Robo en la ciudad que nunca duerme [Alice, Corvo]

-Pase por aquí, señorita Tyler -dijo una voz suave.

La chica parecía alguien típico de Dark Dome, incluso sus ojos eran mucho más grandes de lo habitual. No me extrañaba, teniendo en cuenta que me había costado acostumbrarme a los contrastes entre un montón de luz artificial y la oscuridad casi absoluta. Avancé por el estrecho pasillo hasta llegar a una puerta. Si en la ciudad supieran por qué estaba allí... me echarían sin dudarlo.

Había llegado en un barco cualquiera, intentando parecerme lo más posible a alguien de la ciudad. Ropa negra algo ajustada, un montón de base de maquillaje muy clara para tapar mi tez oscura, desgana... Un nombre falso, por supuesto. Esta vez tocaba ser Anna. Un taxi me llevó hasta el edificio que quería visitar, una especie de hotel donde se realizaban congresos y charlas de vez en cuando. No diré que rápidamente, pues el tráfico hacía la ciudad casi intransitable. "Ojalá dar una vuelta por ahí antes de la misión" pensé, pero sabía que no estaba allí para eso, así que dejé que ese pensamiento se fuera. Además, decían que cada día se producían un montón de robos y cosas peores si no sabías por dónde caminar...

La puerta, llevaba a mi habitación por esa noche, o mejor dicho, por unas horas. Me senté en la cama, sin saber muy bien qué hacer a continuación; tenía un par de horas vacías por delante. Los rumores indicaban que se iba a presentar un nuevo hallazgo científico, y que pronto se comercializaría, así que seguro que ya estaba bastante avanzado supuse. ¿Por qué no habían mandado a alguien que entendiera del tema? Bueno, yo tenía más fácil lo de coger lo que fuera y llevármelo antes de que nadie notara su ausencia. "Sigh." Al menos solo tendría que cederlo un tiempo al laboratorio de Water Seven y después quedármelo si es que era útil para mí.

Si me aburría mucho, en un rato echaría un vistazo alrededor de la sala de congresos, para saber cómo era y qué seguridad tenía.

Dark Dome, la ciudad que nunca duerme, era exactamente igual a como me la había imaginado, gente pálida de aspecto abatido, de grandes ojos y cabellos negros en su mayoría. Mi clandestina llegada a la isla era parte de un elaborado plan de mis superiores, todo para que intentara infiltrarme en una presentación de un nuevo hallazgo, y de ser algo potencialmente peligroso para el gobierno destruirlo junto con todo el material.

Caminar por las calles de esa ciudad era deprimente, la máscara y la capa negra por la que iba cubierto hacia que la mayor parte de la gente no se fijara en mí, y los que lo hacían enseguida perdían interés. El camino hasta el hotel donde se presentaba el hallazgo no me resulto complicado, pero sí muy largo. Por el camino varios individuos vestidos de andrajos parecían haber querido asaltarme o algo por el estilo, pero ni si quiera lo intentaron al ver que por cara tenía una máscara, de hecho algunos casi parecían tener miedo de esto.

Una vez frente al hotel llegaba la parte más complicada, infíltrame en él. No me habían dicho nada al respecto, pero suponía que no debían relacionarme con el gobierno, sobre todo si era algo que debía destruir. Decidí que lo mejor sería entrar por el tejado, y una vez dentro avanzar por las áreas de servicio hasta llegar al lugar donde lo presentaran, o donde lo guardaran.

Después de una breve parada en la cafetería-restaurante del hotel, decidí acercarme un poco a la sala. No había nadie alrededor, lo cual me sorprendió. ¿Acaso me había equivocado de lugar? No, un cartel en la puerta de doble hoja me indicaba que era allí y que empezaría pronto. ¿Entonces cuál era el problema? Necesitaba más gente para pasar desapercibida. No una multitud que pudiera enfurecerse contra mí, pero al menos que no estuviera tan desierto.

-Joder...

-Disculpe, señorita. ¿Hay algún problema?

Me giré de golpe. Perfecto, ahora se habían fijado en mí y en cómo merodeaba por el lugar. Bueno, sólo era un hombre de pelo cano con chaqueta de tweed que llevaba una especie de caja acristalada en la mano y me miraba alzando una ceja.

-Esto... no, solo me parecía inverosímil que no haya nadie por aquí a estas alturas, cuando el congreso está a punto de empezar y parece tan interesante. -Alzó la ceja todavía más si es que eso era posible. -Lo siento si le ha molestado -dije, agachando un poco la cabeza.

