¿Batalla contra el gigante? [Angle]

Tras tus órdenes, la mujer rubia con coletas y traje azul saca un rifle de un maletín, que monta en cuestión de segundos. Es enorme y debe medir un metro como mínimo. Apunta al enorme gigante y dispara. De pronto una bala sale del arma, que empieza a transformarse en una especie de dragón de dos metros hecho de hielo. Vuela con una gran velocidad, a 500 m/s y impacta en la cabeza del gigante.

- ¡Groargh! - Grita con fuerza, haciendo que una ola de un metro se alce hacia vosotros.

De pronto el gigante cae al suelo de culo, haciendo temblar los árboles de su alrededor y la tierra, provocando un pequeño terremoto. Las rocas de los salientes empiezan a desprenderse, cayéndose en el mar. De pronto, el hombre de traje blanco y cara seria saca una katana larga que empuña con dos manos. Salta y se coloca en la barandilla, para lanzar un corte al aire en horizontal. De dicho corte surge una enorme onda cortante de color blanca, que avanza destruyendo la ola, haciendo que desaparezca.

- Trabajo hecho, querida. - Suelta con decisión para después volver a su posición de un salto.

El problema es que no os habéis dado cuenta que el enorme palo que sujetaba el gigante cae al lado de vuestro barco, haciendo que el barco se balancee y os empape de agua. ¿Esto será una batalla contra un ser enorme? Parece estar quejándose en el suelo.

Olaf (gigante):

¿Por qué me daba la impresión de que cualquier cosa que hiciera no sería suficiente o me haría caer al mar con las terribles consecuencias de eso? Por lo menos, algunos de mis compañeros me habían hecho caso, pero el gigante había dejado caer su culo en el agua y además su enorme palo, empapándonos a todos. Me estremecí y me tambaleé un momento, resistiéndome a caer.

-¡Voy a distraerlo, y mientras vosotros deberíais tratar de mover el barco a otro lugar para evadirlo, o atacar a ese monstruo! -les grité, intentando que me oyeran por encima del ruido de las olas y los gritos del gigante.

Chasqueé los dedos mirándolo fijamente, y buscando un posible punto débil.

-Buzz click.

No creía que sirviera con aquella mole, pero un pitido persistente en los oídos también solía distraer bastante. Desenvainé un par de katanas y con una extraña energía que recorría mis pies y salía de ellos, me elevé en el aire. Desde allí tenía una perspectiva mejor, sin duda. A un lado del barco estaba la extraña arma de nuestro querido amigo, así que para intentar evadirlo, no les quedaría más remedio que ir hacia el otro lado. Si es que decidían hacerlo, claro.

-¡Eh! ¡Estoy aquí!

Agitaba los brazos y hacía alguna pirueta mientras pasaba delante de él, a distancia suficiente creía, como para que no pudiera aplastarme sólo con extender el brazo, como quien mata a una mosca. ¿Cuánto tiempo tardaría sin cansarme de estar en el aire? ¿Podría distinguirme? Parecía un poco aturdido y quejumbroso, así sentado.

- ¡Acerquen el barco un poco más! - Grita con desespero el hombre corpulento de la gorra.

Mientras tu vuelas y intentas distraer al gigante, los demás intentan tumbarlo. La mujer rubia del rifle sigue teniendo en su punto de mira al gigante. - Lo tengo, tan solo necesito una bala para acabar con él... - Susurra mientras carga su arma. Está apuntando a la pierna derecha mientras aquel gigante sigue tumbado, y con tan solo pulsar el gatillo, surge del rifle una bala especial. Esta toma forma de un pájaro negro y eléctrico, el cual avanza hasta tocar al objetivo y paralizarle la zona, o al menos calmarla.

Mientras el joven de la espada deja crecer en su espalda unas alas blancas. ¿Será algún ángel? ¿O tal vez cuenta con una zoan? De todas formas el chico se lanza a una gran velocidad hacia el gigantón, con la espada enfundada y la mano apoyada en esta. Cuando está encima del enemigo, un aura verde rodea su arma - Grand Zour. - y lanza un iai al aire, que casi ni se puede ver. Un aura verde con forma de filo gigante impacta en el pecho de aquel grandullón, cortando la ropa y provocando que la sangre salpique hacia arriba, manchando a los cercanos.

- ¡Buah! - Grita con desespero el gigante. De pronto, junto a ese grito, sale de su boca una especie de cañonazo de luz hacia el cielo que por suerte no da a nadie.

Mientras, los del barco, se acercan cada vez más hacia la orilla y el hombre de la gorra, desde la barandilla de cubierta, pega un gran salto que parece que está volando, aterrizando con un fuerte puñetazo en el estómago del gigante.

- ¡Upper Punch!

