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Privado. Rosseto & Haine. Pasado.
—¡Gracias por nada! ¡Bastardos!— gritó el albino con las manos en los bolsillos mientras observaba un barco mercante alejarse desde donde él estaba. Una pequeña roca en medio de una playa de fina arena era el lugar en el que se encontraba molesto por la luz solar que le quemaba la piel de la cara. Había sido abandonado en aquella isla deshabitada para que muriera de hambre y sed, y todo porque los tripulantes del barco no habían sido suficiente compasivos para llevarlo ni suficiente hombres para matarlo. Había sido descubierto de polizón en aquel barco, era la única forma de viajar que tenía por aquel entonces Haine que se colaba en barcos mercantes como ese sustituyendo un barril de alimentos o bebida y navegaba de isla en isla descubriendo el mundo. Pero aquella vez había salido mal, los marineros habían decidido probar la cerveza que iban a comerciar descubriendo al joven oculto en su interior.
Sin embargo no estaba solo, y es que el perro al darse cuenta de la situación salió de su escondite y lo acompañó. Shiro, el pastor blanco suizo que era desde hacía ya algunos años el más fiel nakama de aquel hombre abandonado a su suerte hasta el punto de acompañarle en su condena y morir junto a él. Cuando el barco que los había abandonado se perdió de vista Haine se alejó del sol que ya comenzaba a hacerle daño en la piel y se sentó a la sombra de unos árboles que se extendían por toda la isla con excepción de la costa y de las extrañas montañas con forma de piñas gigantes que le habían dado el nombre a esa isla. Sin embargo él no sabía nada acerca de dónde se encontraba, pero esperaba que fuera una parada obligatorio para más barcos mercantes o tendría que comenzar a buscar la forma de salir de allí, algo difícil para un usuario de akuma.
Se cruzó de piernas y de brazos mientras el perro se fue a investigar al interior de aquel bosque, cerrando los ojos y abriéndolos cada minuto aproximadamente para comprobar el tráfico en la porción de mar que podía ver desde allí. Quizás sería más provechoso si observaba el mar desde lo alto de una de aquellas montañas con forma de piña, pero sencillamente le daba pereza y quería tentar un poco su suerte antes de realizar un gran esfuerzo. Además, ya estaba Shiro investigando la zona alrededor por lo que no tenía por qué gastar fuerzas innecesariamente. Suspiró profundamente con los ojos cerrados bajo la sombra de aquel árbol, junto las suelas de sus zapatos y apoyó las manos en estos, tan solo le quedaba esperar a que ocurriera el milagro.
—¡Gracias por nada! ¡Bastardos!— gritó el albino con las manos en los bolsillos mientras observaba un barco mercante alejarse desde donde él estaba. Una pequeña roca en medio de una playa de fina arena era el lugar en el que se encontraba molesto por la luz solar que le quemaba la piel de la cara. Había sido abandonado en aquella isla deshabitada para que muriera de hambre y sed, y todo porque los tripulantes del barco no habían sido suficiente compasivos para llevarlo ni suficiente hombres para matarlo. Había sido descubierto de polizón en aquel barco, era la única forma de viajar que tenía por aquel entonces Haine que se colaba en barcos mercantes como ese sustituyendo un barril de alimentos o bebida y navegaba de isla en isla descubriendo el mundo. Pero aquella vez había salido mal, los marineros habían decidido probar la cerveza que iban a comerciar descubriendo al joven oculto en su interior.
Sin embargo no estaba solo, y es que el perro al darse cuenta de la situación salió de su escondite y lo acompañó. Shiro, el pastor blanco suizo que era desde hacía ya algunos años el más fiel nakama de aquel hombre abandonado a su suerte hasta el punto de acompañarle en su condena y morir junto a él. Cuando el barco que los había abandonado se perdió de vista Haine se alejó del sol que ya comenzaba a hacerle daño en la piel y se sentó a la sombra de unos árboles que se extendían por toda la isla con excepción de la costa y de las extrañas montañas con forma de piñas gigantes que le habían dado el nombre a esa isla. Sin embargo él no sabía nada acerca de dónde se encontraba, pero esperaba que fuera una parada obligatorio para más barcos mercantes o tendría que comenzar a buscar la forma de salir de allí, algo difícil para un usuario de akuma.
Se cruzó de piernas y de brazos mientras el perro se fue a investigar al interior de aquel bosque, cerrando los ojos y abriéndolos cada minuto aproximadamente para comprobar el tráfico en la porción de mar que podía ver desde allí. Quizás sería más provechoso si observaba el mar desde lo alto de una de aquellas montañas con forma de piña, pero sencillamente le daba pereza y quería tentar un poco su suerte antes de realizar un gran esfuerzo. Además, ya estaba Shiro investigando la zona alrededor por lo que no tenía por qué gastar fuerzas innecesariamente. Suspiró profundamente con los ojos cerrados bajo la sombra de aquel árbol, junto las suelas de sus zapatos y apoyó las manos en estos, tan solo le quedaba esperar a que ocurriera el milagro.
- Aspecto de Haine ahora mismo (el de la izquierda):
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Hacía rato que había arrastrado la barca y la había escondido bajo las hojas y arbustos de la isla. Había desenganchado y recogido el mástil, al igual que el resto de pertenencias del diminuto navío, para evitar que los animales u otras personas pudieran robarlo.
Se rumoreaba que en aquella isla solo habían piñas y simios colgando de los arboles, y por ello mismo había decidido comprobarlo por mi misma, hechando un buen vistazo al lugar.
Nunca sabes cuando te puedes encontrar uno de los seres de mis libros de cuentos y leyendas, aquellos que siempre he buscado.
Y tal vez algún objeto de valor o pista que pudiera destinarme a una nueva isla.
No andaba en misión de espionaje, y dudaba encontrar algo de valor arqueológico en un lugar como ese, pero echarle un buen vistazo a todo podría valerme la pena.
Tal vez una mutación de simio... O algún eslabón perdido... O directamente algun tipo de Bigfoot o ser extraño. Quiza hasta una piña parlante.
Todo me servía para mi recopilacion de animales extraños, mitológicos y de cuento. Estaba dispuesta a demostrar que en este mundo hay mas de lo que se ve a simple vista.
Todos mis informes y papeles los había dejado en la barca, bien protegidos y escondidos. En cambio llevaba conmigo los lápices y papeles en blanco, por si llegara a necesitar.
Navegar por grandline no era fácil, por suerte me había criado en esos mares. Tras estar segura de que la barca no podía ser descubierta, me encamine al interior de la isla, la cual tenía forma de piña, una piña gigante enterrada bajo la arena...
Llevaba un sombrero abombado con visera para evitar quemarme la cara, pues poco refugio encontraria en una isla deshabitada. También me acompañaba mi mochila, bien agarrada a la espalda, pues pelar una piña me llevaría mas tiempo que cargar con mis propios suministros.
Los ecos de los monos sonaban alrededor. Esperaba no llamarles demasiado la atencion, pues lo mas probable era que me dieran problemas.
Se rumoreaba que en aquella isla solo habían piñas y simios colgando de los arboles, y por ello mismo había decidido comprobarlo por mi misma, hechando un buen vistazo al lugar.
Nunca sabes cuando te puedes encontrar uno de los seres de mis libros de cuentos y leyendas, aquellos que siempre he buscado.
Y tal vez algún objeto de valor o pista que pudiera destinarme a una nueva isla.
No andaba en misión de espionaje, y dudaba encontrar algo de valor arqueológico en un lugar como ese, pero echarle un buen vistazo a todo podría valerme la pena.
Tal vez una mutación de simio... O algún eslabón perdido... O directamente algun tipo de Bigfoot o ser extraño. Quiza hasta una piña parlante.
Todo me servía para mi recopilacion de animales extraños, mitológicos y de cuento. Estaba dispuesta a demostrar que en este mundo hay mas de lo que se ve a simple vista.
Todos mis informes y papeles los había dejado en la barca, bien protegidos y escondidos. En cambio llevaba conmigo los lápices y papeles en blanco, por si llegara a necesitar.
Navegar por grandline no era fácil, por suerte me había criado en esos mares. Tras estar segura de que la barca no podía ser descubierta, me encamine al interior de la isla, la cual tenía forma de piña, una piña gigante enterrada bajo la arena...
Llevaba un sombrero abombado con visera para evitar quemarme la cara, pues poco refugio encontraria en una isla deshabitada. También me acompañaba mi mochila, bien agarrada a la espalda, pues pelar una piña me llevaría mas tiempo que cargar con mis propios suministros.
Los ecos de los monos sonaban alrededor. Esperaba no llamarles demasiado la atencion, pues lo mas probable era que me dieran problemas.
