Combate A Cuatro Bandas [Kyofu-Jin Surfer] [Pasado]

Jin se acababa de convertir en un bicho gigantesco, pero eso de poco importaba al joven asesino. Acababa de herir a su objetivo y éste, en lugar de huir o caer, o intentar contraatacar, lo agarró fuertemente y se lo subió al hombro mientras corría. Ragerok le clavó el puñal en el hombro pero ni aún así aquel tipo lo soltó. El chico escupía y soltaba votos por la boca. Su cabeza era un nido de cuervos revolucionados en ese momento. Escuchó que el tipo le decía algo pero solo escuchó algunas palabras sueltas.

"Vivos" "juntos" "no volveremos a pelear". El chico se calmó un poco. Entonces fue consciente de la bestia que había aparecido en el lugar. Vio como una luz empezaba a surgir de la boca y las manos del monstruo, y sin que le diese tiempo a hacer nada, Qui Gon lo lanzó para alejarlo de las llamaradas que surgieron. El chico cayó boca abajo, y pudo sentir como una llamarada le pasaba por la espalda. Se quitó corriendo la sudadera que estaba ardiendo, y la tiró lejos, junto a su guadaña cuyo metal estaba al rojo vivo. Su espalda y sus piernas habían sufrido grandes quemaduras. A duras penas se levantó para acercarse a su compañero.

La voz de su cabeza se había callado. Ahora veía las cosas un poco más claras. Mientras se acercaba se dio cuenta de que de todos era el que más daño había recibido, y que probablemente sería el primero en caer. Ahora eso era lo de menos. Aunque fuese el primero en caer, no se iba a ir sin dar un poco más de pelea.

-Lo sien...

El tipo lo cortó preguntándole si aún podía combatir. Ragerok simplemente asintió y cogió el puñal que Qui Gon se acababa de quitar del hombro. En ese momento se sintió bastante mal, y recobró las ganas de combatir para al menos ayudar a que sus compañeros pudiesen salir victoriosos.

Agarró fuertemente el puñal y salió a la arena. Qui Gon corrió hacia el monstruo directamente. Además, Nokotori estaba luchando contra el tigre de Jin. Tenía que decidir a quién atacar. Consideró su fuerza actual, y su equipamiento. La guadaña estaba en la entrada y el puñal con hoja estaba cerca de donde estaba el tigre peleando contra Nokotori. Finalmente vio la opción más viable el coger el otro puñal también y ayudar a Nokotori para luego ver si Qui Gon necesitaba ayuda.

El chico corrió para coger el puñal, esperando no ser visto por el animal, ya que estaba entretenido con Nokotori, y Ragerok sabía cómo moverse sin hacer ruido. Se diese cuenta o no, el asesino no frenaría hasta llegar al arma. Con los dos puñales ya cogidos, el asesino se lanzó corriendo en dirección a Qui Gon, pasando detrás del tigre intentando desequilibrarlo de una patada pegada al suelo, haciendo resbalar sus patas.

Al llegar cerca de Qui Gon, con la vista de su ojo bueno nublada por el cansancio y la pérdida de sangre, preguntó mientras miraba a Jin.

-¿De verdad vamos a salir vivos de ésta?

El asesino se quedó mirando como aquellos chicos recibían quemaduras por sus cuerpos debido a su enorme ataque. Ahora el que parecía volver a la carga no era otro que el propio Nokotori. Aquel sádico no se cansaba de recibir al parecer y eso no hizo más que provocar al demonio. Sin embargo no se puso a atacarle a él. Se lanzó a por el tigre. Jin frunció el ceño y ahora con su mantra pudo predecir las intensiones de aquel hombre. Por otro lado notó una presencia corriendo tras él. Al parecer ahora iba a tener que esforzarse como nunca por derribarlos de una vez. Lo primero que hizo fue hacer que su enorme cola se enroscara alrededor del tigre y se envolviera en llamas solo por la parte exterior. Al mismo tiempo la imbuyó en haki armadura. Los cortes del espadachín impactaron de lleno en su enorme cola. La sangre empezó a surgir debido a la espada pero no atravesó más de dos centímetros.

Su haki de armadura le había defendido. Debido a aquello la patada de Ragerok también se la llevaría la cola al estar el tigre dentro protegido. Mientras se relamía sintió como algo le estaba escalando por la espalda. Era gracioso pues aquel loco debía estar achicharrado después de escalar quince metros de fuego. Debía de tener buena fuerza de voluntad. – ¡Tekkai Kempo! – Gritó ahora aquella bestia mientras su fortaleza aumentaba mucho más que la vez anterior. El golpe en su nuca entre la defensa, el haki armadura que usó para imbuirse y su coraza apenas le hizo un daño notable. El del pecho tuvo un efecto similar pero con la diferencia de que al demonio se le escapó un quejido de dolor mientras daba un paso atrás. No pudo evitar rugir con fuerza mientras fruncía el ceño al ver que todos habían atacado a su tigre y a él. Ahora sus dorados ojos se clavaron en los rojizos del espadachín. – ¡Me gustas! ¡Tienes unos ojos de loco! ¡Eso me recuerda a mí mismo! Sin embargo voy a terminar con el combate. – Una vez dijo aquello desenroscó su cola del tigre para liberarlo.

