(Pasado) ¿Qué opinan las estrellas? [Corvo y Brand]

La pareja de marines que se quedaron con la sujeto de experimentación y la anciana, esperaron a que la niña recuperara la consciencia. Dicha persona estaba desorientada y asustada, los marines con la ayuda de la señora del local lograron calmar el estresante estado que tenía la victima de aquellos experimentos.

El grupo de los dos marines, la anciana y la cría salieron al exterior de la taberna reuniéndose con el pelotón que merodeaba por los alrededores. Los marines obedecieron cada orden de Corvo, llevaban a ambas mujeres a uno de sus barcos para resguardarlas de posibles ataques.

Los marines recibieron a Corvo en el momento en que el científico llegó a la casa abandonada. Los hombres de negro estaban enmanillados y bajo arresto. El líder de ese escuadrón de marines respondió a algunas de las palabras del científico – Logramos arrestar a este grupo, son un total de 8. No se encuentra ese supuesto pirata, realmente no tenemos constancia de un pirata así. En principio no está en búsqueda y captura – fue informando así a Corvo – Hace un tiempo, un incidente en un buque mercantil que transportaba armas de forma clandestina, uno de los vigías pudo ver en la lejanía una barca con un pirata de pelo blanco, pero no estamos seguros de que pueda ser él. Suponemos que fue participe de afrontar a los traficantes, pero no tenemos prueba alguna que verifique nuestra hipótesis, ni tampoco su nombre – realmente no era conocido por la marina el joven espadachín.

Uno de los hombres de negro alzó la voz – Ese maldito pirata ha entrado en la casa, creo que se escondía de la marina – escupió al suelo con recelo – Nosotros solo hacemos lo que nos piden siempre y cuando paguen… pagaron muy bien… - escucharon la amenaza del científico, no les hacía mucha gracia – Hay una habitación subterránea en esa casa… allí hay un laboratorio escondido… - parece ser que el aviso de Corvo fue suficiente para que rebelaran esa información.

Brandom estaba en el interior de la casa y decidió moverse por las habitaciones, con movimientos cautelosos para no llamar la atención. Pero entre las sombras surgieron varios hombres de negro para atacar al pirata, el muchacho se defendió con los sables y allí empezaron los característicos ruidos de metal contra metal, compartiendo sablazos.

Glash D. Brandom estaba combatiendo contra cinco rivales, se cubría con las dos katanas, no tardaron en empezar a montar un buen escándalo en esa casa. Los ruidos de los muebles desquebrajarse, jarrones romperse y un grito agudo de dolor, uno de los hombres que se encargaban de la protección de ese lugar había perdido una mano. En ese momento el pirata volvió a saltar para cubrirse detrás de un sofá, los disparos resonaron.

<< Otra vez… he de hacer algo contra estas armas… >> se mantenía agachado, a la espera de tener una oportunidad de contraatacar.

Bueno, al menos ya sabía dónde estaba Brand, mandé a los marines rodear la casa, exceptuando los que tenían que vigilar a los hombres de negro. Entraría yo solo en ella para no asustar demasiado al chico, los marines solo entrarían a mi orden. Justo cuando estaba a punto de traspasar el umbral se empezaron a escuchar ruidos de espadas en el interior. Alguno de esos malditos habría entrado sin permiso, mierda. Hice gestos de mantener la posición a los que me veían que los trasmitieron al resto.

El interior de la casa ahora destartalado propagaba perfectamente las ondas de sonido del choque de metales, pero de repente estas cesaron. Saque el arma poniendo la mirilla en visión térmica, justo al tiempo que el sonido de disparos comenzó a sonar, no eran armas marines, más bien de los hombres de negro. Así que esos bastardos quería hacerme caer en una trampa, pero ahora el que estaba en problemas era Brand agachado, supuse que tras alguna cobertura.

Me asomé a la puerta y comencé a disparar contra los hombres, los primeros cayeron sin apenas saber que estaba pasando, los siguientes sin tiempo de cambiar su orientación, mi rifle semiautomático era un arma precisa y letal, valió la pena el tiempo que invertí en crearlo.

-Brand, soy Corvo. No huyas, vale. La casa está rodeada y no entraran a menos que lo pida. No sé por qué huías de mí, no te tenemos en ningún se busca.- Según los marines, claro.- Todo en orden chicos, mantener posiciones grite a los marines.- De vuelta hacia Brand- Hay algún tipo de habitación secreta, y estará justo después de la zona donde estas, y necesito pasar. Lo podemos hacer por las buenas o por las malas, tú decides.

