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Rylanor
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Ante vosotros se alza la isla de Nanami, una enorme... bueno no, es tirando a pequeña, aunque tampoco es poca cosa. En un día podría recorrerse de punta a punta. Una majestuosa... mmm, tampoco realmente. Para qué engañarnos, todo cuanto veis en una isla cubierta por un extensísimo bosque con una montaña en el centro. Todo lo que veis en la costa de este lado son acantilados. ¿Qué haréis? ¿Daréis una vuelta buscando una cala donde desembarcar, o tenéis algún otro plan en mente? Eso si es que venís en barco siquiera. De hecho... ¿cómo habéis llegado a la isla?
Qui Gon Blackheart
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El día era precioso, el sol iluminaba todo cuanto podía verse y algunas nubes blancas pintaban el firmamento. El mar estaba en calma salvo por las típicas olas debidas a la marea. Qui Gon estaba a los mandos de un flamante barco que habían alquilado expresamente para su pequeña misión. Una isla se alzaba frente a ellos, era todo acantilados por donde podía ver y dar un rodeo les llevaría demasiado tiempo. El navegante decidió que se acercaría de forma prudente con el barco a los acantilados de forma que al echar el ancla la marea no golpease el barco contra las rocas. Una vez estuvieron lo bastante cerca Qui Gon echó el ancla y el barco quedó fijado dejando de moverse.
El fornido colocó sus manos en la cintura y suspiró mientras contemplaba las rocas que había ante él. Fue a buscar a sus compañeros Madara y Nokoyuri. Bajó a los camarotes y llamó a sus respectivas puertas.
- Ya hemos llegado señoritas. Anda que habéis salido a hacerme compañía allí arriba.
Qui Gon metió sus manos en los bolsillos y esperó apoyado sobre la pared del pasillo a que sus compañeros salieran. Colocó una pierna sobre la pared también y miraba el techo con mirada pensativa. “Y ahora… ¿Cómo volamos? Espero que a Madara no le importe llevarnos encima suya”. El fornido vestía algo extraño, una enorme armadura de color rojo que le estaba grande… En efecto, era la armadura de Madara. El sichibukai le había mandado a cuidarla y portarla y esto al fornido no le importaba, se sentía importante y le servía de entrenamiento, así cargaba con peso de más y fortalecía su musculatura.
El luchador podía notar que aquella armadura pesaba mucho, demasiado para ser una armadura. “Quizás esto es lo que le da sus poderes de ácido a esa bestia de Madara” El fornido preparó saliva en su boca y escupió al suelo. Para su decepción el suelo no se derritió, ni siquiera hizo algo de humo. El fornido miró hacia un lado chasqueando la lengua y ya se sentía algo impaciente.
- ¿Vamos ya o qué? Que me voy a hacer viejo de tanto esperar. ¡Ah! Y tenemos un problemilla, hay como unos acantilados tope tochos enfrente nuestra y hay que sortearlos como sea. También podríamos dar un rodeo pero eso nos llevaría más tiempo y no creo que queráis perder más tiempo en esta nuez en mitad del océano.
El luchador dijo lo último con algo de retintín, quizás así esos dos hombres salían al menos a regañarle o buscando algo de pelea. Aquella armadura ya empezaba a notarse algo pesada así que se la quitó, la dejó caer a su lado suspiró mientras observaba cómo estaba totalmente impoluta. Su rostro se veía reflejado en aquel metal rojo, se arregló el pelo un poco con las manos puesto que se había despeinado y comprobó que tenía la cara limpia. Hizo un gesto de aprobación y volvió a su pose normal apoyado contra la pared.
- Me voy a cagar ya en la puta. O salís o me largo de aquí yo solo y le meto fuego al barco con vosotros dentro. ¡SALID DE LA CAMA GANDULES!
El fornido colocó sus manos en la cintura y suspiró mientras contemplaba las rocas que había ante él. Fue a buscar a sus compañeros Madara y Nokoyuri. Bajó a los camarotes y llamó a sus respectivas puertas.
- Ya hemos llegado señoritas. Anda que habéis salido a hacerme compañía allí arriba.
Qui Gon metió sus manos en los bolsillos y esperó apoyado sobre la pared del pasillo a que sus compañeros salieran. Colocó una pierna sobre la pared también y miraba el techo con mirada pensativa. “Y ahora… ¿Cómo volamos? Espero que a Madara no le importe llevarnos encima suya”. El fornido vestía algo extraño, una enorme armadura de color rojo que le estaba grande… En efecto, era la armadura de Madara. El sichibukai le había mandado a cuidarla y portarla y esto al fornido no le importaba, se sentía importante y le servía de entrenamiento, así cargaba con peso de más y fortalecía su musculatura.
El luchador podía notar que aquella armadura pesaba mucho, demasiado para ser una armadura. “Quizás esto es lo que le da sus poderes de ácido a esa bestia de Madara” El fornido preparó saliva en su boca y escupió al suelo. Para su decepción el suelo no se derritió, ni siquiera hizo algo de humo. El fornido miró hacia un lado chasqueando la lengua y ya se sentía algo impaciente.
- ¿Vamos ya o qué? Que me voy a hacer viejo de tanto esperar. ¡Ah! Y tenemos un problemilla, hay como unos acantilados tope tochos enfrente nuestra y hay que sortearlos como sea. También podríamos dar un rodeo pero eso nos llevaría más tiempo y no creo que queráis perder más tiempo en esta nuez en mitad del océano.
El luchador dijo lo último con algo de retintín, quizás así esos dos hombres salían al menos a regañarle o buscando algo de pelea. Aquella armadura ya empezaba a notarse algo pesada así que se la quitó, la dejó caer a su lado suspiró mientras observaba cómo estaba totalmente impoluta. Su rostro se veía reflejado en aquel metal rojo, se arregló el pelo un poco con las manos puesto que se había despeinado y comprobó que tenía la cara limpia. Hizo un gesto de aprobación y volvió a su pose normal apoyado contra la pared.
- Me voy a cagar ya en la puta. O salís o me largo de aquí yo solo y le meto fuego al barco con vosotros dentro. ¡SALID DE LA CAMA GANDULES!
Nokotori Kurodoku
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El moreno se encontraba en su camarote plácidamente dormido en aquella cama que estaba hecha de plumas. Aquel colchón tan mullido era tan cómodo que cualquiera caería rendido ante tal comodidad. Nokotori se había quedado dormido con la ropa puesta. Llevaba unas botas que llegaban casi a la rodilla, unos pantalones de color negro con muchos bolsillos y una camiseta de tirantes. Al lado de la cama había tres espadas, una de color morado, otra de color blanco como la nieve y otra plateada casi como un espejo. En una silla de la habitación había una túnica de color marrón algo vieja y agujereada, era la prenda favorita del espadachín.
Después de haber realizado el entrenamiento con Jhon y Madara para despertar por fin el haki armadura, el espadachín estaba últimamente bastante cansado y no hacía más que dormir. Aun así el sueño de Nokotori era jodidamente ligero y se despertaba con el mínimo ruido, incluso con la caída de un pétalo.
La misión que tenían aquellos tres era de conquistar una isla para posteriormente hacer que la nueva base de Kyofu se situase allí. Desde luego Nokotori se iba a cerciorar de que la base no fuese una maldita cueva como en Galuna. De repente unos ruidos alertaron al moreno haciendo que el chico abriese los ojos lentamente. El espadachín sin duda tenía muy mal despertar y no le gustaba nada que lo despertasen. Una vez que se espabiló un poco más pudo escuchar como su compañero Jhon comentaba que ya habían llegado a la isla y algo de unos acantilados.
Nokotori se estaba preparando para salir de la habitación. Se estiró y bostezó medio adormilado. Agarró sus tres espadas y colocó dos al lado derecho de su cadera mientras que la otra quedaba en el lado izquierdo. Mientras se colocaba la túnica que tenía sobre la silla podía escuchar a su compañero Jhon quejarse de que tardaban mucho y que eran unos gandules. Una vena se le marcó en la frente al espadachín. Iba a ignorar los comentarios del fornido, pero aquel idiota se estaba pasando ya. Nokotori iba a salir de una vez por todas por la puerta y escuchó nuevamente los quejidos de Jhon. Cabreado a más no poder porque le habían despertado desenvainó su espada plateada y miró a la puerta con algo de ira. Una vez que la desenvainó dio una rápida estocada en la puerta partiéndola por la mitad. Cuando cayó la puerta al suelo se quedó mirando al luchador fijamente.
-Deja de quejarte puto mamón. ¿Quieres probar el filo de mis espadas?- El espadachín estaba algo enfadado, así que soltó una pequeña amenaza contra Jhon. Después de hacer aquello y antes de salir del camarote, agarró la guadaña de su líder. Madara le había comentado que tendría que llevar su guadaña y no sabía para qué. Lo cierto es que era un arma bastante grande y pesaba lo suyo. No sabía como aquel hombre podía llevar con tanta facilidad y manejarla con tanta soltura.
Una vez que la agarró se la echó a la espalda y se quedó mirando al fornido esperando a que Madara saliese de su habitación. Miró fijamente a Jhon. -Me has despertado, pedazo de… Me gustaría probar el arma de éste, seguro que es poderosa.- El espadachín se quedó junto al fornido en el pasillo.
Después de haber realizado el entrenamiento con Jhon y Madara para despertar por fin el haki armadura, el espadachín estaba últimamente bastante cansado y no hacía más que dormir. Aun así el sueño de Nokotori era jodidamente ligero y se despertaba con el mínimo ruido, incluso con la caída de un pétalo.
La misión que tenían aquellos tres era de conquistar una isla para posteriormente hacer que la nueva base de Kyofu se situase allí. Desde luego Nokotori se iba a cerciorar de que la base no fuese una maldita cueva como en Galuna. De repente unos ruidos alertaron al moreno haciendo que el chico abriese los ojos lentamente. El espadachín sin duda tenía muy mal despertar y no le gustaba nada que lo despertasen. Una vez que se espabiló un poco más pudo escuchar como su compañero Jhon comentaba que ya habían llegado a la isla y algo de unos acantilados.
