Dark Satou
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-Hace mucho tiempo que no piso esta zona.- Murmuró el antiguo desaparecido.
Baltiga, la capital de los revolucionarios. La persona a la que todos daban por muerta llegaba una vez más, para comenzar el ciclo de la desventura en una de las zonas más territoriales del mundo. ¿Qué hacía aquí y, por qué, tras tanto tiempo viviendo en paz con su mujer e hijos, volvía a la vida del condenado con el fuego del destino? Un camarada caído. Uno de los viejos amigos del vice-almirante, Shun, había sido asesinado. Aquello le dolía mucho más que cualquier pérdida ajena, ya que un compañero de armas y gremio era mucho más importante que casi cualquier ser humano que se postrase en la tierra. Con el corazón en mano y las esperanzas de obtener respuestas en la sede general de Krauser, una de las personas que más respetaba en este mundo, se adentró en uno de los sitios más protegidos del nuevo mundo. El entorno en el que se encontraba era igual de árido que siempre, pero no por ello le recibirían tan abiertamente como habían hecho en otras ocasiones. Miró su reflejo en Haruno Ro, y observó que no podrían reconocerle a simple vista. Solo una persona que pudiese sentir el Haki a un nivel mucho más superior que la media desvelaría que aquel sujeto encapuchado, con una capa negra que recorría todo su cuerpo y solo dejaba ver el medallón de un lobo con los ojos en sangre, podría identificarlo como el desaparecido en combate Dark Evans Satou.
Tras andar lo suficiente resguardándose de las tormentas de arena y demás altercados meteorológicos, observó el gran edificio que estaba lo suficientemente escondido como para solo encontrarlo si se conocía anteriormente la ubicación. Dos guardias de aspecto férreo e imponente guardaban el portón principal con una convicción y devoción increíbles, justamente dignos de ser gente que seguía al gran líder Krauser. Pero no eran rivales para una persona que tenía de objetivo descubrir la verdad. Dejó verse ante los dos hombres y elevó el brazo lentamente, cerrando el puño y doblegando la voluntad de las víctimas hasta tal punto que cayeron sin consciencia al suelo. Bajó la mirada y se agachó colocando la rodilla en el suelo, para después coger a los dos para apoyarlos en cada uno de sus hombros. Los dejó con delicadeza una vez pasado el portón para que no pudieran ser víctimas de otra tormenta de arena y caminó por los pasillos tranquilamente, con los ojos cerrados. Cada persona que lograba sentir gracias a su dominio absoluto del mantra la esquivaba ayudándose de las sombras y puntos ciegos de la estructura física del edificio. Dark no era un perfecto espía, pero al tener un mapa mental dibujado y conocer cada lugarteniente que deambulaba por los pasillos le hacía creer que todo aquello no era más que un juego de críos.
No tardó mucho en llegar hacia el despacho de la persona a la que tanto anhelaba ver, la que le otorgaría respuestas y una cálida estancia entre aquellos muros que solo albergaban calidez y buenas intenciones. Krauser K. Redfield, viejo amigo, camarada y líder de uno de los movimientos más importantes en la historia de la tierra, se encontraba delante de él. Liberó una gran onda de Haoshoku para que no se confundiese acerca de su identidad.
Quitó lentamente su capucha y dejó ver su rostro, mucho más envejecido que desde la última vez que se habían encontrado. El pelo se había vuelto completamente blanco, producto de la despigmentación al tomar el Secreto de Law. Una cicatriz gigante recorría desde la ceja hasta el final de su mejilla izquierda. Su cara seria comenzó a tornarse en una más alegre y sonrió de cabo a cabo, mostrándose feliz por ver una vez más a su viejo amigo. Dejó las espadas a un lado y se quitó la capa de encima, revelando una armadura negra de cuero con remaches de plata más estética que útil.
-Sé que creías que estaba muerto- No dejó hablar al demonio de la niebla -Sé que todos creíais que no volveríais a verme, ya que otra persona posee la Pika Pika no mi. Lograron darme a tiempo un Secreto de Law y me quedé en este estado, mi estado original, el de una persona de cuarenta y tres años...- Bajó la cabeza y tragó saliva, para proseguir la charla -Pero me he separado del lado de Kazumi, mi esposa, y mis hijos, por una razón.
