para intentar inmovilizar su alas. Un segundo después desenfundó su otra espada y la situó a la altura de donde se suponía que se encontraría el cuello de aquel ser en caso de que lograra atraparlo.
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Krauser corría tras los pasos de aquel maldito loco, su mirada permanecía seria en todo momento. No iba a permitir que su presa escapara, había ido a por ella y pensaba llevársela. La velocidad del marine era bastante buena, sus sentidos estaban alerta y aquel grandullón corría a ciegas. Sin embargo el marine observaba mediante la visión térmica su posición. Era de esperar que aquel tipo acabara tropezando con algo, cada vez estaba más cerca de su presa. El comodoro era un asesino muy rápido pero la espada pesaba mucho y corría con menos intensidad. Ya estaba muy cerca cuando de repente abrió muchísimo los ojos, su haki de observación le había mostrado una visión donde le freían. Rápidamente anuló la niebla haciéndola desaparecer mientras se tiraba rodando a un lado por lo que pudiera pasar. Ahora sin niebla miró hacia atrás desactivando la lentilla y pudo ver muchos cadáveres achicharrados. Se había librado de una buena.
No pensó más en aquello y volvió a correr en busca de aquel criminal cuando de repente algo llegó a sus oídos, un terrible rugido. No entendía lo que estaba pasando allí, solo había tipos corriendo, gente ardiendo y chamuscada y ahora rugidos. De repente una enorme sombra apareció en el suelo, el marine apretó el mango de su espada con fuerza pensando en que lo que estaba sobre él iba a atacarle. Con su arma de Kairouski frunció el ceño mirando hacia arriba, al parecer aquel enorme dragón que apareció de la nada iba a por el tipo manco. Le daba igual quien se cargara al idiota del ``Hercules´´ mientras alguien lo hiciera, la cuestión era que no volviera a respirar. Parecía que el dragón estaba de su parte, de repente pudo ver como frente a sus narices el criminal caía al suelo y un hombre árbol hacía acto de presencia. Debido a la enorme velocidad que llevaba Krauser no podía frenarse. Saltó con agilidad a un lado estrellándose con un puesto de frutas.
Se limpió un poco los restos de sandia de los brazos y pudo contemplar como aquel hombre árbol trataba de atacar con sus ramas al enorme ser alado, o más bien pararlo. Conocía muy bien al hombre árbol, el comodoro tenía una lista con todos los marines y sabía los cargos de muchos de ellos. Se trataba de Kodama, un sargento que había probado las frutas del diablo, aunque más bien el árbol había probado la fruta. Había oído hablar de él y sabía que era de los suyos y tenía un buen sentido de lo que era la justicia, de hecho le hubiera gustado tenerle en su flota llamada ``La Élite´´ la cual ya tenía ocho miembros y no paraba de crecer debido a la fama del demonio de la niebla. Esperaba que el marine de madera y el dragón no empezaran una batalla, en caso de que pelearan debería meterse por medio, nunca permitiría que tocaran a un marine delante de él. Mucho menos aún, uno con un gran sentido de la justicia como Kodama, pero aquel dragón no había hecho nada malo por lo que trataría de frenar la pelea sin lastimar a ninguno.
Fuera como fuera, ahora se dirigió al manco que estaba atrapado por las ramas, con la parte ancha del espadón golpeó su cabeza hundiéndola casi en el suelo y dejándole inconsciente. De esa forma no trataría de huir, ahora el marine se giró frunciendo el ceño al ver como las ramas iban a por el dragón. De repente una voz bastante seria y firma salió del marine de las vendas mientras agarraba su espadón con fuerza por si acaso.
- Ya estáis parando los dos, este hombre es un criminal buscado por la marina, si el dragón quería atacarle es que tenía buenas intenciones, o eso creo, no hay peligro sargento Kodama.
Dijo tranquilamente mientras observaba a los dos esperando las respuestas de cada uno, tampoco se olvidaba de los dos chicos que había dejado atrás y que seguramente habían sido los culpables de los achicharramientos. Lo que no sabía era que el dragón era uno de ellos pues no sabía bien la presencia del chico anterior. Ahora solo quedaba esperar a ver lo que pasaba.
No pensó más en aquello y volvió a correr en busca de aquel criminal cuando de repente algo llegó a sus oídos, un terrible rugido. No entendía lo que estaba pasando allí, solo había tipos corriendo, gente ardiendo y chamuscada y ahora rugidos. De repente una enorme sombra apareció en el suelo, el marine apretó el mango de su espada con fuerza pensando en que lo que estaba sobre él iba a atacarle. Con su arma de Kairouski frunció el ceño mirando hacia arriba, al parecer aquel enorme dragón que apareció de la nada iba a por el tipo manco. Le daba igual quien se cargara al idiota del ``Hercules´´ mientras alguien lo hiciera, la cuestión era que no volviera a respirar. Parecía que el dragón estaba de su parte, de repente pudo ver como frente a sus narices el criminal caía al suelo y un hombre árbol hacía acto de presencia. Debido a la enorme velocidad que llevaba Krauser no podía frenarse. Saltó con agilidad a un lado estrellándose con un puesto de frutas.
Se limpió un poco los restos de sandia de los brazos y pudo contemplar como aquel hombre árbol trataba de atacar con sus ramas al enorme ser alado, o más bien pararlo. Conocía muy bien al hombre árbol, el comodoro tenía una lista con todos los marines y sabía los cargos de muchos de ellos. Se trataba de Kodama, un sargento que había probado las frutas del diablo, aunque más bien el árbol había probado la fruta. Había oído hablar de él y sabía que era de los suyos y tenía un buen sentido de lo que era la justicia, de hecho le hubiera gustado tenerle en su flota llamada ``La Élite´´ la cual ya tenía ocho miembros y no paraba de crecer debido a la fama del demonio de la niebla. Esperaba que el marine de madera y el dragón no empezaran una batalla, en caso de que pelearan debería meterse por medio, nunca permitiría que tocaran a un marine delante de él. Mucho menos aún, uno con un gran sentido de la justicia como Kodama, pero aquel dragón no había hecho nada malo por lo que trataría de frenar la pelea sin lastimar a ninguno.
Fuera como fuera, ahora se dirigió al manco que estaba atrapado por las ramas, con la parte ancha del espadón golpeó su cabeza hundiéndola casi en el suelo y dejándole inconsciente. De esa forma no trataría de huir, ahora el marine se giró frunciendo el ceño al ver como las ramas iban a por el dragón. De repente una voz bastante seria y firma salió del marine de las vendas mientras agarraba su espadón con fuerza por si acaso.
