¿Competencia? [Misa - Taiga]

La cosa iba de curas predicadores pero el rebelde del rubio ya tenía sus truquitos hechos y el muy cabrón había ideado un plan muy bueno. Le había dicho a Ushio que iba a salir un momento a jugar mientras él hacía de vientre. Un mal momento para el moreno pero no podía esperar mucho según lo que había oído. Si la cosa iba de religiones él era el primero que debía divertirse ante todo con aquel inútil criminal. Un tío tan caro en el mar del Este no podía ser buena señal y era normal que tuviera a todos acojonados en un sitio tan débil. De todas formas ¿Qué diablos planeaba el luchador del estilo Ice Punch? Una de sus mejores jugarretas hasta ese día.

Se había puesto una túnica negra con capucha y unos zapatos elegantes. En su espalda llevaba camuflado su taco de villar por dentro de la ropa. El chico no tardó mucho en llegar a la plaza principal y pudo ver a aquel tipo. Una melena rubia como el ojo y unos ojos verdes como los bosques. De cuerpo atlético y mirada amable, totalmente fingida claro. Era el momento perfecto para lucirse y ahora Taiga se puso la capucha y empezó a caminar hacia él mientras sacaba su taco de villar. Empezó a usarlo de bastón y caminó con torpeza tropezando con bastantes ciudadanos.

Llamó bastante la atención pero ya era tarde pues estaba ante aquel hombre. No tardó en clavarse de rodillas en el suelo y agachar la cabeza. – Padre ¿Podría un humilde ciego como yo escuchar su palabra? – El tono usado era bastante grave y aquello provocó que aquel hombre sonriera de lado con una expresión siniestra. – Claro, hijo. Así deberían ser todos de respetuosos también. – Una vez dijo aquello colocó su mano derecha sobre la cabeza de aquel cazador teatrero que estaba listo para ejecutar su golpe en el momento menos previsto.

Taiga permanecía callado escuchando las estúpidas palabras de aquel hombre con su taco de villar al lado. La verdad es que era penoso pero la fuerza hacía mucho, de hecho ahora las personas comenzaban a irse. Era algo que el rubio podía saber con sus sentidos afinados por el poder de la fruta del diablo. Todavía sentía la mano en la cabeza por parte de aquel tipo que empezaba a rezar de forma extraña y en un idioma desconocido para el cazador. – Sus palabras son divinas, su eminencia. – Dijo ahora mientras continuaba allí arrodillado ante aquella persona. Las dos mujeres de los lados le miraban incluso con pena como si estuviera humillándose mucho. De todas formas el fin justificaba los medios.

Después de unos momentos aquel hombre empezó a poner un tono algo más intenso al ver que la gente se empezaba a ir. De hecho ahora empezó a quejarse mientras fruncía el ceño. – ¡Volved idiotas! ¡Aprended de este hombre! – Dijo dándole un toque en la cabeza al cazador mientras éste continuaba postrado. De hecho ahora empezó a fingir un leve temblor mientras colocaba las manos en postura de rezo. – Perdóneme padre… voy a pecar… – Una vez dijo aquello sonrió de lado tomando el taco y lanzándole a aquel tipo un potente golpe en toda la cara. El payaso cayó al suelo escupiendo sangre y las chicas de los lados empezaron a correr mientras trataban de salvarse de aquella situación que había provocado.

En ese momento el rubio se quitó la túnica quedando sin camiseta y mostrando un cuerpo curtido y fuerte. No pudo evitar mostrar una sonrisa calmada y mirar cómo la gente se alejaba. En ese momento sus ojos se clavaron en la chica rubia. – ¡One-chan! – Dijo ahora alzando el tono para después escuchar el sonido de un disparo. El cazador abrió los ojos como platos y sintió su hombro derecho bastante húmedo. Enseguida cayó al suelo bocabajo cerrando los ojos comenzando a sangrar ¿Inconsciente? No, solo teatro para que no le disparasen de nuevo. Aquel tipo le había disparado a traición y ahora fingió simplemente estar muerto. Lo que si era peligroso era la pérdida de sangre y por ello las hojas de papel de Misa y Ushio empezarían a arder despacio.

