Yarmin Prince
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-Siempre es un placer recibir visitas- dije con una sonrisa maniática mientras apretaba las cinchas de la silla-, no sabes cuánto te agradezco que hayas venido a jugar conmigo, de veras.
-Siempre es un placer- respondió aquella muchacha con una sonrisa pícara. Parecía no muy equivocada acerca de lo que iba a suceder, aunque seguramente no contaba con el plato final-. Aunque si no me atases podría utilizar las manos para otras cosas... Ya sabes, más...
-Tus manos están bien ahí- le espeté, apretando la tira de cuero hasta que la escuché chillar-. No quiero sentir nada que no sean tus gritos a partir de ahora.
-Qué chico más travieso- comentó, estirando los dedos y tensando momentáneamente su cuerpo, para estirarse y relajarse finalmente, preparada para lo que estaba por venirle... O no.
Era una mujer preciosa cuando estaba desnuda, pero por desgracia soy un hombre complejo y necesito bastante más que eso para excitarme. Por desgracia para mí, últimamente no me encargaban ninguna misión, todo a causa de no recuperar la Akuma no mi que robó Silver hace dos años. Tal vez estaban esperando a que diese un paso en falso y echarme por haberla comido, o simplemente estaban enviando gente más experta a ese tipo de búsquedas; Pero en cualquier caso empezaba a morirme del asco, y necesitaba saciar mi sed, todas mis sedes. Por suerte esta chica parecía siempre bastante dispuesta a ayudarme.
Comprendedme, la fruta que comí tiene una debilidad terrible: No puedes hacer nada que dañe al objetivo o perderás tu control sobre él. Pero esta chica morena de ojos ambarinos es masoquista, y por suerte para mí, considera lo que le hago una prueba de amor. Increíble, ¿Verdad? Tal vez lo sea, pero de una forma enferma y cruel. Además, tengo que hacerle incisiones en el vientre para que nadie note en su cuello mis vicios, y está mucho peor que drenada del cuello... Sin embargo mantiene ese olor cálido y joven que tanto adoro, y sin darme cuenta ya estoy encima de ella arrancándole la poca ropa que le queda para terminar nuestro negocio.
Y entonces la despido.
-Adiós y hasta mañana- le dije, como siempre, aunque sabía que "mañana" significaba dentro de una semana o dos. Al fin y al cabo, si abusaba de ella podía matarla sin querer, y eso arruinaría mi tapadera-. No olvides curarte eso, por favor.
Tras beber y follar me vestí de nuevo con el traje de Cipher pol, elegante y recatado. Nadie dudaría de la honorabilidad de Yarmin Prince, el educado hijo de una familia rica de Water7, bastante efectivo en sus tareas. Y una vez listo, salí a la calle para dirigirme al Palacio de Justicia. Tal vez hubiera algún inocente al que "escoltar" de vuelta a casa.
-Siempre es un placer- respondió aquella muchacha con una sonrisa pícara. Parecía no muy equivocada acerca de lo que iba a suceder, aunque seguramente no contaba con el plato final-. Aunque si no me atases podría utilizar las manos para otras cosas... Ya sabes, más...
-Tus manos están bien ahí- le espeté, apretando la tira de cuero hasta que la escuché chillar-. No quiero sentir nada que no sean tus gritos a partir de ahora.
-Qué chico más travieso- comentó, estirando los dedos y tensando momentáneamente su cuerpo, para estirarse y relajarse finalmente, preparada para lo que estaba por venirle... O no.
Era una mujer preciosa cuando estaba desnuda, pero por desgracia soy un hombre complejo y necesito bastante más que eso para excitarme. Por desgracia para mí, últimamente no me encargaban ninguna misión, todo a causa de no recuperar la Akuma no mi que robó Silver hace dos años. Tal vez estaban esperando a que diese un paso en falso y echarme por haberla comido, o simplemente estaban enviando gente más experta a ese tipo de búsquedas; Pero en cualquier caso empezaba a morirme del asco, y necesitaba saciar mi sed, todas mis sedes. Por suerte esta chica parecía siempre bastante dispuesta a ayudarme.
Comprendedme, la fruta que comí tiene una debilidad terrible: No puedes hacer nada que dañe al objetivo o perderás tu control sobre él. Pero esta chica morena de ojos ambarinos es masoquista, y por suerte para mí, considera lo que le hago una prueba de amor. Increíble, ¿Verdad? Tal vez lo sea, pero de una forma enferma y cruel. Además, tengo que hacerle incisiones en el vientre para que nadie note en su cuello mis vicios, y está mucho peor que drenada del cuello... Sin embargo mantiene ese olor cálido y joven que tanto adoro, y sin darme cuenta ya estoy encima de ella arrancándole la poca ropa que le queda para terminar nuestro negocio.