La mirada que le dedicó fue gélida y cargada de dolor. Elevó el puño lentamente y lo apretó con fuerza, resquebrajando y produciendo un sonido algo desagradable del cuero de sus guantes.
Shun ha sido asesinado. Quiero volver, contigo. Con todos. Quiero vengarlo. Lo siento por irme... Lo necesitaba. Pero ahora vuelvo a estar aquí, así que... Ponme al día, líder.
Baltiga, la capital de los revolucionarios. La persona a la que todos daban por muerta llegaba una vez más, para comenzar el ciclo de la desventura en una de las zonas más territoriales del mundo. ¿Qué hacía aquí y, por qué, tras tanto tiempo viviendo en paz con su mujer e hijos, volvía a la vida del condenado con el fuego del destino? Un camarada caído. Uno de los viejos amigos del vice-almirante, Shun, había sido asesinado. Aquello le dolía mucho más que cualquier pérdida ajena, ya que un compañero de armas y gremio era mucho más importante que casi cualquier ser humano que se postrase en la tierra. Con el corazón en mano y las esperanzas de obtener respuestas en la sede general de Krauser, una de las personas que más respetaba en este mundo, se adentró en uno de los sitios más protegidos del nuevo mundo. El entorno en el que se encontraba era igual de árido que siempre, pero no por ello le recibirían tan abiertamente como habían hecho en otras ocasiones. Miró su reflejo en Haruno Ro, y observó que no podrían reconocerle a simple vista. Solo una persona que pudiese sentir el Haki a un nivel mucho más superior que la media desvelaría que aquel sujeto encapuchado, con una capa negra que recorría todo su cuerpo y solo dejaba ver el medallón de un lobo con los ojos en sangre, podría identificarlo como el desaparecido en combate Dark Evans Satou.
Tras andar lo suficiente resguardándose de las tormentas de arena y demás altercados meteorológicos, observó el gran edificio que estaba lo suficientemente escondido como para solo encontrarlo si se conocía anteriormente la ubicación. Dos guardias de aspecto férreo e imponente guardaban el portón principal con una convicción y devoción increíbles, justamente dignos de ser gente que seguía al gran líder Krauser. Pero no eran rivales para una persona que tenía de objetivo descubrir la verdad. Dejó verse ante los dos hombres y elevó el brazo lentamente, cerrando el puño y doblegando la voluntad de las víctimas hasta tal punto que cayeron sin consciencia al suelo. Bajó la mirada y se agachó colocando la rodilla en el suelo, para después coger a los dos para apoyarlos en cada uno de sus hombros. Los dejó con delicadeza una vez pasado el portón para que no pudieran ser víctimas de otra tormenta de arena y caminó por los pasillos tranquilamente, con los ojos cerrados. Cada persona que lograba sentir gracias a su dominio absoluto del mantra la esquivaba ayudándose de las sombras y puntos ciegos de la estructura física del edificio. Dark no era un perfecto espía, pero al tener un mapa mental dibujado y conocer cada lugarteniente que deambulaba por los pasillos le hacía creer que todo aquello no era más que un juego de críos.
No tardó mucho en llegar hacia el despacho de la persona a la que tanto anhelaba ver, la que le otorgaría respuestas y una cálida estancia entre aquellos muros que solo albergaban calidez y buenas intenciones. Krauser K. Redfield, viejo amigo, camarada y líder de uno de los movimientos más importantes en la historia de la tierra, se encontraba delante de él. Liberó una gran onda de Haoshoku para que no se confundiese acerca de su identidad.
- Dark en este momento:
Quitó lentamente su capucha y dejó ver su rostro, mucho más envejecido que desde la última vez que se habían encontrado. El pelo se había vuelto completamente blanco, producto de la despigmentación al tomar el Secreto de Law. Una cicatriz gigante recorría desde la ceja hasta el final de su mejilla izquierda. Su cara seria comenzó a tornarse en una más alegre y sonrió de cabo a cabo, mostrándose feliz por ver una vez más a su viejo amigo. Dejó las espadas a un lado y se quitó la capa de encima, revelando una armadura negra de cuero con remaches de plata más estética que útil.
-Sé que creías que estaba muerto- No dejó hablar al demonio de la niebla -Sé que todos creíais que no volveríais a verme, ya que otra persona posee la Pika Pika no mi. Lograron darme a tiempo un Secreto de Law y me quedé en este estado, mi estado original, el de una persona de cuarenta y tres años...- Bajó la cabeza y tragó saliva, para proseguir la charla -Pero me he separado del lado de Kazumi, mi esposa, y mis hijos, por una razón.
