Alexandr LaCroux
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Aquel día el cielo se encontraba tapado por una fina capa de nubes grises y amenazaba con llover. Las calles aún estaban húmedas de la última vez que llovió en esa ciudad, que probablemente era hacía algún par de horas. Estaba situado en a la entrada de la plaza mayor, donde hace siglos, se dice que ejecutaron al Rey de los piratas. Aun así, no había perdido la esperanza de encontrar seres tan repugnantes como lo son los humanos, a los que sacrificar por una buena causa. Ese día se había traído de caza a su nuevo amigo, el Señor Lopes, y a un humano que había conocido algún tiempo atrás y del que pensaba que podría sacar cosas buenas.
- - Mira, Sr Lopes, cuanta miseria, cuanta demacración, cuanto egoísmo… - dijo el ángel, con la voz aguda, similar a cuando uno habla con un bebé – Pero mira qué bonito que eres, Sr Lopes… Siii, eres muuuy bonito. – Susurraba, mientras acariciaba poco a poco a ese conejito blanco que había crecido considerablemente desde la primera vez que se lo encontró, abandonado en una cajita en medio de un parque. – Y algún día… ¡Todos estos sucios humanos te pertenecerán! Escúchame bien, Elisian – dijo, ahora refiriéndose al humano que tenía a su lado. – Este mundo está corrompido y te voy a mostrar exactamente porqué. ¡Te voy a mostrar la débil voluntad de hacer el bien de aquellos a los que llamáis pobres, y la facilidad que tiene el ser humano, una especie impura donde las haya, para caer en los vicios, en el desagrado y en la miseria, dependiendo siempre de la caridad de almas tan solidarias como la mía! Mátalos a todos. Estas sucias ratas de alcantarilla no merecen respirar el mismo aire que yo. Todo a su tiempo, LeRoi… Todo a su tiempo…
El ángel estaba realmente entusiasmado. Se había traído a ese joven humano con él pues pensaba que quizás así entendería porque los skypieans son superiores a su raza. Parecía que ese chico, aunque fuese un gusano, era diferente a los demás y, según su punto de vista, era intelectualmente superior al ser capaz de detectar las obvias limitaciones de la raza humana y los defectos que esta tenía. Quizás en un futuro pudiese servirle como aprendiz.
- - Mira, Sr Lopes, cuanta miseria, cuanta demacración, cuanto egoísmo… - dijo el ángel, con la voz aguda, similar a cuando uno habla con un bebé – Pero mira qué bonito que eres, Sr Lopes… Siii, eres muuuy bonito. – Susurraba, mientras acariciaba poco a poco a ese conejito blanco que había crecido considerablemente desde la primera vez que se lo encontró, abandonado en una cajita en medio de un parque. – Y algún día… ¡Todos estos sucios humanos te pertenecerán! Escúchame bien, Elisian – dijo, ahora refiriéndose al humano que tenía a su lado. – Este mundo está corrompido y te voy a mostrar exactamente porqué. ¡Te voy a mostrar la débil voluntad de hacer el bien de aquellos a los que llamáis pobres, y la facilidad que tiene el ser humano, una especie impura donde las haya, para caer en los vicios, en el desagrado y en la miseria, dependiendo siempre de la caridad de almas tan solidarias como la mía! Mátalos a todos. Estas sucias ratas de alcantarilla no merecen respirar el mismo aire que yo. Todo a su tiempo, LeRoi… Todo a su tiempo…
El ángel estaba realmente entusiasmado. Se había traído a ese joven humano con él pues pensaba que quizás así entendería porque los skypieans son superiores a su raza. Parecía que ese chico, aunque fuese un gusano, era diferente a los demás y, según su punto de vista, era intelectualmente superior al ser capaz de detectar las obvias limitaciones de la raza humana y los defectos que esta tenía. Quizás en un futuro pudiese servirle como aprendiz.
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Estaba en casa aburrido esperando algún caso que resolver cuando una inesperada visita me sorprendió, era Alexandr LaCroux, un psicópata pirado con ciertas dosis de razón que conocí en un puesto de ramen una noche lluviosa. Me propuso ir de "caza" en Loguetown, matar humanos para pasar el tiempo y mostrarme en vivo la decadencia moral de la raza humana. Pobre iluso, no sé que vio en mi para no odiarme como a los demás humanos, pero tiene cierta gracia la personalidad de éste individuo, así que no me molestaba en abundancia. Parecía entusiasmado para aquel plan, sobretodo porque traía consigo a un compañero nuevo, el Señor Lopes, una especie de conejo pequeñito y adorable. Al final lo acompañé, no para ir a matar humanos, más bien para controlar que no cometiera ningún homicidio. No me gustaría que encerraran a Alex todavía.
Llegamos a Loguetown y fuimos a la plaza más grande de la ciudad, al acecho de algún criminal al que increpar. Siendo sincero me gustó más la sensación de ser yo quien iba en busca de crímenes que no estar en la oficina aburrido esperando a que me llegara algún caso. Alex estaba con lo suyo hablándole al conejo como si fuera un rechoncho bebé. No tardó en soltar uno de sus discursos oratorios. Me soltó una plática con la intención de enseñarme como de corrompido estaba el mundo, viendo de primera mano como se cometían desfachateces y actos inhumanos. "Será bobo, soy detective, he visto más variedad de asesinatos de los que nunca verá él, pero bueno, síguele el rollo y mantenlo calmado" -Pensé.
