The Moment | [PRIVADO]

Un nuevo día se despierta en el Black Lotus para Titania, y como es costumbre para la muchacha, a las seis de la mañana. Una nueva jornada la espera al lado de aquellas curiosas personas con las cuales apenas ha intercambiado palabra. No es que la joven fuera una persona sociable, ni mucho menos, sin embargo el ambiente que allí se forma con su mera presencia no es muy idónea para las relaciones amistosas. Su carácter frío, y muchas veces grotesco, no hace que acabe de encajar en la tripulación de la negruzca nave; pues en su mayoría se tratan de personajes singulares que más o menos llevan una sinergia respetuosa entre ellos. No obstante, este panorama ajeno y muerto no parece afectar en absoluto a la rubia. Ella sencillamente se limita a usar todo lo que necesita y, si es indispensable, pedir ayuda a Lowell, su enorme compañero de raza gyojin. Como pudo imaginar desde un principio, todo estaba resultando tal y como esperaba desde su salida de Shellstown. Nada nuevo a excepción de las aventuras, como la última.

Esta vivencia tuvo lugar hace algunos días junto a Byakuro, el capitán del barco. Se encontraron en una isla exótica y caribeña donde no había rastro alguno de vida o civilización, pero que terminó siendo un nido de piratas y criaturas gigantescas que pusieron gravemente en problemas la vida de la joven y del peliblanco. Mas como en toda buena película o historia novelista, todo acabó con el final del jefe malvado y el beneficio para los buenos cazadores de recompensa. Además de la revelación de un secreto de la mar.

Escondida por inteligentes pero primitivos mecanismos de seguridad, el líder del grupo de cazadores pilló el modo para acceder al misterio mejor guardado del templo principal de la destruida ciudadela. Éste mismo -el capitán- reveló en su momento a la muchacha que ese objeto, esa especie de fruta viscosa y caliente, se trataba más bien de una Akuma no Mi; una clase de fruto que otorga al consumidor habilidades sobrehumanas. Como es lógico el asunto interesó muchísimo a la rubia, pues finalizó la aventura con el secreto guardado bajo su estricta protección para sacarlo a la luz el día de la charla con Byakuro.

Y hoy, justamente unos días más tarde, ha llegado el momento para charlar sobre ello.

Rauda se viste para seguidamente ir al baño, donde se lava y maquilla tranquila, perfumándose luego con unas gotas de su fragancia preferida. Poco después regresa a su habitación y recoge con mucho cuidado el fruto, guardándolo de nuevo entre sus ropajes. Posteriormente, y con el secreto escondido en medio de cuero y tela blanca, se acerca cuidadosa hasta el camarote del líder cazador y capitán del navío. Por el camino, eso sí, la mujer piensa y analiza la situación en la que se encuentra, y todas las posibilidades que ello puede abarcar. Un ejemplo claro que se le viene a la mente es la avaricia que el peliblanco puede tener, puesto que la raza humana de por sí siempre anhela más y más poder sin pensar.

-Soy yo- susurra la rubia a la par que da dos golpes en la puerta: -Abre-, ordena sin más.

La chica de los ojos color zafiro puso la mano en el pomo y, haciendo un movimiento giratorio para la derecha, abrió el pedazo de madera. No obstante lo que se encuentra al adentrarse en el camarote es, sin dudas, una escena digna de un enfado suyo, puesto que su capitán se encuentra en ropa interior y echado sobre en la cama a saber porqué. Como es ilógico en sí misma, la muchacha termina su intromisión en la habitación del peliblanco y se sienta a un lado del lecho. Ha tomado la decisión de ignorar por completo al idiota de Byakuro, centrándose solamente en las palabras de interés que pudiera decir con respecto a la Akuma no Mi que los reunía en ese instante; la cual por cierto descubre de entre todas esas telas y, con sumo respeto y tacto, coloca sobre la albina cama del cazador. Parecía incluso que la joven había cogido cariño a esa fruta del diablo, aunque también pudiera ser que desea profundamente poseer los poderes que ese fruto lleva en su interior... al menos por el momento, hasta que ella los liberase de algún modo.

