Isaac Newtown
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Akuma no mi
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Isaac había seguido su viaje desde Akame, dispuesto a seguir los pasos de su ídolo, Byakuro Kyoya. Aquellas extrañas visiones nocturnas se habían hecho más recurrentes con el paso de los días, desde que había abandonado su casa. A veces le ocurrían mientras soñaba, pero también le había pasado un par de veces de despertarse y ver a su lado aquella figura al lado de su catre.
- Bueno... -dijo el chico, poniendo los brazos en jarras-. Avaros, ¿eh? -se dijo, mientras observaba la enorme pared rocosa que había frente a él, elevándose en medio del mar. Pasarelas de madera de aspecto poco seguro se alzaban unas sobre otras, de forma bastante precaria, pero aún así espectacular.
El barco había parado allí a abastecerse de comida y todo tipo de suministros. Una operación que duraría como mínimo un par de horas. El chico saltó de cubierta al suelo de madera del puerto, que crujió ligeramente bajo sus pies. Tras eso, empezó a correr por las calles, con sed de exploración. Los sonidos del puerto, las gaviotas volando sobre su cabeza o descansando en los salientes de madera, el olor a sal y algas, los colores de los edificios y la suave brisa marina hacían que el chico se sintiese verdaderamente vivo. Empezó a correr hacia una serie de rampas que llevaba a las plataformas superiores. Allí arriba el ambiente parecía ser más calmado y menos caótico. Un lugar perfecto para pasear y con unas vistas probablemente espectaculares. Isaac iba a caminar hacia la parte más alta de la isla para observarla por completo desde allí.
Llevaba ya diez minutos subiendo al lado de la escarpada pared rocosa cuando sintió una voz en el oído, lejana y susurrante: "Por aquí...". El chico se giró, para ver un pequeño local en el que no parecía haber nada interesante. Parecía una tienda de antigüedades de todo tipo. Se acercó al escaparate y observó el interior apoyando la cara en el cristal. Estaba bastante oscuro, por lo que no podía ver gran cosa. Empezó a pensar si sería buena idea entrar o seguir con su camino.
- Bueno... -dijo el chico, poniendo los brazos en jarras-. Avaros, ¿eh? -se dijo, mientras observaba la enorme pared rocosa que había frente a él, elevándose en medio del mar. Pasarelas de madera de aspecto poco seguro se alzaban unas sobre otras, de forma bastante precaria, pero aún así espectacular.
El barco había parado allí a abastecerse de comida y todo tipo de suministros. Una operación que duraría como mínimo un par de horas. El chico saltó de cubierta al suelo de madera del puerto, que crujió ligeramente bajo sus pies. Tras eso, empezó a correr por las calles, con sed de exploración. Los sonidos del puerto, las gaviotas volando sobre su cabeza o descansando en los salientes de madera, el olor a sal y algas, los colores de los edificios y la suave brisa marina hacían que el chico se sintiese verdaderamente vivo. Empezó a correr hacia una serie de rampas que llevaba a las plataformas superiores. Allí arriba el ambiente parecía ser más calmado y menos caótico. Un lugar perfecto para pasear y con unas vistas probablemente espectaculares. Isaac iba a caminar hacia la parte más alta de la isla para observarla por completo desde allí.
Llevaba ya diez minutos subiendo al lado de la escarpada pared rocosa cuando sintió una voz en el oído, lejana y susurrante: "Por aquí...". El chico se giró, para ver un pequeño local en el que no parecía haber nada interesante. Parecía una tienda de antigüedades de todo tipo. Se acercó al escaparate y observó el interior apoyando la cara en el cristal. Estaba bastante oscuro, por lo que no podía ver gran cosa. Empezó a pensar si sería buena idea entrar o seguir con su camino.
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De nuevo aquí. No entendía por qué había decidido venir a Avaros otra vez, simplemente me dejé llevar por la nostalgia y por el corazón. Recordaba perfectamente los puntos clave de esta isla, los que marcaron un antes y un después en la historia de mi vida. El puerto, donde desembarqué por primera vez y la cuesta, en donde me había chocado contra mi maestro... Suspiré y seguí mirando a mi alrededor. Habían cambiado mucho las cosas desde aquella época. Me crucé de brazos y miré al horizonte, podía ver el inmenso océano que nos rodeaba. La verdad es que llevaba ya cuatro años fuera de mi hogar, el tiempo pasaba demasiado rápido... Pensé mientras esbozaba una pequeña sonrisa.
Me encontraba en una pequeña plazoleta en el centro de la isla. Le llamaba plazoleta por decirle de alguna manera, puesto que había más espacio que en los otros recorridos de madera. Había llegado hace un par de horas, en un barco mercantil, en él viajaba una humilde familia que se dedicaba al comercio. Un hombre, su esposa y su hijo pequeño. Les ayudaba en el barco durante las travesías a cambio de transporte, era un trato justo.
Acomodé mis gafas de sol dado que las había apoyado en lo alto de la cabeza anteriormente. Solo quería dar un simple paseo, recorrer un par de calles y luego regresar al barco. No tenía mucho más que hacer, tan solo acabaría recordando los momentos y creo que estaría demasiado melancólica. Suspiré y metí las manos en los bolsillos de mis pantalones. Luego me dispuse a caminar para ir hacia abajo del todo. A ver si encontraba algo interesante a medida que bajaba.
