El maldito día en el que puse mi mirada en el mar. (Privado) (Kaworu Nagisa/Lexy)

Cinco años habían pasado desde que había partido en aquel bote en busca de la libertad, y aunque no la había obtenido por completo hasta años después, el sentirme libre durante tanto tiempo había normalizado dicho sentimiento, en un intento por volver a revivir sensaciones pasadas me encaminé hacia Ohara, la primera isla en la que había puesto pie poco después de haber dejado de ser esclavo. Tomé rumbo pues hacia la nombrada con la misma barca y muy probablemente con una mentalidad muy parecida a la de antaño, sentí alegría en cuanto vi que ya podía divisar puerto.

No pasaron más que varias decenas de minutos navegando en línea recta que ya pude tocar pie en el puerto, anudé mi bote a uno de los salientes de metal que había en él y me volví a desnudar, como decenas de veces había hecho antes, frente a la multitud, dejé atrás mi ropa de combate para así vestir de nuevo mi elegante traje de civil cuya chaqueta dejé completamente abierta por comodidad, llevé con el mis guantes de combate que llegaban hasta la mitad del antebrazo, cerré sus cuchillas y caminé con completa tranquilidad hacia la taberna que conocía ya bien en aquel lugar.

Ropa de civil (cómoda):

En mi trayecto hacia aquel local divisé por el camino algunos guardias que me recordaron mi primer día en aquella isla, así como el que parecía dirigir aquel puerto, un hombre de vestimenta normal salvo sus cabellos de color verde, los llevaba en una cresta junto con sus gafas de sol, aquella imagen era demasiado hortera pero me traía buenos recuerdos, sin embargo, en esta ocasión no me paré a pedir indicaciones para desplazarme por la ciudad.

Llegué hacia el lugar deseado después de cruzarme con el típico movimiento que podías encontrar en una ciudad como aquella, mujeres yendo al mercado para comprar la comida del día, vendedores en puestos que gritaban las ofertas de la mercancía fresca, escasos guardias que patrullaban las calles, los niños corriendo y haciendo trastadas tales como levantar la falda a las muchachas... Era aquello desde luego el día a día de una aldea pacífica, quizá una buena aldea para vivir, pero no podía verlo sin pensar que aquel no sería mi estilo de vida, de hecho era incapaz de sentir algún tipo de emoción al ver toda aquella felicidad.

Pude ver la tan ansiada taberna desde la calle del comercio, me dirigí hacia allí y entré, pedí un café con leche en la barra, que nunca lo había probado antes pero quizá sería una buena oportunidad para ello, hecho esto me dirigí hacia uno de los asientos que quedaban libres, de manera concreta este era una mesa junto a la puerta en la que cabían perfectamente dos personas. La taberna estaba a rebosar y era el único espacio libre que quedaba en todo el lugar.

Había llegado hace unos días a la isla y ya estaba cansada de dar vueltas y vueltas robando monederos de gente distraída y que no se enteraba de nada mientras hacían sus compras por los diferentes mercados de la ciudad. Llevaba mi atuendo de civil que se componía de pelo suelto, camiseta de asas blanca caída por el hombro izquierdo, short marrón, manos desnudas salvo por unas pequeñas muñequeras de cuero y algunas pulseras, varios pendientes en la oreja izquierda y botas bajas a juego con el short.

Todo parecía de lo más normal, sino fuera porque era ya conocida por algunos de los maleantes de la isla que solían reunirse en tabernas que venían a ser "antros neutrales" por así decirlo. Así que me dirigí a uno de estos locales mientras estaba llevando en mis manos algunos wanteds que leía con gran detenimiento.

Entré por la puerta sin quitar los ojos de os papeles. La taberna estaba llena por desgracia y algunos de los clientes se levaron sus manos disimuladamente a  sus armas al verme. El tabernero viendo la jugada y queriendo evitar problemas interrumpió el contacto visual entre clientes y yo con una frase.

-Hola Lexy ¿ya has acabado tu paseo? ¿Te pongo lo de siempre?.  No hay sitio pero quizás puedas apoyarte en la barra- dijo con un tono amable.

Sin quitar la vista de los papeles asentí con la cabeza y me acerqué a la barra. Apoyé mis codos en ella y los clientes que estaban a mi lado se apartaron unos centímetros, pero yo seguía leyendo los wanted.

El tabernero no tardó en traerme lo de siempre, un zumo de mora. Me lo sirvió en una gran jarra y bajo la frase de "que aproveche" se retiró a atender a las otras mesas.

