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Ara - Hasta aqui llegaron señores. Ahora por favor no hagan mas complicado esto. Entreguen su libertad, y asuman las consecuencias de sus actos.
Lider bandido - Nunca maldita marin. Estaremos en este callejón sin salida, pero es una ventaja para nosotros, este muro de roca no es muy estable, no nos iremos solos. Fuego con todo, y ¡ soltad la dinamita!.
Los bandidos lanzaron varias dinamitas contra la montaña una sección semi liza que hacia de herradura, en la que terminaron los bandidos, la dinamita por otro lado en un lugar tan cerrado pero suficiente espacio, era donde mas daño haría, algunas dinamitas a la montaña otras mas para Arabel, parecia un dia festivo con fuegos artificiales, del tamaño de un gigante.
Las explosiones estremecieron las montañas y bosques. El ruido fue penetrante. Las rocas de las salientes de la herradura de roca, comenzaron a caer sobre los bandidos, y Arabel, Arabel recibió los impactos pero no fueron tan gran cosa, su piel de gigante gran tamaño, a recibido cañonazos directos, que no son diferentes a golpes de gigantes, incluso en muchas veces mas debiles. Quizás una carga de dinamita mas a quemarropa, si seria algo mas serio, sin embargo, arabel se coloco como casa, recibiendo todos los impactos de las rocas, evitando que se dañaran los bandidos, claramente los queria entregar con vida. Los bandidos recubiertos por la fortaleza de carne, y después una gran cantidad de rocas se limitaron a ver por la gran sorpresa de que fueron protegidos por su enemigo.
Lider bandido - Nunca maldita marin. Estaremos en este callejón sin salida, pero es una ventaja para nosotros, este muro de roca no es muy estable, no nos iremos solos. Fuego con todo, y ¡ soltad la dinamita!.
Los bandidos lanzaron varias dinamitas contra la montaña una sección semi liza que hacia de herradura, en la que terminaron los bandidos, la dinamita por otro lado en un lugar tan cerrado pero suficiente espacio, era donde mas daño haría, algunas dinamitas a la montaña otras mas para Arabel, parecia un dia festivo con fuegos artificiales, del tamaño de un gigante.
Las explosiones estremecieron las montañas y bosques. El ruido fue penetrante. Las rocas de las salientes de la herradura de roca, comenzaron a caer sobre los bandidos, y Arabel, Arabel recibió los impactos pero no fueron tan gran cosa, su piel de gigante gran tamaño, a recibido cañonazos directos, que no son diferentes a golpes de gigantes, incluso en muchas veces mas debiles. Quizás una carga de dinamita mas a quemarropa, si seria algo mas serio, sin embargo, arabel se coloco como casa, recibiendo todos los impactos de las rocas, evitando que se dañaran los bandidos, claramente los queria entregar con vida. Los bandidos recubiertos por la fortaleza de carne, y después una gran cantidad de rocas se limitaron a ver por la gran sorpresa de que fueron protegidos por su enemigo.
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La isla de Dawn, un pasaje que le recordaba a tiempos pasados en los cuáles las circunstancias de la vida le habían hecho madurar. Aquel lugar del East Blue tenía la historia de Rayder grabada a fuego lento en sus grandes murallas y montañas, y el hijo del mar regresaba para una aventura como nunca antes había vivido. Desembarcando en el puerto de la ciudad, sus ojos sin pigmentación, incoloros, se fijaban en el muelle de Dawn. Sus ropajes oscuros indicaban claramente que era él, pues esa era una de sus características. Vestido como si de la noche se tratase, el pelinegro avanzaba por las diferentes zonas de la isla, teniendo en el lado derecho de su cintura las tres katanas que siempre portaba consigo mismo. El pendiente en su oreja izquierda denotaba que había pertenecido a la nobleza tiempo atrás, pero ahora su posición no era más que la de un pirata normal y corriente. La gabardina oscura que llevaba en su torso se movía por la parte de abajo con cada paso que daba, hasta que finalmente se paró en seco y llevó sus ojos hacia un lugar en especial. La boca se le abrió, y sus incandescentes ojos aduladores no daban crédito a lo que veían. Más allá de la escena en que se encontraba, algo había llamado enormemente su atención.
- ¿Qué hace un hijo de Elbaf en Dawn? - Se preguntó a sí mismo, mientras que observaba cómo un gigante de unos veinte metros de altura sobrevivía a una explosión que dudaba de que fuera aleatoria. Cuando se giró y vio su físico, los ojos le brillaron seductoramente, puesto que se trataba de una bella fémina que únicamente se diferencia con él en el gran tamaño con el que había nacido. - Vaya, vaya, vaya ... Todavía no he intentado intimar con una gigante. Creo que hoy es mi día de suerte, haha - Soltó una pequeña carcajada, mientras que se dedicaba a dirigirse hacia la zona donde se encontraba la chica. Un nuevo interés había nacido en su interior, y sería la primera vez que se relacionaba con alguien que tenía su altura multiplicada por diez veces, por lo menos.
Agarrando las vainas de sus katanas con una sola mano, el pirata comenzó su aventura recorriendo los distintos parajes de Dawn. Atravesó bosques hasta llegar a las montañas, el lugar donde había entrenado durante casi un año tiempo atrás. Entrecerró los ojos, intentando apartar esos recuerdos de su mente. No tardó más de diez minutos en llegar a la zona donde estaba la gigante, descubriendo un derrumbamiento y varias personas en mal estado. ¿Acaso era una criminal? Dudaba de ello, puesto que su mirada era pulcra y sincera. Una vez que estuvo a unos tres metros de ella, llevó sus dos manos a la boca para hacer de eco, gritando a pleno pulmón:
- ¡Buenos días, señorita Gigante-swan! - Dijo en voz alta, cerrando sus ojos de la potencia que había imprimido a su voz. Esperaba que la escuchase a tanta distancia, y que los matices sensuales y aduladores de sus cuerdas vocales no se perdieran por la rudeza asignada. - ¿Qué haces por aquí, preciosa? - Gritó, mientras que se movía y se colocaba delante de ella, haciéndole señas con una mano para que pudiera ver bien quién le estaba hablando. La sonrisa en sus labios era impecable, y los ojos incoloros estaban completamente clavados en su cara, buscando aquel contacto visual que tanto le encantaba entablar con las mujeres. ¿Cómo respondería la joven?
- ¿Qué hace un hijo de Elbaf en Dawn? - Se preguntó a sí mismo, mientras que observaba cómo un gigante de unos veinte metros de altura sobrevivía a una explosión que dudaba de que fuera aleatoria. Cuando se giró y vio su físico, los ojos le brillaron seductoramente, puesto que se trataba de una bella fémina que únicamente se diferencia con él en el gran tamaño con el que había nacido. - Vaya, vaya, vaya ... Todavía no he intentado intimar con una gigante. Creo que hoy es mi día de suerte, haha - Soltó una pequeña carcajada, mientras que se dedicaba a dirigirse hacia la zona donde se encontraba la chica. Un nuevo interés había nacido en su interior, y sería la primera vez que se relacionaba con alguien que tenía su altura multiplicada por diez veces, por lo menos.
Agarrando las vainas de sus katanas con una sola mano, el pirata comenzó su aventura recorriendo los distintos parajes de Dawn. Atravesó bosques hasta llegar a las montañas, el lugar donde había entrenado durante casi un año tiempo atrás. Entrecerró los ojos, intentando apartar esos recuerdos de su mente. No tardó más de diez minutos en llegar a la zona donde estaba la gigante, descubriendo un derrumbamiento y varias personas en mal estado. ¿Acaso era una criminal? Dudaba de ello, puesto que su mirada era pulcra y sincera. Una vez que estuvo a unos tres metros de ella, llevó sus dos manos a la boca para hacer de eco, gritando a pleno pulmón:
- ¡Buenos días, señorita Gigante-swan! - Dijo en voz alta, cerrando sus ojos de la potencia que había imprimido a su voz. Esperaba que la escuchase a tanta distancia, y que los matices sensuales y aduladores de sus cuerdas vocales no se perdieran por la rudeza asignada. - ¿Qué haces por aquí, preciosa? - Gritó, mientras que se movía y se colocaba delante de ella, haciéndole señas con una mano para que pudiera ver bien quién le estaba hablando. La sonrisa en sus labios era impecable, y los ojos incoloros estaban completamente clavados en su cara, buscando aquel contacto visual que tanto le encantaba entablar con las mujeres. ¿Cómo respondería la joven?
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Arabel se para completamente desasiendo los pedazos de roca sobre ella dejandolos caer al suelo, deja exhibir en su espalda el simbolo de la marina. Toma al puñado de bandidos entre sus manos, que estaban por debajo de sus pechos, los aprieta con fuerza llevandolos a la inconsciencia, teniendo la mas cautela posible de no dañarles de mas. al estar inconscientes los desarmo a todos y los coloco en una bolsa, como si fueran monedas, la sujeto al costado de su cadera junto al cinturón que portaban dos enormes espadas anchas. Después de la conmoción escucho una voz potente, al fin una voz que se escuchaba sin tener que hacer un esfuerzo en escuchar.
Se giro a buscar de donde provenia la voz, encontro a un hombre, que le saludaba de una manera muy gratificante, casi como un agradecimiento por ocuparse de esos bandidos.
Ara - Buenos dias mi buen señor, * exhibiendo una hermosa y bien cuidada sonrisa* es peligroso que este por estos lugares, aun incluso armado, mirando las armas en su cintura. *cuando después de unos momentos, vuelve a pensar sus palabras* (" ¿Qué haces por aquí, preciosa? ")
Arabel de inmediato se puso roja, se llevo las manos al rostro,intentando cubrirse un poco y dejando apenas el espacio suficiente para que vea a su interlocutor.
Ara - ¡Grraaaacias!. Eres la primer persona que se toma la molestia en decir eso. *pero al reflexionar un poco* se pone un poco mas seria, tienes que tener cuidado no puedes handar por estos parajes, es peligroso hay muchos bandidos. Ven permiteme ayudarte *le alza la mano indicando que le cargara*, los ciudadanos deben estar en el pueblo. Deja esto en manos de la marina, le sonríe, no tiens por que ni ensuciarte un dedo. Pro cierto, soy la sargento segundo Arabell Skybell u gusto señor ciudadano desconocido aleatorio espadachín. * le sonrie *
Se giro a buscar de donde provenia la voz, encontro a un hombre, que le saludaba de una manera muy gratificante, casi como un agradecimiento por ocuparse de esos bandidos.
Ara - Buenos dias mi buen señor, * exhibiendo una hermosa y bien cuidada sonrisa* es peligroso que este por estos lugares, aun incluso armado, mirando las armas en su cintura. *cuando después de unos momentos, vuelve a pensar sus palabras* (" ¿Qué haces por aquí, preciosa? ")
Arabel de inmediato se puso roja, se llevo las manos al rostro,intentando cubrirse un poco y dejando apenas el espacio suficiente para que vea a su interlocutor.
