Yumiko Mei
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Era un día bastante frío y me acercaba con mi pequeña barca a una isla bastante interesante, un clima invernal lo azotaba esa extensión de tierra por todos lados, se podía ver la nieve cayendo desde unos dos kilómetros de distancia y no es que pareciera que cayese de forma ralentizada y sigilosa, caía de forma alborotada y con fuerza. El tiempo, por otro lado, no pintaba ser mejor, habían pasado poco más de 6 horas desde el amanecer y esa nieve no me dejaba ver nada a medida que intentaba llegar a la isla. Decidí vestirme rápidamente con mi improvisada ropa de invierno. Esta consistía en unas manoplas de piel de color marrón, un abrigo de color rojo, que tampoco es que abrigara demasiado y falda del mismo color, ya se que no debería llevar minifaldas en tiempo invernal, pero no tenía nada mejor que ponerme.
Una vez alcancé lo que parecía ya ser la orilla de la isla, cogí el barco y lo arrastré hasta dejarlo posado sobre la abundante nieve. Nada más caminar unos metros me di cuenta de que la nieve cubría algo más arriba que las rodillas, sería imposible caminar de esa manera, así que miré en las cercanías y vi una especie de pequeño arbusto, me acerqué a este y corté varias ramas con mi pequeño cuchillo. Haciendo uso de mis brazos, creé algunas cuerdas de tungsteno y transformé esas ramas en dos raquetas para ponerme en los pies, eso me permitiría andar por la zona nevada sin miedo a acabar en un agujero y no poder ser rescatada.
Una vez tenía todo preparado, las raquetas en los pies, mi mochila llena de diales, mi improvisada vestimenta, mi arco y mis flechas, me encaminé hacia el centro de la isla, aunque andaría por un tiempo por las cercanías de la playa, pues parecía bastante más acogedora que la continua tormenta invernal que se encontraba en el centro. Mientras caminaba decidí hacer unas bolas de nieve y probar mi puntería con estas, cogí un puñado de nieve y apretandolo con las dos manos formé una bola que luego lancé en dirección a la copa de un árbol. Al alcanzar al árbol, esta se detuvo y pocos segundos después algo cayó, me acerqué rápidamente para ver lo que era.
En el suelo se encontraba reposando una ardilla blanca, que demonios hacía un ardilla en ese clima tan poco acogedor, no lo sabía y tenía la curiosidad de descubrirlo. Cogí la ardilla y la guardé bajo mi chaqueta en el bolsillo interior de esta, ahí estaría segura y calentita, al menos hasta que encontrase una zona donde refugiarme, pues el frío se hacía cada vez más doloroso y áspero y no quería sufrir de hipotermia. Tomé un camino hacia el centro de la isla y me encaminé en dirección a esta, que casualidad que le haya dado a esa ardilla con la bola de nieve, pensé por unos instantes para soltar una pequeña y corta risa después.
El camino estaba cubierto por la nieve, pero siguiendo en linea recta pude vislumbrar algunas luces y una columna de humo, me acerqué y pude distinguir algunas chimeneas. Era un pequeño poblado y un cartel cubierto de nieve mostraba su nombre. Quité la nieve del cartel y pude ver el nombre de "Bighorn", suponía que ese sería el nombre del poblado y entré en busca de la primera taberna o casa acogedora y calentita. Unos metros más adelante observé un cartel bastante grande y también cubierto por una espesa capa de nieve que mostraba parcialmente el nombre de taberna. Entré por la puerta e inspiré el aire de esta, tenía un olor de alcohol, pero no muy desagradable y la temperatura era perfecta para poder descansar y quedarme quieta, no como en las afueras, que debía mantenerme siempre en movimiento para no congelarme.
Me acerqué al tabernero que parecía ser un hombre grande y con un cuerpo esbelto, este tenía una barba blanca y llevaba unas gafas de abuelo. Una vez delante de el, me quedé mirandole con curiosidad por unos segundos y oí sus dulces palabras. Al parecer, su voz era mucho más suave que la de un hombre, era más suave que la de mis abuelos y eso era ya decir.
-¿Qué le trae por aquí señorita, quiere que le sirva algo?-Dijo sonriendo el hombre, como si no hubiera tenido visitantes en mucho tiempo, aunque con esas temperaturas, el único lugar donde estaría sería en cama y dormidita.
-Nada interesante, venía en busca de aventuras y me crucé con esta fría isla y de camino en busca de alguna especie de civilización, me topé con este pequeño y acogedor poblado. Me gustaría tomar un vaso de chocolate caliente si fuera posible y si además tiene algo para picar, estaría encantada de lo que me ofreciese.-Dije sonriendo, algo cansada por la nieve que llevaba tiempo soportando y con la cara totalmente roja, el frío me dejaba los mofletes congelados.
-Enseguida le traigo su pedido, mientras tanto, puede hojear el periódico, nos lo han traído esta mañana con noticias frescas.-Dijo el tabernero encantado.