Llegamos a Loguetown y fuimos a la plaza más grande de la ciudad, al acecho de algún criminal al que increpar. Siendo sincero me gustó más la sensación de ser yo quien iba en busca de crímenes que no estar en la oficina aburrido esperando a que me llegara algún caso. Alex estaba con lo suyo hablándole al conejo como si fuera un rechoncho bebé. No tardó en soltar uno de sus discursos oratorios. Me soltó una plática con la intención de enseñarme como de corrompido estaba el mundo, viendo de primera mano como se cometían desfachateces y actos inhumanos. "Será bobo, soy detective, he visto más variedad de asesinatos de los que nunca verá él, pero bueno, síguele el rollo y mantenlo calmado" -Pensé.
-De acuerdo, Alex, pero déjame buscar a mi, tengo olfato para fechorías. -Dije.
Lo llevé hacia una zona de casas abandonadas, ya que normalmente están llenas de ocupas sin norte que trafican con todo tipo de drogas.
-Ves, Alex, toda ésta gente está esperando como agua de mayo que les des un nuevo enfoque sobre el mundo, que se enteren de lo chusma de son. Hazme un favor, ábreles los ojos. Pero, eh, te conozco, sé un poco comprensible de momento.
Cómo lo vi tan decidido en matar a alguien cuando me vino a buscar a casa, me ofrecí para aguantar su conejo mientras iba a charlar con esos vagabundos. Y, a lo mejor, cuidando a su mejor amigo me ganaba un poco más su confianza.
-Eso, Alex, permíteme custodiar al Señor Lopes, sería una desgracia que alguno de aquellos insensibles le hiciera algo.
Alexandr LaCroux
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A ver, hay que reconocer que es divertido ir con otra gente de vez en cuando, aunque sean simples humanos. Al menos eso es lo que pensaba Alexandr. LeRoi estaba un poco más en desacuerdo con esta premisa, pero como el que controlaba el cuerpo era el primero, esto es lo que había. Su acompañante tomó la iniciativa y los condujo a ambos hacia unos callejones que daban a una especie de casa donde por lo visto había muchos consumidores de drogas, delincuentes y demás chusma que merecía ser eliminada de la faz de la tierra. Sutilmente le retó a que les enseñase a esos sucios gusanos a abrir los ojos y a darse cuenta de lo patéticos que eran. Quizás el humano lo dijo metafóricamente, lo de abrirles los ojos, pero probablemente no tuvo en cuenta que estaba hablando con un ser exageradamente psicótico. Así pues, Alexandr se adelantó un par de pasos, tras dejar con mucho cuidado al Sr Lopes en manos de ese humano. Estaba claro que cuando llegasen de vuelta al hostal le daría un buen baño para que se le quitasen los piojos que Elisian le pudiese contagiar.
- - Como le pase algo te arranco los cojones y te los hago comer. – comentó LeRoi, mirando seriamente a su acompañante, para después darse la vuelta y dirigirse a tres hombres que estaban sentados fuera de un apartamento y que hacía rato que le miraban de forma sospechosa - ¡Acérquense, damas y caballeros! ¡Acérquense porque están a punto de presenciar un acontecimiento que cambiará el rumbo de sus vidas! ¡Me presento, soy Alexandr LeRoi LaCroux, el noble entre los Ángeles, portador del legado LaCroux, domador de dragones, el sangre azul y el libertador! – los tres mendigos se levantaron del suelo y se acercaron poco a poco al ángel, quizás con malas intenciones. Un par de personas salieron de dentro de la casa y se apoyaron a la pared para curiosear que se traía entre manos el loco. - ¡Hoy vamos a dar una clase de anatomía y economía básica! ¡Se va a llamar, la Clase de Anocomía! ¿O sería mejor Ecotomía? – se cuestionó en voz baja – ¡Da igual! ¡Quién de ustedes quiere este billete! – gritó, mientras sacaba un billete de su bolsillo y lo mostraba en el aire. Un par de mendigos respondieron afirmativamente. - ¿Antes de nada… Os consideráis dignos de este billete? ¿Considerais que sois lo suficientemente buenas personas para que os dé el billete?
- - ¡Sí! – contestó uno.
- - ¿Y si te pidiese que le pegases una coz a tu amigo para obtener el billete lo harías?
- - ¡Sin dudarlo!
- - ¿Y si te diese cien billetes como este, le pegarías una paliza a tu amigo?
- - Ehm… supongo que sí.
- - Ahá. ¡Señoras y señores, ha quedado demostrado que el dinero corrompe al ser humano! ¡Hasta aquí la clase de economía!
- - ¿Y la de anatomía?
- - ¡Oh, buena pregunta! La de anatomía es esta. – dijo con un tono seco. Entonces sin mediar palabra se abalanzó sobre el hombre que había respondido a sus preguntas y sin que este pudiese reaccionar, el ángel le golpeó con fuerza los ojos, agarrándoselos y, tras tirar fuerte de él, se los arrancó. El hombre cayó al suelo entre gritos de dolor y un reguero de sangre y ante la incrédula mirada de sus amigos y resto de mendigos. – Bueno, esto son dos ojos – dijo, mostrando las órbitas recién extraídas en sus manos – y esto es un cadáver. ¡Y aquí termina la clase de Anocomía de hoy!
