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Kiroi conocía todas las islas del South Blue a la perfección. No en vano llevaba viajando por ellas toda su vida. Pero aquella isla era especial. Saint Reia era, desde hacía tiempo, una base del ejército revolucionario. Al Gyojin le daba igual todo aquel asunto de la revolución que se traían entre manos pero, debido a su trabajo, pasaba mucho por aquella isla a realizar sabotajes y diferentes tareas.
Pero aquel día era diferente. Aquel día el emperador del mar solo buscaba una cosa... Sangre.
Se había enterado por un tercero de alguien a quien le podría interesar una expedición de caza y, dado que era un marine, al amarillento hombre pez no se le ocurrió nada mejor que cazar que revolucionarios.
Se había citado con aquel hombre, al que desconocía, por medio de una carta, en una cala en la parte occidental de la isla, lugar en el que ahora se encontraba el Gyojin, sentado sobre la arena con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, esperando a su compañero de juegos.
Pero aquel día era diferente. Aquel día el emperador del mar solo buscaba una cosa... Sangre.
Se había enterado por un tercero de alguien a quien le podría interesar una expedición de caza y, dado que era un marine, al amarillento hombre pez no se le ocurrió nada mejor que cazar que revolucionarios.
Se había citado con aquel hombre, al que desconocía, por medio de una carta, en una cala en la parte occidental de la isla, lugar en el que ahora se encontraba el Gyojin, sentado sobre la arena con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, esperando a su compañero de juegos.
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Unos pasos. Unos pasos fue lo único que se escuchó por la zona. Su dueño era un hombre de una altura formidable casi llegando a los dos metros. Krauser, un marine de la brigada disciplinaria. En su mano derecha portaba una carta la cual sujetaba. Sus pasos cada vez eran más rápidos debido a la impaciencia. Esa carta era algo que había recibido de alguien a quien no conocía. Cosa que le daba absolutamente igual pues el objetivo era cazar a unas ratas revolucionarias y era algo que le vendría bien. Su enorme espada casi tan grande como él, viajaba a su espalda como de costumbre. Era su arma de matar y la que hoy también sería como cada día. Su mirada era fría como el hielo. Todo parecía normal en él salvo la velocidad a la que caminaba debido a las ganas de comenzar que este tenía. Sus vendas tapaban el rostro por la mitad como siempre y su cinta en la cabeza estaba bien ajustada. Parecía soplar un poco de brisa pues su cabello se movía un poco a los lados.
No pasaron más de cinco minutos hasta que llegó a una cala en la parte occidental de la isla en la que había quedado con dicha persona. Al llegar allí lo único que vio fue un Gyojin allí sentado con las piernas cruzadas. En verdad la raza le daba igual pues Krauser creía que todos eran iguales y por ello no tenía nada en contra de ninguna raza. Finalmente llevó la mano derecha a su espalda donde agarró el mango de tu enorme espada y la cogió clavándola en el suelo con fuerza para se quedara así y seguidamente crujirse los nudillos. Acto seguido hizo un pequeño avión de papel y lo lazo al lado del gyojin. Se clavó justo al lado de él. Tras eso unas palabras se escucharon de Krauser las cuales eran muy tranquilas y con un tono realmente tranquilo. Como el que le habla a un conocido de toda la vida.
- Hola. Sera un placer luchar a tu lado. Compañero
Dijo por último lugar dejando su espada allí clavada a tres metros del gyojin y acercándose a este hasta colocarse a su lado y estirar su mano hacia él con toda la intención de ayudarle a levantar. En cierto modo Krauser les tenía ganas a esos revolucionarios ya que sabía perfectamente la historia de esa isla y no era algo que le hacía gracia con lo que esta había sido y con lo que era ahora.
No pasaron más de cinco minutos hasta que llegó a una cala en la parte occidental de la isla en la que había quedado con dicha persona. Al llegar allí lo único que vio fue un Gyojin allí sentado con las piernas cruzadas. En verdad la raza le daba igual pues Krauser creía que todos eran iguales y por ello no tenía nada en contra de ninguna raza. Finalmente llevó la mano derecha a su espalda donde agarró el mango de tu enorme espada y la cogió clavándola en el suelo con fuerza para se quedara así y seguidamente crujirse los nudillos. Acto seguido hizo un pequeño avión de papel y lo lazo al lado del gyojin. Se clavó justo al lado de él. Tras eso unas palabras se escucharon de Krauser las cuales eran muy tranquilas y con un tono realmente tranquilo. Como el que le habla a un conocido de toda la vida.
- Hola. Sera un placer luchar a tu lado. Compañero
Dijo por último lugar dejando su espada allí clavada a tres metros del gyojin y acercándose a este hasta colocarse a su lado y estirar su mano hacia él con toda la intención de ayudarle a levantar. En cierto modo Krauser les tenía ganas a esos revolucionarios ya que sabía perfectamente la historia de esa isla y no era algo que le hacía gracia con lo que esta había sido y con lo que era ahora.
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Kiroi observó los movimientos del impresionante hombre y su aún más impresionante espada sin inmutarse hasta que este se acercó y le tendió la mano. Pese a que iban a ser compañeros por un día, el Gyojin aborrecía el contacto físico con otras razas, salvo con los gigantes, por lo que dedicó una amplia sonrisa al marine y, con mucha calma, se levantó por su propio pie.
-Tranquilo, puedo ser gordo, pero aún puedo levantarme sin ayuda.- Dijo con sorna.- El placer es mío, compañero.- Pese al profundo desprecio que profesaba hacia los humanos en general, el Gyojin sabía que había algunos que merecían la pena, por lo que se predispuso mentalmente a no prejuzgar a aquel marine por las apariencias.- Bueno... ¿Que tal si nos acercamos al pueblo y comenzamos con los ejercicios matutinos?- Propuso el hombre globo con una mueca sádica en su rostro.
-Tranquilo, puedo ser gordo, pero aún puedo levantarme sin ayuda.- Dijo con sorna.- El placer es mío, compañero.- Pese al profundo desprecio que profesaba hacia los humanos en general, el Gyojin sabía que había algunos que merecían la pena, por lo que se predispuso mentalmente a no prejuzgar a aquel marine por las apariencias.- Bueno... ¿Que tal si nos acercamos al pueblo y comenzamos con los ejercicios matutinos?- Propuso el hombre globo con una mueca sádica en su rostro.
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Krauser escuchaba tranquilamente sus palabras. Le propuso primero ir al pueblo a hacer los ejercicios. Algo le decía sobre que iban a tratar esos ejercicios al ver su expresión sádica en el rostro del gyojin. Este asintió con la cabeza afirmándole su propuesta. Tras eso echó a caminar a donde estaba su espada. En tres segundos había llegado. Estiró su mano derecha hasta agarrar el mango de su enorme espada. Se quedó unos segundos con la mano agarrando aquel mango y callado. Era la hora de la caza y la hora de que su espada probara la sangre de aquellos revolucionarios. No tendría piedad ninguna y mucho menos con aquellas ratas. Levantó su espada sacándola de la arena y paso la mano izquierda con mucho cuidado por la parte gruesa de la espada para limpiar la arena. Después de eso la volvió a colocar amarrada a su espalda como estaba desde el principio y se giró hacia el hombre pez. Lo miraba tranquilamente con su mirada inexpresiva para después dar unos pasos y quedar a un metro de él.
- Yo ya estoy listo. Cuando quieras podemos partir. Solo una cosa. A la hora de combatir mantengamos distancias. Mi forma de combate suele ser muy amplia lo que se dice al terreno. Esta espada ocupa bastante radio y podría darte sin querer. Además de que mi habilidad podría dificultar bastante tu campo de visión y podría perjudicarte cuando estés peleando. Dicho esto creo que podemos empezar la fiesta compañero. A no ser que tu también tengas algo que decir para que yo tenga cuidado.