Se quedó mirando a los tres pensando en quién atacar ahora y ya lo tenía decidido. El capullo que le había golpeado en la pierna anteriormente y ahora le había dado dos golpes. El fornido parecía estar demasiado nuevo comparado con los otros dos. Llegaba el momento de atacarle a él un poco. Ahora fijó su mirada en él y sin pensarlo activó su técnica de velocidad. – Kamisori… – Salió a cuarenta metros por segundo hacia él. Su objetivo era colocarse frente a él para después estirar su garra derecha imbuida en haki armadura. Soltó un zarpazo con toda su potencia posible para tratar de provocar cortes graves a aquel tipo y de paso lanzarlo por los aires. Lo lograse o lanzaría después una patada al aire lanzando una onda de choque que fuera tras él para que la caída fuese más violenta. [Manual Genkidama]. Tras aquello se giró gruñendo mientras miraba a sus otros dos invitados. El tigre salió corriendo por ellos entre rugidos. Se tiró a por Nokotori pero en ese momento un gritó de Jin le detuvo. – ¡Quieto! ¡Nokotori es mío! ¡Tú búscate otro! – El animal pareció enfadarse un poco por ello.

Feng ahora corrió a por Ragerok, esperaría a estar lo suficiente cerca para tratar de lanzarle un zarpazo con toda su fuerza en el cuello. Jin por su parte ahora se desplazó hasta quedar delante del espadachín moreno. Sus dorados ojos le miraban de forma intensa. – ¡Un ataque más! ¡Solo uno y estaréis aprobados! – Dijo mientras rugía con fuerza dejando escapar una enorme risa. Ahora estaba pendiente del espadachín ya que era el que más poder desprendía. No le quedaba mucho tiempo en aquella forma pero aprovecharía el momento. Su cuerpo no dejaba de arder ni un solo momento y aquello ya era peligroso. La arena tenía rastros de fuego por todos lados.

El espadachín se estaba enzarzando en una feroz pelea contra el animal, quién lo diría. Para ser una animal combatía muy bien parecía que estaba bien entrenado. No obstante el enorme demonio paró todos los ataques que lanzó el espadachín hacia el tigre con su enorme cola. Aún así debería haberle hecho algo de mella a Jin. Vio como su compañero Ragerok intentaba atacar pero sin mucho éxito debido a la cola de Jin. Nokotori frunció el ceño y dio varios paso hacia atrás para pensar en una nueva estrategia para combatir.

El enorme demonio gritó unas palabras que el espadachín no sabía que significaba. Al parecer Jhon estaba escalando por la espalda de éste. Ese hombre debía estar calcinado y muy a su pesar dio por muerto a su compañero. El calor que desprendía aquella cosa era enorme y aún estando lejos se notaba mucho. De repente el demonio se dirigió a Nokotori comentándole algo sobre sus ojos.

-Tal vez por eso tengo tantas ganas de clavarte mi espada Jin. Porque nos parecemos…

Cuando pudo ver que su colega Jhon no había muerto soltó un leve suspiro. No sabía que diablos intentaba al escalarle la espalda y si hizo algo apenas se notó. Jin parecía tenerlo en la mira y se dispuso a atacarle. El espadachín no tuvo mucho tiempo para observar la pelea ya que el tigre se abalanzaba de nuevo a por éste. Se escuchó un enorme estruendo y luego la voz de Jin retumbar por todo el estadio. El diablo dijo que el espadachín iba a ser suyo y esto a Nokotori le hizo sonreír de lado macabramente.

Una vez que el tigre cambió de objetivo y se dirigiese hacia el asesino Jin se desplazó frente al espadachín. Éste se le quedo mirando a las piernas y debido a su gran altura tuvo que alzar la cabeza. Miró a sus ojos de color dorado de manera desafiante. Empezó reír como un maldito loco.

-¿Un ataque…? Pues hagamos que ese ataque lo disfrutes con todas tus ganas.

El espadachín dejó sus hombros caer, agarró sus espadas y se puso en guardia. Una vez hecho esto salió corriendo hacia su oponente y se posicionó tras su pierna derecha donde debería tener los tendones. Saltó y dando un giro intentó cortárselos para que pudiese desestabilizar a aquel mastodonte. Por muy grande que fuese si conseguía cortar el punto de apoyo de aquella cosa iba a caer o al menos ponerse de rodillas. Una vez hecho esto intentó dejar clavada su katana de color morado detrás de la articulación de la rodilla para poder paralizarla.

