Danza De Cazadores [Taiga Redfield-Misa Amane]

El rubio caminaba tranquilamente por aquel sitio tan inhóspito. Sus azulados ojos estaban centrados en el camino y sus sentidos estaban alerta. Ese día vestía con su chaqueta negra, una camiseta blanca interior, un pantalón largo y sus hombreras plateadas. En los bies unas botas y en su espalda un taco de villar azul amarrado. El cazador se había separado unos minutos de Ushio, el cual se había quedado en el pequeño navío afilando sus armas. Él había decidido salir a dar un paseo por aquella isla pues le llamaba bastante la atención. Sin embargo el cielo se hallaba en un estado naranja debido al atardecer.

Sus pisadas quedaban marcadas en la arena conforme iba avanzando. Los vendedores ya estaban cerrando sus establecimientos y en ese momento fue cuando el luchador se acercó a uno de frutas. – Antes de cerrar me preguntaba si podía venderme una manzana, por favor. – El tipo se dio la vuelta mostrando ser una persona algo mayor. De cabellos blancos cortos y ojos azulados. – Está bien, no voy a morirme por darte una manzana y meterme unos berries en el bolsillo. – El cazador rió ante aquel comentario y enseguida le tendió unas monedas a aquel hombre. A cambio recibió una manzana rojiza y brillante que parecía tener una pinta fantástica. No pudo evitar sonreír de forma amable para después agradecérselo. – Un placer, caballero. – Dicho aquello comenzó a caminar hacia la playa.

No tardó mucho en llegar a aquellas rocas y entonces fue cuando se sentó tranquilamente con aquella fruta en la mano. La comprobó un poco y tras limpiarla con la camiseta le dio un intenso mordisco produciendo un crujido. Empezó a masticarla tranquilamente mientras miraba hacia el Sol, éste se estaba ocultando y en unos pocos minutos sería de noche. Las nubes avanzaban por el cielo tranquilamente y el rubio permanecía calmado. – Malditos Imperium, pronto no tendréis dónde esconderse. – Dijo mientras sonreía de lado observando las pequeñas olas que chocaban contra las rocas de la playa. Cada vez estaba más convencido de poder cazar tipos más poderosos debido a su increíble fuerza. El destino le había dado una fruta perfecta.

Los azulados ojos del cazador observaban el horizonte despacio mientras la enorme bola de fuego comenzaba a ocultarse. Era una escena bastante buena que el rubio no quería perderse y por ello estaba allí. El agua chocaba contra las rocas y hacía que las gotas salpicaran despacio contra él. Era una sensación bastante agradable y no molestaba al luchador. De hecho cuando le daban en la boca sentía el sabor de la sal y se relamía despacio con una calma sobrehumana. Era un tipo bastante relajado la mayoría de las veces incluso cuando luchaba pero por el momento no había maleantes a los que atrapar.

Desde que había alcanzado el rango medio de la jerarquía de cazadores ya no le interesaba seguir cazado inútiles pero si se presentaba la oportunidad de hacerlo lo haría. Buscaba presas más peligrosas y con mayor índice de criminalidad. Los capullos de Imperium era los siguientes en la lista pese a haber amenazado al capitán al parecer no daban señales de vida. Si eran muchos debían estar escondidos por muchas islas liando destrucción y caos con facilidad. El último eliminado había sido un luchador con la fruta de un simio. Encima el cabrón disponía de una bomba en la palma de la mano y había secuestrado monjes inocentes en aquel templo. Había cobardes pero esos malnacidos ya se pasaban. Todos y cada uno de ellos se merecían un buen puñetazo en el centro de la cara.