Nokotori se estaba preparando para salir de la habitación. Se estiró y bostezó medio adormilado. Agarró sus tres espadas y colocó dos al lado derecho de su cadera mientras que la otra quedaba en el lado izquierdo. Mientras se colocaba la túnica que tenía sobre la silla podía escuchar a su compañero Jhon quejarse de que tardaban mucho y que eran unos gandules. Una vena se le marcó en la frente al espadachín. Iba a ignorar los comentarios del fornido, pero aquel idiota se estaba pasando ya. Nokotori iba a salir de una vez por todas por la puerta y escuchó nuevamente los quejidos de Jhon. Cabreado a más no poder porque le habían despertado desenvainó su espada plateada y miró a la puerta con algo de ira. Una vez que la desenvainó dio una rápida estocada en la puerta partiéndola por la mitad. Cuando cayó la puerta al suelo se quedó mirando al luchador fijamente.
-Deja de quejarte puto mamón. ¿Quieres probar el filo de mis espadas?- El espadachín estaba algo enfadado, así que soltó una pequeña amenaza contra Jhon. Después de hacer aquello y antes de salir del camarote, agarró la guadaña de su líder. Madara le había comentado que tendría que llevar su guadaña y no sabía para qué. Lo cierto es que era un arma bastante grande y pesaba lo suyo. No sabía como aquel hombre podía llevar con tanta facilidad y manejarla con tanta soltura.
Una vez que la agarró se la echó a la espalda y se quedó mirando al fornido esperando a que Madara saliese de su habitación. Miró fijamente a Jhon. -Me has despertado, pedazo de… Me gustaría probar el arma de éste, seguro que es poderosa.- El espadachín se quedó junto al fornido en el pasillo.
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Madara se hallaba durmiendo tranquilamente en aquel barco que habían alquilado a los mercenarios de la isla de Dawn. El dragón no pensaba devolverlo claramente pues no había pruebas de que lo hubiese alquilado ni nada. No había formado papeles y tan solo se habían fiado de su palabra. Necesitaba descansar antes de comenzar con el asalto a Nanami pues no sabía que podía haber en aquel sitio. Tal vez enemigos portentosos o criaturas extrañas, por lo que debía de estar en forma para reventar a todo lo que fuese necesario. Al menos llevaría echándose la siesta desde que había comenzado el viaje. Le había prohibido a Qui Gon dormir ya que era el piloto y no podían estrellarse. Había sido un acto egoísta pero dejar al enfermo de Nokotori en el barco significaba acabar en Impel Dawn y no iba a arriesgarse a eso.
Estaba en lo mejor de su sueño húmedo cuando escuchó la voz del luchador llamándole. Además estuvo unos segundos diciéndole cosas ofensivas como que iba a quemar el navío con él y el moreno dentro. Ese pesado iba a llevarse un cogotazo bueno. El mercenario líder se despertó despacio y resultaba que estaba totalmente desnudo. En ese momento recordó que se había acostado así y no le dio importancia. Se puso su pantalón y sus botas para después colocarse su chaleco morado por encima. Le había dado su armadura al navegante y su guadaña al espadachín para que ambos le llevasen las cosas e hicieran ejercicio. Notó el aura del fornido en el pasillo y en ese momento soltó un suspiro. – Joder, puto enfermo. – En ese momento agarró el pomo de la puerta y de un tirón la arrancó de cuajo saliendo al pasillo.
Se dio cuenta de que los dos estaban allí. – Qui Gon cómete una mierda puto enfermo… – Nada más decir aquello les hizo una señal para que le siguieran y se dirigió a la cubierta. Una vez estuvo allí pudo ver los acantilados y no pensaba dar un rodeo. En ese momento en plena cubierta empezó a transformarse en su forma completa para después alzar la voz. – Todo el mundo arriba. – Una vez se montaran ellos empezaría a volar y se dirigiría rumbo a aquella isla llena de bosques. Aterrizaría en la primera zona que viese segura sin importarle lo que le pasase a los árboles de la zona. Aquello le iba a venir muy bien pues de aquella forma evitaría tener que dar rodeos. Además como aquellos dos tenían sus cosas, nada más aterrizar volvería a la forma humana y les pediría sus cosas.
Estaba harto de Galuna y de vivir en una jodida cueva, además después de las tonterías del Norte no quería líos en aquella isla Norteña. Allí al menos estaba alejado de todo y en un mar no considerado muy fuerte. Era el sitio perfecto para que no les hallasen pues no pensaba que nadie intentara dar por culo en Nanami. Además no pensaba que allí hubiese enemigos muy poderosos, por la pinta parecía poco civilizada pero de todas formas iba a asegurarse. Activó su haki de observación y además empezó a olisquear para ver si detectaba algo.
Estaba en lo mejor de su sueño húmedo cuando escuchó la voz del luchador llamándole. Además estuvo unos segundos diciéndole cosas ofensivas como que iba a quemar el navío con él y el moreno dentro. Ese pesado iba a llevarse un cogotazo bueno. El mercenario líder se despertó despacio y resultaba que estaba totalmente desnudo. En ese momento recordó que se había acostado así y no le dio importancia. Se puso su pantalón y sus botas para después colocarse su chaleco morado por encima. Le había dado su armadura al navegante y su guadaña al espadachín para que ambos le llevasen las cosas e hicieran ejercicio. Notó el aura del fornido en el pasillo y en ese momento soltó un suspiro. – Joder, puto enfermo. – En ese momento agarró el pomo de la puerta y de un tirón la arrancó de cuajo saliendo al pasillo.
Se dio cuenta de que los dos estaban allí. – Qui Gon cómete una mierda puto enfermo… – Nada más decir aquello les hizo una señal para que le siguieran y se dirigió a la cubierta. Una vez estuvo allí pudo ver los acantilados y no pensaba dar un rodeo. En ese momento en plena cubierta empezó a transformarse en su forma completa para después alzar la voz. – Todo el mundo arriba. – Una vez se montaran ellos empezaría a volar y se dirigiría rumbo a aquella isla llena de bosques. Aterrizaría en la primera zona que viese segura sin importarle lo que le pasase a los árboles de la zona. Aquello le iba a venir muy bien pues de aquella forma evitaría tener que dar rodeos. Además como aquellos dos tenían sus cosas, nada más aterrizar volvería a la forma humana y les pediría sus cosas.
Estaba harto de Galuna y de vivir en una jodida cueva, además después de las tonterías del Norte no quería líos en aquella isla Norteña. Allí al menos estaba alejado de todo y en un mar no considerado muy fuerte. Era el sitio perfecto para que no les hallasen pues no pensaba que nadie intentara dar por culo en Nanami. Además no pensaba que allí hubiese enemigos muy poderosos, por la pinta parecía poco civilizada pero de todas formas iba a asegurarse. Activó su haki de observación y además empezó a olisquear para ver si detectaba algo.
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La isla es un jodido infierno verde. Todo cuanto veis son kilómetros de bosque, una playa en medio de una cala oculta a unos cuantos cientos de metros a la derecha de vuestro barco. ¿Tal vez haya algo del otro lado de la montaña? Es posible, aunque viendo cómo es el lugar, yo no apostaría por ello. Madara al activar su haki detecta diferentes presencias en el bosque bajo vosotros, que supones que son animales. Algunas son algo más grandes, pero ni siquiera las más fuertes podrían ser una amenaza para ti. Tal vez para tus compañeros si los pillaran desprevenidos, pero hasta ellos podrían vencerlas. ¿Ahora qué haréis? Tal y como es la isla, es probable que esté deshabitada. Sería buena idea comenzar estableciendo un campamento base, aunque es posible que primero prefiráis dar unas vueltas en torno a esta.
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Ya habíamos aterrizado en aquella isla, todo era verde y había árboles por todos lados. Qui Gon aún cargaba con la armadura de Madara y acabó por quitársela ya que había empezado a agobiarle llevar aquel portento rojo.
- Oye Madara, yo estoy hasta la polla de llevar esto… Llévalo tu un rato, ¿no?
El fornido haría oídos sordos de cualquier regañina del moreno si es que se las decía. Observó a todas partes memorizando todo lo que podía. Su deber como cartógrafo era memorizar la isla para que no se perdieran en el transcurso de la misión. Pudo observar como aquella maleza era bastante espesa y necesitaban crear un refugio por si las moscas. Sacó sus guantes Urano y se preparó para empezar a hacer volar árboles a diestro y siniestro, pero antes debía avisar a sus compañeros del plan para ver si les parecía correcto.
- A ver… Yo creo que lo más indicado sería establecer un campamento en la espesura del bosque. Derribamos un par de árboles, creamos una explanada y allí montamos lo que sea… No será muy resistente pero al menos cuatro palos verticales con un techo de ramas sabéis poner… ¿No?
El luchador se iba desanimando conforme les hablaba de montar un refugio puesto que nunca había visto a ninguno de los dos montar alguno antes. El luchador ya había montado algo parecido durante su pequeña incursión en la isla de los animales raros pero era muy rudimentaria. Además, Nokoyuri le mandó a montar el refugio mientras éste se iba a recoger leña para el fuego, lo que significaba que no debería saber mucho sobre montar refugios. El luchador los miró fijamente de nuevo y con una sonrisa malévola les dijo:
- Vamos a talar un par de árboles… Sé que os gusta destrozar cosas.
Tras esto el luchador empezó a andar hacia la espesura esperando que sus compañeros le siguiesen. El luchador apartaba ramas y saltaba raíces bastante grandes. Esos malditos árboles empezaban a joderle bastante, pero pronto se desquitaría con ellos y eso le reconfortaba. Ya habían llegado a un lugar que al luchador le pareció perfecto para acampar puesto que estaba lo bastante lejos de los acantilados. Hizo una equis en el suelo con su bota derecha y les dio un par de indicaciones a sus compañeros.
