¿Nuevos compañeros? La extraña isla. [Nokotori - Qui Gon - Ragerok]

El espadachín se encontraba en una pequeña embarcación que habían alquilado. A su espalda en el timón se encontraba Jhon manejando el pequeño barco y Ragerok estaba pululando por ahí. La verdad es que Nokotori no estaba muy pendiente y estaba pensando en un buen plato de arroz. Madara los había mandado a una peculiar y extraña isla. No sabía exactamente el por qué, escuchó algo de su nueva mascota Spirit la cual encontró en Water 7 pero no le prestó demasiada atención a lo que les mandó. Tal vez era hierba de la mejor calidad.

Una isla era divisada a lo lejos. Tenía una forma bastante insólita y no parecía que estuviese habitada. No sabía mucho sobre aquella isla excepto por lo que su líder le contó. Era una isla que estaba habitada por las bestias más extrañas de todo el mundo. Algunas podrían valer incluso bastante dinero. El espadachín iba con la idea de traer algún monstruo o algo así consigo para tenerlo como mascota y poder hacer de las suyas junto a él.

Nokotori estaba aburrido y esto hacía que se impacientase de sobremanera. Se levantó y empezó a dar vueltas en el barco para intentar buscar algo que hacer. Se dirigió al timón para hablar con Jhon.

-Maldito Jhon, llévanos a la isla ya. Llevamos 3 días para llegar.

El espadachín se alejó de nuevo murmurando algo y siguió dando vueltas por el barco. Pudo divisar a Ragerok que estaba en un extremo del barco dios sabe haciendo qué. Iba a decirle algo cuando por fin llegaron a tierra firme. Una vez que estaba el barco bien anclado Nokotori se fijó mejor en la isla. Los árboles eran gigantescos y se escuchaban gruñidos de animales de los cuales nunca había escuchado. El espadachín bajó el primero de un salto y empezó a estirarse para estar más cómodo. Se giró hacia sus compañeros y esperó a que los dos saltasen del barco de una vez por todas. Estaba deseando explorar la isla y ver con qué se encontraban. Además tendrían que buscar hierba para el maldito Yagara de Madara, una tarea tediosa y bastante estúpida.

Ragerok correteaba por la cubierta de la pequeña embarcación que había alquilado Nokotori. Al timón iba Qui Gon. Ragerok pensó que aún tenía que disculparse con él por haber intentado atacarle por la espalda. "Son manías de asesino, no me lo tengas en cuenta. Jaja." No creía que aquellas palabras tan despreocupadas sirviesen de mucho. Bueno, lo primero era acercarse, y hablar.

-Ey Qui, ¿cómo se nos presenta el mar esta mañana? Parece que hace un buen día, pero es mejor no quitarle el ojo a las nubes por si viene tormenta. Jaja. ¿Lo pillas? El ojo, porque solo tengo uno. Siento haber sido un poco rastrero en el combate e ir principalmente por la espalda. Manías de asesino, no me lo tengas en cuenta.

"Mierda" pensó. Había acabado tirando de la frase estúpida. De repente puso un poco más seria la mirada.

-En serio, lo siento. Es solo que el hecho de ponerme a combatir contra mis propios compañeros...es algo que no soy capaz de concebir. Espero no estar en más situaciones así. Ahora mismo creo que sois lo poco que tengo, y por ello quiero luchar a vuestro lado y no contra vosotros. Noko, tú y yo hacemos un buen equipo.

En ese momento sacó tres regalices azules del bolsillo, y le ofreció uno a Qui Gon. Tras esto corrió hacia donde se encontraba Nokotori y le dio otro a él. Finalmente corrió hacia la parte delantera del barco para, mirando hacia la isla a la que se acercaban, morder el regaliz que le quedaba en la mano, con una sonrisa en la cara pensando en lo que les esperaría en aquel terreno.

De repente el joven asesino se quedó mirando el mar desde el borde, escupiendo al agua, mientras pensaba en que se estaba acostumbrando a distinguir la profundidad del espacio con un solo ojo. Era difícil pero no quedaba otra.

Cuando por fin llegaron, Ragerok bajó de un salto del barco, cayendo cerca de Nokotori, que permanecía en silencio escuchando los sonidos de la isla. Cuando pasaron unos segundos, el asesino habló.

-Seguro que en esta isla no vamos a encontrar a ninguna chica bonita buscando consuelo.

Tras reír un poco, comenzó a andar sin hacer ruido. Sería mejor no molestar a aquello que se podía oír rugir. La aventura comenzaba.

Una vez más Qui Gon estaba de misión, esta vez se acercaban a la isla de los animales extraños o algo así, según se decía estaba llena de animales de lo más peculiar y puede que bastante peligrosos, lo suyo sería andar con cuidado.

Qui Gon llevaba el barco lo mejor que podía, parece que ya se iba acostumbrado a llevar embarcaciones más grandes. Nokoyuri se le acercó a hablar con él quejándose del tiempo empleado para llegar a la isla.

- No te preocupes Nokoyuri, llegaremos pronto, la próxima vez tendríamos que comprar un barco un motor más potente, así llegaríamos a todos lados y además, sería nuestro.

Tras esto el navegante soltó una carcajada como si de un viejo lobo de mar se tratara. Tras esto Ragemoko fue a hablar con él para disculparse por atacar al navegante durante su combate contra Jin y ellos mismos.

- No te preocupes Ragemoko, son cosas que pasan, no te guardo rencor alguno y sé que es tu estilo de lucha… Bueno, ahora lo sé. Pero no pasa nada, la próxima vez que tengamos un combate espero que sea nosotros solos y no provocado por nadie, ese Jin me daba mala espina y siento lo de tu ojo, de verdad, aunque parece que lo llevas bien. Deberías de ser pirata, con un parche en el ojo y un loro… Te falta una pata de palo y decir “ARRRR”.

Tras esto Qui Gon despeinó levemente el pelo del chaval y sonrió, acto seguido cogió el regaliz que le dio Ragemoko y se lo comió gustosamente dándole las gracias. Estaban a punto de llegar y había que prepararse para desembarcar. Qui Gon preparó todo lo que hacía falta y ya estaba listo para ponerse en marcha. Una vez saltó a tierra se estirazó soltando una mueca de confort.

- Aaaaah! Por fin en tierra. Bueno, ¿qué se supone que teníamos que hacer aquí? Empiezo a tener hambre, a lo mejor hay algún bicho rico por aquí como salmón de tierra o arroz monstruo.

Los ojos de Qui Gon brillaban, el imaginarse un salmón con patas andando por la isla era como un delicioso sueño.

Por fin los tres estaban en tierra firme. Ragerok hizo un comentario jocoso respecto a las mujeres y la isla y el luchador preguntaba qué íbamos a hacer en la isla misteriosa de los animales. El espadachín se dio la vuelta y miró a sus dos compañeros. Iba a explicar la situación y qué deberían hacer.

-A ver, Madara nos ha mandado a esta isla para llevar una especie de hierba bastante difícil de encontrar y la cual sólo crece en esta isla por alguna razón. Ya conocéis a  Spirit, la mascota del líder. El Yagara azul. Bueno, no tengo ni idea de que forma tiene la hierba si es que tiene una en especial… ¡Ah! Por cierto… Ésta isla es bastante peligrosa por lo que he oído hablar. Hay que tener cuidado.

Una vez dicho esto el espadachín se volvió a dar la vuelta. Miró hacia sus lados y divisó un gran sendero probablemente hecho por el paso de animales excesivamente grandes. No pensaba que en la isla hubiese animales de esa envergadura. Pero bueno no hay mal que por bien no venga y esto hizo que el espadachín estuviese mucho más alerta.  Se dirigió al sendero dispuesto a entrar al bosque que tenía en frente.

-Bueno, vamos a buscar esa maldita hierba de una vez y vámonos. Espero no tener que pasar la noche aquí…

El moreno terminó de hablar y se adentró en el bosque sin pensárselo demasiado. Esperaba que sus dos compañeros lo siguiesen. Nada más dar un paso y adentrarse en aquel bosque notó que estaba siendo observado por alguien o algo. Era una sensación horrible. No obstante omitió aquella sensación que se le clavaba en la nuca. Sabía que en cualquier momento esa presencia iba a salir a atacar o a intentar lo que estuviese pensando, así que decidió esperar a aquel momento.  

