Byakuro Kyoya
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Byakuro caminaba por las calles de Loguetown. Mostaza, la cría de loro gigante observaba todo a su alrededor con curiosidad. Era la primera vez que aquel pajarito veía una ciudad como aquella, tan grande y llena de vida. Y de lluvia. Y de niebla. Maldita sea, en momentos como aquel, al chico le gustaría tener de nuevo su antiguo dominio de las ilusiones. Podría estar seco y a gusto. Sus pasos lo llevaron a un pequeño bareto que se encontraba a un lado de la calle, pasando por una galería bajo una casa y descendiendo por unos callejones. La verdad es que el local estaba bastante escondido, y de no ser por el sonido que provenía de su interior, seguramente el cazador habría pasado de largo.
El ambiente era bastante animado en el interior: música de piano, un saxofonista de tez oscura y una mujer cantando, con un precioso vestido rojo. El lugar estaba bastante lleno, pero sin llegar a abarrotado. La música fluía y el ambiente era relajado. El cazador se sentó a observar a la cantante, cuyo cuerpo se marcaba bajo el vestido, mostrando unas curvas de infarto. Un camarero ataviado con un traje completamente negro se acercó a la mesa y le dijo:
- Lo siento, señor, pero no puede estar aquí, este es un evento privado. -el camarero parecía algo nervioso ante la posible respuesta del cazador, que simplemente se encogió de hombros y le preguntó.
- No molestaré. Tan solo busco un lugar para refugiarme de la lluvia. En cuanto amaine un poco, me iré de aquí. No hace falta que me traiga nada. -dijo, mientras se levantaba y se dirigía a la entrada del local, mientras el camarero lo miraba con expresión dubitativa.
Apenas llevaba un par de minutos al lado del umbral, cuando la puerta se abrió, y un hombre flanqueado por dos enormes tipos de esmoquin, con rasgos que recordaban a un orangután más que a un humano, entró en el lugar. A su lado, una mujer con un vestido púrpura saludaba a todos los presentes con la mano. En cuanto el hombre lo vio, su boca se torció en una fea mueca.
- ¿Y tú quién eres? -preguntó- Chicos, sacad a este vagabundo de mi local.
- Byakuro Kyoya, señor -dijo el cazador, mientras los dos matones se colocaban a su lado. El chico los miró: le sacaban casi tres cabezas de alto y cinco de ancho. Eran verdaderos monstruos. De un movimiento, el cazador sacó su bastón y añadió-. No es necesario que sus gorilas me echen, ya sé dónde está la salida.
Sin más palabras, se dio media vuelta y salió por la puerta, corriendo, mientras Mostaza repetía: "Gorilas, gorilas". Aún con esta retahíla, los dos hombres tardaron un poco en recibir el mensaje en su diminuto cerebro, pero en cuanto lo hicieron, salieron corriendo tras el cazador, mientras el hombre del abrigo gritaba:
- ¡TRAS ÉL, IDIOTAS!
El ambiente era bastante animado en el interior: música de piano, un saxofonista de tez oscura y una mujer cantando, con un precioso vestido rojo. El lugar estaba bastante lleno, pero sin llegar a abarrotado. La música fluía y el ambiente era relajado. El cazador se sentó a observar a la cantante, cuyo cuerpo se marcaba bajo el vestido, mostrando unas curvas de infarto. Un camarero ataviado con un traje completamente negro se acercó a la mesa y le dijo:
- Lo siento, señor, pero no puede estar aquí, este es un evento privado. -el camarero parecía algo nervioso ante la posible respuesta del cazador, que simplemente se encogió de hombros y le preguntó.
- No molestaré. Tan solo busco un lugar para refugiarme de la lluvia. En cuanto amaine un poco, me iré de aquí. No hace falta que me traiga nada. -dijo, mientras se levantaba y se dirigía a la entrada del local, mientras el camarero lo miraba con expresión dubitativa.
Apenas llevaba un par de minutos al lado del umbral, cuando la puerta se abrió, y un hombre flanqueado por dos enormes tipos de esmoquin, con rasgos que recordaban a un orangután más que a un humano, entró en el lugar. A su lado, una mujer con un vestido púrpura saludaba a todos los presentes con la mano. En cuanto el hombre lo vio, su boca se torció en una fea mueca.
- ¿Y tú quién eres? -preguntó- Chicos, sacad a este vagabundo de mi local.
- Byakuro Kyoya, señor -dijo el cazador, mientras los dos matones se colocaban a su lado. El chico los miró: le sacaban casi tres cabezas de alto y cinco de ancho. Eran verdaderos monstruos. De un movimiento, el cazador sacó su bastón y añadió-. No es necesario que sus gorilas me echen, ya sé dónde está la salida.
Sin más palabras, se dio media vuelta y salió por la puerta, corriendo, mientras Mostaza repetía: "Gorilas, gorilas". Aún con esta retahíla, los dos hombres tardaron un poco en recibir el mensaje en su diminuto cerebro, pero en cuanto lo hicieron, salieron corriendo tras el cazador, mientras el hombre del abrigo gritaba:
- ¡TRAS ÉL, IDIOTAS!
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Una isla por la cual aquella chica tenía curiosidad, nunca antes había visto el lugar dónde el supuesto rey de los piratas murió y nació. Sus rojizos ojos bajo su capucha, tenían un brillito especial, sin embargo su expresión seria y su gesto de enfado estropeaban dichos orbes. Siempre solía estar de aquella forma, con un humor de perros o de forma sádica, pero no se le veía sonreír de forma dulce nunca, ella era así. La lluvia caía sobre ella pero le daba igual, vestía con una sudadera de color negro, unos pantalones largos del mismo tono y unas sandalias de madera. En el lado derecho de su cintura parecía haber una especie de vaina, allí ocultaba su preciosa Katana.
