[Privado Chrome-Kazuo] Cacería doble

Sus huesos resonaron como un eco en todo el camarote cuando se crujieron al estirarse. ¿Cuántas horas habrían pasado desde que zarparon? No más de quince probablemente. La pequeña coca que transportaba a ambos cazadores no había realizado un trayecto demasiado largo aunque, pese a ello, el castaño no tenía la paciencia entre sus virtudes y ya tenía ganas de pisar tierra. Había llegado a manos del líder del gremio un cartel de recompensa de un criminal de poca monta, un tal Shishio, que solía frecuentar la Villa Shimotsuki, situada en una de las islas del East Blue. Decidió que era un trabajo adecuado para las dos incorporaciones más recientes del gremio, tal vez para que se fuesen habituando a apañárselas por sí mismos. Además, apenas contaba con treinta millones por su cabeza, así que no supondría un peligro demasiado elevado. Por este mismo motivo, Chrome, una de las innumerables mujeres que formaban la tripulación del Black Lotus le acompañaba en aquel viaje.

- ¿Realmente cree que necesito la ayuda de una novata? -susurraba para sí mismo mientras dejaba envainada a Yoake en su cintura- Podría haberme ocupado yo solo de este...

Tras estas palabras salió a cubierta, suponiendo que su compañera de gremio se encontraría allí. Lo cierto era que no habían intercambiado palabra alguna en todo el viaje, a excepción de aquellos momentos en los cuales era indispensable la comunicación, tales como variar el rumbo de la nave o... Bueno, preguntar si el retrete estaba ocupado. Aunque, si bien su actitud hacia la chica parecía ser indiferente sí que despertaba en él cierta curiosidad. Tenía algo que la diferenciaba de los demás miembros del gremio, aunque aún no tenía muy claro de qué se trataba.

- ¡Chrome! -dijo alzando la voz una vez estuvo fuera, tomando el timón- Ya se ve la isla desde aquí. Ve preparando lo que debas llevar contigo, pronto atracaremos en el puerto.

Villa Shimotsuki era un lugar que tenía cierto interés y valor para él. No únicamente porque allí se encontrase su próxima presa, sino por la existencia de un dojo de espadachines, que si bien no poseía la misma categoría que los dojos de Wano, sí que tenía cierta fama en los cuatro Blues. Tal vez encontrase a algún seguidor del bushido entre sus alumnos... Y de ser así, podría probar de nuevo su habilidad contra uno de sus practicantes. La simple idea de poder dejar en evidencia a uno de esos estúpidos samuráis (o intento de...) hacía que se le erizase la piel. Ya casi habían llegado...

Un suspiró se escapó de sus labios mientras miraba como las olas golpeaban el casco del navío en el que ella y uno de sus "compañeros" Se encontraban viajando en dirección a Villa Shimotsuki, situada en una isla del East Blue. Según había leído, esa isla tenía cierto renombre para los espadachines practicantes del estilo oriental de manejo de la espada. Seguramente un lugar ideal para alguien que empleara armas como la de su acompañante, con el cual procuraba mantener la conversación justa y necesaria. No porque este le desagradara, sino por el hecho de que ella era lo que se suele llamar una "antisocial". -seguramente cualquiera de los dos solos hubiera bastado.- Murmuró la chica para sí misma mientras jugaba a crear ilusiones de delfines saltando entre la espuma de mar que se formaba tras romper el agua contra la madera del barco. -¿En que estaba pensando ese hombre?- Tal vez hubiera pensado en que al chico le podría interesar el visitar el lugar, algo que entendía....Sin embargo, su presencia entonces era innecesaria, a no ser que fuese a cazar mientras el estaba jugando a los samurráis con otros.

-¿Tú que opinas, Tusbasa?- Preguntó fijando ambos ojos en su amigo emplumado, el cual acababa de posarse a su lado, usando la barandilla, que evitaba que ella se cayera al mar, como soporte. Al igual que ella, él ave poseía dos ojos de distintos colores con la diferencia de que lo suyo era policromía natural mientras que su ojo rojo era solo un recuerdo de lo que un error puede suponer. Un error que trataba de ocultar siempre a los ojos de los demás detrás de su parche, el cual sostenía en su mano derecha para poder colocarlo de nuevo en su sitio si el chico de cabello castaño  saliese a la cubierta también. -Si lo que busca es que nos convirtamos en "amigos del alma" creo que se va a llevar una decepción.- Dijo lanzando una piedra imaginaria, la cual pareció rebotar sobre el agua hasta perderse su visión en el horizonte.

