|Rol Moderado| Revolución inesperada, ¿un conflicto o un entreno? |Alwynn&Kenta|

El revolucionario había empezado a hablar, pero un maldito agente o lo que fuera de aquellos que acababan de llegar lo mato antes de que pudiera seguir. Mis hombres dieron buena cuenta de él rápidamente, aun así ya había hecho el daño y alguien pagaría por ello si salían de allí. No tardo en oírse el grito del agente del tejado.

-Están aquí.- me dijo Gilver mientras desenfundaba sus armas.

-Vosotros cuatro cubrir la retaguardia, Gilver tu y yo vamos primero hacia el tejado no puede haber muchos allí arriba aun.-girándome hacia el revolucionario muerto- usarlo de escudo ya no sufre.-les indique a los agentes.

Tras eso empezamos a subir las escaleras despacio. Yo iba con las pistolas desenfundadas preparada para disparar a cualquiera que apareciera. Además gracias a mi oído aumentado por la zoan podría percibir antes a los enemigos si trataban de pillarnos por sorpresa. Por las escaleras nos cruzamos con un agente que casi alcanza a Gilver pero este fue más rápido y lo mato. Por el camino nos encontramos otro que consiguió hacernos un par de heridas leves antes de que lo matáramos. Recuperamos las dos vestimentas y los objetos de aquellos hombres para luego continuar. Antes el salir al tejado llamé en susurros a los otros cuatro, hice que Gilver cogiera el cadáver del revolucionario y lo asomara a la azotea, en cuanto recibiera los disparos ya sabría donde apuntar y no tendrían ninguna oportunidad.

Gilver actuó según el plan y asomo el cadáver, en cuanto recibió la primera salvas de disparos me asome por las piernas del muerto y dispare los dos hombres que había en la azotea. Con el revolucionario para parar las balas salieron dos de los agentes, seguidos por Gilver y por mí, y finalmente cubriendo la puerta otros dos. Nos acercamos a los cadáveres del “gobierno” para registrarlos y si era posible usar su ropa.

Gilver y yo nos acercamos a los cuerpos en busca de algo que los identificara, mientras los dos agentes que habían salido conmigo vigilaban y los de las escaleras miraban hacia el interior. Los cuerpos parecían no tener marcas ni insignias del gobierno ni de la marina, estaba a punto de preguntar a Gilver que opinaba cuando una explosión sacudió el edificio y la zona de las escaleras se desplomó. Los agentes que allí había no tuvieron tiempo de salir cayeron junto con las mismas. Les hice a todos un gesto de silencio, si creían que nos habían pillado a todos con las escaleras quizás se marcharan. Pero lacara de Gilver me decía lo contrario, bueno si aquellos hombres habían llegado allí habría otra salida.

Recorrí el área con la mirada, buscando un punto por el que pasar a otro edificio o poder bajar. Hasta que di con él, podíamos salar a un edificio contiguo, algo más bajo que en el que nos encontrábamos. Y junto a el otro de la misa altura que daba hacia la armería que habíamos registrado antes. Siendo rápidos e intentado ser sigilosos podríamos escapar de aquellos hombres. Si había enemigos en el interior de los últimos pisos sin duda nos oirían al caer pero para cuando quisieran subir a la azotea ya estaríamos en otro sitio.

Les hice señas a todos para que se acercaran y les señale el recorrido, cuando contara tres con los dedos saldríamos los cuatro corriendo y no pararíamos hasta la armería vacía. El primer salto era muy fácil, pues siendo más bajo no había riesgo de fallar y el segundo tercer salto no eran distancias largas, por suerte los tejados del pueblo estaban muy juntos. Hice la señal y rece para que todos llegáramos hasta la armería y de ahí a nuestro transporte cerca del puerto.

Había conseguido evadir a mis perseguidores pero eso no quería decir que ya había dejado de estar en peligro. Ahora mismo estar en esta isla en plena guerra no era conveniente para mi y menos en este estado. La pierna seguía doliéndome a horrores y cada vez estaba peor, estaba perdiendo bastante sangre así que decidí sentarme, apoyando la espalda en la pared de un edificio y tenía que empezar a pensar en algo para poder salir de allí sano y salvo. Un milagro me vendría bien en estos momentos y tener a un médico cerca tampoco vendría nada mal.