- ¿Ese tal Roger murió aquí? La verdad es que todo esto es demasiado aburrido, ojala encuentre pronto una presa con la que poder jugar un ratito, sería bueno ver de nuevo el hermoso color rojizo salir del cuerpo de alguien.
A continuación se giró dándole la espalda al patíbulo y miró a su alrededor, estaba sola en la plaza y no había ni un solo alma, cosa normal debido al temporal. Agachó la cabeza y empezó a pasear bajo la lluvia mientras soltaba un leve suspiro. De repente sus ojos pudieron ver como un tipo con un pájaro en el hombro salía corriendo de un callejón, se quedó mirándole unos segundos, pero no le dio importancia y por ello siguió su camino. Justo cuando pasaba por el pasillo por el que ese tipo había surgido, dos hombres de tamaño colosal surgieron de la nada, el primero de ellos la esquivó bien, pero el segundo la atropelló en su carrera, tirándola al suelo con violencia debido al accidental placaje.
La chica acabó tirada en un charco y empapada, se levantó despacio y fue cuando el primer musculitos siguió corriendo, sin embargo el segundo se puso a pedirle disculpas, ella agachó su cabeza y llevó la mano a la funda de su arma. La sacó lo más rápido posible y de un tajo cortó la mano de su asaltante, el tipo cayó al suelo entre gritos al ver como su preciosa mano caía al suelo, el líquido carmesí empezó a surgir de forma exagerada mientras ahora Milena colocaba su pie sobre el pecho de aquel hombre. Se quitó la capucha dejando ver su pelo largo lacio y su rostro serio y tétrico, después lamió la hoja de su katana por la parte ancha y apuntó con ella a aquel tipo que parecía asustado pese a su tamaño.
- Me has puesto chorreando… ¿Tienes familia? Deberías ir despidiéndote por qué tu vida acaba aquí.
- ¿Ese tal Roger murió aquí? La verdad es que todo esto es demasiado aburrido, ojala encuentre pronto una presa con la que poder jugar un ratito, sería bueno ver de nuevo el hermoso color rojizo salir del cuerpo de alguien.
A continuación se giró dándole la espalda al patíbulo y miró a su alrededor, estaba sola en la plaza y no había ni un solo alma, cosa normal debido al temporal. Agachó la cabeza y empezó a pasear bajo la lluvia mientras soltaba un leve suspiro. De repente sus ojos pudieron ver como un tipo con un pájaro en el hombro salía corriendo de un callejón, se quedó mirándole unos segundos, pero no le dio importancia y por ello siguió su camino. Justo cuando pasaba por el pasillo por el que ese tipo había surgido, dos hombres de tamaño colosal surgieron de la nada, el primero de ellos la esquivó bien, pero el segundo la atropelló en su carrera, tirándola al suelo con violencia debido al accidental placaje.
La chica acabó tirada en un charco y empapada, se levantó despacio y fue cuando el primer musculitos siguió corriendo, sin embargo el segundo se puso a pedirle disculpas, ella agachó su cabeza y llevó la mano a la funda de su arma. La sacó lo más rápido posible y de un tajo cortó la mano de su asaltante, el tipo cayó al suelo entre gritos al ver como su preciosa mano caía al suelo, el líquido carmesí empezó a surgir de forma exagerada mientras ahora Milena colocaba su pie sobre el pecho de aquel hombre. Se quitó la capucha dejando ver su pelo largo lacio y su rostro serio y tétrico, después lamió la hoja de su katana por la parte ancha y apuntó con ella a aquel tipo que parecía asustado pese a su tamaño.
- Me has puesto chorreando… ¿Tienes familia? Deberías ir despidiéndote por qué tu vida acaba aquí.
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Byakuro seguía corriendo, cuando escuchó un choque tras él. Uno de los hombres parecía haberse chocado con una mujer cuyos rasgos no lograba ver debido a la capucha que llevaba. Sin embargo, el otro gorila lo seguía aún. Por desgracia para el matón, ahora que no habían tantos testigos, podía librarse de él sin muchos problemas.
- Bueno, amigo, sé que es tu trabajo, pero no voy a dejarme apalizar por ti. -sonrió mientras colocaba su bastón frente a él. El hombre no se detuvo, parecía tratar de embestir al chico y lanzarlo por el aire con el impacto.
Una imagen llegó a la cabeza de Byakuro, y supo que el ataque vendría por la derecha. En efecto, un instante después, el hombre lanzó un fuerte puñetazo hacia él, dirigido al hombro. Pero el cazador ya había interpuesto su arma, ardiendo con llamas vitales, e imbuida en haki. El golpe lo desestabilizó, y fue entonces cuando escuchó un desgarrador grito proveniente de detrás del gigantón. El otro guardaespaldas yacía en el suelo, gritando mientras de su brazo salía disparado un chorro carmesí. Sobre él estaba la mujer, cuyo cabello negro estaba mojado por la lluvia. Llevaba en la mano una katana ensangrentada. El cazador ni siquiera pensó en las consecuencias. Extendió el brazo frente a él, y de su mano brotó una cadena de energía, con la que trató de golpear el arma de la chica, para evitar que acabase con aquel hombre. La cadena iba imbuida en unas llamas violetas, que potenciaban más el ataque, además de ir reforzada con haki armadura.
- Bueno, amigo, sé que es tu trabajo, pero no voy a dejarme apalizar por ti. -sonrió mientras colocaba su bastón frente a él. El hombre no se detuvo, parecía tratar de embestir al chico y lanzarlo por el aire con el impacto.