Justo en aquel momento salió el chico a cubierta, dirigiéndose al timón, o al menos era lo que el sonido de sus pasos indicaba, ya que ella se encontraba en dirección contraria a este. Una vez se detuvo, el chico llamo su nombre para avisarle de que cogiera sus cosas ya que ya se podía avistar tierra, cosa que la sorprendió gratamente. En su cabeza aquella persona hubiera seguido a lo suyo, preocupándose únicamente en tener sus cosas listas, dejándola atrás si se retrasaba. -No tienes que preocuparte, ya tengo todo lo que necesito.- Respondió al tiempo que se colocaba el parche, aún dándole la espalda. Tsubasa, por el contrario, voló hasta él con intención de frotar su mejilla con la del chico, como si así le agradeciera que cuidara de su dueña, la cual tenía su Bo a mano y una pequeña mochila a la espalda.

Al parecer la pelimorada se había adelantado a sus indicaciones y ya tenía preparado todo lo que iba a llevar consigo. Aquello agradó ligeramente al espadachín, el cual agradecía no tener que esperar por ella. El sol se encontraba casi en su punto más alto, por lo que debía de ser ya bien entrado el mediodía. Una suave brisa acariciaba y mecía los cabellos de ambos jóvenes a medida que se aproximaban a los muelles. Lo cierto es que hacía un clima bastante agradable y aquello era de agradecer. Islas como Arabasta o Sakura, en las cuales el clima era extremo, no le terminaban de convencer y de una forma u otra dificultaban las misiones.

- Vale, ya estamos. Ayúdame a amarrar el barco -le dijo al tiempo que aquella ave albina se subía sobre su hombro para restregar su cabeza contra la de él. Por un momento estuvo a punto de darle un manotazo, pero se contuvo. No le gustaba que le tocasen, y menos aún un animal que ni siquiera le pertenecía, pero Byakuro no se alegraría mucho si se enteraba de que había maltratado a la mascota de uno de sus miembros. Sobre todo sabiendo que él mismo había tenido una que, más que una mascota, era un amigo.

Una vez estuvieron a la altura de los muelles saltó apoyando un pie sobre la baranda para caer sobre los tablones de estos, portando con él una soga para dejar la embarcación atada y segura hasta su regreso. Esperaba que la chica plegase la vela y la asegurase al pequeño mástil antes de comenzar a investigar la villa. Una vez terminó con la cuerda extrajo de su bolsillo el cartel de recompensa del tal Shishio, un hombre de cabello largo y oscuro como la noche, con unos ojos dorados y unos rasgos afilados que, además, tenía el rostro plagado de horrendas cicatrices. Realmente parecía ser alguien duro pese a la escasa recompensa que había por su cabeza. ¿Qué clase de crímenes habría cometido para ganársela? Tal vez robos o alguna alteración del orden... O incluso algún enfrentamiento con la Marina, quién sabe.

- No creo que sea demasiado difícil dar con él -le dijo a la chica mientras volvía a guardar el cartel- Es bastante sencillo de identificar. Espero que no seas una carga -prosiguió, ahora en un tono algo más serio que el de antes. Realmente seguía pensando que la presencia de aquella chica era completamente innecesaria pero... ¿Quién sabe? Tal vez llegara a sorprenderle.

Al dirigir su mirada al chico de cabellos castaños, puedo observar la cara de desagrado de este, seguramente provocada por la presencia de Tsubasa sobre su hombro, el cual le estaba mostrando algo de afecto, cosa que con su actitud seguramente no debía estar acostumbrado a que le dieran. Con un silbido de la chica, el ave se alejo del intento de espadachín para posarse en el hombro de la chica, la cual le dedico una leve sonrisa mientras le acariciaba la cabeza. Entendía que al chico no le pudieran agradar los animales. Ella misma pegaría una patada al primer felino que intentara acercarsele para restregarse en sus piernas. Sin embargo, si el chico hubiera hecho algo a Tsubasa, sin remordimientos lo hubiera golpeado con su bastón hasta la muerte.

