Apropiación indebida(Tackero, Nolan)

La charla había resultado reconfortante, desahogadora y al mismo tiempo graciosa. Hace tiempo ya que Tackero llevaba acumulando sus penas, observando en seriedad la imagen de un amor que ya no volvería. Ahora al fin, después de tanto tiempo se había sentido en la confianza necesaria para desfogar aquella pena y rabia que traía la nostalgia. Le parecía extraño que aquel sujeto de pelo verde que recién había conocido, fuese esa persona en quien depositaria parte de su confianza ¿realmente confiaba en el? se preguntaba mientras Nolan se levantaba de la mesa y se despedía marchando a prepararse para la noche. Sin lugar a dudas, se sintió en libertad de compartir sus penas y dolores amorosos que fuertemente le atormentaban, pero eso no implicaba que realmente fuese un hombre en quien confiar. No fue difícil compartir los lamentos, pues se trataba de otro hombre en una situación similar, y era aquella penuria pasional la que permitió dicha situación. Mas aun cabía la duda de sus acciones, y por mas que Tackero sintiese que se trataba de alguien de fiar, el tiempo le había enseñado a desconfiar, hasta de el mas simpático de los sujetos.

No podía pasar toda la tarde en aquel asiento del café, con vista perdida en el horizonte de la calle, pensando sobre la confianza que podría o no otorgar a Nolan, y por lo que había ya experimentado con el durante "el trabajo", se podía considerar alguien afable en cuanto a "el trabajo", así que lo mejor seria no perder mas tiempo con estupideces como cuestionarse a quien podría considerar amigo y a quien no. De esta manera, Tackero se levanto renovado, de cierta manera, pues el desahogo era realmente reconfortante, era efectivamente un peso menos, pero aun tenia deberes y el tiempo que quedaba no era mucho, era momento de volver al escenario.

Emprendió un tranquilo camino, a paso calmo, mientras en su mente repasaba el personaje, volvía a re adquirir algunos sentimientos de Kevin koldo, unos cuantos recuerdo y aprovechando la ocasión, agregar un par mas de anécdotas divertidas. Con todo esto en su cabeza, el camino de vuelta al establecimiento se hizo realmente corto, lugar en el cual no pensaba pasar demasiado rato. Entro con el mismo relajo que llevaba en el camino, el mismo relajo que emanaba el primer consul de Hispalis, dirigiéndose en acto seguido a su habitación. Volvió a tomar ropajes de nobleza, llevando nuevamente un traje a su altura para la fiesta.

Una vez terminada su preparación estética para la noche, bajo por las escaleras caminando ya encarnado en la piel del gran cónsul, con el pecho un poco inflado y una sonrisa despreocupada. Su sirviente y el, debían recorrer diferentes caminos hasta la instancia de la fiesta, mas antes de separa los rumbos, el peliverde se aproximo a Tackero y le pidió el somnífero que había adquirido con anterioridad. Nuevamente la duda aparecía, ¿era aquel hombre de confianza?, lo examino en un rápido vistazo, en busca de alguna señal en su cuerpo que le indicara que era alguien de fiar, pero no tardo mas de un par de segundos en volver a espabilar. ¿Por que le estaba costando tanto otorgarle un puesto a aquel sujeto?, normalmente, al igual que todo el mundo, no demoraría mucho en determinar si confiar o no en alguien, mas el problema era ese. No quería apresurarse a confiar en el, pero entonces por que lo dudaba ... fue en ese momento que se dio cuenta de que lo que analizaba era diferente a lo que sentía. Analíticamente no parecía lo correcto confiar en un sujeto que acababa de conocer, pero por alguna razón su intuición le indicaba que se trataba de alguien confiable. Dejo de lado su discusión interna, teniendo una nueva conclusión al respecto, y así, le entrego el polvillo que venia en una pequeña bolsa y le otorgo una mirada vigorosa acompañada de una leve sonrisa amistosa -Nos vemos en escena- le dijo dándose vuelta de espalda hacia la puerta una vez había entregado el paquete.

Una vez fuera del establecimiento, se dirigió hacia el lugar donde lo recogería la carreta, caminando confiado  y con paso firme por las callejuelas de la ciudad. Cuando llego al lugar, le esperaba en la puerta de un recinto, el joven y nervioso burgués, quien en su espera ansiosa por la presencia del cónsul, miraba de un lado al otro de la calle mientras se frotaba las manos con rapidez. No pudo evitar volver a sentir un poco de repugnancia hacia aquel joven, pero estaba interpretando, no podía dejarse llevar por sus propias emociones, así que simplemente se acerco de manera vistosa, para que aquel muchacho tuviera el placer de ver al cónsul antes de que este le pillara por sorpresa. Y así fue, a penas noto el joven la silueta de Tackero acercándose por la calle, este se le acerco con cierto apuro y le dedico un saludo - Oh!, Saludos cónsul- dijo mientras le dedicaba una reverencia -Espero que la carreta este a su altura, y que disfrute la compañía en el viaje. - volvió a explicar, mientras le apuntaba con ambas manos hacia la carreta con una nerviosa sonrisa en su rostro. - Saludos.- respondió Tackero con su sonrisa característica de cónsul, al tiempo que se sacaba el sombrero en un gesto de cortesía.