Esperaba su respuesta sin expresión identificadora alguna en el rostro. Su estilo de lucha era devastador y mas con el gran espadón que llevaba que ocupada casi los dos metros. Mas el poder de su fruta que hacía que todo se llenara de niebla. Aunque poca cosa ya que no la había usado mucho y no la dominaba bien todavía. Pero aun así era lo justo para molestar a cualquiera que estuviera a cinco metros de él. No solía trabajar mucho en equipo salvo por las misiones conjuntas de la brigada disciplinaria de su capitán Lion D.Karl, Salvo por eso siempre combatía solo e iba a las islas en solitario para realizar investigaciones para la marina.
Dejó caer ambos brazos hasta tenderlos hacia abajo fijo en el Gyojin esperando su confirmación sobre lo que le había dicho o esperando alguna advertencia también sobre la que tener cuidado. Aquel hombre pez también tendría su estilo y podría perjudicarle a él, si estaba muy cerca o algo parecido. Y no quería acabar herido por una confusión a la hora del combate.
- Yo ya estoy listo. Cuando quieras podemos partir. Solo una cosa. A la hora de combatir mantengamos distancias. Mi forma de combate suele ser muy amplia lo que se dice al terreno. Esta espada ocupa bastante radio y podría darte sin querer. Además de que mi habilidad podría dificultar bastante tu campo de visión y podría perjudicarte cuando estés peleando. Dicho esto creo que podemos empezar la fiesta compañero. A no ser que tu también tengas algo que decir para que yo tenga cuidado.
Esperaba su respuesta sin expresión identificadora alguna en el rostro. Su estilo de lucha era devastador y mas con el gran espadón que llevaba que ocupada casi los dos metros. Mas el poder de su fruta que hacía que todo se llenara de niebla. Aunque poca cosa ya que no la había usado mucho y no la dominaba bien todavía. Pero aun así era lo justo para molestar a cualquiera que estuviera a cinco metros de él. No solía trabajar mucho en equipo salvo por las misiones conjuntas de la brigada disciplinaria de su capitán Lion D.Karl, Salvo por eso siempre combatía solo e iba a las islas en solitario para realizar investigaciones para la marina.
Dejó caer ambos brazos hasta tenderlos hacia abajo fijo en el Gyojin esperando su confirmación sobre lo que le había dicho o esperando alguna advertencia también sobre la que tener cuidado. Aquel hombre pez también tendría su estilo y podría perjudicarle a él, si estaba muy cerca o algo parecido. Y no quería acabar herido por una confusión a la hora del combate.
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-¿Algún aviso...?- Dijo meditanbundo el Gyojin.- Si. Solo hay una cosa que odio más que a los humanos, y es la debilidad. Demuestra ser débil y los revolucionarios serán la menor de tus preocupaciones, marine. Lucha con garra y fuerza y te ganarás un hueco en la corta lista de humanos a los que no desprecio. Y... creo que sería una buena idea que bajo ningún concepto te acercaras a ninguna fuente de agua, podría ser perjudicial para tu salud.- Kiroi echó los brazos atrás, haciendo que sus hombros crujieran con un leve sonido, amortiguado por la enorme capa de grasa del pez.
-Bueno, vamos tirando, que se nos hace tarde, humano. No quiero que nos sorprenda un comandante del ejército revolucionario antes de que acabemos el calentamiento.- Y, sin decir nada más, echó a andar hacia el poblado más cercano, en el que, por informes del gobierno, sabía que solo había un grupo de reclutas, media docena de guerrilleros novatos y una gran cantidad de mujeres, ancianos y niños indefensos, familiares de los revolucionarios.
-Bueno, vamos tirando, que se nos hace tarde, humano. No quiero que nos sorprenda un comandante del ejército revolucionario antes de que acabemos el calentamiento.- Y, sin decir nada más, echó a andar hacia el poblado más cercano, en el que, por informes del gobierno, sabía que solo había un grupo de reclutas, media docena de guerrilleros novatos y una gran cantidad de mujeres, ancianos y niños indefensos, familiares de los revolucionarios.
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Debilidad. Precisamente lo que no tenía Krauser. Aquel hombre no conocía la piedad ni el miedo y no sería hoy cuando la conocería. Uno de los comentarios de aquel hombre pez le llamó la atención. Que no se acercase al agua, podría ser perjudicial para su salud. Era algo imposible que aquel hombre pez se hubiera dado cuenta de que era un usuario de la fruta del diablo. Pero tal vez no lo había dicho por eso. ¿Acaso podía hacer ataques peligrosos con el agua? Era una opción pero no se iba a acercar de todas formas a dicho líquido. Un comandante del ejército era algo que podía ser peligroso para aquel ejercicio. Por lo que sin perder más tiempo asintió y empezó a caminar a su lado tranquilamente. No sabía qué clase de de luchadores les esperarían allí o que numero podían ser. Solo caminaba imaginándose que no podían ser muchos, pero quizás se equivocaba y eran bastantes. Las posibilidades eran varias después de todo. Su mirada seguía fría mientras caminaba junto a él. No parecía que su mirada fuera a cambiar en todo el dia pues debía mantenerse frio y serio además de mantener la sangre fría. Lo que iba a pasar era algo que no muchos tendrían el valor de hacer. Si había niños y mujeres entre ellos, iban a acabar bastante mal. Krauser, el gran espada. No distinguía sexo ni edad en esos casos. Eran el enemigo puesto que eran parte de la familia del enemigo. Por lo que su destino ya estaba claro. La muerte iba a ser la opción adecuada.
Su compañero parecía también pensar como él. Pues seguramente no le iba a importar lo que habría, había hablado anteriormente sobre debilidad. Si dijo aquello es que debería ser bastante fuerte y tener bastante sangre fría también.
Su compañero parecía también pensar como él. Pues seguramente no le iba a importar lo que habría, había hablado anteriormente sobre debilidad. Si dijo aquello es que debería ser bastante fuerte y tener bastante sangre fría también.
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Tardaron unos quince minutos, a paso relajado, en llegar a las afueras del pueblo. En ese momento, justo antes de comenzar la debacle, el Gyojin detuvo a Krauser.
-Ah, casi lo olvido. Mis superiores me han dicho que, si nos desmadramos mucho y les damos un buen golpe a estos insectos, algo de lo que les cueste recuperarse, nos pagarán un pequeño "incentivo" por hacer el trabajo sucio. No todo el mundo tiene estómago para matar a mujeres y niños. No será mucho, puede que 5.000 para cada uno, pero, sinceramente, me pagan por hacer lo que me gusta, no me puedo quejar. Ahora vamos a hacer una cosa. Quiero que entres en el pueblo y que te explayes a tus anchas, tengo que preparar una sorpresita. Cuando te avise, quiero que salgas de la plaza a toda velocidad, o morirás.
Sin esperar confirmación de su compañero, Kiroi saltó, utilizando sus sandalias, al tejado de uno de los edificios más alejados del pueblo. Se ocultó para que no lo divisaran desde el suelo y, una vez listo, comenzó a concentrar su energía y crear agua que, poco a poco, fue llenando una oquedad que tenía el tejado.
-Ah, casi lo olvido. Mis superiores me han dicho que, si nos desmadramos mucho y les damos un buen golpe a estos insectos, algo de lo que les cueste recuperarse, nos pagarán un pequeño "incentivo" por hacer el trabajo sucio. No todo el mundo tiene estómago para matar a mujeres y niños. No será mucho, puede que 5.000 para cada uno, pero, sinceramente, me pagan por hacer lo que me gusta, no me puedo quejar. Ahora vamos a hacer una cosa. Quiero que entres en el pueblo y que te explayes a tus anchas, tengo que preparar una sorpresita. Cuando te avise, quiero que salgas de la plaza a toda velocidad, o morirás.
Sin esperar confirmación de su compañero, Kiroi saltó, utilizando sus sandalias, al tejado de uno de los edificios más alejados del pueblo. Se ocultó para que no lo divisaran desde el suelo y, una vez listo, comenzó a concentrar su energía y crear agua que, poco a poco, fue llenando una oquedad que tenía el tejado.
