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El viento soplaba con fuerza, era un día de perros y de esos que a uno le dan ganas de quedarse en casa tumbado sin hacer nada de nada. El barco de Lord Derian avanzaba hacia aquella exótica isla conocida como “Ireos”, no era la primera vez que se dirigían a aquel remoto lugar, sin embargo fue dónde el chico lobo tuvo su primera misión. Algunos años habían pasado ya desde aquello, Drake se hallaba en su cama, dormido como de costumbre y sin ninguna intención de levantarse. La verdad es que el luchador con el paso del tiempo se había vuelto algo más maduro con la gente desconocida, pero eso solo era cuando estaba solo, cuando había algún amigo cerca era el mismo liante de siempre. Los ronquidos del castaño seguían siendo exagerados, como si hubiesen salido de una jodida película de ciencia ficción. En su rostro podía verse una sonrisa algo exagerada y a juzgar por las babas que caían por la comisura de sus labios, estaba soñando con hamburguesas. – “Exijo cincuenta más Derian-Sama” – Un movimiento del barco hizo que la estantería cayera al suelo, haciendo que un libro que había sobre ella le cayera justo en la cabeza.
Los ojos del lobo se abrieron como platos al recibir eso, segundos después los volvió a entrecerrar, tenía que levantarse para ir a la cubierta. Era el día que iba a tener que cuidar de la hija de su jefe, aún no la conocía y no sabía cómo sería, pero era su deber como guardaespaldas estar al cuidado de la chica. No tardó mucho en ponerse de pie y estirarse un poco, no llevaba la camiseta puesta, dejando ver un cuerpo musculoso y bastante curtido. La única prenda de ropa que podía verse en todo su cuerpo, era un pantalón largo de un tono negro, miró a su alrededor un poco para después abrir la puerta y dirigirse a la cubierta. Durante el camino no escuchó mucho ruido, en la oscuridad del pasillo tan solo podían verse sus dorados ojos relucir, cuando pasaba por alguna antorcha en su sombra podía verse la silueta de un lobo bastante grande. Por fin llegó a su destino recibiendo la brisa en las mejillas, una sonrisa invadió ahora su rostro al no ver a nadie por allí. Apoyó la mano en el mástil un momento pero en menos de un segundo la apartó de forma violenta, un sonido extraño le indicó que casi partía aquel enorme palo con su fuera.
Un olor le llegó de repente al olfato, acto seguido escuchó unas pisadas a su espalda, se giró colocándose en posición de combate y lanzó una patada al aire provocando una onda de choque que lanzó a aquella persona por los aires. Se trataba de un hombre de Derian, Drake hacía tiempo había pedido a todos los hombres menos a Alex y a su propio jefe que le atacaran por la espalda cuando le vieran, de esa forma entrenaba sus reflejos y su agilidad. El castaño sonrió de lado para después relamerse esperando a más, no pasaron ni cinco segundos cuando más soldados fueron hacia él con espadas de madera en mano. El lobo comenzó a repartir golpes de fuerza baja para repeler a los demás, además parecía pasarlo bien con aquello pues no paraba de reír. De repente uno algo más musculoso surgió de su lado golpeándole en el hombro derecho, lo que provocó que el guardaespaldas apretara un poco los dientes por el dolor para después de un puñetazo recto lanzarlo a seis metros de distancia. El barco parecía un dojo ahora y las únicas caras de amargura eran la de los pobres hombres que no eran rival para el usuario de la Inu Inu.
Los ojos del lobo se abrieron como platos al recibir eso, segundos después los volvió a entrecerrar, tenía que levantarse para ir a la cubierta. Era el día que iba a tener que cuidar de la hija de su jefe, aún no la conocía y no sabía cómo sería, pero era su deber como guardaespaldas estar al cuidado de la chica. No tardó mucho en ponerse de pie y estirarse un poco, no llevaba la camiseta puesta, dejando ver un cuerpo musculoso y bastante curtido. La única prenda de ropa que podía verse en todo su cuerpo, era un pantalón largo de un tono negro, miró a su alrededor un poco para después abrir la puerta y dirigirse a la cubierta. Durante el camino no escuchó mucho ruido, en la oscuridad del pasillo tan solo podían verse sus dorados ojos relucir, cuando pasaba por alguna antorcha en su sombra podía verse la silueta de un lobo bastante grande. Por fin llegó a su destino recibiendo la brisa en las mejillas, una sonrisa invadió ahora su rostro al no ver a nadie por allí. Apoyó la mano en el mástil un momento pero en menos de un segundo la apartó de forma violenta, un sonido extraño le indicó que casi partía aquel enorme palo con su fuera.
Un olor le llegó de repente al olfato, acto seguido escuchó unas pisadas a su espalda, se giró colocándose en posición de combate y lanzó una patada al aire provocando una onda de choque que lanzó a aquella persona por los aires. Se trataba de un hombre de Derian, Drake hacía tiempo había pedido a todos los hombres menos a Alex y a su propio jefe que le atacaran por la espalda cuando le vieran, de esa forma entrenaba sus reflejos y su agilidad. El castaño sonrió de lado para después relamerse esperando a más, no pasaron ni cinco segundos cuando más soldados fueron hacia él con espadas de madera en mano. El lobo comenzó a repartir golpes de fuerza baja para repeler a los demás, además parecía pasarlo bien con aquello pues no paraba de reír. De repente uno algo más musculoso surgió de su lado golpeándole en el hombro derecho, lo que provocó que el guardaespaldas apretara un poco los dientes por el dolor para después de un puñetazo recto lanzarlo a seis metros de distancia. El barco parecía un dojo ahora y las únicas caras de amargura eran la de los pobres hombres que no eran rival para el usuario de la Inu Inu.
Iliana Markov
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La joven estiró los brazos, desperezándose. Con un bostezo, se sentó sobre su cama y se frotó los ojos. Las luces del alba al entrar por las ventanas de su camarote la habían despertado. Sonrió y suspiró, emocionada. "Hoy deberíamos llegar a Ireos. ¡Me muero de ganas por verla! De acuerdo a los libros de papá, no encontraremos nada hasta llegar al centro de la isla. Sin embargo, no puedo evitarlo." Era la primera vez que salía de Hallstat, y su primer viaje en barco. la experiencia estaba resultando de lo más agradable, y por primera vez en su vida se sentía libre, feliz y plena. No debía preocuparse por problemas como la falta de dinero o el hambre, y además ya no tenía a nadie que le diese órdenes. Más aun, tampoco tenía que soportar las miradas de decepción de su padre o sus reprimendas cuando se distraía de sus estudios o entrenamientos. Sin embargo, había enviado a un tipo para que la cuidara, un hombre llamado Drake con pintas de bárbaro loco. No era por desconfiar del buen juicio de su padre, pero, ¿qué pintaba una princesa en compañía de un salvaje que comía carne cruda y se paseaba medio desnudo por el barco?
Antes de cambiarse y arreglarse, cogió una campanilla y llamó al servicio. Al instante acudió un torpe mayordomo zombie. Le ordenó que fuese a buscar a alguien capaz de hablar algo más coherente que simples gruñidos, y cerró la puerta. Por lo que sabía se llamaba Sebastian, y había sido el sirviente de su padre y de la señorita Voldaren ya antes de su muerte. Olivia era una de las personas que había lamentado tener que dejar atrás. Aunque dura e inflexible, la mujer había sido toda una mentora para Kurome y la que más le había enseñado sobre cómo vivir como una princesa y comportarse como tal. Además había disfrutado en su compañía compartiendo chismes sobre el palacio, molestando juntas a los criados o escuchando las increíbles historias sobre sus viajes, y cómo Derian le había concedido una segunda vida tras su muerte, convirtiéndola en vampiresa. Todo aquello no había hecho si no aumentar su admiración por su poderoso padre, y su deseo de convertirse en una hija digna. "Algún día lograré que me mire con orgullo" se había prometido a sí misma. De repente llamaron a la puerta, y otro de los criados entró. Este era humano, al menos.
- ¿Qué desea, princesa?
- Oh, al fin alguien que no huele a muerto, aunque tú tampoco estás en mejor estado de higiene - dijo, arrugando la nariz - Avisa para que preparen mi desayuno. Tomaré un té con tostadas untadas en mantequilla y mermelada de fresas. Y di en la cocina que si vuelven a llegar quemadas, ordenaré a los guardias que pasen al responsable por la quilla. Una vez acabes, báñate - dijo, entrecerrando los ojos con desprecio - Apestas.
El criado hizo una reverencia y dejó la estancia. Iliana sonrió para sí, complacida, y comenzó a peinarse. Aun cuando no iba precisamente a un lugar civilizado y nadie a parte de sus guardias, la tripulación y sus sirvientes iban a verla, pretendía estar presentable. Tras unos minutos de pelea con sus rebeldes cabellos, logró deshacer todos los nudos y dejarlo liso. Comprobó el resultado con el espejo, satisfecha, y pasó a vestirse. Dudo sobre si llevarse consigo la katana, pues por un lado era un dama, pero por otro la capitana del barco y la hija de Derian Markov. "Padre hubiese estado de acuerdo. Debo ganarme el respeto de las presas y ganarme mi lugar como cazadora." Así pues, se enganchó la katana al cinto de la minifalda y comprobó que el peso no hacía que esta se le cayese ni resultase incómoda. Se dirigió al comedor, mientras escuchaba de fondo un extraño ruido de golpes. ¿Qué estaría pasando? No parecía que estuviera siendo un abordaje. Al llegar al lugar, se encontró su desayuno ya servido y un mayordomo aguardándole en el lugar.
- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué hay tanto ruido? - inquirió, sentándose a la mesa.
- Son los entrenamientos de Ser Drake, alteza. Acostumbra a luchar de buena mañana para mantenerse en forma.