Una imagen llegó a la cabeza de Byakuro, y supo que el ataque vendría por la derecha. En efecto, un instante después, el hombre lanzó un fuerte puñetazo hacia él, dirigido al hombro. Pero el cazador ya había interpuesto su arma, ardiendo con llamas vitales, e imbuida en haki. El golpe lo desestabilizó, y fue entonces cuando escuchó un desgarrador grito proveniente de detrás del gigantón. El otro guardaespaldas yacía en el suelo, gritando mientras de su brazo salía disparado un chorro carmesí. Sobre él estaba la mujer, cuyo cabello negro estaba mojado por la lluvia. Llevaba en la mano una katana ensangrentada. El cazador ni siquiera pensó en las consecuencias. Extendió el brazo frente a él, y de su mano brotó una cadena de energía, con la que trató de golpear el arma de la chica, para evitar que acabase con aquel hombre. La cadena iba imbuida en unas llamas violetas, que potenciaban más el ataque, además de ir reforzada con haki armadura.
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Milena observaba a su presa de forma serena y calmada, su katana estaba lista para acabar con el trabajo. La piedad no estaba en su diccionario y ahora dejó escapar un leve suspiro mientras su rostro se adornaba con una sonrisa algo tétrica. Aquel hombre incluso parecía estar rezando en voz baja, no le quedaba mucho de vida y realmente a la científica del gobierno le daba absolutamente igual lo que pasara. Ahora realizó un tajo hacia abajo, el cual iba buscando el cuello de aquel tipo, el brillo del arma se pudo ver fácilmente, de repente un sonido metálico inundó los oídos de la espadachín.
Su mirada no se inmutó ni lo más mínimo, siguió fija en su presa, la cual ahora parecía estar temblando y jadeando pese a su tamaño. Algo estaba fallando y fue cuando la joven se dio cuenta de que ese idiota seguía con vida, aquello no era posible pues nunca solía fallar sus cortes de ninguna manera. No pudo evitar llevar su mirada a la mano y vio que su arma ya no estaba allí, deslizó un poco la vista hasta ver su arma tirada en el suelo, presa del agua que caía del cielo hacia ella. Milena se quedó mirándola unos instantes pensativa, no entendía que había pasado y aquel imbécil no había podido ser.
No tuvo otro remedio que darse la vuelta lentamente hasta que pudo ver a otro de aquellos gorilas y a un joven de cabellos púrpuras, era el mismo que había pasado anteriormente con aquella ave en su hombro. Alzó una ceja mientras lo iba observando de arriba abajo, finalmente se quedó pensativa, sabía que no podía fiarse de nada y ese hombre no parecía ser muy normal, de hecho le daba igual en el fondo. Empezó a caminar hasta su arma y la tomó con total calma y cuidado, metiéndola después en su funda y caminando hasta aquel hombre, ignorando al gorila manco que tenía tras ella, nada más llegar hasta el tipo, se frenó. Sus rojizos ojos se clavaron en los suyos de forma calculadora.
- ¿Quién eres?
Dijo simplemente con un tono bastante seco y despreocupado, le interesaba saber quién era el hombre que había tenido el valor de arrebatarle su preciosa arma de las manos durante uno de sus juicios personales.
Su mirada no se inmutó ni lo más mínimo, siguió fija en su presa, la cual ahora parecía estar temblando y jadeando pese a su tamaño. Algo estaba fallando y fue cuando la joven se dio cuenta de que ese idiota seguía con vida, aquello no era posible pues nunca solía fallar sus cortes de ninguna manera. No pudo evitar llevar su mirada a la mano y vio que su arma ya no estaba allí, deslizó un poco la vista hasta ver su arma tirada en el suelo, presa del agua que caía del cielo hacia ella. Milena se quedó mirándola unos instantes pensativa, no entendía que había pasado y aquel imbécil no había podido ser.
No tuvo otro remedio que darse la vuelta lentamente hasta que pudo ver a otro de aquellos gorilas y a un joven de cabellos púrpuras, era el mismo que había pasado anteriormente con aquella ave en su hombro. Alzó una ceja mientras lo iba observando de arriba abajo, finalmente se quedó pensativa, sabía que no podía fiarse de nada y ese hombre no parecía ser muy normal, de hecho le daba igual en el fondo. Empezó a caminar hasta su arma y la tomó con total calma y cuidado, metiéndola después en su funda y caminando hasta aquel hombre, ignorando al gorila manco que tenía tras ella, nada más llegar hasta el tipo, se frenó. Sus rojizos ojos se clavaron en los suyos de forma calculadora.
- ¿Quién eres?
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Byakuro miró al gorila que lo había estado persiguiendo. Con un gesto de la cabeza, le indicó que se fuera.
- Vete, y llévate a tu compañero. Ahora. -no era una petición, era una orden, y el hombre pareció darse cuenta de que su vida era un pago más que suficiente. Salió corriendo hacia un callejón cercano, alejándose de allí. El otro hombre trató de levantarse aprovechando que la mujer lo ignoraba.
Byakuro observó a la mujer que se acercaba a él. Era hermosa, a su manera, pero aquella hostilidad que emanaba la hacía parecer verdaderamente peligrosa. Byakuro permaneció firme ante aquella pregunta, y cuando la mujer se colocó a tan solo un par de pasos de él, adoptó una postura relajada pero alerta. Su haki estaba centrado en aquella mujer.
- ¿Debería decirle mi nombre a una asesina? -preguntó al aire, en voz alta-. Tal vez deberías ser un poco menos impulsiva, one-chan -sus ojos paseaban recorriendo el cuerpo de la chica. Si no fuera por aquella actitud que había mostrado y porque aún llevaba su katana con ella, se habría planteado el tratar de flirtear con ella-. Me gustaría saber el tuyo. Es un pago justo por no llevarte ahora mismo ante las autoridades -entrecerró los ojos-. Me llamo Byakuro.
- Vete, y llévate a tu compañero. Ahora. -no era una petición, era una orden, y el hombre pareció darse cuenta de que su vida era un pago más que suficiente. Salió corriendo hacia un callejón cercano, alejándose de allí. El otro hombre trató de levantarse aprovechando que la mujer lo ignoraba.
