Tratos beneficiosos [Enra e Iliana]

Con cierto aburrimiento, observó desde el balcón las calles de la ciudad bajo la luz del sol poniente. Sí, era una imagen hermosa, pero la verdad es que no tenía demasiado que hacer. "¿Por qué padre no me ha dejado participar en la guerra, en lugar de mandarme a un lugar tan alejado y sin Drake?" La verdad era que aunque lo molestara mucho y lo llamara chucho, lo echaba de menos ahora que estaba lejos. Todo estaba demasiado silencioso y calmado sin el lobo cerca entrenando, armando ruido o rompiendo cosas. Sin embargo, con el comienzo del conflicto Drake la había llevado hasta allí y dejado en la casa de un viejo amigo de Derian, un arqueólogo. No entendía la lógica de dejarla en una ciudad tan cercana a los centros de poder del Gobierno, donde era presa fácil para los agentes del Cipher Pol, pero por otro lado muy poca gente sabía que era la princesa heredera del Imperio. Ni siquiera el aliado de su padre en cuya casa se hospedaba. Para él era sólo una colega historiadora del rey pidiéndole un refugio donde pasar una semana o dos.

Harta de la inactividad, entró de nuevo en su habitación y recogió a Tsuki no Kagayaki. Activó sus poderes y recogió su filo hasta que desapareció de la vista, y se enganchó el mango de katana aparentemente sin hoja a un pequeño cinto que llevaba en la minifalda. Por precaución sacó de su maleta los brazales protectores y se los enganchó a los brazos. No sabía qué se podría encontrar en las calles, y aunque era una poderosa espadachina y usuaria de haki y akuma, ser precavida posiblemente le ahorraría muchos disgustos. No tenía muy claro que se podría encontrar en los canales, pero cuando anocheciera tal vez podría pillar a algún pobre desafortunado en un callejón solitario y acabar con su vida. Sería divertido, y rompería un poco la monotonía. Ni siquiera tenía a sus guardias y sirvientes consigo para reforzar la coartada de que era una historiadora. Una vez equipada, se acercó al balcón de nuevo, y se aseguró de que nadie la miraba.

- Kage Kage no Harness - dijo, separando los brazos de su cuerpo.

De repente su sombra se despegó del suelo y rodeó su cuerpo, tomando la forma de un arnés con dos cuerdas. Estas se ataron al balcón, y a continuación la chica se descolgó por este, haciendo que las cuerdas se fueran alargando poco a poco para no descender bruscamente. En cuanto estuvo a un metro y medio del suelo, deshizo todo y cayó agachándose ligeramente, al tiempo que su sombra volvía a sus pies. Con una sonrisa, comenzó a pasearse junto a los canales tarareando una canción campesina de Hallstat.

Pronto se puso el sol, y las ya casi desiertas calles se vaciaron del todo. Era el escenario perfecto para una noche de diversión... ahora tan sólo necesitaba a su víctima. En noches como aquella, su sed de sangre se acrecentaba y se hacía más fuerte... era el momento perfecto. Observó el cielo, sonriendo al ver la luna llena. Era irónico que se fuese de cacería en un momento como aquel, y casi poético. Inspiró con fuerza, y expulsó el aire en un suspiro. Continuó avanzando, tarareando de nuevo, mientras activaba su mantra. Al hacerlo, detectó una intención asesina en una calle cercana. Sin pensárselo dos veces, comenzó a correr en esa dirección, centrándose en la zona. Había dos presencias. Una de ella de repente se apagó. ¿Un asesinato? Interesante. Sin embargo, al llegar a la calle en cuestión sólo vio una chica tirada en el suelo sangrando por la cabeza, con varias tejas caídas a su lado. "Parece un accidente... pero realmente he sentido la intención."

Se centró de nuevo en su haki, detectando la presencia de antes. Efectivamente, seguía ahí, en un callejón cercano. Iliana se acercó a una sombra de un edificio, y literalmente se introdujo en esta, desapareciendo. En el callejón en que estaba el otro, a la espalda de este, la figura de Iliana salió de una sombra sin hacer el menor ruido. Frente a ella había una figura grande y corpulenta de espaldas. De primeras le extrañó que alguien aparentemente tan fuerte utilizase medios tan sutiles de asesinato como una lluvia de tejas. ¿Cómo lo habría hecho? Por precaución, desenganchó el mano del katana del cinto y lo empuñó, para a continuación decir:

- Bonito asesinato, ¿cómo lo has hecho? ¿Hilos hasta el tejado, tal vez? Yo sinceramente prefiero métodos más... lentos. Si mueren tan rápido no hay emoción - dijo, con una mirada sádica.