Así que el salvaje estaba entrenándose... interesante. Pasaría a echar un vistazo más tarde. En cuanto al mayordomo, parecía bastante más educado, pulcro y avispado que el resto de sirvientes. Era un joven de pelo corto y oscuro, piel pálida como la suya y ojos grises. Mientras cogía el té, preguntó:
- ¿Cómo os he de llamar?
- Mi nombre es Ivan, princesa - contestó el hombre, con una reverencia.
Antes de cambiarse y arreglarse, cogió una campanilla y llamó al servicio. Al instante acudió un torpe mayordomo zombie. Le ordenó que fuese a buscar a alguien capaz de hablar algo más coherente que simples gruñidos, y cerró la puerta. Por lo que sabía se llamaba Sebastian, y había sido el sirviente de su padre y de la señorita Voldaren ya antes de su muerte. Olivia era una de las personas que había lamentado tener que dejar atrás. Aunque dura e inflexible, la mujer había sido toda una mentora para Kurome y la que más le había enseñado sobre cómo vivir como una princesa y comportarse como tal. Además había disfrutado en su compañía compartiendo chismes sobre el palacio, molestando juntas a los criados o escuchando las increíbles historias sobre sus viajes, y cómo Derian le había concedido una segunda vida tras su muerte, convirtiéndola en vampiresa. Todo aquello no había hecho si no aumentar su admiración por su poderoso padre, y su deseo de convertirse en una hija digna. "Algún día lograré que me mire con orgullo" se había prometido a sí misma. De repente llamaron a la puerta, y otro de los criados entró. Este era humano, al menos.
- ¿Qué desea, princesa?
- Oh, al fin alguien que no huele a muerto, aunque tú tampoco estás en mejor estado de higiene - dijo, arrugando la nariz - Avisa para que preparen mi desayuno. Tomaré un té con tostadas untadas en mantequilla y mermelada de fresas. Y di en la cocina que si vuelven a llegar quemadas, ordenaré a los guardias que pasen al responsable por la quilla. Una vez acabes, báñate - dijo, entrecerrando los ojos con desprecio - Apestas.
El criado hizo una reverencia y dejó la estancia. Iliana sonrió para sí, complacida, y comenzó a peinarse. Aun cuando no iba precisamente a un lugar civilizado y nadie a parte de sus guardias, la tripulación y sus sirvientes iban a verla, pretendía estar presentable. Tras unos minutos de pelea con sus rebeldes cabellos, logró deshacer todos los nudos y dejarlo liso. Comprobó el resultado con el espejo, satisfecha, y pasó a vestirse. Dudo sobre si llevarse consigo la katana, pues por un lado era un dama, pero por otro la capitana del barco y la hija de Derian Markov. "Padre hubiese estado de acuerdo. Debo ganarme el respeto de las presas y ganarme mi lugar como cazadora." Así pues, se enganchó la katana al cinto de la minifalda y comprobó que el peso no hacía que esta se le cayese ni resultase incómoda. Se dirigió al comedor, mientras escuchaba de fondo un extraño ruido de golpes. ¿Qué estaría pasando? No parecía que estuviera siendo un abordaje. Al llegar al lugar, se encontró su desayuno ya servido y un mayordomo aguardándole en el lugar.
- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué hay tanto ruido? - inquirió, sentándose a la mesa.
- Son los entrenamientos de Ser Drake, alteza. Acostumbra a luchar de buena mañana para mantenerse en forma.
Así que el salvaje estaba entrenándose... interesante. Pasaría a echar un vistazo más tarde. En cuanto al mayordomo, parecía bastante más educado, pulcro y avispado que el resto de sirvientes. Era un joven de pelo corto y oscuro, piel pálida como la suya y ojos grises. Mientras cogía el té, preguntó:
- ¿Cómo os he de llamar?
- Mi nombre es Ivan, princesa - contestó el hombre, con una reverencia.
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El combate continuaba en la cubierta del barco, los hombres iban y venían, sus cuerpos volaban como si de palomas se tratasen, la verdad es que era gracioso y todo, no había nadie en aquel barco que pudiera derrotar al lobo blanco. Una vez que parecía haber finalizado, sonrió de lado para después a concentrarse y mostrar parte de su energía, se relamió despacio y colocó las piernas un poco separadas para después empezar a gritar con fuerza como si de un animal salvaje se tratase, sus ojos estaban imbuidos en un tono dorado. Su aura poco a poco empezó a salir del interior de su cuerpo, se notaba un inmenso poder sin duda alguna, su piel fue perdiendo su tono normal, adquiriendo lentamente un tono rojizo que recordaba a las gambas. Sus pupilas se fueron perdiendo dejando ahora sus orbes blancos, las venas de los músculos se hinchaban y su cuerpo creció tanto en altura como en musculatura. En pocos segundos un aura ardiente que recordaba a llamas de fuego tanto por la forma como por el sonido, empezó a inundarle totalmente. Sus rugidos cada vez eran mayores y eso provocó que retumbaran en todo el barco, el viento daba vueltas a su alrededor.
El cuerpo del chico fue aumentando más y más debido al uso del SN1, el cual aumentó la velocidad en la que se movía y ahora comenzó a abrir mucho más la boca mientras dejaba salir su energía, el orbe derecho empezó a tomar un tono rojizo y el barco ya incluso estaba temblando ante tan abrumador poder, sin embargo quería llegar a más. Los cabellos empezaron a tomar un tono moreno intenso, además se alargaron y tomaron más grosor, su torso, brazos y piernas fueron rodeados por matas de pelo rojo, de la parte baja de su espalda surgió una perfecta cola de lobo. Al estar en esa forma una terrible aura oscura empezó a azotar su cuerpo con fuerza, se echó un paso hacia atrás pisando tan fuerte que casi agrieta la cubierta. Quería mostrar que estaba en plena forma después de tanto tiempo, en ese momento se le ocurrió la idea de usar su forma más poderosa y empezó a acumular poder en todo su cuerpo mientras ahora sus ojos se volvían azulados y su pelo rojizo, justo cuando iba a cambiar a su forma definitiva decidió mejor parar aquello de una vez.
Tomó su forma normal de siempre y el aura se calmó, acto seguido empezó a jadear un poco por el uso de tanto poder pero finalmente sonrió de lado, estaba en perfectas facultades para enfrentarse a cualquier enemigo para cumplir con su jefe. En ese momento un nuevo soldado trató de atacarle pero el chico lanzó un puñetazo al aire provocando una poderosa onda de choque que lanzó al tipo contra el interior del barco, de hecho llegó a atravesar la pared hasta el comedor, de dónde venía el olor de la chica. Una pequeña gotita de sudor cayó por su cabeza al pensar que quizás el tipo había caído sobre ella, de modo que decidió lavarse las manos de aquello y comenzó a volar hasta colocarse sobre las velas, una vez allí se sentó en un palo de madera y se quedó mirando a la cubierta con una expresión tranquila. La verdad es que la mañana había comenzado bien, esperaba que la niña no fuera una pija consentida ni la típica tonta que llora por cosas que no son suyas, de modo que ahora lo que más le podía era la curiosidad, pero solo se quedaría a gusto si ella llegaba a salir del interior del barco.
El cuerpo del chico fue aumentando más y más debido al uso del SN1, el cual aumentó la velocidad en la que se movía y ahora comenzó a abrir mucho más la boca mientras dejaba salir su energía, el orbe derecho empezó a tomar un tono rojizo y el barco ya incluso estaba temblando ante tan abrumador poder, sin embargo quería llegar a más. Los cabellos empezaron a tomar un tono moreno intenso, además se alargaron y tomaron más grosor, su torso, brazos y piernas fueron rodeados por matas de pelo rojo, de la parte baja de su espalda surgió una perfecta cola de lobo. Al estar en esa forma una terrible aura oscura empezó a azotar su cuerpo con fuerza, se echó un paso hacia atrás pisando tan fuerte que casi agrieta la cubierta. Quería mostrar que estaba en plena forma después de tanto tiempo, en ese momento se le ocurrió la idea de usar su forma más poderosa y empezó a acumular poder en todo su cuerpo mientras ahora sus ojos se volvían azulados y su pelo rojizo, justo cuando iba a cambiar a su forma definitiva decidió mejor parar aquello de una vez.
Tomó su forma normal de siempre y el aura se calmó, acto seguido empezó a jadear un poco por el uso de tanto poder pero finalmente sonrió de lado, estaba en perfectas facultades para enfrentarse a cualquier enemigo para cumplir con su jefe. En ese momento un nuevo soldado trató de atacarle pero el chico lanzó un puñetazo al aire provocando una poderosa onda de choque que lanzó al tipo contra el interior del barco, de hecho llegó a atravesar la pared hasta el comedor, de dónde venía el olor de la chica. Una pequeña gotita de sudor cayó por su cabeza al pensar que quizás el tipo había caído sobre ella, de modo que decidió lavarse las manos de aquello y comenzó a volar hasta colocarse sobre las velas, una vez allí se sentó en un palo de madera y se quedó mirando a la cubierta con una expresión tranquila. La verdad es que la mañana había comenzado bien, esperaba que la niña no fuera una pija consentida ni la típica tonta que llora por cosas que no son suyas, de modo que ahora lo que más le podía era la curiosidad, pero solo se quedaría a gusto si ella llegaba a salir del interior del barco.
Iliana Markov
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La chica bebió un trago de su té, evaluándolo. Estaba en su punto, con la cantidad que le gustaba de azúcar. Parecía que de momento los criados habían acertado. Dejó la taza en su sitio y cogió los cubiertos. Con modales dignos de una corte, comenzó a cortar en cachitos las tostadas con el cuchillo. De momento pintaban bien: parecían estar crujientes, pero no en exceso. El pan seguía ligeramente esponjoso. Entonces cogió con el tenedor uno de los trozos y se lo llevó a la boca, probándolo. Al instante tuvo que contener un suspiro de placer, mientras notaba una oleada de sabores en su boca. Estaban deliciosas, y el dulce sabor de la mermelada las hacía perfectas. Aunque cierto era que para una joven de origen campesino cualquier cosa sabía a gloria, pues sabía muy bien lo que era pasar hambre y tener que conformarse con cualquier cosa. Esbozó una ligera sonrisa y se dispuso a comerse las tostadas, con gesto goloso.
