El señor de la caza llega a Jaya [Dark y Astor]

Se producía el crepúsculo dentro de la isla, que la rodeaba desde las costas hasta el centro de la ciudad. La capa de cielo que cubría todos los terrenos ya había acontecido a una combinación casi poética entre el rosa, el naranja y el azul. Familias, trabajadores, individuos vacíos de esperanza, niños saturados de ilusiones, ancianos rozando los límites del tiempo..., no cabía distinción alguna entre las leyes del más fuerte. Jaya era una isla de corrupción y podredumbre, la capital de la piratería y la casa de la deshonra. Astor había vivido una semana y un día entre sus paredes dejando pasar cualquier tipo de incidente desde una posición ignorante en la que simplemente creía que veía la normalidad de una población junto a sus pequeños defectos, tan mundanos como su hora del té y pastas; y sin embargo no podía dejar que la situación lo arrastrara hasta tan lejos.


El ruido que producía la sandalia del viejo Marine chocando contra el cemento de la carretera se veía ahogado entre el sonido de una población ajetreada y sumergida en sus labores diarios. El hombre avanzaba despacio desde el final de un estrecho callejón y se dirigía tajante hasta el centro de la plaza, presidida por una fuente blanca y redonda que diseñaba en lo alto la silueta y detalles de un león. El agua bajaba a través del rugido del animal dejando que salpicara en un oasis de medio metro de altura: en él naufragaban monedas que llevaban consigo la esperanza y deseos de parte de los habitantes que ahora merodeaban entre los mercadillos de la zona y que nunca antes habrían podido predecir lo que ocurriría dentro de sus hogares esa misma noche.


La figura que se movía a la izquierda del hombre y avanzaba al unísono era la misma que le había incitado a maquinar ese objetivo. Lo había conocido unos meses atrás en una base de la Marina, y lo único que quería o podía recordar de esa tarde era la transparencia con la que actuaba ese muchacho, y aunque no llegó a conocer del todo sus aspiraciones ante ese fin común supo desde el primer momento que no dejaría a medias lo que ya estaba empezado. Ese había sido uno de los tantos aspectos que no le habían echado tierra a Dark Satou ante la opinión de Astor, después de todo él era alguien demasiado selectivo como para actuar acompañado. De alguna manera siempre necesitaba dar pie a sus acciones antes de realizarlas, pero esa vez era distinto; esa vez había comenzado a leer el libro a partir del último renglón.

El moreno se encontraba andando a la son del hombre mayor. Había pasado una hora desde la última charla que habían tenido, y el silencio había predominado el ambiente. La calzada resonaba con fuerza gracias a los pasos de estos. Eran llamativos, sin duda... Pero eso era lo que él quería en aquel momento. Una semana estudiando la zona había ayudado de mucho. Los piratas les observaban con respeto y temor, lo normal para la condición en la que estaban. Se encontraban en el centro de Jaya, a unos pasos de una plaza. En el centro de la plaza se encontraba una "fuente de los deseos". Ese sería el lugar perfecto para iniciar el ataque a Jaya. Dark miraba de reojo, y con mucho respeto, al hombre que le acompañaba. Había logrado crear un lazo con él de confianza a pesar de que no se conocieran de mucho. Era un aliado potente, y había luchado contra un Kraken sin miedo. No se echaría atrás en esto, sin duda. Pero a pesar de la predisposición y las pocas ganas de hacer cosas de Astor, había accedido a acompañarle. Eso era un honor para él, sin dudas. No necesitaba a nadie más para atacar a Jaya, ellos dos se bastarían.


"Todos vais a ser cazados." resonó en la mente del moreno mientras dejaba atrás al hombre. Sacó un Den Den Mushi dorado que obtuvo en Mariejoa y lo pulsó. Llamó hacia el cuartel más cercano e informó de su plan, contándolo a todo detalle. Pidió varios barcos y estableció el destino, "Jaya". Era hora de que desaparecieran todos de ahí. Jaya sería la primera o segunda base de la New Marina, y estaría basada en túneles subterráneos que conectarían la isla de par en par. Después tendría que contratar a gente para que fingieran ser piratas. Su plan, era perfecto. Llevó su mano hacia el pecho y bajó la cabeza mientras avanzaba, colocándose en la fuente donde solían tirar monedas la gente. Agarró su alianza y suspiró por breves momentos mientras agarraba aire. El momento era crucial y tenso, el más mínimo error sería pagado con la vida. Pero... no habría error. Convocó varias plataformas de luz para elevarse y sobredestacar ante los demás. La alianza rebotó contra el pecho para dar paso a una mano que se elevaba con frenesí. Luz generándose en ella y saliendo disparada al cielo que abría las mismas nubes. Un gran pilar que podía verse desde todas las partes de la isla.


