¿Te gusta la nieve? [Lara - Reiko - Misa][Privado]

El buque de la marina se acercaba a gran velocidad a la isla destino. ”¿Por qué tuvo que ser una isla tan helada?” – pensé con calma. Mi capa marine ondeaba con el viento, si bien la tenía bien puesta, no la tenía abrochada. ¿Qué iba a hacer ahí? Había sido citada a ese lugar, de forma algo extraña, por una recluta. La carta la llevaba en mi mano derecha, específicamente, solo llevaba la foto de Lara. Al parecer, sabía de mi pasado como cazadora y también de mi reciente ingreso a la Marina. Suspiré con calma mientras me afirmaba la capa. Los reclutas corrían de un lado a otro, haciendo los últimos detalles para que el barco llegara sin muchos problemas. ¿Qué quería hablar? La curiosidad era bastante grande y era una de las pocas razones por las que me dirigía hacia allí.

– Esto va a ser divertido – de un salto aterricé en la cubierta  y asusté a algunos de mis reclutas. Sí, al ser una capitana de la Marina, me habían regalado un buque para mí. Con, al menos, unos 50 o más compañeros. ”Debe ser la primera vez que no tengo que pagar para ir de un lugar a otro” – no tardamos mucho en llegar y noté que era el más grande de todos los barcos que ahí estaba. Mis hombres terminaron de arreglar todo y se disponían a bajar, con una seña los detuve. – No creo tardar mucho. Saben que hacer, ¿no? – empecé a caminar y di un fuerte salto para llegar a tierra. – Protejan el puerto. Tienen permiso para hundir cualquier barco pirata que se acerque. – Escuché como todos gritaban un “Si, capitana” y sonreí de lado. La verdad, tener aquellas facilidades era sensacional. Aunque, debía tener cuidado con que tanto poder se me subiera a la cabeza. ”No debo perder de vista mis objetivos” – me recordé y con las manos en los bolsillos empecé a caminar por el puerto.

– ¿Será ella? – miré la foto y miré a la chica que estaba comiendo un helados con tres bolas. – ¿Cómo puede comer eso con este clima? – suspiré con calma, para gustos colores. Arreglé un poco mi gorro rojo y la bufanda del mismo tono y caminé hacía ella. – ¿Lara E. Naion? Soy la capitana Amane Misa, un gusto. – Dije con una sonrisa amable. Si no era ella, solo me iba a disculpar y a seguir buscando por la isla. No tenía prisas y tampoco me importaba mucho estar aquí. Guardé silencio y esperé su respuesta.

Qué agradable era el aroma de la nieve recién caída. Era uno de los favoritos de Reiko, junto con el rocío de la hierba al amanecer o la brisa salada que provenía del mar. Los copos de nieve caían cada cierto tiempo. La joven rubia había venido acompañada por un par de reclutas desde la otra punta del pueblo y la travesía no fue especialmente cómoda. Se sentía fatigada y, muy probable, era que pillase algún catarro por culpa de las temperaturas tan bajas.

Ella siempre se había criado en un lugar con una temperatura agradable para los humanos, pero aquí no lograba entender cómo podían sobrevivir, le parecían condiciones infrahumanas. A medida que avanzaba podía ver a lo lejos edificios, a pesar de la niebla tan espesa que había. En la nieve había todo tipo de huellas, un par de centímetros de altitud si mal no se equivocaba puesto que al pisar sus pies se hundían un poco.

Con suerte los marines lograron llegar al pequeño pueblo. Estos se despidieron de la hermosa recluta, tenían deberes que cumplir en una parte del pueblo, al igual que Reiko, la cual debía dirigirse con celeridad a una calle en específico. Una muchacha la había citado allí y, viendo la hora que era, seguramente se hubiera hartado de esperar. Reiko no tenía la culpa al fin y al cabo, las condiciones meteorológicas dificultaron la situación de la muchacha.

Un giro por allí, otro por allá y Reiko llegó a una calle recta en la cual pudo divisar a dos muchachas. Ambas tenían el cabello dorado como el solo y cuando estaba a su lado pudo verlas con claridad. A medida que llegaba hasta ellas se frotaba los brazos, el frío era muy fuerte para ella. Una vez allí miró a la una y a la otra y se presentó. Se acordó perfectamente de la mujer que le había enviado la carta. Reiko no llevaba la foto consigo pues tenía una memoria prodigiosa.

