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Como de costumbre, la actividad en aquel casino estaba en plena ebullición. Gente en casi todas las tragaperras, juegos de cartas y azar de toda clase por doquier... y lo que era más, había gente de todo tipo. Desde gente con no demasiado dinero a personas de clase alta. Había incluso gente verdaderamente importante como comerciantes acaudalados, nobles y altos funcionario del gobierno local, por no hablar de algún que otro del Mundial. En aquella clase de lugares no sólo se mataba el tiempo jugando y apostando. Aquella clase de casinos solían tener una segunda cara. Toda clase de negocios ilegales circulaban en torno a ellos, tolerados por los propietarios y a menudo incluso instigados por estos.
En medio de este ambiente, un hombre joven bebía una copa de whisky en la barra del bar. Era un tipo bastante alto y fornido, de pelo oscuro, largo y despeinado. Vestía una camisa blanca y vaqueros oscuros, en contra de sus costumbres. Para evitar llamar la atención con sus vestimentas habituales, se había comprado aquellas ropas. No tenía una misión particular, pero sabía que en aquel lugar podía enterarse de rumores interesantes, localizar a algún criminal con recompensa o si tenía una chorra increíble descubrir una trama de corrupción. Cualquier cosa de esas podría beneficiarle de cara a su carrera como marine. Sin embargo, el principal motivo para hacer aquello era el aburrimiento. Llevaba un par de días en Rainbase esperando órdenes de sus superiores y se aburría como una ostra. Meneó la copa en su mano, agitando el líquido, y dio otro sorbo. De momento nada interesante había ocurrido. Pensó en la suerte que tenía de no ser demasiado conocido aun. "Cuando mi senpai era capitán ya era un marine famoso. Admito que eso me da envidia, pero en momentos como este es una ventaja ser un desconocido."
En medio de este ambiente, un hombre joven bebía una copa de whisky en la barra del bar. Era un tipo bastante alto y fornido, de pelo oscuro, largo y despeinado. Vestía una camisa blanca y vaqueros oscuros, en contra de sus costumbres. Para evitar llamar la atención con sus vestimentas habituales, se había comprado aquellas ropas. No tenía una misión particular, pero sabía que en aquel lugar podía enterarse de rumores interesantes, localizar a algún criminal con recompensa o si tenía una chorra increíble descubrir una trama de corrupción. Cualquier cosa de esas podría beneficiarle de cara a su carrera como marine. Sin embargo, el principal motivo para hacer aquello era el aburrimiento. Llevaba un par de días en Rainbase esperando órdenes de sus superiores y se aburría como una ostra. Meneó la copa en su mano, agitando el líquido, y dio otro sorbo. De momento nada interesante había ocurrido. Pensó en la suerte que tenía de no ser demasiado conocido aun. "Cuando mi senpai era capitán ya era un marine famoso. Admito que eso me da envidia, pero en momentos como este es una ventaja ser un desconocido."
Byakuro Kyoya
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Byakuro estaba caminando por un pasillo de servicio, enmoquetado, de color rojo oscuro y envejecido. Llevaba una camiseta negra con un dibujo de un camaleón en una esquina, bajo el cual se leía "La Costa", y unos pantalones vaqueros. El conjunto terminaba con sus usuales botas y una cadenita plateada que colgaba de la cintura. Había pedido instrucciones para ir al baño a uno de los agentes de seguridad de aquel lugar, y al final se había acabado perdiendo por la infinidad de pasillos entrecruzados del casino.
- Maldita sea... -murmuró al llegar a otra intersección. Mostaza no había podido entrar con él, por lo que se había quedado en una especie de "consigna de mascotas".
El cazador decidió torcer por el pasillo de la izquierda, encontrando aquello que tanto deseaba: los servicios. Un coro celestial parecía sonar mientras el cazador se encerraba en una de las cabinas individuales y dejaba que la naturaleza siguiese su curso natural. Al salir, su rostro estaba más iluminado, y en él se veía una estúpida sonrisa de satisfacción.
Se disponía a regresar a la zona principal del casino, donde las máquinas tragaperras se amontonaban por decenas, cuando al pasar por al lado de una puerta entreabierta, escuchó un ruido. Un hombre gritando:
- ... desde los problemas de Sabaody, hemos tenido dificultades para... -un disparo resonó, y la voz se apagó.
- Chicos, vámonos de aquí. Este fiambre ya no me es de utilidad. -dijo un hombre de voz grave al otro lado del umbral. Mi mujer debe estar esperándonos.
- Por supuesto, señor Ashford -respondió un hombre-. Lady Vashj dijo que nos esperaría en la zona de las recreativas. Hay un par de hombres con ella, así que no debería haber problema.
Byakuro se llevó la mano a la boca, pensativo. Aquello sonaba bastante turbio. Y el sonido del disparo solo había empeorado la situación. Maldita sea, ¿por qué siempre se metía en líos? La puerta se abrió de golpe, ocultándolo de la vista de aquellos que salían de la sala. El cazador se preparó para seguirlos en cuanto se hubieran alejado un poco. Si le preguntaban, se haría pasar por alguien del servicio.
- Maldita sea... -murmuró al llegar a otra intersección. Mostaza no había podido entrar con él, por lo que se había quedado en una especie de "consigna de mascotas".
El cazador decidió torcer por el pasillo de la izquierda, encontrando aquello que tanto deseaba: los servicios. Un coro celestial parecía sonar mientras el cazador se encerraba en una de las cabinas individuales y dejaba que la naturaleza siguiese su curso natural. Al salir, su rostro estaba más iluminado, y en él se veía una estúpida sonrisa de satisfacción.
Se disponía a regresar a la zona principal del casino, donde las máquinas tragaperras se amontonaban por decenas, cuando al pasar por al lado de una puerta entreabierta, escuchó un ruido. Un hombre gritando:
- ... desde los problemas de Sabaody, hemos tenido dificultades para... -un disparo resonó, y la voz se apagó.
- Chicos, vámonos de aquí. Este fiambre ya no me es de utilidad. -dijo un hombre de voz grave al otro lado del umbral. Mi mujer debe estar esperándonos.
- Por supuesto, señor Ashford -respondió un hombre-. Lady Vashj dijo que nos esperaría en la zona de las recreativas. Hay un par de hombres con ella, así que no debería haber problema.
Byakuro se llevó la mano a la boca, pensativo. Aquello sonaba bastante turbio. Y el sonido del disparo solo había empeorado la situación. Maldita sea, ¿por qué siempre se metía en líos? La puerta se abrió de golpe, ocultándolo de la vista de aquellos que salían de la sala. El cazador se preparó para seguirlos en cuanto se hubieran alejado un poco. Si le preguntaban, se haría pasar por alguien del servicio.
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Kai bebió otro trago de su copa, aburrido. Había sido un poco ingenuo al pensar que encontraría con facilidad criminales de aquella manera... tal vez debería haber ido con un plan más definido. Al fin y al cabo no era principiantes, no iba a encontrarse de cara un mafioso con dientes de oro y anillos de diamantes con un gigantesco collar dorado con el símbolo de los berries nada más entrar al casino. Al hacerse esa imagen mental, se preguntó si esa descripción no se ajustaría más con ciertos cantantes del West Blue que a un señor del crimen. De repente se fijó en unas chicas que reían y le miraban.
- Bueno, tal vez haya encontrado algo interesante que hacer - se dijo a sí mismo, sonriendo.
