Una pelea... suave [Byakuro vs Roora]

VS

Escenario:
La Ciudad Orange (オレンジの町 Orenji no Machi?). Esta ciudad tiene casi 200 años y se a convertido en una ciudad próspera, es de tamaño mediano y un poco más avanzada que otras villas.

Condiciones:
- Heridas on-rol (quedarán cicatrices de las heridas)
- No es a muerte
- Sin saltos de turno
- Byakuro no puede usar el haki del rey
- Mediodía

¿Quién empieza? Byakuro

Byakuro se sentó en el suelo, en medio de una plaza de la ciudad. Estaba aburrido, había dejado a Mostaza, su enorme loro verde, volando por el cielo de la ciudad, y a Malvavisco, su osezno negro, en el barco, con los demás. Había salido a dar un paseo, buscando algo divertido que hacer. Un bostezo se escapó entre sus labios, mientras miraba con apatía el lugar vacío.

- Vaya... -dijo para sí mientras se incorporaba-. ¿Dónde se habrá metido toda la gente? -el chico se dio cuenta de que parecía estar solo en aquel lugar, como si nadie quisiera ir a aquel lugar. Byakuro supuso que lo mejor que podía hacer era, obviamente, aprovechar la ausencia de ojos curiosos, y hacer un poco el tonto.

Se dirigió a la fuente que había en el centro de la plaza, justo en el punto intermedio entre las cuatro calles que desembocaban en la misma, y empezó a escalar con la agilidad de un chimpancé. El chico se encaramó a lo más alto de la estatua que coronaba la fuente, colocándose sobre la cabeza de un hombre que sostenía un cántaro de piedra del que caía un chorro de agua cristalina y fresca. Desde allí el cazador podía ver mejor los alrededores, pudiendo incluso dejar que los tejados de las casas alrededor de la plaza estuvieran por debajo de él.

- Mmmmmm... que buena vista. -sonrió para sí-. A ver si pasa algo interesante pronto...

Roora paseaba tranquilamente por las calles de la ciudad, había llegado esa misma mañana a la Ciudad Orange y había decidido hacer un poco de turismo para matar las horas muertas, no tenía nada mejor que hacer.
Llevaba andando unos diez minutos cuando se dió cuenta que todavía no se había cruzado con nadie, lo que le pareció algo extraño, y no pudo evitar preguntarse donde estaría todo el mundo. Aun así siguió con su paseo, pero manteniéndose alerta por si notaba algo extraño a su alrededor, que no le pillara por sorpresa.
Fue recorriendose las silenciosas calles de la ciudad mientras la intranquilidad que sentía crecía a cada paso que daba. Al final, se acostumbró a esa soledad y empezó a relajarse hasta tal punto que el paseo empezó a aburrirle y decidió ir a buscar un sitio donde sentarse y descansar.

Sus pasos la llevaron hasta la plaza que había en el centro de la ciudad. No era muy grande y en el centro de esta había una fuente.

Se sentó en uno de los bancos que habían por ahí y, al mirar mas detenidamente la escultura que había en la fuente de la que salía el agua, se quedó de piedra al darse cuenta de que había un chico observándola subido a ella. Rápidamente se incorporó e intentó ver mejor como era pero el sol, al ser mediodía, estaba en lo alto del cielo y le cegaba. Ella colocó su mano derecha como una visera para tapar la luz para así poder mirar a la única persona que había por ahí y, sin perder un instante, le preguntó

-¿Que haces ahí arriba?¿Sabes donde esta todo el mundo?-

Byakuro ya se había colocado en una posición cómoda, con una pierna colgando lateralmente y la espalda recostada, cuando una voz le hizo reaccionar. Una chica caminaba por la calle, la única persona en aquel lugar, aparte de él mismo. Y parecía preguntarle por todo el mundo. Byakuro la miró desde las alturas y le dijo:

- No tengo ni idea, pero ahora que has aparecido, ya tengo entretenimiento. -el chico sonrió y descendió de un salto al suelo, cayendo los seis metros de altura con facilidad felina-. Me aburro mucho, y por la pregunta que me has hecho no pareces de aquí. ¿Eres una pirata? -le preguntó con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes por la expectación.