Habían pasado ya cinco minutos desde que yo había entrado en el interior de aquel local con la premisa de tomarme un café, el principal problema llegó cuando ya pasado dicho tiempo me había percatado de que aquella taberna estaba muy callada, nadie había hecho el amago de sentarse conmigo, estaba llena de hombres y para colmo las pocas mujeres que habían allí eran demasiado ancianas como para captar mi atención, la situación era ni más ni menos un tostón inaguantable, al menos para mí. Había comenzado a mirar lo que restaba de mi café que ya casi estaba llegando a su foso, y me estaba planteando si de verdad había sido buena idea llegar a aquella isla.

Llevé la taza hacia mis labios y bebí con calma lo que restaba, entonces todos los presentes llevaron la mano a su cinto e hicieron el amago de desenvainar, todos miraban hacia la misma dirección, lugar al que yo, como persona curiosa pero nunca cotilla miré de refilón, ante mis ojos había una chica de estatura elevada, ropa que me dejaba ver su sujetador a través de los tirantes, shorts y una larga cabellera azul e inmediatamente algo se despertó en mis pantalones, una erección metafórica, no física, que me incitó a hablar con aquella mujer, aunque existía un problema serio, no sabía cómo comenzar aquella conversación, así que esperé mi oportunidad. Así estuve otros cinco minutos, con una bebida acabada y con la mirada puesta en la nada, me desesperaba aquella espera pero no tenía una idea clara, así que en cuanto el camarero le entregó la bebida y ella se dispuso a ojear unos papeles, decidí dejarme llevar por la situación y actuar por impulso.

Me levanté con calma y me dirigí hacia la barra, colocándome justo al lado de ella, al estar la taberna a rebosar el camarero tenía algo de trabajo así que con dicha excusa planteé mi estrategia improvisada para hablar con ella. Recorrí de un largo vistazo los wanted que ella tenía en sus manos, y en el momento en el que ella se detuvo en uno que yo reconocía puse el dedo encima y leí la cifra que ponía en el papel.

- Harry el manos sucias. Un hombre interesante, he escuchado hablar de él.

Dije tratando de traer una conversación que rápidamente cambié, ya que lo único que había escuchado sobre aquel hombre era su nombre y la recompensa que ofrecían por él.

- Debo de ser el hombre más inoportuno del mundo, y mucho más si tenemos en cuenta que no me he presentado si quiera. Mi nombre es Kaworu.

Pensando en que quizás aquella entrada de conversación había resultado algo brusca e innecesaria decidí sincerarme.

- He viajado desde una isla lejana y he llegado a parar a este puerto, llegué a la taberna, pedí una bebida para probarla y lo único que he hecho desde hace diez minutos ha sido aburrirme.

Miré hacia atrás y contemplé a todos aquellas personas que tenían la mirada fija en mí, parecían sorprendidos de que estuviese hablando con una persona armada, quizás porque para ellos la figura de Lexy imponía temor, yo estaba acostumbrado a ver las armas, aunque he de reconocer que ninguna tenía ese calibre. Dicho esto decidí susurrar algo en su oído.

- Parece que a los que están aquí tu presencia les pone los bellos de punta. ¿Qué te parece si nos vamos a la mesa libre y nos divertimos viendo cómo abandonan la taberna? Chica de nombre que no conozco.

Todo parecía ir a las mil maravillas sino fuera porque una persona había molestado mi tranquilidad poniéndose a mi lado mientras colocaba su dedo sobre el nombre de Harry "manos sucias". Arqueé la ceja izquierda sin quitar la vista del cartel y mi voz calmada, como casi ignorándolo, le respondió.

- Y yo he escuchado que puedes perder el dedo si no lo quitas de ahí antes de dos segundos. -Acto seguido di con mi dedo índice un pequeño golpecito a su dedo, como cuando golpeas a un bichito para que salga del periódico que estás leyendo. - A lo primero...si, eres inoportuno....a lo segundo me da igual- finalicé mientras daba un largo sorbo a mi zumo de mora.

Los clientes del local miraban a Kaworu haciéndoles gestos con la mano e sus respectivos cuellos, como diciendo, que cortara la conversación y se volviera a sentar. ¿Había algo que temer? Puede. Aquel tipo parecía nuevo y no sabía lo que solía pasar a diario por aquella tasca. Y en el momento en que se acercó a susurrarme unas palabras los comensales se quedaron con los ojos como platos y con las bocas abiertas.

Rápidamente me giré y agarré de imprevisto el cuello de aquel chico con una mano mientras que de mi short había agarrado la pequeña daga que llevaba atada poniéndosela en el cuello a modo de aviso.