- Esto esta delicioso - dijo, dirigiendo el tenedor hacia el plato.
De repente hubo un gran estruendo y algo destrozó la pared de la estancia. Y fuese lo que fuese esa cosa, se dirigía hacia su mesa. Rápidamente, en un acto reflejo, lanzó una rápida "estocada" con el cubierto hacia su plato para intentar enganchar un cacho de tostada, pero de repente el guardia que había llegado volando aterrizó en su lugar, derribando la bandeja y mandando volando el plato y la taza. Con una mueca de desesperación, observó su maravilloso desayuno trazar varias vueltas por el aire antes de estamparse contra el suelo. ¡No! ¿Qué malévolo ser se atrevía a destrozar tan deliciosos manjares? ¡No podía perdonar tal sacrilegio! Bajo la vista, para encontrarse al hombre medio inconsciente, aun desplomado sobre la mesa, y con el tenedor clavado sobre la espalda. Poco a poco, el rostro de Iliana fue convirtiéndose en una mueca de ira y odio, y desclavando el trozo de metal, comenzó a apuñalarlo repetidamente.
- ¡NADIE ME QUITA MIS DULCES!
A medida apuñalaba, iba dando feroces gritos. La sangre saltaba por todos lados, manchando su ropa, su brazo y su normalmente angelical rostro. Descargó su ira y su frustración contra el hombre, el cuál trató de protegerse alzando débilmente los brazos. Por suerte para él, un tenedor no era suficiente para matarlo, o eso pensaba la princesa. No le había dado en ningún punto vital aparentemente, aunque seguramente se había llevado algunas heridas bastantes serias. Entonces dirigió una furibunda mirada al mayordomo y dijo en voz baja, conteniendo su furia:
- Que lo lleven a la enfermería. Y que me preparen otro desayuno.
Entonces se levantó, aun empuñando el ensangrentado tenedor, y se dirigió al exterior. Fuese quien fuese el responsable estaba en un buen lío. ¿Quién se atrevía a molestar a la princesa? ¿Es que no sabían quién era su padre? Pero bueno, se divertiría enseñándole su "agradecimiento" al responsable por sus actos. Sonrió sádicamente y se lamió una gota de sangre que en ese momento le resbalaba por la comisura de los labios. Salió al exterior, con una expresión fría y siniestra digna de su padre, y observó a todos los presentes. Un montón de guardias estaban tirados por los suelos, en bastante mal estado, mientras que el bruto de Drake estaba en el centro, aparentemente intacto. Clavó su mirada en él, y dijo con una voz inhumana más propia de Derian que de ella:
- ¿Quién ha sido?
Todos aquellos hombres habían servido con su padre, y ella había aprendido a imitar sus gestos. Estaba segura que con sus dotes para la interpretación, los aterrorizaría sólo con aquellas expresiones que les recordarían quién mandaba allí, y de quién era hija.
- Esto esta delicioso - dijo, dirigiendo el tenedor hacia el plato.
De repente hubo un gran estruendo y algo destrozó la pared de la estancia. Y fuese lo que fuese esa cosa, se dirigía hacia su mesa. Rápidamente, en un acto reflejo, lanzó una rápida "estocada" con el cubierto hacia su plato para intentar enganchar un cacho de tostada, pero de repente el guardia que había llegado volando aterrizó en su lugar, derribando la bandeja y mandando volando el plato y la taza. Con una mueca de desesperación, observó su maravilloso desayuno trazar varias vueltas por el aire antes de estamparse contra el suelo. ¡No! ¿Qué malévolo ser se atrevía a destrozar tan deliciosos manjares? ¡No podía perdonar tal sacrilegio! Bajo la vista, para encontrarse al hombre medio inconsciente, aun desplomado sobre la mesa, y con el tenedor clavado sobre la espalda. Poco a poco, el rostro de Iliana fue convirtiéndose en una mueca de ira y odio, y desclavando el trozo de metal, comenzó a apuñalarlo repetidamente.
- ¡NADIE ME QUITA MIS DULCES!
A medida apuñalaba, iba dando feroces gritos. La sangre saltaba por todos lados, manchando su ropa, su brazo y su normalmente angelical rostro. Descargó su ira y su frustración contra el hombre, el cuál trató de protegerse alzando débilmente los brazos. Por suerte para él, un tenedor no era suficiente para matarlo, o eso pensaba la princesa. No le había dado en ningún punto vital aparentemente, aunque seguramente se había llevado algunas heridas bastantes serias. Entonces dirigió una furibunda mirada al mayordomo y dijo en voz baja, conteniendo su furia:
- Que lo lleven a la enfermería. Y que me preparen otro desayuno.
Entonces se levantó, aun empuñando el ensangrentado tenedor, y se dirigió al exterior. Fuese quien fuese el responsable estaba en un buen lío. ¿Quién se atrevía a molestar a la princesa? ¿Es que no sabían quién era su padre? Pero bueno, se divertiría enseñándole su "agradecimiento" al responsable por sus actos. Sonrió sádicamente y se lamió una gota de sangre que en ese momento le resbalaba por la comisura de los labios. Salió al exterior, con una expresión fría y siniestra digna de su padre, y observó a todos los presentes. Un montón de guardias estaban tirados por los suelos, en bastante mal estado, mientras que el bruto de Drake estaba en el centro, aparentemente intacto. Clavó su mirada en él, y dijo con una voz inhumana más propia de Derian que de ella:
- ¿Quién ha sido?
Todos aquellos hombres habían servido con su padre, y ella había aprendido a imitar sus gestos. Estaba segura que con sus dotes para la interpretación, los aterrorizaría sólo con aquellas expresiones que les recordarían quién mandaba allí, y de quién era hija.
- Spoiler:
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El humo se estaba disipando, el golpe que hizo al guardia atravesar la pared había sido muy bruto y había provocado un sonido extraño, el chico bajó de lo alto del mástil quedando en medio de todos los cuerpos y observó atentamente lo pasado mientras se relamía. Cuando todo se hubo despejado pudo ver algo que le hizo poner una expresión algo desagradable, una chica estaba dando puñaladas al hombre que él había lanzado anteriormente, la cosa es que no usaba un cuchillo, usaba un jodido tenedor. Drake llevó la mano a su Den Mushi lo más rápido posible y mientras aquella tía continuaba dando golpes sangrientos, comenzó a marcar el número de Derian, una vez dio señal sin esperar a ver si era su jefe o no, solamente pudo decir lo más rápido posible. – ¡Tiene un jodido tenedor! ¡Tiene un tenedor! – Enseguida al ver como ella se acercaba, lanzó el comunicador al mar y solo se dispuso a sonreír de forma simple esperando alguna posible bronca, la cual iba a ignorar por ahora pues no sabía quién era la niña.
Cuando vio la forma en la que hablaba y la pregunta con aquella expresión enfermiza y demente le vino a la mente una imagen de su propio líder cuando le daba por preguntar quién había arrasado la nevera, aunque ya sabía la respuesta era mejor acojonar al causante y tanto como en ese ejemplo como ahora el causante era el chico lobo. No pudo evitar aguantar una risa enorme, aquella era la hija del gran vampiro y la que tenía que proteger pero la pregunta más importante era ¿Quién le iba a proteger a él de ella? Sus verdosos ojos se clavaron en los de ella de repente, no pensaba contestar todavía a su pregunta, sin embargo el miedo de aquellos hombres era notable y uno de ellos se levantó señalando a Drake lo más rápido posible para librarse. Aquello provocó que el guardaespaldas lo mirase y acto seguido lanzase una onda de choque que lo lanzara por la borda, llevándose un pedazo de esta consigo, el jodido chivato se lo había merecido.
Drake ahora suspiró y dio un paso hacia delante, colocándose frente a aquella chica, la verdad es que no pudo evitar soltar una risa amable pues imaginó que sería divertido aquello, de hecho trató de colocar una mano sobre la cabeza de ella, imbuyéndola en haki armadura por si las moscas. – Yo he sido, estaba entrenando y me emocioné, a cambio puedo hacer cualquier cosa que te guste, pequeña. – Una sonrisa amable surgió del rostro del chico lobo para después bajar un poco y clavar una rodilla en el suelo debido a lo baja que era ella y también para que ella notara que el luchador estaba allí para ayudarla y protegerla. Muchos de los hombres aún estaban asustados debido a que en cualquier momento podía pasar una masacre de nuevo pero al castaño le daba igual, de hecho ahora el tiempo estaba mejorando algo.
Cuando vio la forma en la que hablaba y la pregunta con aquella expresión enfermiza y demente le vino a la mente una imagen de su propio líder cuando le daba por preguntar quién había arrasado la nevera, aunque ya sabía la respuesta era mejor acojonar al causante y tanto como en ese ejemplo como ahora el causante era el chico lobo. No pudo evitar aguantar una risa enorme, aquella era la hija del gran vampiro y la que tenía que proteger pero la pregunta más importante era ¿Quién le iba a proteger a él de ella? Sus verdosos ojos se clavaron en los de ella de repente, no pensaba contestar todavía a su pregunta, sin embargo el miedo de aquellos hombres era notable y uno de ellos se levantó señalando a Drake lo más rápido posible para librarse. Aquello provocó que el guardaespaldas lo mirase y acto seguido lanzase una onda de choque que lo lanzara por la borda, llevándose un pedazo de esta consigo, el jodido chivato se lo había merecido.
