De paseo por la ciudad del agua.[Privado/Pasado] (Aura-Difter-Iro-Gargaroth)

Hacía ya un tiempo que había salido de su isla, y la libertad que estaba sintiendo Aura desde entonces no la cambiaría por nada en el mundo. Estaba conociendo nuevos lugares impresionantes, y personas maravillosas, y de todos aprendía algo nuevo. Había despertado en ella un gran interés por la fabricación de armas, y había oído que en los astilleros de Water Seven se fabricaban, entre otras cosas, unas armas de fuego envidiables, por lo que ella esperaba poder aprender cómo se hacían y ver si eso se podía aplicar a más cosas aparte de a barcos. Eso era si la dejaban entrar a curiosear en los astilleros, claro.

Pero cuando vio todos los canales, tuvo que aguantar las ganas de tirarse de cabeza al agua y comenzar a nadar. Quería ir directa a los astilleros, pero pensándolo bien, la ciudad era enorme y los astilleros no se iban a mover de su sitio, por lo que optó por darse una vuelta por toda la isla y disfrutar de la cultura local.

Había estado todo el día deambulando por la ciudad, y no podía más con su cuerpo, por lo que decidió buscar algún sitio para comer y pasar la noche, y ya al día siguiente vería los astilleros. Y eso fue lo que hizo, encontró un hostal barato en el que servían muy buena comida, y se sentó en una mesa y pidió comida hasta reventar, acompañada con una enorme jarra de cerveza.

Hace unos cuantos días ya que estaba en barco, el movimiento de las olas me parecía bastante divertido y me ayudaba a dormir, como si de una nana se tratase. Esta vez mi destino era Water Seven una isla en la que el agua parece ser su principal característica, cosa que por culpa de mi akuma no podría disfrutar, pero que me parecía bonita de igual manera. El barco por fin llegaba a puerto, es hora de buscar algún sitio donde comer y dormir, ya que estaba pasando unas vacaciones, era el único motivo que me llevaba allí.

Anduve por las calles durante un buen rato, con una chaqueta verde, camiseta azul con una raya blanca grande en medio, unos pantalones cortos y unas zapatillas deportivas, algo muy casual.

Seguí andando por la calle hasta que encontré un sitio bastante barato y que prometían comida bastante buena, así que ¿por que no ir a comer?

Entré y ne di una buena comilona con unos refrescos, algo que después de tantos días en un barco comiendo la comida que había en el, parecía un manjar de dioses.

Water Seven... Conocido por los artesanos de buques... Seguro que allí había montones de barcos que podría robar. Estaba un poco harto de depender del barco de prestado de su colega semigigante, quería la libertad de poder desplazarse con calma y hacer lo que le viniera en gana. Desembarcó y se despidió de su amigo, por lo que parecía, iba a esperarle en el puerto fichando algún barco que les pudiera servir y no les quedara pequeño, claro. Iban a ir a buscar el otro barco a ese mismo puerto por lo que no había problema ninguno. Entre tanto, Jack decidió entrar al primer sitio donde se le ocurrió que quizás venderían cerveza. Hacía tanto que no bebía una cerveza fría que creía que lloraría al probarla.

Se acercó a la barra con calma y agachándose para estar a la altura del camarero le murmuró con aspereza -Una jarra a mi medida jefe -Posando unas monedas en el mostrador y encendiéndose un cigarro. Llevaba una camiseta sin mangas blanca, atada al torso por el abdomen con una soga de barco, unos pantalones de cuero negros con montones de correas atadas entre ellos y unas botas con punta de acero en sus pies. Pero lo que más resaltaba del semigigante era su pintoresco y extraño tatuaje del brazo derecho... Formas y líneas aparentemente sin sentido para cualquiera que no conociera su historia, de hecho, muchos de los trazos eran un gran misterio incluso para él.

Tomó la jarra una vez la sirvieron haciendo chocar los nudillos de sus mitones con el metal del borde metálico del barril que le habían servido, al fin y al cabo, una jarra normal se parecía mas a un chupito que a una jarra, dado su tamaño. Alzó la vista y distinguió a una chica que comía vorazmente. En realidad envidiaba a esa gente con tantísimo apetito, y mucho mas con todo ese hueco en el estómago, dudaba sinceramente poder comer él todo lo que le estaba viendo engulllir a esa chica, giró la cabeza y vió entrar a otro hombre con semblante serio que se chocaba con un niño, o eso parecía.