Byakuro observó a la mujer que se acercaba a él. Era hermosa, a su manera, pero aquella hostilidad que emanaba la hacía parecer verdaderamente peligrosa. Byakuro permaneció firme ante aquella pregunta, y cuando la mujer se colocó a tan solo un par de pasos de él, adoptó una postura relajada pero alerta. Su haki estaba centrado en aquella mujer.
- ¿Debería decirle mi nombre a una asesina? -preguntó al aire, en voz alta-. Tal vez deberías ser un poco menos impulsiva, one-chan -sus ojos paseaban recorriendo el cuerpo de la chica. Si no fuera por aquella actitud que había mostrado y porque aún llevaba su katana con ella, se habría planteado el tratar de flirtear con ella-. Me gustaría saber el tuyo. Es un pago justo por no llevarte ahora mismo ante las autoridades -entrecerró los ojos-. Me llamo Byakuro.
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Aquel hombre se presentó como Byakuro, además tuvo la osadía de decirle que le dijera el suyo a cambio de no llevarla ante las autoridades, aquello le hizo sonreír un poco de lado pues ella trabajaba para el gobierno. Decidió ocultar eso por el momento y seguirle la corriente a aquel hombre, ya que había tenido mucho valor y lo merecía. El haberla llamado asesina no era algo que la hubiese agradado mucho.
- ¿Asesina eh? Mi nombre es Milena.
Dijo ahora mientras miraba a aquel hombre directamente a los ojos, su mano estaba todavía en la funda de su arma por si pasaba algo. Aquello de las autoridades ahora la tenía pensativa ¿Era un marine? ¿Sería un agente del gobierno? Tal vez un cazador o incluso un científico también, ya muy dentro de posibilidades podía pertenecer al Ouka y ella no lo sabía. La verdad es que no conocía a sus integrantes, por el momento se haría la buena.
Notó como la lluvia aumentaba su fuerza, haciendo que esta suspirase para después mirar hacia los gorilas, dándose cuenta después de que se habían marchado ya. Perdió a un tipo que la tiró al suelo pero no importaba, se había llevado un buen castigo a cambio y por el momento se quedó satisfecha y tranquila solo por eso. Ahora volvió a mirar hacia aquella persona que tenía delante de sus rojizos ojos y después le contestó en un tono bastante serio, como solía usar cada día con todo el mundo.
- ¿Qué es lo que una persona normal debería decir en un caso así, Byakuro-kun?
Dijo ahora mostrando una ladeada sonrisa, sin embargo sus ojos aun mostraban una expresión algo tétrica, era como si fuera antisocial y en parte lo era, no sabía de hecho que decir. Por ello se lo había preguntado a él.
- ¿Asesina eh? Mi nombre es Milena.
Dijo ahora mientras miraba a aquel hombre directamente a los ojos, su mano estaba todavía en la funda de su arma por si pasaba algo. Aquello de las autoridades ahora la tenía pensativa ¿Era un marine? ¿Sería un agente del gobierno? Tal vez un cazador o incluso un científico también, ya muy dentro de posibilidades podía pertenecer al Ouka y ella no lo sabía. La verdad es que no conocía a sus integrantes, por el momento se haría la buena.
Notó como la lluvia aumentaba su fuerza, haciendo que esta suspirase para después mirar hacia los gorilas, dándose cuenta después de que se habían marchado ya. Perdió a un tipo que la tiró al suelo pero no importaba, se había llevado un buen castigo a cambio y por el momento se quedó satisfecha y tranquila solo por eso. Ahora volvió a mirar hacia aquella persona que tenía delante de sus rojizos ojos y después le contestó en un tono bastante serio, como solía usar cada día con todo el mundo.
- ¿Qué es lo que una persona normal debería decir en un caso así, Byakuro-kun?
Dijo ahora mostrando una ladeada sonrisa, sin embargo sus ojos aun mostraban una expresión algo tétrica, era como si fuera antisocial y en parte lo era, no sabía de hecho que decir. Por ello se lo había preguntado a él.
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Byakuro dejó escapar un suspiro, mientras se dedicaba a repasar con la mirada el cuerpo de la chica: solo parecía llevar su espada, pero nunca había que confiarse.
- Bueno, en primer lugar diría que una persona normal no se encontraría en una situación como esta, Milena-chan. Mostaza no tardó en hacer eco de estas palabras.
- Situación como esta, situación como esta, ¡Craaaa!
- Pero supongo que eso solo significa que somos especiales... -añadió el cazador. No era la primera vez que se encontraba con mujeres que, como aquella, dominaban el combate con armas. En cierto modo le gustaba. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que aquella señorita había cercenado la mano de un hombre que cumplía con su trabajo-. Mientras no se vuelva a repetir la escena de la mano cercenada y la sangre, creo que puedo ignorar tu acto. Para cuando esos dos vuelvan, tanto tú como yo estaremos lejos, y a ambos nos compensa. Tan solo reza porque no se hayan quedado con tu cara.
El cazador se dio media vuelta, aún alerta por si aquella mujer intentaba algo extraño, y empezó a caminar bajo el intenso aguacero. Maldita lluvia. Mostaza tardó poco en empezar a volar sobre su cabeza, siguiéndolo.
- Bueno, en primer lugar diría que una persona normal no se encontraría en una situación como esta, Milena-chan. Mostaza no tardó en hacer eco de estas palabras.
- Situación como esta, situación como esta, ¡Craaaa!
- Pero supongo que eso solo significa que somos especiales... -añadió el cazador. No era la primera vez que se encontraba con mujeres que, como aquella, dominaban el combate con armas. En cierto modo le gustaba. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que aquella señorita había cercenado la mano de un hombre que cumplía con su trabajo-. Mientras no se vuelva a repetir la escena de la mano cercenada y la sangre, creo que puedo ignorar tu acto. Para cuando esos dos vuelvan, tanto tú como yo estaremos lejos, y a ambos nos compensa. Tan solo reza porque no se hayan quedado con tu cara.
