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La oscuridad invadía completamente el muelle de aquella isla. Un relámpago cayó de repente cerca de unos cuantos carros de paja. El viento soplaba de forma violenta y no parecía haber nadie por la zona, salvo un enorme barco atracado en el puerto. Sus velas eran negras como la noche y toda la cubierta estaba llena de cuerpos de personas. Eran piratas y parecían estar derrotados, con los ojos en blancos y con heridas considerables. Otros tenían algunas fracturas considerables y otros cuantos se hallaban con los dientes rotos. Parecía que se había liado una buena, pero lo más extraño, es que en mitad de todo, había un joven tirado en el suelo. Sus cabellos eran rubios y parecía bastante agotado. No tardó mucho en comenzar a llover, haciendo que dicha persona soltase un pequeño quejido.
Vestía con una chaqueta negra, una corbata del mismo color y una camisa blanca. En sus pies portaba unos zapatos y en su mano derecha llevaba un palo de villar. Era como si hubiese tenido que librar aquella batalla él solo por su cuenta. Exactamente, su misión había sido aquella. No pudo evitar soltar un pequeño jadeo y acto seguido se colocó en pie. La sangre bajaba desde su cabeza hasta la frente. La batalla había sido dura, pero al menos había logrado su meta de vencerlos a todos y sin matar a nadie. Esta persona se trataba del agente especial Taiga Redfield, el cual había estado tres días infiltrado en aquella banda de asesinos. Lo siguiente que hizo fue caer al suelo y escupir un poco de sangre. A continuación sacó su Den Den Mushi y miró un poco a su alrededor. Lo más seguro sería llamar a alguien de la marina, pero aquello iba a ser complicado con Xemnas por ahí.
- Agente herido en el muelle de la isla del puño, por la entrada Sur. Solicito una pequeña patrulla pare llevar unos treinta piratas al calabozo y un transporte… – El rubio colgó tras aquello al mismo tiempo que caía al suelo con los ojos cerrados.
A la mañana siguiente, el rubio comenzó a abrir los ojos despacio, escuchando el sonido de barcos acercándose a su posición. Pudo darse cuenta de que sus oponentes continuaban fuera de juego y eso le hizo sonreír un poco. Su mantra detectó algunas presencias y eso le puso feliz. Esperaba que trajeran equipo médico, pues él mismo se bastaba para aplicárselo. Se reincorporó un poco y después respiró con algo de fuerza.
Vestía con una chaqueta negra, una corbata del mismo color y una camisa blanca. En sus pies portaba unos zapatos y en su mano derecha llevaba un palo de villar. Era como si hubiese tenido que librar aquella batalla él solo por su cuenta. Exactamente, su misión había sido aquella. No pudo evitar soltar un pequeño jadeo y acto seguido se colocó en pie. La sangre bajaba desde su cabeza hasta la frente. La batalla había sido dura, pero al menos había logrado su meta de vencerlos a todos y sin matar a nadie. Esta persona se trataba del agente especial Taiga Redfield, el cual había estado tres días infiltrado en aquella banda de asesinos. Lo siguiente que hizo fue caer al suelo y escupir un poco de sangre. A continuación sacó su Den Den Mushi y miró un poco a su alrededor. Lo más seguro sería llamar a alguien de la marina, pero aquello iba a ser complicado con Xemnas por ahí.
- Agente herido en el muelle de la isla del puño, por la entrada Sur. Solicito una pequeña patrulla pare llevar unos treinta piratas al calabozo y un transporte… – El rubio colgó tras aquello al mismo tiempo que caía al suelo con los ojos cerrados.
A la mañana siguiente, el rubio comenzó a abrir los ojos despacio, escuchando el sonido de barcos acercándose a su posición. Pudo darse cuenta de que sus oponentes continuaban fuera de juego y eso le hizo sonreír un poco. Su mantra detectó algunas presencias y eso le puso feliz. Esperaba que trajeran equipo médico, pues él mismo se bastaba para aplicárselo. Se reincorporó un poco y después respiró con algo de fuerza.
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Fruncí el ceño al ver el clima que había afuera mientras me encontraba sentado en el comedor. Toda la noche había llovido por los alrededor, y aquello no era normal. De todas formas, me gustaban más estos climas que el jodido calor. El frío era mi elemento, por lo que me sentía como en casa. No es como si lo pudiera sentir, en todo caso. Otros estarían temblando, pero por culpa de mi fruta, todo mi cuerpo se mantenía a temperatura normal. A veces era una verdadera molestia tener inmunidad a estos climas y su derivado. Suspiré pesadamente mientras me recostaba en mi asiento. Pensar en eso me deprimía. Solía disfrutar mucho de aquellos días invernales junto a mamá y Alice, pero todo cambió luego de que se enfermó. Apreté mis puños con furia al recordar eso, al tiempo que la temperatura dentro del barco disminuía de forma considerable. Sabía que ese bastardo que tenía como padre, tuvo algo que ver en todo eso. Hasta que no llegase al rango de Vicealmirante, difícil sería encontrar todos esos movimientos ilegales que hizo mi padre. No importaba, podía esperar. La paciencia era una virtud, después de todo.
– Sargento Keith, señor – dijo un recluta mientras entraba al comedor y saludaba formalmente.
Sonreí un poco al escuchar ese título. Poco a poco me iba acercando más a mi objetivo. Conseguí mi ascenso a cabo luego de lo sucedido en el cuartel del sur. Luego, tuve que tragarme mi orgullo para poder trabajar con Slicerin. Aquello fue lo más difícil que tuve que hacer en mi vida, pero pude controlarme... en parte. De todas formas, tuve mi premio luego de entregar a ese pirata en el cuartel más cercano: un merecido ascenso a Sargento. Podía haber llegado a oficial, pero necesitaba que alguien me recomendara para lograr eso. Rick dijo que, mientras no impresionara a un superior en el camino, el me recomendaría si lograba acumular un poco más de experiencia. Aquello me hizo sonreír de lado; todo estaba yendo de acuerdo al plan.
– ¿Qué sucede, recluta? – le pregunté de forma seria.
– Hemos recibido una llamada del cuartel. Al parecer, hay un agente herido por estos lados y, como eramos los más cercanos, debemos ir a socorrerlo y apresar a los piratas. –
Procesé la orden del cuartel y asentí lentamente. Repentinamente me levanté de forma brusca, asustando al recluta en el proceso. Poco importaba eso, ahora lo importante era llegar cuanto antes. Yo mismo me encargaría de llevar el barco hasta la isla del puño.
– Active los propulsores, no hay tiempo que perder – le ordené al recluta antes de salir.
Llegué a cubierta y me dirigí rápidamente hacia donde se encontraba el timón. Sería difícil navegar con esta lluvia mientras íbamos a toda velocidad, pero no imposible. Al cabo de unas horas, conseguí llevar el barco a salvo hasta donde se encontraba el barco del agente. Ordené a los reclutas que anclaran al lado y fueran al abordaje para que llevaran a los piratas inconscientes hacia la celda. Yo me acerqué al agente tirado y me arrodillé en una pierna, mostrando una expresión calmada e ignorando la lluvia.
– Soy el Sargento Keith. Recibimos la llamada de auxilio y ahora mis hombres están escoltando los piratas a sus celdas temporales. ¿Puede moverse, agente...? – terminé allí, puesto que no conocía su nombre. En caso me diera respuesta negativa, le ayudaría hasta llegar a la enfermería del barco para poder tratar sus heridas.
– Sargento Keith, señor – dijo un recluta mientras entraba al comedor y saludaba formalmente.