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El gyojin le había detenido. Tras escuchar sus palabras asintió tranquilamente. Al parecer les pagarían y todo. Y no solo eso. También le había dicho que saliera de la plaza si no quería morir, no iba preguntar le motivo pero obedecería sin rechistar. Matar no era problema para el gran espada ya fueran mujeres o niños. No conocía la piedad y eso estaba a punto de demostrarse. Cuando el hombre pez se fue, este sonrió de lado algo sádico y se introdujo en el pueblo con paso ligero. Al llegar a una de las calles una pequeña pelota llegó hasta sus pies. Un crio de unos seis años se acercó sonriendo felizmente y le miro pidiéndole la pelota amablemente. Krauser sacó su espadón y de un simple tajo con los dos brazos aquel pequeño crio acabó partido en dos. Su madre que estaba cerca se puso a gritar entre lágrimas al ver aquello y los hombres salieron de sus casas. Al ver ese caos corrieron a por él gritando y algunos armados.
La mano libre del marine ahora tocaba el suelo y una niebla empezó a formarse a unos pocos metros lo justo para taparle y darle escondite. Los demás miraban algo impresionados cuando uno de ellos se atrevió a aventurarse con un hacha gritando. Tras unos tres segundos se la niebla salió la cabeza de aquel hombre. Al gritar como un loco al gran espada le fue fácil localizarle y eliminarle en apenas unos segundos. Los demás retrocedieron unos pasos hablando entre ellos cuando este salió de la niebla dando un enorme tajo con la espada de arriba abajo cortando en dos a otro de ellos. Tras eso corrió por las calle eliminando a su paso mujeres, ancianos y hasta niños. Los hombres le seguían como podían corriendo tras él. Si seguían viniendo tantos Krauser estaría en problemas por lo que aumento su velocidad girando por otra calle.
Pudo recordar las palabras del Gyojin y sabía que si se alejaba mucho no le daría tiempo a salir del pueblo por lo que se frenó en seco. Dos hombres cargaron con sus espadas contra él, pero este las bloqueó con su arma. Un sonido de disparo sonó en la calle y el marine recibió un tiro en el hombro. Con un grito de dolor hizo presión con su arma en las de los otros dos hombres y los tiró al suelo. Se dirigió rápidamente al hombre de aquel rifle. Por el camino se llevó otro tiro en el brazo del mismo hombro herido. Con el brazo bueno lanzó un tajo con el arma decapitándolo. Después salió corriendo de allí por varias calles que recorrió anteriormente para estar cerca de la salida del pueblo para poder escapar cuando el hombre pez le diera la señal adecuada.
La mano libre del marine ahora tocaba el suelo y una niebla empezó a formarse a unos pocos metros lo justo para taparle y darle escondite. Los demás miraban algo impresionados cuando uno de ellos se atrevió a aventurarse con un hacha gritando. Tras unos tres segundos se la niebla salió la cabeza de aquel hombre. Al gritar como un loco al gran espada le fue fácil localizarle y eliminarle en apenas unos segundos. Los demás retrocedieron unos pasos hablando entre ellos cuando este salió de la niebla dando un enorme tajo con la espada de arriba abajo cortando en dos a otro de ellos. Tras eso corrió por las calle eliminando a su paso mujeres, ancianos y hasta niños. Los hombres le seguían como podían corriendo tras él. Si seguían viniendo tantos Krauser estaría en problemas por lo que aumento su velocidad girando por otra calle.
Pudo recordar las palabras del Gyojin y sabía que si se alejaba mucho no le daría tiempo a salir del pueblo por lo que se frenó en seco. Dos hombres cargaron con sus espadas contra él, pero este las bloqueó con su arma. Un sonido de disparo sonó en la calle y el marine recibió un tiro en el hombro. Con un grito de dolor hizo presión con su arma en las de los otros dos hombres y los tiró al suelo. Se dirigió rápidamente al hombre de aquel rifle. Por el camino se llevó otro tiro en el brazo del mismo hombro herido. Con el brazo bueno lanzó un tajo con el arma decapitándolo. Después salió corriendo de allí por varias calles que recorrió anteriormente para estar cerca de la salida del pueblo para poder escapar cuando el hombre pez le diera la señal adecuada.
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Kiroi ya había acumulado una cantidad más que aceptable de agua en las oquedades del tejado y Krauser había logrado no solo atraer la atención de todos los hombres en condiciones de luchar hacia el, sino también la de múltiples e inocentes niños curiosos y sus madres, que corrían tras ellos para evitar que sufrieran daños.
Kiroi vio como el marine entraba en la plaza mientras retrocedía siguiendo el camino que había tomado antes. Lo perseguía una auténtica marea de personas. El Gyojin hinchó sus potentes pulmones de cantante.
-¡Ahora marine, cúbrete!- Tras decir eso, y sin perder un solo segundo, Kiroi cogió todo el agua que había acumulado y la lanzó hacia arriba. Activó sus sandalias y dio un poderoso salto, acabando en el centro de la masa de agua. Entonces, utilizando su Semei Kikan, hizo que casi todas sus espinas salieran disparadas, con poca fuerza, y quedaran suspendidas en el agua. Tras eso estiró los brazos y fue agarrando el agua como si fuera plastilina y el estuviera quitando pelotitas.
-Imperial Gyojin Arts.... ¡Regal Mines!- Kiroi comenzó a lanzar las esferas de agua contra la plaza, apuntando específicamente a donde había más gente concentrada.
Con cada impacto, no solo recibían un potente golpe, sino que las múltiples espinas ocultas en el agua salían disparadas en todas direcciones, clavándose indiscriminadamente y segando vidas.
Tras lanzar la última, sin esperar a que se disipara el polvo para ver si su ataque había surtido efecto, el Gyojin utilizó su Geppou para situarse sobre el centro de la plaza, se hinchó, desplegando las pocas espinas que se le habían regenerado, y se dejó caer como un peso muerto sobre la plaza mientras endurecía su cuerpo con el Tekkai. Existía la posibilidad de que acertara y acabara con las vidas de los supervivientes, que fallara o incluso que aterrizara sobre su compañero, aunque esta última, si el marine le había hecho caso y se había ocultado, era menos probable.
Kiroi vio como el marine entraba en la plaza mientras retrocedía siguiendo el camino que había tomado antes. Lo perseguía una auténtica marea de personas. El Gyojin hinchó sus potentes pulmones de cantante.
-¡Ahora marine, cúbrete!- Tras decir eso, y sin perder un solo segundo, Kiroi cogió todo el agua que había acumulado y la lanzó hacia arriba. Activó sus sandalias y dio un poderoso salto, acabando en el centro de la masa de agua. Entonces, utilizando su Semei Kikan, hizo que casi todas sus espinas salieran disparadas, con poca fuerza, y quedaran suspendidas en el agua. Tras eso estiró los brazos y fue agarrando el agua como si fuera plastilina y el estuviera quitando pelotitas.
-Imperial Gyojin Arts.... ¡Regal Mines!- Kiroi comenzó a lanzar las esferas de agua contra la plaza, apuntando específicamente a donde había más gente concentrada.
Con cada impacto, no solo recibían un potente golpe, sino que las múltiples espinas ocultas en el agua salían disparadas en todas direcciones, clavándose indiscriminadamente y segando vidas.
Tras lanzar la última, sin esperar a que se disipara el polvo para ver si su ataque había surtido efecto, el Gyojin utilizó su Geppou para situarse sobre el centro de la plaza, se hinchó, desplegando las pocas espinas que se le habían regenerado, y se dejó caer como un peso muerto sobre la plaza mientras endurecía su cuerpo con el Tekkai. Existía la posibilidad de que acertara y acabara con las vidas de los supervivientes, que fallara o incluso que aterrizara sobre su compañero, aunque esta última, si el marine le había hecho caso y se había ocultado, era menos probable.
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Otro hombre se le interpuso delante e intento darle un tajo con una katana que a saber de dónde la había sacado. El gran espada se echó a un lado esquivando el golpe y dándole un puñetazo en la cara para tirarlo al suelo. Esto hizo que el tipo soltara la katana, lo que este aprovechó para cogerla y atravesar su pecho matándolo. Dos segundos después apenas una mujer corría a por él, al parecer con un cuchillo en mano y gritando furiosa. Con eficacia bloqueó un tajo directo a su pecho por cortesía de la mujer y de un movimiento recto atravesó su cráneo con la katana a sangre fría dejándola allí clavada en el cadáver de aquella mujer. Los hombres que lo seguían estaban ya a un par de metros. El marine salió disparado de nuevo dándose mucha más prisa.