El rubio continuaba tranquilamente en el suelo con los ojos cerrados y empezando a descansar, el muy flojo ni siquiera quería levantarse. Estaba muy cómodo en aquella postura, de hecho se estaba pensando la opción de echarse una siestecita. En ese momento se acordó de que se estaba desangrando y no podía perder el tiempo. Cuando vio que la chica mandaba al tipo a volar de una patada se puso en pie observando que usaba energía explosiva. No tardó mucho en sonreír de lado tratando de aguantar el escozor de la bala para después coger la túnica. La cortó en dos con su fuerza y se aplicó una especie de vendaje pues le daba pereza tener que currárselo más, sin embargo usó demasiada tela.

Fue entonces cuando escuchó las palabras de aquel tipo y empezó a reírse como un loco. El chico no pensaba ni usar el factor sorpresa y comenzó a caminar hacia aquel tipo con una mirada siniestra. – Perfecto por qué yo fui hecho para matar Dioses. – Dijo ahora mientras sus ojos tomaban un tono dorado y sus dientes se afilaban despacio. Era el momento de estrenar su fruta al máximo poder de una vez por todas. Su cuerpo empezó a mutar empezando a tomar un tamaño enorme, de ahí a que hubiese cogido más tela para la herida. Se colocó a cuatro patas y unas orejas lupinas salieron de su cabeza. De la parte baja de su espalda surgió una enorme cola y poco a poco su hocico se alargó mostrando unos dientes afilados.

El tamaño de aquella cosa llegó hasta los cinco metros y medio superando la altura de las casas de dos plantas. Su impactante figura resultaba intimidante cuanto menos. El enorme lobo ahora rugió con fuerza mientras su pelaje gris oscuro se erizaba despacio. Los ojos del cura se abrieron como platos de puro miedo. En ese momento el monstruo bajó la zarpa estampándolo en el suelo con una fuerza superior a sesenta hombres. Después dirigió su mirada a la rubia. – Grrrr… ¡Hola one-chan! – Aquella voz demoníaca diciendo aquellas palabras parecía digna de una escena cómica pero ahora se quedó mirándola mientras empezaba a reírse. Taiga había resultado ser el lobo cachondo después de todo.

El enorme lobo observaba a la chica tranquilamente con una sonrisa calmada. Aunque viendo el tamaño de aquella cosa era demasiado raro que mostrase signos amistosos. Tenía unas vistas preciosas y ahora se lo estaba pasando en grande y nunca mejor dicho con aquel tamaño. La chica había quedado ahora como una ardilla para él debido a la diferencia de alturas. Podía captar muchos olores distintos y eso le agradaba bastante. De hecho no muy lejos de allí se estaba preparando cordero asado y eso le hizo relamerse despacio mientras que ahora iluminaba sus ojos. Estaba demasiado cómodo en aquella forma bestial y enorme. Se sentía el amo del mundo.

En ese momento escuchó las palabras del pistolero y a la chica pisarlo de forma explosiva de nuevo. No tardó en soltar una enorme carcajada que fue bastante sonora. Vaya cachondo que estaba hecho. Ahora se tiró al suelo empezando a rodar y a jugar como un cachorro. Estaba divirtiéndose muchísimo de aquella forma. En ese momento la chica le pidió que volviese a su forma normal. – De eso ni hablar. Se está muy bien de esta forma y no es un delito mientras no dañe a nadie. – Dijo ahora quejándose y negando al mismo tiempo que continuaba rodando de un lado a otro. Sentía el cosquilleo de las piedras darle en la espalda y finalmente se puso de nuevo en posición de cuatro patas y caminó despacio hasta dónde estaba la rubia con el cuerpo.

