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"Ugh... Aún duele..."
El sol del atardecer comenzaba a descender lentamente, preparado para sumergirse en las profundidades del océano, allá en el horizonte, para dar paso a la noche, cosa que ocurriría en apenas un par de horas. Ya había cumplido su función, que era la de calentar la tierra y la roca que poblaba Baltigo allá donde alcanzara la vista. Para qué negarlo, la temperatura era sensiblemente alta, pero nada que resultase incómodo o insoportable. Tal vez por la hora que era. Sin embargo, esto se volvía mucho más molesto por culpa de aquella leve molestia que sentía justo sobre la nuca, como si de una picadura de mosquito se tratara... Una picadura muy dolorosa.
- Podrían haber tenido un poco más de cuidado al ponerlo... -se quejó en voz baja, acariciando la zona con cuidado- Al menos no ha dejado cicatriz, ni han tenido que cortar pelo.
Pero, ¿cuál era esa molestia que irritaba al chico? Pues nada más ni nada menos que todo un sofisticado mecanismo de comunicación de largo alcance, basado en un chip implantado justo en el cerebro del chico a través de procedimientos que, bueno, ni él quería conocer. Al menos la única prueba que había quedado del implante era el escozor en la parte posterior del cráneo, que esperaba que pasase en pocos días.
Dejó escapar un suspiro y se asomó por un saliente de la pequeña elevación rocosa en la que se encontraba escondido, desde la cual poseía una visión bastante general del terreno (por no decir casi absoluta). No podría haber encontrado una posición mejor para vigilar la zona, y por suerte algunas rocas que se alzaban sobre él le proporcionaban algo de sombra, manteniéndole fresco. Entrecerró levemente los ojos para enfocar su mirada en aquel puerto prácticamente semiderruido. Costaba creer que aquel lugar hubiera sido antaño una base de la revolución, aunque estaba claro que aún no habían dejado de utilizarlo como punto de encuentro, ya que algunos barcos, así como miembros de la Armada, cargaban y descargaban suministros para llevarlos a quién sabe dónde. El pelirrojo se quedó de cuclillas sobre la roca y activó el mecanismo del intercomunicador para ponerse en contacto con su compañera. Porque sí, no había ido solo hasta aquel páramo desierto.
- Haine-chan, ¿estás en posición? Procedemos a la infiltración. Sé discreta. Evitaremos el enfrentamiento directo por ahora.
Y, tras estas palabras, el pelirrojo se dejó caer desde el saliente.
El sol del atardecer comenzaba a descender lentamente, preparado para sumergirse en las profundidades del océano, allá en el horizonte, para dar paso a la noche, cosa que ocurriría en apenas un par de horas. Ya había cumplido su función, que era la de calentar la tierra y la roca que poblaba Baltigo allá donde alcanzara la vista. Para qué negarlo, la temperatura era sensiblemente alta, pero nada que resultase incómodo o insoportable. Tal vez por la hora que era. Sin embargo, esto se volvía mucho más molesto por culpa de aquella leve molestia que sentía justo sobre la nuca, como si de una picadura de mosquito se tratara... Una picadura muy dolorosa.
- Podrían haber tenido un poco más de cuidado al ponerlo... -se quejó en voz baja, acariciando la zona con cuidado- Al menos no ha dejado cicatriz, ni han tenido que cortar pelo.
Pero, ¿cuál era esa molestia que irritaba al chico? Pues nada más ni nada menos que todo un sofisticado mecanismo de comunicación de largo alcance, basado en un chip implantado justo en el cerebro del chico a través de procedimientos que, bueno, ni él quería conocer. Al menos la única prueba que había quedado del implante era el escozor en la parte posterior del cráneo, que esperaba que pasase en pocos días.
Dejó escapar un suspiro y se asomó por un saliente de la pequeña elevación rocosa en la que se encontraba escondido, desde la cual poseía una visión bastante general del terreno (por no decir casi absoluta). No podría haber encontrado una posición mejor para vigilar la zona, y por suerte algunas rocas que se alzaban sobre él le proporcionaban algo de sombra, manteniéndole fresco. Entrecerró levemente los ojos para enfocar su mirada en aquel puerto prácticamente semiderruido. Costaba creer que aquel lugar hubiera sido antaño una base de la revolución, aunque estaba claro que aún no habían dejado de utilizarlo como punto de encuentro, ya que algunos barcos, así como miembros de la Armada, cargaban y descargaban suministros para llevarlos a quién sabe dónde. El pelirrojo se quedó de cuclillas sobre la roca y activó el mecanismo del intercomunicador para ponerse en contacto con su compañera. Porque sí, no había ido solo hasta aquel páramo desierto.
- Haine-chan, ¿estás en posición? Procedemos a la infiltración. Sé discreta. Evitaremos el enfrentamiento directo por ahora.
Y, tras estas palabras, el pelirrojo se dejó caer desde el saliente.
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Una bala, otra más y...listo, Dalet ya estaba cargada, aunque realmente, no tenía especial necesidad de usar balas para poder emplear sus preciosas pistolas. Pero el realizar su mantenimiento y cargarlas servía de distracción mientras esperaba la señal de su compañero, sentada en aquel saliente que se encontraba situado sobre lo que alguna vez fue la base de la revolución, a varios cientos de metros del puerto. ¿Qué habría hecho que su superior la eligiese a ella sobre el resto de los miembros de aquel grupo de locos en el que había acabado metida para aquella misión? Era algo que la chica se preguntaba desde el comienzo de aquel viaje que les había llevado a aquel páramo olvidado por todos...O quizá no por todos, si no, no estarían ahí.
El DDM que llevaba guardado en su bolsillo sonó por fin y la chica tardó escasos segundos en contestar, primero porque estaba ansiosa de terminar aquella misión para volver al barco, donde Rom y un baño relajante (para limpiar todo el sudor que perlaba su piel) la esperaban; segundo, porque estaba demasiado aburrida ahí sola, si al menos su capitán le hiciera compañía...De cualquier tipo estaría bien. No era como si no fuese capaz de socializar. -Kukukuku, pensé que no llamaría nunca, Kusanagi-san. - Contestó al tiempo que dejaba las piernas colgando por el saliente, columpiandolas cual niña pequeña que se aburre. -Por supuesto, llevó preparada desde que me subí aquí arriba. Preparada y aburrida. Espero que me compense por esto una vez acabemos.- Contestó con tono divertido, antes de detener sus juegos y subir las piernas, pegando la rodilla de una de estas a su pecho para llega a la correa que llevaba atada y poder enfundar su arma.
Su apariencia era bastante distinta a la de chica elegante de vestidos victorianos o uniformes de niña rica. Llevaba unas botas de montaña negra, calcetines que llegaban por debajo de las rodillas, un pantalón corto de chándal y una camiseta deportiva ceñida. sus suaves manos se encontraban enfundadas en unos guantes que hacían más fácil el trepar o evitar que sus armas se resbalasen y su pelo se encontraba sujeto en una coleta alta, la cual no dudaría en cortar si lo viese necesario. Por ultimo, toda ella iba oculta de pies a cabeza con una capa encapucha del mismo color arenisco que propio de las rocas en las que se encontraba subida. -Nada más me de la señala, descenderé.- Aseguró en un tono serio antes de cortar la llamada y volver a posicionarse, tumbándose con los prismáticos en mano, para observar el movimiento de las personas que se encontraban en el puerto.