Nokotori iba caminando tranquilamente, no le molestaba en absoluto el hecho de que estuvieran en peligro, de hecho quería algo de acción ya que se aburría. Ya un poco harto se entre medias del asesino y luchador.

-No sé si os habéis dado cuenta pero hay algo que está tras nosotros.

De repente se escuchó un ruido proveniente de  unos arbustos y la presencia que el espadachín estaba notando se esfumó. Lo que estaba a punto de salir no era aquella cosa que él estaba notando. Esto hizo que el moreno frunciese el ceño y estuviese alerta. El arbusto empezó a moverse más y más aún, lo estaba haciendo de manera exagerada. El espadachín paró en seco y advirtió a sus compañeros que se estuviesen quietos ya que no sabía qué demonios iba a salir de ahí.

El arbusto dejó de moverse bruscamente y de el salió una pequeña criatura de color blanco y ojos dorados. No debería de medir más de 30 cm y tenía apariencia felina. En su cuello se marcaba unos anillos de pelo negro y sus orejas acababan en doble punta. El animalito se les quedó mirando fijamente. No parecía algo muy peligroso que digamos… En la isla debería haber tanto animales peligrosos como animales dóciles y pacíficos.
El espadachín suspiró y observó al extraño gato fijamente.

-Tanto alboroto para un maldito gato. Y yo pensando que…

Antes de que pudiese terminar de hablar el espadachín el animalillo empezó a crecer de tamaño enormemente rondando los cinco metros de tamaño. Pronto el felino se puso a la defensiva y empezó a bufarles. El espadachín se puso en pose de combate desenvainando sus dos katanas a la vez.

-Vaya, parece que nada más entrar vamos a tener movida.

Nokotori se puso entre Qui Gon y Ragerok. Hacía rato que algo los seguía, eso les dijo y eso había notado el asesino hacía ya rato, y no era demasiado sigiloso así que era normal que el espadachín también lo hubiese notado.

De repente de la zona en la que parecía estar su perseguidor empezaron a salir ruidos extraños. Aquellos arbustos empezaron a agitarse cada vez más para, después de un rato, dar paso a un pequeño gatito. A Ragerok no le hacían especial gracia los gatos, así que simplemente pasó de él.
Cuál fue la sorpresa del grupo al ver que aquel gato comenzaba a crecer hasta alcanzar una talla XXXL. Aquella bestia podía ser cualquier cosa, pero no un gato.

-Va a hacer falta un ovillo de lana muy grande para entretener a este minino.

El gato comenzó a bufarles. En la cara de Nokotori se podía ver que llevaba rato esperando a que algo así sucediese. Ese tío llevaba la pelea en la sangre y ya estaba preparado con sus armas listas para hacer pedazos a aquel animalejo. Ragerok no se iba a quedar atrás. Sacó su guadaña, y se puso a la derecha del espadachín.

-Ese bicho es grande, y lo peor es que también tiene pinta de ágil. Lo mejor será ir a por su vientre. Qui, he recibido una de tus hostias y sé que puedes dejar a ese bicho medio tonto de un golpe. Y Noko, ¿te gusta destripar cosas?

Tras decir esto, hubo poco tiempo para reaccionar. El animal se había lanzado directo a por ellos, intentando saltarles encima. El asesino saltó hacia atrás, pero una de las zarpas le hizo una raja en la camiseta y una herida no muy profunda en el pecho.

"No gano para camisetas" pensó el joven asesino, mientras se intentaba deslizar entre las patas del animal para hacerle un corte en el pecho, en un intento de que el animal se pusiera a dos patas, y dejar un camino más amplio para que el espadachín hiciese arte.

Tras adentrarse en la isla y estar un rato andando, Nokoyuri les hizo pararse, algo los estaba siguiendo y ese algo apareció. Un pequeño gatito apareció de la nada, pero no era un gato corriente. Este creció volviéndose un gato bastante grande.

El gato con mirada amenazante les atacó. El luchador apenas se movió un poco y haciendo acopio de su velocidad esquivó los zarpazos del animal, tras esto el gato quiso morderle pero Qui Gon dio un salto y golpeo con un gancho la mandíbula del felino debajo de la barbilla con bastante y fuerza. Al hacer esto Qui Gon se llevó un zarpazo en la espalda y tenía tres heridas no muy profundas. Mientras caía agarró al gato por los bigotes y le estampó la cabeza contra el suelo dejándolo algo aturdido, mientras tanto Qui Gon no lo soltaba para evitar que levantara la cabeza y las manos delanteras.

- Ahora es el momento de atacar. ¡Vamos!

Tras esto Ragerok le provocó un corte en el pecho al gato lo que hizo que se retorciera de dolor, Qui Gon apenas podría aguantarlo mucho más. Nokoyuri se dispuso a atacar pero los bigotes del animal no aguantaron más y se partieron. El gato se levantó y se puso a dos patas tras haberse liberado del agarre de Qui Gon debido a la fuerza con la que le había estado sujetando.

- ¡Maldita sea! Nokoyuri, haz lo que mejor sabes hacer.

El luchador dibujó una sonrisa en su cara y esperaba a que todo acabara pronto para poder seguir viendo más bestias como esa. La verdad es que era una bestia bastante fuerte, pero seguro que habría más y más fuertes.

Sus dos compañeros pudieron reaccionar y haciendo lo que pensaban conseguir. El enorme animal se apoyó sobre sus patas traseras poniéndose de pie. El animal lucía más grande e intimidante que antes. Aún así esto al espadachín no lo iba a amedrentar. Más temprano que tarde y teniendo al animal justo como como querían el espadachín cargó clavando una de sus katanas en su vientre y con la otra asestar un golpe mortal en el cuello de la bestia. Nokotori tardó varios segundos en poder sacar la espada del vientre del animal y cuando lo consiguió era demasiado tarde. Pudo esquivarlo pero se torció un tobillo. De todos modos no era algo muy grave ya que se le fue el dolor una vez que se levantó y anduvo un par de metros.

-Pues tampoco ha sido demasiado difícil… Pero la presencia que sentí anteriormente no era este animal. Era otra cosa.

El espadachín se dirigió a sus compañeros sacudiéndose polvo de la ropa y bastante tranquilo. La bestia había quedado en mal estado y su precioso pelo estaba manchado de un rojo escarlata. Nokotori se resentía aún un poco por su tobillo pero no le hizo demasiado caso. La verdad es que estaban demasiado perdidos. No sabían donde encontrar esa hierba y además no sabían si tenía algún aspecto en especial. No obstante el moreno continuó andando adentrándose en el bosque. Pensaba que si seguían por ese camino probablemente llegarían a alguna madriguera o algo parecido y no encontrarían lo que estaban buscando.

Habían pasado ya varias horas desde la llegada a la isla y no había dado con la dichosa hierba. El bosque no dejaba que la luz del sol se filtrase. Nokotori pudo divisar un pequeño claro que había y se dispuso a ir para allá. Una vez que llegó por fin pudo ver el cielo. Levantó la cabeza y dedujo que sería ya por la tarde y no habían comido nada. Tendría que haberse llevado al felino ese para al menos comer algo. Estaba pasando justo lo que el espadachín no quería y era quedarse más de un día en la isla.

-No se vosotros, pero yo tengo un hambre que me comía diez tigres como esos. Parece que vamos a tener que pasar la maldita noche aquí y no tenemos demasiados víveres. Así que nos quedaremos en este claro. Vamos a crear un refugio algo rudimentario y tenemos que hacer fuego para ahuyentar a las bestias de nosotros. Vamos a hacerlo ya porque dentro de un par de horas se nos hará de noche y será imposible hacer esto… Además estaremos expuestos.

Nokotori al decir esto miró fijamente al luchador y al asesino e indicó que él iba a buscar leña para la hoguera. Mandó a Jhon crear algo que sirviese como techo o “tienda” ya que él era el que más fuerza física tenía, para el asesino tenía otra tarea. Indicó que necesitarían algo que echarse a la boca así que dado a su sigilo cazara algunas alimañas y buscase algunas frutas para la cena. Tenían que prepararse bien para pasar la noche. Es bien sabido que cuando cae la noche los seres más viles, rastreros y peligrosos salen a cazar.

Los tres chicos llegaron hasta un claro en medio del bosque. Con tanta maleza a veces resultaba difícil calcular que hora del día era, pues no se veía la posición del sol, pero parecía que poco a poco se hacía tarde y aún no habían logrado encontrar aquello que buscaban. pero, ¿qué era exactamente lo que buscaban? Unas hierbas o algo así, pero, ¿cómo eran aquellas hierbas?