La luz se elevó de forma muy rápida, creando una gran pilar que llamaba la atención de todos. "¡Reuníos aquí todos!" gritó con ímpetu el moreno. "Preparaos para la invasión. El señor de la caza... ¡ha venido a cazaros!" gritó una vez más, forzando su garganta de tal forma que llegaba al punto de doler. Agarró aire y desenvainó su Saijo de agua mientras la levantaba hacia el cielo. Era el único momento que podían usar, el que todos estuvieran en la plaza. Él sabía que todos le conocían y ese era el handicap a su favor. Todos eran piratuchos débiles y por ende despreciables, iba a ser muy fácil. Pero no todo se basaba en ataques a diestro y siniestro. Él ya tenía una estrategia marcada desde antes de que había empezado la batalla. Estaba discutida con Astor y bien revisada, y no tenía fallos. Él se conocía por ser un gran estratega, previniendo tres pasos antes de lo que hacía la gente. Lo único que tenían que hacer era seguir el plan y ganar. La posibilidad de ganar era del cien por cien y no le echaba atrás la idea de perder, no iba a hacerlo. "Bailemos al son. Vamos a demostrar quién manda."

La suela de los zapatos de Astor se había detenido a medio camino de la Fuente de los Deseos, dejando paso al Señor de la Caza. La gente le perseguía con los ojos, que poco a poco ascendían a través del aire mediante una escalinata del color del sol en un cielo despejado. Susurros, apretones de manos, miradas cómplices, curiosas, desesperadas..., actos que hacían previsible lo que sea que fuera a pasar a continuación. De repente daba la sensación de que la población llevaba un siglo sin pegar ojo. De cualquier manera ya estaban avisados: Dark Satou había pisado sus tierras.

Astor yacía de pie a unos metros de la pequeña construcción presidente de la plaza con el semblante tan sereno como siempre y la expresión perdida entre el pelotón de gente que le rodeaba: podía sentir su miedo, su inquietud, su angustia, su pesar..., pero de ninguna manera podía llegar a comprender la razón de sus actos. Estaba pisando la tierra venerada por quienes la utilizaban para esconder sus crímenes sin ser descubiertos: demonios. Así solía llamarlos el Padre Gaara, pero los demonios no existían; en vez de eso Satán tenía a su disposición una ingente cantidad de siervos infernales que sin duda se harían pasar por tales. Sin embargo, las minucias del argumento eran irrelevantes, lo único que el viejo Marine tenía claro era que quería acabar cuanto antes con esa amenaza: El Señor ordenaba, y él cumplía.

— ¡Reuníos aquí todos! Preparaos para la invasión. El señor de la caza... ¡ha venido a cazaros! — Y se hizo la desesperación. La plaza se vio envuelta en gritos, personas protegiéndose de las consecuencias y personas afrontándolas como estúpidos que aún creían en su verdad. ¿Y de quién era, para ese entonces, la verdad absoluta?  ''No cometas el crimen barón si no vas a cumplir la condena''. Esa era la filosofía de Astor, y allí la pondría en práctica. Berserk exhaló el primer suspiro ahogándose superficialmente entre las carnes y vísceras de un pirata decidido a defender su vida, que no terminaría hasta pasados unos minutos. El criminal desenvainó su espada e intentó un ataque vertical contra el viejo, quien fácilmente se zafó moviéndose a un lado. Realizó un par de fintas bailando la hoja de la espada de extremo a extremo y obligando al muchacho a retroceder hacia atrás; en un intento desesperado se defendió de un ataque apartando su cuerpo hacia la derecha, donde Berserk esperaba para realizar un corte horizontal. El muchacho cayó de bruces contra el suelo abandonando cualquier atadura a la tierra: —No volverás a contaminar más este lugar sagrado, escoria de Satán — Astor murmuró casi para sus adentros mientras volvía la mirada al centro de la plaza, donde para entonces yacían cinco cuerpos inertes, libres de pecado.