Sonreí un poco al escuchar ese título. Poco a poco me iba acercando más a mi objetivo. Conseguí mi ascenso a cabo luego de lo sucedido en el cuartel del sur. Luego, tuve que tragarme mi orgullo para poder trabajar con Slicerin. Aquello fue lo más difícil que tuve que hacer en mi vida, pero pude controlarme... en parte. De todas formas, tuve mi premio luego de entregar a ese pirata en el cuartel más cercano: un merecido ascenso a Sargento. Podía haber llegado a oficial, pero necesitaba que alguien me recomendara para lograr eso. Rick dijo que, mientras no impresionara a un superior en el camino, el me recomendaría si lograba acumular un poco más de experiencia. Aquello me hizo sonreír de lado; todo estaba yendo de acuerdo al plan.
– ¿Qué sucede, recluta? – le pregunté de forma seria.
– Hemos recibido una llamada del cuartel. Al parecer, hay un agente herido por estos lados y, como eramos los más cercanos, debemos ir a socorrerlo y apresar a los piratas. –
Procesé la orden del cuartel y asentí lentamente. Repentinamente me levanté de forma brusca, asustando al recluta en el proceso. Poco importaba eso, ahora lo importante era llegar cuanto antes. Yo mismo me encargaría de llevar el barco hasta la isla del puño.
– Active los propulsores, no hay tiempo que perder – le ordené al recluta antes de salir.
Llegué a cubierta y me dirigí rápidamente hacia donde se encontraba el timón. Sería difícil navegar con esta lluvia mientras íbamos a toda velocidad, pero no imposible. Al cabo de unas horas, conseguí llevar el barco a salvo hasta donde se encontraba el barco del agente. Ordené a los reclutas que anclaran al lado y fueran al abordaje para que llevaran a los piratas inconscientes hacia la celda. Yo me acerqué al agente tirado y me arrodillé en una pierna, mostrando una expresión calmada e ignorando la lluvia.
– Soy el Sargento Keith. Recibimos la llamada de auxilio y ahora mis hombres están escoltando los piratas a sus celdas temporales. ¿Puede moverse, agente...? – terminé allí, puesto que no conocía su nombre. En caso me diera respuesta negativa, le ayudaría hasta llegar a la enfermería del barco para poder tratar sus heridas.
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Taiga continuaba esperando a los marines con ambas manos en las mejillas. Esperaba que no tardasen mucho en llegar, pues le escocía bastante todo el cuerpo al tener algunas quemaduras también. La sangre ya se había secado y con eso no se podía hacer nada salvo limpiar y mucho era. El médico se dio cuenta de que había terminado con muchísimos en poco tiempo y lo siguiente que hizo fue dar un enorme bostezo. Había dormido bastante, pero igualmente estaba en modo perezoso. Un ligero dolor invadió su mandíbula y lo siguiente que hizo fue escupir a un lado mientras esperaba. Sus salvadores no podían tardar mucho en llegar hasta su posición, pues ya podía olerlos muy cerca de él. Detectó entonces una presencia distinta a las demás, una fuerza superior e interesante. Pese a todo, él continuaba siendo el más fuerte en aquella zona.
Cuando aquel joven llegó hasta su posición, se dio cuenta de que era él y lo primero que hizo fue sonreírle con toda la calma del mundo. Se veía una persona de mente fuerte y de actitud positiva y eso le gustaba muchísimo en una persona. Entonces escuchó sus palabras y no pudo evitar mostrar una sonrisa simple. Era un sargento y eso era raro, pues debía de estar en un puesto más alto por su fuerza, a lo mejor la estrategia no era lo suyo. Asintió a sus palabras y se colocó en pie despacio. Pese a tener la frente llena de sangre seca y todo el cuerpo lleno de cortes y quemaduras, se encontraba en buen estado tras dormir. La enfermería debía de estar en el barco de los marines y por ello se desplazaría hasta allí con una calma impresionante. Mostró una sonrisa ladeada y el respondió al joven con un tono tranquilo.
- Puedo moverme, pero necesitaré algunas cosas de la enfermería. La batalla ha sido un poco dura si soy sincero. Vente conmigo e invítame a algo.
Le dijo guiñándole el ojo a modo de broma y riendo un poco por lo bajo. A continuación saltó hacia el barco de la marina mediante el geppou y comenzó a caminar. A medida que avanzaba se iba quitando el traje y la camisa, mostrando un cuerpo musculoso y fornido. Sus pectorales eran impresionantes y su zona abdominal estaba definida. Los brazos tenían un buen grosor y parecía estar en forma. El chico entró en la sala de la cruz azul y se dio cuenta de que no había nadie, pero había maletines con instrumentos. Aquello iba a ser duro y lo siguiente que hizo fue quitarse los pantalones, quedando con unos bóxer rojizos en los que ponía “Ushio” en letras negras de rotulador.
Cuando aquel joven llegó hasta su posición, se dio cuenta de que era él y lo primero que hizo fue sonreírle con toda la calma del mundo. Se veía una persona de mente fuerte y de actitud positiva y eso le gustaba muchísimo en una persona. Entonces escuchó sus palabras y no pudo evitar mostrar una sonrisa simple. Era un sargento y eso era raro, pues debía de estar en un puesto más alto por su fuerza, a lo mejor la estrategia no era lo suyo. Asintió a sus palabras y se colocó en pie despacio. Pese a tener la frente llena de sangre seca y todo el cuerpo lleno de cortes y quemaduras, se encontraba en buen estado tras dormir. La enfermería debía de estar en el barco de los marines y por ello se desplazaría hasta allí con una calma impresionante. Mostró una sonrisa ladeada y el respondió al joven con un tono tranquilo.
- Puedo moverme, pero necesitaré algunas cosas de la enfermería. La batalla ha sido un poco dura si soy sincero. Vente conmigo e invítame a algo.
Le dijo guiñándole el ojo a modo de broma y riendo un poco por lo bajo. A continuación saltó hacia el barco de la marina mediante el geppou y comenzó a caminar. A medida que avanzaba se iba quitando el traje y la camisa, mostrando un cuerpo musculoso y fornido. Sus pectorales eran impresionantes y su zona abdominal estaba definida. Los brazos tenían un buen grosor y parecía estar en forma. El chico entró en la sala de la cruz azul y se dio cuenta de que no había nadie, pero había maletines con instrumentos. Aquello iba a ser duro y lo siguiente que hizo fue quitarse los pantalones, quedando con unos bóxer rojizos en los que ponía “Ushio” en letras negras de rotulador.
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Mientras esperaba respuesta del hombre, inspeccioné de forma rápida su cuerpo para ver que tan graves eran las heridas. La sangre de la frente ya se encontraba seca, por lo que tan solo quedaba limpiar los restos con un paño húmedo. Por otro lado, su cuerpo estaba lleno de cortes y quemaduras. Pese a eso, no parecía que fueran del todo graves. El hecho que el rubio pude levantarse pese a sus heridas, me lo confirmó. Al escuchar la repuesta del agente, simplemente asentí. Parecía ser que podía curarse por si solo, por lo que eso me daba tiempo para poner orden por aquí antes de volver al barco. Me crucé de brazos y observé, fijamente, como el agente usaba una especie de técnica para ir hacia el barco que estaba anclado al lado. Arqueé una ceja y ladeé la cabeza hacia un lado, sintiendo algo de curiosidad por eso. Si no me equivocaba, esa fue una de las técnicas que el Cipher Pol y algunos marines podían usar. Rokushiki, creo que se llamaba.