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Cansado de esperar decidió que sería mejor ir a un punto más alto de la isla, aquella piña enorme enterrada en la isla era el lugar perfecto desde el que observar si algún barco mercante pasaba por allí, aunque sería más difícil avisarles de que allí se encontraba para que pudieran salvarle. Abrió los ojos y se puso de pie, apilando algunas ramas secas en la playa para hacer una hoguera en caso de que fuera necesario y que el humo alertara de su presencia. No tardó más de cinco minutos en desistir, pues se dio cuenta de que si abandonaba aquella posición para vigilar no serviría de nada tener una hoguera preparada en un punto tan lejos del que se encontraría. Ya se las apañaría, al fin y al cabo tenía munición de sobra para armar un buen jaleo, y no parecía que la fauna fuera a ser un gran problema.
Activó su collar que le informó mediante impulsos eléctricos que el perro se encontraba a una distancia media hacia el interior de aquel pequeño bosque, por lo que decidió seguirlo para reunirse con él y así escalar juntos la montaña con forma de piña. Al poco de caminar lo encontró, parecía estar jugando o peleando con aquellos monos que se alejaron en cuanto notaron la presencia del albino acercándose por entre las sombras de los árboles. No obstante y antes de que pudiera empezar a escalar la montaña el animal llamó su atención mordiendo el cañón del pantalón, y mostrándole cómo olisqueaba el aire en busca de rastros. Parecía que había localizado algo digno de investigar, algo muy diferente a tufo de aquellos simios o a la para nada variada vegetación de la zona. Comenzó a seguirle sin demasiado interés, lo cierto era que se sentía bastante vago aquel día.
Tras unos minutos más caminando el perro se detuvo detrás de la maleza y Haine, que no se encontraba por la labor de comportarse con sigilo, atravesó los matorrales haciendo un gran ruido sin preocuparse de si quien estaba en el otro lado le disparaba. Ni siquiera había activado el Mantra, era algo bastante arrogante de su parte pero así era él. —Preparados o no, ¡allá voy!— pronunció simplemente muy seguro de sí mismo. No sabía qué era lo que se encontraría, pero confiaba en su habilidad para disparar primero si la situación se volvía peliaguda.
Activó su collar que le informó mediante impulsos eléctricos que el perro se encontraba a una distancia media hacia el interior de aquel pequeño bosque, por lo que decidió seguirlo para reunirse con él y así escalar juntos la montaña con forma de piña. Al poco de caminar lo encontró, parecía estar jugando o peleando con aquellos monos que se alejaron en cuanto notaron la presencia del albino acercándose por entre las sombras de los árboles. No obstante y antes de que pudiera empezar a escalar la montaña el animal llamó su atención mordiendo el cañón del pantalón, y mostrándole cómo olisqueaba el aire en busca de rastros. Parecía que había localizado algo digno de investigar, algo muy diferente a tufo de aquellos simios o a la para nada variada vegetación de la zona. Comenzó a seguirle sin demasiado interés, lo cierto era que se sentía bastante vago aquel día.
Tras unos minutos más caminando el perro se detuvo detrás de la maleza y Haine, que no se encontraba por la labor de comportarse con sigilo, atravesó los matorrales haciendo un gran ruido sin preocuparse de si quien estaba en el otro lado le disparaba. Ni siquiera había activado el Mantra, era algo bastante arrogante de su parte pero así era él. —Preparados o no, ¡allá voy!— pronunció simplemente muy seguro de sí mismo. No sabía qué era lo que se encontraría, pero confiaba en su habilidad para disparar primero si la situación se volvía peliaguda.
- Detalles:
- Shiro (el perro) te ha seguido el rastro, por lo que acabamos de llegar hasta donde estabas mientras caminabas dirección a la piña según entendí. No voy con intenciones agresivas :3
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Seguia por aquella isla, habiendo sacado un lapiz y unas hojas dentro de un bloc de cartón con correas. Hasta ahora los monos se habían alejado de mi camino tras notar mi presencia... Era un buen comienzo, pues no quería tener problemas con los simios.
Buscaba los senderos mas sencillos, evitando tener que apartar maleza de mi camino, todo para llegar a la montaña central, por si pudiera encontrar algun tipo de cueva interior, tuneles o algo de interes que muestre la presencia de algun ser extraño.
En esos momentos, y tras haber avanzado un buen trecho, los arbustos se movieron.
Mis manos guardaron con gran velocidad el lapiz dentro de la carpeta, la cual cerre con dos chasquidos junto con sus correas. No queria que unos monos pusieran sus sucias patas en mi material.
Algo avanzaba hacia mi con buen ritmo, algo grande que se apartaba de enmedio las hojas, y no tardo en mostrarse con aspecto desaliñado y cansado.
Era un chaval de pelo blanco con cara de importarle poco donde se encontraba, y tardó un poco en reparar en mi tras mirar a su alreadedor.
Me quede callada mirandolo de reojo, pues no sabía quien era ni sus intenciones. Además, no parecía tener nada fuera de lugar... seguramente era un simple humano como lo era yo.
Tal vez pudiera ignorarlo y seguir con mi busqueda? no moví un dedo, decidi agarrarme a mi carpeta, empujandola contra mi pecho mientras me mordía el labio superior.
Buscaba los senderos mas sencillos, evitando tener que apartar maleza de mi camino, todo para llegar a la montaña central, por si pudiera encontrar algun tipo de cueva interior, tuneles o algo de interes que muestre la presencia de algun ser extraño.
En esos momentos, y tras haber avanzado un buen trecho, los arbustos se movieron.
Mis manos guardaron con gran velocidad el lapiz dentro de la carpeta, la cual cerre con dos chasquidos junto con sus correas. No queria que unos monos pusieran sus sucias patas en mi material.
Algo avanzaba hacia mi con buen ritmo, algo grande que se apartaba de enmedio las hojas, y no tardo en mostrarse con aspecto desaliñado y cansado.
Era un chaval de pelo blanco con cara de importarle poco donde se encontraba, y tardó un poco en reparar en mi tras mirar a su alreadedor.
Me quede callada mirandolo de reojo, pues no sabía quien era ni sus intenciones. Además, no parecía tener nada fuera de lugar... seguramente era un simple humano como lo era yo.
Tal vez pudiera ignorarlo y seguir con mi busqueda? no moví un dedo, decidi agarrarme a mi carpeta, empujandola contra mi pecho mientras me mordía el labio superior.
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Ante sus ojos y tras pasar por entre unas ramas que dificultaban su visión apareció una joven de anaranjados cabellos que sin duda llamaba la atención en aquella isla deshabitada, ¿qué estaría haciendo allí sola una mujer aparentemente indefensa? Esa era la principal pregunta del albino que la miraba de arriba a abajo sin ningún tipo de pudor ni vergüenza. —Vaya, vaya... El olfato de Shiro no se equivocaba...— dijo en voz alta mientras el mencionado salía de entre un arbusto con paso sereno. El perro miró a la mujer y después a su dueño, dando un par de pasos hacia adelante y olfateándola como si quisiera olfatear sus intenciones y ver si era peligrosa. Haine sin embargo lucía mucho menos precavido ya que metió las manos en los bolsillos y se apoyó en un árbol cercano mirándola de lado.
Si se le observara con detenimiento se podría ver las cartucheras para sus dos pistolas una a cada lado de su cintura, la escopeta sujeta en su espalda por una correa y un lanzagranadas a la altura del muslo derecho. Además todos sus pantalones parecían contener mucha munición de diferentes tipos en el interior de los bolsillos, por lo que a pesar de su pasividad daba la sensación de ser algo peligroso. Se cruzó de brazos mirándola, notó el gesto de su rostro que parecía dudar de si decir alguna palabra o si salir corriendo de allí. —Haine. Haine Rammsteiner. Ese es mi nombre.— dijo como si hubiera respondido a una pregunta que nunca había sido realizada. —Bonita isla, ¿eh? Me encanta el olor a estiercol de los monos, la escasa comida y la falta de civilización.— comentó irónico como si quisiera romper el hielo, pero en realidad pensaba todo lo contrario y lo único que quería era salir de allí.
De repente una bombillita se iluminó en su cabeza y le hizo abrir ligeramente los ojos mientras la miraba, pudiendo llegar a ser incluso incómoda para la chica que se había encontrado. Si ella estaba allí significaba que tenía que haber llegado de alguna forma, quizás formara parte de un grupo de exploración y tuvieran un barco con el que poder salir de allí. —Hmm... ¿Cómo te llamas? ¿Has venido aquí con alguien?— preguntó de forma siniestra sin querer, pues teniendo en cuenta la situación podía pasar por un pervertido que solo quisiera aprovecharse de ella si se encontraba sola. Mas no era así, solo quería salir de aquella isla con algún método de transporte y esa parecía la mejor solución. Tendría que comprobar con qué clase de persona estaba tratando y cuales eran sus intenciones, en aquel mar uno nunca sabía lo que se podía encontrar.