-Soy Reiko Awashima. - Dijo esbozando una sonrisa. - Por lo que sé tú debes ser la recluta Lara Naion, un placer. - Luego miró a la otra muchacha. - ¿Y tú eres...? - Inquirió con curiosidad.

Había acertado. Aquella chica que comía un helado, era Lara. Era rubia igual que yo y sus orbes eran azulados. Sonreí con calma y cuando estaba a nada que hablar, llegó, al parecer, la otra persona que ella había citado. Se presentó como Reiko y, sea coincidencia o no, también tenía el pelo dorado como nosotras y, también, tenías los ojos azules, aunque estos eran aguamarina. ”Menuda coincidencias” – pensé divertida al ver, al menos, nuestras similitudes en cabello y ojos. Finalmente, preguntó cómo me llamaba, le sonreí con calma.

– La capitana Amane Misa, un placer. – Respondí con calma. Escuché a Lara “reclamar” sobre que ambas veníamos acompañadas y, luego, nos invitó a seguirla. A decir verdad, no fue mi elección venir con semejante nave a una reunión. ”Solo me dijeron, trata de no hundirlo” – sonreí y empecé a seguir aquella chica. Me seguía preguntando para qué nos había llamado y el por qué. Pensé en preguntarle de camino, pero había que tener paciencia. Llegamos a una cafetería y abrió la puerta para dejarnos pasar primero. En ella, se sentía el ambiente acogedor y cálido de esta. Había variados compartimientos para hablar a solas y la chica que nos citó, entró en uno. Hice lo mismo y me senté a su derecha. ”Es hora de saber” – a lo que llegara la camarera le pediría un café caliente con crema y luego guardaría silencio. ”Ambas son, a primera vista, personas interesantes.” –prometían un futuro grande y, también a primera vista, les veía mucho potencial.

Reiko se cruzó de brazos, a la espera de continuar con la citación. La muchacha que la había hecho venir hasta aquí estaba a su lado, comiéndose un helado. La joven rubia se quedó un poco perpleja al ver, que con el frío que hacía, la muchacha podía comerse un helado. Reiko tenía siempre la mala suerte de enfermarse con probar algo helado o pasar mucho frío, por ejemplo hoy, esto le iba a provocar un buen resfriado dentro de unos días. No se iba a meter en los gustos de la gente, pero le resultaba algo ilógico. Esperaba que Lara tuviese más seriedad, puesto que sus comentarios eran algo infantiles.

La chica de al lado era Amane Misa, la cual recalcó su título de capitana. La joven rubia hizo una mueca, si iba a tener a superiores por aquí le resultaría algo molesto. De todas formas Reiko no pensó en eso durante el tiempo que estaban de pie, se fijó en el parecido que tenían las tres muchachas, las casualidades eran increíbles. Puso la mano sobre la empuñadura de su espada, a la espera de continuar con el camino. Debían aguardar por Lara, puesto que estaba hablando. No merecía la pena responder aquel comentario.

Las tres se pusieron en marcha, con Lara de cabecilla mientras que Reiko y Misa la seguían. La muchacha del helado las guió hasta una pequeña taberna. No tardaron mucho en llegar y, cuando Reiko estaba en frente al bar, se fijó en el cartel. Una taza humeante... que original, pensó mientras se encogía de hombros. Entraron y un calor la envolvió. Ahora ya no pasaría frío. Se sentaron y la camarera vino a atenderlas.

-Un chocolate caliente para mí también, por favor. - Pidió Reiko. Esperaba que la mujer no tardase mucho en llegar. Tras eso, decidió sacar un tema de conversación relacionado con la citación. - Y bien... ¿De qué querías hablarnos? En la carta parecía bastante importante.