Iba a levantarse cuando un grupo de hombres pasaron frente a él. Y no tenían precisamente pinta de ser un grupo de turistas. Eran un grupo de guardaespaldas escoltando a un hombre vestido muy finamente y con adornos de oro y joyas, junto con otros tipos con apariencia no tan cantosa. "Si tuviese que elegir a una persona de esta sala como un tipo con papeletas para ser un mafioso sería a él" pensó, acariciándose la barbilla. Se fijó también en que aquellos gorilas eran prácticamente tan altos como él, y posiblemente más corpulentos. "En fin, nada me dice que este tipo no sea un empresario más." Se fijó entonces en un tipo de pelo blanco que los iba siguiendo a cierta distancia, disimulando pero vigilándolos claramente.
- Vale, eso sí que es raro - murmuró.
Comenzó a mirar alternativamente al grupo, a las chicas y al tipo de pelo blanco. Finalmente soltó un taco y se levantó. Terminó el whisky de un trago y caminó hacia el chico peliblanco y fingió tropezar con él. Entonces le susurró al oído.
- Es demasiado obvio que le sigues. Cuidado - acto seguido se apartó de él - ¡Lo siento! ¿Estás bien?
Dirigió una disimulada mirada a los otros, comprobando que en efecto no se habían percatado de la maniobra. Acto seguido miró a los ojos al chico, y le señaló con la mirada a un segurata en una esquina de la sala, que los mirada con curiosidad.
- Tal vez me equivoque con lo que está ocurriendo aquí... pero en estos sitios los dueños suelen ser amigos de esta clase de gente. No se si me explico - dijo, en voz baja para que sólo le escuchase él.
- Bueno, tal vez haya encontrado algo interesante que hacer - se dijo a sí mismo, sonriendo.
Iba a levantarse cuando un grupo de hombres pasaron frente a él. Y no tenían precisamente pinta de ser un grupo de turistas. Eran un grupo de guardaespaldas escoltando a un hombre vestido muy finamente y con adornos de oro y joyas, junto con otros tipos con apariencia no tan cantosa. "Si tuviese que elegir a una persona de esta sala como un tipo con papeletas para ser un mafioso sería a él" pensó, acariciándose la barbilla. Se fijó también en que aquellos gorilas eran prácticamente tan altos como él, y posiblemente más corpulentos. "En fin, nada me dice que este tipo no sea un empresario más." Se fijó entonces en un tipo de pelo blanco que los iba siguiendo a cierta distancia, disimulando pero vigilándolos claramente.
- Vale, eso sí que es raro - murmuró.
Comenzó a mirar alternativamente al grupo, a las chicas y al tipo de pelo blanco. Finalmente soltó un taco y se levantó. Terminó el whisky de un trago y caminó hacia el chico peliblanco y fingió tropezar con él. Entonces le susurró al oído.
- Es demasiado obvio que le sigues. Cuidado - acto seguido se apartó de él - ¡Lo siento! ¿Estás bien?
Dirigió una disimulada mirada a los otros, comprobando que en efecto no se habían percatado de la maniobra. Acto seguido miró a los ojos al chico, y le señaló con la mirada a un segurata en una esquina de la sala, que los mirada con curiosidad.
- Tal vez me equivoque con lo que está ocurriendo aquí... pero en estos sitios los dueños suelen ser amigos de esta clase de gente. No se si me explico - dijo, en voz baja para que sólo le escuchase él.
Byakuro Kyoya
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Byakuro echó una ojeada rápida al agente de seguridad, que sí que parecía atento a sus movimientos.
- Está bien -respondió el cazador, pero ¿quién eres tú? -preguntó con bastante sorpresa. Sí, era obvio que los estaba siguiendo, pero que aquella persona se acoplase le había parecido bastante raro. Es decir... él estaba siguiendo a aquel hombre, pero tenía un motivo. Aquel chico no lo tenía, al menos no en primera instancia.
El cazador se agachó, como si buscara algo por el suelo. Sin embargo, no dejó de observar los alrededores. Tres guardias armados, todos ellos con uniforme, al menos a la vista. Y posiblemente alguno más fuera de su campo de visión. Den-den mushis por doquier. Ciertamente aquel sitio era seguro como un banco, o incluso más.
- ¡Oh, me encanta! Donatello, ¿tú que opinas sobre este fantástico plano? -dijo con un marcado acento que recordaba a un cocinero italiano, aunque obviamente falso. Esperaba que el otro le siguiera la corriente. El cazador sacó un Den-Den Mushi de su bolsa y fingió hacer una foto a uno de los frescos de la pared del casino. Tras eso, se levantó de nuevo, mirando a su compañero.
Tal vez aquella maniobra hubiese quitado sospechas sobre ellos, o tal vez las hubiera aumentado. El caso es que ahí iba a haber algo gordo, sí o sí.
- Está bien -respondió el cazador, pero ¿quién eres tú? -preguntó con bastante sorpresa. Sí, era obvio que los estaba siguiendo, pero que aquella persona se acoplase le había parecido bastante raro. Es decir... él estaba siguiendo a aquel hombre, pero tenía un motivo. Aquel chico no lo tenía, al menos no en primera instancia.
El cazador se agachó, como si buscara algo por el suelo. Sin embargo, no dejó de observar los alrededores. Tres guardias armados, todos ellos con uniforme, al menos a la vista. Y posiblemente alguno más fuera de su campo de visión. Den-den mushis por doquier. Ciertamente aquel sitio era seguro como un banco, o incluso más.
- ¡Oh, me encanta! Donatello, ¿tú que opinas sobre este fantástico plano? -dijo con un marcado acento que recordaba a un cocinero italiano, aunque obviamente falso. Esperaba que el otro le siguiera la corriente. El cazador sacó un Den-Den Mushi de su bolsa y fingió hacer una foto a uno de los frescos de la pared del casino. Tras eso, se levantó de nuevo, mirando a su compañero.
Tal vez aquella maniobra hubiese quitado sospechas sobre ellos, o tal vez las hubiera aumentado. El caso es que ahí iba a haber algo gordo, sí o sí.
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El tipo no tenía un pelo de tonto. Le respondió rápidamente y entonces adoptó un acento extraño y se hizo pasar por un turista. No estaba mal... tal vez sirviera como tapadera. Definitivamente parecía que sí había colado, pues los de seguridad parecían haber perdido el interés en ellos. Se relajó y se permitió un pequeño suspiro, y fingió admirar aquellas pinturas. Realmente ni siquiera les encontraba la gracia. Eran bonitas, sí, pero ya. ¿Por qué había gente capaz de pagar millonadas por algo tan... vacío? Y luego estaban auténticos chiflados que veneraban el arte como si fuese una especie de regalo divino. Follacatedrales, les llamaba Kai, tras ver a uno casi sufrir un orgasmo acariciando unos mosaicos en un templo. Se aproximó un poco al otro y le susurró:
- Creo que tenemos el mismo objetivo. Capitán Kai, de la Marina. ¿Quién eres tú? - acto seguido imitó el acento del otro - ¡Fabuloso, Luigi, fabuloso! Pero vamos al ristorante a por algo de manggiare, ¡presto di pesto, di pesto questo!
Contuvo la risa para no delatarse a sí mismo, rezando para que nadie se diese cuenta de que se estaba inventando las palabras, y caminó hacia el restaurante del casino. Se fijó en que nadie los vigilaba, y se dirigió hacia el pasillo por el que se habían metido los tipos a los que seguían. Una vez se metió allí, se escondió tras una esquina y se fijó en que no hubiese ningún visual den den mushi.
