Theo Thawne
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Las cuatro de la madrugada, en una pequeña posada de la ciudad de Bighorn, en el reino de Sakura. En una cama, en la oscuridad de una habitación, habían dos chicas, desnudas bajo las mantas. Una de ellas era esbelta y tenía el pelo rubio, con la cara manchada de pecas, profundamente dormida, abrazando a la otra chica. De piel morena y pelo castaño, la segunda chica no podía dormir.
Había pasado muy poco tiempo desde lo ocurrido en Hallstat. Theo y Bya se separaron durante la guerra para vete tu a saber que... No lo recordaba, ni le importaba. Bya estaba muerto.
"Debería haber estado con él... debería haber muerto con él." -Pensaba la morena, con los ojos inundados en lágrimas.
Sintió como el abrazo de la otra chica, en su espalda, se fortalecía mientras esta se movía en sueños. Theo inclinó la cabeza, recordando de golpe donde y con quien estaba. Una chica que había conocido hará unas horas, poco después de que anocheciera, en la misma posada. Una muchacha risueña y alegre, hija de alguien bastante rico en el pueblo...
"Agh... mierda. No recuerdo su nombre."
No le importaba. Aferró su mano a la de ella y cerró los ojos, intentando dormir. Tuvo un sueño vacío. Fue como si pasaran segundos y la luz del sol ya entraba por la ventana, iluminando toda la habitación. Theo abrió los ojos con cuidado y se movió en la cama, para darse cuenta de que estaba sola.
"¿Se fue...?"
Se sentó en la cama, tapada por las sábanas. Era la primera vez que le hacían aquello. Solía ser ella la que se iba antes de que despertaran. Suspiró mientras se pasaba la mano por el pelo y la posaba en su nuca. Se quitó las sábanas de encima y se levantó de la cama, buscando su ropa para vestirse e irse de la posada.
Llevaba un abrigo azul con adornos de pelo blanco, con una ancha capucha con pelo. Si bien a la chica no le molestaba un poco de frío y estaba acostumbrada a los climas invernales, no podía ir en tirantes por aquella isla. Bajó las escaleras hasta llegar a la sala principal de la posada, el bar, haciendo que la madera crujiese bajo sus botas. Se acercó a la barra y llevó la mano al bolsillo para pagar la habitación, pero el tabernero, un hombre gordo y calvo vestido de blanco, la paró con un gesto.
- Tu amiga pagó hace dos horas. Por las dos.
- ¿Mi ami...? Oh, vale. Disculpe.
Al menos había sido considerada. Volvió a guardar la bolsa y salió de la posada, despidiéndose del tabernero con un gesto. Fuera, en la puerta, la esperaba Naga tumbada en la nieve. La enorme perra oso polar se levantó de golpe y acercó su morro a la cara de Theo. Esta rodeó el cuello del animal con sus brazos firmemente. Sonrió y, tras soltarse, subió al lomo de Naga mientras se colocaba la capucha de pelo sobre la cabeza.
"¿Qué podría hacer ahora? Desde que se fue... no tengo nada que hacer..."
Había pasado muy poco tiempo desde lo ocurrido en Hallstat. Theo y Bya se separaron durante la guerra para vete tu a saber que... No lo recordaba, ni le importaba. Bya estaba muerto.
"Debería haber estado con él... debería haber muerto con él." -Pensaba la morena, con los ojos inundados en lágrimas.
Sintió como el abrazo de la otra chica, en su espalda, se fortalecía mientras esta se movía en sueños. Theo inclinó la cabeza, recordando de golpe donde y con quien estaba. Una chica que había conocido hará unas horas, poco después de que anocheciera, en la misma posada. Una muchacha risueña y alegre, hija de alguien bastante rico en el pueblo...
"Agh... mierda. No recuerdo su nombre."
No le importaba. Aferró su mano a la de ella y cerró los ojos, intentando dormir. Tuvo un sueño vacío. Fue como si pasaran segundos y la luz del sol ya entraba por la ventana, iluminando toda la habitación. Theo abrió los ojos con cuidado y se movió en la cama, para darse cuenta de que estaba sola.
"¿Se fue...?"
