Batalla en el magma [Esmejit]

Cargol = Lv 23 Devastador Torre
Tortugón = Lv 13 Devastador Torre

Se oye un grito femenino, y el joven mago se da cuenta de que el brazo de la mujer revolucionaria que los acompaña está ardiendo. El joven se da cuenta de que la tortuga posee trozos de metal en su cuerpo, por lo que supone que puede tratarse de una especie de máquina, y el caracol... bueno, era un caracol normal y de pronto acababa de estallar en fuego para volverse una viscosa criatura de llamas y magma.

Esmejit mira a los enormes animales que parecen arder en llamas. Son una tortuga y un caracol. Y cualquier persona hijo de vecino sabe que estos animales no son rápidos. Así que, sin decir nada empieza a correr hacia un lateral, suponiendo que esas criaturas serán lo bastante lentas como para no atraparlo. Espera que los demás revolucionarios puedan vencer a los animales con sus armas. Por el camino, el chico agarra una piedra del tamaño de una pelota de tenis del suelo. No es gran cosa, pero se la puede lanzar a cualquiera de los dos animales que se le acerquen.

Por suerte tenías razón y son lentos, aunque eso no quiere decir que puedan atacar rápido. Uno de los revolucionarios, el chico rubio, se acerca a la herida y empieza a vendarle el brazo.
La mujer de la pistola apunta al caracol y dispara. Aunque al parecer la bala se ha derretido al contacto con el cuerpo de magma. La mujer, decidida no para de disparar sin encontrar una solución.

- Mierda, estos bichos parecen fuertes. - Dice el joven de traje negro.

De su espalda saca una espada y tras un suspiro, esta parece rodearse de escarcha.

- Hay que pelear juntos. Tú, sigue curando a la pequeña, - Dice señalando al rubio - y tú será mejor que dispares a la tortuga, no sabemos de que es capaz. - Tras esas palabras cierra los ojos uno instantes y al abrirlos, parecen haberse vuelto completamente azules.

El joven carga con gran velocidad hacia el caracol y lanza un tajo ascendiente desde el estómago hasta la cabeza. Al parecer aquello hace que una fina capa de magma salga disparada hacia arriba y la demás se vaya enfriando. No parece ser tipo logia, ya que debajo de esa capa se puede ver perfectamente el cuerpo, en el lugar del corte.

Tras ese ataque retrocede unos pasos y te lanza una mirada. - ¿A qué esperas para hacer algo? - Te dice indignado.

Mientras, el caparazón de la tortuga empieza a girar. Eso hace que a su alrededor provoque un pequeño tornado de fuego de donde salen disparadas pequeñas bolas ardientes. Una va dirigida hacia ti, hacia el hombro izquierdo. Las demás se reparten en todas direcciones y una alcanza al joven de negro, pero este consigue desviarla con su espada.

- Pe-pero... -trata de excusarse el chico de pelo rojizo-. Yo... ¡yo no sé pelear! -gritó, para después ver cómo la tortuga giraba sobre sí misma, disparando una serie de bolas de fuego en todas direcciones. El chico vio cómo uno de los proyectiles de fuego se acercaba a toda velocidad hacia él, ante lo que empezó a agitar los brazos debido al pánico.

La bola de fuego estaba cada vez más cerca. Esmejit se trató de hacerse a un lado, tirándose al suelo, aunque el proyectil iba muy rápido y posiblemente acabaría quemado en el hombro. Aun con el hombro quemado, el chico sabía que quedarse quieto era un suicidio con aquellos dos monstruos de fuego y magma, así que en cuanto aterrizó, se levantó a toda prisa, preparado para seguir corriendo en círculos. Al menos el hombre de la espada parecía poder mantenerlos a raya: él haría de señuelo, al igual que en los espectáculos, cuando el aprendiz trata de mantener ocupado al público mientras el mago prepara el siguiente truco. No era una estrategia muy elaborada, pero esperaba que funcionase.

El médico sigue ocupando curando la herida de la chiquilla, que yace en el suelo asustada. De pronto el filo del arma del espadachín empieza a derretirse, poco a poco. Al parecer el arma no aguantará mucho tiempo intentando cortar al caracol. La buena noticia es que la tortuga está ocupada defendiéndose de los disparos de la chica de la pistola.

