Por Dios Y Por Las Aceitunas [Kiogre-Juka] [Pasado-Privado]

El Sol pegaba con fuerza en aquella isla del Sur. Baterilla era un buen sitio para tomarse unas cuantas bebidas tranquilamente sin muchos sobresaltos. Sin embargo aquel día se había escapado de una prisión cercana un peligroso asesino conocido como “James”. Su manía de asesinar a niños era horrible. Por ello el gobierno decidió joderle vivo y enviarle a uno de sus agentes. Lo más gracioso fue que enviaron a un hombre que ni siquiera ostentaba el rango de CP1. Era un simple iniciado pero con suficiente poder como para vencer incluso a agentes de grado cuatro o cinco.

De hecho hacía unos meses había entrenado y desarrollado por fin su haki armadura. Este hombre no era otro que el agente cincuentaiuno, Kiogre Kergo. Era un tipo con el pelo rapado al dos y de un tono rojizo intenso. Portaba unas gafas de Sol y el capullo llegaba a medir los dos metros o quizás más. Vestía con un abrigo blanco que le cubría desde el cuello hasta las rodillas. Por dentro una camisa azulada con una corbata azul. En sus pies portaba unas botas bastante cómodas y en su espalda llevaba su precioso Jutte de acero. El luchador tenía el gran poder de hablar con un Dios de piel oscura. Este le guiaba y a cambio Kiogre cumplía sus mandamientos y predicaba su palabra.

De hecho había ganado habilidades sagradas capaces de dañar tan solo a usuarios de frutas pues para Kiogre no eran más que personas poseídas por demonios. Sin embargo se conseguía llevar bien con algunos como fue en el caso de Castor. Ahora aquel hombre se dirigió a un parque dónde en medio había una fuente. Se sentó en un banco y cogió un periódico mientras se ponía a leerlo despacio. – Han vuelto a subir el precio de las aceitunas en aceite de girasol… – Dijo ahora con un tono apenado mientras suspiraba y continuaba leyendo aquello.

Al parecer el mar me había dejado una vez más en una isla no deseada, mi rumbo se había redireccionado a una isla del South Blue llamada Baterilla. No tenía real intención de quedarme mucho tiempo, pero tenía que comprar provisiones en la isla, y además no me vendría nada mal un buen trago en algún lugar.

Avancé por las antiguas calles de la ciudad, mientras caminaba pude notar como la gente comenzaba a meterse dentro de sus casas, guardando todo, como si se avecinara algo. Mirando la hora, pude ver como las agujas marcaban las 19:00 pm. Me sorprendió que tan temprano la gente se metiera en sus casas, por esta razón supe que algo extraño estaba pasando en el pueblo.

Necesitaba averiguar el porqué de toda esta extraña situación, por eso decidí que lo mejor era dirigirme a algún negocio que me pudiera proporcionar información de los últimos sucesos. Así fue como me adentré por las calles laterales de Baterrilla, y luego de caminar por unos 15 minutos, llegué a la puerta de un hotel llamado "Dreams". Como vi que seguía abierto, me adentré en el mismo. Al entrar pude ver como toda la entrada estaba decorada con azulejos de alta calidad, me sorprendía que un lugar con tanto dinero encima no había cerrado cuando todos lo hacían. 

Apenas terminé mi apreciación del lugar, me acerqué a la recepción. Allí me esperaba un señor de aspecto extraño, éste era un hombre de pelo verde y puntiagudo que vestía un traje muy formal que aumentaba la fineza del lugar. Al pararme frente al mismo, aproveché para preguntar sobre lo que estaba pasando:"Señor... estuve buscando por un largo rato alguien que me pudiera decir porque todo el pueblo se esconde a estas tempranas horas. ¿Me podría decir porqué sucede esto?". El hombre que atendía en la recepción me dijo que al parecer hace unas cuantas semanas, un asesino misterioso, había asesinado a una persona cada noche hasta la fecha, por esa razón todo el pueblo se ocultaba cuando comenzaba su ataque. 