- Ahora las cosas claras, ¿quiénes son estos tipos? ¿Y por qué los sigues?
- Creo que tenemos el mismo objetivo. Capitán Kai, de la Marina. ¿Quién eres tú? - acto seguido imitó el acento del otro - ¡Fabuloso, Luigi, fabuloso! Pero vamos al ristorante a por algo de manggiare, ¡presto di pesto, di pesto questo!
Contuvo la risa para no delatarse a sí mismo, rezando para que nadie se diese cuenta de que se estaba inventando las palabras, y caminó hacia el restaurante del casino. Se fijó en que nadie los vigilaba, y se dirigió hacia el pasillo por el que se habían metido los tipos a los que seguían. Una vez se metió allí, se escondió tras una esquina y se fijó en que no hubiese ningún visual den den mushi.
- Ahora las cosas claras, ¿quiénes son estos tipos? ¿Y por qué los sigues?
Byakuro Kyoya
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Byakuro asintió al oír a aquel hombre presentarse como un marine. Sí, tal vez ahora cobrase más sentido que lo hubiese seguido mientras observaba a aquel hombre y a sus guardaespaldas. Siguiendo a Kai a la zona de los restaurantes.
- Me llamo Byakuro Kyoya. -esperaba que aquel hombre no reconociese su nombre, al fin y al cabo odiaba llamar la atención de forma involuntaria, y aún no veía el momento de mostrarse al público.
Una vez llegaron a la zona del restaurante y se colocaron en una esquina. El capitán marine lo miró y le preguntó por qué seguía a a aquella gente, y quiénes eran.
- Bueno, digamos que estaba en el momento indicado en el lugar indicado -el cazador miró a los ojos al chico-. Acababa de salir del baño cuando al pasar al lado de una puerta oí un disparo, y vi a esa gente salir -el chico se rascó la cabeza, tratando de recordar detalles-. Creo que iban a ir a la zona de las recreativas a buscar a una mujer. Y mencionaron algo de Sabaody, y de una tal "Vax" o "Bash". La verdad es que no tengo un motivo para seguirlos más que la curiosidad y el hecho de que han matado a un hombre. -concluyó el chico.
Empezó a pasear la mirada por los alrededores. Algunas personas pasaban de vez en cuando, ante lo que él bajaba la mirada y fingía observar su dial, soltando alguna expresión como "Belísimo", "Oh, molto bonno" y cosas similares. Fue entonces cuando se dio cuenta de un pequeño detalle. La verdad es que alzó la mirada por simple casualidad, para ver que justo sobre ellos había un Den-Den Mushi que los observaba con atención. "Mierda".
- Y bueno, señor capitán... tal vez deberíamos salir de aquí... -y añadió rápidamente-. Me refiero de donde estamos. -al mismo tiempo, señaló con cara de circunstancias el Den-Den Mushi de vigilancia.
- Me llamo Byakuro Kyoya. -esperaba que aquel hombre no reconociese su nombre, al fin y al cabo odiaba llamar la atención de forma involuntaria, y aún no veía el momento de mostrarse al público.
Una vez llegaron a la zona del restaurante y se colocaron en una esquina. El capitán marine lo miró y le preguntó por qué seguía a a aquella gente, y quiénes eran.
- Bueno, digamos que estaba en el momento indicado en el lugar indicado -el cazador miró a los ojos al chico-. Acababa de salir del baño cuando al pasar al lado de una puerta oí un disparo, y vi a esa gente salir -el chico se rascó la cabeza, tratando de recordar detalles-. Creo que iban a ir a la zona de las recreativas a buscar a una mujer. Y mencionaron algo de Sabaody, y de una tal "Vax" o "Bash". La verdad es que no tengo un motivo para seguirlos más que la curiosidad y el hecho de que han matado a un hombre. -concluyó el chico.
Empezó a pasear la mirada por los alrededores. Algunas personas pasaban de vez en cuando, ante lo que él bajaba la mirada y fingía observar su dial, soltando alguna expresión como "Belísimo", "Oh, molto bonno" y cosas similares. Fue entonces cuando se dio cuenta de un pequeño detalle. La verdad es que alzó la mirada por simple casualidad, para ver que justo sobre ellos había un Den-Den Mushi que los observaba con atención. "Mierda".
- Y bueno, señor capitán... tal vez deberíamos salir de aquí... -y añadió rápidamente-. Me refiero de donde estamos. -al mismo tiempo, señaló con cara de circunstancias el Den-Den Mushi de vigilancia.
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¿Por curiosidad? ¿Qué clase de persona seguía por curiosidad a un grupo de mafiosos? Aquel tipo o bien era un loco, o tenía objetivos que aun no le había contado. También cabía la posibilidad de que estuviese compinchado con el mafioso para vigilar que nadie le siguiese y capturar a posibles curiosos o agentes del Gobierno. Maldijo para sus adentros y observó los alrededores nerviosamente. Aunque de manera discreta, algunos agentes de seguridad habían comenzado a situarse cerca de ellos. La tapadera no había funcionado... ¿por qué? Habían fingido bien y hablado en voz baja de sus objetivos. Tal vez ese tipo les había avisado de alguna manera. En ese momento Byakuro le señaló un visual DDM en el techo, y Kai soltó un taco.
- Mierda... creo que no nos queda más remedio que seguir a ese tipo. Ya nos han pillado. Sígueme, se fue por ahí.
Parecía que de momento el tal Kyoya tenía coartada; le había avisado de la cámara, cuando de ser un matón del mafioso podría simplemente haberse hecho el loco y esperar a que los de seguridad lo detuviesen. "Por otro lado... yo podría haberme deshecho de ellos fácilmente, y aun no han atacado. No quieren armar escándalo delante de los clientes." Aun no podía fiarse de aquel tipo, había demasiadas incógnitas. En todo caso la mejor opción que tenían ahora era seguir al hombre hacia el interior del casino y deshacerse de la seguridad en un lugar discreto. Caminó con decisión al pasillo, y al doblar una esquina agarró a Byakuro para que no siguiese y le indicó mediante señas y colocándose él que esperarían tras esta.
- Nos libraremos de nuestros perseguidores antes de seguir - le murmuró.
Concentrando sus energías, activó el Segundo Camino. Su cuerpo comenzó a cambia, con sus músculos tensándose y contrayéndose. Adoptó una forma más delgada y esbelta, con una musculatura mucho más definida. De esta manera potenciaba su agilidad y velocidad, características cruciales para eliminar velozmente a los de seguridad antes de que pudieran dar la alarma. Se planteó usar su Red Sword, pero de ser posible, prefería evitar ir a matar. En su lugar los noquearía. Se planteó el preguntarle a Byakuro por qué hacía eso, pero sería el equivalente a decirle que sospechaba de él, un error fatal si era realmente de los hombres del mafioso. Escuchó pasos cerca, y avisó con otro gesto a su acompañante para que estuviera alerta.
- Mierda... creo que no nos queda más remedio que seguir a ese tipo. Ya nos han pillado. Sígueme, se fue por ahí.