La mirada que le dedicó fue gélida y cargada de dolor. Elevó el puño lentamente y lo apretó con fuerza, resquebrajando y produciendo un sonido algo desagradable del cuero de sus guantes.
Shun ha sido asesinado. Quiero volver, contigo. Con todos. Quiero vengarlo. Lo siento por irme... Lo necesitaba. Pero ahora vuelvo a estar aquí, así que... Ponme al día, líder.
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Krauser permanecía en su despacho tranquilamente, recientemente le habían ascendido a Oficial revolucionario y por el momento estaba preparando sus planes de ataque para un futuro cercano a la marina y al gobierno. Sus demonios estaban siendo reclutados en ese momento y la mayoría eran tipos muy poderosos, en secreto contaría con el poder del dragón Dexter e incluso de algunos marines infiltrados. Su mirada estaba atenta al papel frente a sus ojos, en el que escribía tácticas de combate y bastantes mapas con nombres en clave para que nadie que no fuera él pudiera descifrarlo. Empezó a rellenar otras cosas, el asesino se caracterizaba por ser un gran trabajador, de hecho ya planeaba retar al líder de la rebelión para encargarse de eso personalmente. Terminó de escribir eso y se puso en pie, caminando ahora hasta uno de los armarios que se hallaban en aquella enorme sala.
El castaño llevaba su camiseta negra de manga corta, los pantalones largos y los vendajes de siempre. A su espalda estaba su arma legendaria, en su cintura sus machetes de kairouseki y además en la zona de los tobillos algunas pistolas metidas en fundas. Siempre iba armado hasta los dientes, una vez llegó hasta el objeto de madera, lo abrió despacio y no pudo evitar esbozar una media sonrisa para después coger lo que parecía ser unos cuantos den mushi, los cuales tomó y dejó sobre su mesa, volviéndose a sentar en ella. Una vez lo hizo un soldado abrió la puerta soltando algunos jadeos, parecía estar asustado por algo. – Señor, nuestros hombres están siendo derrotados, nuestras cámaras secretas no han logrado detectar nada. Estamos en peligro, por suerte parece no haber bajas y no hay muertos. – Aquello no provocó ningún tipo de cambio en la mirada del marine, el cual continuaba con sus archivos de forma tranquila. Acto seguido colocó una de las pistolas sobre la mesa y soltó un largo suspiro. – Si no ha matado a nadie no pasa nada, deja las puertas abiertas y que llegue hasta aquí. – Dicho eso continuó a lo suyo.
El guardia se fue pero momentos después una poderosa presencia llegó hasta el haki observación de Krauser, esto le hizo sonreír de lado y simplemente siguió a lo suyo hasta que la puerta se hubo abierto y pudo ver a aquella figura encapuchada. Algo le decía que le pegará un abrazo enseguida, ese capullo estaba vivo, él demonio pensaba lo contrario y aquello le alegró bastante, se levantó y avanzó hacia él. Fue entonces cuando el hombre explicó lo pasado y dejó ver su aspecto, pese a las palabras el demonio no pudo evitar lanzarse por él y abrazarle con fuerza mientras sonreía. – Estás vivo, amigo… – Ahora estaba bastante contento, también sería feliz sabiendo la ubicación de su amigo Alex pero no sabía tampoco nada de él. La felicidad duró poco tras las siguientes palabras de Dark, alguien había matado a Shun, Samegure recordó ese hombre. Era parte de la banda de Alex, aquello le hizo lanzar una patada a la mesa y tirarla al suelo, frunciendo el ceño y apretando los puños con ira. – No te preguntaré si sabes quién ha sido ya que si así fuera ese cabrón estaría muerto.
Iba a ponerle ahora las cosas en orden, lo primero que hizo el ex marine fue sentarse en su cama y mirar a su amigo. La sala era grande y había muchas sillas para que eligiera, de hecho ahora empezó a sonar uno de los den mushi, pero el castaño lo ignoró y soltó un suspiro. – Tras haber encubierto a mi amigo Karl, fue asesinado delante de mis narices, no pude hacer nada y me echaron de la marina tras mi falsa proeza de haber matado a los almirantes durante la guerra de Loguetown. Me he unido a los revolucionarios he ascendido a Oficial, estoy planeando mi siguiente golpe de estado con mi equipo especial, la venganza de la quimera. Por ahora mi principal objetivo es entrenar mi haki de observación al máximo, después yo mismo iniciare la guerra por la justicia absoluta.