Apenas terminó de decir esas palabras, el hombre de dispuso a comenzar a cerrar las puertas del hotel. A pesar de que no quería dormir afuera, tuve la necesidad de averiguar un poco más sobre estos asesinatos, además no podía pagar los altos precios del único lugar abierto en todos los alrededores. 

Por esta razón, salí rápidamente de las instalaciones, yendo otra vez hacia el centro de la ciudad. Al llegar a la plaza central del mismo, pude ver como la noche comenzaba, y el sol se escondía. Supuse que no demoraría en aparecer el asesino, por lo que esperé su llegada acostado sobre las tejas de una casa que se encontraba en frente a la plaza.

Kiogre seguía mirando el periódico tranquilamente. Las noticias que en este había eran cuanto menos interesantes. Al parecer un peligroso criminal conocido como Jin Surfer había huido de prisión. Por si fuera poco los crímenes eran cada vez más comunes. No podía seguir permitiendo aquellas cosas. En nombre de Dios debía de imponer justicia y castigar a los pecadores en las más oscuras celdas de Impel Dawn. Por el momento su objetivo iba a ser el de derrotar al capullo a por el que le habían mandado. Cuando estaba a punto de pasar de página, pudo ver unas líneas que le hicieron alzar una ceja y fruncir el ceño. – ¡También han subido las bellotas! – Lanzó un gruñido al aire para después mirar al cielo y lanzar un suspiro enorme. No era justo para nada que las aceitunas y las bellotas fueran tan difíciles de conseguir últimamente.

Una leve brisa paseó ahora por aquel lugar. Aquello provocó que al pelirrojo le entrase frío por la cabeza y ahora se puso la capucha de su precioso abrigo blanco. Amaba aquella prenda tan grande y cómoda. De repente sintió como alguien caminaba hacia él. Era un hombre de cabellos blancos y largos. Sus ojos eran rojizos y su ropa consistía en una camiseta negra y unos pantalones azulados. En su mano derecha parecía haber un pequeño puñal con el que jugaba. Este tipo se acercó al agente y emitió una sonrisa algo divertida. – ¿Qué hace por aquí señor? Hay un asesino suelto. – Kiogre no pudo evitar mostrar una sonrisa intensa mientras ahora miraba directamente a aquel amable hombre que se preocupaba por él. No pudo evitar contestarle tranquilamente con un tono realmente tranquilo y relajado. – Dios protege mi alma y mi cuerpo. No debe preocuparse por mí. – Aquellas palabras provocaron que aquel tipo empezara a reírse sin parar. Después sin pleno aviso trató de impactar su pie contra la cara del pelirrojo.

El agente no se movió en absoluto. Su haki armadura había parado el golpe como si nada. De hecho pasó la página del periódico como si con él no fuera la cosa. – Caballero me temo que en nombre de las aceitunas debo castigarte. – Sus palabras fueron extrañas pero de repente el luchador agarró las piernas de aquel peliblanco y con el otro brazo impactó un codazo sobre esta. El dolor invadió al criminal, que resultó caer al suelo mientras gritaba de dolor. – ¡Soy James el revolucionario! ¡Muere ante mí! – El tipo se lanzó por el pelirrojo de nuevo pero este sacó su Jutte de acero y de un potente golpe le pegó en todo el centro de la cara. – ¿Un revolucionario que asesina niños? Habéis caído demasiado bajo. – Dijo ahora poniéndose en pie y quitándose la capucha mientras se acercaba despacio con el Jutte en la mano. Si debía reventarlo a golpes lo haría. – Qué Dios se apiade de tú alma. – Dijo mientras de otro golpe la partía varios dientes y lo dejaba inconsciente.