El cazador se acercó con pasos lentos hasta situarse a un par de metros de ella. Tampoco quería que la chica se asustase, y parecer un acosador o un violador en medio de una plaza desierta no era la mejor forma de lograr que confiase en él. El chico llevaba su larga chaqueta de cuero abierta, y bajo ella tenía una camiseta blanca con la palabra "GOLD" en letras enormes de color negro. Además, llevaba unos pantalones oscuros y desgastados, complementados con unas botas militares de caña alta.

El chico esperaba la respuesta de la joven. Dependiendo de ella, las cosas podrían ir por uno u otro derrotero.

-No tengo ni idea, pero ahora que has aparecido, ya tengo entretenimiento- le contestó el chico desde lo alto de la fuente, sonrió y descendió de un salto al suelo, cayendo con demasiada facilidad -Me aburro mucho, y por la pregunta que me has hecho no pareces de aquí. ¿Eres una pirata?- le preguntó con una sonrisa algo siniestra.

A Roora se le heló la sangre mientras el chico se le acercaba, con pasos lentos, expentante de una respuesta.

-Si, soy una- contestó sin vacilar -¿Por que lo preguntas?-

Tras decir esto, Roora ya había asumido dos cosas; la primera era que jamas se arrepentiría de no haber negado el hecho de que era una pirata, si lo hubiese hecho no merecería ser reconocida como una y no tendría derecho de recorrer los mares en busca de aventuras, y la segunda y más importante era que acababa de firmar una sentencia de muerte, se notaba que el chico no le había hecho esa pregunta porque si y ,por alguna razón, su intuición le decía que no le hacían mucha gracia los piratas.
Ella llevaba puesto un sueter de color verde claro y debajo de este, una camiseta blanca que sobresalía por debajo, unos vaqueros blancos y unos botines sin tacón marrones. No era la ropa más apropiada si tenía que salir corriendo pero, no había pensado que fuese a tener que hacerlo.
Tensa como estaba decidió mantener la mirada fija en el chico, esperando su próximo movimiento y temiendose lo peor.

- Uh... una pirata -dijo el chico mientras se llevaba la mano a la espalda y agarraba uno de sus bastones. El chico lo sopesó con cuidado, mientras analizaba a la chica-. Que... interesante. Lo malo es que yo me dedico a cazar piratas... ¿sabes? -dijo con una media sonrisa, mientras agarraba con ambas manos el bastón.

El chico realizó un arco con el bastón, agarrándolo con ambas manos, pegado a su cuerpo a la altura de la cintura, en horizontal, apuntando con él al vientre de la chica.

- Y no me vendría mal un poco de entretenimiento, como ya te he dicho.

El cazador dio un par de pasos más hacia ella, realizando un tirabuzón para tratar de golpear lateralmente con el bastón a la chica. Bueno, más que golpearla duramente, su objetivo era engancharla del suéter que llevaba para desequilibrarla y hacerle caer. Posiblemente aquello no fuera del todo efectivo, pero tantear nunca estaba del todo mal.

- ¡En guardia, imoto! -dijo, mientras giraba sobre sí mismo para acabar en la misma posición en la que había comenzado la maniobra, solo que ahora a una distancia algo menor-. ¿Cómo dices que te llamas? -añadió sin dejar de sonreír.

"Definitivamente había hecho algo muy malo en mi otra vida para tener tan mala suerte" penso Roora tras escuchar que el chico no era otra cosa que un cazador de piratas y, casi podría asegurar, que bastante bueno.
Sin que le diese tiempo a reaccionar, el chico agarró uno de los bastones que llevaba a la espalda y le apuntó directamente a ella.

-Y no me vendría mal un poco de entretenimiento, como ya te he dicho-

Él dió unos pasos más acercándose a Roora, realizando un tirabuzón y, sin que ella lo viera venir, le enganchó el baston con el sueter intentando tirarla, Roora consiguió mantener el equilibrio pero, del tirón, se le desgarro el sueter y dio un paso hacia adelante, quedando demasiado cerca del chico para su gusto.

- ¡En guardia, imoto!- exclamó el chico y Roora sin pensarlo desenvainó la espada que llevaba en la espalda colocándose en posición defensiva, ya no la pillaría por sorpresa -¿Cómo dices que te llamas?- le preguntó

-No lo he dicho pero tampoco pierdo nada diciendotelo- respondió intentando ganar un poco de tiempo para pensar alguna forma de salir con vida de ahí -Me llamo Roora ¿y tu eres?-

- Byakuro... encantado. -respondió con una sonrisa el chico, mientras retrocedía un par de pasos, quedando a unos tres metros de distancia de la chica.