Drake ahora suspiró y dio un paso hacia delante, colocándose frente a aquella chica, la verdad es que no pudo evitar soltar una risa amable pues imaginó que sería divertido aquello, de hecho trató de colocar una mano sobre la cabeza de ella, imbuyéndola en haki armadura por si las moscas. – Yo he sido, estaba entrenando y me emocioné, a cambio puedo hacer cualquier cosa que te guste, pequeña. – Una sonrisa amable surgió del rostro del chico lobo para después bajar un poco y clavar una rodilla en el suelo debido a lo baja que era ella y también para que ella notara que el luchador estaba allí para ayudarla y protegerla. Muchos de los hombres aún estaban asustados debido a que en cualquier momento podía pasar una masacre de nuevo pero al castaño le daba igual, de hecho ahora el tiempo estaba mejorando algo.
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La chica se percató de la mirada del guardia, y se fijó en que miraba al salvaje de Drake. La reacción de este al tirarlo por la borda le confirmó sus sospechas. Así que había sido él... debería habérselo supuesto desde un primer momento. El guardaespaldas era alto como un roble y exageradamente musculoso, como si no le cupiera tanta carne en el cuerpo. Una lástima, de haber sido cualquier otro podría haberlo torturado a placer, pero siendo uno de los hombres de confianza de su padre dudaba que le gustara que no se lo devolviera de una pieza. ¿Cómo podía Derian tener a semejante gigantón zoquete como capitán de la guardia real? Se pasó la mano izquierda por la cara, limpiándose la sangre, y observó con desprecio al castaño mientras se arrodillaba y se ofrecía a compensárselo. "Maldito plebeyo... ¿por qué no implora perdón aterrorizado?" Pensó en darle una paliza por un instante. La tortura le enseñaría a tratarla como era debido. Sin embargo, se le ocurrió una idea más interesante, y que probablemente hiciera que el mensaje calara más hondo. Cambió su expresión, fingiendo una sonrisa inocente y dijo en su tono más adorable:
- ¡No te preocupes onii-chan, ha sido sólo un accidente!
Entonces corrió hacia él a saltitos como si fuera a abrazarle, con una expresión de felicidad. Los semi-inconsconcientes guardias contemplaron la escena con cierta incredulidad, y en cuanto llegó junto al arrodillado Drake lo abrazó por el torso. O más bien lo intentó. El joven era tan exageradamente fornido que no atinaba a rodearlo con sus brazos. Durante un instante se mantuvo así, mientras maquinaba su venganza. Entonces, repentinamente, bajó su mano izquierda y agarró la zona del pantalón donde debían estar sus genitales, para empezar a apretarlos violentamente. Su expresión pasó de una tierna a la más sádica que pudo poner, y entonces miró al guardaespaldas mientras comenzaba a retorcer.
- Oh, ¿duele onii-chan? - soltó, con la voz de antes. Tras eso, pasó a una más siniestra y bastante menos angelical - Esto es lo que les pasa a los que me joden el desayuno. ¿Me entiendes, chucho? - frunció el ceño, colérica - Nadie me fastidia mientras como. ¡Nadie! - retorció un poco más sus partes y continuó - A Iliana-chan le pone de muy mal humor no comer sus dulces. Y no quieres verme de mal humor, ¿verdad?
Lo soltó de golpe, y sin darle un respiro, trató de darle una patada en la misma zona. Acto seguido tiró el tenedor ensangrentado a un lado y se acercó a la borda, aun rabiosa. Esperaba que aquello sirviera para que empezara a cogerle miedo. Entonces miró por la borda, y se fijó en una masa de tierra en el horizonte. Eso... ¿no sería? Se dio la vuelta rápidamente y buscó con la mirada a los tripulantes. Se acercó a uno y le indicó con urgencia que le diera un catalejo. Esperó impacientemente, dando vueltas por cubierta, hasta que el hombre le trajo uno. Entonces lo estiró y miró en aquella dirección, para efectivamente ver una isla rodeada de colosales montañas de roca viva terminadas en afilados picos. Era exactamente como el libro de su padre describía ¡Ireos! ¡Habían llegado! Olvidó su enfado anterior y esbozó una sonrisa de felicidad de oreja a oreja.
- ¡Tierra a la vista! - gritó con toda la fuerza de sus pulmones - ¿Qué narices hace el vigía que no nos ha avisado? ¡Tenemos Ireos a la vista! ¡Poned rumbo a la isla!
En pocos segundos la cubierta se convirtió en un hervidero de actividad, momento que aprovecharon los malheridos guardias para escabullirse antes de que Drake pudiera reclamarlos para otra "sesión de entrenamiento." Mientras tanto Iliana se acercó al joven como si nada hubiera ocurrido. Con su mejor sonrisa de niña buena y entrecruzando ambas manos, dijo:
- ¡Drake, Drake! ¡Quiero ver la isla! - dijo alegremente - Tú ya has estado allí. ¡Llévame a ver el templo por favor!
- ¡No te preocupes onii-chan, ha sido sólo un accidente!
Entonces corrió hacia él a saltitos como si fuera a abrazarle, con una expresión de felicidad. Los semi-inconsconcientes guardias contemplaron la escena con cierta incredulidad, y en cuanto llegó junto al arrodillado Drake lo abrazó por el torso. O más bien lo intentó. El joven era tan exageradamente fornido que no atinaba a rodearlo con sus brazos. Durante un instante se mantuvo así, mientras maquinaba su venganza. Entonces, repentinamente, bajó su mano izquierda y agarró la zona del pantalón donde debían estar sus genitales, para empezar a apretarlos violentamente. Su expresión pasó de una tierna a la más sádica que pudo poner, y entonces miró al guardaespaldas mientras comenzaba a retorcer.
- Oh, ¿duele onii-chan? - soltó, con la voz de antes. Tras eso, pasó a una más siniestra y bastante menos angelical - Esto es lo que les pasa a los que me joden el desayuno. ¿Me entiendes, chucho? - frunció el ceño, colérica - Nadie me fastidia mientras como. ¡Nadie! - retorció un poco más sus partes y continuó - A Iliana-chan le pone de muy mal humor no comer sus dulces. Y no quieres verme de mal humor, ¿verdad?
Lo soltó de golpe, y sin darle un respiro, trató de darle una patada en la misma zona. Acto seguido tiró el tenedor ensangrentado a un lado y se acercó a la borda, aun rabiosa. Esperaba que aquello sirviera para que empezara a cogerle miedo. Entonces miró por la borda, y se fijó en una masa de tierra en el horizonte. Eso... ¿no sería? Se dio la vuelta rápidamente y buscó con la mirada a los tripulantes. Se acercó a uno y le indicó con urgencia que le diera un catalejo. Esperó impacientemente, dando vueltas por cubierta, hasta que el hombre le trajo uno. Entonces lo estiró y miró en aquella dirección, para efectivamente ver una isla rodeada de colosales montañas de roca viva terminadas en afilados picos. Era exactamente como el libro de su padre describía ¡Ireos! ¡Habían llegado! Olvidó su enfado anterior y esbozó una sonrisa de felicidad de oreja a oreja.
- ¡Tierra a la vista! - gritó con toda la fuerza de sus pulmones - ¿Qué narices hace el vigía que no nos ha avisado? ¡Tenemos Ireos a la vista! ¡Poned rumbo a la isla!
En pocos segundos la cubierta se convirtió en un hervidero de actividad, momento que aprovecharon los malheridos guardias para escabullirse antes de que Drake pudiera reclamarlos para otra "sesión de entrenamiento." Mientras tanto Iliana se acercó al joven como si nada hubiera ocurrido. Con su mejor sonrisa de niña buena y entrecruzando ambas manos, dijo:
- ¡Drake, Drake! ¡Quiero ver la isla! - dijo alegremente - Tú ya has estado allí. ¡Llévame a ver el templo por favor!
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La chica parecía ser buena persona al fin y al cabo pues se puso incluso bastante cariñosa y le llamó por un mote cariñoso. El castaño sonrió, estaba claro que esa chica no era tan bestia como la pintaban y solo buscaba algo de amistad, el sería su hermano mayor y su guardián si hacía falta. Le sorprendió después cuando le abrazó por el torso, de repente un ojo del chico lobo se puso rojizo, Slayer se puso a darle por culo internamente diciéndole cosas como “Osito mimoso y demás” Aquello hizo que el propio lobo blanco soltara una carcajada algo sonora. La presencia y el olor de la joven ya estaban registrados por él, pudo ver como las demás personas miraban sin creerse nada, en ese momento sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo de repente. Era como un aviso, su haki de observación estaba en funcionamiento y acto seguido el chico lobo trató de apartarse pero algo no le dejaba, su deber era proteger a la pequeña y aguantaría lo necesario.
Al sentir su mano apretar en aquella zona tan sensible, Drake soltó un gruñido mientras cerraba los ojos con fuerza, por un momento incluso le faltó la respiración, sus ojos se cerraron de golpe y trató de imbuir sus partes en haki armadura para dejar de sufrir, sin embargo el dolor era intenso. Asintió a sus palabras obediente mientras trataba de sonreír, el chico lobo era demasiado fiel a su jefe y siempre sería así, de modo que por muy golpeado que fuese no pensaba quejarse. Incluso aquellas palabras “Chucho” que dolieron mucho más que cualquier ataque de esa cría, tan solo reaccionó mal una vez con Olivia, cuando no sabía controlarse todavía. Hecho eso ahora predijo con su mantra la patada y trató de agachar su cabeza para recibir el golpe con la frente en lugar de sus genitales. La bota/zapato de la joven golpeó su cara en ese momento, la cual no estaba imbuida en haki pues no quería que ella recibiera daño en su pie. Acto seguido cayó pegando su frente a la borda y se quedó allí sangrando un poco por la nariz pero con una amplia sonrisa de amabilidad.