Ara - ¡Grraaaacias!. Eres la primer persona que se toma la molestia en decir eso. *pero al reflexionar un poco* se pone un poco mas seria, tienes que tener cuidado no puedes handar por estos parajes, es peligroso hay muchos bandidos. Ven permiteme ayudarte *le alza la mano indicando que le cargara*, los ciudadanos deben estar en el pueblo. Deja esto en manos de la marina, le sonríe, no tiens por que ni ensuciarte un dedo. Pro cierto, soy la sargento segundo Arabell Skybell u gusto señor ciudadano desconocido aleatorio espadachín. * le sonrie *
Rayder
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La joven gigante apretó contra su gran mano a una especie de bandidos que había atrapado consigo. El símbolo en sus ropajes delató que era de la Marina, mas el pelinegro no movió ni un solo pelo para que ella se percatase de que eran enemigo naturales. "Qué interesante. Gigante y soldado de la Marina, hoy me lo voy a pasar muy bien ... Muy, pero que muy bien", pensaba para sí mismo, en su subconsciente, sin que dichos pensamientos no salieran a la luz. La joven le tendió una mano a la que subió para transportarle mejor, mientras que ella le seguía diciendo que era un lugar peligroso para andar solo. Ante aquello no hizo más que cruzar los brazos, mientras miraba a la chica con una gran sonrisa en sus labios. Los ojos incoloros se fijaban en cada minúsculo detalle que portase la chica. Tenía dos espadas anchas a la espalda, por lo que sería una espadachina consagrada, al igual que él. La fuerza que tenía que tener por su naturaleza debía de ser horrorosamente bestial, así que tendría que andarse con cuidado si llegaba a revelarle alguna vez que era un pirata. Así que puso un pie en la mano de la gigante, para luego subir con el otro. Presentándose como Arabel, el pelinegro sonrió amigablemente para decirle con dos dedos de su mano derecha estirados, a modo de saludo:
- Encantado de conocerte Arabel, yo me llamo Rayder, pero puedes llamarme Ray - Le dijo dando una palmada en su brazo, no demasiado fuerte, pero para que supiera que estaba allí. La voz salía sublime y sencilla de sus labios, con unos matices agradables y seductores, como siempre le gustaba hacer cuando hablaba con una chica. - Y no te preocupes por mi salud, soy pequeñito, pero capaz de cuidar por mí mismo - Volviendo a cruzar los brazos por debajo de su pecho, viendo cómo los bandidos que tenía Arabel en la otra mano estaban completamente inconscientes.
Sin embargo, su mente no podía concentrarse del todo. Sabía que tarde o temprano ella adivinaría que era un hijo de la piratería, y no quería hacerle esperar tal momento. Lo que podía temer, en todo caso, sería su reacción, que era lo que le paraba un poco. Pero no podía contenerse, así que se lo terminaría diciendo. Girándose hasta quedar enfrente de ella, en la palma de su mano, apoyó el brazo derecho sobre el mango de sus tres katanas, como si de una almohada se tratase. Las fundas se movieron y alzaron un poco hacia arriba por tal acto, dándole una presencia seria y firme. La mirada alegre de sus ojos había desaparecido en parte, tornándose más en la de una persona que viajaba en la mar y vivía aventuras todos los días. Una media sonrisa se mostró en sus labios, para que luego comenzase a hablar y decirle la cruda verdad a la chica:
- Seré sincero, soy un pirata. He matado a mucho de los tuyos, y aunque la recompensa por mi cabeza no sea muy elevada, te aconsejo que comenzar una tonta pelea no es la elección más sabia. No interferiré en tus planes, pues quiero saber más acerca de los Gigantes. Si no te importa, me quedaré aquí y no estorbaré, pero no intentes traicionar mi palabra. ¿Hecho? - Le dijo, guiñando uno de sus orbes incoloros para que la chica viera que iba en serio. La mano que estaba sujetando sus armas se acercó al filo de mango de una de ellas, por si era necesario desenvainarla. - Creo que eres una chica lista, espero no equivocarme - Soltando una última carcajada tenebrosa, dejándola hablar para responderle.
- Encantado de conocerte Arabel, yo me llamo Rayder, pero puedes llamarme Ray - Le dijo dando una palmada en su brazo, no demasiado fuerte, pero para que supiera que estaba allí. La voz salía sublime y sencilla de sus labios, con unos matices agradables y seductores, como siempre le gustaba hacer cuando hablaba con una chica. - Y no te preocupes por mi salud, soy pequeñito, pero capaz de cuidar por mí mismo - Volviendo a cruzar los brazos por debajo de su pecho, viendo cómo los bandidos que tenía Arabel en la otra mano estaban completamente inconscientes.
Sin embargo, su mente no podía concentrarse del todo. Sabía que tarde o temprano ella adivinaría que era un hijo de la piratería, y no quería hacerle esperar tal momento. Lo que podía temer, en todo caso, sería su reacción, que era lo que le paraba un poco. Pero no podía contenerse, así que se lo terminaría diciendo. Girándose hasta quedar enfrente de ella, en la palma de su mano, apoyó el brazo derecho sobre el mango de sus tres katanas, como si de una almohada se tratase. Las fundas se movieron y alzaron un poco hacia arriba por tal acto, dándole una presencia seria y firme. La mirada alegre de sus ojos había desaparecido en parte, tornándose más en la de una persona que viajaba en la mar y vivía aventuras todos los días. Una media sonrisa se mostró en sus labios, para que luego comenzase a hablar y decirle la cruda verdad a la chica:
- Seré sincero, soy un pirata. He matado a mucho de los tuyos, y aunque la recompensa por mi cabeza no sea muy elevada, te aconsejo que comenzar una tonta pelea no es la elección más sabia. No interferiré en tus planes, pues quiero saber más acerca de los Gigantes. Si no te importa, me quedaré aquí y no estorbaré, pero no intentes traicionar mi palabra. ¿Hecho? - Le dijo, guiñando uno de sus orbes incoloros para que la chica viera que iba en serio. La mano que estaba sujetando sus armas se acercó al filo de mango de una de ellas, por si era necesario desenvainarla. - Creo que eres una chica lista, espero no equivocarme - Soltando una última carcajada tenebrosa, dejándola hablar para responderle.
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La joven Arabell deja de sonreír.
Ara - Un gusto Ray, bueno no conosco tu pasado, y me da igual si es cierto o no, no tengo una orden de mis superiores contra ti, yo solo limpio la monta de los bandidos, no luces como uno, y aparte según dices no e visto un acto que muestre tus palabras, no me has mostrado ni un solo acto de vandalismo o pirateria, mi juicio indica que no te puedo hacer algo hasta que tu mismo me demuestres lo contrario, y creerte seria tonto, los juicios se toman en base a los actos, así que por que mejor no te acomodas y me cuentas algo y vamos a caminar por el bosque, a ver si vemos mas bandidos.
Arabel mueve la mano quitando el piso a Rayder que proporcionaba y lo toma con los dedos suavemente, lo mueve hasta la parte derecha de su hombro junto a su cuello.
Ara - Cuando uno tiene ordenes las debe cumplir no importa que, si no siempre tenemos la decisión de que hacer. Yo tomare tu palabra si quieres demostrarme que eres un pirata haciendo un acto de pirateria o vandalismo. De lo contrario eres un civil. Pero si me demuestras que tu palabra es cierta o me dan la orden, que seria una pena por lo agradable que eres. ¡Te juro por mi vida que te cazare hasta el fin del universo, y te llevare a Impel Down! *cambiando su tono dulce por una voz mas directa* Pero mientras no sea el caso puedes estar tranquilo y te cuidare, en mi hombro estarás seguro. Por cierto quieres algo de fruta.
Saca de su mochila una caja con frutas de todo tipo, manzanas, plátanos, piñas, sandias y melones.Le acerca la caja a Ray.
Ara - Sabes yo tengo un sueño, es amar a alguien.
Ara - Un gusto Ray, bueno no conosco tu pasado, y me da igual si es cierto o no, no tengo una orden de mis superiores contra ti, yo solo limpio la monta de los bandidos, no luces como uno, y aparte según dices no e visto un acto que muestre tus palabras, no me has mostrado ni un solo acto de vandalismo o pirateria, mi juicio indica que no te puedo hacer algo hasta que tu mismo me demuestres lo contrario, y creerte seria tonto, los juicios se toman en base a los actos, así que por que mejor no te acomodas y me cuentas algo y vamos a caminar por el bosque, a ver si vemos mas bandidos.
Arabel mueve la mano quitando el piso a Rayder que proporcionaba y lo toma con los dedos suavemente, lo mueve hasta la parte derecha de su hombro junto a su cuello.
Ara - Cuando uno tiene ordenes las debe cumplir no importa que, si no siempre tenemos la decisión de que hacer. Yo tomare tu palabra si quieres demostrarme que eres un pirata haciendo un acto de pirateria o vandalismo. De lo contrario eres un civil. Pero si me demuestras que tu palabra es cierta o me dan la orden, que seria una pena por lo agradable que eres. ¡Te juro por mi vida que te cazare hasta el fin del universo, y te llevare a Impel Down! *cambiando su tono dulce por una voz mas directa* Pero mientras no sea el caso puedes estar tranquilo y te cuidare, en mi hombro estarás seguro. Por cierto quieres algo de fruta.
Saca de su mochila una caja con frutas de todo tipo, manzanas, plátanos, piñas, sandias y melones.Le acerca la caja a Ray.
Ara - Sabes yo tengo un sueño, es amar a alguien.
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La joven Arabel parecía ser muy buena persona, y su corazón era más grande que lo gigante que pudiera ser su altura de nacimiento. No tomó en consideración las palabras del pelinegro, por lo que este mostró una sonrisa agradable. La mayoría de los marines con los que se encontraba iban directamente a cazarle o matarle, pero ella había elegido seguir el camino pacífico. Si no le daba indicios de que podía ser un peligro para todo aquel que estuviera en las cercanías, la chica no le haría ningún daño, ni siquiera se lo plantearía. Pero como bien dijo, si el ex-noble hacía alguna acción que pudiera repercutir en la salud de algún ciudadano, Arabel lo encarcelaría por sí misma en una de las prisiones más importantes del mundo actual: Impel Down. "Ya he estado en una cárcel, y no quiero volver a pisar otra nunca más. Eso que dices sería difícil de conseguir, señorita", pensaba para sí mismo, mientras que Arabel le tomaba con los dedos y pasaba de encontrarse en su mano, a estar en uno de sus hombros, cerca del cuello. Acomodándose, el pelinegro se sentó, quedando con los pies libres y moviéndose a cada paso que la gigante daba, meciéndose como las hojas del viento. Era agradable observar las vistas desde tanta altura, aunque el pavor a caer al suelo ciertamente era tremendo. Si se resbalaba por algún casual, lo iba a pasar muy mal si quería seguir sobreviviendo. Unos veinte metros de caída libre, suficientes como para estampar un melón y destrozarlo por completo.
- Entonces, querida Arabel, tú y yo nos llevaremos bien. No tengo pensado realizar ningún acto pirata en esta isla, y menos sabiendo que puedes encarcelarme ... Aunque el simple hecho de tentarte para atraparme me intenta poseer para que destroce algo cercano, haha - Comentó, mientras que la voz salía como una dulce melodía de flauta de sus labios. En la zona donde se encontraba, no tenía que hablar tan alto para que la gigante le escuchase, pues simplemente alzando un poco la voz podía hacerlo. - Así que, por dónde empezar ... No sé nada sobre el pueblo de los gigantes, a parte de lo escrito en libros y cuadernos de navegación. Cuéntame, ¿cómo es el lugar del que vienes? - Dijo el pelinegro, interesándose por el pueblo natal de la chica.