-¿Que te parece si te das el piro, vuelves a tu mesa y me dejas acabarme el zumo? Tengo que beberme algo, decide tu si va a ser mora o tu sangre- dije soltándole y volviendo a mirar los carteles.

En ese momento el tabernero le hace una señal con los ojos a Kaworu para que le acompañe al fondo de la barra, alejados de la muchacha. Te agarra el brazo de una manera suave, y su rostro muestra una cara de suplicio.

-Discúlpala, Lexy es una chica un poco "peculiar". No le gusta que le molesten mientras lee los Wanted y toma su zumo. Tu has tenido suerte.....porque a los dos tíos que le molestaron la semana pasada aún estamos intentando recuperar los pedazos para su familia. Si quieres hablar con ella, espera a que acabe su zumo y luego invítala a algún dulce...le encantan.- dijo guiñando el ojo y retirándose a atender al resto de clientes.

Esperaba una respuesta cordial de la joven, o al menos algo que no me hubiese retorcido los testículos tanto como aquellas palabras. Fruncí el ceño y mantuve el dedo encima del wanted, fijando mi mirada en el dedo de la chica, en aquel momento lo único que se me pasaba por la cabeza era agarrarle la cabeza a la peliazul y destrozar su hermoso rostro contra la barra, algo que se estimuló en cuanto ella sacó la daga y me la puso al cuello en un movimiento en el que me lo agarró, desde luego que si hubiese sido un hombre habría montado una carnicería en aquel lugar, sin embargo, me contuve. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el tabernero, quien me tomó del brazo y prácticamente me llevó a rastras hacia el interior de la trastienda, lo cual no hizo más que aumentar mi cabreo hasta niveles peligrosos. Ni siquiera me fijé en las acciones de los presentes que me recomendaban el no molestar demasiado a aquella mujer.

El tabernero comenzó a darme consejos para hablar con Lexy, algo a lo que no le eché cuentas, mi nivel de paciencia se agotaba palabra a palabra que soltaba por la boca y aquello era peligroso, sobretodo para él. Al parecer, cuando éste ya no tuvo nada más que decir, dio media vuelta y tuvo la intención de marcharse de aquel lugar para seguir atendiendo a los presentes pero yo se lo impedí, lo agarré con fuerza de la nuca y lo estampé directamente contra un barril que había en la estancia, di un rápido movimiento con el otro brazo y del guantelete salieron cuatro garras muy afiladas y duras, inmediatamente clavé aquellas garras en el barril, junto a su cabeza, el vino que había en su interior comenzó a derramarse rápidamente y formó un charco en el suelo, un vino tinto que recordaba al color de la sangre.

- No necesito que me des lecciones de cómo llevar mis asuntos pendientes, no al menos si quieres sustituir al barril con tu cabeza. No quiero que abras la boca y que me lleves a rastras a tu trastienda como si yo fuese un lugareño más. Así que métete esa sucia lengua de nuevo en la boca, sal de aquí como si nada hubiese sucedido y haz lo que tengas que hacer para echar a todo el puto mundo de aquí e impedir que esa mujer se vaya, o colgaré todas las cabezas como exposiciones en tu taberna. ¿Te queda claro? Y mucho menos trates de tocarme como si yo te hubiese dado el permiso para ello, escoria.

El tabernero comenzó a temblar y a llorar como un niño chico, asintió con la cabeza a la par que rogaba por su vida.

- Créeme, lo mejor que te podría pasar si me cabreas sería que te degollara, no vas a provocarme para que te arranque la piel como a un cerdo. ¿Verdad?

El hombre se orinó encima y negó con la cabeza, temblaba aún más y estaba claro que obedecería las órdenes de Kaworu, al menos mientras no encontrase una amenaza mayor que le ordenase lo contrario. Lo levanté prácticamente a peso muerto, hice el mismo movimiento pero a la inversa para guardar las garras y susurré unas últimas palabras en su oído.

- Esa mujer no se marchará, se quedará aquí, contigo y conmigo, si sucede lo contrario... Bueno, en ese caso desearías no haber nacido.

Abrí la puerta con mi mano libre y el tabernero salió de la trastienda, tenía en su cabeza una hinchazón por el golpe contra el barril, salí yo detrás no sin antes limpiarme el vino restante del guantelete con un paño que encontré allí. Acto seguido los hombres de la taberna, temerosos de que yo fuese alguien igual que Lexy, llevaron sus mano a sus vainas y comenzaron a desenvainar. El tabernero alternó la mirada entre los presentes y yo, lo hizo varias veces, parecía que se preguntaba qué debía de hacer, confiar en que los lugareños podrían defender su vida contra mí o temerme y pensar que podría acabar con ellos además de luego torturarle a él, pareció decantarse por el miedo, ya que su mirada empalideció y respondió con una excusa a los presentes.