- - Como le pase algo te arranco los cojones y te los hago comer. – comentó LeRoi, mirando seriamente a su acompañante, para después darse la vuelta y dirigirse a tres hombres que estaban sentados fuera de un apartamento y que hacía rato que le miraban de forma sospechosa - ¡Acérquense, damas y caballeros! ¡Acérquense porque están a punto de presenciar un acontecimiento que cambiará el rumbo de sus vidas! ¡Me presento, soy Alexandr LeRoi LaCroux, el noble entre los Ángeles, portador del legado LaCroux, domador de dragones, el sangre azul y el libertador! – los tres mendigos se levantaron del suelo y se acercaron poco a poco al ángel, quizás con malas intenciones. Un par de personas salieron de dentro de la casa y se apoyaron a la pared para curiosear que se traía entre manos el loco. - ¡Hoy vamos a dar una clase de anatomía y economía básica! ¡Se va a llamar, la Clase de Anocomía! ¿O sería mejor Ecotomía? – se cuestionó en voz baja – ¡Da igual! ¡Quién de ustedes quiere este billete! – gritó, mientras sacaba un billete de su bolsillo y lo mostraba en el aire. Un par de mendigos respondieron afirmativamente. - ¿Antes de nada… Os consideráis dignos de este billete? ¿Considerais que sois lo suficientemente buenas personas para que os dé el billete?
- - ¡Sí! – contestó uno.
- - ¿Y si te pidiese que le pegases una coz a tu amigo para obtener el billete lo harías?
- - ¡Sin dudarlo!
- - ¿Y si te diese cien billetes como este, le pegarías una paliza a tu amigo?
- - Ehm… supongo que sí.
- - Ahá. ¡Señoras y señores, ha quedado demostrado que el dinero corrompe al ser humano! ¡Hasta aquí la clase de economía!
- - ¿Y la de anatomía?
- - ¡Oh, buena pregunta! La de anatomía es esta. – dijo con un tono seco. Entonces sin mediar palabra se abalanzó sobre el hombre que había respondido a sus preguntas y sin que este pudiese reaccionar, el ángel le golpeó con fuerza los ojos, agarrándoselos y, tras tirar fuerte de él, se los arrancó. El hombre cayó al suelo entre gritos de dolor y un reguero de sangre y ante la incrédula mirada de sus amigos y resto de mendigos. – Bueno, esto son dos ojos – dijo, mostrando las órbitas recién extraídas en sus manos – y esto es un cadáver. ¡Y aquí termina la clase de Anocomía de hoy!
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Me extrañó que me dejara cuidar de su conejo, me sentí a gusto viendo como un extremista tan selectivo como él confiaba en mi. Mi intención era dirigir a Alexandr por el camino de la cultura y educación, para tener un compañero digno que me ayudara a lograr mi sueño. "A ver como me sorprende ahora convenciendo a éstos yonkis" -Pensé. Alex empezó a soltar a viva voz uno de sus discursos elocuentes, me parecía bien, pues en el peor de los casos ya habría matado a alguno. Pero, cómo no, la cosa se torció: luego de presentar una curiosa idea sobre economía y anatomía, el muy bruto se abalanzó sobre un indigente de esos y le arrancó los ojos.
Me tapé la cara con el palmo de mi mano derecho e hice un gesto de negación con la cabeza. -¡ALEX, ALEX! -Le grité para llamarle la atención y no hiciera nada similar con los otros mendigos. Tenia que calmar a ése loco, peor no podía hacerlo con los puños, pues perdería su amistad (a parte que vete tú a saber si el muy bastardo me asesinaría o algo). -¡ALEX, ESCÚCHAME, TENGO EN MIS MANOS A EL SEÑOR LOPES! ¿ERES CONSCIENTE, VERDAD? SI NO PARAS DE ASESINAR BRUTALMENTE A ÉSTA GENTE, DESPÍDETE DE TU CONEJITO. -Era un plan inteligente, sabía que no lo convencería de ninguna otra manera. Es curioso eh, hasta el más psicópata de los psicópatas tiene debilidad para la vida de otro ser. Lo que digo siempre, vaya, los sentimiento son una torpeza que solo tienen los perdedores. Sin sentimientos ya no vives condicionado.
-La madre que te parió, Alex. Te has pasado, es que no se te puede llevar a ningún sitio, ¿o que? Al final te tendré que atar como a un perro. ¿Te apetecería ser mi mascota? Tu serias como un Señor Lopes pero más grande y travieso. -Aproveché que aún tenía al conejito en brazos para burlarme de Alex, sabía que con el Sr.Lopes bajo mi custodia él no se atrevería a hacerme daño. No me gustó la forma cruel que tubo de matar a aquella gente. ¿Se lo merecían? Probablemente sí, pero yo sólo sabia que eran drogatas, no tuve tiempo a averiguar si eran criminales o simples indigentes. Maldito Alex. Sufre mis burlas, cabrón.
Alexandr LaCroux
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Alexandr estaba bastante orgulloso de haber completado su clase de Anacomía, pues le pareció que aquellos mendigos habían aprendido una valiosa lección: nunca confíes en un ángel psicótico, bipolar, con una nodachi gigante atada a su espalda y extremadamente racista. Bueno, quizás no era exactamente lo que habían aprendido pero de todas formas siempre está bien prevenir este tipo de situaciones.
Supongo que para llamar la atención de Alex, Elisian amenazó con hacerle daño al Señor Lopes si este no le hacía caso. No se tomó nada bien ese tipo de exigencias ni amenazas. El pequeño conejo blanco era lo único de valor que tenía en ese momento, y si le pasase algo iría hasta el fin del mundo para torturar al que lo ocasionó.
- ¡Como le hagas algo te juro que voy a matarte a tí y a tu familia! ¡Y si no tienes una, te la voy a conseguir, y luego la voy a matar! ¡Le petaré el culo a tu hija con mi nodachi! ¿Me oyes? - gritó, mientras empezaba a correr ya que un grupo de varios indigentes había sacado sus navajas y tenía intención de perseguirle. Normal, teniendo en cuenta que asesinó sin motivo alguno a un amigo suyo.