La chica suspiró, perdida en sus pensamientos al tiempo que recogía la vela del barco. Acababan de alcanzar tierra por lo que necesitaban amarar el barco en el puerto antes de comenzar su búsqueda del hombre que se encontraba dibujado en el anuncio de Wanted que les había dado Byakuro y que  Kazuo se guardo en el bolsillo como si fuera el que debía comandar de los dos. "¿Quién se creía?" Se preguntaba sin dejar de mirarlo fríamente. Aunque el momento en que su paciencia llego a su límite fue cuando le dijo que no le estorbase. ¿Por qué tenía la chica que soportar a alguien así?  -Lo mismo te digo. No me gustaría perder a nuestro objetivo por que me distrajeras con tus palabras sobre lo genial que eres.- Le respondió en tono frío a sus palabras. "Para comenzar podríamos preguntar en alguna taberna si lo han visto." Pensó, aunque no le dijo su idea al chico. La chica dio unos pasos más rápidos para adelantarse al chico antes de ponerse a ojear la zona, por si veía algo que le fuera de interés. -Quizá debamos separarnos para ir más rápido.- Comentó dándole todavía la espalda al castaño de ojos rojos. -Así no me descubrirías por llamar demasiado la atención.- Dijo a modo de mofa, aunque no era quien ara hablar, viendo su atuendo y teniendo en cuenta que no todo el mundo va por ahí con un bastón más grande que ella y un búho.

El castaño frunció de forma notable el ceño ante los comentarios de la chica. ¿Quién se creía que era para llamarla así? Si bien no era un superior directo por lo menos se consideraba alguien bastante más fuerte (o eso creía), por lo que tal vez la pelimorada del parche debía medir sus palabras un poco, al menos en su presencia. La curiosidad que había sentido en un principio se estaba convirtiendo en desagrado y la verdad es que no podía estar más de acuerdo en su propuesta de separarse: así no tendría que cuidar de una cría.

- Bien, pues cada uno irá por su cuenta entonces. Mejor para mí -le dijo mirándola de reojo y dando unos primeros pasos- Si capturas a Shishio, cosa que dudo, trata de hacerme una señal y volveremos a reunirnos en el barco. Yo haré lo propio -concluyó.

Tras estas palabras se alejó de ella, pues estaba deseando poder centrarse en la cacería que estaba a punto de comenzar. La verdad es que lo ocurrido casi parecía un reto: ¿quién sería capaz de encontrar y capturar al criminal antes? Kazuo consideraba que tenía la victoria asegurada. Tal vez no era tan diestro con la espada como aquél estúpido ronin, pero sabía defenderse y de toparse con Shishio estaba seguro de que no le duraría más de cinco o séis minutos. Tal vez incluso le sobrase tiempo para hacer una visita al dojo y satisfacer su curiosidad con los espadachines de la zona. ¿Serían tan fuertes como decían los rumores? Había escogido la zona Noreste de la villa para comenzar a investigar y, ¿qué mejor sitio para recopilar información que alguna taberna o posada de la zona? Normalmente era en esos sitios donde uno podía enterarse de todo lo que ocurría en las ciudades y pueblos, sobre todo en uno tan pequeño como aquél.

- ¿Podrán decirme algo aquí? -se preguntaba mientras observaba un pequeño tablón de madera colgado en la pared de uno de los edificios. "La espada borracha". Desde luego no era el nombre más elaborado para una taberna, pero supuso que aquello carecía de importancia- Bueno, vamos a ello...

Y, acto seguido, abrió la puerta y se adentró en el lugar.

Ambos cazadores se separaron para buscar con mayor facilidad por la zona. El chico se dirigió al Noreste de la ciudad, por lo que ella empezaría por el Noroeste, zona en la que se encontraban edificios con apariencia algo más lujosa, quizá hubiera algo de valor ahí, y todo el mundo sabe que los piratas y delincuentes no dudan en saquear cualquier botín que encuentren, por lo que echar un ojo por la zona no estaba de más. Además, los edificios de aquella parte tenían más altura que los que se alzaba cerca del puerto, por lo que podría tener una mejor visión de la zona. Seguramente Tsubasa no tuviera problemas para diferenciar al hombre entre la multitud, aunque no debía fiarse.

Con ese plan en mente, comenzó a avanzar a paso seguro hasta encontrar la edificación a la que se subirían para ejecutar lo pensado, aunque su rostro se mostraba distinto al de una persona decidida. Quizá fuera por la discusión que tuvo momentos antes con el castaño que se suponía que la acompañaba. Tal vez se había pasado de borde otra vez, pero sin duda no lo hubiera hecho si él no la hubiera considerado como un posible estorbo. "Tsk...Ese idiota. Que haga lo que quiera. Le demostrare que se equivoca." Pensó mientras aceleraba el ritmo de nuevo debido a la sensación de la sangre hirviendo de rabia. -Sigo sin entender por qué sensei dijo que fuese con él. Seguro que hasta la mujer rubia y borde se hubiera llevado mejor conmigo.- Masculló en un murmuro.