Mientras esperaba acostado sobre las tejas naranjas de la casa, pude ver como un hombre encapuchado se acercaba a un hombre de traje blanco que estaba sentado mientras leía un diario. Me di cuenta de que el encapuchado sería seguramente el asesino tan temido del lugar, ante esto no pude resistirme a preparar mi espada y ponerme en una posición de la que podría saltar al ataque fácilmente. - Ese hombre debe morir bajo el acero de mi espada - Dije para mis adentros.

Fui sorprendido ante la gran capacidad de lucha que poseía este pelirrojo, solo con un par de golpes había logrado derribar al gran y temido asesino. Había solo 2 opciones para esto... o el asesino era un agrandado y mal luchador, o el otro era muy bueno. No sabía cual era el razonamiento adecuado a la situación, pero debía de descubrirlo. 

En menos de un segundo, pegué un gran salto, con el cuál llegué a posicionarme a unos pocos metros en el aire del tal pelirrojo. Sin que siquiera se diera cuenta, clavé mi espada a un lado de su cuerpo, y rotando sobre ella, intenté impactar con mi pierna en su cara. Una gran patada se dirigía a su cara y mi ataque había sido bastante rápido que esperaba tomarlo con la guardia baja. Esperando que mi ataque resultara, esperé a ver la reacción de este hombre ante mi ataque.

El pelirrojo ahora se agachó cogiendo aquel cuerpo y colocándolo sobre su hombro. Debía de entregarlo al gobierno y así terminar su misión. No le había costado demasiado y ahora en su mano libre llevaba su precioso Jutte de acero. Trató de darse la vuelta cuando de repente se escuchó como una espada se clavaba en algún lugar. Estando la plaza desierta no era muy difícil enterarse del más mínimo ápice sonoro. El agente miró enseguida a aquella dirección pero lo único que pudo ver fue una suela dirigirse a su cara. En ese momento hizo un impresionante movimiento con su mano libre e interpuso el Jutte en medio. La suela impactó en la barra de acero y esta pegó en la cabeza del religioso. Sin embargo al activar su haki armadura redujo los daños lo suficiente para que todo quedara en un chichón. Ahora cayó de espaldas con el cuerpo del asesino encima.

Lo apartó lo más rápido posible y ahora se levantó dándose cuenta de que tenía el abrigo manchado. Aquello no podía quedar así y ahora frunció el ceño mientras miraba a aquel sinvergüenza de forma siniestra. – ¡Debería caérsete la cara de vergüenza! ¡Por gente como tú las empanadillas de atún saben peor! – De nuevo algo sin sentido pero ahora el mafioso tomó con fuerza su arma y se quedó mirando a aquel tipo. Imbuyó su barra en haki armadura y además su anillo comenzó a brillar. Se trataba del anillo del cielo. Este pequeño potenciaba en gran medida los ataques y por ello ahora si conseguía darle podía hacerle un daño serio. Salió corriendo por aquel tipo y ahora sonrió de lado mientras lanzaba un poderoso golpe con su Jutte envuelto en haki armadura y potenciado con aquella mejora. Le diese o no lanzaría otro con toda la mala leche posible y seguiría haciéndolo hasta verse obligado a parar de alguna forma.

Aquel chico se la estaba jugando al atacar a un tipo del gobierno y encima a un religioso que odiaba a los asesinos. Aquel chico ya se estaba ganando precio por aquello pero podía remediarlo si paraba a tiempo pues Kiogre ante todo era persona y sabía arreglar las cosas mediante palabras. – ¡Chico o paras o te reventare en el suelo! – Dijo ahora emitiendo una sonrisa amplia e intensa.

Al parecer mi ataque no dio de lleno, el pelirrojo logró interponer su arma en el camino de mi patada, para que luego cayera al suelo con el asesino encima. Al parecer este hombre poseía seguramente algún grado de haki de armadura, ya que no parecía haber recibido golpe alguno. Luego de quitarse al asesino de arriba, se paró y me dijo que al parecer debería parar la batalla o me reventaría. Obviamente no decidí detener la pelea, sabía que lograría vencerlo, pero no sería nada fácil.