- Cuida tus palabras muchacho. Sigues siendo un puto gusano y no dudaría ni un segundo en arrancarte los ojos a tí tambien, y si no lo he hecho aun es porque creo que eres más inteligente que el resto de tu raza, así que demuéstrame que estoy en lo correcto y ten un poco de sensatez. Si alguna vez vuelves a amenazar al Señor Lopes te aseguro que haré que te arrepientas de haber nacido - dijo, una vez a salvo de esa tropa de mendigos furiosos, mientras poco a poco hacía el gesto e intentaba tomar a su pequeña mascota con él. No le gustó dejarlo en otras manos que no sean las suyas, y mucho menos el trato recibido. De ahora en adelante se iba a quedar solamente con él, hasta que fuese mayor para valerse por sí mismo.
- ¡En fin! ¡Como habrás podido comprobar, hoy hemos hecho un poco de limpieza! ¡El alma humana de ese descerebrado no hubiese conseguido evitar que cayese en los vicios y que se corrompiese por dinero! ¡Le he ahorrado al mundo el tener que lidiar con un futuro delincuente, asesino, ladrón o simplemente, mendigo! ¡DE NADA, SOCIEDAD! - gritó, con las manos alzadas y el pequeño Sr Lopes acurrucado sobre su cabeza. - ¿Vamos a hacer más limpieza?
Supongo que para llamar la atención de Alex, Elisian amenazó con hacerle daño al Señor Lopes si este no le hacía caso. No se tomó nada bien ese tipo de exigencias ni amenazas. El pequeño conejo blanco era lo único de valor que tenía en ese momento, y si le pasase algo iría hasta el fin del mundo para torturar al que lo ocasionó.
- ¡Como le hagas algo te juro que voy a matarte a tí y a tu familia! ¡Y si no tienes una, te la voy a conseguir, y luego la voy a matar! ¡Le petaré el culo a tu hija con mi nodachi! ¿Me oyes? - gritó, mientras empezaba a correr ya que un grupo de varios indigentes había sacado sus navajas y tenía intención de perseguirle. Normal, teniendo en cuenta que asesinó sin motivo alguno a un amigo suyo.
- Cuida tus palabras muchacho. Sigues siendo un puto gusano y no dudaría ni un segundo en arrancarte los ojos a tí tambien, y si no lo he hecho aun es porque creo que eres más inteligente que el resto de tu raza, así que demuéstrame que estoy en lo correcto y ten un poco de sensatez. Si alguna vez vuelves a amenazar al Señor Lopes te aseguro que haré que te arrepientas de haber nacido - dijo, una vez a salvo de esa tropa de mendigos furiosos, mientras poco a poco hacía el gesto e intentaba tomar a su pequeña mascota con él. No le gustó dejarlo en otras manos que no sean las suyas, y mucho menos el trato recibido. De ahora en adelante se iba a quedar solamente con él, hasta que fuese mayor para valerse por sí mismo.
- ¡En fin! ¡Como habrás podido comprobar, hoy hemos hecho un poco de limpieza! ¡El alma humana de ese descerebrado no hubiese conseguido evitar que cayese en los vicios y que se corrompiese por dinero! ¡Le he ahorrado al mundo el tener que lidiar con un futuro delincuente, asesino, ladrón o simplemente, mendigo! ¡DE NADA, SOCIEDAD! - gritó, con las manos alzadas y el pequeño Sr Lopes acurrucado sobre su cabeza. - ¿Vamos a hacer más limpieza?
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Alexandr se irritó más de lo que me esperaba. El chantaje que le hice con su conejito no le sentó nada bien, quería matarme a mí y a mi familia. Se me presentaba una dura tarea, pero bueno, me encantan los retos, y domar a Alex era el más grande que tuve en mucho tiempo. Resolver casos y crímenes tiene su dificultad, ganar una batalla de boxeo y mantenerse siempre en forma también, pero cambiar los rasgos psicológicos de una persona es una ardua tarea.
Alex me exigió que le volviera a Sr.Lopes, ¿se creía que era imbécil?, en cuanto soltara a su conejo él se me lanzaría encima como un tiburón al oler sangre fresca.
-Que sepas que el Sr.Lopes me cae muy bien y es muy encantador. -Dije, -y te lo devolveré sin ningún problema, solo con una condición: Dame tu espada y cuando regresemos a casa te la retornaré. Es solo para asegurarme que no me matarás a traición.
Vi que traerlo delante de carne humana fue mala idea, así que para re-empezar mi adiestramiento por el buen camino tenia que pensar un plan mejor. “El principal problema de Alex es que se le acaba la paciencia demasiado rápido cuando aparece su otra personalidad. Tengo que eclipsar al loco de LeRoi que hay dentro de él” -Pensé.
-Venga, Alex, no te preocupes mas por el conejo ni por el hombre a quien has matado. Ha sido culpa mía llevarte aquí y regañarte si ya sabía lo que harías, ven, te lo compensaré, ¡iremos a pescar y luego nos comeremos una buena cena! -Fue lo más acertado que se me ocurrió, para pescar se tiene que tener una buena dosis de paciencia, y, de paso, tendré tiempo para conversar con Alex y estar a solas con él. -¿Qué te parece?
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Finalmente tuvo que perder la espada temporalmente a cambio del Señor Lopes. Aun así, no entendía como ese chico no quería hacer limpieza de los bajos fondos de la ciudad. Quizás no era tan listo como se pensaba y no le serviría para crear una nueva sociedad que lo dominase todo. A lo mejor aun tendría que esperar un tiempo a que el chico se acostumbrase. Evidentemente no es fácil llegar al nivel intelectual de un skypiean, y menos al nivel intelectual del mismísimo Alexandr. Claro, claro, debía ser eso: aun no estaba preparado mentalmente para entender porque es necesario eliminar a la escoria de la faz de la tierra.
