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Akuma no mi
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Me pregunto porque había acabado allí, que complejo proceso en mi subconsciente me había hecho moverme hasta una montaña, cuyos únicos asentamientos estaban hechos para la actividad minera. Al menos no estaba vigilando a la cría, pues se había quedado con Mura, y era mejor opción, no tendría que respirar aquel aire cargado con residuos de las excavaciones además la chica era una buena madre, lo suficientemente confiable como para dejársela, a parte de los otros motivos que ahora mismo no venían al caso.
Caminaba por las calles de tierra, y mientras miraba la gente, de aspecto desgarbado ¿pero quién querría vestir bien cuando tu único trabajo es pasarte la mayor parte del día bajo tierra? Tendría que ser una vida aburrida esa, la de levantarse aún cuando el sol no ha salido, pasarte horas cavando y picando solo para encontrar un mísero material con el que hacer una joya y salir cuando la noche ha empezado. Aunque también debería tener un poco de magia para seguir atrayendo a esta gente a ejercer esa profesión. Pensando en ello, no se me ocurre otra cosa más que el simple hecho de conseguir dinero, como cualquier otro oficio, o la fama, encontrar una de las mejores piezas para fabricar una obra maestra, aunque quien sabe.
Suspiré, deteniéndome delante de un puesto abarrotado de personas, los gritos de gente regateando precios llamo mi atención. Me fijé más, supuse que el tipo de productos a la venta sería el mismo que el de los demás por aquel lugar, puede que fuera de mejor calidad que estos y por eso gente de aspecto rudo, como si se pasaran el día ejercitando el cuerpo, se peleaban por los minerales y productos naturales de aquella tierra.
Me eché una mano al sombrero, pues una corriente de viento amenazaba con hacerlo volar, sin dejar de mirar al puesto, un hombre había comprado algo, que metió con gran prisa y su compra cayó, una pequeña bolsa de tela blanca yacía sobre el suelo, haciendo contraste debido al color marrón, casi negro de este y al blanco marfil de la bolsa.
La recogí, con intenciones de devolverla, pero el sujeto ya estaba demasiado lejos como para oírme y la gente, que no era abundante, pero tampoco escasa, dificultaba el seguirle con la vista. Como no tenía nada que indicara donde encontrarlo, pues la bolsa era sencilla y no tenía ningún arreglo. Su contenido era… bueno, sustancioso, por decirlo de alguna manera. Varias joyas, de distintos colores abultaban en su interior, y junto a ellas, una nota en un papel.
La nota era ilegible en casi todas sus partes, y solo pude sacar en claro un “Encuéntralo, es una orden” que se había conservado quizás demasiado bien. Cogí una de las joyas, de aspecto vítreo y color rojizo, agarrándolo con dos dedos mientras lo miraba a contraluz, con la poca que se podía conseguir en aquel lugar. No sabría que tenía que encontrar, pero quizás lo supiera si escuchaba alguna conversación, así que me dirigí a una posada o una taberna para enterarme de que era lo que pasaba por allí, no sin antes guardarme la bolsa en uno de los bolsillos de la enorme gabardina.
Caminaba por las calles de tierra, y mientras miraba la gente, de aspecto desgarbado ¿pero quién querría vestir bien cuando tu único trabajo es pasarte la mayor parte del día bajo tierra? Tendría que ser una vida aburrida esa, la de levantarse aún cuando el sol no ha salido, pasarte horas cavando y picando solo para encontrar un mísero material con el que hacer una joya y salir cuando la noche ha empezado. Aunque también debería tener un poco de magia para seguir atrayendo a esta gente a ejercer esa profesión. Pensando en ello, no se me ocurre otra cosa más que el simple hecho de conseguir dinero, como cualquier otro oficio, o la fama, encontrar una de las mejores piezas para fabricar una obra maestra, aunque quien sabe.
Suspiré, deteniéndome delante de un puesto abarrotado de personas, los gritos de gente regateando precios llamo mi atención. Me fijé más, supuse que el tipo de productos a la venta sería el mismo que el de los demás por aquel lugar, puede que fuera de mejor calidad que estos y por eso gente de aspecto rudo, como si se pasaran el día ejercitando el cuerpo, se peleaban por los minerales y productos naturales de aquella tierra.
Me eché una mano al sombrero, pues una corriente de viento amenazaba con hacerlo volar, sin dejar de mirar al puesto, un hombre había comprado algo, que metió con gran prisa y su compra cayó, una pequeña bolsa de tela blanca yacía sobre el suelo, haciendo contraste debido al color marrón, casi negro de este y al blanco marfil de la bolsa.
La recogí, con intenciones de devolverla, pero el sujeto ya estaba demasiado lejos como para oírme y la gente, que no era abundante, pero tampoco escasa, dificultaba el seguirle con la vista. Como no tenía nada que indicara donde encontrarlo, pues la bolsa era sencilla y no tenía ningún arreglo. Su contenido era… bueno, sustancioso, por decirlo de alguna manera. Varias joyas, de distintos colores abultaban en su interior, y junto a ellas, una nota en un papel.
La nota era ilegible en casi todas sus partes, y solo pude sacar en claro un “Encuéntralo, es una orden” que se había conservado quizás demasiado bien. Cogí una de las joyas, de aspecto vítreo y color rojizo, agarrándolo con dos dedos mientras lo miraba a contraluz, con la poca que se podía conseguir en aquel lugar. No sabría que tenía que encontrar, pero quizás lo supiera si escuchaba alguna conversación, así que me dirigí a una posada o una taberna para enterarme de que era lo que pasaba por allí, no sin antes guardarme la bolsa en uno de los bolsillos de la enorme gabardina.
Byakuro Kyoya
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Byakuro entró en aquella taberna de la ciudad minera. El ambiente estaba cargado con polvo y olía a sudor y a cerveza. Los hombres que allí estaban (pues mayormente había hombres en el lugar) estaban cubiertos con una capa de hollín negruzca y con unas ropas manchadas y viejas. Mineros de pelo en pecho, de oficio y de corazón.
- Vaya, menudo ambiente... -murmuró el chico, mientras veía cómo muchos de ellos reían y jugaban a las cartas o bailaban. Entre el jolgorio y la fiesta le pareció entender que habían encontrado un filón de algo valioso. Una sonrisa leve se dibujó en la cara del chico. El duro trabajo de aquellos hombres traía frutos hermosos.
Sin embargo la mirada se endureció cuando se acercó a la barra a pedir algo de beber. No estaba en aquel lugar de vacaciones. Seguía la pista de un peligroso delincuente llamado Gronh, que según había oído se escondía en aquella isla. Sin embargo no tenía ni idea del refugio de aquel hombre, así que había ido dando palos de ciego los últimos tres días.
- Joder... ojalá supiera algo más de ese tipejo. -gruñó mientras bebía el licor que el camarero le había llevado, y que parecía tan popular entre las gentes del lugar. Tras sentir el ardiente beso del alcohol en su boca y garganta, hizo una ligera mueca de asco. No le gustaban las bebidas tan fuertes.
- Vaya, menudo ambiente... -murmuró el chico, mientras veía cómo muchos de ellos reían y jugaban a las cartas o bailaban. Entre el jolgorio y la fiesta le pareció entender que habían encontrado un filón de algo valioso. Una sonrisa leve se dibujó en la cara del chico. El duro trabajo de aquellos hombres traía frutos hermosos.
Sin embargo la mirada se endureció cuando se acercó a la barra a pedir algo de beber. No estaba en aquel lugar de vacaciones. Seguía la pista de un peligroso delincuente llamado Gronh, que según había oído se escondía en aquella isla. Sin embargo no tenía ni idea del refugio de aquel hombre, así que había ido dando palos de ciego los últimos tres días.
- Joder... ojalá supiera algo más de ese tipejo. -gruñó mientras bebía el licor que el camarero le había llevado, y que parecía tan popular entre las gentes del lugar. Tras sentir el ardiente beso del alcohol en su boca y garganta, hizo una ligera mueca de asco. No le gustaban las bebidas tan fuertes.
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Akuma no mi
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Caminaba ausente, hasta que llegué a la puerta de lo que parecía ser una taberna. Una taberna un tanto ruidosa, pues desde su interior solo salían gritos de júbilo, lo que me hizo interesarme por esta y entrar. Abrí la puerta de madera la cual chirrió, pero este quedó amortiguado por el ruido que hacía la gente, la cual no solo parecía eufórica de oídas, sino también al verlos, pues el vino corría como si hubiera un río de este líquido cerca, las mejillas sonrojadas y las caras alegres demostraban que estaba disfrutando de esa celebración y no pude evitar sonreír, diciéndome si lo que pensé antes no era demasiado pesimista.
Me acerqué a la barra, esperando poder conseguir un poco de información, a parte de la que daban aquellas personas sobre su enorme éxito, posiblemente encontrando alguna veta abundante, no les hice mucho caso a pesar de lo ruidosos que eran. Me coloqué al lado de una persona de pelo blanco con pequeñas pinceladas de color lila, que estaba bebiendo algún alcohol, pero no parecía ser parte de la fiesta, es más, no parecía ser parte de aquella isla, sobre todo porque sus ropas eran distintas, además de estar bastante más limpias que las de los paisanos.