Krauser corría cuando de repente escuchó la voz de su compañero. Aumento mucho mas el ritmo de su velocidad cuando en la salida había seis hombres armados corriendo a por él mientras gritaban con furia. Al marine no le daría tiempo a escapar del ataque si ahora se paraba a luchar. Su decisión fue rápida pero eficaz. Decidió correr a por ellos a toda velocidad sin esperar ni un segundo más. Cuando estaba a punto de estar a un metro más o menos giró a una casa dando un empujón a la puerta de madera y derribándola. Esa casa debía tener la madera podrida o algo así ya que se había roto muy fácilmente. Salió disparado escaleras arriba y tras eso corrió hasta una ventana. Era la última casa del pueblo por lo que le venía de perlas para lo que iba hacer ahora. Se lanzó por la ventana del primer piso a toda prisa mientras sentía gritos de dolor a sus espaldas. Al caer rodó por el suelo y clavó su espada con fuerza en el suelo de forma que se ocultó tras ella tapándole la cara y el hombro derecho. Dos espinas se clavaron en su espada y otra cerca de su hombro izquierdo. Sus ojos estaban abiertos como platos tras aquello. Pensó en tocar las agujas pero no se fiaba. Podían contener veneno o algo así. Arrastró su espada un poco por el suelo para quitarle aquellas dos espinas y tras eso se la ató a la espalda. Observó un pequeño cobertizo y de un salto se montó en lo alto. Desde ahí pilló carrerilla y saltó a un tejado estirando los brazos para engancharse al filo y haciendo fuerza para subir.
Empezó a saltar de tejado en tejado despacio mirando donde pisaba pues había agujas en bastantes sitios. Por las calles del pueblo había bastantes cadáveres y aun mucho más en la plaza principal. No había podido ver el ataque de su compañero pero había debido ser algo impresionante al ver como estaba la situación allí. Su mirada ahora fue a parar al hombre pez mientras suspiraba estirándose un poco. A los pocos segundos le habló calmadamente.
- Lamento haberme perdido algo que ha debido ser increíble pero debía salvarme. Las agujas por los cadáveres que veo deben ser venenosas. Un ataque formidable si me permites decírtelo compañero. ¿Hay más trabajo que hacer o esto es todo?
Krauser corría cuando de repente escuchó la voz de su compañero. Aumento mucho mas el ritmo de su velocidad cuando en la salida había seis hombres armados corriendo a por él mientras gritaban con furia. Al marine no le daría tiempo a escapar del ataque si ahora se paraba a luchar. Su decisión fue rápida pero eficaz. Decidió correr a por ellos a toda velocidad sin esperar ni un segundo más. Cuando estaba a punto de estar a un metro más o menos giró a una casa dando un empujón a la puerta de madera y derribándola. Esa casa debía tener la madera podrida o algo así ya que se había roto muy fácilmente. Salió disparado escaleras arriba y tras eso corrió hasta una ventana. Era la última casa del pueblo por lo que le venía de perlas para lo que iba hacer ahora. Se lanzó por la ventana del primer piso a toda prisa mientras sentía gritos de dolor a sus espaldas. Al caer rodó por el suelo y clavó su espada con fuerza en el suelo de forma que se ocultó tras ella tapándole la cara y el hombro derecho. Dos espinas se clavaron en su espada y otra cerca de su hombro izquierdo. Sus ojos estaban abiertos como platos tras aquello. Pensó en tocar las agujas pero no se fiaba. Podían contener veneno o algo así. Arrastró su espada un poco por el suelo para quitarle aquellas dos espinas y tras eso se la ató a la espalda. Observó un pequeño cobertizo y de un salto se montó en lo alto. Desde ahí pilló carrerilla y saltó a un tejado estirando los brazos para engancharse al filo y haciendo fuerza para subir.
Empezó a saltar de tejado en tejado despacio mirando donde pisaba pues había agujas en bastantes sitios. Por las calles del pueblo había bastantes cadáveres y aun mucho más en la plaza principal. No había podido ver el ataque de su compañero pero había debido ser algo impresionante al ver como estaba la situación allí. Su mirada ahora fue a parar al hombre pez mientras suspiraba estirándose un poco. A los pocos segundos le habló calmadamente.
- Lamento haberme perdido algo que ha debido ser increíble pero debía salvarme. Las agujas por los cadáveres que veo deben ser venenosas. Un ataque formidable si me permites decírtelo compañero. ¿Hay más trabajo que hacer o esto es todo?
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Kiroi sonrió.
-Si, las espinas del pez globo contienen tetrodotoxina, un poderoso veneno. Dos de esas te habrían matado, por eso te dije que morirías si no te alejabas. Y, aunque ya hemos terminado con la población, todavía podemos hacer algo más...- Dijo con aire pensativo- Tal vez volar los edificios, o hacer algo con los cadáveres para dejar un mensaje... No se, sorprendeme, marine.
Bajó del tejado y avanzó por toda la plaza, recogiendo una a una todas las espinas que no estaban clavadas de forma excesiva. Una idea se fraguaba en su cabeza, y necesitaría todas las espinas que pudiera reunir.
-Si, las espinas del pez globo contienen tetrodotoxina, un poderoso veneno. Dos de esas te habrían matado, por eso te dije que morirías si no te alejabas. Y, aunque ya hemos terminado con la población, todavía podemos hacer algo más...- Dijo con aire pensativo- Tal vez volar los edificios, o hacer algo con los cadáveres para dejar un mensaje... No se, sorprendeme, marine.
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Menos mal que el marine no había pisado ninguna aguja. Dos de ellas podrían haberle matado fácilmente. La población había sido eliminada pero el pez globo ahora planeaba algo. A saber lo que podía ser. También le había pedido que le sorprendiera, y eso iba a obtener. Krauser ya tenía una sonrisa sádica en rostro que no se podía apreciar por el vendaje que llevaba puesto. Su mirada ahora se dirigió a varios cadáveres. Cogió el de un hombre en primer lugar y lo llevó arrastrándolo de la cabeza hasta un puro enorme de la plaza. Una vez allí lo levantó un poco colocándolo de pie y atravesó su enorme espada en su pecho clavándolo en la pared. Acto seguido paseó por los cadáveres recogiendo katanas de aquellos hombres y viejas espadas. Clavó una en cada mano de aquel cadáver y dos en cada rodilla. Después retiró su espadón de su pecho y clavó otra espada dejándolo allí pegado al muro como si estuviera crucificado.
Tras tal acto de maldad se dirigió ahora al cadáver de una mujer. Sin ningún escrúpulo repitió la misma jugada dejándola justo al lado del hombre clavada. Su siguiente objetivo había sido un anciano muerto de un agujazo en el cuello. Su destino fue el mismo que el de los otros dos cadáveres. Su última pieza un niño pequeño que clavo también en aquel muro de la misma forma. El orden había sido el hombre, la mujer, el anciano y el niño. Una vez había acabado se dirigió a una de las casas y usando su gigantesca espada derribó la puerta de un enorme tajo. Al entrar se dirigió a un pequeño cuarto donde había encontrado lo que buscaba. Un utensilio de pintura. Un rodillo extensible. Llevó el rodillo al muro donde estaban aquellas personas muertas y empezó a mojarlo en la sangre de los cadáveres para después empezar a pintar algo en el puro por encima de los ``crucificados``. Tardó solo un par de minutos mojándolo unas diez u once veces en la sangre de los fallecidos de la plaza, claro está, por las zonas secas donde por suerte el agua no había llegado. Una vez hubo acabo su pequeña obra de arte se retiró del muro y observó a su compañero dirigiéndose después a él con un tono tranquilo y serio.
- ¿Crees que con esto se darán por aludidos compañero?