Y entonces la despido.
-Adiós y hasta mañana- le dije, como siempre, aunque sabía que "mañana" significaba dentro de una semana o dos. Al fin y al cabo, si abusaba de ella podía matarla sin querer, y eso arruinaría mi tapadera-. No olvides curarte eso, por favor.
Tras beber y follar me vestí de nuevo con el traje de Cipher pol, elegante y recatado. Nadie dudaría de la honorabilidad de Yarmin Prince, el educado hijo de una familia rica de Water7, bastante efectivo en sus tareas. Y una vez listo, salí a la calle para dirigirme al Palacio de Justicia. Tal vez hubiera algún inocente al que "escoltar" de vuelta a casa.
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Me encontraba en las dependencias de Eneis Lobby, de nuevo, esperando a que el juez saliera de la sala en la que se había mentido. Era la novena vez en el mes que me encontraba en esta situación, pues al parecer un murciélago, por supuesto yo no, que había estado haciendo preguntas sobre gente que luego terminaba muerta en algún accidente. Y sea dicho de paso, los extorsionados también solían aparecer muertos por algún motivo, siempre ajeno al murciélago.
La bonita sala del tribunal, que al principio me resultó fascinante, ahora me resultaba monótona y aburrida. Nunca dejaba huellas en los lugares, y siempre las informaciones sobre mí incluían una ropa diferente, la misma en todas las ocasiones, y un color de pelaje completamente diferente al mío. Observé a todos los demás presentes, en su mayoría piratas a la espera de juicio, y la mayoría con una recompensa por su cabeza. Mientras veía a una pirata, bastante ligera de ropa, por no decir que no llevaba nada entró el juez en la sala.
-Bien señor Énra, hemos decidido, tras estudiar las pruebas presentadas, y tras registrar su domicilio no encontrar nada inculpatorio que es inocente. En nombre de este tribunal le pedimos disculpas nuevamente, trataremos de incluirle en una lista para que no se le vuelva a molestar.
Una vez dictada la sentencia abandoné la sala del juzgado, saliendo a la ciudad. Esta como siempre repleta de marines y trajeados miembros del Cipher Pol. Durante las otras visitas había tenido tiempo más que de sobra de estudiarla. Ahora me sabía casi todas las calles al dedillo, y como otras veces tenia al menos un par de horas hasta que saliera el siguiente tren hacia Water 7. La verdad ahora la isla había perdido su encanto y magia iniciales para pasar a ser un muermo continuo. Por lo que me puse a vagabundear por las calles en busca de algo nuevo que hacer o ver.
La bonita sala del tribunal, que al principio me resultó fascinante, ahora me resultaba monótona y aburrida. Nunca dejaba huellas en los lugares, y siempre las informaciones sobre mí incluían una ropa diferente, la misma en todas las ocasiones, y un color de pelaje completamente diferente al mío. Observé a todos los demás presentes, en su mayoría piratas a la espera de juicio, y la mayoría con una recompensa por su cabeza. Mientras veía a una pirata, bastante ligera de ropa, por no decir que no llevaba nada entró el juez en la sala.
-Bien señor Énra, hemos decidido, tras estudiar las pruebas presentadas, y tras registrar su domicilio no encontrar nada inculpatorio que es inocente. En nombre de este tribunal le pedimos disculpas nuevamente, trataremos de incluirle en una lista para que no se le vuelva a molestar.
Una vez dictada la sentencia abandoné la sala del juzgado, saliendo a la ciudad. Esta como siempre repleta de marines y trajeados miembros del Cipher Pol. Durante las otras visitas había tenido tiempo más que de sobra de estudiarla. Ahora me sabía casi todas las calles al dedillo, y como otras veces tenia al menos un par de horas hasta que saliera el siguiente tren hacia Water 7. La verdad ahora la isla había perdido su encanto y magia iniciales para pasar a ser un muermo continuo. Por lo que me puse a vagabundear por las calles en busca de algo nuevo que hacer o ver.
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Me estaba ajustando el cinturón cuando una nota cayó en mi bolsillo desde las manos de un compañero, también metido en el ajo de lo que yo estaba haciendo y que, de alguna manera, había terminado por ser uno de mis mejores sirvientes. Para ser un simple humano, no trabajaba mal y hasta empecé a encariñarme de él. Tal vez probase su sangre, pero prefería resistirme mientras esa furcia no muriera de anemia o en alguna esquina. La sangre de hombre sabía bastante peor que la de mujer, tal vez por el exceso de algún químico o el exceso de hierro... Quién sabe, pero sigamos con lo que quería este hombre...