Lo miré de reojo, pero me recordó a alguien, posiblemente fuera solo una cosa mía, una tontería o que mi subconsciente quería hacer real un fantasma del pasado. Me quedé mirando la pared que tenía delante, mientras un hombre pasaba de un lado al otro, atendiendo a la gente que pedía algo. Un golpe premeditado en la barra de madera me despertó de mi ensoñación, solo para después preguntarme que quería, y se quejo de lo ocupado que estaba. Señale una botella cualquiera, de una de las baldas superiores que habían clavadas a la pared, mientras chasqueaba la lengua ante sus quejas.
Un rato más tarde llego un vaso que se deslizó ligeramente sobre la barra que tardé un rato en llevarme a la boca, volviendo a espaciarme del lugar en el que estaba, dejando que mi mente volará durante un rato, mientras me acababa la bebida.
Me acerqué a la barra, esperando poder conseguir un poco de información, a parte de la que daban aquellas personas sobre su enorme éxito, posiblemente encontrando alguna veta abundante, no les hice mucho caso a pesar de lo ruidosos que eran. Me coloqué al lado de una persona de pelo blanco con pequeñas pinceladas de color lila, que estaba bebiendo algún alcohol, pero no parecía ser parte de la fiesta, es más, no parecía ser parte de aquella isla, sobre todo porque sus ropas eran distintas, además de estar bastante más limpias que las de los paisanos.
Lo miré de reojo, pero me recordó a alguien, posiblemente fuera solo una cosa mía, una tontería o que mi subconsciente quería hacer real un fantasma del pasado. Me quedé mirando la pared que tenía delante, mientras un hombre pasaba de un lado al otro, atendiendo a la gente que pedía algo. Un golpe premeditado en la barra de madera me despertó de mi ensoñación, solo para después preguntarme que quería, y se quejo de lo ocupado que estaba. Señale una botella cualquiera, de una de las baldas superiores que habían clavadas a la pared, mientras chasqueaba la lengua ante sus quejas.
Un rato más tarde llego un vaso que se deslizó ligeramente sobre la barra que tardé un rato en llevarme a la boca, volviendo a espaciarme del lugar en el que estaba, dejando que mi mente volará durante un rato, mientras me acababa la bebida.
Byakuro Kyoya
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Akuma no mi
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Byakuro apoyó los codos en la barra y se sujetó la cabeza. Aquel licor era incluso más fuerte de lo que había pensado en un principio. "Buffff..." pensó, mientras a su lado un hombre con traje negro se sentaba en un taburete. Byakuro giró la cabeza con lentitud, para evitar marearse más de lo que ya estaba
- Oye... ¿tú eres...? -preguntó, mientras trataba de identificar la cara de aquel hombre. Le sonaba de algo. Empezó a rebuscar en sus recuerdos. Le vino a la cabeza una escena de un bosque de bambú. Pancu Island-. ¿Ruyta? ¿Ryta? ¿Ryuta? Sí, eso... Ryuta. -el cazador le dio un toque en el hombro al peliverde-. ¡Marimo! No esperaba verte en este lugar... ha sido una agradable coincidencia...
La impresión de encontrarse a uno de los últimos miembros perdidos de la asociación había desviado su atención del licor y del pirata, pero enseguida el cazador volvió a pensar en la presa a la que estaba rastreando. Se giró hacia la barra de nuevo y sacó un cartel de WANTED arrugado de su mochila.
- Tengo que encontrar a este tipejo... -murmuró para sí.
- Oye... ¿tú eres...? -preguntó, mientras trataba de identificar la cara de aquel hombre. Le sonaba de algo. Empezó a rebuscar en sus recuerdos. Le vino a la cabeza una escena de un bosque de bambú. Pancu Island-. ¿Ruyta? ¿Ryta? ¿Ryuta? Sí, eso... Ryuta. -el cazador le dio un toque en el hombro al peliverde-. ¡Marimo! No esperaba verte en este lugar... ha sido una agradable coincidencia...
La impresión de encontrarse a uno de los últimos miembros perdidos de la asociación había desviado su atención del licor y del pirata, pero enseguida el cazador volvió a pensar en la presa a la que estaba rastreando. Se giró hacia la barra de nuevo y sacó un cartel de WANTED arrugado de su mochila.
- Tengo que encontrar a este tipejo... -murmuró para sí.
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Akuma no mi
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Seguía sumido en mis pensamientos cuando alguien intentando llamarme por mi nombre, que lo logró tras varios intentos, junto a un toque en mi hombro me hizo girar la cabeza, fijándome en el joven, aquel albino con toques morados, el cual parecía conocerme. Fruncí el ceño, intentando acordarme de quien era, tardé un rato pero llegó como si de un relámpago se tratará, una imagen veloz sobre una persona bastante parecida, con unas ligeras diferencias. Me alegré de verlo de nuevo, suponiendo que fuera la misma persona, aunque la manera de llamarme era… extraña, porque no sabía que era un marimo, pero tampoco iba a pensarme mucho eso.
-Agradable, si…-dije mientras abría un cartel, era una orden de busca y captura de alguien, pude verlo durante unos segundos, la foto era de un hombre y el nombre era Gronh-¿Necesitas ayuda para encontrarlo?-parecía estar bastante ocupado y a lo mejor apreciaba esa pequeña ayuda.
Tras decir eso le di un trago a mi bebida, terminando esta. No estaba acostumbrado al alcohol y se notaba, pues mis mejillas se habían tornado de un color rojo suave. Realmente no sabía porque lo ayudaba ¿nostalgia tal vez? Ciertamente aquel día en el bosque de bambú había sido interesante y hacía mucho tiempo que no tenía una aventura en condiciones, me había olvidado por completo del objetivo que me había puesto hacía ya un buen tiempo. ¿Pero como no podría hacerlo? Aquel lugar, con lo aburrido podría parecer, contaba miles de historias a cada paso que dabas, cada una un pequeño trozo de humanidad, sea por la tristeza de algunos o la felicidad de otros, a veces ese juego me fascinaba, pues te presentaba un ambiente tan humano que casi parecía real ¿No es completamente absurdo y emocionante? Dejé el vaso sobre la barra, dándome la vuelta y mirando a toda la gente que festejaba, con la sombra de una sonrisa en mi rostro.
-¿Y bien? ¿Te interesa mi compañía durante tu travesía o prefieres hacerlo por tu propia cuenta… Byakuro?-tardé un rato en recordar su nombre, y posiblemente, debido a la poca frecuencia con la que había visto, dado que habían pasado unos cuantos meses y había sido solo una vez, podría pasarme de nuevo, auguré conociéndome. Pero al menos tendría un día entretenido hoy, si llegaba a aceptar mi propuesta-.
-Agradable, si…-dije mientras abría un cartel, era una orden de busca y captura de alguien, pude verlo durante unos segundos, la foto era de un hombre y el nombre era Gronh-¿Necesitas ayuda para encontrarlo?-parecía estar bastante ocupado y a lo mejor apreciaba esa pequeña ayuda.
Tras decir eso le di un trago a mi bebida, terminando esta. No estaba acostumbrado al alcohol y se notaba, pues mis mejillas se habían tornado de un color rojo suave. Realmente no sabía porque lo ayudaba ¿nostalgia tal vez? Ciertamente aquel día en el bosque de bambú había sido interesante y hacía mucho tiempo que no tenía una aventura en condiciones, me había olvidado por completo del objetivo que me había puesto hacía ya un buen tiempo. ¿Pero como no podría hacerlo? Aquel lugar, con lo aburrido podría parecer, contaba miles de historias a cada paso que dabas, cada una un pequeño trozo de humanidad, sea por la tristeza de algunos o la felicidad de otros, a veces ese juego me fascinaba, pues te presentaba un ambiente tan humano que casi parecía real ¿No es completamente absurdo y emocionante? Dejé el vaso sobre la barra, dándome la vuelta y mirando a toda la gente que festejaba, con la sombra de una sonrisa en mi rostro.
-¿Y bien? ¿Te interesa mi compañía durante tu travesía o prefieres hacerlo por tu propia cuenta… Byakuro?-tardé un rato en recordar su nombre, y posiblemente, debido a la poca frecuencia con la que había visto, dado que habían pasado unos cuantos meses y había sido solo una vez, podría pasarme de nuevo, auguré conociéndome. Pero al menos tendría un día entretenido hoy, si llegaba a aceptar mi propuesta-.
Byakuro Kyoya
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Akuma no mi
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El chico observó a su compañero de pelo verde y sonrió ante la propuesta. La verdad es que no sabía mucho de su presa, tan solo que poseía un poder devastador incluso para aquellas aguas, por lo que el cazador sospechaba que el pirata era poseedor de una fruta del diablo, o algún poder similar. Por ello, cualquier ayuda extra sería de agradecer.
- Claro, esta isla es grande, y cuantos más ojos estemos buscando a este tipo, mejor. Eso sí, si vienes conmigo, tendrás que tener cuidado -el peliblanco observó su vaso vacío, perdido en sus pensamientos por un momento-. No es precisamente un don nadie. Dan un buen pellizco por su cabeza.
No pensaba que eso fuera a echar para atrás al tipo de pelo verde, por lo que se levantó del asiento y puso un puñado de billetes algo arrugados en la barra. Recogió su bastón y su bolsa de cosas útiles y se dirigió afuera, donde Mostaza seguía esperándole. El enorme loro no sería muy útil dentro de las cavernas de la isla, que era donde sospechaba Byakuro que se ocultaba el pirata, por lo que con un gesto envió al animal de vuelta al barco.
- Bien, creo que el hombre que buscamos tiene su escondite en un lugar de esta isla, y apostaría una mano a que se encuentra en el interior de una de las minas -el chico de pelo blanco se encogió de hombros-. Pero desconozco en cual de ellas, así que a no ser que se nos ocurra algo, vamos a ir dando palos de ciego.