La pelimorada tardó unos diez minutos en llegar al edificio en cuestión, el cual poseía por la parte trasera unas escaleras metálicas formadas por varas, las cuales tenían una señal de prohibido el paso, pero seguramente nadie respetara una norma así y ella tenía motivos para subir ahí arriba. Teniendo eso en mente, se colocó el bastón a la espalda y comenzó a subir torpemente por la escalerilla, la cual estaba bastante oxidada, lo que causaba que chirriara y ponía bastante nerviosa a la chica, la cual tenía que crear una ilusión de que tenía un suelo a pocos pasos de ella para poder seguir subiendo hasta el final. Una vez logró alcanzar su objetivo, se dejo caer en el techo de cemento que constituía el techo, siendo mas una terraza enorme que un tejado, al menos según la forma a dos aguas en la que tendía a pensar al hablar de uno. -Bueno, es hora de empezar.- Dijo a su Alvina amiga tras recuperrar el aliento. Se puso en pie una vez más y se asomo al borde del edificio, destapando su ojo cyborg para poder buscar con mayor facilidad.

Una vez entró pudo toparse con una visión un tanto deprimente. Por fuera el local no aparentaba ser demasiado lujoso, pero una vez se entraba parecía que el edificio estuviese a punto de derrumbarse. Los dueños no debían de poseer demasiados fondos y probablemente apenas tendrían para mantener el negocio. No era de extrañar ya que, pese a ser ya una hora avanzada del día, apenas se encontraban allí tres personas. Uno de ellos era un hombre mayor, que portaba harapos tan gastados que sería bastante complicado encontrar alguna zona sin rasgones. El segundo era un chico más joven, que parecía acompañar al anciano y, por último, un hombre de cabellos plateados que no debía de tener más de veinticinco años y el cual portaba ropas bastante elegantes (o al menos más que las del resto), así como una espada envainada en su espalda. Este último apenas le dedicó una fría mirada que debió de durar un segundo antes de volver su atención al viejo que atendía la barra, el cual supuso que sería el dueño.

- ¡No me importa que la zorra de tu hija necesite medicamentos. O pagas antes del final del día de hoy o vendré a quemar este antro! -le gritaba, dando algún que otro golpe con el puño sobre la barra, lo cual resultaba bastante molesto. Mientras tanto, los otros dos clientes se alejaron y tomaron asiento en una de las mesas más apartadas, probablemente tratando con ello de eludir las posibles represalias que aquella discusión pudiera crear.

Ignorando todo esto, Kazuo tomó asiento frente a la barra y dejó a Yoake sobre esta al tiempo que daba pequeños toques sobre la barra, tratando de llamar la atención del dueño para que le sirviera. No le importaba demasiado aquel conflicto ya que, probablemente, no fuese a sacar ningún tipo de beneficio interviniendo. Al hacer esto ambos hombres le miraron, el tabernero con el miedo presente en su expresión y el albino con una mueca de desagrado. Parecía molestarle que quisiera pedir algo de beber... ¿Acaso aquél tipo era idiota? ¿Para qué se encontraba allí si no?

- Eh, tú -le dijo mientras se acercaba- Si no quieres tener problemas más vale que cierres la boca y no te entrometas.

- No recuerdo haber dicho nada -respondió el castaño, el cual esbozó una sonrisa al tiempo que le miraba de reojo- Tampoco me entretendría en homenajear con mi gloriosa presencia a un mono peliblanco como tú.

El matón frunció el ceño y comenzó a acercar la mano hasta la empuñadura de su espada. "Oh... Yo que tú no haría eso." Una vez la agarró tiró de esta para desenvainar, pero la hoja no cedió. Parecía haberse atascado o estar poseída por alguna fuerza, como si no quisiera salir de su funda. La situación pasó de ser tensa a volverse un tanto cómica, pues el peliblanco trataba ahora de sacar su arma con ambas manos, sin éxito igualmente.

- Vaya... ¿Qué es? ¿Algún tipo de baile tradicional de la isla? Realmente debéis de tener costumbres muy raras por aquí si os divierte adoptar posturas tan ridículas -comentó, en un tono que denotaba claramente que se trataba de una burla. Ante esta, el peliblanco desistió y trató de golpear al castaño en la cara con un puñetazo. Sin embargo, justo cuando su puño iba a impactar contra su mejilla, su brazo y todo su torso se detuvieron. Kazuo tomó a Yoake entonces y en un rápido movimiento golpeó la cara del albino con la empuñadura, haciendo que trastabillase hacia atrás, cayendo sobre el suelo.

- Maldita escoria... -se quejaba mientras llevaba la mano a su nariz, que parecía habérsele partido- Pagarás caro esto. ¡Cuando Shishio se entere desearás no haber nacido!