Instantes después los hombres empezaron a moverse y la chica quería visitar la isla, le pidió al lobo que la llevara y con una expresión distinta a la anterior. – Claro Ili-sama – Mencionó ahora sonriéndole con cariño para después colocarse a cuatro patas, empezando a cambiar totalmente hasta haberse transformado en un lobo blanco de ojos dorados y con un buen tamaño. El magnífico animal una vez estando en aquella forma se acercó a la joven y tras inclinarle la cabeza se agachó para dejarla montar en su lomo. Una vez lo hiciera, saldría corriendo hacia la borda y saltaría al mar, a escasos centímetros del agua, saldría volando hacia las alturas gracias a sus habilidades. Trataría de subir a una altura de cuarenta metros para después descender a velocidad normal para que ella lo pasará bien allí arriba, acto seguido se metería en mitad de la isla, en la dirección dónde se hallaba el templo y aterrizaría cerca. Una vez lo hiciera hablaría en su forma de lobo con un tono de voz tranquilo y bastante amable. – – Ya estamos aquí, cualquier cosa que necesites avísame y lo cumpliré al momento. – Dicho eso, se quedó quieto a la espera de órdenes de la pequeña Iliana.
Al sentir su mano apretar en aquella zona tan sensible, Drake soltó un gruñido mientras cerraba los ojos con fuerza, por un momento incluso le faltó la respiración, sus ojos se cerraron de golpe y trató de imbuir sus partes en haki armadura para dejar de sufrir, sin embargo el dolor era intenso. Asintió a sus palabras obediente mientras trataba de sonreír, el chico lobo era demasiado fiel a su jefe y siempre sería así, de modo que por muy golpeado que fuese no pensaba quejarse. Incluso aquellas palabras “Chucho” que dolieron mucho más que cualquier ataque de esa cría, tan solo reaccionó mal una vez con Olivia, cuando no sabía controlarse todavía. Hecho eso ahora predijo con su mantra la patada y trató de agachar su cabeza para recibir el golpe con la frente en lugar de sus genitales. La bota/zapato de la joven golpeó su cara en ese momento, la cual no estaba imbuida en haki pues no quería que ella recibiera daño en su pie. Acto seguido cayó pegando su frente a la borda y se quedó allí sangrando un poco por la nariz pero con una amplia sonrisa de amabilidad.
Instantes después los hombres empezaron a moverse y la chica quería visitar la isla, le pidió al lobo que la llevara y con una expresión distinta a la anterior. – Claro Ili-sama – Mencionó ahora sonriéndole con cariño para después colocarse a cuatro patas, empezando a cambiar totalmente hasta haberse transformado en un lobo blanco de ojos dorados y con un buen tamaño. El magnífico animal una vez estando en aquella forma se acercó a la joven y tras inclinarle la cabeza se agachó para dejarla montar en su lomo. Una vez lo hiciera, saldría corriendo hacia la borda y saltaría al mar, a escasos centímetros del agua, saldría volando hacia las alturas gracias a sus habilidades. Trataría de subir a una altura de cuarenta metros para después descender a velocidad normal para que ella lo pasará bien allí arriba, acto seguido se metería en mitad de la isla, en la dirección dónde se hallaba el templo y aterrizaría cerca. Una vez lo hiciera hablaría en su forma de lobo con un tono de voz tranquilo y bastante amable. – – Ya estamos aquí, cualquier cosa que necesites avísame y lo cumpliré al momento. – Dicho eso, se quedó quieto a la espera de órdenes de la pequeña Iliana.
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Iliana frunció el ceño. ¿Por qué no sufría? ¿Por qué no la temía y odiaba, en lugar de seguir dirigiéndose de aquella manera hacia ella? Le había hecho daño y amenazado... su reacción no tenía ningún sentido. Decidiendo que ya se encargaría de eso más tarde, decidió pasar del tema. El chico lobo aceptó su petición de llevar a la isla, con un "claro, Ili-sama". Al instante la chica sintió una fuerte punzada de dolor en la cabeza, y un montón de recuerdos se agolparon en la cabeza. Una dulce voz llamándola por aquel nombre que nadie más había usado con ella, Ili... se llevó ambas manos a la cabeza, con una expresión de dolor, y trató de reprimir la voz. Sin embargo, el sonido fue acompañado por imágenes de su pasado. Hermosas tardes de verano en el palacio real de Hallstat, paseando por el jardín...
- No me vuelvas a llamar así... nunca - dijo, hablando con cierto esfuerzo.
Se rebuscó en la camisa hasta encontrar un paquete de caramelos que llevaba en uno de los bolsillos, y se llevó uno a la boca. Tratando de olvidar aquellos funestos recuerdos, se centró en el dulce sabor del azúcar. Entonces se fijó en que Drake se había transformado y estaba tumbado para que se subiera. Esta lo hizo, y al instante el animal salió corriendo hacia la borda. Por un instante se asustó. ¿Iban a saltar al mar? Ella podía nadar, pero Drake era usuario. Se ahogaría sin remedio. ¿Estaba tratando de asesinarla con alguna treta? Asustada, llevó la mano al mango de su katana, lista para intentar rebanar la cabeza del lobo si hacía algo raro. Este llegó a la borda y dio un impresionante salto. La chica tuvo que dejar el arma y agarrarse al pelaje para no perder el equilibrio y salir despedida, y en medio de su caída hacia las aguas, de repente el lobo comenzó a ascender en el aire. ¿Sabía volar? ¿En serio había gente con una habilidad tan maravillosa? Olvidando su preocupaciones, se dejó llevar por la excitante sensación y dio un grito de emoción. Subieron muy por encima del barco, al tiempo que se alejaban de este en dirección hacia la isla. Pronto estuvieron sobre esta, volando en un hueco en la cordillera que rodeaba el interior, con la selva bajo ellos. En el centro de la isla se alzaba el impresionante monte Kroniem, y según el libro de su padre en la cima de este estaría el templo de Keyen y la entrada a la red de cavernas de Ireos. Los árboles de aquella zona eran rojos, a diferencia de en el resto de la isla. Descendieron cerca del monte, y de repente Drake le soltó que cumpliría cualquier orden al momento. La chica suspiró, algo agobiada. Le gustaba que se cumpliesen sus órdenes, pero no ese exceso de servicialidad y halagos.
- Ya, ya... oye, ¿te importaría no comportarte así? Eres mi guardaespaldas, no mi esclavo. Si quiero darte órdenes ya las daré.
Comenzó a observar la zona, fijándose mucho en el suelo. No parecía haber Bromas de Keyen en aquel sitio, la letal flor venenosa de la isla. Sin embargo, debían andarse con ojo por si acaso. Los únicos peligros de la isla no eran sólo las plantas, si no también los grandes depredadores que en esta habitaban. Algo preocupada, activó su kenbunshoku haki, y comenzó a expandir el radio de este hasta el máximo que era capaz. Además de la presencia de Drake, notaba dos presencias fuertes más... y parecían estar acercándose.
- ¿Drake? - musitó, llevándose la mano al mango de su katana - Tenemos compañía indeseada.
- No me vuelvas a llamar así... nunca - dijo, hablando con cierto esfuerzo.
Se rebuscó en la camisa hasta encontrar un paquete de caramelos que llevaba en uno de los bolsillos, y se llevó uno a la boca. Tratando de olvidar aquellos funestos recuerdos, se centró en el dulce sabor del azúcar. Entonces se fijó en que Drake se había transformado y estaba tumbado para que se subiera. Esta lo hizo, y al instante el animal salió corriendo hacia la borda. Por un instante se asustó. ¿Iban a saltar al mar? Ella podía nadar, pero Drake era usuario. Se ahogaría sin remedio. ¿Estaba tratando de asesinarla con alguna treta? Asustada, llevó la mano al mango de su katana, lista para intentar rebanar la cabeza del lobo si hacía algo raro. Este llegó a la borda y dio un impresionante salto. La chica tuvo que dejar el arma y agarrarse al pelaje para no perder el equilibrio y salir despedida, y en medio de su caída hacia las aguas, de repente el lobo comenzó a ascender en el aire. ¿Sabía volar? ¿En serio había gente con una habilidad tan maravillosa? Olvidando su preocupaciones, se dejó llevar por la excitante sensación y dio un grito de emoción. Subieron muy por encima del barco, al tiempo que se alejaban de este en dirección hacia la isla. Pronto estuvieron sobre esta, volando en un hueco en la cordillera que rodeaba el interior, con la selva bajo ellos. En el centro de la isla se alzaba el impresionante monte Kroniem, y según el libro de su padre en la cima de este estaría el templo de Keyen y la entrada a la red de cavernas de Ireos. Los árboles de aquella zona eran rojos, a diferencia de en el resto de la isla. Descendieron cerca del monte, y de repente Drake le soltó que cumpliría cualquier orden al momento. La chica suspiró, algo agobiada. Le gustaba que se cumpliesen sus órdenes, pero no ese exceso de servicialidad y halagos.
- Ya, ya... oye, ¿te importaría no comportarte así? Eres mi guardaespaldas, no mi esclavo. Si quiero darte órdenes ya las daré.
Comenzó a observar la zona, fijándose mucho en el suelo. No parecía haber Bromas de Keyen en aquel sitio, la letal flor venenosa de la isla. Sin embargo, debían andarse con ojo por si acaso. Los únicos peligros de la isla no eran sólo las plantas, si no también los grandes depredadores que en esta habitaban. Algo preocupada, activó su kenbunshoku haki, y comenzó a expandir el radio de este hasta el máximo que era capaz. Además de la presencia de Drake, notaba dos presencias fuertes más... y parecían estar acercándose.
- ¿Drake? - musitó, llevándose la mano al mango de su katana - Tenemos compañía indeseada.
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Las palabras del lobo parecieron hacer un efecto extraño pues la chica empezó a comportarse de forma extraña, después le dijo que no la llamara de aquella forma, eso solo podía significar que o bien no le gustaba el diminutivo o no quería que el castaño la llamase así. El nombre de “Iliana” no solo era largo, no le gustaba al luchador y llamarla Draculina podía significar un golpe como el del barco, no quería otro de esos dolorosos agarrones por lo que simplemente asintió soltando después una leve carcajada como de costumbre, la mayoría del tiempo solía estar feliz. Tan solo estaba de mal humor cuando pensaba en Nat, por no poder encontrarle o pensando en el tiempo que llevaba sin un autentico combate de los de antes, llevaba demasiado sin luchar. Prácticamente desde la muerte de Karl, no había luchadores que él conociera y que pudieran llenarle tanto.