Elbaf, el pueblo de los gigantes, más allá del Grand Line. Una gran incógnita a sus conocimientos, ya que únicamente conocía que se encontraba en el Nuevo Mundo, mar dominado por los piratas más fuertes de la era, los Yonkou. Poner un pie en dicha zona, sabiendo sus habilidades actuales, sería como un suicidio premeditado. Pero debido a sus sueños de visitar todas y cada una de las islas que conformaban la sociedad actual, no podía evitar sentir una gran atracción a la hora de saber más sobre dicha isla. Ávido de conocimientos, Rayder giró su cabeza para escuchar las palabras de la chica, que le sorprendió con un cuenco de frutas para que tomase una. Aceptando con gusto, tomó una manzana y le dio un muerdo, a la par que escuchaba a la chica decir que buscaba alguien a quien amar, mientras masticaba. Dándole unas palmaditas en el cuello, el pelinegro dijo:
- Tiempo al tiempo, querida. Mi sueño es poner un pie en todas las islas que ha creado este ancho mundo, pero sé que tardaré años, tal vez incluso decenas de años en realizarlo. Lo tuyo es más bien suerte, que el Dios del Amor te tenga entre sus ojos y te haga darte cuenta de que hay otra persona especial en tu vida. Yo, sin embargo, vivo del libertinaje y la lujuria, no quiero atarme tan pronto, tengo mucho amor que dar - Dijo con una carcajada asignada, mirando a la chica y regalándole un guiño de sus incoloros ojos.
- Entonces, querida Arabel, tú y yo nos llevaremos bien. No tengo pensado realizar ningún acto pirata en esta isla, y menos sabiendo que puedes encarcelarme ... Aunque el simple hecho de tentarte para atraparme me intenta poseer para que destroce algo cercano, haha - Comentó, mientras que la voz salía como una dulce melodía de flauta de sus labios. En la zona donde se encontraba, no tenía que hablar tan alto para que la gigante le escuchase, pues simplemente alzando un poco la voz podía hacerlo. - Así que, por dónde empezar ... No sé nada sobre el pueblo de los gigantes, a parte de lo escrito en libros y cuadernos de navegación. Cuéntame, ¿cómo es el lugar del que vienes? - Dijo el pelinegro, interesándose por el pueblo natal de la chica.
Elbaf, el pueblo de los gigantes, más allá del Grand Line. Una gran incógnita a sus conocimientos, ya que únicamente conocía que se encontraba en el Nuevo Mundo, mar dominado por los piratas más fuertes de la era, los Yonkou. Poner un pie en dicha zona, sabiendo sus habilidades actuales, sería como un suicidio premeditado. Pero debido a sus sueños de visitar todas y cada una de las islas que conformaban la sociedad actual, no podía evitar sentir una gran atracción a la hora de saber más sobre dicha isla. Ávido de conocimientos, Rayder giró su cabeza para escuchar las palabras de la chica, que le sorprendió con un cuenco de frutas para que tomase una. Aceptando con gusto, tomó una manzana y le dio un muerdo, a la par que escuchaba a la chica decir que buscaba alguien a quien amar, mientras masticaba. Dándole unas palmaditas en el cuello, el pelinegro dijo:
- Tiempo al tiempo, querida. Mi sueño es poner un pie en todas las islas que ha creado este ancho mundo, pero sé que tardaré años, tal vez incluso decenas de años en realizarlo. Lo tuyo es más bien suerte, que el Dios del Amor te tenga entre sus ojos y te haga darte cuenta de que hay otra persona especial en tu vida. Yo, sin embargo, vivo del libertinaje y la lujuria, no quiero atarme tan pronto, tengo mucho amor que dar - Dijo con una carcajada asignada, mirando a la chica y regalándole un guiño de sus incoloros ojos.
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Ara - Hahaha bueno si quieres saber un poco mas de Elbaf podría empezar por la interpretación de amor, creo que el amor que ustedes tienen no es el mismo que el que nosotros buscamos. Para nosotros la unica forma es encontrar un adversario tan formidable, que nos de años de combate.
Ara - Ciertamente aun soy muy joven y falta para poder estar al nivel de los adversarios mas temibles. Tambien sobre donde vengo, generalmente somos muy conocidos por ser excelentes carpinteros y herreros, aun que lo que suelen todos conocer es que somos grandes. Solemos ser muy limpios, a los hombres les gusta tener grandes barbaras y cepillarlas y arreglarlas, suelen usar ropas muy coloridas, y los mas nobles ropa de cuero. No es cosa facil. Vivir en ese lugar, los enfrentamientos están a la orden del dia, es grandioso, tambien somos muy buenos cocineros. La isla tiene un ligero gradualismo, esta dominada en su mayoría por piratas, la otra parte por marines, en la tierra todos somos iguales, yo escogí este camino, por que mi sensación de poder ayudar, creia que seria mejor como una marine, luchar por la justicia, e visto cosas que me desagradan, tanto en la marina como de los piratas, incluso de los civiles, pero si algo aprendi es que se evalúe en base a actos, no juzgar premeditadamente.
Arabel caminaba por las montañas y comenzó a subir por un acantilado, no tardo ni 15 segundos cuando lo trepo todo, al menos subió unos 200 metros, y se sento en el filo teniendo una vista un buen segmento de la isla y dejando ver a la villa, Arabel buscaba un hilo de humo o algún lugar donde denotara una base de bandidos. Pero no había ni rastro.
Ara - Es muy agradable este lugar, apenas hay disturbios. yo creo que al anochecer los reabastecimientos estarán listos y deveremos seguir con el viaje, se nos pidió una escolta por estos mares, solo para dar presencia que se la piensen un poco los piratas. Estamos vivos y vigilantes es nuestro mensaje. *jiji rie de una manera picara y sutil*
Ara - ¿Tu que me cuentas de ti? , Me extraña que una persona tan educada y refinada este en eso que presumes, no veo como es que has matado a compañeros mios. *Mientras ve a las nubes*
Ara - Ciertamente aun soy muy joven y falta para poder estar al nivel de los adversarios mas temibles. Tambien sobre donde vengo, generalmente somos muy conocidos por ser excelentes carpinteros y herreros, aun que lo que suelen todos conocer es que somos grandes. Solemos ser muy limpios, a los hombres les gusta tener grandes barbaras y cepillarlas y arreglarlas, suelen usar ropas muy coloridas, y los mas nobles ropa de cuero. No es cosa facil. Vivir en ese lugar, los enfrentamientos están a la orden del dia, es grandioso, tambien somos muy buenos cocineros. La isla tiene un ligero gradualismo, esta dominada en su mayoría por piratas, la otra parte por marines, en la tierra todos somos iguales, yo escogí este camino, por que mi sensación de poder ayudar, creia que seria mejor como una marine, luchar por la justicia, e visto cosas que me desagradan, tanto en la marina como de los piratas, incluso de los civiles, pero si algo aprendi es que se evalúe en base a actos, no juzgar premeditadamente.
Arabel caminaba por las montañas y comenzó a subir por un acantilado, no tardo ni 15 segundos cuando lo trepo todo, al menos subió unos 200 metros, y se sento en el filo teniendo una vista un buen segmento de la isla y dejando ver a la villa, Arabel buscaba un hilo de humo o algún lugar donde denotara una base de bandidos. Pero no había ni rastro.
Ara - Es muy agradable este lugar, apenas hay disturbios. yo creo que al anochecer los reabastecimientos estarán listos y deveremos seguir con el viaje, se nos pidió una escolta por estos mares, solo para dar presencia que se la piensen un poco los piratas. Estamos vivos y vigilantes es nuestro mensaje. *jiji rie de una manera picara y sutil*
Ara - ¿Tu que me cuentas de ti? , Me extraña que una persona tan educada y refinada este en eso que presumes, no veo como es que has matado a compañeros mios. *Mientras ve a las nubes*
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La historia y explicación del pueblo gigante no era menos que interesante. Conocer toda aquella información de la boca de una de las mismísimas hijas de Elbaf podría considerarse como un honor, mas no consentiría su gratitud con ninguna palabra que pudiera salir de su boca. Por lo visto, los gigantes no se diferenciaban en mucho de los humanos normales y corrientes, a excepción de la altura. Pero dejando a parte diferencias físicas, todo el mundo tenía un corazón en la parte izquierda de su pecho, un corazón que sentía y vivía. Rayder no pudo evitar mirar con una sonrisa a la chica cuando le explicó lo que para ellos era el amor, además del gradualismo que se daba en dicha isla y otras cosas que también requerían de su atención. El motivo por el que la chica se había unido a la Marina era noble, pero el pelinegro no compartía su opinión. Donde la gigante veía justicia, el ex-noble solo veía capacidad para atar las almas de los no rebeldes. Todo marine era capaz de arrestar a una persona, y eso violaba uno de los principales pilares de la filosofía del pirata: la libertad. Navegar solo por los mares, sin ninguna atadura que te llevase a un lugar en concreto, viviendo de sus propias habilidades y teniendo sus propias aventuras. Eso sí que era la vida, además de que no se tenía que servir a alguien a no ser que uno mismo lo quisiera, como es el caso de una tripulación pirata. En esto, ambos personajes podrían chocar sus ideas, mas no era predilección del chico de ojos incoloros el estropear la situación de ese modo.
- Yo puedo darte ese tipo de "amor", querida. Pero hoy no va a ser ese día - Comentó con una sonrisa. Claramente, la marine y el pirata terminarían peleando por su diferencia de bandos algún día, pero esperaba que dicha fecha nunca llegase. No es que tuviera miedo alguno a enfrentarse con un gigante, sino que él no daba su consentimiento a una lucha de sexos. Había nacido para amar a las mujeres, no para golpearlas y hacerles daño. Su propio código moral le impediría hacer eso, salvo en casos extremos de muerte. - Me resulta muy interesante todo lo relacionado con Elbaf, espero que alguna vez pueda poner uno de mis pequeños pies en su tierra, haha - Añadió con una sonrisa, acomodándose en el hombro de la chica gigante mientras que esta proseguía con su paseo.
Momentos más tarde y tras una corta caminata, se encontraban en lo alto de un acantilado. Era sorprendente a la velocidad que podían desplazarse aquellos seres vivos, puesto que su altura les garantizaba unos pasos bastantes largos. Lo que Rayder podría haber abarcado en cinco o diez minutos, ella lo hizo en apenas veinte segundos. Otro motivo más por el que una sonrisa salió de los labios del pelinegro. Fue entonces cuando la chica le preguntó cómo alguien de su cuna podía haber entablado una vida pirata, por lo que este no dudó en responder. Ella le había revelado mucha información acerca de su pueblo y sus opciones en la Marina, además de su misión de cazar criminales en la isla. Claramente, le respondería con el mismo trato.
- Llega un momento en el que te hartas de todas las ataduras que puedas tener a tu alrededor. Mi vida antes de ser pirata estaba repleta de lujos y bailes, como un noble de Lvneel. Todo era precioso visto desde fuera, pero a mí no me gustaba nada. Una vez que murió mi madre, mi padrastro lo único que hacía era abusar de mí, con golpes que para nada eran dignos de alguien de mi cuna, aunque no sea más que un bastardo. Un día, le clavé una espada en el vientre y escapé. Podría contarte toda mi historia, pero estaríamos aquí durante muchos días. Por el momento, solo te conviene saber que no viajo solo, y que el misterio es una de las cosas que más me gusta soportar - Dijo Rayder, guiñándole un ojo a la chica. Cierto era que se mostraba misterioso y atrayente, revelando pocas cosas acerca de él. Suficiente información tenía la chica en ese momento, aunque tal vez, con el paso del tiempo, pudiera abrir más su corazón ante ella.