El gigante escupe sangre por la boca y su cuerpo tiembla. De pronto, como si de un bebé se tratase, comienza a llorar de dolor mientras se retuerce en el sitio.

- ¡Buah! Yo solo querer comer pescado. - Suelta entre los llantos.

"Aleteaba" delante de la cara de aquel ser, esperando que me viese a mí y no a mis compañeros; al parecer en vez de tratar de escapar primero, estaban atacando con todo lo que tenían. Oí de nuevo el sonido de una bala y otro extraño animal apareció. Supuse que había sido la chica rubia de nuevo. Un espadazo, un puñetazo... así hasta que se echó a... ¿llorar? como un bebé, escupiendo sangre por la boca, no sin antes lanzar una especie de disparo por la misma, que por suerte no alcanzó a nadie y se perdió en el horizonte.

-Oh, mierda... -susurré para mí misma al entender los gritos del gigante, mientras me mordía el labio. La había cagado. Mucho. Quizás algún día madurara, tomara mejores decisiones y dejara de hacer daño a la gente a mi alrededor sin querer, pero al parecer ese no iba a ser el día.

No sabía qué hacer. ¿Intentar salvarlo y que se dieran cuenta de que había tomado una mala decisión o dejar que acabaran con él? Aunque mis sentimientos estuvieran embotados, todavía recordaba lo que para la mayor parte de la gente lo bueno y lo malo, y también que no tenía razones para atacar a alguien que no me atacara a mí. Me deslicé en el aire lo más rápido que pude para interponerme entre él y el barco que ya casi estaba en la orilla. Sin mirar atrás, donde estaban los demás revolucionarios grité:

-¡Parad! ¡Me he equivocado, no pretendía hacernos nada! ¡Sólo trataba de conseguir pescado!

No les presté atención, esperando que pararan al tenerme en medio. ¿Me estaba arriesgando demasiado? No me conocían, al fin y al cabo. Me acerqué más a su cara, sin saber bien qué decir ni si me oiría.

-Oye... pensábamos que querías atacarnos.

De pronto parece que todos te escuchan y cesan sus ataques. El tipo de la katana la enfunda y te dirige una mirada pícara. - Espero que no te equivoques, lady. - Parece que el confía en ti, pero el hombre grande, el de la gorra roja... O no te ha escuchado o no te cree, ya que tiene agarrado al gigante del cuello de la camiseta. El espadachín con velocidad aparta al grandullón de una patada para que suelte al gigante. - ¿No has escuchado a la dama, caballero? Estamos equivocados respecto al gigante.

Todos han parado sus ataques y el barco ya ha llegado a la orilla. Por suerte ya han guardado las armas. El gigante no puede evitar estar asustados de vosotros, ni siquiera se atreve a levantarse del suelo. - Pequeños hombres ser malos. Pequeños hombres atacarnos siempre. - Dice con voz temblorosa. - Siempre querer hacernos daño. Yo no confiar en pequeños hombres. - Parece tener miedo de verdad, no es capaz de levantarse y su cuerpo está temblando.

Ya me notaba cansada de estar tanto tiempo en el aire. Sabía que ese poder no duraba eternamente, así que me posé despacio en mitad del pecho del gigante que seguía llorando a pleno pulmón, intentando no causarle más daño y no caerme yo si es que decidía moverse de repente. Aunque le habíamos dado suficiente miedo como para que no lo hiciera en un buen rato.

-Gracias -dije en dirección al chico de la katana sin apenas girarme. Incluso traté de darle una breve visión de una sonrisa que pudiera captar por el rabillo del ojo, pero probablemente acabó siendo más una mueca que otra cosa. De todos modos era un gran avance en mí, teniendo en cuenta cómo estaba en los últimos tiempos Parecía que me había ganado un pequeño aliado sin pretenderlo, lo cual no me vendría mal. Y más teniendo en cuenta que otros como el chico de la gorra no tenían pinta de fiarse de mi palabra.

Avancé un poco más hasta situarme lo más cerca posible de su cara, o en todo caso de su barbilla. Casi podía sentir una ligera opresión en el estómago, el nerviosismo de sentir que había algo mal hecho, arrepentimiento y remordimientos. Casi, pero no. Y si conseguía mantener la sensación atada y bien atada, no me acosaría ni me nublaría el juicio. Porque no sentir no estaba tan mal y porque esa era una mentira muy útil para no afrontar la realidad.

Me senté con parsimonia sobre él, cual flor de loto. O no, una sola de esas flores era demasiado delicada en comparación conmigo.

-Has dicho que los "hombres pequeños" siempre os atacan, por lo que supongo que hay más gigantes como tú. ¿Quiénes son los hombres pequeños y por qué os hacen daño? ¿Qué hay en esta isla? -Paré, intentando que no le intimidaran tantas preguntas juntas. -Nosotros no queremos hacerte más daño.

Al menos, yo no quería.