Si se le observara con detenimiento se podría ver las cartucheras para sus dos pistolas una a cada lado de su cintura, la escopeta sujeta en su espalda por una correa y un lanzagranadas a la altura del muslo derecho. Además todos sus pantalones parecían contener mucha munición de diferentes tipos en el interior de los bolsillos, por lo que a pesar de su pasividad daba la sensación de ser algo peligroso. Se cruzó de brazos mirándola, notó el gesto de su rostro que parecía dudar de si decir alguna palabra o si salir corriendo de allí. —Haine. Haine Rammsteiner. Ese es mi nombre.— dijo como si hubiera respondido a una pregunta que nunca había sido realizada. —Bonita isla, ¿eh? Me encanta el olor a estiercol de los monos, la escasa comida y la falta de civilización.— comentó irónico como si quisiera romper el hielo, pero en realidad pensaba todo lo contrario y lo único que quería era salir de allí.
De repente una bombillita se iluminó en su cabeza y le hizo abrir ligeramente los ojos mientras la miraba, pudiendo llegar a ser incluso incómoda para la chica que se había encontrado. Si ella estaba allí significaba que tenía que haber llegado de alguna forma, quizás formara parte de un grupo de exploración y tuvieran un barco con el que poder salir de allí. —Hmm... ¿Cómo te llamas? ¿Has venido aquí con alguien?— preguntó de forma siniestra sin querer, pues teniendo en cuenta la situación podía pasar por un pervertido que solo quisiera aprovecharse de ella si se encontraba sola. Mas no era así, solo quería salir de aquella isla con algún método de transporte y esa parecía la mejor solución. Tendría que comprobar con qué clase de persona estaba tratando y cuales eran sus intenciones, en aquel mar uno nunca sabía lo que se podía encontrar.
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Aquella persona se relajó bastante al verme, supuse que era normal. Soy bajita y no tengo pintas de ser alguien peligroso, lamentablemente.
Se solían meter bastante conmigo, tomarme en broma. Aunque suelo ignorar a la gente y pasar de los que intentan provocar, a veces desearia poder hacer callar con una mirada, como muchos de los piratas y fugitivos de los carteles de wanted que coleccionaba.
El chico albino comenzo a hablar, tenía un tono desagradable y burlesco en la voz. Conforme terminaba la frase, los arbustos comenzaron a moverse de nuevo, y un perro blanco salió jadeando levemente con la lengua colgando de la boca, observandome detenidamente. De vez en cuando cerraba la boca y volvia a abrirla para dejar la lengua colgando. Parecía olfatear los alrededores, seguramente intentando ver quien era yo.
Yo le devolvia la mirada al perro con disgusto. No quería que se me acercara demasiado, pues los animales comunes no me gustaban mucho. Menos aun olerlos o que me tocaran.
Mientras tanto el chico se habia apoyado en un arbol metiendo las manos en los bolsillos. No me gustaba su actitud y menos aun su aspecto.
Iba todo entero armado... parecía ser algun tipo de militar. Tal vez estuviera de mision secreta en esa isla, y yo me había metido de por medio.
Bueno, no sería por mucho rato, pues no pensaba quedarme cerca suyo mucho más rato.
Una vez mas abrió la boca con dejadez para hablar... Se presentó, y luego comenzo a mofarse de la isla con desagrado, dejando claro que no estaba allí por placer, sino por obligación.
Yo segui quieta sin moverme, como una estatua pero con la mirada fija sobre el. No estaba exactamente asustada, mas bien incomoda y con ganas de alejarme cuanto antes de aquella persona y su compañero peludo. Pero antes de poder reaccionar, el pálido personaje volvió a dirigirme la palabra, esta vez con mayor interes e intenciones escondidas en cada palabra.
—Hmm... ¿Cómo te llamas? ¿Has venido aquí con alguien?—
No pensaba contestar a su pregunta... A un extraño tan raro, decirle que estaba totalmente sola en aquella isla y sin nadie sabiendo mi paradero... habría sido la cosa mas estúpida en hacer. Tanto como tirarle piedras a los monos... ... o a las piñas, que nunca se sabe.
Me quede unos segundos más mirandolo directamente a los ojos, y de pronto me gire como si me hubieran pegado un chispazo, y seguí caminando hacia mi izquierda, justo al lado contrario de donde el se apoyaba contra un arbol.
Con la carpeta aún bien agarrada y con paso firme, comence a avanzar a un buen ritmo alejandome de la escena. Mi cara seguía siendo la de un jugador de poker. Cualquiera hubiera dicho que en realidad era un Cyborg controlado a distancia.
Algo me decía que aquella acción no sería suficiente para librarme de él.
Se solían meter bastante conmigo, tomarme en broma. Aunque suelo ignorar a la gente y pasar de los que intentan provocar, a veces desearia poder hacer callar con una mirada, como muchos de los piratas y fugitivos de los carteles de wanted que coleccionaba.
El chico albino comenzo a hablar, tenía un tono desagradable y burlesco en la voz. Conforme terminaba la frase, los arbustos comenzaron a moverse de nuevo, y un perro blanco salió jadeando levemente con la lengua colgando de la boca, observandome detenidamente. De vez en cuando cerraba la boca y volvia a abrirla para dejar la lengua colgando. Parecía olfatear los alrededores, seguramente intentando ver quien era yo.
Yo le devolvia la mirada al perro con disgusto. No quería que se me acercara demasiado, pues los animales comunes no me gustaban mucho. Menos aun olerlos o que me tocaran.
Mientras tanto el chico se habia apoyado en un arbol metiendo las manos en los bolsillos. No me gustaba su actitud y menos aun su aspecto.
Iba todo entero armado... parecía ser algun tipo de militar. Tal vez estuviera de mision secreta en esa isla, y yo me había metido de por medio.
Bueno, no sería por mucho rato, pues no pensaba quedarme cerca suyo mucho más rato.
Una vez mas abrió la boca con dejadez para hablar... Se presentó, y luego comenzo a mofarse de la isla con desagrado, dejando claro que no estaba allí por placer, sino por obligación.
Yo segui quieta sin moverme, como una estatua pero con la mirada fija sobre el. No estaba exactamente asustada, mas bien incomoda y con ganas de alejarme cuanto antes de aquella persona y su compañero peludo. Pero antes de poder reaccionar, el pálido personaje volvió a dirigirme la palabra, esta vez con mayor interes e intenciones escondidas en cada palabra.
—Hmm... ¿Cómo te llamas? ¿Has venido aquí con alguien?—
No pensaba contestar a su pregunta... A un extraño tan raro, decirle que estaba totalmente sola en aquella isla y sin nadie sabiendo mi paradero... habría sido la cosa mas estúpida en hacer. Tanto como tirarle piedras a los monos... ... o a las piñas, que nunca se sabe.
Me quede unos segundos más mirandolo directamente a los ojos, y de pronto me gire como si me hubieran pegado un chispazo, y seguí caminando hacia mi izquierda, justo al lado contrario de donde el se apoyaba contra un arbol.
Con la carpeta aún bien agarrada y con paso firme, comence a avanzar a un buen ritmo alejandome de la escena. Mi cara seguía siendo la de un jugador de poker. Cualquiera hubiera dicho que en realidad era un Cyborg controlado a distancia.
Algo me decía que aquella acción no sería suficiente para librarme de él.
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Estaba esperando una respuesta por parte de aquella chica mas no la obtendría por el momento, y es que como si sencillamente hubiera visto una ilusión y se hubiera dado cuenta de que Haine no existía para continuar con su camino, pero no dejaría que se marchara así como así. Aquella chica podía ser la única forma de salir de la isla que tenía y no le agradaba pensar en que alguien fuera a aparecer con un barco de rescate a por él, por lo que tenía que insistir pese a que había quedado claro las pocas ganas de la chica en hablar con él. Se apartó del árbol y recorrió la distancia que los separaba pero dejando una distancia preventiva para no asustarla, al tiempo que alzaba un brazo en alto para llamar su atención. —¡Hey oye! ¡Espera!— gritó el joven albino que tras alcanzarla comenzó a andar a la misma velocidad que ella para no alejarse demasiado. Mientras, el perro mantenía las distancias de ambos y los seguía por entre los árboles como si los estuviera acechando.