Hacía ya un tiempo que sentía curiosidad por un caso extraño. Lleva viniendo a la isla judicial casi a diario por delitos, mayormente extorsiones y asesinatos, pero todos sin pistas que pudieran relacionarlo. Un puto hombre murciélago, ¿Cuántos debía haber en el mundo? Era muy raro que una manada se hubiera desplazado hasta el Paraíso a hacer de matones, pero por algún motivo hasta la fecha se ha librado. ¿Ésta sería la novena o la décima vez que ese tipo pasaba la mañana en Ennies Lobby? Tanto daba, si era capaz de engañar a los jueces, por muy lerdos que fuesen todos, tenía mérito.
Como de costumbre me tragué la nota, con esfuerzo, pero la tragué. Y, habiendo eliminado el mensaje me puse a buscar al tipo aquel. Tenía mi carta de L.O.V.E.M.U.F.F.I.N. preparada para entregársela en un descuido y que la leyera lejos de aquí, pero primero tendría que encontrarlo. ¿Adónde iría un murciélago gigante por la mañana?
-Bueno, pues a buscar por las fruterías- aunque si era un vampiro dudaba que estuviese allí.
Me puse pues de camino, y sin esperarlo me choqué contra una masa de músculos marrón grisácea, peluda. Era él. Al final sí que iba a servir de algo buscar en fruterías. De momento, era hora de ocuparse de él.
-Buenos días señor, mi nombre es Yarmin Prince y me han encargado que supervise su visita a la ciudad, si no le supone ninguna molestia- sonrió ligeramente, tratando de ser, como siempre, encantador.
El hombre murciélago ha vuelto a librarse.
Hacía ya un tiempo que sentía curiosidad por un caso extraño. Lleva viniendo a la isla judicial casi a diario por delitos, mayormente extorsiones y asesinatos, pero todos sin pistas que pudieran relacionarlo. Un puto hombre murciélago, ¿Cuántos debía haber en el mundo? Era muy raro que una manada se hubiera desplazado hasta el Paraíso a hacer de matones, pero por algún motivo hasta la fecha se ha librado. ¿Ésta sería la novena o la décima vez que ese tipo pasaba la mañana en Ennies Lobby? Tanto daba, si era capaz de engañar a los jueces, por muy lerdos que fuesen todos, tenía mérito.
Como de costumbre me tragué la nota, con esfuerzo, pero la tragué. Y, habiendo eliminado el mensaje me puse a buscar al tipo aquel. Tenía mi carta de L.O.V.E.M.U.F.F.I.N. preparada para entregársela en un descuido y que la leyera lejos de aquí, pero primero tendría que encontrarlo. ¿Adónde iría un murciélago gigante por la mañana?
-Bueno, pues a buscar por las fruterías- aunque si era un vampiro dudaba que estuviese allí.
Me puse pues de camino, y sin esperarlo me choqué contra una masa de músculos marrón grisácea, peluda. Era él. Al final sí que iba a servir de algo buscar en fruterías. De momento, era hora de ocuparse de él.
-Buenos días señor, mi nombre es Yarmin Prince y me han encargado que supervise su visita a la ciudad, si no le supone ninguna molestia- sonrió ligeramente, tratando de ser, como siempre, encantador.
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Mientras vagabundeaba por la ciudad pude ver como los CP y marines de esta ya me iban conociendo, y a pesar de ser “inocente” me miraban algo raro allá donde iba. La verdad es que me importaba un comino como me miraran, quizás era simple odio hacia mi especie, de ser así algún día les llegaría la hora de morir. A pesar de todo eso, me pude enterar de algo que me alegró la mañana, habían traído un cargamento de frutas exóticas a la ciudad. Por lo que cambié mi rumbo para ir a las fruterías.
El barrio de las fruterías, era un típico barrio comercial, con mucha gente comprando, y aún más mirando sin comprar. No había llegado a escuchar bien el nombre de la frutería, por lo que esperaba que no hubiera demasiadas con el mismo nombre. Casi toda ellas tenían nombrajos impronunciables, excepto la del cargamento. Cuando la encontré, entré y me compré casi cinco kilos de la fruta, una pequeña y marrón, con un jugo extremadamente dulce.
Cuando salía de la calle principal comiéndome, bueno sorbiendo, una de aquellas deliciosas frutas me choqué contra un joven que parecía ser agente del CP. “Joder”, maldije para mis adentros, si estaban buscando la manera de encarcelarme se la había servido en bandeja por unos kilos de deliciosa fruta. Aunque para mí sorpresa el joven dijo que estaba allí para supervisar mi estancia. Bueno, eso llevaba las sospechas del gobierno otro nivel, y claro, no podía decirle que no al chico o me metería en líos.