- Ya estáis parando los dos, este hombre es un criminal buscado por la marina, si el dragón quería atacarle es que tenía buenas intenciones, o eso creo, no hay peligro sargento Kodama.
Dijo tranquilamente mientras observaba a los dos esperando las respuestas de cada uno, tampoco se olvidaba de los dos chicos que había dejado atrás y que seguramente habían sido los culpables de los achicharramientos. Lo que no sabía era que el dragón era uno de ellos pues no sabía bien la presencia del chico anterior. Ahora solo quedaba esperar a ver lo que pasaba.
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La niebla se desvanece, con Dexter agotado y de rodillas, tras desprender esa gran cantidad de energía. Puede ver al hombre de las vendas corriendo tras el manco, y un lagarto alado parte a la caza también, descontrolado. En cierto modo lo entiende, cuando él está dominado por su animal es muy primario, aunque casi siempre consigue evitar las tentaciones. Embargado por un sentimiento de superioridad, consigue erguirse, sintiendo sus energías recuperadas de nuevo. "Debo impedir que haga una locura", piensa sobre el chico que saltó en su ayuda. Sale a la carrera y alza el vuelo, tornado en su forma reptil, a la persecución del loco. No pasan ni cincuenta metros sin que tenga que frenar de golpe al ver que el manco y el dragón están separados por las ramas de un hombre árbol. El extraño ser sujeta al delincuente y al lagarto con fuerza, evitando que escapen mientras el hombre vendado aparece manchado de fruta.
-Ya estáis parando los dos, este hombre es un criminal buscado por la marina, si el dragón quería atacarle es que tenía buenas intenciones, o eso creo, no hay peligro sargento Kodama-Dice el hombre, acercándose mientras se retira restos de fruta del cuerpo.
¿Sargento Kodama? ¿Un árbol? En el mundo se ha perdido la razón de ser. En fin, cosas más raras se han visto. Se acerca calmadamente intentando no llamar la atención, aunque sospecha que consigue justo lo contrario. Se aproxima al hombre del vendaje, extendiendo la mano. No sabe si la aceptará, conocerá cada cartel de Wanted y lo tratará de perseguir, o qué pasará. En cualquier caso, trata de aparentar seguridad.
-Buenos días por la mañana- Dice-. Nada mejor que una carrerita por la ciudad para despertar el apetito. ¿Puedo invitaros a desayunar como agradecimiento por ayudarme?
Ahora sólo falta que no hayan visto su casi nula recompensa, pues aún siendo baja, es una gran razón para que esos hombres que creen en la justicia absoluta busquen cazarlo. Sin embargo esos hombres suelen dudar de la ley, y tienen momentos de brillantez en que deciden saltársela por un bien mayor. Es una apuesta arriesgada, ojalá tenga razón.
-Ya estáis parando los dos, este hombre es un criminal buscado por la marina, si el dragón quería atacarle es que tenía buenas intenciones, o eso creo, no hay peligro sargento Kodama-Dice el hombre, acercándose mientras se retira restos de fruta del cuerpo.
¿Sargento Kodama? ¿Un árbol? En el mundo se ha perdido la razón de ser. En fin, cosas más raras se han visto. Se acerca calmadamente intentando no llamar la atención, aunque sospecha que consigue justo lo contrario. Se aproxima al hombre del vendaje, extendiendo la mano. No sabe si la aceptará, conocerá cada cartel de Wanted y lo tratará de perseguir, o qué pasará. En cualquier caso, trata de aparentar seguridad.
-Buenos días por la mañana- Dice-. Nada mejor que una carrerita por la ciudad para despertar el apetito. ¿Puedo invitaros a desayunar como agradecimiento por ayudarme?
Ahora sólo falta que no hayan visto su casi nula recompensa, pues aún siendo baja, es una gran razón para que esos hombres que creen en la justicia absoluta busquen cazarlo. Sin embargo esos hombres suelen dudar de la ley, y tienen momentos de brillantez en que deciden saltársela por un bien mayor. Es una apuesta arriesgada, ojalá tenga razón.
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La situación se puso increíblemente rara en los segundos posteriores, tanto que no sabía como describirla aunque la estuviera viviendo. Para empezar mis instintos me habían dominado, nublando mi juicio en un frenesí salvaje cuyo objetivo era cazar a una presa herida. Mi visión era de túnel, no podía ver más que a aquel hombre corriendo con el muñón ensangrentado, mis instintos me hacían querer clavar mis garras en su carne y mis colmillos en su garganta. Pero algo inesperado me sacó de mi trance salvaje, cuya forma al principio no podía identificar se interpuso entre nosotros dos, pude ver como sostenía un par de espadas, una con intención defensiva y otra con dirección a mi cuello para intentar detenerme supuse. Por puro acto reflejo golpeé una de las hojas con las escamas de mis antebrazos para apartarla, detuve la otra garra antes de que chocara con la otra espada para evitar recibir daños, parecía que aquel choque me estaba devolviendo mi cordura. Intenté tomar algo de distancia volando, pero noté como algo había aprisionado mis alas, eran como... ¿ramas?, no recordaba que hubiera ninguna planta en medio de aquella calle. Observé mejor lo que había delante de mí, era definitivamente lo último que me esperaba ver, se trataba de una especie de hombre con rasgos de árbol, o mas bien un árbol con rasgos de hombre, encima iba vestido como un marine.
¿PERO QUE...? ¿por que siempre que me vuelvo salvaje la situación se vuelve tan bizarra? - Pensé con una cara de completa incredulidad.
Por la posición de sus espadas parecía que sólo pretendía pararme, lo podía comprender, si hubiera llegado a alcanzar a ese hombre seguramente hubiera acabado matándolo. Bajé mis brazos y me tranquilicé, procurando comunicar la menor hostilidad posible (aunque mi aspecto no ayudara), y en mis ojos se volvió a reflejar esa chispa de inteligencia humana que indicaba que había recuperado la cordura. Pocos segundos después el hombre de las vendas y el chándal se acercó para poner algo de orden, por sus palabras deduje que era un marine a pesar de su ropa, lo que no comprendía era por que estaba manchado con fruta.