Era un poco extraño que hablase tan abiertamente a un desconocido, pero era parte de sus planes. Si el otro se veía amenazado por haber un testigo y la atacaba, ya tendría una víctima a la que torturar. Si sus palabras lo asustaban, algo que le extrañaría mucho en un asesino, también tendría una excusa... y acabar con una víctima que trata de huir es excitante. Si no huía ni intentaba atacarle... bueno, tampoco le molestaría. Realmente tenía curiosidad, no era sólo una excusa para hablarle.

En cuanto se dio la vuelta, Iliana comprendió que no estaba frente a un humano corriente. Su rostro bestial y animalesco era una prueba más que evidente de ello, y aquellos brazos alados... parecía un hombre murciélago. ¿Sería un animal parlante como la tribu de los Minks que había estudiado en la biblioteca del palacio, o un hombre consumidor de una zoan? Su pelo además era azul... curioso, muy curioso. Tampoco pudo dejar pasar por alto el detalle de unas bolas de aspecto metálico que levitaban a pocos centímetros de su mano. Este la felicitó por lograr sorprenderlo en mitad de la noche, pero a continuación le dijo que si no la mataría era sólo porque carecía de pruebas contra él. "Idiota... si pretendiese que te metieran entre rejas mi mero testimonio llegaría para que abrieran una investigación en contra tuya" pensó. Por otro lado, no había nada que le interesase menos que justificar en un juicio y aumentar las posibilidades de quedar expuesta ante el Gobierno. Tampoco le interesaba fastidiar a aquel asesino, no tenía motivos para ello. Las siguientes palabras del hombre animal fueron bastante más interesantes, y ante ellas la chica volvió a sonreír e hizo girar en su mano el mango de katana.

- Oh, ¿y por qué no iba a hacerlo, mi colmilludo amigo? Me aburría, y tenía curiosidad por ver a la persona que había hecho eso.

Tenía gracia que la llamara "asesina." Ella no se dedicaba al asesinato de manera profesional, como parecía pensar el murciélago, si no que tan sólo disfrutaba de la tortura. Bueno, ya había satisfecho parte de su curiosidad, ahora... ¿qué haría? ¿Atacarle y derrotarle para convertirlo en su víctima? La verdad es que seguramente nadie echaría de menos a un asesino a sueldo como él. Su contratante posiblemente incluso se alegrara de su muerte, pues se ahorraría pagarle por el trabajo. Sin embargo, derrochar tanto talento... no, no era algo sabio. Posiblemente saldría mal parada si escogía como víctima a alguien como él, y no ganaba nada de ello. "Un cazador escoge a sus víctimas de entre las presas, no entre otros cazadores. Con estos últimos mantiene convenientes alianzas, ya sean temporales o duraderas, o los enfrenta de haber un conflicto de intereses. Pero lo importante es que respeta el poder de estos."

- Dime, ¿tienes más contratos esta noche? Te parecerá extraño, pero me aburro. Me apetece verte en acción, y quién sabe... si eres bueno, tal vez me plantee contratarte. No soy una asesina como crees. Tan sólo una persona que disfruta del deporte de la caza - dijo, con una sonrisa irónica.

Le había hecho una petición un tanto extraña, pero cabía la posibilidad de que colara y todo. Al fin y al cabo le había demostrado que era capaz de moverse sin ser detectada, y que realmente tenía interés en él... pues si quisiera haberlo matado, podría haberlo hecho sin mayores problemas hacía un instante. Realmente aquel tipo de momento prometía, aunque le había quedado claro que ella posiblemente era más hábil que él. Si tuviera que liquidarlo, le llegaría con meterse en una sombra y salir detrás de él, atravesando su costado con el filo oculto de Tsuki no Kagayaki.

- Por supuesto no debes tener miedo a que te estorbe. Creo que ya te he demostrado que la gente no percibe mi presencia cuando así lo deseo.

Su sonrisa se ensanchó. Parecía que ya había logrado algo que hacer aquella noche. Ahora podría ver a un asesino profesional en acción, y comprobar si aquel murciélago era un auténtico cazador o una débil presa. Tenía gracia que le dijera que no podía dejar que le pillaran, cuando ya le había mostrado de sobra que su habilidad para pasar desapercibida era algo fuera de lo común. Sonrió, echándose el pelo hacia un lado, y dijo con voz despreocupada:

- Que no me detecten es una de mis especialidades. Descuida, seré silenciosa como una sombra.