En ese momento el mercenario famoso escuchó una dulce voz dirigirse hacia él. Había mencionado el día, gracioso pues estaba a segundos de finalizar. No pudo evitar cerrar los ojos y sonreír despacio mientras respondía. – Siempre es un buen día cuando se tiene la visita de alguien con esa maravillosa voz. Dime ¿Eres una sirena o algo así? – Dijo simplemente sin mirarla mientras seguía con los ojos cerrados. Había escuchado que ellas se aparecían en el mar para llevarse a los marineros y devorarlos pero él estaba alerta por si las moscas. Ahora de hecho estaba pensando en quién podía ser la dueña de aquella voz pero mirar a su derecha y abrir los ojos le daba una pereza impresionante. Se quedó callado esperando una respuesta por parte de ella si es que iba a recibirla.

El rubio no pudo evitar sonreír cuando ella dijo aquello, de hecho ahora le dio otro mordisco a aquella deliciosa manzana. Notó el sabor inundar su boca y después de aquello entrecerró los ojos despacio. Sintió una leve brisa recorrerle el cabello y eso le provocó una ligera sonrisa. Aquella sensación era maravillosa y finalmente el Sol terminó de esconderse. Aquello hizo que el cazador cerrase los ojos del todo y se tumbase bocarriba. El sentir la noche sobre él podía ser muy agradable pero por el momento no estaba solo y tenía la visita de aquella joven. De hecho estaba replanteándose el abrir los ojos orbes para poder ver cómo era pero seguramente la típica bajita mona. Últimamente no había visto chicas pero se las imaginaba así ya, cosas suyas.

En ese momento decidió abrirlos y pudo ver a una muchacha rubia de ojos azules. Justo la combinación que poseía él. Aquello le hizo algo de gracia y ahora no pudo evitar reír en voz baja para después soltar un suspiro mirando al cielo. – No me imaginaba encontrar a una cazadora con mi color de ojos y cabello. – En ese momento cerró los ojos de nuevo y se relajó todo lo posible pues le era muy fácil hacerlo. De hecho el viajar con una persona tranquila le hacía todo mucho más cómodo. Seguramente su colega se estaba haciendo unas tortitas o algo así. Él por su parte terminó de comerse la manzana y lanzó el hueso hasta el mar. Aquella inmensa masa de agua azulada transmitía mucho respeto pero el rubio en ese momento no estaba para pensar en la naturaleza. – Soy Taiga Redfield. Mercenario famoso. Un cazador como tú vamos. Sin embargo ahora mismo soy un cazador con hambre. – Una vez dijo aquello no pudo evitar sonreír de lado y soltar un enorme suspiro.

Tras haber dicho aquello se puso en pie sacudiéndose la ropa y quedando frente a aquella rubia. No pudo evitar mostrar una sonrisa simple, como si ni siquiera estuviese atento a ella. La verdad es que vivir despreocupado era genial. En ese momento miró un poco a su alrededor pero todo estaba cerrado y no parecía haber establecimientos. De hecho ahora un pequeño rugido salió de su tripa. No parecía darle mucha importancia y tan solo se miró el estómago sonriendo. La manzana no le había llenado nada. – Dime que tienes algo de comer o un sitio dónde comer, one-chan. – Dijo con toda la confianza del mundo mientras sus ojos azulados y despreocupados se clavaban en los de ella de forma tranquila. Para ser un cazador estaba demasiado tranquilo y eso podía ser tanto bueno como malo. Sin embargo siempre estaba atento a todo lo que pudiese pasar y por eso llevaba su taco de villar en la espalda.

El chico la observaba tranquilamente mientras buscaba en su bolso. Al final iba a darle de comer y todo. En ese momento le preguntó por su apellido y si tenía relación con un almirante llamado Krauser. El chico alzó una ceja algo confuso pues no sabía nada sobre antiguos marines y si había visto a aquel tipo en un cartel habría pasado de él debido a su precio tan elevado. No solía ir a por tíos con precios superiores a los ciento cincuenta millones por el momento. Ahora la miró a los ojos con toda la calma del mundo para responderle. – Supongo que será una casualidad. No conozco a ese hombre y que yo sepa soy hijo único. – Una vez dijo eso soltó un leve suspiro.