Nokotori conocía bien la anatomía humana y esto le hacía muchas veces preparar una estrategia dolorosa y buena para poder hacer sufrir, torturar y además hacer que su oponente no tuviese tanto campo de movimiento. El espadachín aún sintiendo tanto calor proveniente de aquel ser hizo todo esto. Pensaba que con ese ataque tendría la victoria asegurada. Una vez terminó de atacar se alejó del monstruo lo suficiente para que el calor no le hiciese cada vez más daño.

Confiaba en que la espada no sufriese demasiado daño al hacer ése ataque. Cuando se alejó se puso de nuevo frente a Jin y volvió a adoptar una postura de combate. Alzó su Katana de color blanco sobre su cabeza. La sujetaba con una mano y mientras sonreía levantó el brazo libre haciendo un gesto algo chulesco. Estaba provocando a Jin para que viniese a atacarlo

-Vamos gigantón, ven de una vez.

Una vez Qui Gon tocó el suelo pudo darse cuenta de la gravedad de sus heridas. La rabia del momento había nublado parcialmente sus sentidos y apenas podía notar el dolor en ese momento. Poco a poco iba siendo consciente de lo realmente grave de su situación. Su ropa estaba totalmente quemada, solo unos pocos hilachos chamuscados permanecían colgando de su cadera. El pelo se había quemado por completo y su piel estaba de color rojo y por algunas partes era un rojo negruzco. Las quemaduras eran bastante graves y el dolor que ahora volvía a su estado consciente lo estaba invadiendo. Su cuerpo se estaba paralizando debido al dolor y la vista empezaba a nublarse.

Pudo ver como el Ifrit se dirigía hacia él con una velocidad pasmosa, pero para Qui Gon fue como verlo a cámara lenta. El dolor y el cansancio empezaron a apoderarse de él y poco más pudo hace que intentar poner sus brazos frente a él para minimizar lo máximo posible el impacto pero no pudo ser. Su mirada se fijaba en el infinito, era como si estuviese viendo algo por detrás de aquel demonio de fuego. El zarpazo impactó de lleno en el pecho del luchador logrando hacerle una brecha que le atravesaba desde la clavícula izquierda hasta la parte derecha de la cadera. Salió disparado hacia atrás con una fuerza descomunal pero sin llegar a chocarse contra la pared pues este aún lograba mantenerse en pie. Con los brazos frente a su cara, su cuerpo quemado y su pecho sangrando bastante empezó a perder la vista, cada vez veía más y más borroso. Pudo abrir levemente un ojo para ver que aquella bestia volvía al ataque, le lanzó una patada a lo lejos y el luchador supo que era el fin del combate para él. Sería un milagro si saliese vivo de esta. Colocó sus brazos en equis e intentó aguantar lo máximo posible aquella onda de choque.

En cuanto la onda impactó le echó los brazos hacia atrás, y lo repelió hasta hacerlo impactar contra uno de los muros calcinados del coliseo. Dio un espaldarazo contra aquellas paredes negras y las resquebrajó. Sonaron varios chasquidos, al parecer se había roto algunas costillas. La herida del pecho cada vez sangraba menos. Aquella onda de choque había cerrado algo la herida pero esta seguí sangrando. El luchador cayó al suelo boca abajo como un saco de patatas. No podía sentir nada a su alrededor. Veía borroso, los oídos le pitaban, su piel quemada no le permitía sentir el tacto y su nariz solo olía a quemado. Estuvo unos momentos a punto de caer inconsciente pero algo le hacía permanecer consciente. Tras un rato en el suelo e inmóvil alzó la mirada como pudo moviendo un poco la cabeza. No podía ver bastante bien pero pudo discernir la figura de Jin y la de probablemente Nokoyuri. Los destellos de la katana del espadachín parecían delatar que se trataba de este. Pero a quien no veía por ningún lado era a Ragemoko. “Espero que esté bien” pensó el fornido mientras luchaba por permanecer consciente. Debajo de él ya había empezado a formarse un charco pequeño de sangre pero dejó de crecer. Al parecer la sangre que estaba debajo de este había empezado a secarse y cada vez sangraba menos. O eso o se estaba quedando sin sangre. Pero pasara lo que pasara no quitaría la vista de sus amigos. Debían salir de allí vivos y juntos.

Qui Gon había caído, y Nokotori se enfrentaba cara a cara a Jin. "Qué cojones tiene." Pensó Ragerok."Es una pena que yo no haya podido seguirles el ritmo". Ragerok no era fuerte. No lo suficiente. Y en esa pelea estaba la prueba.