El hombre de chaqueta blanca, se acercó rápidamente hacia mí con su arma en la mano, intentó atacarme, pero gracias a que lo vi venir, intenté esquivarlo haciendo una vuelta de carnero hacia atrás. A pesar de mi velocidad y agilidad, el arma de mi enemigo, me rozó la cara, echándome con una gran fuerza hacia atrás. Clavando mi arma en el suelo, logré parar el movimiento del impacto, que trajo además del movimiento un gran dolor en la parte derecha de mi cara. A pesar de que aguantaba el dolor, podía sentirlo como si fuera una pequeña quemadura y una hematoma combinados, pero también sabía que si detenía mis ataques, no lograría obtener más que otros golpes como el anterior. 

Luego de volver a quedar de pie, me di cuenta de que si quería ganar la batalla, debía atacarlo de lejos, supuse que sus ataques eran de cuerpo a cuerpo y muy poderosos, pero a pesar de que su defensa fuera fuerte, tenía que tener algún punto débil.

Por esta razón, retrocedí un par de pasos y luego de poner mi espada apuntado a mi enemigo, dije:"¡Shinohari!". Luego de pronunciar esas palabras, tres disparos de onda punzante salieron en dirección a mi enemigo como si se tratase de balas. Estaba casi seguro de que mi ataque no lograría herirlo, pero era una distracción. Poco después de lanzar mi ataque, clavé mi espada en el suelo y entrelazando mis manos dije:"¡Rino Tank!". Apenas dije eso, un rinoceronte verde salió de mi delantera, en rumbo a mi rival. 

Esperaba que ambos ataques combinados lograran hacerle algo a mi contrincante, pero si no lo lograba, ya me posicioné con mi espada lista para defenderme, mientras observaba como salía mi ofensiva.

Aquel hombre esquivó el ataque del agente echándose hacia atrás. Sin embargo se llevó un buen golpe en la cara. La mirada del pelirrojo ahora era un poco seria, cosa que no podía verse debido a las gafas de Sol. No entendía el motivo del ataque pero ahora aquel tipo debía pagar pues estaba cometiendo un crimen. Usaría su superioridad corporal para ello de la forma más violenta posible. Si tenía que partirle los brazos lo haría. – Ese hombre se dedicaba a matar niños inocentes. Tú me atacas ahora por haber salvado a los críos. No sabía que fueras tan detestable. En nombre de Dios te erradicaré. – Dijo algo mosqueado mientras daba un paso al frente señalando a aquel tipo con su dedo índice. De hecho iba a asegurarse de acabar con él o al menos meterlo en una oscura y fría celda.

Llegaba el turno de atacar de nuevo cuando aquel luchador observó como el corsario le apuntaba con una espada. Le sonaba su cara de haberla visto en un cartel. Sin embargo no iba a dejarse derrotar por semejante bastardo. Se imbuyó de nuevo en haki armadura y después notó como algo le pasaba por el hombro izquierdo de roce, haciéndole un corte en este. Por acto reflejo con su mano libre abrió el abrigo tratando de usarlo de escudo mientras saltaba a un lado. El resultado fue dos agujeros en este. Aquello ya le había provocado mucho. Se lo puso ahora para tener más protección y si fijó en la sangre que salía de su hombro. Aquel hombre atacaba a distancia. El pelirrojo suspiro mientras se fijaba en él y supo perfectamente que debía de hacer para reducirle de la forma más violenta posible. Ahora de hecho se relamió despacio mientras se remangaba un poco para tener mayor movimiento. Enseguida pudo ver a aquel hombre juntar las manos y sacar un rinoceronte verde de la nada.