El castaño llevaba su camiseta negra de manga corta, los pantalones largos y los vendajes de siempre. A su espalda estaba su arma legendaria, en su cintura sus machetes de kairouseki y además en la zona de los tobillos algunas pistolas metidas en fundas. Siempre iba armado hasta los dientes, una vez llegó hasta el objeto de madera, lo abrió despacio y no pudo evitar esbozar una media sonrisa para después coger lo que parecía ser unos cuantos den mushi, los cuales tomó y dejó sobre su mesa, volviéndose a sentar en ella. Una vez lo hizo un soldado abrió la puerta soltando algunos jadeos, parecía estar asustado por algo. – Señor, nuestros hombres están siendo derrotados, nuestras cámaras secretas no han logrado detectar nada. Estamos en peligro, por suerte parece no haber bajas y no hay muertos. – Aquello no provocó ningún tipo de cambio en la mirada del marine, el cual continuaba con sus archivos de forma tranquila. Acto seguido colocó una de las pistolas sobre la mesa y soltó un largo suspiro. – Si no ha matado a nadie no pasa nada, deja las puertas abiertas y que llegue hasta aquí. – Dicho eso continuó a lo suyo.
El guardia se fue pero momentos después una poderosa presencia llegó hasta el haki observación de Krauser, esto le hizo sonreír de lado y simplemente siguió a lo suyo hasta que la puerta se hubo abierto y pudo ver a aquella figura encapuchada. Algo le decía que le pegará un abrazo enseguida, ese capullo estaba vivo, él demonio pensaba lo contrario y aquello le alegró bastante, se levantó y avanzó hacia él. Fue entonces cuando el hombre explicó lo pasado y dejó ver su aspecto, pese a las palabras el demonio no pudo evitar lanzarse por él y abrazarle con fuerza mientras sonreía. – Estás vivo, amigo… – Ahora estaba bastante contento, también sería feliz sabiendo la ubicación de su amigo Alex pero no sabía tampoco nada de él. La felicidad duró poco tras las siguientes palabras de Dark, alguien había matado a Shun, Samegure recordó ese hombre. Era parte de la banda de Alex, aquello le hizo lanzar una patada a la mesa y tirarla al suelo, frunciendo el ceño y apretando los puños con ira. – No te preguntaré si sabes quién ha sido ya que si así fuera ese cabrón estaría muerto.
Iba a ponerle ahora las cosas en orden, lo primero que hizo el ex marine fue sentarse en su cama y mirar a su amigo. La sala era grande y había muchas sillas para que eligiera, de hecho ahora empezó a sonar uno de los den mushi, pero el castaño lo ignoró y soltó un suspiro. – Tras haber encubierto a mi amigo Karl, fue asesinado delante de mis narices, no pude hacer nada y me echaron de la marina tras mi falsa proeza de haber matado a los almirantes durante la guerra de Loguetown. Me he unido a los revolucionarios he ascendido a Oficial, estoy planeando mi siguiente golpe de estado con mi equipo especial, la venganza de la quimera. Por ahora mi principal objetivo es entrenar mi haki de observación al máximo, después yo mismo iniciare la guerra por la justicia absoluta.
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-¿La guerra por la justicia absoluta?- Le preguntó, encogiéndose de hombros -Suenas como un hombre que vendería el mundo. Yo más bien lo llamaría... -Llevó la mano a su barbilla y pensó detenidamente -Instaurar un nuevo orden mundial. Tenemos que echar a esa gente y destruir a la marine. Si no, ¿quién lo hará?...- Volvió a tomar una pausa, esta vez para apoyarse en la pared y renegar de cualquier silla, no le apetecía estar sentado -No conocí a Karl, pero he oído grandes proezas por parte de todos. Lo único que vi de él fue su inmolación en Mariejoa cuando ocurrió todo.