Mostaza estaba ya alzando el vuelo y volviendo al barco. Así que ahora solo quedaba con empezar la búsqueda. El cazador se llevó la mano a la cabeza y dijo:
- Aunque seguramente lo mejor sea ir primero hacia la zona de minas.
- Claro, esta isla es grande, y cuantos más ojos estemos buscando a este tipo, mejor. Eso sí, si vienes conmigo, tendrás que tener cuidado -el peliblanco observó su vaso vacío, perdido en sus pensamientos por un momento-. No es precisamente un don nadie. Dan un buen pellizco por su cabeza.
No pensaba que eso fuera a echar para atrás al tipo de pelo verde, por lo que se levantó del asiento y puso un puñado de billetes algo arrugados en la barra. Recogió su bastón y su bolsa de cosas útiles y se dirigió afuera, donde Mostaza seguía esperándole. El enorme loro no sería muy útil dentro de las cavernas de la isla, que era donde sospechaba Byakuro que se ocultaba el pirata, por lo que con un gesto envió al animal de vuelta al barco.
- Bien, creo que el hombre que buscamos tiene su escondite en un lugar de esta isla, y apostaría una mano a que se encuentra en el interior de una de las minas -el chico de pelo blanco se encogió de hombros-. Pero desconozco en cual de ellas, así que a no ser que se nos ocurra algo, vamos a ir dando palos de ciego.
Mostaza estaba ya alzando el vuelo y volviendo al barco. Así que ahora solo quedaba con empezar la búsqueda. El cazador se llevó la mano a la cabeza y dijo:
- Aunque seguramente lo mejor sea ir primero hacia la zona de minas.
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Akuma no mi
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Al parecer el albino no veía mal que le ayudara, así que palpé el arma que siempre llevaba conmigo, Lumen y acto seguido metí las manos en los bolsillos de la enorme gabardina. Según él era un personaje poderoso, alguien de quien temer debido a la cantidad de dinero que habían puesto por su cabeza. ¿Quién? Supongo que el gobierno, que estira sus brazos hasta donde alcanza la vista. No me gustaba esa manera de hacer las cosas, pero nadie se quejaba por ello, y en cierto modo entendía ese modo de actuar. Se caza a gente que ha cometido crímenes y por tanto, que suele ser… malévola, pero no tenía por qué ser así siempre. Por eso mismo decidí, sin decírselo a Byakuro, que si lo veía necesario, dejaría huir a aquella persona, mas para eso debería entrar en los límites de lo que yo pensaba que era aceptable para cometer un crimen.
Salí detrás de él, al ver que se había levantado y se dirigía a la zona exterior. Una pena, pues me apetecía quedarme un rato más en aquel lugar y quizás festejar un poco con la gente, que cada vez se volvían más ruidosos, pero parecía que las cosas no serían así y tendríamos un largo trabajo por delante.
Cuando salí fuera pude ver un… pájaro junto al hombre, que estaba alzando el vuelo según salía yo, no recordaba a ese bicho la otra vez, pero a saber si era un amante de las mascotas y tenía unas cuantas. No le di más importancia de la necesaria y seguí avanzando mientras oía a Byakuro hablar. Suponía que el criminal estaba escondido en una de las minas de aquella isla minera. “Empezamos bien” pensé, pues si era su única pista tendríamos que buscar bastante. Entonces es cuando se me ocurrió una idea.
-Dado que posiblemente esté dentro de una mina porque no hay otro tipo de comercio en esta isla, debería estar en una poco usada ¿Quizás una abandonada por la falta de recursos? Es lo que veo más factible en este momento, pues les costaría mucho esfuerzo esconderse en una usada, aparte de que los mineros podrían hacer que estos salieran, tanto si corrían la voz como si se los cargan, no es una apuesta segura. Así que lo mejor es ver cuáles son las minas abandonadas de la isla, los motivos por las que las abandonaron, pues no creo que hayan sido tan suicidas de meterse en una mina llena de gases tóxicos y eliminar todas las que no entren en ese registro ¿no crees?
Mientras decía esto, me iba moviendo por la calle, buscando alguien que pareciera saber lo suficiente como para preguntarle sobre esto. Un hombre mayor, que rondaba los 50, estaba fuera de una cabaña, mirando cómo la gente pasaba. No es que pareciera alguien importante, pues sus ropas eran más bien pobres, pero eso también podría significar que llevaba mucho tiempo allí y supiera cómo estaban los temas de las excavaciones activas. Le hice un gesto a Byakuro, dirigiéndome a la zona donde estaba el anciano. Era una casa anticuada y parecía caerse en cualquier momento, pero aún así resistía.
-Disculpe, quería hacerle una pregunta.
-¿Una pregunta? ¿Qué querría un joven como tú de un viejo como yo?-dijo el anciano riendo-.
-Vera, estaba haciendo una pequeña investigación y quería saber que minas de la isla están abandonadas y no tengan ningún peligro en estas, aparte de los comunes en este tipo de prospecciones. ¿Sabría usted algo de eso o tendría alguna idea de dónde encontrar información?
El anciano se levanto de su mecedora, haciendo que esta se moviera con un chirrido desagradable y haciendo un gesto para que esperase, entró en la vivienda.
Salí detrás de él, al ver que se había levantado y se dirigía a la zona exterior. Una pena, pues me apetecía quedarme un rato más en aquel lugar y quizás festejar un poco con la gente, que cada vez se volvían más ruidosos, pero parecía que las cosas no serían así y tendríamos un largo trabajo por delante.
Cuando salí fuera pude ver un… pájaro junto al hombre, que estaba alzando el vuelo según salía yo, no recordaba a ese bicho la otra vez, pero a saber si era un amante de las mascotas y tenía unas cuantas. No le di más importancia de la necesaria y seguí avanzando mientras oía a Byakuro hablar. Suponía que el criminal estaba escondido en una de las minas de aquella isla minera. “Empezamos bien” pensé, pues si era su única pista tendríamos que buscar bastante. Entonces es cuando se me ocurrió una idea.
-Dado que posiblemente esté dentro de una mina porque no hay otro tipo de comercio en esta isla, debería estar en una poco usada ¿Quizás una abandonada por la falta de recursos? Es lo que veo más factible en este momento, pues les costaría mucho esfuerzo esconderse en una usada, aparte de que los mineros podrían hacer que estos salieran, tanto si corrían la voz como si se los cargan, no es una apuesta segura. Así que lo mejor es ver cuáles son las minas abandonadas de la isla, los motivos por las que las abandonaron, pues no creo que hayan sido tan suicidas de meterse en una mina llena de gases tóxicos y eliminar todas las que no entren en ese registro ¿no crees?
Mientras decía esto, me iba moviendo por la calle, buscando alguien que pareciera saber lo suficiente como para preguntarle sobre esto. Un hombre mayor, que rondaba los 50, estaba fuera de una cabaña, mirando cómo la gente pasaba. No es que pareciera alguien importante, pues sus ropas eran más bien pobres, pero eso también podría significar que llevaba mucho tiempo allí y supiera cómo estaban los temas de las excavaciones activas. Le hice un gesto a Byakuro, dirigiéndome a la zona donde estaba el anciano. Era una casa anticuada y parecía caerse en cualquier momento, pero aún así resistía.
-Disculpe, quería hacerle una pregunta.
-¿Una pregunta? ¿Qué querría un joven como tú de un viejo como yo?-dijo el anciano riendo-.
-Vera, estaba haciendo una pequeña investigación y quería saber que minas de la isla están abandonadas y no tengan ningún peligro en estas, aparte de los comunes en este tipo de prospecciones. ¿Sabría usted algo de eso o tendría alguna idea de dónde encontrar información?
El anciano se levanto de su mecedora, haciendo que esta se moviera con un chirrido desagradable y haciendo un gesto para que esperase, entró en la vivienda.
Byakuro Kyoya
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Byakuro asintió ante el razonamiento de su compañero. Sin duda, el hecho de tratar de esconderse en una mina de aquel lugar podía parecer un desafío para encontrarlo, pero las opciones se reducían visiblemente si se tenían en cuenta todas las posibles minas ocupadas o con escapes de gas.
- Es un buen plan... -el cazador acompañó a su compañera hasta una casa cercana, en la que un anciano descansaba en una mecedora. El pelialga le preguntó por las minas abandonadas de la isla, aquellas que podrían ser de utilidad como puntos de búsqueda, y el anciano entró en la casa, para buscarlas.
Tras unos minutos, el viejo salió, con gesto de pesar, y le dijo al hombre de pelo verde:
- Lo siento, jovencito... pero no tengo nada aquí que te pueda ayudar. Lo mejor será que vayas al ayuntamiento y preguntes por el registro de excavaciones...
- Tal vez deberíamos ir para allí. -asintió Byakuro. La verdad es que era una buena idea, e incluso podrían preguntar por alguna mina conflictiva.
El edificio del ayuntamiento era un edificio de roca que antaño debió blanca ahora estaba cubierto por una pátina de hollín grisáceo. Byakuro se acercó a la entrada principal, flanqueada por dos estatuas de hombres sosteniendo picos con una pose orgullosa, y abrió el portón doble.
- Disculpe... -dijo mientras se aproximaba a la recepción-. Mi amigo y yo estamos en una investigación sobre las extracciones de metales en la isla y... -de pronto se dio cuenta de que aquello era estúpido-. Soy el Yonkaikyo Byakuro Kyoya, y necesito entrar en el registro de minas de la isla. Estoy buscando a un peligroso criminal, y creo que se encuentra en este lugar.