A continuación las siguientes palabras de la chica hicieron al lobo blanco sonreír y observarla con sus dorados ojos. – Lo lamento pero por el momento lo prefiero así, cuando empecé a trabajar con tu padre era de esta forma. Con el tiempo fui cogiendo confianza hasta pasar de mi jefe a mi maestro y después a un gran amigo, o al menos yo le veo así. De modo que hasta que no coja mucha confianza este capitán seguirá de este modo, mi lady. – Dijo ahora mostrando sus colmillos de lobo y esbozando una enorme sonrisa. Aún recordaba cuando estuvo en aquella isla junto a Derian, apenas hablaba y además casi ni se movía de su lado, luego al cabo de las semanas la cosa cambió. El primer enfado del lobo fue en la ciudad del Alfa y el Omega con Olivia por meterse con sus orígenes, tiempo después empezó a liarla cada día de alguna forma.
De repente la chica dijo que tenían visita, palabras que confirmó el lobo blanco cuando empezó a olfatear en el ambiente, justo cuando lo hizo su haki de observación le avisó de un ataque por detrás. Una pantera bastante grande, color grisáceo y dos colas con pinchos. El animal se giró frunciendo el ceño y abriendo la boca a tiempo para alcanzar el cuello del felino, pegando un tirón con fuerza y arrancándole la yugular al animal. El blanquecino rostro de la bestia se tornó en rojo por la sangre del cadáver enemigo, soltó un gruñido arrugando el hocico y dándole un aire agresivo y peligroso. A continuación dio un rugido con una potencia increíble gracias a su habilidad de músico. Otra pantera apareció pero esa se la dejaría a la chica, a no ser que ella tuviera problemas y él tuviera que meterse de por medio.
El animal se dispuso a ver el combate y simplemente se relamió la sangre y se quedó mirando la escena, su intensa mirada analizaba cada movimiento que veía, no pensaba perderse el espectáculo, era una pena que la chica usara la espada y no los puños. Habría sido bonito tener una alumna físicamente pero de espadas no sabía nada ni lo pretendía. – ¡Grrrrr! – Gruñía observando la otra pantera con ganas de saltar por ella solo por el hecho de ser un felino, cosa que no le pasaba con su mujer, cosas extrañas de su mente. Además Slayer estaba deseando salir a cargársela también, si ella no acababa rápido no iba a poder aguantar la necesidad de acabar.
A continuación las siguientes palabras de la chica hicieron al lobo blanco sonreír y observarla con sus dorados ojos. – Lo lamento pero por el momento lo prefiero así, cuando empecé a trabajar con tu padre era de esta forma. Con el tiempo fui cogiendo confianza hasta pasar de mi jefe a mi maestro y después a un gran amigo, o al menos yo le veo así. De modo que hasta que no coja mucha confianza este capitán seguirá de este modo, mi lady. – Dijo ahora mostrando sus colmillos de lobo y esbozando una enorme sonrisa. Aún recordaba cuando estuvo en aquella isla junto a Derian, apenas hablaba y además casi ni se movía de su lado, luego al cabo de las semanas la cosa cambió. El primer enfado del lobo fue en la ciudad del Alfa y el Omega con Olivia por meterse con sus orígenes, tiempo después empezó a liarla cada día de alguna forma.
De repente la chica dijo que tenían visita, palabras que confirmó el lobo blanco cuando empezó a olfatear en el ambiente, justo cuando lo hizo su haki de observación le avisó de un ataque por detrás. Una pantera bastante grande, color grisáceo y dos colas con pinchos. El animal se giró frunciendo el ceño y abriendo la boca a tiempo para alcanzar el cuello del felino, pegando un tirón con fuerza y arrancándole la yugular al animal. El blanquecino rostro de la bestia se tornó en rojo por la sangre del cadáver enemigo, soltó un gruñido arrugando el hocico y dándole un aire agresivo y peligroso. A continuación dio un rugido con una potencia increíble gracias a su habilidad de músico. Otra pantera apareció pero esa se la dejaría a la chica, a no ser que ella tuviera problemas y él tuviera que meterse de por medio.
El animal se dispuso a ver el combate y simplemente se relamió la sangre y se quedó mirando la escena, su intensa mirada analizaba cada movimiento que veía, no pensaba perderse el espectáculo, era una pena que la chica usara la espada y no los puños. Habría sido bonito tener una alumna físicamente pero de espadas no sabía nada ni lo pretendía. – ¡Grrrrr! – Gruñía observando la otra pantera con ganas de saltar por ella solo por el hecho de ser un felino, cosa que no le pasaba con su mujer, cosas extrañas de su mente. Además Slayer estaba deseando salir a cargársela también, si ella no acababa rápido no iba a poder aguantar la necesidad de acabar.
Iliana Markov
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Iliana retrocedió de un salto y se llevó la mano a la cintura, desenvainando su katana. Apuntó hacia la espesura con ella y retrocedió un par de pasos, mientras una gota de sudor caía por su cuello. Entonces recordó lo que había leído en el libro de su padre: De las muchas bestias que habitan en Ireos, posiblemente la más extraña y letal sea la pantera local, una bestia de pelaje oscuro con dos colas terminadas en púas. Lo más peligroso de estos seres no es su envidiable agilidad, si no su gran habilidad para el sigilo y las emboscadas. Nunca atacan solos." Estaba segura de que debían tratarse de aquellos seres, y la idea de enfrentarse a un animal cuyo propio padre había descrito como peligroso no le parecía excesivamente agradable. Las manos le temblaron ligeramente por el temor.
- Contrólate... aquí la cazadora eres tú - se dijo a sí misma.
De repente, la magnífica bestia salió de la espesura, saltando sobre ella con las zarpas por delante y las fauces abiertas. Iliana se lanzó hacia su izquierda y rodó, alejándose de la trayectoria del ataque y colocándose a un flanco del animal. Entonces, sin dudarlo un instante y aun agachada, atravesó con su espada el punto más cercano del cuerpo del animal: su muslo. La pantera rugió y se revolvió velozmente hacia ella. "He cometido un error. Debería haber aprovechado el momento y tratado de atacar a la cabeza." Nuevamente, la bestia se lanzó a por ella, pero esta vez Iliana cambió de táctica. Recubriendo su brazo y el brazal protector de este con haki de armadura, interpuso el antebrazo entre las fauces de la bestia y su cuerpo al tiempo que reducía el tamaño de Tsuki no Kagayaki y apuntaba con este a la cabeza del ser. Los colmillos de la pantera se cerraron en torno a este, rompiendo el brazal y rasgando su piel. La espadachina contuvo una queja, y atravesó limpiamente el cráneo del animal, que cayó al suelo entre espasmos.
- ¡Malditos bichos! - gritó, dolorida, al tiempo que le daba una patada al cadáver - ¿Has acabado con el tuyo, Drake?
Preguntó, al tiempo que se giraba hacia este. El imponente lobo blanco tenía el morro ensangrentado, y junto a él estaba el cadáver de la otra pantera. La verdad es que resultaba un tanto intimidante en aquella pose. Conteniendo una palabrota, se quitó la protección rota y se miró el antebrazo. No había llegado a hacerle demasiado daño, pero dolía. Bueno, gajes del oficio. Iba a proponer a Drake continuar, cuando de repente escuchó un movimiento a su espalda. Apenas le dio tiempo a girarse para ver otra enorme pantera cayendo hacia ella desde las altura. "Mierda... he sido descuidada" pensó, paralizada de terror.
- Contrólate... aquí la cazadora eres tú - se dijo a sí misma.
De repente, la magnífica bestia salió de la espesura, saltando sobre ella con las zarpas por delante y las fauces abiertas. Iliana se lanzó hacia su izquierda y rodó, alejándose de la trayectoria del ataque y colocándose a un flanco del animal. Entonces, sin dudarlo un instante y aun agachada, atravesó con su espada el punto más cercano del cuerpo del animal: su muslo. La pantera rugió y se revolvió velozmente hacia ella. "He cometido un error. Debería haber aprovechado el momento y tratado de atacar a la cabeza." Nuevamente, la bestia se lanzó a por ella, pero esta vez Iliana cambió de táctica. Recubriendo su brazo y el brazal protector de este con haki de armadura, interpuso el antebrazo entre las fauces de la bestia y su cuerpo al tiempo que reducía el tamaño de Tsuki no Kagayaki y apuntaba con este a la cabeza del ser. Los colmillos de la pantera se cerraron en torno a este, rompiendo el brazal y rasgando su piel. La espadachina contuvo una queja, y atravesó limpiamente el cráneo del animal, que cayó al suelo entre espasmos.
- ¡Malditos bichos! - gritó, dolorida, al tiempo que le daba una patada al cadáver - ¿Has acabado con el tuyo, Drake?
Preguntó, al tiempo que se giraba hacia este. El imponente lobo blanco tenía el morro ensangrentado, y junto a él estaba el cadáver de la otra pantera. La verdad es que resultaba un tanto intimidante en aquella pose. Conteniendo una palabrota, se quitó la protección rota y se miró el antebrazo. No había llegado a hacerle demasiado daño, pero dolía. Bueno, gajes del oficio. Iba a proponer a Drake continuar, cuando de repente escuchó un movimiento a su espalda. Apenas le dio tiempo a girarse para ver otra enorme pantera cayendo hacia ella desde las altura. "Mierda... he sido descuidada" pensó, paralizada de terror.