Tenía que moderarme. ¿Era aquella caja lo que...? En cualquier caso parecía alguien importante y seguro que no convenía que se fijara demasiado en mí. Se rió.

-No pasa nada -dijo. -Es habitual, se ve que no muchos quieren oírme hablar sobre avances científicos en el campo de la percepción. Aunque yo también pensaba que, en este ciudad donde todo es tecnología, les gustaría...

Sacudió la cabeza.

-No hagas caso a este viejo. -Al parecer le había caído más o menos bien, lo cual no sabía si era demasiado bueno. Sacó una llave para abrir la puerta. -Vete entrando si quieres, pero aún tardaré un rato en empezar.

Asentí.

El interior del piso superior era un complejo entramado de tuberías, llaves y maquinaria. Tenía que encontrar la forma de bajar, de manera rápida y lo más sigilosamente posible hasta abajo, donde se suponía que se celebraba la conferencia. Tras un rato saltando entre tubos, mirando de vez en cuando para que podían servir estos llegué hasta una escalera con una puerta cerrada en la parte de abajo. Baje hasta la puerta, que resultó estar cerrada. Ahora tenía que buscar otra manera de salir de allí

Cuando volví a la parte de arriba busque por las paredes, y siguiendo los tubos, pues tenían que bajar por algún lugar. Encontré un gran panel de mando, al parecer muchos de los tubos eran de calefacción, y por suerte de luz. Bajé los interruptores de los de la luz, tras lo que quite los fusibles y me los guarde en el bolsillo. Ahora usando la mirilla nocturna del rifle volví hasta las escaleras, tendrían que subir para arreglarlo, y cuando lo hicieran, noquearía a quien fuera el pobre que subiera y me pondría su ropa para luego arreglar la avería y que no subiera nadie más.

Entré y me acomodé en una de las butacas en medio de la sala, ni muy adelante, ni muy atrás. Aunque bien pensado, no servía de nada, puesto que allí no había nadie. Había cometido el error de ir demasiado pronto a aquel lugar... Hubiera sido mejor ir a husmear con la invisibilidad, pero ahora ya era un poco tarde. El hombre desapareció por una puerta detrás del "escenario" donde expondría un invento revolucionario al parecer. Sonreí ligeramente al darme cuenta de lo que había pensado. Revolucionario, sí. En poco tiempo, si lo hacía bien. Ojalá no fuera algo muy complicado...

Me levanté para coger alguno de los folletos que había en una mesa al lado de la entrada y para tomarme un café de la máquina que había fuera. Aparentar normalidad, aparentar normalidad. ¿Y qué había más normal que tomarse un café para sobrevivir sin dormir en aquella ciudad donde nadie parecía tener muchas horas de sueño encima? Seguro que también era necesario para ellos tomarse algún estimulante, pero puaj, aquello estaba asqueroso. Vi cómo algunas personas más entraban en la sala, antes de volver a ella. No parecían de la ciudad, así que o habían ido allí expresamente para la conferencia o hacían turismo y les había llamado la atención. Esperaba que fuera la segunda opción o podrían convertirse en un obstáculo más.

Volví a mi butaca siguiéndolos de cerca. Las luces parpadearon por un momento, lo que provocó que todos miráramos al techo. Meh, tonterías. El hombre, cuyo apellido era Connor, según el folleto que había cogido, volvió y empezó a preparar lo que parecía una presentación de diapositivas. Tampoco es que pudiera hacer gran cosa así que supuse que tendría que tragarme toda la charla y esperar a que acabara para ocuparme de lo que fuera necesario para conseguir aquella caja.

-¿Y bien, señorita?

La voz del tal Connor me sorprendió.

-¿Perdón? -murmuré, sin saber qué me quería decir.

-Nada, es sólo que te veo un poco seria. ¿Estás bien? -Se giró sin esperar la respuesta para dirigirse al resto de los asistentes, que ya eran unos quience. -Esperaremos un poco por si llega alguien más.

Asentí en cuanto volvió a mirarme.

-Entonces no te importará ser mi voluntaria para hacer la demostración más tarde, ¿verdad? -dijo sonriente.

"Perfecto, atención era justo lo que necesitaba ahora mismo. Shit."