- Yo puedo darte ese tipo de "amor", querida. Pero hoy no va a ser ese día - Comentó con una sonrisa. Claramente, la marine y el pirata terminarían peleando por su diferencia de bandos algún día, pero esperaba que dicha fecha nunca llegase. No es que tuviera miedo alguno a enfrentarse con un gigante, sino que él no daba su consentimiento a una lucha de sexos. Había nacido para amar a las mujeres, no para golpearlas y hacerles daño. Su propio código moral le impediría hacer eso, salvo en casos extremos de muerte. - Me resulta muy interesante todo lo relacionado con Elbaf, espero que alguna vez pueda poner uno de mis pequeños pies en su tierra, haha - Añadió con una sonrisa, acomodándose en el hombro de la chica gigante mientras que esta proseguía con su paseo.
Momentos más tarde y tras una corta caminata, se encontraban en lo alto de un acantilado. Era sorprendente a la velocidad que podían desplazarse aquellos seres vivos, puesto que su altura les garantizaba unos pasos bastantes largos. Lo que Rayder podría haber abarcado en cinco o diez minutos, ella lo hizo en apenas veinte segundos. Otro motivo más por el que una sonrisa salió de los labios del pelinegro. Fue entonces cuando la chica le preguntó cómo alguien de su cuna podía haber entablado una vida pirata, por lo que este no dudó en responder. Ella le había revelado mucha información acerca de su pueblo y sus opciones en la Marina, además de su misión de cazar criminales en la isla. Claramente, le respondería con el mismo trato.
- Llega un momento en el que te hartas de todas las ataduras que puedas tener a tu alrededor. Mi vida antes de ser pirata estaba repleta de lujos y bailes, como un noble de Lvneel. Todo era precioso visto desde fuera, pero a mí no me gustaba nada. Una vez que murió mi madre, mi padrastro lo único que hacía era abusar de mí, con golpes que para nada eran dignos de alguien de mi cuna, aunque no sea más que un bastardo. Un día, le clavé una espada en el vientre y escapé. Podría contarte toda mi historia, pero estaríamos aquí durante muchos días. Por el momento, solo te conviene saber que no viajo solo, y que el misterio es una de las cosas que más me gusta soportar - Dijo Rayder, guiñándole un ojo a la chica. Cierto era que se mostraba misterioso y atrayente, revelando pocas cosas acerca de él. Suficiente información tenía la chica en ese momento, aunque tal vez, con el paso del tiempo, pudiera abrir más su corazón ante ella.
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Al escuchar su primer respuesta rio suavemente.
Ara - Espero que no me sentiria abusiva de luchar con alguien tan pequeño, generalmente evito los combates con los de tu especie, ya que en algunas ocasiones son mas fragiles de lo que parecen. Y te agradara la isla, solo ten cuidado, no todos están acostumbrados a ver donde pisan.
Ara - Me aprese bien, al contrario gracias. Saber de mas es peligroso. Estoy mas feliz con las información que tengo.*Mientras agitaba sus piernas sobre el aire* Me agrada que gustes de tu sentido de libertad, muchas interpretaciones se dan.
Arabel estaba meciendo suavemente en el acantilado, cuando se escucharon unos pasos, eran un gran oso, al menos unos 8 metros de alto en sus 4 patas. Arabel miro en dirección al ruido, se levanto y miro al oso.
Ara - ¡Guargggg! * intentando gruñir para espantar al oso pero este se enojo mas, parecia hambriento su mirada estaba perdida se dejaba llevar por su instinto.*
Ara - Espero que no me sentiria abusiva de luchar con alguien tan pequeño, generalmente evito los combates con los de tu especie, ya que en algunas ocasiones son mas fragiles de lo que parecen. Y te agradara la isla, solo ten cuidado, no todos están acostumbrados a ver donde pisan.
Ara - Me aprese bien, al contrario gracias. Saber de mas es peligroso. Estoy mas feliz con las información que tengo.*Mientras agitaba sus piernas sobre el aire* Me agrada que gustes de tu sentido de libertad, muchas interpretaciones se dan.
Arabel estaba meciendo suavemente en el acantilado, cuando se escucharon unos pasos, eran un gran oso, al menos unos 8 metros de alto en sus 4 patas. Arabel miro en dirección al ruido, se levanto y miro al oso.
Ara - ¡Guargggg! * intentando gruñir para espantar al oso pero este se enojo mas, parecia hambriento su mirada estaba perdida se dejaba llevar por su instinto.*
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A pesar de que la gigante tuviera un corazón bueno y grande, parecía ser que se confiaba de sobremanera con los enemigos pequeños como lo era el propio pirata. Si se sentía superior por ser grande y tener una fuerza acorde a su altura, podía estar más que equivocada. Por muy gigantesco que sea el adversario, siempre puede caer más fuerte que otro más pequeño. Mas el pelinegro no era quién para cambiar los pensamientos de Arabel, no era ningún predicador o evangelizador. Simplemente era un pirata más en aquel mundo de bestias y ladrones. Por sus experiencias en combate, sabía que hasta el más infravalorado adversario podía tener ases bajo la manga y ser potencialmente peligrosos para la humanidad. Pero tal vez la chica de pelo rojo que tenía a su lado no estuviera muy curtida en batallas a parte de con personas de su misma envergadura. Aun así, y volviendo al momento de verdad, ambos estaban sentados en lo alto del acantilado al que ella les había llevado minutos trás, hablando tranquilamente de todo lo relacionado con ambos. Y como bien dijo ella, saber demasiada información podía llegar a ser peligroso, además de que había distintos significados de libertad. Dependiendo de la persona, dichas definiciones podían ser tan contrarias como el sol y la luna, o el día y la noche. Aun así, cada uno tenía una forma de ver la vida que muchos podían compartir, o en el otro caso, discutir. Lo único que se sabía a ciencia cierta es que todos los lados estaban vivos, y que eso era lo que importaba.
- Vaya, tenemos un nuevo compañero, Arabel - Dijo fijándose en el oso que había aparecido cerca de ellos. Era gigantesco, aunque no llegaba a ser ni la mitad de alto que la chica estirada. Aun así, era como unas cuatro o cinco veces la altura del pelinegro, por lo que recordó que en aquella isla se podían dar casos de animales y bestias con un sobrecrecimiento exagerado.
La chica intentó ahuyentarle con un grito, pero eso únicamente hizo más que enfadarlo. El gran oso pardo alzó sus garras, rugiendo y alzándose sobre sus dos patas traseras, mostrando los colmillos a la pareja de marine y pirata que se habían encontrado aquel día y que estaban viajando juntos. Poniéndose de pie en el hombro de la chica, el pelinegro alzó la mano derecha. Esta comenzó a emanar una sustancia negra, característica del poder de su Akuma No Mi. Colocando la mano hacia delante, varias "bolas" de dicha sustancia salieron disparadas de su mano hacia donde se encontraba la bestia. Impactaron contra sus miembros principales, mostrándose pegajosas y anclándole al suelo. Las cuatro bolas de sustancia oscura habían resultado tener la intención de apresar al oso como si de cadenas se tratasen, dejándolo rugir todo lo que quisiera. Mientras tanto, Rayder le decía a la chica:
- Puede que parezcamos frágiles por ser más pequeños que los gigantes, pero hasta la más pequeña hormiga puede enfrentarse a una bestia, querida - Dijo, cerrando su puño derecho. La sustancia oscura que había apresado al oso se cerró entorno a él, creando una pared circular que no lo dejaría escapar. El depredador había resultado ser la presa.
- Vaya, tenemos un nuevo compañero, Arabel - Dijo fijándose en el oso que había aparecido cerca de ellos. Era gigantesco, aunque no llegaba a ser ni la mitad de alto que la chica estirada. Aun así, era como unas cuatro o cinco veces la altura del pelinegro, por lo que recordó que en aquella isla se podían dar casos de animales y bestias con un sobrecrecimiento exagerado.
La chica intentó ahuyentarle con un grito, pero eso únicamente hizo más que enfadarlo. El gran oso pardo alzó sus garras, rugiendo y alzándose sobre sus dos patas traseras, mostrando los colmillos a la pareja de marine y pirata que se habían encontrado aquel día y que estaban viajando juntos. Poniéndose de pie en el hombro de la chica, el pelinegro alzó la mano derecha. Esta comenzó a emanar una sustancia negra, característica del poder de su Akuma No Mi. Colocando la mano hacia delante, varias "bolas" de dicha sustancia salieron disparadas de su mano hacia donde se encontraba la bestia. Impactaron contra sus miembros principales, mostrándose pegajosas y anclándole al suelo. Las cuatro bolas de sustancia oscura habían resultado tener la intención de apresar al oso como si de cadenas se tratasen, dejándolo rugir todo lo que quisiera. Mientras tanto, Rayder le decía a la chica:
- Puede que parezcamos frágiles por ser más pequeños que los gigantes, pero hasta la más pequeña hormiga puede enfrentarse a una bestia, querida - Dijo, cerrando su puño derecho. La sustancia oscura que había apresado al oso se cerró entorno a él, creando una pared circular que no lo dejaría escapar. El depredador había resultado ser la presa.
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Ara - ¡¡¡¡Wuauuuu!!!! ¡Es sorprendente, no me había tocado ver algo así!.
Mientras arabel saltaba de la emoción y alegria, se cuarteo el barranco, y resvalo, al ver que caia tubo dos reacciones inmediatas, Proteger a Rayder y a los bandidos de su cintura. Con la mano izquierda tomo a Rayder protegiendo del impacto. Mientras que con la mano derecha tomo la bolsa y extendió ambas manos al aire, chocando en el suelo cayendo sobre algunos arboles y rocas, como un tremendo costal.
Ara - aa aa aa... eso dolio, *dejando a Rayder sobre el suelo, y colocando a los bandidos en el otro extremo mientras se frotaba*, esto merece una canción. Jaja , mientras comenzó a entonar, cada vez con una voz mas potente.
Exponiéndote a la gente,
presumiendo por ahí,
no me quedo indiferente,
no me quedo en mi isla.
Reina de espectros ausentes,
séquito de fantasmas,
en palacios de granito,
con trono en un palco noble.
Con alertas oficiales,
a todos los militares que trabajen para ti.
Con tu ejercito en el aire,
porque ahora empieza mi ataque
y no me importa sufrir.
Ya no respeto tu pena,
ni me quedo en la frontera
ni me canso de escribir.
Fuego abierto al objetivo,
ya lo tengo decidido,
nadie lo va a hacer por mi.
Empezó la guerra por mi amor,
el tiempo de la anarquía empieza con algo gris.
Mis bombas serán palabras
la metralla mis espadas.
Mis granadas son brazos
mi lengua será un misil.
Ya no respeto tu pena,
ni me quedo en la frontera
ni me canso de escribir.
Fuego abierto al objetivo,
ya lo tengo decidido,
nadie lo va a hacer por mi.
Empezó la guerra por mi amor,
el tiempo de la anarquía empieza con algo gris.
Ara - Es asombroso estoy decidida.
* Arabell se levanta y sacude, toma la bolsa de bandidos y las coloca en una area alta y bien sujeta a un árbol, después se queda viendo a ray y toma cruza sus brazos, toma ambas espadas y las esgrime*
Ara - Ten un duelo conmigo. * su mirada esta enfocada sobre Rayder, se nota como una de sus manos que toma la espada esta temblando, pero su rostro expresa emoción, tiene una gran sonrisa, Sus cejas están levantadas, su cabello se extiende detrás de ella por las ráfagas de viento que impactan a la montaña* Inicia cuando quieras.