-Esto...chicos, ¿sabéis cómo son las hierbas que buscamos? -Dijo mientras se rascaba la cabeza.

No tenía pinta de que una misión tan simple como buscar unas hierbas les fuese a resultar fácil. Ragerok empezó a pensar en qué clase de animal come solo un tipo de hierba, pero recordó como en su infancia pasó tres días comiendo solo hojas de menta porque decía que así le olería el sudor muy bien. Empezó a reírse de los recuerdos de su niñez. Parecían ahora tan lejanos. Un aura de melancolía ensombreció su mirada de repente. Observó el lugar en el que se encontraban con detenimiento hasta que sus ojos se posaron sobre sus compañeros.

Nokotori les dijo que tenía hambre. La verdad es que llevaban bastante sin probar bocado, y el asesino también estaba hambriento, y con sus gominolas no irían a ningún lado. Mientras el espadachín hablaba, un sonido surgió del estomago de Ragerok.

-GRRRRRRRR

-Lo siento...

Ragerok escuchaba atentamente a sus compañeros y algo le quedó muy claro, había que crear un refugio y conseguir comida de verdad, no bastaba con los regalices. Nokotori iría a por leña, Qui Gon crearía un refugio, y al joven asesino le tocó lo más divertido: cazar.

-Bueno, en un rato nos vemos. Procurad no tardar demasiado. -Dijo mientras se alejaba.

Ragerok no tenía mucha experiencia cazando, pero sabía un par de cosas para encontrar animales: lo más fácil sería buscar un rio y rezar porque cerca hubiese alguno, o si tenía suerte encontrar madrigueras.

La búsqueda del rio comenzó. No tardó demasiado en dar con un pequeño arroyo por el que empezar a buscar. El asesino se movía con sigilo, lo que facilitó el que a los veinte minutos pudiese encontrar un grupo de herbívoros parecidos a cabras de color gris pero con 8 patas y muchos ojos, lo que él denominó cabrañas. De tamaño no eran muy grandes, como un conejo más o menos, así que decidió cazar un par de ellos para la cena y el desayuno. Cogió su guadaña, y se acercó sigilosamente. Cuando estuvo cerca de un pequeño grupo, de un rápido corte consiguió matar a uno, y mientras escapaban, haciendo gala de su habilidad en el cambio de armas, le lanzó la daga a uno que no estaba muy lejos y también lo mató.

-Bien. Con esto tendremos, son dieciséis jamoncitos de cabraña.

En ese momento escuchó un grito muy extraño. Parecía el sonido de una cabra pero muy agudo.

Tras derrotar al felino siguieron andando dejando atrás a este. Ragemoko y Qui Gon seguía a Nokoyuri por aquella isla. De repente Nokoyuri preguntó si sabíamos cómo era aquella hierba que andaban buscando pues al parecer tanto el propio espadachín como el asesino no sabían nada del aspecto que tenía esta. Esto le hizo recordar a Qui Gon otra de las muchas conversaciones de taberna que había escuchado. El recuerdo era vago pero creía recordar que hablaron de unas hierbas perfectas para el ganado que eran capaces de triplicar la producción de este tanto de leche como de carne, pero el aspecto de esta hierba era algo difuso y no lo recordaba bien.

- Yo creo que sé cómo es, pero tampoco estoy seguro. Si mal no recuerdo una vez escuché de una hierba maravillosa que era… De color amarillo o naranja y puntiaguda. El tamaño no tengo ni idea. Eso es todo lo que puedo contaros por ahora. Siento no tener más información.

Poco más tarde se pararon, iba siendo hora de preparar un refugio y el hambre empezaba a notarse. Un estruendo sonó proveniente del estómago del chico. Era horrible, como si una jauría de perros se gruñeran a la vez. Esto hizo que Qui Gon se preocupara un poco por el chaval, aunque había demostrado que sabía cuidarse solo, el luchador siempre lo vería como un chaval indefenso.

- ¡Joder chico! Tu estómago quiere comerse a sí mismo. Jajajaja.

Qui Gon rio durante poco tiempo y se puso manos a la obra, había llegado el momento de hacer algo y a él le había tocado preparar un refugio. Esto era algo complicado. Sin herramientas ni nada por el estilo salvo sus puños poco podría hacer el luchador. Tampoco le pedían mucho, solo algo que sirviera de techo, probablemente por si lloviera durante la noche. Buscó durante un rato por los alrededores y apenas pudo visualizar algo útil, a los 2 minutos vio una cueva y se le ocurrió la idea de explorarla para ver si podrían usarla como refugio durante la noche. Se adentró poco a poco, pero estaba algo oscuro y apenas se veía, la cueva no parecía muy profunda, apenas tenía unos 10 metros de profundidad y con la poca luz que quedaba se veía el fondo. Se adentró a inspeccionarla, era bastante seca, no había ni estalagmitas ni estalactitas, era pura roca dura. También había unas piedras bastante grandes en el suelo de color grisáceo. Llegó al final de la cueva y tocó la pared, apenas podía verse y la penumbra dejaba poco que observar pero Qui Gon notó algo con las manos. Eran arañazos, unos arañazos bastante grandes y parecían recientes, esto hizo que el luchador se estremeciera y diera unos pasos hacia atrás. Tropezó con una piedra y cayó de culo contra el suelo. El estruendo resonó en toda la cueva con bastante eco. De pronto cientos de aleteos se escucharon, el luchador se echó al suelo boca abajo poniendo sus brazos sobre su cabeza. En un momento varias bestias aladas salieron volando de la cueva mientras gritaban como si fuesen seres humanos gritando de dolor; estaban camufladas en el techo puesto que parecían tener ese color. Una vez salieron todas, el fornido se puso en pie lentamente y salió de allí, debía de contarle a sus compañeros la existencia de la cueva y la posibilidad de que la morara una bestia peligrosa.

Salió a toda prisa de allí pero notaba algo extraño, era como si algo se hubiera enganchado a su espalda. Se paró en seco y colocó su mano en su espalda buscando algún objeto extraño mientras tragaba saliva y esperaba que fuese solo su imaginación. De pronto tocó algo blandito y peludo. Lo agarró con la mano y sonó un rugido como el de los animales que habían salido volando hace unos momentos. Qui Gon dio un grito, agarró al animal y lo tiró contra un árbol. El animalillo impactó contra el árbol y cayó al suelo. Qui Gon algo temeroso se acercó a observar a aquel animal. Se sentía algo curioso por saber cómo era.

Era un bicho del tamaño de un gato normal, tenía forma de león pequeño pero sin melena, las orejas eran grandes y sus ojos y nariz eran bastante pequeños al igual que su boca. De su espalda salían unas alas extrañas de punta redondeada. Tenía una cola fina de unos 20 cm que acababan en un pompón. El animalejo estaba algo aturdido pero en cuanto se recompuso un poco saltó hacia la cara del luchador mordiéndole la nariz. Este lo volvió a agarrar y lo sujetó con su mano derecha apartándolo de su cara.

- Maldito animal. ¡No hagas eso o te aplastaré la cabeza de un puñetazo!

El animal intentaba zafarse del puño del luchador y viendo que no lo lograba le mordió el pulgar haciendo que este lo soltara.

- Que no te pille bicho. Sino verás o que es bueno.

El animalejo se posó sobre una rama de un árbol y volvió a rugir de aquella manera tan peculiar. Parecía enfadado pero esto a Qui Gon le daba igual. El luchador siguió buscando el camino de regreso a donde había quedado para reunirse. El animal seguí al luchador volando de rama en rama y esto lo le hacía especialmente gracia así que no le quitaba el ojo de encima. Entonces Qui Gon vió un árbol bastante grande y grueso. Parte de la corteza estaba despegada así que era posible que se pudiera arrancar. El fornido con todas sus fuerzas fue retirando poco a poco la corteza de aquel árbol que salió de una pieza, al menos unos 4 o 5 metros antes de que se partiera, pero era suficiente para usarlo de techo si la idea de la cueva no resultaba atractiva. Puso aquella enorme corteza sobre su cabeza y agarrándola con los brazos avanzó hasta el lugar de encuentro. Era una corteza bastante liviana aunque maniobrar con ella era bastante complicado. Una vez llegó al punto de encuentro soltó la corteza en el suelo y pudo ver a aquel bichajo gris durmiendo acurrucado sobre la corteza. Esto hizo que Qui Gon diera un grito algo harto de él.