Los disparos resonaban por la habitación, el pirata se mantenía agachado detrás de ese sofá, junto a otro mueble que utilizaba como cobertura. Estaba estirado en el suelo, con las manos en la cabeza esperando que se acabara esa lluvia de munición que se acababa estrellando en la pared. Una nueva ráfaga de tiros, esta vez de una intensidad diferente, surgió en aquella habitación cesando los disparos anteriores.

<< ¿Quién habrá sido? >>

Sacó la cabeza por uno de los bordes, mirando de reojo y con cierto temor a ser una posible diana para alguno de esos hombres de negro. En esos mismos instantes, logró escuchar la voz del científico de la marina, el  hombre llamado Corvo.

<< Esto… ¿Será cierto…? Es verdad… nunca me han pillado. En principio no hice nada malo… >>

Allí que le daba vueltas a las palabras del científico, decidió salir de su escondite con las dos katanas en la mano, estaba en una posición natural, sin ninguna apariencia ni forma ofensiva.

- Bien es cierto…  ¡Pero ellos me estaban buscando! ¡Yo no hice nada! – Se  excusó para luego proponerle – No tengo intenciones de interponerme, es más, quiero ayudar a resolver todo lo sucedido y poder vengar lo que le hicieron a esa pobre niña – se ofrecía así el peliblanco en seguir con Corvo para terminar todo lo que se había formado en aquella solitaria isla.

Junto a Corvo avanzó hacia la siguiente habitación, estaba limpia pero en el suelo se podía apreciar una especie de trampilla – Mira… - señaló el peliblanco a esa dirección, mostrando así la posible obertura a una habitación subterránea. El pirata se encaminó hacia allí y la abrió, el interior era algo oscuro pero se podían ver unas escaleras que ascendían hasta una posible planta subterránea. Miró al científico y decidió descender hacia el piso inferior, mirando si le seguía, iba poco a poco.

En esa planta secreta, había un grupo de unos 15 hombres de negro, solo 5 de ellos portaban armas de fuego, los otros llevaban espadas o mazas. Entre dicha muchedumbre, habían trabajadores y un científico que los lideraba. Estaban recogiendo todas las muestras y pruebas que los podían culpar de esos experimentos ilegales. Dicha zona era un sofisticado laboratorio, con una muy buena maquinaria, se había invertido una excesiva cantidad de dinero para llegar a tener unos equipos como aquellos. La voz del científico daba órdenes a todos los hombres.

-  ¡Tenemos que recoger todo, el barco nos está esperando en el puerto. No debemos de fiarnos de la marina, ya están avisados. Parece ser que hay un agente que está detrás de nuestra pista y ese muchacho peliblanco también nos chafa los talones. ¡Rápido! No recibo comunicación con los miembros de seguridad que había fuera del edificio, ni dentro, tal vez ya estén viniendo ¡No os distraigáis! –

Parecía que el joven al fin había entrado en razón, salió de detrás de su cobertura con las katanas desenfundadas, pero sin una posición agresiva. Era una suerte que hubiera recapacitado, no quería tener que acabar con alguien tan joven por una tozuda cabezonería contraria a la marina. Lo siguiente que me dijo, aunque raro, tras haber huido de mí, me pareció razonable. Me ayudaría a acabar con los hombres que le habían hecho aquello a la niña, después tendría que responder a alguna duda. Sus capacidades podrían ser de gran ayuda en la división, que siempre buscaba guardianes aptos para protegernos a los científicos.

Tras acceder el joven nos pusimos a buscar entre los tablones de la casa o las paredes la baja a la zona secreta que había dicho el otro tipo que había. Tras unos minutos Brand la encontró, era una trampilla metálica, que levantó. Yo me dejé caer abajo mientras escuchaba lo que decían los otros. La verdad es que los querría vivos para su posterior interrogatorio, al menos a los científicos. Desde donde estaba se concentró, generando todo el hidrógeno que pudo y unido al ambiental lo llevó hasta los hombres, haciéndolo penetrar en sus pulmones, y ahogándolos poco a poco. Era un trabajo agotador mantener tanto hidrógeno, pero siendo el último reducto de aquellos tipos podía darse el lujo.

Una vez todos cayeron inconscientes devolvió el hidrógeno a sus proporciones naturales en a la sala haciendo que se pudiera volver a respirar con normalidad. Se acercó hasta donde se encontraban para comprobar que de verdad seguirán con vida y no se había pasado. Quitando uno de los hombres de negro, el resto estaba bien. Ahora que podía fijarse en el laboratorio más tranquilamente, pudo comprobar que era de bastante calidad, quién financiaría todo aquello.