Mientras arabel saltaba de la emoción y alegria, se cuarteo el barranco, y resvalo, al ver que caia tubo dos reacciones inmediatas, Proteger a Rayder y a los bandidos de su cintura. Con la mano izquierda tomo a Rayder protegiendo del impacto. Mientras que con la mano derecha tomo la bolsa y extendió ambas manos al aire, chocando en el suelo cayendo sobre algunos arboles y rocas, como un tremendo costal.
Ara - aa aa aa... eso dolio, *dejando a Rayder sobre el suelo, y colocando a los bandidos en el otro extremo mientras se frotaba*, esto merece una canción. Jaja , mientras comenzó a entonar, cada vez con una voz mas potente.
Exponiéndote a la gente,
presumiendo por ahí,
no me quedo indiferente,
no me quedo en mi isla.
Reina de espectros ausentes,
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con trono en un palco noble.
Con alertas oficiales,
a todos los militares que trabajen para ti.
Con tu ejercito en el aire,
porque ahora empieza mi ataque
y no me importa sufrir.
Ya no respeto tu pena,
ni me quedo en la frontera
ni me canso de escribir.
Fuego abierto al objetivo,
ya lo tengo decidido,
nadie lo va a hacer por mi.
Empezó la guerra por mi amor,
el tiempo de la anarquía empieza con algo gris.
Mis bombas serán palabras
la metralla mis espadas.
Mis granadas son brazos
mi lengua será un misil.
Ya no respeto tu pena,
ni me quedo en la frontera
ni me canso de escribir.
Fuego abierto al objetivo,
ya lo tengo decidido,
nadie lo va a hacer por mi.
Empezó la guerra por mi amor,
el tiempo de la anarquía empieza con algo gris.
Ara - Es asombroso estoy decidida.
* Arabell se levanta y sacude, toma la bolsa de bandidos y las coloca en una area alta y bien sujeta a un árbol, después se queda viendo a ray y toma cruza sus brazos, toma ambas espadas y las esgrime*
Ara - Ten un duelo conmigo. * su mirada esta enfocada sobre Rayder, se nota como una de sus manos que toma la espada esta temblando, pero su rostro expresa emoción, tiene una gran sonrisa, Sus cejas están levantadas, su cabello se extiende detrás de ella por las ráfagas de viento que impactan a la montaña* Inicia cuando quieras.
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Mientras que el oso estaba encerrado en la prisión de sustancia oscura creada por el pelinegro, la chica gigante no hacía otra cosa más que reír. ¿Sus palabras le habían hecho gracia? Fue contagioso, así que el espadachín también empezó a soltar carcajadas sin ton ni son, llevándose una mano a la boca para ocultar la risa que salía por sus fauces. Sin embargo, algo imprevisto ocurrió, pues los movimientos de Arabel hicieron que su cuerpo resbalase del barranco, cayendo hacia el suelo. Tomando con su gran mano el pequeño cuerpo de Rayder, le protegió de la caída de veinte metros que podría haberle matado perfectamente. "Vaya, sí que viven al límite los gigantes", pensó el pelinegro. Notó el fuerte golpe cuando la mano de la chica chocó contra el suelo, mas luego se sintió libre en cuando sus dedos aflojaron y retiraron su agarre. Salió rodando hacia el exterior, mientras que apoyaba sus manos y sus rodillas para levantarse apropiadamente. Una vez que su espalda estuvo totalmente erguida pasó sus manos por los ropajes, con el objetivo de quitar la posible suciedad o arena que se hubieran pegado a dicha vestimenta. Tras darse unos cuantos toquecitos, se rascó el cuero cabelludo con su mano izquierda, mientras mostraba una expresión cansada. Un nuevo bostezo surcó el ambiente por parte del pirata, que miraba cómo la gran chica se levantaba y desenfundaba sus dos espadas tras colgar de un árbol a los criminales que había capturado anteriormente. Quería pelear.
- De acuerdo señorita. No soy quién para decirle que "no" a una mujer, así que pelearé con usted - Dijo agarrando las tres fundas de sus espadas con la mano derecha, mientras que desenfundaba únicamente una de ellas con la mano contraria. La elegida había sido Kashu, su Ryo Wazamono y regalo de un buen amigo. El filo brilló como si de un fulgor se tratase cuando fue desenfundada, notándose que estaba más que preparada para bloquear las posibles embestidas de la chica. - Aunque debo decirte que tendrás que estar muy atenta. Golpear a un objetivo tan pequeño con tus grandes espadas será una enmienda dificultosa, ¿no crees? - Comentó con una media sonrisa en sus labios, blandiendo el arma con la mano derecha tras pasársela de una a otra.
Así, el pelinegro pirata se posicionó delante de la chica, de manera que los dos quedasen enfrentados. La mirada agradable de Rayder se transformó en una mucho más seria, intimidante y dura. Cambiaba radicalmente cuando se trataba de una pelea, mostrándose frío y calculador. Dio la vuelta a su espada para atacar con la parte no cortante, así al menos no heriría a la chica, pero sí podría defenderse. Sus orbes incoloros eran fieros, como los de un depredador. Y moviendo su mano derecha con rapidez, lanzó una onda cortante de unos cinco metros de alto por dos de ancho, que recorrió la distancia que separaba a ambos combatientes. El objetivo era claro, golpear a la chica. El poder adoptó un color oscuro con tonos azulados, y las partículas vibraban con fuerza en el aire. Todo lo que encontró en su camino se cortaba, y pronto iría a darle una calurosa bienvenida a Arabel.
- En guardia, señorita. Esto no ha hecho nada más que empezar - Mostrando una sádica sonrisa, poniéndose en guardia y esperando la respuesta de la marine.
- De acuerdo señorita. No soy quién para decirle que "no" a una mujer, así que pelearé con usted - Dijo agarrando las tres fundas de sus espadas con la mano derecha, mientras que desenfundaba únicamente una de ellas con la mano contraria. La elegida había sido Kashu, su Ryo Wazamono y regalo de un buen amigo. El filo brilló como si de un fulgor se tratase cuando fue desenfundada, notándose que estaba más que preparada para bloquear las posibles embestidas de la chica. - Aunque debo decirte que tendrás que estar muy atenta. Golpear a un objetivo tan pequeño con tus grandes espadas será una enmienda dificultosa, ¿no crees? - Comentó con una media sonrisa en sus labios, blandiendo el arma con la mano derecha tras pasársela de una a otra.
Así, el pelinegro pirata se posicionó delante de la chica, de manera que los dos quedasen enfrentados. La mirada agradable de Rayder se transformó en una mucho más seria, intimidante y dura. Cambiaba radicalmente cuando se trataba de una pelea, mostrándose frío y calculador. Dio la vuelta a su espada para atacar con la parte no cortante, así al menos no heriría a la chica, pero sí podría defenderse. Sus orbes incoloros eran fieros, como los de un depredador. Y moviendo su mano derecha con rapidez, lanzó una onda cortante de unos cinco metros de alto por dos de ancho, que recorrió la distancia que separaba a ambos combatientes. El objetivo era claro, golpear a la chica. El poder adoptó un color oscuro con tonos azulados, y las partículas vibraban con fuerza en el aire. Todo lo que encontró en su camino se cortaba, y pronto iría a darle una calurosa bienvenida a Arabel.
- En guardia, señorita. Esto no ha hecho nada más que empezar - Mostrando una sádica sonrisa, poniéndose en guardia y esperando la respuesta de la marine.
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Arabel al ver semejante onda, sabia de lo peligroso que podría ser, parecía un corte como los que propinaban los mejores gigantes espadachines, al menos los que aun seguían en la isla. Tomo sus espadas gruesas les dio la función por las que fueron manufacturadas, para defenderse. Coloco una de las espadas contra el barranco enterrando la punta, para ofrecer un mayor soporte, desconocía el poder del impacto, así que no se fue con rodeos coloco la segunda espada en forma perpendicular a la otra espada y con una ligera inclinación de 75º Coloco su peso, detrás de las hojas de su espada, así podría recibir de lleno tal terrible corte, y de paso cerciorarse del poder del mismo.
El impacto fue estruendoso, Pero fue mas ligero que un impacto de bala, dada la seriedad con la que veia a arabel midió una primer instancia su poder, al menos deveria ese hombre de ser capaz de generar el doble de poder de una bala de cañon, algo terrible. por que no solo es una onda cortante, si no que realmente si se pone serio, podría cortarla a distancia de manera seria. Pero de momento era como un juego, estaba bien no existían intenciones mas que de cruzar espadas.
Después de recibir el impacto, sabia que seria un problema atacarle, mas que nada por que tenia toda la razón, su tamaño era un terrible problema, mas en un bosque, no buscaba destruir el lugar, o no al menos todo, así que llevaríamos esto a una zona donde tenga menos movilidad. Al cielo. Patee con fuerza la espada buscando lanzar un buen pedazo de roca desde el acantilado hacia Rayder. Mientras que se acercaba la roca hacia su adversario, arabel enterro ambas espadas en el suelo, tomo el acantilado como una pequeña barda, para tomar vuelo y caer sobre sus espadas colocadas en angulo, la idea era simple trozar un pedazo del terreno. y levantarlo al aire.
Se escucho un fuerte y estruendoso sonido, la gran roca se precipitaba pero el pequeño espadachín lo veia como un juego de pelota, solo que sintió un gran movimiento en el piso por el movimiento de la gigante, la roca pronto impacto de manera subita sobre el suelo, como si la gravedad aumentara de repente, y giraba hacia el.el viento era implacable, las corrientes de aire iban hacia abajo, cuando miro rapidamente de reojo, todo el horizonte se alejaba y desaparecia se convertia en cielo.
Mientras que arabel, lo que hizo fue desprender un pedazo del suelo , lo levanto y arrojo con todas sus fuerzas hacia arriba.Arabel corrió con fuerza y con ayuda de su mano apoyada sobre el acantilado, lo salto, se incorporo, y salto aun mas en dirección a el pedazo de roca al cielo, después tomo su espada con ambas manos y espero a que coincidieran, lanzaba un fuerte impacto, en dirección al sur. Queria moverlo de un terreno de combate desventajoso, para ella, y pasar a ser uno favorable para ella, apuntaba hacia el oceano. La zona montañosa era un peligro. No le extrañan esas palabras resonantes que menciono en algún momento de su nuevo amigo, "He matado a mucho de los tuyos".
Ara - (Vaya que lo creo eres un pirata formidable, es una suerte para mi no tener ordenes de aprender, al menos aun no) *mostraba una sonrisa como si se tratase de un manjar el que comia*
Seguramente si era un pirata, ya que su habilidad respaldaba todo lo que menciono, pero Arabel no luchaba por justicia, o por llevarlo a prisión, ni por ninguna convicción aprendida en la Marina. Luchaba por todas las convicciones de su isla natal Elbaf. La sangre le ardia de pensar que seres tan pequeños podrían ser tan poderosos. Solo le hacia palpitar mas el corazón, por que si ellos podrían ser tan poderosos, tan agiles, que no podría alcanzar a ser yo, solo habla del largo camino que necesito recorrer. La espada se movia con total seguridad, la fuerza inmensa con la que se desplazaba podría hacer pura un castillo de granito, incluso sin usar el filo, su estilo de combate no mostraba que fuera una espadachín que buscara cortar a sus adversarios, si no inutilizarlos. Rayder podia percibir la intención de Arabel de quedar a corto alcance, las espadas eran una mera herramienta de defensa, no un instrumento de combate, por que ella en si misma lo era. Pero su habilidad utilizando ambas espadas, no era torpe, sabia donde y como moverlas para darle ventaja en las situaciones, como hacer cortes, para hacer uso del entorno a su favor. Buscaba organizar el lugar del combate a manera que tuviera una ventaja un impacto psicologico y fisico, algo que no importaba mucho, pero ir al oceano si que seria uno y grande considerando que es usuario del diablo.