- Es un buen plan... -el cazador acompañó a su compañera hasta una casa cercana, en la que un anciano descansaba en una mecedora. El pelialga le preguntó por las minas abandonadas de la isla, aquellas que podrían ser de utilidad como puntos de búsqueda, y el anciano entró en la casa, para buscarlas.
Tras unos minutos, el viejo salió, con gesto de pesar, y le dijo al hombre de pelo verde:
- Lo siento, jovencito... pero no tengo nada aquí que te pueda ayudar. Lo mejor será que vayas al ayuntamiento y preguntes por el registro de excavaciones...
- Tal vez deberíamos ir para allí. -asintió Byakuro. La verdad es que era una buena idea, e incluso podrían preguntar por alguna mina conflictiva.
El edificio del ayuntamiento era un edificio de roca que antaño debió blanca ahora estaba cubierto por una pátina de hollín grisáceo. Byakuro se acercó a la entrada principal, flanqueada por dos estatuas de hombres sosteniendo picos con una pose orgullosa, y abrió el portón doble.
- Disculpe... -dijo mientras se aproximaba a la recepción-. Mi amigo y yo estamos en una investigación sobre las extracciones de metales en la isla y... -de pronto se dio cuenta de que aquello era estúpido-. Soy el Yonkaikyo Byakuro Kyoya, y necesito entrar en el registro de minas de la isla. Estoy buscando a un peligroso criminal, y creo que se encuentra en este lugar.
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El anciano llegó tras un rato, si nada en las manos. Al parecer no hubo suerte, pero nos dijo que a lo mejor si buscábamos en el ayuntamiento encontráramos algo y como no se me ocurría ninguna idea mejor, simplemente me resigné y lo seguí tranquilamente, no sin antes despedirme del anciano. Tras un rato, llegamos a lo que supuestamente era el ayuntamiento. La entrada estaba adornada con dos estatuas de unos mineros con pose de magnificencia, sosteniendo los picos en alto.
Podría haberme quedado observando, pues parecían unas estatuas bien elaboradas, un poco sucias por la capa de hollín que cubría todo en aquella isla, pero no estaba para hacer turismo, pues había decidido ayudar al albino. Entré justo después de él, viendo el aspecto decrepito del edificio por dentro.
-Vaaaaaya… No parecen cuidar este sitio mucho, la verdad. –Dije en bajo mientras hacía un gesto con la mano, moviéndola rápidamente demostrando mi asombro. –
Mientras yo estaba haciendo y diciendo tonterías, Byakuro se había acercado al mostrador, solicitando algún papel que nos ayudara en lo que necesitábamos. Tenía un alto cargo en el gobierno, o eso parecía, pues la chica que le había atendido se puso en movimiento, removiendo todo tipo de documentos. Yo, que estaba de pie y sin nada que hacer empecé a deambular por aquel sitio, que parecía una enorme biblioteca. Entré en una sala adyacente a la entrada, donde había unos sillones y unos cuantos libros.
Me dejé caer sobre uno de los mullidos muebles forrados en cuero, mirando los libros que había por allí. Historia de Blanc Leumont, Cómo identificar minerales y piedras preciosas, La receta de la sopa casera de la abuela, Cien maneras de enchufar un cable, ¡Menuda fauna! Edición Blanc Leumont y algunos más, con títulos extraños o en lenguajes que no entendía.
Agarré el ejemplar de ¡Menuda fauna! abriéndolo en una página completamente al azar, viendo varias ilustraciones de los animales que podría encontrarme por aquella isla. El libro hablaba de la poca vida en la tierra, algunos animales migratorios comunes en la mayoría de islas. Aunque interesante, los animales que conocía no me interesaban para nada, pero cuando pasé la página pude ver como explicaba algunas de sus especies autóctonas, acompañándolas ocasionalmente de alguna imagen.
La mayoría eran reptiles que vivían en las múltiples cavernas que se habían hecho a lo largo de los años. Cuando me quise dar cuenta, estaba seguro de que había pasado un buen rato ¿habría encontrado la encargada algo que nos ayudara? Como no lo sabía, simplemente cerré el libro, dejándolo donde lo había encontrado y levantándome del sillón de cuero. Salí por la misma puerta por la que entré, esperando encontrarme a Bya en el mismo sitio que antes y quizás junto a él, el mapa que nos ayudaría a dar con la pista de aquel maleante.
Podría haberme quedado observando, pues parecían unas estatuas bien elaboradas, un poco sucias por la capa de hollín que cubría todo en aquella isla, pero no estaba para hacer turismo, pues había decidido ayudar al albino. Entré justo después de él, viendo el aspecto decrepito del edificio por dentro.
-Vaaaaaya… No parecen cuidar este sitio mucho, la verdad. –Dije en bajo mientras hacía un gesto con la mano, moviéndola rápidamente demostrando mi asombro. –
Mientras yo estaba haciendo y diciendo tonterías, Byakuro se había acercado al mostrador, solicitando algún papel que nos ayudara en lo que necesitábamos. Tenía un alto cargo en el gobierno, o eso parecía, pues la chica que le había atendido se puso en movimiento, removiendo todo tipo de documentos. Yo, que estaba de pie y sin nada que hacer empecé a deambular por aquel sitio, que parecía una enorme biblioteca. Entré en una sala adyacente a la entrada, donde había unos sillones y unos cuantos libros.
Me dejé caer sobre uno de los mullidos muebles forrados en cuero, mirando los libros que había por allí. Historia de Blanc Leumont, Cómo identificar minerales y piedras preciosas, La receta de la sopa casera de la abuela, Cien maneras de enchufar un cable, ¡Menuda fauna! Edición Blanc Leumont y algunos más, con títulos extraños o en lenguajes que no entendía.
Agarré el ejemplar de ¡Menuda fauna! abriéndolo en una página completamente al azar, viendo varias ilustraciones de los animales que podría encontrarme por aquella isla. El libro hablaba de la poca vida en la tierra, algunos animales migratorios comunes en la mayoría de islas. Aunque interesante, los animales que conocía no me interesaban para nada, pero cuando pasé la página pude ver como explicaba algunas de sus especies autóctonas, acompañándolas ocasionalmente de alguna imagen.
La mayoría eran reptiles que vivían en las múltiples cavernas que se habían hecho a lo largo de los años. Cuando me quise dar cuenta, estaba seguro de que había pasado un buen rato ¿habría encontrado la encargada algo que nos ayudara? Como no lo sabía, simplemente cerré el libro, dejándolo donde lo había encontrado y levantándome del sillón de cuero. Salí por la misma puerta por la que entré, esperando encontrarme a Bya en el mismo sitio que antes y quizás junto a él, el mapa que nos ayudaría a dar con la pista de aquel maleante.
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Byakuro esperó a que la mujer que estaba en recepción rebuscase en su escritorio, y acabó sacando una serie de documentos que empezó a hojear.
- Sí, creo que en el archivo puede haber algo. Tal vez deberíais ir a buscar allí -la mujer le tendió una llave-. Es la tercera puerta a la derecha.
Byakuro observó el pasillo y decidió que Ryuta estaba bastante entretenido rebuscando en los libros como para estorbarlo. Avisó a la mujer para que le dijera al peliverde dónde estaba si preguntaba por él, y se dirigió al archivo.
La puerta se abrió sin complicaciones con la llave, y Byakuro se vio frente a un montón de estantes con apuntes, documentos y hojas. Vaya, iba a ser una búsqueda aburrida. En ese momento, el cazador escuchó un ruido. Parecía provenir de la oscuridad. Con un rápido gesto, sacó su bastón y empezó a caminar hacia la oscuridad, activando su haki mantra. Un aura frente a él le indicó la presencia de otra persona. Un disparo, y Byakuro se movió de lado para ver una bala pasar a centímetros de su cabeza. El aura empezó a alejarse, al tiempo que unos pasos apurados se alejaban. El cazador echó a correr detrás, pero no llegó a dar cinco pasos antes de chocar con una estantería, derribándola y esparciendo su contenido por el suelo de la sala.
- Mierda... -el chico se frotó la cabeza con rabia. Quienquiera que estuviera allí dentro se había escapado.
Tras levantarse y encender la luz, el chico vio el estropicio que había montado con su torpeza. También vio un agujero excavado en la pared, que llevaba a una especie de túnel que descendía a las profundidades.
- Tal vez esto le interese a Ryuta. -masculló.
- Sí, creo que en el archivo puede haber algo. Tal vez deberíais ir a buscar allí -la mujer le tendió una llave-. Es la tercera puerta a la derecha.
Byakuro observó el pasillo y decidió que Ryuta estaba bastante entretenido rebuscando en los libros como para estorbarlo. Avisó a la mujer para que le dijera al peliverde dónde estaba si preguntaba por él, y se dirigió al archivo.
La puerta se abrió sin complicaciones con la llave, y Byakuro se vio frente a un montón de estantes con apuntes, documentos y hojas. Vaya, iba a ser una búsqueda aburrida. En ese momento, el cazador escuchó un ruido. Parecía provenir de la oscuridad. Con un rápido gesto, sacó su bastón y empezó a caminar hacia la oscuridad, activando su haki mantra. Un aura frente a él le indicó la presencia de otra persona. Un disparo, y Byakuro se movió de lado para ver una bala pasar a centímetros de su cabeza. El aura empezó a alejarse, al tiempo que unos pasos apurados se alejaban. El cazador echó a correr detrás, pero no llegó a dar cinco pasos antes de chocar con una estantería, derribándola y esparciendo su contenido por el suelo de la sala.