En el muro sobre los cadáveres allí clavados ponía un mensaje escrito en sangre y con letras grandes para que se pudiera leer bien. Era algo macabro y horrible pero no le había costado nada hacerlo, su expresión ni siquiera había cambiado. Las escrituras dejaban ver bien claro ``Hombres, mujeres, ancianos, niños. Todos caeréis…``. Krauser era bastante sádico y cruel con sus peleas y torturas, no iba a serlo menos con sus advertencias y mensajes amenazantes. Una obra de arte en su opinión. Pero aun quería ver la reacción del Gyojin. Tal vez aquello le había parecido demasiado cruel o tal vez poco. No sabía mucho sobre el pez globo salvo que le había caído genial por lo que no sabía cómo iba a ser su reacción al ver tan horripilante escena delante de sus ojos.
Tras tal acto de maldad se dirigió ahora al cadáver de una mujer. Sin ningún escrúpulo repitió la misma jugada dejándola justo al lado del hombre clavada. Su siguiente objetivo había sido un anciano muerto de un agujazo en el cuello. Su destino fue el mismo que el de los otros dos cadáveres. Su última pieza un niño pequeño que clavo también en aquel muro de la misma forma. El orden había sido el hombre, la mujer, el anciano y el niño. Una vez había acabado se dirigió a una de las casas y usando su gigantesca espada derribó la puerta de un enorme tajo. Al entrar se dirigió a un pequeño cuarto donde había encontrado lo que buscaba. Un utensilio de pintura. Un rodillo extensible. Llevó el rodillo al muro donde estaban aquellas personas muertas y empezó a mojarlo en la sangre de los cadáveres para después empezar a pintar algo en el puro por encima de los ``crucificados``. Tardó solo un par de minutos mojándolo unas diez u once veces en la sangre de los fallecidos de la plaza, claro está, por las zonas secas donde por suerte el agua no había llegado. Una vez hubo acabo su pequeña obra de arte se retiró del muro y observó a su compañero dirigiéndose después a él con un tono tranquilo y serio.
- ¿Crees que con esto se darán por aludidos compañero?
En el muro sobre los cadáveres allí clavados ponía un mensaje escrito en sangre y con letras grandes para que se pudiera leer bien. Era algo macabro y horrible pero no le había costado nada hacerlo, su expresión ni siquiera había cambiado. Las escrituras dejaban ver bien claro ``Hombres, mujeres, ancianos, niños. Todos caeréis…``. Krauser era bastante sádico y cruel con sus peleas y torturas, no iba a serlo menos con sus advertencias y mensajes amenazantes. Una obra de arte en su opinión. Pero aun quería ver la reacción del Gyojin. Tal vez aquello le había parecido demasiado cruel o tal vez poco. No sabía mucho sobre el pez globo salvo que le había caído genial por lo que no sabía cómo iba a ser su reacción al ver tan horripilante escena delante de sus ojos.
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Kiroi observó todo el trabajo de Krauser con una mirada impasible. Era asombroso que un humano pudiera comportarse de un modo semejante con sus congéneres.
El Gyojin terminó de recoger sus espinas, que envolvió en un trozo de tela, y se acercó al humano.
-Gran trabajo. Me has sorprendido gratamente, marine. Me recuerdas.... a mi en mis tiempos mozos. Ahora vamos, he tenido una gran idea y necesitaré tu ayuda de nuevo para llevarla a cabo. Si mi plan funciona, tal vez podamos pillar por sorpresa al destacamento revolucionario que, con seguridad, está viniendo hacia aquí ahora mismo. Necesito que apartes los cadáveres que van desde aquí,- dijo señalando la obra de arte de Krauser.- hasta allí.- Apuntó a la entrada este del pueblo.- Necesito esa zona despejada para cuando lleguen los primeros refuerzos.
Acto seguido apartó un par de cadáveres de una patada y comenzó a dejar sus espinas en el suelo, colocadas en paralelo a cinco centímetros unas de las otras y así varias hileras. Una vez hubo acabado, se escondió tras la esquina de la pared de los crucificados y, apoyando las manos en el suelo, comenzó a generar y a filtrar agua al suelo, empapándolo y haciendo que las espinas se hundieran un poco, quedando ocultas a la vista.
El Gyojin terminó de recoger sus espinas, que envolvió en un trozo de tela, y se acercó al humano.
-Gran trabajo. Me has sorprendido gratamente, marine. Me recuerdas.... a mi en mis tiempos mozos. Ahora vamos, he tenido una gran idea y necesitaré tu ayuda de nuevo para llevarla a cabo. Si mi plan funciona, tal vez podamos pillar por sorpresa al destacamento revolucionario que, con seguridad, está viniendo hacia aquí ahora mismo. Necesito que apartes los cadáveres que van desde aquí,- dijo señalando la obra de arte de Krauser.- hasta allí.- Apuntó a la entrada este del pueblo.- Necesito esa zona despejada para cuando lleguen los primeros refuerzos.
Acto seguido apartó un par de cadáveres de una patada y comenzó a dejar sus espinas en el suelo, colocadas en paralelo a cinco centímetros unas de las otras y así varias hileras. Una vez hubo acabado, se escondió tras la esquina de la pared de los crucificados y, apoyando las manos en el suelo, comenzó a generar y a filtrar agua al suelo, empapándolo y haciendo que las espinas se hundieran un poco, quedando ocultas a la vista.
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Aquello había parecido impresionar al gyojin. Ahora este le había pedido apartar los cadáveres para algún acto que el hombre pez estaría planeando. Este asintió con la cabeza y empezó a apartar los cadáveres de la calle de la entrada del pueblo hasta la plaza. Su instrumento usado para esta tarea era su espada que al ser tan grande le servía para mover aquellos cuerpos sin vida alguna hacia los lados y callejuelas del pueblo. Una vez hecho esto observó que su compañero colocaba las agujas en el suelo y después trató de camuflarlas con agua escondiéndose tras la pared del mensaje del gran espada. Sin pensarlo más este entró a una casa rápidamente. La casa parecía ser algo pobre y en malas condiciones, subió por unas escaleras hasta un primer piso donde observo diversas salas. Una de ellas conducía al cuarto de baño de la casa, las otras a algunas habitaciones y a algún que otro cuarto donde guardar ropa u objetos viejos. Pero no se dirigió a ninguna de estas salas. Siguió caminando hasta llegar al final del pasillo y llegar a una sala que parecía un cuarto. Una cama y varios muebles adornaban la habitación. Este se dirigió a la ventana y se montó en el marco para después saltar al tejado. La casa estaba pegada en el muro donde estaba oculto el Gyojin y estaba aquella macabra escena. Una vez arriba fuera del radio del agua y las agujas, se agachó tumbándose despacio asegurándose antes de que no hubiera alguna aguja. Tal vez al hombre pez se le hubiera pasado alguna.
Su visión desde allí arriba era perfecta y tal y como el pez había dicho una tropa revolucionaria se acercaba despacio hacia el pueblo. El marine pudo apreciar unos ocho hombres bien armados y serios. El plan de su compañero parecía ser envenenarles cuando estos pisaran las agujas, un buen plan. Encima camufladas con el agua seria más perfecto aún. Por si acaso el marine llevó su mano derecha al mango de su enorme arma preparado por si alguno se libraba y trataba de dar problemas. Su mano libre estaba sobre el tejado preparada por si debía empezar con el espectáculo de la niebla y realizar el asesinato silencioso contra aquellos hombres. Su rostro permanecía frio e impasible y su pelo se movía ligeramente por una pequeña brisa que asoló el lugar tranquilamente. Los hombres ya se disponían a entrar al pueblo por la calle principal. Ya solo era cuestión de esperar a que pisaran aquellas agujas y murieran de una vez. Krauser no sabía si el trabajo acababa ahí o aún quedaban más tropas que interceptar. La verdad con su obra de arte ya se había quedado satisfecho ese día, pero la palabra la tendría el pez globo. Él decidiría si terminaban o si seguían eliminando más destacamentos de aquellas malditas ratas revolucionarias.