-Habla-. Reanuda la cazadora la conversación que tienen a medias desde hace jornadas atrás.

Más allá de su tonalidad melodiosamente fría e inerte de toda emoción y/o humanidad posible, lo que realmente busca ella es toda la información con respecto a la Akuma. No quiere entretenerse. Es consciente que el muchacho de cabellos albinos es una fuente "fiable", en cierta medida, del tema que les trae aquí, ya que no hay que olvidar que él es usuario de un poder relacionado exclusivamente con la tinta. La joven cazadora lo pudo comprobar hace unos días y en el instante que lo conoció, puesto que llegado el momento le pareció un sujeto imposible de asesinar o vencer frente a frente. Sí, lo recuerda muy bien eso.

-No tengo todo el día- apura la mujer, dándole prisa al capitán para que lo suelte ya.

La joven se limita a observar desde una distancia prudencial todas las acciones del hombre, pues si algo sabe por dura experiencia es que los tipos raros son impredecibles sobretodo por la mañana. Para empezar se levanta, se pone unos pantalones y, para terminar, se aproxima demasiado a ella. Normalmente Titania hubiese reaccionado de mala manera, rompiendo quizás la puerta y mandando todo al garete. Porque sí, ese tipo de situaciones la ponían muy nerviosa y demasiado inestable como para poder aguantar un intercambio de argumentos lógico y coherente; sin embargo en esta ocasión ha cambiado de táctica. Cierra los ojos y respira. Deja las manos apoyadas sobre su regazo con gesto de calma, formando con sus dedos un circulo imperfecto que al cabo de un rato se vuelve dos puños fuertemente cerrados. Y todo mientras siente caricias en su piel por parte de los pálidos rayos de luz que entran directos de la ventana del camarote, ayudando en el proceso de relajación que estaba ejecutando a duras penas la muchacha.

-¿Te refieres a la pesadilla?- pregunta la muchacha. -Siempre es la misma-.

Mantiene el pacifico ambiente por escasos segundos más, pues al poco tiempo se rompe por culpa de la impaciencia que muestra ella misma entre otras cosas. No soporta tener que hablar con los demás de lo que siente o padece dado que la hacen sentir débil, vulnerable y estúpida, y aquello es lo último que quiere. Odia sentirse inferior a alguien, y con más razón si esa otra persona se trata de un hombre. Por que sí, Byakuro para ella sigue siendo un tipo más del cual podría esperarse todo y nada. No le vale que tenga aires semblantes a los de Lowell, porque al final todos los sujetos humanos son iguales: asquerosas bestias.

-¡Tsk!- masculla antes de levantarse: -Esto es una pérdida de tiempo-. Camina hasta la puerta.

Los movimientos por parte del cazador líder resultan, a lo poco, estudiados como en una inteligente partida de ajedrez. Pero pese a toda apariencia posible, nada tiene que ver con la capacidad de la mujer en adaptarse y reponerse a las circunstancias. Se frena delante del consistente pedazo de madera y escucha atenta las palabras del capitán. Hablaba de cosas banales, como que todo el mundo sufre males representados en malos sueños. La joven intuye entonces que le dará el sermón de siempre, como el que le repite Lowell varias veces a modo de subida de confianza o sociabilidad. Sin embargo la tónica cambia de repente, pasando a la estatua que está alzada en cubierta firme y preciosa como un viejo árbol orgulloso del bosque que ha fundado. Aunque esta vez, no hay selva ni vida... sencillamente no hay nada.

-No- responde antes de girarse y quedarse mirando al cazador. -No sé qué significa-.

Su tono de voz es más seco y desértico, muy defensivo quizás. Como era normal ella no conocía el motivo de muchas cosas allí, solamente es consciente que debe aguantar a todos los tripulantes puesto que son los molestos clientes de un gran hotel casi gratuito y le conviene hacerlo... al menos por un buen tiempo.