- Mierda... -el chico se frotó la cabeza con rabia. Quienquiera que estuviera allí dentro se había escapado.
Tras levantarse y encender la luz, el chico vio el estropicio que había montado con su torpeza. También vio un agujero excavado en la pared, que llevaba a una especie de túnel que descendía a las profundidades.
- Tal vez esto le interese a Ryuta. -masculló.
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Cuando entré a la sala de antes no pude ver ni a Byakuro ni a la mujer. Cuando me acerqué al mostrador de madera, la pude ver rebuscando entre un montón de papeles. Intenté llamar su atención carraspeando mientras alzaba la voz, y aunque se percató de que estaba allí, tardó un poco en llegar, cargando consigo unos cuantos papeles que dejó caer en la mesa. Pasó un buen rato hasta que terminó de ordenar los papeles y me dirigió la mirada, solo para hacer una pequeña mueca, como si fuera una molestia durante ese instante, supongo que debido a la pregunta.
-Tu amigo esta por ahí, tercera puerta a la derecha, la puerta está abierta. Ahora déjame, tengo trabajo que hacer. – Fue lo último que dijo, con su voz estridente, que tenía un ligero deje, posiblemente debido al cansancio -.
En cuanto me dio las indicaciones puse rumbo al lugar y mientras me acercaba pude oír un… ¿disparo? Corrí, preocupado por lo que habría podido pasar, lo más posible es que fuera un libro que había caído. Aún así, preferí no pensarlo mucho y preocuparme después. Cuando llegué a la puerta vi un agujero, no muy grande, posiblemente el de una bala. Sin duda se había disparado algo, así que sin tardar mucho más, abrí la puerta cuan presto me dejaba actuar mi cuerpo y pude ver una estancia… vacía. Había una zona bastante oscura, desde la cual parecía haber provenido el disparo o eso suponía. Tendría que investigar la zona, esperando encontrarme con el tirador o Byakuro, que no parecía estar por allí. Me mordí el labio esperando que no le hubiera pasado nada.
Entonces recordé eso, hacía tiempo, durante la reclusión en aquel lugar maldito había aprendido una cosa bastante interesante, pues podía notar a las personas por su presencia. Activé este poder, que había olvidado usar e inmediatamente noté una presencia, en aquella oscuridad, en la que ahora se había encendido una luz. Fui hasta esta de la manera más silenciosa que pude y cuando estuve cerca pude ver que era Byakuro.
-¿Qué acaba de pasar? Y más importante, ¿qué es ese túnel y a dónde lleva? – Dije mientras dejaba caer el cuerpo levemente, quedando en una posición diagonal. Esto era para poder mirar el hueco de la pared y poder señalarlo con facilidad. - ¿Crees que es parte de la banda del criminal que buscas? ¿Deberíamos entrar por ahí?
Cualquier cosa que decidiera, era el momento de hacerlo. Quien sabe a dónde nos llevaría el túnel y siempre podríamos buscar otras alternativas para encontrar al criminal, si era realmente el que buscábamos.
-Tu amigo esta por ahí, tercera puerta a la derecha, la puerta está abierta. Ahora déjame, tengo trabajo que hacer. – Fue lo último que dijo, con su voz estridente, que tenía un ligero deje, posiblemente debido al cansancio -.
En cuanto me dio las indicaciones puse rumbo al lugar y mientras me acercaba pude oír un… ¿disparo? Corrí, preocupado por lo que habría podido pasar, lo más posible es que fuera un libro que había caído. Aún así, preferí no pensarlo mucho y preocuparme después. Cuando llegué a la puerta vi un agujero, no muy grande, posiblemente el de una bala. Sin duda se había disparado algo, así que sin tardar mucho más, abrí la puerta cuan presto me dejaba actuar mi cuerpo y pude ver una estancia… vacía. Había una zona bastante oscura, desde la cual parecía haber provenido el disparo o eso suponía. Tendría que investigar la zona, esperando encontrarme con el tirador o Byakuro, que no parecía estar por allí. Me mordí el labio esperando que no le hubiera pasado nada.
Entonces recordé eso, hacía tiempo, durante la reclusión en aquel lugar maldito había aprendido una cosa bastante interesante, pues podía notar a las personas por su presencia. Activé este poder, que había olvidado usar e inmediatamente noté una presencia, en aquella oscuridad, en la que ahora se había encendido una luz. Fui hasta esta de la manera más silenciosa que pude y cuando estuve cerca pude ver que era Byakuro.
-¿Qué acaba de pasar? Y más importante, ¿qué es ese túnel y a dónde lleva? – Dije mientras dejaba caer el cuerpo levemente, quedando en una posición diagonal. Esto era para poder mirar el hueco de la pared y poder señalarlo con facilidad. - ¿Crees que es parte de la banda del criminal que buscas? ¿Deberíamos entrar por ahí?
Cualquier cosa que decidiera, era el momento de hacerlo. Quien sabe a dónde nos llevaría el túnel y siempre podríamos buscar otras alternativas para encontrar al criminal, si era realmente el que buscábamos.
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Byakuro observó a Ryuta acercarse. Las luces de la sala eran bastante débiles, por lo que sus ojos aún no debían haberse acostumbrado y avanzaba despacio hasta su posición. El cazador le hizo un gesto para que se acercase. El peliverde le preguntó acerca de la situación, a lo que el cazador simplemente señaló el túnel y dijo:
- Un tirador, escondido aquí. Esperaba que entrásemos. No sé si la mujer de recepción sabrá algo, pero este butrón parece reciente. Seguramente el hombre haya escapado por aquí -señaló la estantería tirada-. Tiré eso sin querer. Tal vez deberías ir a hablar con la mujer de recepción mientras yo busco entre los documentos... -se frotó la cabeza-. Luego podemos investigar a dónde lleva este agujero.
El cazador se acercó al batiburrillo de documentos de excavaciones, prospectos de minas, derechos de explotación, contratos, listas del censo de mineros, inventarios, copias de presupuestos, y un sinfín de papeles más, y empezó a separarlos por grupos. Luego los organizó para buscar las listas de minas abiertas, diferenciando las que actualmente estaban en explotación y las que habían caído en desuso. De estas últimas, buscó las que no habían sido revisadas en los últimos tres meses, que era el tiempo que se suponía que el pirata llevaba en la isla. Quedaban abiertas tres opciones: una mina de corindón al norte, una de turba y hulla al este, y otra de hierro y lignito entre las dos anteriores. Según los informes, aquella zona de la isla había tenido un pequeño problema con una serie de seísmos de pequeña magnitud que había obligado a abandonar las excavaciones, debido a que el terreno se había vuelto inestable. Claro que los seísmos también habían descubierto nuevas vetas, por lo que los mineros habían encontrado otros lugares en los que trabajar.
- Bueno... es un comienzo. -el cazador observó el túnel del muro, preguntándose a dónde podía llevar. Era la primera pista caliente que tenía en los tres meses de búsqueda.
- Un tirador, escondido aquí. Esperaba que entrásemos. No sé si la mujer de recepción sabrá algo, pero este butrón parece reciente. Seguramente el hombre haya escapado por aquí -señaló la estantería tirada-. Tiré eso sin querer. Tal vez deberías ir a hablar con la mujer de recepción mientras yo busco entre los documentos... -se frotó la cabeza-. Luego podemos investigar a dónde lleva este agujero.
El cazador se acercó al batiburrillo de documentos de excavaciones, prospectos de minas, derechos de explotación, contratos, listas del censo de mineros, inventarios, copias de presupuestos, y un sinfín de papeles más, y empezó a separarlos por grupos. Luego los organizó para buscar las listas de minas abiertas, diferenciando las que actualmente estaban en explotación y las que habían caído en desuso. De estas últimas, buscó las que no habían sido revisadas en los últimos tres meses, que era el tiempo que se suponía que el pirata llevaba en la isla. Quedaban abiertas tres opciones: una mina de corindón al norte, una de turba y hulla al este, y otra de hierro y lignito entre las dos anteriores. Según los informes, aquella zona de la isla había tenido un pequeño problema con una serie de seísmos de pequeña magnitud que había obligado a abandonar las excavaciones, debido a que el terreno se había vuelto inestable. Claro que los seísmos también habían descubierto nuevas vetas, por lo que los mineros habían encontrado otros lugares en los que trabajar.
- Bueno... es un comienzo. -el cazador observó el túnel del muro, preguntándose a dónde podía llevar. Era la primera pista caliente que tenía en los tres meses de búsqueda.
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Suspiré, afirmando lo que ya había supuesto, había escuchado un disparo. Pero el tirador había huido, posiblemente por ese túnel que había en la pared. Me rasqué el mentón pensando que hacer ¿Estaría la mujer coaccionada por un tercer individuo u organización que no tuvieran nada que ver? Era posible, pero tampoco podía descartar la posibilidad de que fuera el mismo tipo que Byakuro perseguía.
Me fui del cuarto mientras el albino recogía y yo seguía planteándome hipótesis ¿Podría haber sido un subordinado del criminal? Una cosa estaba clara y era que sin duda la vida de un cazador parecía complicada a la par que emocionante, pero no se me antojaba apetecible, como si fuera algo que aunque pudiese, no quería hacer.
Anduve hasta llegar al mostrador donde estaba la mujer, que también parecía haber oído el ruido del disparo. Parecía conmocionada, pero no podía estar seguro de que no supiera nada hasta que le hiciera algunas preguntas. Me acerqué al mostrador, esperando poder hablar con ella tranquilamente, pero su reacción fue la de una persona asustada.