No pude evitar sorprenderme ante la propuesta de Lara. Una flota. La verdad, sonaba mejor que andar en la misma donde se encontraba Xemmas, además; conocer a otras personas me daría una idea de que tan bien había elegido cambiar de bando. ”Recuerda que no solo por eso te uniste a la Marina” – suspiré con calma y esperé unos segundos para ver si la otra chica tenía algo que decir. ”Ni siquiera sé que decir yo” – por la forma en la que presentaba su idea, las tres serías las jefas y, por lo que dijo, no estaba tan alejada de mis propios ideales. Crucé mis brazos y me quedé callada, pensando en todos los posibles escenarios y de cómo, quizás, tener más de un jefe o capitana podría generar uno que otro conflicto interno. ”No mires solo los problemas” – una de las cosas buenas que veía, era tener diferentes puntos de vista ante una misma situación, llegar a un mejor plan para sortear ciertas cosas y, también, que una no solo cargue con toda la responsabilidad.

Se veía equilibrado y, no sonaba mal. Solo era cosa de tiempo para que las tres siguiéramos subiendo de poder, de cargos y aumentar el prestigio de la nueva flota o, como dijo Lara, una asociación. Sumando y restando, todo se veía bien. Suspiré con calma y sonreí de medio lado. Mi mirada se intercalaba entre ella y Reiko. Finalmente, me quedé mirando a Lara.

– No tengo mucho que decir, la verdad – empecé a decir con calma. – Suena interesante y divertido – claro que no me iba a negar, era una oportunidad increíble y podía servir para muchas cosas, entre ellas, auto crecimiento personal, ganar experiencia manejando grupos grandes y pelear por algo que no era solo para mí. – Cuenta conmigo. No hay tantas preguntas, quizás, es una idea que pensaste hace poco y no tengas mucho en claro – quizás me equivocaba, pero así se veían las cosas. Una idea algo vaga y, dada la falta de información, podía deducir aquello. – Pero, me uno de todas formas. – Finalicé mientras me arreglaba un mechón de mi pelo y lo ponía detrás de mí oreja. ”Ahora solo falta conocer la opinión de Reiko, ¿eh?”

Reiko dejó escapar un bufido mientras hablaban las otras dos muchachas. Últimamente se había vuelto muy pasota, como si no le importasen los modales o de quien estuviese rodeada. Su postura en la silla también daba a entender que no le importaba mucho el tema, pues tenía una pierna sobre la otra y el brazo apoyado sobre el respaldo, de vez en cuando echaba la cabeza hacia atrás bostezando. Son crías, pensó. Las crías tienen ideas de un momento a otro, yo misma las tuve y nada salió bien. Reiko se sentía desconfiada de que unas chiquillas mandasen, apenas tenían experiencia y eso no podía salir bien. Las ideas de las niñas van y vienen. Seguro que le ponen interés ahora y luego lo dejarán todo de lado, suspiró.

La rubia se acomodó bien en la silla y apoyó los codos sobre la mesa, dejando las manos entrelazadas cerca de la boca. Permaneció unos segundos en silencio, mirando al centro de la mesa hasta que al fin se dignó a hablar. Su tono de voz no parecía muy convincente, primero se dirigió a las dos.

-Es cierto que es complicado y no hablemos de la responsabilidad que tendríamos que soportar. Va a ser duro, no cabe duda. - Tras aquella se dirigió a Misa, una de las muchachas. - Una responsabilidad no es divertida, no niego que estaría bien y tal, pero... no es un juego. Si piensas que algo así funcionará como algo divertido lo llevas mal. Si estamos aquí es para mantener el orden y evitar que el mal se expanda causando el caos allá por donde vaya.

Reiko tomó una pausa. El comentario de aquella muchacha la había exasperado un poco. La recluta no acostumbraba a tratar con gente que pensase así de un trabajo y mucho menos que ella se divirtiera trabajando, tenía una pequeña obsesión con las responsabilidades y el hacerse importante. Miró a Lara y esbozó una pequeña sonrisa.

-Acepto, pero más os vale no echaros atrás ninguna de las dos, creo que puede ser un gran proyecto y podemos llegar lejos. - Tras aquello decidió seguir bebiendo un poco de chocolate caliente, mientras se relamía los labios con cada sorbo que pegaba.