—Oye, ¡no seas así! ¡Solo necesito algo de ayuda! Mi nombre es Haine Rammsteiner, no soy alguien buscado ni un pirata, puedes comprobarlo.— decía tratando de calmar la situación y que aquella mujer no se sintiera asustada. —No tengo dinero, me echaron del barco en el que estaba por eso mismo y me abandonaron aquí... Solo busco la manera de salir, no quiero estar alimentándome de monos el resto de mi vida.— mencionó como si aquella idea le repugnara. Avanzó un par de zancadas y se colocó delante de ella, caminando hacia atrás mientras ella lo siguiera haciendo para poder mirarla a la cara. —Oye, mira, me vendría bien que me echaras una mano ahora mismo... Puedo trabajar, protegerte de los chicos malos o incluso cumplir tus sueños... Pero no puedo quedarme aquí. Por favor.— pedía con sinceridad, sonando incluso algo desesperado. Lo de cumplir sus sueños por muy mal que pudiera parecer era porque Haine tenía una idea en la cabeza, y era la de crear una tripulación que se dedicara a cumplir los sueños de todos sus miembros sin importar las leyes o las hostilidades con las demás tripulaciones.
Tragó saliva, no quería asustarla y estaba dispuesto a hacer algo para demostrarlo y ganarse su confianza. —Él es Shiro, mi nakama. Es un perro muy especial.— comentó señalando con una mano al animal que apareció de detrás de un árbol a la espalda del de ojos rojos. No parecía tener aires de hostilidad y ninguna intención oculta se encontraba tras de él, pero parecía haberse dado cuenta de que su presncia podía asustar a algunos humanos y temiendo que ese fuera el caso mantenía las distancias. —¿Qué me dices? ¿Eh? ¿Puedo saber ya tu nombre?— preguntó una última vez tratando de parecer inofensivo.
—Oye, ¡no seas así! ¡Solo necesito algo de ayuda! Mi nombre es Haine Rammsteiner, no soy alguien buscado ni un pirata, puedes comprobarlo.— decía tratando de calmar la situación y que aquella mujer no se sintiera asustada. —No tengo dinero, me echaron del barco en el que estaba por eso mismo y me abandonaron aquí... Solo busco la manera de salir, no quiero estar alimentándome de monos el resto de mi vida.— mencionó como si aquella idea le repugnara. Avanzó un par de zancadas y se colocó delante de ella, caminando hacia atrás mientras ella lo siguiera haciendo para poder mirarla a la cara. —Oye, mira, me vendría bien que me echaras una mano ahora mismo... Puedo trabajar, protegerte de los chicos malos o incluso cumplir tus sueños... Pero no puedo quedarme aquí. Por favor.— pedía con sinceridad, sonando incluso algo desesperado. Lo de cumplir sus sueños por muy mal que pudiera parecer era porque Haine tenía una idea en la cabeza, y era la de crear una tripulación que se dedicara a cumplir los sueños de todos sus miembros sin importar las leyes o las hostilidades con las demás tripulaciones.
Tragó saliva, no quería asustarla y estaba dispuesto a hacer algo para demostrarlo y ganarse su confianza. —Él es Shiro, mi nakama. Es un perro muy especial.— comentó señalando con una mano al animal que apareció de detrás de un árbol a la espalda del de ojos rojos. No parecía tener aires de hostilidad y ninguna intención oculta se encontraba tras de él, pero parecía haberse dado cuenta de que su presncia podía asustar a algunos humanos y temiendo que ese fuera el caso mantenía las distancias. —¿Qué me dices? ¿Eh? ¿Puedo saber ya tu nombre?— preguntó una última vez tratando de parecer inofensivo.
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Aquel chico empezo a seguirme tal y como me temía, de manera que empece a acelerar el paso lo que pude, pero sin correr, agachando el cuerpo hacia delante sobre mi carpeta.
Aun asi logro alcanzarme para seguir hablando... podia entender y oir sus palabras, pero todavía no le daba respuesta.
En ese momento conteste las primeras palabras -Ya se que no eres un pirata. No hace falta serlo para ser peligroso- El chico se habia colocado justo enfrente mía y caminaba hacia atras intentando hacerse el inofensivo.
No iba a explicarle mi coleccion sobre wanteds... ni mi interes por conocer a los rufianes de los mares y el precio por sus cabezas, suponiendo que a mas alto precio, mas aventuras habían vivido y mas sitios habian conocido.
La voz del chico cambio repentinamente, parecía incluso sincero. Pero no aminore la marcha, aun teniendolo delante intentaba seguir mi camino viendo lo que podia de sendero.
Decía de trabajar para mi a cambio de sacarlo de la isla. Pero yo solo tenia un barco de vela bastante intimo y pequeño.
El perro me ponia de los nervios, no dejaba de vigilarme desde los matorrales cual gato salvaje en la jungla. Y entre las pisadas de uno y del otro, a veces m desorientaba y perdía el camino a seguir.
Me presento a su perro, pero me interesaba poco el animal. Era lo bastante grande para hecharseme encima con una orden. Tampoco sabía bien que lograria intentando escapar de alguien armado hasta los dientes... Pero con suerte se cansaría...
Entonces me volvio a preguntar el nombre y tuve que abrir la boca de nuevo, hablando con prisas y molesta. -Ya, quieres saber si tengo navío, y tras comprobarlo saltar y llevartelo junto con tu animal de compañia. Como se que no pretendes dejarme tirada en la isla en cuanto te conteste a tus preguntas?-
Me habia parado un momento, y de nuevo me puse a andar intentando esquivarlo en un despiste.
-Esto es GrandLine! No te fies ni de tu sombra!- Dije malhumorada sin mirarle a los ojos, rebuznando y soltando el aire por la nariz.
Me habia enterado de todo lo que había dicho... pero fiarme de el no seria facil, de modo que prefería evitar el problema directamente.
-Tengo cosas que hacer.-
Aun asi logro alcanzarme para seguir hablando... podia entender y oir sus palabras, pero todavía no le daba respuesta.
En ese momento conteste las primeras palabras -Ya se que no eres un pirata. No hace falta serlo para ser peligroso- El chico se habia colocado justo enfrente mía y caminaba hacia atras intentando hacerse el inofensivo.
No iba a explicarle mi coleccion sobre wanteds... ni mi interes por conocer a los rufianes de los mares y el precio por sus cabezas, suponiendo que a mas alto precio, mas aventuras habían vivido y mas sitios habian conocido.
La voz del chico cambio repentinamente, parecía incluso sincero. Pero no aminore la marcha, aun teniendolo delante intentaba seguir mi camino viendo lo que podia de sendero.
Decía de trabajar para mi a cambio de sacarlo de la isla. Pero yo solo tenia un barco de vela bastante intimo y pequeño.
El perro me ponia de los nervios, no dejaba de vigilarme desde los matorrales cual gato salvaje en la jungla. Y entre las pisadas de uno y del otro, a veces m desorientaba y perdía el camino a seguir.
Me presento a su perro, pero me interesaba poco el animal. Era lo bastante grande para hecharseme encima con una orden. Tampoco sabía bien que lograria intentando escapar de alguien armado hasta los dientes... Pero con suerte se cansaría...
Entonces me volvio a preguntar el nombre y tuve que abrir la boca de nuevo, hablando con prisas y molesta. -Ya, quieres saber si tengo navío, y tras comprobarlo saltar y llevartelo junto con tu animal de compañia. Como se que no pretendes dejarme tirada en la isla en cuanto te conteste a tus preguntas?-
Me habia parado un momento, y de nuevo me puse a andar intentando esquivarlo en un despiste.
-Esto es GrandLine! No te fies ni de tu sombra!- Dije malhumorada sin mirarle a los ojos, rebuznando y soltando el aire por la nariz.
Me habia enterado de todo lo que había dicho... pero fiarme de el no seria facil, de modo que prefería evitar el problema directamente.
-Tengo cosas que hacer.-
- detalles:
Siento que Rose sea de mal caracter y desconfiada con la gente llena de armas xD Pero creo que casi la tienes con la charla de antes. Creo que siguiendola y ofreciendo ayuda en lo que sea que haga, sera suficiente para empezar algo en colaboracion en la isla. Puedes ofrecer tambien cosas que ocurran, yo aun no se que investigar en esa isla con Rose.
Puedes guiar los acontecimientos si quieres
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Sonrió, no le había gustado su contestación porque lo tachaba de mentiroso y aprovechado, pero por otro lado le había gustado porque no era impulsiva y sabía cuidar sus palabras. Sin embargo el albino no cesaría ahí su empeño sino que haría lo que fuera para salir de aquella isla, pero seguiría por el camino difícil un rato más pues no quería dejar tirada a aquella mujer en la isla como le habían dejado tirado a Haine y a Shiro. —Si quisiera dejarte tirada en esta isla simplemente habría seguido el rastro que vas dejando hasta tu embarcación, Shiro puede hacerlo...— dijo Haine que trató de colocarse de nuevo delante de ella para seguir mirándola mientras hablaba. —Tengo las armas, tengo la forma de llegar al barco, ¿acaso es malo también tener la intención de ayudar y no dejarte tirada?— preguntó mientras gesticulaba con las manos para darle más énfasis.