El viejo Marine no tenía demasiado tiempo como para pararse a analizar la situación, por lo que se volvió rápidamente y persiguió con la mirada a un hombre de edad similar a la suya que ladeaba la cabeza de extremo a extremo en busca de una salida. Astor le pilló desprevenido. Iba desarmado y se encontraba en una situación desesperante: nada más percatarse de la presencia de su atacante se dirigió a él cual gorila resentido después de vivir una vida entera entre las rejas de un parque de exhibición. Golpeó con los puños desnudos la hoja de la espada de Astor a medida que éste se defendía de los golpes, y en una rápida oportunidad oprimió el arma dentro del estómago del individuo cual prisionero dentro de un charco de lodo. Astor se tambaleó. Se le habían echado encima sin tiempo para reincorporarse: el desconocido gritaba y aullaba, al parecer por la vida que el Marine acababa de hacer expirar. Se volteó rápidamente para encontrarse con los ojos del muchacho, que anegados en lágrimas le prometían una muerte segura. Eran demasiadas sensaciones, demasiados sentimientos. El viejo se irguió imponente y enfundó su espada a la espera de recibir algún tipo de embestida por parte del muchacho, la cual no tardó más de diez segundos. Se abalanzó contra su figura e inmediatamente fue sujetado por ambos hombros y golpeado sobre el suelo, lo que continuamente le abrió una llaga en la espalda. Astor lo observó desde arriba y determinó una muerte no demasiado próxima, pero sí segura.

Se alejó del cuerpo y se dirigió al centro de la plaza, la cual estaría vacía para entonces. Cerca de su amparo, sabía ahora más que nunca que sus plegatorias estaban siendo correspondidas. Ahora sólo quedaba seguir las indicaciones previamente acordadas y esperar a que todo se desenvolviera según lo planeado. ''Éste, éste es el objetivo del Señor.''

En un intento de egocentrismo latente, mientras descendía de las plataformas con la mayor lentitud posible, impactó suelo con una floritura en el aire bien coordinada. Desenfundó a su espada legendaria y asestó un tajo con mano derecha sin dirigir una mirada a su oponente. Creó un aura de luz para que la luz se evaporase antes de salpicar contra su ropa y continuó la marcha colocándose de lado para evitar una estocada. El enemigo avanzó hacia delante de forma violenta debido el impulso y Dark aprovechó para diezmar a su enemigo con un juego de manos y la famosa espada larga. Respiró hondo y se agachó, colocando la mano izquierda en el suelo e incorporando el peso sobre esta para asestar dos patadas de barrido a los enemigos. Lanzó la bastarda al aire y con un ágil movimiento dibujó dos ondas de luz que finalizaron a cada enemigo sin titubear. Giró a la son mientras el arma caía dando vueltas y la agarró, soltando una estocada mientras caía a la cabeza de su enemigo, atravesando completamente el cerebro de este. Le importaba bien poco si sufrían o no, la cuestión era limpiar la isla de piratas. Clavó la espada en el suelo y se remangó las mangas, corriendo hacia otro de los enemigos y volteándolo mientras lo agarraba de la muñeca.

Una vez el enemigo se encontraba en el aire, le asestó un puñetazo con el brazo izquierdo, el dracónico. El cuerpo impactó contra el suelo de forma bruta y el sonido del cráneo rompiéndose finalizó la esperanza de vida del joven. ¿Por qué no había un rival a sus alturas? Rugió un gran haz de luz hacia el cielo, intentando provocar la atención del líder del a isla. Golpeó con una patada la hoja para impulsarla hacia arriba, agarrándola y asestando dos tajos rápidos en el estómago del enemigo que tenía a sus espaldas. "Soy el señor de la caza. Al señor de la caza no puedes atacarlo por detrás. Ni por delante. Soy invencible." murmuró mientras asestaba el último golpe al pirata. Todos los demás que quedaban temblaban del miedo, una misma bestia sedienta de sangre estaba enfrente de ellos. Pero Dark se estaba alejando del papel y su personalidad. Los piratas le enrabiaban y su piedad se transformaba en ira. Observó los cadáveres y llevó la mano al filo, limpiándolo de toda la sangre que lo impregnaba en carmesí. Con una ágil danza asestó cada golpe, contado cada cadáver que caía contra el suelo. Suspiró y, como si la batalla aun no hubiese empezado, enfundó el arma mientras veía cómo el hombre volvía a su lado. Observó la plaza con mirada de enfado y se acercó a esta.