El DDM que llevaba guardado en su bolsillo sonó por fin y la chica tardó escasos segundos en contestar, primero porque estaba ansiosa de terminar aquella misión para volver al barco, donde Rom y un baño relajante (para limpiar todo el sudor que perlaba su piel) la esperaban; segundo, porque estaba demasiado aburrida ahí sola, si al menos su capitán le hiciera compañía...De cualquier tipo estaría bien. No era como si no fuese capaz de socializar. -Kukukuku, pensé que no llamaría nunca, Kusanagi-san. - Contestó al tiempo que dejaba las piernas colgando por el saliente, columpiandolas cual niña pequeña que se aburre. -Por supuesto, llevó preparada desde que me subí aquí arriba. Preparada y aburrida. Espero que me compense por esto una vez acabemos.- Contestó con tono divertido, antes de detener sus juegos y subir las piernas, pegando la rodilla de una de estas a su pecho para llega a la correa que llevaba atada y poder enfundar su arma.
Su apariencia era bastante distinta a la de chica elegante de vestidos victorianos o uniformes de niña rica. Llevaba unas botas de montaña negra, calcetines que llegaban por debajo de las rodillas, un pantalón corto de chándal y una camiseta deportiva ceñida. sus suaves manos se encontraban enfundadas en unos guantes que hacían más fácil el trepar o evitar que sus armas se resbalasen y su pelo se encontraba sujeto en una coleta alta, la cual no dudaría en cortar si lo viese necesario. Por ultimo, toda ella iba oculta de pies a cabeza con una capa encapucha del mismo color arenisco que propio de las rocas en las que se encontraba subida. -Nada más me de la señala, descenderé.- Aseguró en un tono serio antes de cortar la llamada y volver a posicionarse, tumbándose con los prismáticos en mano, para observar el movimiento de las personas que se encontraban en el puerto.
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El aire rozaba con su cuerpo a medida que iba descendiendo, cada vez más rápido, a escasos segundos de precipitarse contra la roca. Su cabello ondeaba por la fuerza del viento, y sus ojos se mantenían cerrados para evitar la molestia que esto le producía. No pudo evitar que sus labios se tornaran en una leve sonrisa tras las palabras de su compañera, a la cual tardó un par de segundos en responder.
- No te preocupes, te aseguro que la espera merecerá la pena después -comentó en el mismo tono, justo antes de impulsarse en el aire con su geppou, evitando así la caída mortal, repitiendo varias veces de modo que su posición en el aire varió de forma consecutiva hasta, finalmente, caer con suavidad al suelo.
Tras esto el chico comenzó a moverse con agilidad entre salientes, rocas, acumulaciones montañosas y un terreno bastante abrupto, evitando que cualquiera que pudiera andar por la zona le viera o, al menos, no con facilidad. ¿Cuál sería su modo de proceder? Bueno, como ingeniero se encargaría de sabotear los mecanismos que utilizaran sus embarcaciones para desplazarse, de modo que podrían cortarles su única salida de aquella isla. Por suerte, tan solo dos naves se encontraban atracadas en el puerto, por lo que no llevaría mucho tiempo. Tras lograrlo, deberían ocuparse entre ambos de reducir a los revolucionarios del lugar, inspeccionar los bienes que transportaban y avisar al Cuartel General para que enviasen gente que tomara como presos a los supervivientes... Suponiendo que quedara alguno. Esperaba que así fuera.
Tras unos pocos minutos desplazándose, el pelirrojo se apoyó de espaldas en un saliente rocoso y se asomó levemente para observar la situación. Varios hombres hacían guardia en las cercanías del puerto mientras que el resto se encargaba de cargar los suministros. "¿Qué querrán sacar de aquí? Tiene que ser algo valioso para haberlo dejado en un lugar como este." Aprovechando un momento de despiste, utilizó el soru para cruzar su vigilancia sin ser visto, evitando tener que lesionar a aquellos hombres antes de tiempo para no llamar demasiado la atención. Puesto que los demás se encontraban ocupados con las cajas, no le fue demasiado complicado internarse en la primera embarcación, la de mayor tamaño.
- Está bien...
Fue entonces cuando el chico envió una orden a Bir-D, el pequeño pájaro robótico que era compañero del agente y que, horas antes, había mandado a inspeccionar el área en busca de posibles asentamientos escondidos. Por suerte o por desgracia, no parecía haber ninguno en las proximidades. En escasos segundos se acercaría a la posición de la chica y se posaría sobre su hombro, siendo esta la señal acordada, para que comenzara el turno de Haine. Su misión era la de provocar algún tipo de distracción y, con suerte, hacer que el grupo revolucionario se disolviera. Sería más fácil neutralizarles de esa forma... Y él podría ocuparse más rápido de los motores.
- No te preocupes, te aseguro que la espera merecerá la pena después -comentó en el mismo tono, justo antes de impulsarse en el aire con su geppou, evitando así la caída mortal, repitiendo varias veces de modo que su posición en el aire varió de forma consecutiva hasta, finalmente, caer con suavidad al suelo.
Tras esto el chico comenzó a moverse con agilidad entre salientes, rocas, acumulaciones montañosas y un terreno bastante abrupto, evitando que cualquiera que pudiera andar por la zona le viera o, al menos, no con facilidad. ¿Cuál sería su modo de proceder? Bueno, como ingeniero se encargaría de sabotear los mecanismos que utilizaran sus embarcaciones para desplazarse, de modo que podrían cortarles su única salida de aquella isla. Por suerte, tan solo dos naves se encontraban atracadas en el puerto, por lo que no llevaría mucho tiempo. Tras lograrlo, deberían ocuparse entre ambos de reducir a los revolucionarios del lugar, inspeccionar los bienes que transportaban y avisar al Cuartel General para que enviasen gente que tomara como presos a los supervivientes... Suponiendo que quedara alguno. Esperaba que así fuera.
Tras unos pocos minutos desplazándose, el pelirrojo se apoyó de espaldas en un saliente rocoso y se asomó levemente para observar la situación. Varios hombres hacían guardia en las cercanías del puerto mientras que el resto se encargaba de cargar los suministros. "¿Qué querrán sacar de aquí? Tiene que ser algo valioso para haberlo dejado en un lugar como este." Aprovechando un momento de despiste, utilizó el soru para cruzar su vigilancia sin ser visto, evitando tener que lesionar a aquellos hombres antes de tiempo para no llamar demasiado la atención. Puesto que los demás se encontraban ocupados con las cajas, no le fue demasiado complicado internarse en la primera embarcación, la de mayor tamaño.
- Está bien...
Fue entonces cuando el chico envió una orden a Bir-D, el pequeño pájaro robótico que era compañero del agente y que, horas antes, había mandado a inspeccionar el área en busca de posibles asentamientos escondidos. Por suerte o por desgracia, no parecía haber ninguno en las proximidades. En escasos segundos se acercaría a la posición de la chica y se posaría sobre su hombro, siendo esta la señal acordada, para que comenzara el turno de Haine. Su misión era la de provocar algún tipo de distracción y, con suerte, hacer que el grupo revolucionario se disolviera. Sería más fácil neutralizarles de esa forma... Y él podría ocuparse más rápido de los motores.
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La joven de cabellos azabaches se mantuvo apenas unos segundos más ahí tumbada, buscando con los prismáticos al pelirrojo, aunque apenas pudo divisarlo durante una milésima de segundo. Aunque para ella eso fue más que suficiente, debería moverse ya, de lo contrario la señal llegaría antes de que ella hubiera preparado su pequeña distracción no estaría lista. Tan solo debía escalar un poco por encima de su posición actual, donde se encontraban unas rocas terriblemente inestables que se mantenían en su lugar casi por arte de magia...Por ahora. Un pequeño empujón bastaría para hacer que cayeran, sin embargo, eso no sería suficiente para distraer a todos. Y por eso mismo, lo que empujaría dichas rocas sería su impulso usando el soru para ir de una a otra como si la anterior fuera un trampolín. Dicho impulso incrementaría la velocidad con la que las rocas caerían, además de dejar tras ellas una bonita polvareda que ayudaría a que nadie viera como descendía.