Parecía que de momento el tal Kyoya tenía coartada; le había avisado de la cámara, cuando de ser un matón del mafioso podría simplemente haberse hecho el loco y esperar a que los de seguridad lo detuviesen. "Por otro lado... yo podría haberme deshecho de ellos fácilmente, y aun no han atacado. No quieren armar escándalo delante de los clientes." Aun no podía fiarse de aquel tipo, había demasiadas incógnitas. En todo caso la mejor opción que tenían ahora era seguir al hombre hacia el interior del casino y deshacerse de la seguridad en un lugar discreto. Caminó con decisión al pasillo, y al doblar una esquina agarró a Byakuro para que no siguiese y le indicó mediante señas y colocándose él que esperarían tras esta.
- Nos libraremos de nuestros perseguidores antes de seguir - le murmuró.
Concentrando sus energías, activó el Segundo Camino. Su cuerpo comenzó a cambia, con sus músculos tensándose y contrayéndose. Adoptó una forma más delgada y esbelta, con una musculatura mucho más definida. De esta manera potenciaba su agilidad y velocidad, características cruciales para eliminar velozmente a los de seguridad antes de que pudieran dar la alarma. Se planteó usar su Red Sword, pero de ser posible, prefería evitar ir a matar. En su lugar los noquearía. Se planteó el preguntarle a Byakuro por qué hacía eso, pero sería el equivalente a decirle que sospechaba de él, un error fatal si era realmente de los hombres del mafioso. Escuchó pasos cerca, y avisó con otro gesto a su acompañante para que estuviera alerta.
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Byakuro empezó a seguir al marine por los pasillos del casino, mientras el que parecía ser el cuerpo de seguridad de tan selecto lugar los empezó a seguir con decisión. Byakuro los vio acercándose, eran un total de cuatro. Dos para cada uno. Esperaba que aquel chico tuviese una fuerza acorde a su rango. Al girar la esquina, sintió cómo el capitán lo agarraba y tiraba hacia él. ¿Una emboscada? Claro, seguro que funcionaba en un sitio lleno de Den-Den Mushis de vigilancia.
- En fin... -suspiró el cazador, mientras preparaba su bastón-. A ver cómo sale todo esto.
Un par de segundos después, el primero de los hombres uniformados pasó. Byakuro le lanzó un golpe lateral al cuello, para tratar de noquearlo de un golpe. El hombre recibió el impacto, girando la cabeza y el cuerpo levemente por el impulso, y cayendo al suelo. Los otros tres entraron a la gresca, dos de ellos sacando pistolas. El cazador cogió su bastón, y con un movimiento parecido al de un jugador de billar lanzó una onda de energía a una de las armas, quitándosela de la mano al agente. Después, dio una patada baja a las piernas, haciendo que el hombre trastabillase y cayese al suelo con un quejido. En ese momento, el otro hombre armado le apuntó con su arma. Se oyó un disparo muy suave, saliendo del cañón con silenciador de la pistola.
- En fin... -suspiró el cazador, mientras preparaba su bastón-. A ver cómo sale todo esto.
Un par de segundos después, el primero de los hombres uniformados pasó. Byakuro le lanzó un golpe lateral al cuello, para tratar de noquearlo de un golpe. El hombre recibió el impacto, girando la cabeza y el cuerpo levemente por el impulso, y cayendo al suelo. Los otros tres entraron a la gresca, dos de ellos sacando pistolas. El cazador cogió su bastón, y con un movimiento parecido al de un jugador de billar lanzó una onda de energía a una de las armas, quitándosela de la mano al agente. Después, dio una patada baja a las piernas, haciendo que el hombre trastabillase y cayese al suelo con un quejido. En ese momento, el otro hombre armado le apuntó con su arma. Se oyó un disparo muy suave, saliendo del cañón con silenciador de la pistola.
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Dado que Byakuro había sacado su arma, decidió dejarlo adelantarse. Sería lo mejor, dado que si él atacaba primero y era una trampa, se vería atrapado entre los de seguridad y el chico. En su lugar, decidió hacer algo productivo: velozmente localizó los visual DDM del lugar, y lanzó una onda de choque concentrada a cada uno antes de que empezara la refriega. No quería que supiesen el resultado. Acto seguido, se preparó para ayudar a Byakuro. El chico se desenvolvía bien, y pronto se libró de dos de sus enemigos. Acto seguido, Kai se adelantó al ver a uno de los hombres apuntando a su compañero con una pistola.
- ¡Cuidado!
En un veloz movimiento, se colocó entre ambos y desvió el brazo del hombre, haciendo que el tiro diese contra la pared. "Suerte del Segundo Camino... ese aumenta de velocidad ha sido crucial." De una fuerte palmada en la cara, noqueó al segurata, que se cayó al suelo sangrando por la nariz. Se giró hacia el cuarto alzando los puños. Este era el aparentemente más fuerte; era casi tan alto como el marine, y más corpulento que él. Kai le lanzó una fuerte lluvia de puñetazos a la cara y estómago, pero el luchador no pareció reaccionar. De hecho, se crujió los puños y sonrió. "¿Así que quieres que vaya en serio? Muy bien." Imbuyendo su puño en haki armadura, dio un potente puñetazo vibratorio al estómago de su oponente. Tras unos segundos, este se desplomó agarrándose el estómago.
- ¡Vamos! Es nuestra oportunidad de esfumarnos. Y ahora vas a explicarme qué hace un civil metiéndose en un asunto tan peligroso.
- ¡Cuidado!
En un veloz movimiento, se colocó entre ambos y desvió el brazo del hombre, haciendo que el tiro diese contra la pared. "Suerte del Segundo Camino... ese aumenta de velocidad ha sido crucial." De una fuerte palmada en la cara, noqueó al segurata, que se cayó al suelo sangrando por la nariz. Se giró hacia el cuarto alzando los puños. Este era el aparentemente más fuerte; era casi tan alto como el marine, y más corpulento que él. Kai le lanzó una fuerte lluvia de puñetazos a la cara y estómago, pero el luchador no pareció reaccionar. De hecho, se crujió los puños y sonrió. "¿Así que quieres que vaya en serio? Muy bien." Imbuyendo su puño en haki armadura, dio un potente puñetazo vibratorio al estómago de su oponente. Tras unos segundos, este se desplomó agarrándose el estómago.
- ¡Vamos! Es nuestra oportunidad de esfumarnos. Y ahora vas a explicarme qué hace un civil metiéndose en un asunto tan peligroso.
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- ¿Civil? Soy un cazad... -el chico se calló de golpe-. Ya te lo he dicho, simplemente los he oído hablar de cosas bastante extrañas. -dijo mientras echaba a correr, buscando por los carteles la dirección hacia la zona de las máquinas tragaperras. Con todo el lío de los de seguridad, habían perdido de vista al tal Ashford.
Tras un par de esquinas, ambos salieron a lo que parecía un restaurante. A un lado había unas escaleras anchas y enmoquetadas con tela roja. El cazador cruzó a grandes zancadas el lugar y empezó a subir las escaleras de tres en tres. En lo alto de la escalera había un segundo piso restaurante y una balconada sobre una especie de recibidor enorme, la entrada del casino vista desde arriba.
- Vaya... -murmuró el chico de pelo blanco, mientras buscaba las recreativas desde aquel puesto privilegiado. Su rostro se iluminó al localizarlas, a lo lejos, en el piso bajo. La caída era de unos seis metros, pero no era un problema. Un grupo de seguratas aparecieron por detrás, armados con pistolas. El chico lanzó una cadena energética al techo, y agarró del brazo a Kai-. ¡Vamos!
El chico saltó al vacío, mientras se columpiaba con la cadena. Los agentes uniformados dieron media vuelta y empezaron a correr. Byakuro deshizo la cadena para acabar cayendo en el suelo como un gato.