—Dices que tienes cosas que hacer en esta isla, está bien lo comprendo... Pero, ¿tienes comida y bebida? ¿protección? ¿Sabes acaso volver a tu barco con tantos quiebros que has dado para esquivarme?— decía llevándose las manos a la cabeza y cruzando las manos detrás de la nuca como si estuviera descansando en el aire. —Te ayudaré con esas cosas que tienes que hacer en la isla y luego tú me sacarás de esta isla, ¿tenemos un trato?— dijo alzando la mano derecha hacia adelante para ver si ella le agarraba la misma y aquel pacto quedara firmado. Lo cierto es que, en la mente de Haine, no debía ser fácil confiar en un tipo como él y menos si te decía que podía robarte, violarte, matarte y dejarte tirada en aquella isla si quisiera, y no tenía por qué en ese orden. Sin embargo esperaba que sus palabras la hubieran calado, no quería tener que cometer una desbarbarie y secuestrarla en su propio barco pues no quería dejarla allí.
Sin embargo un ruido amenazó con interrumpirles justo a la derecha del peliblanco, algo que se lanzó contra él a gran velocidad. Una piedra del tamaño de un puño cerrado fue esquivada con un ágil movimiento de cuello, mas el que la había lanzado parecía a punto de lanzar una segunda que sería mucho más difícil de esquivar. Entonces Shiro rápido como un relámpago embistió contra su agresor tumbándolo al suelo y haciéndolo huir emitiendo ruidos muy similares a los de un mono, por no decir que eran los de uno. —Gracias, Shiro. Nos has salvado.— agradeció Haine. Parecía que en aquella isla las piñas eran el menor de sus problemas, y que los monos no eran tan agradables como en el zoológico.
—Dices que tienes cosas que hacer en esta isla, está bien lo comprendo... Pero, ¿tienes comida y bebida? ¿protección? ¿Sabes acaso volver a tu barco con tantos quiebros que has dado para esquivarme?— decía llevándose las manos a la cabeza y cruzando las manos detrás de la nuca como si estuviera descansando en el aire. —Te ayudaré con esas cosas que tienes que hacer en la isla y luego tú me sacarás de esta isla, ¿tenemos un trato?— dijo alzando la mano derecha hacia adelante para ver si ella le agarraba la misma y aquel pacto quedara firmado. Lo cierto es que, en la mente de Haine, no debía ser fácil confiar en un tipo como él y menos si te decía que podía robarte, violarte, matarte y dejarte tirada en aquella isla si quisiera, y no tenía por qué en ese orden. Sin embargo esperaba que sus palabras la hubieran calado, no quería tener que cometer una desbarbarie y secuestrarla en su propio barco pues no quería dejarla allí.
Sin embargo un ruido amenazó con interrumpirles justo a la derecha del peliblanco, algo que se lanzó contra él a gran velocidad. Una piedra del tamaño de un puño cerrado fue esquivada con un ágil movimiento de cuello, mas el que la había lanzado parecía a punto de lanzar una segunda que sería mucho más difícil de esquivar. Entonces Shiro rápido como un relámpago embistió contra su agresor tumbándolo al suelo y haciéndolo huir emitiendo ruidos muy similares a los de un mono, por no decir que eran los de uno. —Gracias, Shiro. Nos has salvado.— agradeció Haine. Parecía que en aquella isla las piñas eran el menor de sus problemas, y que los monos no eran tan agradables como en el zoológico.
- Detalles:
- Hey, no te preocupes estoy bien roleando así, se que es desconfiada en esta situación pero es normal. Además Haine es muy cabezadura, por lo que seguirá intentando.
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Rose se paró en seco y comenzo a gruñir con los dientes apretados y ojos cerrados, cada palabra que decía el chico molestandole mas y mas.
Y aun sabiendo que jamas tendría las de ganar contra nadie, su mal genio nunca la dejaba salir huyendo sin más. Era dura por dentro, de ser tan blanda por fuera.
Por ello cuando el chico terminó de explicarle como podría seguir el rastro hacia su barco con el perro, y ella sabiendo que era verdad, termino por golpearle en el pecho con la carpeta, y aun con aquella pieza de cartón contra el, ella se inclinó, miro hacia arriba para verle la cara, y con la nariz arrugada por el mosqueo, comenzo a hablar -Es posible que puedas quitarme mi navio, es posible que pudieras aprovecharte perfectamente de mi. Pero eso no va a hacer que siga tus ordenes o me deje manipular. Pienso terminar lo que vine a hacer! Y hasta que no lo haga no me marchare.-
Recogió su carpeta tras terminar de hablar y la dejó cogida con la mano izquierda, la cual hecho hacia atrás, apartando sus materiales de el, escuchandole detenidamente, el trato que intentaba hacer con ella.
-Más bien creo que eres tu el que no tiene viveres algunos, si todo lo que me has contado es verdad- aunque no tuviera fuerza para defenderse fisicamente, la chica siempre intentaba usar la cabeza lo posible... aunque se la pudieran revanar de un espadazo.
-Yo por el contrario tengo lo necesario en mi mochila, pues como dicho, he venido a esta isla intencionadamente.- Se coloco de nuevo en posicion normal, esta vez cruzando los brazos con la carpeta aun cogida en una mano, y arqueó las cejas, dejando de arrugar la cara.
-Y se volver a mi embarcacion... Por mucho que me has distraido, se reconocer el camino. No me habría adentrado si no fuera capaz.- Y en eso quiso hacer un añadido, mas hacia ella que para el, pero perfectamente audible. Por ello miro hacia un lado entrecerrando un poco los ojos -Aun siendo novata como arqueologa, puedo reconocer donde piso...- Era como si aquel tema le molestara... Posiblemente habia tenido gente burlandose de sus capacidades anteriormente.
Volvio a mirarlo para añadir tajantemente - Y dudo necesitar proteccion contra piñas salvajes- Parecía ser una muchacha muy a la defensiva. Quiza por ser tan bajita, 1,57m.
El chico quiso de nuevo hacer un trato, levantó la mano para cerrarlo, pero Rosetto no quiso darsela.
-No voy a pactar nada que puedas romper.- Por lo visto se lo estaba pensando por el momento. -Si quieres puedes seguirme mientras me lo pienso. Igualmente lo haras de todos modos- añadio entre dientes molesta.
No se fiaba de nadie, menos aun de un tipo tan raro que podía hacer lo que quisiera.
En ese momento, una piedra salio volando contra el chico, y el perro tuvo que parar una segunda...
Estaba claro que habia sido un mono, el cual salio corriendo tras ver al perro en accion.
-No le gustas ni a los monos de la isla...- Rosetto ya andaba por delante en marcha hacia la montaña. Tenía bastantes narices como persona, para su pequeño e inofensivo tamaño.
Y aun sabiendo que jamas tendría las de ganar contra nadie, su mal genio nunca la dejaba salir huyendo sin más. Era dura por dentro, de ser tan blanda por fuera.
Por ello cuando el chico terminó de explicarle como podría seguir el rastro hacia su barco con el perro, y ella sabiendo que era verdad, termino por golpearle en el pecho con la carpeta, y aun con aquella pieza de cartón contra el, ella se inclinó, miro hacia arriba para verle la cara, y con la nariz arrugada por el mosqueo, comenzo a hablar -Es posible que puedas quitarme mi navio, es posible que pudieras aprovecharte perfectamente de mi. Pero eso no va a hacer que siga tus ordenes o me deje manipular. Pienso terminar lo que vine a hacer! Y hasta que no lo haga no me marchare.-
Recogió su carpeta tras terminar de hablar y la dejó cogida con la mano izquierda, la cual hecho hacia atrás, apartando sus materiales de el, escuchandole detenidamente, el trato que intentaba hacer con ella.
-Más bien creo que eres tu el que no tiene viveres algunos, si todo lo que me has contado es verdad- aunque no tuviera fuerza para defenderse fisicamente, la chica siempre intentaba usar la cabeza lo posible... aunque se la pudieran revanar de un espadazo.
-Yo por el contrario tengo lo necesario en mi mochila, pues como dicho, he venido a esta isla intencionadamente.- Se coloco de nuevo en posicion normal, esta vez cruzando los brazos con la carpeta aun cogida en una mano, y arqueó las cejas, dejando de arrugar la cara.