No tardó mucho en alcanzar la roca "principal" de su plan, en la que se sentó un minuto antes de que el ave metálica de Kusanagi, indicándole que debían comenzar con la operación. Haine se puso en pie y, en apenas un abrir y cerrar de ojos, saltó a la roca siguiente, impulsándose. La primera roca, comenzó a rodar acantilado abajo con tal velocidad que al llegar al saliente, salió disparada, casi aplastando a uno de los revolucionarios, quien salió corriendo a avisar a los demás, muerto de miedo, justo antes de que otra roca tocará el suelo del puerto, y otra...Y así sucesivamente. Y tras ellas iba Haine, bajando a gran velocidad, empleando Haki en sus piernas para que estas no sufrieran de más por la velocidad que llevaba.
Una ve llegó al suelo del puerto, aprovechó el revuelo que se había formado para dirigirse al próximo punto que habían acordado en su estrategia, esperando que la llamada de Kusanagi-san no tardase mucho, pues si no, debería causar otro revuelo, está vez uno en el que ella fuera la protagonista.
No tardó mucho en alcanzar la roca "principal" de su plan, en la que se sentó un minuto antes de que el ave metálica de Kusanagi, indicándole que debían comenzar con la operación. Haine se puso en pie y, en apenas un abrir y cerrar de ojos, saltó a la roca siguiente, impulsándose. La primera roca, comenzó a rodar acantilado abajo con tal velocidad que al llegar al saliente, salió disparada, casi aplastando a uno de los revolucionarios, quien salió corriendo a avisar a los demás, muerto de miedo, justo antes de que otra roca tocará el suelo del puerto, y otra...Y así sucesivamente. Y tras ellas iba Haine, bajando a gran velocidad, empleando Haki en sus piernas para que estas no sufrieran de más por la velocidad que llevaba.
Una ve llegó al suelo del puerto, aprovechó el revuelo que se había formado para dirigirse al próximo punto que habían acordado en su estrategia, esperando que la llamada de Kusanagi-san no tardase mucho, pues si no, debería causar otro revuelo, está vez uno en el que ella fuera la protagonista.
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Tan solo tuvo que esperar unos pocos segundos antes de que el ruido y la alarma comenzaran a sembrarse a lo largo de los muelles. Kusanagi no pudo hacer más que tornar sus labios en una suave sonrisa, satisfecho. Puntual, como esperaba, y bastante eficaz, puesto que todos los hombres que se encontraban al cuidado de las embarcaciones parecían haberse alejado para averiguar el origen de todo ese alboroto, lo cual tan solo podía beneficiarle. Paseó tranquilamente por las galerías interiores, no tardando demasiado en localizar la sala de máquinas de la primera nave. Todo parecía bastante moderno para ser material de la armada, por lo que, probablemente, aquella embarcación hubiera sido robada al Gobierno o la Marina, pero eso poco importaba.
- Veamos... -susurró mientras observaba las válvulas, tuberías y mecanismos de los que constaba el corazón mecánico de aquella estructura- Es bastante simple, genial.
Se inclinó frente a una especie de caja metálica y la abrió, comenzando a hacer de las suyas en los mecanismos mientras se mantenía atento a las imágenes que le transmitía el pequeño Bir-D. Al parecer Haine había provocado una pequeña avalancha, lo suficientemente ruidosa y brutal como para que los revolucionarios tuvieran que poner todo su empeño en arreglar el estropicio causado, así como en localizar la causa del desprendimiento. "Tan solo espero que tenga cuidado" pensó, justo antes de cerrar la tapa y sacudirse las manos. En el estado en que había dejado aquella cosa, arreglarlo les llevaría un par de horas... Si es que lograban arreglar ese estropicio.
Tras esto salió corriendo para pasar a la segunda embarcación, pero en el momento en que iba a salir pudo escuchar algunas voces aproximándose. "Oh, genial." Miró de un lado a otro, buscando algún sitio donde ocultarse antes de que se percataran de su presencia, pero no parecía haber nada. Los pasillos estaban completamente vacíos. Tras unos pocos segundos su mirada se dirigió al techo, descubriendo un montón de tuberías que lo recorrían, dejando un pequeño aunque suficiente espacio. No tardó mucho más en saltar y refugiarse sobre estos, justo en el instante en que dos revolucionarios pasaban por debajo de él, murmurando que no fue capaz de entender. Esperó con paciencia a que se alejaran lo suficiente antes de volver al suelo, y se asomó levemente por la entrada. Al parecer, varios de los revolucionarios habían vuelto a sus quehaceres, mientras que los demás seguían tratando de apartar rocas.
- Haine -comenzó, volviendo a contactar con ella a través del comunicador- Necesito que provoques otra distracción más, con unos pocos minutos será suficiente. Después... Es probable que tengamos que entablar combate, así que mantente alerta.
Tras eso esperó, con su mantra activo para ser consciente de la posición de todos aquellos hombres en todo momento. No se podía permitir que le cogieran tan pronto. Tan solo esperaría a que volviera a montarse alboroto de nuevo y pasaría a la siguiente embarcación.
- Veamos... -susurró mientras observaba las válvulas, tuberías y mecanismos de los que constaba el corazón mecánico de aquella estructura- Es bastante simple, genial.
Se inclinó frente a una especie de caja metálica y la abrió, comenzando a hacer de las suyas en los mecanismos mientras se mantenía atento a las imágenes que le transmitía el pequeño Bir-D. Al parecer Haine había provocado una pequeña avalancha, lo suficientemente ruidosa y brutal como para que los revolucionarios tuvieran que poner todo su empeño en arreglar el estropicio causado, así como en localizar la causa del desprendimiento. "Tan solo espero que tenga cuidado" pensó, justo antes de cerrar la tapa y sacudirse las manos. En el estado en que había dejado aquella cosa, arreglarlo les llevaría un par de horas... Si es que lograban arreglar ese estropicio.
Tras esto salió corriendo para pasar a la segunda embarcación, pero en el momento en que iba a salir pudo escuchar algunas voces aproximándose. "Oh, genial." Miró de un lado a otro, buscando algún sitio donde ocultarse antes de que se percataran de su presencia, pero no parecía haber nada. Los pasillos estaban completamente vacíos. Tras unos pocos segundos su mirada se dirigió al techo, descubriendo un montón de tuberías que lo recorrían, dejando un pequeño aunque suficiente espacio. No tardó mucho más en saltar y refugiarse sobre estos, justo en el instante en que dos revolucionarios pasaban por debajo de él, murmurando que no fue capaz de entender. Esperó con paciencia a que se alejaran lo suficiente antes de volver al suelo, y se asomó levemente por la entrada. Al parecer, varios de los revolucionarios habían vuelto a sus quehaceres, mientras que los demás seguían tratando de apartar rocas.
- Haine -comenzó, volviendo a contactar con ella a través del comunicador- Necesito que provoques otra distracción más, con unos pocos minutos será suficiente. Después... Es probable que tengamos que entablar combate, así que mantente alerta.
Tras eso esperó, con su mantra activo para ser consciente de la posición de todos aquellos hombres en todo momento. No se podía permitir que le cogieran tan pronto. Tan solo esperaría a que volviera a montarse alboroto de nuevo y pasaría a la siguiente embarcación.
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Tras provocar la avalancha y descender hasta el puerto sin ser descubierta, la joven de cabellos azabaches se ocultó en una zona cercana al acantilado, buscando así ocultarse y, al mismo tiempo, estar cerca del derrumbamiento para poder realizar una segunda distracción si su compañero lo necesitase, como parecía ser el caso, pues varios de los hombres ya se estaban retirando segundos antes de que el den den mushi sonará de nuevo en su bolsillo, la chica descolgó y escuchó la petición de su superior antes de responder, con cierto aire burlón: -Claro Kusanagi-san, la distracción estará en un momento...Pero, espero que me sepas pagar por esta ayudita extra, en teoría con una bastaba.- Comentó antes de reír de forma suave, dejando claro (por si con su tono de voz no bastase) que no era más que una broma. Tras aquello, la chica guardó su DDM y se dirigió al lugar donde se encontraban las rocas, que no había sido todavía abandonado del todo.