El impacto fue estruendoso, Pero fue mas ligero que un impacto de bala, dada la seriedad con la que veia a arabel midió una primer instancia su poder, al menos deveria ese hombre de ser capaz de generar el doble de poder de una bala de cañon, algo terrible. por que no solo es una onda cortante, si no que realmente si se pone serio, podría cortarla a distancia de manera seria. Pero de momento era como un juego, estaba bien no existían intenciones mas que de cruzar espadas.
Después de recibir el impacto, sabia que seria un problema atacarle, mas que nada por que tenia toda la razón, su tamaño era un terrible problema, mas en un bosque, no buscaba destruir el lugar, o no al menos todo, así que llevaríamos esto a una zona donde tenga menos movilidad. Al cielo. Patee con fuerza la espada buscando lanzar un buen pedazo de roca desde el acantilado hacia Rayder. Mientras que se acercaba la roca hacia su adversario, arabel enterro ambas espadas en el suelo, tomo el acantilado como una pequeña barda, para tomar vuelo y caer sobre sus espadas colocadas en angulo, la idea era simple trozar un pedazo del terreno. y levantarlo al aire.
Se escucho un fuerte y estruendoso sonido, la gran roca se precipitaba pero el pequeño espadachín lo veia como un juego de pelota, solo que sintió un gran movimiento en el piso por el movimiento de la gigante, la roca pronto impacto de manera subita sobre el suelo, como si la gravedad aumentara de repente, y giraba hacia el.el viento era implacable, las corrientes de aire iban hacia abajo, cuando miro rapidamente de reojo, todo el horizonte se alejaba y desaparecia se convertia en cielo.
Mientras que arabel, lo que hizo fue desprender un pedazo del suelo , lo levanto y arrojo con todas sus fuerzas hacia arriba.Arabel corrió con fuerza y con ayuda de su mano apoyada sobre el acantilado, lo salto, se incorporo, y salto aun mas en dirección a el pedazo de roca al cielo, después tomo su espada con ambas manos y espero a que coincidieran, lanzaba un fuerte impacto, en dirección al sur. Queria moverlo de un terreno de combate desventajoso, para ella, y pasar a ser uno favorable para ella, apuntaba hacia el oceano. La zona montañosa era un peligro. No le extrañan esas palabras resonantes que menciono en algún momento de su nuevo amigo, "He matado a mucho de los tuyos".
Ara - (Vaya que lo creo eres un pirata formidable, es una suerte para mi no tener ordenes de aprender, al menos aun no) *mostraba una sonrisa como si se tratase de un manjar el que comia*
Seguramente si era un pirata, ya que su habilidad respaldaba todo lo que menciono, pero Arabel no luchaba por justicia, o por llevarlo a prisión, ni por ninguna convicción aprendida en la Marina. Luchaba por todas las convicciones de su isla natal Elbaf. La sangre le ardia de pensar que seres tan pequeños podrían ser tan poderosos. Solo le hacia palpitar mas el corazón, por que si ellos podrían ser tan poderosos, tan agiles, que no podría alcanzar a ser yo, solo habla del largo camino que necesito recorrer. La espada se movia con total seguridad, la fuerza inmensa con la que se desplazaba podría hacer pura un castillo de granito, incluso sin usar el filo, su estilo de combate no mostraba que fuera una espadachín que buscara cortar a sus adversarios, si no inutilizarlos. Rayder podia percibir la intención de Arabel de quedar a corto alcance, las espadas eran una mera herramienta de defensa, no un instrumento de combate, por que ella en si misma lo era. Pero su habilidad utilizando ambas espadas, no era torpe, sabia donde y como moverlas para darle ventaja en las situaciones, como hacer cortes, para hacer uso del entorno a su favor. Buscaba organizar el lugar del combate a manera que tuviera una ventaja un impacto psicologico y fisico, algo que no importaba mucho, pero ir al oceano si que seria uno y grande considerando que es usuario del diablo.
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La batalla comenzaba de la mano del pelinegro, lanzando una gran onda cortante con el reverso de su espada. No quería hacer daño a la chica, ni ocasionarle ninguna cicatriz que pudiera quedar impresa de por vida en su cuerpo, así que atacaría con la parte lisa de su arma. Dicha onda atravesó la distancia que separaba a los dos combatientes, encontrándose finalmente con las espadas de la chica, que colocadas en un buen ángulo defensivo, consiguieron bloquear tal ataque. Por su parte, el pelinegro mostró una sonrisa de complicidad, aquel primer intento de ataque no había sido nada más que una prueba para observar el potencial de la chica, y ahora lo tenía claro. "Tendré que andarme con cuidado si no quiero que este sea mi último día de pirata", pensó para sí mismo el ex-noble, que con su mano libre desenvainaba la segunda de sus tres espadas. Ahora sí, con una en cada mano y el reverso mirando hacia delante, podría desenvolverse mucho mejor contra su oponente, la cuál empezaba a planear su movimiento. Por tanto, Rayder tomó sus armas y esperó pacientemente a que la chica se lanzara a por él, mas la sorpresa le sacudió extrañamente. Arabel partió en dos el acantilado con su tremenda fuerza y sus espadones, trinchándolo como si fuera una pelota algo fácil de lanzar. Instantes más tardes, la disparó contra el pequeño humano como si fuera una bala.
- Hmm ... No está mal - Comentó el pirata, dando unos pasos hacia adelante y empleando sus dos espadas para lanzar un corte en X. Dos nuevas ondas salieron de tales armas, cortando el trozo de roca gigantesco en cuatro partes. Solo fue cuestión de moverse ágilmente para que ninguno de ellos le diera. - ¿Qué va a ser lo próxima que vas a ... - Fue a preguntar, pero se vio sorprendido porque la gigante se encontraba muy cerca de él, con la intención de lanzar una fuerte estocada horizontal. Con la fuerza que tenía Arabel, un simple golpe de esos podría llevarlo al mar de inmediato, así que no podía permitirse el lujo de aquello. No es que el mar fuera uno de sus terribles miedos, pues con el tiempo había aprendido a evitarlo como quería, sino porque la chica podría ganar más confianza, y eso no era bueno.
Así que transmitiendo su poder del Busoushoku Haki a las dos armas, las hizo mucho más resistentes. Levantándolas hacia la zona de donde venía la trayectoria del ataque de la chica, interpuso sus dos espadas con el objetivo de bloquear el ataque. Los filos se encontraron, las chispas saltaron e incluso el pelinegro se movió unos cuántos metros de lado, debido a la fuerza de empuje que la chica realizaba sobre él. Mas no salió lanzado, puesto que había frenado la mayor parte de la fuerza de la gigante. Allí, con las espadas enfrentadas, el pelinegro sonrió. "Ahora es mi turno", se dijo para sí mismo, mientras que algo extraño comenzaba a pasar con su cuerpo. A partir de sus hombros empezaron a emanar varias bolas de sustancia oscura, al igual que las que habían atrapado al oso recientemente. Estas se dispararon en grupos de cinco hacia la chica, en concreto hacia su cara. Las bolas no eran nada afiladas, sino rendondas. Un impacto de ellas podría ocasionar algún hematoma o moratón, pero ninguna cicatriz. Así, las bolas salieron despedidas contra la chica a una rauda velocidad. Mientras tanto, Rayder empleaba toda su fuerza para contener el ataque de la chica, hasta que finalmente se vio incapacitado para seguir aguantando y saltó por encima de las espadas, de forma que el filo pasase por debajo de él debido a la fuerza que seguía imprimiendo Arabel. ¿Cómo haría la chica para moverse rápidamente y esquivar cerca de unas treinta o cuarenta bolas negras? Su Akuma No Mi podía ser letal si sabía cómo usarla, pero hasta el momento la situación no era más que un juego de niños.
- Hmm ... No está mal - Comentó el pirata, dando unos pasos hacia adelante y empleando sus dos espadas para lanzar un corte en X. Dos nuevas ondas salieron de tales armas, cortando el trozo de roca gigantesco en cuatro partes. Solo fue cuestión de moverse ágilmente para que ninguno de ellos le diera. - ¿Qué va a ser lo próxima que vas a ... - Fue a preguntar, pero se vio sorprendido porque la gigante se encontraba muy cerca de él, con la intención de lanzar una fuerte estocada horizontal. Con la fuerza que tenía Arabel, un simple golpe de esos podría llevarlo al mar de inmediato, así que no podía permitirse el lujo de aquello. No es que el mar fuera uno de sus terribles miedos, pues con el tiempo había aprendido a evitarlo como quería, sino porque la chica podría ganar más confianza, y eso no era bueno.
Así que transmitiendo su poder del Busoushoku Haki a las dos armas, las hizo mucho más resistentes. Levantándolas hacia la zona de donde venía la trayectoria del ataque de la chica, interpuso sus dos espadas con el objetivo de bloquear el ataque. Los filos se encontraron, las chispas saltaron e incluso el pelinegro se movió unos cuántos metros de lado, debido a la fuerza de empuje que la chica realizaba sobre él. Mas no salió lanzado, puesto que había frenado la mayor parte de la fuerza de la gigante. Allí, con las espadas enfrentadas, el pelinegro sonrió. "Ahora es mi turno", se dijo para sí mismo, mientras que algo extraño comenzaba a pasar con su cuerpo. A partir de sus hombros empezaron a emanar varias bolas de sustancia oscura, al igual que las que habían atrapado al oso recientemente. Estas se dispararon en grupos de cinco hacia la chica, en concreto hacia su cara. Las bolas no eran nada afiladas, sino rendondas. Un impacto de ellas podría ocasionar algún hematoma o moratón, pero ninguna cicatriz. Así, las bolas salieron despedidas contra la chica a una rauda velocidad. Mientras tanto, Rayder empleaba toda su fuerza para contener el ataque de la chica, hasta que finalmente se vio incapacitado para seguir aguantando y saltó por encima de las espadas, de forma que el filo pasase por debajo de él debido a la fuerza que seguía imprimiendo Arabel. ¿Cómo haría la chica para moverse rápidamente y esquivar cerca de unas treinta o cuarenta bolas negras? Su Akuma No Mi podía ser letal si sabía cómo usarla, pero hasta el momento la situación no era más que un juego de niños.
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Arabel no daba credito a lo que veia, se poder era inmenso, Al notar el contraataque de su adversario. Paso a usar su estilo de lucha de espadachín, lejos de ser uno ofensivo, era uno defensivo, buscando abrir guardias y acercarse, así que coloco la gran espada frente a ella, formando un muro de acero, en la que recibió los impactos. EL poder era mucho mas inferior que el de los cortez. Lo que podia significar dos cosas, o ese poder extraño lo utiliza de manera utilitaria, o bien se contiene nuevamente. Que no importa cual camino sea, ambos son peligrosos, ya que e defendido con mi arma, y bien podría intentar capturarme a partir de eso, o solo hacia el tonto. No importa cual fuese el sentido esa arma estaba perdida. Después de cubrir los impactos, levanto esa espada, la giro y enterro en el acantilado. Dejando aun lado una de sus defensas. Mientras tanto el corte el cual su contrincante esquivo seguia su curso sin oposición, devia redireccionar su combate pero detenerlo tomaria tiempo, y su adversario aparte de ser agil, era fuerte, facilmente podría cortarle la cabeza, si llevara tal intención. Así que enterro en el suelo su espada con esa fuerza, y la uso el mango como un tubo para girar y dirigir una patada, poco antes de acertarla le recorrió una sensación terrible, algo malo pasaria, intento percatarse de su adversario pero no alcanzaba a verle por su posición, así que detuvo el ataque y giro en si misma tomando al menos unos 50 metros de distancia, con la espada ancha en forma vertical cubriendo sus partes vitales, no sucedió nada, pero miraba a su adversario. Quieto y sonriente.
