Bô Thyjo
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Volvía del puerto tras haber finalizado una importante misión que me había auto impuesto horas antes, tenía que ver con un marine, Krosis Fate, un hombre con el que tiempo atrás había tenido un "emocionante" combate como "cazarrecompensas". La misión era simple y consistía en dejarle un correo para que lo leyese cuando estuviese en alta mar, nada del otro mundo ya que los vigías del barco tomaron mi mensaje y lo dejaron en el buzón que le correspondía.
Me encantaba no ser conocido por el momento, era algo que me transmitía tranquilidad, aunque sabía que no duraría mucho ese estado de calma, mi vida no se resumiría en una paz absoluta y ese era uno de los motivos por los que portaba una arma.
Paseaba entre los marineros del puerto, volviendo a dedicar una mirada a cada uno de ellos y a sus respectivas embarcaciones, aquel día no parecían haber tantos caza-recompensas como el día anterior y la verdad era que no quería volver a contemplar algo similar.
Sabía cuál sería mi siguiente destino, había visitado tanto el puerto como el mercado principal, tenido una experiencia sexual con una lugareña, un combate y de aquella isla tan sólo me quedaba por ver el gran árbol central, que me llamó la atención cuando estaba llegando en barca, y la biblioteca, que había escuchado que estaba llena de documentos muy interesantes acerca de la historia de la zona. Antes de abandonar aquella isla tenía por sentado que debía de comprar suministros aunque aquello lo dejaría para lo último.
De nuevo extraje una nueva manzana de mi bolsa, ya sólo me quedaban dos, la que tenía en la mano y la sobrante y aquello no me hacía ni una pizca de gracia ya que significaba que se me estaban acabando los suministros, aunque, ciertamente estaba deseando comprar nuevos alimentos de aquella isla para ver qué tan buenos y diferentes eran respecto a mi isla natal.
Emprendí la marcha hacia mi destino, el gran árbol, comiéndome una manzana y tomando el camino principal del poblado que supuse que me llevaría al monumento de tales dimensiones. Aquel camino atravesaba el poblado por la mitad por lo que pude ver los efectos de la marcha de los barcos de la marina en aquel mercado, éste estaba casi vacío aunque aún quedaban abiertos los puestos que visité anteriormente.
No pude evitar el detenerme en los puestos que había identificado anteriormente como calidad-precio, algo que a los cocineros nos encantaba realizar siempre que llegábamos a un sitio nuevo. No me detuve demasiado ya que sabía con certeza que el camino hacia el centro de la isla sería largo y me llevaría tiempo.
Pasado el mercado me quedaban algunos kilómetros para llegar al árbol y supuse que allí habría más signos de vida y sospeché que allí también se encontraría la verdadera esencia del lugar, mordí por primera vez mi manzana que para cuando llegase seguramente ya estaría vacía por lo que me serviría tanto de entretenimiento como de alimento.
A medida que avanzaba pensaba nuevos destinos para viajar, aunque sobretodo formas de hacer el viaje más ameno, pensó en una caña de pescar, para así obtener productos frescos en mitad del mar, un cubo para meter los pescados dentro, un fogón, paletas, cubiertos, platos... Ya saben, esos materiales tan imprescindibles que necesita un cocinero de alta mar.
Me encantaba no ser conocido por el momento, era algo que me transmitía tranquilidad, aunque sabía que no duraría mucho ese estado de calma, mi vida no se resumiría en una paz absoluta y ese era uno de los motivos por los que portaba una arma.
Paseaba entre los marineros del puerto, volviendo a dedicar una mirada a cada uno de ellos y a sus respectivas embarcaciones, aquel día no parecían haber tantos caza-recompensas como el día anterior y la verdad era que no quería volver a contemplar algo similar.
Sabía cuál sería mi siguiente destino, había visitado tanto el puerto como el mercado principal, tenido una experiencia sexual con una lugareña, un combate y de aquella isla tan sólo me quedaba por ver el gran árbol central, que me llamó la atención cuando estaba llegando en barca, y la biblioteca, que había escuchado que estaba llena de documentos muy interesantes acerca de la historia de la zona. Antes de abandonar aquella isla tenía por sentado que debía de comprar suministros aunque aquello lo dejaría para lo último.
De nuevo extraje una nueva manzana de mi bolsa, ya sólo me quedaban dos, la que tenía en la mano y la sobrante y aquello no me hacía ni una pizca de gracia ya que significaba que se me estaban acabando los suministros, aunque, ciertamente estaba deseando comprar nuevos alimentos de aquella isla para ver qué tan buenos y diferentes eran respecto a mi isla natal.
Emprendí la marcha hacia mi destino, el gran árbol, comiéndome una manzana y tomando el camino principal del poblado que supuse que me llevaría al monumento de tales dimensiones. Aquel camino atravesaba el poblado por la mitad por lo que pude ver los efectos de la marcha de los barcos de la marina en aquel mercado, éste estaba casi vacío aunque aún quedaban abiertos los puestos que visité anteriormente.
No pude evitar el detenerme en los puestos que había identificado anteriormente como calidad-precio, algo que a los cocineros nos encantaba realizar siempre que llegábamos a un sitio nuevo. No me detuve demasiado ya que sabía con certeza que el camino hacia el centro de la isla sería largo y me llevaría tiempo.
Pasado el mercado me quedaban algunos kilómetros para llegar al árbol y supuse que allí habría más signos de vida y sospeché que allí también se encontraría la verdadera esencia del lugar, mordí por primera vez mi manzana que para cuando llegase seguramente ya estaría vacía por lo que me serviría tanto de entretenimiento como de alimento.
A medida que avanzaba pensaba nuevos destinos para viajar, aunque sobretodo formas de hacer el viaje más ameno, pensó en una caña de pescar, para así obtener productos frescos en mitad del mar, un cubo para meter los pescados dentro, un fogón, paletas, cubiertos, platos... Ya saben, esos materiales tan imprescindibles que necesita un cocinero de alta mar.
- Y jamás lo volví a ver... (Kaworu L. Nagisa & Kyoji Kagami).
- - Kaworu Nagisa [En construcción].
- El maldito día en el que puse mi mirada en el mar. (Privado) (Kaworu Nagisa/Lexy)
- Que voy a hacer?[pasado][Privado {Kaworu L. Nagisa}]
- El comienzo de un largo viaje. (Alexptm29, Kaworu L. Nagisa) [Terminado.]
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.