-Y se volver a mi embarcacion... Por mucho que me has distraido, se reconocer el camino. No me habría adentrado si no fuera capaz.- Y en eso quiso hacer un añadido, mas hacia ella que para el, pero perfectamente audible. Por ello miro hacia un lado entrecerrando un poco los ojos -Aun siendo novata como arqueologa, puedo reconocer donde piso...- Era como si aquel tema le molestara... Posiblemente habia tenido gente burlandose de sus capacidades anteriormente.
Volvio a mirarlo para añadir tajantemente - Y dudo necesitar proteccion contra piñas salvajes- Parecía ser una muchacha muy a la defensiva. Quiza por ser tan bajita, 1,57m.
El chico quiso de nuevo hacer un trato, levantó la mano para cerrarlo, pero Rosetto no quiso darsela.
-No voy a pactar nada que puedas romper.- Por lo visto se lo estaba pensando por el momento. -Si quieres puedes seguirme mientras me lo pienso. Igualmente lo haras de todos modos- añadio entre dientes molesta.
No se fiaba de nadie, menos aun de un tipo tan raro que podía hacer lo que quisiera.
En ese momento, una piedra salio volando contra el chico, y el perro tuvo que parar una segunda...
Estaba claro que habia sido un mono, el cual salio corriendo tras ver al perro en accion.
-No le gustas ni a los monos de la isla...- Rosetto ya andaba por delante en marcha hacia la montaña. Tenía bastantes narices como persona, para su pequeño e inofensivo tamaño.
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Sus tripas rugieron en contestación a las palabras de aquella chica que lo acusaban de no tener provisión alguna, y era bastante cierto. No solo eso sino que llevaba todo un día sin comer, pero bien podría cazar y comer uno de los monos de la isla si lo necesitaba. Tenía un buen instinto de supervivencia por eso de haberse criado desde los 13 años en un bosque junto al cachorro Shiro, por lo que no se iba a morir de hambre mientras hubiera algo comestible en la zona. —Contra piñas salvajes no, pero quizás sí que la necesites contra monos salvajes...— decía contestando a sus palabras tras el ataque por parte de aquellos animales. Sin embargo se cayó por lo demás ya que parecía que la idea de seguirla mientras se lo pensaba era la mejor forma legal de ganarse un viaje lejos de aquel montón de tierra y monos.
Comenzaron a andar rumbo a aquella montaña con forma de piña gigante que había despertado de alguna manera el interés de la arqueóloga, la cual parecía haberle molestado que hubiera insinuado que se había perdido. —Lo cierto es que no quiero obtener recompensa por mi cabeza, permanecer en el margen de la ley y todo eso... Si te robara ahora y lograras salir estoy seguro que algún novato comenzaría a buscarme por mis delitos, no podría aparecer por algunas ciudades con normalidad y todo eso... Además, tampoco quiero dejarte aquí tirada como me han dejado a mí, no se por qué me tienes en tan mala consideración teniendo en cuenta lo que estoy haciendo por ti...— decía con naturalidad caminando con los ojos cerrados y las manos entrecruzadas en la cabeza. Shiro el perro les seguía el ritmo al lado del albino pero sin estar al lado de la mujer, algo receloso como si no terminara de confiar en ella.
Tras unos minutos en los que parecía que iban a ser emboscados por un montón de monos por los extraños ruidos de los alrededores -aunque Haine no perdió su enorme falta de preocupación- llegaron al pie de la montaña donde alguien con estudios podría observar que la roca parecía tener una curiosa textura como si de verdad se tratara de una piña, o incluso podía serlo. Todo eso no le importaba al de ojos rojos en absoluto, pero esperaría pacientemente a que ella hiciera lo que quería hacer y se largaran. Podía ver una cueva a la derecha de donde se encontraban pero si ella la veía probablemente quisiera investigarla, lo que aumentaría el tiempo que se quedarían por allí. Por eso se apoyó muy disimuladamente en ese lado de la pared esperando que no la viera, mientras Shiro parecía patrullar la zona evitando que los primates pudieran molestarlos de nuevo. Parecían agresivos contando el hecho de que habían "invadido su territorio", por lo que no era buena idea darles la espalda.
Comenzaron a andar rumbo a aquella montaña con forma de piña gigante que había despertado de alguna manera el interés de la arqueóloga, la cual parecía haberle molestado que hubiera insinuado que se había perdido. —Lo cierto es que no quiero obtener recompensa por mi cabeza, permanecer en el margen de la ley y todo eso... Si te robara ahora y lograras salir estoy seguro que algún novato comenzaría a buscarme por mis delitos, no podría aparecer por algunas ciudades con normalidad y todo eso... Además, tampoco quiero dejarte aquí tirada como me han dejado a mí, no se por qué me tienes en tan mala consideración teniendo en cuenta lo que estoy haciendo por ti...— decía con naturalidad caminando con los ojos cerrados y las manos entrecruzadas en la cabeza. Shiro el perro les seguía el ritmo al lado del albino pero sin estar al lado de la mujer, algo receloso como si no terminara de confiar en ella.
Tras unos minutos en los que parecía que iban a ser emboscados por un montón de monos por los extraños ruidos de los alrededores -aunque Haine no perdió su enorme falta de preocupación- llegaron al pie de la montaña donde alguien con estudios podría observar que la roca parecía tener una curiosa textura como si de verdad se tratara de una piña, o incluso podía serlo. Todo eso no le importaba al de ojos rojos en absoluto, pero esperaría pacientemente a que ella hiciera lo que quería hacer y se largaran. Podía ver una cueva a la derecha de donde se encontraban pero si ella la veía probablemente quisiera investigarla, lo que aumentaría el tiempo que se quedarían por allí. Por eso se apoyó muy disimuladamente en ese lado de la pared esperando que no la viera, mientras Shiro parecía patrullar la zona evitando que los primates pudieran molestarlos de nuevo. Parecían agresivos contando el hecho de que habían "invadido su territorio", por lo que no era buena idea darles la espalda.
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-Lo que haces por mi...- repitio ella para si misma, tras oir las palabras del chico. Por ahora lo unico que habia hecho por ella había sido apuntarse a si mismo a su expedicion y tocarle las narices. A parte de meterle a un perro de por medio, con el poco aprecio que le tiene a los animales... Almenos al hecho de tenerlos demasiado cerca.
Para ella, el tener un cartel de se busca resultaba mas bien un alago. Un reconocimiento por tu existencia y demostración de las vidas arriesgadas y aventuras que tenían los maleantes. Muchos de ellos eran verdaderos criminales a los que no les importaba matar a inocentes... Pero otros se ganaban el wanted simplemente por estar donde no deberían e importarles poco lo que piensen de ellos.
Habia tanta variedad en sus carteles... Lamentablemente juzgaban a todos por igual, de manera que ni ella misma podía saber cuales eran aventureros y cuales simples asesinos. Aun asi los coleccionaba todos... Estando siempre al tanto de las subidas de precio y novedades.
Cuando llegaron al pie de la montaña, Rosetto comenzó a mirar a su alrededor y a tocar la roca con la mano. Mientras pensaba en que no le había dicho su nombre al tio raro de pelo blanco, pero no pensaba decirselo sin mas... Eso, y que se había olvidado de su nombre... No era buena para los nombres de la gente y solía poner apodos a todo el mundo precisamente por ello.
-Por aquí deberian haber entradas al interior de la montaña.. Es porosa... tiene grutas por dentro... La mayoría usada por los monos para coleccionar comida, pero otras deberían llevar a túneles de interés.-
Decía todo esto sin mirarle, más bien buscaba a su alrededor y zonas altas con la mirada. Se giró y lo miró de reojo. Estaba muy callado y poniendo cara rara mientras se apoyaba estupidamente contra la rugosa piedra. Me miraba de forma tan extraña, que estaba claro que algo se guardaba para si.
Pero preferí ignorarlo... y seguir mencionando.
-Posiblemente haya un tesoro en su interior... los piratas de grandline usan las islas deshabitadas para guardarse los ahorros, y luego usan un Eternal Pose para llegar de nuevo...- Mi mención fue despreocupada y como quien suelta un cacho de información al aire.
Para ella, el tener un cartel de se busca resultaba mas bien un alago. Un reconocimiento por tu existencia y demostración de las vidas arriesgadas y aventuras que tenían los maleantes. Muchos de ellos eran verdaderos criminales a los que no les importaba matar a inocentes... Pero otros se ganaban el wanted simplemente por estar donde no deberían e importarles poco lo que piensen de ellos.
Habia tanta variedad en sus carteles... Lamentablemente juzgaban a todos por igual, de manera que ni ella misma podía saber cuales eran aventureros y cuales simples asesinos. Aun asi los coleccionaba todos... Estando siempre al tanto de las subidas de precio y novedades.