Arabel en ese instante dio una sutil mirada a su entorno, y pensamientos fugazes comenzaron a recorrerla. al mirar el rostro de arabel palideció, sus ojos se tornaron rojos, y comenzó a llorar, se inclino sobre si misma y dijo fuerte y claramente:
Ara - Desisto no puedo continuar, tu ganas.
El echo es que su mente era un descontrol total. El paisaje que tenia en su entorno eran facilmente mas de 600 metros cuadrados, de vegetación echa añicos, animales muertos, seres vivos sin hogar y alimento. Todo por dejarse llevar en una lucha injustificada. No podia existir algo mas arriba que proteger a los demás.
Ara - Vivir para servir, servir para vivir. *gritaba desconsoladamente una y otra vez*
Arabel sabia que al rendirse frente a un adversario, significaba deshonrarlo.Ya que la manera de ganar solo puede ser por que el adversario no pueda levantarse, este vivo o muerto. Y ella incumplió esto y merecia morir. Otra razón menos importante es que su adversario la superaba, solo jugaba. El resultado seria el mismo. Pero la destrucción seria mayor.
Arabel en ese instante dio una sutil mirada a su entorno, y pensamientos fugazes comenzaron a recorrerla. al mirar el rostro de arabel palideció, sus ojos se tornaron rojos, y comenzó a llorar, se inclino sobre si misma y dijo fuerte y claramente:
Ara - Desisto no puedo continuar, tu ganas.
El echo es que su mente era un descontrol total. El paisaje que tenia en su entorno eran facilmente mas de 600 metros cuadrados, de vegetación echa añicos, animales muertos, seres vivos sin hogar y alimento. Todo por dejarse llevar en una lucha injustificada. No podia existir algo mas arriba que proteger a los demás.
Ara - Vivir para servir, servir para vivir. *gritaba desconsoladamente una y otra vez*
Arabel sabia que al rendirse frente a un adversario, significaba deshonrarlo.Ya que la manera de ganar solo puede ser por que el adversario no pueda levantarse, este vivo o muerto. Y ella incumplió esto y merecia morir. Otra razón menos importante es que su adversario la superaba, solo jugaba. El resultado seria el mismo. Pero la destrucción seria mayor.
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Las bolas de sustancia oscura se dirigían con rapidez hacia el cuerpo de Arabel, mas esta fue capaz de reaccionar con el tiempo suficiente como para interponer su espada entre el ataque y ella misma. Bloqueó todas las bolas, que se deshicieron al contacto con el frío metal, mientras que el pelinegro mostraba una sonrisa en la posición en que se encontraba, tomando sus espadas con las dos manos y esperando el próximo ataque de la gigante. Esta se preparó para lanzar una fuerte patada de brutalidad infinita hacia el chico, pero una sorpresa ocurrió. En el momento en que debería haber pateado al chico, su pierna quedó quieta a escasos metros de Rayder, parada sin ningún motivo. ¿Acaso se había arrepentido de comenzar aquella pelea? Pronto retiró su pierna, alejándose del pirata y sollozando como si lo hubiera perdido todo en esta vida. Dijo de no seguir con el combate, que para ella ya había termina do. Lloró mascullando que había que vivir para servir, mientras que el pelinegro daba un vistazo a su alrededor y se daba cuenta de que el terreno había sido "gratamente" destruido por ambos. "Vaya, sí que la hemos liado en grande", pensaba mientras que sus ojos incoloros echaban otro vistazo a todo lo que le rodeaba. Sin más, enfundó sus dos armas con una velocidad y exactitud perfectas, dejándolas reposar en sus fundas en la parte derecha de la cadera del chico. Una vez que estuvo completamente relajado, miró a Arabel. En cierto modo, le daba un poco de pena que estuviera llorando de esa forma.
- ¡¡Arabel-chwan!! No llores más - Dijo mientras que empezaba a correr hacia su posición. Le daba igual que se hubiera retirado, aquello había sido un combate y la chica lo había dado todo. Pero no tenía que sentirse mal porque un minúsculo humano hubiera podido igualarla. El mundo era difícil, y había muchas cosas que escapaban al entendimiento del razonamiento humano. - Las chicas están más guapas con una sonrisa en sus caras, así que deja esas lágrimas de lado y muéstrame esa dulce línea de felicidad en tu boca - Dando una palmada cómica para que la chica se riera un poco. No soportaba ver a una mujer triste, puesto que desde pequeño ellas habían sido su único mundo y su razón para vivir. Y ver en aquel estado a la gigante le hacía sentirse mal por dentro, como una enfermedad que no podía curar.
Así que caminó hasta quedar a un metro de ella, más bien de su gran pie. Empleando su canalización de energía por todo su cuerpo, separó sus pies del suelo y comenzó a levitar. Transfiriendo un poco más de energía constantemente, empezó a volar hacia arriba. Sí, era capaz de hacerlo, aunque muy pocas veces lo realizaba. Pero subir unos veinte metros a saltos era imposible para él, así que prefirió hacerlo de esta forma. Moviéndose a gran velocidad, consiguió llegar hasta la altura de la cabeza de Arabel, concretamente un poco más abajo. Redirigiendo sus movimientos, se posó con gracia y suavidad en el hombro derecho de esta, al igual que cuando ella lo había tomado para que caminasen juntos. No solo porque desde allí podría oírle mejor, sino porque también podría comunicarse de una forma más íntima con ella. Cruzando sus brazos por delante del cuerpo, el pelinegro tuvo que hacer alusión de lo que había oído sobre los gigantes para quitar el llanto de los ojos de la chica, así que empezó diciendo:
- Había oído que los gigantes eran luchadores natos, eso no lo niego, puesto que me has forzado a usar un poder especial que pocas veces utilizo. Pero lo que no sabía es que lloráseis por esto - Acercándose hacia su cuello, acariciándolo con cuidado, como si le estuviera diciendo que no iba a pasar nada malo. - Tranquilízate, señorita. No todo siempre sale como queremos, pero es un buen punto para motivarnos a mejorar, ¿no crees? - Sonrió y entrecerró los ojos, para luego esperar la respuesta de la chica.
- ¡¡Arabel-chwan!! No llores más - Dijo mientras que empezaba a correr hacia su posición. Le daba igual que se hubiera retirado, aquello había sido un combate y la chica lo había dado todo. Pero no tenía que sentirse mal porque un minúsculo humano hubiera podido igualarla. El mundo era difícil, y había muchas cosas que escapaban al entendimiento del razonamiento humano. - Las chicas están más guapas con una sonrisa en sus caras, así que deja esas lágrimas de lado y muéstrame esa dulce línea de felicidad en tu boca - Dando una palmada cómica para que la chica se riera un poco. No soportaba ver a una mujer triste, puesto que desde pequeño ellas habían sido su único mundo y su razón para vivir. Y ver en aquel estado a la gigante le hacía sentirse mal por dentro, como una enfermedad que no podía curar.
Así que caminó hasta quedar a un metro de ella, más bien de su gran pie. Empleando su canalización de energía por todo su cuerpo, separó sus pies del suelo y comenzó a levitar. Transfiriendo un poco más de energía constantemente, empezó a volar hacia arriba. Sí, era capaz de hacerlo, aunque muy pocas veces lo realizaba. Pero subir unos veinte metros a saltos era imposible para él, así que prefirió hacerlo de esta forma. Moviéndose a gran velocidad, consiguió llegar hasta la altura de la cabeza de Arabel, concretamente un poco más abajo. Redirigiendo sus movimientos, se posó con gracia y suavidad en el hombro derecho de esta, al igual que cuando ella lo había tomado para que caminasen juntos. No solo porque desde allí podría oírle mejor, sino porque también podría comunicarse de una forma más íntima con ella. Cruzando sus brazos por delante del cuerpo, el pelinegro tuvo que hacer alusión de lo que había oído sobre los gigantes para quitar el llanto de los ojos de la chica, así que empezó diciendo:
- Había oído que los gigantes eran luchadores natos, eso no lo niego, puesto que me has forzado a usar un poder especial que pocas veces utilizo. Pero lo que no sabía es que lloráseis por esto - Acercándose hacia su cuello, acariciándolo con cuidado, como si le estuviera diciendo que no iba a pasar nada malo. - Tranquilízate, señorita. No todo siempre sale como queremos, pero es un buen punto para motivarnos a mejorar, ¿no crees? - Sonrió y entrecerró los ojos, para luego esperar la respuesta de la chica.
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Arabel sentia una profunda tristeza, noto que su nuevo amigo se acerco e intentaba consolarla. Pero El no entendia debía explicarse. Entre sollozos comenzó a articular palabras sin sentido hasta que estas cobraron forma. Y podían entenderse, tambien es gracias a la clama que gana, un dulce aroma de la jungla por la resina esta impregnando el aire mas y mas, hasta que uno se siente embelesado, por el olor de un incienso tropical fresco.
Ara - Tienes razón, debo sonreír. La alegria es contagiosa y siempre logra descubrir una solución, donde la logica solo encuentra una explicación para el error. *con una sonrisa un poco fingida* No me siento mal por la lucha ya sabia y entendia que hay muchos mas fuertes que yo. Lo que me duele es que me deje llevar por mi sentimiento por, ese hervir de sangre, de desear un combate. Esa sangre gigante justamente que me impulsa a desear destrucción. Mira el lugar, debí haver exterminado, muchas casas de animales, muchas plantas, comida. Pero bien lo mencionas no hay mal que por bien no venga. Eres muy interesante con tu estilo de ........ ¡¡¡¡¡¿¿Pero que demonios estas flotando??!!!!! Como es que , pero , ¿cuando?, eres un ser de lo mas raro.
Arabel después de un poco de reflexionar y relajarse, sabia que debía hacer, cada uno es responsable de sus actos y ella produjo este desorden.
Ara - Bien pues e echo este desastre así que debo buscar los coditos, y arreglar este lado del bosque, tambien si hay bandidos creo que después de este alboroto, estarán muy ocultos. Así que me dare al deber de intentar dejar esto como lo encontre, con arboles vivos, a al menos me esforzare lo mejor posible. Se que no puedo dejarlo igual, pero puedo propiciar el orden, para que algún momento lo este.
Así que Arabel, se puso a recoger y limpia el area, con la cautela que mas podia, ya que no queria lastimar mas, comenzó a hacer agujeros enterrando su dedo contra la tierra, de esa forma dejaba un agujero, para poner los coditos, era complicado y la mayoría de los coditos, no se quedaban en pie rectos, dado su tamaño, y la finesa con la que se debían colocar las cosas, le era complicado.