El cazador se dio media vuelta, aún alerta por si aquella mujer intentaba algo extraño, y empezó a caminar bajo el intenso aguacero. Maldita lluvia. Mostaza tardó poco en empezar a volar sobre su cabeza, siguiéndolo.
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La morena escuchaba con una sonrisa tétrica en los labios, sus rojizos ojos miraban al chico de forma analizadora, escuchando sus palabras despacio. Además las palabras del loro le hacían cierta gracia, no se esperaba que fuese a hablar, pese a la lluvia, ella continuaba muy tranquila y así seguiría. Lo siguiente fue lo mejor, si se habían quedado con su cara mejor, así tendrían pesadillas esa noche por lo que habían hecho, tirarla a ella al suelo era imperdonable. Empezó a caminar bajo la lluvia junto al hombre, no parecía ser un idiota como los demás y viajar con él de momento no era incomodo.
- Es divertido que digas eso… ¿Vendrá el gobierno a por mí? ¿Qué pasa si te digo que yo formo parte del gobierno?
Mencionó ahora en un tono bajo que solo escuchara aquel chico, no entendía quién era aquel hombre pero iba a divertirse y ahora se puso delante de él, cortándole el paso con calma para después mirarle a los ojos. Llevó la mano a su funda de forma amenazante sin perder el contacto con su mirada, fue sacando su katana muy lentamente para después relamerse muy despacio dándole un toque algo más sádico.
- ¿Qué me impide ahora atravesarte el corazón con mi espada, Byakuro-kun?
No pensaba hacerlo pero tan solo quería saber la reacción de aquella persona, su preciosa arma brillaba debido al color plateado tan intenso que tenía, lo mejor era alejarse de allí pero por el momento jugaría un poco.
- Es divertido que digas eso… ¿Vendrá el gobierno a por mí? ¿Qué pasa si te digo que yo formo parte del gobierno?
Mencionó ahora en un tono bajo que solo escuchara aquel chico, no entendía quién era aquel hombre pero iba a divertirse y ahora se puso delante de él, cortándole el paso con calma para después mirarle a los ojos. Llevó la mano a su funda de forma amenazante sin perder el contacto con su mirada, fue sacando su katana muy lentamente para después relamerse muy despacio dándole un toque algo más sádico.
- ¿Qué me impide ahora atravesarte el corazón con mi espada, Byakuro-kun?
No pensaba hacerlo pero tan solo quería saber la reacción de aquella persona, su preciosa arma brillaba debido al color plateado tan intenso que tenía, lo mejor era alejarse de allí pero por el momento jugaría un poco.
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Byakuro se detuvo y observó a la chica sacar su arma con lentitud, mientras se relamía. Era sadismo puro lo que se veía en sus ojos. Le preguntaba qué era lo que le impedía atravesarle el corazón y matarlo. El cazador sonrió con suficiencia. No podía saber si aquella mujer dominaba el haki, pero sabía la forma de comprobarlo.
- Inténtalo -la retó con su sonrisa deslumbrante. Mostaza se elevó en el aire, como previendo lo que iba a ocurrir-. Y por muy miembro del gobierno que seas, un delito es un delito.
El cazador colocó su bastón frente a él, en diagonal, apuntando a la cabeza de la chica. No era una mala forma de medir el nivel de poder de aquella chica. La lluvia seguía cayendo con fuerza sobre ambos, y un relámpago se vio a lo lejos, seguido del estruendo del consiguiente trueno.
- Puedes empezar, mademoiselle. Acepto tu reto.
- Inténtalo -la retó con su sonrisa deslumbrante. Mostaza se elevó en el aire, como previendo lo que iba a ocurrir-. Y por muy miembro del gobierno que seas, un delito es un delito.
El cazador colocó su bastón frente a él, en diagonal, apuntando a la cabeza de la chica. No era una mala forma de medir el nivel de poder de aquella chica. La lluvia seguía cayendo con fuerza sobre ambos, y un relámpago se vio a lo lejos, seguido del estruendo del consiguiente trueno.
- Puedes empezar, mademoiselle. Acepto tu reto.
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La morena no se creía las palabras de aquel hombre que le pedía que lo hiciera, debía de estar loco o seguramente se guardaba un as bajo la manga. Observó al bastón un momento y después como el animal salía volando alejándose un poco, como si no quisiera problemas. El sonido de un rayo fue lo siguiente en escucharse y aquello provocó que la morena sonriera de lado para después echar su arma hacia atrás.
- ¿Estás muy seguro de ello?
Susurró ahora mientras su tétrica mirada se clavaba de nuevo en el tipo de pelo azul. La morena de repente cerró los ojos, acercando un poco más el filo de su arma hacia el hombre del loro. Acto seguido echó la mano hacia atrás y trató de lanzarle un tajo que a medio camino resultó ser una finta y no llegó hasta él, después guardó su arma con total tranquilidad y sonrió de lado.
- No me has hecho nada malo Byakuro-kun, no tengo motivos para tener nada en tu contra.
Dijo ahora mientras soltaba un suspiro y se quedaba mirándole de forma calmada para después meter ambas manos en los bolsillos una vez guardó su arma en su vaina negra, la lluvia continuaba cayendo.
- ¿Estás muy seguro de ello?
Susurró ahora mientras su tétrica mirada se clavaba de nuevo en el tipo de pelo azul. La morena de repente cerró los ojos, acercando un poco más el filo de su arma hacia el hombre del loro. Acto seguido echó la mano hacia atrás y trató de lanzarle un tajo que a medio camino resultó ser una finta y no llegó hasta él, después guardó su arma con total tranquilidad y sonrió de lado.
- No me has hecho nada malo Byakuro-kun, no tengo motivos para tener nada en tu contra.