Todo iba en paz y tranquilidad. La idea me agradaba y, además, las palabras de Reiko estaban en lo cierto. Tuve que morderme la lengua para no responder algo más y, quizás, formar una pelea innecesaria. Suspiré de forma relajada y luego me quedé mirando el ambiente. Era una cafetería y todas las personas presenten estaban pasando un buen rato. Lara se levantó de su asiento y se disponía a pagar todo. Me incliné, de forma algo peligrosa, en la silla. Estaba, claramente, desafiando a la gravedad. ”Bueno… No creo que alguien se moleste” – dudaba que los superiores tuvieran algún otro plan para mí o si quisieran que me uniera a alguna banda. Sea como sea, ya era tarde.

Me volví a sentar bien al escuchar algunos gritos. Quedé sorprendida al notar que algunos idiotas estaban molestando a Lara. Me levanté de forma tranquila mientras miraba que algunos clientes ya se iban. ”Y tan tranquilo que estaba todo” – suspiré de forma pesada mientras me ganaba al lado de Lara. La verdad, el hombre que había vociferado aquel comentario machista y arcaico, era bastante grande. Pero supuse que no le daría suficientes problemas a Lara. ”Puede ser una buena oportunidad para ver de qué es capaz” – no es que me creyera más fuerte que ella, pero podía darme una idea general en cuanto a fuerza poseía cada una.

– Bien, bien. Detengan esto antes que tengamos que usar la fuerza – ninguno de los tres retrocedió ni siquiera un centímetro. Saqué mi Den Den Mushi. – Chicos, preparen una celda en el barco – escuché que asentían y sonreí de medio lado; luego de eso lo guardé con calma y miré al de la izquierda. A diferencia del otro, el que se estaba quejando del golpe de Lara, era pequeño. Casi de mi misma estatura, portaba un bate. Sus ojos eran de un color café y sonreía con prepotencia. No tardó mucho en lanzarse por Lara. Interpuse mi brazo, imbuido en Haki, para frenar su ataque. Este se rompió en el acto y el otro retrocedió unos metros, sacó una navaja de bolsillo y yo sonreí de forma calmada. – ¿En serio quieren perder su libertad por una estupidez? Parecen unos niños aferrándose a un tonto orgullo. – Suspiré y me preparé para luchar.

Si había algo que la recluta no soportase era que la molestasen mientras disfrutaba de un chocolate caliente. Tenía los ojos entrecerrados mientras bebía, pero eso no le impedía escuchar todo lo que había a su alrededor. Cuchicheos, puertas abriéndose, sillas arrastrándose. Finalmente abrió los y miró a su nueva compañera. Misa Amane, una mujer peculiar. Se echó hacia atrás en el respaldo de la silla y cambió la posición de su pierna, cruzándose contra la otra.

Veía como su compañera se balanceaba en la silla, mostrando un gesto infantil. Reiko suspiró e intentó contener la risa, sobre todo porque si se caía el ataque que le provocaría sería bastante fuerte. Balanceaba su pie de un lado a otro, esperando por Lara. Escuchó como hablaba con unos hombres y después Misa fue junto a ella.

Y lo que no quería que pasase, pasó. Tuvo que dejar la taza de chocolate sobre la mesa. Se levantó y miró el ambiente que había. La tranquilidad de hace un rato había desaparecido con la llegada de aquellos tres tipos que, por sus pintas, ya se sabía que iban a liarla. Reiko posó su mano izquierda en la empuñadura de su espada y se dirigió con parsimonia hacia donde estaban las chicas.

Al parecer habían iniciado una pelea y, lo que menos quería Reiko era causar destrozos. Tenía que poner orden definitivamente. Desenfundó su espada y apuntó al que tenía un cuchillo. Este había atacado a Lara y, por suerte, Misa supo defenderse bien. El hombre la miró, luego a ellas y de vuelta a Reiko. Esta alzó su espada y le ocasionó una finta al muchacho. La verdad es que estaba acorralado pues cuando se echó atrás chocó contra su otro compañero.

-Misa... No es que quieran perderla, es que ya lo han hecho en cuanto han atacado a Lara. - Reiko apuntó la espada en el cuello del hombre. Rozando su filo contra su piel. - No se van a ir, deben ser castigados. - Reiko se apartó y se quedó al lado de Lara, sin envainar su espada. - ¿Y bien? ¿Vais a defenderos u os llevamos ya al barco? - La rubia sonrió de lado.