- Es... Un amigo de mi infancia... Sí. Le estaba enseñando un buen vino y... Eh... El barril estaba defectuoso... Me he resbalado y me he dado en la cabeza. Marcharos, voy a cerrar la taberna por hoy, tengo que ir al médico a que me miren el... Golpe de barril, sí.

Los lugareños dudaron ante las palabras del nervioso tabernero y se mantuvieron sin envainar del todo las espadas, pero éste les insistió.

- Por favor... Quiero cerrar pronto hoy.

Todos obedecieron, comenzaron a levantarse y a abandonar el lugar, dedicando tanto a Lexy como a mí miradas hostiles, no parecían haberse creído las palabras del tabernero pero no les quedaba otra que acatar sus órdenes, el tabernero decidió dirigirse a Lexy para así tratar de evitar que ella se marchase, si estaba en su cabeza la idea, claro.

- Mantendré el local abierto un tiempo más... Te voy a regalar dulces y más zumo...

Me dirigí hacia el centro de la barra y tomé asiento en un taburete, había un taburete vacío de distancia entre los dos, el tabernero se mantuvo en la barra, alejado de mi posición y comenzó a limpiar uno de sus vasos con un trapo, se le notaba muy tenso. Una vez todos los clientes abandonaron la estancia menos nosotros dos, decidí hablar de nuevo con Lexy.

- He estado al borde de explotar contigo, mujer. No debes de amenazarme de esa forma, mucho menos siendo alguien que me interesa. Llevo mucho tiempo buscando una mujer de tu carácter, hasta el momento diría que eres la única que veo capaz de resistir la mar.

Continué tomando mi zumo con tranquilidad una vez aquel chico había dejado de molestarme. Hoy me había pillado de buenas y estaba más preocupada de calmar mi sed que de clavarle la navaja en el cuello. El tabernero se lo llevó a la trastienda mientras que yo guardaba los wanteds, previamente doblados en mi short y miraba al frente de la barra...hacia las estanterías donde estaban expuestas las botellas que el tabernero solía servir.

Tras un fuerte golpe que nos hizo mover la cabeza a todos en señal de confusión en la trastienda, pudimos ver, al muchacho saliendo con el tabernero, el cual, tenía un gran chichón en la cabeza. Alentó a todos a irse  de la taberna. Yo ya había acabado de tomar mi ronda, así que procedí a levantarme y coger mis cosas para salir de la taberna. Todo iría bien sino fuera porque me detuve en seco al escuchar que el tabernero me iba a invitar a unos dulces y a un poco más de zumo. Esbocé una leve sonrisa puesto que me encantaban los dulces.

El local se fue vaciando progresivamente, pero para mi sorpresa, quedábamos aquel muchacho, el tabernero y yo. Me dirigí al dueño:

-¿Pero no decías que ibas a cerrar? -dije confusa mientras comía uno de los bollos que me había servido. Bollo que habría acabado tranquilamente si aquel chico no volviera a hablarme.

-Primero..hombre....creo que eres tu el que ha venido aquí a importunarme...segundo..tu tienes el interés en mi, no yo en ti al menos de momento. De hecho estaba tranquila tomando mi piscolabis sin molestar a nadie a cambio de que no me molestasen pero veo que es imposible- Me giro sobre el taburete para quedar mirando hacia él- Algo me dice, que no me dejarás tranquila hasta que sueltes lo que deseas decirme..asi que te escucho -finalicé cogiendo otro pequeño bollito.

Vale, parecía que estaba en alguien que o bien se iba de viaje al mar...o estaba buscando gente para viajar igualmente al mar....

-Bueno, nadie muere por un poquito de agua. Creo que encontrarás rudos marineros a los que poder enrolar si lo deseas en el puerto, a no ser, que tengas algo que ofrecerme...sino, paso. -finalicé haciendo el amago de levantarme del taburete para irme.

Escuché atentamente las palabras que la joven peliazul pronunciaba tratando de mantener la calma, acción que me costó más de lo que podía si quiera imaginar. Tuve que morderme el labio inferior con levedad, tomar aire y contar hasta diez para no propinarle un puñetazo, los últimos tres números fueron los más duros. Después de que ella me dijese su situación medité durante algunos segundos qué podía ofrecerle, desde luego que su punto de vista era más que comprensible, pese a que pareciese una mujer que tenía más de un aire dado en la cabeza. Me descubrí a mí mismo recordando que sí que tenía algo que ofrecerle a cambio de unirse a mi tripulación, decidí tratar de convencerla siendo más diplomático, acción que nació casi con naturalidad, estaba bastante mosqueado pero también era consciente de que la necesitaba si quería salir bien de aquel mar, llevaba demasiado tiempo buscando un pirata para la tripulación y ella era lo que buscaba, motivo por el que no podía dejarla marchar así como así.