Una vez que el agente desapareciera de mi campo de visión, comenzaría a inspeccionar el barco enemigo. Caminé a paso lento por el lugar, observando cada detalle que pudiera servir. Los reclutas estaban esposando a los piratas y conduciéndolos hacia la nave de al lado. Me crucé de brazos al ver el estado en el que se encontraba. Al parecer, el rubio hizo una buena por aquí. Que pudiera haber derrotados a todos los maleantes de aquí por su propia cuenta, hablaba muy bien de su fuerza. No solo eso, sino que además el rubio liberaba un olor particular. No podía poner mis manos al fuego por averiguar lo que era, pero si era algo sumamente familiar. Suspiré pesadamente y negé con la cabeza; no había caso pensar en eso ahora.
– Señor – las palabras de un recluta me sacaran de mis pensamientos, ocasionando que lo mirara para saber que era lo que quería. – Hemos apresado a todos los maleantes del barco y han sido llevados a sus celdas dentro del barco. ¿Cuáles son sus órdenes? – terminó por preguntarme.
– Aseguraos de poner varios guardias en los calabozos como medida cautelar. Si empiezan a hacer disturbios, yo mismo iré hacia allá – dije con una voz algo siniestra, ocasionando que el recluta tragase en seco y se marchara de allí. No sin antes despedirse de forma respetuosa.
Suspiré pesadamente y le eché una última mirada al barco. Se encontraba totalmente desierto ahora, a lo que me encogí de hombros. Antes de partir de esta isla, le diría a los reclutas que volvieran una vez más al barco y saquearan todo lo útil que pudiesen encontrar. Entré a forma híbrida y volé hacia el barco de al lado. Una vez en cubierta, liberaría la transformación y pondría marcha hacia la enfermería. En el trayecto, me quejaba mentalmente por cierto problema que tendría luego de terminar con la misión. Desde que me convertí en Sargento, que entré al mundo del papeleo. El informe que tendría que hacer luego sería una pereza, pero no había otra.
Una vez que el agente desapareciera de mi campo de visión, comenzaría a inspeccionar el barco enemigo. Caminé a paso lento por el lugar, observando cada detalle que pudiera servir. Los reclutas estaban esposando a los piratas y conduciéndolos hacia la nave de al lado. Me crucé de brazos al ver el estado en el que se encontraba. Al parecer, el rubio hizo una buena por aquí. Que pudiera haber derrotados a todos los maleantes de aquí por su propia cuenta, hablaba muy bien de su fuerza. No solo eso, sino que además el rubio liberaba un olor particular. No podía poner mis manos al fuego por averiguar lo que era, pero si era algo sumamente familiar. Suspiré pesadamente y negé con la cabeza; no había caso pensar en eso ahora.
– Señor – las palabras de un recluta me sacaran de mis pensamientos, ocasionando que lo mirara para saber que era lo que quería. – Hemos apresado a todos los maleantes del barco y han sido llevados a sus celdas dentro del barco. ¿Cuáles son sus órdenes? – terminó por preguntarme.
– Aseguraos de poner varios guardias en los calabozos como medida cautelar. Si empiezan a hacer disturbios, yo mismo iré hacia allá – dije con una voz algo siniestra, ocasionando que el recluta tragase en seco y se marchara de allí. No sin antes despedirse de forma respetuosa.
Suspiré pesadamente y le eché una última mirada al barco. Se encontraba totalmente desierto ahora, a lo que me encogí de hombros. Antes de partir de esta isla, le diría a los reclutas que volvieran una vez más al barco y saquearan todo lo útil que pudiesen encontrar. Entré a forma híbrida y volé hacia el barco de al lado. Una vez en cubierta, liberaría la transformación y pondría marcha hacia la enfermería. En el trayecto, me quejaba mentalmente por cierto problema que tendría luego de terminar con la misión. Desde que me convertí en Sargento, que entré al mundo del papeleo. El informe que tendría que hacer luego sería una pereza, pero no había otra.
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Taiga estando medio desnudo mostró una sonrisa y abrió todos los botiquines de aquella habitación. Era el momento de curarse las heridas que tenía por el cuerpo y sin pensárselo tomó una botella de agua oxigenada. Iba a comenzar rociándose totalmente con ella. El líquido invadió todas las heridas de su cuerpo y contuvo las ganas de soltar un quejido de dolor. La sensación era horrible, pero debía asegurarse de desinfectarlas. Se echó toda la posible e incluso en la zona de la cabeza, lo que le hizo ver las estrellas durante unos momentos. Tembló un poco después de eso y lo siguiente que hizo fue sentarse en una de las camas. Apretó los músculos de la mejor forma posible y lentamente hizo presión. Una bala salió de su hombro derecho y cayó al suelo. El lobo se roció por esa zona y después mostró un rostro de alivio al haber extraído la bala.
- Una menos, ahora toca la del costado y coser todas las heridas posibles. – Mencionó para sí mismo mientras miraba fijamente una aguja y un poco de hilo.
El luchador tomó aquella cosa y tras hacer unos apaños comenzó a pasar aquella cosa afilada por sus cortes, cerrándolos al momento y conteniendo el dolor. El rubio estaba acostumbrado a recibir ataques así desde que trabajaba solo. Él no necesitaba una banda o algo por el estilo, pues siempre había preferido ir a su bola. Incluso cuando era cazador, tan solo luchaba junto a Kasai de vez en cuando. Tomó unas pinzas y con una precisión perfecta sacó la bala de sus costillas, escapándose de su boca un quejido de dolor. Cuando por fin hubo terminase, se echó aquella agua por el cuerpo de nuevo. Lo último que hizo fue sacar un poco de algodón, mojarlo en agua y limpiarse la sangre seca de su frente. Todo estaba perfecto para continuar con sus cosas sin tener que preocuparse por nada. Era un médico sobresaliente.
- Esto ya ha terminado. – Mencionó el joven mirando al marine que tenía frente a sus ojos, el cual despedía un olor bastante peculiar que le hacía sonreír.
Taiga recogió todos los instrumentos de aquella zona y los metió despacio en sus botiquines y maletines con calma. Acto seguido dejó todo donde estaba y se colocó unas vendas en algunas zonas del cuerpo. Se puso el pantalón y después de aquello se quedó mirando al joven de cabellos plateados con una sonrisa en su rostro. No le importaba que le hubiese visto mientras él mismo se curaba de forma impresionante. Lo siguiente que hizo fue hablarle en un tono amable y calmado, llevándose la mano al estómago tras gruñir este.
- ¿Sabes si en el barco hay comida? – Taiga llevaba un día y medio sin comer y por ello necesitaba algo de alimento para continuar manteniéndose en pie y más después de lo que había pasado él solo en aquella dura y larga batalla contra los piratas.
- Una menos, ahora toca la del costado y coser todas las heridas posibles. – Mencionó para sí mismo mientras miraba fijamente una aguja y un poco de hilo.
El luchador tomó aquella cosa y tras hacer unos apaños comenzó a pasar aquella cosa afilada por sus cortes, cerrándolos al momento y conteniendo el dolor. El rubio estaba acostumbrado a recibir ataques así desde que trabajaba solo. Él no necesitaba una banda o algo por el estilo, pues siempre había preferido ir a su bola. Incluso cuando era cazador, tan solo luchaba junto a Kasai de vez en cuando. Tomó unas pinzas y con una precisión perfecta sacó la bala de sus costillas, escapándose de su boca un quejido de dolor. Cuando por fin hubo terminase, se echó aquella agua por el cuerpo de nuevo. Lo último que hizo fue sacar un poco de algodón, mojarlo en agua y limpiarse la sangre seca de su frente. Todo estaba perfecto para continuar con sus cosas sin tener que preocuparse por nada. Era un médico sobresaliente.