- ¿QUIERES DEJAR DE SEGUIRME MALDITO BICHO INFERNAL?

El extraño animal se estirazó bostezando pero sin emitir sonido alguno, se sacudió un poco como si de un perro se tratara y fue volando hasta una rama cercana. El luchador algo malhumorado comenzó a construir una especie de pérgola con unos cuantos troncos que había por el lugar, los hincó en el suelo, los unió a la corteza con unas lianas verdes que pasó por unos agujeros que había hecho en la corteza golpeando esa parte con una piedra afilada que había conseguido chocando dos de estás hasta que logró la forma deseada. Cubrió la corteza con ramas frondosas y hojas por si hubiese la posibilidad de que calase o tuviera agujeros pequeños que no podían ver. Ya estaba listo el refugio y ya solo quedaba esperar a que sus compañeros volvieran. Aburrido sin saber qué hacer pensó echarse una leve cabezada porque estaba algo cansado. En unos minutos estaba roncando y el animal bajó hasta donde dormía el fornido, se colocó encima de su barriga, se acurrucó y durmió también, al parecer buscaba el calor corporal del fornido.

El espadachín iba caminando por el frondoso bosque de la isla. Iba tranquilamente cortando ramas a diestro y siniestro sin pensar en que luego tendría que cargarlas él mismo. Mientras iba caminando de nuevo sintió que lo observaban y que probablemente era la misma cosa que lo estuvo observando anteriormente. Esto le hizo pensar que el objetivo de esa cosa era él y no sus compañeros. También podría ser que se hubiese fijado en él primero para atacarle. Si es así estaba perdida ya que el moreno tenía ganas de cortar algo vivo y si intentaba atacar las iba a llevar bastante claras. El espadachín cortó unas cuantas lianas y con unas ramas resistentes que había cortado previamente se fabricó una especie de mochila para colocar las ramas que iba encontrando para hacer que su transporte fuese más cómodo.

Por fin se encontraba solo un rato. Le gustaba estar solo de vez en cuando y centrarse en sus pensamientos más raros. Una vez encontró la suficiente cantidad de palos decidió ir hacia donde estaba el claro que dejó atrás. Cuando se giró pudo ver como una gira gigantesca y alargada estaba tras el. No pudo discernir qué era exactamente era esa cosa ya que salió despedida rápidamente hacia arriba y se ocultó en las copas de los árboles. Una cosa tenía segura. Ese ser medía por lo menos 10 metros. Nunca vio algo tan grande jamás. Al menos pudo ponerle una forma a lo que le observaba. Pero al poder imaginárselo no lo dejó nada tranquilo. Prosiguió su camino con todos sus sentidos puestos a su alrededor por si aquella cosa le daba por atacar. La idea de que ese enorme ser iba tras ellos o al menos a por él no le gustaba nada. Dios sabría que querría eso de él, pero seguro que no era nada bueno.

Por fin llegó al claro de una vez. Vio como Jhon había fabricado una especie de tejado para poder resguardarse de la lluvia si es que tenían la bella suerte de encontrarse con ésta. Era algo rudimentario pero inspiraba confianza por su robustez y sencillez. Debajo de aquel techo improvisado se encontraba Jhon el cual estaba durmiendo. -Estará cansado… Eso debía pesar. El espadachín conforme iba acercándose al luchador para dejar los palos que había traído cerca y poder encender un fuego iba notando algo raro en su compañero. Un bulto en su abdomen, un bulto muy peludo. Cuando estaba ya al lado dejó caer los palos sin ningún miramiento para así poder despertar a ambos. A esa cosa y a Jhon.

Una vez que dejó caer los palos y la mochila que se había fabricado empezó a desenvainar su katana morada lentamente. No sabía que era esa maldita cosa que estaba sobre Jhon pero tampoco sabía si era buena o mala. Por si acaso iba a atacarla. Es algo común en el espadachín no confiar en nada y menos en un animal que nunca vio y que vivía en una isla tan rara. Se le veía pequeño e indefenso y Nokotori optó por pincharle un poco con la punta de su espada en lo que debía ser la zona de su trasero para ver la reacción que tenía aquella bestia.

Ragerok empezó a huir lejos de allí. Llevaba las dos cabrarañas en la mano, y como le faltaba la otra no podía defenderse. Lo perseguía un ser que no dejaba de gritar. Mientras el asesino se movía entre los árboles, aquella bestia partía cada tronco contra el que chocaba su cuerpo. Podía medir unos 4 metros perfectamente, pero no sabía que era, no pudo distinguir claramente su silueta cuando comenzó a perseguirle. El chico sentía los arañazos de todas las ramas de su camino, pero si no corría, aquello acabaría alcanzándolo. Hizo acopio de velocidad y agilidad, y en un último esfuerzo consiguió salir al claro donde se encontraban Noko y Qui, aunque en el lado contrario.

Al salir al claro tropezó, y cayó rodando por el suelo. Se levantó para ver el ser que lo perseguía, y lo que vio lo dejó helado: Era una cabraña gigante de color negro. Las otras cabrañas debieron alertarla. El chico lanzó las cabrañas que llevaba en la mano y cogió uno de sus puñales, el de la hoja completa. La cabraña soltó un grito muy extraño y comenzó a disparar telaraña. Ragerok esquivó todo lo que pudo, pero acabó con un pie enredado y le costaba correr.

-¡Eh, chicos!¡Socorro!

Volvió a tropezarse, y la cabraña intentó aplastarlo de un pisotón, pero Ragerok consiguió girarse, y la pisada solo le hizo un arañazo en el hombro derecho. Se coló entre las patas e intentó despistar un poco a la cabraña ,atando sus patas con su propia telaraña. Tras eso, el chico cogió la guadaña y cortó una de las paras que seguían libres, haciendo que el ser gritase de dolor. Se alejó, e intentó atraer al monstruo lejos del refugio que sus compañeros estaban construyendo, y lejos de las cabrañas que había cazado

Qui Gon dormía plácidamente hasta que escuchó el ruido de unos troncos cayendo, se despertó poco a poco pues pensó que era Nokoyuri. Abrió los ojos lentamente, sus ojos se estaban acostumbrando a la luz y mientras la imagen que veía se iba volviendo más nítida pudo ver una especie de bulto sobre su estómago. De pronto un grito hizo que el luchador diese un pequeño salto hacia atrás asustado y soltando un pequeño grito. Nokoyuri había pinchado al bichajo gris volador con la punta de su espada y este se había quejado gritando muy fuerte y agarrándose a la cabeza de Qui Gon.

¡¿QUÉ?! ¿TÚ OTRA VEZ? ¿CUANDO VAS A DEJARME TRANQUILO MALDITO ANIMAL?

El castaño intentó agarrar al animal pero este salió volando y se posó sobre una de las ramas más altas de un árbol cercano. El luchador miró fijamente al espadachín y con cara de loco le indicó que ese bichajo le había estado dando la vara todo el día y que no se despegaba de él. El luchador inspiró y expiró profundamente para intentar tranquilizarse.

- Vayamos al grano Nokoyuri. He encontrado una cueva en los alrededores, pero no parece deshabitada, la exploré y al fondo sobre la pared había unas marcas de garras bastante grandes y recientes. Por el tamaño de estas diría que dichas garras son de unos 20cm de ancho cada una. Allí también encontré una colonia de seres como el bichajo ese de la rama. No sé si sería buena idea acampar ahí y de hecho preferiría no hacerlo si el resto de mierdecillas como ESA *señala al bichajo gris* son iguales que él.

Tras terminar de hablar un estruendo sonó cerca del campamento. Ragemoko había llegado con comida, pero una especie de cabra con ocho patas bastante grande y negra lo perseguía. El pobre asesino solo tenía una mano y la estaba usando para transportar la comida así que poco podía defenderse. Soltó esta y con ayuda de su guadaña cortó una de las patas de aquel animal. Qui Gon se levantó de un salto y corrió hacia donde estaba su compañero para ayudarlo contra aquella bestia. Tenía buena pinta y si lograban matarla tendrían comida para días. Esto hizo que al navegante se le cayera un poco la baba mientras corría. Se secó con su puño y se colocó de espaldas al animal. Preparó su puño y golpeo al enorme ser desde abajo en la zona del vientre con todas sus fuerzas. El animal soltó un grito enorme retorciéndose de dolor e intentando pisar al fornido. Este rodó a un lado para esquivar las patas del animal pero algunas telarañas pegaron su brazo izquierdo a un árbol que tenía detrás.