- A ver chavales… Esto debe estar despejado a unos 10 metros a la redonda así que a trabajar. Que me habéis tenido todo el puto viaje sin dormir cabrones y estoy cansado. Peeeeeeeeero, eso no quita que no os ayude.
El luchador se ajustó sus guantes y comenzó a repartir golpes a diestro y siniestro volando aquellos árboles en pedazos. Eso le hacía sentir bien, era su forma de eliminar su rabia contenida porque sus compañeros no le habían dejado dormir debidamente aunque tampoco es que lo necesitara. Pero cualquier persona humana agradece sus dos horas de siesta aunque esos dos cabrones estuvieron durmiendo como cuatro o cinco horas.
- Oye Madara, yo estoy hasta la polla de llevar esto… Llévalo tu un rato, ¿no?
El fornido haría oídos sordos de cualquier regañina del moreno si es que se las decía. Observó a todas partes memorizando todo lo que podía. Su deber como cartógrafo era memorizar la isla para que no se perdieran en el transcurso de la misión. Pudo observar como aquella maleza era bastante espesa y necesitaban crear un refugio por si las moscas. Sacó sus guantes Urano y se preparó para empezar a hacer volar árboles a diestro y siniestro, pero antes debía avisar a sus compañeros del plan para ver si les parecía correcto.
- A ver… Yo creo que lo más indicado sería establecer un campamento en la espesura del bosque. Derribamos un par de árboles, creamos una explanada y allí montamos lo que sea… No será muy resistente pero al menos cuatro palos verticales con un techo de ramas sabéis poner… ¿No?
El luchador se iba desanimando conforme les hablaba de montar un refugio puesto que nunca había visto a ninguno de los dos montar alguno antes. El luchador ya había montado algo parecido durante su pequeña incursión en la isla de los animales raros pero era muy rudimentaria. Además, Nokoyuri le mandó a montar el refugio mientras éste se iba a recoger leña para el fuego, lo que significaba que no debería saber mucho sobre montar refugios. El luchador los miró fijamente de nuevo y con una sonrisa malévola les dijo:
- Vamos a talar un par de árboles… Sé que os gusta destrozar cosas.
Tras esto el luchador empezó a andar hacia la espesura esperando que sus compañeros le siguiesen. El luchador apartaba ramas y saltaba raíces bastante grandes. Esos malditos árboles empezaban a joderle bastante, pero pronto se desquitaría con ellos y eso le reconfortaba. Ya habían llegado a un lugar que al luchador le pareció perfecto para acampar puesto que estaba lo bastante lejos de los acantilados. Hizo una equis en el suelo con su bota derecha y les dio un par de indicaciones a sus compañeros.
- A ver chavales… Esto debe estar despejado a unos 10 metros a la redonda así que a trabajar. Que me habéis tenido todo el puto viaje sin dormir cabrones y estoy cansado. Peeeeeeeeero, eso no quita que no os ayude.
El luchador se ajustó sus guantes y comenzó a repartir golpes a diestro y siniestro volando aquellos árboles en pedazos. Eso le hacía sentir bien, era su forma de eliminar su rabia contenida porque sus compañeros no le habían dejado dormir debidamente aunque tampoco es que lo necesitara. Pero cualquier persona humana agradece sus dos horas de siesta aunque esos dos cabrones estuvieron durmiendo como cuatro o cinco horas.
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Por fin aterrizaron en aquella isla. Un enorme bosque se alzaba frente los ojos del espadachín. Pudo ver como Jhon le daba la armadura a Madara y Nokotori se acordó de que tenía la guadaña de su líder y se la quitó de encima. Lo cierto es que se había quitado un gran peso de encima debido a que el arma tenía un peso enorme. Lanzó el arma hacia Madara para que éste pudiese cogerla sin problema.
El luchador mencionó en crear un campamento donde poder quedarse mientras realizaban la ardua tarea de conquista de aquella isla. Nokotori había vivido en el bosque antes de unirse a Kyofu y gracias a eso sabía sobrevivir en esas condiciones perfectamente. Crear un refugio con madera no iba a ser ningún problema. Debería encontrar las ramas adecuadas y las hojas para crear un techo impermeable y que no calase la lluvia por si llovía. Los climas de aquellas islas solían ser bastante cambiantes y no le iba a sorprender si de repente empezaba a llover.
Una vez que se adentraron en el bosque pudo ver que era un lugar de espesa maleza. Tendrían que realizar un esfuerzo bastante grande para crear una pequeña zona donde habitar. El luchador se paró en seco y menciono que iba a ser aquel sitio. A Nokotori no le hacía demasiada gracia que aquel tío le diese órdenes, pero bueno, no le parecía mala idea hacer el campamento ahí. -Te tocas la polla por ser navegante. No pienso dejarte dormir, pedazo de cenicero.- Nokotori sonreía sin ningún tipo de malicia hacia su compañero Jhon.
Pronto desenvainó dos de sus espadas y empezó a cortar árboles a diestro y siniestro. Los troncos que cortaba aquel chico iban cayendo uno a uno haciendo bastante ruido, incluso se podía ver como unos cuantos pájaros salían volando de sus nidos después de haber sido aniquilados por el moreno. Cuando ya tenía varios troncos cortados cortó algunas ramas pequeñas que estaban bastante secas para usarlas como yesca para poder hacer en un futuro fuego.
Por su parte, todo estaba hecho ya. Llevó varios troncos a la posición donde decidió que sería la “cabaña”. Además cortó unas cuantas ramas para usar las hojas como techo del improvisado refugio. Partió varios troncos que había cortado por la mitad para crear un suelo, debía evitar que las alimañas los alcanzase mientras dormían ya que no sabía qué tipo de animales se iba a encontrar. Una vez hecho aquello recubrió también el suelo de las hojas que había cortado.
El moreno suspiró y se secó el sudor de la frente. Agarró un pedazo de tela de color blanco del bolsillo derecho. Se lo colocó en la frente para recogerse el pelo y que éste no molestase.
El luchador mencionó en crear un campamento donde poder quedarse mientras realizaban la ardua tarea de conquista de aquella isla. Nokotori había vivido en el bosque antes de unirse a Kyofu y gracias a eso sabía sobrevivir en esas condiciones perfectamente. Crear un refugio con madera no iba a ser ningún problema. Debería encontrar las ramas adecuadas y las hojas para crear un techo impermeable y que no calase la lluvia por si llovía. Los climas de aquellas islas solían ser bastante cambiantes y no le iba a sorprender si de repente empezaba a llover.
Una vez que se adentraron en el bosque pudo ver que era un lugar de espesa maleza. Tendrían que realizar un esfuerzo bastante grande para crear una pequeña zona donde habitar. El luchador se paró en seco y menciono que iba a ser aquel sitio. A Nokotori no le hacía demasiada gracia que aquel tío le diese órdenes, pero bueno, no le parecía mala idea hacer el campamento ahí. -Te tocas la polla por ser navegante. No pienso dejarte dormir, pedazo de cenicero.- Nokotori sonreía sin ningún tipo de malicia hacia su compañero Jhon.
Pronto desenvainó dos de sus espadas y empezó a cortar árboles a diestro y siniestro. Los troncos que cortaba aquel chico iban cayendo uno a uno haciendo bastante ruido, incluso se podía ver como unos cuantos pájaros salían volando de sus nidos después de haber sido aniquilados por el moreno. Cuando ya tenía varios troncos cortados cortó algunas ramas pequeñas que estaban bastante secas para usarlas como yesca para poder hacer en un futuro fuego.
Por su parte, todo estaba hecho ya. Llevó varios troncos a la posición donde decidió que sería la “cabaña”. Además cortó unas cuantas ramas para usar las hojas como techo del improvisado refugio. Partió varios troncos que había cortado por la mitad para crear un suelo, debía evitar que las alimañas los alcanzase mientras dormían ya que no sabía qué tipo de animales se iba a encontrar. Una vez hecho aquello recubrió también el suelo de las hojas que había cortado.
El moreno suspiró y se secó el sudor de la frente. Agarró un pedazo de tela de color blanco del bolsillo derecho. Se lo colocó en la frente para recogerse el pelo y que éste no molestase.
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Al parecer habían llegado a la isla y no parecía que hubiese amenazas por el momento. Tan solo unas cuantas presencias débiles, unas pocas tenían un poder un poco considerable. De todas formas no iba a decir nada por si alguien más estaba oyendo. Últimamente había chismes raros para todo y él no iba a ser el idiota que la liase. Había vuelto a su forma humana y por ello estaba realizando algunos estiramientos. Cuando se transformaba en su forma completa sufría diversos cambios en su cuerpo y luego se sentía realmente extraño. Por el momento no le molestaba y no se preocupaba mucho pues suponía que era normal. Ahora debían ganar aquella isla a cualquier coste hubiese quién hubiese.
Pudo ver al luchador dejar la armadura en el suelo y ahora decidió colocársela de una vez para ir más blindado. Se puso la coraza de titanio, las hombreras y las placas de los brazos. Una vez hubo terminado mostró una sonrisa calmada y se llevó ambas manos a los bolsillos mientras silbaba despacio. El castaño estaba teniendo un momento de subida en el que daba órdenes cómo si él fuera el puto amo de allí. Aquello le pareció gracioso al moreno y ahora miró un poco los árboles de su alrededor. No iba a ser difícil reventarlos pero no iba a ser tan liante de usar explosiones por miedo a quemar el bosque entero. Simplemente mostró una siniestra sonrisa y comenzó a repartir puñetazos con sus puños desnudos.