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El lobo blanco observaba atento la pelea entre la chica y la pantera, estando atento a cualquier cosa que pudiera ser perjudicial para la chica, sus dorados ojos eran penetrantes. La espada de la chica primero atravesó el muslo del animal y luego cuando la morena recibió algo más de daño, eliminó al animal. Drake frunció el ceño al verla herida y ahora escuchó sus palabras y asintió despacio. El haberle llamado por su nombre en vez de chucho le hizo sonreír un poco, las personas como Derian o Alex tenían permiso pues sabía que lo hacían de cariño, pero recibirlo de ella aún era pronto. El animal en ese momento notó algo en el ambiente, la pelea no había pasado y ahora aquella cosa estaba cerca de la posición de la hija de su maestro. Sus orbes ahora se abrieron como platos al ver como otra de esas cosas se lanzaba a por Iliana. No podía creerlo, ella no se movía.
El animal sintió una sensación parecida al miedo recorrer su cuerpo, no iba a perder a la pequeña de ninguna forma. – ¡Iliana! – Gritó de repente con toda la fuerza de su garganta, enseguida activó el SN1 y un aura negra le recorrió todo el cuerpo, a una velocidad impresionante se desplazó hacia él animal. Los nervios le impidieron pensar y atacar, simplemente usó su cuerpo como escudo, los dientes de aquella cosa se clavaron en su hombro derecho llegando a atravesarle la piel varios centímetros. El líquido carmesí empezó a salir del cuerpo del lobo hacia abajo, justo dónde estaba la Markov, el castaño se mantenía en el aire gracias a su habilidad de volar. Había vuelto a la forma humana y la bestia estaba pegada a él, sus colas habían herido también parte de su pectoral izquierdo, pero la exagerada musculatura impidió el daño serio en esa zona.
El animal ahora empezó a temblar, como si se arrepintiera de lo que había hecho, ambos ojos de Drake estaban en un tono verdoso intenso, el odio era inmenso ahora y sentía bastante dolor en su cuerpo. Hacía mucho que no combatía con aquellas cosas, la última vez fue con su maestro y en esa misma isla, sin embargo no había tiempo para pensar en eso. El lobo ahora soltó un inmenso rugido con todas sus fuerzas y las venas de la frente y el cuello se le marcaron, estaba muy cabreado. – ¡Has dañado a Iliana! ¡Vuelve a tocarla y te arrepentirás! – En ese momento un monstruoso poder surgió del interior del lobo, el cual agarró a su presa de la cabeza y saltó a una zona alejada. Estampó al animal con toda su violencia provocando una onda expansiva que movió varios árboles de una forma exagerada, sus ojos habían cambiado a rojos y su piel había tomado un tono rojizo e intenso. Su altura era superior a los dos metros y su musculatura mucho más exagerada, sin querer había activado su primer nivel del berserker.
Cuando la cortina de humo se había disipado se pudo ver el cadáver del animal, la cabeza le había estallado de la misma forma que alguien pisa una manzana en el suelo. El chico lobo comenzó a cambiar hasta volver a la forma normal entre jadeos, sus ojos volvían a ser verdes como de costumbre y ahora fue cuando cayó al suelo dolorido. Su hombro estaba sangrando aún por el impresionante mordisco, fue entonces cuando una terrible aura de fuego empezó a rodearle desprendiendo bastante calor, en pocos segundos se dio un golpe ardiente para detener la sangre. Gritó de dolor ante ese ataque y desactivó su aura, quedando con una rodilla hincada en el suelo y un ojo cerrado, por un momento había sentido mucho miedo, no por el castigo de su jefe, pero sí de que le pasará algo a la chica. Al fin y al cabo era muy protector por naturaleza y no dejaría que le pasara nada nunca, ni a ella ni a nadie de los suyos. – ¿Estás bien? Lamento vuestra herida. – Dijo mirando a la Markov a los ojos con una mirada que expresaba dolor y algo de cansancio, sin embargo consiguió ponerse en pie dispuesto a seguirla a dónde ella quisiera.
El animal sintió una sensación parecida al miedo recorrer su cuerpo, no iba a perder a la pequeña de ninguna forma. – ¡Iliana! – Gritó de repente con toda la fuerza de su garganta, enseguida activó el SN1 y un aura negra le recorrió todo el cuerpo, a una velocidad impresionante se desplazó hacia él animal. Los nervios le impidieron pensar y atacar, simplemente usó su cuerpo como escudo, los dientes de aquella cosa se clavaron en su hombro derecho llegando a atravesarle la piel varios centímetros. El líquido carmesí empezó a salir del cuerpo del lobo hacia abajo, justo dónde estaba la Markov, el castaño se mantenía en el aire gracias a su habilidad de volar. Había vuelto a la forma humana y la bestia estaba pegada a él, sus colas habían herido también parte de su pectoral izquierdo, pero la exagerada musculatura impidió el daño serio en esa zona.
El animal ahora empezó a temblar, como si se arrepintiera de lo que había hecho, ambos ojos de Drake estaban en un tono verdoso intenso, el odio era inmenso ahora y sentía bastante dolor en su cuerpo. Hacía mucho que no combatía con aquellas cosas, la última vez fue con su maestro y en esa misma isla, sin embargo no había tiempo para pensar en eso. El lobo ahora soltó un inmenso rugido con todas sus fuerzas y las venas de la frente y el cuello se le marcaron, estaba muy cabreado. – ¡Has dañado a Iliana! ¡Vuelve a tocarla y te arrepentirás! – En ese momento un monstruoso poder surgió del interior del lobo, el cual agarró a su presa de la cabeza y saltó a una zona alejada. Estampó al animal con toda su violencia provocando una onda expansiva que movió varios árboles de una forma exagerada, sus ojos habían cambiado a rojos y su piel había tomado un tono rojizo e intenso. Su altura era superior a los dos metros y su musculatura mucho más exagerada, sin querer había activado su primer nivel del berserker.
Cuando la cortina de humo se había disipado se pudo ver el cadáver del animal, la cabeza le había estallado de la misma forma que alguien pisa una manzana en el suelo. El chico lobo comenzó a cambiar hasta volver a la forma normal entre jadeos, sus ojos volvían a ser verdes como de costumbre y ahora fue cuando cayó al suelo dolorido. Su hombro estaba sangrando aún por el impresionante mordisco, fue entonces cuando una terrible aura de fuego empezó a rodearle desprendiendo bastante calor, en pocos segundos se dio un golpe ardiente para detener la sangre. Gritó de dolor ante ese ataque y desactivó su aura, quedando con una rodilla hincada en el suelo y un ojo cerrado, por un momento había sentido mucho miedo, no por el castigo de su jefe, pero sí de que le pasará algo a la chica. Al fin y al cabo era muy protector por naturaleza y no dejaría que le pasara nada nunca, ni a ella ni a nadie de los suyos. – ¿Estás bien? Lamento vuestra herida. – Dijo mirando a la Markov a los ojos con una mirada que expresaba dolor y algo de cansancio, sin embargo consiguió ponerse en pie dispuesto a seguirla a dónde ella quisiera.
Iliana Markov
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Con una expresión de terror, observó al ser cayendo sobre ella. Sin embargo, era incapaz de reaccionar o de hacer otra cosa que no fuese ver impotentemente cómo el animal la atacaba. Sin embargo, de repente un fuerte grito la devolvió a la realidad, y algo grande y blanco entró en su campo de visión: Drake embistiendo en el aire a la pantera. La bestia mordió al majestuoso lobo y trató de herirlo con sus colas, pero este pasó a su forma humana, rugiendo rabioso al tiempo que crecía de tamaño. Las palabras de este dejaron a la chica muda de la impresión. Era la primera vez que alguien la protegía de aquella manera desde... de repente tuvo una imagen fugaz de un joven rubio armado con una katana, y la cabeza comenzó a dolerle con fuerza. La sacudió, dejando de intentar recordar aquello, y observó cómo Drake destrozaba a la bestia de un puñetazo. Cuando este volvió junto a ella, la chica desvió la mirada y musitó:
- Estoy bien, apenas me ha llegado a dejar unas marcas de nada. Sigamos.
Llevándose una mano a la herida en un acto reflejo, echó a caminar hacia el monte, observando las rojizas hojas de los árboles. Activó su mantra de nuevo, bastante más alerta que antes. Entonces volvió a pensar en las palabras de antes del lobo. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por deber? ¿Porque Derian se lo ordenaba? Era bonito pensar que había visto algo en la chica y que deseaba protegerla, pero ya no era una niña para andar soñando despierta. No tenían confianza y apenas se conocían, era obvio que lo había hecho por ser la hija del rey. Sin embargo... lo importante era que lo había hecho. Tragándose el orgullo, dijo:
- Gracias por ayudarme hace un momento... me pilló totalmente por sorpresa.
Sin embargo, ¿era suficiente con eso? Drake se había llegado varias heridas del ataque, y habían sido por su culpa. Iliana estaba segura de que de haber estado solo, el lobo se las hubiera apañado perfectamente. Frunciendo el ceño, se arrancó un cacho de la manga, cortándola con la katana (reduciendo la hoja de tamaño previamente) y se puso delante de Drake cortándole el paso. Con cuidado le limpió la sangre del pecho, y acto seguido le improvisó una venda en el hombro.
- Ya está. Si le dices a alguien algo de esto, te castraré sin anestesia, chucho - dijo algo sonrojada, desviando la mirada.
Rápidamente se giró y siguió avanzando hacia el cada vez más escarpado terreno. Tal vez no fuese tan malvada como ella misma quería hacerse creer, o como a su padre le gustaría. Tal vez en el fondo fuese la de siempre. ¿O no? "Mi vieja yo nunca hubiese disfrutado de una tortura" se dijo. ¿Quién era realmente?
- Estoy bien, apenas me ha llegado a dejar unas marcas de nada. Sigamos.