"¡Tus hombres no nos sirven! ¡Ven aquí, muestra tu cara, y lucha por tu territorio!" grité no sin antes inspirar todo el aire que pudiera en ese mismo momento. "¡Ríndete o lucha, pero hazlo ya! ¡Evitemos más muertes y pudríos en la cárcel!" acabó diciendo mientras suspiraba hondo. Había gastado todo su aire entre los dos gritos y le dolía ligeramente la garganta gracias a la magnitud del sonido. Si el plan salía como habían tramado, el líder se presentaría en aquel momento. Dark miró hacia el Den Den mushi y esperó una respuesta de la Marina, no iban a durar mucho y eso era muy aburrido en cierta parte. Tenía un aliado importante a su lado y, aunque el narcisismo le hacía pensar de que él mismo se valía solo, nunca iba de más tener alguien al lado. Y menos alguien de la Marina, alguien que podría justificar cada hecho del moreno. Dentro del plan, Astor era la prueba irrefutable de que el plan no fallaría, el testigo de parte del gobierno. Desde este punto de vista parecía que lo estaba manipulando, pero lo hacía todo de forma inconsciente. Él era así en su fondo, calculador, estratégico. No podía fallar su plan y mucho menos en una isla llena de piratuchos. Se cruzó de brazos esperando al líder de la isla mientras taconeaba con ímpetu para quitarse la sangre del talón. Había sido una carnicería, sí, pero no se podía resolver un conflicto así de ningún método. "Todos los que no queráis ser brutalmente asesinados, id para el puerto. Entregaos a nombre de Dark Evans Satou." ordenó mientras los más desdichados huían al puerto. Dulce poder.

La plaza estaba vacía. Aún se oía el leve murmullo desesperado de los individuos que corrían hacia el puerto con la intención de dejar impoluta la poca reputación que quedaba de ellos, de huir a otras tierras y borrar la mancha que habían generado en su expediente a lo largo de tantos años... Ingenuos. Lo último que haría Astor ese día sería dejarlos marchar y a cuestas de su propia vida, pues nada ni nadie le impediría cumplir las ordenanzas de su Altísimo a voluntad propia. De eso estaba seguro.

Un pequeño zumbido rodeó entonces toda la plaza y sus alrededores, que por consiguiente evolucionó a una impresionante detonación que hizo temblar hasta el mango de Berserk. Astor frunció el ceño e intentó buscar con la mirada el núcleo de la explosión: en vez de eso se encontró cara a cara con una inmensa cantidad de agua corriendo en dirección al cielo y perdiéndose detrás de numerosos nubarrones grises. Astor reconoció ese fenómeno de inmediato, sin embargo no se dio el lujo de comentarlo con Dark Satou. Los criminales habían hallado una salida dentro de un barco que no tardaría demasiado en dar la vuelta y marcharse: —Haz lo que tengas que hacer allí arriba —señaló el lugar desde donde se había detonado la explosión en un ademán con la cabeza —, yo haré mi trabajo en el puerto — finalizó la frase con una voz más gruesa de lo común y esperó alguna reacción por parte del Señor de la Caza, que no esperó demasiado para sacar un pequeño Den Den Mushi del interior de su chaqueta y entregárselo a Astor mediando entre ambos una mirada confianzuda.

El viejo Marine tomó el Den Den Mushi y se alejó a prisa de La Fuente de los Deseos, recorriendo cada una de las calles hasta el puerto. Aún no podía creerse el tiempo que había invertido en esas tierras sin darse cuenta de lo que de verdad estaba pasando. De cualquier manera ésos eran los planes del Señor, ésa era su única voluntad, y allí estaba él cumpliéndola en sustitución suya. El trono de Jaya iba a serle arrebatado esa noche a quien quera que fuese el infame y desagradecido hombre que estuviera permitiendo esas imprudencias y barbaridades sobre los actos de sus ciudadanos, y después de todo se alegraba de que Dark Satou fuera la llave de su tan prometedora celda en prisión. ''Despídete de tu libertad, miserable pecador.''