Aquella telaraña era bastante dura y resistente y el luchador no tenía ningún objeto cortante para cortarla así que tiró con todas sus fuerzas pero no consiguió nada. Siguió tirando y tirando sin lograr siquiera arrancarlas del árbol. En ese momento el bichejo gris descendió volando hasta el árbol donde se encontraba el fornido. Con sus afilados dientes comenzó a morder la corteza del árbol haciendo que esta cediera un poco ante los tirones que el castaño seguía realizando. Se escuchó un gran crack y gran parte de la corteza cedió. Esta era la suya, así que Qui Gon se disponía a dar el tirón final pero la cabraña gigante no se había olvidado de él y estaba a punto de embestirle con un cabezazo. El bichejo gris apareció de nuevo atacando a la cabraña a los ojos lo que hizo que cesara en su ataque. El bichejo dejó uno de los ocho ojos de la cabraña  cegado pero esta logró darle un golpe con una de sus patas y lo estampó contra un árbol dejándolo fijado a este con una telaraña.

El navegante era consciente de lo que había hecho aquel animal por él y lamentaba la forma en la que lo había tratado hasta ahora. La verdad es que no le había hecho nada malo que no fuese en defensa propia. Aprovechó la distracción que había creado aquel bichajo gris y terminó de arrancar la corteza del árbol (Manual Prisa). Conforme el luchador arrancaba la corteza y aprovechando el impulso inicial golpeó con la corteza en la cara de la cabraña. Se acercó a una de sus patas y de un puñetazo partió una de sus articulaciones, esto hizo que la cabraña cayera levemente de un lado. El luchador se apartó del animal para pensar su próximo ataque y salir de debajo de él. Entonces pudo notar como una gota de sangre caía por uno de sus dedos. En el fragor de la batalla se había llevado un arañazo de la cabraña en el hombro derecho y este sangraba un poco.

- ¡Esta noche cenaremos cabraña gigante muchachos!

Qui Gon miró a sus compañeros asegurándose de que todos estaban bien incluido el pequeño bicho grisáceo y miró seriamente a la cabraña preparando el siguiente ataque si fuese necesario.

Nokotori se estaba divirtiendo cuando pinchaba a aquel bicho que al parecer estaba acosando a Jhon. El luchador explicó al espadachín que aquel enano le había dado la lata casi todo el rato. A continuación le habló de una cueva y la posibilidad de que se encontrase una bestia bastante peligrosa en su interior. El moreno estaba sopesando la idea de ir para allá y explorar la cueva para ver que encontraban. Tal vez encontrarían algo de utilidad allí. Antes de que el espadachín pudiese contestar al fornido pudo escuchar un estruendo y algunas ramas moviéndose. A continuación salió Ragerok corriendo sujetando lo que debería de ser la comida pero el constante movimiento de las ramas seguía aún. Varios segundos después apareció tras el asesino una enorme cabra-araña que se parecía bastante a lo que Ragerok había traído para cenar.

El mercenario desenfundó sus espadas y se puso en posición de combate. Vio como Jhon se dirigía corriendo hacia aquel bicharraco y Nokotori decidió esperar para ver cómo se desarrollaba la batalla. El asesino le cortó una pata a la araña y el luchador parecía que había conseguido lo mismo. Ahora la araña estaba inclinada hacia un lado dejando el lado levantado mucho más vulnerable para asestar un golpe fatal. Analizó la situación al detalle y pensó en varias tácticas que no implicase herir a sus compañeros. Días atrás había estado practicando un nuevo movimiento bastante potente. Tenía ganas de ver lo que era capaz ya que no lo había probado con algo vivo y mucho menos con algo de tal tamaño. Era una prueba que tenía ganas de superar. Además tenía mucho hambre y con la caída de aquel ser tendrían comida de sobra para varios días.

El espadachín agarró con fuerza sus dos katanas y se puso de lado poniendo su pie izquierdo delante del derecho. Con la mano izquierda sujetó la espada de manera que servía de mirilla y apuntó hacia el monstruo mientras que con otro brazo colocó la espada horizontalmente. Strong Snake. Al decir aquellas palabras los pies del espadachín hicieron un pequeño hoyo en suelo. A continuación sus bíceps crecieron rápidamente desgarrando la camiseta que llevaba por aquella zona. En sus brazos ahora se remarcaban las venas de manera exagerada. Había acumulado una enorme fuerza en sus dos extremidades. Una vez consiguió toda la potencia que deseaba salió corriendo hacia la cabra-araña y se dirigió hacia el lado donde tenía todas las patas intactas. A continuación dio un sonoro grito y asestó un golpe tan potente que acabó partiendo por la mitad a la araña la cual se abrió con un tajo limpio. Una vez que lo consiguió deshizo la técnica y sus brazos volvieron de nuevo a la normalidad.

El moreno reía a carcajadas cuando vio que la había matado de un golpe. No esperaba ese resultado y menos aún haberlo hecho con un corte tan limpio. Aquel ser cayó hacia ambos lados una parte a la derecha y otra a la izquierda. Miró a sus dos compañeros. -Vaya, como está el patio eh… El espadachín quedó asombrado también por lo que había logrado. El resultado obtenido del entrenamiento había sido más que satisfactorio. Suspiró y acabó guardando sus espadas en la vaina. Había sido un duro día para ser el primero en la isla, debían descansar y comer de una vez. Estaba harto de que los animales de la zona intentasen  comérselo.

-Por fin se ha muerto. Dios, esto es mejor que lo que yo traía, pero...en cierto modo también lo he traído yo. -Ni él se creía lo que decía.

Tras resoplar un poco exhausto por la carrera, el chico cogió las dos pequeñas cabrañas e hizo un gesto a Qui para que cogiese él a la grande. Aquel bicho tenía carne, mucha carne, aunque aún no sabían ni si era comestible, pero pronto lo averiguarían. El día había sido largo y no lo único que pegaba ahora era descansar. Se dirigió hacia el techado, pero antes de eso miró al luchador.

-¿Qué es ese bicho? El que se ha metido antes en medio de la cabraña. Tiene dos cojones.

Tras unos segundos mirando al chico, se giró siguió su camino. Estaba pensando en lo impotente que se había sentido por tener solo una mano. Iba a necesitar una nueva pronto, sino se iba a convertir en un lastre para sus compañeros. Ni siquiera podía dar palmadas, ¿qué clase de inútil era? Bueno, como le había dicho la voz de su cabeza, esto solo era un desafío más. Tiró las cabrañas debajo de la corteza que servía como techo y suspiró. De todos modos necesitaba una puta mano.

Mientras llegaban sus compañeros, el chico escuchó un aullido proveniente de el bosque. No un aullido amenazador, sino un aullido desesperado, entrecortado y medio ahogado. Ragerok decidió investigar. Parecía que no había aprendido nada de su aventurilla con la cabraña gigante.

-¡Ahora vengo! -Gritó a sus compañeros.

Siguió escuchando el aullido que cada vez se hacía más entrecortado pero se oía más fuerte. Debía de estar cerca. El asesino cerró los ojos intentando concentrarse en escuchar claramente de donde venía el sonido, pero no hizo falta. El sonido de unas hojas moviéndose, gruñidos y el aullido terriblemente cerca le obligaron a abrir los ojos. Delante de él se encontraba una escena grotesca. Una loba-ardilla voladora blanca manchada de sangre era rodeada por varios de su especie, que parecían querer acabar con su vida.