Elevó un poco el brazo y observó entre las juntas de la armadura unas cuantas escamas negras. Ahí yo perdí el brazo y la pierna, recordó. Pero no era momento de lamentar pérdidas, era la hora de actuar de una vez por todas. Había pasado demasiado tiempo retirado y, a pesar de que sus ideales se habían mantenido todo este tiempo, nada podía reprimir la sed de sangre que sentía hacia el asesino de Shun. Lo descubriría con sus hilos en la marine. Lo perseguiría hasta el fin del mundo, todo en un juego que contra más se desesperase su presa, más satisfecho quedaría él al arrebatarle la vida. Pero, ¿y si por una gran casualidad Shun había fingido su muerte y se había separado de la vida de los mares al igual que él? No, no podía ser eso. El samurái tenía honor, y aquello volvía a alguien despreciable como persona. Cosa la cual Dark agradecía ante la calidez que le demostró albergar hacia él el demonio de la niebla. Algo que resultaba reconfortante y a la vez esperanzador. Si seguía reuniendo a sus viejos aliados y todos cooperaban juntos, no habría lugar en el mar en el que el verdugo de su antiguo camarada pudiese huir.
-Si quieres, yo mismo puedo prestar ayuda a mejorar tu haki de observación, Krauser. Puedo alardear de tener uno de los mejores mantras de los siete mares.- Cerró los ojos lentamente y después los abrió, para señalar hacia la ventana -A pesar de que he tomado precauciones, me han seguido dos buques llenos de gente. Tal vez la haya liado ligeramente liberando haki del rey por todos los lados. Pero no quería dañar a tus subordinados, y mucho menos herirlos. Vigilan demasiado bien la zona, y, bueno...- Intentó excusarse.
Pero aquella ocasión podía ser perfecta para enseñar que no dependía de una logia para derribar barios barcos. Se dirigió hacia el ventanal y apoyó la mano en el marco inferior para tomar impulso y romper toda la sala con el mismo salto.
-¡Luego te ayudo a arreglarlo!- Gritó mientras se dirigía a una velocidad vertiginosa hacia uno de los buques, aterrizando en él de forma firme y provocando que se tambalease por el mismo impacto. Después, antes de que nadie pudiese reaccionar, golpeó con su brazo dracónico imbuido en haki de armadura al máximo, hasta el punto de partirlo por la mitad. Mientras los trozos saltaban por el aire, comenzó a noquear a cada marine que había en el buque, arrojándolos a la orilla después de dejarlos sin consciencia. Se encaró al vice-almirante del barco y lo miró fijamente. Llevaba una armadura totalmente blanca, incluido hasta el casco. Tenía varios remaches negros que recorrían las zonas frágiles del conjunto. Empuñaba una espada y escudo, que no tardó demasiado en tirar hacia los lados de forma violenta.
-¡Traidor!- Gritó mientras sacaba un palo de kairoseki que poseía en el lateral del cinturón y daba varias vueltas con él en la mano. Parecía hábil con el instrumento.
No sé por qué, pero esta escena me suena de algo... Pensó, mientras sacaba a Haruno Ro y la empuñaba con las dos manos. El rival no duró más de una estocada, Dark era mucho más rápido y preciso que él. Sacó la katana de su cuerpo y volvió a la orilla nadando, presumiendo de que podía volverlo a hacer si Krauser lo estaba observando.
-¡Venga Demonio de la niebla, te dejo otro barco para ti!- Le retó mientras reía a carcajadas. No era la primera vez que asaltaban buques de la marine.
Elevó un poco el brazo y observó entre las juntas de la armadura unas cuantas escamas negras. Ahí yo perdí el brazo y la pierna, recordó. Pero no era momento de lamentar pérdidas, era la hora de actuar de una vez por todas. Había pasado demasiado tiempo retirado y, a pesar de que sus ideales se habían mantenido todo este tiempo, nada podía reprimir la sed de sangre que sentía hacia el asesino de Shun. Lo descubriría con sus hilos en la marine. Lo perseguiría hasta el fin del mundo, todo en un juego que contra más se desesperase su presa, más satisfecho quedaría él al arrebatarle la vida. Pero, ¿y si por una gran casualidad Shun había fingido su muerte y se había separado de la vida de los mares al igual que él? No, no podía ser eso. El samurái tenía honor, y aquello volvía a alguien despreciable como persona. Cosa la cual Dark agradecía ante la calidez que le demostró albergar hacia él el demonio de la niebla. Algo que resultaba reconfortante y a la vez esperanzador. Si seguía reuniendo a sus viejos aliados y todos cooperaban juntos, no habría lugar en el mar en el que el verdugo de su antiguo camarada pudiese huir.