Su visión desde allí arriba era perfecta y tal y como el pez había dicho una tropa revolucionaria se acercaba despacio hacia el pueblo. El marine pudo apreciar unos ocho hombres bien armados y serios. El plan de su compañero parecía ser envenenarles cuando estos pisaran las agujas, un buen plan. Encima camufladas con el agua seria más perfecto aún. Por si acaso el marine llevó su mano derecha al mango de su enorme arma preparado por si alguno se libraba y trataba de dar problemas. Su mano libre estaba sobre el tejado preparada por si debía empezar con el espectáculo de la niebla y realizar el asesinato silencioso contra aquellos hombres. Su rostro permanecía frio e impasible y su pelo se movía ligeramente por una pequeña brisa que asoló el lugar tranquilamente. Los hombres ya se disponían a entrar al pueblo por la calle principal. Ya solo era cuestión de esperar a que pisaran aquellas agujas y murieran de una vez. Krauser no sabía si el trabajo acababa ahí o aún quedaban más tropas que interceptar. La verdad con su obra de arte ya se había quedado satisfecho ese día, pero la palabra la tendría el pez globo. Él decidiría si terminaban o si seguían eliminando más destacamentos de aquellas malditas ratas revolucionarias.
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Kiroi terminó su parte más o menos al mismo tiempo que Krauser, por lo que pudo ver como el marine ascendía al tejado de aquella casa saltando con agilidad pese a su enorme espada. Aquello era perfecto, pues desde allí el marine tenía una posición privilegiada para lo que surgiera.
Todo iba viento en popa, los revolucionarios se acercaban con paso firme. Sus pisadas se escuchaban perfectamente.
-Un momento...- Pensó Kiroi. Si estaba escuchando tan claramente sus pisadas eso significaba que...- Llevan botas reforzadas. Mierda.
No podía hacer nada más que improvisar, pues las espinas no atravesarían las botas de aquellos revolucionarios. Debía eliminar a tantos como pudiera y hacer de cebo para que, con algo de suerte, Krauser rematara el trabajo. El Gyojin salió de su escondite y encaró a los ocho revolucionarios, que se detuvieron al verle, a unos dos metros de las filas de espinas. Parecían realmente duros.
-¡Tu!- Gritó uno de ellos, furioso al ver las crucifixiones de Krauser.- ¡Monstruo! ¡¿Como has podido hacer algo tan atroz?!- Los hombres comenzaron a avanzar hacia Kiroi.
El Gyojin se dejó caer de rodillas en el suelo y a golpear el suelo mientras gritaba. Los hombres se sorprendieron un poco.
-Maldita sea, ha pasado otra vez... De nuevo ha salido... y ha causado un desastre...- Uno de los hombres dio un vacilante paso hacia el, pero el Gyojin alzó la mano.- ¡No! No te acerques. Si el vuelve a controlarme te hará daño.
Los hombres dudaron un instante mientras se miraban entre ellos, hasta que uno de ellos dio un paso al frente y los demás lo imitaron.
-¿En serio crees que vamos a caer en un truco como ese, maldito monstruo?
En ese instante Kiroi sonrió y alzó la vista.- En realidad, ya lo habéis hecho.- Utilizando todas sus energías, el Gyojin lanzó hacia arriba toda el agua que había acumulado en el suelo, haciendo que las espinas también ascendieran. Dos de los revolucionarios, los que estaban más adelantados, recibieron un gran número de ellas y, aprovechando que un tercero había recibido una en el muslo y no había retrocedido como los otros, el agente aprovechó el momento y, utilizando el Soru, se situó frente a el para hundir su dedo en el cráneo del hombre.
-¡Shigan!- Apenas hubo retirado la mano, recibió un corte en el hombro y un balazo en una rodilla que lo obligó a inclinarse para ver como los otros revolucionarios se lanzaban sobre el, dándole el tiempo justo a defenderse endureciendo su cuerpo.-¡Tekkai!
Las armas de los revolucionarios rebotaban en su piel, pero no podía moverse y aquello agotaba sus fuerzas. No tardarían mucho en abatirlo. Ahora Kiroi solo podía confiar en Krauser. Confiar... esa era una palabra que desagradaba a Kiroi, pero no tenía la posibilidad de elegir.
Todo iba viento en popa, los revolucionarios se acercaban con paso firme. Sus pisadas se escuchaban perfectamente.
-Un momento...- Pensó Kiroi. Si estaba escuchando tan claramente sus pisadas eso significaba que...- Llevan botas reforzadas. Mierda.
No podía hacer nada más que improvisar, pues las espinas no atravesarían las botas de aquellos revolucionarios. Debía eliminar a tantos como pudiera y hacer de cebo para que, con algo de suerte, Krauser rematara el trabajo. El Gyojin salió de su escondite y encaró a los ocho revolucionarios, que se detuvieron al verle, a unos dos metros de las filas de espinas. Parecían realmente duros.
-¡Tu!- Gritó uno de ellos, furioso al ver las crucifixiones de Krauser.- ¡Monstruo! ¡¿Como has podido hacer algo tan atroz?!- Los hombres comenzaron a avanzar hacia Kiroi.
El Gyojin se dejó caer de rodillas en el suelo y a golpear el suelo mientras gritaba. Los hombres se sorprendieron un poco.
-Maldita sea, ha pasado otra vez... De nuevo ha salido... y ha causado un desastre...- Uno de los hombres dio un vacilante paso hacia el, pero el Gyojin alzó la mano.- ¡No! No te acerques. Si el vuelve a controlarme te hará daño.
Los hombres dudaron un instante mientras se miraban entre ellos, hasta que uno de ellos dio un paso al frente y los demás lo imitaron.
-¿En serio crees que vamos a caer en un truco como ese, maldito monstruo?
En ese instante Kiroi sonrió y alzó la vista.- En realidad, ya lo habéis hecho.- Utilizando todas sus energías, el Gyojin lanzó hacia arriba toda el agua que había acumulado en el suelo, haciendo que las espinas también ascendieran. Dos de los revolucionarios, los que estaban más adelantados, recibieron un gran número de ellas y, aprovechando que un tercero había recibido una en el muslo y no había retrocedido como los otros, el agente aprovechó el momento y, utilizando el Soru, se situó frente a el para hundir su dedo en el cráneo del hombre.
-¡Shigan!- Apenas hubo retirado la mano, recibió un corte en el hombro y un balazo en una rodilla que lo obligó a inclinarse para ver como los otros revolucionarios se lanzaban sobre el, dándole el tiempo justo a defenderse endureciendo su cuerpo.-¡Tekkai!
Las armas de los revolucionarios rebotaban en su piel, pero no podía moverse y aquello agotaba sus fuerzas. No tardarían mucho en abatirlo. Ahora Kiroi solo podía confiar en Krauser. Confiar... esa era una palabra que desagradaba a Kiroi, pero no tenía la posibilidad de elegir.
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Krauser permanecía en el tejado escondido cuando el hombre pez salió de su escondite. No sabía porque había hecho una cosa así teniendo el plan tan perfectamente preparado. Entonces observo las botas de aquellos revolucionarios y se dio cuenta. Pero ahora su compañero estaba haciendo un improvisado y perfecto teatro que los mantenía en distracción. Este aprovechó para moverse sigilosamente sobre algunos tejados acercándose a la posición de ellos despacio fijándose bien donde pisaba. Tras unos momentos el pez globo se había cargado a dos de ellos con una técnica que consistió en elevar el agua del suelo y lanzarles las agujas. Tras aquello y de un rápido movimiento abatió a un tercer revolucionario fácilmente. Lo difícil pasó después. Empezaron a golpearle entre los cinco restantes, la armas rebotaban. Krauser no entendía aquella técnica de defensa pero por las pintas no parecía durar mucho. Llegó a esta conclusión por la rareza de que el gyojin no se moviera, lo que resultaba bastante extraño con lo buen luchador que era. Sin esperar un segundo más saltó del tejado al suelo con cuidado de no caer en algún sitio con agujas y memorizando donde estaban estas pues el no tenía la suerte de llevar aquellas botas.