Parece que el caracol no es capaz de aguantar la velocidad del espadachín, y por eso recibe un corte tras otro, pero aún así no es suficiente. Empieza a escupir pequeñas bolas de magma en todas direcciones y una parece chocar con el espadachín. Por suerte consigue pararla con la espada, pero esta acaba por derretirse y romperse, a pesar de estar rodeada de escarcha.

Puedes ver como el hombre retrocede hacia atrás y lanza el arma a un lado. - Mierda, estamos en peligro. ¡Chico! ¿A qué esperas para ayudar? - Dice mirándote. Al parecer él no puede hacer mucho más, pero puedes fijarte que el magma de alrededor del caracol está desapareciendo poco a poco y el caracol empieza a ser normal. Parece que se trataba de una especie de "escudo" de magma.

La bola de fuego golpeó en el hombro al chico, aunque gracias a la caída, apenas fue una quemadura superficial, y su ropa ni siquiera llegó a prender, aunque sí que quedó algo chamuscada. Airi supo en ese momento que no podía simplemente correr en círculos, así que armándose de valor agarró una piedrecilla del suelo y se la lanzó al caracol, tratando de llamar su atención.

- ¡Eh, tú, bicho! -gritó mientras agarraba una piedra y apuntaba al ojo del caracol. Luego lanzó otra piedra a la cabeza de la tortuga. Tras llamar la atención de los animales, el chico se dirigió a la entrada de la cueva. Intentaría buscar un escondite para luego salir corriendo y así alejar aquellos monstruos de su posición. Con eso tal vez ganase algo de tiempo para que sus compañeros pudieran recuperarse.

Cada pocos pasos, el chico iba recogiendo pequeñas chinas del suelo y se las iba lanzando al caracol y a la tortuga, para que no dejasen de prestarle atención. Esperaba que aquello funcionase.

Empiezas a lanzar piedras una tras otra a los animales, que parecen percatarse de ti. El caracol parece vomitar magma de repente, como si algo le hubiese sentado mal. Mientras tanto la tortuga suelta humo por su nariz y su caparazón, siguiéndote con poca velocidad.

De pronto notas algo raro en las piedras que lanzas, las notas frías al cogerlas y cuando las lanzas puedes ver como la luz refleja un poco en la piedra, es realmente extraño, como si tuviese una capa de cristal o algo parecido.

Mientras el espadachín de vuestro grupo crea una katana larga con escarcha, parece fuerte. Avanza con velocidad hacia el caracol, justo cuando comienza a vomitar, y le lanza un fuerte corte, tallando su cabeza y matando al caracol.

La tortuga, enfadada, lanza una pequeña bola de fuego hacia tu pecho desde su caparazón, aunque parece que ahora es de menos potencia que antes. La francotiradora lanza una bala que explota al tocar su caparazón, que se destroza y se desmonta. Entonces ves algo interesante... Dentro del caparazón tenía diales de fuego.

Esmejit empezaba a entrar en la cueva con cuidado cuando vio cómo el hombre de la espada decapitaba al caracol de un golpe. La tortuga, entonces, disparó un proyectil de fuego, de menor tamaño que los anteriores, en dirección al pecho. El chico se tiró lateralmente hacia el suelo, esperando que la bola ardiente no le alcanzase, pero sintió un fuerte quemazón en el costado, al tiempo que su ropa prendía en llamas. Con un grito de pánico, el chaval empezó a rodar por el suelo, tratando de evitar quemarse más. Tras unas cuantas vueltas, el chico logró extinguir las llamas, y para cuando se levantó, se dio cuenta de que la tortuga ya no tenía su caparazón, y que sobre su cuerpo había instaladas una serie de caracolas de color anaranjado.

- ¿Qu-qué es eso? -preguntó, llevándose una mano al costado quemado, mientras agarraba otra piedra del suelo y la lanzaba contra la tortuga. Cuando acabase con el animal, tendría que mirar con más calma por qué aquellas piedras tenían cristales a su alrededor.