El chico pudo ver como el tigre venía directo a por él. "Este es mi final." Tenía la vista cada vez más nublada. Entornó un poco los ojos y se posicionó como pudo para recibir el impacto del zarpazo del tigre. Con sus puñales puestos en cruz, se dispuso a interceptar aquel zarpazo que iba directo al cuello. Las manos del asesino temblaban porque la pérdida de sangre y las quemaduras hacían que cada vez sintiese más frio, y todo le estaba resultando mucho más complicado. La zarpa del animal impactó de lleno en las dagas, y comenzaron a forcejear. Era un forcejeo inútil, pues el animal acercaba cada vez más sus garras al cuello, mientras Ragerok perdía poco a poco más y más fuerza.

El cansancio y la pérdida de sangre cada vez pasaban más factura a Ragerok. Empezó a escuchar de nuevo la voz de su cabeza, a la cual se unieron la de su hermana, la de su maestro, la de aquella chica de la taberna...Hablaban de forma desordenada y eso desconcentraba más al asesino, que podía sentir ya como las garras le estaban cortando la piel. Todo se iría pronto a la mierda. De repente la de su hermana se hizo más clara, aunque seguía siendo inteligible. Su hermana. Necesitaba encontrarla. Volver a verla. En un último esfuerzo consiguió desviar la garra del tigre, que se redirigió a su cara, dejándole una herida notoria que de seguro dejaría marca.

Ni siquiera le dio tiempo a gritar de dolor. Tras dar un paso atrás, el chico cayó de espaldas, inconsciente. El cansancio y el desangre habían podido con él.

Ahora solo quedaba uno de ellos en pie. Nokotori y Jin se enfrentaba cara a cara. Y una pregunta se podía respirar en el ambiente: A pesar de la diferencia de poder, ¿quién de los dos sería la mejor representación de la muerte?

La pelea estaba siendo muy interesante. El fornido había salido volando tras achicharrarse vivo. El golpe que recibió por parte de la forma emperador del fuego fue brutal. Sin embargo el demonio todavía sentía su aura. Al parecer estaba vivo. Ahora volvió la cabeza mirando a su precioso tigre. Éste había derribado al asesino y ahora rugía triunfante. Lo que el animal trató de hacer a continuación fue abrir la boca y tratar de comerse la mano de su presa. Obviamente apartaría la daga con la zarpa pues no iba a comer hierro. Lo lograse o no, se dirigiría hacia las gradas y se quedaría allí quieto tras haber cumplido su cometido. Uno lo había descalificado Jin y al otro Feng. Hacían un gran dúo de combate pero todavía quedaba un único ataque para sentenciar la pelea.

Las palabras del moreno hicieron al Ifrit sonreír de forma sádica y enfermiza. Quería clavarle su espada y ahora comenzaba la defensa del enorme ser de fuego. Debido a su mantra pudo saber las intenciones de su enemigo pero con muy poco tiempo de acción. De modo que cuando éste se metió entre sus piernas, giró de forma violenta recubriéndose de haki armadura y realizando el tekkai kempo. El corte impactó en la zona de las espinillas de sus patas. Apenas fue gran cosa por la enorme defensa pero lo justo para que escociera. El enorme ser trató de echarse ahora hacia atrás cuando de repente sintió una pinchada dolorosa al mismo tiempo que flexionaba las rodillas. Al haberse movido la espada del moreno quedó clavada en la pierna del enmascarado por encima de la rotula. No se había esperado aquel ataque y ahora el enorme monstruo empezó a rugir de rabia.

Perdió el equilibrio cayendo al suelo entre quejidos que parecían del mismísimo demonio. Su fuero ardía con más fuerza debido a la rabia y el dolor que sentía. El tigre en ese momento estuvo a punto de saltar a la arena pero entonces una risa le detuvo. El asesino comenzó a reír de forma macabra mientras poco a poco iba tomando un tamaño mucho más pequeño. Se puso en pie mientras el fuego desaparecía y su cola se ocultaba en su espalda. En pocos segundos se dio la vuelta dándole la espalda al espadachín a una distancia de uno ocho metros. Ahora se notaba que estaba en la forma humana. Su guadaña pudo verse ya que había estado atada a su brazo y al ser inmune al fuego le daba igual que esta estuviese ardiendo. Ahora metió su mano libre en el bolsillo de su destrozado pantalón sacando una máscara blanca con tres agujeros en forma de “6” en ésta. Se dio la vuelta observando a Nokotori. Su ojo derecho era rojizo mientras que el izquierdo azulado con franjas.

Trató de dar unos pasos pero entonces sintió un dolor inmenso en la pierna. Aquel corte había sido bastante eficaz. Empezó a cojear un poco mientras ahora su pecho estaba al descubierto. Tenía un cuerpo fornido y trabajado pero no muy exagerado. Simplemente estaba en su peso y bastante marcado. – Dejarte vivo sería un peligro en un futuro. Sin embargo voy a arriesgarme. Tan solo dos quedamos en pie. De modo que la prueba está superada. – Ya no había necesidad de hacer otro ataque pero el capullo de la máscara le gustaba tener siempre la última palabra. De modo que ahora apoyando la pierna buena en el suelo dio un salto y en pleno aire pegó dos patadas con buena velocidad. De estás salieron un par de ondas cortantes que formaban una equis, además estaban imbuidas en su haki armadura. – ¡Rankyaku star! – Gritó mientras estas se lanzaban a por el moreno. Le diesen o no, el enmascarado sonreiría de lado.