- Esto ya ha terminado. – Mencionó el joven mirando al marine que tenía frente a sus ojos, el cual despedía un olor bastante peculiar que le hacía sonreír.
Taiga recogió todos los instrumentos de aquella zona y los metió despacio en sus botiquines y maletines con calma. Acto seguido dejó todo donde estaba y se colocó unas vendas en algunas zonas del cuerpo. Se puso el pantalón y después de aquello se quedó mirando al joven de cabellos plateados con una sonrisa en su rostro. No le importaba que le hubiese visto mientras él mismo se curaba de forma impresionante. Lo siguiente que hizo fue hablarle en un tono amable y calmado, llevándose la mano al estómago tras gruñir este.
- ¿Sabes si en el barco hay comida? – Taiga llevaba un día y medio sin comer y por ello necesitaba algo de alimento para continuar manteniéndose en pie y más después de lo que había pasado él solo en aquella dura y larga batalla contra los piratas.
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Entrecerré mis ojos mientras bajaba por aquellas escaleras. El lugar era oscuro, a penas siendo iluminada por una pequeña luz colgada del techo. Al contrario de la madera del resto del barco, este sector estaba hecho de un metal ligero y resistente. En las paredes habían diversos huecos y barrotes que impedían que las personas saliese de allí. Era un pequeño calabozo improvisado, aunque fue lo suficiente para albergar a todos esos piratas capturados. Eso sí, tuvimos que ir colocándolos de a tres para que pudieran caber todos. Estaban un poco apretados, pero daba igual. Eran maleantes, después de todo. No merecían caridad después de todo lo que habían hecho en la sociedad. No pasaron mi prueba de juicio, por lo que los trataría como son en verdad: escoria humana. Bufé por lo bajo y me dirigí a uno de los guardias.
– Recuerden vigilarlos bien y – tomé una pausa y proseguí, al tiempo que pegaba un suspiro. – Denles pan y agua cada ocho horas, es todo – dicho eso, me di la vuelta y salí de ese lugar.
Era curioso, pese a todo lo que había pasado durante mi vida... aún sentía algo de compasión por ese tipo de personas. Supongo que no estaba hecho para odiar a las personas... bueno, a excepción de ese bastardo que tenía como padre, la verdad. Ese bastardo se merecía eso y más luego de todo lo que hizo. Bufé molesto y me di cuenta que había llegado a la enfermería, a lo que simplemente me encogí de hombros y entré. Arqueé una ceja al ver como en rubio se curaba a sí mismo con una precisión excelente. ¿De modo que era un médico? El mismo lo era, pero su área estaba más inclinado hacia la mentalidad de las personas que al cuerpo humano como tal.
– En el comedor hay comida... te llevaré hacia allí – dije luego de meditarlo un poco.
Lo cierto era que, en parte, eso solo lo hacía para postergar lo más posible el trabajo de oficina. Hace un informe era un coñazo, y si fuera por mí, lo eliminaría completamente del sistema marine... bueno, al menos el papeleo excesivo. Suspiré pesadamente y le hice una seña al rubio para que mi siguiera hacia donde se encontraba el comedor.
– Curioso... tenía la certeza que los miembros de la Cipher Pol, era más estoicos – le mencioné al rubio. Honestamente sentía algo de confusión, pero no me iba a quejar. Prefería, incluso, a las personas violentas y con voz alta, que a las que no mostraban casi nada de emociones.
– Recuerden vigilarlos bien y – tomé una pausa y proseguí, al tiempo que pegaba un suspiro. – Denles pan y agua cada ocho horas, es todo – dicho eso, me di la vuelta y salí de ese lugar.
Era curioso, pese a todo lo que había pasado durante mi vida... aún sentía algo de compasión por ese tipo de personas. Supongo que no estaba hecho para odiar a las personas... bueno, a excepción de ese bastardo que tenía como padre, la verdad. Ese bastardo se merecía eso y más luego de todo lo que hizo. Bufé molesto y me di cuenta que había llegado a la enfermería, a lo que simplemente me encogí de hombros y entré. Arqueé una ceja al ver como en rubio se curaba a sí mismo con una precisión excelente. ¿De modo que era un médico? El mismo lo era, pero su área estaba más inclinado hacia la mentalidad de las personas que al cuerpo humano como tal.
– En el comedor hay comida... te llevaré hacia allí – dije luego de meditarlo un poco.
Lo cierto era que, en parte, eso solo lo hacía para postergar lo más posible el trabajo de oficina. Hace un informe era un coñazo, y si fuera por mí, lo eliminaría completamente del sistema marine... bueno, al menos el papeleo excesivo. Suspiré pesadamente y le hice una seña al rubio para que mi siguiera hacia donde se encontraba el comedor.
– Curioso... tenía la certeza que los miembros de la Cipher Pol, era más estoicos – le mencioné al rubio. Honestamente sentía algo de confusión, pero no me iba a quejar. Prefería, incluso, a las personas violentas y con voz alta, que a las que no mostraban casi nada de emociones.
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Taiga soltó un pequeño suspiro, pues no se esperaba que aquel chico fuese tan frío. Sus palabras parecían pesarle, pues apenas decía nada y tampoco es que mostrase mucha alegría. Aquello hizo al lobo sentirse un poco raro, pero igualmente se largaría del barco en cuanto terminase de comer algo. Su misión estaba completa y debía continuar investigando sobre la pirata de la tripulación del Yonkou dragón. Se rascó un poco la cabeza y después se aseguró de que estaba listo. Se colocó una camiseta blanca de la enfermería y dejó su ropa allí echada. Después iría por ella para llevársela, pero por el momento iría más cómodo. Soltó un pequeño suspiro y después se quedó mirando al hombre de cabellos plateados.
Aquel joven dijo que en el comedor había comida y que le iba a llevar hacia allí. El rubio inclinó la cabeza en señal de respeto y después comenzó a caminar tras él. Escuchó su comentario y no pudo evitar mostrar una sonrisa tranquila. Él era uno de los pocos agentes del gobierno que no quedaban y por ello se sentía orgulloso. Se relamió un poco pensando en comer cosas ricas y después de unos momentos llegaron a aquel sitio. El agente observó que todo era bastante moderno y había una especie de mesa con cristales para servirse comida. El luchador entonces le dedicó una sonrisa amable al chico y después contestó a sus palabras de forma calmada.
- Supongo que soy único en mi especie. Si quiero cambiar el mundo, debo ser distinto a los demás y eso es lo que soy… Mi nombre es Taiga Redfield. – Dijo entonces mientras sonreía.
A continuación tomó una enorme bandeja y unas pinzas y comenzó a servirse. Lo primero de todo fue una enorme cantidad de filetes de pollo asados con setas. También se echó patatas fritas y unos cuantos pedazos de sushi. Se cogió una enorme botella de agua y terminó la comida con un poco de arroz con curry. Se sentó en una mesa y entonces tomó los palillos, empezando a alimentarse con las setas mientras daba algún que otro trago a la bebida. Apreciaba mucho la comida y siempre el doble después de una complicada misión. Taiga se quedó mirando al marine a los ojos y después de unos momentos le habló con calma.
- La marina siempre está muy seria. Deberíais sonreír más a menudo y sentiros afortunados por salvar vidas cada día. Creo que es lo mejor que puede haber en este mundo de locos. – Dijo al mismo tiempo que mordía un trozo de pechuga de pollo y notaba el delicioso sabor que tenía aquel alimento.