La angosta calle que le dio la bienvenida al puerto de Jaya se vació de repente después de que Astor se hiciera presente entre la multitud. El bullicio de gente esperaba la llegada del barco ya planenando su sitio dentro de él cual último bote en una inundación irreversible. Sin darle demasiadas vueltas dejó respirar la hoja de su espada desenvainándola en un afilado sonido y avanzó hasta el núcleo del alboroto, donde los individuos decidieron luchar unidos al verse desnudos de opciones. Algunos se defendían con objetos recién encontrados, otros con los puños, otros tiraban cosas y el resto simplemente miraba cobijándose de cualquier peligro. Berserk seguía bailando a pesar de las contrariedades bélicas de aquellos estúpidos, realizando su primera sangría sobre las clavículas de un valiente individuo al que le fallaron las rodillas un momento más tarde. Uno tras otro, Dios ayudaría a su ciervo a expirar los pecados de cada uno de ellos y plegar por el derrumbamiento del trono, aunque después de todo eso último no fuera tan necesario como parecía.

El muchacho miró atentamente al cielo pudiendo observar la corriente que conducía a Skypea, la famosa isla de los cielos. Todos comenzaron a huir en dirección hacia el puerto, exceptuando los que fueron partidos por la mitad en el intento gracias a una onda de luz del moreno. "Tres menos, viejo" dijo en un intento de llamar la atención del hombre mayor. Después de los sucesos próximos se acercó hacia este y le otorgó un Den Den Mushi para comunicarse con él si ocurría algún problema. De forma rápida, se dirigió mientras agarraba su espada pero... Una gran explosión. Tan fuerte que costaba incluso mantenerse de pie. Dark se colocó medio agachado para aguantar el equilibrio mientras tenía la mano apoyada en el suelo y miró el origen de la explosión. "Ese es mi destino" pensó mientras comenzaba a correr hacia el origen.

Una vez llegó, miró hacia todos los lados y volvió a gritar "¡te ordeno que salgas de ahí, no hay más hombres que te protejan!" y esperó seguir el plan tal y como estaba previsto. Tocó su transmisor por si Astor le comunicaba algo por Den Den Mushi y se colocó la armadura mientras agarraba la Saijo de agua, atento hacia todos los lugares por si alguien salía a atacarle. Lo partiría por la mitad a la primera, sin duda. "Ahora solo falta que el viejo no se me muera" pensó de forma algo fúnebre. Confiaba en las capacidades de Astor, pero tal vez le había dejado solo con demasiado.

La finta horizontal realizó un corte profundo debajo de las clavículas del hombre, que seguidamente cayó de rodillas sobre el suelo. La sangre no tardó en aparecer embadurnándole hasta el abdomen a la par que el muchacho se llevaba las manos a la grieta con intención de cortar la hemorragia. La atención que Astor le prestaba fue inmediatamente obstruida por el empujón de algún otro criminal; al parecer estaban haciendo fila para intentar derrotarlo, pero lamentablemente la situación daría un giro dentro de muy poco tiempo. La gente que conocía a Astor decía que mataba indiscriminadamente, a sangre fría, pero estaban equivocándose. Los criminales estaban sellados con una marca de fuego, una marca que se veía reflejada en sus ojos y que de ninguna manera podía escapar de la intuición del viejo. Y aún menos tratándose de esa isla.

El criminal le atestó un golpe en la barbilla, expulsándolo unos dos metros hacia atrás. El viejo se limpió la sangre que ahora le recorría el cuello en una fina línea y, con los ojos entornados produjo un par de secas palabras: -Eres una mancha; todos vosotros sois una mancha dentro de esta tierra agraciada por nuestro Altísimo... Y Él me ha encargado liberaros, así que vamos, confiésame tus pecados... ¡y purga por ellos! -Astor recorrió los pocos metros que le separaban del hombre y realizó un par de fintas antes de que la hoja de Berserk pudiera palpar las vísceras del muchacho y dejar recorrer el líquido escarlata a través de ella. ''Es hermoso, ¿no lo es? Cuenta las gotas que se desprenden de ese ser humano. Cuenta los segundos que tarda la sangre en caminar desde la punta hasta la hoja de la espada. Cuenta las lágrimas anegan esos ojos llenos de pecado. Cuenta las veces que sus labios produzcan palabras de clemencia... Y, finalmente, cuenta cada uno de sus suspiros hasta que el silencio haya ocupado el interior de sus pulmones. ¿No es... hermoso?''