La chica se colocó en posición, cerró los ojos y se concentró en crear unos cuantos pares de manos que parecieran pertenecer a personas enterradas bajo las rocas. Una vez listo, gritó con todas sus fuerzas, con intención de armar otro revuelo y que vinieran a ayudarla. no tardaron mucho en hacerlo, avisando unos a otros en cadena, mientras la chica fingía tratar de tirar para sacar a una de las personas, siendo detenida por un "compañero revolucionario". -Sí haces eso se lastimará.- Le dijo en chico.
-¡Pero es mi hermana! Si no hago algo...ella...ella...- Gimió la chica, antes de que sus lágrimas de cocodrilo, muy bien ensañadas, comenzaran a derramarse. Tal vez no se lo hubiera creído en otra situación, pues aún no era muy buena actriz, pero el polvo y los ojos enrojecidos de la chica a causa del polvo que se le metió en los ojos al bajar y que no se quito aún por si algo por el estilo llegaba a ser necesario, hicieron de esa una actuación perfecta. "Creo que así bastará." Pensó mientras se frotaba los ojos, estando de rodillas frente al montículo de rocas apiladas.
La chica se colocó en posición, cerró los ojos y se concentró en crear unos cuantos pares de manos que parecieran pertenecer a personas enterradas bajo las rocas. Una vez listo, gritó con todas sus fuerzas, con intención de armar otro revuelo y que vinieran a ayudarla. no tardaron mucho en hacerlo, avisando unos a otros en cadena, mientras la chica fingía tratar de tirar para sacar a una de las personas, siendo detenida por un "compañero revolucionario". -Sí haces eso se lastimará.- Le dijo en chico.
-¡Pero es mi hermana! Si no hago algo...ella...ella...- Gimió la chica, antes de que sus lágrimas de cocodrilo, muy bien ensañadas, comenzaran a derramarse. Tal vez no se lo hubiera creído en otra situación, pues aún no era muy buena actriz, pero el polvo y los ojos enrojecidos de la chica a causa del polvo que se le metió en los ojos al bajar y que no se quito aún por si algo por el estilo llegaba a ser necesario, hicieron de esa una actuación perfecta. "Creo que así bastará." Pensó mientras se frotaba los ojos, estando de rodillas frente al montículo de rocas apiladas.
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No tuvo que esperar demasiado para darse cuenta de que el show de la chica había comenzado. En pocos segundos los revolucionarios cercanos a su posición habían comenzado a murmurar algo referente a un accidente, y rápidamente salieron corriendo para ayudar a quien fuera que estuviese atrapado bajo las rocas. Kusanagi no pudo hacer otra cosa más que sonreír levemente. Aquella chica nunca dejaría de impresionarle, había hecho bien en encontrarla y proponer su ingreso en Reiko. Una vez todo pareció despejado se dispuso a salir, moviéndose con agilidad entre las innumerables cajas y sin entretenerse. No sabía cuánto tiempo iba a lograr mantenerles distraídos, así que lo mejor era no perderlo. El segundo barco era ligeramente más grande que el otro, y contaba con muchos más cañones también. Casi parecía un buque de guerra, lo cual le hizo preguntarse si también habría sido robado o, por contra, lo habría fabricado la propia armada.
- Si logramos reducirles será un duro golpe para ellos -susurró, dirigiendo la mirada hacia la tabla que permitía subir a cubierta.
No pudo evitar preguntarse si realmente estaban haciendo bien. Sí, aquellas misiones lograban mermar las capacidades de los rebeldes y dificultaban que se pudiera dar un enfrentamiento a gran escala. Incluso a veces permitían capturar a oficiales sin necesidad de convertir la situación en un baño de sangre. Sin embargo, ¿por qué debería ser su propósito más justo que el de ellos? La imagen de sus padres se presentaba ante sus ojos una y otra vez, no pudiendo desvanecer el doloroso recuerdo de aquella noche. ¿Seguirían con vida o habrían muerto por algún asesino del gobierno? Llevaba años sin saber nada de ellos, y cada día tenía menos esperanzas de volver a encontrarlos.
Negó con la cabeza, resoplando y acelerando el paso. No podía permitirse ese tipo de distracciones en mitad de una misión, y menos aún cuando su compañera estaba consiguiéndole algo de tiempo. Corrió por la tabla y se adentró en la parte interna de la nave, buscando la sala de máquinas. "Espero que sea igual de sencilla que la anterior." Sin embargo, no pareció que fuera a ser el caso. No por la complejidad del mecanismo, sino por las dos presencias que pudo sentir cerca de donde se encontraba la sala de máquinas... Supuestamente. No eran exageradamente fuertes, pero si no lograba deshacerse de ambos sujetos con rapidez Haine podría verse en serios problemas. No pintaba bien, desde luego. Comenzó a desenvainar su espada y se plantó frente a la puerta. Tal vez, si lograba llamar la atención lo suficiente, el resto acudiría hacia él y su compañera tendría las cosas algo más fáciles.
- Muy bien...
Desde lejos podría apreciarse cómo varias ondas cortantes hacían un boquete en una de las paredes del navío, reventando la madera como si se hubiera producido una explosión... Así como a un joven de cabellos castaños saliendo despedido por el nuevo agujero, cayendo al agua. Si aquello no atraía a los demás, nada lo haría.
- Si logramos reducirles será un duro golpe para ellos -susurró, dirigiendo la mirada hacia la tabla que permitía subir a cubierta.
No pudo evitar preguntarse si realmente estaban haciendo bien. Sí, aquellas misiones lograban mermar las capacidades de los rebeldes y dificultaban que se pudiera dar un enfrentamiento a gran escala. Incluso a veces permitían capturar a oficiales sin necesidad de convertir la situación en un baño de sangre. Sin embargo, ¿por qué debería ser su propósito más justo que el de ellos? La imagen de sus padres se presentaba ante sus ojos una y otra vez, no pudiendo desvanecer el doloroso recuerdo de aquella noche. ¿Seguirían con vida o habrían muerto por algún asesino del gobierno? Llevaba años sin saber nada de ellos, y cada día tenía menos esperanzas de volver a encontrarlos.
Negó con la cabeza, resoplando y acelerando el paso. No podía permitirse ese tipo de distracciones en mitad de una misión, y menos aún cuando su compañera estaba consiguiéndole algo de tiempo. Corrió por la tabla y se adentró en la parte interna de la nave, buscando la sala de máquinas. "Espero que sea igual de sencilla que la anterior." Sin embargo, no pareció que fuera a ser el caso. No por la complejidad del mecanismo, sino por las dos presencias que pudo sentir cerca de donde se encontraba la sala de máquinas... Supuestamente. No eran exageradamente fuertes, pero si no lograba deshacerse de ambos sujetos con rapidez Haine podría verse en serios problemas. No pintaba bien, desde luego. Comenzó a desenvainar su espada y se plantó frente a la puerta. Tal vez, si lograba llamar la atención lo suficiente, el resto acudiría hacia él y su compañera tendría las cosas algo más fáciles.
- Muy bien...
Desde lejos podría apreciarse cómo varias ondas cortantes hacían un boquete en una de las paredes del navío, reventando la madera como si se hubiera producido una explosión... Así como a un joven de cabellos castaños saliendo despedido por el nuevo agujero, cayendo al agua. Si aquello no atraía a los demás, nada lo haría.