Estaba usando el haki armadura y por ello los troncos salían despedidos, si es que no se hacían pedazos antes por la portentosa fuerza del devastador. Por su parte ya estaba listo para entrar en combate si hacía falta y reventar los árboles solo era un calentamiento tonto. Una vez hubo dejado un buen rastro de destrucción se acercó al centro de la explanada que estaban formando y sonrió de lado. Pudo ver como Nokotori le lanzaba su arma y con un rápido movimiento la agarró a la perfección. Ahora el moreno se puso a cortar árboles y a crear un pequeño refugio. También le escuchó llamar al fornido cenicero. – ¡Dejad de deciros cosas! ¡Nokotori, respeta a tu hermano! ¡Qui Gon, tú pórtate bien! – Nada más decir aquello clavó su mirada en los árboles.
Sonrió de forma tranquila mientras se rascaba la barbilla y permanecía con su haki de observación activado. No iba a permitir que les atacaran por sorpresa y quedarse allí unos momentos más no les iba a perjudicar. – Joder que olor a choricillos. Molaría ahora comer una morcilla bien crujiente, con una guarnición de arroz. – El shichibukai deseaba comer algo rico pues estaba un poco hambriento. A lo mejor le daba por cazar una cabra y hacerla con sus pastillas pero luego pensó que mejor no era buena idea. Meterse cosas en sitios desconocidos no era buena opción.
Pudo ver al luchador dejar la armadura en el suelo y ahora decidió colocársela de una vez para ir más blindado. Se puso la coraza de titanio, las hombreras y las placas de los brazos. Una vez hubo terminado mostró una sonrisa calmada y se llevó ambas manos a los bolsillos mientras silbaba despacio. El castaño estaba teniendo un momento de subida en el que daba órdenes cómo si él fuera el puto amo de allí. Aquello le pareció gracioso al moreno y ahora miró un poco los árboles de su alrededor. No iba a ser difícil reventarlos pero no iba a ser tan liante de usar explosiones por miedo a quemar el bosque entero. Simplemente mostró una siniestra sonrisa y comenzó a repartir puñetazos con sus puños desnudos.
Estaba usando el haki armadura y por ello los troncos salían despedidos, si es que no se hacían pedazos antes por la portentosa fuerza del devastador. Por su parte ya estaba listo para entrar en combate si hacía falta y reventar los árboles solo era un calentamiento tonto. Una vez hubo dejado un buen rastro de destrucción se acercó al centro de la explanada que estaban formando y sonrió de lado. Pudo ver como Nokotori le lanzaba su arma y con un rápido movimiento la agarró a la perfección. Ahora el moreno se puso a cortar árboles y a crear un pequeño refugio. También le escuchó llamar al fornido cenicero. – ¡Dejad de deciros cosas! ¡Nokotori, respeta a tu hermano! ¡Qui Gon, tú pórtate bien! – Nada más decir aquello clavó su mirada en los árboles.
Sonrió de forma tranquila mientras se rascaba la barbilla y permanecía con su haki de observación activado. No iba a permitir que les atacaran por sorpresa y quedarse allí unos momentos más no les iba a perjudicar. – Joder que olor a choricillos. Molaría ahora comer una morcilla bien crujiente, con una guarnición de arroz. – El shichibukai deseaba comer algo rico pues estaba un poco hambriento. A lo mejor le daba por cazar una cabra y hacerla con sus pastillas pero luego pensó que mejor no era buena idea. Meterse cosas en sitios desconocidos no era buena opción.
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Al cabo de un rato creáis un pequeño claro (principalmente gracias a Madara, que revienta árboles casi sin esfuerzo). Este nota con su haki cómo la mayoría de criaturas cercanas huyen por el estruendo, aunque algunas presencias débiles bajo tierra se limitan a ir más profundo. ¿Topos, tal vez? ¿Madrigueras de roedores? Quién sabe. El caso, tenéis ya un refugio decente y aun es bastante temprano. Podéis ver que el sol aun está en lo alto, con lo que deben hacer pasado apenas un par de horas desde el mediodía. ¿No tenéis hambre? Igual es hora de tomar un tentempié antes de ir a explorar. De repente un eco resuena por la zona sin una procedencia clara, una especie de lamento arrastrado por el viento. Los excepcionales sentido del dragón le permiten determinar que viene de la montaña posiblemente... ¿os arriesgaréis a ir a comprobar qué era eso?
Qui Gon Blackheart
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Esos tres ya habían terminado de abrirse paso a través de los árboles y la explanada estaba lista. Aquel maldito sichibukai destrozaba árboles que daba gusto verle. El sol se alzaba sobre ellos y ya casi se acercaba la hora de comer. Unos lamentos arrastrados por el viento llegaron a los oídos del luchador, provenían de la montaña del centro de la isla y tenían muy mala pinta. Pero si querían conquistar aquella isla tendrían que investigarlo y ver de qué se trataba.
- ¿Habéis oído eso? No sé vosotros pero yo creo que deberíamos de ir a investigarlo… Pero también hay que preparar la comida así que lo suyo sería que uno de nosotros fuese a investigar.
Sus dos compañeros lo miraban inquisitivamente casi como diciéndole: “Pues ve tú que has tenido la idea, listo” El luchador se sentía algo incómodo y propuso jugar a piedra papel tijeras para ver quien iría, quien perdiese debía ir a investigar los quejidos de la montaña. Sus dos compañeros compartieron una mirada maliciosa y asintieron. Qui Gon sacó tijeras y tanto Nokoyuri como Madara sacaron piedra. La mirada del luchador era de premio a la mejor interpretación dramática. Algo se rompió dentro del corazón del fornido cuando pudo comprobar que la suerte no le acompañaba. Sus compañeros parecían burlarse de él y algo malhumorado marchó en dirección hacia la montaña.
- Sí, sí, reíros hijos de puta. Cuando vuelva con un puto jamón gigante para el asado ya pediréis, ya.
Esto último lo decía mientras se alejaba y apenas podía entenderse lo que farfullaba el castaño. Apartaba las ramas con muy mala leche y le dio un golpe a un árbol formando una pequeña explosión que logró arrancar una parte del tronco.
- Maldito Madara, Maldito Nokoyuri… Mira que mandarme a mí... Siento que últimamente soy el que más trabaja de la banda. Qui Gon conduce el barco. Qui Gon tienes que inspeccionar la isla cuando lleguemos. Jhon tengo hambre, ¿por qué no eres arroz? Aaaaaaaggghhhh. Un momento… ¿El puto de Madara no tenía haki de observación? ¡Me la ha jugado!
- ¿Habéis oído eso? No sé vosotros pero yo creo que deberíamos de ir a investigarlo… Pero también hay que preparar la comida así que lo suyo sería que uno de nosotros fuese a investigar.
Sus dos compañeros lo miraban inquisitivamente casi como diciéndole: “Pues ve tú que has tenido la idea, listo” El luchador se sentía algo incómodo y propuso jugar a piedra papel tijeras para ver quien iría, quien perdiese debía ir a investigar los quejidos de la montaña. Sus dos compañeros compartieron una mirada maliciosa y asintieron. Qui Gon sacó tijeras y tanto Nokoyuri como Madara sacaron piedra. La mirada del luchador era de premio a la mejor interpretación dramática. Algo se rompió dentro del corazón del fornido cuando pudo comprobar que la suerte no le acompañaba. Sus compañeros parecían burlarse de él y algo malhumorado marchó en dirección hacia la montaña.
- Sí, sí, reíros hijos de puta. Cuando vuelva con un puto jamón gigante para el asado ya pediréis, ya.
Esto último lo decía mientras se alejaba y apenas podía entenderse lo que farfullaba el castaño. Apartaba las ramas con muy mala leche y le dio un golpe a un árbol formando una pequeña explosión que logró arrancar una parte del tronco.
- Maldito Madara, Maldito Nokoyuri… Mira que mandarme a mí... Siento que últimamente soy el que más trabaja de la banda. Qui Gon conduce el barco. Qui Gon tienes que inspeccionar la isla cuando lleguemos. Jhon tengo hambre, ¿por qué no eres arroz? Aaaaaaaggghhhh. Un momento… ¿El puto de Madara no tenía haki de observación? ¡Me la ha jugado!
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Un estruendo llegó a los oídos del moreno. Miró a sus compañeros sin saber qué decir. Jhon mencionó algo respecto al sonido que se había escuchado, además sugirió ir a investigar qué era. El espadachín se le quedó mirando con cara de “ni de coña”. No obstante el luchador también sugirió después jugárselo a piedra papel y tijera.
Miró a Madara a los ojos y éste le sonrió de manera extraña dándole a entender que él iba a estafar a Jhon. Nokotori aun así tenía pensado sacar piedra y que fuese lo que dios quisiese. No le importaba tener que ir él ya que así se divertiría con algo de acción. Aquellos tres gritaron al unísono “piedra, papel, tijeras”. Todos hicieron un gesto y Nokotori se quedó por unos segundos mirando el resultado. Cuando fue consciente de aquello empezó a reírse un poco para luego soltar una gran carcajada. El Shichibukai por lo visto también sacó piedra como el espadachín y Jhon sacó tijeras.
La cara del luchador era todo un poema y Nokotori seguía riéndose con más intensidad. Casi cae al suelo de la risa y se llevó un brazo al abdomen. -Vaya pringado, por favor.- Al moreno aquella escena le estaba haciendo demasiada gracia. Pudo ver como el castaño iba solo y se adentraba en la maleza para ver que era aquello que gemía en la isla. La risa del espadachín seguía escuchándose por toda la zona que habían despejado.
Miró a Madara a los ojos y éste le sonrió de manera extraña dándole a entender que él iba a estafar a Jhon. Nokotori aun así tenía pensado sacar piedra y que fuese lo que dios quisiese. No le importaba tener que ir él ya que así se divertiría con algo de acción. Aquellos tres gritaron al unísono “piedra, papel, tijeras”. Todos hicieron un gesto y Nokotori se quedó por unos segundos mirando el resultado. Cuando fue consciente de aquello empezó a reírse un poco para luego soltar una gran carcajada. El Shichibukai por lo visto también sacó piedra como el espadachín y Jhon sacó tijeras.