Tomé el periódico y lo abrí en una página aleatoria, para mi sorpresa, me encontré con una noticia bastante interesante. Un grupo de piratas había atracado pocos días antes en esta isla en especial y al parecer, llevaban tiempo esperando saquear este reino, así que actuarían sin pensarlo al día siguiente. Los piratas tenían recompensas por sus cabezas, pero en el periódico no las especificaban, así que me acerqué a lo que parecía ser el tablón de noticias y miré en busca de carteles que concordasen con la cara de los piratas de la foto del periódico. El que más me sobresaltó, valía 40 millones de berries, un precio bastante interesante para un pirata que se atrevía a transitar esa isla en la cual me encontraba. Era probable que acabara capturado, quien sabe, sería bastante divertido pasar un rato cazando y eso me calentaría bastante en ese inhospitable lugar congelado.
-Aquí tiene señorita, disfrute de su chocolate caliente y sus frutos secos.-Dijo el hombre mientras dejaba una taza de chocolate humeante sobre la mesa y un platito lleno de avellanas ya peladas.
-Gracias, si necesito algo más, ya le avisaré.-Dije sonriendo y mostrando mi aprecio a su trabajo, el chocolate parecía estar delicioso.
Cogí la taza de chocolate caliente y empecé a beber cuidadosamente de ese elixir de los dioses, sin duda alguna, estaba delicioso como lo recordaba en aquella ocasión, con Byakuro. Algún día deberíamos visitar esta isla invernal, es divertido hacer muñecos de nieve y nos divertiríamos un montón jugando en la nieve juntos, pensé. Por momentos, había dejado de lado por completo esa sensación de frío y me encontraba totalmente inmersa en mis pensamientos y en como me lo pasaría en aquella isla con el joven pelimorado que conocí hace no mucho tiempo. Me había introducido tanto en mis pensamientos, que olvidé que la ardilla seguía atrapada en el bolsillo interior de mi chaqueta y estaba intentando salir por ese asfixiante calor.
- Vestimenta de Yumiko:
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Una vez alcancé lo que parecía ya ser la orilla de la isla, cogí el barco y lo arrastré hasta dejarlo posado sobre la abundante nieve. Nada más caminar unos metros me di cuenta de que la nieve cubría algo más arriba que las rodillas, sería imposible caminar de esa manera, así que miré en las cercanías y vi una especie de pequeño arbusto, me acerqué a este y corté varias ramas con mi pequeño cuchillo. Haciendo uso de mis brazos, creé algunas cuerdas de tungsteno y transformé esas ramas en dos raquetas para ponerme en los pies, eso me permitiría andar por la zona nevada sin miedo a acabar en un agujero y no poder ser rescatada.
Una vez tenía todo preparado, las raquetas en los pies, mi mochila llena de diales, mi improvisada vestimenta, mi arco y mis flechas, me encaminé hacia el centro de la isla, aunque andaría por un tiempo por las cercanías de la playa, pues parecía bastante más acogedora que la continua tormenta invernal que se encontraba en el centro. Mientras caminaba decidí hacer unas bolas de nieve y probar mi puntería con estas, cogí un puñado de nieve y apretandolo con las dos manos formé una bola que luego lancé en dirección a la copa de un árbol. Al alcanzar al árbol, esta se detuvo y pocos segundos después algo cayó, me acerqué rápidamente para ver lo que era.
En el suelo se encontraba reposando una ardilla blanca, que demonios hacía un ardilla en ese clima tan poco acogedor, no lo sabía y tenía la curiosidad de descubrirlo. Cogí la ardilla y la guardé bajo mi chaqueta en el bolsillo interior de esta, ahí estaría segura y calentita, al menos hasta que encontrase una zona donde refugiarme, pues el frío se hacía cada vez más doloroso y áspero y no quería sufrir de hipotermia. Tomé un camino hacia el centro de la isla y me encaminé en dirección a esta, que casualidad que le haya dado a esa ardilla con la bola de nieve, pensé por unos instantes para soltar una pequeña y corta risa después.
El camino estaba cubierto por la nieve, pero siguiendo en linea recta pude vislumbrar algunas luces y una columna de humo, me acerqué y pude distinguir algunas chimeneas. Era un pequeño poblado y un cartel cubierto de nieve mostraba su nombre. Quité la nieve del cartel y pude ver el nombre de "Bighorn", suponía que ese sería el nombre del poblado y entré en busca de la primera taberna o casa acogedora y calentita. Unos metros más adelante observé un cartel bastante grande y también cubierto por una espesa capa de nieve que mostraba parcialmente el nombre de taberna. Entré por la puerta e inspiré el aire de esta, tenía un olor de alcohol, pero no muy desagradable y la temperatura era perfecta para poder descansar y quedarme quieta, no como en las afueras, que debía mantenerme siempre en movimiento para no congelarme.
Me acerqué al tabernero que parecía ser un hombre grande y con un cuerpo esbelto, este tenía una barba blanca y llevaba unas gafas de abuelo. Una vez delante de el, me quedé mirandole con curiosidad por unos segundos y oí sus dulces palabras. Al parecer, su voz era mucho más suave que la de un hombre, era más suave que la de mis abuelos y eso era ya decir.
-¿Qué le trae por aquí señorita, quiere que le sirva algo?-Dijo sonriendo el hombre, como si no hubiera tenido visitantes en mucho tiempo, aunque con esas temperaturas, el único lugar donde estaría sería en cama y dormidita.