Kiogre alzó una ceja y vio como el animal corría hacia él. En seguida y sin pensárselo corrió también de frente hacia aquella cosa. Cuando estaba a punto de chocar se frenó en seco y rodó a un lado. La mala suerte fue que una de las patas le dio de roce tirándole al suelo. El luchador rodó un poco más llenándose el abrigo de polvo pero reduciendo los daños de la caída con su haki armadura. Una vez se puso en pie frunció el ceño mirando de nuevo a aquel hombre sin una pizca de piedad. – ¡Los tíos como tú que apoyáis a niños inocentes me provocáis odio! – El pelirrojo lo miró e imbuyó su Jutte de nuevo en haki armadura. Sin pensárselo corrió hacia aquel hombre y una vez llegó hacia él se puso en posición de combate. Si se le ocurría echarse hacia atrás como antes o a un lado, lo seguiría también. Ahora alzó su Jutte con la mano derecha a modo de distracción. Con la izquierda le apuntó y de su mano salió un destello de luz con el que intentó cegarle. Si era un usuario de fruta le quemaría la cara a unos mil grados. Pero si no lo era tan solo trataría de dejarle sin visión. Nada más hacer eso bajaría el Jutte con toda su mala leche envuelto en haki y potenciado con su aniño. El rumbo establecido fue la rotula derecha, con su gran velocidad de luchador del mono creía poder hacerlo. Planeaba dejarlo cojo partiéndosela totalmente en un golpe violento y lleno de ira.

Lo lograse o no saltaría unos metros hacia atrás para después fruncir el ceño y meter la mano en su bolsillo. Sacó una especie de caracol y ahora empezó a hablar sin perder de vista aquel tipo que había osado meterse con él. – Aquí agente cincuentaiuno. He acabado con la misión pero ahora ese tipo tiene un ayudante poderoso. Solicito refuerzos en la plaza de Baterilla. – Nada más decir aquello mostró una sonrisa algo siniestra para después clavar su mirada en el pirata. – Voy a dejarte en muy malas condiciones chico. No sabes con quién te has metido. – Una vez dijo aquello se puso de nuevo en guardia mientras alzaba el puño izquierdo y bajaba el derecho sosteniendo aquella barra de acero tan poderosa. Aquel anillo le estaba ayudando a potenciar bastante los golpes a decir verdad, le encantaba. De hecho llevaba ya muchísimo tiempo sin ver a Ryohei. Se preguntaba dónde se había metido aquel hombre. También echaba de menos a Ushi y a Ugetsu. A saber por dónde andaban aquellos capullos.

Según parecía, mi ataque no hizo prácticamente nada al hombre de pelo rojizo. Me sorprendió que esa combinación de ataques no lograra acabar con él, pero ahora no debía pensar en eso, sino que tendría que pensar como haría para vencerlo. 

Apenas se reincorporó, lanzó desde su muñeca, como una bomba de luz que debo admitir que al principio cegó mi visión. Gracias a que vi como lo lanzaba, pude reaccionar más rápido y darme media vuelta, tapándome con mi traje poco después de que la bomba se activara. Mis ojos aún veían el destello, pero en segundos se pasaría. 

A pesar de que había reaccionado bien ante tal estrategia de mi enemigo, éste se adelanto y fue directo a mi posición para atacarme. Mientras me mantenía cubierto por mi traje, pude sentir como su arma golpeaba en mi espada. Ese impacto fue impresionante mente fuerte, si no tuviera mi placa de acero en la parte de atrás de mi traje, esa ofensiva me hubiera roto la columna.

Aunque no logró matarme, el ataque de mi enemigo me lanzó por los aires, mientras recibía un gran dolor en la zona lumbar. Apenas caí al piso, puse mi mano izquierda presionando mi espada para intentar alivianar el dolor. Por más que continuaba sintiendo los músculos de la zona bastante golpeados, intenté exitosa mente pararme, aunque con un poco de dificultado. Sabía que si no me levantaba no ganaría la batalla. 

Al pararme pude escuchar como mi contrincante me dijo algo como que detestaba a los hombres como yo que apoyaban a asesinos de niños. Ante esto, le grité:"Yo no estoy con ese asesino, todo lo contrario, necesito asesinarlo para acabar con la masacre en el pueblo, he visto el sufrimiento de la gente y terminar con los asesinatos recae sobre mis hombros".