La cara del luchador era todo un poema y Nokotori seguía riéndose con más intensidad. Casi cae al suelo de la risa y se llevó un brazo al abdomen. -Vaya pringado, por favor.- Al moreno aquella escena le estaba haciendo demasiada gracia. Pudo ver como el castaño iba solo y se adentraba en la maleza para ver que era aquello que gemía en la isla. La risa del espadachín seguía escuchándose por toda la zona que habían despejado.
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Aquellos sonidos que llegaron a los oídos del shichibukai le habían puesto algo nervioso pues realmente resultaban ser escalofriantes. De todas formas no pensaba ir él mismo a comprobarlo de modo que cuando aquel luchador dijo que iban a jugárselo a piedra, papel o tijeras sonrió. A la hora de sacar predijo con su haki de observación lo que iba a hacer el luchador y pudo ver en su mente como sacaba tijeras. Sacó piedra en el último momento sabiendo que la victoria era suya.
Cuando Nokotori también sacó lo mismo no pudo evitar empezar a reírse. – ¡Tócate los cojones! ¡Hahahahaha! – El moreno empezó a descojonarse vivo al ver como el castaño se dirigía hacia allí mientras miraba al espadachín. Realmente aquello le estaba haciendo disfrutar como mucho. Sí se comían al luchador lo lamentaría pero pensaba que Qui Gon no sería tan tonto como para ser derrotado en un momento.
Ahora el devastador se quedó calmado mientras colocaba sus manos en el cuello. El ataque de risa se le iba pasando. – ¿Sabrás que he usado el mantra, no? – Dijo ahora mirando al espadachín mientras contenía de nuevo la risa. El pobre navegante de la tripulación quizás no se esperaba que fuera a pasar aquello pero ahora todo estaba en sus manos.
Cuando Nokotori también sacó lo mismo no pudo evitar empezar a reírse. – ¡Tócate los cojones! ¡Hahahahaha! – El moreno empezó a descojonarse vivo al ver como el castaño se dirigía hacia allí mientras miraba al espadachín. Realmente aquello le estaba haciendo disfrutar como mucho. Sí se comían al luchador lo lamentaría pero pensaba que Qui Gon no sería tan tonto como para ser derrotado en un momento.
Ahora el devastador se quedó calmado mientras colocaba sus manos en el cuello. El ataque de risa se le iba pasando. – ¿Sabrás que he usado el mantra, no? – Dijo ahora mirando al espadachín mientras contenía de nuevo la risa. El pobre navegante de la tripulación quizás no se esperaba que fuera a pasar aquello pero ahora todo estaba en sus manos.
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- Qui Gon:
- Después de que golpees el árbol con tu puño, todo se queda silencioso. Anormalmente silencioso... tanto que resulta casi inquietante. Hasta los más leves sonidos que causas parecen terriblemente estruendosos. Llevas unos minutos caminando, cuando una gota de agua te cae en la nariz. Si miras al cielo, verás que se ha nublado y está empezando a llover. En unos pocos minutos más, está diluviando con fuerza y el día se ha oscurecido. Si no fuese por los árboles, estarías empapado, pero aun con ellos te estás mojando. Estás llegando a la falda de la montaña, cuando de repente ves algo a unos metros de ti: una chica sentada en una roca. Va vestida con un kimono azul, y tiene una larga y hermosa melena negra. A pesar de su ropa holgada, se le pueden notar las voluptuosas curvas. Lleva la boca tapada por un paño de seda del mismo color que su kimono. De repente te mira y dice:
- Dime, rudo guerrero. ¿Soy hermosa? - su voz resulta armoniosa al tiempo que extraña.
- Noko y Madara:
- ¿Realmente ha sido buena idea mandar al pobre Qui Gon solo? Al cabo de un rato escucháis una explosión, aunque el mantra de Madara le dice que no hay ninguna presencia cerca de vuestro compañero. ¿Estará haciendo el mongolo golpeando árboles con sus guantes? No, él no es tan bruto y estúpido como para ponerse a hacer ruido en una isla desconocida donde habéis escuchado un ruido perturbador. ¿O sí? De repente empieza a llover, cada vez con más intensidad... tal vez sea hora de estrenar el refugio. No es precisamente un palacio, y hay goteras en el techo, pero llueve fuerte y es mejor que estar al raso. Muy poco después Qui sale del rango del mantra de Madara y deja de saber dónde está o si está bien. Definitivamente separarse no ha sido buena idea. ¿Qué es ese olor dulzón? Un gas amarillento comienza a inundar el claro, y al instante notáis un gran sopor y ganas de dormir. ¿Enemigos? ¿Entonces cómo han llegado sin que el mantra alertara a Madara, quien sigue sin notar a nadie cerca?
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El shichibukai continuaba tranquilo mientras seguía al lado del espadachín. Empezaba a pensar que enviar al luchador no había sido un plan brillante pero igualmente era su alumno, debía de soportar cualquier peligro por muy duro que fuese. Sus ojos estaban entrecerrados y pensaba en sus cosas despacio. Había dejado de detectar la presencia del castaño y por ello pensaba que debía de haberse ido bastante lejos. Se puso en pie y miró a la dirección en la que éste se había ido. Estaba pensándose la probabilidad de ir a buscarlo junto a Nokotori para dar la isla por lograda al no haber nadie en aquella zona. La hora de la verdad estaba a punto de suceder de una vez por todas y lo mejor era asegurar la victoria.
Justo cuando iba a ponerse en camino notó como las gotas de agua comenzaban a caer sobre su piel. El tiempo había empeorado de repente y la lluvia aumentaba su nivel a cada minuto que pasaba. Estaba resultando ser un poco pesada pero por lo menos no era nada malo. Soltó un leve suspiro para después dar un paso hacia delante. Se frenó en seco cerrando los ojos y notando que la única presencia que allí había era la de su compañero Nokotori. Encima empezó a notar una sensación de cansancio en su cuerpo, como si tuviese ganas de dormir. Pudo ver entonces como una especie de gas amarillento recorría el prado y frunció el ceño aguantando la respiración.
Esa cosa no se la esperaba y si su mantra no le decía nada probablemente podía ser una planta de la isla. No descartaba la posibilidad de que fuese un dron o algo por el estilo pero no podía quedarse quieto. Su cuerpo comenzó a cambiar hasta crecer cuatro metros. De la parte baja de su espalda salió una larga cola con una cuchilla al final. También unas alas enormes y cuernos en su cabeza. Ahora el terrible ser estaba en su forma híbrida, sin pensárselo lanzó un rugido con todas sus fuerzas para alertar a Qui Gon. Empezó a mover las alas de forma violenta sin parar para de ese modo tratar de repeler aquel odioso gas. Se quedó mirando a su compañero y en ese momento le habló. – ¡Vamos con Qui Gon! ¡Aguanta la respiración! – Dijo como pudo mientras trataba de respirar un poco al usar el viento de sus alas para evadir aquella cosa.
No sabía si lo podía lograr y sin pleno avisó tomó su guadaña y salió corriendo a la dirección que la que se había ido el luchador. No iba a usar su olfato por miedo a la inhalación pero confiaba en meterse en el rango suficiente para volver a detectarlo con su mantra. No iba a permitir que los eliminaran allí fuese una planta, un objeto sin aura o cualquier cosa. Por el camino iba entrecerrando los ojos y agitando sus alas hasta un punto que empezó a volar a baja altura. Con sus alas imbuidas en haki iba cortando árboles para que éstos no estorbasen a Nokotori y de ese paso abrir mucho más camino en aquella maldita isla. La situación comenzaba a complicarse demasiado y no podía permitirse perder a nadie. – Si es que a veces soy gilipollas, debimos ir todos juntos ¡Intenta no dormirte! – Gritó sintiendo el cansancio en su cuerpo y aquella maldita sensación, esperaba que su compañero no se durmiera. A saber si esa cosa no era toxica. Trataba de recordar efectos similares o al menos recordar alguna planta que causara aquellos síntomas pero en ese momento no se acordaba. Perder al luchador no era opción y al espadachín tampoco. – ¡Qui Gon! – Gritó moviendo las alas con fuerza tratando de evitar aquel humo.
Justo cuando iba a ponerse en camino notó como las gotas de agua comenzaban a caer sobre su piel. El tiempo había empeorado de repente y la lluvia aumentaba su nivel a cada minuto que pasaba. Estaba resultando ser un poco pesada pero por lo menos no era nada malo. Soltó un leve suspiro para después dar un paso hacia delante. Se frenó en seco cerrando los ojos y notando que la única presencia que allí había era la de su compañero Nokotori. Encima empezó a notar una sensación de cansancio en su cuerpo, como si tuviese ganas de dormir. Pudo ver entonces como una especie de gas amarillento recorría el prado y frunció el ceño aguantando la respiración.
Esa cosa no se la esperaba y si su mantra no le decía nada probablemente podía ser una planta de la isla. No descartaba la posibilidad de que fuese un dron o algo por el estilo pero no podía quedarse quieto. Su cuerpo comenzó a cambiar hasta crecer cuatro metros. De la parte baja de su espalda salió una larga cola con una cuchilla al final. También unas alas enormes y cuernos en su cabeza. Ahora el terrible ser estaba en su forma híbrida, sin pensárselo lanzó un rugido con todas sus fuerzas para alertar a Qui Gon. Empezó a mover las alas de forma violenta sin parar para de ese modo tratar de repeler aquel odioso gas. Se quedó mirando a su compañero y en ese momento le habló. – ¡Vamos con Qui Gon! ¡Aguanta la respiración! – Dijo como pudo mientras trataba de respirar un poco al usar el viento de sus alas para evadir aquella cosa.