Ante estas palabras el castaño abrió mucho los ojos. Aquél "cobrador de impuestos" tenía aparentemente algún tipo de relación con el criminal que estaban buscando. Probablemente se tratase de uno de sus subordinados, o incluso un amigo cercano. En cualquier caso, no se le presentaría una mejor oportunidad que aquella para obtener información. Dejando inmovilizada la ropa del hombre, Kazuo se puso en cuclillas frente a él y desenvainó la oscura katana, apuntándole con su negro filo.

- Así que... Conoces a Shishio. ¿Eh?

Las calles estaban casi vacías a pesar de la hora que era, cosa que extraño a la pelimorada. Siendo un supuesto lugar de renombre, ¿no debería estar lleno de turistas y jóvenes soñadores queriendo ver cada uno de los rincones del lugar? Bueno, siempre quedaba la opción de pensar que todos estuvieran en el bosque de picnic, pero no parecía ser el caso. Tal vez los rumores de que un criminal con recompensa por su cabeza anda suelto fuera una razón lógica para que los turistas se esfumasen, sin embargo, a ese sitio iban a parar gente apta o que pretendía volverse apta para convertirse en cazarecompensas como Kazuo o ella misma, aunque la espada no era muy amiga suya.

-¿Ves algo Tsubasa?- Preguntó la chica al Búho que, a pesar de sus ámbitos de rapaz nocturna, había alzado el vuelo para mirar por los alrededores. Imaginó que la respuesta sería negativa, pero, por lo visto el alvino había dislumbrado una extraña figura entre las pocas personas que deambulaban las calles. Esta, iba cubierta completamente con una capa negra, la cual constaba de una ancha capucha que ocultaba su rostro, al menos desde su perspectiva, y de quien todo el mundo parecía alejarse para dejarle pasar. "Quizá sea él.." Pensó al tiempo que esbozaba una pequeña sonrisa. -Bien hecho Tsubasa.- Dijo la chica al tiempo que se dirigía a las escaleras, agarrándose de los barrotes verticales para ir bajando a base de rápidos "saltitos". Una vez en el suelo se encamino hacia el lugar done había visto al hombre, siguiendo a Tsubasa para no perderle. Aunque por suerte, aquel hombre no caminaba con especial prisa. ¿Se había equivocado de hombre, o acaso este estaba tan confiado como para ir con esa calma? Fuera lo que fuese, la chica no podía arriesgarse.

Una idea que se le ocurrió para acabar con las dudas y que llevó a cabo fue esconderse en una callejón que se encontraba a escasos metros del camino que había tomado y crear una ilusión con la imagen del hombre que buscaban, para ver su reacción. -¿Quién eres tú?- Preguntó el hombre deteniéndose en seco al ver al otro, con un tono un tanto molesto. -¿Te crees muy listo por intentar plagiar mi imagen, pequeña sabandija?- Preguntó al tiempo que atravesaba la copia con la mano izquierda. -¿Una farsa?- El hombre se puso a buscar al dueño de aquella copia barata, encaminándose a donde estaba ella. "Kazuo." Pensó por un instante, sorprendiéndose a sí misma. "¿Por qué pienso en ese ahora?" Tal vez fuera porque había mandado a su Búho a buscarle antes de comenzar con su plan, el cual no esperaba que fuera tan bien. Tragó saliva y se echo un paso hacía atrás, antes de crear otra ilusión, la cual hacia que a la vista de ese hombre, su presencia fuera la de un gato negro. Irónico ya que los odiaba.

El albino cayó al suelo inconsciente, haciendo que un sonido sordo resonase en la calle. Los pueblerinos que se encontraban en la zona salieron corriendo, despavoridos, tratando de eludir la pelea que se iba a producir de forma inminente en la villa. El castaño sonreía con arrogancia  mientras mantenía la mano sobre la empuñadura de Yoake, despreocupadamente. Frente a él se encontraba Shishio, el criminal por el que habían hecho aquél viaje y al que debían capturar, aproximándose a su compañera. Ante el ruido, este se giró y posó su mirada sobre la de Kazuo, frunciendo el ceño en el instante en el que vio a su subordinado malherido.

- Tú... Pedazo de mierda, ¿cómo te atreves a tocarle un solo pelo a mis muchachos? -le preguntó, con sus ojos relampagueando de pura ira- Vas a pagar bien caro por esto... Y tu amiguita también. ¿O acaso creías que me había tragado ese truco barato? -prosiguió, desenvainando una espada.