Me encontraba en una pequeña plazoleta en el centro de la isla. Le llamaba plazoleta por decirle de alguna manera, puesto que había más espacio que en los otros recorridos de madera. Había llegado hace un par de horas, en un barco mercantil, en él viajaba una humilde familia que se dedicaba al comercio. Un hombre, su esposa y su hijo pequeño. Les ayudaba en el barco durante las travesías a cambio de transporte, era un trato justo.
Acomodé mis gafas de sol dado que las había apoyado en lo alto de la cabeza anteriormente. Solo quería dar un simple paseo, recorrer un par de calles y luego regresar al barco. No tenía mucho más que hacer, tan solo acabaría recordando los momentos y creo que estaría demasiado melancólica. Suspiré y metí las manos en los bolsillos de mis pantalones. Luego me dispuse a caminar para ir hacia abajo del todo. A ver si encontraba algo interesante a medida que bajaba.
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Isaac giró la cabeza hacia la calle de nuevo, justo cuando cruzando la pasarela apareció una chica de pelo rojizo, grandes ojos expresivos de tono dorado y bastante poca ropa. El tiempo pareció detenerse en torno al chico, que abrió mucho los ojos, como si acabase de ver a un fantasma, a un héroe legendario o a una mezcla de ambos. La reconocía, era una de las compañeras cazadoras de Byakuro Kyoya: Yoko Littner.
- ¡Yoko! -gritó, mientras echaba a correr hacia la chica-. ¡Yoko Littner! ¡Tú eres Yoko Littner! -mientras se acercaba, lo veía más claro. Aquella chica era una de las mujeres que había estado en el mismo barco que Byakuro, el legendario Black Lotus, construido por el mismísimo Dexter Black.
Cuando el chico alcanzó a la joven de pelo rojo, hizo una inclinación respetuosa mientras llevaba la mano a la funda de su espada y la agarraba con ambas manos, con una pose de completo respeto.
- Tú... tú eres miembro de Kurausu No Furenzu. -dijo, al fin, ligeramente sonrojado a la par que emocionado.
- ¡Yoko! -gritó, mientras echaba a correr hacia la chica-. ¡Yoko Littner! ¡Tú eres Yoko Littner! -mientras se acercaba, lo veía más claro. Aquella chica era una de las mujeres que había estado en el mismo barco que Byakuro, el legendario Black Lotus, construido por el mismísimo Dexter Black.
Cuando el chico alcanzó a la joven de pelo rojo, hizo una inclinación respetuosa mientras llevaba la mano a la funda de su espada y la agarraba con ambas manos, con una pose de completo respeto.
- Tú... tú eres miembro de Kurausu No Furenzu. -dijo, al fin, ligeramente sonrojado a la par que emocionado.
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La gente paseaba por las calles dando lugar a bastante ruido, se escuchaban gritos de niños jugando y mujeres cuchicheando, así como los hombres que trabajaban en Avaros. La vida aquí no parecía ser sencilla, pero tampoco muy dura, por lo que veía la gente parecía feliz. Eso estaba bien, en el fondo era un bello lugar, aunque me agobiaba un poco la manera en la que había sido construido. Demasiado peligroso para mi gusto, pero así era yo, tenía la tendencia de preocuparme por mi bienestar y por el de los que me rodeaban.
Bajé por las pasarelas de madera, las cuales emitían pequeños crujidos al pisarlas. De vez en cuando echaba un vistazo hacia el borde de la tabla, aún quedaba un buen rato hasta llegar hacia el fondo. Un grito por detrás me sobresaltó. Me giré rápidamente mirando hacia los lados y de frente vi a un muchacho correr hacia donde estaba yo. Abrí los ojos como platos al ver que gritaba todo el rato mi nombre. Al ver que se inclinaba yo también le hice una pequeña reverencia en forma de saludo y por educación.
-¡Si! Soy Yoko Littner. - Comenté sorprendida. - El gremio... Bueno, yo era miembro mejor dicho, ahora me temo que ya no existe... - Dije algo apenada. Moví los brazos hacia arriba para que no se quedase de esa forma. - No te quedes así, levántate por favor. ¿Tú quién eres? - Inquirí con curiosidad a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa.
Bajé por las pasarelas de madera, las cuales emitían pequeños crujidos al pisarlas. De vez en cuando echaba un vistazo hacia el borde de la tabla, aún quedaba un buen rato hasta llegar hacia el fondo. Un grito por detrás me sobresaltó. Me giré rápidamente mirando hacia los lados y de frente vi a un muchacho correr hacia donde estaba yo. Abrí los ojos como platos al ver que gritaba todo el rato mi nombre. Al ver que se inclinaba yo también le hice una pequeña reverencia en forma de saludo y por educación.
-¡Si! Soy Yoko Littner. - Comenté sorprendida. - El gremio... Bueno, yo era miembro mejor dicho, ahora me temo que ya no existe... - Dije algo apenada. Moví los brazos hacia arriba para que no se quedase de esa forma. - No te quedes así, levántate por favor. ¿Tú quién eres? - Inquirí con curiosidad a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa.