-No está mal la fauna de este lugar -Pensó.

Mientras disfrutaba de su comida, Aura se fijó en tres tipos que entraron un rato después que ella al bar: un muchacho que por su aspecto debía ser dos o tres años más joven que la chica. Se veía bastante alto, y tenía un pelo verde que lo hacía destacar entre la multitud. Tras él entró un hombre de unos treinta años aproximadamente, pálido, de pelo negro, y también vestido de negro. Eso, sumado a unas gafas de sol que llevaba colgadas al cuello de la camisa con motivos esqueléticos, hacía que el hombre le recordase a un muerto, lo cual la perturbaba bastante. El cadavérico sujeto en cuestión chocó con el muchacho que había entrado justo antes que él, y a Aura le pareció escuchar que se quejaba de la juventud, con lo que no pudo evitar que se le escapara una risilla por lo bajo, pues con esa frase el tipo parecía haber ganado como cuarenta años más por un momento. El último en entrar fue un hombre altísimo, demasiado para ser un simple humano, por lo que supuso que debía ser un semigigante. Era muy moreno, y parecía fuerte, tenía un extraño entramado de líneas tatuadas a lo largo de su brazo derecho, el pelo canoso y una gran cicatriz en forma de “X” que iba por toda su frente hasta sus ojos. El tipo ciertamente imponía, y Aura se percató de que se jactaba de ello.

Aura se estaba levantando de su mesa para salir del bar a dar otra vuelta cuando vio entrar a un cuarto personaje, del cual no se podía ver nada pues el tipo iba cubierto de pies a cabeza con una capa y una capucha de un tono gris, casi negro. Vio que estaban empapadas, y entonces se dio cuenta de que fuera se escuchaba una tormenta. En ese momento se alegró de haber reservado habitación allí, pero esperaba que para la mañana siguiente la tormenta hubiese pasado para poder ir a los astilleros.

-Disculpe señor, culpa mía, sonreí un poco avergonzado. Cuando me puse a mirarle la verdad es que daba bastante miedo, iba casi completamente de negro y con unas gafas de sol colgadas al cuello, cosa que le hacía parecer como un guardaespaldas. Pude oírle mascullar algo sobre la juventud, lo cual me hizo bastante gracia, aunque me la guardé dentro y preferí mantenerme normal.

Poco después un hombre gigante, probablemente un semigigante por su altura, entró por una puerta y se puso a devorar barriles de cerveza como si de vasos de agua se tratasen. Era alguien bastante moreno, con una gran X en forma de cicatriz en su cara, ciertamente imponía respeto. Me dispuse a acercarme a la barra y pedí un refresco, lo suficiente para calmar mi sed. ''Bueno, vamos a explorar este sitio antes de que anochezca''. Justo después, entró un hombre totalmente cubierto por la lluvia, y efectivamente, había una tormenta bastante grande. Suspiré, ''Bueno, supongo que no me queda mas remedio que instalarme aquí. En fin, hablaré con el encargado''. Agarré el refresco con mi mano derecha, me levanté del taburete y fui a hablar con el casero, el cual estaba cerca de unas escaleras que subían a la zona  superior donde supongo que estarían las habitaciones. El hombre me alquiló una habitación por unos 200 berries, un precio que no estaba bastante mal la verdad. Tomé la llave y me subí, no sin antes girarme a ver el comedor con la gente tan extraña que había por allí. ''Un señor que da mal rollo, un semigigante y una guapa pelirroja, menuda clase de gente que junta por aquí'' Solté una risa para mi mismo, ya que me parecía bastante divertido haber visto todos los platos que tenía la pelirroja, ni el semigigante podría comer tanto.

Se oían truenos de vez en cuando fuera, evidentemente estaba cayendo una gran tormenta, la prueba estaba en el ultimo personaje que entró en la taberna, que estaba empapado por la lluvia. No le hizo demasiado caso, al fin y al cabo le daba igual, solo era agua, no le importaba mojarse. Alzó la vista y volvió a posar su mirada en la chica que comía con tantas ganas, realmente era guapa, pero tenía un gran problema, el gran problema que tenían casi todas las mujeres del mundo para Jack y la razón por la cual el semigigante habia sido, era y sería soltero siempre: demasiado pequeña... No en edad, pues esta la desconocía, sino en tamaño. Realmente no es fácil encontrar a una mujer de seis metros...