-Claro, ya que tengo niñera, podías enseñarme algo chulo en esta ciudad, por ejemplo las murallas, siempre he querido subir a ellas.- No esperaba que colara, pues si me dejaban verlas solo una vez estaba seguro de poder encontrar un punto débil que aprovechar para entrar y salir sin ser visto de esa maldita isla.
El barrio de las fruterías, era un típico barrio comercial, con mucha gente comprando, y aún más mirando sin comprar. No había llegado a escuchar bien el nombre de la frutería, por lo que esperaba que no hubiera demasiadas con el mismo nombre. Casi toda ellas tenían nombrajos impronunciables, excepto la del cargamento. Cuando la encontré, entré y me compré casi cinco kilos de la fruta, una pequeña y marrón, con un jugo extremadamente dulce.
Cuando salía de la calle principal comiéndome, bueno sorbiendo, una de aquellas deliciosas frutas me choqué contra un joven que parecía ser agente del CP. “Joder”, maldije para mis adentros, si estaban buscando la manera de encarcelarme se la había servido en bandeja por unos kilos de deliciosa fruta. Aunque para mí sorpresa el joven dijo que estaba allí para supervisar mi estancia. Bueno, eso llevaba las sospechas del gobierno otro nivel, y claro, no podía decirle que no al chico o me metería en líos.
-Claro, ya que tengo niñera, podías enseñarme algo chulo en esta ciudad, por ejemplo las murallas, siempre he querido subir a ellas.- No esperaba que colara, pues si me dejaban verlas solo una vez estaba seguro de poder encontrar un punto débil que aprovechar para entrar y salir sin ser visto de esa maldita isla.
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No parecía estúpido, sabía lo que debía hacer. Sin pararse a comprobarlo por si se metía en problemas, aceptó la escolta. Pero además me pedía algo delicioso: enseñarle las murallas. Si no fuera porque era un presunto delincuente, podían relacionarme con él en un futuro y no era muy seguro tener a un hombre murciélago que podía entrar si descubría las debilidades del muro... La verdad es que era una idea genial, la verdad.
-Por supuesto, señor- dije, mostrándome servicial mientras pensaba en una forma de ganarme su confianza y tantearlo para que finalmente asumiera sus crímenes y se uniera a la Liga... La única cuestión era cómo lograrlo, aunque teniendo en cuenta que de momento lo iba a llevar hasta el lugar que me estaba pidiendo... Tal vez ya empezase bien.
Le hice una señal para que girase y me moví por delante de él, soltando un poco de lo que había que hacer por la isla, lo aburrido que es todo y lo mal que funciona el sistema judicial cuando nadie era capaz de encontrar a los verdaderos culpables, molestando a la gente de bien. La verdad es que mi opinión sobre Ennies Loby y su política de "Inocente hasta demostrarse lo contrario" no me gustaba en absoluto, y si por mí fuera la cambiaría por completo hasta hacerla digna y sólida. Y a mi imagen y semejanza, claro, nunca había que olvidar que debía favorecerme, ya que para algo me lo trabajaba.
-En fin, ahora sólo hay que subir esas escaleras. Hablaré con los guardias y seguro que nos dejan subir- comenté, y me acerqué tranquilamente.
No parecían muy fuertes de mente, aunque de cuerpo no se puede decir que les faltase. Eran la clase perfecta de gente para perturbar y conseguir pasar.
-Disculpen, caballeros- dije con una sonrisa caballerosa-, ¿Les importaría dejarnos pasar, por favor?
El traje terminó el trabajo que yo inicié, haciendo que creyeran era algún tipo de visita oficial. Hasta estaban haciendo una leve inclinación al murciélago cuando me giré para invitarlo a subir.
-Por favor, señor mío, pase. ¿Cuál es su nombre, por cierto?
-Por supuesto, señor- dije, mostrándome servicial mientras pensaba en una forma de ganarme su confianza y tantearlo para que finalmente asumiera sus crímenes y se uniera a la Liga... La única cuestión era cómo lograrlo, aunque teniendo en cuenta que de momento lo iba a llevar hasta el lugar que me estaba pidiendo... Tal vez ya empezase bien.
Le hice una señal para que girase y me moví por delante de él, soltando un poco de lo que había que hacer por la isla, lo aburrido que es todo y lo mal que funciona el sistema judicial cuando nadie era capaz de encontrar a los verdaderos culpables, molestando a la gente de bien. La verdad es que mi opinión sobre Ennies Loby y su política de "Inocente hasta demostrarse lo contrario" no me gustaba en absoluto, y si por mí fuera la cambiaría por completo hasta hacerla digna y sólida. Y a mi imagen y semejanza, claro, nunca había que olvidar que debía favorecerme, ya que para algo me lo trabajaba.