Se sentó en la cama, tapada por las sábanas. Era la primera vez que le hacían aquello. Solía ser ella la que se iba antes de que despertaran. Suspiró mientras se pasaba la mano por el pelo y la posaba en su nuca. Se quitó las sábanas de encima y se levantó de la cama, buscando su ropa para vestirse e irse de la posada.
Llevaba un abrigo azul con adornos de pelo blanco, con una ancha capucha con pelo. Si bien a la chica no le molestaba un poco de frío y estaba acostumbrada a los climas invernales, no podía ir en tirantes por aquella isla. Bajó las escaleras hasta llegar a la sala principal de la posada, el bar, haciendo que la madera crujiese bajo sus botas. Se acercó a la barra y llevó la mano al bolsillo para pagar la habitación, pero el tabernero, un hombre gordo y calvo vestido de blanco, la paró con un gesto.
- Tu amiga pagó hace dos horas. Por las dos.
- ¿Mi ami...? Oh, vale. Disculpe.
Al menos había sido considerada. Volvió a guardar la bolsa y salió de la posada, despidiéndose del tabernero con un gesto. Fuera, en la puerta, la esperaba Naga tumbada en la nieve. La enorme perra oso polar se levantó de golpe y acercó su morro a la cara de Theo. Esta rodeó el cuello del animal con sus brazos firmemente. Sonrió y, tras soltarse, subió al lomo de Naga mientras se colocaba la capucha de pelo sobre la cabeza.
"¿Qué podría hacer ahora? Desde que se fue... no tengo nada que hacer..."
Yoko Littner
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Re: [Privado][Theo y Yoko] Lágrimas heladas. ¿Tú también lo echas de menos? {Lun 29 Feb 2016 - 0:06}
La nieve caía con fuerza aumentando cada vez más y más el manto blanquecino que envolvía todo a mi alrededor. El paraje era solitario, no veía ni una sola casa cerca y el silencio se cernía sobre mí. Quería seguir avanzando, pero la altura de la nieve me dificultaba el camino. Me detuve un momento y miré el cielo. Apenas podía verlo por culpa de la ventisca que había. Los copos de nieve se desparramaban sobre mi capa haciendo que sintiese la humedad.
Lloré. Lloré como nunca lo había hecho. Las lágrimas descendieron por mis mejillas hasta parar en la comisura del labio. Sentía que me liberaba un peso de encima al desahogarme de esa manera, pero seguiría mal. Junto con las lágrimas grité, me arrodillé y golpeé la nieve. Miré mis manos. Estas se habían quedado rojas por el frío. Al menos estaba tranquila. Nadie podía escucharme ni ver lo que me pasaba, me había alejado lo suficiente del pueblo, pero iba siendo hora de volver.
Me levanté y sacudí la nieve que se había quedado en la ropa, mejor dicho, la poca que quedaba puesto que parte de ella se había derretido y me mojó. Comencé a caminar desganada. La tormenta de nieve amainó un poco aunque la niebla impedía seguir viendo bien.
¿Y qué haré ahora? ¿A dónde iré? Sin mi maestro todo se complicaba. Cuando le conocí era una inexperta y a pesar de que el me hubiese enseñado sus conocimientos me consideraba como antes. Respiré profundamente y froté los ojos para limpiar los restos de lágrimas que quedaban en mis ojos. El tiempo pasó rápido y regresé en nada al pueblo.
Había estado toda la noche despierta y paseando. Dormir me era imposible, y más sabiendo que Byakuro-sensei se había ido para siempre. Junté mis brazos y los froté el uno al otro. Tenía frío y estaba bastante cansada. Buscaría alguna posada para calentarme un rato y luego buscaría una manera de irme de esta isla que tan solo me había deparado mala suerte.
Lloré. Lloré como nunca lo había hecho. Las lágrimas descendieron por mis mejillas hasta parar en la comisura del labio. Sentía que me liberaba un peso de encima al desahogarme de esa manera, pero seguiría mal. Junto con las lágrimas grité, me arrodillé y golpeé la nieve. Miré mis manos. Estas se habían quedado rojas por el frío. Al menos estaba tranquila. Nadie podía escucharme ni ver lo que me pasaba, me había alejado lo suficiente del pueblo, pero iba siendo hora de volver.
Me levanté y sacudí la nieve que se había quedado en la ropa, mejor dicho, la poca que quedaba puesto que parte de ella se había derretido y me mojó. Comencé a caminar desganada. La tormenta de nieve amainó un poco aunque la niebla impedía seguir viendo bien.