Aquel joven dijo que en el comedor había comida y que le iba a llevar hacia allí. El rubio inclinó la cabeza en señal de respeto y después comenzó a caminar tras él. Escuchó su comentario y no pudo evitar mostrar una sonrisa tranquila. Él era uno de los pocos agentes del gobierno que no quedaban y por ello se sentía orgulloso. Se relamió un poco pensando en comer cosas ricas y después de unos momentos llegaron a aquel sitio. El agente observó que todo era bastante moderno y había una especie de mesa con cristales para servirse comida. El luchador entonces le dedicó una sonrisa amable al chico y después contestó a sus palabras de forma calmada.
- Supongo que soy único en mi especie. Si quiero cambiar el mundo, debo ser distinto a los demás y eso es lo que soy… Mi nombre es Taiga Redfield. – Dijo entonces mientras sonreía.
A continuación tomó una enorme bandeja y unas pinzas y comenzó a servirse. Lo primero de todo fue una enorme cantidad de filetes de pollo asados con setas. También se echó patatas fritas y unos cuantos pedazos de sushi. Se cogió una enorme botella de agua y terminó la comida con un poco de arroz con curry. Se sentó en una mesa y entonces tomó los palillos, empezando a alimentarse con las setas mientras daba algún que otro trago a la bebida. Apreciaba mucho la comida y siempre el doble después de una complicada misión. Taiga se quedó mirando al marine a los ojos y después de unos momentos le habló con calma.
- La marina siempre está muy seria. Deberíais sonreír más a menudo y sentiros afortunados por salvar vidas cada día. Creo que es lo mejor que puede haber en este mundo de locos. – Dijo al mismo tiempo que mordía un trozo de pechuga de pollo y notaba el delicioso sabor que tenía aquel alimento.
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Llegaron al comedor sin mayores contratiempos. Estaba todo limpio y en el mesón había unos cristales donde uno podía servirse comida. Mi estómago gruñó un poco cuando observé todo ese alimento. Llevaba horas sin comer, puesto que estuve manejando el timón la mayoría de ese rato. Debían llegar cuanto antes a la isla del puño, por esa razón tuvo que contenerse las ganas y seguir insistiendo como buen marine que era. Suspiré pesadamente y oí lo que dijo el agente. Parpadeé un poco y ladeé la cabeza hacia un lado. Redfield... por alguna razón, ese apellido me sonaba bastante. No podía acordarme en este momento, pero tenía la certeza que era un apellido importante. Me rasqué la cabeza un poco y me encogí de hombros. Tal vez no haya sido importante, al menos para el. Solía olvidar las cosas que no le incumbían mucho. Era un simple sargento, después de todo. No tenía muchas obligaciones de momento, salvo navegar por los blues y realizar misiones sencillas.
– Creo que ya lo sabes, pero igualmente me presento. Mi nombre es Keith – dije mientras una leve sonrisa se formaba en rostro, al tiempo que asentía respetuosamente en su dirección.
Siguiendo el ejemplo de Taiga, tomé una bandeja y empecé a servirme comida. Luego de varios segundos para poder decidirme, terminé por decantarme por un pedazo de carne y puré de patatas como acompañamiento. Una de los efectos secundarios de ser un dragón, era que adquirí un gusto mayor por todos los tipos de carnes que existían. De todas formas, no me quejaba. Esos alimentos eran deliciosos, así que daba igual la verdad. Antes de sentarme, tomé un refresco de cola que había refrigerado allí y me serví un enorme vaso de aquel líquido. Odiaba comer si no tenía algo para tomar de por medio. Me relamí despacio y me senté al frente del rubio, al tiempo que probaba un bocado de aquel jugoso filete.
Al escuchar lo que dijo que el agente, no pude evitar parpadear. ¿Así era como la gente me veía? Bueno, no podía culparles. Suelo a ser alguien muy distante y retraído con desconocidos. Debido a mi pasado, era difícil que confiara en alguien ciegamente. De todas formas, había algo de mérito en lo que dijo el rubiales. Tal vez debería hacer el esfuerzo de sonreí un poco más. Suspiré pesadamente y tragué del refresco, al tiempo que gruñía mentalmente por no poder disfrutar del líquido como una persona normal. El frío, mas que nada. A veces deseaba no tener esa jodida inmunidad.
– No es eso, simplemente soy retraído con personas que desconozco debido a diversos sucesos y mierdas. Vamos, que también me incomoda ser así de serio con la gente – le dije mientras sonreía y me echaba otro pedazo de carne a la boca. Sinceramente, la comida de aquí era deliciosa.
– Creo que ya lo sabes, pero igualmente me presento. Mi nombre es Keith – dije mientras una leve sonrisa se formaba en rostro, al tiempo que asentía respetuosamente en su dirección.
Siguiendo el ejemplo de Taiga, tomé una bandeja y empecé a servirme comida. Luego de varios segundos para poder decidirme, terminé por decantarme por un pedazo de carne y puré de patatas como acompañamiento. Una de los efectos secundarios de ser un dragón, era que adquirí un gusto mayor por todos los tipos de carnes que existían. De todas formas, no me quejaba. Esos alimentos eran deliciosos, así que daba igual la verdad. Antes de sentarme, tomé un refresco de cola que había refrigerado allí y me serví un enorme vaso de aquel líquido. Odiaba comer si no tenía algo para tomar de por medio. Me relamí despacio y me senté al frente del rubio, al tiempo que probaba un bocado de aquel jugoso filete.
Al escuchar lo que dijo que el agente, no pude evitar parpadear. ¿Así era como la gente me veía? Bueno, no podía culparles. Suelo a ser alguien muy distante y retraído con desconocidos. Debido a mi pasado, era difícil que confiara en alguien ciegamente. De todas formas, había algo de mérito en lo que dijo el rubiales. Tal vez debería hacer el esfuerzo de sonreí un poco más. Suspiré pesadamente y tragué del refresco, al tiempo que gruñía mentalmente por no poder disfrutar del líquido como una persona normal. El frío, mas que nada. A veces deseaba no tener esa jodida inmunidad.
– No es eso, simplemente soy retraído con personas que desconozco debido a diversos sucesos y mierdas. Vamos, que también me incomoda ser así de serio con la gente – le dije mientras sonreía y me echaba otro pedazo de carne a la boca. Sinceramente, la comida de aquí era deliciosa.
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Taiga mostró una sonrisa amigable cuando el joven también le sonrió. Al fin había apagado aquella expresión de no haber cagado en días. Fue entonces cuando el rubio pudo ver cómo se servía carne y puré. A todo el mundo le gustaba la carne al parecer, menos a los vegetarianos que iban diciendo tener el mejor paladar del mundo. Alimentarse de lechuga no era sano y la prueba debía ser la rubia llamada Misa. Esa mujer que tenía el don del egocentrismo y pensaba que todos querían ligársela. Sin duda, se merecía un baño de agua congelada para relajarse con el ego o algún día moriría ahogada en él. Dejó de pensar en la niña pequeña y mostró una sonrisa de nuevo, pero esta vez algo más amplia. Se llevó a la boca un pedazo de carne de nuevo y después lo masticó con tranquilidad. Tenía cierta curiosidad por aquel joven ahora que sabía su nombre.
- Keith, como bien sabrás cada persona tiene una energía espiritual. Un color en sus auras de combate y algo que le define ¿Cuál es el tuyo?
Redfield no se refería a los poderes de las frutas, pero sí a las canalizaciones. Decidió mostrar cual era lo suya y entonces el rubio entrecerró los ojos. Activó su energía del estilo flujo, la cual le permitía dejar salir su poder del cuerpo. Una intensa aura verde le invadió totalmente y además parecían pequeños rayos de aquel color. Dicha electricidad no hacía nada, pero le daba un color interesante. Una vez la mostró de forma adecuada la anuló y después sonrió al mismo tiempo que miraba al marine.