-Nada interesante, venía en busca de aventuras y me crucé con esta fría isla y de camino en busca de alguna especie de civilización, me topé con este pequeño y acogedor poblado. Me gustaría tomar un vaso de chocolate caliente si fuera posible y si además tiene algo para picar, estaría encantada de lo que me ofreciese.-Dije sonriendo, algo cansada por la nieve que llevaba tiempo soportando y con la cara totalmente roja, el frío me dejaba los mofletes congelados.
-Enseguida le traigo su pedido, mientras tanto, puede hojear el periódico, nos lo han traído esta mañana con noticias frescas.-Dijo el tabernero encantado.
Tomé el periódico y lo abrí en una página aleatoria, para mi sorpresa, me encontré con una noticia bastante interesante. Un grupo de piratas había atracado pocos días antes en esta isla en especial y al parecer, llevaban tiempo esperando saquear este reino, así que actuarían sin pensarlo al día siguiente. Los piratas tenían recompensas por sus cabezas, pero en el periódico no las especificaban, así que me acerqué a lo que parecía ser el tablón de noticias y miré en busca de carteles que concordasen con la cara de los piratas de la foto del periódico. El que más me sobresaltó, valía 40 millones de berries, un precio bastante interesante para un pirata que se atrevía a transitar esa isla en la cual me encontraba. Era probable que acabara capturado, quien sabe, sería bastante divertido pasar un rato cazando y eso me calentaría bastante en ese inhospitable lugar congelado.
-Aquí tiene señorita, disfrute de su chocolate caliente y sus frutos secos.-Dijo el hombre mientras dejaba una taza de chocolate humeante sobre la mesa y un platito lleno de avellanas ya peladas.
-Gracias, si necesito algo más, ya le avisaré.-Dije sonriendo y mostrando mi aprecio a su trabajo, el chocolate parecía estar delicioso.
Cogí la taza de chocolate caliente y empecé a beber cuidadosamente de ese elixir de los dioses, sin duda alguna, estaba delicioso como lo recordaba en aquella ocasión, con Byakuro. Algún día deberíamos visitar esta isla invernal, es divertido hacer muñecos de nieve y nos divertiríamos un montón jugando en la nieve juntos, pensé. Por momentos, había dejado de lado por completo esa sensación de frío y me encontraba totalmente inmersa en mis pensamientos y en como me lo pasaría en aquella isla con el joven pelimorado que conocí hace no mucho tiempo. Me había introducido tanto en mis pensamientos, que olvidé que la ardilla seguía atrapada en el bolsillo interior de mi chaqueta y estaba intentando salir por ese asfixiante calor.
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Me encontraba una barca que había encontrado en mi ultima parada, no era un bote muy grande que se diga pero tampoco muy pequeña, me encontraba sentado a ver si podía divisar alguna isla, pero no se veía nada gracias a que la nieve estaba cayendo muy rápido y en grandes cantidades. Ese día no llevaba mi vestimenta de siempre ya que me habían citado en la isla de Sakura. para que vea unos productos que a lo mejor me interesaban, esperaba a que sean buenos y baratos ya que me había recorrido un montón de kilómetros para llegar aquí, vestía una camisa blanca y encima de esta un traje negro con una corbata en líneas horizontales, los pantalones también eran negros a igual que mis zapatos, también llevaba una bufanda roja que rodeaba mi cuello, en mi espaldas se encontraban mis armas, las garras de acero, la espada del caos, aunque antes eran dos pero después de aquella pelea con el cazador de pelo morado solo tenía en mi poder una de ellas; mi escopeta y mi bate, mi arma favorita. Por fin había podido ver algo a lo lejos, parecía una isla, pero a medida que me iba acercando se podía ver que era un iceberg, lo tuve que bordear y perder más tiempo para no estrellarme y no caer en el agua helada.
Al rato ya había pisado tierra, se notaba que hacía frío, ya que los mujeres, hombres y niños llevaban ropa muy gruesa, aunque algunos deberían de estar ya acostumbrados. El señor que me estaba ofreciendo objetos me digo que nos encontraríamos en un bar de "Bighorn", no sé cuántas tabernas habría en a qué lugar y en que sitios tendría que buscar, mientras caminaba me iba encontrando con personas que me saludaban parecían personas amables y le gustaba que lleven turistas. Mientras más avanzaba la nieve caía fuerte y rápido con lo que me costaba andar más, pero igualmente lleve al pueblo donde tenia que ir.
En este lugar los niños estaban por las calles haciendo muchachos de nieve o guerras de bolas, cosa que cuando era pequeño nunca había hecho, ya que en el lugar donde vivía era muy soleado. A lo lejos pude ver una cabaña con las luces encendidas y a gente hablando y riéndose, con lo que me acerque a mirar si podía calentarme un rato. Cuando me encontraba en la puerta una niña cuyo color de pelo era rojo me paro y me digo unas palabras:
-Buenas, me gustaría pedirle si nos puede ayudar a hacer aquel muñeco de nieve, es que nosotros no podemos levantarla.- decía mientras señalaba a una bola grande y a su lado se encontraba otra más pequeña.
-Claro que si señorita- mientras le mostraba una sonrisa- y si no es molestia, después de ayudarla ¿Me podría a enseñar a hacer esas bolas de nieve?- al decir eso la niña con su pequeña mano me agarró y me empujaba para que le ayudase.