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Un enorme estruendo, procedente del otro navío, provocó que todos los que estaban intentando salvar a las "víctimas" del derrumbamiento, así como el falso llanto de la chica, se detuviesen y voltearan para mirar hacia el puerto, sorprendidos, algunos incluso horrorizados ante tal espectáculo (más de un novato se dejo caer impotente y con las manos sobre la cabeza). "Es una pena, pero parece que los numeritos de teatro ya no son necesarios." Pensó la chica antes de hacer desaparecer las manos de los "enterados vivos" para poder centrarse en otras cosas, como por ejemplo, agarrar a quienes trataban de ir en ayuda del barco, inmovilizando a la mitad de estos cuando ya estaban más cerca del barco que de ella, Imbuyendo además, los brazos en haki de armadura, por lo que estos tomaron un color metálico. -Temo que no puedo dejar que se vayan...Aunque tampoco puedo matarlos, o eso había dicho Kusanagi-san que evitará...Es una pena.- Murmuró al tiempo que se ponía en pie, ignorando a los que corrían de un lado a otro sin saber si ayudar a los inmovilizados o ir directos al barcos.
La chica se alejó un poco y quedó observando la escena, deteniendo a todo aquel que quisiera acercarse al barco, hasta que Kusanagi-san saliera. ¿Para qué había montado ese alboroto? No era como si la joven de cabellos azabaches necesitara ayuda contra lo que parecían un montón de soldados rasos, aunque nunca se sabía, quizá hubiera alguno más fuerte de lo que aparentaba entre sus filas...
-Veo que se divierte, señorita.- Escuchó detrás suya mientras seguía vigilando, se había vuelto a sentar y tenía la espalda apoyada sobre la roca, por lo que para ver de quien se trataba, tenía que alzar la cabeza. "Me pregunto si el mismo truco de antes servirá..." Se cuestionó a sí misma, aunque por probar...A unas malas, siempre podía defenderse empleando sus habilidades, de hecho tenía varias formas de hacerlo. " Que comience el show..."
-Que cruel es señor....- Gimoteó, haciendo que su voz sonara como la de una niña llorando, antes de alzar la cabeza para ver el rostro de su rival, con más lágrimas falsas en sus ojos. -¿Cómo puede decir que esta situación sea divertida...Es aterrador.- Contestó ella, ante lo que el hombre pareció bacilar respecto entre si debía o no, creerse lo que decía.
-Es gracioso que la causante de todo esto sea quien diga eso, ¿no eres tú quien está causando que esos hombres no puedan avanzar hacia el barco? No hace falta que contestes, seguiré culpándote a ti...Aunque quizá pueda perdonarte si te detienes y te vuelves una de los nuestros, a cambio de...ciertos favores. - Contestó el viejo con una cara demasiado pervertida. ¿Acaso solo contaban con viejos sucios en ese lugar?
-Temo que preferiría morir, siendo o no revolucionaria, antes de dejarme tocar por ti.- Contestó Haine en un tono frío antes de que su Haki le alertara del peligro, haciendo que se pusiera en pie y se alejase un par de metros de el revolucionario, desenfundando a "Aleph". -Te mandaré al infierno, viejo pervertido.-
La chica se alejó un poco y quedó observando la escena, deteniendo a todo aquel que quisiera acercarse al barco, hasta que Kusanagi-san saliera. ¿Para qué había montado ese alboroto? No era como si la joven de cabellos azabaches necesitara ayuda contra lo que parecían un montón de soldados rasos, aunque nunca se sabía, quizá hubiera alguno más fuerte de lo que aparentaba entre sus filas...
-Veo que se divierte, señorita.- Escuchó detrás suya mientras seguía vigilando, se había vuelto a sentar y tenía la espalda apoyada sobre la roca, por lo que para ver de quien se trataba, tenía que alzar la cabeza. "Me pregunto si el mismo truco de antes servirá..." Se cuestionó a sí misma, aunque por probar...A unas malas, siempre podía defenderse empleando sus habilidades, de hecho tenía varias formas de hacerlo. " Que comience el show..."
-Que cruel es señor....- Gimoteó, haciendo que su voz sonara como la de una niña llorando, antes de alzar la cabeza para ver el rostro de su rival, con más lágrimas falsas en sus ojos. -¿Cómo puede decir que esta situación sea divertida...Es aterrador.- Contestó ella, ante lo que el hombre pareció bacilar respecto entre si debía o no, creerse lo que decía.
-Es gracioso que la causante de todo esto sea quien diga eso, ¿no eres tú quien está causando que esos hombres no puedan avanzar hacia el barco? No hace falta que contestes, seguiré culpándote a ti...Aunque quizá pueda perdonarte si te detienes y te vuelves una de los nuestros, a cambio de...ciertos favores. - Contestó el viejo con una cara demasiado pervertida. ¿Acaso solo contaban con viejos sucios en ese lugar?
-Temo que preferiría morir, siendo o no revolucionaria, antes de dejarme tocar por ti.- Contestó Haine en un tono frío antes de que su Haki le alertara del peligro, haciendo que se pusiera en pie y se alejase un par de metros de el revolucionario, desenfundando a "Aleph". -Te mandaré al infierno, viejo pervertido.-
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El polvo lo había inundado todo por unos segundos, y el pelirrojo no pudo hacer otra cosa más que llevarse la mano a la boca y toser, con el ojo bueno ligeramente irritado. "Vale, tal vez me haya pasado un poco" se dijo a sí mismo mientras observaba cómo había quedado la sala de máquinas. Ahora contaba con una preciosa ventana con vistas a Baltigo, directas al puerto y la costa, mientras que el resto de la sala estaba plagado de cortes en la madera. Incluso un tipo permanecía tirado en el suelo, gimoteando a causa de algunos cortes que le habían dejado inmovilizado.
- Vaya... -murmuró, con la katana apoyada sobre el hombro y la mano en la nuca, sonriendo levemente- Discúlpame, no pretendía ser tan bruto.
El revolucionario no pareció prestar demasiada atención a sus palabras, por eso de que estaba demasiado ocupado preocupándose por las heridas que recorrían su cuerpo. Aquello tenía que doler de verdad, aunque no eran daños necesariamente mortales, por suerte para él... O tal vez por desgracia. Al fin y al cabo nadie sabría su destino hasta que fuesen entregador al gobierno, y las posibilidades que se barajaban era el encarcelamiento o la ejecución. Su vida a partir de ese momento no iba a ser un camino de rosas precisamente. Una vez gran parte del polvo hubo salido de la sala, Kusanagi aprovechó para comprobar el estado del mecanismo y ver si podía trastear un poco para estropearlo. Sin embargo, no pareció que fuera a ser necesario, por eso de que algunas de las ondas cortantes habían reventado conductos, vías, cableado y demás elementos, dejándolos irreparables. De hecho, haría falta cambiarlos por unos nuevos si se quería poner en funcionamiento el barco alguna vez.
- Bueno, va siendo hora de concluir el trabajo -susurró, acercándose a la apertura en el casco y entrecerrando el ojo para visualizar la posición de su compañera, así como la del resto de revolucionarios que quedaban en los muelles, quienes al parecer habían decidido ir hacia allí tras escuchar el estruendo que había producido con su ataque. Aunque algo parecía estar poniéndoles las cosas difíciles.
Dejó escapar un suspiro y saltó por el hueco, utilizando el geppou para desplazarse por el aire y llegar a tierra, aún con la espada desenvainada. Desde más cerca pudo comprobar que brazos, piernas y demás partes del cuerpo humano habían aparecido por todas partes para obstaculizar el camino a los miembros de la armada. No pudo evitar que se le escapara una leve risa. "Esta Haine..." Aprovechando que buena parte de ellos se encontraban inmovilizados, comenzó a dejarles inconscientes uno a uno con rápidos golpes, dejándolos así fuera de combate para que no entorpecieran la operación. Tras esto amplió el rango de acción de su mantra para localizar la presencia de la chica, sintiéndola a unas pocas decenas de metros de donde se encontraba... Acompañada por otra particularmente más fuerte que la del resto. Frunció el ceño ante esto y comenzó a desplazarse con rapidez hacia su posición. Debía de tratarse de la persona que estaba al mando allí, y eso tan solo suponía un montón de riesgos. Debía aparecer para ayudarla cuanto antes.