El pobre incauto que subió no tardó nada en caer ante mi lave del sueño, tras quitarle la ropa y atarlo bien, además de amordazarlo me puse su vestimenta, añadí el fusible y subí los interruptores de nuevo. Una vez hecho baje por la escalera, saliendo a un rellano amplio. Tome las escaleras de bajada del servicio, en teoría, la zona donde pondrían aquel experimento seria en la planta baja. Cuando llegué a esta y salí al vestíbulo pude ver los carteles de la conferencia, que sería en una sala a la derecha.

Me colé en la sala lo más discretamente posible, dirigiéndome hacia el fondo por un lateral. Los presentes parecían estar a sus conversaciones, por lo que esperaba que no repararan en mí presencia. Cuando llegué al final de esta entre en la parte trasera del escenario, donde se encontraba un anciano, que debía ser el científico. Me puse a lo mío en un cuadro de cables cercano al suelo, el hombre pasó totalmente de mí, una vez iniciara la conferencia si presentaba algo que fuera altamente peligroso o ilegal lo podría detener con facilidad cortando la luz.

Bueno, la situación me proporcionaba una buena oportunidad que me venía genial, aunque tener que robarle a ese hombre empezaba a darme pena. Y por muy caracterizada que fuera para la ocasión, si desaparecía en medio de un escenario, la gente podía atar cabos y saber quién era. Miré al suelo, intentando controlar una respiración algo acelerada. "Tranquilízate..." La voz de mi conciencia, que siempre aparecía en momentos como aquel, fue interrumpida por otra más grave que hablaba de electrónica. Al parecer, al ver que poca gente más entraba, aquel tipo había decidido que ya era hora de empezar la presentación. Me giré hacia atrás. Aún así, mantenía la puerta abierta, lo cual podría serme bastante útil.

Me pasé la siguiente media hora cabeceando, tratando de concentrarme en lo que el hombre decía, pero con escasos resultados. Tomé algunas notas en un cuaderno, para obtener lo que creía que era la información importante, pero entendía poco de lo que estaba escribiendo.

-¿Señorita?

Me sobresalté. No conocía mi nombre, lo cual me hacía replantearme si hacía falta currarse tanto una identidad falsa. A medida que me fui levantando y dejando las cosas más o menos recogidas, el hombre exclamó entre risas:

-¡Les presento a mi voluntaria obligada!

Sonreí ligeramente mientras subía a la plataforma.

-Puedo asegurar que estoy aquí por propia voluntad -dije a los presentes. -¿Qué tengo que hacer?

-Ahora lo verás -respondió.

Que bien, que poco críptico. Abrió por fin la caja y sacó una especie de gafas como si estuviera llevando en brazos a un bebé. "No me lo pongas más difícil..."

-Póntelas. ¿Ves esa cosa que sale de la patilla derecha? Presiona el primer botón y dime... -su voz estaba cargada de emoción- qué ves.

La presentación del anciano era larga, aburrida y no parecía tener nada de tecnología especialmente peligrosa ni prohibida. Puede que cara, si había conseguido hacerla en tamaño reducido, tanto como para que entraran en unas gafas, pero nada que pusiera en peligro la seguridad mundial. La verdad sea dicha, parecían más diseñadas para cazadores de recompensas que para el público en general, esa micro base de datos con reconocimiento facial seria de lo más útil.

Parecía que los chicos del gobierno se habían equivocado esta vez con sus informes, eso o querían que robara el prototipo y los datos para ellos y no tener que pagarle al hombre. De todas formas rebusqué en los apuntes de aquel hombre, puede que más adelante le copiara parte de sus ideas, y conocer los datos técnicos de las gafas me vendría muy bien para ello.

Click.

-¿Qué coj...? -murmuré en voz baja, aunque se oyó perfectamente por la acústica de la sala.

El viejo se rió.

-No pensaba que las señoritas de hoy en día fuesen tan malhabladas... -dijo, causando que el público se carcajeara también.

Delante de mí aparecía una especie de pantalla con un menú para escoger más opciones, que era translúcida y me dejaba ver lo que había detrás de ella. Fui leyendo las distintas etiquetas, que supuse que se correspondían con las funciones de aquel aparatejo.

-Para pasar a los otros modos, debes utilizar los botones. Puede subir y bajar en el menú... -me decía, aunque su voz se perdía entre mis veloces pensamientos.