Me hacer que a ver que podía hacer, directamente agarre la bola y la puse donde los niños me dijeron:
-¿Así está bien, señorita?- los niños estaban saltando de ilusión, a lo mejor era el primer muñeco que hacían, al igual que yo- pero todavía me tienes que enseñar a hacer las bolas.
La niña cogió un poco de nieve del suelo y en sus manos rodeadas por unos guantes violetas empezó a sobarlo y aplastarlo con delicadeza, al cabo de un rato se encontraba una bola de nieve en su mano, y que inmediatamente me la lanzo a la cara, cosa que me hizo reír, eche un vistazo al lugar donde tenía pensado entrar, por la ventana se podía ver a una mujer con unas orejas largas como de elfa y a un señor que parecía ser el tabernero hablando, ¿Seria hay el lugar de encuentro? Mientras pensaba todo eso los niños empezaron a tirarme la nieve a la cara, me agache a coger un poco de nieve y empezar a jugar un poco con ellos para que se me pase el frio.
Al rato ya había pisado tierra, se notaba que hacía frío, ya que los mujeres, hombres y niños llevaban ropa muy gruesa, aunque algunos deberían de estar ya acostumbrados. El señor que me estaba ofreciendo objetos me digo que nos encontraríamos en un bar de "Bighorn", no sé cuántas tabernas habría en a qué lugar y en que sitios tendría que buscar, mientras caminaba me iba encontrando con personas que me saludaban parecían personas amables y le gustaba que lleven turistas. Mientras más avanzaba la nieve caía fuerte y rápido con lo que me costaba andar más, pero igualmente lleve al pueblo donde tenia que ir.
En este lugar los niños estaban por las calles haciendo muchachos de nieve o guerras de bolas, cosa que cuando era pequeño nunca había hecho, ya que en el lugar donde vivía era muy soleado. A lo lejos pude ver una cabaña con las luces encendidas y a gente hablando y riéndose, con lo que me acerque a mirar si podía calentarme un rato. Cuando me encontraba en la puerta una niña cuyo color de pelo era rojo me paro y me digo unas palabras:
-Buenas, me gustaría pedirle si nos puede ayudar a hacer aquel muñeco de nieve, es que nosotros no podemos levantarla.- decía mientras señalaba a una bola grande y a su lado se encontraba otra más pequeña.
-Claro que si señorita- mientras le mostraba una sonrisa- y si no es molestia, después de ayudarla ¿Me podría a enseñar a hacer esas bolas de nieve?- al decir eso la niña con su pequeña mano me agarró y me empujaba para que le ayudase.
Me hacer que a ver que podía hacer, directamente agarre la bola y la puse donde los niños me dijeron:
-¿Así está bien, señorita?- los niños estaban saltando de ilusión, a lo mejor era el primer muñeco que hacían, al igual que yo- pero todavía me tienes que enseñar a hacer las bolas.
La niña cogió un poco de nieve del suelo y en sus manos rodeadas por unos guantes violetas empezó a sobarlo y aplastarlo con delicadeza, al cabo de un rato se encontraba una bola de nieve en su mano, y que inmediatamente me la lanzo a la cara, cosa que me hizo reír, eche un vistazo al lugar donde tenía pensado entrar, por la ventana se podía ver a una mujer con unas orejas largas como de elfa y a un señor que parecía ser el tabernero hablando, ¿Seria hay el lugar de encuentro? Mientras pensaba todo eso los niños empezaron a tirarme la nieve a la cara, me agache a coger un poco de nieve y empezar a jugar un poco con ellos para que se me pase el frio.
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El chocolate seguía estando delicioso y las noticias del diario todavía más. Al parecer, esos piratas parecían tener una recompensa bastante grande y por ello sería divertido cazarlos, me lo pasaría muy bien, de no ser porque no me apetecía ir sola. Sorbí un poquito de la taza de chocolate mientras miraba por la ventana de la taberna, al parecer, un grupo de niños se encontraban fuera peleando con bolas de nieve. Entre ellos, pude distinguir alguien más adulto, aunque parecía igual de niño siguiendo el juego de ellos, al parecer, no tenía muy buena puntería tirando bolas de nieve, pero parecía bastante fuerte levantando pesos, sería divertido conocerlo.
Dejé un billete de 100 berries sobre la mesa y salí, esperaba que eso fuera suficiente y le hice una señal al camarero para que se quedase con el cambio. Fuera seguía nevando de manera suave y constante, no era una tormenta pero seguía haciendo frío y el viento seguía soplando. Cogí con mis manoplas un puñado de nieve y con las dos manos hice una bola, la nieve era suave y parecía pegarse perfectamente, era perfecta para esas cosas. Una vez tenía ya mi objetivo, lancé la bola de nieve directa a su cabeza, estaba apuntando al joven que estaba jugando. La bola no iba con demasiada velocidad, al menos no para mi, esperaba que el joven no se sintiese mal por ello y una vez la lancé, me encaminé hacia el.
-Hoooola, espero no haberte hecho daño, no era mi intención.-Grité sonriendo después de haber lanzado la bola de nieve.