Aquella chica ahora le ofreció un enorme bocadillo con carne y verduras. Los ojos del cazador se abrieron como platos pues no tenía intención de compartirlo con la perra de Ushio, seguro que se estaba hartando en el barco. Le pegó un poderoso bocado y empezó a masticar saboreando aquella delicia. Desde que había ingerido la fruta del diablo mitológica su apetito era mucho más voraz. En ese momento escuchó una última pregunta que venía de la rubia. Tragó lo que tenía en la boca y en ese momento sonrió de forma tranquila. – No lo estoy ni lo pretendo. Tan solo viajo con un amigo por el momento. Mi destino es cazar solo, soy de ese tipo de personas que viven para la soledad. – Una vez dijo aquello sonrió de forma amable.

Terminó de darle unos cuantos bocados más a aquella cosa tan sabrosa y la devoró al momento. – Te agradezco la comida, one-chan. Sin embargo me gustaría saber también cosas de ti. Como por ejemplo que talla usas de pecho, en que gremio estás, cuáles son tus metas y demás. – Había camuflado la primera pregunta para hacerle una broma y ver como se lo tomaba. Las de después le interesaban mucho más. Se cruzó de brazos mirándola y sonrió de forma calmada mientras esperaba una respuesta por parte de la cazadora. Parecía bastante mona pero se notaba que no era nada tonta y tenía cierta intelectualidad.

Tal y como el luchador imaginaba la joven ignoró su primera pregunta. Al no haberla contestado con otra broma pensó que no era muy bromista con aquellas cosas y ahora simplemente se quedó mirándola. Al parecer su meta era cargarse a su hermano y a un jodido dragón. En ese momento pensó que tal vez era una loca asesina, pocas personas deseaban asesinar a los de su familia. Desde que escuchó aquello decidió andarse con cuidado pero no se le iba a notar. Aunque estuviera triste, mosqueado, feliz o enamorado el cabrón siempre tenía aquella cara de despreocupación. Era demasiado pasota y eso incluía pasar absolutamente de la propia vida del planeta. De hecho era tan flojo que usaba un jodido taco de villar como arma en lugar de pillarse alguna arma más currada.

Usaba solo los puños cuando era necesario o el rival era muy poderoso. Ella mencionó un extraño gremio que no conocía pero el nombre del líder le sonaba bastante. También había entregado bastantes presas al igual que él. Sería interesante llegar a conocerle algún día y ver como era su estilo de lucha, solo esperaba que no fuese de los capullos que usaban armas de fuego. Enseguida la rubia le preguntó por su compañero y por sus metas. Decidió contárselo debido a que le había dado de comer y estaba resultando ser una persona agradable. – No es cazador pero se dedica a cazar criminales conmigo. Yo diría que es un cazador sin licencia pero le falla que se tira cuescos mientras duerme. – Jamás le había escuchado pero se aburría y los amigos estaban para gastarse bromas los unos a los otros en cualquier momento.

Después soltó un leve suspiro. – Además huelen a cebolla con queso. Pero bueno, lo aprecio muchísimo. – Dijo finalmente mientras metía las manos en sus bolsillos. Después de unos momentos terminó de responderle con calma. – Con un mundo donde no haya guerras y todos puedan llevarse bien. Además me gustaría ser un buen luchador mejor de lo que soy. No me había replanteado lo de rey cazador pero quizás uno de los seis señores de la caza si me gustaría ser. – Una vez dijo aquello le dedicó una sonrisa tranquila y calmada para después suspirar. – Eres bastante interesante y muy buena persona. Eso me gusta de modo que ahora dame un abrazo. – Dijo de forma calmada mientras abría sus brazos tratando de abrazarla. Hacía aquello con casi todos. De hecho en la cueva de hielo lo había intentado con Gusi. En ese momento recordó que a Ushio no, en cuanto volviera al barco se le echaría encima y le daría un gran abrazo. Se lo diese o no simplemente sonreiría estando calmado como de costumbre. – Solo busco la paz por así decirlo. – Finalizó diciendo de forma calmada y tranquila.