Dedicó un buen rato a explicar de nuevo lo que ya había dicho en la presentación, pero conmigo utilizando las funciones de las gafas. Desde infrarrojos y visión nocturna para los que apagamos la luz, rayos x, cámara... También exploramos la función por voz, que me llevaba a distintas aplicaciones con unas sencillas instrucciones. En verdad sí que era impresionante y podía entender el interés que tenían otros científicos en eso. Sin duda no podía fallar en aquella misión, sobre todo ahora que sabía de qué se trataba.

-Muy bien, pues hasta aquí la presentación supongo. ¿Tienen alguna pregunta?

Algunas manos se alzaron y empezó una ronda rápida de preguntas y respuestas, que alargó un poco el congreso. "Es ahora o nunca" pensé. "Puede que tenga otras oportunidades más tarde, pero no sé cómo resultarán. Y al fin y al cabo me puedo desvanecer... Aunque cause conmoción." La gente ya se estaba levantando de sus asientos y Connor me tendía una mano, quizás esperando que me quitará las lentes con cuidado y se las pasara a él, para guardarlas en esa caja otra vez. Podía esperar, sí, podía. Pero no lo hice.

Imprudente, en fin. Me invisibilicé ante sus ojos y eché a correr hacia una puerta trasera que supuse que daba a algo así como el ¿backstage? del salón de actos, para no tener que sortear a toda la gente que se dirigía a la salida principal. Sólo me dio tiempo a ver la sorpresa en sus ojos y algo de decepción.

Revisando las características técnicas del objeto sí que parecía ser algo más peligroso de lo que pensé en un principio, por lo que mientras escuchaba como hacia a su voluntaria cambiar entre los modos de las gafas copie los bocetos de las gafas, se los pasaría a mis compañeros cuando volviera para ver si los podíamos copiar. Cuando estaba guardando los papeles en el maletín que había llevado como attrezzo, empecé a escuchar barullo en la sala de conferencias.

Justo tras el cual la cortinilla que separaba la sala y la parte trasera se movió, alguien acababa de pasar, acaso esas gafas también volvían invisible a la gente. Me maldije por no traer el rifle con la mirilla para poder “ver” a la ladrona, por lo que simplemente me hice el sorprendido pegándome a la pared, arrastrando el maletín tras de mí. Esperaba que la ladrona simplemente pasara de largo, aunque era posible que también quisiera los bocetos.

Al no saber dónde estaba opte por una táctica más sencilla, con disimulo me acerqué al cuadro cortando la luz y saliendo corriendo de la zona, recordaba perfectamente el camino por lo que podría llegar sin problemas hasta el hall y allí indicar a los de seguridad donde estaba la brecha, aprovechando el momento para volver al tejado y mi ruta de escape. En parte todo dependía de la velocidad con la que la chica pudiera cambiar entre los modos de las gafas, donde se encontrara en ese momento.

Allí estaba demasiado oscuro, tanto que me golpeé una pierna contra un escalón y caí de rodillas.

-Ugh... Ya que tengo las gafas probablemente debería usarlas y ver si me siguen -murmuré. Tenía esa manía de hablar conmigo misma en los momentos más delicados.

Activé la visión nocturna, confundiéndome un par de veces entre los modos a escoger de las gafas. Algo o alguien pasó a mi lado, pero para cuando me giré ya no estaba, se había ido. ¿Debería preocuparme de ello? Supuse que no era la única que iba tras aquel invento, así que eché a correr de nuevo, intentando no tropezarme con más cosas. En cualquier caso, mi misión ya estaba completa así que no valía la pena meterme en problemas. Lo único que debía hacer era llevar las gafas de vuelta a Baltigo y allí se encargarían de analizarlas y replicarlas. Fuera se oía bastante alboroto y parecía que iban a entrar de un momento a otro donde estaba yo. ¿No tenía aquel lugar una salida, algo por dónde salir? Me oculté tras una pila de mesas y sillas. Seguía sin ser visible, así que probablemente no sería un gran problema.

-Una puerta, una puerta... -susurré en voz muy baja para no llamar la atención, mientras buscaba a mi alrededor algún espacio por el que pudiera escaparme.

Alguien abrió la puerta que daba al escenario de un golpe.

-Señorita... Me tienes un poco enfadado, seguro que ya te lo imaginas -la voz de Connor estaba impregnada de ira. -¿Así que... en qué bando estás?

Podía oírlo avanzando despacio por el lugar, tratando de arrinconarme.

-Seguro que estás por aquí todavía... Todo esto sería más fácil si tuviera mis gafas, pero no podías estarte quieta, ¿verdad? Tenías que llevártelas.