-¿Oye, que ha sido eso? – Fue lo primero que pregunto la mujer, de cabellera castaña y ojos oscuros como la hulla. –
-Un disparo. – Mi respuesta fue tranquila, como si no hubiera pasado nada y realmente no había pasado nada todavía. –
-¿Cómo que un disparo? ¿Con una pistola? ¿Aquí dentro? – Empezó a hablar más rápido como si hubiese habido una desgracia. – ¿Y tu amigo? ¿Está bien? –
-Pues un disparo, había alguien esperando a quien entrase, hemos tenido suerte de que fuera mi compañero, que sabe defenderse. Y si, él está bien, pero quería preguntarle si había visto a alguien de aspecto sospechoso entrar antes que nosotros. –
-No, no había nadie por aquí antes, al menos no antes que vosotros dos. ¿Un disparo? ¿En serio? Mi jefe me va a matar… – Cada vez parecía más nerviosa. –
-Tu jefe no te va a matar, tranquila. Así que no había nadie… ¿Sabías que hay un agujero enorme en una de las paredes del registro? ¿O eso también es nuevo para usted? – Mi voz sonaba inquisitiva, y no apartaba los ojos de ella, hasta ahora parecía no saber nada mas podría disimular bastante bien, al menos hasta ahora. –
-¿Un agujero? No sé de lo que me hablas. – Negó la mujer, desconcertada ante lo que le había dicho. –
-Entonces no sabes que hay una especie de túnel en la sala de la que provino el disparo... – Esperé unos segundos antes de volverme a la sala desde la cual había venido. –
La mujer no parecía haber mentido, quizás era un poco raro el que no inspeccionaran las habitaciones de cuando en cuando, pero nada que fuera punible. Así que estaba como al comienzo, sin nada a lo que aferrarme para seguir investigando. Esperaba que Byakuro hubiese tenido más suerte o nos tocaría hacer un viaje por aquel pasadizo estrecho. Entré, moviéndome lo más rápido posible hasta llegar a su posición.
-La mujer parece no saber nada del túnel o el tirador ¿tú has tenido más suerte? – Le pregunté al llegar a su posición. –
Me fui del cuarto mientras el albino recogía y yo seguía planteándome hipótesis ¿Podría haber sido un subordinado del criminal? Una cosa estaba clara y era que sin duda la vida de un cazador parecía complicada a la par que emocionante, pero no se me antojaba apetecible, como si fuera algo que aunque pudiese, no quería hacer.
Anduve hasta llegar al mostrador donde estaba la mujer, que también parecía haber oído el ruido del disparo. Parecía conmocionada, pero no podía estar seguro de que no supiera nada hasta que le hiciera algunas preguntas. Me acerqué al mostrador, esperando poder hablar con ella tranquilamente, pero su reacción fue la de una persona asustada.
-¿Oye, que ha sido eso? – Fue lo primero que pregunto la mujer, de cabellera castaña y ojos oscuros como la hulla. –
-Un disparo. – Mi respuesta fue tranquila, como si no hubiera pasado nada y realmente no había pasado nada todavía. –
-¿Cómo que un disparo? ¿Con una pistola? ¿Aquí dentro? – Empezó a hablar más rápido como si hubiese habido una desgracia. – ¿Y tu amigo? ¿Está bien? –
-Pues un disparo, había alguien esperando a quien entrase, hemos tenido suerte de que fuera mi compañero, que sabe defenderse. Y si, él está bien, pero quería preguntarle si había visto a alguien de aspecto sospechoso entrar antes que nosotros. –
-No, no había nadie por aquí antes, al menos no antes que vosotros dos. ¿Un disparo? ¿En serio? Mi jefe me va a matar… – Cada vez parecía más nerviosa. –
-Tu jefe no te va a matar, tranquila. Así que no había nadie… ¿Sabías que hay un agujero enorme en una de las paredes del registro? ¿O eso también es nuevo para usted? – Mi voz sonaba inquisitiva, y no apartaba los ojos de ella, hasta ahora parecía no saber nada mas podría disimular bastante bien, al menos hasta ahora. –
-¿Un agujero? No sé de lo que me hablas. – Negó la mujer, desconcertada ante lo que le había dicho. –
-Entonces no sabes que hay una especie de túnel en la sala de la que provino el disparo... – Esperé unos segundos antes de volverme a la sala desde la cual había venido. –
La mujer no parecía haber mentido, quizás era un poco raro el que no inspeccionaran las habitaciones de cuando en cuando, pero nada que fuera punible. Así que estaba como al comienzo, sin nada a lo que aferrarme para seguir investigando. Esperaba que Byakuro hubiese tenido más suerte o nos tocaría hacer un viaje por aquel pasadizo estrecho. Entré, moviéndome lo más rápido posible hasta llegar a su posición.
-La mujer parece no saber nada del túnel o el tirador ¿tú has tenido más suerte? – Le pregunté al llegar a su posición. –
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Byakuro soltó un ligero suspiro mientras empezaba a repasar todos aquellos papeles de nuevo, tal vez se le había pasado algo por alto. En ese momento, en el umbral apareció Ryuta, preguntándole por sus avances.
- Bueno, he encontrado algo -dijo el chico, mientras sacaba la lista de minas abandonadas y un mapa del mar de papeles-. Parece ser que en esta isla han habido algunos terremotos en los últimos meses y un grupo de minas aquí -señaló una zona del mapa- han sido abandonadas hace poco por eso. Creo que ir ahí es lo mejor que podemos hacer, pero tampoco quiero desaprovechar este agujero. -señaló el enorme hoyo de la pared.
El chico suspiró y empezó a recoger los papeles, mirando con cierta extrañeza un panfleto publicitario sobre un ocultista de otra isla que parecía haberse traspapelado entre el montón de hojas. Tras colocar todo más o menos en su sitio, el chico entró en el agujero con cuidado, y empezó a avanzar por la oscuridad varios metros. El pasadizo continuaba de forma ininterrumpida, y empezaba a torcer hacia la izquierda. El tirador había huido por allí, así que dudaba que aquel pasillo en la roca fuera a terminar pronto. Resignado, regresó hasta donde estaba Ryuta y le dijo:
- El pasadizo parece seguir bastante... ¿vamos a las minas o...? -señaló la oscuridad, que los parecía esperar como una boca hambrienta. No era precisamente claustrofóbico, pero seguir por aquel lugar durante varias horas no era una idea que le agradase en absoluto. Pero una parte de él le decía que tenía que seguir por aquella gruta, hasta encontrar al tirador. Al fin y al cabo, si había alguien allí esperándolos, era por algún motivo. Aunque también podía ser todo una casualidad, no quería dejar cabos sueltos.
- Bueno, he encontrado algo -dijo el chico, mientras sacaba la lista de minas abandonadas y un mapa del mar de papeles-. Parece ser que en esta isla han habido algunos terremotos en los últimos meses y un grupo de minas aquí -señaló una zona del mapa- han sido abandonadas hace poco por eso. Creo que ir ahí es lo mejor que podemos hacer, pero tampoco quiero desaprovechar este agujero. -señaló el enorme hoyo de la pared.
El chico suspiró y empezó a recoger los papeles, mirando con cierta extrañeza un panfleto publicitario sobre un ocultista de otra isla que parecía haberse traspapelado entre el montón de hojas. Tras colocar todo más o menos en su sitio, el chico entró en el agujero con cuidado, y empezó a avanzar por la oscuridad varios metros. El pasadizo continuaba de forma ininterrumpida, y empezaba a torcer hacia la izquierda. El tirador había huido por allí, así que dudaba que aquel pasillo en la roca fuera a terminar pronto. Resignado, regresó hasta donde estaba Ryuta y le dijo:
- El pasadizo parece seguir bastante... ¿vamos a las minas o...? -señaló la oscuridad, que los parecía esperar como una boca hambrienta. No era precisamente claustrofóbico, pero seguir por aquel lugar durante varias horas no era una idea que le agradase en absoluto. Pero una parte de él le decía que tenía que seguir por aquella gruta, hasta encontrar al tirador. Al fin y al cabo, si había alguien allí esperándolos, era por algún motivo. Aunque también podía ser todo una casualidad, no quería dejar cabos sueltos.
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Me quedé mirando al agujero en la pared, escuchando atentamente las palabras de Byakuro. Teníamos dos pistas y una podía quedarse fría muy rápido, pero la otra era muchísimo más segura. Mordisqueé suavemente la yema de mi dedo pulgar mientras pensaba en lo que podíamos hacer.
Cuando acabo de hablar preguntando por si deberíamos continuar a las minas o avanzar por el túnel me separé la mano de la boca para poder hablar con claridad.
-Bien... Nuestras opciones son pasadizo o minas. Si bien las minas es la pista posiblemente más segura de las dos, tenemos claro que el pasadizo nos llevara a alguien que nos consideraba personas non gratas. Podríamos dividirnos, pero posiblemente quedásemos más vulnerable así que... -hice una pausa para tragar saliva mientras me acercaba al agujero- Vayamos por aquí, ¡a la aventura! Y también puede que nos llevé a las minas si es lo suficientemente largo.
No esperé mucho por su respuesta mientras me metía dentro de un tubo largo y de poca ventilación. Empecé a avanzar por el estrecho pasillo esperando no encontrarme con aquel individuo volviendo al tunel.