-No sé por qué has montado esa pantomima-. Avanza hasta él: -Tampoco sé qué hago aquí, sólo te sigo-. Y en ese preciso instante la muchacha sonríe, mas no de felicidad ni nada por el estilo, si no más bien de algo que ni ella misma comprende. Tal vez por sarcasmo: -Y siendo sincera, ni sé el porqué lo hago-.

La información es refinada, trata y delicadamente puesta en los conocimientos de la cazarrecompensas, que la analiza cuidadosamente palabra por palabra con el esmero y tiempo que se le da a una decisión extremadamente complicada. Todo a la par que sujeta estupefacta la Akuma no Mi con su mano diestra. No obstante da igual todas las vueltas que le de la joven a las frases del cazador, puesto que le resultaba imposible creer en la ilusión de una familia y la protección que ésta ofrece en cualquier situación. También podría caber el caso que ella, por instinto y miedo, se niegue a verlo y prefiera creer en todo lo que hasta el día de hoy ha pensado es la verdad; pero sea cual sea el motivo, lo único que se limita a hacer de momento Titania es observar notoriamente sorprendida la fruta del diablo a la vez que medita lo ya dicho.

-¡Tsk!-. Alza su mirada y la cruza con la de él. -No sé qué es ese sentimiento, nunca lo he tenido-. Niega levemente para proseguir, esta vez continuando con su tono más calmado: -No comprendo a qué te refieres cuando dices familia, pero una cosa es segura...- toma un poco más de aire: -...que mientras Lowell te apoye, os considerare "compañeros"-. Se acerca un poco más al peliblanco, hasta situarse cara a cara, al punto de tocarlo con su nariz. -Pero nada más, ¿de acuerdo?-. Y en aquel momento, justo un segundo antes de separarse, la joven le propicia un efímero beso en los labios al capitán. -No lo olvides-.

Inmediatamente después, y como si nada hubiera pasado, la rubia de ojos azules se aproxima a la puerta con la idea de dirigirse a cubierta. Quiere ver la mar por última vez antes de perder la capacidad estar dentro de ella, refrescarse libremente en sus aguas y, sobretodo, no temer morir en sus entrañas. Aunque curiosamente parece no querer hacerlo sola, dado que se gira para incitar al yonkaiyo a seguirla.

La muchacha camina por los largos e iluminados pasillos del Black Lotus sin hacer el más mínimo ruido, sumergida en conjeturas sobre cuáles serían los poderes de la fruta. Hasta que sin darse cuenta se ve en la cubierta superior, con la brisa mañanera tocando gentilmente su rostro y haciendo deslizarse en el aire sus cabellos como si cabalgaran en una salvaje ola. Hecha un vistazo al bello paisaje marítimo que se abre ante sus ojos y, con más firmeza que frialdad o desdén, se voltea para ver al cazador. El rostro de la cazarrecompensas se muestra, eso sí, serio y profundamente decidido a actuar para cambiar su realidad por siempre. Ha olvidado casi por completo lo ocurrido hace unos momentos para concentrarse en ese momento único, en el cual dejaría de ser una mortal corriente y se convertiría en una persona sobrehumana capaz de acciones sin precedentes. ¿Una Diosa? Quién sabe qué le preparará el destino.

-¿Tuviste miedo cuando te comiste la Akuma?- preguntó la muchacha, mirando a la mar orgullosa.

La muchacha no aparta la vista del mar mientras de fondo escucha al capitán hablar sobre aquello. No cabía lugar a dudas, sus situaciones eran totalmente opuestas y la vez están unidas hoy, casi igual que su manera de ver las cosas, puesto que temer al poder era algo que no se le cruzaba por la cabeza a Titania dado que desea más para no tener que depender de nadie jamás y poder así vivir tranquila, de una vez por todas. No obstante algo hizo meditar un segundo a la rubia, pues fue el hecho de haberlo perdido todo. En su caso Byakuro había perdido toda su familia y, con toda probabilidad, hubiera estado totalmente hundido; pero ella recién acaba de conocer a compañeros, por fin está aprendiendo otra profesión que no tenía que ver con el prostíbulo y, por encima de cualquier cosa, posee un objetivo...