Esperando que reaccionara ante mi respuesta, esperé que este hombre se diera cuenta de que no era necesario seguir peleando, ya que estábamos del mismo lado. En ese momento un hombre gigantesco de unos 2 metros y medio, se acercó a la plaza riendo. Miré fijamente a ese hombre mientras esperaba la reacción del pelirrojo.

El impacto del agente pegó en la espalda de aquel tipo de forma violenta. El capullo salió volando y cayendo a un par de metros de distancia. Kiogre simplemente frunció el ceño mientras ahora se sacudía el abrigo de nuevo. No tardó mucho en quitárselo y dejarlo sobre un banco. Quedó con su camisa azulada y ahora suspiró remangándose mientras se preparaba para continuar atacando. Ahora fue cuando dijo que debía acabar con el asesino para acabar con la masacre del pueblo. En ese momento el pelirrojo apretó el puño y caminó un poco hacia él mientras sujetaba con fuerza el Jutte.

Tenía toda la pinta de un mafioso. De hecho así lo era y ahora no tardó en soltar un suspiro al mismo tiempo que le contestaba. – Ya has visto que ha sido derrotado. Voy a entregar a este tipo al gobierno. No nos toca a nosotros juzgar a las personas. Solo Dios tiene el derecho de hacerlo. – Una vez dijo aquello simplemente suspiró de forma pesada, estaba harto del nuevo precio de las aceitunas.

De repente un tipo de dos metros y medio apareció riéndose. Superaba en tamaño al agente y eso le hizo alzar una ceja mientras fruncía el ceño despacio. Sus cabellos eran largos y morenos. Sus ojos verdosos como una planta. Su piel era bastante pálida y en su mano parecía llevar un garrote de acero. Sus botas eran de un color marrón y además vestía con una camiseta sucia llena de restos de comida. El pantalón le quedaba pequeño y se notaba que lo llevaba muy apretado. De esa forma seguro que le costaba dar patadas en caso de saber artes marciales.

Echó una mirada hacia el cuerpo del asesino de niños y seguía allí. De modo que aquel capullo o bien era su ayudante o por el contrario otro criminal. Kiogre corrió hacia él de forma seria mientras imbuía su arma en haki. Lanzó un golpe a la cara de aquel tipo. Este gritó de dolor retrocediendo y escupiendo algo de sangre para después lanzar una onda de choque al pelirrojo. El agente cincuentaiuno salió disparado hacia atrás y cayó dentro de la fuente, quedando totalmente empapado.

La respuesta de mi anterior contrincante, debo admitir que me sorprendió. Nunca pensé que alguien tan extraño como él podría tener una refección como esa, pero al parecer nuestro objetivo cambió drástica mente. El gigantesco hombre que había aparecido frene a nuestras narices, afirmaba que era el real asesino, pero si esto era cierto... ¿quien era el hombre capturado por el pelirrojo?

Antes de intentar siquiera contestarme esa pregunta, el hombre con la camiseta manchada de comida, intentó darle un golpe a mi actual compañero. Por suerte, este no logró golpear al agente, pero éste quedo totalmente empapado, luego de caer en una fuente en el retroceso de su ataque.

El grotesco asesino, cambió repentinamente de objetivo, intentó ir directamente hacia el hombre capturado, seguramente para liberarlo y tener una ventaja en el combate. Corrió con una velocidad más bien lenta, pero poderosa, hasta que llegó a unos 3 o 4 metros de su objetivo. Sabía que el pelirrojo estaría intentando salir de la fuente, por lo que el trabajo de evitar la liberación, recaía sobre mis hombros.