Si podía salir de aquí sano y salvo, volvería pasado un tiempo, cuando fuera mucho más fuerte para aniquilar esta isla y a sus habitantes.

Tenía mucha rabia acumulada, la tensión de no saber que hacer me ponía de muy mal humor y me hizo dar un grito:

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡¡QUÉ COÑO HAGO PARA SALIR DE AQUÍ!!

Me daba mucho coraje no saber reaccionar en situaciones así. Maldita la hora en que me metí con los aldeanos. Estaba desesperado y en cuanto tuviera alguna opción de salir de aquí, me agarraría a ella sin pensármelo dos veces.

Gilver y yo conseguimos llegar hasta la armería, pero los otros dos agentes no terminaban de aparecer. ¿Los habrían descubierto aquellos extraños tipos? Si era así conocían nuestros movimientos muy bien, demasiado bien. Todo aquello empezaba a pintar muy mal, al menos habíamos cumplido con nuestro objetivo principal y aunque no lográramos salir de allí el gobierno tenía menos revolucionarios de los que ocuparse.

Mientras estaba enfrascada en estas cavilaciones escuche un ruido detrás nuestro, pero demasiado tarde. Un par de encapuchados nos apuntaban ya con sus armas a la cabeza. Le indique a Gilver que les diera el arma mientras uno de ellos me quitaba el rifle. “Mierda, pensé, a ver como salimos de aquí ahora”.

-¿Quién os manda?- Preguntó el encapuchado que estaba conmigo.- Empezad a hablar o tendremos que obligaros a hacerlo.

Lo que estaba pasando no parecía ser lo que tenía en mente que nos harían estos hombres al capturando viendo como habían acabado el resto de gente que habían capturado. La verdad, no tenía intención de contarles nada a aquellos hombres hicieran lo que hicieran. Además siempre tenía la baza de usar la Akuma que no deberían de saber que poseía.

-No hablaremos contigo más que para decirte que no diremos nada, no esperas sacar mucho más de nosotros.

Estaba herido y esta isla empezaba a ponerse en una situación más que desesperante. Tras pensar deliberadamente unos instantes, decidí levantarme y poner rumbo hacia el puerto. Con suerte habría algún bote libre o alguna medicina con la que poder curar esta herida. No tenía tiempo que perder, mi vida dependía de ello. Empecé a andar a duras penas hacia el puerto, no quedaba muy lejos de aquí, ya que yo al tener esta herida no había recorrido mucho con lo cuál no tardaría mucho en llegar.

Tras un rato andando, ya divisaba el puerto cerca mío. Por suerte había un par de botes anclados allí y un montón de provisiones entre las cuales buscaría algún vendaje para hacerme un torniquete en la herida y así poder zarpar tranquilamente. También cogería comida y agua, ya que la aventura en el mar estando en un bote podría ser muy dura. Cogí todo lo que necesitaba y me acerqué al lado de los botes. Desaté el nudo que la tenía anclada y me monté en uno de los botes.
Una vez dentro, con el vendaje, me hice un torniquete en la herida para que dejara de sangrar, al menos por un tiempo. Luego zarpé, mientras miraba la isla y pensaba en volver algún día para destruir a los que me hicieron esto.

Vi como el hombre disparaba a Gilver, este cayó a plomo al suelo ya muerto. Jamás creí que un pueblo como aquel podía ser mi final, pero ahora sí lo empezaba a creer, sobre todo cuando vi que el hombre que había acabado con Gilver ahora me apuntaba a mí. Sin embargo el hombre al ver que no hablaba me contó todo, como todo lo sucedido había sido una prueba.

No llegaba a entender como el gobierno había podido hacer algo así, ya no podía fiarme de él si acababa con sus propios agentes solo para probar a otros. Mientras seguía a la comitiva para la extracción les dije que necesitaba algo de tiempo, que me reuniría con ellos en la base en un par de semanas. Que quería descubrir la isla, lo que en parte era verdad, ya que había visto ruinas en la en alguno de mis viajes de observación.

Una vez me separe de ellos recorrí solitariamente las calles de la ciudad, todos los cuerpos tirados por ella eran culpa mía, y del gobierno. Le di muchas vueltas, demasiadas para que fuera sano. Llegada la noche salí volando hacia el bosque, pasaría en él algunas semanas buscándome a mí misma y alguna manera de cargar con la culpa.