Cuando acabo de hablar preguntando por si deberíamos continuar a las minas o avanzar por el túnel me separé la mano de la boca para poder hablar con claridad.
-Bien... Nuestras opciones son pasadizo o minas. Si bien las minas es la pista posiblemente más segura de las dos, tenemos claro que el pasadizo nos llevara a alguien que nos consideraba personas non gratas. Podríamos dividirnos, pero posiblemente quedásemos más vulnerable así que... -hice una pausa para tragar saliva mientras me acercaba al agujero- Vayamos por aquí, ¡a la aventura! Y también puede que nos llevé a las minas si es lo suficientemente largo.
No esperé mucho por su respuesta mientras me metía dentro de un tubo largo y de poca ventilación. Empecé a avanzar por el estrecho pasillo esperando no encontrarme con aquel individuo volviendo al tunel.
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- Bueno... pues vamos p'adentro, supongo...
El cazador empezó a seguir a Ryuta hacia el interior del túnel. Esperaba por el bien de sus pulmones que el lugar llevase a algún lugar abierto o ventilado, porque el aire se iba enrareciendo por momentos según se movían hacia el interior de la tierra. El pistolero no parecía haber dejado rastro, y el túnel no tenía ni una sola bifurcación en todo su recorrido. Byakuro empezó a pensar que tal vez no había sido una buena idea, e iba a proponerle a Ryuta volver hasta el ayuntamiento cuando vio una cosa extraña en una pared. Parecía una plancha de madera fina apoyada en ella.
- Mira, Ryuta-chan. Aquí parece haber algo... -el peliblanco apoyó la mano en la madera y apretó. La plancha parecía estar ligeramente suelta, y cedió un poco ante la presión. Tal vez si apretaba con más fuerza acabaría por ceder.
El túnel era estrecho, pero tenía espacio suficiente como para correr por el mismo y girar en el último momento tratando de aprovechar la inercia para derribar aquello. El chico empezó a retroceder paso a paso hasta colocarse a aproximadamente unos diez metros. Tras eso, empezó a correr y se lanzó contra la madera, que cedió con un sonoro "¡CRRRACK!".
Al otro lado había lo que parecía ser una galería de piedra minada. ¿Una mina, tal vez? Si aquello era la mina, entonces posiblemente aquel pasadizo conectase más de una... incluida la de los bandidos.
- ¿Tú que crees? -preguntó a su compañero de pelo verde, mientras miraba a ambos lados de la galería, que se perdían en la oscuridad-. Lo malo es que no tenemos un mapa o algo para guiarnos, y no sabemos qué mina es esta... esto puede ser peligroso. -pensó en voz alta el cazador.
El cazador empezó a seguir a Ryuta hacia el interior del túnel. Esperaba por el bien de sus pulmones que el lugar llevase a algún lugar abierto o ventilado, porque el aire se iba enrareciendo por momentos según se movían hacia el interior de la tierra. El pistolero no parecía haber dejado rastro, y el túnel no tenía ni una sola bifurcación en todo su recorrido. Byakuro empezó a pensar que tal vez no había sido una buena idea, e iba a proponerle a Ryuta volver hasta el ayuntamiento cuando vio una cosa extraña en una pared. Parecía una plancha de madera fina apoyada en ella.
- Mira, Ryuta-chan. Aquí parece haber algo... -el peliblanco apoyó la mano en la madera y apretó. La plancha parecía estar ligeramente suelta, y cedió un poco ante la presión. Tal vez si apretaba con más fuerza acabaría por ceder.
El túnel era estrecho, pero tenía espacio suficiente como para correr por el mismo y girar en el último momento tratando de aprovechar la inercia para derribar aquello. El chico empezó a retroceder paso a paso hasta colocarse a aproximadamente unos diez metros. Tras eso, empezó a correr y se lanzó contra la madera, que cedió con un sonoro "¡CRRRACK!".
Al otro lado había lo que parecía ser una galería de piedra minada. ¿Una mina, tal vez? Si aquello era la mina, entonces posiblemente aquel pasadizo conectase más de una... incluida la de los bandidos.
- ¿Tú que crees? -preguntó a su compañero de pelo verde, mientras miraba a ambos lados de la galería, que se perdían en la oscuridad-. Lo malo es que no tenemos un mapa o algo para guiarnos, y no sabemos qué mina es esta... esto puede ser peligroso. -pensó en voz alta el cazador.
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Avanzamos durante un buen rato, hasta que nos topamos con un obstáculo. Unas planchas de madera tapando un hueco ¿Habría ido el pistolero por allí? No pude pensar mucho en ello pues Byakuro, que había cogido carrerilla, se lanzó contra estas, casi arrollándome al hacer esto.
Extrañamente había caído de pie, aunque había una pequeña caída, no demasiado peligrosa. Le seguí por el camino con paso tranquilo, pues si el individuo había pasado por allí, había tenido tiempo para tapiar el agujero, aunque fuera de manera rudimentaria. El túnel daba a... una cueva, que parecía haber sido utilizada, así que posiblemente fuera una mina.
-Mmm... tienes razón. - dije mientras rondaba el lugar, buscando una fuente de luz -
Cerca de la entrada improvisada, había una pequeña mesa de madera sobre la cual habían unos pocos útiles de minería, algunas piedras y, lo importante ahora, varias farolillos de gas. Era un método rudimentario, pero nos sería útil. Encendí uno de ellos, alumbrando la pétrea estancia, posiblemente llamando la atención del cazador.
-Bueno, no es un mapa, pero es mejor que nada. - dije, esperando a que se acercase para trazar un plan -
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Byakuro se movió hasta la posición de Ryuta. La luz de la linterna lo deslumbraba, debido a que sus ojos aún estaban acostumbrados a la oscuridad de la caverna. Se llevó las manos a la cara para evitar que la luz lo cegase más aún.
- Baja la linterna un poco, onegai -le pidió, mientras caminaba hasta posar la mano en su hombro. El peliblanco observó el farolillo-. ¿De dónde lo...? -el chico se calló al ver la mesa llena de herramientas-. Oh, ya...
Tras recoger uno de los pequeños faroles, el joven observó el lugar en silencio. Parecía que cualquiera de los dos caminos era una buena ruta a seguir. El chico empezó a olfatear el aire, y un matiz dulzón le llegó a la nariz. El cazador empezó a avanzar unos pocos pasos, siguiendo el fuerte olor.
- Mira, parece que por aquí hay algo dulce... -dijo, mientras empezaba a caminar hacia el fondo de la galería, que se retorcía durante los siguientes metros. El chico empezó a alumbrar con su propio farol. El olor se hacía más intenso cuanto más se internaba Byakuro por el corredor.
De pronto, sintió algo extraño, una especie de mareo. El chico se giró hacia Ryuta, comenzando a ver borroso. "¿Qué ocurre?" se preguntó, mientras regresaba a medio trompicones al lugar por el que habían entrado.
- Baja la linterna un poco, onegai -le pidió, mientras caminaba hasta posar la mano en su hombro. El peliblanco observó el farolillo-. ¿De dónde lo...? -el chico se calló al ver la mesa llena de herramientas-. Oh, ya...
Tras recoger uno de los pequeños faroles, el joven observó el lugar en silencio. Parecía que cualquiera de los dos caminos era una buena ruta a seguir. El chico empezó a olfatear el aire, y un matiz dulzón le llegó a la nariz. El cazador empezó a avanzar unos pocos pasos, siguiendo el fuerte olor.
- Mira, parece que por aquí hay algo dulce... -dijo, mientras empezaba a caminar hacia el fondo de la galería, que se retorcía durante los siguientes metros. El chico empezó a alumbrar con su propio farol. El olor se hacía más intenso cuanto más se internaba Byakuro por el corredor.
De pronto, sintió algo extraño, una especie de mareo. El chico se giró hacia Ryuta, comenzando a ver borroso. "¿Qué ocurre?" se preguntó, mientras regresaba a medio trompicones al lugar por el que habían entrado.
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Bajé un poco la linterna, a petición del albino. En cuanto se acercó, pudo ver la mesa con las linternas. Cogió una de estas y se dirigió a uno de los caminos, mientras decía algo de que olía dulce.
-¿Oler... dulce? - dije mientras me acordaba de que estábamos en una mina, no había nada que pudiera dar tanto olor como para que no se pudiera ver y encima dulce -
Me acerqué un poco hasta donde había ido Byakuro y pude notar un deje de ese dulce aroma. Aún a pesar de ser solo un poco, era tan fuerte que parecía que me estaban golpeando en la cara con él. En cuanto pude ver a Byakuro empezar a tambalearse a lo lejos, pude estar seguro de que adentrarse allí no era buena idea, no sin máscaras de gas al menos. Le hice señas para que regresara más rápido, quizás el hecho de inhalar el aire de aquella parte no le hiciera ningún bien.
-Vaya... Me da que no estás bien ¿Síntomas? - le pregunté mientras le ayudaba a ir hasta la zona donde encontramos las linternas -
-¿Oler... dulce? - dije mientras me acordaba de que estábamos en una mina, no había nada que pudiera dar tanto olor como para que no se pudiera ver y encima dulce -
Me acerqué un poco hasta donde había ido Byakuro y pude notar un deje de ese dulce aroma. Aún a pesar de ser solo un poco, era tan fuerte que parecía que me estaban golpeando en la cara con él. En cuanto pude ver a Byakuro empezar a tambalearse a lo lejos, pude estar seguro de que adentrarse allí no era buena idea, no sin máscaras de gas al menos. Le hice señas para que regresara más rápido, quizás el hecho de inhalar el aire de aquella parte no le hiciera ningún bien.