Su último ataque había desgarrado el suéter de la jovencita, así que el chico se preparó para lanzar una técnica que hacía mucho que no utilizaba. Una técnica que, por otro lado, había demostrado una efectividad más que interesante al pelear contra mujeres. La técnica se basaba en lanzar una serie de ondas cortantes con la fuerza suficiente para cortar los hilos de la ropa, pero no así cortar o dañar a la persona. Como resultado, Roora quedaría en paños menores, o incluso completamente desnuda y vulnerable. El chico se preparó para lanzar la primera onda, cuando se dio cuenta de que tal vez aquello fuera pasarse un poco. Tiempo ha lo habría hecho sin dudar, pero ahora... se había suavizado. Sin cambiar de posición el bastón, el chico realizó un movimiento rápido, haciendo silbar el aire, y soltó la vara, que empezó a girar en el aire, haciendo molinetes en horizontal, en dirección a la izquierda de la chica, completamente desviado. Un hilo de energía púrpura unía el bastón a las manos del cazador, que lo hizo girar hasta que se lanzó contra Roora, desde el lado derecho de ella. El ataque era algo más difícil de detener debido a la lateralidad del mismo, pero no debía suponer muchos problemas. El cazador se lanzó entonces hacia delante, cargando contra la joven, y agarrando el bastón con la mano izquierda, para imprimir más fuerza al golpe y tratar de desequilibrarla. Su ataque era bastante temerario, quedando así expuesto a un contraataque... si es que Roora lograba resistir el embate del bastón.

- ¡Bu! -gritó el chico, a centímetros de la cara de la pirata.

-Byakuro...encantado- le contestó tranquilamente mientras se alejaba de ella unos pasos.
Ese nombre, desgraciadamente, le sonaba a Roora lo que quería decir que sus suposiciones eran ciertas. Estaba frente a un enemigo mas fuerte del cual no podía escapar.
Mientras estos pensamientos cruzaban por la mente de la chica, Byakuro se preparó para lanzar un ataque; la miraba de una forma bastante inquietante, entre divertido y expectante pero se lo debió de pensar dos veces pues su expresión cambió a una mas sería antes de lanzar el bastón hacia el lado derecho de Roora, sin siquiera rozarla.
Una especie de hilo de energía morada conectaba al cazador con el bastón y lograba hacer que el bastón siguiese girando de forma horizontal como había hecho al lanzarlo.
Roora se mantenía en guardia, sabia que no habia fallado adrede y que iba a hacer algo para atacarla por sorpresa.
No se equivocaba.

El chico se abalanzó hacia su derecha para después salir corriendo en la dirección donde estaba el bastón, pensaba usar su impulso para golpearla mas fuerte de lo que ya lo haría el bastón solo de por sí.
- ¡Bu! - grito a centímetros de su cara antes de asestarle el golpe pero, en esas milésimas de segundo Roora consiguió reaccionar.
Había estado en shock desde que había visto al chico ,pues le tenía miedo, pero ahora sabia que o se movía o acabaría hecha un mapa.
Ya no tenía tiempo para esquivar el golpe ni con su ligereza, por lo que decidió protegerse con el brazo izquierdo para así tener el derecho ileso.
Al recibir el impacto, se le cortó la respiración y no pudo emitir sonido alguno, creía que no se había roto nada pero tampoco lo podría asegurar; eso si, el dolor era espantoso.
Sin perder un segundo, y un poco mareada por las punzadas que le venían del brazo, se agachó, extendió el brazo derecho con la espada y la pierna izquierda y giró sobre si misma esperando golpearle por detrás y tirarle al suelo y, al tener la espada extendida, hacerle algun corte.
No pensaba rendirse por haber recibido un golpe.

Por un instante Byakuro temió haberle hecho demasiado daño a la chica, pero ella parecía dispuesta a seguir peleando, así que el cazador simplemente sonrió y esperó su contraataque.