Aquello le había divertido bastante a decir verdad. – Supongo que ayudaras a tus compañeros. Creo que eso es lo qué nos diferencia, Nokotori. Yo no tengo amigos. – Dicho aquello formó en su rostro una sonrisa sádica mientras ahora chasqueaba los dedos y su cuerpo se prendía de fuego de nuevo. El tigre empezó a caminar hasta llegar al lado de su dueño. – ¿Algo qué decir antes de que me vaya? – Finalizó diciendo y cambiando su aura por si alguno de aquellos hombres tenía haki de observación que no le reconocieran más.

Nokotori había conseguido lo que quería. Había herido al gigantesco demonio aunque no del todo como él quería. Consiguió desestabilizar al enorme diablo y el espadachín se encontraba muy contento. No parecía invencible como a simple vista parecía. Aunque en cierto modo también pensaba que Jin no usó todo potencial. Daba miedo pensar que ese individuo ocultaba todo su poder contra ellos. La verdad es que habían acabado muy mal tanto él como sus compañeros. Miró a su alrededor y vio como Jhon y Ragerok estaban tendidos en el suelo sin moverse siquiera. El espadachín estaba tambaleándose un poco por el cansancio. Hasta ahora había seguido el combate por su ira y odio que hizo que su cuerpo apenas sintiese el dolor pero esto le estaba costando el mantenerse en pie ahora mismo.

Jin una vez en el suelo se retorció de dolor para luego ir poco a poco cambiando de nuevo a su forma humana. Estaba dándole la espalda al moreno. Era muy precavido respecto a la hora de no mostrar su cara… Algo ocultaba. Nokotori no le dio demasiada importancia y vio como se colocaba una máscara de color blanco para después por fin girarse ante éste. Además pudo observar como tenía un ojo de cada color. Aquel hombre era un puro enigma.

El espadachín se alegró y se sintió algo aliviado al escuchar que había superado y terminado la prueba de una vez por todas.

-Recuerda que en ese futuro nos veremos las caras. Espero poder pelear contra ti en otra ocasión. Otra ocasión en la que pueda hacer que te emplees a fondo.

El espadachín tenía respeto hacia Jin y en cierto modo se veía como él en un futuro no muy lejano. Siendo poderoso y un adversario que solo pronunciar su nombre la gente huyese temblorosa y despavorida.

El joven moreno enfundó sus catanas y se apoyó en una para no perder el equilibrio y no caer al suelo debido al cansancio. Nokotori observaba a Jin tranquilamente pero algo andaba mal. Estaba mirándolo muy callado. De repente éste dio un salto hacia arriba y lanzó dos patadas al aire. De la potencia de sus patadas salieron dos ondas cortantes en forma de equis que se dirigían hacia el espadachín. El moreno se quedó mirando unos segundos antes de poder creer lo que estaba viendo y reaccionar. Cuando espabiló de una vez Nokotori entendió que estaba siendo atacado. La controversia de las palabras que le dijo antes Jin lo confundió por unos momentos. Las ondas que lanzó Jin ya estaban demasiado cerca para poder esquivarlas o desenfundar sus espadas para al menos poder bloquearlas como es debido. Sin pensarlo demasiado puso sus armas enfundadas en forma de equis similar a la forma de las ondas lanzadas por su oponente y se preparó para lo peor.

El espadachín recibió de lleno el golpe con sus katanas. La funda de éstas aun siendo duras acabaron partidas en mil pedazos y acabaron las hojas recibiendo la mitad del golpe. Nokotori amaba esas espadas así que dejó de hacer presión para dejarlas caer y recibir lo que quedaba de potencia él mismo poniendo sus brazos en forma de cruz. Acabó con la ropa despedazada y miles de cortes en los brazos. No obstante salió disparado varios metros hacia atrás rodando. Su cuerpo no podría recibir ningún ataque más o ahí acabaría todo.

Varios minutos después de que el espadachín se quedase tendido en el suelo se puso apoyado en su rodilla izquierda y jadeando por el cansancio. Miles de punzadas de dolor recorría su cuerpo. Era un milagro que estuviese vivo. El joven miró a los ojos a Jin.
-No creas que esos dos idiotas son mis compañeros y los acepto porque no me queda otro remedio. Yo siempre estuve solo y nadie me tendió la mano exceptos ellos y Madara. Es bien cierto que soy capaz de todo… Al igual que tú. Algún día podrás encontrar gente como ellos y compartir tu oscuridad como yo estoy haciendo. Poco a poco.