"Parece que he llegado justo a tiempo." Mientras Kazuo interrogaba al peliblanco en aquella taberna, el cual parecía estar notablemente asustado e intimidado por las palabras del cazador, Tsubasa apareció en el local y se posó sobre el pelo del castaño tratando de llamar su atención. Intuyó que había algo que no iba bien y, con un rápido movimiento de muñeca, golpeó en el cuello al subalterno de Shishio con la parte roma de su katana. Tras cargarlo siguió a la pequeña ave, suponiendo que le llevaría hasta Chrome.

- Mira... No tengo problema alguno en hacerte rodajitas -comenzó- No creo que me dures más de un asalto. Pero no pienso permitir que le pongas un solo dedo encima a ella. A Byakuro-san no le haría gracia que uno de los miembros de su tripulación volviese herido.

Tras estas palabras el cazarrecompensas comenzó a desenvainar a Yoake, haciendo que su oscuro filo brillase ante la luz de los rayos del sol y apuntando con esta al criminal. En su rostro se mostraba una confianza absoluta y sus ojos parecían brillar ligeramente. Hacía mucho tiempo que no libraba una batalla real y al fin podría ver cuánto había progresado gracias a las enseñanzas del ronin. No le hacía gracia admitirlo, pero eran realmente útiles.

- Te doy la opción de rendirte y serás entregado ileso. Tú decides.

Una sonrisa se dibujo, inconscientemente, en el rostro de la chica al ver a Kazuo llegar para defenderla, aunque si este le preguntaba más tarde que le había parecido su "gran entrada" seguramente se limitaría a soltar un: "Me las hubiera arreglado bien sola. Aunque ese no parecía el caso, ya que aquel hombre no se había tragado su truco de hacerse pasar por gato callejero con una ilusión. Tal vez aún le faltase práctica para hacer lo suficientemente creíbles sus espejismos. Tiempo al tiempo. El caso era que ya había cumplido con su primer objetivo en aquella misión, encontrar al criminal que debían capturar. Ahora solo quedaba algo por hacer antes de poder olvidarse de él y poder relajarse, capturarlo, y para ello deberían derrotarlo y evitar que escape. Bueno, no era muy complicado sabiendo que su compañero podía detener ciertas cosas. Una de las pocas ventajas que tenía su compañero. Pero su ego seguía siendo un problema. El chico seguramente se enfrentaría a ese hombre sin dejar que ella le ayudase y eso no era algo que la chica fuera a aceptar de buenas a primeras. -Tsubasa...- Murmuró la chica haciendo que el ave se posara en su hombro derecho para poder susurrarle algo. Una vez acabo de decirle lo que necesitaba, el búho alzó el vuelo para cumplir con la petición de su compañera.

Por otro lado, ambos se prepararon para el combate, después de las palabras del chico de cabellos castaños que solo habían logrado aumentar la ira del criminal, el cual prácticamente acababa de olvidarse de la presencia de Chrome en el lugar, centrado todo su deseo de matar en el chico, al cual se puso a insultar también con palabras soeces. -Gran error...- Comentó la pelimorada mientras se centraba en los movimientos de su compañero, quizá así pudiera causar ilusiones en el momento justo en que este se movería, haciendo que la copia fuera al lado contrario para que el otro dudase, al menos antes de que Tsubasa volviese con lo pedido.

Seguramente no todas las copias salieran en el momento correcto, pero no solo crearía esa clase de ilusiones, por lo que no debía preocuparse. Con las tres copias del chico moviéndose de un lado a otro bastaría siempre que este no se pusiera a hacer el tonto al verse en tantos sitios a la vez. Cuando Tsubasa llegara, sin importar lo que ocurriera con el combate, lanzaría una piedra o algo que se le asemejase en dureza, de bastante envergadura a la cabeza del hombre, de forma que este quedará inconsciente, por lo que bastaba con que Kazuo cumpliera en no dejarse herir, aunque ella ya sabía que eso no ocurriría, por mucho que le diera rabia aceptarlo.

- ¿Entregarme dices? -Shishio rió de forma exagerada- ¿Pero qué estás diciendo, mocoso? Como si un niñato como tú fuera a ser capaz de rozarme siquiera. Estoy seguro de que has pillado a Run con la guardia baja -dijo refiriéndose al albino- No hay otra explicación posible, y ahora te haré pagar por ello.