- Mi color es el verde y parece que la electricidad su componente. Conozco a gente con color dorado y luz o rojo con fuego. Estas auras parecen solo salir en canalización, pero me parecen algo divertido.
Mencionó el luchador para después volver a comer un poco de su carne. El sabor continuaba siendo muy rico y que el joven estuviese con él, le hacía sentir un poco mejor. Trataba de sacar un buen tema de conversación sobre las técnicas especiales. No le molestaba mucho mostrar sus poderes a otros miembros de la justicia, pues todos eran compañeros. Debían colaborar para terminar con la maldad en el mundo y si todos se conocían podía ser muchísimo mejor. Era lo que pensaba el lobo gris.
- Keith, como bien sabrás cada persona tiene una energía espiritual. Un color en sus auras de combate y algo que le define ¿Cuál es el tuyo?
Redfield no se refería a los poderes de las frutas, pero sí a las canalizaciones. Decidió mostrar cual era lo suya y entonces el rubio entrecerró los ojos. Activó su energía del estilo flujo, la cual le permitía dejar salir su poder del cuerpo. Una intensa aura verde le invadió totalmente y además parecían pequeños rayos de aquel color. Dicha electricidad no hacía nada, pero le daba un color interesante. Una vez la mostró de forma adecuada la anuló y después sonrió al mismo tiempo que miraba al marine.
- Mi color es el verde y parece que la electricidad su componente. Conozco a gente con color dorado y luz o rojo con fuego. Estas auras parecen solo salir en canalización, pero me parecen algo divertido.
Mencionó el luchador para después volver a comer un poco de su carne. El sabor continuaba siendo muy rico y que el joven estuviese con él, le hacía sentir un poco mejor. Trataba de sacar un buen tema de conversación sobre las técnicas especiales. No le molestaba mucho mostrar sus poderes a otros miembros de la justicia, pues todos eran compañeros. Debían colaborar para terminar con la maldad en el mundo y si todos se conocían podía ser muchísimo mejor. Era lo que pensaba el lobo gris.
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Arqueé una ceja al escuchar las palabras y la pregunta de Taiga. No respondí inmediatamente, simplemente tomé otro bocado de carne e intenté ordenar mis ideas. Sabía de sobra acerca del tema de las canalizaciones, pero no tenía idea que las personas venían en distinto color. Pensaba que era un efecto que era similar en las personas, pero me equivoqué. Aquello era curioso, más considerando la nueva información que obtuve. ¿Algunos elementos estaban conectados con esas auras? No tenía idea acerca de eso. Creía que simplemente servían para potenciar el físico de una persona a niveles insospechados. Tampoco es como si prestara atención cada vez que uso eso. Mi atención esta más concentrada en acabar con el oponente que tenía en frente, que averiguar los efectos secundarios de mi técnica. Tomé otro sorbo del líquido y me acomodé en la silla. A continuación, me concentré por algunos momentos y un aura blanca rodeó mi cuerpo. Mi cabello grisáceo se tornó completamente de ese color, y mis ojos azules se volvieron de un color gris opaco.
– Como vez, mi color es el blanco. Al contrario tuyo, no tengo un elemento asociado a mis canalizaciones – le dije en uno tono calmado. Luego de probar mi punto, deshice la técnica y mi apariencia volvió a la normalidad. Fruncí el ceño un poco y me llevé una mano al mentón mientras pensaba en una cosa. No tenía idea si influía eso o no en mis canalizaciones, pero si mi sospechas eran ciertas, entonces tenía una vaga idea de cual era mi elemento. – Soy un dragón de plata, por lo que mi elemento puede que sea el hielo... Eso o simplemente soy defectuoso – le dije en un tono de broma.
No tenía problema alguno en decirle acerca de mi condición como usuario. Pese a que desconfiaba de la gente, consideraba que confiar ligeramente en un potencial aliado en el futuro sería sus beneficios. Puede que sea considerado como una forma de manipulación por los demás, pero yo lo veía más como una forma de obtener vínculos que me beneficiarían a mi y al contrario a la larga. Y hablando de frutas... Entrecerré los ojos y olisqueé otra vez el aire. Ya sabía que el rubio desprendía un olor familiar, pero solo ahora recordaba donde había olido algo similar. Sucedió con Slicerin la primera vez y, luego, con Hikaru. Lentamente me llevé otro bocado de carne a la boca y mastiqué con lentitud.
– Taiga-san, ¿es usted un usuario – le pregunté con curiosidad luego de tragar ese pedazo. Mientras esperaba que me respondiera, tomé otro sorbo del refresco y suspiré pesadamente. Estúpida inmunidad al frío.
– Como vez, mi color es el blanco. Al contrario tuyo, no tengo un elemento asociado a mis canalizaciones – le dije en uno tono calmado. Luego de probar mi punto, deshice la técnica y mi apariencia volvió a la normalidad. Fruncí el ceño un poco y me llevé una mano al mentón mientras pensaba en una cosa. No tenía idea si influía eso o no en mis canalizaciones, pero si mi sospechas eran ciertas, entonces tenía una vaga idea de cual era mi elemento. – Soy un dragón de plata, por lo que mi elemento puede que sea el hielo... Eso o simplemente soy defectuoso – le dije en un tono de broma.
No tenía problema alguno en decirle acerca de mi condición como usuario. Pese a que desconfiaba de la gente, consideraba que confiar ligeramente en un potencial aliado en el futuro sería sus beneficios. Puede que sea considerado como una forma de manipulación por los demás, pero yo lo veía más como una forma de obtener vínculos que me beneficiarían a mi y al contrario a la larga. Y hablando de frutas... Entrecerré los ojos y olisqueé otra vez el aire. Ya sabía que el rubio desprendía un olor familiar, pero solo ahora recordaba donde había olido algo similar. Sucedió con Slicerin la primera vez y, luego, con Hikaru. Lentamente me llevé otro bocado de carne a la boca y mastiqué con lentitud.
– Taiga-san, ¿es usted un usuario – le pregunté con curiosidad luego de tragar ese pedazo. Mientras esperaba que me respondiera, tomé otro sorbo del refresco y suspiré pesadamente. Estúpida inmunidad al frío.
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Taiga mostró una sonrisa cuando el chico dijo ser un dragón y además el mostró aquella aura. El frío no tendría que ver, pues las canalizaciones iban a parte del poder de una fruta, aunque este ayudase a hacer combinaciones mejores. El rubio tenía habilidades relacionadas con el combate físico a un nivel impresionante y por ello sus auras potenciaban mucho más aquellos poderes que ya tenía. Sabía muy bien lo que mejorar para ser un luchador completo y poderoso. No pudo evitar mostrar una sonrisa simple mientras continuaba observando al chico despacio. Sin duda ahora parecía mucho más amable que cuando lo vio por primera vez. El rollo de llanero solitario no le gustaba mucho ni en él ni en los demás. Todos debían divertirse y estar felices en compañía de los amigos y aliados. Era su forma de ver las cosas y no pensaba cambiarla nunca.