- Sargento Kodama ¿no?, disculpa mi... brusco comportamiento, me resulta bastante difícil controlarme cuando me encuentro en un ambiente como éste. - Me disculpé mientras señalaba la masacre que había unos metros más atrás y regresaba a mi forma humana, soltándome de las ramas al no tener éstas unas alas que agarrar - Y, por cierto, no soy un dragón, soy un wyvern, los dragones son bestias inteligentes, los wyvern no son mas que depredadores salvajes. Pero dejando a parte esos detalles sin importancia también me disculpo ante usted por las molestias causadas. - Dije inclinando mi cabeza a modo de disculpa.
Poco después se acercó el joven al que había ayudado antes, parecía que se había recuperado, incluso parecía de buen humor. Nos invitó a desayunar por haberle ayudado, iba a rechazar la invitación, hice lo que debía así que no necesitaba que me invitara. Pero un grutal rugido surgió de las profundidades de mi estómago justo antes de que empezara a hablar, tras lo cual se hizo un incómodo silencio.
- S-Supongo que no me vendrá mal tomar algo, así podremos hablar mas detenidamente sobre lo sucedido. - Dije mientras me sonrojaba un poco y procuraba ocultar que me sentía avergonzado - Espero que no te arrepientas por invitarme. -
¿PERO QUE...? ¿por que siempre que me vuelvo salvaje la situación se vuelve tan bizarra? - Pensé con una cara de completa incredulidad.
Por la posición de sus espadas parecía que sólo pretendía pararme, lo podía comprender, si hubiera llegado a alcanzar a ese hombre seguramente hubiera acabado matándolo. Bajé mis brazos y me tranquilicé, procurando comunicar la menor hostilidad posible (aunque mi aspecto no ayudara), y en mis ojos se volvió a reflejar esa chispa de inteligencia humana que indicaba que había recuperado la cordura. Pocos segundos después el hombre de las vendas y el chándal se acercó para poner algo de orden, por sus palabras deduje que era un marine a pesar de su ropa, lo que no comprendía era por que estaba manchado con fruta.
- Sargento Kodama ¿no?, disculpa mi... brusco comportamiento, me resulta bastante difícil controlarme cuando me encuentro en un ambiente como éste. - Me disculpé mientras señalaba la masacre que había unos metros más atrás y regresaba a mi forma humana, soltándome de las ramas al no tener éstas unas alas que agarrar - Y, por cierto, no soy un dragón, soy un wyvern, los dragones son bestias inteligentes, los wyvern no son mas que depredadores salvajes. Pero dejando a parte esos detalles sin importancia también me disculpo ante usted por las molestias causadas. - Dije inclinando mi cabeza a modo de disculpa.
Poco después se acercó el joven al que había ayudado antes, parecía que se había recuperado, incluso parecía de buen humor. Nos invitó a desayunar por haberle ayudado, iba a rechazar la invitación, hice lo que debía así que no necesitaba que me invitara. Pero un grutal rugido surgió de las profundidades de mi estómago justo antes de que empezara a hablar, tras lo cual se hizo un incómodo silencio.
- S-Supongo que no me vendrá mal tomar algo, así podremos hablar mas detenidamente sobre lo sucedido. - Dije mientras me sonrojaba un poco y procuraba ocultar que me sentía avergonzado - Espero que no te arrepientas por invitarme. -
Roland von Klauswitz
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Sus ramas alcanzaron su objetivo, consiguieron atrapar las alas de aquella bestia y detener su vuelo. Sin embargo parecía ser que los instintos de aquella criatura se habían calmado lo suficiente como para frenar sus ataques, de hecho, incluso parecía poseer inteligencia. Aquella especie de dragón bajó con calma los brazos demostrando que ya no representaba una amenaza y el hombre-árbol se relajó. Al menos hasta que otro hombre llegó.
-Ya estáis parando los dos, este hombre es un criminal buscado por la marina, si el dragón quería atacarle es que tenía buenas intenciones, o eso creo, no hay peligro sargento Kodama. -oyó decir a su espalda. El marine no reconoció a quien pertenecía y en cierto modo eso le preocupó. Aquel tipo conocía su rango y su nombre, así que tal vez fuera un marine, aunque en un lugar como aquel no podía fiarse de nadie.
Intentando no perder de vista al ser que se alzaba ante él comenzó a girarse con cautela. Su sorpresa fue mayúscula la encontrarse cara a cara con aquel hombre al que llamaban demonio. El demonio de la niebla, Krauser. El hombre por el que estaba en Jaya aquel día.
-Vaya. Parece que he tenido suerte. -dijo Kodama relajándose por fin ante el dragón. La presencia allí de su superior le dejó claro que no había riesgos. -Comodoro Krauser, he sido enviado aquí como apoyo para que pueda cumplir su misión de captura con las menos interrupciones posibles. -El sargento se disponía a continuar pero algo llamó su atención a su espalda. En el colmo de lo absurdo, el dragón empezó a hablar.
-Sargento Kodama ¿no?, disculpa mi... brusco comportamiento, me resulta bastante difícil controlarme cuando me encuentro en un ambiente como éste. -se disculpó aquel ser al mismo tiempo que volvía a su forma humana. Por lo visto era usuario de una Akuma no mi, o al menos eso esperaba, de lo contrario sería algo muy raro. Aquel tipo se identificó como un wyvern, algo que Kodama no había oído jamás, y se disculpó por su comportamiento agresivo.
-Bueno, supongo que no importa mientras allá una explicación, jajaja.
Mientras hablaba, Kodama vio a otro hombre acercarse despacio. En ese momento ocurrió algo aún más increíble, el recién llegado tendió la mano al comodoro Krauser. El hombre-árbol sonrió, no esperaba que recibiera una respuesta positiva por parte del hombre de la gran espada, más bien supuso que Krauser pasaría de él. El iluso nuevo invitado les invitó a todos a comer, algo que Kodama consideraba innecesario para él. Comer era algo secundario por su naturaleza, al fin y al cabo para alimentarse solo tenía que hundir sus raíces en el suelo y absorber nutrientes y agua.
El rostro de aquel tipo le sonaba, tal vez simplemente le hubiera visto en algún lugar. Decidió ignorarlo, no era momento de pensar en cosas como esas. Según parecía su misión iba a terminar antes de lo que esperaba ya que el tipo al que el comodoro debía capturar yacía tendido en el suelo ensangrentado sujeto por una de sus ramas. -Supongo que no pasa nada por hacer un descanso.
-Ya estáis parando los dos, este hombre es un criminal buscado por la marina, si el dragón quería atacarle es que tenía buenas intenciones, o eso creo, no hay peligro sargento Kodama. -oyó decir a su espalda. El marine no reconoció a quien pertenecía y en cierto modo eso le preocupó. Aquel tipo conocía su rango y su nombre, así que tal vez fuera un marine, aunque en un lugar como aquel no podía fiarse de nadie.
Intentando no perder de vista al ser que se alzaba ante él comenzó a girarse con cautela. Su sorpresa fue mayúscula la encontrarse cara a cara con aquel hombre al que llamaban demonio. El demonio de la niebla, Krauser. El hombre por el que estaba en Jaya aquel día.
-Vaya. Parece que he tenido suerte. -dijo Kodama relajándose por fin ante el dragón. La presencia allí de su superior le dejó claro que no había riesgos. -Comodoro Krauser, he sido enviado aquí como apoyo para que pueda cumplir su misión de captura con las menos interrupciones posibles. -El sargento se disponía a continuar pero algo llamó su atención a su espalda. En el colmo de lo absurdo, el dragón empezó a hablar.
-Sargento Kodama ¿no?, disculpa mi... brusco comportamiento, me resulta bastante difícil controlarme cuando me encuentro en un ambiente como éste. -se disculpó aquel ser al mismo tiempo que volvía a su forma humana. Por lo visto era usuario de una Akuma no mi, o al menos eso esperaba, de lo contrario sería algo muy raro. Aquel tipo se identificó como un wyvern, algo que Kodama no había oído jamás, y se disculpó por su comportamiento agresivo.
-Bueno, supongo que no importa mientras allá una explicación, jajaja.
Mientras hablaba, Kodama vio a otro hombre acercarse despacio. En ese momento ocurrió algo aún más increíble, el recién llegado tendió la mano al comodoro Krauser. El hombre-árbol sonrió, no esperaba que recibiera una respuesta positiva por parte del hombre de la gran espada, más bien supuso que Krauser pasaría de él. El iluso nuevo invitado les invitó a todos a comer, algo que Kodama consideraba innecesario para él. Comer era algo secundario por su naturaleza, al fin y al cabo para alimentarse solo tenía que hundir sus raíces en el suelo y absorber nutrientes y agua.
El rostro de aquel tipo le sonaba, tal vez simplemente le hubiera visto en algún lugar. Decidió ignorarlo, no era momento de pensar en cosas como esas. Según parecía su misión iba a terminar antes de lo que esperaba ya que el tipo al que el comodoro debía capturar yacía tendido en el suelo ensangrentado sujeto por una de sus ramas. -Supongo que no pasa nada por hacer un descanso.
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Al parecer ya se había solucionado todo, el chico dragón volvió a su forma diciendo que era otra especie. El demonio no pudo oírle bien pero supuso que no tenía la culpa, escuchó también las órdenes del sargento y sonrió de lado. Al parecer había sido enviado para ayudarle pero ya se había solucionado todo y además había sido de gran ayuda. –Misión cumplida Kodama, este tipo según tengo entendido eres del tipo zoan, eres bastante bueno soldado. –Dijo mientras se acercaba ahora al tipo llamado Hercules y lo cogía en peso en sus hombros. Pesaba muchísimo sumado al tamaño de su enorme espadón. Rápidamente se frenó y soltó aquel hombre sacando su espadón con el filo de kairouseki y ofreciéndoselo al sargento. –Lleva esto hasta que yo vuelva, ten cuidado, el filo es de kairouseki. –Tras aquello escuchó que el tipo del principio les invitaba a comer algo, escuchó como los otros dos aceptaban y en ese momento pegó un suspiro. –Bueno, no voy a negarme, la misión ha sido cumplida, ahora iré yo, id por el momento sin mí. Voy a dejar a este tío en el barco y enseguida vengo. –Dijo dejando su arma en las manos del sargento.
Cogió al tipo y empezó a caminar hacía el barco, ese hombre estaba acabado, no sabía a dónde se dirigirían pero con su haki de observación podría reconocer el aura del sargento aunque con mucha dificultad. Sus pasos eran lentos debido al maldito tamaño de aquel idiota, por fin pudo ver el barco donde lo esperaban unos cuantos cabos en el puerto. –Vamos tíos coged a este imbécil que pesa lo suyo. –Dijo mientras avanzaba hacia ellos de forma tranquila y calmada. –Vaya señor, es usted un hacha, ha vuelto a atrapar al criminal, en serio este hombre vale treinta millones, debemos darle la enhorabuena. –Dijeron aquellos tipos mientras tomaban al hombre y lo empezaban a atar y ponerle algunos vendajes. –Pues id preparando una medalla al merito para el sargento Kodama, cuando llegué él ya lo había atrapado, así que si ese tipo cuesta treinta millones dadle una medalla en cuanto le veáis. –Respondió el demonio de la niebla sonriendo de lado mientras los cabos asentían a sus palabras. El demonio sabía que ese árbol se merecía estar más arriba de donde estaba y al fin y al cabo lo había capturado él con sus ramas y su habilidad.
El gran espada ahora se miró el cuerpo lleno de sangre por haber cargado al tipo del muñon, pegó un suspiro y se dirigió de forma calmada al interior del barco. Se quitó la sudadera y se pegó una pequeña ducha. Notó una pequeña debilidad pero nada serio, después de aquello se colocó unas sandalias un pantalón azul oscuro que más bien parecía un pijama, se dirigió de nuevo a cubierta y miró a sus hombres. –Voy a dar una vuelta, luego vuelvo caballeros. –Dijo este mientras saltaba al puerto, todos le miraban muy extrañados por su forma de vestir, iba con aquel simple pantalón de pijama como si fuera por su casa. Era la forma de ser del marine y no la cambiaría por nada de nada. Ahora activó su mantra a su máximo nivel, detectaba muchas presencias y hasta le dio dolor de cabeza, con algo de dificultad pudo notar la del sargento Kodama. –Bueno ahora solo tengo que llegar a su posición y daré con el resto, me ha entrado hambre de verdad. –Susurró para sí mismo mientras empezaba a caminar de forma calmada con una simple funda negra vacía en la espalda y sus pantalones.
Cogió al tipo y empezó a caminar hacía el barco, ese hombre estaba acabado, no sabía a dónde se dirigirían pero con su haki de observación podría reconocer el aura del sargento aunque con mucha dificultad. Sus pasos eran lentos debido al maldito tamaño de aquel idiota, por fin pudo ver el barco donde lo esperaban unos cuantos cabos en el puerto. –Vamos tíos coged a este imbécil que pesa lo suyo. –Dijo mientras avanzaba hacia ellos de forma tranquila y calmada. –Vaya señor, es usted un hacha, ha vuelto a atrapar al criminal, en serio este hombre vale treinta millones, debemos darle la enhorabuena. –Dijeron aquellos tipos mientras tomaban al hombre y lo empezaban a atar y ponerle algunos vendajes. –Pues id preparando una medalla al merito para el sargento Kodama, cuando llegué él ya lo había atrapado, así que si ese tipo cuesta treinta millones dadle una medalla en cuanto le veáis. –Respondió el demonio de la niebla sonriendo de lado mientras los cabos asentían a sus palabras. El demonio sabía que ese árbol se merecía estar más arriba de donde estaba y al fin y al cabo lo había capturado él con sus ramas y su habilidad.
El gran espada ahora se miró el cuerpo lleno de sangre por haber cargado al tipo del muñon, pegó un suspiro y se dirigió de forma calmada al interior del barco. Se quitó la sudadera y se pegó una pequeña ducha. Notó una pequeña debilidad pero nada serio, después de aquello se colocó unas sandalias un pantalón azul oscuro que más bien parecía un pijama, se dirigió de nuevo a cubierta y miró a sus hombres. –Voy a dar una vuelta, luego vuelvo caballeros. –Dijo este mientras saltaba al puerto, todos le miraban muy extrañados por su forma de vestir, iba con aquel simple pantalón de pijama como si fuera por su casa. Era la forma de ser del marine y no la cambiaría por nada de nada. Ahora activó su mantra a su máximo nivel, detectaba muchas presencias y hasta le dio dolor de cabeza, con algo de dificultad pudo notar la del sargento Kodama. –Bueno ahora solo tengo que llegar a su posición y daré con el resto, me ha entrado hambre de verdad. –Susurró para sí mismo mientras empezaba a caminar de forma calmada con una simple funda negra vacía en la espalda y sus pantalones.
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En lugar de tomarle la mano, aquel hombre pasó de él y decidió marchar a entregar el criminal a su barco, o eso dijo. Aunque sí que aceptó la proposición del desayuno, como todos. Aunque sospechaba que aquel hombre árbol no necesitaba nutrirse con comida, pero estaba seguro aquel wyvern estaría hambriento. Al fin y al cabo habitaba en él un espíritu depredador, un alma salvaje que se guiaba por impulsos a por la comida, y aunque lo controlase a veces se le disparaba, y en aquellos momentos necesitaba alimentarse para devolverlo a su calma. Él lo sabía, pues también poseía el espíritu de una bestia mayor en su interior, aunque casi siempre era capaz de dominarlo. "Un wyvern... eso es un dragón", pensó mientras retiraba la mano, sintiéndose idiota. Ignoraban a un hombre con una recompensa tan baja, aunque lo relacionaran con sus delitos (de los que era culpable sin querer) por suerte lo ignoraban.
Guió al hombre árbol y a aquel chico bestia por Mock Town, alrededor de un revoltijo de calles de madera que de vez en cuando serpenteaban cerca de la jungla que invadía la isla en cada lugar donde la civilización aún no había llegado. Había bastante gente que miraba a sus acompañantes, en especial al sargento... "Kodama, dijo que se llamaba", cuya cabeza parecía una especie de brócoli mutante. Estaba bastante interesado en conocer la historia de aquel hombre, o árbol, o lo que fuese. También le interesaba el otro joven, aunque sin duda no era tan pintoresco como el marine de las hojas en la cabeza, pero enterarse un poco de ambos podría ser útil.
-¿Y cuál es vuestra historia?-Preguntó, mientras les abría la puerta de una taberna que ya conocía. Había estado en ella una vez cuando era cazador, de viaje en busca de un tipejo que valía un par de millones, aunque había tenido la suerte de encontrarlo rápido. Era un pequeño local de sillas verdes y maderas de caoba, bastante noble en comparación al resto de los locales y de la propia ciudad. Lo regentaba una muchacha peliverde con un escote interesante y una sonrisa que encandilaba. Aunque ahora lo que más le interesaba era saber qué eran aquellos dos hombres, pues del tercero que estaba al caer sabía suficiente.
Guió al hombre árbol y a aquel chico bestia por Mock Town, alrededor de un revoltijo de calles de madera que de vez en cuando serpenteaban cerca de la jungla que invadía la isla en cada lugar donde la civilización aún no había llegado. Había bastante gente que miraba a sus acompañantes, en especial al sargento... "Kodama, dijo que se llamaba", cuya cabeza parecía una especie de brócoli mutante. Estaba bastante interesado en conocer la historia de aquel hombre, o árbol, o lo que fuese. También le interesaba el otro joven, aunque sin duda no era tan pintoresco como el marine de las hojas en la cabeza, pero enterarse un poco de ambos podría ser útil.
-¿Y cuál es vuestra historia?-Preguntó, mientras les abría la puerta de una taberna que ya conocía. Había estado en ella una vez cuando era cazador, de viaje en busca de un tipejo que valía un par de millones, aunque había tenido la suerte de encontrarlo rápido. Era un pequeño local de sillas verdes y maderas de caoba, bastante noble en comparación al resto de los locales y de la propia ciudad. Lo regentaba una muchacha peliverde con un escote interesante y una sonrisa que encandilaba. Aunque ahora lo que más le interesaba era saber qué eran aquellos dos hombres, pues del tercero que estaba al caer sabía suficiente.
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Todos aceptaron la invitación de aquel joven de buena gana, aunque el marine del espadón dijo que antes tenía que llevarse a aquel pirata con la mano amputada, me preguntaba como haría para encontrarnos, pero ahora mis pensamientos se centraban en llenar mi estómago. Seguí a aquel joven por las calles de Mock Town, cada vez internándonos mas y mas en las entrañas de aquel lugar sin ley, la verdad es que me mostraba bastante escéptico de que en aquel lugar llegásemos a encontrar un sitio decente para desayunar. Pero para mi sorpresa llegamos a una taberna, de aspecto acogedor y mucho mas limpio que el resto de locales que había visto, la peste de la calle se vio sustituida por el delicioso aroma que provenía de la cocina. Al abrirnos la puerta aquel joven nos preguntó a mi y a nuestro curioso acompañante nuestra historia, no tenía ningún problema en contarle algo de mi historia, al fin y al cabo él invitaba. Mientras mis acompañantes cogían una mesa me acerqué a la barra en la cual había una encantadora joven peliverde e hice mi pedido para luego sentarme con ellos.
- Entonces decías que tenías curiosidad por saber nuestra historia, si no le importa al sargento Kodama yo comenzaré, así me haré tiempo hasta que mi pedido esté listo y de paso evitaré hablar con la boca llena.- Hice una pequeña pausa para acomodarme en la silla y comprobar que el hombre planta esté de acuerdo - La verdad es que tengo mis reservas de contar mi historia frente a un sargento de la marina, pero procuraré contarla de tal forma que te sirva de advertencia y la resumiré un poco para no aburriros. Mi infancia la pasé como una especie de sujeto de pruebas en un laboratorio subterráneo del Gobierno Mundial, nos criaban y entrenaban para que creciéramos como soldados perfectos, armas humanas sin sentimientos capaces de acatar cualquier orden sin dudar. También se tomaban la libertad de probar con nosotros toda clase de drogas de combate, por culpa de uno de esos experimentos perdí el control de mi cuerpo y asesiné a mis compañeros, lo único que me queda como recuerdo de ellos es la cicatriz de mi hombro que tacha mi número de serie y sus chapas de identificación. Al final hubo un accidente en el laboratorio y todos los que había ahí murieron aplastados bajo toneladas de roca, yo escapé por los pelos usando un conducto de ventilación. Tras eso un herrero de la isla de Mianna me acogió como su aprendiz y de vez en cuando viajo con él por asuntos de trabajo. - Hice otra pausa al ver que ya me traían todo lo pedido, una gran taza con leche caliente chocolateada, un baso con zumo de naranja, y un surtido de bollos bizcochos y croissanes caseros, parecía mucho, pero para mi lo normal era desayunar fuerte. - La moraleja de la historia sargento Kodama es que no te fíes del gobierno, te utilizará como herramienta para lograr sus fines. No es que tenga nada en contra de la marina, es simplemente que odio ver como gente con un gran sentido del honor y la ética es utilizada de esa manera. Bueno, ahora te toca a ti contarnos tu historia. - Concluí advirtiéndole antes de empezar a comer.
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La espada le resultaba muy molesta. Krauser había decidido dejársela durante un rato mientras él volvía al barco de la marina para dejar en custodia al derrotado pirata. Supuso que le molestaría a la hora de cargar con aquel enorme tipo. Sin embargo resultó ser bastante aparatosa. Aquella arma era enorme y pesaba mucho más de lo que se imaginaba, así que para llevarla a la espalda tuvo que ayudarse de una de sus ramas.
Durante unos minutos emprendió junto con los otros dos tipos el camino a un local donde tomar un descanso. Esperaba que su guía conociera mínimamente la ciudad, ya que de lo contrario podrían acabar en cualquier tugurio maloliente lleno de criminales. Por el camino, el tipo que avanzaba guiándolos les preguntó por su historia personal. Tras llegar al pequeño local, Kodama suspiró aliviado por poder dejar por fin la pesada espada de Krauser. La colocó con cuidado sobre una silla y esta crujió debido al peso. Por un momento temió que se rompiera. Lo que más le sorprendió fue que el local no estuviera hecho polvo y lleno de charcos de cerveza y sangre, lo cual era el tono dominante en Mock Town.
Tras pedir algo en la barra, el hombre-lagarto con el que había tenido un breve enfrentamiento comenzó a hablar de su pasado. A pesar de la presencia de Kodama no tuvo inconveniente en contar su historia. Les habló de las cosas que vio hacer al Gobierno Mundial y de como eso marcó su vida. Al terminar su relato con una advertencia sobre el gobierno le pidió alguna información sobre él. Por algún motivo que no llegaba a comprender, la gente solía mostrar mucha curiosidad por saber cosas sobre él.
-Bueno, ¿por dónde empezar? -durante unos segundos el hombre-árbol se quedó en completo silencio y sin moverse. Estaba pensando en como comenzar su historia, aunque teniendo en cuenta que tenía más de cien años aquello podía resultar algo difícil. Tras una pausa incómoda y extrañamente larga, el marine continuó.-En fin, seré breve. Nací en el East Blue y por alguna razón que desconozco un día simplemente me desperté. Con el tiempo fui capaz de pensar, hablar y más tarde caminar. Con el tiempo me uní a la marina para intentar que gente como... bueno, como vosotros, humanos , acabe destruyendo la naturaleza. En general esa es mi historia, podría explayarme más pero tengo más de ciento cuarenta años así que no quiero aburriros. -cuando el sargento acabó su corta historia simplemente se quedó en silencio. No entendía por qué los humanos tenían esa afición por contar historietas, aunque supuso que si él era medio humano tendría que actuar de forma similar. -Supongo que solo quedas tú. -dijo dirigiéndose al tercer miembro de su curioso grupo. -¿Quién demonios eres tú? -El tono con el que lo preguntó dejaba clara la amabilidad del marine, aunque la educación no era su fuerte. No había convivido con humanos el tiempo suficiente como para llegar a aprender cosas tan sutiles como los modales o la educación.
Durante unos minutos emprendió junto con los otros dos tipos el camino a un local donde tomar un descanso. Esperaba que su guía conociera mínimamente la ciudad, ya que de lo contrario podrían acabar en cualquier tugurio maloliente lleno de criminales. Por el camino, el tipo que avanzaba guiándolos les preguntó por su historia personal. Tras llegar al pequeño local, Kodama suspiró aliviado por poder dejar por fin la pesada espada de Krauser. La colocó con cuidado sobre una silla y esta crujió debido al peso. Por un momento temió que se rompiera. Lo que más le sorprendió fue que el local no estuviera hecho polvo y lleno de charcos de cerveza y sangre, lo cual era el tono dominante en Mock Town.
Tras pedir algo en la barra, el hombre-lagarto con el que había tenido un breve enfrentamiento comenzó a hablar de su pasado. A pesar de la presencia de Kodama no tuvo inconveniente en contar su historia. Les habló de las cosas que vio hacer al Gobierno Mundial y de como eso marcó su vida. Al terminar su relato con una advertencia sobre el gobierno le pidió alguna información sobre él. Por algún motivo que no llegaba a comprender, la gente solía mostrar mucha curiosidad por saber cosas sobre él.
-Bueno, ¿por dónde empezar? -durante unos segundos el hombre-árbol se quedó en completo silencio y sin moverse. Estaba pensando en como comenzar su historia, aunque teniendo en cuenta que tenía más de cien años aquello podía resultar algo difícil. Tras una pausa incómoda y extrañamente larga, el marine continuó.-En fin, seré breve. Nací en el East Blue y por alguna razón que desconozco un día simplemente me desperté. Con el tiempo fui capaz de pensar, hablar y más tarde caminar. Con el tiempo me uní a la marina para intentar que gente como... bueno, como vosotros, humanos , acabe destruyendo la naturaleza. En general esa es mi historia, podría explayarme más pero tengo más de ciento cuarenta años así que no quiero aburriros. -cuando el sargento acabó su corta historia simplemente se quedó en silencio. No entendía por qué los humanos tenían esa afición por contar historietas, aunque supuso que si él era medio humano tendría que actuar de forma similar. -Supongo que solo quedas tú. -dijo dirigiéndose al tercer miembro de su curioso grupo. -¿Quién demonios eres tú? -El tono con el que lo preguntó dejaba clara la amabilidad del marine, aunque la educación no era su fuerte. No había convivido con humanos el tiempo suficiente como para llegar a aprender cosas tan sutiles como los modales o la educación.
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Al parecer no paraban de moverse, el marine tuvo que acelerar para no perder el aura del sargento. Después de un par de minutos se pararon, por lo que empezó a caminar con calma. Todo había pasado rápido y la misión ya no era lo que importaba, más bien nada, estaba fuera de servicio en ese momento por decisión propia. Sin embargo eso no significaba que no matara a nadie que la armara, el asesino se desplazaba con las manos en los bolsillos tranquilamente, sin mirar a nadie y sin fijarse en nada, simplemente siguiendo aquel recorrido. Pudo ver a unos veinte metros una especie de taberna y el haki le decía que el aura del hombre árbol venía de ese sitio. Desactivó entonces su haki y comenzó a caminar algo más rápido al lugar. La gente lo miraba extrañada, no solo porque hacía unos minutos estaba cubierto de sangre con un tipo a sus espaldas, sino por las pintas que ahora llevaba.
No tardó mucho en llegar al local y entró despacio. Pudo ver sentados a los tres y parecían estar hablando tranquilamente. Escuchó como el chico peli azul decía algo de que no se fiaran del gobierno, tras aquello el hombre árbol comenzó a hablar. Lo primero que divisó el marine fue su espadón, al ver que estaba a salvo, suspiro con calma, se fiaba del sargento, pero aún no mucho de los otros dos. Ahora se acercó a ellos por detrás y lentamente y con toda confianza colocó su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Dexter. Su mirada ahora los observaba a los tres de forma calmada. A diferencia de antes, ahora parecía ir en pijama o algo así, sin camiseta y con un pantalón azul que parecía ser da lana, además de sus sandalias.
- Tienes razón chico, no hay que fiarse del gobierno para nada. Por eso mismo soy marine, para llegar alto e independizar a la marina, además de acabar con esta maldita corrupción que tengo que soportar día a día.
Dijo mirando ahora al chico peli azul, a continuación se sentó junto a ellos, su espadón quedaba a su derecha mientras que a su izquierda quedaba el sargento. No sabía de que estaban hablando, pero no le costó acoplarse mucho, había llegado así de buenas y se había sentado tranquilamente con su cómodo atuendo. Levantó su mano de forma calmada mientras esperaba, la camarera no tardó en llegar y miró al hombre vendado preguntándole lo que deseaba, este simplemente le pidió un tazón de arroz blanco con sal y una botella de agua. La mujer asintió sonriendo y se dirigió a la barra de nuevo para hacer el pedido y atender a los demás clientes. La mirada del castaño ahora se fijó en los demás mientras suspiraba de forma calmada acariciando el mango de su espadón.
El ambiente era bueno, ahora todos miraban al chico dragón, ya que el sargento le preguntó sobre su identidad. El marine también sentía curiosidad por aquel tipo, por lo que dejó su mirada clavada en él mientras esperaba. El arroz no tardó mucho en llegar, el marine empezó a quitarse los vendajes lentamente hasta que por fin lo hizo. Los dejó al lado de su espada y suspiró despacio pasando la lengua por los labios. Sus dientes estaban afilados como cuchillas, incluso podrían competir con los de un Gyojin. El castaño empezó a comer despacio de forma calmada, tragó el primero bocado y miró al chico dragón y al peli azul de forma calmada mientras hacía un pequeño comentario.
- Por si ayuda en algo, ahora mismo nosotros no estamos de servicio, así que no os preocupéis. Confianza absoluta.
No tardó mucho en llegar al local y entró despacio. Pudo ver sentados a los tres y parecían estar hablando tranquilamente. Escuchó como el chico peli azul decía algo de que no se fiaran del gobierno, tras aquello el hombre árbol comenzó a hablar. Lo primero que divisó el marine fue su espadón, al ver que estaba a salvo, suspiro con calma, se fiaba del sargento, pero aún no mucho de los otros dos. Ahora se acercó a ellos por detrás y lentamente y con toda confianza colocó su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Dexter. Su mirada ahora los observaba a los tres de forma calmada. A diferencia de antes, ahora parecía ir en pijama o algo así, sin camiseta y con un pantalón azul que parecía ser da lana, además de sus sandalias.
- Tienes razón chico, no hay que fiarse del gobierno para nada. Por eso mismo soy marine, para llegar alto e independizar a la marina, además de acabar con esta maldita corrupción que tengo que soportar día a día.
Dijo mirando ahora al chico peli azul, a continuación se sentó junto a ellos, su espadón quedaba a su derecha mientras que a su izquierda quedaba el sargento. No sabía de que estaban hablando, pero no le costó acoplarse mucho, había llegado así de buenas y se había sentado tranquilamente con su cómodo atuendo. Levantó su mano de forma calmada mientras esperaba, la camarera no tardó en llegar y miró al hombre vendado preguntándole lo que deseaba, este simplemente le pidió un tazón de arroz blanco con sal y una botella de agua. La mujer asintió sonriendo y se dirigió a la barra de nuevo para hacer el pedido y atender a los demás clientes. La mirada del castaño ahora se fijó en los demás mientras suspiraba de forma calmada acariciando el mango de su espadón.
El ambiente era bueno, ahora todos miraban al chico dragón, ya que el sargento le preguntó sobre su identidad. El marine también sentía curiosidad por aquel tipo, por lo que dejó su mirada clavada en él mientras esperaba. El arroz no tardó mucho en llegar, el marine empezó a quitarse los vendajes lentamente hasta que por fin lo hizo. Los dejó al lado de su espada y suspiró despacio pasando la lengua por los labios. Sus dientes estaban afilados como cuchillas, incluso podrían competir con los de un Gyojin. El castaño empezó a comer despacio de forma calmada, tragó el primero bocado y miró al chico dragón y al peli azul de forma calmada mientras hacía un pequeño comentario.
- Por si ayuda en algo, ahora mismo nosotros no estamos de servicio, así que no os preocupéis. Confianza absoluta.
Dexter Black
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- Disculpad el retraso, no estaba nada inspirado. Y Kodama, un detallito:Kodama escribió:-En fin, seré breve. Nací en el East Blue y por alguna razón que desconozco un día simplemente me desperté. Con el tiempo fui capaz de pensar, hablar y más tarde caminar. Con el tiempo me uní a la marina para intentar que gente como... bueno, como vosotros, humanos , acabe destruyendo la naturaleza.
Creo que te olvidaste un evitar por ahí (o eso espero) xD
Dexter se sentó con calma, mientras el sargento Kodama dejaba el pesado espadón sobre una silla, que llegó a crujir. "Es pesado, vaya". El muchacho dragón se había sentado ya, y le pareció correcto comenzar a contar su historia, al parecer para no tener que hablar con la boca llena. Era una historia cuanto menos extraña, aunque conociendo la suya no le extrañaba absolutamente nada que aquello. Sujetos de pruebas, metasoldados, experimentos que provocaban resultados terriblemente desastrosos y destrucción total de departamentos gubernamentales. Era sin duda una historia horrible, aunque el muchacho no parecía tenerle mucho rencor al gobierno, sino más bien cierto agradecimiento al herrero que lo "adoptó". Y con la historia casi terminada los pedidos llegaron. Bollería, leche y zumo para el muchacho, y un buen vaso de bourbon y carne roja al punto para Dexter. Podía parecer un desayuno raro, pero siendo un dragón su cuerpo le pedía carne casi constantemente, y casi necesitaba paliar el ansia de sangre así. Pocas veces desayunaba de manera normal, aunque en momentos disfrutaba buenos desayunos, nunca sin bacon o alguna salchicha. La fruta lo había vuelto carnívoro, al menos en cierta medida.
Miró al hombre árbol cuando comenzó a hablar. Su historia era la más rara de todas, sin lugar a dudas. Un árbol que un día despertó. Sin duda aquello era debido a que consumió algún tipo de fruta, aunque debía de preguntarse qué clase de fruta había consumido, y más cómo lo había hecho. Un árbol no se alimentaba de forma común, y sin duda conocer la historia de cómo llegó a consumirla sería más interesante que el resto de su vida. También se había hecho marine, al parecer, para evitar que los humanos destruyeran la naturaleza. Se avergonzaba de que un árbol criticara aquello. Él siempre había amado el bosque, los animales y la vida, pero muchas veces había roto ramas, tropezado con raíces y matado animales. Le gustaba en ocasiones la caza, y aunque la ejercía con cierto control, siempre acababa causando daños de más. Sobre todo cuando recién consumió la fruta y se estaba acostumbrando a ella. Era un torpón con alas y hambre... Qué tiempos...
-Tienes razón chico, no hay que fiarse del gobierno para nada. Por eso mismo soy marine, para llegar alto e independizar a la marina, además de acabar con esta maldita corrupción que tengo que soportar día a día- dijo Krauser según llegó, apoyando su brazo sobre el hombro de Zafiro Negro-. Por si ayuda en algo, ahora mismo nosotros no estamos de servicio, así que no os preocupéis. Confianza absoluta.
¿Podía fiarse de aquellas palabras? Un marine, estuviera o no de servicio, era un Marine. Si había un delincuente era su deber atraparlo, pero no parecía un Marine corriente. Aunque en cierto modo el hombre de las vendas parecía alguien de quién poder fiarse. "Bueno, por arriesgarme no pierdo nada".
-En fin, parece que el único que queda soy yo. Mi historia es turbia cuanto menos, y sin duda hay dos personas que si bien no tendrán la intención de perseguirme, estarán en la obligación de hacerlo. Nací y me crié en una isla del North Blue, Darmer. Es muy conocida por su pesca, algunos dicen que la mejor del mundo, pero eso no importa. Mi nombre es Dexter Black, y siempre he odiado a la Marina. También he odiado a los criminales con todo mi corazón desde el día en que nací, por lo que me hice cazador de recompensas. Era muy fácil ocuparse de piratuchos por los mares, y me servía como excusa para viajar, ver mundo y buscar la canción perfecta. Hasta que un buen día, o malo, llegó a mis manos el Wanted de un tal Elvino Blanco, que al parecer mató unos cuantos Marines, y lo capturé sin problemas. Lo divertido llega ahora, no os impacientéis- dijo, con una risa y un suspiro-. Cuando llegué al cuartel de la Marina de North Blue y entregué al tipo este, me di cuenta de que usaban como muñecos de entrenamiento cadáveres... Bueno, eran cadáveres tras el entrenamiento, porque algunos todavía respiraban. Cuando desaté a uno me afeitaron con una bala, y nervioso me lancé a por ese hombre. Acto seguido tuve que huir, y lo hice. Pasé por encima de quien se me interpuso y no miré atrás. Desde entonces me persiguen, y cuando una temporada me refugié en una isla me buscaron, me encontraron y casi matan a una hermosa muchacha de la cual estuve y aún sigo enamorado. Maté a cuanto Marine fue a por ella y finalmente destruí el barco que había atracado en el puerto. No podía permitir que hicieran más daño. Y aún hoy mantengo que no dejaré que la Marina, que el Gobierno, haga más daño a inocentes. Tenga que pasar por donde tenga que pasar. No me importa.
Contado aquello dio un largo trago a su vaso de Bourbon, degustándolo rápidamente mientras en su interior se asimilaba, tratando de relajar las emociones que el recuerdo había despertado. Ira, dolor y miedo, el peso de una gran carga sobre él también se sentía, pesada, muy pesada. "Pero... Aún queda uno...".
-¿Y tú, Krauser? ¿Cuál es la historia que ocultan las vendas?- inquirió, con tono jovial, olvidando lo apagado de su voz cuando terminó la historia, mirando a aquel hombre de más o menos su misma altura, que apoyado sobre él había mantenido un tono jovial invitándolo a contar su historia. ¿Se mantendría igual de educado tras aquello?
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