Al verlo uno de los cinco hombres corrió a toda velocidad a por él. Su destino fue la muerte, de un tajo con su enorme espada partió en dos a aquel hombre. Acto seguido dejó la espada en el suelo y se colocó las botas del revolucionario que le estaban algo pequeñas pero le servirían. Los cuatro restantes furiosos lo observaban cuando de repente el gran espada colocó su mano libre en el suelo formando una densa niebla de unos diez metros a la redonda. Tras eso cogió su espada y permaneció en silencio. Los revolucionarios nerviosos avanzaron dando cortes como locos al aire. Un grave error por su parte. Krauser apareció tras uno y atravesó la espada por su pecho sacándola al instante y volviéndose a ocultar. Se dirigió a donde estaba su compañero pues había memorizado su posición. Se quedó al lado de este para asegurarse de que no recibía daños. Además con las botas podía moverse bien y asi se libraba de las agujas. Dos de ellos se acercaban algo más calmados sin ver nada, este sonrió sádicamente y dio un salto y al caer haciendo un movimiento de izquierda a derecha por la altura de los estómagos para partirlos en dos con su fuerza. Ya solo quedaba uno. Lo descubrió por sus fuertes pisadas y deshizo la niebla. El que quedaba le apuntaba con un arma de fuego asustado diciéndole que no se moviera. Pero no había caído en un pequeño detalle. Ese revolucionario tenía a tres metros delante de él a Krauser. Pero si Kiroi no se había movido de su sitio, el revolucionario le estaría dando la espalda al hombre pez. El marine guardó su arma y levantó las manos tranquilamente. Podría haber acabado de un solo tajo con su rival pero quería dejárselo al gyojin.
Al verlo uno de los cinco hombres corrió a toda velocidad a por él. Su destino fue la muerte, de un tajo con su enorme espada partió en dos a aquel hombre. Acto seguido dejó la espada en el suelo y se colocó las botas del revolucionario que le estaban algo pequeñas pero le servirían. Los cuatro restantes furiosos lo observaban cuando de repente el gran espada colocó su mano libre en el suelo formando una densa niebla de unos diez metros a la redonda. Tras eso cogió su espada y permaneció en silencio. Los revolucionarios nerviosos avanzaron dando cortes como locos al aire. Un grave error por su parte. Krauser apareció tras uno y atravesó la espada por su pecho sacándola al instante y volviéndose a ocultar. Se dirigió a donde estaba su compañero pues había memorizado su posición. Se quedó al lado de este para asegurarse de que no recibía daños. Además con las botas podía moverse bien y asi se libraba de las agujas. Dos de ellos se acercaban algo más calmados sin ver nada, este sonrió sádicamente y dio un salto y al caer haciendo un movimiento de izquierda a derecha por la altura de los estómagos para partirlos en dos con su fuerza. Ya solo quedaba uno. Lo descubrió por sus fuertes pisadas y deshizo la niebla. El que quedaba le apuntaba con un arma de fuego asustado diciéndole que no se moviera. Pero no había caído en un pequeño detalle. Ese revolucionario tenía a tres metros delante de él a Krauser. Pero si Kiroi no se había movido de su sitio, el revolucionario le estaría dando la espalda al hombre pez. El marine guardó su arma y levantó las manos tranquilamente. Podría haber acabado de un solo tajo con su rival pero quería dejárselo al gyojin.
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El Gyojin pudo moverse desde el momento en que Krauser atrajo la atención de los revolucionarios, pero decidió esperar en su posición para ver de que era capaz el marine. Aquella niebla lo delataba como usuario de fruta. En ese instante Kiroi se percató de la ironía de haberle advertido sobre el agua y no pudo evitar sonreír.
Entonces la niebla se disipó y Kiroi pudo ver como Krauser levantaba las manos frente al revolucionario que le apuntaba con un rifle, dándole a el la espalda. Era evidente que el marine quería probarlo, así que el Gyojin decidió no decepcionarlo.
Cargó contra su enemigo con el Soru y le lanzó un Shigan con toda su fuerza al tiempo que activaba sus sandalias contra el suelo para moverse aún más rápido. -¡Shigan!
La inercia transformó su dedo en poco menos que un obús que atravesó, con una explosión de sangre, el torso del hombre, asomando la mano del Gyojin por el otro lado. Kiroi extrajo el brazo, no sin cierta dificultad, y, sonriendo, lanzó la sangre que empapaba su brazo contra una pared, atravesándola con un estallido. -Gyojin Karate... ¡Uchimizu!
De ese modo limpió su brazo y, con algo de suerte, habría logrado impresionar algo más al marine. Kiroi se acercó a el y, haciendo como si no hubiera pasado nada, le dio un puñetazo suave en el hombro.
-Nada mal, marine, nada mal...
Entonces la niebla se disipó y Kiroi pudo ver como Krauser levantaba las manos frente al revolucionario que le apuntaba con un rifle, dándole a el la espalda. Era evidente que el marine quería probarlo, así que el Gyojin decidió no decepcionarlo.
Cargó contra su enemigo con el Soru y le lanzó un Shigan con toda su fuerza al tiempo que activaba sus sandalias contra el suelo para moverse aún más rápido. -¡Shigan!
La inercia transformó su dedo en poco menos que un obús que atravesó, con una explosión de sangre, el torso del hombre, asomando la mano del Gyojin por el otro lado. Kiroi extrajo el brazo, no sin cierta dificultad, y, sonriendo, lanzó la sangre que empapaba su brazo contra una pared, atravesándola con un estallido. -Gyojin Karate... ¡Uchimizu!
De ese modo limpió su brazo y, con algo de suerte, habría logrado impresionar algo más al marine. Kiroi se acercó a el y, haciendo como si no hubiera pasado nada, le dio un puñetazo suave en el hombro.
-Nada mal, marine, nada mal...
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Los ojos de Krauser estaban fijos en los de aquel marine. La frialdad de aquella mirada que anunciaba la muerte de aquel pobre hombre. Sabía perfectamente que el hombre pez acabaría con su vida. Lo que no sabía es de qué forma lo haría, la respuesta llegó unos segundos después cuando aquel pez globo atravesó al hombre con su mano muy fácilmente. El movimiento había sido tan rápido que Krauser apenas lo había notado. Tras aquello sacó su mano del cuerpo del revolucionario sin vida y lanzo la sangre contra una pared. Cuando esta tocó dicha pared surgió un estallido y la pared fue atravesada. Los ojos del gran espada se abrieron como nunca impresionado tras aquello. Había oído algo del karate gyojin pero nunca lo había visto y mucho menos creer que seria para tanto. Sin embargo aquel pez globo había hecho aquello llevando al marine a un estado de confusión y emoción al mismo tiempo. Los ojos del marine observaban ahora al pez globo sin haber quitado aún aquella expresión de su rostro. Tras aquello su compañero se acerco a él y le dio un toque en el hombro diciéndole aquellas palabras. La expresión del gyojin estaba muy tranquila, como si no le hubiese costado nada hacer aquel movimiento.
Krauser dirigió sus pasos hacia la pared muy lentamente y paso la mano por lo que quedaba de ella de forma suave. Permaneció unos segundo allí apreciando lo que había conseguido hacer con la sangre del revolucionario. Pasados esos segundos se acercó al cadáver de aquel revolucionario y sacó su enorme espada cortando la cabeza de este. Tras eso se dirigió a los demás cadáveres cortando las cabezas con una sonrisa sádica en el rostro. Tras aquello colocó las ocho cabezas en la calle de la entrada del pueblo. Justo antes de donde estaban las agujas clavadas. Las puso de una forma concreta. Cuatro delante y tras medio metro otras cuatro detrás. Los cuerpos los apartó con la espada y ayudándose de una pierna a un lado para que no estropearan la vista de aquellas cabezas. Tenía bastante cuidado para no tocar con el pie ninguna aguja. Tras aquello volvió a donde estaba su compañero sonriendo. Esa sonrisa fue algo notoria pues las vendas se estiraron un poco dando así a entender que había sonreído.
- Impresionante. La manera con la que has explotado aquella pared usando tan solo la sangre de ese hombre. Ahora entiendo lo poderosos que podéis llegar a ser los gyojines compañero. Ahora que hemos acabado con esas ratas y adornado un poco la entrada del pueblo. ¿Qué debemos hacer? ¿Hemos acabado o queda algo por hacer?
Dijo en un tono tranquilo mientras se cruzaba de brazos observando su obra de arte de nuevo y haciendo después un pequeño chiste que pretendió decir en voz baja pero le salió en alta. Su tono era bastante sádico y algo bromista.