La verdad es que fue bastante rápido, atacando desde abajo, lateralmente. El cazador vio venir el ataque, un movimiento rápido de la hoja hacia su pierna, posiblemente con la intención de desequilibrarlo y cortarlo. El albino dejó que la hoja atravesase limpiamente su pierna, posiblemente sorprendiendo en el proceso a la jovencita, que habría visto cómo su arma simplemente no había hallado resistencia alguna al cortar. La sección cortada simplemente se volvió a unir según la hoja pasaba a través de la pierna, por lo que a ojos de la chica, simplemente había atravesado la carne y el hueso, sin daños.

- No está nada mal. -sonrió el cazador, mientras observaba el brazo de Roora. Parecía dolorida por él, así que decidió que lo mejor no sería atacarle más por aquel lado. De un movimiento de brazos, hizo brotar dos largas cadenas de energía de sus  muñecas. Las dos parecían ser serpientes brillantes de color blanco. El chico las lanzó contra las piernas de la chica, tratando de enroscarlas alrededor de las mismas, para impedir que se moviese. El albino entonces tiraría de las cadenas con fuerza para hacer que Roora cayese de culo al suelo, de forma cómica e hilarante. Si lo hacía, desharía las cadenas y aprovecharía su posición más alta para tirarse sobre ella, agarrándola por las muñecas con las manos para evitar que se moviese.

Ni se inmutó, no intentó esquivar el golpe. Ella sabía que no se había movido tan rápido como para que no lo viese venir, pero solo tuvo que terminar el movimiento para entenderlo.
La espada le atraveso la pierna de un movimiento limpio, como si no hubiese nada en realidad y quedó intacta después del corte.
No se lo podía creer, ya era bastante malo que tuviese que luchar contra el como para añadir que fuese de tipo logia; hacía menos de un mes que había zarpado para empezar su aventura, en este tiempo no había aprendido a utilizar el haki, no iba a poder atacarle.

- No está nada mal. - comentó él mientras sonreia al ver la cara de horror que se le había quedado a Roora.
De un movimiento de brazos, hizo brotar dos largas cadenas de energía de sus muñecas y las lanzó en dirección a las piernas de la chica pero, esta vez, ella fue más rápida. Se volvió más ligera para así poder evitar que las cadenas la atrapasen dando un salto hacia atras.

Roora miró a su enemigo con impotencia, si Byakuro decidía matarla no habría nada que ella pudiese hacer mas que posponerlo y ese "no poder" era lo que realmente le molestaba.
Cuando decidió ser pirata ya había asumido que moriria de esta forma y no le parecía mal, pero le hubiese gustado durar más, tener más aventuras, conocer mundo... y eso solo lo lograría si conseguía superar la pelea.

- Mmmmm... buen salto. -dijo el cazador, mientras recogía las cadenas y se frotaba las manos. 

El albino se colocó en posición de carrera, dejando su bastón colgado de la espalda, y entonces una copia de él mismo, hecha completamente de energía violeta saltó disparada hacia delante, tratando de agarrar a la pirata por los hombros. Si la copia lo lograba, le pondría la zancadilla a la chica un instante antes de que Byakuro pasase a través de ella, con las manos imbuidas en una especie de llamas del mismo color que la copia, saltando sobre la chica. Sus llamas no quemaban, pero hacían que el agarre fuese más consistente y férreo de lo normal, con lo que si la atrapaba posiblemente no pudiera librarse.

Su idea era acabar con las piernas sobre el vientre de ella, rodillas hincadas en el suelo, a cada lado de su cintura y las manos presionando contra el suelo con fuerza, para así lograr que no se levantase. Si lograba todo esto, podría terminar el combate al instante siguiente, con un último ataque. Y si no, bueno, tendría que pensar otra cosa. La verdad es que se lo estaba pasando muy bien. para qué negarlo.

- Jaque, Roora. -dijo, con una sonrisa en la cara, mientras acercaba su cara a la de ella, quedando a unos diez centímetros él de ella.

- Mmmmm... buen salto. -murmuro el albino después de recoger las cadenas mientras se frotaba las manos.

El cazador volvió a colocarse el bastón en la espalda para después, prepararse para correr. Roora se tensó e intentó predecir hacia donde saldria corriendo, y por culpa de esto no fue lo suficientemente rápida para esquivar la copia que había creado el y que había salido disparada hacia ella, no se lo esperaba.
Con su ligereza adicional pensó que podría esquivarlo pero se equivocaba, la copia consiguió agarrarla por uno de sus hombros y, tras empujarla hacia atras y ponerle la zancadilla, acabó tirando a la pirata al suelo, de la impresión, no pudo reprimir un grito.
Roora intentó incorporarse ,pero antes de poder hacer nada, el cazador atravesó la copia con las manos en llamas de color violeta para mantenerla en el suelo.
La agarró de por los hombros con las manos que, en lugar de quemar como ella se esperaba, la inmovilizaron sin mucho esfuerzo.