Las últimas palabras del espadachín parecían un susurro para que no se llegase a escuchar. Se levantó torpemente y mostro una mueca de dolor por todas sus heridas. El espadachín se encontraba en un estado deplorable y estaba cubierto de polvo mezclado con sangre de los cortes que se había llevado a lo largo de la batalla.

-Espero que recuerdes esto. Algún día te venceré.

Nokotori había encontrado un perfecto rival para superarse a si mismo.

Aquellas manchas borrosas seguían combatiendo, de pronto una nueva mancha se unió a la batalla, probablemente sería el muchacho, pero al parecer otra más grande la había derrotado y esta última cayó al suelo. Habían derrotado al chico y ya solo quedaban Nokoyuri y Jin. Jin volvió a su forma original o eso le pareció a Qui Gon, la mancha gigantesca se volvió de pronto pequeña y se fue. Qui Gon estaba algo feliz porque al menos uno de los tres había podido sobrevivir a esa paliza en pie, pero fue pronto para cantar victoria. Mientras los ojos de Qui Gon se iban cerrando lentamente vio como la sombra borrosa que era Nokoyuri se desvanecía rápidamente. Esto hizo que se pensara lo peor, el luchador no podía aguantar en ese estado por mucho tiempo hizo un último esfuerzo en poder visualizar donde estaba Nokoyuri, miró hacia todos lados desde su campo de visión y allí estaba, tendido en el suelo, pero poco después se movió. Estaba vivo y esto hizo que Qui Gon pudiera estar más tranquilo.

Ya era hora de que empezara preocuparse por sí mismo. La herida del pecho no sangraba más. Había perdido mucha sangre pero podría recuperarse con algo de suerte. Las quemaduras deberían de tratarse durante un tiempo y la herida del hombro a pesar de haberse cauterizado un poco debido a las llamas del monstruo no se había cerrado del todo y debería de curársela posteriormente. Parecía que aquel tipo llamado Jin no pretendía hacerles solo una prueba sino darles una paliza y esto sería algo que recriminaría a Madara. El líder debería dar explicaciones por esto, mandar a unos simples reclutas contra una bestia así debería de tener alguna explicación. El fornido esperaría alguna compensación a cambio de semejante peligro y más vale que fuese buena.

Los últimos pensamientos del fornido antes de caer inconsciente fueron los de qué haría una vez salieran de aquel lugar, probablemente nada más recuperarse iría a tomarse una buena jarra de hidromiel a cualquier lugar cercano y comería como si fuese su último día de vida. Quizás llamaría a sus compañeros de banda y los invitaría a algo. Pero eso no eran más que planes de futuro, primero deberían de salir de ahí con vida y Qui Gon esperaba que Nokoyuri les ayudara a salir de allí.

Ragerok estaba inconsciente. Todo aquel combate, todas las heridas que había sufrido, el cansancio físico y mental que supuso lo habían dejado KO. Tumbado en el suelo, inmóvil, un muñeco de trapo ofrecería más resistencia que él. Y por si fuera poco, aún no había acabado la cosa.

El tigre se acercaba a él, poco a poco. No contento con haberle dejado su marca en la piel, el tigre ahora buscaba un bocado que llevarse a las fauces. Ni corto ni perezoso, actuó de la forma más ruin que puede hacerlo un ser. Aprovechando el estado en el que se encontraba el joven, se acercó a su mano izquierda y poco a poco la abrió con las zarpas para apartar el puñal. Al principio la mano ofrecía resistencia, pero logró abrirla para quitarle el arma, y tras esto, comenzó a morder la mano para arrancarla. Forcejeó y forcejeó hasta que lo consiguió, y se la tragó de un bocado para después marcharse.

Aquello hizo que durante unos segundos el chico recobrase la conciencia para volver a caer redondo. Aquello era demasiado. Realmente se habían enzarzado con el asesino. Herido, quemado y mutilado. Y todavía podía darle gracias a dios por no haber muerto, aunque poco le faltaba para ello. Las heridas poco a poco dejaban de sangrar, pero necesitaba salir de ahí. Necesitaba descansar unos cuantos días, y necesitaba enfrentarse a la realidad de no tener ojo ni mano. Las cosas no podían ir peor para el chico.

Sus compañeros también estaban muy heridos, pero al menos mantenían su cuerpo entero. Nokotori consiguió resistir hasta el final. Intercambió unas palabras con Jin antes de que este se fuera, y así fue como acabó ese infierno.

Los ojos del asesino se clavaron en los del espadachín. Pudo ver como su ataque dejaba en malas condiciones al moreno pero aún así este se defendió bastante bien. Una siniestra sonrisa adornó ahora el rostro del enmascarado que bajo aquella máscara parecía una especie de psicópata. De repente el soldado de Madara le dijo unas palabras que le hicieron alzar una ceja mientras escuchaba. Jin había estado solo también hasta que apareció su hermano para tratar de ayudarle. Sin embargo en la mente del asesino la compasión y el compañerismo no existían. Tan solo colaboró con su antiguo líder, el yonkou Legim. Llevaba muchísimos años sin verle y aquel tipo era el único que le ofrecía desafíos interesantes y sangrientos. Aunque seguramente para que no la liara. Ahora nada podía parar al hombre que engañó a todo el gobierno mundial. Aquel tipo conocido como Kogáto Uchiha había muerto para convertirse en su verdadero ser, Jin Surfer.