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- Me llamo Isaac Newtown -se presentó el chico. En ese momento, observó a la chica a los ojos. Sentía una emoción inconmensurable por estar frente a aquella persona, que había compartido tanto con Byakuro-. Conocí a Byakuro hace años, los dos asistíamos al mismo dojo -el chico entonces colocó las manos en forma de cuña, al estilo del Ryu Yoshiki-. Él era el mejor de los alumnos. -añadió.
Tras eso, suspiró. Byakuro había muerto dos años atrás, aquello era oficial, y las palabras de Yoko tan solo lo habían confirmado. El chico sonrió, tratando de pensar en qué hacer a continuación. Había soñado muchas veces con encontrarse con alguno de los miembros de Kurausu No Furenzu, y había planeado cómo actuaría, pero en ese momento se acababa de quedar en blanco.
De pronto, todo se volvió negro. Isaac acababa de tener uno de sus ataques de narcolepsia. El chico cayó al suelo, inconsciente. Tal vez tanta emoción le había sentado mal a su cuerpo y aquella era la forma de hacérselo saber. O tal vez simplemente había sido una casualidad. El caso es que en ese momento, tuvo otro de sus sueños vividos. Una figura, de ropajes claros, piel pálida y pelo de color blanco con tonos violetas. Lo conocía, había visto su imagen cientos de veces en los periódicos. Era Byakuro Kyoya.
- ¿Esto es real? -preguntó, confuso.
- Podría decirse que sí... -respondió el Rey Cazador, con una risa cristalina-. O tal vez solo sea un sueño tonto. -añadió después.
- Oh... vaya...
Tras eso, suspiró. Byakuro había muerto dos años atrás, aquello era oficial, y las palabras de Yoko tan solo lo habían confirmado. El chico sonrió, tratando de pensar en qué hacer a continuación. Había soñado muchas veces con encontrarse con alguno de los miembros de Kurausu No Furenzu, y había planeado cómo actuaría, pero en ese momento se acababa de quedar en blanco.
De pronto, todo se volvió negro. Isaac acababa de tener uno de sus ataques de narcolepsia. El chico cayó al suelo, inconsciente. Tal vez tanta emoción le había sentado mal a su cuerpo y aquella era la forma de hacérselo saber. O tal vez simplemente había sido una casualidad. El caso es que en ese momento, tuvo otro de sus sueños vividos. Una figura, de ropajes claros, piel pálida y pelo de color blanco con tonos violetas. Lo conocía, había visto su imagen cientos de veces en los periódicos. Era Byakuro Kyoya.
- ¿Esto es real? -preguntó, confuso.
- Podría decirse que sí... -respondió el Rey Cazador, con una risa cristalina-. O tal vez solo sea un sueño tonto. -añadió después.
- Oh... vaya...
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El nombre del muchacho era Isacc Newtown, por lo que me contó también conoció a Byakuro, lo que no entendía es que me reconocía a pesar de no haberme encontrado nunca con él. Quizás mi maestro, en su tiempo libre, le hablase de todos nosotros. Eso me alegraba un poco, al menos sé que algunas personas me conocían por el mundo. ¿Habría más gente como él? Sonreí al escuchar las anécdotas. Estaba segura de había sido el mejor en aquel entrenamiento, al menos desde mi punto de vista logró impresionarme. Me hubiese gustado aprenderlo todo de él, pero no hubo tiempo suficiente.
Aparté la mirada un momento, mirando al suelo. Su muerte aún me seguía afectando, no estaba preparada para vivir sin alguien a quien apreciaba. Tampoco había tenido a nadie para desahogarme, solo aquella vez a Theo y ahora tampoco sabía nada de ella. Mi viaje estaba siendo muy productivo desde que me marché de aquella isla. ¿Mejoraría algún día? Seguro que sí, se suponía que yo era muy optimista, así que tocaba serlo. La caída del muchacho al suelo me espantó y dirigí mi vista hacia él.
Me agaché tirándome al suelo. Levanté su cabeza un poco y golpeé sus mejillas. ¿Por qué me tenía que pasar esto a mí? Le apoyé con cuidado de nuevo la cabeza en el suelo y acerqué mi cabeza hacia su pecho para ver si corazón latía o no. La gente se había asustado de repente y pasaban de largo. Mierda... ¿Qué hago? Volví a golpear su mejilla de nuevo y a hablarle. -¡Eh, eh! ¿Estás bien? - Pregunté preocupada.
Aparté la mirada un momento, mirando al suelo. Su muerte aún me seguía afectando, no estaba preparada para vivir sin alguien a quien apreciaba. Tampoco había tenido a nadie para desahogarme, solo aquella vez a Theo y ahora tampoco sabía nada de ella. Mi viaje estaba siendo muy productivo desde que me marché de aquella isla. ¿Mejoraría algún día? Seguro que sí, se suponía que yo era muy optimista, así que tocaba serlo. La caída del muchacho al suelo me espantó y dirigí mi vista hacia él.
Me agaché tirándome al suelo. Levanté su cabeza un poco y golpeé sus mejillas. ¿Por qué me tenía que pasar esto a mí? Le apoyé con cuidado de nuevo la cabeza en el suelo y acerqué mi cabeza hacia su pecho para ver si corazón latía o no. La gente se había asustado de repente y pasaban de largo. Mierda... ¿Qué hago? Volví a golpear su mejilla de nuevo y a hablarle. -¡Eh, eh! ¿Estás bien? - Pregunté preocupada.