- ¡A la mierda la pesca! ¡Esperar como un imbécil es de maricas! Espera Alex... allí habrá humanos indefensos, completamente alejados de la civilización... ¡Podemos pegarnos un banquete! ¡Que no, te digo! ¡No quiero ir al puto río a esperar como un gilipollas para acabar comiéndome un sucio humano! A mi no me contestes, subnormal. Aquí se hace lo que digo yo o la tenemos. ¿Quien cojones te crees que soy? ¡Soy Alexandr LaCroux, sangre de...! Echo en falta un LeRoi en esa frase. ¡Que te jodan! ¡De todas formas no le caes bien a nadie! ¡Te voy a matar, hijo de puta, y me voy a comer tu corazón, muereeeh...! - El ángel se encontraba en una especie de discusión consigo mismo. Balbuceando, gritando y susurrando a partes iguales. De repente, empezó a agarrarse del cuello y se tiró al suelo debido a la falta de aire. Empezó a rodar haciendo la croqueta, mientras se intentaba ahogar con sus propias manos y se pegaba puñetazos a la cara. LeRoi estaba intentando asesinar a Alexandr. ¿O era al revés? Ya nadie podía entender qué le pasaba por la cabeza a ese enfermo mental.
De mientras, el pequeño Señor Lopes, que había saltado a tiempo, estaba mirando expectante la acción desde un lado, como si para él fuese corriente ver este tipo de espectáculos.
- ¡A la mierda la pesca! ¡Esperar como un imbécil es de maricas! Espera Alex... allí habrá humanos indefensos, completamente alejados de la civilización... ¡Podemos pegarnos un banquete! ¡Que no, te digo! ¡No quiero ir al puto río a esperar como un gilipollas para acabar comiéndome un sucio humano! A mi no me contestes, subnormal. Aquí se hace lo que digo yo o la tenemos. ¿Quien cojones te crees que soy? ¡Soy Alexandr LaCroux, sangre de...! Echo en falta un LeRoi en esa frase. ¡Que te jodan! ¡De todas formas no le caes bien a nadie! ¡Te voy a matar, hijo de puta, y me voy a comer tu corazón, muereeeh...! - El ángel se encontraba en una especie de discusión consigo mismo. Balbuceando, gritando y susurrando a partes iguales. De repente, empezó a agarrarse del cuello y se tiró al suelo debido a la falta de aire. Empezó a rodar haciendo la croqueta, mientras se intentaba ahogar con sus propias manos y se pegaba puñetazos a la cara. LeRoi estaba intentando asesinar a Alexandr. ¿O era al revés? Ya nadie podía entender qué le pasaba por la cabeza a ese enfermo mental.
De mientras, el pequeño Señor Lopes, que había saltado a tiempo, estaba mirando expectante la acción desde un lado, como si para él fuese corriente ver este tipo de espectáculos.
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La locura de Alexandr se apoderó de él por completo, por lo que parecía, sus dos personalidades entraron en una disputa que sólo podían solucionar a puños. Sí, una situación curiosa e inquietante, un bufón con voz de vieja revolcándose por las calles de Loguetown. Yo lo miraba con cara de crédulo, estaba tocando fondo y a mi me daba vergüenza ajena el comportamiento de mi compañero.
-Escucha, Alex, deja de humillarte a ti mismo de ésta manera. Si no quieres hacerlo por ti, hazlo por el conejo, ¿no ves como te está mirando? Le das lástima. Algún día se cansará de ti y te abandonará. -Seguidamente saqué un trozo de pan seco que guardaba en el bolsillo y se lo enseñé al Sr. Lopes, cuando tuve su atención empecé a marcharme dejando caer migas, haciendo que el conejo me siguiera. -¿Lo ves, Alex? El Sr. Lopes ya está harto de ti.
Técnicamente yo no estaba secuestrando al animal, por lo tanto Alex no tenía razones para hacerme daño. -Bueno, Alexandr, LeRoi, yo y el Sr.Lopes nos largamos, ya hemos visto suficiente por hoy. Si quieres algo ya sabes dónde vivo.
Me acerqué al edificio abandonado dónde Alex mató a aquel indigente y, al toparme con sus amigos, los cuales querían matar a Alex, les indiqué dónde podían encontrarlo.
"Hé, a ver como sales de ésta, estúpido payaso. A ver si aprendes a comportarte como Dios manda y te aplicas un poco. La próxima vez que te vea no quiero disgustos así" -Pensé.
La tarea de educar al Skypiean no era fácil, pero yo quería conseguirla de todas formas, me daba igual los métodos a utilizar.
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Estaba metido en medio de esa ensimismada batalla cuando oyó al joven humano hablar sobre el Señor Lopes. Intentaba hacerle chantaje emocional pero eso no iba a servirle. Las emociones eran de pobres, y él era un ser demasiado perfecto como para que le afectase lo que pensaba un simple conejo de él, hasta que vió como este se iba dando pequeños saltitos tras el humano.
- ¡Vale, vale! ¡Para coño, que se nos ha escapado el Señor Lopes! ¡Deberíamos estar cazando humanos y no peleándonos entre nosotros! - dijo para si mismo y para su otra mitad Alexandr. Se levantó, se quitó el polvo que tenía encima y empezó a correr hacia la dirección que había visto marcharse su pequeña mascota.