Tras un par de esquinas, ambos salieron a lo que parecía un restaurante. A un lado había unas escaleras anchas y enmoquetadas con tela roja. El cazador cruzó a grandes zancadas el lugar y empezó a subir las escaleras de tres en tres. En lo alto de la escalera había un segundo piso restaurante y una balconada sobre una especie de recibidor enorme, la entrada del casino vista desde arriba.
- Vaya... -murmuró el chico de pelo blanco, mientras buscaba las recreativas desde aquel puesto privilegiado. Su rostro se iluminó al localizarlas, a lo lejos, en el piso bajo. La caída era de unos seis metros, pero no era un problema. Un grupo de seguratas aparecieron por detrás, armados con pistolas. El chico lanzó una cadena energética al techo, y agarró del brazo a Kai-. ¡Vamos!
El chico saltó al vacío, mientras se columpiaba con la cadena. Los agentes uniformados dieron media vuelta y empezaron a correr. Byakuro deshizo la cadena para acabar cayendo en el suelo como un gato.
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¡Un cazador! Eso explicaba buen parte de aquella situación. Comenzaron a huir como pudieron al escuchar que tenían más perseguidores. ¿Qué narices hacían? Ni siquiera sabían dónde se estaban metiendo. "Estamos en un lío bien gordo. Es hora de pedir refuerzos." Llegaron a un enorme restaurante, y la gente se les quedó mirando extrañada. Kai iba a explicarse, cuando de repente vio a los de seguridad corriendo hacia ellos y Byakuro lo agarró, lanzándose al piso de abajo desde un balcón interior.
- ¡¿Pero qué ha... AAAAAAAH!
La caída se vio bruscamente interrumpida por algo, y de repente empezaron a ¿oscilar en el sitio? Miró para arriba y vio que una cadena de energía comenzaba en la mano del cazador y terminaba en el techo. Suspiró aliviado... aunque demasiado pronto. La cadena se deshizo, y Kai cayó al vacío gritando. Un par de metros debajo de él, un pobre diablo jugaba a la recreativa.
- ¡Venga... un siete más! - dijo, con la voz temblándole de la emoción - ¡SI! ¡SIETE! ¡JACKPOT!
La máquina comenzó a sonar y dar pitidos, cuando de repente un marine cayó sobre esta, abollándola. Esta dejó de hacer ruidos y sus luces se apagaron. El tipo cayó de rodillas y comenzó a llorar. Kai saltó al suelo y comenzó a correr tras el cazador.
- ¡Lo siento! - gritó mientras se alejaba - ¿Y ahora qué, Byakuro? - preguntó al cazador - Nos van a acorralar a este paso. Creo que pediré refuerzos
Sacó el den den mushi y llamó al cuartel local.
- Aquí el capitán Kai. Esto es una emergencia. Necesito refuerzos en el casino de Rainbase ya mismo. Consideren como hostiles a los empleados.
Acto seguido colgó y llamó a otro número.
- ¿Sí?
- Agente Ivan, soy Kai. Necesito que me digas todo lo que sepas sobre Lord Ashford. YA.
- Es un broker muy importante del Nuevo Mundo. Si estás en problemas con él, date por muerto. Asegúrate de que no conozca tu nombre ni tu rostro.
- Gracias... muy alentador. Oye, tengo que colgar. ¡Adiós! - miró a Byakuro - Este tío es un jodido broker. Estamos en problemas.
- ¡¿Pero qué ha... AAAAAAAH!
La caída se vio bruscamente interrumpida por algo, y de repente empezaron a ¿oscilar en el sitio? Miró para arriba y vio que una cadena de energía comenzaba en la mano del cazador y terminaba en el techo. Suspiró aliviado... aunque demasiado pronto. La cadena se deshizo, y Kai cayó al vacío gritando. Un par de metros debajo de él, un pobre diablo jugaba a la recreativa.
- ¡Venga... un siete más! - dijo, con la voz temblándole de la emoción - ¡SI! ¡SIETE! ¡JACKPOT!
La máquina comenzó a sonar y dar pitidos, cuando de repente un marine cayó sobre esta, abollándola. Esta dejó de hacer ruidos y sus luces se apagaron. El tipo cayó de rodillas y comenzó a llorar. Kai saltó al suelo y comenzó a correr tras el cazador.
- ¡Lo siento! - gritó mientras se alejaba - ¿Y ahora qué, Byakuro? - preguntó al cazador - Nos van a acorralar a este paso. Creo que pediré refuerzos
Sacó el den den mushi y llamó al cuartel local.
- Aquí el capitán Kai. Esto es una emergencia. Necesito refuerzos en el casino de Rainbase ya mismo. Consideren como hostiles a los empleados.
Acto seguido colgó y llamó a otro número.
- ¿Sí?
- Agente Ivan, soy Kai. Necesito que me digas todo lo que sepas sobre Lord Ashford. YA.
- Es un broker muy importante del Nuevo Mundo. Si estás en problemas con él, date por muerto. Asegúrate de que no conozca tu nombre ni tu rostro.
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- ¿Broker? ¿Problemas? -el chico sonrió-. Quieres decir diversión, ¿verdad? -un grupo de guardias del casino empezaron a rodearlos, y esta vez no parecían dispuestos a ser "discretos"-. Vaya... quieren jugar...
Había un total de seis de ellos, todos armados con pistolas. Byakuro calculó las posibilidades de que uno de ellos fuera tonto perdido y fácilmente engañable. Supuso que no muchas. Así que habría que pelear. La gente salió corriendo, incluso el hombre de la recreativa que acababa de perder el premio gordo. Byakuro preparó su bastón y lo lanzó a uno de los hombres, con la intención de tumbarlo. El hombre se hizo a un lado, pero el cazador redirigió el arma, cambiando su trayectoria para golpearlo igualmente.
Uno de los hombres apuntó con su pistola al cazador, y él se lanzó al suelo, y lanzó una cadena a sus piernas, para engancharlas y tirar de ellas, haciéndole perder el equilibrio y caer de espaldas.
Por suerte, en la posición que estaba ahora, las máquinas le cubrían de los restantes seguratas.
Había un total de seis de ellos, todos armados con pistolas. Byakuro calculó las posibilidades de que uno de ellos fuera tonto perdido y fácilmente engañable. Supuso que no muchas. Así que habría que pelear. La gente salió corriendo, incluso el hombre de la recreativa que acababa de perder el premio gordo. Byakuro preparó su bastón y lo lanzó a uno de los hombres, con la intención de tumbarlo. El hombre se hizo a un lado, pero el cazador redirigió el arma, cambiando su trayectoria para golpearlo igualmente.
Uno de los hombres apuntó con su pistola al cazador, y él se lanzó al suelo, y lanzó una cadena a sus piernas, para engancharlas y tirar de ellas, haciéndole perder el equilibrio y caer de espaldas.
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Kai suspiró. Parecía que no le quedaba más remedio que meterse en problemas... bueno, lo había intentado. Esbozó una sonrisa salvaje y observó a los agentes de seguridad. Uno acababa de ser derribado por una estratagema de Byakuro, dándole unos instantes de margen al marine mientras los otros miraban con cierta estupefacción la cadena de energía desvaneciéndose. El monje se concentró, y sus músculos comenzaron a tensarse y crecer. Su fuerza aumento brutalmente, y una descarga de energía recorrió su cuerpo. Era hora de dar caña.