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Isaac observó al cazador. Estaba seguro de que aquello tenía que ser un sueño. No estaría hablando cara a cara con un muerto de no ser así.
- ¿Sabes? Creo que cuando morí mi alma fue a una especie de limbo extraño. Parece que el trato que hice con aquel viejo no fue del todo bien... -dijo el cazador, mientras se frotaba la barbilla, pensativo. El espadachín observó a su ídolo, anonadado. ¿De qué hablaba?
- ¿Perdona? -preguntó, extrañado.
- Creo que simplemente he vuelto... a medias -dijo Byakuro, quitándole importancia al asunto con un gesto despreocupado. Isaac seguía sin entender nada, pero Byakuro lo observó, arqueando la ceja. Se acercó a su lado y dijo-. Dile a Yoko que se cuide... y que tiene que seguir practicando las katas. -tras eso, el peliblanco hizo un rápido movimiento de mano, que se tradujo en un sopapo en la cara de Isaac.
El chico abrió los ojos de golpe. Sobre él, el cielo y la cara preocupada de Yoko. El chico se incorporó lentamente, algo mareado.
- Bufff... estos ataques ataques narcolépticos son un rollo... -dijo, para sí mismo. Tras eso observó a la pelirroja, y le dijo-. Acabo de tener un sueño rarísimo. Byakuro me dice que te cuides y que sigas practicando las katas. ¿A qué se refiere? -preguntó.
- ¿Sabes? Creo que cuando morí mi alma fue a una especie de limbo extraño. Parece que el trato que hice con aquel viejo no fue del todo bien... -dijo el cazador, mientras se frotaba la barbilla, pensativo. El espadachín observó a su ídolo, anonadado. ¿De qué hablaba?
- ¿Perdona? -preguntó, extrañado.
- Creo que simplemente he vuelto... a medias -dijo Byakuro, quitándole importancia al asunto con un gesto despreocupado. Isaac seguía sin entender nada, pero Byakuro lo observó, arqueando la ceja. Se acercó a su lado y dijo-. Dile a Yoko que se cuide... y que tiene que seguir practicando las katas. -tras eso, el peliblanco hizo un rápido movimiento de mano, que se tradujo en un sopapo en la cara de Isaac.
El chico abrió los ojos de golpe. Sobre él, el cielo y la cara preocupada de Yoko. El chico se incorporó lentamente, algo mareado.
- Bufff... estos ataques ataques narcolépticos son un rollo... -dijo, para sí mismo. Tras eso observó a la pelirroja, y le dijo-. Acabo de tener un sueño rarísimo. Byakuro me dice que te cuides y que sigas practicando las katas. ¿A qué se refiere? -preguntó.
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El chico finalmente volvió en sí. Me había llevado un buen susto, solo de pensar que le hubiese pasado algo malo me habría hecho sentir mal, sobre todo por no haberle ayudado cuando lo necesitaba. Al final resultó ser narcolepsia, una especie de enfermedad, si se le puede llamar así, que te hace quedarte profundamente dormido en cualquier ocasión. Suspiré de tranquilidad al fin. Estuve de rodillas en el suelo hasta que Isaac se acomodó.
Me quedé perpleja al escuchar el sueño que tuvo y a la vez, algo confusa. Según él había visto a Byakuro... Me eché un poco hacia atrás, yo nunca había soñado cosas así. Lo peor de todo fue cuando me dijo las palabras en su nombre, eso me asustó, pero a la vez me puso contenta. Miré al cielo y asentí con la cabeza. Incluso lejos mi maestro se preocupaba por mi. No pude dejar escapar una pequeña sonrisa. Sé que Byakuro quería que las siguiese practicando, pero sin él era difícil. Puse las manos sobre mis piernas y decidí responderle al chico.
-Conocí a mi maestro en esta misma isla hace dos años. Le regalé un bastón y luego me mostró un par de movimientos de su estilo, a mi me parecieron geniales y le pedí que me las enseñara. Inicié mi viaje con él y practiqué las katas, pero ahora ya no tengo con quien seguir practicándolas, digamos que es como si no me tuviese sentido aprenderlas si no me las enseña él. - Dije mirando al muchacho a los ojos.
Me quedé perpleja al escuchar el sueño que tuvo y a la vez, algo confusa. Según él había visto a Byakuro... Me eché un poco hacia atrás, yo nunca había soñado cosas así. Lo peor de todo fue cuando me dijo las palabras en su nombre, eso me asustó, pero a la vez me puso contenta. Miré al cielo y asentí con la cabeza. Incluso lejos mi maestro se preocupaba por mi. No pude dejar escapar una pequeña sonrisa. Sé que Byakuro quería que las siguiese practicando, pero sin él era difícil. Puse las manos sobre mis piernas y decidí responderle al chico.
-Conocí a mi maestro en esta misma isla hace dos años. Le regalé un bastón y luego me mostró un par de movimientos de su estilo, a mi me parecieron geniales y le pedí que me las enseñara. Inicié mi viaje con él y practiqué las katas, pero ahora ya no tengo con quien seguir practicándolas, digamos que es como si no me tuviese sentido aprenderlas si no me las enseña él. - Dije mirando al muchacho a los ojos.