La siguiente pregunta del chico de cabellos plateados hizo al luchador alzar una ceja y después mostrar una sonrisa calmada. No se esperaba que le preguntase aquello, pero si era otro zoan, su olfato ya le habría dado una posible pista. El agente especial entonces se mantuvo callado unos momentos y estiró la mano cogiendo un poco más de carne. Se la llevó a la boca y después de unos instantes la masticó con una calma asombrosa. Disfrutó del sabor lo mejor posible y después se quedó mirando al chico. No tenía problema con contarle el poder que tenía aquella persona que le había caído de esa forma tan agradable. Entonces tosió un poco y después de unos momentos le mostró algo. Sus ojos pasaron de ser azules a cambiar unos leves momentos a un tono dorado intenso. Cuando pasaron unos segundos los volvió de nuevo a su color anterior y le respondió con tranquilidad.
- Soy Fenrir…
Si aquella persona tenía un mínimo de conocimientos sobre la leyenda del lobo del fin del mundo, sabría a quién se refería. Una vez dijo aquello soltó una pequeña carcajada y se llevó algo de arroz a la boca. El sabor continuaba siendo delicioso y eso no iba a cambiar en nada. Entones fue cuando el luchador se colocó en pie acariciando su estómago un poco y sintiéndose bien para continuar. Ahora realizaría otro tipo de misiones distintas, más cerca de la base para tener todo protegido. Debía preparar unas cosillas antes de empezar con la caza de Hinori y eso iba a ser complicado. Su plan ya estaba pensando y mejorar su “Soul North” era el primer paso a todo. Haría aquella habilidad una monstruosidad mayor a la que ya era. Debería pedirle a Castor entrenar un poco y de paso fijarse mejor en su estilo. El agente plateado apenas luchaba, era el tipo de personas que resolvía todo hablando o a tiros.
- ¿Me das un abrazo? – Le dijo el rubio con una sonrisa.
La siguiente pregunta del chico de cabellos plateados hizo al luchador alzar una ceja y después mostrar una sonrisa calmada. No se esperaba que le preguntase aquello, pero si era otro zoan, su olfato ya le habría dado una posible pista. El agente especial entonces se mantuvo callado unos momentos y estiró la mano cogiendo un poco más de carne. Se la llevó a la boca y después de unos instantes la masticó con una calma asombrosa. Disfrutó del sabor lo mejor posible y después se quedó mirando al chico. No tenía problema con contarle el poder que tenía aquella persona que le había caído de esa forma tan agradable. Entonces tosió un poco y después de unos momentos le mostró algo. Sus ojos pasaron de ser azules a cambiar unos leves momentos a un tono dorado intenso. Cuando pasaron unos segundos los volvió de nuevo a su color anterior y le respondió con tranquilidad.
- Soy Fenrir…
Si aquella persona tenía un mínimo de conocimientos sobre la leyenda del lobo del fin del mundo, sabría a quién se refería. Una vez dijo aquello soltó una pequeña carcajada y se llevó algo de arroz a la boca. El sabor continuaba siendo delicioso y eso no iba a cambiar en nada. Entones fue cuando el luchador se colocó en pie acariciando su estómago un poco y sintiéndose bien para continuar. Ahora realizaría otro tipo de misiones distintas, más cerca de la base para tener todo protegido. Debía preparar unas cosillas antes de empezar con la caza de Hinori y eso iba a ser complicado. Su plan ya estaba pensando y mejorar su “Soul North” era el primer paso a todo. Haría aquella habilidad una monstruosidad mayor a la que ya era. Debería pedirle a Castor entrenar un poco y de paso fijarse mejor en su estilo. El agente plateado apenas luchaba, era el tipo de personas que resolvía todo hablando o a tiros.
- ¿Me das un abrazo? – Le dijo el rubio con una sonrisa.
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Ladeé mi cabeza hacia un lado al ver como sus ojos tomaban un tono dorado, pero no dije nada. Al escuchar la repuesta del rubio, simplemente asentí lentamente. Fenrir... si, sabía acerca de su mito. A menudo, cuando era niño, solía leer todos los libros que habían en la biblioteca. Era un efecto secundario por no tener personas de mi edad con la que hablar. Solo tenía a mi madre y Alice, pero eso era muy distinto. Quería a mama y a mi hermana, pero a veces deseaba haber tenido a alguien con quien relacionarme cuando era niño. Sara fue una gran amiga, aunque deseara que hubiese sido más, pero cuando ella llego ya era demasiado tarde. Mamá había muerto y corté cualquier relación que podría haber tenido con mi hermana. Seguía sin entender como fue que Sara pudo atravesar mis barreras, pero no me molestaba. Fue una gran confidente, al fin y al cabo... hasta que ese bastardo hizo de las suyas. Mis ojos se ensombrecieron e inconscientemente descendí la temperatura a los niveles más críticos que podía de momento. Por suerte, pude darme cuenta a los segundos de lo que hacía, por lo que pude desactivar el poder antes que pudiese llenar de escarcha todo el comedor.
– Fenrir, ¿eh? Curiosa fruta, Taiga-san – le dije casualmente mientras masticaba otro pedazo de carne... mierda, endurecí todo con el frío que use anteriormente. Suspiré pesadamente y dejé el tenedor a un lado. Debía controlar mi temperamento fuera de los combates, de lo contrario la pasaría mal luego. Suspiré de forma pesada e intenté tomar de mi bebida... solo para ver que se había congelado. Una vena resaltaba en mi frente. Tuve que usar todo mi auto control para no empezar a destruir todo este lugar. Chasqueé mi lengua y dejé el vaso a un lado; no podría seguir comiendo y tomando en estas condiciones. Mi fruta era muy poderosa, pero tendía a descontrolar mis poderes cuando mi furia aumentaba.
En eso, oí la pregunta de Taiga. Parpadeé lentamente mientras intentaba procesar lo que dijo. ¿Un abrazo? ¿Pero por qué? No entendía nada de nada. Ni siquiera tenía idea a que vino eso. Acaso Taiga... ¿jugaba para el otro tipo? Si fuera así, no le iba a recriminar nada. Alice era bisexual orientada más a mujeres, por lo que sería hipócrita si me quejara de algo como eso. Sabía muy bien que todas las personas eran distintas, y que no todos tenían la orientación sexual. Yo era un orgullo heterosexual, pero eso fue culpa más de como fui criado. Crecer con tres mujeres hizo que adquiriera un gusto sano por el sexo opuesto, al fin y al cabo.
– Seguro... – le respondí, aún sintiendo confusión. De todas formas, no perdía nada con eso.
– Fenrir, ¿eh? Curiosa fruta, Taiga-san – le dije casualmente mientras masticaba otro pedazo de carne... mierda, endurecí todo con el frío que use anteriormente. Suspiré pesadamente y dejé el tenedor a un lado. Debía controlar mi temperamento fuera de los combates, de lo contrario la pasaría mal luego. Suspiré de forma pesada e intenté tomar de mi bebida... solo para ver que se había congelado. Una vena resaltaba en mi frente. Tuve que usar todo mi auto control para no empezar a destruir todo este lugar. Chasqueé mi lengua y dejé el vaso a un lado; no podría seguir comiendo y tomando en estas condiciones. Mi fruta era muy poderosa, pero tendía a descontrolar mis poderes cuando mi furia aumentaba.
En eso, oí la pregunta de Taiga. Parpadeé lentamente mientras intentaba procesar lo que dijo. ¿Un abrazo? ¿Pero por qué? No entendía nada de nada. Ni siquiera tenía idea a que vino eso. Acaso Taiga... ¿jugaba para el otro tipo? Si fuera así, no le iba a recriminar nada. Alice era bisexual orientada más a mujeres, por lo que sería hipócrita si me quejara de algo como eso. Sabía muy bien que todas las personas eran distintas, y que no todos tenían la orientación sexual. Yo era un orgullo heterosexual, pero eso fue culpa más de como fui criado. Crecer con tres mujeres hizo que adquiriera un gusto sano por el sexo opuesto, al fin y al cabo.