Tras un gesto con su brazo... o ala, lo que rayos fuera, el asesino comenzó a correr rápidamente por las callejuelas. "Veloz... pero no tanto como yo. Tendré que ponerme a su ritmo." Comenzó a correr junto a él, manteniendo su ritmo sin esfuerzo, y apenas haciendo ruido. Se preguntó por qué no iba volando si era un murciélago. ¿Sería para no llamar la atención? Cierto era que un miembro de su especie no debería ser muy llamativo por la noche, pero con su tamaño tal vez sí llegara a destacar. Además, aquel pelaje azul no era lo mejor para camuflarse en la oscuridad. Mientras avanzaban, el otro no se molestó en hablar. En cierto modo tenía sentido, había buenas razones para ello, pero por otro era cuanto menos incómodo.

- Por cierto, puedes llamarme Ili. Te diría mi nombre real, pero creo que me entenderás. De momento prefiero mantener el anonimato.

Podría haber pensado un pseudónimo mejor, pero no debería haber ningún problema en en emplear el diminutivo de su nombre. Al fin y al cabo, fuera de Hallstat su existencia no era particularmente conocida, así que no tendría por qué llamarle la atención. Al cabo de un rato llegaron a uno de los canales principales. Este estaba lleno de grandes mansiones de importantes familias. Por todos lados se alzaban espectaculares edificaciones, no de tamaño tan titánico como lo hubiera sido una casa de campo, pero sí magníficas y hermosas. La arquitectura de algunas de ellas le recordaron en algunos aspectos al palacio real de Hallstat. Se giró hacia el murciélago y le dijo:

- Supongo que por aquí es... no andaré muy lejos. Estaré observando.

La chica retrocedió hacia el interior del callejón y se metió entre las sombras, desapareciendo de la vista. Esperaba que a ojos del otro sólo pareciera que se había ocultado, cuando en realidad se había introducido en una sombra. Saldría en otra en alguno de los tejados cercanos, para tener una buena vista del lugar del asesinato.

Iliana se tumbó en el tejado, observando el paisaje nocturno. La verdad es que no había demasiado que contemplar, tan sólo los edificios más cercanos, las lejanas luces de diferentes puntos en los niveles superiores en inferiores de la ciudad, y la luna y estrellas. El resto era oscuridad y sombras difusas. Podía no haber demasiado que contemplar, pero junto con el sonido del viento y la brisa marina acariciando su piel volvían aquel instante uno hermoso y agradable. Si tan sólo tuviese un punto más cómodo para sentarse, ya sería perfecto. Con una sonrisa, sacó un dulce de la bolsa que llevaba al cinto y se lo llevó a la boca.

- Ahora, a esperar que Ikvar actúe - murmuró para sí, acomodándose en su puesto.

Había visto al hombre murciélago meterse bajo el puente, pero no tenía muy claro qué pretendía hacer con este. ¿Saltaría a la parte superior en cuanto su víctima estuviera sobre este? No, demasiado poco sutil. Por lo que había visto, parecía que el asesino estaba especializado en trabajos más refinados. Recordó que había dicho que el trabajo debía parecer un accidente... eso desde luego descartaba su primera teoría. Cabía la posibilidad pues de que pretendiera tirar a su objetivo al canal para que se ahogara. Al instante descartó aquella posibilidad. "A menos que lo tenga preparado para que se ahogue o que no sepa nadar, sería estúpido. Cabe la posibilidad de que pueda salir del agua a nado." Así pues... debía tener alguna otra cosa en mente. Se agazapó en el tejado y asomó un poco la cabeza, tratando de ver qué hacía Ikvar.

- Espera... ¿qué es eso?

Algo brillaba en un pilar del puente. Lo captó sólo por un instante... un destello metálico. Después vio una sombra moviéndose hacia otra de las columnas. Al instante se dio cuenta de que tenía que ser el murciélago. Eso, o tenía compañía allá abajo. ¿Qué habría sido el brillo? ¿Tendría que ver con los planes de su compañero? De repente escuchó ruido de pasos, y vio gente aproximándose por la calle. Se escondió bien y los vigiló desde su posición, atenta para ver si lograba distinguir su aspecto.