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El chico observó como Yoko alzaba la mirada al cielo y asentía, casi como si estuviese aceptando las palabras del sueño como si el mismo Byakuro las hubiera dicho de verdad. Fue entonces cuando la pelirroja empezó a hablar. Le dijo que ella había conocido a Byakuro en aquel mismo lugar, y que ella le había regalado un bastón. Aquello dejó impresionado a Isaac. El arma de Byakuro, su bastón, se lo había regalado la chica que estaba frente a él. Tras eso dijo que el famoso cazador le había enseñado las katas del Ryu Yoshiki, pero que ahora ya no las practicaba, posiblemente porque no le encontraba sentido a las mismas, si no era Byakuro el que las enseñaba.
- Mmmm... bueno, yo sé un poco de Ryu Yoshiki, como puedes suponer. No me lo enseñó él, sino su tío, nuestro maestro, pero supongo que si quieres practicar, aunque no sea él, podemos practicar un rato... -el chico se encogió de hombros. Por dentro estaba temblando de emoción: practicar las mismas katas que el peliblanco le había enseñado a una de sus alumnas era un gran honor para él, aunque por fuera intentase no mostrarlo. Su corazón latía con mucha fuerza.
Tras eso, señaló la zona baja de la isla, en el puerto. Sería un lugar mejor para entrenar, al haber más espacio y ser más firme el terreno. Empezó a caminar en aquella misma dirección, y cuando hubo avanzado un par de pasos, se giró hacia Yoko:
- ¿Vienes? -preguntó, con una sonrisa abierta y alegre.
- Mmmm... bueno, yo sé un poco de Ryu Yoshiki, como puedes suponer. No me lo enseñó él, sino su tío, nuestro maestro, pero supongo que si quieres practicar, aunque no sea él, podemos practicar un rato... -el chico se encogió de hombros. Por dentro estaba temblando de emoción: practicar las mismas katas que el peliblanco le había enseñado a una de sus alumnas era un gran honor para él, aunque por fuera intentase no mostrarlo. Su corazón latía con mucha fuerza.
Tras eso, señaló la zona baja de la isla, en el puerto. Sería un lugar mejor para entrenar, al haber más espacio y ser más firme el terreno. Empezó a caminar en aquella misma dirección, y cuando hubo avanzado un par de pasos, se giró hacia Yoko:
- ¿Vienes? -preguntó, con una sonrisa abierta y alegre.
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Una gran sonrisa se formó en mi cara al escuchar sus palabras. No sé por qué estaba sintiendo como un déjà vu. Al final había hecho bien en venir a parar a Avaros, nunca sabes que te puedes encontrar en el día a día. Isaac me recordaba a mi maestro, los gestos que ambos solían hacer, ya sea hablar o moverse, eran realmente parecidos. Escuché atentamente las palabras del chico y luego apoyé las manos en mis mejillas, mostrando una expresión de asombrada. Sería genial practicarlas con él y más si se sabía las katas.
-¡Claro! Me encantaría. - Comenté con una sonrisa de oreja a oreja. En el fondo estaba emocionada. El chico se levantó y se puso a caminar. Yo estuve un par de segundos todavía en el suelo. Luego se dio la vuelta y me ofreció ir con él. - ¡Sí! - Respondí mientras asentía con la cabeza. Tras eso me levanté rápidamente hasta ponerme a su lado.
La bajada no fue muy larga. Las gaviotas volaban en lo alto de la isla haciendo círculos y el sol brillaba con fuerza. Estaba siendo un buen día, las cosas cambian tan rápido en cuestión de minutos. Cerré los ojos un par de segundos y respiré profundamente. De vez en cuando miraba al muchacho de reojo.
-Bien, ya estamos llegando. - Exclamé emocionada.
-¡Claro! Me encantaría. - Comenté con una sonrisa de oreja a oreja. En el fondo estaba emocionada. El chico se levantó y se puso a caminar. Yo estuve un par de segundos todavía en el suelo. Luego se dio la vuelta y me ofreció ir con él. - ¡Sí! - Respondí mientras asentía con la cabeza. Tras eso me levanté rápidamente hasta ponerme a su lado.
La bajada no fue muy larga. Las gaviotas volaban en lo alto de la isla haciendo círculos y el sol brillaba con fuerza. Estaba siendo un buen día, las cosas cambian tan rápido en cuestión de minutos. Cerré los ojos un par de segundos y respiré profundamente. De vez en cuando miraba al muchacho de reojo.
-Bien, ya estamos llegando. - Exclamé emocionada.
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Todo estaba saliendo espectacularmente bien. El chico bajó hasta la zona del puerto. Su barco seguía allí, con la gente subiendo cajas abordo. Lo señaló y le dijo a Yoko:
- Mira, he venido en ese barco. Tengo entendido que vosotros tenéis... o teníais un barco espectacular. Espero poder verlo algún día. -dijo, con aire soñador.
Ambos acabaron llegando a una plazoleta de roca, en la base de la isla. Cerca había edificios de tipo almacén. El chico miró alrededor, no parecía haber mucha gente en aquel lugar, lo cual lo haría un sitio bueno para practicar sin ser molestados. El chico se colocó en posición. Llevó la mano a su espada y la desenvainó, colocándola frente a él.