Ragerok se interpuso, no sabía muy bien por qué. Sintió lastima de aquel animal y decidió que defenderlo era algo que quería hacer. Cogió su guadaña y empezó a gritar amenazante, para intentar que se fuesen de allí y dejasen en paz a la ensangrentada criatura. Agitando su arma, los demás animales retrocedieron un poco, pero uno de ellos se lanzó contra él, y otros dos le acompañaron. Con movimientos rápidos, el asesino evitaba mordiscos y zarpazos, y dejaba cortes a aquellos bichos, pero eran muchos y algunos mordiscos le alcanzaron. Con la guadaña consiguió apartar a uno mientras le hundía en la cabeza a otro la punta. El tercero se lanzó a por su gemelo, el cual mordió fuertemente, haciendo que el chico soltase un quejido. Con la guadaña en lo alto, miró a los ojos al animal con una mirada casi más salvaje que la de éste. Tras eso bajó el arma, sin desviar la mirada, y le rebanó la cabeza, que aun así siguió mordiendo. El que había sido apartado, volvía a la carga, pero en un rápido movimiento, el asesino soltó la guadaña y le lanzó el puñal con la hoja completa. Cayó al suelo, ya que se clavó en su pecho, y con el puñal roto, Ragerok le cortó el cuello.

Por fin parecía hacer acabado todo, pero la lobo-ardilla voladora comenzó a gemir fuertemente. La miró y vio que tenía la vista puesta en un sitio concreto. Al mirar allí pudo ver como otro de esos animales se acercaba. Era completamente negro y más grande que los otros. Sus ojos amarillos te hipnotizaban y obligaban a permanecer quieto ante aquella mirada. No iba rápido, pero el chico sabía que como los alcanzase sería el fin. De repente comenzó a correr hacia ellos a una gran velocidad. Al chico ya le quedaban pocas fuerzas. Tenía que intentar lo que fuese. Se plantó frente a la dirección desde la que venía y se puso en una pose agachada. De pronto se levantó, gritando y rugiendo, alzando las manos y terminando con un mordisco, y pudo ver como la figura de un can se formaba frente a él (manual Kuchiyose) mientras corría hacia aquel animal. No era un lobo pues era más pequeño, pero tampoco era un perro pues poseía un porte inigualable. El perro-lobo se lanzó al cuello de la bestia para morderle, desvaneciéndose al conseguirlo y dejando al animal temblando en el suelo, destrozado. Ragerok se acercó rápidamente y finalizó la vida de aquel ser.

Tras cerciorarse de que estaba muerto, se dirigió hacia la lobo-ardilla voladora blanca. La miró e intentó acariciarla. Al principio no se dejaba tocar, pero poco a poco acabó dejando que el chico pusiera su mano encima. Estaba herida, debería llevarla al refugio. La puso sobre uno de sus hombros y caminó de vuelta al claro.

Tras aquellos ataques consecutivos la enorme cabraña cayó al suelo. El ataque de Nokoyuri la había derrotado de un solo golpe, era increíble. El espadachín se había vuelto muy fuerte, esto hizo que la sangre del luchador ardiera de emoción. Algún día él se enfrentaría a su compañero para ver quién era el más fuerte de la banda pero aún le quedaba bastante camino para eso puesto que no solo Qui Gon iba mejorando con el tiempo sino Nokoyuri también.

Ragemoko señaló a la cabraña gigante indicado al luchador que tenía llevarla él. Aunque las ganas y ansias por comer fueran enorme no era algo fácilmente transportable así que pidió ayuda a Nokoyuri.

- Hazme un favor Nokoyuri, ¿podrías cortar al bicharraco este para que sea mejor transportarlo? Si pudieses llevar algo también me sería de ayuda jajajaja.

El chico se dirigió al castaño y le preguntó acerca del animalejo que les había ayudado y mencionó que tenía cojones. Después se marchó a dejar la comida que había conseguido en el refugio improvisado. Esto hizo que se preocupara por el estado del animal y pensó en echar un vistazo para ver cómo se encontraba. Fue apartando las hojas y ramas tratando de encontrar el sitio exacto donde había caído el animal hasta que lo vio. Estaba pegado en un árbol con la telaraña de aquel ser. El luchador apretó su puño y golpeó el árbol con todas sus fuerzas donde terminaba la telaraña, esto hizo que la corteza se resquebrajara bastante pudiendo arrancharla con sus manos. Fue despedazando la corteza poco a poco para no hacer daño al animal puesto que era más fácil romper la corteza que la propia telaraña. Una vez lo sacó pudo observar que aquel bichejo estaba inconsciente, pero aún respiraba. Lo cogió y lo metió dentro de su camiseta para poder transportarlo, estaba algo frío y no quería que tampoco muriese de hipotermia. Parecía un animal de sangre caliente y además las veces que se lo ha encontrado fue pegado a su cuerpo, como si buscase el calor corporal.

Volvió donde estaba la cabraña y la llevó hasta el refugio. El instinto de supervivencia del luchador se activó y sintió la necesidad de encender un fuego ya no solo para calentarse y ahuyentar a los animales sino para poder localizar mejor el refugio. Cuando estaba llegando asesino gritó que volvería y se marchó. “¿A dónde irá?” pensó el luchador “Pero que tonto soy, ¿un adolescente como él que irá a hacer ahora? Pues a cascársela probablemente. Es un chico extraño, a lo mejor es de esos a los que le pone la sangre y sufrir”. Una mirada de perversión y una sonrisa se dibujaron en la cara del luchador y comenzó a reír en voz baja.

- ¡Ah! Que ganas de terminar la misión y cobrar Nokoyuri. Porque cobraremos, ¿verdad?

Esto hizo que la cara de Qui Gon cambiara totalmente, no había oído a Madara mencionar recompensa alguna y temía que estaban haciendo todo esto para un simple “Gracias”. Se puso a refunfuñar en voz baja soltando palabrotas y maldiciones hacia todos los peligros que se habían encontrado hasta entonces, apenas se le podía entender.

- Su put* mad** con el mierda el gato ese, me v* a picar la espa*** una p*** semana. Luego que si con****** un p*** refugio. Los malditos bichejos gritones, la cueva de mala mu****. Y ahora el bicharraco este. Me voy a ca*** en la p*** hosti* ya…

Qui Gon soltó la cabraña de mala gana e intentó tranquilizarse meditando unos segundos. Pensó que lo mejor sería encender el fuego y empezar a hacer la carne. Tenía hambre y quizás con el estómago lleno se le pasase el cabreo. No era salmón ahumado, pero qué le íbamos a hacer… Esto hizo que el luchador se imaginase a un salmón con patas correteando por ahí con manos y brazos y pensó que quizás sí podrían encontrarse alguno.

Imagen de la imaginación de Qui Gon:

El moreno tal y como pidió su compañero luchador partió en varios trozos a aquel animal gigantesco. Después de hacer aquello el fornido se puso a hacer fuego con los palos que Nokotori había traído. No pasó más de una hora hasta que el espadachín notó como unos ojos se clavaban en la nuca de moreno. Otra vez aquella presencia que parecía que solo era capaz de notar él. Veía como Jhon estaba intentando hacer fuego mientras decía algo que no llegaba a entender mientras que Ragerok se fue corriendo diciendo que iba a volver. Observó la situación y ya por curiosidad acabó decidiendo que iba a ir en busca de aquella cosa. El animal que había estado persiguiendo al moreno tan insistentemente no se había ocultado como en otras ocasiones. Estaba claramente “llamándolo”. El moreno se acercó a Jhon y lo miró con sus ojos rojizos. Al cabo de unos segundos le informó que iba a ausentarse durante un rato y que iba a ocuparse de unos asuntillos. Una vez dicho eso se adentró en la jungla él solo. Dentro de unas cuantas horas se iba a hacer de noche. Si quería hacer algo tendría que ser ya.

No pasaron más de veinte minutos hasta que Nokotori divisó una cueva. Aquella cosa lo había guiado hasta allí a base de ruidos y señas pero sin dejarse ver. Pensó que probablemente aquella cueva era la que el luchador le había comentado, pero pronto desechó la idea ya que no era la dirección que éste le dijo. Se preparó para lo peor y echó mano a las empuñaduras de sus espadas. Si era una emboscada desde luego el espadachín iba a estar preparado. Entró en la cueva una vez que una gran figura y a bastante velocidad entró. Aquello le produjo una gran curiosidad al espadachín. El moreno iba andando por aquella cueva, no parecía demasiado profunda y con la luz que había fuera se podía ver todo lo que había dentro. Era curioso puesto que en todas las cuevas que había estado ninguna era así. En la pared pudo ver que había dibujos de serpientes bastante rudimentarios y parecía contar una historia. Al parecer eran pinturas rupestres que dejaban claro que en aquella isla hubo una población que visto lo visto, desapareció. Parecía que rendían culto a un ser con alas y cuerpo de serpiente. No sabía exactamente qué pensar. Podría ser un miembro de aquella población que había sobrevivido, pero de todos modos ¿qué querría de él?