¿Y qué haré ahora? ¿A dónde iré? Sin mi maestro todo se complicaba. Cuando le conocí era una inexperta y a pesar de que el me hubiese enseñado sus conocimientos me consideraba como antes. Respiré profundamente y froté los ojos para limpiar los restos de lágrimas que quedaban en mis ojos. El tiempo pasó rápido y regresé en nada al pueblo.
Había estado toda la noche despierta y paseando. Dormir me era imposible, y más sabiendo que Byakuro-sensei se había ido para siempre. Junté mis brazos y los froté el uno al otro. Tenía frío y estaba bastante cansada. Buscaría alguna posada para calentarme un rato y luego buscaría una manera de irme de esta isla que tan solo me había deparado mala suerte.
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No se había dado cuenta de que estaba nevando. La gente alrededor salía de sus casas para apartar la nieve de más que se había acumulado frente a sus puertas. Las enormes patas de Naga dejaban profundas huellas en la nieve. La chica a veces se preguntaba si Naga era capaz de sentir su tristeza. Desde la muerte de Byakuro, la perra se comportaba con ella de forma menos juguetona, pero cariñosa. Como si quisiera... consolarla. La chica suspiró y, de golpe, la enorme perra se detuvo en el camino.
- ¿Naga?
Pudo ver como asomaba una pequeña parte de una cabellera roja sobre la visión que la cabeza de Naga le bloqueaba. Alzó ligeramente la cabeza y vio a... ¿Yoko? La pelirroja tenía los ojos rojos y parecía haber estado llorando. Por su parte, Naga parecía hacer todo lo posible para lamer la cara de Yoko con tranquilidad. Theo se mordió el labio y bajó del lomo de la perra. Se acercó a la pelirroja y, en silencio, la abrazó.
De aceptar el abrazo, Theo lo mantendría varios segundos y después se alejaría ligeramente, con las manos aún en los hombros de la chica.
- ¿Qué haces aquí...?
- ¿Naga?
Pudo ver como asomaba una pequeña parte de una cabellera roja sobre la visión que la cabeza de Naga le bloqueaba. Alzó ligeramente la cabeza y vio a... ¿Yoko? La pelirroja tenía los ojos rojos y parecía haber estado llorando. Por su parte, Naga parecía hacer todo lo posible para lamer la cara de Yoko con tranquilidad. Theo se mordió el labio y bajó del lomo de la perra. Se acercó a la pelirroja y, en silencio, la abrazó.
De aceptar el abrazo, Theo lo mantendría varios segundos y después se alejaría ligeramente, con las manos aún en los hombros de la chica.
- ¿Qué haces aquí...?
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¿Por qué esta tristeza? Me preguntaba si a veces lo mejor era no tener sentimientos, así nada te podía afectar... Si alguien moría no tendría motivo para llorar o estar triste. Admiraba a aquellas personas que tenían el corazón helado, incapaces de poder sentir amor y dolor. Era una estúpida por admirarlas... pero era mi corazón el que hablaba.
Suspiré mientras seguía avanzando hasta que delante de mí me topé con un gran animal. No me había fijado lo suficiente en él animal, pero aquel pelaje blanco me sonaba conocido. Llevé la mirada hacia arriba con desgana y estaba una mujer, bastante morena y alta. Su rostro me era muy familiar hasta que caí en la cuenta de quien era. Theo. La mujer que había estado junto a Bya antes de... morir.
-Theo - Dije dando un paso hacia delante con una voz deprimida.
Recibí un cálido abrazo, el cual correspondí. Me sentía feliz de que me lo diera, no había tenido ningún gesto cariñoso desde hacía mucho tiempo. Estaba bien. Mis penas se aliviaron un rato y me puse contenta al verla. Después acaricié el hocico de Naga, la cual también parecía alegre de verme. Teníamos muchas cosas de que hablar.