Antes de que pudiera acercarse más, salté en dirección al corredor, y cuando quedé lo suficientemente cerca, con la mano que no estaba ocupada por mi espada, dije las palabras:"¡Inazuma Ball!". En ese preciso momento, un rayo, salió de mi mano, impactando así en el brazo izquierdo de mi objetivo. En la zona donde cayó el ataque, el gigantesco hombre pudo sentir un gran ardor que le impidió seguir hacia adelante, recuperándose en el lugar por unos segundos. 

Aprovechando que no se movía, corrí hacia donde estaba el prisionero, apenas estuve a su lado, lo subí a mis hombros para correr a toda velocidad en dirección al pelirrojo, para entregarle al hombre que sería juzgado justamente.

Kiogre alzó la cabeza desde la fuente observando como ahora el primer hombre que le había atacado lanzaba una especie de ataque hacia el enorme tipo. Consiguió dañarle el brazo y fue cuando el pelirrojo se puso en pie soltando un leve suspiro. Estaba empapado pero no era algo que le fuera a quitar el sueño. En ese momento el chico cogió a James el revolucionario y se lo entregó al agente. El Cipher pol lo tomó y lo puso a un lado mientras lo miraba despacio y después sonreía de lado. – Este tipo debe de ser un aliado. Es demasiado grande para que la gente no lo haya visto. Sin duda el inconsciente es James. Mis superiores están en camino de modo que venzámosle y escapa de aquí. – Dijo mirando a su ahora compañero.

Kiogre dejó en el suelo a James para después fruncir el ceño y correr hacia aquel enorme tipo. Imbuyó su Jutte en haki armadura y potenció el ataque con el anillo del cielo. Impactó en su cara con aquella dura barra partiéndole dos dientes y tirándole al suelo. En ese momento aquella mole se puso en pie jadeando y mirando al pelirrojo de forma sádica. Lanzó una patada al aire formando una onda de choque y tirando a Kiogre al suelo. Éste ahora soltó un quejido de dolor mientras rodaba por el suelo. Empezó a levantarse mientras fruncía el ceño. – ¡Este tipo tiene la culpa de que las aceitunas suban el precio! – Gritó de repente señalándole con el dedo índice.

Pudo escuchar algunos pasos acercándose por lo que ahora alzó una ceja. No sabía que los suyos iban a llegar tan rápido por lo que ahora el hombre de la espada debía finalizar rápido. El luchador se puso en posición de combate y comenzó a fruncir el ceño mientras se concentraba imbuyéndose en haki armadura. Apretó los músculos de los bíceps y sopló con fuerza para después agarrar con fuerza el Jutte. La cosa se estaba complicando muchísimo y la situación cada vez era más extrema.

Al parecer ese macizo hombre, era un aliado del asesino, pero mucho más fuerte que el mismo. A pesar de que no entendíamos muy bien la situación, sabía que no tendría la oportunidad de matar al asesino, pero pensé que lo mejor sería en las manos del pelirrojo, ya que si no me iba rápido, sus compañeros agentes me atraparían. 

Por lo tanto me puse en marcha, debía acabar a nuestro enemigo y salir de la plaza, entonces tomé mi espada con mi mano derecha y comencé a correr hacia mi adversario. Avancé hasta quedar a unos metros frente a él, entonces salté hacia adelante. Como pensaba, no pensaba dejarme avanzar así como así, por eso lanzó un puñetazo hacia mí, no pude esquivarlo, pero cuando estaba a punto de impactar contra mí, clavé mi espada en su muñeca. A pesar de que comenzó a sentir un gran dolor en esta zona, su golpe me dio de lleno, lanzándome 8 metros hacia atrás. 

A pesar de que sentía un enorme dolor en todo el cuerpo, sabía que debía continuar con un último ataque. Por lo tanto, esperé que él viniera a por mí. Como lo supuse, mi enemigo se acercó rápidamente hacia mí, con su brazo movible, preparado para golpearme una vez más. Si lo lograba, sería mi fin, pero si lo que tenía pensado hacer funcionaba, sería su fin. Cuando el hombre estaba a unos 4 metros de mí, con ambas manos, hice un par de esferas de rayo, que no tardé en lanzar a mi adversario. Al lanzarlas grité:"¡Inazuma Ball!", cuando éstas impactaron con mi enemigo, éste frenó su corrida, comenzando a arrodillarse del dolor. Mis rayos habían hecho un par de agujeros en su cuerpo, pero además habían causado quemaduras y una pequeña descarga eléctrica. 