No sabía si lo podía lograr y sin pleno avisó tomó su guadaña y salió corriendo a la dirección que la que se había ido el luchador. No iba a usar su olfato por miedo a la inhalación pero confiaba en meterse en el rango suficiente para volver a detectarlo con su mantra. No iba a permitir que los eliminaran allí fuese una planta, un objeto sin aura o cualquier cosa. Por el camino iba entrecerrando los ojos y agitando sus alas hasta un punto que empezó a volar a baja altura. Con sus alas imbuidas en haki iba cortando árboles para que éstos no estorbasen a Nokotori y de ese paso abrir mucho más camino en aquella maldita isla. La situación comenzaba a complicarse demasiado y no podía permitirse perder a nadie. – Si es que a veces soy gilipollas, debimos ir todos juntos ¡Intenta no dormirte! – Gritó sintiendo el cansancio en su cuerpo y aquella maldita sensación, esperaba que su compañero no se durmiera. A saber si esa cosa no era toxica. Trataba de recordar efectos similares o al menos recordar alguna planta que causara aquellos síntomas pero en ese momento no se acordaba. Perder al luchador no era opción y al espadachín tampoco. – ¡Qui Gon! – Gritó moviendo las alas con fuerza tratando de evitar aquel humo.
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La lluvia caía sobre el luchador y se estaba mojando. Iba caminando bajo los árboles intentando evitar quedar totalmente empapado. Los pantalones ya empezaban a pesar y el pobre Qui Gon maldecía su suerte. “Si es que todo me pasa a mí. Ya se estaba calmando poco a poco cuando pudo ver a una mujer bajo la lluvia. Estaba sentada encima de una roca vistiendo un kimono azul con una larga melena negra. Tenía la boca tapada y las curvas se le notaban con claridad. Entonces le preguntó que si era hermosa. El luchador estaba atónito, ¿qué hacía esa mujer allí? Si seguía bajo la lluvia probablemente se iba a resfriar.
¿Hermosa dices? Discúlpeme señorita pero yo no creo en la belleza exterior lo cual me hace el menos indicado para responder a esa pregunta. Yo la veo más bien como una persona normal y espero que no se ofenda. Si me permite una pregunta… ¿Qué haces ahí sentada bajo la lluvia? Te vas a resfriar. Y otra cosa… ¿Qué haces en esta isla? ¡Ahh! ¿Y por qué no te tapas algo, no crees que vas algo provocativa? No creo que una mujer como tu encaje en un lugar como este. ¿Vives por aquí? ¿Sabes de algún lugar donde podamos resguardarnos?
Qui Gon no terminaba de fiarse de aquella mujer y trataría de sonsacarle toda la información posible. Su mala pata con las mujeres hacía que soltase lo primero que se le pasaba por la cabeza sobre ella, a no ser que cogiese confianza como con Hinori no sería capaz de hablar con normalidad. Una de las muchas características del Qui Gon metepatas era que no paraba de preguntar y que podía decir cosas que resultasen algo ofensivas dependiendo de la personalidad de la gente que la escuche; sin duda era un maldito charlatán y eso a las mujeres no les suele gustar.
El fornido seguiría preguntando todo tipo de cosas a aquella mujer, su instinto le inducía a no fiarse de ella debido a la gran disonancia de su persona con el ambiente de la isla. Por otro lado su curiosidad ardía en deseos de saber quién era esa mujer y cómo había llegado allí, si tenía suerte quizás tenía un lugar donde resguardarse de la lluvia.
¿Hermosa dices? Discúlpeme señorita pero yo no creo en la belleza exterior lo cual me hace el menos indicado para responder a esa pregunta. Yo la veo más bien como una persona normal y espero que no se ofenda. Si me permite una pregunta… ¿Qué haces ahí sentada bajo la lluvia? Te vas a resfriar. Y otra cosa… ¿Qué haces en esta isla? ¡Ahh! ¿Y por qué no te tapas algo, no crees que vas algo provocativa? No creo que una mujer como tu encaje en un lugar como este. ¿Vives por aquí? ¿Sabes de algún lugar donde podamos resguardarnos?
Qui Gon no terminaba de fiarse de aquella mujer y trataría de sonsacarle toda la información posible. Su mala pata con las mujeres hacía que soltase lo primero que se le pasaba por la cabeza sobre ella, a no ser que cogiese confianza como con Hinori no sería capaz de hablar con normalidad. Una de las muchas características del Qui Gon metepatas era que no paraba de preguntar y que podía decir cosas que resultasen algo ofensivas dependiendo de la personalidad de la gente que la escuche; sin duda era un maldito charlatán y eso a las mujeres no les suele gustar.
El fornido seguiría preguntando todo tipo de cosas a aquella mujer, su instinto le inducía a no fiarse de ella debido a la gran disonancia de su persona con el ambiente de la isla. Por otro lado su curiosidad ardía en deseos de saber quién era esa mujer y cómo había llegado allí, si tenía suerte quizás tenía un lugar donde resguardarse de la lluvia.
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Al rato de que Jhon se fuese solo a investigar el ruido ese, se pudo escuchar una explosión bastante grande. Nokotori se preguntó qué diablos era aquello pero no le dio demasiada importancia. La lluvia empezó a caer intensamente. El espadachín se dirigió hacia el refugio para resguardarse de la lluvia, aun así había goteras en el techo y algunas gotas caían sobre la cabeza y hombros del moreno.
Una vez que se adentró en el refugio y ya estaba sentado, la vista empezó a nublársele. Una sensación de cansancio invadía al espadachín y sentía que estaba algo cansado. La cabeza estaba dándole vueltas sin parar como si estuviese a punto del desmayo. De pronto pudo escuchar un enorme rugido que alertó al moreno. Asomó la cabeza por la entrada la improvisada choza y observó como Madara se hallaba en su forma híbrida. Sin saber el por qué miró a su alrededor y vio como una nube de gas amarillo inundaba el claro que habían formado anteriormente. A continuación la voz de su líder le llegó a los oídos, estaba advirtiendo que Jhon probablemente estaría en peligro. Contuvo la respiración como se le indicó y salió torpemente del refugio. Agarró la cinta que tenía puesta en el pelo y se la colocó en la boca para intentar protegerse de él. Si Madara no hubiese gritado probablemente había caído redondo en aquel sitio.
El dragón salió corriendo en la dirección en la que se había largado el luchador. Nokotori salió tras Madara y poco a poco empezó a ser más consciente de sus actos. Ya no estaba tan adormilado como antes debido al constante movimiento del espadachín. Madara iba cortando varios árboles que se interponían en su camino. El moreno no podía hacer otra cosa que colocarse tras el dragón y con ayuda de sus espadas cortar los pedazos que saltaban hacia él.
Nokotori tenía un semblante bastante serio. Tenía el ceño fruncido y sus ojos lo decían todo. Pudo escuchar como el dragón se lamentaba y lo cierto es que al moreno también le daba cargo de conciencia. Probablemente el hecho de que la isla a simple vista estuviese desierta había hecho que el espadachín se relajase un poco. De ahora en adelante no iba a estar tan calmado. Podrían estar en peligro aquellos tres. Nokotori no podía hacer demasiado, excepto seguir al Shichibukai con la esperanza de encontrar al luchador y luchar contra los síntomas de aquel maldito humo.
Una vez que se adentró en el refugio y ya estaba sentado, la vista empezó a nublársele. Una sensación de cansancio invadía al espadachín y sentía que estaba algo cansado. La cabeza estaba dándole vueltas sin parar como si estuviese a punto del desmayo. De pronto pudo escuchar un enorme rugido que alertó al moreno. Asomó la cabeza por la entrada la improvisada choza y observó como Madara se hallaba en su forma híbrida. Sin saber el por qué miró a su alrededor y vio como una nube de gas amarillo inundaba el claro que habían formado anteriormente. A continuación la voz de su líder le llegó a los oídos, estaba advirtiendo que Jhon probablemente estaría en peligro. Contuvo la respiración como se le indicó y salió torpemente del refugio. Agarró la cinta que tenía puesta en el pelo y se la colocó en la boca para intentar protegerse de él. Si Madara no hubiese gritado probablemente había caído redondo en aquel sitio.
El dragón salió corriendo en la dirección en la que se había largado el luchador. Nokotori salió tras Madara y poco a poco empezó a ser más consciente de sus actos. Ya no estaba tan adormilado como antes debido al constante movimiento del espadachín. Madara iba cortando varios árboles que se interponían en su camino. El moreno no podía hacer otra cosa que colocarse tras el dragón y con ayuda de sus espadas cortar los pedazos que saltaban hacia él.
Nokotori tenía un semblante bastante serio. Tenía el ceño fruncido y sus ojos lo decían todo. Pudo escuchar como el dragón se lamentaba y lo cierto es que al moreno también le daba cargo de conciencia. Probablemente el hecho de que la isla a simple vista estuviese desierta había hecho que el espadachín se relajase un poco. De ahora en adelante no iba a estar tan calmado. Podrían estar en peligro aquellos tres. Nokotori no podía hacer demasiado, excepto seguir al Shichibukai con la esperanza de encontrar al luchador y luchar contra los síntomas de aquel maldito humo.
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- Madara y Nokotori:
- Todo el claro está envuelto en ese humo amarillo, pero una vez os metéis en el bosque podéis respirar algo mejor. En el momento en que lo hacéis, hay varias explosiones cerca vuestra que os arrojan cachos de árboles a gran velocidad. Madara no debería tener problemas con ello, pero si Noko no se anda con cuidado alguna arma rota podría clavársele, o algún cacho de tronco caerle encima. Si os libráis del contratiempo y seguís avanzando, llegaréis al cabo de unos minutos a un punto del camino donde hay un cuerpo tirado junto a un árbol. Es una mujer de pelo negro, aparentemente inconsciente.¿Qué haréis?