Cuando llegaron al pie de la montaña, Rosetto comenzó a mirar a su alrededor y a tocar la roca con la mano. Mientras pensaba en que no le había dicho su nombre al tio raro de pelo blanco, pero no pensaba decirselo sin mas... Eso, y que se había olvidado de su nombre... No era buena para los nombres de la gente y solía poner apodos a todo el mundo precisamente por ello.
-Por aquí deberian haber entradas al interior de la montaña.. Es porosa... tiene grutas por dentro... La mayoría usada por los monos para coleccionar comida, pero otras deberían llevar a túneles de interés.-
Decía todo esto sin mirarle, más bien buscaba a su alrededor y zonas altas con la mirada. Se giró y lo miró de reojo. Estaba muy callado y poniendo cara rara mientras se apoyaba estupidamente contra la rugosa piedra. Me miraba de forma tan extraña, que estaba claro que algo se guardaba para si.
Pero preferí ignorarlo... y seguir mencionando.
-Posiblemente haya un tesoro en su interior... los piratas de grandline usan las islas deshabitadas para guardarse los ahorros, y luego usan un Eternal Pose para llegar de nuevo...- Mi mención fue despreocupada y como quien suelta un cacho de información al aire.
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Suspiró como el niño que asume que es cuestión de tiempo que la travesura realizada sea descubierta, y que lo mejor es que asuma las consecuencias de sus actos. Tras escuchar las palabras de la mujer de pelo naranja señaló a su espalda justo a donde una gran cueva se encontraba y se separó lentamente de la roca como si le diera una gran pereza iniciar la expedición. No obstante, si lo que quería era que la mujer terminara lo que tenía que hacer de forma pacífica lo suyo sería terminar cuanto antes para salir de allí. A veces se preguntaba por qué era tan buena persona, si podía matar y enterrar a la chica con gran facilidad y sin causarle dolor alguno. No obstante la respuesta era siempre la misma, y es que no quería apagar las velas de los sueños ajenos con un fuerte sumplido, sino que cada vez sentía más la necesidad de cumplir los deseos de los demás. Miró al cielo, aún quedaba mucho para que se dedicara a cumplir los sueños de los demás, primero tenía que cumplir el suyo y no era precisamente fácil...
Se dio la vuelta y tomó la delantera sin siquiera comprobar si la muchacha lo seguía, adentrándose en aquella cueva sin siquiera encender una antorcha para iluminarla. Estaba húmeda y el suelo era resbaladizo lo que indicaba que se filtraba el agua o que, de forma irónica por la forma de piña de la montaña, tenía líquidos en su interior. Se deslizó por una pequeña rampa con una fina capa de barro húmedo y aterrizó en un suelo algo más robusto, siendo seguido de inmediato por el perro que no parecía agradarle demasiado la idea de meterse por allí como si hubiera una presencia que no le acabara de entusiasmar. El aire estaba un poco viciado y no parecía el lugar idóneo para iniciar una expedición arqueológica con una chica que no podía defenderse, pero era la forma de determinar si había algo interesante ahí si podrían marcharse de una vez.
—Oye, ¿no tendrás algo de fuego por aquí no?— preguntó en voz alta haciendo que el eco de sus palabras resonara por entre aquellas paredes denotando su profundidad. No es que quisiera encenderse un cigarrillo sino que sus rojizos ojos no eran capaz de ver a través de la oscuridad cosa que dificultaba la exploración bastante. Pequeñas raíces o ramas húmedas, como fibras caían del techo haciendo aquel lugar más lóbrego y siniestro. La verdad es que no le apetecía gastar toda su munición de balas píricas para iluminar el lugar, además de que el ruido podría atraer bestias innecesarias. —No se, dudo que esto sea un lugar donde los monos guarden su comida... A menos que hayan aprendido a usar frigoríficos y guarden las cervezas bien frías en el fondo de la cueva...— dijo exhalando vaho debido a la bajada de temperatura respecto al exterior. Desde el principio de la cueva se le podría ver en la semioscuridad y principalmente gracias a su cabello blanco y a su pálida tez.
Se dio la vuelta y tomó la delantera sin siquiera comprobar si la muchacha lo seguía, adentrándose en aquella cueva sin siquiera encender una antorcha para iluminarla. Estaba húmeda y el suelo era resbaladizo lo que indicaba que se filtraba el agua o que, de forma irónica por la forma de piña de la montaña, tenía líquidos en su interior. Se deslizó por una pequeña rampa con una fina capa de barro húmedo y aterrizó en un suelo algo más robusto, siendo seguido de inmediato por el perro que no parecía agradarle demasiado la idea de meterse por allí como si hubiera una presencia que no le acabara de entusiasmar. El aire estaba un poco viciado y no parecía el lugar idóneo para iniciar una expedición arqueológica con una chica que no podía defenderse, pero era la forma de determinar si había algo interesante ahí si podrían marcharse de una vez.
—Oye, ¿no tendrás algo de fuego por aquí no?— preguntó en voz alta haciendo que el eco de sus palabras resonara por entre aquellas paredes denotando su profundidad. No es que quisiera encenderse un cigarrillo sino que sus rojizos ojos no eran capaz de ver a través de la oscuridad cosa que dificultaba la exploración bastante. Pequeñas raíces o ramas húmedas, como fibras caían del techo haciendo aquel lugar más lóbrego y siniestro. La verdad es que no le apetecía gastar toda su munición de balas píricas para iluminar el lugar, además de que el ruido podría atraer bestias innecesarias. —No se, dudo que esto sea un lugar donde los monos guarden su comida... A menos que hayan aprendido a usar frigoríficos y guarden las cervezas bien frías en el fondo de la cueva...— dijo exhalando vaho debido a la bajada de temperatura respecto al exterior. Desde el principio de la cueva se le podría ver en la semioscuridad y principalmente gracias a su cabello blanco y a su pálida tez.
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Al final resultaba que habia una entrada detras de el. El albino tomo la delantera y entro en la cueva con su perro, Rosetto siguiendolo a una distancia. Era un lugar un tanto desagradable, y no estaba segura de si de verdad ahi dentro podría haber algo. Pero si se pensaba, tampoco era tan mal sitio para ocultar algo, pues poco apetecía entrar.
El chico se quejó un poco y pregunto por fuego. En eso rosetto se paro y se saco la mochila de la espalda, intentando buscar un pequeño farolillo. El objeto era pequeño y curioso de forma, pudiendose agarrar a la mochila de la chica para iluminar la zona. Tuvo que coger una cerilla para encender la llama de dentro y luego volver a cerrar el cristal.
-Tal vez con esto sea suficiente...- Claro que como ella iba detras, el farol no iluminaba muy bien el camino del chico. Pero el pasadizo era un poco estrecho como para adelantarse sin mas, ademas de que lo prefería a el delante.
No estaba segura de como funcionaban aquellos tuneles, pero lo mejor era intentar recordar el camino para salir... Aunque el chico llevaba un perro, y si estaba bien entrenado, podría encontrar siempre una salida... eso si no decidía irse sin ella.
El chico se quejó un poco y pregunto por fuego. En eso rosetto se paro y se saco la mochila de la espalda, intentando buscar un pequeño farolillo. El objeto era pequeño y curioso de forma, pudiendose agarrar a la mochila de la chica para iluminar la zona. Tuvo que coger una cerilla para encender la llama de dentro y luego volver a cerrar el cristal.
-Tal vez con esto sea suficiente...- Claro que como ella iba detras, el farol no iluminaba muy bien el camino del chico. Pero el pasadizo era un poco estrecho como para adelantarse sin mas, ademas de que lo prefería a el delante.
No estaba segura de como funcionaban aquellos tuneles, pero lo mejor era intentar recordar el camino para salir... Aunque el chico llevaba un perro, y si estaba bien entrenado, podría encontrar siempre una salida... eso si no decidía irse sin ella.
- Spoiler:
- Perdona que tarde tanto en contestar, ultimamente no ando muy inspirada... Y me esta costando mucho escribir o dibujar.
Si quieres podemos pasar a rol moderado... o esperarnos... Tener tenemos cada uno unos 7 mensajes. Pero para terminar la historia faltaria aún un poco mas... eso esta claro.
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La chica había comenzado a seguirlo a través de la cueva con un extraño farolillo que si bien no iluminaba excesivamente el camino que Haine iba pisando le servía para asegurarse de no comerse una pared de morros. En cualquier caso se detuvo en seco ocasionando probablemente un atropello si Rosetto no frenaba a tiempo, pero ignorando si esto pasaba o no simplemente se dio la vuelta y la miró directamente a los ojos. El hecho de que la luz le golpeara desde abajo creaba sombras en su rostro que le daban un aspecto algo fantasmagórico, y él no hacía nada por arreglarlo pues consciente de este hecho había abierto los párpados en gran medida y mostrando los colmillos en una sonrisa perruna que pocos además de él eran capaces de hacer. No pretendía asustarla con aquel rostro, pero le daba una teatralidad bastante lograda para las palabras que estaba a punto de articular. —Hmm~— articuló como si se estuviera haciendo una pregunta con cierto grado de musicalidad, tras lo cual se relamió los labios sin quitarle ojo de encima.