Ahora escuchó las últimas palabras. Estás afirmaban la victoria de Nokotori en un futuro. Sin embargo no había nombrado la palabra muerte, simplemente vencerle. Un escalofrío de emoción recorrió ahora la columna vertebral del enmascarado. Ardía en deseos de que ese momento llegara para tener un combate sádico e intenso. Por el momento estiró la mano acariciando la cabeza de su tigre. – Buen chico… – A continuación volvió a mirar a aquel hombre para después entrecerrar los ojos despacio. – Nokotori. No me olvidaré de tu nombre. Aprovecha las enseñanzas de Madara ya qué pronto mi guadaña habrá atravesado su corazón. – Una vez dijo eso se dio la vuelta dándole la espalda a todos y empezando a caminar hacia la salida. Estiró su mano un momento y lanzó cuatro cañonazos de fuego para reventar los focos. En poco tiempo aquello volvió a quedar a oscuras. Sin embargo los distintos rastros de fuego iluminaban el lugar lo justo para que se viera.

A continuación salió de allí mirando hacia el cielo nocturno. No pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra. Él nunca había sonreído de forma amable salvo cuando era un agente infiltrado. Cosa que hacía para disimular. El enmascarado se metió por algunos callejones hasta salir a un enorme bosque oscuro y meterse en éste. Sus pasos eran silenciosos como buen asesino y su presencia era cuanto menos poderosa. Tal vez su hermano se tomaba la amenaza a broma si aquel espadachín se chivaba. Sin embargo solo Jin sabía que iba a finalizar con la vida de Madara. No se iba a permitir tener línea de sangre con nadie. Aquella basura alada no era digna de hacerse llamar hermano mayor de él. Encima era un puto mercenario, una rata que buscaba el dinero cuando lo más hermoso era el dolor de las personas y la sangre. El enmascarado sonrió de lado para después quitarse despacio la máscara y guardarla. Sacó de su otro bolsillo una amarilla con marcas negras tribales y se la puso. Ésta solo dejaba ver su ojo rojizo. Continuó andando perdiéndose en la noche y camuflándose en la oscuridad. La noche había sido interesante y sangrienta. El tigre además ya había cenado pero le esperaba una doble ración por haber peleado con valor.

Tras intercambiar unas palabras con Jin se fue pero no sin antes acabar con los focos que él mismo había preparado. Era increíble lo calculador que era y lo que se esforzaba por no dejar ningún rastro de que había estado en aquel lugar. El espadachín observaba como Jin desaparecía por donde ellos mismos habían entrado y la oscuridad se lo tragaba. Ahora se veía muchísimo menos pero los resquicios de la batalla con Jin iluminaban con una tenue luz el estadio. Estaba completamente lleno de pequeñas llamas. Cuando por fin Nokotori afirmó que Jin se había ido fue corriendo hacia sus compañeros. Se dirigió hacia el que más cerca estaba que era el asesino. Cuando vio todas las heridas que tenía éste se preocupó después de mirar al asesino se dirigió hacia Jhon el cual también se encontraba en un terrible estado. El espadachín estaba pensando cual de ellos estaba peor para priorizarlo y transportarlo pero es que aquellos dos estaban hechos polvo.

El moreno quería llevarse a los dos al hospital más cercano para que tratasen sus heridas y conseguir que sus compañeros no perdiesen la vida ahí. Se quedó pensando varios minutos y salió corriendo fuera del coliseo. Era difícil ver debido a aquella oscuridad pero pudo divisar unas sombras bastante grandes. El espadachín se acercó a aquellas sombras y vio entonces lo que podía usar para trasladar a sus compañeros. Unas carretas. Aquellas carretas al parecer se utilizaban en los combates dentro del coliseo. No obstante iba a ser una tarea ardua puesto que el moreno también estaba cansado y tenía que tirar de la carreta junto a sus compañeros. Agarró la primera que vio y cuando tiró de ella no pudo moverla. Al parecer estaba unida a la pared mediante una cuerda para que no se soltase. El espadachín soltó un suspiro de desgana. Agarró una de sus espadas y acabó cortando la cuerda que sujetaba la carreta. A continuación tiró de ella hasta llevársela dentro del coliseo. Iba tirando como podía ya que de por sí aquella carreta pesaba bastante. Acercó aquel carro primero a Ragerok. El moreno se acercó al asesino y lo cargó sin mucho esfuerzo en la carreta. Lo soltó algo brusco y la carreta se movió varios centímetros hacia adelante.