- Mi estilo de Ryu Yoshiki no es precisamente ortodoxo, como puedes ver. Uso espada en lugar de armas normales, pero para practicar las katas no debería haber ningún problema -dijo mientras iniciaba el primer movimiento de la primera kata. En lugar de los movimientos fluidos utilizados para bastones y armas similares, el chico agarraba el arma con las manos juntas en la empuñadura, y pese a que era bastante diferente a utilizar un bo, el resultado era bello y fluido igualmente. Poco a poco fue completando los movimientos de la kata-. Hacía tiempo que no entrenaba con alguien, la verdad es que es bastante agradable... -dijo, sonriendo. "Y más aún con una persona como tú, Yoko, miembro de Ryu Yoshiki" añadió mentalmente.
- Mira, he venido en ese barco. Tengo entendido que vosotros tenéis... o teníais un barco espectacular. Espero poder verlo algún día. -dijo, con aire soñador.
Ambos acabaron llegando a una plazoleta de roca, en la base de la isla. Cerca había edificios de tipo almacén. El chico miró alrededor, no parecía haber mucha gente en aquel lugar, lo cual lo haría un sitio bueno para practicar sin ser molestados. El chico se colocó en posición. Llevó la mano a su espada y la desenvainó, colocándola frente a él.
- Mi estilo de Ryu Yoshiki no es precisamente ortodoxo, como puedes ver. Uso espada en lugar de armas normales, pero para practicar las katas no debería haber ningún problema -dijo mientras iniciaba el primer movimiento de la primera kata. En lugar de los movimientos fluidos utilizados para bastones y armas similares, el chico agarraba el arma con las manos juntas en la empuñadura, y pese a que era bastante diferente a utilizar un bo, el resultado era bello y fluido igualmente. Poco a poco fue completando los movimientos de la kata-. Hacía tiempo que no entrenaba con alguien, la verdad es que es bastante agradable... -dijo, sonriendo. "Y más aún con una persona como tú, Yoko, miembro de Ryu Yoshiki" añadió mentalmente.
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Finalmente llegamos, el lugar era una especie de plazoleta, si es que se le podía llamar así; era bastante espaciosa y tenía forma circular. Durante el trayecto intercambiamos un par de palabras sobre el barco que habíamos tenido en Kurausu no Furenzu, al igual que en el que había venido él, parecía un buen barco desde mi punto de vista. Busqué el mío, pero no lo encontré, quizás es que el puerto estaba bastante colapsado como para fijarme. El Black Lotus había sido un buen barco, a veces me pregunto que habrá sido de él... si los otros miembros se lo habían llevado o tan solo se había quedado a la deriva, abandonado.
Esto me dio la idea de buscarlo, al menos así podría saber algo más de lo que pasó. Dichosa información, siempre estaba falta de ella. Dejando el tema de barcos de lado ambos nos paramos en el centro de la plazoleta. Iba a demostrarme como eran sus katas, a pesar de que él practicase con una espada y no con el bastón como hacía mi maestro.
Sus movimientos eran fluidos y sencillos, la verdad es que eso me incitó a seguir adelante con las prácticas, supongo que solo necesitaba a alguien que me animase o que lo hiciese tan bien y este chico lo había conseguido. Observé con atención todos sus movimientos y, aunque yo no viese mi cara, sé que se había formado una sonrisa al ver todo aquello. Me había quedado de pie alejada un par de metros de él.
-Woao... - Solté sin darme cuenta. - ¡Se te da muy bien! Estoy segura que algún día serás un maestro excelente si decides enseñárselo a más gente, ojalá logre ser tan buena como tu. - Dije alegremente.
Esto me dio la idea de buscarlo, al menos así podría saber algo más de lo que pasó. Dichosa información, siempre estaba falta de ella. Dejando el tema de barcos de lado ambos nos paramos en el centro de la plazoleta. Iba a demostrarme como eran sus katas, a pesar de que él practicase con una espada y no con el bastón como hacía mi maestro.
Sus movimientos eran fluidos y sencillos, la verdad es que eso me incitó a seguir adelante con las prácticas, supongo que solo necesitaba a alguien que me animase o que lo hiciese tan bien y este chico lo había conseguido. Observé con atención todos sus movimientos y, aunque yo no viese mi cara, sé que se había formado una sonrisa al ver todo aquello. Me había quedado de pie alejada un par de metros de él.
-Woao... - Solté sin darme cuenta. - ¡Se te da muy bien! Estoy segura que algún día serás un maestro excelente si decides enseñárselo a más gente, ojalá logre ser tan buena como tu. - Dije alegremente.
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Isaac se ruborizó ligeramente al escuchar aquellas palabras amables. Negó con la cabeza, avergonzado.
- No creo que sea tan bueno... seguro que tú sabes mucho más que yo. -dijo, mientras se frotaba la cabeza, con la cara roja. Tras eso, soltó una risa, algo nervioso, aunque ya no tanto como al principio. Yoko había resultado ser una chica bastante alegre y abierta, simpática y agradable. Isaac entendía qué había visto Byakuro en ella.