- Jaque, Roora. -le dijo el cazador mientras sonreia dejando una escasa distancia de diez centímetros separando sus rostros.

El corazón de Roora iba a mil, había empezado a temblar, no de miedo, sino de impotencia y sin darse cuenta había empezado a apretar la mandíbula y los puños hasta el punto de hacese sangrar las palmas de las manos. La mirada del albino la intimidada y más ahora que estaban tan cerca, pero no había apartado la vista en ningún momento, ni pensaba hacerlo. Ahora solo le quedaba esperar al golpe final por parte de su atacante.

Byakuro acercó aún más su cabeza a la de la chica, mientras en su espalda se formaba una guadaña negra como la medianoche sin luna. El cazador atacó entonces, clavando la hoja profundamente en el suelo, a unos centímetros de la cabeza de la chica, para justo entonces darle un suave beso en la frente y decir en un medio susurro:

- Jaque mate, preciosa. -el cazador extinguió las llamas de sus manos y se levantó con ligereza.

Mientras tanto, la guadaña se había deshecho parcialmente, convirtiéndose en un tentáculo flexible que se extendió hasta agarrar el bastón y recogerlo. El cazador agarró su arma y el tentáculo desapareció en su espalda. A continuación extendió la mano hacia Roora en gesto de ayuda para que se incorporase.

- Siento si te he asustado, Roora-chan. ¿Te duele mucho la herida del brazo? -le preguntó. Su actitud había pasado de ser la de cazador de piratas a una más parecida a un hermano mayor. Había sido un combate corto, pero le había entretenido, y la chica no había demostrado estar indefensa-. Ten cuidado, los cazadores sin escrúpulos a veces cazan piratas novatos por simple diversión. Por suerte para ti, yo prefiero tomarme una buena comida con ellos antes que entregarlos. ¿Te apetece un helado? -le propuso con una sonrisa de oreja a oreja.

La distancia entre ellos era cada vez menor pues Byakuro acercó su cabeza a la de ella separándolas por apenas unos pocos centímetros. Los ojos blancos con tonos violetas del cazador se mantenían fijos a los de ella, la cual le devolvía esta mirada, pero no pudo evitar apartar la vista para ver como, en la espalda de su oponente, se generaba una guadaña negra como el carbón, dando a entender que se le había acabado el tiempo.
La joven pirata no pudo seguir conteniendo el miedo que realmente sentía y, mientras el cazador realizaba este último movimiento, cerró con fuerza los ojos esperando recibir el golpe.
Escuchó como la guadaña se clavaba con fuerza en el suelo a poca distancia de su cabeza y al segundo sintió como Byakuro depositaba un cálido beso en su frente

- Jaque mate, preciosa. -le susurró al oido mientras la soltaba de su agarre y se levantaba de encima suyo.

Roora no se movió, estaba sobrecargada con emociones que se contradecían y pensamientos confusos que acabaron provocando que empezase a llorar. Seguía viva después de todo. Se cubrió los ojos con la mano derecha, en un intento inutil para cubrir sus lágrimas, mientras se preguntaba si lloraba por alegría o para liberar el estres que había sentido.
Cuando consiguó calmarse, miró el hueco que había dejado la guadaña en el suelo y le recorrió un escalofrio al pensar que ahí podría haber estado su cabeza.

- Siento si te he asustado, Roora-chan. ¿Te duele mucho la herida del brazo? -le preguntó Byakuro mientras le tendía la mano para ayudarla a levantarse.

-Solo un poco- le contestó mientras sonreia. Parecía que realmente le importaba el estado de su herida, por lo que como no quería preocuparle añadió - Pero no te preocupes senpai, me he hecho cosas peores.

Le había sorprendido el tono tan amable que había usado con ella ,de forma tan inesperada, y no pudo evitar denominarlo como senpai por el respetó que le había hecho sentir por él.