Miré con calma cómo ella se levantaba de su taburete y se dirigía hacia la salida, no quería impedirle el avance por medios físicos, sería una mejor idea ver qué tal reaccionaba ante mis proposiciones, quería ser testigo de cómo ella detenía el paso y me ofrecía una conversación que nos interesaba a ambos sin tener que recurrir a la fuerza. Entonces hablé.

- Me falta un sub-capitán en mi tripulación y no veo a ningún hombre capaz de merecer ese puesto. Llevo cinco años en alta mar, conozco el west blue como la palma de mi mano, planeo ir al mar junto con piratas a los que pueda ver futuro, tú eres una de ellos. Te ofrezco el segundo puesto más poderoso de mi barco, te ofrezco ayudarme a robar un bergantín de la marina y a repartir a partes iguales el botín que haya en su interior, te ofrezco la protección de dos personas cooperando, tú y yo, y te ofrezco el apoyo de alguien que también siembra el terror allá a donde va. No somos tan diferentes, Lexy. Podrás comprobarlo por tu cuenta si abandonas esta isla conmigo, y si mi oferta no te convence una vez estés conmigo te permito marcharte en cuanto quieras, siempre y cuando me avises con anterioridad, no me gustaría tener que dirigir un barco a solas de imprevisto.

Le llamé por su nombre pese a que ella jamás me lo había dicho, aquello era cortesía del tabernero, esperé a que ella tomase una decisión, permanecer y negociar o marcharse.

En el momento en que escuché la palabra "sub-capitán" mis pies se detuvieron de su caminata. Comenzó un duelo entre mi cabeza y mi corazón.  Mi corazón decía " ve y corre como polilla a la luz" mientras que mi mi cabeza me decía muy amablemente " Si tienes cojones vas". Así que comencé a hablar sola de espaldas a Kaworu, como si tuviera a alguien delante mía.

- ¿No me veis capaz? ¿ A que me me alisto solo para fastidiaros? ¿Que no? ¿Que no? Venga. -me giré para mirar a Kaworu mientras me llevaba mis manos al short - Umm lo que propones sin duda alguna está en el top diez de propuestas que me han hecho esta semana. La verdad es que es muy tentador no te lo negaré....podré hacer cosas muuy desagradables...y con consentimiento.


Comencé a caminar alrededor de una de las mesas mientras pasaba mi mano por ella pensativa.

-Botín, robos, mandato son cosas que me encantan....pero sin duda putear es la mejor de ellas sin duda alguna...ohh solo pensar el placer que me daría el poder mandar y ser temida..sin ser tachada de ...diferente.-finalicé mordiéndome la comisura de los labios inferiores- Me pone.

Caminé hacia Kaworu con rostro serio al escuchar sus últimas palabras. La verdad es que su propuesta no me ataba a él de por vida, más bien parecía un contrato de horas más que de un servicio esclavista. No podía negarme la verdad, eran promesas demasiado jugosas como para ignorarlas. Sin embargo no pude preguntarme por una duda que asolaba mi mente.

-Me quieres como segunda al mando. ¿Estás seguro? No tengo muy buena fama por aquí, dicen que soy...espera -saca un trozo de papel que tenía atado a su cinturón- "Mentalmente inestable con un sentido grotesco del humor".

Tras decir aquello tiré el papel al suelo y me volví a sentar en uno de los taburetes de la barra, pues mi atención estaba plenamente subyugada a las palabras de Kaworu.

Me mantuve mirando la espalda de Lexy mientras meditaba en las posibles respuestas que ella podría ofrecer a aquella pregunta, deseaba que se detuviera y mostrara interés, no sabía el por qué lo tenía en aquella joven, al menos, no lo supe hasta que se detuvo en seco, la vi hablando con ella misma y respondió, entre otras palabras, "Me pone", aquello me arrancó una amplia sonrisa, sabía que había elegido a alguien más que capaz para ser mi sub-capitán. Escuché todo aquello en lo que ella se tuvo que pronunciar antes de responder, tratando de adornar mis palabras aún más para convencerla de mi punto de vista con mayor efectividad.

- Así es. El mundo en el mar es despiadado, no existe la ley como también es la máxima representación de la libertad, y más si me acompañas en mi ruta, una ruta llena de sangre, de saqueos, de riqueza, de renombre, de poder y de muerte.