-¡Tsk!- masculló, justamente antes de comerse la Akuma no Mi en cuatro o cinco bocados.

Y fue en ese instante cuando, por cosas relacionadas seguramente por la fruta del diablo, su cuerpo empezó a notar cierta vibraciones. Sus manos se movían a contra voluntad, como lo hacen las piernas, y siempre en forma de diminutas convulsiones. No pareciera que esté teniendo problemas, si no más bien tiritando. Sin embargo en sus más adentros pensamientos la idea de sumergirse en agua marina y moverse libremente por ésta progresivamente se va esfumando e iban dando lugar a otras ideas... más imaginativas, donde algunos temblores predominan. Y ahí fue cuando Titania tuvo un leve impulso...

Estiró su brazo para luego, cuando éste está totalmente extendido, cerrar el puño y bajarlo lentamente al suelo. De pronto un movimiento brusco del barco se hizo presente nada más tocar sus dedos la superficie de madera, provocando quizás  de inmediato que todo el mundo se despertara o no. Esta escena hizo sonreír a la mujer de los ojos azules bastante, puesto que por fin intuía cuál iba a ser su habilidad...

-Mmh- hizo sonar desde sus adentros para que el peliblanco lo oyera y dijera lo que pensara.

Con el puño todavía en el suelo y, obviamente, agachada escucha al peliblanco hablar. No eran las palabras que la muchacha esperaba oír, pero tampoco le resultan nada decepcionante puesto que ya comienza a saber de qué va Byakuro.  Más una cosa es totalmente segura, a partir de hoy su situación en el navío cambia radicalmente. Ya no es la simple cirujana que indefensa y que necesitaba del sigilo y la oscuridad para ser efectiva, ya que con su nuevo poder tiene la obligación y casi del deber de cambiar por completo su manera de luchar. Mas la mujer es lo suficientemente inteligente para saber que será un duro camino, pues por naturaleza ha moldeado su estilo de pelea a sus condiciones físicas actuales. Más fuerza, más potencia, más resistencia y, por encima de todo aquello, más preparación a la hora del cara a cara.

-No- contesta la muchacha, a la par que se pone en pie. -Cosquillas tal vez-.

Luego, y sin pensárselo mucho, la chica de cabellos casi albinos toma rumbo a su camarote. Está pensativa en todo lo que ha transcurrido en apenas unos minutos esta mañana, dado que más allá de su nuevo poder se vio obligada a conversar más de la cuenta con el líder del grupo de cazadores.

-Si vas a decir algo útil, ahora es el momento-. Su tono se mantiene frío pero, quizás, menos indiferente.

Los instantes pasaron hasta que el cazador retorno a lo típico de siempre, y es que en ese barco cuando se sabe de qué hablar se pasa de inmediato a la comida. Como no podía ser de otra forma, Titania se limita a negar lentamente con la cabeza y a irse sin hacer nada más. Escucha de fondo en esos momentos las cuestiones de Byakuro, pero en lo más profundo de sí misma sabe que será mejor si no tocan más el tema. Además, ella ya ha conseguido lo que quería y tampoco es que fuera muy necesario rebatir estupideces que tienen la misma importancia que un gusano o pulga. Incluso le resultaba "divertida" esa circunstancia, puesto que tener al capitán del navío en vilo un tiempo le resultaría a la muchacha provechoso por otros varios motivos distintos y ajenos a la tripulación. Aunque una cosa era cierta y ella lo sabe, y es que el peliblanco podría obtener respuestas con todas las mujeres que están a bordo; después de todo, la mayoría de ellas son más atractivas que la joven de cabellos semi-albinos, la cual solamente tiene a su favor el factor sorpresa como bien ha podido descubrir el cazador con el beso de antes.

-Olvídalo todo- es lo último que contesta la muchacha antes de perderse entre los pasillos.