En ese momento miró a la chica con toda la calma del mundo. – Joder apenas queda combustible en mi barco. Menos mal que este tío ya está fuera de combate. – Dicho aquello bajó su imponente boca y lo tomó con los dientes alzándolo y colocándoselo en la espalda. Estaba feliz de poder ganar más dinero y darle su parte correspondiente a su gran amigo aunque se lo hubiese perdido. – Qué bien este payaso haya sido aplastado tan fácil. De todas formas te daré la mitad de lo que cobre. Mi rango me permite tener la mitad, así saldremos ganando los dos. – Dijo ahora de forma amable mientras la miraba en aquella forma superior a los cinco metros. Era impresionante y si se alzaba a dos patas podía ser ya una impresionante bestia. No convenía hacerlo para no tirar al cuerpo que llevaba a su espalda. Ese jodido cura pagaría por todos sus pecados en la prisión.

El enorme lobo estaba flipando al ver a aquellos tipos sacar todo tipo de armas. De modo que ¿No tenían cojones a pelear con el puro cura pero si para sacar armas contra alguien así de peligroso? De un soplido podía lanzarlos por los aires y el otro tipo solo tenía dos pistolas. La cosa empezaba a resultarle bastante graciosa de hecho. No tardó en soltar una leve carcajada para después relamerse tranquilamente. El jodido olor a cordero asado seguía atentando contra él de aquella forma tan cansina. Se moría de ganas por clavarle los colmillos con ganas y degustar el sabor de lo místico. Pero luego recordó el olor que notó antes de salir del barco y le daban ganas de cerrar la boca. Ushio era una bomba peligrosa y tenía componente químicos impresionantes en el culo.

En ese momento escuchó que la chica asentía y se ponía a hablar con los aldeanos tranquilamente. Había aceptado su propuesta la cual solo era un farol. No parecía muy lista después de todo y fue cuando el rubio empezó a reírse mientras volvía a la forma humana. El cuerpo del criminal pegó un buen testarazo pero nada serio. A continuación el cazador quedó totalmente sin camiseta y se sentó en el borde de una fuente mientras la miraba a los ojos a ella. – One-chan creo que eres demasiado humilde a veces. No pienso entregar a esa basura. Si has aceptado mi propuesta significa que no tienes rango para cobrar lo mismo que yo. Pero para llegar a mi nivel necesitas fama. – En ese momento no pudo evitar sonreír de forma amable.

Se colocó en pie y camino un poco por su alrededor fingiendo estar pensando algo. Era todo un experto en aquellas cosas y sabía moverse a buena velocidad como buen espía. De hecho hizo unos cuantos sonidos parecidos a gruñidos como si estuviese buscando algo y después se colocó frente a ella. – Si lo entregas tú habrá poco dinero. Sin embargo tu rango puede aumentar y en futuras cazas ganar más dinero. De modo que no puedo permitir que una chica preciosa y con esos dulces rechace esto. – Ahora trató de colocar su mano derecha en la cabeza de la chica y mirarla directamente a los ojos. – Vladimir es todo tuyo, Misa. – Dicho aquello sonrió de forma tranquila e intentó darle un leve toque en la nariz con su dedo índice a modo de broma. – Algún día me contaras tu secreto para estar tan linda siempre. Pero mientras tanto creo que podríamos buscar un puesto donde comer algo decente. – Dijo mientras ahora se llevaba la mano derecha a la mejilla.

Una enorme gota de sudor cayó por la cabeza del rubio ¿Qué diablos estaba pensándose aquella mujer? Lástima que Ushio no estuviese allí para abrazarle y mostrarle a la joven que él siempre era así con las buenas personas. De hecho ¿Debía sentirse ofendido con aquellas palabras? ¿La gente era tan simple de mente? Al parecer las chicas pensaban cosas malas de los pobres hombres que solo trataban de ser amables. – “Parece que no es tan lista como pensaba, me andaré con ojo” – Pensó de repente sin apartar la mirada de ella con aquella expresión perezosa de siempre. Su habilidad para no cambiar el rostro ante palabras de otra gente era impresionante.