Alcé una de mis cejas después de decir aquellas palabras casi en un susurro, como un secreto que quería que se llevara el viento, un tesoro cuya ruta para acceder a él estaba exponiendo a Lexy. El camino hacia la libertad. Decidí responder a sus últimas palabras en aquel momento.

- Necesito a alguien como tú, Lexy, a alguien cuyo carácter y cuya psicología siembre el temor entre mis piratas, al fin y al cabo lo que queremos es que se mantengan fieles por temor, que nos obedezcan en esta ruta tan sanguinaria y que jamás exista la traición. Nuestros nombres harán temblar hasta el más impávido de los hombres, y serán las pesadillas de muchos niños por los cuentos que las madres les dirán para irse a dormir temprano.

Después de aquello me giré completamente para fijar mi implacable mirada en la ajena, me mantuve en silencio y esperé su respuesta a mis palabras.

Asentía a cada una de sus palabras con especial atención. Bueno, realmente no ya que mis ojos se iban desplazando poco a poco hasta ver la estantería de botellas del local totalmente indefensa. Así que decidí cortarle el discurso a Kaworu levantando mi dedo índice uno segundos, para luego, saltar por encima de la barra y comenzar a buscar con la mirada, y la mano izquierda en el mentón una botella adecuada.

Bien...-dije mientras buscaba- Me uniré a ti bajo esas condiciones y espero que los tripulantes no me molesten demasiado. Pero ahora hay un pequeño problemita...- dije cogiendo una botella de ron, dos vasos y siriviéndonos una tanda a cada uno- Necesitarás un barco ¿no? Algo te he escuchado antes de un bergantín o no se que marine. Deduzco que es el que está anclado en el puerto y que pide a gritos que se lo lleven ¿no?

Cogí mi vaso y le di un gran sorbo antes de volver a ponerlo sobre la barra y proseguir con mi discurso.

-De ser así..¿porqué demonios seguimos hablando y no vamos a por él? Estoy cansada de robar bolsillos y de escapar de los chicos de blanco....quiero irme de esta isla ya mismo.

Me levanté del taburete y procedí a ir al umbral de la puerta, me apoyé en el con el codo, y alenté con mi mano a que Kawo viniera.

Pese a que Lexy me interrumpió alzando su dedo, terminé el discurso que estaba dando bajando un poco la voz, contemplé con una mirada atónita el cómo tomaba el ron para servir una bebida para cada uno, sabía que aquello no sería para nada una buena idea, debida mi reducida resistencia al alcohol y mucho menos si este era a palo seco, pero comprendía que aquella podía ser su forma de sellar un trato y no quería faltar a ello, algo que se acentuaba debida mi debilidad hacia las mujeres, aún más hacia ella. Escuché lo que ella tuvo que responder ante mis palabras y respondí con sinceridad.

- Existe un tercer miembro en la banda, si es que lo puedo terminar de considerar así, claro, es un loro muy elegante que encontré aquí también, no creo que te genere ningún tipo de problema y..., hablando de problemas. He tenido ya algunos con la marina por lo que recomiendo tomar el barco y marcharnos inmediatamente, no me gustaría tener a esas moscas demasiado tiempo marchando detrás de mi trasero. Yo mismo puedo manejar el barco.

Terminé y acto seguido llevé mi mano hacia la potente bebida que Lexy me había servido con anterioridad, lo bebí completamente de un sorbo que me provocó una potente, pesada y dolorosa tos. Me levanté del taburete tomando el vaso, fijé mi mirada en él y acto seguido lancé el vaso contra una pared, lo destrocé contra la misma lo que provocó un grito de susto del tabernero, desvié mi mirada hacia él y mostré una amplia sonrisa, sentía cómo el alcohol estaba empezando a atontarme muy levemente.

- Un placer haber pasado tiempo con usted, tabernero, me he de marchar ya. Volveré.

Dije antes de avanzar hacia la puerta, cruzar el umbral de la misma y partir hacia el puerto directamente.

- Lexy, estoy deseoso de que tomemos el barco, hagamos esto rápido. El sanguinario Kaworu y la alocada pero no menos sexy Lexy.

El alcohol me estaba haciendo hablar de más en mi camino en la búsqueda del bergantín.

Parecía que finalmente nos marchábamos de la tasca para emprender lo que fuéramos a emprender. Parecía que iba a ser el robo de un barco...espera...¿dos personas que van solas a "Requisar" un barco para su uso y disfrute personal? Esta situación la había visto en otro lugar, solo que no me venía el nombre a la cabeza..solo recordaba a un pirata borracho y una brújula rota.