-Ten cuidado, los cazadores sin escrúpulos a veces cazan piratas novatos por simple diversión. Por suerte para ti, yo prefiero tomarme una buena comida con ellos antes que entregarlos. ¿Te apetece un helado?- le preguntó a Roora mientras le devolvía la sonrisa.

Roora asintió como una niña pequeña para después, agarrarse del brazo derecho del cazador y empezar a tirar de él hacia las calles del desierto pueblo. Mientras andaban no dejaba de darle vueltas a si estaba haciendo bien al seguir con Byakuro, pero en el fondo sabía que el solo había querido divertirse a su manera y, además, le había invitado a comer helado. Ya huiría de él mas tarde.

Byakuro sonrió al ver que la chica parecía no estar muy dolorida, pero se arrepintió de hacerla llorar. Esperaba que la invitación a un helado fuera suficiente para animarla un poco. Y al menos su reacción parecía demostrar eso. El chico se vio arrastrado por las calles de la ciudad por la joven que, entusiasmada, parecía haberle perdido el miedo e incluso lo había llamado sempai. El cazador, algo ruborizado ante esto, le quitó importancia, diciendo:

- Bueno, no... no creo merecer el título de sempai -hizo un gesto con la mano, para quitarle hierro al asunto-. Aunque estaría honrado de tener una kohai como tú. No has mostrado miedo en la pelea, y te auguro un futuro brillante.

Según avanzaban por la calle, la gente empezaba a aparecer, hasta que llegaron a una zona con bastante movimiento. Encontraron un puesto de helados, y Byakuro se acercó, alzando la mano para llamar la atención del dependiente:

- Un helado de vainilla para mí y lo que quiera para ella... -el chico sacó un par de billetes de su chaqueta y se los ofreció al hombre.
- P-por supuesto, señor... -el hombre, anonadado ante el dinero mostrado, que era mucho más del necesario, empezó a hacer los helados-. D-discúlpeme... pero su cara me suena -dijo, algo cohibido-. ¡No quisiera molestarle, por supuesto! -añadió rápidamente.
- Oh, no es molestia. Sí, puede ser que me hayas visto por ahí, en algún periódico... no le des importancia, en serio, vendedor-san. -dijo el chico mientras agarraba su helado y le daba un lametón.

Roora caminaba mientras se mantenía agarrada al brazo del cazador para no separarse, le sorprendió bastante que de repente hubiese tanta gente por las calles cuando apenas unos minutos antes parecía que estuviese desierto.

- Bueno, no... no creo merecer el título de sempai- le dijo Byakuro, ella notó que estaba incómodo -Aunque estaría honrado de tener una kohai como tú. No has mostrado miedo en la pelea, y te auguro un futuro brillante-

-Lo siento- le contestó ella timidamente -no era mi intención incomodarte, ¿prefieres que te llame Byakuro-san, Byaku-san, onii-chan o otro diferente?-

Antes de que le pudiese contestar llegaron a un puesto de helados donde Byakuro se acercó al heladero con la mano en alto mientras le decía:

- Un helado de vainilla para mí y lo que quiera para ella... -

-Yo querré otro igual- añadió Roora mientras el cazador sacaba un par de billetes de su chaqueta y se los daba al hombre.

- P-por supuesto, señor... - respondió el heladero sorprendido por la cantidad de dinero que le había dado por unos simples helado -D-discúlpeme... pero su cara me suena - comentó el hombre después de unos segundos- ¡No quisiera molestarle, por supuesto! -añadió preocupado por si le había molestado

- Oh, no es molestia. Sí, puede ser que me hayas visto por ahí, en algún periódico... no le des importancia, en serio, vendedor-san. - dijo Byakuro sin darle importancia mientras empezaba a comerse su helado. Roora se acercó al puesto para coger su helado y empezó a tomárselo también

-Realmente eres una persona famosa- murmuró ella entusiasmada tras escuchar lo que había dicho el vendedor -Que envidia me das, seguro que has debido de conocer muchos lugares y personas diferentes y has vivido muchas aventuras geniales con tus nakamas, ¿por qué tienes nakamas verdad?- tras formular esta pregunta y sin esperar respuesta, se quedó delante del cazador mirándolo a los ojos para demostrar que lo que iba a decir no era una tonteria -Yo pienso unirme a una tripulación, cuando lo haga viajaré por los mares con ellos viviendo aventuras y me enfrentaré a cualquiera que se nos ponga por delante, me volveré más y más fuerte y entonces, te retaré a una revancha para poder ganarte- Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se puso roja de vergüenza y agachó la cabeza tímidamente, tal vez se había pasado con lo de la revancha pues al fin y al cabo, el podría "cazarla" ahora si quería.