Para su sorpresa, un grupo de unos cinco o seis indigentes, quizás enfadados por la tontería esa de arrancarle los ojos a su amigo, se acercaron corriendo a él con la intención de acabar con su vida. - ¡Mierda, mierda, mierda, mierda...! - Gritó, intentando recular y volver por donde había venido, pero fue más difícil de lo que había pensado. Lo alcanzaron y empezaron a pegarle coces al ángel. - ¡Putos gusanos de mierda! ¡ Vuestra raza da asco! - Golpeó a uno de ellos en la cara con su codo y consiguió liberar un brazo, que usó para seguir golpeando al resto. Tenía bastante resistencia al estar acostumbrado a usar la nodachi y al ser de una raza superior, así que en poco tiempo había dejado inconscientes a un par. Asustados, los dos o tres que quedaban se echaron para atrás. - ¡Venga, gusanos, venid a por mí! ¡Voy a hacer carne picada con vuestros cojones! - los mendigos vieron que el ángel tenía superioridad física y un subidón de adrenalina y pensaron que lo mejor sería echarse a correr.
...
Llamó a la puerta del edificio donde se hospedaba el humano con el que había compartido la tarde. Se sentía cansado. - ¡Abre la puerta! ¡Y por tu bien espero que tengas al Señor Lopes aquí contigo, o te haré lo mismo que les he hecho a este par de desgraciados! - Gritó, mientras en su mano sujetaba las cabezas de los dos mendigos que había noqueado hacía un rato. Desde sus cuellos caía aun un reguero de sangre que estaba dejando un charco en el suelo, mientras que él mismo tenía la cara cubierta de la suya propia al haber recibido un golpe que le abrió una brecha en la cabeza.
- ¡Vale, vale! ¡Para coño, que se nos ha escapado el Señor Lopes! ¡Deberíamos estar cazando humanos y no peleándonos entre nosotros! - dijo para si mismo y para su otra mitad Alexandr. Se levantó, se quitó el polvo que tenía encima y empezó a correr hacia la dirección que había visto marcharse su pequeña mascota.
Para su sorpresa, un grupo de unos cinco o seis indigentes, quizás enfadados por la tontería esa de arrancarle los ojos a su amigo, se acercaron corriendo a él con la intención de acabar con su vida. - ¡Mierda, mierda, mierda, mierda...! - Gritó, intentando recular y volver por donde había venido, pero fue más difícil de lo que había pensado. Lo alcanzaron y empezaron a pegarle coces al ángel. - ¡Putos gusanos de mierda! ¡ Vuestra raza da asco! - Golpeó a uno de ellos en la cara con su codo y consiguió liberar un brazo, que usó para seguir golpeando al resto. Tenía bastante resistencia al estar acostumbrado a usar la nodachi y al ser de una raza superior, así que en poco tiempo había dejado inconscientes a un par. Asustados, los dos o tres que quedaban se echaron para atrás. - ¡Venga, gusanos, venid a por mí! ¡Voy a hacer carne picada con vuestros cojones! - los mendigos vieron que el ángel tenía superioridad física y un subidón de adrenalina y pensaron que lo mejor sería echarse a correr.
...
Llamó a la puerta del edificio donde se hospedaba el humano con el que había compartido la tarde. Se sentía cansado. - ¡Abre la puerta! ¡Y por tu bien espero que tengas al Señor Lopes aquí contigo, o te haré lo mismo que les he hecho a este par de desgraciados! - Gritó, mientras en su mano sujetaba las cabezas de los dos mendigos que había noqueado hacía un rato. Desde sus cuellos caía aun un reguero de sangre que estaba dejando un charco en el suelo, mientras que él mismo tenía la cara cubierta de la suya propia al haber recibido un golpe que le abrió una brecha en la cabeza.
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Estaba en casa tranquilo fumando el tercer cigarrillo del día cuando alguien llamó a la puerta. Supuse de inmediato que era Alex, y, sin duda alguna, estaba cabreado. Por lo primero que preguntó fue obviamente por su conejito, que casualmente tenia acomodado en un sofá.
-Oe oe, tranquilo viejo, tengo a tu conejo aquí a mi lado, estábamos pasando un buen rato, no se parece a ti en especial... Venga, pasa, también tengo que devolverte tu espada, pero nada de violencia gratuita, eh, que ya nos empezamos a conocer. -Le quité el candado a la puerta e invité a Alex a entrar.
-Veo que vienes con compañía, no era necesario matarlos, hombre... -En aquel momento me di cuenta que dejarlo solo con aquella gente era más peligroso por los mendigos que para Alex, me sentí bastante culpable por la muerte indirecta de personas inocentes.
-Oh, vaya, veo que te han abierto un ojal en la cabeza. Si quieres puedo curártelo, pero bah, seguro que te da asco que te toque, ¿no?. Cambiando de tema... -Vi el rostro de Alex y tenía cara de pocos amigos, así que dejé de bromear. -Como veo que estás enfadado, y con razón, conmigo, te propongo un trato. No se si sabes que soy un gran practicante del arte del boxeo, y tengo precisamente un ring aquí, en mi casa. ¿Que te parece si nos batimos a duelo para que te desahogues conmigo? Es más: si me vences, dejaré que me cortas un dedo, una oreja, o lo que tu quieras. Pero, si gano yo, tendrás que mantenerte una semana sin matar ni dañar a nadie. ¿Hay trato?
Alexandr LaCroux
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Finalmente dejó a entrar a Alex. Cuando estuvo dentro pudo comprobar que su conejo estaba sentado en el sofá, tranquilo y sin causar ningún tipo de alboroto. "¡Qué bonito es el Señor Lopes!" pensó para sí mismo. Dejo las cabezas de los dos indigentes que le habían atacado anteriormente sobre una mesa.