-En fin, ahora sólo hay que subir esas escaleras. Hablaré con los guardias y seguro que nos dejan subir- comenté, y me acerqué tranquilamente.
No parecían muy fuertes de mente, aunque de cuerpo no se puede decir que les faltase. Eran la clase perfecta de gente para perturbar y conseguir pasar.
-Disculpen, caballeros- dije con una sonrisa caballerosa-, ¿Les importaría dejarnos pasar, por favor?
El traje terminó el trabajo que yo inicié, haciendo que creyeran era algún tipo de visita oficial. Hasta estaban haciendo una leve inclinación al murciélago cuando me giré para invitarlo a subir.
-Por favor, señor mío, pase. ¿Cuál es su nombre, por cierto?
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El joven se mostró muy servicial, cosa que me sorprendió muchísimo, y más aún el hecho de que aceptara llevarme hasta la muralla. ¿Era aquello una nueva treta del gobierno para sonsacarle que había sido el asesino? De cualquiera de las maneras, esto era más emocionante que dar vueltas a solas por la ciudad, además escuchar al chico despotricar acerca de la isla, era el primer CP que veía hacerlo de manera tan abierta, y de cómo el sistema perjudicaba a gente honrada como yo era bastante divertido. Por algún motivo el joven empezaba a caerme bien, lo que se acrecentó, junto con mis sospechosas de que había gato encerrado, cuando se acercó hasta los guardias de la escalera de accesos a la muralla. Tras unas pocas palabras los guardias casi parecían inclinarse para que pasara, mientras el joven me hacía un gesto para que subiera con él, a la vez que me preguntaba el nombre.
-Me llamo Énra. –Le dije satisfaciendo su curiosidad al llegar arriba, mientras contemplaba toda la ciudad desde la altura. Tras echar a andar continué.- Son unas buenas vistas, me gustan las alturas a decir verdad, me siento más cómodo. Y a los edificios de la ciudad no me han dejado subir en ninguna de mis visitas, incluida esta muralla. ¿Cómo lo has conseguido?
Ahora mismo sentía una mezcla bastante curiosa de emociones, pues el joven me empezaba a caer bien por sus comentarios, pero por otra parte no me fiaba ni un pelo de sus intenciones y de lo fácil que había resultado ver cumplida mi petición. Aunque debía admitir que si era un encerrona del gobierno, era más elaborada que las anteriores, como agentes hablando con naturalidad y de repente soltando algo relacionado con alguno de los asesinatos pasados intentado que me equivocara y soltara algo delatante.
Mientras caminábamos por las murallas además de admirar el paisaje y esperar la contestación del chico, buscaba zonas de la muralla con algún lugar susceptible de ser usado para colarse sin ser visto. Aunque de momento no veía ninguno no perdía la esperanza de encontrarlo, y poder aprovecharlo, pues estaba seguro de que habría mucha gente interesada en ver como a más de un CP se le caía una teja en la cabeza o sufría un repentino infarto.
-Me llamo Énra. –Le dije satisfaciendo su curiosidad al llegar arriba, mientras contemplaba toda la ciudad desde la altura. Tras echar a andar continué.- Son unas buenas vistas, me gustan las alturas a decir verdad, me siento más cómodo. Y a los edificios de la ciudad no me han dejado subir en ninguna de mis visitas, incluida esta muralla. ¿Cómo lo has conseguido?
Ahora mismo sentía una mezcla bastante curiosa de emociones, pues el joven me empezaba a caer bien por sus comentarios, pero por otra parte no me fiaba ni un pelo de sus intenciones y de lo fácil que había resultado ver cumplida mi petición. Aunque debía admitir que si era un encerrona del gobierno, era más elaborada que las anteriores, como agentes hablando con naturalidad y de repente soltando algo relacionado con alguno de los asesinatos pasados intentado que me equivocara y soltara algo delatante.
Mientras caminábamos por las murallas además de admirar el paisaje y esperar la contestación del chico, buscaba zonas de la muralla con algún lugar susceptible de ser usado para colarse sin ser visto. Aunque de momento no veía ninguno no perdía la esperanza de encontrarlo, y poder aprovecharlo, pues estaba seguro de que habría mucha gente interesada en ver como a más de un CP se le caía una teja en la cabeza o sufría un repentino infarto.
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Subió delante de mí. Realmente tenía un interés absurdo en observar la ciudad desde las alturas y yo no iba a ser tan estúpido como para negarme. Al fin y al cabo, nueve veces en Ennies Lobby sin dejar ninguna pista me hacían pensar que pudiera ser capaz de matarme si no lo acompañaba y aun después librarse. Aunque no creía que lo hiciera, no hoy al menos. La verdad era que, aunque sus tretas y artimañas eran muy buenas, la simple cuestión estadística que suponía analizar que nueve veces hubieran confundido a otro murciélago con él dudaba que los jueces fueran tan estúpidos una décima. Aunque pensé eso mismo las otras ocho desde la primera.