Tras eso, el chico envainó su arma y estiró los brazos, haciendo que sus articulaciones restallasen. Tras eso, hizo lo mismo con el cuello y dijo:
- Por cierto, ¿no sabrás dónde están los demás miembros del gremio? -si obtenía información de aquella forma, era posible que pudiera encontrarse con más de los seguidores de Byakuro y los pudiera conocer a todos ellos-. Estoy buscándolos para decirles que pienso seguir sus pasos, y que pueden contar conmigo para lo que necesiten -el chico sonrió, algo avergonzado por lo que acababa de decir. No podía compararse con el cazador, ni de lejos, pero con esfuerzo y trabajo, tal vez lograse ser alguien importante algún día-. Pienso formar mi propio gremio en honor a todos vosotros, habéis sido mi fuente de inspiración durante años... -confesó. Tras eso, agitó la cabeza y empezó a caminar, buscando algún sitio donde dejar pasar el tiempo hasta que su barco fuera a irse.
Sus pasos le llevaron a una cafetería con mesas de madera en el exterior de la misma, a modo de terraza. El chico se sentó en una de las sillas y alzó la mano llamando a un camarero. Cuando el hombre con uniforme se le acercó, el joven pidió un par de bollos de canela y un café con mucha azúcar.
- No creo que sea tan bueno... seguro que tú sabes mucho más que yo. -dijo, mientras se frotaba la cabeza, con la cara roja. Tras eso, soltó una risa, algo nervioso, aunque ya no tanto como al principio. Yoko había resultado ser una chica bastante alegre y abierta, simpática y agradable. Isaac entendía qué había visto Byakuro en ella.
Tras eso, el chico envainó su arma y estiró los brazos, haciendo que sus articulaciones restallasen. Tras eso, hizo lo mismo con el cuello y dijo:
- Por cierto, ¿no sabrás dónde están los demás miembros del gremio? -si obtenía información de aquella forma, era posible que pudiera encontrarse con más de los seguidores de Byakuro y los pudiera conocer a todos ellos-. Estoy buscándolos para decirles que pienso seguir sus pasos, y que pueden contar conmigo para lo que necesiten -el chico sonrió, algo avergonzado por lo que acababa de decir. No podía compararse con el cazador, ni de lejos, pero con esfuerzo y trabajo, tal vez lograse ser alguien importante algún día-. Pienso formar mi propio gremio en honor a todos vosotros, habéis sido mi fuente de inspiración durante años... -confesó. Tras eso, agitó la cabeza y empezó a caminar, buscando algún sitio donde dejar pasar el tiempo hasta que su barco fuera a irse.
Sus pasos le llevaron a una cafetería con mesas de madera en el exterior de la misma, a modo de terraza. El chico se sentó en una de las sillas y alzó la mano llamando a un camarero. Cuando el hombre con uniforme se le acercó, el joven pidió un par de bollos de canela y un café con mucha azúcar.
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Al parecer mis palabras habían tenido un buen efecto en él, eso me agradaba, me gustaba que la gente se sintiese cómoda conmigo, así aparte de causar una buena impresión la confianza entre ambas partes aumentaba. Supongo que era cosa de mi personalidad, pero estaba muy agusto así. Me crucé de brazos mientras hablaba y en cuanto hizo una pregunta no tuve más remedio que responderlo. Como había dicho, estaba falta de información y quizás este chico, con el tiempo, me acabase ayudando o lo acabase ayudando yo a él, sonaba bien la verdad. Antes de empezar a hablar negué con la cabeza.
-Hace dos años me encontré con una misma miembro, Theo Thawne, pero me ausenté y le perdí la pista. Hace poco tiempo que he emprendido mi viaje para ir en busca suya. Del resto... sé quienes eran, pero al estar ausente en la muerte de mi maestro no sé que fue de cada uno, es como si se hubiesen desvanecido en el viento. - Respondí algo apenada, se podía notar perfectamente en mi tono de voz. No era momento para ponerse triste así que volví a estar sonriente, como si nada hubiese pasado. Me quedé sorprendida por su último comentario así que decidí seguirlo.
Ambos nos dirigimos hasta una cafetería, por su aspecto llamaba la atención y nos sentamos en la zona de la terraza. El camarero no tardó en atendernos, después de que Isaac pidiera yo pedí un zumo de melocotón, mi favorito. El camarero trajo todo y, después de dejar el plato con bollitos de canela, el delicioso aroma se expandió por el olor.
-Si... necesitas una ayuda con el gremio puedes contar conmigo. Sería un placer echarte una mano, seguro que es un trabajo duro. - Dije sonriendo mientras pegaba un sorbo al zumo.
-Hace dos años me encontré con una misma miembro, Theo Thawne, pero me ausenté y le perdí la pista. Hace poco tiempo que he emprendido mi viaje para ir en busca suya. Del resto... sé quienes eran, pero al estar ausente en la muerte de mi maestro no sé que fue de cada uno, es como si se hubiesen desvanecido en el viento. - Respondí algo apenada, se podía notar perfectamente en mi tono de voz. No era momento para ponerse triste así que volví a estar sonriente, como si nada hubiese pasado. Me quedé sorprendida por su último comentario así que decidí seguirlo.
Ambos nos dirigimos hasta una cafetería, por su aspecto llamaba la atención y nos sentamos en la zona de la terraza. El camarero no tardó en atendernos, después de que Isaac pidiera yo pedí un zumo de melocotón, mi favorito. El camarero trajo todo y, después de dejar el plato con bollitos de canela, el delicioso aroma se expandió por el olor.