Me encontraba sonriendo y esperaba que el joven se lo tomara como una broma, parecía no ser de ahí por su vestimenta, aunque quien sabe, tampoco conocía muy bien a los ciudadanos de esa villa ni de esa isla. La nieve seguía cubriendo mucho, casi hasta las rodillas, se podía caminar, pero era complicado, no iba a volver a ponerme las improvisadas raquetas porque estaba bien así, pero si llegáramos a irnos, debería hacerlo. Cerca del joven se podía ver un muñeco de nieve de bastante tamaño, decidí acercarme a este y añadirle unos botones hechos con tungsteno. Acerqué mi dedo al pecho del muñeco y uno a uno, fui creando y poniendo botones de tungsteno, negros como el carbón.
-Así queda mejor, espero no haberos asustado.-Dije sonriendo mientras miraba a los niños, al parecer se habían quedado sorprendidos, pero poco tiempo después vinieron a abrazarme y darme las gracias, estaba feliz con ello, me gustaban los niños.
-Y bien, ¿qué te trae por esta invernal isla, joven? No pareces de aquí, al igual que yo tampoco.-Dije algo más seria mientras miraba al joven pelinegro.
Mientras esperaba la respuesta del joven fui cogiendo nieve y haciendo varias bolas para dejarlas en el suelo, a modo de defensa personal, sería divertido si hiciéramos una batalla de bolas de nieve, siempre quise hacerla, pero de niña pude probar muy poca nieve, pues en el East Blue había pocas islas con ese clima y no solía haber casi nieve, al menos no hasta bien entrado el invierno. Era divertido disfrutar de tanto manto blanco, aunque tuviera que soportar el frío, me estaba gustando.
Dejé un billete de 100 berries sobre la mesa y salí, esperaba que eso fuera suficiente y le hice una señal al camarero para que se quedase con el cambio. Fuera seguía nevando de manera suave y constante, no era una tormenta pero seguía haciendo frío y el viento seguía soplando. Cogí con mis manoplas un puñado de nieve y con las dos manos hice una bola, la nieve era suave y parecía pegarse perfectamente, era perfecta para esas cosas. Una vez tenía ya mi objetivo, lancé la bola de nieve directa a su cabeza, estaba apuntando al joven que estaba jugando. La bola no iba con demasiada velocidad, al menos no para mi, esperaba que el joven no se sintiese mal por ello y una vez la lancé, me encaminé hacia el.
-Hoooola, espero no haberte hecho daño, no era mi intención.-Grité sonriendo después de haber lanzado la bola de nieve.
Me encontraba sonriendo y esperaba que el joven se lo tomara como una broma, parecía no ser de ahí por su vestimenta, aunque quien sabe, tampoco conocía muy bien a los ciudadanos de esa villa ni de esa isla. La nieve seguía cubriendo mucho, casi hasta las rodillas, se podía caminar, pero era complicado, no iba a volver a ponerme las improvisadas raquetas porque estaba bien así, pero si llegáramos a irnos, debería hacerlo. Cerca del joven se podía ver un muñeco de nieve de bastante tamaño, decidí acercarme a este y añadirle unos botones hechos con tungsteno. Acerqué mi dedo al pecho del muñeco y uno a uno, fui creando y poniendo botones de tungsteno, negros como el carbón.
-Así queda mejor, espero no haberos asustado.-Dije sonriendo mientras miraba a los niños, al parecer se habían quedado sorprendidos, pero poco tiempo después vinieron a abrazarme y darme las gracias, estaba feliz con ello, me gustaban los niños.
-Y bien, ¿qué te trae por esta invernal isla, joven? No pareces de aquí, al igual que yo tampoco.-Dije algo más seria mientras miraba al joven pelinegro.
Mientras esperaba la respuesta del joven fui cogiendo nieve y haciendo varias bolas para dejarlas en el suelo, a modo de defensa personal, sería divertido si hiciéramos una batalla de bolas de nieve, siempre quise hacerla, pero de niña pude probar muy poca nieve, pues en el East Blue había pocas islas con ese clima y no solía haber casi nieve, al menos no hasta bien entrado el invierno. Era divertido disfrutar de tanto manto blanco, aunque tuviera que soportar el frío, me estaba gustando.
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Empecé a jugar con aquellos niños que había conocido hace un rato, parecían alegres, empezaron a dar brincos y tirarme bola de nieve por todo el cuerpo, yo les seguía el juego aunque no les daba bien con las bolas para no lastimarlos, parecían incansables, aunque en algún momento pararán.
La nieve seguía callando, haciendo así que se acumulará en el suelo y sea mas difícil de caminar, de nuevo eche una ojeada en el bar en el que quería entrar pero la chica que antes se encontraba en la mesa que estaba enfrente de la ventana ya no estaba, de nuevo la señorita de nuevo me tiro una bola a la cara, hice como si me hubiese desmayado por el dolor, los niños por curiosidad decidieron acercarse a mi para ver si me encontraba bien, cuando se encontraban suficientemente cerca me levante de prisa y empecé a seguirlos, estos empezaron a gritar y reírse, me gustaba hacer reír a la gente, aunque en algunas o en la mayoría era serio y de pocas palabras. Agarre a uno de los niños haciendo que sus pies quedaran colgados del suelo, empezaron a reírse y empezaron a decir:
-Yo también quiero….
-Si, tranquilos ahora a vosotros.