Ahora quedaba el fornido luchador. Tiró de la carreta hacia donde se situaba Jhon. Cuando estaba a su lado el espadachín se quedó mirándolo. Jhon pesaba como casi el doble que el asesino y en el estado del espadachín cargarlo en el carro no iba a ser una tarea fácil. Agarró al luchador de brazo y lo arrastró lo máximo posible a la carreta. Nokotori se subió sobre la carreta y continuó tirando de Jhon para intentar subirlo a ésta. Ya estaba medio cuerpo subido a la carreta y Nokotori bajó de un salto de la carreta. Cuando el moreno se giró para empujar el cuerpo de su colega para meterlo en el carro se dio cuenta de algo. Estaba completamente desnudo y se le veía todo. -Vaya puto asco. El espadachín apartó la mirada con algo de desprecio y acabó empujándolo para por fin meterlo en la carreta del todo. Aquellos dos estaban en una postura muy rara y Jhon acabó encima de Ragerok.

Ya por fin estaban los dos sobre la carreta y Nokotori poco a poco los sacó del coliseo. Se dirigió hacia el pueblo más cercano para llevarlos a un hospital.

La batalla ya había finalizado. Jin se había marchado de allí rompiendo los focos del estadio. La oscuridad se adueñó del lugar y solo unas llamas iluminaban levemente la arena. Nokoyuri era el único que quedaba en pie y estaba pensando en cómo socorrer a sus compañeros. Más pronto que tarde apareció por la puerta del coliseo tirando de una carreta. Lo más probable es que intentara cargarlos para llevarlos a la ciudad.

Cogió primero el cuerpo del chico sin que le costara demasiado trabajo. Posteriormente fue a cargar al fornido. Subir a Qui Gon a la carreta no fue tarea fácil. Primero lo subió por la parte de arriba hasta que medio cuerpo estaba dentro, y después lo terminó de subir desde abajo echando sus piernas encima de la carreta. El cuerpo desnudo de Qui Gon cayó sobre el asesino. Estaban en una posición algo extraña, las piernas del luchador sobre salían por la parte trasera de la carreta y su cabeza estaba apoyada sobre el otro extremo. El luchador, que estaba boca abajo, se encontraba encima de Ragemoko y sus cabezas estaban muy juntas, tan juntas que parecía que se fuesen a besar. Nokoyuri los estaba llevando hacia la ciudad de camino a un hospital, pero en uno de los baches del camino la carreta se movió un poco haciendo que la cabeza de Qui Gon golpeara con la del pobre chico. Poco después la carreta volvió a tomar otro bache, pero esta vez hizo que el cuerpo del fornido se escurriera hacia afuera. De repente medio cuerpo del fornido colgaba peligrosamente por la parte posterior del carro, pero eso no era lo peor. La cara del luchador estaba situada sobre la entrepierna del asesino y parecía que estuviesen realizando actos obscenos. Por suerte quedaba poco para que llegasen al hospital y probablemente no mucha gente se daría cuenta de la grotesca escena que estaba sucediendo en el carro.

Ragerok estaba tirado, inconsciente, y sangrando. Parecía que sería el fin a menos que alguien lo llevara rápido a un médico. Su compañero Qui Gon también se encontraba fatal, y Nokotori, a pesar de seguir consciente, era otro cuerpo linchado. El espadachín se acercó a sus compañeros, pues era el único que podía ayudarlos, y buscó como poder transportarlos hasta conseguir una carreta en la que los cargó, camino del hospital.

Mientras estaba inconsciente, en la mente del asesino estaba ocurriendo algo. Un escenario completamente negro, dejaba ver a una figura iluminada por un foco. El asesino estaba sentado en el suelo, desconcertado. Miraba a todos lados y no entendía nada. De pronto escuchó una voz.

-Al final has acabado hecho pedazos.

-¿Quién eres?

En el área iluminada por la luz entró una figura. Al principio no consiguió distinguir quién era, pero tras unos segundos aquella imagen se hizo clara, y esa visión lo aterrorizó: era él mismo.

-Eres consciente de que esta pelea te ha hecho perder un par de cosas, ¿no? -Dijo mientras sonreía.

En ese momento, Ragerok se miró la mano izquierda, que poco a poco desapareció, mientras también disminuía su capacidad visual.

-Va a ser difícil, pero no te lo tomes como una maldición, tómatelo como un desafío más.

Tras decir esto, el escenario comenzó a vibrar de forma muy violenta. Poco a poco todo se derrumbó, atrapando a Ragerok, que despertó tumbado en la carreta. Vio como su compañero estaba a punto de caer así que fue a socorrerlo. Cuando intentó agarrarlo, descubrió que una de sus manos faltaba. Era extraño pues aún la podía sentir. Tras unos segundos de desconcierto, volvió a quedar inconsciente, justo cuando ya habían alcanzado el hospital.