- Primer Camino, ¡activado!
Agarró una de las máquinas tragaperras y la levantó sobre sus hombros, sin aparente esfuerzo. Los hombres se asustaron y comenzaron a disparar a tontas y a locas. Kai se protegió con su haki armadura, con lo que algunas balas que le pasaron rozando rebotaron, dejándole simplemente leves moratones. La combinación de su aumento de masa muscular y su busoshoku hacían una pseudo-armadura natural. Con un gruñido lanzó la máquina, que derribó y aplastó a tres seguratas.
- ¡Largaos de aquí, capullos!
- Primer Camino, ¡activado!
Agarró una de las máquinas tragaperras y la levantó sobre sus hombros, sin aparente esfuerzo. Los hombres se asustaron y comenzaron a disparar a tontas y a locas. Kai se protegió con su haki armadura, con lo que algunas balas que le pasaron rozando rebotaron, dejándole simplemente leves moratones. La combinación de su aumento de masa muscular y su busoshoku hacían una pseudo-armadura natural. Con un gruñido lanzó la máquina, que derribó y aplastó a tres seguratas.
- ¡Largaos de aquí, capullos!
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El chico de pelo blanco observó a su compañero. Sin duda era un gran luchador, como él había sido antaño. Sus movimientos eran seguros y poderosos. No pudo evitar soltar una carcajada cuando la máquina que lanzó sobre el guardia de seguridad hizo jackpot y todo el dinero que había en su interior empezó a desperdigarse por el suelo. Esto hizo que algunas personas de las zonas cercanas se lanzasen a recoger monedas, pese al posible peligro que aquello suponía.
Byakuro observó en una esquina de la sala a una mujer de pelo verde, corriendo hacia una puerta. No le habría resultado extraño de no ser porque era la única mujer del lugar que no parecía asustada, y por que en la puerta a la que se dirigía estaba el señor llamado Ashford.
- ¡Kai! -gritó el chico para llamar la atención del marine, mientras echaba a correr hacia la puerta. Un par de balas rebotaron en las máquinas a su lado, obligándole a bajar la cabeza al mismo tiempo que intentaba no perder de vista al hombre de la puerta y a la que debía ser su mujer.
Las balas rebotaban por doquier, y el caos generalizado había provocado gritos, llantos y que un hombre con una máscara de oso panda y pezoneras con forma de corazón se colgase de la lámpara del techo, armado con un calabacín gigante y gritando cosas incoherentes sobre frutas prohibidas y pepinillos. Muy raro todo.
Byakuro observó en una esquina de la sala a una mujer de pelo verde, corriendo hacia una puerta. No le habría resultado extraño de no ser porque era la única mujer del lugar que no parecía asustada, y por que en la puerta a la que se dirigía estaba el señor llamado Ashford.
- ¡Kai! -gritó el chico para llamar la atención del marine, mientras echaba a correr hacia la puerta. Un par de balas rebotaron en las máquinas a su lado, obligándole a bajar la cabeza al mismo tiempo que intentaba no perder de vista al hombre de la puerta y a la que debía ser su mujer.
Las balas rebotaban por doquier, y el caos generalizado había provocado gritos, llantos y que un hombre con una máscara de oso panda y pezoneras con forma de corazón se colgase de la lámpara del techo, armado con un calabacín gigante y gritando cosas incoherentes sobre frutas prohibidas y pepinillos. Muy raro todo.
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La situación se volvía más caótica por momentos. La máquina que había lanzado se había vuelto loca y... ¡marcaba jackpot! Guau, dos seguidos en un margen de tiempo tan corto. Kai estaba seguro de que las probabilidades eran extremadamente bajas, pero en fin. No iba a quedarse a recoger su premio, no con tantos guardias. No dejaban de llegar más, disparando sus armas a diestro y siniestros. "Son pocos y no llegan al nivel de combate de un capitán, pero son una auténtica molestia." Además, por poco hábiles que fueran, una bala perdida o afortunada seguía siendo igual de letal. Combinando sus hakis de armadura y observación evitó todos los golpes letales, aunque se llevó un par de heridas de balas que le dieron de refilón. Jadeando, corrió tras Byakuro que le había señalado una puerta secundaria. ¿Qué pretendería? ¿Sería la salida? Detectaba presencias tras esta... ¿Iba a continuar con su objetivo pese a lo peligroso de la situación?
- ¡Byakuro-san! ¿Qué hacemos ahora? - preguntó, al llegar a su lado.
Algunos locos se habían acercado a recoger dinero de la tragaperra, pero pronto habían huido o caído abatidos a tiros. A los de seguridad se les estaba yendo la situación de las manos. "¿Tanto jaleo para eliminar a dos hombres que estaban espiando a este tal Ashford? ¿Cómo de importante es realmente?" Corrió hacia un guardia que les acercaba con una vara extraña, probablemente un arma electrificada. Esquivó el golpe de este, y lo desarmó con un fuerte puñetazo en el antebrazo. Notó los huesos del hombre cediendo y partiéndose ante la fuerza de su puño, y escuchó su grito de dolor. "Lo siento... sólo cumples tu trabajo" pensó, mientras a continuación lo noqueaba con un golpe bastante más suave en la sien. Entonces se dirigió a la puerta con el cazador, cuando de repente unos gritos llamaron su atención: de la araña del techo colgaba una especie de hombre panda que gritaba locuras enarbolando un calabacín ridículamente grande.
- Definitivamente, ya lo he visto todo... - se dijo para sí mismo.
¿Cuándo llegarían los refuerzos? Probablemente tardarían lo suyo. No hacía ni un minuto que había llamado, y aun tendrían que prepararse, salir del cuartel y entrar por la fuerza en el casino. Estaban solos... "En fin, entonces no queda otra que ir a lo grande." Un aura roja envolvió su cuerpo, y con un grito indicó a Byakuro que se apartara. Entonces echó su puño derecho hacia atrás y concentró durante un instante sus energías en este. Una bala le dio en el costado mientras, pero no expresó mayor queja que un gruñido. Había sufrido heridas y dolores mucho peores que aquel. Entonces, con un feroz aullido, liberó todo su poder en una destructiva onda de choque roja, que no sólo voló la puerta si no la pared y al numeroso grupo de guardias que les esperaban detrás. Con los escombros aun cayendo, entró en el lugar dándole un puñetazo con su brazo izquierdo a un segurata que aun seguía en pie.
- Me temo que no voy a poder hacer esfuerzos mucho mayores. Ve tú delante, Byakuro-san - dijo, respirando con dificultad.
A parte de los balazos que había recibido, los efectos secundarios del Primer Camino comenzaban a dejarse notar. Le temblaba todo el cuerpo, y los músculos se le empezaban a agarrotar de dolor. Más aun, tenía el brazo derecho ensangrentado y con algunas partes quemadas y casi en carne viva, consecuencia de excederse con el Supreme Cannon. Aun le humeaba ligeramente. "Se me ha olvidado emplear el busoushoku... gran error por mi parte."
- ¡Byakuro-san! ¿Qué hacemos ahora? - preguntó, al llegar a su lado.