Empecé a subir a todos los niños por el aire, ya me estaba cansando, no podía caminar ni un momento mas, cuando de pronto mirando de reojo veo algo rápido que se hacerla, quise sacar el bate para protegerme y dar el rebote pero me quede en medio camino, era frío, lo que me habían lanzado era nieve, mas a lo lejos se podía ver a la chica, que poco a poco se iba hacercando, cuando estaba mas o menos cerca pidió disculpas:
-No, no a sido nada, no te preocupes, y por cierto que buena puntería tienes- mientras me quitaba la nieve de la mejilla.
La chica se acerco al muñeco y empezó a ponerle unos botones que salían de sus dedos, lo mas seguro es que había consumido alguna akuma.
-Negocios señorita, eso es lo que me trae por aquí, aunque no se cuales son aquellos negocios. Y por cierto ¿Me a dicho joven? Si lo mas seguro es que tenga menos edad que yo. Me llamo Roy, Roy Sasaki, encantado señorita- mientras sonreia
La nieve seguía callando, haciendo así que se acumulará en el suelo y sea mas difícil de caminar, de nuevo eche una ojeada en el bar en el que quería entrar pero la chica que antes se encontraba en la mesa que estaba enfrente de la ventana ya no estaba, de nuevo la señorita de nuevo me tiro una bola a la cara, hice como si me hubiese desmayado por el dolor, los niños por curiosidad decidieron acercarse a mi para ver si me encontraba bien, cuando se encontraban suficientemente cerca me levante de prisa y empecé a seguirlos, estos empezaron a gritar y reírse, me gustaba hacer reír a la gente, aunque en algunas o en la mayoría era serio y de pocas palabras. Agarre a uno de los niños haciendo que sus pies quedaran colgados del suelo, empezaron a reírse y empezaron a decir:
-Yo también quiero….
-Si, tranquilos ahora a vosotros.
Empecé a subir a todos los niños por el aire, ya me estaba cansando, no podía caminar ni un momento mas, cuando de pronto mirando de reojo veo algo rápido que se hacerla, quise sacar el bate para protegerme y dar el rebote pero me quede en medio camino, era frío, lo que me habían lanzado era nieve, mas a lo lejos se podía ver a la chica, que poco a poco se iba hacercando, cuando estaba mas o menos cerca pidió disculpas:
-No, no a sido nada, no te preocupes, y por cierto que buena puntería tienes- mientras me quitaba la nieve de la mejilla.
La chica se acerco al muñeco y empezó a ponerle unos botones que salían de sus dedos, lo mas seguro es que había consumido alguna akuma.
-Negocios señorita, eso es lo que me trae por aquí, aunque no se cuales son aquellos negocios. Y por cierto ¿Me a dicho joven? Si lo mas seguro es que tenga menos edad que yo. Me llamo Roy, Roy Sasaki, encantado señorita- mientras sonreia
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Una vez terminé de ponerle los botones al muñeco de nieve y pregunté sobre su misión en esa isla, el joven me contestó que estaba ahí por negocios, pero que ni el sabía cuales eran estos. En ese momento pensé que me sería de gran ayuda si quería conseguir algo de dinero, cazando los piratas que habían llegado a esa misma isla y probablemente siguieran por algún lugar cercano o más bien en algún lugar escondido. Cuando le iba a dirigir la palabra, el viento golpeó con fuerza en mi cara y un papel apareció ante mis ojos, me lo quité de la cara y me limpié con la manga izquierda la nieve que me había golpeado. Mire el papel y observé que era un cartel de Wanted y para colmo, era de uno de los piratas que pocos minutos antes había podido presenciar en el periódico. Su precio, nada más y nada menos que 50.000.000 de berries, no sabía que quería significar eso, pues en los carteles que había en la taberna, el precio más grande que vi era de 40.000.000 de berries y no había nadie más por encima. Se lo enseñé al joven y empecé a contarle lo que tenía en mente.
-Vayamos al grano, mi nombre es Yumiko Mei y he llegado a esta isla por pura casualidad del destino, como muchos otros, mientras pasaba mi tiempo en la taberna pude leer en el periódico sobre una banda de criminales que había llegado a esta isla hace poco tiempo y se había instalado aquí. Uno de los miembros de la banda tenía un precio por su cabeza de nada más y nada menos que cuarenta millones de berries, pero no se informaba de cuando valía su banda en total. Ahora aparece este cartel con otro miembro que salía en el periódico y con un precio de cincuenta millones de berries, no se que pensar, pero esto me parece un jugoso botín. ¿Te gustaría ayudarme a capturarlos?-Pregunté sonriendo y con voz suave pero intentando vocalizar todo para que se me entendiese claramente.
Después de dedicarle mis palabras esperé su respuesta y empecé a juguetear con los niños, tomé un montón de nieve y creé en mis manos dos esferas, introduje la nieve dentro, la comprimí y luego deshice las esferas, lo que tenía era una bola perfectamente redonda de nieve, se la di a la niña y esta la tiró seguidamente al niño, el cual recibió el golpe en la cara y cayó al suelo desplomado. Me acerqué rápidamente y pregunté si se encontraba bien, este parecía estar a punto de llorar, pero cuando se giró estaba riendo como si no hubiera un mañana, suspiré y sonreí a los dos niños, era un alivio enorme, casi pensé que había hecho llorar a ese niño.