- Vaya... -murmuró, con la katana apoyada sobre el hombro y la mano en la nuca, sonriendo levemente- Discúlpame, no pretendía ser tan bruto.
El revolucionario no pareció prestar demasiada atención a sus palabras, por eso de que estaba demasiado ocupado preocupándose por las heridas que recorrían su cuerpo. Aquello tenía que doler de verdad, aunque no eran daños necesariamente mortales, por suerte para él... O tal vez por desgracia. Al fin y al cabo nadie sabría su destino hasta que fuesen entregador al gobierno, y las posibilidades que se barajaban era el encarcelamiento o la ejecución. Su vida a partir de ese momento no iba a ser un camino de rosas precisamente. Una vez gran parte del polvo hubo salido de la sala, Kusanagi aprovechó para comprobar el estado del mecanismo y ver si podía trastear un poco para estropearlo. Sin embargo, no pareció que fuera a ser necesario, por eso de que algunas de las ondas cortantes habían reventado conductos, vías, cableado y demás elementos, dejándolos irreparables. De hecho, haría falta cambiarlos por unos nuevos si se quería poner en funcionamiento el barco alguna vez.
- Bueno, va siendo hora de concluir el trabajo -susurró, acercándose a la apertura en el casco y entrecerrando el ojo para visualizar la posición de su compañera, así como la del resto de revolucionarios que quedaban en los muelles, quienes al parecer habían decidido ir hacia allí tras escuchar el estruendo que había producido con su ataque. Aunque algo parecía estar poniéndoles las cosas difíciles.
Dejó escapar un suspiro y saltó por el hueco, utilizando el geppou para desplazarse por el aire y llegar a tierra, aún con la espada desenvainada. Desde más cerca pudo comprobar que brazos, piernas y demás partes del cuerpo humano habían aparecido por todas partes para obstaculizar el camino a los miembros de la armada. No pudo evitar que se le escapara una leve risa. "Esta Haine..." Aprovechando que buena parte de ellos se encontraban inmovilizados, comenzó a dejarles inconscientes uno a uno con rápidos golpes, dejándolos así fuera de combate para que no entorpecieran la operación. Tras esto amplió el rango de acción de su mantra para localizar la presencia de la chica, sintiéndola a unas pocas decenas de metros de donde se encontraba... Acompañada por otra particularmente más fuerte que la del resto. Frunció el ceño ante esto y comenzó a desplazarse con rapidez hacia su posición. Debía de tratarse de la persona que estaba al mando allí, y eso tan solo suponía un montón de riesgos. Debía aparecer para ayudarla cuanto antes.
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Tras haberse alejado de el hombre que se había presentado frente a ella y desenfundar a Aleph, la chica concentró parte de su energía en el arma y apretó el gatillo, procurando mantener los ojos abiertos y apuntando a los puntos más delicados de este, no por ser solo órganos importantes, sino para causarle el mayor dolor posible. ¿Por qué? No le conocía de nada, quizá no pensara en hacer nada más que intentar capturarla y llevarla como prisionera, cosa que no iba a permitir, pero eso no quitaba que la chica de cabellos azabaches no pudiera simplemente dejarle incapacitado para pelear...¿Entonces? Bueno, su cabello gris y su barba descuidada, al igual que la calva "de monje" que tenía...Es decir, su apariencia, trajo ciertos recuerdos desagradables a la mente de Haine, y esa era una buena forma de tratar de borrarlos o acabar con ellos...
Pero nada ocurrió, el hombre logró bloquear sus disparos sin esfuerzo alguno, empleando para ello el arma que portaba consigo. Un látigo de cuero negro que, curiosamente, parecía fundirse con las sombras de las rocas en las zonas en las que este se encontraba en contacto con ellas. -Si eso es todo lo que tienes, niñita...No se que haces intentando enfrentarme.- Se burló el hombre en frente suya antes de mover su mano con intención de pegar un latigazo a la la chica. Esta esquivó sin problemas, pero no fue capaz de ver que al impactar contra el suelo, algo similar a una sombra alargada había quedado marcada en el lugar en el que el arma había golpeado. Tampoco importaba, ¿no?
-Tú tampoco es que seas nada del otro mundo- Le reprochó antes de volver a cargar su arma disparando esta vez a sus piernas y manos, con sus balas imbuidas en Haki de armadura, al igual que sus brazos, cosa que salvó a esta de un buen golpe del contrario. Este había intentado detener sus disparos atacando, enredando uno de los brazos de la chica antes de que al látigo le surgieran pinchos que, aunque no atravesaron su por poco, lograron sacarle un quejido de dolor y hacer que las manos le temblaran levemente. "No lo lograras con esto..." Pensó Haine antes de hacer aparecer dos brazos a su espalda, cuyas manos comenzaron a estrangular el cuello del contrario. Por desgracia, la falta de concentración de la chica, a causa del dolor, evitó que este muriera ahogado.
Ambos se apartaron varios metros de su contrario, jadeando, al tiempo que se observaban mutuamente con rencor o incluso odio, justo antes de que el pelirrojo entrara en escena. -Ha tardado más de lo que había prometido, Kusanagi-san.-
Pero nada ocurrió, el hombre logró bloquear sus disparos sin esfuerzo alguno, empleando para ello el arma que portaba consigo. Un látigo de cuero negro que, curiosamente, parecía fundirse con las sombras de las rocas en las zonas en las que este se encontraba en contacto con ellas. -Si eso es todo lo que tienes, niñita...No se que haces intentando enfrentarme.- Se burló el hombre en frente suya antes de mover su mano con intención de pegar un latigazo a la la chica. Esta esquivó sin problemas, pero no fue capaz de ver que al impactar contra el suelo, algo similar a una sombra alargada había quedado marcada en el lugar en el que el arma había golpeado. Tampoco importaba, ¿no?
-Tú tampoco es que seas nada del otro mundo- Le reprochó antes de volver a cargar su arma disparando esta vez a sus piernas y manos, con sus balas imbuidas en Haki de armadura, al igual que sus brazos, cosa que salvó a esta de un buen golpe del contrario. Este había intentado detener sus disparos atacando, enredando uno de los brazos de la chica antes de que al látigo le surgieran pinchos que, aunque no atravesaron su por poco, lograron sacarle un quejido de dolor y hacer que las manos le temblaran levemente. "No lo lograras con esto..." Pensó Haine antes de hacer aparecer dos brazos a su espalda, cuyas manos comenzaron a estrangular el cuello del contrario. Por desgracia, la falta de concentración de la chica, a causa del dolor, evitó que este muriera ahogado.
Ambos se apartaron varios metros de su contrario, jadeando, al tiempo que se observaban mutuamente con rencor o incluso odio, justo antes de que el pelirrojo entrara en escena. -Ha tardado más de lo que había prometido, Kusanagi-san.-
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El pelirrojo apareció posado en cuclillas sobre una acumulación rocosa, con la espada apoyada sobre el hombro y su mirada clavada en ambos contendientes. Su compañera parecía estar pasándolo algo mal, aunque no se podía decir que las fuerzas estuvieran desequilibradas del todo, y eso era patente en la expresión del revolucionario. Su semblante era serio y su mirada fría. No le gustaba que amenazasen a los suyos, y mucho menos que les hicieran daño. Huelga decir que había alcanzado a escuchar buena parte de la conversación. Las palabras de la azabache no hicieron que variara su actitud, pero sí que se mostrara algo más calmado.