- Qui Gon:
- La chica no te saca los ojos de encima en ningún momento, dedicándote una mirada siniestra e inquietante. En el momento en que dejas de hablar, hay un momento de silencio tenso, y ella se levanta mientras se lleva lentamente la mano al paño. En cuanto lo agarra, se lo quita revelando su rostro. Pese a tener rasgos hermosos, estos están brutalmente mutilados: ambos extremos de su boca han sido cortados a lo largo de la mandíbula hasta casi la oreja, dejando el interior de esta a la vista.
- ¿Y ahora? - dice, sin dejar de mirarte a los ojos.
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Hubo un silencio algo incómodo y la mujer seguía mirándolo de forma siniestra. Agarró el pañuelo que cubría su cara y se lo quitó. La cara de Qui Gon cambió drásticamente a una un tanto más seria. Aquella mujer tenía una bonita cara pero su boca había sido rajada hasta casi las orejas. Se podía ver el interior de su boca, todos y cada uno de sus dientes perfectos, la lengua danzante dentro de la cavidad bucal y las babas rodeándolo todo. La mujer le preguntó: “¿Y ahora?” El luchador la miraba con determinación y apretaba los puños con algo de rabia.
- Te seré sincero, tienes una bonita cara y esa herida no tendría por qué estropearla. Como ya te dije, lo que importa es el interior… ¿Quién te hizo eso?
El fornido se estaba cabreando, pensaba que lo de la boca de esa mujer se lo había hecho alguna persona y aunque esa mujer no le diese buenas vibraciones parecía amable y no se había mostrado hostil con él. Tragó algo de saliva y volvió a preguntar una última cosa mientras el agua caía sobre su cuerpo.
- No te lo habrás hecho tú, ¿verdad?
Las gotas de lluvia caían por el pelo del castaño y su ropa empezaba a calarse. Sin duda estar mucho tiempo bajo esa lluvia no iba a ser lo más indicado, pero aquella mujer le intrigaba y quería saber más sobre ella. Tras preguntarle todo eso el fornido esperaría a escuchar la respuesta de aquella mujer de pelo moreno y luego le preguntaría de nuevo por un sitio donde resguardarse.
- Te seré sincero, tienes una bonita cara y esa herida no tendría por qué estropearla. Como ya te dije, lo que importa es el interior… ¿Quién te hizo eso?
El fornido se estaba cabreando, pensaba que lo de la boca de esa mujer se lo había hecho alguna persona y aunque esa mujer no le diese buenas vibraciones parecía amable y no se había mostrado hostil con él. Tragó algo de saliva y volvió a preguntar una última cosa mientras el agua caía sobre su cuerpo.
- No te lo habrás hecho tú, ¿verdad?
Las gotas de lluvia caían por el pelo del castaño y su ropa empezaba a calarse. Sin duda estar mucho tiempo bajo esa lluvia no iba a ser lo más indicado, pero aquella mujer le intrigaba y quería saber más sobre ella. Tras preguntarle todo eso el fornido esperaría a escuchar la respuesta de aquella mujer de pelo moreno y luego le preguntaría de nuevo por un sitio donde resguardarse.
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El moreno continuaba avanzando con toda la calma del mundo mientras su mirada permanecía observando el frente. Había decidido relajarse pues su luchador no era un tipo cualquiera, por algo le había nombrado su guardián. Esperaba que no hubiese quedado dormido por aquel extraño gas amarillo que había aparecido en la isla sin motivo alguno. Por suerte ya no estaban expuestos a él y poco a poco iba recuperándose. Por poco había acabado dormido en aquel sitio y realmente aquello podía ser muy peligroso. Miró varias veces hacia atrás para asegurarse de que el espadachín le estaba siguiendo y al comprobarlo se quedó tranquilo. Solo faltaba que también se perdiese aquel loco. En ese caso debería buscarlos a los dos y se iba a rayar muchísimo. Continuó usando su olfato y mantra para tratar de localizar al chico de guanteletes explosivos.
En ese momento unas explosiones empezaron a realizarse a su alrededor. No detectaba nada raro y simplemente frunció el ceño mientras notaba cómo varios árboles salían disparados hacia ellos. Simplemente activó su haki armadura (Nvl 1) para que éstos rebotasen como si nada en su cuerpo. Siendo un portento físico como ya lo era suponía que no iba a tener ningún problema con aquello. De hecho en su rostro comenzó a formarse una sonrisa un poco siniestra. Si no podía verlos tendría que usar simplemente la presencia de forma amenazante para dejar claro con quién se estaban enfrentando. Sus ojos poco a poco comenzaron a brillar y sus dientes se afilaron. En ese momento pudo ver como frente a ellos había un cuerpo y no tardó en frenarse para comprobar a quién pertenecía. – No he detectado su presencia, algo extraño está pasando. Regístrala por si lleva armas y después trata de despertarla. – Dijo aquello claramente referido a su compañero Nokotori para después apretar los puños.
Salió disparado hacia el cielo mientras que unas enormes alas se formaban en su espalda. Su cuerpo crecía de forma exagerada hasta medir un tamaño considerable, una terrible cola larga salió también de él. Su hocicó se alargó y en ese momento abrió la boca soltando un inmenso rugido con toda su fuerza. Quería dejar claro que el dragón negro estaba allí y por si fuera poco comenzó elevar la potencia de sus rugidos. Pretendía que se escuchasen por toda la isla y de esa forma tal vez recibir alguna señal del luchador. Una vez hiciera eso comenzaría a sobrevolar la zona a una altura tranquila buscando a Qui Gon, de todas formas procuraba no alejase mucho del sitio en el que estaba el espadachín.
En ese momento unas explosiones empezaron a realizarse a su alrededor. No detectaba nada raro y simplemente frunció el ceño mientras notaba cómo varios árboles salían disparados hacia ellos. Simplemente activó su haki armadura (Nvl 1) para que éstos rebotasen como si nada en su cuerpo. Siendo un portento físico como ya lo era suponía que no iba a tener ningún problema con aquello. De hecho en su rostro comenzó a formarse una sonrisa un poco siniestra. Si no podía verlos tendría que usar simplemente la presencia de forma amenazante para dejar claro con quién se estaban enfrentando. Sus ojos poco a poco comenzaron a brillar y sus dientes se afilaron. En ese momento pudo ver como frente a ellos había un cuerpo y no tardó en frenarse para comprobar a quién pertenecía. – No he detectado su presencia, algo extraño está pasando. Regístrala por si lleva armas y después trata de despertarla. – Dijo aquello claramente referido a su compañero Nokotori para después apretar los puños.
Salió disparado hacia el cielo mientras que unas enormes alas se formaban en su espalda. Su cuerpo crecía de forma exagerada hasta medir un tamaño considerable, una terrible cola larga salió también de él. Su hocicó se alargó y en ese momento abrió la boca soltando un inmenso rugido con toda su fuerza. Quería dejar claro que el dragón negro estaba allí y por si fuera poco comenzó elevar la potencia de sus rugidos. Pretendía que se escuchasen por toda la isla y de esa forma tal vez recibir alguna señal del luchador. Una vez hiciera eso comenzaría a sobrevolar la zona a una altura tranquila buscando a Qui Gon, de todas formas procuraba no alejase mucho del sitio en el que estaba el espadachín.
Nokotori Kurodoku
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Tanto Madara como Nokotori iban corriendo tras la pista de su compañero Jhon. Madara iba al frente y el espadachín tras él. Debido a que el dragón era muchísimo más fuerte y resistente, si algo atacaba de frente seguramente él lo pararía. Dejaron atrás aquel humo de color amarillo por fin, pudiendo respirar muchísimo mejor. Era increíble, iban corriendo hacia donde el fornido había ido pero no lograban dar con él. Incluso el Shichibukai tenía problemas para encontrarlo. Sin previo aviso varias explosiones ocurrieron cerca de donde estaban aquellos dos, lanzando árboles, astillas y todo lo que encontraba a su paso hacia Madara y Nokotori. La mayoría de los impactos se los llevó el dragón, que sirvió como escudo. Varios trozos de árboles y piedras salieron despedidos hacia el espadachín. Esquivó algunas rocas que venían hacia él y las ramas que pudo ver las partió con sus espadas. No obstante algunos trozos de tronco no demasiado grandes puesto que ya habían sido despedazados por Madara impactaron en Nokotori haciéndole perder el equilibrio y casi caer. Uno de aquellos trozos le dio en el hombro izquierdo dejándolo bastante dolorido, por el momento no podría usar para luchar aquella extremidad.
Madara paró en seco y Nokotori hizo lo mismo. El moreno vio como frente a él se encontraba un cuerpo inerte tirado en el suelo. No sabía exactamente si estaría muerto o no, pero el caso es que no se movía. Su líder mencionó que registrase el cuerpo de la joven en busca de algo que pudiese usarse como arma. Quién sabe, lo mismo se hacía la muerta o algo por el estilo y decidía atacar. De todos modos, si aquella persona estaba fingiendo sería alguien problemático ya que el mantra de Madara no pudo detectar la presencia. Probablemente estaría muerta.
-No me agrada la idea de tener que tocarla así porque sí, pero lo haré.- El espadachín no tenía ganas de acercarse a aquel cuerpo, ya que todo lo que estaba pasando era sumamente extraño. Nokotori se acercó al cuerpo de la chica y empezó a cachearla para ver qué tenía encima. Una vez que consiguiese todo intentaría despertarla empujándola con las manos. -Eh ¿estás muerta? Contesa.-
Madara paró en seco y Nokotori hizo lo mismo. El moreno vio como frente a él se encontraba un cuerpo inerte tirado en el suelo. No sabía exactamente si estaría muerto o no, pero el caso es que no se movía. Su líder mencionó que registrase el cuerpo de la joven en busca de algo que pudiese usarse como arma. Quién sabe, lo mismo se hacía la muerta o algo por el estilo y decidía atacar. De todos modos, si aquella persona estaba fingiendo sería alguien problemático ya que el mantra de Madara no pudo detectar la presencia. Probablemente estaría muerta.