Una vez recibió el abrazo se quedó mirándola a los ojos con toda la calma del mundo mientras sonreía. Al parecer no era la típica chica aburrida que solo sabía decir cosas pijas y largarse a buscar abdominales a la mínima. Las chonis del Este eran una tribu bastante peligrosa y había que tener cuidado con ellas. Rumores decían que buscaban machos con pendientes y gafas de Sol para aparearse salvajemente. Esperaba que solo fueran leyendas y nada más pero ya a penas se podía fiar del mundo en el que estaban. Por ello siempre se andaba con ojo y con muchísimo cuidado.

En ese momento la chica le dijo que le iba a hacer una última pregunta y éste se quedó mirándola con toda la tranquilidad del mundo mientras esperaba a que se la formulase. En ese momento ella le preguntó por el nombre del moreno. Estuvo a punto de decirle Paquito o algo así pero decidió no hacerlo y soltó una leve carcajada. No sabía sus apellidos pues no se los había preguntado pero del nombre al menos se acordaba de tanto gritarlo en algunas situaciones. – Ushio es su nombre y tras él un espadachín se esconde. – Dijo de nuevo bromeando mientras ahora se cruzaba de brazos. La verdad es que la noche era bastante agradable y presenciarla desde la cubierta del barco en pleno movimiento debía de ser algo genial.

Ahora soltó un suspiro y se quedó mirándola con toda la calma del mundo. – Supongo que nuestros caminos se separan aquí pero quiero que tengas esto por ti te pasa algo saber dónde estoy, one-chan. – En ese momento sacó un pequeño trozo de papel y lo partió en dos, dándole una mitad a ella. Aquellas cosas eran geniales pues no solo señalaban al dueño de la otra parte sino que además indicaban cuando éste moría. – Debo volver a mi barco para vigilar a Ushio. Vaya que esté solo o me eche de menos. – Dijo ahora de forma agradable mientras la observaba tranquilamente y esperaba una última respuesta por parte de la rubia.

El chico observaba tranquilamente a la rubia mientras ella aceptaba aquel pedazo de papel que le había dado. Aquellas cosas según había oído eran maravillosas y no había nada mejor para localizar a alguien. Ella le preguntó ahora que si ese papel le guiaba también hasta él y éste le contestó tranquilamente mientras ahora suspiraba. – Eso es. Además cuando empiece a arder es que mi vida está en peligro. Cuando se consuma yo habré muerto. – Dijo aquello con toda la tranquilidad del mundo y ahora escuchó lo de que si necesitaban una mano amiga.

Aquello hizo reír un poco al rubio. – Unirte a derrotar enemigos puedes pero no creo que nunca necesitemos una ayuda. Somos el dúo perfecto. Espero escuchar pronto noticias de ti, one-chan. – Una vez dijo aquello se despidió de ella con la mano y empezó a caminar al barco. Lo mejor de todo había sido el delicioso bocadillo y aquello estaba más claro que el agua. Su sabor era increíble y además la carne estaba en su punto. Sin embargo ahora tenía un hambre voraz. Sin duda alguna aquella jodida fruta le estaba cambiando en muchas cosas como el apetito. Empezó a sentir hasta una sensación similar al miedo y todo.

Ahora continuó su camino hasta llegar al barco. Una vez estuvo allí subió hasta la cubierta y sacó otro de aquellos papeles partiéndolo en dos mitades. Entró a la cocina y allí estaba el moreno sobre la mesa. Se acercó despacio y le dio el trozo. – He vuelto. He podido comprar una de estas cosas que señalan dónde está el dueño del otro trozo, quédatela amigo. – Una vez dijo aquello sonrió y abrió la nevera cogiendo un par de tortitas que estaban frías, después empezó a caminar hacia el camarote. Pretendía echarse la mayor de las siestas y descansar durante días. Estar tumbado en las rocas viendo el atardecer era difícil y él estaba agotado de ello.