En ese momento soltó una ligera carcajada mientras cerraba los ojos. Seguía sin creerse lo que le había dicho la chica. Le había defraudado un poco y se había visto obligado a tacharla de su lista de mejores amigas a la de conocidas. Dudar de él de aquella forma había sido un poco humillante pero trató de ignorar aquel hecho. Por mucho que le estuviese costando ahora tomó el taco de villar mirándola a los ojos con toda la calma del mundo. – Misa, me he equivocado contigo. Si estuviese aquí tu novio seguramente le daba un abrazo y le mordería una oreja. No creas que trato de ligar o algo así. Sí así fuera te habría besado ya, soy directo para esas cosas. Tan solo soy una persona amable que intento hacer sentir cómodas a las demás personas ya que yo nunca tuve eso. – Dicho eso la miró con toda la calma del mundo mientras ahora se giraba y dirigía su mirada al cielo. No tardó mucho en soltar un leve suspiro.

Todavía seguía sin creérselo. – Debo admitir que esas palabras tuyas me han ofendido un poco pero en fin. No todos son como Ushio al fin y al cabo. He encontrado un amigo de verdad en esa persona. – Dijo empezando a echar de menos al moreno. Entonces fue cuando recordó las palabras de la chica sobre que él invitaba. Claro que lo habría hecho si tuviese un duro. Todo estaba en el barco y de hecho no tenía ni para combustible. – No tengo dinero. Si lo hiciera gastaría mi parte de ese criminal. De modo que cada cual se paga lo suyo, Amane. – Dijo sonriendo de lado evitando llamarla por algún modo que pudiera ser una queja para ella. – Por cierto, llamamé Redfield si no te importa. – Dijo con calma para después empezar a caminar con ella con toda la calma del mundo. Ojalá su amigo estuviese allí para hablar de forma amable con alguien.

El rubio caminaba con una expresión bastante tranquila en el rostro. Tan solo estaba deseando terminar de llegar al puerto más cercano y volver al barco. Lo había pasado bastante bien hasta que la chica había dicho aquellas palabras tan injustas. No entendía a veces eso de que las mujeres pensaban de forma menos mala que los hombres, en aquel caso había resultado ser totalmente al revés. Sus pisadas continuaban levemente por el camino mientras sus ojos se entrecerraban despacio. Él tan solo trataba de ayudarla para que subiese de rango pero no podía volver a cometer aquel error. De repente empezó a silbar despacio mientras colocaba ambos manos detrás de la nuca.

Ya divisaba el puesto de aquellos hombres uniformados que no habían movido un dedo por hacer nada de nada. De repente escuchó como la chica le llamaba por el nombre que le había pedido y además se disculpaba. No iba a servir con él. Juzgaba a las personas a la primera reacción pero aún así continuaría siendo amable pues era su naturaleza. En ese momento solo lamentaba no tener un paquete de pipas para entretenerse o algo rico que poder comer. Después de todo no quería jalar solo y esperaría a su amigo el moreno. Esperaba que éste hubiese finalizado su pequeña aventura en el baño. El espadachín parecía un verdadero mamut prehistórico cuando se trataba de aquellas cosas. El tamaño de sus excrementos debían ser impresionantes.

Después de unos momentos por fin cobraron y él recibió su parte. Acto seguido ella dijo que tenía que ir con su líder y se largó. Eso de un jefe o gremio no iba con la naturaleza del rubio. Prefería ir con su amigo tranquilamente a todos los sitios que hubiese. De hecho ahora comenzó a caminar poniendo rumbo al barco. Nada más llegar le daría un enorme abrazo y después se iría a descansar tranquilamente a su pequeño camarote. Necesitaba dormir y despertarse de mejor humor por lo que acababa de pasar. De hecho de camino al navío no paraba de lanzar suspiros al aire de forma que parecía que iba aburrido. Realmente necesitaba empezar a dormir o se caería al suelo. Los ojos se le cerraban y por suerte tras unos momentos divisó aquel enorme pedazo de madera.