En cuanto me comentó que habría un tercer integrante en la banda no puede evitar comentar:

-Si no va a dar problemas será un muermo a bordo.- dije apretándome el cinturón- A las moscas se las puede aplastar...recuérdalo

Salimos de la taberna rumbo al puerto. Yo iba pensando en mis cosas mientras tarareaba una especie de canción antes de que Kaworu me volviera a dirigir la palabra.

-Vale, entramos cogemos lo que queremos, nos lo llevamos, hacemos una puñeta a la marina y estaremos lejos de aquí para la hora de la cena. Simple....fácil de entender. -dije llevándome la mano izquierda a mi pistola con una leve sonrisa mientras decía lo de "alocada".

"Si tú supieras mozo" Pensé mientras divisaba el mar a lo lejos desde la calle...el puerto estaba casi frente a nosotros.

-Venga, te sigo cowboy.....pero antes necesito coger mis cosas...no tardo....vete adelantándote -dije mientras me llevaba los bolsillos del short  y me desviaba por un callejón paralelo a la calle por donde estábamos caminando.

Caminé junto con la dama hacia el lugar que habíamos seleccionado como rumbo, el efecto del alcohol se atenuaba a cada paso que daban mis tambaleantes piernas, en aquel estado habría podido asegurar y jurar con completa seguridad que era consciente de la inclinación que tenía la órbita de la tierra, o eso o que mientras estábamos en la taberna habían llegado los constructores y habían hecho la ciudad doblada, por mi cabeza no pasaba la idea de que quizás era yo el que andaba inclinado.

Escuché las palabras que la mujer de cabellos azules dijo y las respuestas que tuvo ante mis comentarios, aunque mi cabeza no fue capaz de procesar ni la mitad, ante lo que sencillamente respondí "vale", no sabía siquiera a qué estaba afirmando aquella palabra pero poco importaba, la idea estaba clara, tomar el bergantín que nos aguardaba en la costa a precio de cualquier coste.

Después de andar durante largos minutos hasta el puerto y una vez fuimos capaces de divisarlo pude escuchar de mi acompañante la idea de alejarse para así tomar sus pertenencias, ante lo que volví a responder un nuevo "vale", aquello se había convertido en una especie de respuesta automática a todo lo que me dijesen aunque esta vez fue diferente, desvié la mirada de la costa para dirigirla hacia el callejón por el que se alejaba Lexy, y descendí sin poderlo evitar la mirada hacia su trasero, aparté la vista después de escasos segundos de alegrármela y volví a fijarla en mi destino. Reí con relativa picardía antes de que un fugaz pensamiento apareciese en mi cabeza... "Jejeje... ¿Y si me adelanto, sorprendo a Lexy y disfruto de sus halagos por haber tomado el bergantín en solitario?" Casi sin darme cuenta mi mirada se nubló en una mueca de deseo, quién sabía las ideas que pasaban por mi cabeza. Convencido por la serie de imágenes que discurrían por mi mente de borracho avancé hacia el embarcadero a toda velocidad, con la buena suerte de toparme únicamente a dos marines en aquel lugar, estos no tuvieron tiempo de dar el alto, yo hablé primero.

- ¡Venid aquí! ¡Tengo un severo problema con vuestra cara!

Los marines se miraron entre ellos, estaban perplejos, ante la vista de ellos un borracho elegante estaba insultándolos, algo que como orgullo de la marina no dejarían pasar. Avanzaron rápida y agresivamente hacia a mí, no desenfundaron ninguna arma puesto que pensarían que no sabría defenderme.

Kaworu no pareció tener problema con que recogiera mi equipo del callejón. Y  si tenia problema...podía pedirme una hoja de reclamaciones. Dentro del callejón había varios toneles apilados contra una pared de uno de los edificios. Me acerqué a uno y le quité la tapa, y dentro, había mi bazuka, varias pistolas, cinturones de municiones, dos pequeñas granadas y una piruleta empezada. Me equipé y comencé  a saltar por los barriles para alcanzar el techo del edificio donde estaban apoyados mientras me llevaba la piruleta a la boca.

Una vez estaba en el techo del edificio aspiré aire profundamente mientras intentaba divisar el puerto, y concretamente, a Kaworu. Cuando pude ver los mástiles del bergantín a lo lejos procedí a saltar de tejado en tejado con el objetivo de acercarme hasta allí. Cuando llegué, vi a Kaworu hablando con dos marines..que rico...había empezado la fiesta sin mi. Me quedé sentada en el borde del tejado que daba justo a la calle del puerto donde estaban. Desenfundé mi pistolas, conté las balas del tambor y apunté a uno de los marines mientras Kaworu hablaba con ellos.