-Seguir jugando, veo que os gusta mucho la nieve, a decir verdad, a mi también me encanta.-Dije sonriendo mientras miraba al cielo, las nubes se habían vuelto algo más blancas y la nieve caía más lenta que antes, eso me hizo dejar de sentir por unos momentos la sensación de frío, aunque esta no desapareció del todo.
-Vayamos al grano, mi nombre es Yumiko Mei y he llegado a esta isla por pura casualidad del destino, como muchos otros, mientras pasaba mi tiempo en la taberna pude leer en el periódico sobre una banda de criminales que había llegado a esta isla hace poco tiempo y se había instalado aquí. Uno de los miembros de la banda tenía un precio por su cabeza de nada más y nada menos que cuarenta millones de berries, pero no se informaba de cuando valía su banda en total. Ahora aparece este cartel con otro miembro que salía en el periódico y con un precio de cincuenta millones de berries, no se que pensar, pero esto me parece un jugoso botín. ¿Te gustaría ayudarme a capturarlos?-Pregunté sonriendo y con voz suave pero intentando vocalizar todo para que se me entendiese claramente.
Después de dedicarle mis palabras esperé su respuesta y empecé a juguetear con los niños, tomé un montón de nieve y creé en mis manos dos esferas, introduje la nieve dentro, la comprimí y luego deshice las esferas, lo que tenía era una bola perfectamente redonda de nieve, se la di a la niña y esta la tiró seguidamente al niño, el cual recibió el golpe en la cara y cayó al suelo desplomado. Me acerqué rápidamente y pregunté si se encontraba bien, este parecía estar a punto de llorar, pero cuando se giró estaba riendo como si no hubiera un mañana, suspiré y sonreí a los dos niños, era un alivio enorme, casi pensé que había hecho llorar a ese niño.
-Seguir jugando, veo que os gusta mucho la nieve, a decir verdad, a mi también me encanta.-Dije sonriendo mientras miraba al cielo, las nubes se habían vuelto algo más blancas y la nieve caía más lenta que antes, eso me hizo dejar de sentir por unos momentos la sensación de frío, aunque esta no desapareció del todo.
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Tras decirle el porque estaba aquí y mi nombre, una brisa hizo que la bufanda que llevaba puesta se ondeara y se valla volando a la misma dirección. Gire la cabeza para ver si la chica seguía allí o se había marchado a jugar con los niños. Todavía se encontraba en el mismo sitio, pero con un cartel en la cara. Iba a estirar mi brazo para cogerlo, pero ella se me adelanto para a continuación leerlo, solo puede ver que era un cartel de se busca. En ese momento un escalofrió recorrió mi espalda pensando que ese podría ser el mío, pero para mi suerte así no fue.
En el papel podía ver que era un criminal de 50.000.000 berries por su cabeza, lo que se podía ver en la imagen era un hombre con el pelo largo y negro con un bigote, no se podía ver nada más. La chica se presentó y empezó a hablarme de la tripulación del hombre del cartel y sobre sus recompensas para después ofrecerme que le ayude.
Metí mis manos en los bolsillos del pantalón para pensar la situación, si le acompañaba tendría que dejar el motivo por el cual me encontraba en esta isla, a no ser que capturemos a los criminales rápido:
-Bueno… si estas contenta con mi compañía- dije mientras sonreía- vamos a por ellos y a lo mejor aparte de sus recompensas conseguimos su botín como la mayoría de piratas tiene. Tú dirás por dónde empezamos.
Los niños seguían jugando entre ellos, así que no le importarían que nos fuéramos.
En el papel podía ver que era un criminal de 50.000.000 berries por su cabeza, lo que se podía ver en la imagen era un hombre con el pelo largo y negro con un bigote, no se podía ver nada más. La chica se presentó y empezó a hablarme de la tripulación del hombre del cartel y sobre sus recompensas para después ofrecerme que le ayude.
Metí mis manos en los bolsillos del pantalón para pensar la situación, si le acompañaba tendría que dejar el motivo por el cual me encontraba en esta isla, a no ser que capturemos a los criminales rápido:
-Bueno… si estas contenta con mi compañía- dije mientras sonreía- vamos a por ellos y a lo mejor aparte de sus recompensas conseguimos su botín como la mayoría de piratas tiene. Tú dirás por dónde empezamos.
Los niños seguían jugando entre ellos, así que no le importarían que nos fuéramos.
Yumiko Mei
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fuerza
Fortaleza
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Akuma no mi
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El joven castaño aceptó la oferta, cazaríamos a ese pirata y lo entregaríamos lo antes posible al cuartel más cercano. Teniendo en cuenta que la isla es bastante grande lo más seguro era buscar en el interior, pero los aldeanos habían evitado esos sitios muchísimas veces, por algo será y no es por unos piratuchos de tres al cuarto si no más bien por los monstruos que pueblan los bosques. Pero había que arriesgarse si queríamos conseguir un botín tan bueno como ese, además, si podíamos encontrar su escondite saldríamos con mucho más dinero que sus cabezas, a no ser que sean unos pobres, lo que no tendría mucho sentido teniendo en cuenta la recompensa de solo uno de ellos.