Astor recordaba las palabras del Padre Gaara a medida que luchaba contra ese muchacho, cada vez más empeñado en defender su vida, pero sin embargo su anatomía no se lo permitiría durante mucho más tiempo. Atestó hasta el último golpe y recibió todas las fintas que no fue capaz de esquivar hasta desprenderse y chocar de bruces contra el suelo. Ésa fue la historia de su salvación.

Los siguientes criminales seguían detrás de él haciendo cola por atacarle. Pasó demasiado tiempo hasta que el puerto quedara en silencio y, con eso, las fuerzas de Astor. Cada una de esas almas en pena había conseguido realizar por lo menos un suplicio hacia el Marine habiendo concluido en un fuerte dolor de huesos, de cuerpo... Estaba cansado; derrotado físicamente. Exhaló un gran suspiro antes de caminar lentamente hacia unas cajas apiladas y descansar su cuerpo sobre ellas. El barco que los criminales esperaban aún estaba de camino al puerto, tal vez a unos diez minutos... no era precisamente el tiempo que el viejo necesitaba para recuperarse.

El agua relucía intensamente. La naturaleza se fundía con los sentidos. La atención que dedicaba el moreno a todo su entorno para evitar posibles trampas era extrema. Pisaba con lentitud el terreno y comprobaba cualquier sonido, incluso el de las ramas que quebraban bajo su calzado. Tenía analizada la situación en la que se encontraba; estar en la nada, sin ningún tipo de ayuda. Levantó la Saijo colocándola a varios centímetros de su cara, comparando el color del arma con el del pequeño claro que tenía delante. Había logrado llegar al lugar gracias a los rastros de olor impregnado en el aire. Pequeños árboles con llamas consumiéndolos y un entorno del cual carecía de sentido natural. "Aquí estará, supongo." se dijo hacia sí mismo mientras elevaba pequeñas corrientes de agua y apagaba los fuegos. La naturaleza era un medio ambiente importante de cuidar y proteger, y no le costaba en ningún tipo de medida usar el poder de su arma, para evitar la extensión del pequeño incendio. "El viejo no llama, los habrá finiquitado." pensó mientras andaba.

El rostro sereno del moreno se tornaba en uno más serio y atento. Cerró los ojos mientras hincaba una rodilla contra el suelo y palpaba la desnuda mano, mezclándola entre tierra y hierba. Agudizó aun más sus sentidos y se fijó en si habían presencias al rededor de él, cosa la cual le sorprendió en aquel momento. Con un mínimo esfuerzo, se tendió de pie una vez más y dirigió varios pasos rápidos hacia una roca en forma de punta. Sobredestacaba entre el extenso follaje y era digno de prestar atención. Pero tras mirarla durante un rato y dar varias vueltas, observó de que tal vez simplente serían especulaciones suyas. Suspiró apoyándose en un árbol con la mano derecha, pero pudo llegar a notar con el tacto una hendidura en la madera importante. Con digno aprecio se tornó para poder fijarse qué era aquello. Observó una cruz blanca, tallada y pintada encima del tronco. Pasó de forma lenta el dedo, dándose cuenta de que no mantenía la rugosa textura del árbol. Era algo más fino y suave, y le extrañaba hasta en cierta parte que estuviera allí marcado. Gracias a que era una persona curiosa y sobretodo abierta ante mitos y especulaciones, clavó su arma con ímpetu en el árbol y esperó que pasara algo.