Apenas terminé mi ataque, supuse que ahora sería el momento de escapar, dejando a cargo de mi nuevo conocido, el juicio de ambos hombres. Por lo tanto miré donde él se encontraba, para ver que estaba haciendo, si presenciaba mi pelea o se dedicaba a custodiar al prisionero.

Kiogre observaba como el combate entre el mastodonte y aquel pirata continuaba. Mientras tanto le echó una ojeada al revolucionario y este seguía dormido. Su cabeza estaba valorada en veinte millones y aquello sería un buen ascenso para el pelirrojo. No pudo evitar sonreír ante aquella jugosa noticia pues llevaba muchísimo tiempo como iniciado. La sensación de sentirse inferior a todo el mundo era molesta. Mucho más cuando tenía poder suficiente para derrotar a tíos de muchos más grados. Sin embargo su poco tiempo le hacía no poder apenas salir a arrestar enemigos y cuando lo hacía casualmente no aparecían. Esta vez no iba a permitir que su presa fuera arrebatada de ninguna forma.

En ese momento el bucanero hizo una especie de bolas eléctricas y dejó a aquel tipo en muy mal estado. Después empezó a huir. El agente iba a hacer la vista gorda debido a que no tenía tiempo para llevarse tres presos del tirón. Soltó un suspiro y caminó hasta aquella mole que estaba algo chamuscada y paralizada. El mafioso imbuyó su Jutte en haki armadura y potenciando su golpe con el anillo logró dejar inconsciente a aquella cosa. Momentos después algunos agentes comenzaron a llegar. El luchador los miró con una sonrisa tranquila indicándoles con el dedo al enorme tipo como a James. – Ya he terminado yo con ambos. Un poco tarde pero así podremos transportarlos juntos y comer aceitunas. – Dijo de repente.

Las últimas palabras dejaron a algunos de ellos impresionados. No entendían las cosas que a veces decía aquel tipo pelirrojo. En temas serios siempre saltaba con alguna cosa fuera de tema como por ejemplo las pizzas de cuatro quesos o las tortugas azules. Por lo menos su jodida demencia no era peligrosa como la de Castor, por lo que no le daban mucha importancia mientras hiciera su trabajo correctamente. Kiogre solía ser un tipo que no daba problemas a nadie pues siempre iba a su bola. Sin embargo debían reconocer que ese día en Baterilla se había portado de forma sobresaliente.

Al final, pude ver como el pelirrojo se acercaba a mi ya derrotado enemigo, y luego de dejarlo inconsciente, lo esposó y esperó a sus compañeros. Luego de unos pocos segundos, éstos llegaron, sorprendidos porque ese hombre había logrado capturar a 2 hombres importantes. A pesar de que aún tenía las ganas de asesinar al hombre dormido, sabía que si lo intentaba, acabaría muerto o por lo menos en la cárcel. Por eso, continué corriendo hasta llegar a un lado de la casa donde había asechado al hombre que mataba niños.

Desde allí, pude ver como los compañeros del pelirrojo comenzaban a llevarse a los 2 hombres. Desde mi ubicación hice un ruido de pájaro, éste se pudo escuchar desde toda la plaza, supuse que sus compañeros no se darían cuenta, pero él si. Apenas hice el ruido, me paré y mirándolo irse, esperé que al menos recordara el extraño encuentro que habíamos tenido hace unos pocos minutos. Cuando sus compañeros comenzaron a retirarse, decidí que debía continuar mi viaje, y así fue. Ajusté mi espada a mi vaina, y comencé a caminar por las oscuras y vacías calles de Baterrilla.