- Creo que los que vean esta bonita entrada entenderán que a este pueblo hay que entrar con cabeza
En cuanto dijo eso se quitó las botas que había tomado de aquel revolucionario que había eliminado en primer lugar y las arrojó junto al resto de cadáveres quedando con sus sandalias de suela fina de nuevo. Habia demostrado también su poder y manejo con la fruta del diablo. Cosa que no le había importado pues el único que lo sabía era aquel pez globo y lo consideraba su compañero por lo que estaba muy tranquilo.
Krauser dirigió sus pasos hacia la pared muy lentamente y paso la mano por lo que quedaba de ella de forma suave. Permaneció unos segundo allí apreciando lo que había conseguido hacer con la sangre del revolucionario. Pasados esos segundos se acercó al cadáver de aquel revolucionario y sacó su enorme espada cortando la cabeza de este. Tras eso se dirigió a los demás cadáveres cortando las cabezas con una sonrisa sádica en el rostro. Tras aquello colocó las ocho cabezas en la calle de la entrada del pueblo. Justo antes de donde estaban las agujas clavadas. Las puso de una forma concreta. Cuatro delante y tras medio metro otras cuatro detrás. Los cuerpos los apartó con la espada y ayudándose de una pierna a un lado para que no estropearan la vista de aquellas cabezas. Tenía bastante cuidado para no tocar con el pie ninguna aguja. Tras aquello volvió a donde estaba su compañero sonriendo. Esa sonrisa fue algo notoria pues las vendas se estiraron un poco dando así a entender que había sonreído.
- Impresionante. La manera con la que has explotado aquella pared usando tan solo la sangre de ese hombre. Ahora entiendo lo poderosos que podéis llegar a ser los gyojines compañero. Ahora que hemos acabado con esas ratas y adornado un poco la entrada del pueblo. ¿Qué debemos hacer? ¿Hemos acabado o queda algo por hacer?
Dijo en un tono tranquilo mientras se cruzaba de brazos observando su obra de arte de nuevo y haciendo después un pequeño chiste que pretendió decir en voz baja pero le salió en alta. Su tono era bastante sádico y algo bromista.
- Creo que los que vean esta bonita entrada entenderán que a este pueblo hay que entrar con cabeza
En cuanto dijo eso se quitó las botas que había tomado de aquel revolucionario que había eliminado en primer lugar y las arrojó junto al resto de cadáveres quedando con sus sandalias de suela fina de nuevo. Habia demostrado también su poder y manejo con la fruta del diablo. Cosa que no le había importado pues el único que lo sabía era aquel pez globo y lo consideraba su compañero por lo que estaba muy tranquilo.
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El Gyojin sonrió con calma mientras Krauser terminaba de "poner la guinda" a su obra. Era evidente que aquel hombre era una bestia sin escrúpulos, tal como el propio Kiroi.
El hombre pez no pudo evitar soltar una carcajada ante el chiste malo del marine. Le encantaba aquel tipo de humor.
-Jaja... Eso ha estado bien, marine. Eres bastante hábil, pero creo que es hora de irse. La intención era dejar un mensaje, no matar a todos los insectos de la zona. Si nos quedamos más, puede que aparezca por aquí algún pez gordo y acabemos muertos.
El CP echó a andar hacia la costa pero se detuvo antes de alejarse demasiado.
-Me lo he pasado bien hoy, Krauser. Te enviaré tu parte de la paga, si es que la hay, por correo. Cuento contigo si se presenta otra oportunidad como esta, marine. Nos vemos.
Y, tras decir eso, echó a andar hacia la costa con la intención de abandonar aquella isla.
El hombre pez no pudo evitar soltar una carcajada ante el chiste malo del marine. Le encantaba aquel tipo de humor.
-Jaja... Eso ha estado bien, marine. Eres bastante hábil, pero creo que es hora de irse. La intención era dejar un mensaje, no matar a todos los insectos de la zona. Si nos quedamos más, puede que aparezca por aquí algún pez gordo y acabemos muertos.
El CP echó a andar hacia la costa pero se detuvo antes de alejarse demasiado.
-Me lo he pasado bien hoy, Krauser. Te enviaré tu parte de la paga, si es que la hay, por correo. Cuento contigo si se presenta otra oportunidad como esta, marine. Nos vemos.
Y, tras decir eso, echó a andar hacia la costa con la intención de abandonar aquella isla.
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El trabajo había acabado y no había nada más que hacer. Le había hecho gracia lo de que apareciera un pez gordo ya que él era uno. Tras aquello escucho sus palabras y asintió con la cabeza tranquilamente. Una vez este se había marchado Krauser empezó a caminar a dirección a la playa.
Una vez llegó allí solo tuvo que montar en su bote donde había llegado y salir al ancho mar azul. Lo había pasado genial con aquel hombre pez y seguramente había hecho un buen contacto y una buena amistad. En principio no creía que un Gyojin pudiera llevarse bien y trabajar junto a un humano, pero parecía haber estado equivocado. Tras unos minutos en el mar se dirigió a el cuartel mas cercano. Remaba muy tranquilo pensando en los macabros mensajes que había dejado allí puestos.
Sonrio de nuevo metiendo la mano en el agua y sacándola al instante mientras suspiraba. Los demás revolucionarios debían tener unas caras de terror increíbles, cosa que lamentaba el marine pues quería ver esas caras de desesperación y miedo. No podía quejarse, había peleado genial y su compañero también. Esperaba que su amigo el pez globo se hubiese llevado una buena impresión y le tratara en un futuro como amigo, pues Krauser no los necesitaba según decía. Pero en el fondo sabía que podía llegar a tenerlos y de los que habia visto por ahora solo tres personas le habían caído bien. La primera era su propio jefe Lion D.Karl. La segunda había sido un compañero suyo llamado Drakion y la tercera ese pez globo amarillo. Una tormenta parecía acercarse por la posición de las nubes y el color de estas el cual era algo oscuro. Por suerte parecía estar aún bastante lejos y estaría a salvo hasta llegar al cuartel al menos. Una vez allí tenía planeado tomarse un descanso y partir a su siguiente rumbo. Era un hombre que no se podía estar quieto ni un instante y siempre estaba detrás de nuevas investigaciones o misiones. En caso de la falta de estas últimas entrenaba en cualquier isla que investigase. Por suerte el cuartel tras unas horas se divisaba a lo lejos y se fue tranquilamente hacia él.
Una vez llegó allí solo tuvo que montar en su bote donde había llegado y salir al ancho mar azul. Lo había pasado genial con aquel hombre pez y seguramente había hecho un buen contacto y una buena amistad. En principio no creía que un Gyojin pudiera llevarse bien y trabajar junto a un humano, pero parecía haber estado equivocado. Tras unos minutos en el mar se dirigió a el cuartel mas cercano. Remaba muy tranquilo pensando en los macabros mensajes que había dejado allí puestos.
Sonrio de nuevo metiendo la mano en el agua y sacándola al instante mientras suspiraba. Los demás revolucionarios debían tener unas caras de terror increíbles, cosa que lamentaba el marine pues quería ver esas caras de desesperación y miedo. No podía quejarse, había peleado genial y su compañero también. Esperaba que su amigo el pez globo se hubiese llevado una buena impresión y le tratara en un futuro como amigo, pues Krauser no los necesitaba según decía. Pero en el fondo sabía que podía llegar a tenerlos y de los que habia visto por ahora solo tres personas le habían caído bien. La primera era su propio jefe Lion D.Karl. La segunda había sido un compañero suyo llamado Drakion y la tercera ese pez globo amarillo. Una tormenta parecía acercarse por la posición de las nubes y el color de estas el cual era algo oscuro. Por suerte parecía estar aún bastante lejos y estaría a salvo hasta llegar al cuartel al menos. Una vez allí tenía planeado tomarse un descanso y partir a su siguiente rumbo. Era un hombre que no se podía estar quieto ni un instante y siempre estaba detrás de nuevas investigaciones o misiones. En caso de la falta de estas últimas entrenaba en cualquier isla que investigase. Por suerte el cuartel tras unas horas se divisaba a lo lejos y se fue tranquilamente hacia él.
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