-Brand, puedes avisar a los marines, por favor. Tenemos que atarlos a todos antes de que despierten. Tú al no tenerte fichado eres libre de irte donde te plazca, aunque te pediría que le dieras testimonio a uno de los marines de lo ocurrido. Además me gustaría ofrecerte unirte a los guardianes de los científicos, necesitamos gente como tú, de no necesitar a estos vivos hubiera comprobado tus habilidades con ellos.

El espadachín asomó la cabeza una vez bajó las escaleras, podía ver a la gente trabajar en ese laboratorio secreto. Los hombres de negro iban vigilando, los trabajadores recogiendo las maquinarias y el científico dando órdenes a la vez que guardaba los documentos más confidenciales. Brandom pudo ver como todos empezaron a caer, parecía ser que les costaba respirar y las fuerzas de los rivales disminuían hasta que perdían el conocimiento.

<< ¿Pero qué les estará pasando? >> se preguntaba el joven Brand sin llegar a comprender la verdad de aquella situación, sin imaginarse que todo aquello era obra del científico llamado Corvo. Era muy inocente en esos aspectos el espadachín, debía de conocer mucho mundo aún.

Los ojos del peliblanco se abrieron de par en par, el causante de todo aquello había sido Corvo. Las palabras que le ofreció al pirata, fueron las causantes de que Glash D. Brandom dedujera que ese científico había noqueado a todos aquellos enemigos - ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Espectacular! ¡Los has dejado a todos fuera de combate! – dijo allí alternando la mirada entre el científico y todo el personal que había abajo. Siguió escuchando todo lo que le dijo Corvo, después de meditar la respuesta unos instantes, ya que no le hacía mucha gracia tratar con la marina acabó aceptando el ir a anunciar a los marines que bajaran para detener a todos esos individuos.  

- Iré para que bajen y te ayuden a inmovilizar a todos estos individuos – miró por última vez aquel laboratorio secreto – Lamento no poder aceptar tu ofrecimiento Corvo. Una vez prometí ver todos los rincones de este planeta en plena libertad, sin que nadie me lo impida. Por eso me convertí en un pirata – le explicó al científico, diciéndole el motivo por el que debía rechazar lo que le dijo – Tal vez en un futuro nos volvamos a ver – dijo como despedida para luego subir por las escaleras.

El pirata abrió la puerta de aquella casa, sin fiarse mucho se acercó hacia los marines – Corvo me ha dicho que ya podéis bajar para detener a estos individuos – los marines afirmaron, el que parecía ser el líder de aquel pelotón se dirigió a Brand - ¿Cómo te llamas? ¿Eres un pirata? – el espadachín se estaba alejando, pero se giró para responder a aquella pregunta – Me llamo Brandom y sí soy un pirata. Pero… ¡No tengo recompensa! - puso como excusa lo que le dijo Corvo - ¡Ahora tenéis algo más gordo entre manos, no deberíais perder el tiempo en capturarme! – el inocente muchacho, ya había informado de su nombre, para el marine eso era suficiente. Los soldados de aquel escuadrón entraron en la casa, descendiendo hacia el piso inferior para ayudar a Corvo a inmovilizar a toda persona participe de aquellos experimentos ilegales.

Glash D. Brandom llegó al puerto, su barca estaba anudada en un barrote. Se subió en el transporte e inició su rumbo hacia su siguiente aventura. En aquella isla había coincidido con un científico de la marina  y había tenido un primer contacto con esa facción, ellos ya podían ponerle un nombre a su rostro. El viento empezó a soplar con más fuerza, impulsando su barca hacia aquel horizonte azul.

Mientras esperaba a que llegaran los marines me fui hacia los instrumentos, recogí los papeles que aún estaban sobre la mesa y me acerque hasta las cajas que ahora estaban apiladas. Dentro de ellas había informes de más sujetos compatibles con su proyecto, pero ninguno parecía obedecer adecuadamente y habían sido eliminados. También pude ver facturas y documentos relacionados con la financiación, aquello me llevaría a la cúpula de la organización.

Cuando llegaron los marines les ordene trasladar todo al puerto, empezando por las cajas con papeles. Según fueron llevando cosas hacia el barco dejaron al descubierto dos maletines, que tenían en su interior, viales de colores diferentes, unos verdes, otros rojos y el resto azules. No sabía de qué eran, por lo que estos maletines los trasladaría yo para evitar problemas. Por lo que partí hacia el puerto con ellos, mientras los marines se encargaban de trasladar el resto de las cosas.

En el puerto el resto de hombres de negro habían sido capturados en el barco en el cual se iban a trasladar a otro lugar. Estos estaban siendo conducidos hasta los calabozos del barco, mientras terminaba de cargar cosas me fui hasta mi camarote a leer los informes y toda la documentación incautada a aquellos hombres.