Kazuo suspiró pesadamente mientras escuchaba la sarta de estupideces que estaba soltando el espadachín. Bueno... Más bien hacía como que escuchaba. En realidad su atención estaba puesta en otras cosas, tales como si se habría lucido todo lo posible con aquella entraba o, tal vez, si aquella pose era lo suficientemente épica. "Oh, vamos, pues claro que sí. Estás hablando de ti mismo... Es perfecta, como tú" pensaba mientras esbozaba una sonrisa un tanto infantil, congratulándose a sí mismo por lo rápido que había dado con el culpable -pese a que buena parte del mérito lo tuviese su compañera-. En cualquier caso, el castaño se dispuso a avanzar hacia su contrincante, apretando con fuerza la empuñadura de Yoake. No le llevaría demasiado tiempo, de eso estaba seguro.

- Entonces no me dejas más elección. Te llevaremos al cuartel de la Marina a la fuerza... Bueno, mejor dicho, llevaremos lo que quede de ti después de esto -respondió en un tono que denotaba una profunda arrogancia, ensanchando aún más su afilada sonrisa y con el brillo de sus ojos en aumento, que parecían brillar con luz propia.

Al tiempo que comenzaba a aproximarse, de su cuerpo brotaron varios "Kazuos" más, obviamente generadas gracias al poder de la akuma no mi de su compañera. Claramente no eran tan perfectas como el verdadero, pero no podía decir que no fuesen magníficas. La chica supo reflejar bien lo maravilloso que era, aunque no fuese al cien por cien. Esto pareció confundir a Shishio, que sin saber bien cómo reaccionar ante aquello trazó un tajo en horizontal, el cual generó una onda cortante que abarcaría a todas las copias y al cazador. Todos los Kazuos saltaron, evadiendo esta y lanzaron a toda velocidad hacia él, atacando por distintos flancos. Por puro instinto antepuso su espada frente a uno de estos, sonriendo confiado.

- Te pillé, jodida sabandija...

Y eso fue todo lo que llegó a decir. Su espada atravesó la falsa Yoake, desvelando así la ilusión al tiempo que todas las demás espadas le atravesaban sin herirle aparentemente. Hubo un momento de confusión justo antes del instante en el que la palma del verdadero Kazuo golpeaba la nuca del espadachín, con tal fuerza que generó una onda de choque. El golpe mandó varios metros hacia delante a Shishio, el cual cayó sin conocimiento sobre el suelo.

- Deberías vigilar mejor a tus rivales. ¿No notaste que faltaba uno de ellos? -dijo con su katana ya envainada y ladeando el cuerpo para mirar a la pelimorada, con un gesto despreocupado- ¿Te encuentras bien? Espero que sea así o Byakuro-san me echará una buena bronca por no haber cuidado más de ti... -dijo suspirando levemente. ¿Que tal vez se estaba preocupando realmente por ella? Bueno, eso era algo que nadie podría saber, al igual que sería imposible averiguar si aquella excusa era sincera.

Las copias se desvanecieron en el momento en que aquel hombre quedó inconsciente, cosa que seguramente le daría pena en cierto modo a Kazuo. Debía ser duro el despedirse de seres queridos, en este caso de él mismo. sin embargo, aunque la pelimorada quisiera seguir disfrutando la visión de ese festival de Kazuos, cosa que no era el caso. El haber creado y controlado tantas copias a la vez a su nivel actual, la había dejado exhausta, hasta el punto de necesitar apoyarse en la pared que tenía al lado para recuperar el aliento. -Supongo que no ha estado mal...- Murmuró la chica, momentos antes d vislumbrar a Tsubasa, el cual no había llegado a tiempo a cumplir con su pedido, cosa que seguramente le pondría triste, por lo que hizo el esfuerzo de recrear la pelea con dos ilusiones, para que este golpeara con la piedra a la ilusión de Shishio antes de volver volando junto a ella. "A veces es como cuidar a un niño pequeño..." Pensó Chrome mientras le acariciaba la cabeza, haciendo que este cerrara los ojos y frotara su mejilla con la de ella.-Estoy bien.- Respondió Chrome a la pregunta del chico, el cual parecía...¿Preocupado? Quizá solo fueran imaginaciones suyas.

Segundos después de aquello, la chica se incorporó y se acercó al castaño. -Bien, supongo que solo falta entregarles. -  Dijo al tiempo que se agachaba para mirar a los dos delincuentes desmayados. -Quizá nos den un extra por la rata.- Comentó al tiempo que echaba a andar. -No te importa llevarlos tú, ¿verdad? Con lo fuerte que es el gran Kazuo, dudo que sea problema.- Dijo en broma, sin poder evitar reír al acabar aquella frase, la cual nunca saldría en serio de sus  labios. -Y de paso podrías invitarme a algo ya que fui yo quien lo encontró.- Comentó antes de voltear para mirarle, dedicándole una sonrisa de forma inconsciente. Era raro que la chica se comportará tan familiarmente con una persona, a excepción de con Tsubasa o con Ravens, el mayordomo que la cuido de pequeña cuando su padre prácticamente se olvido de su existencia. Aunque la chica no tardó mucho en darse cuenta de esto, sonrojándose por ello antes de darle una vez más la espalda al chico y seguir avanzando.