El ruido que había escuchado había resultado ser un carro. "¿Qué harás ahora, Ikvar? Sorpréndeme" pensó con una sonrisa maliciosa, observando al vehículo acercarse a su perdición. Para evitar ser vista, hizo que las sombras cercanas la envolvieran en una especie de traje que sólo le dejaba al descubierto los ojos y los orificios nasales. Acto seguido se acomodó, algo más segura sabiendo que en la oscuridad de la noche con aquello estaba perfectamente camuflada. Se estiró un poco y movió la cadera para desentumecerla, notándose algo cansada de estar quieta todo el rato.

- Espero que me ofrezcas un espectáculo interesante. Tal vez te ganes un contrato, Ikvar - murmuró, con un brillo en los ojos.

Mientras el carro se acercaba al puente volvió a mirar a los pilares, pero no vio nada raro. ¿Qué pretendería? Estaba segura de haber visto antes un brillo. ¿Habría colocado explosivos? Aunque eso no explicaba lo que había presenciado... en cuanto el carro comenzó a pasar por encima del puente, hubo un sonoro crujido, seguido del sonido quejumbroso de la piedra cediendo. Iliana miró con interés al puente, bastante intrigada y sospechando lo que iba a ocurrir, pero sin tenerlas todas consigo, cuando de repente toda la estructura comenzó a desmoronarse. Los caballos relincharon y trataron de escapar, justo antes de caer al agua arrastrados por el vehículo.

- Vale, ahora sí que me ha impresionado. ¿Cómo narices habrá hecho eso?

Tal y como hiciera antes, se metió en una sombra y salió desde otra del callejón. Al hacerlo, deshizo el manto que la ocultaba y se acercó a la calle sin salir a esta, esperando a que el hombre murciélago apareciera. Tenía muchas preguntas que hacerle, y una sospecha en mente. "No ha habido explosiones, ni golpes ni nada. Simplemente los pilares cedieron y todo se vino abajo. Si no supiese que ha sido un asesinato, hubiese creído que se trató de un accidente. Este tipo es muy bueno en su trabajo." Por otro lado, recordaba la esfera metálica que este tenía consigo cuando se lo encontró. Decididamente, debía ser un usuario. Bueno, no las tenía todas consigo, pero las pistas estaban ahí.

Iliana observó el carro hundiéndose rápidamente en el canal. Con un último relincho, los caballos fueron sumergidos detrás. Le dio algo de pena, si bien entendía que sería mejor así. Si hubieran logrado soltarse, el escándalo que estarían montando despertaría a todo el barrio. No veía a Ikvar por ningún lado, pero percibía una presencia aun en el canal fuera del agua. Esperó desde su escondrijo, asegurándose de que nadie la estaba observando, y aguardó a que el murciélago fuese hasta ella. Este se tomó sus precauciones, esperando unos minutos a salir y luego dando un rodeo antes de reunirse con la chica en el callejón. Su propuesta de largarse cuanto antes de ahí sonaba muy lógica, así que de inmediato Iliana se metió en la red de callejones que habían transitado antes.

- Un gran trabajo, sin duda. Ahora tengo claro que quiero contratarte. Digamos que... no soy una persona normal y corriente. Tengo un título nobiliario y tierras en un país lejano, y me vendría muy bien tener a alguien con tu talento y habilidades a mi servicio. Déjame ser clara, no te pediré que actúes como si fueses mi súbdito. Tan sólo quiero tener a alguien a quien pueda encargar trabajos... delicados. Recibirías las compensaciones y pagos apropiados y tendrías las ventajas asociadas a estar a mi servicio, como poder refugiarte en mis tierras. Mi identidad la revelaré a su debido tiempo... creo que me entenderás. Ir diciendo tu nombre siendo de familia noble en un callejón oscuro a altas horas de la noche no es lo más sensato del mundo.

Era una buena excusa, pero Iliana tenía motivos de bastante más peso que simplemente eso para no querer decir su apellido. Aun no podía fiarse de Ikvar, y bien podía ser un agente del Gobierno encubierto o simplemente decidir entregarla a este para ganarse una recompensa. Las posibilidades eran bajas, y como asesino a sueldo que era se fiaba de que fuese la clase de persona que supiera ignorar aquella clase de detalles y de mantener la boca cerrada por el precio adecuado, pero seguía siendo necesario mantener cierta cautela.

- En fin, ahora ya es cosa tuya. ¿Te interesa la oferta?