Dijo ahora mientras soltaba un suspiro y se quedaba mirándole de forma calmada para después meter ambas manos en los bolsillos una vez guardó su arma en su vaina negra, la lluvia continuaba cayendo.
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Byakuro observó el ataque con su mantra. No llegaría a impactar, así que no se movió ni un milímetro. Cuando la hoja se detuvo sin tocarlo, sonrió con una mueca alegre.
- Tienes razón, ¿Por qué estropear esta bonita casualidad que el destino nos ha dado manchándola con sangre? -se encogió de hombros e hizo un gesto a Mostaza para que se acercase. El pájaro descendió en círculos hasta posarse en el suelo- Así que trabajas para el gobierno... ¿Y qué te ha traído a esta ciudad? Porque dudo que haya sido su encantador clima...
El cazador vio una posada abierta. No era tan lujosa como el lugar que se había visto obligado a abandonar un rato antes, pero al menos no se empaparía de los pies a la cabeza, algo que sí que ocurriría si seguía caminando bajo el aguacero. Empezó a caminar hacia allí, esperando que la mujer lo siguiera.
- Tienes razón, ¿Por qué estropear esta bonita casualidad que el destino nos ha dado manchándola con sangre? -se encogió de hombros e hizo un gesto a Mostaza para que se acercase. El pájaro descendió en círculos hasta posarse en el suelo- Así que trabajas para el gobierno... ¿Y qué te ha traído a esta ciudad? Porque dudo que haya sido su encantador clima...
El cazador vio una posada abierta. No era tan lujosa como el lugar que se había visto obligado a abandonar un rato antes, pero al menos no se empaparía de los pies a la cabeza, algo que sí que ocurriría si seguía caminando bajo el aguacero. Empezó a caminar hacia allí, esperando que la mujer lo siguiera.
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La joven no pudo evitar ver como aquel pájaro aparecía de la nada, se quedó unos segundos mirándolo mientras en su rostro surgía una sonrisa algo sádica, justo después llegó la pregunta de aquel hombre. La verdad es que los asuntos por los que estaba no eran nada serios, simplemente estaba visitando el lugar donde falleció el rey de los piratas. No tardó mucho en notar como el chico empezaba a caminar rumbo a una posada, acto seguido no pudo evitar soltar una pequeña carcajada y empezar a caminar tras él.
- La verdad es que estoy aquí simplemente de visita, tenía curiosidad por saber cuál era el lugar dónde murió Gold D. Roger. ¿Eres un ciudadano de este lugar? No lo pareces en absoluto.
Mencionó ahora al mismo tiempo que tomaba asiento en la barra del local, acto seguido le pidió al camarero que le pusiera un simple vaso de agua. Era un hombre algo joven, seguramente ni siquiera era el dueño, su tamaño era bajo, su pelo rubio y sus ojos azulados, vestía con una camisa negra y pantalón a juego.
Se quedó sentada esperando a que el chico se sentara a su lado, sin embargo otro sonido llegó hasta a sus oídos, giró la mirada observando la puerta y fue cuando vio entrar a un enorme tipo de interesante tamaño. Aquel nuevo individuo debía de ser un semi-gigante, tres metros y medio, barba abundante y melena morena, parecía estar algo nervioso pero tan solo se fue a una esquina apartada y se sentó. La chica volvió a lo suyo y miró a su acompañante esperando una respuesta por su parte.
- La verdad es que estoy aquí simplemente de visita, tenía curiosidad por saber cuál era el lugar dónde murió Gold D. Roger. ¿Eres un ciudadano de este lugar? No lo pareces en absoluto.
Mencionó ahora al mismo tiempo que tomaba asiento en la barra del local, acto seguido le pidió al camarero que le pusiera un simple vaso de agua. Era un hombre algo joven, seguramente ni siquiera era el dueño, su tamaño era bajo, su pelo rubio y sus ojos azulados, vestía con una camisa negra y pantalón a juego.
Se quedó sentada esperando a que el chico se sentara a su lado, sin embargo otro sonido llegó hasta a sus oídos, giró la mirada observando la puerta y fue cuando vio entrar a un enorme tipo de interesante tamaño. Aquel nuevo individuo debía de ser un semi-gigante, tres metros y medio, barba abundante y melena morena, parecía estar algo nervioso pero tan solo se fue a una esquina apartada y se sentó. La chica volvió a lo suyo y miró a su acompañante esperando una respuesta por su parte.
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- Ciudadano del mundo, tal vez. Pero no de esta isla en particular. No digo que no me guste, pero tal vez tenga demasiada lluvia. -el peliblanco se giró hacia la chica antes de pedir al encargado del local una botella de zumo de naranja natural. Tal vez no fuera la bebida de los hombres más duros y aguerridos, pero sí que tenía un sabor especial que a Byakuro le encantaba. Y al fin y al cabo, eso era lo que importaba.
El cazador se sentó al lado de la mujer, sin quitarle el ojo de encima. No había que olvidar que aquella joven casi había matado a dos hombres unos minutos antes. En ese momento, un hombre enorme como una casa entró en el local. Apenas cabía por la puerta. El chico lo observó con curiosidad. Los semigigantes no eran comunes.
- Vaya... -el cazador se fijó en la mirada esquiva y nerviosa del recién llegado, pero no le dio mayor importancia. Al fin y al cabo, cualquiera tenía motivos para estar nervioso. Quizás solo había tomado demasiado café. Además, ahora mismo le preocupaba más la chica que estaba sentada a su lado.
El cazador se sentó al lado de la mujer, sin quitarle el ojo de encima. No había que olvidar que aquella joven casi había matado a dos hombres unos minutos antes. En ese momento, un hombre enorme como una casa entró en el local. Apenas cabía por la puerta. El chico lo observó con curiosidad. Los semigigantes no eran comunes.