-No me agrada la idea de tener que tocarla así porque sí, pero lo haré.- El espadachín no tenía ganas de acercarse a aquel cuerpo, ya que todo lo que estaba pasando era sumamente extraño. Nokotori se acercó al cuerpo de la chica y empezó a cachearla para ver qué tenía encima. Una vez que consiguiese todo intentaría despertarla empujándola con las manos. -Eh ¿estás muerta? Contesa.-
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- Madara:
- Al cabo de un rato dejas atrás la presencia de Nokotori, y al acercarte a la montaña percibes la de Qui Gon acompañada por otra desconocida para ti, más poderosa. Puedes notar hostilidad proveniente de esta segunda presencia, tal vez deberías ir a ayudarle.
- Qui Gon:
- Con sus ojos brillando siniestramente, se tira hacia ti extendiendo su mano izquierda hacia tu cuello, con intención de agarrártelo. Si logra tocarte, notarás que su cuerpo está frío como el de un cadáver. Con la mano derecha empuña una daga, que emplea para lanzarte un veloz corte horizontal a la altura de la cara, con intención de causarte la misma herida que tiene ella.
- Nokotori:
- La chica despierta poco después de que marche Madara. Lo hace de golpe, con una respiración brusca como si acabase de tener una pesadilla. Te mira, aterrorizada, y dice:
- Necesito ayuda. ¡Van a matar a mi hermano pequeño! Lo tienen unos desgraciados. ¡Están... - se detiene unos instantes y mira a su alrededor, claramente desorientada aun. Finalmente parece recordarlo y señala en una dirección - ...por allí! ¡Cerca de la laguna!
Qui Gon Blackheart
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Aquella mujer se lanzó contra el luchador, lo que le sorprendió un poco. Intentó agarrarle por el cuello pero el luchador apartó rápidamente su mano dándole un golpe en la muñeca para desviar la trayectoria de su brazo. Notó que su piel estaba fría como el hielo y eso no era normal en un humano corriente, así que el luchador se pondría serio. Pero eso no era todo lo que iba a hacer aquella mujer, en su mano derecha tenía un puñal e iba a realizar un tajo a la altura de la cara del luchador. Interpuso su brazo izquierdo a la altura de la cabeza para detener la trayectoria de la hoja. El puñal atravesó la armadura que llevaba en el antebrazo realizándole un corte bastante profundo por el que comenzaría a sangrar. Una mueca de dolor se dibujaría en el rostro del fornido que apretaba los dientes de rabia. Después de eso el luchador intentaría dar un puñetazo en el centro del pecho de aquella mujer con todas sus fuerzas para lograr alejarla de él con una explosión, lo lograse o no daría otro puñetazo dirigiendo una onda de choque hacia ella [Manual Genkidama]. De no lograr alejar a su rival, daría unos pasos hacia atrás y se pondría en guardia.
- ¡CABRONES! ¿DÓNDE MIERDA ESTÁIS? ¡ECHADME UNA MANO CON ESTA LOCA!
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Madara continuaba sobrevolando la isla hasta que dejó atrás la presencia de Nokotori. A cambio detectó la del castaño y la de otra persona que estaba en plan hostil. Empezó a acelerar hasta ver como una tía extraña trataba de darle un corte al luchador en la cara. Qui Gon se defendió bastante bien y se echó hacia atrás. En ese momento el dragón frunció el ceño pues nadie tenía derecho a meterse con sus hombres. La situación parecía estar de lo más interesantes pues por fin iba a poder estirar un poco los músculos. El enorme ser entonces se lanzó contra la tierra y llegando cambió a la forma humana. Aterrizó despacio junto a su compañero y clavó su mirada en aquella tía que había atacado al luchador.
Parecía estar bastante serio y en ese momento dio un paso hacia delante al mismo tiempo que apretaba los puños. – Acabas de meterte con uno de mis hombres. No creo que sepas quién soy pero déjame decírtelo. Soy Uchiha Madara, un Shichibukai del gobierno ¡Muestra respeto! – Una vez dijo aquello imbuyó su mano derecha en un tono negro metálico y frunció el ceño de forma notoria. – Te voy a dar cinco segundos para que me informes de todo lo que sepas de esta isla. Si tratas de huir o atacarnos…Te mataré… – Dijo aquellas palabras con bastante furia pues no soportaba que atacasen a los suyos. Los ojos del moreno brillaron un poco tomando sus pupilas la forma de la de un reptil.
Nokotori debía reunirse con ellos lo antes posible si quería tener todo controlado pero parecía bastante complicado que se reuniesen los tres. – Qui Gon ¿Estás bien? Mantente alerta y no dudes en ponerte a salvo si es necesario, no quiero que te preocupes. Os protegeré a ti y a Nokotori con mi vida. – Mientras decía aquello le dedicó una leve sonrisa a su compañero, después continuó centrado en aquella mujer.
Parecía estar bastante serio y en ese momento dio un paso hacia delante al mismo tiempo que apretaba los puños. – Acabas de meterte con uno de mis hombres. No creo que sepas quién soy pero déjame decírtelo. Soy Uchiha Madara, un Shichibukai del gobierno ¡Muestra respeto! – Una vez dijo aquello imbuyó su mano derecha en un tono negro metálico y frunció el ceño de forma notoria. – Te voy a dar cinco segundos para que me informes de todo lo que sepas de esta isla. Si tratas de huir o atacarnos…Te mataré… – Dijo aquellas palabras con bastante furia pues no soportaba que atacasen a los suyos. Los ojos del moreno brillaron un poco tomando sus pupilas la forma de la de un reptil.
Nokotori debía reunirse con ellos lo antes posible si quería tener todo controlado pero parecía bastante complicado que se reuniesen los tres. – Qui Gon ¿Estás bien? Mantente alerta y no dudes en ponerte a salvo si es necesario, no quiero que te preocupes. Os protegeré a ti y a Nokotori con mi vida. – Mientras decía aquello le dedicó una leve sonrisa a su compañero, después continuó centrado en aquella mujer.
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Nokotori se llevó un pequeño susto al acto tan repentino de aquella muchacha. Casi hace que el espadachín cayese al suelo de espaldas, pero pudo contenerse. La chica mencionó muy preocupada que necesitaba ayuda y que la vida de su hermano corría peligro. El moreno suspiró y se puso de pie estirando su cuerpo para estar más cómodo. Lo cierto es que tanto la vida de aquella mujer y la de su hermano se la traía algo floja. No los conocía de nada, dio un par de pasos dándole la espalda. -Pues vaya faena ¿no? Espero que tenga un funeral bonito…-
Después de decir aquello empezó a andar tranquilamente hacia la dirección donde se había ido su compañero hace ya rato. Antes de abandonar el claro paró en seco. A su mente le vino la imagen de Madara. Él era un Shichibukai y si dejaba morir al hermano de aquella tía y luego se chivaba, podrían quitarle el puesto a su líder. Se volvió hacia la dirección de la muchacha y la miró fijamente. Después de varios segundos suspiró y se volvió a acercar. -Dices que es por allí ¿no?- El espadachín miró en la dirección que señaló la mujer y empezó a correr en esa dirección. La verdad es que si se encontraba al muchacho muerto sería un peso que se quitaría de encima, así no tendría que salvar al niño. Tampoco le agradaba la idea de que todos se separasen. Antes de abandonar el claro paró y se giró. -¿No vienes conmigo?- Dependiendo de la respuesta de aquella persona así actuaría. Si se negaba, simplemente iría hacia la laguna a ver qué pasaba por allí. Si decía de ir con él entonces la esperaría para ir también a la laguna.
Después de decir aquello empezó a andar tranquilamente hacia la dirección donde se había ido su compañero hace ya rato. Antes de abandonar el claro paró en seco. A su mente le vino la imagen de Madara. Él era un Shichibukai y si dejaba morir al hermano de aquella tía y luego se chivaba, podrían quitarle el puesto a su líder. Se volvió hacia la dirección de la muchacha y la miró fijamente. Después de varios segundos suspiró y se volvió a acercar. -Dices que es por allí ¿no?- El espadachín miró en la dirección que señaló la mujer y empezó a correr en esa dirección. La verdad es que si se encontraba al muchacho muerto sería un peso que se quitaría de encima, así no tendría que salvar al niño. Tampoco le agradaba la idea de que todos se separasen. Antes de abandonar el claro paró y se giró. -¿No vienes conmigo?- Dependiendo de la respuesta de aquella persona así actuaría. Si se negaba, simplemente iría hacia la laguna a ver qué pasaba por allí. Si decía de ir con él entonces la esperaría para ir también a la laguna.
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- Nokotori:
- La mujer dice que te seguirá, pero que le des unos segundos porque está un poco mareada. En el momento en que te das la vuelta, escuchas un sonido como de algo cortando el aire, y cinco tentáculos negros intentan agarrarte de pies, manos y cuello, para sujetarte y levantarte en el aire. Tanto si logras girarte como si te atrapa y te levanta, verás a la chica en pie y dándote la espalda. Los tentáculos son sus cabellos, y donde debería está su nuca, hay una horrenda boca monstruosa llena de afilados colmillos. En caso de haber logrado agarrarte, los tentáculos te acercarán a la boca para intentar morderte el cuello.
- Qui Gon y Madara:
- La tipa recibe el golpe de Qui Gon, y cae derribada. A pesar de que ha sido perfectamente audible el ruido de su caja torácica partiéndose, se levanta de nuevo, haciendo sonidos como de ahogo al respirar (posiblemente porque las costillas le hayan reventado los pulmones. Con una mirada fría e inhumana avanza hacia vosotros, ignorando las palabras de Madara. De repente la mujer se detiene a unos metros, y escucháis una voz femenina, que viene de un punto distinto: de arriba a vuestra derecha, donde una mujer extremadamente pálida, con una larga cabellera negra, os mira desde una rama.
- Dejad esta isla, o afrontad las consecuencias. Esta tierra ya tiene dueño.
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