Vulgrim
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Viajaba tranquilamente en un pequeño bote junto a tres amables pescadores que le habían propuesto viajar en él ya que iban a salir a dar un paseo para bordear una isla cercana a donde estaban. Se había hecho amigo de ellos porque estaba en una isla donde era día de descanso para el tabernero del pueblo. Vulgrim fue a comer a la taberna y desgraciadamente para él se la encontró cerrada. Maldijo unas pocas de veces en la puerta y se puso a buscar algún restaurante por la ciudad hasta que aquellos pescadores lo localizaron y le prestaron su ayuda.
Menos mal que el mar estaba tranquilo y no les hizo una buena jugarreta como hubiera podido ser una buena tormenta porque si no, no habrían podido asegurar su supervivencia. Naturalmente comieron pesado a bordo, un pez espada y un pequeño tiburón. Los tipos que acompañaban a Vulgrim durante el trayecto eran bastantes buenos pescadores y él se quedó perplejo tras ver la astucia que tenían y lo capaces que eran en su profesión. La idea de aprender a pescar no se le fue de la cabeza, hasta se le escapó en voz alta. Los pescadores se rieron y no dudaron en darle una caña. Le explicaron toda la historia de ella, que si era de uno del abuelo del abuelo de uno de ellos y que le tenía mucho cariño, que la había arreglado ya no sé cuántos centenares de veces y que estaba encantado con ella.
Tras un par de horas intentando aprender a pescar avistaron una isla en el horizonte, Saint Reia dedujeron por la zona los pescadores. A Vulgrim no le sonaba de mucho aquella isla, tal vez la habría oído escuchar en algunas tabernas o incluso haberla leído en un libro, pero de lo que sí estaba seguro de que no la había pisado jamás así que no sabía lo que se iba a encontrar.
-La ciudad de los revolucionarios- le susurró un pescador a otro.
-¿Es verdad?- intervino Vulgrim.
Ambos pescadores se miraron entre ellos y dirigieron su mirada hacia Vulgrim. Ambos elevaron los hombros hasta la altura de las orejas y se hicieron los tontos. Eso fue una clara afirmación para Vulgrim el cual reía para sus adentros por el acto que habían hecho los pescadores.
Ya estaban a menos de 200 metros de la orilla y Vulgrim les había avisado sobre que le dejaran en la orilla que ya se buscaría él la vida en la ciudad como fuera. A los pescadores parecía no hacerle mucha gracia porque le habían cogido cariño a Vulgrim. Éste no se dio cuenta de ello o no quiso darse cuenta y bajó a la isla. Los pescadores le regalaron una caña de pescar y le provisionaron una pequeña bolsita de cuero donde guardaron algo de pescado y yesca por sí se veía obligado a hacer de comer porque no hubiera algún lugar donde poder alimentarse. Se despidieron de él a duras penas y volvieron a su trabajo. Vulgrim observó a varios bañistas que se le quedaron mirando un pequeño rato pero que desviaron su mirada en cuanto éste las puso sobre ellos. A continuación siguió su trayecto hacia la ciudad.
Menos mal que el mar estaba tranquilo y no les hizo una buena jugarreta como hubiera podido ser una buena tormenta porque si no, no habrían podido asegurar su supervivencia. Naturalmente comieron pesado a bordo, un pez espada y un pequeño tiburón. Los tipos que acompañaban a Vulgrim durante el trayecto eran bastantes buenos pescadores y él se quedó perplejo tras ver la astucia que tenían y lo capaces que eran en su profesión. La idea de aprender a pescar no se le fue de la cabeza, hasta se le escapó en voz alta. Los pescadores se rieron y no dudaron en darle una caña. Le explicaron toda la historia de ella, que si era de uno del abuelo del abuelo de uno de ellos y que le tenía mucho cariño, que la había arreglado ya no sé cuántos centenares de veces y que estaba encantado con ella.
Tras un par de horas intentando aprender a pescar avistaron una isla en el horizonte, Saint Reia dedujeron por la zona los pescadores. A Vulgrim no le sonaba de mucho aquella isla, tal vez la habría oído escuchar en algunas tabernas o incluso haberla leído en un libro, pero de lo que sí estaba seguro de que no la había pisado jamás así que no sabía lo que se iba a encontrar.
-La ciudad de los revolucionarios- le susurró un pescador a otro.
-¿Es verdad?- intervino Vulgrim.
Ambos pescadores se miraron entre ellos y dirigieron su mirada hacia Vulgrim. Ambos elevaron los hombros hasta la altura de las orejas y se hicieron los tontos. Eso fue una clara afirmación para Vulgrim el cual reía para sus adentros por el acto que habían hecho los pescadores.
Ya estaban a menos de 200 metros de la orilla y Vulgrim les había avisado sobre que le dejaran en la orilla que ya se buscaría él la vida en la ciudad como fuera. A los pescadores parecía no hacerle mucha gracia porque le habían cogido cariño a Vulgrim. Éste no se dio cuenta de ello o no quiso darse cuenta y bajó a la isla. Los pescadores le regalaron una caña de pescar y le provisionaron una pequeña bolsita de cuero donde guardaron algo de pescado y yesca por sí se veía obligado a hacer de comer porque no hubiera algún lugar donde poder alimentarse. Se despidieron de él a duras penas y volvieron a su trabajo. Vulgrim observó a varios bañistas que se le quedaron mirando un pequeño rato pero que desviaron su mirada en cuanto éste las puso sobre ellos. A continuación siguió su trayecto hacia la ciudad.
Sawn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Desde que entré en la revolución, no había parado de realizar misiones de diferentes tipos: para defender a un amigo importante, derrotar a un par de marines que hacían con los ciudadanos lo que ellos querían, y muchas cosas mas. Llegaba un punto en que todo aquello cansaba y ese era el momento, necesitaba algo de paz y tranquilidad, no obstante, esa tranquilidad llegó ese día. Aquella mañana Leonel me había hecho una visita al camarote donde me encontraba, me dijo que podía irme donde quisiera sin alejarme mucho de nuestra posición.
Antes de poder irme le pregunté a Leonel si conocía alguna isla cercana para descansar, éste me nombró la isla Saint Reia, lo que no sabía si era el nombre del pueblo o de la isla entera. Fuera de aquellas preguntas que no llevaban a nada cogí un bote del barco y me fui a aquella isla por la noche, ya que me encantaba viajar por la noche. Aquel día era uno de los mejores, ya que se podían ver todas las constelaciones en el cielo, la que mas me gustaba era la constelación de Geminis.
La noche no complicó le viaje, mas bien lo contrario. Finalmente pude llegar a la isla a la mañana siguiente. Había llegado a una playa donde la gente estaban pasando el día allí, cuando llegué a la arena, todos los niños que habían allí se me quedaron mirando. Pasé de elllos.
Antes de poder irme le pregunté a Leonel si conocía alguna isla cercana para descansar, éste me nombró la isla Saint Reia, lo que no sabía si era el nombre del pueblo o de la isla entera. Fuera de aquellas preguntas que no llevaban a nada cogí un bote del barco y me fui a aquella isla por la noche, ya que me encantaba viajar por la noche. Aquel día era uno de los mejores, ya que se podían ver todas las constelaciones en el cielo, la que mas me gustaba era la constelación de Geminis.
La noche no complicó le viaje, mas bien lo contrario. Finalmente pude llegar a la isla a la mañana siguiente. Había llegado a una playa donde la gente estaban pasando el día allí, cuando llegué a la arena, todos los niños que habían allí se me quedaron mirando. Pasé de elllos.
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