Cinco minutos llevaba caminado. Aquella cueva era solo de un camino e iba recto. La luz seguía iluminándola. Más temprano que tarde llegó a una gran sala de unos veinte metros cuadrados, en el techó había un agujero mediano que dejaba entrar la luz del sol. La luz caía en sobre una especie de hueco que parecía un nido. En la pared que tenía en frente había una especie de escrito. El moreno iba a acercarse a leer lo que ponía pero algo le interrumpió. Un ser enorme saltó hacia él para intentar atacarle. El espadachín escuchó como unos escombros se desprendían y pudo reaccionar rápido para esquivar a aquel animal a la perfección rodando hacia atrás. Una vez que se puso de pie desenvainó sus dos espadas. Para su sorpresa su atacante no volvió a la carga y se posó en el nido que tenía frente a él. Una vez que pudo observar mejor lo que le había atacado abrió los ojos de par en par.

Ahí estaba el animal. Una serpiente que rondaba los seis metros con unas grandes alas y un precioso color morado, sus ojos eran dorados y característicos de una serpiente. Se parecía muchísimo a las pinturas que vio casi al principio de la cueva. Una vez que notó que aquel animal no estaba buscando pelea envainó sus katanas y se acercó lentamente. El espadachín no sabía qué iba a pasar. Una vez que estaba a una distancia prudente el animal empezó a rugir salvajemente. Al escuchar esto el moreno se puso a la defensiva y retrocedió un par de pasos. Observó que la serpiente estaba actuando de manera muy rara y sus escamas estaban volviéndose de color blanco. Parecía estar sufriendo. No obstante sin saber qué pasaba el espadachín miró de nuevo a la pared que estaba tras el animal.

”Aquí yace la serpiente Cubbelios. Serpiente que, generación tras generación ha guiado a nuestro pueblo hacia la victoria y el saber. La serpiente ha elegido con el paso de los años a su compañero de vida. Hombres poderosos que gobernaron el poblado de Angres durante milenos. Tú que te encuentras frente al altar, si estás aquí, tu destino ha sido dictaminado. Te convertirás en el fiel compañero de Cubbelios. Gobernaras Angres con fuerza y sabiduría”.

Cuando el moreno leyó aquello se encontraba algo confundido. Lo cierto es que todo encajaba pero era algo absurdo. No creía en aquellas cosas. Aun así después de leer aquello Nokotori volvió a mirar a la serpiente que había tomado un color blanco completamente. Varios minutos después la serpiente acabó resquebrajándose haciéndose añicos. El espadachín suspiró y pensó que todo aquello era una pérdida de tiempo y se dio media vuelta. Cuando dio el primer paso un ruido llegó a sus oídos y se volvió a girar. Vio como de los escombros de podía ver una serpiente igual que la que tuvo en frente hacer escasos minutos. Aquella serpiente era muchísimo más pequeña, alrededor de un metro y los rasgos no eran tan pronunciados como antes. ¿Había renacido aquel animal? ¿Era verdad lo que había leído en la pared? Alzó la mirada de nuevo para volver a leer el escrito de la pared para luego darse cuenta de que no había nada ya.

La serpiente hacía unos ruiditos que al espadachín no le desagradaba. Lo cierto es que a Nokotori siempre le habían gustado las serpientes. Se acercó al animalito y pudo ver como unas pequeñas alitas sobresalían del animal. Quitó los trozos que había dejado la serpiente cuando era grande de encima del pequeñín que lo miraba fijamente a los ojos mientras de vez en cuando sacaba la lengua. -O sea que Cubbelios…- El moreno cogió a la pequeña serpiente y se la echó por detrás de su cuello. -Parece que estamos predestinados.- Una vez que dijo aquello la serpiente dio un pequeño grito. Parecía que estaba de acuerdo con aquel hombre. El espadachín no sabía exactamente por qué había hecho aquello, pero lo hizo. Una vez que ya estaba todo hecho y dicho se dirigió a la salida de la cueva. Estaba anocheciendo y tenía que reunirse con sus compañeros

Por fin el asesino llegó a la zona del claro. De una patada se libró de la cabeza de lobo-ardilla voladora que aún tenía enganchada en la pierna.Alguno de sus compañeros había encendido un fuego, y menos mal porque ya estaba oscureciendo. El animal que llevaba a cuestas gimoteaba de vez en cuando. Era normal, estaba herida y el asesino no podía sujetarla bien, por lo que se zarandeaba. Cada quejido del animal hacía que a Ragerok se le encogiese un poco el corazón. Tenía la sensación de que debía protegerla, y hacer que se sintiese mejor. Aligeró el paso con la intención de llegar antes al pequeño pseudo-refugio. Cuando llegó solo vio a Qui Gon, así que soltó a la criatura cerca del fuego, y mientras le practicaba unos primeros auxilios básicos, le preguntó a éste.

-¿Dónde está Noko? Él tiene mejores conocimientos de curación, aunque trate más bien a personas, estas heridas superficiales no deberían ser un problema...bueno, haré yo lo que pueda.

El chico arrancó unas vendas de su guadaña y comenzó a tapar las heridas que previamente había lavado un poco y a las que escupió, pues había oído que la saliva es cicatrizante. El animal no dejaba de quejarse y dar algunos arañazos y mordiscos, pero eso poco le importaba.


Ya había tapado todas las heridas. Ahora tocaba curarse a sí mismo. Tenía varios mordiscos y arañazos de la pelea para defender a la lobo-ardilla voladora. No sin un gran escozor, empezó a lavar sus propias heridas. Aquellos animales debían tener algo raro en la saliva, pues eso no era normal. Tras terminar, se acercó al fuego y puso la cabraña a cocinar, quitando previamente la piel con su puñal. Al poner la carne en el fuego, la pequeña loba-ardilla empezó a olfatear el aire y emitir sonidos agudos, por lo que el chico se acercó a ella.

-Tranquila, ahora te doy. -dijo mientras la acariciaba. - Te voy a llamar Marin, ¿te parece bien? Es un nombre bonito.

El animal pareció entenderlo y esbozó lo que parecía una sonrisa mientras cerraba los ojos disfrutando del olor a cabraña a la parrilla y los mimos del chico. Ahora tendría que explicarles a los otros dos que quería quedarse con Marin...mejor esperaría a que volviese Nokotori.

El fuego ya estaba encendido y el calor era bastante agradable. Nokoyuri se había ido y ahora estaban Qui Gon y aquel bichejo a solas. Notó como se movía dentro de su camiseta por lo que eso hizo que el luchador se tranquilizara un poco y dejase de preocuparse por aquel animalejo. Al poco tiempo regresó Ragemoko, pero no venía solo. Traía una especie de lobo con forma de ardilla o algo parecido. Ambos estaban heridos y se sentaron al fuego. El asesino empezó a curar a aquel animal y después se curó a sí mismo. Esto hizo que Qui Gon se plantease curar sus propias heridas pero más que eso primero miró dentro de su camiseta para ver si el bichejo tuviese alguna herida.

Lo sacó cuidadosamente de debajo de su camiseta. Y Pudo ver que la camiseta se había vuelto gris por la zona donde estaba aquel animal. Cuando sacó al bichito estaba dormido, ronroneaba levemente como si de un gato se tratase. Tenía como unas manchas difuminadas de color rubio así que el luchado lo acarició con cuidado por esas zonas para intentar limpiárselas, pero no eran manchas, era su pelo natural. Aquel bicho no era gris, era amarillo. Estaba muy sucio con una especie de polvo grisáceo. El luchador siguió comprobando que aquel animal estuviese bien y eso parecía pero una de sus alas tenía una extraña forma, como si se la hubiese dañado. El Luchador se la tocó y el bichejo se despertó y le mordió en la mano mientras gritaba con su grito característico. Qui Gon mostró una mueca de dolor pero esta vez no se enfadó, era consciente de que le había hecho daño y se sentía mal. El bichejo dejó de morderle y se quedó mirando fijamente al fuego. Saltó de las manos del fornido y se colocó muy cerca de las llamas, casi podía decirse que estaba dentro, en ese momento hizo un movimiento con la cola metiéndola en las ascuas rápidamente y sacando ceniza con algunas ascuas pequeñas. Las olió y miró como si esperase a que dejasen de estar incandescentes. Una vez apagadas pero aún algo calientes rompió las ascuas con sus patas y empezó a revolcarse sobre ellas. El poco color amarillo que tenía lo estaba cubriendo de aquel color gris. Quizás esa era la forma que tenían de ocultarse de los depredadores en esta isla. Se sacudió un poco volviendo a tomar aquel color grisáceo como el de las rocas y saltó a los brazos del luchador.