Ara - Tienes razón, debo sonreír. La alegria es contagiosa y siempre logra descubrir una solución, donde la logica solo encuentra una explicación para el error. *con una sonrisa un poco fingida* No me siento mal por la lucha ya sabia y entendia que hay muchos mas fuertes que yo. Lo que me duele es que me deje llevar por mi sentimiento por, ese hervir de sangre, de desear un combate. Esa sangre gigante justamente que me impulsa a desear destrucción. Mira el lugar, debí haver exterminado, muchas casas de animales, muchas plantas, comida. Pero bien lo mencionas no hay mal que por bien no venga. Eres muy interesante con tu estilo de ........ ¡¡¡¡¡¿¿Pero que demonios estas flotando??!!!!! Como es que , pero , ¿cuando?, eres un ser de lo mas raro.
Arabel después de un poco de reflexionar y relajarse, sabia que debía hacer, cada uno es responsable de sus actos y ella produjo este desorden.
Ara - Bien pues e echo este desastre así que debo buscar los coditos, y arreglar este lado del bosque, tambien si hay bandidos creo que después de este alboroto, estarán muy ocultos. Así que me dare al deber de intentar dejar esto como lo encontre, con arboles vivos, a al menos me esforzare lo mejor posible. Se que no puedo dejarlo igual, pero puedo propiciar el orden, para que algún momento lo este.
Así que Arabel, se puso a recoger y limpia el area, con la cautela que mas podia, ya que no queria lastimar mas, comenzó a hacer agujeros enterrando su dedo contra la tierra, de esa forma dejaba un agujero, para poner los coditos, era complicado y la mayoría de los coditos, no se quedaban en pie rectos, dado su tamaño, y la finesa con la que se debían colocar las cosas, le era complicado.
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Subido en el hombro de la gigante, el pelinegro intentaba comprender el verdadero motivo de su disguto y tristeza. Lo que al principio eran sollozos en la boca de Arabel, y sonidos indescriptibles, comenzaron a transformarse en palabras que se encadenaron con el paso del tiempo formando frases, dando explicaciones a sus pensamientos. Como debió intuir en un principio, la chica se sentía oprimida por su deseo de encontrarse en batalla. El destrozo que había ocasionado en los alrededores del campo de combate se veía ciertamente deprimido y destrozado, pero eran riesgos que siempre se corrían en cualquier lugar en el que se desencadenase una pelea. "La naturaleza siempre pierde algo a cambio de que sus hijos ganen otra cosa", pensaba interiormente el pelinegro. Así que sin más, se sentó en los hombros de la marine tan grande que se había encontrado en las Montañas Corvo de la isla de Dawn. En cierto modo, se alegraba de haber conocido a una persona que pertenecía a Elbaf, un sueño de los navegantes por sus gigantescos habitantes. Pero el simple hecho de ver en qué estado mental se encontraba en esos instantes le hacía pensar que tal vez hubiera actuado mal a la hora de aceptar el reto por parte de ella. Pero lo hecho, hecho estaba, y no podía devolverse a la normalidad. Todas las decisiones desencadenantes que habían tomado no podían reescribirse, como si fueran un libro abierto. Tenían que vivir con ello, y no podían hacer otra cosa. Para la próxima vez, tendría que tener más cuidado.
- Eso, anímate mujer. Que no todo son penurias en este mundo. Piensa que tiene que haber algo que te haga feliz, aférrate a ello y sigue hacia adelante. No mires atrás, levanta la babilla, y cuando te digan que todo está perdido, no les hagas caso y sigue adelante. El mundo es duro, pero yo confío en que la señorita Arabel podrá con eso y mucho más - Acariciando con su mano derecha el cuello de la chica, con la intención de tranquilizarla. No es que fuera muy dado a ello, pero no podía ver cómo la chica soltaba esos lagrimones tan grandes que podrían hacer daño hasta al oso que habían capturado anteriormente. El cuál, con la batalla, había desaparecido del terreno. Tal vez las fuertes corrientes de viento producidas por la joven lo hubieran transportado lejos, aunque eso ya no importaba.
Separándose un poco de Arabel, el pelinegro volvió a levitar mientras mantenía su mano derecha en la funda de sus espadas, para que estas no se movieran en exceso durante su etapa de vuelo. Ya nada le retenía en aquella isla, puesto que había descubierto más cosas sobre la isla de los gigantes y había conocido a uno de ellos. Su mente podría mostrarse tranquila durante un buen tiempo, y lo único que necesitaba en ese tiempo era un buen descanso. Así que volando para posicionarse de frente a la chica, quedó a una altura de más o menos sus ojos, para que pudiera verle bien. Dando una palmada para que diera cuenta de que estaba allí, el joven de ojos incoloros comenzó a hablar, con aquellos matices intrigantes que le hacían ser único:
- Bueno, mi gran señora ... El momento de despedirnos ha llegado, y creo que es un buen momento para que nuestro combate se posponga con respecto a un futuro. Podrás encontrarme en los mares, aunque dudo que la próxima vez podamos estar igual de bien que ahora. Si tu trabajo no te impide acercarte a mí sin clavarme alguna espada, te invitaré a una bebida cuando te vea. No todos los piratas arrasan pueblos, queman ciudades y violan a las mujeres, hay algunos como yo que solo se dedican a vivir tranquilamente y dejar huella en el mundo. Así que con esto me despido, querida Arabel. Ten mucha suerte con tu profesión y espero verte pronto - Comentó, con una sonrisa en sus labios.
Tras mover su mano derecha en un signo de despido, el cuerpo del pelinegro se volteó. Rayder emprendió el vuelo hacia el extremo de la isla donde había encallado su barco, con el objetivo de subir a él y abandonar aquella isla donde había conocido a una preciosa pelirroja de veinte metros de altura. ¿Quién iba a pensar que le hubiera ocurrido tal cosa aquel día? El destino era caprichoso, y nunca podría anteponerse a él. Tenía muy buenas esperanzas de futuro con Arabel, y sencillamente esperaba que su próximo encuentro no fuera en los bandos distintos a los que pertenecía cada uno, sino como los amigos que habían sido aquel día.
- Eso, anímate mujer. Que no todo son penurias en este mundo. Piensa que tiene que haber algo que te haga feliz, aférrate a ello y sigue hacia adelante. No mires atrás, levanta la babilla, y cuando te digan que todo está perdido, no les hagas caso y sigue adelante. El mundo es duro, pero yo confío en que la señorita Arabel podrá con eso y mucho más - Acariciando con su mano derecha el cuello de la chica, con la intención de tranquilizarla. No es que fuera muy dado a ello, pero no podía ver cómo la chica soltaba esos lagrimones tan grandes que podrían hacer daño hasta al oso que habían capturado anteriormente. El cuál, con la batalla, había desaparecido del terreno. Tal vez las fuertes corrientes de viento producidas por la joven lo hubieran transportado lejos, aunque eso ya no importaba.
Separándose un poco de Arabel, el pelinegro volvió a levitar mientras mantenía su mano derecha en la funda de sus espadas, para que estas no se movieran en exceso durante su etapa de vuelo. Ya nada le retenía en aquella isla, puesto que había descubierto más cosas sobre la isla de los gigantes y había conocido a uno de ellos. Su mente podría mostrarse tranquila durante un buen tiempo, y lo único que necesitaba en ese tiempo era un buen descanso. Así que volando para posicionarse de frente a la chica, quedó a una altura de más o menos sus ojos, para que pudiera verle bien. Dando una palmada para que diera cuenta de que estaba allí, el joven de ojos incoloros comenzó a hablar, con aquellos matices intrigantes que le hacían ser único:
- Bueno, mi gran señora ... El momento de despedirnos ha llegado, y creo que es un buen momento para que nuestro combate se posponga con respecto a un futuro. Podrás encontrarme en los mares, aunque dudo que la próxima vez podamos estar igual de bien que ahora. Si tu trabajo no te impide acercarte a mí sin clavarme alguna espada, te invitaré a una bebida cuando te vea. No todos los piratas arrasan pueblos, queman ciudades y violan a las mujeres, hay algunos como yo que solo se dedican a vivir tranquilamente y dejar huella en el mundo. Así que con esto me despido, querida Arabel. Ten mucha suerte con tu profesión y espero verte pronto - Comentó, con una sonrisa en sus labios.
Tras mover su mano derecha en un signo de despido, el cuerpo del pelinegro se volteó. Rayder emprendió el vuelo hacia el extremo de la isla donde había encallado su barco, con el objetivo de subir a él y abandonar aquella isla donde había conocido a una preciosa pelirroja de veinte metros de altura. ¿Quién iba a pensar que le hubiera ocurrido tal cosa aquel día? El destino era caprichoso, y nunca podría anteponerse a él. Tenía muy buenas esperanzas de futuro con Arabel, y sencillamente esperaba que su próximo encuentro no fuera en los bandos distintos a los que pertenecía cada uno, sino como los amigos que habían sido aquel día.
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Arabel se quedo reforestando vio partir a su nuevo compañero, esperaba no volver a combatir por placer si no por deber. Le llenaba una profunda alergia el saber que había un buen pirata, sabia que no todos eran iguales y todos tenían motivos diferentes. Pero al menos ya conocía uno. Estuve buen tiempo recogiendo los escombros acomodando los arboles, incluso hice con la madera un pequeño abrevadero, para los animales. Coloque todos los coditos en su lugar así crecería felizmente un bosque nuevo. Me dio la noche debía regresar a el navío, y había olvidado por completo los bandidos, así que les di de comer, que mas comida que la mía. Caminaba de regreso por el bosque y miraba y pensaba en aquellos bellos recuerdos de Elbaf, y estos nuevos.
Mi vida había cambiado mucho desde que decidí salir y convertirme en una marina, durante la noche no vi mas bandidos, estaba todo muy tranquilo. Fue un avanzar lento para refeccionar sobre lo sucedido, y lo fuerte que serian mis adversarios, debía hacer mucha mas gente poderosa, solo de recordar el estremecedor poder del vice-Almirante, y que hay gente que puede detenerlo del lado de la piratería, esto era una mera probada de mi destino si no me ponía entrenar a reforzar mi poder, solo iría a morir. En mi combate se desarrollaron muchas técnicas extrañas.
Sin duda alguna debía ponerme manos a la obra y aprender rokushiki. Pero de momento seria entregar los bandidos, y explicar todo el desastre, y pagar mi merecido castigo. Seguramente pasaría hambre otra vez. Mientras caminaba miraba las estrellas recordaba como levito, era impresionante no encuentro explicación alguna como lo logro, si no uso nada de sus bolas negras. Era una fruta muy rara, y tenia mucho poder. Sera una noche larga.
Mi vida había cambiado mucho desde que decidí salir y convertirme en una marina, durante la noche no vi mas bandidos, estaba todo muy tranquilo. Fue un avanzar lento para refeccionar sobre lo sucedido, y lo fuerte que serian mis adversarios, debía hacer mucha mas gente poderosa, solo de recordar el estremecedor poder del vice-Almirante, y que hay gente que puede detenerlo del lado de la piratería, esto era una mera probada de mi destino si no me ponía entrenar a reforzar mi poder, solo iría a morir. En mi combate se desarrollaron muchas técnicas extrañas.
Sin duda alguna debía ponerme manos a la obra y aprender rokushiki. Pero de momento seria entregar los bandidos, y explicar todo el desastre, y pagar mi merecido castigo. Seguramente pasaría hambre otra vez. Mientras caminaba miraba las estrellas recordaba como levito, era impresionante no encuentro explicación alguna como lo logro, si no uso nada de sus bolas negras. Era una fruta muy rara, y tenia mucho poder. Sera una noche larga.
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