Algunos locos se habían acercado a recoger dinero de la tragaperra, pero pronto habían huido o caído abatidos a tiros. A los de seguridad se les estaba yendo la situación de las manos. "¿Tanto jaleo para eliminar a dos hombres que estaban espiando a este tal Ashford? ¿Cómo de importante es realmente?" Corrió hacia un guardia que les acercaba con una vara extraña, probablemente un arma electrificada. Esquivó el golpe de este, y lo desarmó con un fuerte puñetazo en el antebrazo. Notó los huesos del hombre cediendo y partiéndose ante la fuerza de su puño, y escuchó su grito de dolor. "Lo siento... sólo cumples tu trabajo" pensó, mientras a continuación lo noqueaba con un golpe bastante más suave en la sien. Entonces se dirigió a la puerta con el cazador, cuando de repente unos gritos llamaron su atención: de la araña del techo colgaba una especie de hombre panda que gritaba locuras enarbolando un calabacín ridículamente grande.
- Definitivamente, ya lo he visto todo... - se dijo para sí mismo.
¿Cuándo llegarían los refuerzos? Probablemente tardarían lo suyo. No hacía ni un minuto que había llamado, y aun tendrían que prepararse, salir del cuartel y entrar por la fuerza en el casino. Estaban solos... "En fin, entonces no queda otra que ir a lo grande." Un aura roja envolvió su cuerpo, y con un grito indicó a Byakuro que se apartara. Entonces echó su puño derecho hacia atrás y concentró durante un instante sus energías en este. Una bala le dio en el costado mientras, pero no expresó mayor queja que un gruñido. Había sufrido heridas y dolores mucho peores que aquel. Entonces, con un feroz aullido, liberó todo su poder en una destructiva onda de choque roja, que no sólo voló la puerta si no la pared y al numeroso grupo de guardias que les esperaban detrás. Con los escombros aun cayendo, entró en el lugar dándole un puñetazo con su brazo izquierdo a un segurata que aun seguía en pie.
- Me temo que no voy a poder hacer esfuerzos mucho mayores. Ve tú delante, Byakuro-san - dijo, respirando con dificultad.
A parte de los balazos que había recibido, los efectos secundarios del Primer Camino comenzaban a dejarse notar. Le temblaba todo el cuerpo, y los músculos se le empezaban a agarrotar de dolor. Más aun, tenía el brazo derecho ensangrentado y con algunas partes quemadas y casi en carne viva, consecuencia de excederse con el Supreme Cannon. Aun le humeaba ligeramente. "Se me ha olvidado emplear el busoushoku... gran error por mi parte."
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Byakuro se detuvo momentáneamente al ver que su compañero parecía desfallecer. Su cuerpo temblaba y su brazo parecía quemado ligeramente, en carne viva. ¿Qué demonios había pasado? Estaba tan obcecado por llegar a la puerta donde se encontraba la extraña mujer. El marine le pidió que se adelantase, por lo que el albino simplemente se dio prisa en recorrer la distancia que lo separaba de la puerta, que ahora se encontraba cerrada de nuevo.
El chico llegó hasta el umbral, y lo abrió de golpe, viendo al otro lado un pasillo estrecho y mal iluminado, que contrastaba enormemente con la esplendorosidad de la sala de las máquinas tragaperras que estaba dejando atrás. El techo, iluminado por tubos fluorescentes, el suelo y paredes enmoquetados y el olor a humedad hacía pensar que aquel oscuro pasillo debía de estar reservado para el servicio, y no para el público. El cazador empezó a correr por el lugar, esperando encontrarse con Ashford y su mujer más adelante, pero en cuanto dobló la primera esquina vio ante él una pequeña puerta que parecía dar a la calle. Abriéndola de un empujón, se encontró de pronto en un pequeño callejón lateral al casino.
- ¡Mierda! -masculló para sí mismo, mientras trataba de buscar a su alrededor a los siniestros personajes, que parecían haberse esfumado en el aire, con nulo resultado.
El chico llegó hasta el umbral, y lo abrió de golpe, viendo al otro lado un pasillo estrecho y mal iluminado, que contrastaba enormemente con la esplendorosidad de la sala de las máquinas tragaperras que estaba dejando atrás. El techo, iluminado por tubos fluorescentes, el suelo y paredes enmoquetados y el olor a humedad hacía pensar que aquel oscuro pasillo debía de estar reservado para el servicio, y no para el público. El cazador empezó a correr por el lugar, esperando encontrarse con Ashford y su mujer más adelante, pero en cuanto dobló la primera esquina vio ante él una pequeña puerta que parecía dar a la calle. Abriéndola de un empujón, se encontró de pronto en un pequeño callejón lateral al casino.
- ¡Mierda! -masculló para sí mismo, mientras trataba de buscar a su alrededor a los siniestros personajes, que parecían haberse esfumado en el aire, con nulo resultado.
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Más enemigos. ¿Es que no iban a dejar de llegar nunca? Tenía que concederles que aunque débiles y no muy listos, eran insistentes. Derribó a uno con un fuerte puñetazo en la cara, y se echó a un lado para evitar el disparo de uno de los otros. Jadeó, temblando ligeramente por el cansancio, y comenzó a correr a por el de la pistola. Un segundo disparo pasó rozándole el hombro izquierdo, pero lo despachó de una patada. En torno a él ya había un par de decenas de agentes de seguridad inconscientes, y aunque caían como moscar comenzaba a acumular heridas menores a causa del cansancio y de los daños que le había provocado el Primer Camino. Sin embargo, no se iba a dejar vencer por unos principiantes como aquellos. Nuevamente se abalanzó sobre el nuevo grupo que llegó a continuación y con un rugido de furia comenzó a vapulearlos. Pronto estuvieron derribados como resto.
- Debo buscar a Byakuro-san... no dejan de venir, y podría estar en peligro.
Rápidamente entró en el pasillo y comenzó a recorrerlo a sprint. No había nada en particular salvo unas tétricas luces. Ni siquiera encontró varias salidas. Al llegar al final encontró una única puerta, metálica. Visto lo visto, seguramente diese al exterior. Efectivamente, al abrirla dio a un callejón entre los edificios del Casino. Al fondo se veía el lago que rodeaba la isla del casino. Vio a Byakuro rondando por el lugar, con bastante prisa. "Debe estar buscándolos. Si es así, ya se han ido." Se acercó a este, a paso algo más calmado y sujetándose el brazo herido. Había estado forzándose a usarlo hasta ahora con su Sexto Camino, pero había tenido sus consecuencias. Le apoyó la mano izquierda en el hombro al cazador y dijo:
- Byakuro-san, es inútil. Si han salido por aquí sólo hay tres posibilidades: o se han ido en barca, en cuyo caso ya podemos darlos por perdidos, o por el puente de la entrada principal. De ser esta última opción aun tenemos una oportunidad, pero no creo que hayan tomado esa. Me parece más probable que hayan tomado la barca o empleado un método para salir que desconocemos. Propongo ir al puente a esperar a los refuerzos, y luego interrogar al personal.
- Debo buscar a Byakuro-san... no dejan de venir, y podría estar en peligro.
Rápidamente entró en el pasillo y comenzó a recorrerlo a sprint. No había nada en particular salvo unas tétricas luces. Ni siquiera encontró varias salidas. Al llegar al final encontró una única puerta, metálica. Visto lo visto, seguramente diese al exterior. Efectivamente, al abrirla dio a un callejón entre los edificios del Casino. Al fondo se veía el lago que rodeaba la isla del casino. Vio a Byakuro rondando por el lugar, con bastante prisa. "Debe estar buscándolos. Si es así, ya se han ido." Se acercó a este, a paso algo más calmado y sujetándose el brazo herido. Había estado forzándose a usarlo hasta ahora con su Sexto Camino, pero había tenido sus consecuencias. Le apoyó la mano izquierda en el hombro al cazador y dijo:
- Byakuro-san, es inútil. Si han salido por aquí sólo hay tres posibilidades: o se han ido en barca, en cuyo caso ya podemos darlos por perdidos, o por el puente de la entrada principal. De ser esta última opción aun tenemos una oportunidad, pero no creo que hayan tomado esa. Me parece más probable que hayan tomado la barca o empleado un método para salir que desconocemos. Propongo ir al puente a esperar a los refuerzos, y luego interrogar al personal.