- Vaya... -el cazador se fijó en la mirada esquiva y nerviosa del recién llegado, pero no le dio mayor importancia. Al fin y al cabo, cualquiera tenía motivos para estar nervioso. Quizás solo había tomado demasiado café. Además, ahora mismo le preocupaba más la chica que estaba sentada a su lado.
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Al parecer ese hombre no era de la isla, sin embargo ahora sentía algo de curiosidad por él, no tenía intenciones hostiles contra su persona a menos que le diera motivos pero hacía tan solo unos minutos sí que los tenía. Era a veces demasiado sádica y violenta pero desde hacía mucho tiempo ya era así y no iba a cambiar ahora. Seguía fijándose en el semigigante a su espalda de vez en cuando pero después de unos momentos decidió dejar de prestarle atención y simplemente soltó un largo suspiro.
Ahora observó como aquel hombre pedía una bebida, una botella de zumo de naranja, eso la verdad es que le daba lo mismo pues ella ahora pidió otra pero de limón solo por llevar la contraria y dar por saco, no por otra cosa. Una vez se la pusieron le pegó un trago notando lo fuerte que estaba pero conteniéndose diciendo que estaba deliciosa, en su cara se vio una expresión un poco de “asco”. La científica ahora se estiró un poco con toda la confianza del mundo y se quedó mirando a aquel hombre de nuevo.
- ¿Hacia dónde te diriges ahora Byakuro? La verdad es que no me imagino a dónde puede ir un hombre que bebe zumos de naranja y evita muertes en islas lluviosas.
Dicho eso clavó su mirada de nuevo en los ojos de aquel tipo, esperaba una respuesta por su parte y si no la obtenía seguiría insistiendo bastante rato, solía ser así muchísimas veces aunque otras que estaba más calmada no era tan pesada. De hecho ahora mismo echaba de menos poder alzar la espada contra alguien, pero no con un entrenamiento, en un duelo a muerte dónde la sangre brotara por todas partes, muchas veces parecía estar loca.
Ahora observó como aquel hombre pedía una bebida, una botella de zumo de naranja, eso la verdad es que le daba lo mismo pues ella ahora pidió otra pero de limón solo por llevar la contraria y dar por saco, no por otra cosa. Una vez se la pusieron le pegó un trago notando lo fuerte que estaba pero conteniéndose diciendo que estaba deliciosa, en su cara se vio una expresión un poco de “asco”. La científica ahora se estiró un poco con toda la confianza del mundo y se quedó mirando a aquel hombre de nuevo.
- ¿Hacia dónde te diriges ahora Byakuro? La verdad es que no me imagino a dónde puede ir un hombre que bebe zumos de naranja y evita muertes en islas lluviosas.
Dicho eso clavó su mirada de nuevo en los ojos de aquel tipo, esperaba una respuesta por su parte y si no la obtenía seguiría insistiendo bastante rato, solía ser así muchísimas veces aunque otras que estaba más calmada no era tan pesada. De hecho ahora mismo echaba de menos poder alzar la espada contra alguien, pero no con un entrenamiento, en un duelo a muerte dónde la sangre brotara por todas partes, muchas veces parecía estar loca.
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Byakuro observó a la mujer pedir un zumo de limón. La verdad es que a él no le gustaba mucho, prefería frutas más suaves y dulces, pero cada cual toma lo que le gusta. Es más, enseguida la mujer pareció arrepentirse, pues al chico no se le escapó la expresión que puso cuando tomó la amarga bebida. Soltando una risita, el joven de cabello albino pidió jugo de zanahoria al camarero y depositó un par de billetes en la barra a modo de pago. El camarero partió raudo a la despensa, en busca del jugo de zanahoria.
- Bueno, supongo que no lo tengo muy claro aún -respondió el cazador-. Posiblemente en busca de un par de tipos con los que tengo unas cuentas pendientes -el chico miró a la mujer de hito en hito-. Unos hijos de... unos malditos carroñeros. -el cazador apretó el puño, tenso.
En ese momento el camarero volvió con un pequeño bote de lo que parecía ser un zumo naranja intenso. Byakuro le sonrió agradecido y agarró el vaso de la mujer, mezclando lo que le quedaba de zumo de limón con parte de su zumo de naranja y un poco del jugo de zanahoria. El chico agarró entonces un palillo y removió la mezcla.
- Pruébalo ahora, Milena. Seguro que está mejor... -le ofreció.
- Bueno, supongo que no lo tengo muy claro aún -respondió el cazador-. Posiblemente en busca de un par de tipos con los que tengo unas cuentas pendientes -el chico miró a la mujer de hito en hito-. Unos hijos de... unos malditos carroñeros. -el cazador apretó el puño, tenso.
En ese momento el camarero volvió con un pequeño bote de lo que parecía ser un zumo naranja intenso. Byakuro le sonrió agradecido y agarró el vaso de la mujer, mezclando lo que le quedaba de zumo de limón con parte de su zumo de naranja y un poco del jugo de zanahoria. El chico agarró entonces un palillo y removió la mezcla.
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Al parecer ese hombre tenía enemigos por ahí, o al menos a unos tipos a los que parecía odiar a juzgar por sus palabras. La chica ahora tenía curiosidad por saber quienes eran y que aspecto tendrían, es más si eran criminales quería experimental con ellos experimentos muy sádicos. Al verle apretar el puño, la espadachín pudo sentir la tensión en el ambiente pero sin cambiar su expresión siniestra del rostro, seguía mirando al peliblanco de aquella forma. Cualquiera que no conociera a la científica pensaría que estaba imaginándose violaciones brutales contra aquel hombre, pero simplemente tenía esa mirada desde hacía mucho tiempo.