- Siento la tardanza, Haine-chan -comenzó, irguiéndose con calma mientras el otro le miraba, inquieto y con palpable nerviosismo- Pero ya estoy aquí. Tranquila, esto se terminará rápido.
Sus últimas palabras fueron acompañadas de una leve sonrisa, dedicada a la chica, justo en el momento en que aquel látigo de sombras silbaba al rozar con el viento, estallando en un chasquido justo donde él se encontraba... O, mejor dicho, donde debía haberse encontrado. El pelirrojo se había esfumado, desapareciendo ante los ojos de ambos, y en apenas un instante se encontraba en el lado opuesto del revolucionario, manteniendo exactamente la misma postura que cuando estaba sobre las rocas.
- Eso ha sido muy precipitado. ¿No prefieres rendirte? Todo sería mucho más sencillo, e incluso podrías recibir un castigo menor por tus crímenes.
El viejo se limitó a blasfemar contra él, gritando cosas como que no eran más que perros del gobierno, o que la verdadera justicia prevalecería. "Verdadera justicia". Eso estaba por ver. Kusanagi se encogió de hombros y bajó el filo de su espada, viendo que no quedaba otra opción. Trataría de dejarle fuera de combate sin producirle daños letales, aunque no estaba seguro de que aquello fuera a serle posible. Al fin y al cabo, ese tipo no iba a ser tan sencillo de neutralizar como sus subordinados, pero contaba con la ayuda de la bella Haine. Durante todo ese tiempo no pudo dejar de observar esa extraña arma. ¿Qué clase de propiedades tendría como para poder fundirse en las sombras del lugar? Por no decir que tenía algo que le causaba cierta inquietud, como si el mal manara de ella. Algo útil y peligroso a partes iguales. Su espada giró en la mano al tiempo que evadía un nuevo latigazo, aunque este estuvo a punto de alcanzarle en el hombro, y de no haber poseído el kami-e tal vez lo hubiera hecho.
- Como quieras.
De nuevo el pelirrojo desapareció, materializándose por un lateral y trazando un corte que recorrió su costado izquierdo. No era lento, pero se le veía ligeramente fatigado tras el enfrentamiento contra la chica, y su velocidad era muy superior a la de él. Tras esto lanzó una patada a la altura de los tobillos, pretendiendo desestabilizarle y hacerle caer al suelo. Supuso que su compañera se encargaría de inmovilizarle tras ello y podrían disponerse a volver a Ennies Lobbie. Con algo de suerte, incluso podrían hacer alguna parada por el camino y relajarse un poco.
- Siento la tardanza, Haine-chan -comenzó, irguiéndose con calma mientras el otro le miraba, inquieto y con palpable nerviosismo- Pero ya estoy aquí. Tranquila, esto se terminará rápido.
Sus últimas palabras fueron acompañadas de una leve sonrisa, dedicada a la chica, justo en el momento en que aquel látigo de sombras silbaba al rozar con el viento, estallando en un chasquido justo donde él se encontraba... O, mejor dicho, donde debía haberse encontrado. El pelirrojo se había esfumado, desapareciendo ante los ojos de ambos, y en apenas un instante se encontraba en el lado opuesto del revolucionario, manteniendo exactamente la misma postura que cuando estaba sobre las rocas.
- Eso ha sido muy precipitado. ¿No prefieres rendirte? Todo sería mucho más sencillo, e incluso podrías recibir un castigo menor por tus crímenes.
El viejo se limitó a blasfemar contra él, gritando cosas como que no eran más que perros del gobierno, o que la verdadera justicia prevalecería. "Verdadera justicia". Eso estaba por ver. Kusanagi se encogió de hombros y bajó el filo de su espada, viendo que no quedaba otra opción. Trataría de dejarle fuera de combate sin producirle daños letales, aunque no estaba seguro de que aquello fuera a serle posible. Al fin y al cabo, ese tipo no iba a ser tan sencillo de neutralizar como sus subordinados, pero contaba con la ayuda de la bella Haine. Durante todo ese tiempo no pudo dejar de observar esa extraña arma. ¿Qué clase de propiedades tendría como para poder fundirse en las sombras del lugar? Por no decir que tenía algo que le causaba cierta inquietud, como si el mal manara de ella. Algo útil y peligroso a partes iguales. Su espada giró en la mano al tiempo que evadía un nuevo latigazo, aunque este estuvo a punto de alcanzarle en el hombro, y de no haber poseído el kami-e tal vez lo hubiera hecho.
- Como quieras.
De nuevo el pelirrojo desapareció, materializándose por un lateral y trazando un corte que recorrió su costado izquierdo. No era lento, pero se le veía ligeramente fatigado tras el enfrentamiento contra la chica, y su velocidad era muy superior a la de él. Tras esto lanzó una patada a la altura de los tobillos, pretendiendo desestabilizarle y hacerle caer al suelo. Supuso que su compañera se encargaría de inmovilizarle tras ello y podrían disponerse a volver a Ennies Lobbie. Con algo de suerte, incluso podrían hacer alguna parada por el camino y relajarse un poco.
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La chica fijó su mirada en el pelirrojo, quien acababa de llegar, con bastante energía, por lo visto, al contrario que la chica, quien, si bien podría haber acabado con ese tipo sin ayuda de su superior, no le parecía mal el tomarse un pequeño descanso, al fin y al cabo, había estado haciendo todo el trabajo sucio para que el chico tuviera vía libre. Pero por otro lado, la forma en la que se presentó ahí, "tranquilizándola". Por favor, ese hombre no era nada en comparación con lo que había aguantado hasta entonces...No es que le molestara que se preocupase por su bienestar, solo que no veía necesario decirlo como si por ser mujer necesitara que alguien la protegiera.
Como fuese, aquel juego ya había finalizado. Pocas personas eran capaces de superar la velocidad de su "capitán" en el cp, y ese viejo no iba a ser capaz de librarse del golpe propiciado por el chico, aunque este fue menor de lo que este hubiera esperado. El corte había sido parado torpemente con el látigo, sin embargo, el enemigo se había desestabilizado. Algo muy favorable, ya que facilitó que cayera por la patada del pelirrojo. Tras aquello, Haine hizo aparecer varios brazos que ataron al hombre, inmovilizándole, segundos antes de que un golpe sonara a sus espaldas, proveniente de la marca en el suelo. La chica de cabellos azabaches se acercó a ambos y se detuvo un momento, mirando primero al hombre, con desprecio, y luego al látigo, el cual tomo en sus manos. -¿Le parece correcto qué me lo quede como recompensa por haber detenido al resto?- Preguntó mirando a su compañero, antes de dedicarle una alegre sonrisa. ¿Por qué no? Tal vez acabase de encontrar una pequeña joya entre ese montón de rocas polvorientas.
-¿Por cierto, sabe quién es? Quizá hubiera una recompensa por su cabeza o algo por el estilo. Ganar algo extra nunca viene mal.- Comentó mientras comenzaba a caminar, haciendo que más brazos fueran apareciendo y desapareciendo, llevando el cuerpo del hombre. -Oh, y no se olvide de recompensarme al llegar al barco.- Dijo volteando la cabeza y guiñándole un ojo.