-Vaya... Me da que no estás bien ¿Síntomas? - le pregunté mientras le ayudaba a ir hasta la zona donde encontramos las linternas -
Byakuro Kyoya
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Byakuro escuchó la voz de Ryuta lejana, como si el hombre estuviese a bastante distancia, aunque en realidad lo veía justo a su lado. El cazador supuso que aquel olor dulzón del aire debía ser uno de los gases de las minas, como había leído en algunos de los informes del ayuntamiento. Caminando a traspiés, empezó a encaramarse a la zona de los maderos, para acabar saliendo al túnel que habían estado siguiendo hasta allí. El recorrido seguía indefinidamente.
Mientras el cazador recuperaba el aliento, la sensación de mareo y pesadez fue abandonándolo poco a poco. Su mirada volvió a enfocarse, y entonces dijo:
- Si no tenían máscaras, es imposible que estén en esa mina. Ese lugar está lleno de gas -el peliblanco señaló la zona con maderos hundidos-. Ahora entiendo por qué estaba cerrada esa entrada...
Incorporándose con cierta dificultad, el chico empezó a caminar de nuevo por el túnel, esperando encontrar más adelante a los bandidos, o al menos, su guarida.
Mientras el cazador recuperaba el aliento, la sensación de mareo y pesadez fue abandonándolo poco a poco. Su mirada volvió a enfocarse, y entonces dijo:
- Si no tenían máscaras, es imposible que estén en esa mina. Ese lugar está lleno de gas -el peliblanco señaló la zona con maderos hundidos-. Ahora entiendo por qué estaba cerrada esa entrada...
Incorporándose con cierta dificultad, el chico empezó a caminar de nuevo por el túnel, esperando encontrar más adelante a los bandidos, o al menos, su guarida.
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El joven parecía encontrarse bien, o al menos lo suficientemente bien como para moverse sin ayuda. Me moví detrás de él, esperando que no le pasara nada. Seguí avanzando, llevando la linterna que aún parecía tener aceite para un rato, y tras un rato llegamos a un camino que parecía alejarse del ayuntamiento. Me paré, apuntando con la linterna hacía el túnel, que parecía transitable.
- ¿Crees que deberíamos entrar? Podrían haber escapado por aquí o también podría estar inundado de gas como el anterior... aunque si este pudiera llegar hasta aquí lo habríamos notado ¿no? - le dije a Byakuro, esperando una respuesta mientras olisqueaba el aire para asegurarme de que no olía dulce -
Desde el pasadizo se podía oír un chirrido, si se tratase de una mina podría ser una vieja vagoneta o algún metal movido por una corriente de aire, quien sabe.
- ¿Y bien? ¿Qué hacemos?
- ¿Crees que deberíamos entrar? Podrían haber escapado por aquí o también podría estar inundado de gas como el anterior... aunque si este pudiera llegar hasta aquí lo habríamos notado ¿no? - le dije a Byakuro, esperando una respuesta mientras olisqueaba el aire para asegurarme de que no olía dulce -
Desde el pasadizo se podía oír un chirrido, si se tratase de una mina podría ser una vieja vagoneta o algún metal movido por una corriente de aire, quien sabe.
- ¿Y bien? ¿Qué hacemos?
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- Hemos venido a investigar... -dijo Byakuro a modo de respuesta, mientras se adentraba en el pasillo.
El corredor era estrecho, pero se podía caminar sin difícultad por él. Byakuro observó algunas vigas aquí y allá, en las paredes a modo de contención, posiblemente para evitar corrimientos de tierra. El incesante ruido metálico sonaba algo más adelante, pasada una curva. El cazador se acercó con curiosidad, para ver qué les esperaba allí. Las paredes a su alrededor estaban llenas de vetas de color oscuro, y el ambiente era opresivo, pero no olía raro.
Nada más girar en la curva, el chico vio frente a él una verja metálica balanceándose ligeramente, y al otro lado, lo que parecía ser una gran caverna. El pasillo continuaba, aparentemente rodeando la caverna y descendiendo hasta la parte más baja de la misma. Byakuro se asomó a la verja y echó un vistazo hacia abajo: una caída de unos quince metros lo separaba de un entramado de vías de tren. De la caverna surgían numerosos túneles en los que se escuchaba actividad frenética.
- Mmmm... creo que hemos encontrado lo que veníamos a buscar, Ryuta. -murmuró Byakuro a su compañero, mientras señalaba el extraño lugar. Pasó de la verja y se movió por el camino descendente, esperando que los llevase a la parte más baja de la cueva.
El corredor era estrecho, pero se podía caminar sin difícultad por él. Byakuro observó algunas vigas aquí y allá, en las paredes a modo de contención, posiblemente para evitar corrimientos de tierra. El incesante ruido metálico sonaba algo más adelante, pasada una curva. El cazador se acercó con curiosidad, para ver qué les esperaba allí. Las paredes a su alrededor estaban llenas de vetas de color oscuro, y el ambiente era opresivo, pero no olía raro.
Nada más girar en la curva, el chico vio frente a él una verja metálica balanceándose ligeramente, y al otro lado, lo que parecía ser una gran caverna. El pasillo continuaba, aparentemente rodeando la caverna y descendiendo hasta la parte más baja de la misma. Byakuro se asomó a la verja y echó un vistazo hacia abajo: una caída de unos quince metros lo separaba de un entramado de vías de tren. De la caverna surgían numerosos túneles en los que se escuchaba actividad frenética.
- Mmmm... creo que hemos encontrado lo que veníamos a buscar, Ryuta. -murmuró Byakuro a su compañero, mientras señalaba el extraño lugar. Pasó de la verja y se movió por el camino descendente, esperando que los llevase a la parte más baja de la cueva.
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Seguí al peliblanco durante todo el recorrido, atravesando la verja tras él. En cuanto vi la caída, di un ligero paso hacia atrás, mientras veía como las vías hechas específicamente para una vagoneta, recorrían toda la gruta. En muchos de los túneles salía un ruido incesante ¿estarían trabajando en ellas? Posiblemente fueran aliados del criminal que veníamos a buscar, aunque también podrían ser gente elegida de manera forzada. Decidí no darle muchas vueltas, pensando en que volvería después. Un gran traqueteo me distrajo, haciéndome mirar hacía la zona desde donde salía. Una vagoneta que se impulsaba mediante una palanca y que usualmente solía servir para recorrer aquellos túneles con más presteza apareció y pude oír a Byakuro decir que era la persona a la que estábamos buscando.
No dude ni un segundo, saltando el gran trecho y empezando a moverme tras esta. El hombre parecía no cansarse nunca de darle a la palanca, y empezó a coger un poco de distancia, pero antes de que se alejara demasiado por uno de aquellos pasadizos golpeé una de las vigas de contención que estaban por todo el lugar, haciendo que el túnel se derruyera, impidiéndole la huida. Sonreí al verle bajarse de ese cacharro.
- Solo te lo diré una vez, ven sin oponer resistencia y lo peor que te pasara es que tendras que comer tres veces al día. - dije sonriendo y con un tono amable -
Al parecer, los criminales prefieren comer varias veces más al día o odian la amabilidad, porque intentó escapar, disparando para hacer que me apartase y empezando a correr. Por suerte para mi, Byakuro nos había alcanzado, chocándose contra el criminal en cuanto este dobló la esquina y agarrándolo bien ante sus intentos de huida.
- Bien hecho Bya, creo que este señor disfrutara de su estancia en la cárcel. Consíguele una en donde pueda correr bien, que no se aburra. - bromeé debido a su intento de escapar, poniéndole una mano en el hombro y apretando un poco - La próxima vez no seré tan bueno contigo ¿entiendes?
Al cabo de unas horas estábamos fuera, y me despedí de Bya mientras se llevaba al criminal. Metí las manos en mis bolsillos y pude palpar la piedra que había cogido al principio del día, mientras me dirigía al pequeño puesto de venta donde la había conseguido, para depositarla de nuevo.
No dude ni un segundo, saltando el gran trecho y empezando a moverme tras esta. El hombre parecía no cansarse nunca de darle a la palanca, y empezó a coger un poco de distancia, pero antes de que se alejara demasiado por uno de aquellos pasadizos golpeé una de las vigas de contención que estaban por todo el lugar, haciendo que el túnel se derruyera, impidiéndole la huida. Sonreí al verle bajarse de ese cacharro.
- Solo te lo diré una vez, ven sin oponer resistencia y lo peor que te pasara es que tendras que comer tres veces al día. - dije sonriendo y con un tono amable -
Al parecer, los criminales prefieren comer varias veces más al día o odian la amabilidad, porque intentó escapar, disparando para hacer que me apartase y empezando a correr. Por suerte para mi, Byakuro nos había alcanzado, chocándose contra el criminal en cuanto este dobló la esquina y agarrándolo bien ante sus intentos de huida.
- Bien hecho Bya, creo que este señor disfrutara de su estancia en la cárcel. Consíguele una en donde pueda correr bien, que no se aburra. - bromeé debido a su intento de escapar, poniéndole una mano en el hombro y apretando un poco - La próxima vez no seré tan bueno contigo ¿entiendes?
Al cabo de unas horas estábamos fuera, y me despedí de Bya mientras se llevaba al criminal. Metí las manos en mis bolsillos y pude palpar la piedra que había cogido al principio del día, mientras me dirigía al pequeño puesto de venta donde la había conseguido, para depositarla de nuevo.
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