Tiró la colilla del cigarro al suelo y la pisó con fuerza sin dejar de mirar a la chica, realmente, tampoco había nada mejor en lo que entretenerse. Otro trago de cerveza, este había sabido realmente amargo, mucho más que el resto de los que había dado... Tanto fumar le estaba destrozando la lengua y el sentido del gusto, llevaba ya unas semanas que apenas podía saborear la comida, y eso le preocupaba bastante, comer siempre ha sido un placer y no debería dejar de serlo.

Junto con la fuerte lluvia y los truenos, empezaron a escucharse gritos en la calle, una voz muy aguda posiblemente de una chica adolescente, como si la estuvieran golpeando, asustando o alguien la intimidara de alguna forma. Todo quedaba a la imaginacion, pues habia una pared de por medio y nada se podía ver desde allí.

Offrol: Ya que no contesta Iro salto su turno

Se había movido a la barra para beber algo, y le parecía que había un par de ojos clavados en ella desde hacía un rato. Cuando se dio la vuelta para echar una ojeada al resto del bar, descubrió que los ojos eran del semigigante que había entrado un rato antes. Alzó las cejas y estuvo a punto de preguntarle si tenía monos en la cara o algo por el estilo, pero estaba en la otra punta de la barra, y a ella le daba demasiada pereza levantarse sólo para eso, así que optó por quedarse cómodamente sentada y seguir bebiendo tranquilamente. En esas estaba cuando escuchó un fuerte grito de mujer proveniente de la calle. Todos los presentes hicieron silencio en el acto, seguramente para ver si podían oír algo más, pero no se escuchaban más voces, solamente los gritos y la lluvia. Parecía como si le estuviesen dando una paliza a la pobre chica.

No se lo pensó dos veces. Salió corriendo y se fue tan rápido como pudo en la dirección de la que provenían los gritos, mientras pensaba en cuánto le gustaría haber tenido un paraguas o algo a mano. No la había visto al salir debido a la lluvia y a que las luces de la calle estaban apagadas, pero a unos cincuenta metros de la puerta se encontraba una chica de unos trece o catorce años, sentada en medio de la calle, llorando desconsoladamente y con la cara ensangrentada y con varios moratones. Aura miró a su alrededor y divisó a una figura corriendo, adentrándose en la ciudad. Supuso que era el atacante, y le habría gustado perseguirlo, pero estaba muy lejos y no quería dejar a la chica sola tanto tiempo en el estado en que se encontraba.

-Tranquilízate, ¿vale? Hay una taberna aquí al lado. te voy a llevar ahí para ver si alguien te puede curar, y si no, te voy a secar un poco y a limpiar las heridas y voy a buscar a alguien que te pueda tratar. ¿De acuerdo?-Le dijo, arrodillándose junto a ella. La niña no respondió; se limitó a seguir llorando.

Aura la cogió a cuestas y la llevó a la taberna, de la que habían salido unas cuantas personas por el jaleo que se había montado. Cuando entró, sentó a la niña, que estaba medio desmayada, en la silla más cercana. Para cuando quiso darse la vuelta para preguntar si alguien se podía ocupar de sus heridas, había una multitud alrededor de la chica.

-Dejad espacio, que la pobre está bastante mareada ya y necesita respirar.-dijo estirando los brazos para que hiciesen espacio alrededor de ellas-¿Hay alguien aquí que sea médico?

Mi habitación era bastante decente la verdad, una cama, una cómoda y una ventana con vistes a la calle. Dejé mi mochila encima de la cama y me tumbé un rato junto a ella ''Estoy molido'', pensé mientras escuchaba las gotas golpear mi ventana. Los ojos me pesaban como plomo (bastante acertado dado que soy de plomo) y comencé a caer en un sueño... Hasta que de golpe un grito interrumpió la tranquilidad de las gotas de agua, seguido de un llanto. Acto reflejo bajé corriendo las escaleras y cuando llegué abajo vi a la mujer pelirroja con una niña bastante joven llorando desconsoladamente.

-¿Que le ha pasado? Pregunté a la pelirroja. La niña estaba ensangrentada y llena de moratones, cualquier persona capaz de hacer esto debería sufrir algo peor que la muerte... Aunque ya poco se le puede hacer la verdad.

La gente la rodeaba en circulo a una distancia prudente mientras la pelirroja llamaba por algún médico en la sala, tenía el corazón en un puño y estaba nervioso por el bienestar de la chiquilla pero todo lo que podía hacer era mirar y esperar que todo saliera bien.