-Enra, buen nombre, suena de fiar. Qué bella contradicción- comenté, diciendo con una broma que yo sí sospechaba de él-. Sin embargo, la gente que no es de fiar es mi favorita.
Tal vez mi aportación a la conversación se estaba viendo comprometida por todo eso de que había negado su honor a un ciudadano, acusándolo en cierta manera sin pruebas, pero ¿Y qué? Si realmente no era un criminal sólo se ofendería, y si lo era me debía un favor por haberlo traído hasta este bello lugar. Además de que seguía necesitándome para bajar, aunque no lo supiera.
-Convencer es fácil cuando conoces los métodos adecuados y tienes la suficiente educación- sonreí. No dejaba claro nada, pero las interpretaciones eran tantas que mi nuevo amigo podía tomarlas como le vinieran en gana-. Mi participación en el Cipher Pol y mi importancia en éste es, básicamente, mi carisma y mi capacidad de convicción. Ya ves que no soy precisamente el más fornido de los agentes, pero lo compenso con mi habilidad dialéctica. Al fin y al cabo, es todo cuestión de saber dónde está mi lugar.
Saqué un sobre de L.O.V.E.M.U.F.F.I.N., y observé el logo por un momento. Un arlequín ensangrentado con una magdalena reinando la taza de té que portaba. Tenía varios puntos a favor aquella imagen, pues pocos la tomarían en serio y los que la vieran sabrían, por un simple detalle que esta organización existía: Siempre había en las invitaciones un secreto del invitado, algo casi imposible conocer. Eso era lo que demostraba que íbamos en serio.
-Esto es para ti- le dije, tendiéndole el sobre-. Si hay alguien capaz de matar y extorsionar tanta gente en un mes y salir siempre indemne quiero contar con él. En el interior hay instrucciones para que leas cuando nos separemos. De momento, sigamos explorando la muralla, que te enseñaré la decadencia de esta ciudad. No lo enseñan nunca, pero hay hasta una zona casi tirada. Con un poco de pólvora, cualquiera que haga el tonto un día la lía bien gorda.
-Enra, buen nombre, suena de fiar. Qué bella contradicción- comenté, diciendo con una broma que yo sí sospechaba de él-. Sin embargo, la gente que no es de fiar es mi favorita.
Tal vez mi aportación a la conversación se estaba viendo comprometida por todo eso de que había negado su honor a un ciudadano, acusándolo en cierta manera sin pruebas, pero ¿Y qué? Si realmente no era un criminal sólo se ofendería, y si lo era me debía un favor por haberlo traído hasta este bello lugar. Además de que seguía necesitándome para bajar, aunque no lo supiera.
-Convencer es fácil cuando conoces los métodos adecuados y tienes la suficiente educación- sonreí. No dejaba claro nada, pero las interpretaciones eran tantas que mi nuevo amigo podía tomarlas como le vinieran en gana-. Mi participación en el Cipher Pol y mi importancia en éste es, básicamente, mi carisma y mi capacidad de convicción. Ya ves que no soy precisamente el más fornido de los agentes, pero lo compenso con mi habilidad dialéctica. Al fin y al cabo, es todo cuestión de saber dónde está mi lugar.
Saqué un sobre de L.O.V.E.M.U.F.F.I.N., y observé el logo por un momento. Un arlequín ensangrentado con una magdalena reinando la taza de té que portaba. Tenía varios puntos a favor aquella imagen, pues pocos la tomarían en serio y los que la vieran sabrían, por un simple detalle que esta organización existía: Siempre había en las invitaciones un secreto del invitado, algo casi imposible conocer. Eso era lo que demostraba que íbamos en serio.
-Esto es para ti- le dije, tendiéndole el sobre-. Si hay alguien capaz de matar y extorsionar tanta gente en un mes y salir siempre indemne quiero contar con él. En el interior hay instrucciones para que leas cuando nos separemos. De momento, sigamos explorando la muralla, que te enseñaré la decadencia de esta ciudad. No lo enseñan nunca, pero hay hasta una zona casi tirada. Con un poco de pólvora, cualquiera que haga el tonto un día la lía bien gorda.