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Byakuro miró a Kai con fastidio. Después de todo, no había logrado conseguir su objetivo de atrapar a la mujer y el hombre sospechosos. Qué rabia. Y además, se había enemistado con todos aquellos seguratas. Con algo de suerte no tomarían medidas en contra de él. Al fin y al cabo, el solo estaba cumpliendo con su deber.
- Creo que yo me voy a retirar... nunca me han gustado las redadas, ni las grandes multitudes. Supongo que no es absolutamente necesario que me quede, ¿no? -preguntó, con las esperanzas de evitar largos interrogatorios y papeleo.
Un par de segundos después, el peliblanco empezó a caminar hacia la salida del terreno del casino. Esperando que aquello fuera una despedida, añadió:
- Bueno... nos volveremos a ver, supongo. Algún día... si eso. -el chico sonrió ligeramente. Obviamente no estaba contento, pero podía decir, sin miedo a equivocarse, que aquella había sido la segunda experiencia más extraña que había tenido nunca en un casino. Pensó en Dexter, irremediablemente. ¿Qué sería del dragón? Tendría que encontrárselo... sería divertido comer carne de pterodáctilo juntos de nuevo.
- Creo que yo me voy a retirar... nunca me han gustado las redadas, ni las grandes multitudes. Supongo que no es absolutamente necesario que me quede, ¿no? -preguntó, con las esperanzas de evitar largos interrogatorios y papeleo.
Un par de segundos después, el peliblanco empezó a caminar hacia la salida del terreno del casino. Esperando que aquello fuera una despedida, añadió:
- Bueno... nos volveremos a ver, supongo. Algún día... si eso. -el chico sonrió ligeramente. Obviamente no estaba contento, pero podía decir, sin miedo a equivocarse, que aquella había sido la segunda experiencia más extraña que había tenido nunca en un casino. Pensó en Dexter, irremediablemente. ¿Qué sería del dragón? Tendría que encontrárselo... sería divertido comer carne de pterodáctilo juntos de nuevo.
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Byakuro parecía tener la intención de retirarse. Kai lo observó un tanto indeciso. Por un lado como oficial que era tenía la responsabilidad de llevárselo consigo como testigo, para incluir sus declaraciones en el informe. Al fin y al cabo, aquello no era una simple "redada". Agentes de seguridad privadas habían atacado sin provocación previa a un agente del Gobierno Mundial. ¿O habían dado ellos el primer golpe? Bah, qué más daría. El caso era que se trataba de una situación fuera de lo común, y la Marina estaría muy interesada en investigar el caso a fondo. Probablemente Byakuro no tenía nada que temer en ese aspecto, pero eso no implicaba que fuese agradable tener que perder el tiempo presentando testimonio y dando explicaciones. No cuando podía explicarlo todo él mismo.
- Ve, les diré que nos separamos en medio del jaleo, y que por eso no pude avisarte de que probablemente querrían que te quedaras como testigo. Suerte en tu viaje, Byakuro-san.
Le dio una palmada en el brazo con su brazo bueno (o el menos herido, más bien), y se adelantó para reunirse en el puente con los demás marines que seguramente estarían al caer. No tuvo que esperar demasiado. En cuanto llegó a la zona, un pelotón ya se estaba acercando. Algunos miembros del cuerpo de seguridad del casino se acercaron desenfundando las pistolas, apuntando a Kai. En respuesta, los reclutas aceleraron el paso y sacaron los fusiles. Entonces los guardias se miraron entre ellos, sin saber muy bien por qué les apuntaban los marines.
- ¡Arresten a este hombre! ¡Ha causado un disturbio en el casino! - gritó uno de ellos.
Kai se acercó con toda la serenidad y calma que le permitía el dolor que sentía al caminar, y se paró frente al líder de la patrulla. Reconoció por sus galones que era un sargento. Este se cuadró ante él con respeto.
- A sus órdenes, mi capitán - dijo, ante la incrédula mirada de los agentes de seguridad.
- Sargento, arreste a esos hombres. Solicite refuerzos y cuando tenga hombres suficientes, entre a arrestar a todo el personal de seguridad, heridos incluidos, y a los responsable del casino.
- Señor, sí señor - replicó, dirigiéndose a continuación a los de seguridad - Ya habéis oído. Entregaos sin oponer resistencia y no abriremos fuego.
El joven aun se quedó unos instantes para comprobar que el arresto se llevaba a cabo sin problemas. Acto seguido, se giró y se dirigió al cuartel. Allí atenderían sus heridas apropiadamente. Hasta ahora había logrado aguantar bien, pero estaba bastante machacado y tenía algunas heridas con muy mal aspecto. "Demasiados enemigos..." pensó, fastidiado. Le molestaba la idea de haber sido herido hasta ese punto por gente tan débil. En un uno contra uno podría haber derrotado a cualquiera de ellos sin recibir ni una sola herida.
- Ve, les diré que nos separamos en medio del jaleo, y que por eso no pude avisarte de que probablemente querrían que te quedaras como testigo. Suerte en tu viaje, Byakuro-san.
Le dio una palmada en el brazo con su brazo bueno (o el menos herido, más bien), y se adelantó para reunirse en el puente con los demás marines que seguramente estarían al caer. No tuvo que esperar demasiado. En cuanto llegó a la zona, un pelotón ya se estaba acercando. Algunos miembros del cuerpo de seguridad del casino se acercaron desenfundando las pistolas, apuntando a Kai. En respuesta, los reclutas aceleraron el paso y sacaron los fusiles. Entonces los guardias se miraron entre ellos, sin saber muy bien por qué les apuntaban los marines.
- ¡Arresten a este hombre! ¡Ha causado un disturbio en el casino! - gritó uno de ellos.
Kai se acercó con toda la serenidad y calma que le permitía el dolor que sentía al caminar, y se paró frente al líder de la patrulla. Reconoció por sus galones que era un sargento. Este se cuadró ante él con respeto.
- A sus órdenes, mi capitán - dijo, ante la incrédula mirada de los agentes de seguridad.
- Sargento, arreste a esos hombres. Solicite refuerzos y cuando tenga hombres suficientes, entre a arrestar a todo el personal de seguridad, heridos incluidos, y a los responsable del casino.
- Señor, sí señor - replicó, dirigiéndose a continuación a los de seguridad - Ya habéis oído. Entregaos sin oponer resistencia y no abriremos fuego.
El joven aun se quedó unos instantes para comprobar que el arresto se llevaba a cabo sin problemas. Acto seguido, se giró y se dirigió al cuartel. Allí atenderían sus heridas apropiadamente. Hasta ahora había logrado aguantar bien, pero estaba bastante machacado y tenía algunas heridas con muy mal aspecto. "Demasiados enemigos..." pensó, fastidiado. Le molestaba la idea de haber sido herido hasta ese punto por gente tan débil. En un uno contra uno podría haber derrotado a cualquiera de ellos sin recibir ni una sola herida.
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