Mientras él seguía con su monólogo, yo gateaba hasta una de las salidas de emergencia. Para mi desgracia moví una mesa en el proceso, cuando ya estaba al lado de ella.

-¡Así que ahí estás! -exclamó el científico, antes de abalanzarse en mi dirección.

Ni siquiera parecía llevar un arma con él, pero, ¿qué pasaría si la puerta no se abría?

Recorrí la sala de la conferencia, la mayoría de los presentes estaban en corrillos hablando de cómo se había esfumado la chica y de si esa tecnología sobre el camuflaje era posible, o ya existía. Por suerte para mí ninguno reparó en mí, quién se fija en los currelas que hacen que todo funcione. La respuesta a esta auto pregunta me llegó al salir al hall, varios guardias ya se acercaban a ver qué había pasado.

-He tú, que está pasando ahí dentro. Nos han informado de un altercado o robo o algo así. -Me pregunto un guardia.

-Pues no se mucho, yo estaba en la parte de atrás con la caja de fusibles, pro por lo que he podido escuchar una chica se esfumo mientras tenia puestas las cosas del científico ese. Deberíais daros prisa, y yo tengo aún trabajo con las luces.

Una vez me libre de esos guardias empecé a subir hacía la última planta, tenía que liberar al tipo de mantenimiento y escapar del edificio. Tenía pensado hacer la ruta inversa a la que use para llegar, aunque con lo que la chica hizo igual habían redoblado la seguridad.

-¡Déjame tranquila! -exclamé, a pesar de saber que eso le daría pistas más exactas para saber dónde estaba. -Maldito pesado...

Alcancé como pude el pomo de la puerta mientras el pobre hombre chocaba contra la pared desnuda de hormigón, probablemente dándose un buen golpe. Al menos, eso parecía por el grito que pegó. El caso es que yo estaba tan nerviosa, que mis forcejeos con intención de abrir la puerta, tenían exactamente el efecto contrario al que buscaba. "¡Por fin!" Salí y la cerré de un portazo, sin preocuparme de que ese tipo viniera detrás o no. Sólo había un par de cubos de basura allí fuera y un estrecho callejón, en el que por desgracia no podía correr, pues mis brazos rozarían los muros. "Sigh." Me fui lo más rápido que pude.

Di un par de vueltas por los callejones que se conectaban a aquel, esquivando algunas sombras que parecían acecharme y de las que había oído que era mejor alejarse. Decidí salír a una calle principal, quitarme ya las gafas y meterlas en la mochila, ya que hacían que fuera fácilmente reconocible, aunque quizás me estuvieran buscando todavía por el hotel. A lo mejor Connor todavía estaba lamentándose por haberse comido una pared. Respiré hondo el aire cargado de polución (sí, una genial idea que me dio un ataque de tos por la falta de costumbre), intentando bajar el ritmo de los latidos de mi corazón. Después, cogí un taxi, sin acordarme siquiera del "disfraz" que llevaba, y si todo el maquillaje seguía en su sitio, o tenía pinta de haber escapado de una persecución. El caso es que ya podía irme y sólo tenía ganas de llegar a algún lugar en el que no tuviera que preocuparme de que me siguieran.

-Al puerto 3, por favor -le dije en voz baja al conductor. Debía mantener la compostura y seguir en el papel un poco más.

Me acurruqué en el asiento, con intención de echar una cabezadita, pero recordé lo insomnes que eran en aquella isla. Una pena, con todo aquel tráfico, hubiera tenido tiempo más que suficiente.

Subí hasta la parta alta del edificio, el empleado que dejé allí aún seguía inconsciente, por lo que lo desate y lo vestí de nuevo, cuantas menos pistas dejara mejor para todos. Una vez todo listo solté parte del recubrimiento y lo dejé al lado del cuerpo caído y por el pelo, haciendo todo pareciera un accidente fortuito y trágico. Tras la escenificación salé a la azotea, saltando al edificio cercano a continuación. Bajé por este hasta la calle y contacte con mis superiores para informar de todo. No pareció muy contento con el resultado, pero al menos tenía una copia de los diseños y podríamos hacer aparatos similares, y el robo había sido ajeno a mí, con lo que no podían culparme por él.

Pedí un taxi para salir de esa zona y volver al puerto, donde me recogería el submarino y saldría de la nocturna isla hacía la siguiente misión, tras dejar el informe y los documentos en el laboratorio para su análisis, claro está.