—Dime, señorita "notequierodarminombre"... ¿Por qué crees que no te he matado hasta ahora?— le preguntó tras lo que hizo una pausa para sonreír. —Si quisiera ya te habría atacado... No te ofendas, pero no parece que siquiera portes un arma... Sin embargo te necesito... Sí, es cierto, aunque encontrara tu barco no podría salir de aquí yo solo porque tengo un ligero problema con el agua. Resulta que... Hace un tiempo comí una akuma no mi...— le explicaba sin abandonar su teatralidad, tras lo cual activó su poder y la cadena que unía sus dos pistolas se alzó como una serpiente, enroscándose sobre su cuerpo como si una de las armas fuera la cabeza y la otra fuera la cola. Además había adoptado un aspecto carituresco, siniestro y que se acentuaba más por el uso de las sombras. —Me comí la Mashi-Mashi no mi... Tamashi... Alma. Puedo poseer los objetos a mi alrededor y darles vida propia.— le explicaba. La razón de todo aquello era que comprendiera que lo tenía cogido por los huevos y que necesitaba su ayuda. Además el hecho de poseer una akuma no mi quizás despertara su interés.
Haine dio un paso hacia atrás para darle algo de espacio y que no se sintiera agobiada, estaba a punto de seguir su discurso cuando la baldosa que acababa de pisar cedió y un estruendo se escuchó en el fondo de la sala. Inmediatamente el albino activó su Haki y pudo detectar lo que venía a continuación, una enorme roca que avanzaba hasta donde estaban ellos por una ruta alternativa a gran velocidad y sin que hubiera posibilidad de escapar pues el terreno estaba ligeramente inclinado y resbaladizo. —Retrocede.— pidió Haine abandonando toda teatralidad y poniéndose verdaderamente serio. Las pistolas habían vuelto a sus fundas y ahora era la escopeta la que yacía en sus manos, siendo que una de ellas a agarraba por el mando y la otra se encontraba en el lugar donde estaba el cartucho. Una luz comenzó a brillar en la palma de la mano del albino que no estaba sino suministrando su propia energía a aquel proyectil, una munición especial que absorbía la energía de su poosedor. No podía arriesgarse, tenía que asegurarse de que ningún fragmento les rebotaba pues no sabía cuan resistente era la chica.
Una compuerta se abrió al lado de donde estaba desvelando el lugar por el que venía aquella roca, y justo cuando estaba a punto de que esta los impactara a gran velocidad Haine alzó el brazo y, sujetando el arma con una sola mano apretó el gatillo siendo que no hubo retroceso ninguno y los perdigones imbuidos en un haz de luz salieron a una velocidad siete veces superior a lo normal. El impacto sobre la roca fue bestial, destrozándola en cientos de pedazos diferentes que retrocedieron por el lugar por el que habían venido a una velocidad pasmosa y derrumbó incluso el túnel que había servido de transporte para la misma. Guardó la escopeta en la funda y se dio la vuelta sonriendo aunque notablemente cansado. —¿Lo ves? Yo te necesito a ti para salir de la isla, y tú me necesitas a mí para avanzar por esta cueva.— dijo Haine en un estado que daba la sensación de no ser el adecuado para investigar cuevas como aquella.
Tras aquello tuvo que apoyar una mano en la pared mas no fue suficiente ya que sus piernas cedieron y una de sus rodillas se clavó en el suelo, mareado y debilitado por el esfuerzo que acababa de hacer. Las Balas de Poder eran muy peligrosas, pues poseían una gran potencia de fuego pero absorbían ese poder adicional del propio tirador convirtiéndolas en una espada de doble filo. Había utilizado un nivel 3 según las instrucciones, el máximo que algo como aquello podía soportar y que nunca había probado hasta ahora. El resultado había sido el deseado, pero las consecuencias nefastas. —¿Te importa... si descansamos un par de minutos?— dijo apoyando la espalda en la pared y temblando ligeramente.
—Dime, señorita "notequierodarminombre"... ¿Por qué crees que no te he matado hasta ahora?— le preguntó tras lo que hizo una pausa para sonreír. —Si quisiera ya te habría atacado... No te ofendas, pero no parece que siquiera portes un arma... Sin embargo te necesito... Sí, es cierto, aunque encontrara tu barco no podría salir de aquí yo solo porque tengo un ligero problema con el agua. Resulta que... Hace un tiempo comí una akuma no mi...— le explicaba sin abandonar su teatralidad, tras lo cual activó su poder y la cadena que unía sus dos pistolas se alzó como una serpiente, enroscándose sobre su cuerpo como si una de las armas fuera la cabeza y la otra fuera la cola. Además había adoptado un aspecto carituresco, siniestro y que se acentuaba más por el uso de las sombras. —Me comí la Mashi-Mashi no mi... Tamashi... Alma. Puedo poseer los objetos a mi alrededor y darles vida propia.— le explicaba. La razón de todo aquello era que comprendiera que lo tenía cogido por los huevos y que necesitaba su ayuda. Además el hecho de poseer una akuma no mi quizás despertara su interés.
Haine dio un paso hacia atrás para darle algo de espacio y que no se sintiera agobiada, estaba a punto de seguir su discurso cuando la baldosa que acababa de pisar cedió y un estruendo se escuchó en el fondo de la sala. Inmediatamente el albino activó su Haki y pudo detectar lo que venía a continuación, una enorme roca que avanzaba hasta donde estaban ellos por una ruta alternativa a gran velocidad y sin que hubiera posibilidad de escapar pues el terreno estaba ligeramente inclinado y resbaladizo. —Retrocede.— pidió Haine abandonando toda teatralidad y poniéndose verdaderamente serio. Las pistolas habían vuelto a sus fundas y ahora era la escopeta la que yacía en sus manos, siendo que una de ellas a agarraba por el mando y la otra se encontraba en el lugar donde estaba el cartucho. Una luz comenzó a brillar en la palma de la mano del albino que no estaba sino suministrando su propia energía a aquel proyectil, una munición especial que absorbía la energía de su poosedor. No podía arriesgarse, tenía que asegurarse de que ningún fragmento les rebotaba pues no sabía cuan resistente era la chica.
Una compuerta se abrió al lado de donde estaba desvelando el lugar por el que venía aquella roca, y justo cuando estaba a punto de que esta los impactara a gran velocidad Haine alzó el brazo y, sujetando el arma con una sola mano apretó el gatillo siendo que no hubo retroceso ninguno y los perdigones imbuidos en un haz de luz salieron a una velocidad siete veces superior a lo normal. El impacto sobre la roca fue bestial, destrozándola en cientos de pedazos diferentes que retrocedieron por el lugar por el que habían venido a una velocidad pasmosa y derrumbó incluso el túnel que había servido de transporte para la misma. Guardó la escopeta en la funda y se dio la vuelta sonriendo aunque notablemente cansado. —¿Lo ves? Yo te necesito a ti para salir de la isla, y tú me necesitas a mí para avanzar por esta cueva.— dijo Haine en un estado que daba la sensación de no ser el adecuado para investigar cuevas como aquella.
Tras aquello tuvo que apoyar una mano en la pared mas no fue suficiente ya que sus piernas cedieron y una de sus rodillas se clavó en el suelo, mareado y debilitado por el esfuerzo que acababa de hacer. Las Balas de Poder eran muy peligrosas, pues poseían una gran potencia de fuego pero absorbían ese poder adicional del propio tirador convirtiéndolas en una espada de doble filo. Había utilizado un nivel 3 según las instrucciones, el máximo que algo como aquello podía soportar y que nunca había probado hasta ahora. El resultado había sido el deseado, pero las consecuencias nefastas. —¿Te importa... si descansamos un par de minutos?— dijo apoyando la espalda en la pared y temblando ligeramente.
- Detalles:
- Espero que sea de tu agrado. A partir de ahora podemos pasar al moderado cuando quieras, yo no tengo prisa de terminar este tema pero cuando tú quieras aventurarte en el moderado por mí genial, teniendo en cuenta que seguiríamos esta historia por donde la llevemos. Eso sí, que sea cuando estés óptima ya que sino nos será aburrido a ambos.
En cualquier caso hice este post pensando un poco en ti, espero que te haya servido para inspirarte y recuerda, no te fuerces sino tienes ganas.
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