-Muy bien, la idea es que podrían vivir en toda la isla, lo que nos haría imposible encontrarlos, pero por suerte sabemos que el interior de la isla no es muy visitado, así que ese es el lugar más indicado para esconderse. Si no han sido devorados aún por los bichos que pueblan este lugar podremos encontrarlos y cobrar algo. Así que toma tus cosas, nos marcharemos ya. Será un largo viaje y cuanto menos, frío.-Dije mientras recogía mi arco y mis cosas y me encaminaba hacia el centro de la isla, poblado por inmensas montañas que se encontraban cubiertas por nubes densas. Era un paisaje precioso, pero aunque lo fuera, lo que me interesaba era llegar al bosque de manera segura y sin muchos contratiempos.
Después de caminar un rato me giré a ver si mi recién compañero seguía ahí, sería un largo camino y resultaba bastante probable que en algún momento tirara la toalla y se fuera, al fin y al cabo no era fácil seguir por ese frío la pista de unos piratas que no sabíamos ni donde se encontraban. Activé mi haki de observación, sería suficiente para detectar cualquier ataque improvisto y también para encontrar a los criminales si los teníamos cerca. La cuestión es que habíamos salido del poblado y no había ningún alma viva, el viento aumentaba con creces y resultaba áspero y doloroso. La nieve seguía cayendo de manera constante, mientras que nuestras huellas empezaban a ser tapadas por más capas de nieve a medida que avanzábamos hacia lo desconocido.
-Será mejor que tengas cuidado por donde pises, este lugar no ha sido pisado por hombres desde hace más de 50 años. Al menos es lo que parece con tanta nieve.-Dije mostrando una sonrisa mientras seguía caminando e intentando encontrar algún indicio con la vista, una pequeña luz, un destello es lo que me dio la pista que necesitaba.-¡En esa dirección! Había una luz.-Dije rápidamente mientras me encaminaba hacia el supuesto destello, esperaba que no fuera una broma pesada de mis sentidos y corrí lo más rápido que pude en esa dirección.
La nieve me golpeaba con fuerza y el viento hacia de todo menos ayudar, me raspaba la piel y congelaba mi nariz, así como mis orejas, manos, piernas, torso y todo en general. Las nubes solo hacían aumentar su densidad, como si ese lugar tuviese nieve todo el año, sin parar y sin terminarse. Era el lugar ideal para montar una pista de esquí permanente, eso sin duda alguna. Seguí corriendo e intentando mantener el ritmo, aunque los pies se me hundían de vez en cuando en la profunda nieve, esperaba que mi compañero siguiese el ritmo y de no hacerlo, le ayudaría para que se levantase y pudiese moverse a la misma velocidad que yo. Al fin y al cabo era mi único ayudante en ese mismo instante.
-Muy bien, la idea es que podrían vivir en toda la isla, lo que nos haría imposible encontrarlos, pero por suerte sabemos que el interior de la isla no es muy visitado, así que ese es el lugar más indicado para esconderse. Si no han sido devorados aún por los bichos que pueblan este lugar podremos encontrarlos y cobrar algo. Así que toma tus cosas, nos marcharemos ya. Será un largo viaje y cuanto menos, frío.-Dije mientras recogía mi arco y mis cosas y me encaminaba hacia el centro de la isla, poblado por inmensas montañas que se encontraban cubiertas por nubes densas. Era un paisaje precioso, pero aunque lo fuera, lo que me interesaba era llegar al bosque de manera segura y sin muchos contratiempos.
Después de caminar un rato me giré a ver si mi recién compañero seguía ahí, sería un largo camino y resultaba bastante probable que en algún momento tirara la toalla y se fuera, al fin y al cabo no era fácil seguir por ese frío la pista de unos piratas que no sabíamos ni donde se encontraban. Activé mi haki de observación, sería suficiente para detectar cualquier ataque improvisto y también para encontrar a los criminales si los teníamos cerca. La cuestión es que habíamos salido del poblado y no había ningún alma viva, el viento aumentaba con creces y resultaba áspero y doloroso. La nieve seguía cayendo de manera constante, mientras que nuestras huellas empezaban a ser tapadas por más capas de nieve a medida que avanzábamos hacia lo desconocido.
-Será mejor que tengas cuidado por donde pises, este lugar no ha sido pisado por hombres desde hace más de 50 años. Al menos es lo que parece con tanta nieve.-Dije mostrando una sonrisa mientras seguía caminando e intentando encontrar algún indicio con la vista, una pequeña luz, un destello es lo que me dio la pista que necesitaba.-¡En esa dirección! Había una luz.-Dije rápidamente mientras me encaminaba hacia el supuesto destello, esperaba que no fuera una broma pesada de mis sentidos y corrí lo más rápido que pude en esa dirección.
La nieve me golpeaba con fuerza y el viento hacia de todo menos ayudar, me raspaba la piel y congelaba mi nariz, así como mis orejas, manos, piernas, torso y todo en general. Las nubes solo hacían aumentar su densidad, como si ese lugar tuviese nieve todo el año, sin parar y sin terminarse. Era el lugar ideal para montar una pista de esquí permanente, eso sin duda alguna. Seguí corriendo e intentando mantener el ritmo, aunque los pies se me hundían de vez en cuando en la profunda nieve, esperaba que mi compañero siguiese el ritmo y de no hacerlo, le ayudaría para que se levantase y pudiese moverse a la misma velocidad que yo. Al fin y al cabo era mi único ayudante en ese mismo instante.
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