- ¡No necesito tu ayuda! ¡Un hombre debe poder curarse a sí mismo! ¡Sino no es un hombre! ¡Y en tierra de cobardes, uno tiene que tener claros sus pasos para no caer en la miseria, en la arrogancia, el egoísmo y la mediocridad! ¡Y yo, Alexandr LaCroux, señor de los Cielos, noble entre los ángeles, el domador de dragones, el sangre azul, portador del linaje LaCroux, no voy a ceder ante la perturbadora alma humana!
Luego el humano le propuso un combate de boxeo. La verdad es que no se lo esperaba en absoluto, pero le pareció buena idea ya que hacía bastante tiempo que tenía ganas de partirle la cara al desgraciado ese. Y más después de haber amenazado de muerte al Señor Lopes.
- Me parece bien. Espero que estés listo para perder un dedo. Yo que tú iría pensando cual es el que menos necesitas - dijo, para después reirse con fuerza. Se quitó el kimono y se fue hacia el ring, preparándose mentalmente para pegarle la paliza de su vida a ese sucio gusano. Quizás luego se lo pensaría dos veces antes de meterse con él. Además, no sabía si podría aguantarse las ganas de asesinar a alguien durante dos semanas. - Si lo matamos podremos comérnoslo, Alex. Vayamos a por todas. Ya lo creo. Vamos a pasarlo bien... - susurró para sí mismo el ángel.
...
Se apoyó contra las cuerdas después de varios rounds sin parar de golpearse con el humano. La verdad es que ese chico sabía pelear mejor de lo que pensaba en un principio, y se lo puso bastante difícil. Tenía la cara llena de sangre, de la brecha que no se curó debidamente y que se le había vuelto a abrir, y de algunas más que le habían causado el reciente combate con su compañero.
- Te mueves bien, muchacho. - dijo, jadeando debido al cansancio. Parecía que Elisian también estaba bastante cansado, pero no quería seguir porque llevaba un día de peleas constantes. Se encontraba débil y cansado y ya no se veía con fuerzas para seguir a aquel ritmo. Al menos le había dado una buena tunda al amenazador de conejos. - Creo que yo voy a parar por hoy. Demasiada sangre perdida en un día... - dijo, para saltar las cuerdas del ring y acercarse poco a poco a una silla que había cerca de donde se desarrolló la pelea.
- ¡No necesito tu ayuda! ¡Un hombre debe poder curarse a sí mismo! ¡Sino no es un hombre! ¡Y en tierra de cobardes, uno tiene que tener claros sus pasos para no caer en la miseria, en la arrogancia, el egoísmo y la mediocridad! ¡Y yo, Alexandr LaCroux, señor de los Cielos, noble entre los ángeles, el domador de dragones, el sangre azul, portador del linaje LaCroux, no voy a ceder ante la perturbadora alma humana!
Luego el humano le propuso un combate de boxeo. La verdad es que no se lo esperaba en absoluto, pero le pareció buena idea ya que hacía bastante tiempo que tenía ganas de partirle la cara al desgraciado ese. Y más después de haber amenazado de muerte al Señor Lopes.
- Me parece bien. Espero que estés listo para perder un dedo. Yo que tú iría pensando cual es el que menos necesitas - dijo, para después reirse con fuerza. Se quitó el kimono y se fue hacia el ring, preparándose mentalmente para pegarle la paliza de su vida a ese sucio gusano. Quizás luego se lo pensaría dos veces antes de meterse con él. Además, no sabía si podría aguantarse las ganas de asesinar a alguien durante dos semanas. - Si lo matamos podremos comérnoslo, Alex. Vayamos a por todas. Ya lo creo. Vamos a pasarlo bien... - susurró para sí mismo el ángel.
...
Se apoyó contra las cuerdas después de varios rounds sin parar de golpearse con el humano. La verdad es que ese chico sabía pelear mejor de lo que pensaba en un principio, y se lo puso bastante difícil. Tenía la cara llena de sangre, de la brecha que no se curó debidamente y que se le había vuelto a abrir, y de algunas más que le habían causado el reciente combate con su compañero.
- Te mueves bien, muchacho. - dijo, jadeando debido al cansancio. Parecía que Elisian también estaba bastante cansado, pero no quería seguir porque llevaba un día de peleas constantes. Se encontraba débil y cansado y ya no se veía con fuerzas para seguir a aquel ritmo. Al menos le había dado una buena tunda al amenazador de conejos. - Creo que yo voy a parar por hoy. Demasiada sangre perdida en un día... - dijo, para saltar las cuerdas del ring y acercarse poco a poco a una silla que había cerca de donde se desarrolló la pelea.
Elisian
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Alex aceptó mi pequeña apuesta después de mascullar durante un buen rato. ¿Era insensato o era sordo? Le acababa de decir que soy un experto boxeador, des de los 5 años que mis padres me enseñaron a defenderme en un ring. Eso sí, aquél día hacía mucho tiempo que no peleaba com alguien cara a cara, pues estuve bastante ocupado con mis casos.
Subí al cuadrilátero y empecé a calentar un poco, al contrario que aquél demente de delante mío.
Después de un buen intercambio de golpes, tengo que decir que subestimé a Alex, no pensaba que se defendiera tan bien, y menos aún que supiera devolver los golpes con tanto estilo. Pero al cabo de un rato y de sangrar mucho, él parecía cansado, tan cansado que me propuso de parar con la batalla.
-¿Ya, tan rápido? Pero si prácticamente no me ha servido ni como buen calentamiento... -Dije a Alex en tono vacilón. -Así que los Ángeles Superiores a la raza humana también sudáis veo, tan invencible no pareces ser. Bueno, le diré al conejo si quiere sustituirte, a lo mejor dará más guerra que tú hahaha. -Lo sé, me estaba riendo en su cara, pero yo siempre tenia un ojo puesto en fijarme si cambiaba su expresión para parar y no pasarme con la gracia.