-Si quieres, yo mismo puedo prestar ayuda a mejorar tu haki de observación, Krauser. Puedo alardear de tener uno de los mejores mantras de los siete mares.- Cerró los ojos lentamente y después los abrió, para señalar hacia la ventana -A pesar de que he tomado precauciones, me han seguido dos buques llenos de gente. Tal vez la haya liado ligeramente liberando haki del rey por todos los lados. Pero no quería dañar a tus subordinados, y mucho menos herirlos. Vigilan demasiado bien la zona, y, bueno...- Intentó excusarse.
Pero aquella ocasión podía ser perfecta para enseñar que no dependía de una logia para derribar barios barcos. Se dirigió hacia el ventanal y apoyó la mano en el marco inferior para tomar impulso y romper toda la sala con el mismo salto.
-¡Luego te ayudo a arreglarlo!- Gritó mientras se dirigía a una velocidad vertiginosa hacia uno de los buques, aterrizando en él de forma firme y provocando que se tambalease por el mismo impacto. Después, antes de que nadie pudiese reaccionar, golpeó con su brazo dracónico imbuido en haki de armadura al máximo, hasta el punto de partirlo por la mitad. Mientras los trozos saltaban por el aire, comenzó a noquear a cada marine que había en el buque, arrojándolos a la orilla después de dejarlos sin consciencia. Se encaró al vice-almirante del barco y lo miró fijamente. Llevaba una armadura totalmente blanca, incluido hasta el casco. Tenía varios remaches negros que recorrían las zonas frágiles del conjunto. Empuñaba una espada y escudo, que no tardó demasiado en tirar hacia los lados de forma violenta.
-¡Traidor!- Gritó mientras sacaba un palo de kairoseki que poseía en el lateral del cinturón y daba varias vueltas con él en la mano. Parecía hábil con el instrumento.
No sé por qué, pero esta escena me suena de algo... Pensó, mientras sacaba a Haruno Ro y la empuñaba con las dos manos. El rival no duró más de una estocada, Dark era mucho más rápido y preciso que él. Sacó la katana de su cuerpo y volvió a la orilla nadando, presumiendo de que podía volverlo a hacer si Krauser lo estaba observando.
-¡Venga Demonio de la niebla, te dejo otro barco para ti!- Le retó mientras reía a carcajadas. No era la primera vez que asaltaban buques de la marine.
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Krauser observó como aquel hombre se echaba contra la pared. Era como si no le gustasen las sillas y eso le hizo sonreír de lado aguantando una leve risa pues estaban hablando de un tema serio. Ambos estaban de acuerdo en lo mismo. Había que imponer un orden justo y eliminar a la marina cuanto antes. Después llegó la propuesta para ayudarle a mejorar su haki. La idea era buena pero el demonio ya tenía un plan listo para aquello. No podía desvelarlo tan temprano pues no sabía si iba a funcionar y no quería hacer el ridículo delante de su amigo. Este luego dijo que había enemigos que le habían seguido. Lo más gracioso es que la sala de Krauser era alto secreto y era ridículo poner ventanas. No había hasta que… vale si había. Dark se había cargado la jodida sala haciendo uso de su fuerza.
Krauser se quedó callado mientras miraba con algo de nostalgia su preciosa pared. Por si fuera poco en aquella sala ahora reventada yacía alguien muy importante para él, su armario. Ese precioso mueble colocado en la zona cercana a la súper ventana que ahora había hecho aquel tipo. Se acercó despacio a la madera reventada y la acarició con la mano despacio. – Será cabrón… viene a mi casa y me rompe la sala… ¡Dark! – Gritó de repente mientras las venas de la frente se le hinchaban y salía tras su amigo para darle una colleja en cuanto lo pillara. En esa sala guardaba sus documentos en finos y frágiles folios de papel. Menos mal que poseía copias en distintos puntos de la base por si pasaba algo así. Cuando trató de alcanzarlo se dio cuenta de que estaba en uno de aquellos dos enormes buques de la marina.