Suspiró... ¿Aliviado? Al saber que la pelimorada se encontraba bien. Realmente habría sido un problema para él, no solo por el hecho de que hubiese sufrido algún tipo de daño, sino también porque tendría que cargar con ella y ambos criminales. El búho albino volvió poco después y ella reconstruyó el enfrentamiento con algunas ilusiones. El por qué de aquello era algo que no tenía muy claro, aunque no comentó nada al respecto. La única pega que podría poner era que le había cortado el placer de poder verse a sí mismo repetidas veces. La verdad es que aquello había sido un deleite para sus propios sentidos... Malditos narcisistas. En cualquier caso habían terminado el trabajo y tocaba llevar Shishiu y a su subordinado al cuartel de la Marina más cercano. Las palabras de la cazadora hicieron que arquease una ceja.

- ¿Qué...? -comenzó a musitar mientras ella avanzaba, alejándose con las manos vacías. ¿Pensaba dejarle cargar solo con ambos? Bien era cierto que no necesitaba su ayuda para llevarlos, pero no era ningún sirviente ni nada por el estilo. Sin embargo, justo en el momento en el que iba a protestar, la chica se ladeó hacia él y, dedicándole una sonrisa, le dijo que no estaría de más invitarla a tomar algo.

El castaño permaneció en blanco durante unos segundos mientras la miraba al tiempo que la intensidad del rojo de sus iris se veía reducida. No sabría decir con certeza cuantos fueron exactamente, pero realmente sintió que el tiempo se había detenido por un instante. Resopló y desvió la mirada mientras se inclinaba para cargar con ambos cuerpos a hombros, uno a cada lado.

- ¿Desde cuando soy una niñera? -refunfuñó sin mirar a la chica, por lo bajo, mientras se acercaba a ella con ambos. Eran algo pesados, pero no le suponía un esfuerzo excesivo cargar con ellos. Una vez se situó a su altura suspiró de forma un tanto pesada y, con los ojos cerrados, cedió- Pero será a algo barato. Y no te acostumbres...

Le miró sorprendida al ver que le había convencido con tanta facilidad a invitarla. -Bien, pero yo me quedó con el 70% e la recompensa.- Dijo a modo de broma, aunque quizá no debiera gastar toda su suerte. -Era broma, tranquilo.- Comentó antes de que pudiera tratar de hacerle algo con sus poderes. Los cuales, por cierto, aún desconocía. Byakuro solo le dijo que sus poderes eran de bastante utilidad, pero el chico no los empleo en batalla. Quizá los usase para atrapar al secuaz. Bueno, no era algo que a la chica le preocupase la verdad por lo que no le preguntaría nada al chico, menos aún sabiendo que se le subiría aún más el ego y no le apetecía escuchar lo "genial" que era, pero debía admitir que lo había hecho bien en aquella pelea.

Su camino al cuartel de la marina que se encontraba en aquella villa fue tranquilo, silencioso. No solo por el hecho de que ninguno soltará palabra alguna hacia el otro, sino por que las calles parecían casi desérticas y las escasas personas que había en ellas se alejaba de ellos atemorizados al ver al hombre que llevaba el castaño a hombros. ¿Tanto miedo le tenía? Bueno, ella no sabía que clase de persona había sido, pero no le parecía alguien especialmente fuerte. Al llegar, la chica saludo al marine que parecía mandar en el establecimiento, e cual pareció reconocerla como hija de Keima, a pesar de que la conoció también como Chrome cuando se encontraba en el establecimiento del gobierno en el que la entrenaron. Intercambiaron un par de palabras y tras ello encarcelaron a Shishio y a su compañero y les dieron su recompensa, cuarenta millones, al añadir a su subordinado, el cual por lo visto también tenía recompensa por su cabeza.

Una vez se fueron de ahí, el chico se vio arrastrado a una de las tabernas del lugar para invitarla a tomar algo, como había prometido. Después cada uno irían cada uno por su cuenta y se reencontrarían en el barco para zarpar a la hora acordada. En su caso, Chrome, decidió regresar directamente al barco y aprovechar que se quedaría sola para prácticar un rato con el violín.