-Si... necesitas una ayuda con el gremio puedes contar conmigo. Sería un placer echarte una mano, seguro que es un trabajo duro. - Dije sonriendo mientras pegaba un sorbo al zumo.
Isaac Newtown
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El chico alzó la mirada de sus bollos de canela, sonriente:
- ¿En serio? -preguntó. Tras eso, asintió efusivamente-. ¡Sí, por favor! Quiero decir... me encantaría que me ayudases, sería verdaderamente una gran ayuda. -dijo, asintiendo de nuevo. Con un rápido movimiento, el chico se llevó uno de los bollos a la boca, mordiendo con ganas unbuen bocado del mismo.
Mientras trataba de masticar la comida, el chico agarró su taza de café y le dio un largo trago, para ayudarle a ablandar el bollo de canela.
- Yo me iré en breves, en cuanto el barco en el que voy haya repostado y se haya hecho con algunos alimentos. Si vas a seguir buscando a Theo me encantaría ir contigo. -el chico se ofreció, sonriendo. Aquella era una oportunidad única en la vida. El joven sonrió mientras metía la mano en el bolsillo y sacaba un billete de aspecto arrugado y gastado. Sonrió con cara de circunstancias, aquellos eran los restos del poco dinero con el que se había hecho antes de salir de casa.
Tras colocar el dinero en la mesa, el chico acabó su café de un único trago y engulló el resto del bollo de canela. El otro lo envolvió en una servilleta, pensando en que tal vez quisiera picar algo durante la travesía, y se levantó del asiento. Ahora Yoko tenía que elegir qué iba a hacer, porque él ya lo tenía claro.
- ¿En serio? -preguntó. Tras eso, asintió efusivamente-. ¡Sí, por favor! Quiero decir... me encantaría que me ayudases, sería verdaderamente una gran ayuda. -dijo, asintiendo de nuevo. Con un rápido movimiento, el chico se llevó uno de los bollos a la boca, mordiendo con ganas unbuen bocado del mismo.
Mientras trataba de masticar la comida, el chico agarró su taza de café y le dio un largo trago, para ayudarle a ablandar el bollo de canela.
- Yo me iré en breves, en cuanto el barco en el que voy haya repostado y se haya hecho con algunos alimentos. Si vas a seguir buscando a Theo me encantaría ir contigo. -el chico se ofreció, sonriendo. Aquella era una oportunidad única en la vida. El joven sonrió mientras metía la mano en el bolsillo y sacaba un billete de aspecto arrugado y gastado. Sonrió con cara de circunstancias, aquellos eran los restos del poco dinero con el que se había hecho antes de salir de casa.
Tras colocar el dinero en la mesa, el chico acabó su café de un único trago y engulló el resto del bollo de canela. El otro lo envolvió en una servilleta, pensando en que tal vez quisiera picar algo durante la travesía, y se levantó del asiento. Ahora Yoko tenía que elegir qué iba a hacer, porque él ya lo tenía claro.
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En los ojos del muchacho observé toda su emoción por ayudarle. La verdad es que podía ser divertido, una nueva aventura se mostraba en mi camino, y en ella estaban partes importantes que debía hacer en mi recorrido. Bebí un poco más del zumo de melocotón, del cual adoraba su sabor, mientras le escuchaba. El muchacho iba a irse ya, supongo que nuestros caminos se separaban, pero no fue así, se ofreció a ayudarme. Posé el vaso del zumo, ya terminado. Estuve un par de segundos en silencio, meditando que hacer ante sus palabras.
-¡Claro! ¿por qué no? Será una experiencia inolvidable.- Dije muy emocionada levantándome al mismo tiempo que él. Me mordí el labio inferior y luego decidí proponerle una cosa, sería beneficiosa para ambos. - ¿Sabes? Creo que primero podemos buscar el Black Lotus, es una tarea difícil, pero te ayudaré. - El barco era un objeto importante en el viaje, por lo tanto sería necesario encontrarlo, si estaba intacto sería genial pues supongo que habría muchas pertenencias de todos, si estaba medio estropeado... había reunido suficiente dinero como para arreglarlo.
Sonreí a Isaac y avancé un par de metros antes que él. Me giré hacia con las manos entrelazadas sobre mi vientre y le pregunté esbozando una pequeña sonrisa. - ¿A qué esperas para continuar nuestro viaje?
-¡Claro! ¿por qué no? Será una experiencia inolvidable.- Dije muy emocionada levantándome al mismo tiempo que él. Me mordí el labio inferior y luego decidí proponerle una cosa, sería beneficiosa para ambos. - ¿Sabes? Creo que primero podemos buscar el Black Lotus, es una tarea difícil, pero te ayudaré. - El barco era un objeto importante en el viaje, por lo tanto sería necesario encontrarlo, si estaba intacto sería genial pues supongo que habría muchas pertenencias de todos, si estaba medio estropeado... había reunido suficiente dinero como para arreglarlo.
Sonreí a Isaac y avancé un par de metros antes que él. Me giré hacia con las manos entrelazadas sobre mi vientre y le pregunté esbozando una pequeña sonrisa. - ¿A qué esperas para continuar nuestro viaje?
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