-Es una larga historia... - Hablé con desasosiego mientras mordía mi labio inferior. - Hace semanas me había alejado de Byakuro porque tuve que ir a Alabasta. Cuando iba en un barco vi su vibre card consumirse en llamas y me bajé aquí por mi impulsividad. No tengo ni idea de donde está el gremio y sin mi sensei estoy sola. No tengo a nadie en estos momentos, y no soy lo suficientemente fuerte para ir en busca de ellos. No sé qué hacer. - Mis ojos estallaron en lágrimas, estas descendían rápidamente por mis mejillas hasta posarse en la comisura del labio. - ¿Y tú? Creí que había desaparecido - Inquirí mientras limpiaba mis lágrimas con la un borde de la capa.
Suspiré mientras seguía avanzando hasta que delante de mí me topé con un gran animal. No me había fijado lo suficiente en él animal, pero aquel pelaje blanco me sonaba conocido. Llevé la mirada hacia arriba con desgana y estaba una mujer, bastante morena y alta. Su rostro me era muy familiar hasta que caí en la cuenta de quien era. Theo. La mujer que había estado junto a Bya antes de... morir.
-Theo - Dije dando un paso hacia delante con una voz deprimida.
Recibí un cálido abrazo, el cual correspondí. Me sentía feliz de que me lo diera, no había tenido ningún gesto cariñoso desde hacía mucho tiempo. Estaba bien. Mis penas se aliviaron un rato y me puse contenta al verla. Después acaricié el hocico de Naga, la cual también parecía alegre de verme. Teníamos muchas cosas de que hablar.
-Es una larga historia... - Hablé con desasosiego mientras mordía mi labio inferior. - Hace semanas me había alejado de Byakuro porque tuve que ir a Alabasta. Cuando iba en un barco vi su vibre card consumirse en llamas y me bajé aquí por mi impulsividad. No tengo ni idea de donde está el gremio y sin mi sensei estoy sola. No tengo a nadie en estos momentos, y no soy lo suficientemente fuerte para ir en busca de ellos. No sé qué hacer. - Mis ojos estallaron en lágrimas, estas descendían rápidamente por mis mejillas hasta posarse en la comisura del labio. - ¿Y tú? Creí que había desaparecido - Inquirí mientras limpiaba mis lágrimas con la un borde de la capa.
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Theo escuchó la historia de Yoko con las manos en sus hombros mientras posaba sus ojos almendrados en los ambarinos de ella. Tuvo que contenerse al notar un nudo en la garganta, escuchando como la pelirroja se sentía sola. Finalmente, esta preguntó a Theo sobre lo que ella había hecho. La morena miró a un lado, dudosa y mordiéndose el labio.
- Durante... la guerra de Hallstat... cuando ocurrió... Ni siquiera vi la Vibre Card de Bya consumirse. Simplemente... desapareció. Estaba allí. Debería haber notado que el papel se quemaba... debería haberlo buscado antes de que ocurriese... -empezó a llorar, sin poder contenerlo más- Debería...
Cerró los ojos. Se limpió las lágrimas y tragó saliva, notando como el nudo de su garganta que le impedía hablar con claridad desaparecía. Miró a Naga, la cual se había tumbado en el suelo sin dejar de mirarlas. Theo suspiró y cogió una mano de Yoko con ambas manos y suavidad. La chica tenía la piel suave y blanca, a diferencia de la suya, haciendo un enorme contraste. Era una chica guapa y, sin duda alguna, atractiva. Pero Theo no era capaz de verla como a las demás chicas.
- No estás sola...-le dijo- Yo estoy contigo, ¿no? -sonrió, intentando consolar a la muchacha.
- Durante... la guerra de Hallstat... cuando ocurrió... Ni siquiera vi la Vibre Card de Bya consumirse. Simplemente... desapareció. Estaba allí. Debería haber notado que el papel se quemaba... debería haberlo buscado antes de que ocurriese... -empezó a llorar, sin poder contenerlo más- Debería...
Cerró los ojos. Se limpió las lágrimas y tragó saliva, notando como el nudo de su garganta que le impedía hablar con claridad desaparecía. Miró a Naga, la cual se había tumbado en el suelo sin dejar de mirarlas. Theo suspiró y cogió una mano de Yoko con ambas manos y suavidad. La chica tenía la piel suave y blanca, a diferencia de la suya, haciendo un enorme contraste. Era una chica guapa y, sin duda alguna, atractiva. Pero Theo no era capaz de verla como a las demás chicas.
- No estás sola...-le dijo- Yo estoy contigo, ¿no? -sonrió, intentando consolar a la muchacha.
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