– Seguro... – le respondí, aún sintiendo confusión. De todas formas, no perdía nada con eso.
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El lobo hizo un amago de abrazarse así mismo cuando la temperatura bajó de aquella forma tan enorme en aquel sitio. Incluso las bebidas se habían congelado y el arroz puesto demasiado duro para el gusto del luchador. La verdad, supo que su colega tenía algo que ver. A lo mejor fue una demostración de su poder o lo hizo sin querer. Fuese lo que fuese, el luchador rubio no pudo evitar soltar un pequeño suspiro. La verdad es que el frío era algo que adoraba al ser del Norte y además su pelaje le protegía mucho de él, por lo que estaba orgulloso de disponer de aquel precioso poder. Lo siguiente que hizo fue mirarle fijamente a los ojos con una expresión calmada en todo momento. Estuvo a punto de decir algo, pero después de unos instantes pensó que lo mejor sería no hacerlo.
Entonces abrazó al joven con fuerza, pero usando la justa para no hacerle daño. La verdad es que le había caído muy bien y un abrazo no hacía daño a nadie. Después de unos momentos se separó de él y le dedicó una sonrisa calmada. A continuación se dio la vuelta estirando la mano hacia arriba y diciéndole adiós. Era el momento de largarse de aquel sitio de una vez por todas. Tenía que continuar con sus cosas para continuar ganando dinero. Soltó un enorme suspiro de nuevo seguido de un bostezo y entonces se estiró a un lado. Ya conocía a otro usuario de las frutas mitológicas. Un marine en ese caso, pero diferente a la pija de Misa. Mostró una sonrisa amable al ver que no todo estaba perdido en la cara pública del gobierno.
- Nos vemos, compañero…
Mencionó para después desaparecer literalmente de la sala. Su velocidad era tan ridícula que podía desplazarse así y los demás apenas podían seguirlo con la mirada. En poco tiempo estaba en los cielos, sobre el barco marine y usando el geppou para volar a una dirección en concreto. Era impresionante en lo rápido que cambiaba de opinión. Lo siguiente que hizo fue sacar su comunicador y llamar al número de su superior. Debía largarse cuanto antes a su siguiente objetivo y eso era algo que tenía muy claro.
- Estoy volviendo a la base, no tardaré más de un día en llegar. Cuando esté allí quiero una misión más complicada, necesito desconectar. – Dijo con una sonrisa en su rostro en todo momento.
Entonces abrazó al joven con fuerza, pero usando la justa para no hacerle daño. La verdad es que le había caído muy bien y un abrazo no hacía daño a nadie. Después de unos momentos se separó de él y le dedicó una sonrisa calmada. A continuación se dio la vuelta estirando la mano hacia arriba y diciéndole adiós. Era el momento de largarse de aquel sitio de una vez por todas. Tenía que continuar con sus cosas para continuar ganando dinero. Soltó un enorme suspiro de nuevo seguido de un bostezo y entonces se estiró a un lado. Ya conocía a otro usuario de las frutas mitológicas. Un marine en ese caso, pero diferente a la pija de Misa. Mostró una sonrisa amable al ver que no todo estaba perdido en la cara pública del gobierno.
- Nos vemos, compañero…
Mencionó para después desaparecer literalmente de la sala. Su velocidad era tan ridícula que podía desplazarse así y los demás apenas podían seguirlo con la mirada. En poco tiempo estaba en los cielos, sobre el barco marine y usando el geppou para volar a una dirección en concreto. Era impresionante en lo rápido que cambiaba de opinión. Lo siguiente que hizo fue sacar su comunicador y llamar al número de su superior. Debía largarse cuanto antes a su siguiente objetivo y eso era algo que tenía muy claro.
- Estoy volviendo a la base, no tardaré más de un día en llegar. Cuando esté allí quiero una misión más complicada, necesito desconectar. – Dijo con una sonrisa en su rostro en todo momento.
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Me tensé cuando Taiga me abrazó. Mi primero impulso fue el de liberarme y golpear con todas mis fuerzas el rostro del agente, pero pude contenerme a tiempo. Años de abusos constantes por parte de mi padre, hicieron que sintiera algo de repulsión hacia el contacto masculino fuera de un combate. No es que me gustase sentirme así, simplemente era algo que se encontraba programado dentro de mi ser. El no haber tenido un amigo del mismo sexo durante mi infancia, también influyó en mi forma de comportarme. Simplemente dejé que el rubio terminase de abrazarme, sin devolvérselo. No me sentía cómodo en esa posición, pero tampoco podía rechazar ese gesto. Solo quedaba dejarme ser y esperar que Taiga se separa. Al cabo de unos segundos, el lobo lo hizo y tuve que contener un suspiro. Casi me dio un ataque haber estado durante tan tiempo en esa posición. Tosí un poco y miré fijamente a Taiga mientras escuchaba sus palabras.
– Buen viaje, Taiga-san – le dije mientras sonreía levemente y le hacía una ceña con la mano.
Observé como el agente volaba a grandes velocidades y no pude evitar silbar con admiración; aquello si era rapidez. Sabía muy bien que el dragón plateado podía desarrollar una velocidad increíble mientras volaba, pero eso era algo que podría adquirirse mucho tiempo después. Según Argentum, no era algo que se conseguía con la asimilación. Si quería conseguirlo, debía entrenarlo como gente normal. Aquello estaba bien, puesto que no me agradaba cuando me regalaban las cosas en bandeja. Eso me hacía recordar la forma de comportarse de los nobles, por lo que no podía aceptarlo.
– También se le llama orgullo, Keith – mencionó Argentum.
Rodé mis ojos y suspiré, sin siquiera responder a eso. El jodido dragón podía escuchar mis pensamientos, así que no había necesidad alguna. Bufó de forma molesta y salió a cubierta. Seguía lloviendo, y cerré mis ojos al sentir las gotas de agua caer sobre mi rostro. Si, realmente me agradaban los climas como esto. Sonreí ampliamente y entré al interior del barco nuevamente. Empezaban a oírse ruidos en la planta baja, por lo que eso quería decir que los criminales estaban despiertos y armando un escándalo. Era hora de demostrarles quien mandaba y decirles donde pasarían el resto de sus días.
– Buen viaje, Taiga-san – le dije mientras sonreía levemente y le hacía una ceña con la mano.
Observé como el agente volaba a grandes velocidades y no pude evitar silbar con admiración; aquello si era rapidez. Sabía muy bien que el dragón plateado podía desarrollar una velocidad increíble mientras volaba, pero eso era algo que podría adquirirse mucho tiempo después. Según Argentum, no era algo que se conseguía con la asimilación. Si quería conseguirlo, debía entrenarlo como gente normal. Aquello estaba bien, puesto que no me agradaba cuando me regalaban las cosas en bandeja. Eso me hacía recordar la forma de comportarse de los nobles, por lo que no podía aceptarlo.
– También se le llama orgullo, Keith – mencionó Argentum.
Rodé mis ojos y suspiré, sin siquiera responder a eso. El jodido dragón podía escuchar mis pensamientos, así que no había necesidad alguna. Bufó de forma molesta y salió a cubierta. Seguía lloviendo, y cerré mis ojos al sentir las gotas de agua caer sobre mi rostro. Si, realmente me agradaban los climas como esto. Sonreí ampliamente y entré al interior del barco nuevamente. Empezaban a oírse ruidos en la planta baja, por lo que eso quería decir que los criminales estaban despiertos y armando un escándalo. Era hora de demostrarles quien mandaba y decirles donde pasarían el resto de sus días.
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