Byakuro soltó una alegre risa cuando escuchó a la chica preguntarle por diversos apodos:

- Llámame como mejor te parezca. Si quieres que sea sempai, puedes hacerlo. -el chico le puso la mano en la cabeza y le removió el pelo con suavidad, del mismo modo que un adulto le hace a un niño pequeño, de forma casi paternal.

Tras pedir y pagar los helados, la chica empezó a fantasear con aventuras por el mar, y a preguntarle si tenía nakamas. También le dijo que se uniría a una tripulación, se haría mucho más fuerte y le pediría una revancha. El chico ensanchó su sonrisa al oír eso. La chica parecía convencida de ello.

- Bueno, estaré esperando ese momento. No creo que te cueste encontrarme para entonces -el chico suspiró ligeramente, pensando en sus planes para el futuro próximo. Tendría que volver a visitar el dojo, y posiblemente entrenar una temporada allí. Hacía tiempo que no veía a sus alumnos. Volvió a centrar su atención en Roora-. Espero que nos volvamos a ver, entonces. -el chico empezó a caminar por la calle mientras daba buena cuenta de su helado.

El paseo les acabó llevando al puerto, donde Byakuro silbó hacia el aire. Un enorme loro de pelaje esmeraldino descendió del cielo y se posó al lado del Shichibukai.

- Bueno, Roora, espero que te vaya bien en tu aventura. Cuando quieras volver a hablar conmigo, solo sigue este objeto. -el chico le tendió una pequeña cartita de papel de color blanco. Una Vivre Card-. Este papelito siempre señala en mi dirección. Así podrás encontrarme para devolvérmela y tener esa revancha. Estoy seguro de que entonces podremos tener otra agradable velada como esta. -el chico sonrió y se montó en Mostaza, que despegó rumbo al mar.

Byakuro no se lo tomó a mal pues ,en lugar de enfadarse, le dedicó una gran sonrisa mientras le decía:

- Bueno, estaré esperando ese momento. No creo que te cueste encontrarme para entonces- el chico soltó un pequeño suspiro para después añadir-. Espero que nos volvamos a ver, entonces- y continuó andando sin darle más importancia al tema.

Al principió, la joven pirata se quedó unos segundos quieta donde estaba ,pues no se había esperado que reaccionara de esa forma a su "declaración de guerra", cierto era que para él, seguramente, solamente fuese un juego pero ella estaba decidida a cumplir esta promesa.

-¡Esperame, Byakuro-sempai!- gritó al darse cuenta de que el cazador había continuado con el paseo dejándola a ella atrás.

Siguieron andando por las calles del pueblo, ahora más tranquilas, mientras se tomaban el helado; que Roora se acabó enseguida pues la pelea le había dado hambre.
Al final, cuando llegaron al puerto de la isla, el cazador silbó y al poco tiempo apareció el loro mas grande que la chica había visto en su vida de un color verde esmeralda precioso que brillaba por la luz del sol. Surcó el cielo con una destreza increible hasta posarse al lado de su dueño.
Roora lo miraba admirada, era un ave realmente hermosa y a la vez parecía ser muy peligrosa.

- Bueno, Roora, espero que te vaya bien en tu aventura. Cuando quieras volver a hablar conmigo, solo sigue este objeto- Byakuro le dio un pequeño trozo de papel blanco- Este papelito siempre señala en mi dirección. Así podrás encontrarme para devolvérmela y tener esa revancha. Estoy seguro de que entonces podremos tener otra agradable velada como esta - después le dedicó una tierna sonrisa

-Muchas gracias sempai, no dudes que nos volveremos a ver pronto- le respondió ella mientras él se montaba en su loro para salir volando hacia el mar.
Roora se quedó unos minutos ahí, mirando como la figura de Byakuro se iba haciendo cada vez más pequeña mientras sostenía con fuerza el trozo de papel; "cuando sea más fuerte te buscaré, y esta vez no te lo pondré tan fácil, lo prometo" pensó justo antes de dar media vuelta para volver sobre sus pasos y buscar un sitió donde poder pasar la noche.