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Si el joven agente estaba encargado de hacerle hablar era demasiado directo, la verdad, no esperaba que dijera que tenía un nombre que parecía de fiar y luego soltara de sopetón que era una contradicción, y menos aún lo de que la gente que no es de fiar era su favorita. Algo no estaba bien con todo esto, era posible qué el chico no fuera del CP, más aún, sí era del CP y quería mis servicios y sólo tanteaba para comprobar que era yo a quien necesitaba. Podría lanzarlo por la muralla, acabar con todo esto y huir volando, pero entonces medio CP me perseguiría allá donde fuera, y eso no era bueno para el negocio.
A continuación el joven me explicó muy amablemente cómo había convencido a los guardias, acaso era algún tipo de embustero haciéndose pasar por CP, lo que deseché rápidamente cuando siguió hablando, comentando que su principal fuerte era la dialéctica, ahora que me fijaba, era cierto que no aparentaba ser un agente con ese cuerpo, le faltaba músculo, y mucho. Bueno, ahora que sabía de su función repase la conversación con él, las palabras que usaba, y los gestos, ¿me estaba embaucando a mí también? Me vendría bien contar con esa habilidad, me sacaría de más de un problema, seguramente.
Mientras observaba una de las torres de vigilancia, buscando puntos ciego que aprovechar el chico sacó una carta, que me tendió diciendo le gustaría tener a alguien de mis habilidades, el símbolo del sobre era algo raro, pero más raro era la forma tan directa de abordar el tema que tuvo el joven, así como la información de la zona muralla comprometida.
-Bien continuemos con el paseo pues.- Le dije guardando el sobre en chaqueta, no era sensato cuestionar al chico en aquel lugar por muchos motivos, incluido el que me estaba empezando a caer bien. No crees que estas torres están algo anticuadas ya, las he visto en mucho mejor estado en algunas ciudades, y lo de muralla es un gran riesgo, en el caso de que alguien fuera capaz de llegar a la isla y pasar la valla exterior sin que os dierais cuenta.
A continuación el joven me explicó muy amablemente cómo había convencido a los guardias, acaso era algún tipo de embustero haciéndose pasar por CP, lo que deseché rápidamente cuando siguió hablando, comentando que su principal fuerte era la dialéctica, ahora que me fijaba, era cierto que no aparentaba ser un agente con ese cuerpo, le faltaba músculo, y mucho. Bueno, ahora que sabía de su función repase la conversación con él, las palabras que usaba, y los gestos, ¿me estaba embaucando a mí también? Me vendría bien contar con esa habilidad, me sacaría de más de un problema, seguramente.
Mientras observaba una de las torres de vigilancia, buscando puntos ciego que aprovechar el chico sacó una carta, que me tendió diciendo le gustaría tener a alguien de mis habilidades, el símbolo del sobre era algo raro, pero más raro era la forma tan directa de abordar el tema que tuvo el joven, así como la información de la zona muralla comprometida.
-Bien continuemos con el paseo pues.- Le dije guardando el sobre en chaqueta, no era sensato cuestionar al chico en aquel lugar por muchos motivos, incluido el que me estaba empezando a caer bien. No crees que estas torres están algo anticuadas ya, las he visto en mucho mejor estado en algunas ciudades, y lo de muralla es un gran riesgo, en el caso de que alguien fuera capaz de llegar a la isla y pasar la valla exterior sin que os dierais cuenta.
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-La verdad, no me extrañaría- comencé a decir-, cada centímetro a partir de ese punto es casi pura arena, con un poco de pólvora, o explosivo plástico, todo se va a la mierda. Lo peor es que, si alguien fuera lo bastante inteligente como para hacerlo desde la ventana del puesto de guardia que hay en el metro ciento diecisiete todo acabaría hecho migas, y sería irreconstruible. He estado observando, y hoy en día esa parte se monta en el vacío, por lo que hacer una nueva muralla llevaría tanto tiempo que se podrían colar los mil demonios sin darnos cuenta. Y si fuera de noche, cuando sólo hay diez guardias en toda la muralla, nos podría coger muy desprevenidos.
Sabía que lo que decía era un problema si mis palabras caían en saco roto, pero a pesar de todo lo que el tipo pudiera querer hacerme, cualquiera que quisiera abrirse paso en este mundo debía hacerlo con toda su simpatía. Por favor, ¿Alguien podía ofrecer más a la gente que quería tener cerca? Yo soy un santo, o al menos un santo dentro de mi mundo, un hombre que lo da todo por los demás, y da todo a los demás antes de necesitar pedir la devolución del favor. Yo soy el prícipe encantador, el que dominará los mares, pero para eso hacen falta sirvientes, y los sirvientes se ganan con encanto.
Seguí avanzando junto a mi sospechoso amigo lentamente, hasta que de repente un hombre nos detuvo. Era muy alto, tanto que parecía casi ocultar el sol ante mí, que mido casi dos metros, y su mirada seria me atravesaba como si cientos de agujas se clavaran en mi corazón. ¿Otro esclavo más para mi colección?