El pequeño burgués siguió molestando un rato con algunas preguntas y con comentarios halagüeños, los cuales compartieron los comensales en la carreta, pero luego de un rato ya se encontraban en camino, cosa que era la única satisfacción de Tackero. Esperaba que el viaje terminase pronto, por ultimo en la fiesta tenia un objetivo claro, en la carreta en cambio solo debía socializar para mantener las apariencias. Sin embargo, el tema de Nolan seguía apareciendo en su mente, ¿le considera un amigo o no? a eso se debía tanta confusión realmente, una pequeña decisión que debería tomar.

el trayecto en carreta no seria largo, ya que el uso de esta era por la simple elegancia que requería su estatus. En ella había un par de personas más, aparte de Tackero y el joven que lo había invitado, todos adinerados burgueses, como correspondía a aquel lugar. Preguntaban al cónsul por como se encontraba y soltaban uno que otro chiste entre medio de la conversa, pero nadie se atrevió a preguntar ni comentar por el "conocido" Hispalis, pues hubiese significado quedar como ignorante frente al importante hombre que venia en representación de aquel lugar. A pesar de la charla, Tackero tenia otras preocupaciones, y no podía evitar pensar en el escenario al que llegaría una vez estuviera en la fiesta. Sin duda alguna estaría repleto de gente, todas paradas en distintos grupos comiendo, bebiendo y charlando mientras los sirvientes pasearían por el lugar abasteciendo a los adinerados comensales. De solo imaginárselo ya le daba una lata tremenda, por lo que intentaría ser preciso y conciso, dirigiéndose de manera pronta hacia su objetivo.

Mientras llegaba al lugar, podía notar a través de la ventana de la carreta, como se conformaban dos filas, una evidentemente para los invitados nobles de la fiesta, mientras que la otra pertenecía a los diversos sirvientes que estarían presentes en el festejo. Como era de esperarse, cuando Tackero bajo de la carreta justo frente a la fila, acompañado de unos cuantos comensales mas, las miradas de muchos giraron para observar al ostentoso hombre. No es que fuera muy conocido, sin embargo ya corrían ciertos rumores de la llegada del primer cónsul de Hispalis, y estos mismos se podían oír en susurros en boca de los invitados a la fiesta.

Se formo en la fila, como todo el resto, negándose a un par de ofertas de algunos nobles que le ofrecían pasar primero. De todas formas, la fila avanzo con rapidez, o por lo menos de manera mas expedita que la fila de los sirvientes. Después de unos breves instantes, ya se encontraba a la puerta del lugar, donde un guardia con imponente tamaño pero con actitud servil comprobaba los nombres de los comensales en la lista de invitados. El gran hombre no alcanzo a dirigirle la palabra a Tackero antes de que el servicial y joven burgués que lo había atendido toda la tarde saliera en su representación. Basto con un par de palabras del joven para que el fortachon se hiciera a un lado con completa sumisión.

Una vez adentro, el paisaje era tal y como Tackero lo había imaginado, pero al menos podía disfrutar de la música. La primera agrupación consistía en un cuarteto de cuerdas, que amenizaban el ambiente con gracia y habilidad. Pero lo primero era lo primero, debía intentar localizar a su objetivo, tenia que procurar ser discreto, no podía dejarse llevar por el apuro. Más la ayuda venia en camino, el ultimo toque que llevaría a la perfección su disfraz estaba caminando directo hacia el, moviendo sus curvas de un lado a otro con gracia. Cloe, la mujer que haría de acompañante del cónsul en esta velada, se le aproximo sin mucho preámbulo una vez que vio a Tackero en el lugar. Tenia un bello vestido violeta sin espalda, que ademas dejaba ver un pronunciado escote, acompañado de unos ostentosos colgantes y un largo collar que caía por entre sus pechos. Tackero al verla aproximándose, se mostró maravillado y fascinado, observando la figura de la mujer al tiempo que extendía la mano para tomar la de ella recibiéndola - ¡Pero que maravilla tenemos aquí! - exclamo dedicándole una amplia y gratificante sonrisa - Es un precioso vestido Cloe, casi tanto como tu - comenzó de nuevo con las frases de galantería. La mujer se sonrojo levemente, o eso es lo que permitía ver la gruesa capa de maquillaje en sus mejillas. -Muchas gracias cónsul. quería presentarlo a unos cuantos amigos, si no le molesta - Dijo la dama girándose para mostrar un pequeño grupo de aburguesados, de una edad similar a la de la mujer de cabello azabache. - Por su puesto, no sera ningún problema, pero tengo algo de sed - anuncio mientras miraba por el salón en busca de algún camarero repartiendo tragos. -¿Que te párese si te traigo algo para beber?, enseguida te alcanzo- le dijo sonriente mientras le indicaba que fuera con aquel grupo a esperarlo.

La verdad es que Tackero quería encontrar a Nolan, le parecía de suma importancia, pues ya había notado el importante papel que el debía desarrollar y de seguro el encontraría al objetivo mas rápido, por alguna razón tenia fe en eso. Fue como si sus pensamientos lo hubiesen estado invocando, pues a penas Tackero se separo de la dama un serio y servil hombre se le acerco y le pregunto con toda educación - Discúlpeme cónsul, pero me han mandado a verificar la entrada a uno de los sirvientes que trabaja para usted, el hombre dice llamarse Nolan -. Era lo único que faltaba para poder ponerse en acción con el plan, por lo que no pudo evitar una sonrisa esperanzada. - Si si, efectivamente es mi sirviente, espero que no le estén dando problemas - dijo con voz amable, pero denotando con una voz severa el hecho de que no quería inconvenientes con su sirviente. Ahora ya estaba todo listo, solo debía encontrar efectivamente algún trago para llegar de vuelta con su dama.