Acto seguido el chico pidió zumo de zanahoria, para después coger su vaso de limón y mezclarlo también con la naranja, no pidió ni permiso y eso hizo que la chica alzara una ceja algo confusa por aquello. Sin embargo después de escuchar las palabras de aquel tipo no pudo evitar beber un trago. Estaba bastante bueno pero su orgullo le decía que se quejase de lo malo y horrible que sabía, durante unos segundos pensó en que decir y al final tras un intenso debate interno con ella misma, supo que respuesta darle a su acompañante.
- Seré sincera aunque no me guste admitirlo, está bastante bueno la verdad, debes decirme dónde aprendiste a hacer este tipo de cosas. Respectos a esos tipos tal vez pueda ayudarte.
Dijo ahora sonriendo de lado y llevando la mano al mango de su katana mientras paseaba su lengua por la comisura de los labios, dándole un toque algo macabro y al mismo tiempo excitante. De repente notó como el semigigante de antes se ponía en pie y se acercaba al tabernero para pedirle una simple cerveza, acto seguido cuando la tuvo volvió a su mesa tranquilamente.
Acto seguido el chico pidió zumo de zanahoria, para después coger su vaso de limón y mezclarlo también con la naranja, no pidió ni permiso y eso hizo que la chica alzara una ceja algo confusa por aquello. Sin embargo después de escuchar las palabras de aquel tipo no pudo evitar beber un trago. Estaba bastante bueno pero su orgullo le decía que se quejase de lo malo y horrible que sabía, durante unos segundos pensó en que decir y al final tras un intenso debate interno con ella misma, supo que respuesta darle a su acompañante.
- Seré sincera aunque no me guste admitirlo, está bastante bueno la verdad, debes decirme dónde aprendiste a hacer este tipo de cosas. Respectos a esos tipos tal vez pueda ayudarte.
Dijo ahora sonriendo de lado y llevando la mano al mango de su katana mientras paseaba su lengua por la comisura de los labios, dándole un toque algo macabro y al mismo tiempo excitante. De repente notó como el semigigante de antes se ponía en pie y se acercaba al tabernero para pedirle una simple cerveza, acto seguido cuando la tuvo volvió a su mesa tranquilamente.
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Byakuro observó a su compañera de tragos. Sus gestos eran interesantes de analizar: parecía querer seducirle, o tal vez tener un aspecto siniestro para intimidarle. Sonreía ofreciéndose a acabar con aquellos que tanto daño le habían hecho al peliblanco, pero éste respondió alzando la mano, de forma tranquilizadora.
- No te preocupes. Es algo que debo hacer solo. Y no creo que te gustase estar en medio de todo eso. -el chico sorbió un poco más de su bebida-. Y con respecto a estos zumos... bueno, solo pensé que tal vez el zumo de zanahoria serviría para neutralizar el toque amargo del limón. Y la naranja, bueno... está rica igual.
El chico sonrió y observó al semigigante pidiendo una cerveza. El cazador apuró su vaso de zumo y se levantó de su taburete, mirando la salida.
- Bueno, ha sido una "bonita" charla, pero me temo que debo retirarme. Tengo cosas que hacer, preciosa... -el chico agarró su bastón y se dirigió a la puerta.
- No te preocupes. Es algo que debo hacer solo. Y no creo que te gustase estar en medio de todo eso. -el chico sorbió un poco más de su bebida-. Y con respecto a estos zumos... bueno, solo pensé que tal vez el zumo de zanahoria serviría para neutralizar el toque amargo del limón. Y la naranja, bueno... está rica igual.
El chico sonrió y observó al semigigante pidiendo una cerveza. El cazador apuró su vaso de zumo y se levantó de su taburete, mirando la salida.
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Las palabras del cazador fueron graciosas pues ella perfectamente deseaba estar en medio de todo aquello, sin embargo si era algo personal no podía hacer nada, ella misma sabía que ese tipo de cosas suelen molestar. Tomó un trago más de aquello y decidió no hacerle más preguntas a aquel hombre misterioso, ahora soltó un suspiro y empezó a pensar en su siguiente destino. Por el momento se le estaba ocurriendo una buena idea, quería mejorar sus habilidades de combate, aquello sería fabuloso y podía ser mucho mejor.
De repente el chico se puso en pie y dijo que había sido una buena charla pero debía de irse, además de soltarle un piropo que la hizo alzar una ceja, se fue tranquilamente. La chica ahora no pudo evitar esbozar una sonrisa tranquila para acto seguido contestarle. – Ya nos veremos en otra ocasión, Byakuro. – Acto seguido se bebió el refresco y se puso en pie, esperó unos minutos callada y en aquella postura para después sonreír de lado y tras una carcajada salir.
Una vez fuera de quedó mirando el cielo, estaba mejorando un poco y eso significaba que ya podía poner rumbo a su siguiente aventura. Se colocó la capucha y dejó su mano sobre el mango de su katana para después seguir caminando por la calles de la ciudad del Alfa y el Omega, el peliblanco tal vez escuchaba pronto noticias sobre ella o quizás nunca se volvían a ver, todo podía pasar en ese mundo de loco en el que vivían.
De repente el chico se puso en pie y dijo que había sido una buena charla pero debía de irse, además de soltarle un piropo que la hizo alzar una ceja, se fue tranquilamente. La chica ahora no pudo evitar esbozar una sonrisa tranquila para acto seguido contestarle. – Ya nos veremos en otra ocasión, Byakuro. – Acto seguido se bebió el refresco y se puso en pie, esperó unos minutos callada y en aquella postura para después sonreír de lado y tras una carcajada salir.
Una vez fuera de quedó mirando el cielo, estaba mejorando un poco y eso significaba que ya podía poner rumbo a su siguiente aventura. Se colocó la capucha y dejó su mano sobre el mango de su katana para después seguir caminando por la calles de la ciudad del Alfa y el Omega, el peliblanco tal vez escuchaba pronto noticias sobre ella o quizás nunca se volvían a ver, todo podía pasar en ese mundo de loco en el que vivían.
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