-Hola, amigo- dije, sin dejarle tiempo a hablar-, soy Yarmin Prince, y me encanta tu traje. Es precioso, y pegaría un montón con mi corbata, ¿Podrías dármelo?
-No veo por qué no- dijo, comenzando a desnudarse, aunque lo que más me interesaba era otra cosa.
Cuando estuvo distraído con su corbata le lancé mi cuchillo de plata a la yugular, haciendo que el titánico hombre empezara a sufrir una muerte bastante agónica y silenciosa.
-Cuando nos despidamos diré que cierta persona hizo esto. Así te escaquearás otra vez y me podrás dar una respuesta, si lo deseas. A mí no me recordarán, tranquilo, así que no habrá ningún tipo de prueba en tu contra. Mira, la Puerta de la Justicia es enorme.
Decidí bajar las escaleras, que estaban bastante próximas. Convencería a los guardias de que los de la puerta uno habían dejado pasar a un intruso, para hacerlos cómplices. Siempre fui un hijo de puta, pero es que además últimamente estaba haciendo unas cosas...
Sabía que lo que decía era un problema si mis palabras caían en saco roto, pero a pesar de todo lo que el tipo pudiera querer hacerme, cualquiera que quisiera abrirse paso en este mundo debía hacerlo con toda su simpatía. Por favor, ¿Alguien podía ofrecer más a la gente que quería tener cerca? Yo soy un santo, o al menos un santo dentro de mi mundo, un hombre que lo da todo por los demás, y da todo a los demás antes de necesitar pedir la devolución del favor. Yo soy el prícipe encantador, el que dominará los mares, pero para eso hacen falta sirvientes, y los sirvientes se ganan con encanto.
Seguí avanzando junto a mi sospechoso amigo lentamente, hasta que de repente un hombre nos detuvo. Era muy alto, tanto que parecía casi ocultar el sol ante mí, que mido casi dos metros, y su mirada seria me atravesaba como si cientos de agujas se clavaran en mi corazón. ¿Otro esclavo más para mi colección?
-Hola, amigo- dije, sin dejarle tiempo a hablar-, soy Yarmin Prince, y me encanta tu traje. Es precioso, y pegaría un montón con mi corbata, ¿Podrías dármelo?
-No veo por qué no- dijo, comenzando a desnudarse, aunque lo que más me interesaba era otra cosa.
Cuando estuvo distraído con su corbata le lancé mi cuchillo de plata a la yugular, haciendo que el titánico hombre empezara a sufrir una muerte bastante agónica y silenciosa.
-Cuando nos despidamos diré que cierta persona hizo esto. Así te escaquearás otra vez y me podrás dar una respuesta, si lo deseas. A mí no me recordarán, tranquilo, así que no habrá ningún tipo de prueba en tu contra. Mira, la Puerta de la Justicia es enorme.
Decidí bajar las escaleras, que estaban bastante próximas. Convencería a los guardias de que los de la puerta uno habían dejado pasar a un intruso, para hacerlos cómplices. Siempre fui un hijo de puta, pero es que además últimamente estaba haciendo unas cosas...
Énra Kelter
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel tipo cada vez me resultaba más extraño, aunque no podía dejar de admirar como hacia las cosas, además tenía una habilidad que me resultaría de muchísima utilidad, aunque sospechaba que no era natural. Tras verle degollar a un hombre y comenzar a andar lo seguí, a fin de cuentas ya sabía el punto débil de la muralla. Una vez en las escaleras mi acompañante convenció a los guardias del terrible incidente, creyéndole estos sin dudar.
-Y yo pensando que hoy sería un día aburrido. Leeré su carta con sumo gusto cuando me encuentre a solas y se la responderé lo más rápido que pueda. Por cierto como hace eso de convencer a otros, ¿Es algún tipo de mentalista o algo parecido?
No quería faltarle al respeto, pero mi curiosidad había podido conmigo en esta ocasión. Mientras esperaba la respuesta del agente, y ver hacia donde me guiaba, me puse a darle vueltas, unirme a una organización con gente como ese tipo podría ser muy lucrativo, descontando que también peligroso.
-Y yo pensando que hoy sería un día aburrido. Leeré su carta con sumo gusto cuando me encuentre a solas y se la responderé lo más rápido que pueda. Por cierto como hace eso de convencer a otros, ¿Es algún tipo de mentalista o algo parecido?
No quería faltarle al respeto, pero mi curiosidad había podido conmigo en esta ocasión. Mientras esperaba la respuesta del agente, y ver hacia donde me guiaba, me puse a darle vueltas, unirme a una organización con gente como ese tipo podría ser muy lucrativo, descontando que también peligroso.
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