De un golpe partió aquel vehículo en dos y eso hizo silbar al demonio de la niebla. Había quedado impresionado al comprobar la fuerza del espadachín. No pudo evitar mostrar una leve sonrisa cuando este le invitó a cargarse el otro. Esos capullos habían visto su base y no podía dejar que volvieran a informar. El antiguo almirante extendió el brazo hacia arriba y empezó a acumular energía blanca. En pocos segundos se creó un enorme shuriken de cinco puntas que daba vueltas sin parar. Era tal su tamaño que el propio Oficial tenía miedo a auto decapitarse con él y por ello se mantenía algo agachado. El enorme ataque se volvió negro debido al haki armadura y sin pensarlo más lo lanzó contra el enorme buque. Cuando impactó contra el vehículo enemigo se formó una increíble explosión cortante que hizo un tremendo agujero en el lateral. El agua empezó a colarse de forma exagerada y el barco a hundirse en las profundidades.
Krauser ahora tomó su comunicador y tras un suspiro llamó a uno de sus nombres. – Venid a la base Norte, hay decenas de marines que deben ser encerrados antes de que puedan chivarse de este sitio. – Colgó una vez hubo dicho aquello y ahora se estiró un poco. Realizar aquel ataque era difícil y por el momento lo había usado muy pocas veces en la que su vida peligraba. Ahora caminó hasta su amigo con las manos en los bolsillos, una vez llegara hasta él, trataría de chocarle la mano por el buen trabajo en equipo. Lo que no podía creer es que el espadachín derrotará a un hombre que por su aura debía de ser un Vice-almirante o Contra-almirante de un solo ataque. Dejando eso a parte solo pudo sonreír y mirar a su colega a los ojos. – Dark-chan… mi despacho… – Su sonrisa pasó a ser sádica y siniestra mientras colocaba su brazo por encima del hombro del marine, emitiendo una leve carcajada inquietante.
Krauser se quedó callado mientras miraba con algo de nostalgia su preciosa pared. Por si fuera poco en aquella sala ahora reventada yacía alguien muy importante para él, su armario. Ese precioso mueble colocado en la zona cercana a la súper ventana que ahora había hecho aquel tipo. Se acercó despacio a la madera reventada y la acarició con la mano despacio. – Será cabrón… viene a mi casa y me rompe la sala… ¡Dark! – Gritó de repente mientras las venas de la frente se le hinchaban y salía tras su amigo para darle una colleja en cuanto lo pillara. En esa sala guardaba sus documentos en finos y frágiles folios de papel. Menos mal que poseía copias en distintos puntos de la base por si pasaba algo así. Cuando trató de alcanzarlo se dio cuenta de que estaba en uno de aquellos dos enormes buques de la marina.
De un golpe partió aquel vehículo en dos y eso hizo silbar al demonio de la niebla. Había quedado impresionado al comprobar la fuerza del espadachín. No pudo evitar mostrar una leve sonrisa cuando este le invitó a cargarse el otro. Esos capullos habían visto su base y no podía dejar que volvieran a informar. El antiguo almirante extendió el brazo hacia arriba y empezó a acumular energía blanca. En pocos segundos se creó un enorme shuriken de cinco puntas que daba vueltas sin parar. Era tal su tamaño que el propio Oficial tenía miedo a auto decapitarse con él y por ello se mantenía algo agachado. El enorme ataque se volvió negro debido al haki armadura y sin pensarlo más lo lanzó contra el enorme buque. Cuando impactó contra el vehículo enemigo se formó una increíble explosión cortante que hizo un tremendo agujero en el lateral. El agua empezó a colarse de forma exagerada y el barco a hundirse en las profundidades.
Krauser ahora tomó su comunicador y tras un suspiro llamó a uno de sus nombres. – Venid a la base Norte, hay decenas de marines que deben ser encerrados antes de que puedan chivarse de este sitio. – Colgó una vez hubo dicho aquello y ahora se estiró un poco. Realizar aquel ataque era difícil y por el momento lo había usado muy pocas veces en la que su vida peligraba. Ahora caminó hasta su amigo con las manos en los bolsillos, una vez llegara hasta él, trataría de chocarle la mano por el buen trabajo en equipo. Lo que no podía creer es que el espadachín derrotará a un hombre que por su aura debía de ser un Vice-almirante o Contra-almirante de un solo ataque. Dejando eso a parte solo pudo sonreír y mirar a su colega a los ojos. – Dark-chan… mi despacho… – Su sonrisa pasó a ser sádica y siniestra mientras colocaba su brazo por encima del hombro del marine, emitiendo una leve carcajada inquietante.
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