A continuación nos sentamos en unas sillas y le preparé un té rejuvenecedor para recuperar fuerzas y bajar la tensión.
-Buf, espero que te hayas desahogado a base bien, por cierto, ¿técnicamente la apuesta la he ganado yo, no? A ver si dejas de matar a personas por diversión durante un tiempo. -Le dije mientas le guiñaba un ojo.
-Cambiando de tema, Alex, hace tiempo que quiero comprarme una mascota, pero no sé por cuál decantarme. Había pensado en algún tipo de reptil, pero sé que son muy independientes y yo quiero algo que me haga más caso. ¿Que me recomiendas, Alex? Elige bien, pues será el próximo amigo del Sr. Lopes.
Me gustó pedir consejo a Alexandr para generar más confianza entre los dos y que dejara de tratarme como a un humano del montón.
Alexandr LaCroux
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Estaba sentado en la silla, suspirando y completamente cubierto de sangre. La escena era bastante agresiva y tenebrosa ya que el ángel tenía sus largos cabellos y toda la cara teñidos de color rojo. Se apoyaba sobre sus rodillas y las gotas de sangre caían al suelo, formando un pequeño charco. Levantó la vista y empezó a mirar a Elisian, que aun estaba dentro del ring.
- ¡Los ángeles somos superiores y lo he demostrado hoy al pelear contra cinco gusanos y contigo en este ring mientras estaba gravemente herido! Y te recomiendo que esperes un par de semanas o meses, porque entonces será el Señor Lopes el que te de una paliza a tí. - Sonrió. Lo cierto es que esa raza de conejos enseguida crecen y se vuelven agresivos, por lo que en un tiempo tendría a un soldado de éltie a su lado para luchar por él y así no tendría que ensuciarse las manos golpeando a simples humanos. - Eso vamos a verlo aún. No prometo no matar a nadie porque sino voy a morir de hambre hehe. -se rió.
Le extrañó que luego le preguntase sobre algun tipo de mascota. No le pegaba mucho a ese humano tener ningún animal de compañia. De hecho, objetivamente, al que no le pegaba nada era al ángel, pero bueno. - Si quieres que te de un consejo, te recomiendo algún tipo de ave. Pueden ser buenas mensajeras y puede que nos sirvan en un futuro.
- Dime una cosa, humano - le comentó, mientras se levantaba con un poco de esfuerzo de la silla - ¿Qué crees que espero de tí? ¡Creo que eres alguien diferente a los de tu raza, pero necesito saber hasta cuan lejos estás dispuesto a llegar para crear una nueva sociedad sin corrupción ni egoísmo!
- ¡Los ángeles somos superiores y lo he demostrado hoy al pelear contra cinco gusanos y contigo en este ring mientras estaba gravemente herido! Y te recomiendo que esperes un par de semanas o meses, porque entonces será el Señor Lopes el que te de una paliza a tí. - Sonrió. Lo cierto es que esa raza de conejos enseguida crecen y se vuelven agresivos, por lo que en un tiempo tendría a un soldado de éltie a su lado para luchar por él y así no tendría que ensuciarse las manos golpeando a simples humanos. - Eso vamos a verlo aún. No prometo no matar a nadie porque sino voy a morir de hambre hehe. -se rió.
Le extrañó que luego le preguntase sobre algun tipo de mascota. No le pegaba mucho a ese humano tener ningún animal de compañia. De hecho, objetivamente, al que no le pegaba nada era al ángel, pero bueno. - Si quieres que te de un consejo, te recomiendo algún tipo de ave. Pueden ser buenas mensajeras y puede que nos sirvan en un futuro.
- Dime una cosa, humano - le comentó, mientras se levantaba con un poco de esfuerzo de la silla - ¿Qué crees que espero de tí? ¡Creo que eres alguien diferente a los de tu raza, pero necesito saber hasta cuan lejos estás dispuesto a llegar para crear una nueva sociedad sin corrupción ni egoísmo!
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Parecía que mis vaciladas no le sentaron tan mal como esperaba, se quejó y me amenazó, obviamente, pero sin llegar a violencia ni peligro serio.
-Alex si quieres hacerme caso no me mandes a tu conejo a pelear porqué lo decapitaré y lo asaré a la brasa. -Quería picarle aún más, ya que parecía que mis bromas le gustaban, le complacía tener a alguien al que insultar sin que se ofendiera e, incluso, que le devolviera las ofensas.
De hecho, creo que se sentía tan a gusto que le daba miedo confiar tanto en un humano, por lo que me preguntó que qué tenía que esperar de mí, pues parecía diferente al resto de humanos. Interesante pregunta.
-Mira, Alex, creo que hasta cierto punto me parezco a ti, no me importa en lo absoluto manchar mis manos con sangre ajena. Soy capaz de llegar a extremos inimaginables con tal de lograr mi cometido. A diferencia de ti, pero, yo puedo entender el dolor de los demás, es por esto que quiero liberarlos de aquello que los oprime y corrompe. Quiero convertirme en un nuevo Dios para toda población, quiero ser aquel a quién recurran cuando las cosas les vayan mal y poderles ayudar gracias a mis poderes. Veo a los humanos como perros persiguiendose la cola, han perdido el control de la vida, no tienen rumbo alguno. Es por esto que busco aliados para mi ardua tarea, y quiero que tu seas quien me ayude a completarla. -Respondí.
Tras una larga charla sobre principios y valores, Alex se fue a su casa y yo me encendí un cigarrillo esperando a que pasara alguna cosa para matar el aburrimiento.Contenido patrocinado
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