El asesino puso la cabraña a cocinar y tanto a Qui Gon como a aquel animalejo se les caía la baba al ver como chisporroteaba el jugo en las brasas y el olor acariciaba sus narices. Había oído al asesino ponerle una especie de nombre a aquel animal y el luchador pensó en ponerle alguno a su nuevo amigo. Antes de que pudiera pensarlo parte de la cabraña ya estaba lista. Qui Gon cogió una porción grande y arrancó un cacho de un bocado dándoselo a su pequeño amigo. Este cogió entusiasmado la comida y empezó a comérsela rápidamente mientras ronroneaba. Sus patas y cara manchaban la carne de ceniza y esto fue lo que le dio la idea de su nombre. Ya estaba decidido, se llamaría Asshu. Qui Gon procuró dejarle un poco de la cabraña a Nokoyuri para cuando regresara. Echó un par de palos más al fuego para que se avivara y se colocó cerca de este para calentarse y vigilarlo.

- Si no te importa, me gustaría hacer la primera guardia, chaval. Puedes irte a descansar si quieres.

Asshu dio un bostezo que acabó con uno de sus típicos gritos y se acurrucó en la camiseta de Qui Gon cayendo dormido de nuevo.

La noche había caído y el moreno estaba aún fuera. No obstante casi había llegado y podía divisar una luz donde debería estar el campamento. Cuando salió de la maleza junto a Cubbelios en el cuello pudo ver a sus dos compañeros los cuales también estaban con un animal. Al parecer en aquella isla habían encontrado unos nuevos nakamas y desde luego bastante exóticos. Pudo ver como casi toda la cabraña había sido devorada completamente. Nokotori frunció el ceño pero vio un trozo bastante grande un poco alejado. Por suerte para aquellos dos, le habían guardado algo al espadachín. Se acercó a lo que quedaba y lo calentó en la hoguera para que no estuviese frío.

Jhon estaba hablando con Ragerok y Nokotori se acercó a aquellos dos con la comida en la mano y dándole un bocado. A pesar del aspecto que tenía aquel bicho su carne estaba deliciosa, aunque con un poquito de arroz… Al parecer el luchador sugirió que él haría la primera guardia y el moreno no lo vio mal. Tragó el pedazo de carne que estaba masticando y miró a sus dos compañeros. Tenía la comida de manera que la serpiente que tenía sobre sus hombros no se veía del todo. -Pues parece que más que encontrar la hierba esa, hemos encontrado cada uno un nuevo compañero.- Nokotori con la mano libre que tenía arrancó un pedazo de carne no demasiado grande y se lo dio a Cubbelios. Al hacer esto la serpiente se hizo notar y tragó con alegría aquel obsequio. El moreno observó al bicho que tenía Jhon en su camiseta. Al parecer se habían hecho amigos después de todo. Miró a Ragerok y pudo ver un extraño ser que estaba herido, no obstante había sido tratado por el asesino.

-Chicos, me da igual la hierba esa que Madara quería. Mañana cogemos la primera que veamos y nos la llevamos. Estoy aburrido de estar en ésta maldita isla.- Cuando dijo esto, el espadachín casi había terminado de comer y su serpiente también estaba satisfecha. Lanzó lejos el hueso de la cabraña y agarró unas hojas grandes de un árbol cercano. Con una especie de liana ató las hojas y creó algo parecido a un nido. Estaba blandito y su objetivo era que Cubbelios durmiese ahí. Lo acercó al fuego a una distancia que éste no dañase a la serpiente y que no quemase las hojas. Cuando lo dejó en el suelo, agarró a Cubbelios y la dejó ahí. Al parecer a aquel reptil le gustaba el calor que desprendía el fuego. Nokotori se agachó y miró a la serpiente. -No te muevas de ahí en toda la noche o te perderás. Cubbelios miró a los ojos al moreno y parecía entender todo lo que éste le había dicho.

Nokotori se acercó más al fuego y se estiró todo lo que pudo para estar más cómodo. Miró a Jhon que estaba a su lado y suspiró. -Si hay algún problema avísame.- El moreno se dirigió plácidamente al refugio y se tumbó en una “cama” hecha de hojas que preparó previamente.

Ragerok decidió descansar un poco. La pelea lo había dejado un poco herido, y seguro que dormir un rato le vendría bien. Se acercó a la pequeña Marin y se acurrucó a su lado, abrazándola y cubriéndola un poco con su sudadera. Había sido un día largo y productivo, pues había encontrado una nueva amiga. Se giró un poco, mirando a sus compañeros: ambos parecían haber hallado también unos nuevos nakamas. El equipo aumentaba en número, y eso estaba bien. Cerró los ojos y se dejó llevar por el cansancio. Las últimas palabras que escuchó fueron algunas relativas a la planta que pidió Madara. Ya las buscarían.

Al dormirse tan temprano, el asesino se despertó muy pronto. Marin seguía durmiendo, así que sin hacer movimientos bruscos, se quitó la sudadera y la puso sobre ella. Ragerok decidió que lo mejor sería buscar alguna hierba curiosa y llevársela a su jefe. Se acercó al borde del claro, y entre los matorrales descubrió una hierba olorosa con las hojas en una disposición curiosa. Siete hojas en forma casi de estrella. Aquella planta podría colar. Cogió varias matas, y vio como cerca había unas vacas comiéndolas, comportándose de manera extraña. El chico se rió y volvió al campamento.

Al llegar se le ocurrió la feliz idea de limpiar un poco aquellas hierbas, para que al presentárselas a Madara, éste quedase satisfecho. Una vez hecho esto, lanzó los restos a la hoguera.

Un fuerte olor invadió la zona. El humo de aquella planta era muy fuerte. El chico se sentía un poco mareado, pero le daba igual. El dolor de sus heridas disminuyó un poco, y una sensación de relajación le invadió. Se sentó en el suelo y miró a sus compañeros, mientras empezó a reírse. Primero suave, luego algo más alto y al final una carcajada. Después empezó a sentir hambre, y finalmente una sed terrible. El joven estaba desconcertado, pero le daba igual.

Ragerok se acercó a Marin y la abrazó y comenzó a decirle piropos y palabras de amor. Aquel chico no estaba bien.

El espadachín llegó con una especie de serpiente pequeña. Ahora cada uno tenía un animal y parecía que se llevaban bien con él. Pronto todos se fueron a dormir y Qui Gon se quedó haciendo la primera guardia. Después de unas horas no había ninguna novedad así que la noche fue bastante tranquila. No hubo ningún incidente salvo algún que otro alarido de las bestias que habitaban la isla.

A la mañana siguiente el luchador ya se encontraba mejor. Sus heridas aún escocían un poco al roce con la ropa. Se incorporó y esto hizo que Asshu se despertara. Aquel animalejo salió de debajo de la camiseta del castaño dando un pequeño bostezo. Lo acarició y se levantó para comer algo de cabraña para desayunar. Echó unas ramas a las ascuas para reavivar el fuego y calentó un poco de cabraña. Mientras desayunaba pudo ver como el asesino volvía con unas plantas, probablemente serían los que Madara había pedido. Mientras el luchador comía el asesino las limpió y echó al fuego los deshechos. De repente Asshu salió volando hacia una rama asustado. Aquellas plantas empezaron a echar un humo blanco muy oloroso y Qui Gon se tapó la nariz instintivamente con la camiseta para no inhalar aquella humareda. En cambio el asesino pareció haber inhalado bastante cantidad de ese humo y parecía algo ido.

El luchador hizo una seña a Nokoyuri y entre los dos ataron y amordazaron a Ragemoko para que no diese problemas. Parecía como si estuviese drogado así que el luchador lo cogió en peso a él y a su nueva a amiga, la misión ya estaba cumplida y Qui Gon quería su dinero. Le dijo a Nokoyuri que cogiese las hierbas y fueron hacia donde estaba el barco. Asshu los seguía volando y saltando entre las ramas de los árboles. Hasta que estos se acabaron y llegaron a la playa. Asshu se posó sobre el otro hombro del luchador y fueron hacia el barco.