Llevándose una mano a la herida en un acto reflejo, echó a caminar hacia el monte, observando las rojizas hojas de los árboles. Activó su mantra de nuevo, bastante más alerta que antes. Entonces volvió a pensar en las palabras de antes del lobo. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por deber? ¿Porque Derian se lo ordenaba? Era bonito pensar que había visto algo en la chica y que deseaba protegerla, pero ya no era una niña para andar soñando despierta. No tenían confianza y apenas se conocían, era obvio que lo había hecho por ser la hija del rey. Sin embargo... lo importante era que lo había hecho. Tragándose el orgullo, dijo:
- Gracias por ayudarme hace un momento... me pilló totalmente por sorpresa.
Sin embargo, ¿era suficiente con eso? Drake se había llegado varias heridas del ataque, y habían sido por su culpa. Iliana estaba segura de que de haber estado solo, el lobo se las hubiera apañado perfectamente. Frunciendo el ceño, se arrancó un cacho de la manga, cortándola con la katana (reduciendo la hoja de tamaño previamente) y se puso delante de Drake cortándole el paso. Con cuidado le limpió la sangre del pecho, y acto seguido le improvisó una venda en el hombro.
- Ya está. Si le dices a alguien algo de esto, te castraré sin anestesia, chucho - dijo algo sonrojada, desviando la mirada.
Rápidamente se giró y siguió avanzando hacia el cada vez más escarpado terreno. Tal vez no fuese tan malvada como ella misma quería hacerse creer, o como a su padre le gustaría. Tal vez en el fondo fuese la de siempre. ¿O no? "Mi vieja yo nunca hubiese disfrutado de una tortura" se dijo. ¿Quién era realmente?
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Su mirada continuaba clavada en la chica de melena negra, aún no estaba muy convencido de que estuviera bien, sin embargo ella dijo ahora que no había problema. Aquellas palabras le hicieron sonreír amablemente mientras ahora asentía con tranquilidad, comenzó a caminar junto a ella con ambas manos en los bolsillos y manteniendo su haki de observación alerta. Tenían un buen uso de este y por ello no le costaba mucho mantener un radio de seguridad, además su olfato también estaba en perfectas condiciones. Empezó a mirarla un poco por si tenía alguna otra herida oculta, al parecer no era así, a veces lamentaba no saber nada de medicina ni de esas cosas para ser de más utilidad, lo suyo siempre había sido combatir. Desde que era un niño su vida estaba llena de puñetazos y patadas, había sido un historial repleto de huesos rotos y sangre por todas partes, sin embargo no se arrepentía de nada en su vida, tal vez de no haber podido eliminar al gobierno en su tiempo.
Cuando el vampiro se hizo Shichibukai tuvo que abandonar esa idea, llevándose un pequeño precio por su cabeza que muchos ya consideraban alto, por suerte lo ascendió a más de cuatrocientos tras la batalla con Krabbo. Se miró el brazo izquierdo y pudo ver una antigua cicatriz, hecha por el Gyojin Guro. Deseaba luchar con él y derrotarle pero eso ya no era posible pues se enteró de que había muerto, de todas formas ahora todo eso no venía a cuento y agitó la cabeza tranquilamente para después continuar caminando junto a la chica hacia arriba. Iba mirando las hojas rojas de aquellos árboles con una expresión calmada y relajada, como si ya hubiese olvidado todo lo anterior. El lobo era demasiado bueno a veces, o quizás demasiado tonto, pese a la herida de su hombro estaba feliz de haber salvo a la chica, aunque hubiese perdido los brazos le habría dado totalmente igual.
De repente pasó algo totalmente inesperado para el luchador, la chica le cortó el paso y este la miró tranquilamente, ella le estaba dando las gracias y el chico lobo estaba impresionado. En ese momento vio como se arrancaba un trozo de su camiseta, más bien de la manga de esta, ella empezó a limpiarle la sangre del pecho. No podía creerlo, Drake miró a otro lado rascándose la cabeza para luego recibir un vendaje en el hombro, después escuchó sus palabras y no pudo evitar soltar una carcajada amistosa. Aunque ahora le hubiese llamado chucho, pareció ser muy distinto al anterior, o eso pensaba al menos el enorme ser lleno de músculos. – !Tranquila, no se lo diré a nadie! – Dijo ahora mientras le guiñaba el ojo y le levantaba el dedo pulgar.
En poco tiempo llegaron a lo que parecía ser la entrada del templo, el chico lobo ya no se había adentrado tanto y a partir de ahí ya no conocía nada. La entrada parecía estar en un estado cercano a la basura, pero aún conservaba columnas que sostenían las piedras. El lobo soltó un suspiro y se quedó mirando a la chica. – A partir de aquí no conozco nada de esta isla, me pilló entrenando mi haki armadura cuando se realizó este viaje. – Sus palabras eran serias y eso indicaba que debían de tener cuidado si pensaban continuar, el chico fijó sus ojos en la entrada y apretó los puños preparado para cualquier cosa. – Si lo prefieres puedo destrozar el techo para ver que hay dentro desde aquí. – Una vez dijo eso se quedó callado esperando ordenes de la joven Markov mientras se relamía empezando a pensar en hamburguesas.
Cuando el vampiro se hizo Shichibukai tuvo que abandonar esa idea, llevándose un pequeño precio por su cabeza que muchos ya consideraban alto, por suerte lo ascendió a más de cuatrocientos tras la batalla con Krabbo. Se miró el brazo izquierdo y pudo ver una antigua cicatriz, hecha por el Gyojin Guro. Deseaba luchar con él y derrotarle pero eso ya no era posible pues se enteró de que había muerto, de todas formas ahora todo eso no venía a cuento y agitó la cabeza tranquilamente para después continuar caminando junto a la chica hacia arriba. Iba mirando las hojas rojas de aquellos árboles con una expresión calmada y relajada, como si ya hubiese olvidado todo lo anterior. El lobo era demasiado bueno a veces, o quizás demasiado tonto, pese a la herida de su hombro estaba feliz de haber salvo a la chica, aunque hubiese perdido los brazos le habría dado totalmente igual.
De repente pasó algo totalmente inesperado para el luchador, la chica le cortó el paso y este la miró tranquilamente, ella le estaba dando las gracias y el chico lobo estaba impresionado. En ese momento vio como se arrancaba un trozo de su camiseta, más bien de la manga de esta, ella empezó a limpiarle la sangre del pecho. No podía creerlo, Drake miró a otro lado rascándose la cabeza para luego recibir un vendaje en el hombro, después escuchó sus palabras y no pudo evitar soltar una carcajada amistosa. Aunque ahora le hubiese llamado chucho, pareció ser muy distinto al anterior, o eso pensaba al menos el enorme ser lleno de músculos. – !Tranquila, no se lo diré a nadie! – Dijo ahora mientras le guiñaba el ojo y le levantaba el dedo pulgar.
En poco tiempo llegaron a lo que parecía ser la entrada del templo, el chico lobo ya no se había adentrado tanto y a partir de ahí ya no conocía nada. La entrada parecía estar en un estado cercano a la basura, pero aún conservaba columnas que sostenían las piedras. El lobo soltó un suspiro y se quedó mirando a la chica. – A partir de aquí no conozco nada de esta isla, me pilló entrenando mi haki armadura cuando se realizó este viaje. – Sus palabras eran serias y eso indicaba que debían de tener cuidado si pensaban continuar, el chico fijó sus ojos en la entrada y apretó los puños preparado para cualquier cosa. – Si lo prefieres puedo destrozar el techo para ver que hay dentro desde aquí. – Una vez dijo eso se quedó callado esperando ordenes de la joven Markov mientras se relamía empezando a pensar en hamburguesas.
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Aun tardaron un rato en subir la elevada pendiente. A medida lo hacía, la vegetación se hacia algo menos espesa, y pronto pudieron ver la cubierta vegetal de la jungla bajo ellos. "Pronto veremos el templo" pensó, nerviosa y excitada. En pocos minutos podría explorar las mismas galerías y salas que su padre había investigado en el pasado, y tal vez llegase incluso a encontrar el descenso a las cuevas hacia la ciudad subterránea. Finalmente vieron algo entre los árboles, una pared de piedra. La chica aceleró el paso y salió del bosque, encontrándose frente a lo que en un pasado fue un edificio impresionante y de grandes proporciones, pero que en aquellos momento estaba en un estado ruinoso. Sin embargo la estructura aun se mantenía en pie en su mayor parte. Escuchaba las palabras de Drake medio de fondo, sin hacerle demasiado caso, cuando de repente algo de lo que dijo la indignó.
- ¿Qué? ¡No! Ni se te ocurra hacer nada. Este templo es muy antiguo. Si hicieses eso, es probable que se viniera abajo.
Se acercó a una de las paredes y observó las marcas en esta. Eran restos perjudicados por el tiempo de alguna clase de escritura ancestral. La piedra había sido erosionada por los elementos, con los que se habían perdido parte de los grabados. "Aunque pudiera leerlos, no conozco la lengua de Ireos." Se apartó de la pared y se acercó a la entrada, observando el interior. Este estaba bastante oscuro, aunque varias grietas y roturas permitían que hubiera algo de luz. Esperó a que sus ojos se acostumbraran, y entonces se fijó bien en el interior. Era una sala de columnas... ¿cuál era el nombre que se le daba a estas? Hipóstilas, creía recordar que era.
- Entremos, Drake - ordenó.
- ¿Qué? ¡No! Ni se te ocurra hacer nada. Este templo es muy antiguo. Si hicieses eso, es probable que se viniera abajo.
Se acercó a una de las paredes y observó las marcas en esta. Eran restos perjudicados por el tiempo de alguna clase de escritura ancestral. La piedra había sido erosionada por los elementos, con los que se habían perdido parte de los grabados. "Aunque pudiera leerlos, no conozco la lengua de Ireos." Se apartó de la pared y se acercó a la entrada, observando el interior. Este estaba bastante oscuro, aunque varias grietas y roturas permitían que hubiera algo de luz. Esperó a que sus ojos se acostumbraran, y entonces se fijó bien en el interior. Era una sala de columnas... ¿cuál era el nombre que se le daba a estas? Hipóstilas, creía recordar que era.
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