Para el moderador:

El viejo suspiró y se levantó a la par que envainaba a Berserk, aún con la hoja sucia. Caminó tranquilamente hasta la orilla del puerto, donde se cruzó de brazos y se quedó inerte observando el horizonte: el barco se había parado en seco y ahora vagaba en mitad del mar, probablemente a la espera de nuevas instrucciones. El lugar estaba lleno de cuerpos tendidos sobre el suelo haciendo de mantel sobre una extensa capa de sangre que dentro de poco se impregnaría en la madera hasta secarse por completo. Lo más seguro es que se hubieran dado cuenta de ello, pero... ¿Cuándo había sucedido todo? A Astor le daba la sensación de que hacía sólo un momento se encontraba con el muchacho cazador en el centro de esa plaza... ¿Y qué habría sido de él? El marine extrajo del interior de su indumentaria el Den Den Mushi que Dark le había proporcionado y se quedó observándolo durante unos instantes, luego lo guardó. Dondequiera que estuviera, no necesitaría ayuda y de cualquier manera, él no estaba lo suficientemente capacitado como para acudir..., no en ese momento.

Tras permanecer el suficiente tiempo ahí, de forma estúpida, decidió que tal vez no estaría haciendo lo correcto. Generó un peso de luz encima de la roca y clavó un arma del mismo elemento en el árbol con el símbolo tallado. Después, continuó pensando en las presencias que había captado anteriormente con el mantra y seguía captando gracias a la automatización de este. "Si están debajo, tendré que destruir el suelo, supongo." dijo mientras daba varios pasos hacia atrás y levantaba con fragilidad el brazo. "Sumasshingu-on pronunció de forma leve en un susurro que se desvanecía al instante. Juntó el dedo índice y el corazón y los levantó con rapidez, creando un pilar gigantesco de luz que salió disparado contra el cielo y, gracias a la velocidad de este, rompió la barrera del sonido del mismo lugar, quebrando totalmente el suelo y rompiéndolo de forma bruta. "Nada que no esté dentro de mi poder." pensó mientras saltaba hacia dentro imaginando qué serían las presencias. Si algo fallaba, recurriría a su técnica secreta y acabaría de la forma más rápida. Era su técnica estrella en espacios cerrados, sin duda.

Hikari no Kami, Sumasshingu on:

Tal como el moreno se esperaba, un enorme hombre dirigía un ataque hacia él tras caer. Una onda de choque era muy fácil de esquivar, o más bien cortar. Desenfundó a su espada legendaria soltando un Iai de luz con propiedad de Tennohashira. Tras envainar una vez más la espada en la funda mecánica, la onda se partió por la mitad y se desvaneció a escasos centímetros de él. Había logrado hacer un golpe tan coordinado gracias a su altísima velocidad, mantra y reflejos extremos. Suspiró decepcionado mientras miraba a la persona que se mantenía delante de él y se acercó de forma promiscua. "Haruno Ro." dijo entre susurros. Tras decirlo, la funda propulsó la espada con una ráfaga de viento a la altura del torso de su enemigo. Dark la agarró con las dos manos y dio un giro sobre su eje para intentar un corte imbuido en luz que después se desprendía en una gran onda. Mientras el corte intentaba impactar, una pequeña explosión salió de este al son de la onda de luz. Los dos se encontraban cuerpo a cuerpo y Dark era extremadamente veloz, sumado a su gran fuerza. Si el enemigo era usuario de una akuma, cosa que Dark no podía saber, el corte le debilitaría de una forma total. Haruno Ro tenía propiedades de Kairoseki, a su manera, y Dark había imbuido la espada en haki de armadura. Al fin y al cabo, era una espada legendaria y digna de admirar. Elevó la mirada para observar a su enemigo y notificar sobre el golpe.

Técnicas usadas:

El corte le había provocado grandes daños a la altura del torso, cosa que alegró sin dudas al moreno. Aprovechó para blandir a Haruno Ro una vez más y soltar otro corte pero, para su pesar, agarró tres bolas amarillas y las ingirió. Se transformó en un gran rinoceronte y Dark se lo quedó mirando sin extrañarse ni poner ningún tipo de cara o mueca de miedo. Suspiró y se volvió luz esquivando el ataque completamente y dejando que comenzara a destruir cosas con su embestida. Miró hacia el lugar por donde habían huido y corrió para allá. "Bien, me ahorras el trabajo. Menos piratas que tendré que matar." dijo mientras miraba el pasillo por el que habían huido. Iba a matarlos, y rápido. Quería acabar ya con esto. Así que lo único que tenía que hacer era llegar al jefe ya.