Como fuese, aquel juego ya había finalizado. Pocas personas eran capaces de superar la velocidad de su "capitán" en el cp, y ese viejo no iba a ser capaz de librarse del golpe propiciado por el chico, aunque este fue menor de lo que este hubiera esperado. El corte había sido parado torpemente con el látigo, sin embargo, el enemigo se había desestabilizado. Algo muy favorable, ya que facilitó que cayera por la patada del pelirrojo. Tras aquello, Haine hizo aparecer varios brazos que ataron al hombre, inmovilizándole, segundos antes de que un golpe sonara a sus espaldas, proveniente de la marca en el suelo. La chica de cabellos azabaches se acercó a ambos y se detuvo un momento, mirando primero al hombre, con desprecio, y luego al látigo, el cual tomo en sus manos. -¿Le parece correcto qué me lo quede como recompensa por haber detenido al resto?- Preguntó mirando a su compañero, antes de dedicarle una alegre sonrisa. ¿Por qué no? Tal vez acabase de encontrar una pequeña joya entre ese montón de rocas polvorientas.
-¿Por cierto, sabe quién es? Quizá hubiera una recompensa por su cabeza o algo por el estilo. Ganar algo extra nunca viene mal.- Comentó mientras comenzaba a caminar, haciendo que más brazos fueran apareciendo y desapareciendo, llevando el cuerpo del hombre. -Oh, y no se olvide de recompensarme al llegar al barco.- Dijo volteando la cabeza y guiñándole un ojo.
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Kusanagi observó algo más relajado cómo múltiples manos surgían del suelo y aferraban al cabecilla de los revolucionarios, dejándole inmovilizado. Había logrado llegar a tiempo, después de todo, lo que causó en él un gran alivio. Jamás se lo habría perdonado si por su culpa la chica hubiera salido herida por hacer que se arriesgara demasiado. Envainó la espada con calma y se quedó mirando al hombre durante unos segundos, guardando silencio. ¿Qué motivos le habrían llevado a seguir los ideales de la Armada? ¿Se habría arrepentido en algún momento de lo que hacía? ¿Quién representaba la verdadera justicia, él o el pelirrojo? Multitud de preguntas abordaron su mente, pero se aseguró de quitárselas de la cabeza con rapidez. Su causa era noble y justa, independientemente del bando en el que se encontrara combatiendo. Si la corrupción se encontraba en el propio gobierno, se ocuparía de erradicarla desde la propia raíz. Aquella guerra no solucionaría nada.
- Supongo que no pasa nada porque te la quedes. Parece un arma bastante especial... Y no creo que su dueño vaya a volver a tener la oportunidad de empuñarla -hizo una leve pausa- Toda tuya. Tan solo ten cuidado con el uso que le das. Hay algo extraño en ella.
Tras esto comenzó a caminar, seguido de cerca por la chica, mientras el cuerpo del revolucionario iba rodando por el suelo gracias a las manos que lo iban transportando. El lugar parecía un verdadero campo de batalla, aunque había logrado no verse en la necesidad de matar a nadie, y tan solo se encontraban inconscientes. Se estiró con calma y llevó las manos a la nuca, cerrando los ojos momentáneamente, tratando de pensar. La dulce voz de su compañera llegó a sus oídos, y Kus la miró de lado antes de responder.
- Su nombre es Matthew Dorimber, sargento de la revolución con 25 millones por su cabeza. Supongo que nos darán algo por su captura. Del resto no me suenan sus rostros, así que supongo que se tratarían de soldados de fama nula -le explicó, bajando las manos y quedándose callado unos pocos segundos tras sus siguientes palabras, ante las que esbozó una sonrisa. Definitivamente aquella chica no dejaría jamás de sorprenderle, así como de agradarle en gran medida- ¿Dudas de mi palabra? Verás que no hay motivos para hacerlo.
Tras aquellas palabras dejó escapar una leve risa, y a continuación activó el dispositivo de comunicación para entrar en contacto con sus superiores. Tenían un barco para volver, pero no iban a poder cargar con tantos prisioneros.
- Aquí Kusanagi Yu, comunicando desde Baltigo. Los revolucionarios han sido reducidos y sus barcos inutilizados. Solicito envío de refuerzos para el transporte de los prisioneros.
- Supongo que no pasa nada porque te la quedes. Parece un arma bastante especial... Y no creo que su dueño vaya a volver a tener la oportunidad de empuñarla -hizo una leve pausa- Toda tuya. Tan solo ten cuidado con el uso que le das. Hay algo extraño en ella.
Tras esto comenzó a caminar, seguido de cerca por la chica, mientras el cuerpo del revolucionario iba rodando por el suelo gracias a las manos que lo iban transportando. El lugar parecía un verdadero campo de batalla, aunque había logrado no verse en la necesidad de matar a nadie, y tan solo se encontraban inconscientes. Se estiró con calma y llevó las manos a la nuca, cerrando los ojos momentáneamente, tratando de pensar. La dulce voz de su compañera llegó a sus oídos, y Kus la miró de lado antes de responder.
- Su nombre es Matthew Dorimber, sargento de la revolución con 25 millones por su cabeza. Supongo que nos darán algo por su captura. Del resto no me suenan sus rostros, así que supongo que se tratarían de soldados de fama nula -le explicó, bajando las manos y quedándose callado unos pocos segundos tras sus siguientes palabras, ante las que esbozó una sonrisa. Definitivamente aquella chica no dejaría jamás de sorprenderle, así como de agradarle en gran medida- ¿Dudas de mi palabra? Verás que no hay motivos para hacerlo.
Tras aquellas palabras dejó escapar una leve risa, y a continuación activó el dispositivo de comunicación para entrar en contacto con sus superiores. Tenían un barco para volver, pero no iban a poder cargar con tantos prisioneros.
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La chica recogió el látigo y lo sujeto a su cinturón, haciendo oídos sordos a lo dicho por su superior, no por faltarle al respeto o pensarse demasiado buena como para que le pasara algo...Sino porque sabiendo que formaba parte de una banda pirata comandada por el mismo lucifer, no creía que ese arma podría ser más peligrosa que su situación actual. -Entendido, tendré cuidado.- Contestó para zanjar el tema, antes de continuar su camino hacia la bahía, donde debería estar esperándoles un barco con el cual regresar a la organización, a quien Kusanagi había llamado minutos atrás. Una vez dentro, podrían relajarse tras entregar un informe de como finalizaron, de forma exitosa, la misión y quizá recibir un premio por la captura del que el pelirrojo había nombrado como "Matthew Dorimber".
Una vez acabaran, cada uno podría ir a relajarse como más gustasen. Tendrían tiempo libre durante su viaje en alta mar. Por su parte, la chica decidió aprovechar para asearse, asegurándose de quitarse hasta la última mota de polvo de su cuerpo, además de mandar al cesto de la colada sus prendas de trabajo segundos antes de meterse bajo la ducha. Una vez lista, se cambio con ropa más cómoda y dejo su cabello suelto secarse al aire, antes de tirarse en la cama junto a Rom, quien parecía haber estado dormida durante todo el viaje. -No se como puedes dormir tanto...- Comentó antes de revolverle el pelo. Tras eso, fijo sus ojos en el látigo, planteándose si ir a practicar ya o esperar a mañana. -Supongo que hoy podría relajarme y ir a ver si Kusanagi-san quiere que nos divirtamos un rato...fufufu.-
Una vez acabaran, cada uno podría ir a relajarse como más gustasen. Tendrían tiempo libre durante su viaje en alta mar. Por su parte, la chica decidió aprovechar para asearse, asegurándose de quitarse hasta la última mota de polvo de su cuerpo, además de mandar al cesto de la colada sus prendas de trabajo segundos antes de meterse bajo la ducha. Una vez lista, se cambio con ropa más cómoda y dejo su cabello suelto secarse al aire, antes de tirarse en la cama junto a Rom, quien parecía haber estado dormida durante todo el viaje. -No se como puedes dormir tanto...- Comentó antes de revolverle el pelo. Tras eso, fijo sus ojos en el látigo, planteándose si ir a practicar ya o esperar a mañana. -Supongo que hoy podría relajarme y ir a ver si Kusanagi-san quiere que nos divirtamos un rato...fufufu.-
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