-¿Porque siempre se ponen a hablar?...-dije mirando como Kawo les insultaba.

Pasé de aquella escena por unos segundos y me quedé mirando el bergantín. Era bonito y no iba a negarlo...¿ardería igual de bonito? No, no no...hemos venido a robarlo no a quemarlo. Seguía saboreando la piruleta sentada en la esquina del tejado esperando a que Kawo se los cepillara...si no lo hacía...lo haría a la "Loca" manera.

Los dos marines mantuvieron su posición a escasos centímetros de mí, llevaron sus manos a la vez hacia su cinturón y lo sostuvieron a la par que irguieron su espalda, querían tener una imagen bastante más hostil ante mi presencia y así lo creían, sumaron a aquel despliegue de acciones unas palabras en tono amenazante y creyeron que así me marcharía, estaban equivocados.

Marine Irrelevante Número Uno: -¿Acaso estás atentando contra la autoridad? Sucio y vagabundo alcohólico.-

El segundo marinero irrelevante comenzó una carcajada que sería interrumpida por un rápido movimiento mío, posicioné la palma de mi mano con el dial de impacto en su rostro y acto seguido lo activé, el marine obtuvo como resultado que todo su rostro quedase destrozado, sangrante y desfigurado, había perdido varios dientes en el impacto y el golpe de espaldas que se dio contra el suelo, seguido del hecho de haber dejado de moverse, indicaba que muy bien no había acabado.

- Bum... ¡Hahaha!

Susurré y reí en una carcajada corta. El marine irrelevante número uno trató de desenfundar su sable al ver lo que había sucedido con su compañero, se le veía verdadero pavor en su mirada, al parecer jamás había visto algo como aquello, sin embargo, con la misma velocidad con la que acabé con uno hice lo mismo con el otro, solo que a este le activé el dial contra el estómago, lo que provocó que vomitase sangre antes de caer de rodillas al suelo y desplomarse, dejando de moverse instantáneamente.

Me dirigí hacia el interior del bergantín y caminé directamente hacia el almacén, quería echar un rápido vistazo a las pertenencias que teníamos para realizar el viaje, claro que lo hice lo más rápido que pude yendo borracho, imaginaba que para cuando mi revisión estuviese lista mi acompañante, la atractiva mujer de cabellos azules, se habría embarcado ya para partir.

Me quedé mirando sentada desde el borde del tejado mirando como Kaworu se encargaba de la situación. Parecía que el encontronazo con aquellos marines era del todo aburrido y predecible para nosotros. Kaworu no tardó en reventarle a uno los dientes y media cara al más idiota de los dos, dejándolo tirado en el suelo.  Yo me quedé mirando mientras me iba incorporando lentamente.

"Ejecución un 8, movimiento un 4, sorpresa un 10...predecible." pensé mientras  daba un salto y me agarraba a una de las canaletas del edificio para bajar por ella como si de una barra de bomberos se tratase hasta llegar al suelo. Me peiné el flequillo hacia un lado y comencé a caminar tranquilamente pasando por entre los dos cuerpos de los marines rumbo hacia el bergantín.

Una vez subida a la cubierta me dirigí a la zona donde estaba Kaworu. Parecía estar revisando los pertrechos para salir cuanto antes del puerto. No sé porqué tenía la sensación de que esta situación la había visto en algún otro lugar...con un pirata borracho y un herrero robando un barco.

-Bien chico ¿y ahora que? ¿Izamos velas y todo ese bla bla? -dije mientras apoyaba mis brazos sobre un barril.

-¿Piensas mover esta moles con tan solo dos personas? ¿Y sin levantar ruido en la jefatura de puerto?...estoy deseosa de verlo- dije mientras daba un leve salto sobre el barril para quedar sentada de piernas cruzadas sobre el.

Tras lo acontecido no pude evitar pensar que la idea de hacerme pirata me gustaba, pero, ser criminal también era algo que adoraba y no pensaba perder por nada del mundo. Si Kaworu deseaba ser un pirata, está bien, le ayudaría siempre y cuando el viento sonara a mis intereses, que de momento, cumplía sobradamente en algunos aspectos. No esperé a que me respondiera y di otro salto para bajar del barril mientras desenfundaba una de mis pistolas.

-Me voy encargando de las jarcias- dije agarrando una cuerda mientras que disparaba a donde estaba atada. La cuerda comenzó a ascender rápidamente elevándome hasta el palo mayor, junto a la cofa del vigía para ir quitando los seguros de las velas.