El cuerpo del moreno se abrió entorno a las balas. Su cuerpo estaba automatizado para abrise en pequeños huecos por los que pasaban estas. Lograba divisarlas gracias a sus reflejos y ojos a 300 fps. Rió con una mano en la cara y se acercó con fintas rápidas, elevando la mano con la espada y pegando un corte con esta. Mientras lo intentaba, con la otra mano, creó un pilar que hizo que se rompiera la barrera del sonido detrás de su oponente, para que no pudiera esquivar por ahí. El espadón era de ocho metros de luz e iba en diagonal, rompiendo todo el pasillo. Sería muy difícil de esquivar gracias a su velocidad a la que se tiraba, ya que era una onda de luz. "¡Fuera de mi camino! Gritó mientras intentaba atravesarlo. Una vez estuvo detrás de su oponente ni se giró para ver si estaba vivo o muerto. Seguramente lo habría partido por la mitad, pero le importaba bien poco. Estaba en Jaya para limpiar la isla, y no para remordimientos. "El pasillo me va que ni pintado." Exclamó mientras continuaba corriendo hacia delante e ignorando el estado de su anterior enemigo. Tenía el mantra automatizado y si tenía que seguir luchando con este, solo tendría que girarse.

Técnica usada defensiva:

Técnicas usadas ofensivas:

El objetivo del moreno se encontraba partido por la mitad, justo como lo había planeado. Todo parecía ir bien hasta que llegó un rubio de melena larga que destrozó el techo y se elevó hacia arriba. "¿Este tío se cree que soy tonto? Si se eleva, es para lanzarme algo." Intuyó mientras activaba su haki y evadía los escombros con facilidad. Y así hizo, lanzando una gran onda. Estaba imbuida en haki y era algo que lograría rechazar. Aguantó a Haruno Ro con las dos manos y, suspirando hondo, lanzó una gran onda intentando cortar la de su enemigo por la mitad. Su onda era de luz y también iba imbuida en haki, utilizando una técnica nueva que había aprendido.

Muy para su pesar, la onda le golpeó por los un lado, ya que solo pudo esquivarlo por un lateral. Se chocó contra la pared bruscamente y elevó la vista hacia su enemigo, tras lograr notificar todo su brazo izquierdo con la ropa arrancada. "Lástima." Se dijo a sí mismo mientras blandía a Haruno Ro una vez más y se lanzaba a una velocidad vertiginosa a por su enemigo. El filo de la hoja comenzó a iluminarse y Dark intentó pegar un tajo encima de su enemigo. Una vez el tajo se intentó, una gran explosión concentrada de diez metros iluminó el aire. Bajó al suelo y miró hacia arriba, intentando notificar si había sido efectivo. No lograba sentir el dolor pero sabía de sobras que el simple hecho de que hubiera sido golpeado en el brazo dracónico, le había salvado de perderlo. Ya haría su regeneración efecto.

Técnica defensiva:

Técnica ofensiva:

Efectivamente, el hombre se había caído. Estaba totalmente quemado. Tenía un gran poderío pero se había equivocado de persona. Se acercó hacia este mirándole y dedicándole varios segundos de silencio. "Una persona fuerte siempre merecerá mi respeto y su debido tiempo." Le comunicó el moreno mientras se arrodillaba ante este y el puño cogía más intensidad. "Si hubieses aplicado este poder para proteger, en vez de para la tiranía, tal vez estarías a mi lado luchando para conquistar esta isla." Acabó comunicando mientras tras un "hasta luego" intentaba explotarle la cabeza con una pequeña explosión de puño para que no sufriera por las quemaduras.

Suspiró y se giró, el rinoceronte aun daba problemas. Cargó a Haruno Ro y se lanzó con una rápida carrera a sprint para intentar tirar un tajo cargado con una onda de luz llena de haki, y, a la vez, en el mismo tajo, una miniexplosión. Iba a la altura de la cabeza, intentando finiquitarlo de la misma forma con la que mató a su jefe, sin hacerle sufrir. Tras intentar dar aquel combo de ataques, mantuvo varios metros de distancia y se curó el brazo con el manual micaiah.

Técnicas: